Professional Documents
Culture Documents
Tema 26 Celibato Por El Reino de Los Cielos
Tema 26 Celibato Por El Reino de Los Cielos
Queridos hermanos:
El otro día un caballero me dijo que los curas están equivocados en no casarse, porque
la Biblia dice que Dios bendijo al hombre y a la mujer, diciéndoles: «Sean fecundos,
multiplíquense y llenen la tierra».
Le contesté que, en verdad, este texto aparece en el Antiguo Testamento (Gén. 1, 28);
pero que los católicos no nos debemos quedar anclados en el Antiguo Testamento.
Nosotros somos hijos del Nuevo Testamento, y ahí hay claras indicaciones a favor de la
virginidad religiosa. Además Jesús mismo no se casó para así poder entregarse
totalmente a su Padre y anunciar su Mensaje. También tenemos el ejemplo del apóstol
Pablo y otros más.
Queridos hermanos, en esta carta quiero explicarles por qué las religiosas y los
religiosos no se casan. Les hablaré desde la Biblia y desde mi propia experiencia
religiosa. Sé muy bien que muchos no encuentran valor alguno en el no casarse, y
también un hombre no casado a veces hasta es mal visto en nuestra propia cultura.
Además ante el mundo moderno, que predica la libertad sexual y el erotismo asfixiante,
parece ser un disparate hablar de la castidad religiosa. La televisión, el cine, la literatura
y la propaganda callejera proclaman todo lo contrario.
A pesar de todo, los invito a leer con mucha atención esta carta acerca del celi-bato
religioso. No lo invento yo, sino que está todo en la Biblia.
En verdad, el hombre ha sido creado en cuerpo y espíritu con vistas al matrimonio: Dios
creó al ser humano como hombre y mujer, «y vio Dios que era bueno». (Gén. 1, 27, 31).
Y sin embargo, hay hombres y mujeres cristianos que con pleno conocimiento y
libertad, y con gran alegría, renuncian de por vida al matrimonio. Lo hacen «por amor al
Reino de los Cielos» (Mt. 19,12). Este estado de vida lo indicamos con los términos:
«castidad consagrada», o «celibato religioso», o «virginidad cristiana». Y el que
renuncia a ese gran valor humano del matrimonio, lo hace para seguir el ejemplo y el
consejo evangélico de Jesús. A quienes profesan de por vida este estado, se les da el
nombre de «religiosos», «religiosas», (o monjitas) y sacerdotes.
2
1.Jesús mismo, que permaneció sin casarse, fue quien reveló el sentido y el carácter
sobrenatural de la virginidad: «Hay hombres que se quedan sin casar por causa del
Reino de los Cielos. El que puede aceptar esto, que lo acepte» (Mt. 19,12). La expresión
«por causa del Reino de los Cielos» confiere a la virginidad su carácter religioso y es así
un signo de la Nueva Creación que irrumpe ya en este mundo, es decir, es un signo
anticipado del mundo que vendrá.
2. El Apóstol Pablo hace entender que en su tiempo ya había algunos creyentes que
vivieron como vírgenes por un tiempo para dedicarse a la oración. (1Cor. 7, 5). También
dice el Apóstol que el cuerpo no está sólo destinado para la unión sexual, sino también
para dar testimonio de Dios: «El cuerpo es para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y
así como Dios resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder... ¿No
sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?» (1 Cor. 6,13-15). Y en otra parte
Pablo habla de la virginidad como un estado mejor que el matrimonio, porque este
estado de vida expresa más claramente la entrega total al Señor: «El hombre casado está
dividido, y tiene que agradar a su mujer; pero los que permanecen vírgenes no tienen el
corazón dividido, sino que están consagrados a Dios tanto en cuerpo como en espíritu:
ellos viven sirviendo al Señor con toda dedicación». (1 Cor. 7, 32-35). Esto no es un
mandato del Señor, dice Pablo (1 Cor. 7, 25), sino un llamado personal de Dios, un
carisma o un don del Espíritu Santo (1 Cor. 7,7) y, como dice Jesús, esto no todos lo
pueden entender.
3. La virginidad es un signo del mundo que vendrá. Los que permanecen vírgenes en
este mundo están despegando de este mundo (1 Cor. 7, 27) y esperan al Esposo y al
Reino que ya vienen, según la parábola de las diez vírgenes (Mt. 25, 10). Su vida, su
virginidad, es un «signo permanente» del mundo que vendrá, es signo visible del estado
de resurrección, de la nueva creación, del mundo futuro donde no habrá matrimonio, y
donde seremos semejantes a los ángeles y a los hijos de Dios (Lc. 20, 35-36).
1. Jesús mismo no se casó, no tuvo hijos, no hizo una fortuna. El, que nada poseía, trajo
al mundo tesoros que no destruyen ni el moho ni la polilla. El, que no tuvo mujer, ni
hijos, era hermano de todos y entregó su vida por todos. Además, Jesús invitó a sus
discípulos a seguirlo hasta lo último. Al joven rico, no le pidió solamente que cumpliera
los mandamientos de la ley; le pidió un despojo total para seguirlo: «Si quieres ser
perfecto, anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y entonces tendrás riquezas en el
3
cielo; luego ven y sígueme» (Mt. 19, 21). «Todos los que han dejado sus casas, o sus
hermanos o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o bienes terrenos, por causa
mía, recibirán la vida eterna» (Mt. 19, 29). «Si alguien quiere salvar su vida, la perderá;
pero él que la pierda por mí, la salva-rá» (Lc. 9, 24; Lc. 14, 33).
2. María, la Madre de Jesús, es la única mujer del Nuevo Testamento a quien se aplica,
casi como un título de honor, el nombre de «virgen» (Lc. 1, 27; Mt. 1, 23). Por su deseo
de guardar su virginidad (Lc. 1, 34), María asumía la suerte de las mujeres sin hijos,
pero lo que en otro tiempo era humillación iba a convertirse para ella en una bendición
(Lc. 1, 48). Desde antes de su concepción virginal, María tenía la intención de
reservarse para Dios. En María apareció en plenitud la virginidad cristiana.
3. ¿Cuál es el motivo fundamental para optar por una vida sin casarse?
Después de todo, podemos decir que el celibato religioso brota de una experiencia muy
especial de Dios. El no casarse en sentido evangélico es fruto de una profunda fe y de
una experiencia de que Dios entra en la vida del hombre o de la mujer. Es el Dios vivo,
que deja huellas en una persona. Es el Dios, Padre de Jesucristo, que ha seducido a
algunas personas de tal manera, que ellos dejan todo atrás y van como enamorados
detrás de Jesús. El hombre célibe religioso es una persona «seducida por Dios»: «Tú me
sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir» (Jer. 20, 7). Desde el momento que llega Dios a
la vida del religioso todo cambia. El hombre religioso deja todo atrás, aun el amor
humano, porque simplemente ha llegado el Amor. Dios vuelve a ser el «único amor», es
como si de improviso aparece el sol y se apagan las estrellas... Dice la Escritura: «Tú
eres mi bien, la parte de mi herencia, mi copa. Me ha tocado en suerte la mejor parte,
que Dios mismo me escogió» (Salmo 16, 5-6).
El religioso es sobre todo un hombre de Dios, un hombre para Dios, un hombre que ve
en todas las cosas la presencia amorosa de Dios. Es un «especialista de Dios».
Aunque las posibilidades sexuales no se ejercitan, sin embargo una religiosa enfermera
o una religiosa maestra desempeña un trabajo «como mujer» con sus cualidades de
ternura y bondad; y un religioso misionero actúa «como hombre» con su vigor, con su
amor por la verdad y con sus cualidades de corazón.
Es un hecho significativo que Jesús fuera varón íntegramente y que como varón nos
predicó la Buena Nueva. Fue muy significativo que María, como mujer, supiera acoger
al Salvador y como madre presentara su Hijo al mundo entero. Dios mismo eligió a
María como mujer y como Madre para ser puente entre el cielo y la tierra. Los
religiosos no viven su virginidad sin su personalidad masculina o femenina.
Ellos tratan, con su consagración a Dios y con libertad de espíritu, de ser fecundos de
una manera que a menudo no es posible para los demás. Muchas veces vemos cómo el
niño huérfano, el drogadicto perdido, el enfermo aislado, la anciana abandonada
encuentran en la religiosa a una verdadera madre. Muchas veces el joven angustiado, el
hombre fracasado, un pueblo desorientado, encuentran en un religioso a un verdadero
padre.
Nos extraña muchísimo que el reformador Lutero y los protestantes del siglo XVI
rechazaran el camino de la vida religiosa como un camino prácticamente imposible y
dieran preferencia al matrimonio. Esta opción de los protestantes va claramente contra
una corriente religiosa que brotó desde los tiempos de Jesucristo hasta ahora. Por eso
varios grupos protestantes vuelven últimamente a esta antigua tradición cristiana y
auténticamente evangélica, y comenzaron en este siglo con grupos religiosos que viven
el celibato como nosotros «por el Reino de los Cielos». (Pensemos en los monjes
reformados de Taizé en Francia, los hermanos y hermanas franciscanos, anglicanos y
protestantes en Alemania e Inglaterra).
Espero que estos Temas leídos una y otra vez les fortalezcan en la verdadera Fe y les
den argumentos para saber dar razón de su esperanza.
Cuestionario:
¿Qué nos enseña la Biblia al respecto? ¿Cuál fue el ejemplo de Jesús? ¿Qué significa
también la virginidad? ¿Cuál fue el camino seguido por Pablo y por María, la Madre de
Jesús? ¿Cuál es el motivo fundamental para hacer esta opción? La castidad consagrada,
¿significa dejar de amar? ¿Cuál ha sido la tradición cristiana al respecto?