Professional Documents
Culture Documents
D. Martyn L. Jones Cap.3 - Compressed
D. Martyn L. Jones Cap.3 - Compressed
Parecen árboles
que caminan
una buena razón para hacerlo así. De modo que, como en este caso no
había nada particularmente difícil, la variación en el tratamiento no se
debió a tal razón sino al propio plan determinado de nuestro Señor de
hacerlo así, a n de que El pudiera darnos una lección y comunicarnos
ciertomensaje. Dicho de otro modo, todos los milagros denuestro Señor
son más que simples acontecimientos; en cierto modo, son también
parábolas. Lo cual no signi ca que no creamos en la historicidad de este
incidente real. Simplemente estoy a rmando que un milagro es tambiến
una parábola, y que si esto puede a rmarse de todos los milagros, con
más razón puede a rmarse lo mismo de éste, ya que en élnuestro Sefñor
obviamente varió el procedimiento a n de presentarnos y enseñarnos
algo vitaleimportante.
Estoy muy dispuesto a convenir con quienes sugieren que tal vez la
leción principal del caso iba dirigida a los discípulos. Todos recorda-
mos lo que había pasado antes. Cuando los discípulos entraron en la
barca se olvidaron de llevar pan, lo que redundó en que no llevaban
consigo más que urna sola hogaza. En cuanto comenzarona preocuparse
por esto,se sintieron los más desdichados. Nuestro Señor, al hablar con
ellos en el bote, dijo: "Tengan cuidado ... jojo con la levadura de los
fariseos y con la de Herodes!" (Mr. 8:15). Ellos discutían entre sí: "Lo
dice porque no tenemos pan" (Mr. 8:16). Y como nuestro Señor
mencionó la palabra "levadura", ellos creyeron que él les hablaba de
pan. Su literalismo se tradujo en falta de comprensión espiritual, de
modo que al ofr "levadura" pensaron solamente en pan y en que
carecían de este; por lo tanto, se sentían desdichados e incómodos, así
que nuestro Señor les hizo varias preguntas incisivas, y terminó con
ésta: "¿Y todavía no entienden?" (Mr. 8:21). En efecto, lo que está
diciéndoleses: "Aquí me tienen. He estado predicándoles y enseñán-
doles y, sin embargo, parece que ustedes todavía no entienden. Se
preocupan porque no tienen más que un pan y, sin embargo, ustedes
hansido testigos de dos milagros, los cuales prueban que con sólo unos
cuantospanes y pescados pude alimentar a cinco o cuatro mil gentes.
¿Cómoesque no entiernden?". Ami me parece que el Señor trató al ciego
Como lo hizo a n de que ellos se vieran en él. En el caso que nos ocupa
elSeñor adoptó esta técnica, a n de que sus discípulos pudieran verse
tal como eran.
La lección, sin embargo, transciende al caso especi co, pues siempre
seráuna lección permarnente para el pueblo de Dios. Éste es un mensaje
tremendo,y me urge que le prestemos atención porque, como este
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
fi
44
Depresión espiritual
ciego, hay mucha gente que parece estar en la primera etapa por la que
el ciego pasó en su proceso de sanidad. Como recordamos, nuestro
Señor puso saliva en sus ojos y le preguntó:"¿Puedes ver ahora?" (Mr.
8:23). Y él respondió: "Veo gente; parecen árboles que caminan".
¿Podemosentender lo que pasaba? Es difícil describir a este hombre.
Porquenopodemosdecirqueseguía siendo ciego. No podemos decirlo,
porquesípuedever; y sin embargo, titubeamos en decir que puede ver
porque lo que ve son "árboles que caminan". ¿Qué pasa, entonces? ¿Es
ciego, o no lo es? Tengo la impresión de que al mismo tiempo tenemos
que decir queesciego, y que no lo es. Porque no es ni una cosa ni la otra.
Yestoesprecisamentelo que me urge tratar ahora. Me preocupan los
cristianos que por no tener esto en claro se hallan inquietos, infelices y
desdichados.Casi es imposible de nirlos. Hay veces en que hablamos
congenteasí ypensamos: "He aquí un cristiano". Pero luego volvemos
a encontrarnos con esa misma persona, y de inmediato nos asalta la
duda y tenemos que decir: "Si éste puede decir y hacer algo así, no
puede ser cristiano". Y cada vez que nos encontramos con alguien así
tenemosuna impresión diferente. Nunca sabemos con seguridad si es o
no cristiano. Decir que sea ciego o que no lo sea no resulta satisfactorio.
Pero hay un problema aún mayor, y es que no sólo otros tienen esa
impresióndetalespersonas, sino que ellas mismas tienen esa impresión
de sí mismas. Voy a permitirme reconocerles esto: son infelices porque
ellos mismos no saben quiénes son. Algunas veces, luego de haber
asistido a algún culto, puede oírseles decir: "Si, soy cristiano, y
comparto esta fe". Pero algo sucede más tarde, y declaran: "No es
posiblequeseayo cristiano. Si lo fuera, no tendría tales pensamientos ni
mesentiría movido a hacer lo que hago". De modo que comparten con
otroscristianos las mismas preocupaciones acerca de su personalidad.
Sesientencristianos, pero no están seguros de serlo. Parecen saber del
cristianismolo su cientepara no disfrutar de los placeres del mundo y,
sinembarg0, no saben lo su ciente como para sentirse contentos con
ellosmismos.No son "ni fríos ni calientes". Pueden ver y, sin embargo,
sonciegos.Creo que estamos de acuerdo en que, lastimosamente, estoy
hablando de la condición de un gran número de personas. Se trata de
una condición a ictiva y, como ya puede anticiparse, mi mensaje
Completoes que nadie debería hallarse en ella ni quedarse en ella. Más
aun, nadie tiene que quedarse en ella.
Sigamoslasenseñanzas de nuestro Señor. Y la mejor manera de
hacerloesenfocar el caso de esta gente desde una perspectiva distinta.
fl
fi
fi
fi
45
allí, en cierta medida, paz y felicidad, sin llegar a ser cristianos. Esa es
una posibilidad.
Pero pueden ir más lejos todavía y legar a ver las excelencias de la
vida cristiana, tal como se encuentran en el Sermón del Monte. Esta gente
admite: "No hay duda alguna al respecto. La vida cristiana es la vida, jsi
tan sólo todos vivieran así!". Esta gente puede también haber leído la
vida de lossantos y concluir que algo maravilloso había en torno de ellos.
Tal vez en algún momento de su vida no mostraron ningún interés, pero
ahora han llegado a ver que la vida bosquejada en el Sermón del Monte
es verdadera vida; y al ver el modelo de vida que nos presenta 1 Corin-
tios 13, exclaman: "Si tan sólo todos viviéramos así, este mundo sería el
Paraíso". Hasta este grado de lúcida percepción han llegado.
Puedenhaber llegado aún más lejos. Puedern haber llegado a percibir
queJesucristoes la única esperanza y que Jesucristo es, en cierto modo,
el Salvador. Nótese el tono con que digo que Jesucristo es, "en cierto
modo", el Salvador. Han llegado a percibir que Jesús podría ayudarlos;
han llegado a ver que el cristianismo es la única esperanza para el
mundo, y de alguna manera ven y saben que este Jesús puede
ayudarlos. En algún momento de su vida no mostraron mayor interés
enJesús, y sin darle importancia hasta le dieron la espalda. Pero las
cosashan cambiado.Se han dado cuenta de la vaciedad del mundo; han
visto algo de la vida que levan algunos cristianos; se han dado cuenta
dequeJesucristoes la única alternativa de cambio, y se han dado cuenta
igualmentedeque, "en cierto modo", Jesucristo es el Salvador. De modo
queahoramuestraninterés enél y se ocupan de él. Todo esto lo ven con
mucha claridad.
En realidad, podemos ir más allá y decir en cuanto a ellos que, a
diferencia de la gente de que hablamos en el capítulo anterior, estos se
han dado cuenta de que no pueden salvarse a sí mismos. El problema
conquienesno tienen un claro entendimiento de la justi cación por la
fe es que todavía están tratando de justi carse a sí mismos, pero esta
gentesabeque no puede hacerlo. A menudo lo han intentado, pero no
hantenido éxito; y como perciben la verdadera naturaleza de la calidad
de vida cristiana, perciben también que, por sí mismo, el hombre no
puede llegar tan alto. Esta gente sabe que no puede salvarse a sí misma.
Nofaltaráquien me diga que he ido demasiado lejos y que soy muy
generosoconellos¡Perono! Simplemente estoy hablando de lo que esta
gentepuedever, del mismo modo que cuando a aquel hombre en las
manosde nuestro Señor se le preguntó: "Puedes ver?", él respondió
fi
fi
47
que sí. Y ciertamente podía ver; podía ver gente. Y la gente de que hablo
ha legado a ver algo. A decir verdad, esta gente puede ver todo lo que
ya he mencionado.
Lastimosamente, tengo que decir también que esta gente todavía está
confundida y no ve aún con claridad. Sólo han visto a la gente como
"árboles que caminan". ¿Hasta que punto puede decirse esto de ellos
con verdad? La di cultad en este caso radica en saber qué es lo que hay
que desechar; sin embargo, trataré de seleccionar tres aspectos que
considero de la mayor importancia.
En primer lugar, esta gente no capta con claridad ciertos principios.
Por eso cautamente dije que ellos saben que, "en ciertomodo", Cristo es
el Salvador. Lo que no saben es de quémodo es el Salvador. Por ejemplo,
no entienden con claridad la muerte de Cristo ni la absoluta necesidad
de que muriera. Ni tampoco entienden con claridad la doctrina del
nuevo nacimiento. Cuando uno habla con ellos al respecto, pronto se da
cuenta de que están totalmente confundidos. Claramente dicen que no
ven, jy tienen toda la razón! No ven ni entienden por qué Cristo tuvo
qué morir; no ven la necesidad del nuevo nacimiento. LOS Conocemos
bien. No están satisfechos con la vida que llevan, pero alaban la vida
cristiana; están dispuestos a hablar de Cristo como el Salvador, pero
todavía "no pueden ver" ciertas verdades. Esto redunda, para ellos, en
tribulación, infelicidad y desdicha. od
En segundo lugar, ellos no tienen clara conciencia de que su corazón
no está del todo comprometido. Aunque son capaces de ver muchas
cOsas,en realidad no encuentran su felicidad en el cristianismo ni en la
postura cristiana. Por una u otra razón esto no los conmueve ni hallan
allí un gozo verdadero. Siempre tienen que estar recordándoselo y
tratando de involucrarse. No son felices. Y si acaso lo son, hallan esa
felicidad en alguna otra parte, pues su corazón no está del todo
comprometido. Menciono esto aquí simplemente porque, si Dios así me
lo permite, espero ocuparme de esto más y con mayor detalle más
adelante. Ahora estoy presentando sólo un panorama sinóptico y
general de esta condición.
En tercer lugar, es un hecho comprobable que la gente de que
hablamos tiene una voluntad dividida. Son personas rebeldes, y no ven
por qué alguien que se dice "cristiano" debe hacer ciertas cosas y dejar de
hacer otras. Piensan que eso es ser obtuso; no obstante, atacan su vida
anterior y, en términos generales, abrazan la vida cristiana. Reconocena
Cristo como Salvador y, sin embargo, cuando se llega a la cuestión de
fi
48
Parecen á rboles qu e ca m i n a n