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MARXISMO {l Consideraciones gonerales. {| El binomio Marx-Engels y El capital. § Pilares de la teoria: dialéctica materia- lista (de Hegel a Marx), materialismo histérico, lucha de clases, valot-trabajo, plusvalia y salarios, concentra- ‘ein de capitales, crisis. | Sintesis y glosa. SE HA echo, por lo menos en Ia jerga politica popu- lar, tan corriente la confusién entre los términos “mar- xismo” y “comunismo”, que resulta indispensable for- mular una aclaracién previa. El marxismo es, primordialmente, un método.deand- ! isis . ec ? tico (concretamente enfocado por : “Marx ‘sobre el-capitalisrao).j El comunisivio és: @) una tendencia de’ muy remoto origen histérico hacia la éo- i munizacién de la propiédad, 0 sea, a Ie anulacién mds ' o menos total de la propiedad privada; b) el comunis- mo leninista (con sus ramas respectivas), programa de accién politica basado en la critica del capitalismo he- cha por Marx. De lo cual se desprende que mientras que el adepto del comunismo leninista —stalinista o trotzkysta— es siempre un marxista, en cambio es posi- ble aceptar uno 0 varios postulados teéricos del mar- xismo, sin necesidad de ser, inevitablemente, comunista del tipo trotzkysta, soviético o chino. Esta discriminacién conduce a otro tema de apasio- nada controversia: el de si es o no posible ser parcial- mente marxista; es decir, aceptar solamente determina- das conclusiones del marxismo y-rechazar otras 0 acep- tandolas todas, quitarles e] sello dogmatico que les imprimen ‘sus exégetas; esos exégetas que serian inca- paces de decir lo que Marx declaré en un congreso socialista de Paris: “Sefiores, yo no soy un marxista (en el sentido de no serlo fandticamente). 138 = MARXISMO 187 Tanto los marxistas ortodoxos como los enemigos acé- rrimos del marxismo sostienen, en comin, que tal acep- tacién parcial o relativa es imposible ya que —conclu- yen— el cardcter orgdnico, la estructura compacta y coherente del marxismo, imposibilitan su aceptacién fragmentaria, Se ha usado para ilustrar esta afirmacién el ejemplo de que no es posible quitar algunos de sus pilares a un edificio perfectamente equilibrado, Cifiéndonos a 1a literalidad de estos ejemplos, cabria responder que ya esti probado por Ia fisica, la inge- nieria y la arquitectura modemas, que el equilibrio es un concepto sumamente relativo y, en la prdctica, la supresion parcial de muros y pilares depende solamente de los materiales modemos que se usan, con cuya fle- xibilidad y resistencia no se contaba antes (los materia- les politicos, econémicos y sociales del mundo contem- poraneo son muy diferentes y mucho més elisticos que los que constituian Ja estructura del mundo analizado por Marx). Pero, ms allé de los simples ejemplos ilustrativos, en el campo mismo de lo politico, nos encontramos con casos reales de adopcién fragmentaria del marxismo, como en el anarquismo comunista de Bakunin y Kropot- kin o en el socialismo evolutive de Bernstein (vdanse los capitulos respectivos). En ambas doctrinas se tomé el guién marxista para hacer la interpretacién del fené- meno capitalista, desechandose unas veces ciertas con- clusiones, y otras el cardcter absoluto de las mismas o el método politico a deducir de ellas. El propio Lenin tuvo que hacer adaptaciones prag- miaticas del marxismo para aplicarlo al cuadro politico de Rusia en 1917 (véase el capitulo del comunisme). Y Stalin, por su parte, formulé y puso en prdctica “interpretaciones” (“falsificaciones”’ y “adulteraciones”, segiin los trotakystas) cada vez més heterodoxas, tanto de] marxismo original como del marxismo Jeninista, in- 188 MARXISMO terpretaciones que, a su tumo, criticaron y revisaron ‘los sucesores de Stalin. La vitalidad —prueba suprema de Ja validez de una teorfa politica— de todas aquellas corrientes inspiradas en la aceptacién fragmentaria del marxismo, viene a probar, con la fuerza irrebatible de los hechos, que Jas adaptaciones y modificaciones son factibles. En cuanto a Ja posibilidad de ser “comunista” sin ser marxista, basta recordar que, entre otros, ya los “utopistas” plantearon enunciados de tipo francamente contrario a la propiedad privada, Veamos ahora lo que en su definicién original se entiende por marxismo. ‘Marxismo y socialismo cientifico son sinénimos. El ealificativo FA “cientifico”, aplicado a una doctrina politica, es en rigor inexacto, ya que Ia politica es més bien un arte que una ciencia, Pero si alguna teo- ria politica fue formulada dentro de un plan que se proxima al método cientifico, ella es el marxismo. sto se debe eran. pate a que 7 teorie masta tigne, gus-fun lamentos _establecidos sobre la economia, terrend en el que.se puede, hasta cierto punto al. me- nos, hacer Ja aplicacién del. método cientifico que re- quiere el empleo de factorés exactos, de valor objetivo. sta es la diferencia fundamental entre el socialismo “cientifico” y el socialismo “utépico” que concedé pre- eminencia a “imponderables” como la ingénita bondad del hombre, su fuerza moral, su anhelo de“perfeccio- namiento, etcétera. Es as{-que la obra que constituye la piedra angular del socialismo cientifico es, en esencia, un libro de eco- nomf{a: El capital, de Karl Marx, que aparecié en 1867. Marx naciéd en Alemanis, el afio 1818, hijo de un prestigioso abogado judio convértido al cristianismo. Preocupado desde temprano por los problemas econé- mico-sociales de su tiempo, realizé su obra de pensa- dor y agitador politico en Alemania, Francia, Bélgica MARXISMO 139 ¢ Inglaterra. En este ultimo pais vivié mas de 80 afios, xen @ murig, El capital constituye un profundo e implacable an4- §sis del capitalismo y de las leyes que gobiernan su dinamismo. Hay en este libro férmulas matematicas y enunciados politicos. Pero todas las formulas conducen directa o indirectamente a conclusiones de orden poli- sico. Sorprende a los tratadistas la forma en que se combina, en la obra de Marx, la iracundia de un revo- sucionario de barricada con Ia frfa minuciocidad ana- Htica de un académico aleman. Quienes han recorrido paso a paso las 2500 paginas de El capital --aventura intelectual que pocos pueden permitirse— admiten o rechazan las conclusiones y predicciones que contiene, pero es casi undnime el sentir de que encierra, sobre todo en la primeta parte, uno de los hitos del pensa- miento politico de todos los tiempos. Friedrich Engels, compafiero, amigo y colaborador inseparable de Marx, nacid también en Alemania, el afio 1820, y desde su juventud observé (en toro a los présperos negocios industriales de su padre) las mise- rables condiciones de vida de los trabajadores. Absor- bido por Jas ideas revolucionarias que hacian explo- sién_en aquella etapa del siglo xix empezé a escribir panfletos contra el orden econdémico y social imperante. Se debié en gran parte a Ja ayuda moral y pecunia- ria de Engels y a su contribucién intelectual, el que Marx hubiese logrado realizar su tarea en medio de las durisimas vicisitudes de su vida de revolucionario casi constantemente perseguido y desterrado. El cefiudo ardor combativo y la municiosidad académica de Marx, v la agilidad mental y el brillo imaginative de Engels se integraron perfectamente para llevar el material ideo- gico al planteamiento del programa politico, pro- ducto tipico de esta asociacién de personalidades dife- sentes entre si y por ello mismo complementarias. Como en pocos capitulos, debemos hacer en éste un 140 MARXISMO considerable esfuerzo de sintesis para reducir la vasti- sima y compleja teoria econémico-politica del marxis- mo a términos compatibles con Jas dimensiones de este volumen de -divulgacién elemental. Més sencillo habria sido, sin duda, transcribir parrafos enteros de Jas obras originales, que tratar de reducirlos a términos fécil- mente comprensibles y de corta extensién. Pero no mas sencillo para los lectores. No olvidemos que hoy mismo, y entre los grandes exégetas del marxismo, se discute safiudamente Ja interpretacién de determinados pasajes; y mé4s de una guerra politica sin cuartel, como la de Pekin con Moscu es el resultado de esas diversas inter- pretaciones llevadas a Ia prictica. Se afirma a este respecto, que-sélo la Biblia puede compararse con la obra de Marx en cuanto a haber producido fe fandtica, fandtica oposicién, divergencia, controversia y conflicto entre propios y extrafios. He aqui, en brevisimo resumen, los pilares funda- mentales de la ideologia marxista: Diarictica Matentauista. EI filésofo aleman Georg Wilhelm Hegel habia producide una profunda conmo- cién filosdfica al plantear su famoso método dialéctico: cada. idea engendra y lleva en si misma los gérmenes de’su propia negacién (el conocido ejemplo simplista: no se concibe la idea de Ja luz sin Ja idea de su nega- cién, la oscuridad); la primera (Ja tesis) y la segunda (Ja antitesis) entran-en constante e inevitable conflic- to; de ese conflicto, que culmina en la destruccién de ambas, surge una tercera (la sintesis) en la cual que- dan absorbidos los elementos de Jas dos primeras. A su vez, esta sintesis se convierte en tesis y el ciclo se repite, sin cesar. Aplicada dicha teoria a la interpretacién de la his- toria, ésta cobra un caracter dindmico. No es posible ya considerar las diferentes etapas de la historia como situaciones estaticas. inamovibles e incoherentes entre MARXISMO 141 si. Cada una es resultado consecutive de las anterio- res, Ese resultado es, por ende, inevitable y previsible, Esta interdependencia dindmica, mévil, existe, comu en todos los aspectos de Ja actividad y del acontecer hu- mano (sostiene el marxismo), en el campo de los fené- menos econémico-sociales. Y el capitalismo, sometido a las mismas leyes, lleva en su seno los gérmenes de su destrucci6n inevitable y previsible. M4s adelante expli- earemos por qué. Sobre este punto, ei Manifiesto comunista redactado por Marx y Engels (véase el capitulo del comunismo), no deja lugar a dudas: “E! desarrollo de la industria moderna destruye, bajo sus propios pies, las bases so- bre Jas cuales la burguesia produce y se apropia de los productos. Por consiguiente, lo que Ja burguesia produce, mas que nada, es sus propios sepultureros. La caida de la burguesia y Ja victoria del proletariado son igualmente inevitables.” Se considera al filésofo Feuerbach, también alemén, el “puente” entre Hegel y Marx, ya que, habiendo aceptado el método dialéctico hegeliano, le dio un sen- tido materialista y concluyé afirmando que el pan es el primer elemento de la “salvacién del hombre”. En cuanto a la forma en que Marx “adapt6” a su materialismo la base dialéctica idealista de Hegel, aquél declara, en el prélogo de El capital: “Mi método dialéc- tico es no sélo diferente del hegeliano, sino lo opuesto. En Hegel, e] método est4 de cabeza. Hay que ponerlo de pie.” Y més adelante, afiade: “Para Hegel, el mundo real no es sino la forma extrema de ‘La Idea’ y para mi, por el ecntrario, la idea no es sino el mundo ma- terial reflejado per la mente humana.” MATERIALIsMo misTORICO. El devenir histérico no est& gobernado por ideas abstractas que los hombres po- nen en practica, a su arbitrio, para seiialar rumbos a Jos acontecimientos (“los hombres hacen su propia 142 MARXISMO historia, pero no la hacen como quieren; no la hacen bajo condiciones escogidas por ellos mismos sino en condiciones que encuentran, que les son dadas y tras- mitidas del pasado”, dice Marx). Son los factores ma- teriales del desarrollo econémico-social los que deter- minan (por el proceso dialéctico antes mencionado) lo que ocurre en el presente y ocurrird en el futuro. Asi ha sido siempre y asi sera. Entre aquellos factores ocupan un lugar preponde- rante, de influencia casi absoluta, los fenémenos eco- némicos; y, mas especificamente atin, el fenémeno de la. produccién, economia de una sociedad cualquiera constituye la “infraestructura” (la armaz6n interior, el esqueleto) de la misma. Sobre ella, y conformada por ella, se alza la “superestructura”, que estA integrada por todo el mecanismo ético, juridico y aun cultural y religioso que abarca la vida entera de esa sociedad. El ejemplo eldsico: la propiedad privada es un hecho econémico, de raiz econémica y finalidades econémicas, Este hecho forma parte esencial de Ja infraestructura de la socie- dad capitalista o burguesa. Puesto que se trata de un hecho fandamental y sustancial, la ética y el derecho se han visto forzados a racionalizar y justificar Ja pro- pieded privada en los planos respectivos (moral y jurf- ico) de la superestructura. Hay una relacién tan in- extricable entre la infraestructura y Ja superestructura (debida al imperio de la primera sobre le segunda), que llega un momento en que hasta se pierde de vista la relaci6n de causa 2 efecto, y no parece que el hecho real econémico de la propiedad privada hubiese tenido fuerza suficiente para crearse sus justificativos éticos y legales, sino que fuese mds bien al revés, es decir, que la ética y el derecho hubieran creado, @ priori, en abs- traeto, el concepto de la propiedad privaday Lo cierto es, dicen los marxistas, que lo previo (la ‘causa) es el hecho econémico real y consumado de que el hombre MARXISMO 143 se aferra a su propiedad privada y lo segundo (el efec- to) que, para defender lo que considera suyo (y no quiere compartirlo con los demas) ha inventado re- cursos morales, legales y politicos, precisamente adap- tados al resguardo de sus intereses. Dentro del fendmeno econdmico es, concretamen- te, el mecanismo de la produccién el que tiene im- portancia vital y a este respecto dice Engels: “La con- cepeién materialista de Ja historia se basa en el prin- cipio de que la produccién, ,y con la produccién el intercambio de los productos, es la base de todo orden social... De acuerdo con esta concepcién [deben busearse]... las causas mds recénditas de todos los cambio sociales y las revoluciones politicas....no en la filosofia sino en la economia de la época respec- tiva”. Sin embargo, admite Marx, hay puntos en los cuales se establece una relacién de interdependencia entre la infraestructura y la superestructura, o sea, que las con- diciones polfticas, juridicas, éticas y culturales en que se desenvuelve la sociedad ejercen, a su vez, influen- cia sobre el proceso econémico. Pero, en esencia, lo previo fue siempre Ia economia, El mismo Engels, afios mds tarde, explicd mejor su unto de vista y el de Marx en los siguientes términos: “,..EI factor decisivo en dltima instancia es la pro- duceién y reproduccién de la vida real. Mas que esto, ni Marx ni yo hemos afirmado nunca. Pero cuando se hace una tergiversacién para hacer aparecer que el factor econémico es el tnico elemento, se convierte la declaracién en una frase abstracta absurda y sin sem tido. La condicién econdémica es la base, pero los di. versos elementos de la superesiructura... las formas Politicas las constituciones. .. las formas legales y tam- ién los reflejos de todos estos conflictos en las mentes de los miembros de Ja sociedad, los puntos de vista politicos, legales, filosdficos, religiosos... todos ellos 144 MARXISMO- ejercen influencia sobre el desarrollo de Jos conflictos histéricos, y en muchos casos determinan su forma.”? Como antecedente histérico, cabe anotar aqui que ya Aristételes (Politica) dijo que “el cardcter de Jas instituciones politicas est4 determinado por Ja distribu- cién de la riqueza dentro de la sociedad”. Lucia DE CLASES, INTERNACIONALISMO E IMPERIALIS- Mo, ¢Cudles son los elementos activos a tiavés de los que se cumple el proceso dialéctico del materialismo histérico? Las clases econémico-sociales. Y. gcémo se diferencian entre si esas clases? Por su condicién eco- némica. Y dqué se entiende por condicién econémica? En ultimo anilisis, lo que determina la condicién eco- némica es el poseer o no poseer los Mamados instru- mentos de produccién que son todo aquello (tierra, herramientas, m4quinas, etc.) que sirve para producir bienes, para producir riqueza. Desde las épocas m4s remotas, sostienen Jos marxis- tas, la historia del hombre no es sino Ja historia de Ja “lucha de clases”. Las clases poseedoras (una minoria) luchan para retener lo que poseen, utilizando (la “ex- plotacién del hombre por el hombre”) a las otras cla- ses (véanse las teorias del valor, la plusvalia y los salarios) para produeir, en beneficio ropio, mayores tiquezas. A su vez, las clases desposeidas (que cons- tituyen Ja gran mayoria) luchan para conseguir la posesién de los instrumentos de produccién y la rique- za, tratando asi de liberarse del yugo a que estén so- metidas. Las clases atraviesan periodos de crecimiento, desarrollo y decadencia, La clase que estA en proceso de decadencia se defiende desesperadamente para don- servar hasta el final los privilegios de que durante mucho tiempo disfruté, Nadie renuncia sin lucha a Jo 1 Tomado de E. R. A. Seligman, La interpretactén eco- némica de la historia, MARXISMO 145 que cree- que es suyo, (La aristocracia de sangre fue desplazada por la burguesia —Revolucién Francesa— y la burguesta deberd ser desplazada por el proleta- riado —periodo actual de la lucha de clases.) Los medios de produccién tienen una relacién di- recta con las clases: Ja tierra con Ja aristocracia de sangre, de origen feudal; la maquina con Ja burguesia nacida de la Revolucién Industrial, La clase econdémica constituye la unica distincién verdadera entre los diferentes poy de hombres. Aqui viene el enfoque “internacionaliste” del marxismo, por- que conforme a esta doctrina, el vinculo de necesida- des, de intereses y aspiraciones comunes que une a los obreros de Alemania y de Francia, por ejemplo, es mucho mds real y consistente que la denominacién “nacional” que los separa. Asi como el gran capital puede llegar a internacionalizarse y @ operar en fun- cién de intereses que rebasan las fronteras, el proleta- tiado debe actuar también con criterio internacional. Hegel entendia el proceso dialéctico de la historia en forma de antagonismos (tesis versus antitesis) de “espiritus” nacionales, y para él el “espiritu nacional” de Prusia era Ja ultima sintesis de todas las perfec. ciones, Para Marx no hay factores “nacionales”. Lo Ynico que hay en todo ef mundo son dos clases: la desposeida (el proletariado) y Ja poseedora (la burgue- sla), en perenne conflicto. Ese conflicto es la médula misma del devenir histérico. éQué funcién desempefia, en medio de aquel con- flicto de clases, e] Estado politico? El de simple ins- trumento de Ja clase poseedora y dominante. Al entrar en posesién de los instrumentos de produccién, la clase que empieza a dominar, y que construye a su gusto Ja superestructura, tiene que tomar también el control del Estado, para hacer las leyes que “legalicen” sus adqui- siciones y posesiones; para utilizar esas Teyes en seryi- & 146 MARXISMO cio propio; para contar con la fuerza; para manejar la educacién, etcétera. (“En toda época Jas ideas domi- nantes fueron las ideas de la clase dominante”, dice Marx.) Las guerras entre naciones son producto del conflic- tos de clases extendido hasta més all4 de las fronteras. Cuando el capitalismo crece desproporcionadamente adquiere las dhinensiones “colonialistas” e “imperialis- tas” que lo Hevan a expandir Jos privilegios de Ja clase poseedora de una nacién sobre el territorio de otras. La guerra esté realmente motivada por estos factores econdémicos, segin Jos marxistas, pero para realizarla se mueve el sentimiento “nacional” de las grandes ma- sas de desposeidos quiengg son, finalmente, Jas encarga- das de librar las batallas, Para todas estas operaciones de largo alcance, es indispensable que el Estado, el gobiemno, Ja ley, la fuerza, el ejército, la educacién, Tos motores de la moral y Ja sanci6n publica se en- cuentren en manos de las clases poseedoras. Por ello, que al realizarse una gran transformacién de orden politico, la clase social que emerge al primer plano (el proletariado, en el caso presente) debe tomar el poder politico y_ejercer temporalmente el gobiemo, por la fuerza (“dictadura del proletariado”), ya que la clase que anteriormente lo dominaba no permitiré de buen grado que se Je escape de Jas manos. Sobre la Jucha de clases y la funcién del proletariado, dice Marx: “Lo que yo hice, por primera vez, fue probar: 1) Que la existenvia de las clases est4 solamente relacionada con fases particulares, histéricas, del desarrollo de la produccién, 2) Que Ja lucha de clases conduce inevi- tablemente a la dictadura de! proletariado. 3) Que esta misma dictadura constituye solamente la transicién a Ja abolicién total de clases ‘y a una sociedad sin clases.”* En cuanto a la diferencia entre una revolucién de 2 Carlos Marx, Carta Waeydemeyer. MARXISMO, 147 clase, y no simplemente politica, dice un expositor, parafraseando a Marx, que las revoluciones politicas sélo significan que el poder politico pasa de manos de una clase a otra igualmente dominante, pero dejan intacto el hecho de que siempre queda una clase do- minada o explotada. En sintesis, que las revoluciones politicas sélo Jiberan teéricamente al ciudadano, pero dejan intacto al hombre, victima de las condiciones econémicas. El caso de las naciones sudamericanas con grandes masas de poblacién indigena (Bolivia, el Pert, el Ecuador, etc.) prueba este aserto. Todas esas nacio- nes tuvieron “revoluciones libertarias” en el siglo pa- sado. Esas revoluciones transfirieron el poder politico de la corona de Espajia a la clase colonial criolla. Se pusieron en vigencia constituciones que otorgaban libertad e igualdad de derechos a todos los ciudada- nos. Pero la misera condicién de las grandes masas indigenas no cambid. VaLon-TRABAJO. Para comprender de qué manera la clase poseedora se beneficia a costa de la clase des- poseida (que es Ja clase trabajadora), es necesario en- trar al bonocimiento de la relacién absoluta que Marx establece entre el trabajo y el valor de los bienes que se producen y consumen en una sociedad. Empieza por diferenciar dos clases de valores: el “valor de uso” que es: aquel que el individuo asigna a un bien, de acuerdo con la utilidad o interés de una u otra indole que ese bien tiene para él. (Un sello de correos antiguo, usado, no tiene valor alguno para una persona cualquiera, pero es un tesoro para un co- leccionista.) Este valor “cualitativo” es subjetivo, y varia de persona a persona. Por consiguiente, no puede servir de patrén ni de medida, por su falta de uni- versalidad y permanencia. El segundo tipo de valor. el “cuantitativo”, es el “valor de cambio”, o sea aquel en razén del cual un bien es intercambiable por otros 148 MARXISMO- (Una manzana puede ser intercambiada por dos na- ranjas: luego, una naranja tiene una mitad del valor de una manzana.) También esta “forma” de valor es inestable y sujeta a fluctuaciones, gY cudl es el “valor” mismo, o esencia del valor que, en mayor o menor medida, est4 presente en todos los bienes? Respondes Marx en El capital: “El trabajo que los bienes con- tienen. El trabajo que ha costado producirlos. El valor es una simple ‘cristalizacién’ del trabajo humano.” Este concepto fue ya anticipado por el economista David Ricardo y otros, y aun por el propio Adam Smith. El trabajo contenido o “cristalizado” en un bien se mide en razén del tiempo que se empleé en la tarea de producir ese bien; se lo mide en “unidades de tiempo socialmente necesario”. Las unidades pueden ser meses, semanas, dias u horas. Y por tiempo “socialmente ne- cesario” se entiende el tiempo promedio que emplea un obrero normalmente eficiente con les maquinas y técnica corrientes en su época, para producir un bien. (Entre el rendimiento de un obrero ineficiente, con malas mAquinas y mala técnica, que hace un par de zapatos en 24 horas de trabajo, y otro eficiente, con buenas mdquinas y buena técnica, que hace el mismo par de zapatos en 18 horas, se toman las 18 horas como indice del “tiempo socialmente necesario”.) Para caleular, en ultimo anilisis, el trabajo contenido en un bien, no solamente debe tomarse en cuenta el trabajo directamente realizado en su produccién, sino el que se empleé para extraer la materia prima y para hacer las maqujnas con Jas cuales se fabrica este bien, etcétera. En la determinacién del trabajo que cuesta a un mé- dico extender una yeceta (cosa de minutos), se tiene en cuenta el tiempo de aprendizaje y la experiencia de ese profesional. Pero tritase de trabajo directo 0 indirecto, lo cierto, segin Marx, es que el trabajo y MARXISMO 149 sdlo el trabajo contenido en un bien es lo que Je da a éste su valor. (Si hacer una silla requiere dos veces mAs tiempo que hacer una mesa, el valor de la silla es dos veces mayor que el de la mesa.) A la clasica objecién de que hay bienes, como Ias piedras preciosas, que tienen mucho valor y cuya pro- duecién, sin embargo, no ha costado gran trabajo, Marx responde (El capital) en los siguientes términos: “Los brillantes aparecen rara vez en la superficie de la tierra, y¥ por tanto su descubrimiento demanda mucho tiempo de trabajo, Consecuentemente, hay mucho trabajo re- presentado en un pequefio objeto... De acuerdo con Eschwege, el producto total de Jas minas de brillantes del brasil durante los ochenta afios que concluyeron en 1828 no habia igualado el precio de Ja produccién media de café y azucar en el mismo pais, durante un afio y medio, aunque los_brillantes costaban mucho m4s trabajo y, por consiguiente, representaban mayor valor, Con minas més ricas, la misma cantidad de trabajo quedaria distribuida en un namero mayor de brillantes y el valor de éstos caeria.;. Si se pudiera, con poco gasto de trabajo, convertir carbén en brillantes, el va- jor de los diamantes caerfa por debajo del de los la- drillos. Por consiguiente, el valor de una mercancia va- tia en razén directa de la cantidad e inversa de la pro- ductividad del trabajo incorporado en esa mercancfa.” Cuanto mayor es la productividad del trabajo, me- nor es el tiempo de trabajo requerido para producir un articulo y menor el valor de éste. Y, viceversa, cuan- to menor es la productividad del trabajo, mayor !a can- tidad de trabajo cristalizado en aquel articulo, y mayor el valor de éste. Por eso, el articulo hecho a mano vale més que el fabricado con m&quinas. ~ Piisvatia ¥ saLARtos, Este punto, en el que se esta- blece la relacién que existe entre el salario pagado por el empresario al obrero y el valor del trabajo realizado 150 MARXISMO por éste para aquél, es uno de los mds complejos ¢ importantes de Ja teoria. El trabajo que el obrero vende al empresario (a cam- bio del salario) es una mercancia, puesto que puede venderse. Como todas las dems, esta mercancia tiene un valor, que es el del trabajo contenido en ella. El “valor-trabajo” contenido en la “mercancia-trabajo” es el del “tiempo socialmente necesario” que se emplea para prodticir las cosas que consume el obrero (ali- mento, ropa, etc.) y que lo mantienen vivo y en con- diciones de producir trabajo. Ese “tiempo socialmente necesario” es equivalente al salario de subsistencia, al salario minimo del obrero, cuyas necesidades (sobre todo en tiempos.de Marx) son también minimas. Supongamos, como ejemplo, que lo que mantiene vivo al obrero tenga un valor'’de cinco horas diarias. Sélo el valor de esas cinco horas, y no mas, es lo que el empresario paga al obrero, tanto porque (segin Marx) ése-es el verdadero valor (el “valor-trabajo”) de la mercancia que el obrero le vende, como porque (en tiempos de Marx) el trabajo, como todas Jas mer- cancias, estA sometido, sin defensa alguna, a la ley de la oferta y Ja demanda, y hay mds oferta que deman- da, o sca que el obrero tiene que vender su trabajo al precio que quieran pagarle. Pero el obrero, al que sélo le-pagan el valor de aque- Has cinco horas, tiene que trabajar la jornada ordina- ria entera, de ocho horas (o mds, en ese entonces), y, por ende, produce el valor de ocho horas de trabajo para el empresario. Por consiguiente, el empresario se beneficia con las tres horas de diferencia. Esa diferen- cia, o trabajo no pagado, es la plusvalia (“plusvalia di- recta”) que constituye las utilidades, el Iucro, en que se funda la empresa capitalista. Aunque nunca ha Hegado a explicarse claramente por qué el trabajo humano —segiin esta teoria— siem- MARXISMO. 151 pre produce mds de lo que consume, algén tratadista dice que poniendo el ejemplo de las mAquinas es més facil comprender qué es aquello del “trabajo contenido en el trabajo”, si recordamos que se puede, perfecta- mente, hablar del valor (trabajo cristalizado) de Ja ga- solina necesaria para producir un kilevatio de electri- cidad. La juina que consume gasolina y produce electricidad es como el obrero que consume articulos de subsistencia y produce trabajo. La teoria de que los salarios sélo son equivalentes a las necesidades minimas, de mera subsistencia, de los obreros fue ya enunciada por David Ricardo, y Fer- dinand Lassalle le dio el nombre de “Ley de hierro de los salarios” con e] que se conoce generalmente. Lo que hizo Marx fue suministrarle una base de andlisis “cien- tifieo” que no habia tenido hasta entonces, Volviendo por via ilustrativa a la plusvalia, cabe ex- plicar que cuando se habla de Ja plusvalia de las pro- piedades inmuebles, como en el caso de una finca que ha aumentado de valor merced a un nuevo camino que pasa a su vera, la plusvalia se origina en el trabajo empleado en hacer ese camino que indirectamente (sin contribucién de su parte) beneficia al propietario de la finca, al aumentar el valor de ésta. En cuanto a los salarios, y a la proporcién en que se los fija (el nivel de las ‘necesidades minimas del obrero), debe recordarse nuevamente que en la época de Marx no existia ni Ja legislacién social que protege al trabajador, ni la organizacién sindical con que éste se defiende en nuestros dias. Aquella “venta” de la mercancia denominada trabajo era una venta hecha en un mereado libre en e] que no privaba otra cosa que la més descarnada ley de la oferta y la demanda, Y, un momento en que grandes masas de poblacién eran desplazadas del campo hacia las ciudades, Ja ofer- ta era siempre mayor que la demanda. Inclusive los aumentos temporales de salarios, al estimular Ja nata-. 152 MARXISMO lidad entre las familias de trabajadores, acababan —Io dijeron Malthus y Ricardo— por aumentar la poblacién y, por tanto, la oferta de trabajo. De ahi que el obrera se ofreciera a cambio de una racién de hambre (véase el capitulo del liberalismo). Es légico que las plusvalias que percibe y acumula el empresario aumenten en razén directa del numero de obreros que emplea y, por ende, del tiempo de tra- bajo no pagado con que se beneficia dicho empresario. Esta es Ja raiz de Ja “acurnulacién progresiva del ca- pital’. CoNCENTRACION DE CAPITALES. El capital no sélo au- menta en razén del fenémeno anotado lineas arriba, sino que se concentra en manos de un némero cada vez menor de empresarios. Porque si una fAbrica em- plea més obreros y, por consiguiente, rinde mayores utilidades a su propietario, éste tiene mds dinero para ampliar instalaciones, para perfeccionar sus métodos, para producir un volumen mayor de mercancfas y (esto es muy importante) para producirlas m4s baratas y asi cubrir un drea mayor del mercado, Esto acaba por crear una competencia insoportable para el empresario pe- quefio que en condiciones desfavorables fabrica los mismos articulos y acaba por verse frente a un dilema: o caer en la quiebra (en cuyo caso el empresario grande le compra en remate la fébrica) o unirse al grande, Re- petido este proceso consecutivamente, Hega un momen- to en que se establece un virtual monopolio. Les mo- nopolios industriales ofrecen oportunidades atm mejo- res para contratar (sin competencia) a obreros que ga- han menos y que, por consiguiente, producen mayores plusvalias. Hasta aqui los aspectos m4s importantes de la teoria marxista. Después de haberlos examinado, se compren- derd mejor aquello que deciamos al comenzar este ca- MARXISMO 158 pitulo: que el marxismo, mds que un programa politico, es un “método” de anélisis econémico aplicado al ca- pitalismo. Una de las caracteristicas de ese método es su cohe- rencia. En efecto, adoptar el principio dialéctico ofrece, al que lo acepta, Ja posibilidad de comprender eada es- tadio de Ja historia, no como un fendémeno aislado, in- congruente y estatico, sino como el resultado dindmico y légico del fenémeno histérico que le antecedié y de los elementos de autodestruccién que éste encerraba en si mismo. Aceptar el matcrialismo hist6rico quiere decir busear, en medio de otros factores interdependientes, la causa econémica profunda que, “en ultima instan- cia”, determina el acontecer histérico, La teorfa del valor-trabajo nos eva a la de Ja plusvalia y ésta explica el mecanismo de acumulacién de riquezas en manos de una clase social, a costa de la miseria de la otra. La constante beligerancia entre-ambas clases, su lucha sin cuartel ni tregua es Jo que, a la larga, constituye la médula misma de Ja historia. La complementacién de estos elementos de 1a teoria €s, pues, clara y coherente. Pero falta algo mds: la ex- plicacién de Ja forma en que los factores anotados en- tran en juego para determinar la caida final e “inevi- table” del sistema capitalista. En otros términos, Ia conclusién politica a que Hega Marx mediante la ex- plicacién de su método dialéctico. EI proceso —a grandes rasgos— es el siguiente: la fuente de las utilidades y, por ende, de la riqueza de los capitalistas es la plusvalia, o sea el valor del traba- jo no pagado al obrero. La constante y creciente acu- mulacién de estas plusvalfas signifiea que se hacen nuevas inversiones y que la industria crece, Al crecer, hace indispensable ‘el aumento del ntimero de obreros. La busqueda de nuevos obreros, o sea Ja demanda de trabajo, hace que los salarios suban, ya que, como el proceso de expansién se deja sentir no sélo en una em- 154, MARXISMO presa sino en el mercado entero, todos los empresarios, al mismo tiempo, est4n contratando a un niimero mayor de trabajadores. Al subir los salarios, disminuye la plus- valia (o sea que disminuyen las utilidades). Esto llega aun punto intolerable para las empresas, y el recurso a que apelan consiste en utilizar nuevas maquinas para reemplazar a los obreros. Se hacen despidos en masa y se produce la desocupacién. Empero, “los empresarios no se han salvado. En primer lugar, porque si Ja ma- quinaria llega a producir $1000, quiere decir que el empresario ha tenido que desembolsar los $1 000 que representa esa produccién”; segin Marx, solamente el valor del trabajo humano (“capital variable”) y no el de las mdquinas (“capital constante”) produce plusvalia. En segundo lugar, porque como todos los empresarios estén haciendo lo mismo, simulténeamente, y la com- petencia es desesperada, se reduce cada vez mas el margen de las utilidades hasta que virtualmente des- aparece. En esta etapa las empresas grandes absorben a las pequefias. La produccién se ha hecho tan grande y los consumidores fen disminuido de tal manera, por las reducciones de personal en las industrias, que el mercado acaba por paralizarse. Ha Hegado la crisis. Con grandes Hificultedes se produce la recuperacién. Los obreros, sometidos por hambre, venden su trabajo a cualquier precio. La maquinaria que quedé parali- zada puede ser adquirida a precio vil. Las empresas mAs fuertes logran ponerse en pie. El proceso es constante. Sus consecuencias cada vez peores. Segiin Marx, a través de estas caidas repetidas €s como se va abriendo un abismo més y mas ancho y profundo entre la clase poseedora cada vez menos numerosa, compuesta por los propietarios de las em- presas que surgen, y la clase de los desposefdos, cada vez mas grande y miserable, ya que cada nuevo gol- pe, m&s duro que el anterior, aumenta el ntimero de victimas. MARXISMO 155 Se Ilegard a un punto critico en el que las miasas desposeidas, el proletariado (cuyo trabajo, de acuerdo con Marx, es la fuente anica de toda la riqueza), aca- bar4 por rebelarse para dar un ultimo empujén a las paredes ya carcomidas del edificio. Tal es la accién revolucionaria indispensable “‘para que Ja agonia no se prolongue”. La revolucién que, a través del periodo transitorio de la “dictadura del proletariado”, acabard estableciendo Jas bases para Ja “sociedad sin clases” del futuro. El proceso dialéctico se ha cumplido. La tesis, él sistema capitalista, La antitesis, sus propias fallas, Jas defectuosas leyes de su dindmica, que engendran las crisis ¢ incrementan la miseria de las mayorias: los “se- pultureros” del capitalismo de que habla el Manifiesto comunisia. El] choque entre la tesis y Ja antitesis crea Ja sintesis: la sociedad futura. Obsérvese que todo esto significa el imperio de un “determinismo” histérico y un encadenamiento “ine- vitable”, de causa a efecto, que conduce al capitalis- mo a su ruina final. (Lo que el marxismo no explica es en qué forma aféctaré el “proceso dialéctico” a la sociedad sin clases del futuro.) Es asi como se cumple el proceso, en teoria. éSe cumple también en la pr4ctica? Los marxistas ortodoxos dicen que si, y lo demuestran con estadis- ticas relativas a la concentracién de. capitales, a las crisis ocurridas (desde el tiempo de Marx), etcétera, Los antimarxistas sostienen lo conitrario, valiéndose en muchos casos de las mismas estadisticas (la estadistica puede demostrarlo todo, segun como se presenten las cifras y segiin como se las interprete). En medio de esta polémica interminable, podemos sacar algunas conclusiones relativamente claras a la luz de la experiencia: a) El socialismo en general puede reclamar para si el mérito de haber incorporado el elemento de la ne- cesidad y la angustia humanas a Jas formulas que hoy 156 MARXISMO se utilizan para analizar el fendmeno econédmico. Los panegiristas del “liberalismo puro” consideraron el tra- bajo como un simple valor abstracto y frio, deshuma- nizado, en Ia ecuacién del capitalismo. Cupo a los so- cialistas restituir su realidad carnal a ese factor tra- bajo. Y —gparadojaP— fue el socialismo “materialista” de Marx el que impartié a tal evaluacién humaniza- dora una urgencia draméatica de la qué ya no es posi- ble hacer caso omiso hoy, aunque se xechace el mar- xismo como doctrina. b) Marx contemplaba un capitalismo distinto del que conocemos hoy Aquel capitalismo habia alcan- zado, aparentemente, su punto de saturacién. Parecia que no podria crecer mds. Giraba, golpedndose contra su propios limites, dando tumbos y levantdndose pe- nosamente, cada vez. mds débil, cada vez més prepa- rado para la préxima caida. Pero el mundo capitalista crecié desmesuradamente después de Marx. Los limi tes se agrandaron tanto, que los golpes se hicieron menos frecuentes y menos rudos, Nuevos mercarlos, nueva tecnologia, nuevas necesidades, crearon Ambitos —imprevisibles para Marx— de- actividad, de prosperi- dad, de trabajo. “Imaginese solamente la cantidad de trabajo humano que ha absorbido la industria auto- movilistica, poniendo en duda —siquiera temporalmen- te~ el supueste axioma de que la mAquina devoraria al hombre.” Esa posibilidad expansiva es uno de los factores que ha hecho fallar, por lo menos en sus con- secuencias inmediatas, Ia prediccién marxista. c) El proletariado de hoy no es el que tenia ante sus ojos Marx. El salario del trabajador ha dejado de ser apenas lo indispensable para mantenerlo vivo. El obrero se ha asociado, ha constituido una fuerza inmensa (la fuerza sindical), de accién decisiva me- diante la huelga. En paises como los Estados Unidos o Suecia, Alemania Federal, Francia, la mayor parte del proletariado ha perdido, ademds, su “conciencia de MARKISMO 157 clase”. La que hoy tiene, en cambio, es una concien- cia de clase media, una conciencia “burguesa”, Por otra parte, la clase media ha crecido en tal forma que casi Hena el abismo (que segin Marx debia+ser gresivamente m4s ancho y mds profuhdo) entre Ja bur- guesia y el proletariado. Finalmente, los impuestos que hoy reclama para sf el Estado merman conside- rablemente el margen de utilidades del capital. Estos otros cambios ocurridos desde fines del siglo xx han modificado profundamente las leyes de Ja dina- mica capitalista, d) Marx consideraba que el gobiemo es siempre un instrumento de la -clase poseedora, creado por ésta para defender sus privilegios J para hacer factible la explotacién de Ia clase desposeida. Sin embargo, la cla- se desposeida ha encontrado acceso directo o indi- recto al gobierno, sin necesidad de la violencia. De este modo, se han dictado leyes francamente favora- bles al proletariado y represivas para el capital. Este nuevo tipo de gobierno, que ha permitido e! desarro- Ilo de la fuerza sindical y ha legislado en favor del obrero, ya no es, lisa y lanamente, “un instrumento de Ia clase poseedora”. e) Para concluir, Ja clase poseedora tampoco es la misma que conocié Marx. Més por instinto de con- servacién que por generosidad, ha tenido que rendir- se a la evidencia de los hechos. Tuvo que compren- der que, si no modificaba su conducta, Ya prediccién de Marx se cumplirfa r4pida e inexorablemente. Por eso, de buen grado en algunos casos, y a regaftadien- tes en los mas, hizo concesiones. En vez de derrocar a les gobiernos que dejaron de ser “su” instrumento, aeaté las leyes que aquéllos dictaron en favor de los obreros. Para no verse obligada a ceder a las deman- das ilimitadas de los sindicatos, y aun para minar a éstos, dio de si, esponténeamente, mejores salarios y beneficios tales como participacién de los obreros en 158 MARKISMO las utilidades, seguros de salud, fondos de jubilacién, eteétera. (Véase el capitulo del lberalismo.) Todo esto representa lo que no se ha cumplido (ain no se ha cumplido, dicen los marxistas) de la predic- cién de Marx. Hay otro aspecto, empero, en el que, segiin sefiala Heilbroner,> el prondstico marxista fue acertado, Marx se referia a un “capitalismo puro”, al de su tiempo. El capitalismo de hoy es un capitalismo que se salva, en algunas partes del mundo, gracias a la pérdida de su “pureza’. Una sociedad en la cual los capitalistas se reforman; en la que los trabajado- res no estan, por regla general, a racién de hambre; en la que esos trabajadores tienen acceso al gobier- no; en la que el gobierno pone freno a la libre em- presa y en la que el propio capitalismo “liberal” se “desliberaliza” voluntariamente, admitiendo leyes socia- les favorables a los obreros y leyes, contra el mono- polio, y soportando sistemas impositivos virtualmente expropiatorios, ya no es la “sociedad capitalista” de que hablaba Marx. En este sentido, Marx tenia razén: el puro capita- lismo liberal ha muerto, conforme a la profecia, pero dejando herederos que él no habia previsto. La conducta de Jos nuevos herederos (nuevos per- files del capitalismo), las modalidades sociales deter- minadas por ellos, las necesidades de nuevos planes de lucha y, muy importantemente, los intereses naciona- les y aun continentales de quienes esgrimen las armas ideolégicas y materiales del marxismo, han determi- nado Jas nuevas interpretaciones de la doctrina bAsica, cada una de las cuales reclama para si el privilegio exclusivo de Ja “pureza” doctrinal. Desde ese punto de vista dogmatico toda interpretacién es “desviacio- nista” y se la acusa de complicidad con los intereses 3 R. L. Heilbroner, The Worldly Philosophers. MARKISMO 159 y maquinaciones del enemigo comim: el capitalismo, el imperialismo. Si se tratara solamente de una controversia doctrinal académica, el problema no tendria mayor trascenden- cia practica, Pero también entran en juego la segu- ridad, el crecimiento y la preponderancia de cada uno de los grandes paises que forman el bloque marxista y defienden su frontera tanto ideclégica como tervito- tial y econémica contra el imperialismo, (Concretamen- te la Rusia Soviética y la Repdblica Popular de China contra los Estados Unidos de Norteamérica), y también su hegemonfa sobre Jos partidos de filiacién marxista y las grandes masas humanas a las que en todo el mundo se trata de incorporar en uno u otro de los ejércitos politicos de la izquierda revolucionaria, Entonces, la controversia sale de los abstractos re- cintos de la ideologia y se traslada a Jas trincheras de la préctica politica que, en el caso del marxismo, estén situadas en terrenos comunistas. Es, pues, al capitulo del Comunismo al que corresponde el examen del fe- némeno que en estos tiempos tiene dividido al mundo —intelectual y geogrifica” sobre el que desde hace 125 afios se proyecta la inmensa sombra del pensamiento de Marx.

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