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Curso: ÉTICA
Maestría en Recursos Humanos y Tecnología
Docente: MSc. Carlos Enrique Chávez Santos
UNA SOCIEDAD SIN CRÉDITO Dentro de este tema lo que me llama la atención que
enmarcan el termino desconfianza indicando que se generaliza en la sociedad lo que conduce a una
cultura del miedo siendo este el origen de casi todos los errores humanos al momento de LAS
TOMAS DE DECISIONES dentro de la administración pública. Podemos indicar que, con la
situación de crisis económica actual, la desconfianza, la sospecha y el miedo al futuro remiten, a un
miedo especial, al temor a que la sociedad en la que vivimos se desplome, a la sensación de
hundimiento y de pérdida de la identidad de los pueblos, pérdida de empleos etc. Podemos afirmar
que el miedo es la emoción más contagiosa que hay. Hay miedos racionales que nos permiten
protegernos y defendernos de peligros, amenazas y males que nos acechan. El problema es la
sobrevaloración del miedo, produce la polarización grupal y las predisposiciones que, además, se
vería potenciada en nuestro tiempo por el incremento de la densidad, frecuencia y complejidad de
nuestras interacciones con los demás, característica de la globalización; un miedo excesivo hacia
acontecimientos improbables a la vez, una confianza infundada hacia situaciones que plantean un
peligro genuino.
Es evidente que el reconocimiento progresivo de las libertades individuales y la democratización de
las relaciones produce desconfianza hacia quien os tenta algún poder. Y por ello no hay que cejar en
el control social de las prácticas profesionales, políticas y de gobierno en la medida en que son las
malas prácticas, entre otras cosas, las que generan desconfianza y descrédito. El ejercicio de la libertad
no tiene por qué verse obstruido por el hecho de descargar en otros la RESPONSABILIDAD DE
LAS TOMAS DE CIERTAS DECISIONES. Otro punto que me pareció en este tema que también
se habla de la confianza que es un elemento inherente al EJERCICIO PROFESIONAL, tomándolo
como transacciones mercantiles fuertemente determinadas por contratos y posiciones. Según se cita
que mediante transacciones en el mercado no solamente es MORALMENTE estéril, sino que
probablemente resulte insostenible. La cuestión es cómo prevenir que el mercado invada todas
aquellas esferas de la vida social que de hecho actúan como un contrapeso de él.
Me pareció muy acertado que el antídoto contra el miedo, es la uno de los VALORES como lo es
la confianza, ya que Confiar es manifestar tranquilidad y seguridad ante una persona, cosa o
institución que se espera que se porte o funcione bien o que ocurra tal y como se pensaba; la confianza
tiene que ver con la fe en las expectativas, La confianza es un hecho básico de nuestra vida social,
uno de los elementos dentro de los cuales vivimos nuestra vida cotidiana y cuya completa ausencia
la haría imposible y paralizante, reduce la complejidad social, simplifica la vida por medio de la
aceptación del riesgo.
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA ÉTICA PÚBLICA. Podemos considerar que la ética aplicada
a una actividad laboral pública intenta establecer de una manera racional aquellos
COMPORTAMIENTOS que son correctos o MORALES en el contexto de la sociedad en la que
se desarrolla, y a su vez suprimir los que no lo son. Cuando la ética se aplica y se pone en práctica en
el servicio público se denomina Ética Pública, o Ética para la política y la administración pública. La
ética pública señala PRINCIPIOS Y VALORES deseables para ser aplicados en la conducta del
hombre que desempeña una función pública. la ética pública debe entenderse desde la colectividad,
es la sociedad la que crea una serie de VALORES ÉTICOS y pautas de conducta que los individuos
al servicio de la administración pública aceptan como propios y que posibilitan un bien común.
La ética no es un medio para conseguir la eficiencia, sino que es el fin de cualquier administración
pública, y puede contribuir a la urgente tarea de renovación humana con su ejemplo y asumiendo el
ejercicio de funciones de una manera ejemplar. El objeto de la ética es la enseñanza a los individuos
a ser dueños de sí mismos mediante LA FORMACIÓN DE SU CARÁCTER, mostrándoles que
tanto sus vicios como sus virtudes dependen en última instancia de ellos mismos, y por tanto está en
su poder actuar de la manera más correcta posible.
Con respecto a la aplicación de la ética en el ámbito público, existen dos corrientes diametralmente
opuestas. La primera corriente considera que un SISTEMA MORAL no puede aplicarse a nivel
social ya que es algo que pertenece solo al ámbito privado e individual; la segunda corriente, entiende
que sí es posible aplicar un CÓDIGO DE en las administraciones públicas. Dentro de la corriente
contraria a la aplicación de la ética ésta se refiere a cuestiones que deben ser examinadas, exploradas,
discutidas y argumentadas, y no a aquellas susceptibles de ser resueltas por decreto de autoridad. La
implantación de un código de conducta contradice la misma noción de ética, puesto que implica
considerarla una forma de imposición heterónoma de reglas y principios éticos sin tener en cuenta la
autonomía de las personas como agentes morales. Por esta razón, un código de ética fuera el
resultado consensuado de una deliberación entre representantes de instituciones, sindicatos etc. Fuera
posteriormente promulgado por autoridad, no estaríamos hablando de ética, sino de derecho.
La necesidad de que los trabajadores públicos posean una serie de PRINCIPIOS ÉTICOS
subyacentes, ya que en caso contrario la aprobación de un código de conducta sería inútil. Finalmente,
La regulación de la ética en el sector público podría considerarse como parte de la ética normativa;
es decir, la rama de la ética que se encarga de guiar el comportamiento del hombre, es un método de
carácter científico para analizar tipos de normas, la ética normativa es la búsqueda de los fundamentos
de las normas y valoraciones, esta búsqueda va asociada a la crítica; es decir, al permanente
cuestionamiento de cada fundamentación.
Este concepto de ética pública está estrechamente ligado a lo que se conoce con el nombre de Nueva
Gestión Pública, este concepto se basa en un término, para referirse a los cambios producidos
caracterizado por una modernización del sector público en el que se empezaba a inculcar la
CULTURA DE LOS RESULTADOS dentro de las administraciones públicas. En esta nueva
Gestión Pública, también llamada gerencialismo, los gestores públicos se caracterizan no sólo por
cumplir con la ley sino también por conseguir las metas propuestas para la organización como si se
tratara de una empresa privada. Esta serie de transformaciones y cambios han hecho que la ética
pública adquiera un rol más importante, ya sea mediante la adopción de códigos, de regulaciones
éticas o de SISTEMAS DE TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS.
Se busca un comportamiento ético basado en el cumplimiento de resultados que justifiquen recursos
o procedimientos como la gestión de insumos y productos, que generen un mayor valor público. Este
nuevo modelo busca, la mejora de la calidad interna de las instituciones y se basa en la idea de que
los propios gestores se encarguen de determinar cómo se puede MEJORAR EL SERVICIO Y SE
DESTINA A LA MODIFICACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS INTERNOS DE LA
ORGANIZACIÓN.
Conclusión
Vivimos una profunda crisis de crédito. En un contexto de desafección ciudadana hacia la política y
de profunda desmoralización en la vida pública, que es más necesario que nunca recapitular sobre la
dimensión moral del servicio público, que debe rendir cuentas de sus acciones y omisiones como
actividad orientada al interés general. Para ello, la ética pública, como ética aplicada a los asuntos del
gobierno y de la administración pública, ha desarrollado una serie de instrumentos como los acuerdos
internacionales o codigos, las entidades de control y vigilancia y los códigos de buenas prácticas.
Pero si es fundamental el control social de las prácticas políticas y gubernamentales, en la medida en
que las malas prácticas originan la corrupción y, por ende, la desafección ciudadana, no es menos
cierto que las herramientas de ética pública pueden convertirse en un fin en sí mismas, sin contribuir
a una mejora del servicio público y favoreciendo una suerte de desconfianza pública generalizada y
de administración defensiva. Por el contrario, el robustecimiento de la ética pública debe orientarse a
generar confianza, reforzando convicciones, hábitos y cambio de cultura. La confianza es un elemento
inherente al quehacer profesional, que genera capital social y sin la cual no puede mantenerse una
sociedad compleja.