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John Shotter Realidades conversaCcionales La construccién de la vida a través del lenguaje AT |= --Amorrortu /editores Mos erréneamente. En ninguna parte ego es mas manifiesto que en lo que decimos sobre el habla, donde suponemos que las palabras son sustitutos (Harris, 1980) que REEMPLA- ZAN a las cosas de nuestro mundo, y que la comunicacién es un proceso de telementacién (Harris, 1981) en el que pone- mos nuestras ideas DENTRO DE las palabras a fin de EN- VIARLAS a la mente de los otros, Este supuesto, y otros es- quematismos figurativos inadvertidos, implicitos en casi to- do lo que decimos del habla, nos ciegan al hecho de que gran parte de nuestra habla se desenvuelve en un contexto de malentendidos y de confusién mutua, o bien exige, para que se Jo entienda mejor, una mayor apertura a la negociacién argumentativa de los significados. En otras palabras, nues- tras formas de comunicacién no captan en este momento la naturaleza de la mejor manera de manejarlas. “+. la sociedad civil rdade toda la historian, oi es el ve "punto focal y el teatro de Marx y Engels, 1977, pag. 57 hecesidad sino prov; nina ie, esto es, al AECOR, “i el er ae maa en Jas des actuales— se basa més en Vien'gitey — i fa social a un cin. especiales en Ja teoria ae ecale a mitad rh de camino entre el oe ae caos, y sostener que los érdenes sociales buna ae cuados (adecuados en un sentido que he de considerar adelante) sélo pueden crearse, mantenerse y Ta Se de una manera apropiada si apelan constan: ea los recursos disponibles en las zonas de actividades et ntvae mente desordenadas de los conten a hare estén insertos: en formas de discus cha ne racens, ext como en pasatiempos y entretenimientos, en muchisimas otras actividades, en su mayoria impos bles de designar, todas las cuales se desestiman hal pérdida de tiempo. as ia tooria social del pasado se crefa que la naturaleza intrinseca de nuestro tema debia ser ordenada y que nue a eta debia ser la produccién de orden ({por qué? . one aavemnencia de ello, no hemos tomado en serio esas acti- vidades conversacionales desordenadas. El career mismo de nuestros discursos disciplinarios ha hecho que mare néramos. Dicho de otra manera, sin que cayéramos en cuenta. de ello, los teéricos sociales nos hemos dejado gober- ar por una ideologia dominante. Y creo que por eso cer ta preblemas fueron para nosotros un rompecaberas; ber ejemplo, el problema ee res 0 Puedes sostenerse un Stats hegeménico e estracturad > 1 one puele adoptar una resistencia eficaz a él; raledeat como dominan los gobernantes a los gobernados oes 3 laconstitucién de sus sabjetividades, y las Posibilid dee que tienen los gobernados de replica a ean Lae ee Hs es s6lo en los aspectos informale: 1 ¢ aneabraa vidas —los aspectos que nuestros alaparaos ds ciplinarios nos vuelven « ng i meras (y constantemente discutidas) complejidades 242, temas en cuestién, no puedo aspirar a presentar a continua- cién nada que se parezca siquiera a una caracterizacién exhaustiva de los conceptos de ciudadania y de sociedad ci- vil. Alo sumo puedo pretender exponer un conjunto de ob- servaciones, que considero importantes en el largo trayec- to que tenemos por delante quienes creemos que se habré Perdido algo trascendente si, como los neoconservadores tratan hoy de lograrlo, la vida de las naciones termina por consistir slo en las actividades corporativamente organi- zadas del Estado, el mercado, los individuos atomizados y las familias nucleares.2 Puesto que, a mi entender, es en el Ambito no estatal y no mercantil de la vida publica de la so- ciedad civil donde puede hallarse el material para renovar la visién de una auténtica democracia Participativa. Lo cen- tral en estos momentos es esta disputa por la creacién (ola destruccién) de esos «espacios» polifonicos de la vida publi- ca; es posible advertirlo, por ejemplo, dentro de la filoso- fia actual (tras la pérdida de la confianza en una filosofia «fundacional»), en el debate entre la filosofia analitica pro- fesional y quienes Sugieren como alternativa una forma de filosofia mas publica y practica (Sullivan, 1987; Toulmin, 1988). Introduccién: individualidad, orden y caos La visién de la sociedad presentada en lo que precede, de acuerdo con la cual esta consiste no sdlo en un conjunto de estructuras institucionales ordenadas, sino también en una ecologta de centros de actividad ordenados y auténomos, in- teractivamente insertos en un flujo m4s desordenado de actividad circundante, tiene varias implicaciones: 1) para la naturaleza de los individuos presentes en ella; 2) para la na- turaleza de los recursos a los que ellos, como ciudadanos, tienen derecho a acceder si quieren conquistar su indivi- dualidad, y 3) para la naturaleza de las libertades que tie- nen a su alcance dentro del grupo a fin de ejercer esos dere- *Ninguna persona de izquierda olvidard la fraee de Margaret Thatcher: ella, y no como : Gee = erno» que La estudia como una actividad nerari fisica» (Bernstein, 1983; Giddens, 1984); 4) we or emt ea Primariamente de naturaleza préeti ara ¥, como tal, no depende, en lo concerniente a sy oo Prieta, de una justificacién o una prueba$ (Bern- =, a ore 1980); 5) que no nos une a ese conoci- a relacién de «propiedad», sino que lo incorpo- joa a de quienes y lo que somos, y que intentar cuerpea a él seria como intentar renunciar a nuestros eae, Pauestra «entidad» (Giddens, 1984), y ello Porque a satin cee a cuestiones de ontologia cuanto de Spisteni seat : kar, 1986); y, por ultimo, 6) que el co- ocimient Préctico moral no es un sistema unificado, sino fat ‘Billig, 1987), esto es, dentro de tradiciones de argumen- moe coves fee ee: ee periaitios de lugares comunes (0 26- od ali 1960 50a Ivas son «esencialmente 2 of palabras, en lugar de to i —argumentos que, si se admite ‘ane petmere verdad, ie $a Stieninds net ctor: va eiicion seas Meditacione, es una historia de ficcién fabricada:

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