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Icse Unidad 4 B
Icse Unidad 4 B
3. ¿Cuál era el contenido de las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica?
¿Qué herramientas le otorgaba al gobierno para emprender la “transformación”?
El gobierno emprendió con decisión el camino de la reforma y el ajuste estatal. El congreso
sancionó dos grandes leyes, que daban al Ejecutivo amplias prerrogativas. La ley de
emergencia económica suspendió todo tipo de subsidios, privilegios y regímenes de
promoción, y autorizó el despido de empleados estatales. La reforma del Estado declaró la
necesidad de privatizar una extensa lista de empresas estatales. De un plumazo se eliminó
el llamado "capitalismo asistido" y se redujo drásticamente el déficit fiscal.
4. ¿Cómo se desarrolló el proceso de privatizaciones? ¿Qué consensos logró el
menemismo para llevarlo adelante?
El gobierno se concentró en la rápida privatización de la Empresa Nacional de
Telecomunicaciones (ENTEL) y de Aerolíneas Argentinas. Persigue varios propósitos:
demostrar voluntad y capacidad reformista, obtener dinero contante para el fisco, dar
señales a los acreedores externos y compensar a los contratistas que perdían sus
prebendas. Así, se convocó a grupos mixtos, integrados por empresarios locales,
operadores internacionales expertos y banqueros que aportan títulos de la deuda externa;
éstos fueron aceptados a su valor nominal, de modo que los acreedores cambiaron papeles
de dudoso cobro por activos empresariales. Se aseguró a las nuevas empresas un
sustancial aumento de tarifas, escasas regulaciones y una situación casi monopólica. En
términos parecidos, en poco más de un año se habían privatizado la red vial, los canales de
televisión, buena parte de los ferrocarriles y de las áreas petroleras de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF). También se proclamó la apertura económica, atenuada por las
urgencias fiscales.
5. Indique las principales características del plan económico implementado por el ministro
de Economía, Domingo Cavallo, para detener la hiperinflación. Destacan los resultados
inmediatos.
A fines de 1989 se produjo una segunda hiperinflación, con saqueos y pánico, aunque pasó
más silenciosamente. El nuevo ministro de Economía, Antonio Erman González, del íntimo
círculo presidencial, actuó de manera drástica. Con el Plan Bonex se apropió de los
depósitos a plazo fijo de los ahorristas, que cambió por bonos en dólares de largo plazo. A
eso agregó una fuerte restricción de los pagos estatales y de la circulación monetaria. La
inflación se redujo, pero a costa de una fortísima recesión que, al cabo de un año, había
deprimido los ingresos fiscales. Para solucionarlo, se apeló de nuevo a la emisión, y la
inflación volvió a desatarse. A fines de 1990, con la economía otra vez en estado crítico,
estalló el escándalo del Swiftgate.
7. Los profundos cambios del programa menemista con respecto a la tradición peronista,
¿le trajeron a Menem fuertes conflictos a la hora de imponer su liderazgo?
El talento de Menem se manifestó, sobre todo, en su capacidad para hacer que el
peronismo aceptara sus reformas, que suponían un giro radical en sus tradiciones. El
peronismo de 1989 ya no era el de antes. Luego de la derrota de 1983, aceptó las nuevas
condiciones de la democracia y se convirtió en un partido de organización territorial. El
control de gobernaciones e intendencias y de sus recursos permitió a los dirigentes políticos
independizarse de los sindicalistas. Por otra parte, en el nuevo contexto de pluralismo, se
atenuó la identificación -raigal en su cultura política- del peronismo con el "pueblo". Los
otrora enemigos del pueblo pasaron a ser simplemente adversarios y en ese sentido se
mantuvo la convivencia política instalada en 1983.
9. ¿Cómo influyó el contexto económico durante ambos mandatos? Indiquen las diferencias.
10. ¿Cuáles fueron los cambios implementados por Cavallo después de la crisis de 1995?
Tengan presente el Efecto Tequila.
A principios de 1995 el "efecto Tequila": una devaluación en México produjo una corrida
mundial de inversores que abandonaron los mercados emergentes. En la Argentina hubo un
retiro masivo de fondos externos, se precipitaron el déficit fiscal y la recesión, y la
desocupación trepó al insólito nivel del 18%. El gobierno actuó rápida y eficientemente:
hubo una poda presupuestaria, reducción de sueldos estatales, fuerte aumento de
impuestos y un consistente apoyo del FMI y del Banco Mundial. En lo inmediato, la "crisis
del Tequila" fue superada. Pese a la corrida, el sistema bancario pudo ser salvado, aunque
unos cuantos bancos cerraron o fueron vendidos. Muchos de los dólares fugados
retornaron. El Producto Bruto, que cayó el 4% en 1995, se recuperó en 1996 y avanzó con
fuerza en 1997, creciendo por encima del 8%. Pero la desocupación no cedió, y se mantuvo
apenas por debajo del 15 por ciento
12. ¿Qué transformaciones institucionales impuso Menem a los fines de “ampliar los
márgenes del Poder Ejecutivo”?
Menem procedió a ampliar los márgenes de poder del Ejecutivo, estirando los límites de lo
legal y hasta subvirtiendo algunas de sus instituciones. Las leyes de emergencia y de
reforma le dieron importantes atribuciones, que manejó discrecionalmente. Con la
ampliación de la Corte Suprema -en la que designó cuatro miembros de su confianza-, se
aseguró la mayoría; la Corte falló en favor del Ejecutivo en cada situación discutida, y hasta
avanzó por sobre jueces y Cámaras, mediante el novedoso recurso del per saltum. Para
eliminar controles y restricciones, removió a casi todos los miembros del Tribunal de
Cuentas y al fiscal general -el prestigioso Ricardo Molinas-, nombró por decreto al
procurador general de la Nación, redujo el rango institucional de la Sindicatura General de
Empresas Públicas y desplazó o reubicó a jueces o fiscales cuyas iniciativas resultaban
incómodas. Más tarde, cuando el Congreso empezó a cuestionar algunas de sus iniciativas,
Menem recurrió a los vetos parciales de las leyes y a los Decretos de Necesidad y
Urgencia. Todo ello fue convalidado por representantes, funcionarios y magistrados, quienes
aceptaron esta delegación de autoridad en el presidente.
13. ¿Cuáles fueron las características que adoptaron la política y la sociedad durante su
gestión? Presten especial atención a la dicotomía “ganadores y perdedores”, a la retirada
del Estado en torno a las políticas sociales universales, al nacimiento de los piqueteros, a
las Fuerzas Armadas, a la Iglesia, etcétera.
Vista en su conjunto, la sociedad se polarizó. La gran transformación dejó ganadores y
perdedores. Mientras un vasto sector se sumergió en la pobreza o vio deteriorado su nivel
de vida, muchos ricos prosperaron ostentosamente, de modo que las desigualdades no se
disimularon, sino que se escenificaron y se espectacularizaron. El grupo "ganador" incluyó a
una buena parte de los antiguos ricos -aunque la reestructuración produjo algunas caídas
significativas-y a una porción de la antigua clase media, incorporada al sector más dinámico
de la economía. La antigua sociedad, relativamente homogénea e igualitaria en muchos
aspectos, dejó paso a otra muy segmentada, de partes incomunicadas, separadas por su
diferente capacidad de consumo y de acceso a los servicios básicos, y hasta igualdades
civiles o jurídicas. Graciela Silvestri y Adrián Gorelik han mos- trado la existencia en las
ciudades-las llaman "máquinas de dualizar"-de por des- un reflejo de estos cambios, que
expresan a la vez el contraste y la exclusión: deterioro de la infraestructura urbana y de los
servicios, crisis del control y del orden público, ruptura del espacio urbano homogéneo y
desarrollo de algunos espacios aislados -el shopping, el country, ciertos barrios privados-
donde grupos reducidos creían vivir en un mundo ordenado, seguro, próspero y eficiente.
La retirada del Estado fue uno de los aspectos más dramáticos de la nueva situación. La
atención médica, que ya era desigual, declinó espectacularmente. Los hospitales
públicos-que supieron ser el orgullo de la vieja Argentina-se deterioraron por sus escuálidos
presupuestos y por la concurrencia masiva de los pobres carentes de obras sociales
sindicales. Aunque también deterioradas, las escuelas fueron de las pocas instituciones
estatales que permanecieron en pie. Se convirtieron en agencias múltiples, dedicadas a
ofrecer alimentación, salud o contención familiar, a costa de su función docente específica.
Otros factores concurrieron en el deterioro de la escuela pública: un sindicalismo que
concentró sus huelgas en las escuelas estatales, un sostenido deterioro de la formación
docente y, por último, una reforma educativa mal encarada -particularmente en la provincia
de Buenos Aires-, que destruyó las instituciones existentes sin alcanzar a reemplazarlas por
otras. Quien pudo pagarlo, abandonó la escuela pública, que perdió su tradicional papel
integrador y se convirtió en otra institución reproductora de la desigualdad.
El Estado reemplazó las costosas y complejas políticas universales de sus épocas de
esplendor por intervenciones parciales y focalizadas, allí donde detectó emergencias. Fue
un conjunto de acciones esporádicas, no sistemáticas y poco articuladas, menos costosas y
a la vez más útiles para obtener réditos políticos. Se nutrieron de criterios y discursos
diversos -desde la vieja beneficencia a la moderna solidaridad social- y fueron ejecutadas
por agencias de distinto tipo: agencias estatales de distintos niveles, organizaciones no
gubernamentales, de índole y seriedad diferente, y también las iglesias. Los fondos venían
principalmente del Estado, aunque en muchos casos los recibía de organismos
internacionales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que
las recomendaron como un sustituto factible de las antiguas políticas, que el Estado era
incapaz de mantener. Se destinaron a programas muy variados: vivienda, recalificación
laboral, fomento de emprendimientos, salud y educación. Es difícil cuantificar la magnitud de
la ayuda y también hacer un balance de su eficacia. Puede afirmarse que el mundo de la
pobreza no desapareció, sino que, por el contrario, se consolidó. También que estas
acciones, aunque de manera irregular y poco equitativa, contribuyeron a hacer menos
terribles las consecuencias de la gran mutación social.
15. Hacia el final de ambos mandatos, ¿cuáles sectores de la economía del país sufrieron
las mayores pérdidas y retrocesos?
Durante el periodo de gobierno de Carlos Menem es posible advertir que entre los sectores
más desfavorecidos por sus medidas económicas se encuentran los trabajadores, los
jubilados y las industrias orientadas hacia el mercado interno. En ese sentido, los
trabajadores estatales fueron desplazados de su trabajo por las privatizaciones y el ajuste
del gasto público, mientras que los trabajadores del sector privado en algunos casos
padecieron la modernización tecnológica que los terminaría reemplazando como mano de
obra.
Por otra parte, las industrias orientadas al mercado interno, entre ellas industrias nacionales
y pequeñas empresas, padecieron la competencia con otras grandes empresas y grupos
económicos transnacionales que terminaron por ejemplo, comprándolas o ganándoles sus
mercados.
16. ¿Qué efectos tuvo la “gran transformación en la política” (sobre todo en el gran Buenos
Aires)?
La gran transformación tuvo efectos contundentes en la política, sobre todo en el Gran
Buenos Aires, de decisivo peso electoral. En las barriadas pobres, la sociedad se articuló en
torno de un complejo universo de sociedades de fomento, juntas municipales, cooperativas,
comunidades parroquiales o evangélicas -de notable crecimiento-, centros sociales y
culturales, clubes de fútbol o comedores. En este entramado social surgieron dirigentes,
comúnmente llamados "referentes", con capacidad para establecer un cierto orden y ayudar
en la solución de las situaciones de emergencia. Su tarea requería relacionarse con la
administración municipal que, a través de funcionarios de distinto nivel, repartía de manera
selectiva los bienes y servicios otrora asignados con criterios más universales. Se planteó
un desafío para los partidos políticos. Quien más rápido se adecuó a estos cambios fue el
peronismo, a través de una densa red de unidades básicas, promovidas por espontáneos
punteros. Las unidades básicas fueron simultánea o alternativamente comedores, jardines o
centros culturales, convertidos en potenciales beneficiarios de los subsidios destinados a las
organizaciones no gubernamentales. Le dieron al Partido Justicialista (PJ) una organización
permanente, flexible y autofinanciada, que también podía conectarse con las zonas más
oscuras de la sociedad -barras bravas y delincuentes de tiempo parcial- que podían
encargarse de una parte del trabajo político
17. ¿En qué tipo de legitimidad se basó Menem como líder político? ¿Qué diferencias
pueden hallar con Alfonsín, Yrigoyen y Perón?
Menem se basó en la legitimidad carismática como líder político. Esta forma de legitimidad
se caracteriza por la capacidad de un líder para inspirar y movilizar a las personas a través
de su carisma y personalidad.
En comparación con Alfonsín, Irigoyen y Perón, podemos encontrar algunas diferencias en
cuanto a la base de su legitimidad:
Alfonsín se basó en la legitimidad legal-racional, que se deriva del cumplimiento de las
normas y procedimientos establecidos. Su liderazgo se sustentó en la democracia y el
respeto a la Constitución.
Irigoyen se basó en la legitimidad carismática y en la legitimidad tradicional. Su liderazgo se
caracterizó por su capacidad para conectar con las clases populares y su defensa de los
derechos de los trabajadores.
Perón se basó en la legitimidad carismática y en la legitimidad legal-racional. Su liderazgo
se caracterizó por su carisma y su capacidad para movilizar a las masas, así como por la
implementación de políticas sociales y laborales que beneficiaron a los trabajadores.
En resumen, Menem se diferenció de Alfonsín, Irigoyen y Perón al basar su legitimidad en el
carisma, mientras que los otros líderes políticos se apoyaron en diferentes combinaciones
de legitimidad carismática, legal-racional y tradicional.
5. ¿Por qué Romero sostiene que la Alianza resultó exitosa como fuerza política en lo
electoral pero no en la gestión de gobierno? Expliquen las diferencias internas que
menciona el autor.
Al implacable avance de la crisis fiscal se sumó una movilización social de creciente
intensidad. Pese a ello, el gobierno de la Alianza tuvo inicialmente un razonable margen de
maniobra. El peronismo, muy desarticulado, no lo obstaculiza de manera sistemática: los
gobernadores negociaron los fondos de sus provincias y los senadores lo hicieron con sus
votos para la aprobación de las leyes. Por otra parte, a medida que se revelaba la fragilidad
de la convertibilidad, la opinión pública apoyó firmemente a un gobierno que parecía ser la
última garantía de su mantenimiento.
Pero la Alianza, exitosa en lo electoral, no funcionó como coalición de gobierno. Por
razones profundas o mezquinas, la Unión Cívica Radical (UCR) tuvo fricciones cada vez
más fuertes con el grupo que rodeaba a De la Rúa. Alfonsín fue tomando distancia de la
defensa a ultranza de la convertibilidad. El vicepresidente Carlos Álvarez, nexo entre ambos
dirigentes radicales, procuró ampliar la Alianza dialogando con el espectro no peronista,
mientras que el presidente apostó a la colaboración de los senadores y los gobernadores
justicialistas. Combinar tendencias y puntos de vista divergentes no era imposible, pero
hubiera requerido un liderazgo, una decisión y un talento político de los que De la Rúa
carecía, de modo que los conflictos se agudizaron.
9. ¿Qué opinión tenían los miembros de las organizaciones piqueteras respecto de los
subsidios estatales?
Un grupo importante apuntó a lo que llamaban la autoorganización popular. Un punto
esencial eran los subsidios estatales, que solucionaban los problemas de los necesitados y
además posibilitaban el funcionamiento y la expansión de las organizaciones. Las
organizaciones piqueteras procuraron darle un significado diferente al que era común en el
ámbito de las redes del peronismo. Los subsidios no debían ser considerados una dádiva,
sino una conquista. El Estado tenía la obligación de garantizar los derechos básicos de los
ciudadanos: la salud, la educación, la alimentación, el trabajo y la vivienda. No hacerlo
suponía una in- justicia que debía ser reparada, y en ello residía el derecho y la dignidad.
10. Describan los acontecimientos de diciembre del 2001 que terminaron con la renuncia del
presidente.
En los últimos meses de 2001, el fantástico nivel alcanzado por el "riesgo país" descartó
cualquier posibilidad de acceso al crédito internacional. Se corporiza así el fantasma del
default o declaración del cese de los pagos de la deuda. Unos sacaron sus dólares del país;
otros retiraron sus depósitos de los bancos. La corrida amenazaba con destruir todo el
sistema bancario. Para frenar, Cavallo tomó una medida excepcional, pronto conocida como
"corralito": el 1° de diciembre redujo a una pequeña suma la extracción de efectivo de los
bancos, aunque siguieron habilitadas las transferencias, los cheques y los pagos con
tarjetas. Pocos días después, ante la falta de respuesta del FMI, se anunciaron nuevos
cortes presupuestarios.
El "corralito" lanzó la protesta social. La desafección institucional, el cuestionamiento de
todos los mecanismos de representación y la búsqueda de nuevos canales se pusieron de
manifiesto en la adhesión al plebiscito convocado por el Frente Nacional contra la Pobreza
(FRENAPO), organizado por la CIA y otras agrupaciones sociales y políticas, que proponía
establecer un ingreso ciudadano básico. Entre el 13 y el 17 de diciembre, votaron tres
millones de personas. Los lugares de sufragio fueron organizados por distintas instituciones:
sindicatos, centros estudiantiles, parroquias, asociaciones profesionales, sociedades de
fomento, hospitales, cárceles; su diversidad revela la extensión del cuestionamiento.
Por entonces, la protesta ya había tomado otro rumbo. El 13 de diciembre, las tres centrales
obreras organizaron un paro nacional que tuvo una adhesión casi unánime; ese día, en
muchas ciudades hubo manifestaciones callejeras y actos de violencia que se prolongaron
en los días siguientes. Las organizaciones piqueteras reunieron a su gente alrededor de los
grandes supermercados y negociaron con los gerentes y con algún funcionario público la
entrega de bolsones de alimentos. Sin embargo, la acción se extendió por todo el país, y
esa semana fueron saqueados unos trescientos negocios. La represión fue inconexa, pero
hubo 18 muertos-algunos a manos de los comerciantes- y cientos de heridos.
El 18 de diciembre, comenzaron los saqueos en el Gran Buenos Aires y en otros grandes
conurbanos. En los barrios populares, fueron asaltados muchos supermercados pequeños,
aprovechando la sospechosa pasividad de las fuerzas policiales, que se limitaron a proteger
los locales de las grandes cadenas. Hubo una parte importante de espontaneidad, pero
esos episodios también fueron estimulados por muchos dirigentes peronistas locales, con
intención de darle el último empujón al gobierno. El 19, la protesta estalló en la Capital
Federal, movilizando a nuevos actores. Al son de los cacerolazos, salieron a la calle
muchos vecinos de Buenos Aires, afectados por la crisis o movilizados por la indignación y
la desilusión. Por la noche, el presidente decretó el estado de sitio; no tuvo ningún efecto
disuasivo, pero en cambio avivó el conflicto y puso en movimiento a quienes aún se
mantenían apartados. En la Capital, se congregaron frente al Congreso o en la Plaza de
Mayo muchedumbres de reclamantes, a las que se sumaron grupos del Gran Buenos Aires.
El día 20, la Policía reprimió a los manifestantes en la Plaza y hubo cinco muertos.