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Con afecto para Pilar, mi gemela y conf idente desde mi existencia y en mis desvela-
das pintando. De igual manera, con cariño para mi hermana mayor Wendy y mi prima
Erika, por compartir las locuras de la vida y hacerme sonreír siempre, convirtiéndose
en mis principales apoyos y ejemplos a seguir por su gran fortaleza, tenacidad y per-
severancia, motivándome a superarme e ir creciendo poco a poco.
A mis sobrinos Fernando y Sof ía, mis pilares y mi motivo para seguir adelante, quie-
nes me daban la fortaleza y luz suf iciente cuando ya no veía más que oscuridad.
Para concluir, pero no menos importante, dedico este éxito alcanzado a quienes cola-
boraron en la parte f inal, e hicieron posible la consumación de este proyecto, ya que
3 sin su ayuda no hubiera sido del todo posible, a mi corrector de estilo y a mis amigas
encargadas del diseño, gracias.
CONTENIDO
Introducción 5
2.1Retrato del dolor: Jean Fautrier y los rehenes masacrados, un alarido perturbador 15
Obra. La cicatriz como motivo pictórico de la condición humana. la pintura, herida corporal y 51
espiritual 51
Conclusiones 82
Pintura tachista 88
Fuentes Documentales 90
Bibliograf ía 90
Hemerograf ía 91
Ciberograf ía 91
INTRODUCCIÓN
Los temas de la condición humana y del dolor han sido desarrollados a lo largo de la
historia del arte y se han estudiado bajo diferentes perspectivas pictóricas, sin em-
bargo, fue en el informalismo cuando se le da un nuevo giro al dotar la obra de
una “espontaneidad gestual casi instintiva y biológica, que las afecciones anímicas y
de sentimiento provocan en todo temperamento humano” (Egea, s/f, s/p). Se le da
al color una nueva significación al utilizarse colores monocromos oscuros, neutros o
blancos sucios así como la incorporación de elementos extrapictóricos y la aplicación
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de procesos constructivos a los cuales se somete la materia basados en la destrucción
para enfatizar el dolor y la angustia que dejó la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, aunque los informalistas son parte importante en el proyecto; fue a par-
tir de Freud que comienza mi motivación temática: la condición humana, y en
Fautrier y los informalistas, principalmente Tàpies; la manera de abordarla
pictóricamente, al basarse en las respuestas del individuo ante la situación social a
la que se enfrenta, por medio de una sensibilidad y una respuesta instintiva
manifestada a través de la gestualidad, el valor que se le da a la mancha, la materia y
un amplio abanico de posibilidades técnicas como el grattage, frottage,
decollage, entre otras.
Por otro lado, el trabajo de Antoni Tàpies me atrapa por la plástica en sus obras,
que “recuerdan cualidades de pergamino, de madera vieja, de muros corroídos por el
tiempo y la erosión, fango endurecido, etc. e incluso la rugosa piel de los paquider- 6
mos”(Cirlot, Tàpies & Cirlot 2000, p.39 ) demostrándonos en sus obras que la intimi-
dad y vivencias del pintor no están separadas de la pintura, sino que forman parte
de su proceso creativo, lo cual se ve demostrado en la serie de paredes de Antoni
Tápies, que nos dice al respecto:
Artistas del body art ya habían trabajado con heridas o mutilaciones, pero utilizando
su propio cuerpo como lienzo al concebirlo ya no como objeto, sino como un medio
para conocerse a sí mismos y a los demás; algunos con una concepción de espacio
pictórico como Günter Brus , quien integra en su obra aspectos del expresionismo abs-
tracto y del informalismo . En sus dibujos y escritos se revela una gran violencia con
clara influencia de los expresionistas y de Egon Schiele. Sus acciones se basan en el
maquillaje del cuerpo para simular heridas, como en Auto pintura (1964). Para Brus,
el cuerpo es una fuente de conocimiento, por lo que paulatinamente abandona este
medio y procede a realizar heridas reales sobre su cuerpo, como una manera de encon-
trar su espiritualidad y de conocerse a sí mismo. Para el artista, el cuerpo siempre va
ligado al lenguaje, pues desde que nacemos aparece mutilado y herido, al ser el corte
del cordón umbilical, la primera mutilación; f isiológicamente necesaria, pero con una
7 carga cultural. Se propone al cuerpo como alegoría y como reflejo de nuestro interior,
y a las heridas como un significado simbólico, como destaca a su vez Gina Pane, otro
exponente del arte corporal, al hacer visible el inconsciente que no podemos ver, por
medio de heridas y mutilaciones reflejadas en la piel, que sí es algo tangible. La
exploración a través de su cuerpo llega a adquirir tintes místicos, ya que en
ocasiones las heridas corporales presentan la forma de cruces cristianas.
Pane hace patente la herida sangrante en varias ocasiones, como en Escalada no anes-
tesiada (1971) donde la artista pasa sus manos y pies desnudos sin anestesia sobre
una escalera sueca hecha de afiladas cuchillas: entre más presiona para subir por la
escalera, más sangra. Dicha acción de Gina Pane denuncian “el terror, la agresión,
la violencia, la tortura y los peligros que atenazan el mundo” (Guasch, 2001, p.107).
A partir de este acto, comienza a autolesionarse como en Acción sentimental (1973), con
espinas de rosas, con cristales (Transferencia , 1973) o con hojas de afeitar (Psique ,
1974). Demostrándonos con su obra que cuando exponemos nuestro cuerpo al límite
los sentidos se maximizan, se percibe intensamente la vulnerabilidad del cuerpo y, al
estar siempre presente el instinto de supervivencia, se convierte en purif icación. Las
sensaciones obtenidas a través de dicha experiencia son las que nos permiten obtener
un mayor conocimiento sobre el cuerpo y una introspección más profunda.
Esta artista utilizó el dolor como un medio comunicativo, al resaltar la vulnerabilidad
del cuerpo como testigo de dos heridas: el nacimiento y la muerte.
Al ser voluntarias las heridas que realiza sobre su cuerpo, Gina Pane se eleva a un es-
tado en el cual no existe represión corporal, porque es un sitio de placer y dolor “Lo
que queda de la incisión en la superf icie corporal es la cicatriz, a modo de memoria de
una vida herida” (Gómez, s/f, s/p).
Las cicatrices como registro de toda vivencia o experiencia quedan claras en estos
artistas del body art, al convertirlas en un vehículo que, por medio del dolor, va car-
gado de simbolismos y conocimiento para ellos mismos. En mi caso, las laceraciones
pictóricas no sólo quedan en eso, busco que, por medio del arte, de la pintura y de
capas densas de color se simbolice la sanación.
En cuanto a la condición humana, que es un concepto dif ícil de def inir, se puede com-
prender a grandes rasgos como la experiencia humana del vivir y “estar” en el mundo. 8
El significado que doy a la condición humana es a partir del individuo y cómo
existe y crea su propia postura ante la vida a través de las experiencias vividas por
medio de sus emociones y que provocan a su vez sensaciones. Todos tenemos distintas
experien- cias y maneras de pensar, es por eso que me fascina la f igura humana. El ser
humano tiene en su vida tragedias y situaciones placenteras, cada quien le aporta ese
signif i- cado según sus vivencias, por ello, mi proyecto tiene como propósito
enfatizar cómo podemos sobreponernos o aprender de una experiencia traumática o
negativa para mejorar nuestra calidad de vida o al menos nuestra calidad de
experiencias ; también entender cómo libramos diariamente pequeñas batallas en
nuestro interior y que nos hacen cuestionar nuestra existencia o función en la vida;
por último, descubrir cómo, la mayoría de las veces, aprendemos de esas malas
experiencias y, a su vez, vamos sanando, aunque no siempre nos percatemos de
ello. (objetivo del proyecto).
Por otro lado, también retomo el concepto de Antoni Tàpies de condición humana
y sufrimiento; este pintor se aporta un nuevo concepto: sanación. Tàpies llamó mi
atención no sólo por esta particularidad, sino porque su expresión es carente de una
f iguración, incorpora a los aspectos formales un sentido más espiritual desde la forma
textural, composición libre y colores neutros. También me interesa el proceso detrás
de sus obras, no me baso en los resultados estéticos de sus cuadros correspondientes al
periodo de los muros, sino en su proceso: cómo los construye y dialoga con la pintura ,
cómo transforma una experiencia en una sensación pictórica que no se queda sólo en
la angustia sino en la sanación del ser. De él retomo el esgrafiado, pues, para mí, ras-
guñar o herir la materia es una representación de herir la carne, por eso es importante
la materia en mi proyecto. Este uso de esgraf iado fue tomando sentido al convertir
esas líneas o marañas en la textura de la piel y de dotar de un signif icado propio al
color, ya que es en él donde el pintor enfatiza sus preocupaciones.
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CAPÍTULO 1: LA PINTURA INFORMAL Y
LA CIC ATRIZ COMO MOTIVO PICTÓRICO
1. El informalismo y su aportación a la pintura
SY LVIA NAVARRETE
arte f igurativo y el abstracto del periodo de la preguerra, pues hasta este momento
de la historia de la pintura ya no sólo se concibe el cuadro bidimensionalmente, sino
también el cuadro tridimensional al insertar elementos extrapictóricos o no utilizados
en la pintura, como telas rasgadas, látex, arpilleras, entre otros materiales.
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Esta nueva corriente estética cuenta con diversos nombres según el lugar donde se
manifiesta. En Europa, se le designó ( por las obras de Fautrier y las Hautes Pâtes’ de
Dubuffet) textura informal; englobando la pintura al óleo, manchas matéricas,
gestualismo o marañas de rayas o colores, las cuales eran una respuesta a los
horrores de la guerra que se vivían. También se le llamó abstracción lírica, tachisme
(del francés tache, que significa mancha). El crítico Michel Tapié, uno de sus
primeros teóricos, lo denominó como art autre (arte otro). En Estados Unidos de
América, fue conocido como expresionismo abstracto , mientras que en México el
abstraccionismo surge como un movimiento conocido como Ruptura, el cual se divide en
dos tendencias: la geomé trica (Gunther Gerzso, Manuel Felguérez y Vicente Rojo) y la
lírica, proveniente de tendencia informalista (Lilia Carrillo).
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Los artistas del informalismo proyectan sus vivencias y sus reacciones en la materia
que depositan sobre el soporte. La no f iguración aportó una nueva conf iguración
relacionada con la técnica. El informalismo a través de su proceso creativo de cons-
trucción a partir de la destrucción, nos ofrece un nuevo interés por la materia. Éste
destruye la imagen al convertir en arte la materia como ente autónomo. El interés
de
ver lo que no ha sido contemplado es lo que
impulsa a los informalistas a profundizar en
las formas conocidas y con otras no tan explo-
radas. La obra de arte informalista tiene dos
fases según Cirlot, J.E.: uno, “la creación de
un efecto (…) de un aspecto dado de lo real
(sea la propia calidad de la pintura, el dina-
mismo de la pincelada, una suerte de grieta
natural, etc.)” y dos, “La sublimación de ese
efecto (convertido por la técnica en imagen
Manuel Rivera, Metamorfosis (Huella artística) infundiéndole un contenido espiri-
en el espejo no. 6), 1963, malla, tual” (1959, p.11).
colección particular.
Es así como el artista informal reúne en su
obra material, lo obtenido del exterior, conjugándolo con su interior, otorgando un
nuevo sentido de espiritualidad y un nuevo sentido de la creación al producir artísti-
camente y no reproducir, abstraer o imitar la realidad, es decir, dándole más peso a la
imaginación para crear una obra de arte en sí misma.
Según la def inición de cicatriz que se encuentra en cualquier diccionario, se ref iere a
una marca que queda en la piel después de cerrarse una herida; una segunda def inición
ref iere que es una emoción profunda y duradera que deja en alguien un suceso. Es la
fusión de estas dos def iniciones las que se emplean en este proyecto para posterior-
mente llevarlas al campo pictórico. No obstante, existen pintores que anteriormen-
te han utilizado el binomio condición humana/carne y lienzo/piel para representar
cómo las experiencias humanas se ven reflejadas en el exterior o la carne.
SYLVIA NAVARRETE
Un fondo casi de materia lisa, con leve capa de empaste y sobre él destaca
una forma que se diferencia sólo por el grosor de la materia y por el dra-
mático sensualismo del rastro pictórico, llegando a formar ondas o canales
como relieve, transf igurados por el color. Su paleta es muy variada y logra
bellos efectos espolvoreando pintura al pastel sobre el óleo fresco. (Cirlot,
1959, p. 18).
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También se ayudó del grattage para obtener huellas de movimientos. Todos estos
elementos son importantes para lograr los efectos de masa amorfa que caracterizan la
serie de Rehenes .
Entre 1943 y 1944 Jean Fautrier realizó la serie de Otages , expuesta en la Galerie
Drouin de París, en 1945. Esta serie fue realizada durante la Segunda Guerra Mundial
mientras se hallaba en un sanatorio mental; plasmó en su serie Rehenes la perturba-
ción que sufrió al escuchar desde su refugio las descargas de los fusilamientos de la
resistencia.
tumultuosos empastes en los que las conf iguraciones escasas poseen una
fuerte alusión biomórf ica: son como entrañas poseídas por un interno mo-
vimiento pulsante, que a veces llega a lo convulso. (Tamaro, s/f, s/p)
Paris.
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Lo que el pintor representa con este modo de manipulación pictórica, es la crudeza
de la guerra, haciendo visible algo que no puede ser contemplado a simple vista: el
sufrimiento. Los retratos de los Rehenes, conformados por una masa pastosa e irre-
conocible, representan al alma tras ser atacada violentamente luego de las técnicas
de tortura aplicadas a las personas que f inalmente fueron ejecutadas, y no sólo eso,
sino que también se manif iesta corporalmente al ser en el cuerpo mismo de quien re-
cibe dichos maltratos. El resultado es un cuerpo hecho añicos, destruido, totalmente
irreconocible, reducido a una pasta como si hubiera sido molido. De este modo, se
evidencian las fuerzas que deforman el cuerpo ya que, al no tener como referencia una
imagen f igurativa, más que puramente elementos pictóricos se realza la violencia de
la sensación. La sensación es violenta porque destruye nuestras seguridades como la
realidad.
Lucian Freud es considerado uno de los máximos artistas f igurativos dentro del arte
contemporáneo. Es un artista que, a pesar de ser totalmente opuesto a los informalis-
tas por tratar nuevamente el tema de la f igura, es de gran interés en mi proyecto por
tratar nuevamente el tema de la f igura, es de gran
interés en mi proyecto por su visión sobre el ser
humano y la pintura. Lucian fue un pintor que per-
teneció a la llamada Escuela de Londres. Me re-
sulta de gran interés su propuesta plástica no sólo
por su manera de ver y concebir al ser humano,
pues fue un artista que, aunque no trabajó con la
abstracción vivió la época de la Segunda Guerra
Mundial, que influenció gran parte de su obra. Su
aporte temático no es lo único relevante para este
proyecto, sino también su manera de pintar con co-
lores más apegados al natural, pero con pinceladas
yuxtapuestas y transiciones de color.
Lucian Freud no toma los cuerpos como objetos, pues muestran la vulnerabilidad
del cuerpo humano al representarlos sin ropa, es decir, presenta a un ser humano
desprotegido, desnudo, repitiéndose en numerosas escenas la representación de un
cuerpo sin ropa junto a uno vestido para que la carne luzca más expuesta de este modo.
Sus pinceladas rudas y angulosas reflejan en el rostro de sus modelos que la vida no
es armoniosa.
Al querer pintar la propia vida y la propia memoria a través de otras personas, nos
damos cuenta de que a pesar de que tenemos diferentes experiencias, éstas nos marcan
emocional y corporalmente: el hilo conductor que nos une es la condición humana, de
tal manera que llegamos a nosotros mismos en gran medida a través de otros.
Lucian Freud es el pintor del cuerpo, pinta el cuerpo real, el cuerpo verdadero, según
Vázquez, “No representa la perfección sobrenatural, ni siquiera la armonía de la natu-
raleza. No es la encarnación del ideal sino la carnalidad real”. Es decir, no se propone
copiar o representar el modelo, sino que sea el modelo mismo; Freud reflexiona y dice
que, para él, la pintura es la persona: “Busco que se module para mí como la propia
carne” (Godfrey, Deza Guil & Godfrey, 2010, p. 170).
Un ejemplo es And the Bridegroom donde la carne es el motivo básico, incluso la estan-
cia misma parece serlo: desde las sábanas hasta el suelo y la propia carne.
No hay que olvidar que Freud no busca que el retrato se parezca al original, pues la
pintura no tiene que ver con la copia: ya la fotograf ía reproduce con exactitud la rea-
lidad. No obstante, la pintura es más real que la fotograf ía al captar no sólo las cosas
visibles sino también las fuerzas invisibles del retratado. El cuadro manif iesta más que
el cuerpo percibido o fotograf iado.
Una aportación brillante a la pintura que propone Lucian Freud es dar un giro a la
idea de que el cuerpo es la cárcel del alma. En este caso el pintor propone el alma
como cárcel del cuerpo y a “los clichés, los prejuicios y costumbres los que cortan al
cuerpo” (Etchegaray, s/f, s/p). En otras palabras, las vivencias y experiencias perso-
nales que marcan o dejan huella se vuelven visibles a través de la carne, complemen-
tándose entre sí y haciendo visible lo invisible.
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CAPÍTULO 2: LA CIC ATRIZ EN LOS MUROS
DE ANTONI TÀPIES
1. Los muros de Antoni Tàpies como representación de la condición hu-
mana
Antoni Tàpies fue un pintor de origen catalán cuya obra se clasif ica dentro de la
pintura informal. Vivió durante el período de la Segunda Guerra Mundial, lo cual
def ine gran parte de su obra, ya que, a raíz de ello, comienza su interés por la mate-
21 ria, la tierra, el polvo y materiales que podrían denominarse extrapictóricos, al ser
ajenos a la pintura tradicional y academicista. Otro punto importante en el trabajo
de este artista es que percibe su obra como mágica y mística para poder transformar
nuestro interior.
Durante los años cincuenta y setenta, irá elaborando una serie de imágenes que pue-
den recordarnos fácilmente a los muros; a menudo son las mismas, pero con diferen-
tes signif icados y presentadas de distintas formas. También acoge temas considera-
dos desagradables o fetichistas, como axilas o pies.
La transición del pintor, desde la época cuando pertenecía al grupo Dau al Set al
período en que presenta la materia exaltada al máximo, se presentó de manera lenta
y progresiva, observando, en primer lugar, un abandono de la f iguración; en segun-
do lugar, un desarrollo del lenguaje abstracto con diversos procedimientos técnicos
( grattage, collage) y, en tercer lugar, (1953) la apoteosis matérica.
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23 Las pinturas matéricas forman parte importante de su obra, a decir de Petit, “Tàpies
cree que la noción de materia debe entenderse también desde la perspectiva del mis-
ticismo medieval como magia, mímesis y alquimia”. Puede entenderse en ese sentido
su deseo por transformar el interior del espectador a través de su obra, al ser temas
frecuentes en su trabajo la condición humana “la rueda de la vida y sobre todo el in-
soslayable problema del dolor encontrando traslación directa en su plástica, rotunda y
cargada a menudo de una dimensión trágica” (Antón, 2012, s/p). Él siempre ha refle-
jado en sus cuadros el paso del tiempo, las heridas y las cicatrices, en los objetos y en
la carne, busca no sólo mostrar el dolor y la herida corporal y espiritual, sino también
el tema de la sanación. Lo que Tàpies quiere provocar en el espectador es:
Algo que le haga dar un giro a su mente. Y esto se puede conseguir no des-
cribiendo otro mundo feliz, sino estimulando a que el mismo espectador
empiece a reflexionar sobre su propia naturaleza, sobre lo que somos. Es
buscar unos estímulos que provoquen esta función del cerebro humano de
buscar el camino hacia su propia naturaleza interna (s/a, 2011, s/p).
Durante el período de 1953 a 1957, encontramos diversas características que son apli-
cables a la mayoría de los cuadros desarrollados durante este lapso como son: pinturas
realizadas sobre lienzo; el empleo de mixtura (mezcla de pintura al óleo con polvo
de mármol) en la mayoría de los cuadros; una gama cromática en la que predominan
colores oscuros, con predilección por el gris en 1956; la yuxtaposición de zonas; una
lisa, generalmente monocromática y otra que constituye la materia; abstracción líri-
ca; composiciones rítmicas producidas por la aparición de mismos elementos: puntos,
líneas obtenidas por grattage y surcos entre otros; y el deseo de resaltar una determi-
nada zona del cuadro, que generalmente se desplaza hacia los ángulos de la pintura.
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Entre las pinturas que presentan una innovación se destaca El fuego interior (1953),
realizada en una gama cromática roja. Tápies utiliza el procedimiento de la mixtura
en esta obra, resaltando la calidad matérica, además de dejar la huella de los tejidos
de la materia aún fresca, provocando un contraste de texturas en diferentes zonas, las
cuales se ven lisas en comparación con otras que mantienen un relieve más marcado.
Una gran riqueza de texturas acompaña a los contrastes de tonos y matices,
pero suele reinar en cada obra un color, utilizado como factor de unif ica-
ción y a la vez como expresión espontánea más directa (Cirlot, Tàpies, &
Cirlot, 2000, p.30).
En este período, comienza a utilizar la textura de objetos para producir huellas de for-
mas, superposiciones de óleo y barniz para lograr diferentes efectos de tonalidades y
calidades, además presenta una tendencia al esgraf iado con lo cual aparecen los surcos
que son resaltados y poseen una mayor intensidad a la línea marcada con pincel.
Aún en Pintura amb creu vermella se pueden observar intentos más audaces por evi-
denciar la materia, aunque todavía por medio de la mixtura y el grattage, así como
algunas zonas pintadas por medio de pincel.
En ocasiones emplea el óleo para pintar sobre la densidad de la obra signos trazados a 26
pincel, obteniendo cuadros cuyas texturas “recuerdan calidades de pergamino, de ma-
dera vieja, de muros corroídos por el tiempo y la erosión, fango endurecido e incluso
la rugosa piel de los paquidermos” (Cirlot, Tàpies, & Cirlot, 2000, p.39). En cuanto a
los espacios nebulosos, producen una sensación de vacío al ser abiertos y dinámicos,
la gama cromática suele ser monocroma donde predominan los grises y los ocres con
algunos toques de colores vivos como el rojo sangre; también suelen haber sutiles ra-
yados que semejan briznas secas, además de que el grattage “en sí mismo corresponde
al rasguño real en la carne, como herida espiritual” (Cirlot, Tàpies, & Cirlot, 2000,
p.107).
Es importante recalcar que ante la ausencia de f iguración los elementos de los que se
apoya para la construcción de alguna pieza son: la elección de cierta gama cromática
y la incisión y huella como métodos de trabajo, convirtiendo la composición en un
plano topográf ico en relieve “ya que las superf icies materiales resultan aptas para
reflejar las vibraciones de lo emocional” (Cirlot, Tàpies, & Cirlot, 2000, p.67). Al
respecto, el mismo artista comenta que las imágenes que selecciona antes de construir
una pieza pictórica procura tengan el máximo de ambigüedad para obtener el máximo
de expresividad.
Los hallazgos que hay que resaltar en la téc-
nica de Tàpies durante el año de 1957 son:
los amplios espacios que provocan la sensa-
ción de vacío constituyendo toda la compo-
sición del cuadro y el juego de densidades
matéricas contrastadas en toda la estructura
de la pintura.
De 1960 a 1963 las pinturas son realizadas sobre lienzo, cartón y madera, utilizando
diversas técnicas como la ya mencionada mixtura, encolado de tela y papel, collage y
decollage; sin embargo, su exploración sobre la destrucción de la superf icie culmina
con obras con composiciones de espacio cerrado y empastes matéricos distribuidos en
forma de líneas rectas agregando huellas simétricas que apenas se perciben.
Antoni comenta que el muro es una imagen que encontró casi por casualidad, al en-
frentarse al lienzo por largas sesiones y llenarlo de gran material plástico y de araña-
zos se encontró con que había creado un muro, el cual se relacionaba con su nombre;
además de que la pared cuenta con un signif icado en sí misma, también lo tienen los
signos que añade sobre ellas como cruces, asteriscos, letras y números entre otros,
elementos que tienen una signif icación en el mundo del artista, evocando temas como
la soledad, muerte o sexualidad. En cuanto a las letras A y T hacen referencia a su
nombre (Antoni) y al de su pareja (Teresa), la X representa el misterio, la incógnita
o se expresa como forma de tachar algo. También existen cicatrices que no necesa-
riamente son heridas, como las de nacimiento. En este caso la M y la S se asocian a la
muerte porque todos tenemos dibujadas líneas similares a estas letras en la mano y en
el pie respectivamente.
Una pieza destacada donde se compila gran parte de lo que se menciona anteriormente
es Gran pintura grissa III , realizada también con mixtura, observamos una reducción
cromática, en donde utiliza a lo sumo dos colores: un gris oscuro que se encuentra en
la parte central e inferior del cuadro, un gris más claro que representa la letra M y dos
tonalidades de blanco, uno más sucio a los costados presentados de manera vertical y
otro más puro con el cual traza la letra x, un punto y una curva en la parte inferior.
Las zonas de la obra están trabajadas con distintas calidades texturales, siendo los
bordes planos lisos y la parte central e inferior resaltada por textura. De igual mane-
ra, la M que se vislumbra en la parte de abajo está más enfatizada por la calidad tex-
tural y cromática, pues es de un gris más claro que el fondo. La X, el punto y la curva
trazados al lado de la M, son acentuados por el blanco casi puro.
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La imagen de Tàpies casi nunca es inducida desde el método, sino que sur-
ge en su imaginación como resultado de un proceso de simbolización de
estados anímicos, esto es, como necesidad de espacializar contenidos que
permanecerían irredentos de no existir esa vía hacia la plasmación (Cirlot,
Tàpies, & Cirlot, 2000, p.57).
El muro como se mencionaba anteriormente, presenta diversos signif icados que deri-
van de sus diferentes cualidades. En la cultura egipcia es un signo que expresa la idea
de elevación sobre el sentido común.
Otro elemento importante y distintivo del pintor es el color y la signif icación que les
asigna. Generalmente trabaja siempre en una gama cromática de fríos, terrosos, como
el ocre, marrón, gris, beige o negro. Los colores primarios eran característicos de una
generación anterior a él y siempre estaba rodeado de la publicidad, lo cual lo llevó a
buscar colores más interiorizados, que podían ser ligados a nuestro mundo interior.
Los colores grises y marrones son más interiores en opinión del artista y están rela-
cionados con la f ilosof ía.
31 A pesar de que se mantenga dentro de esta gama cromática en la mayor parte de sus
pinturas, los colores van variando dependiendo del período al que se ref iera. La ma-
yoría de los colores que utiliza en sus cuadros de la época de 1955 a 1957 suelen ser
neutros, predominando los grises, aunque a veces incluya castaños y beiges. El blanco
puro aparece muy pocas veces y el negro es utilizado para resaltar contornos y de-
terminados elementos matéricos, principalmente. De 1958 a 1959, utiliza más colores
que en la época anterior, aunque sigue utilizando neutros, hay piezas pintadas en ocre,
rojizos, rosas y azules. No obstante, en su período de 1960 a 1963 aunque la paleta de
color es amplia, existe un predominio de los neutros (blanco y negro) y del marrón
en diversidad cromática. Es importante recalcar que el uso de estos colores potencia
el valor de la materia.
A través de elementos formales como la mancha, empastes y color dota de signif icado
espiritual sus cuadros. La mancha por sí sola es un simbolismo del paso del tiempo,
las incisiones, rasguños o marcas se representan a sí mismas como cicatrices “Tàpies
siempre ha reflejado en sus cuadros el paso del tiempo, las heridas, las cicatrices en
los objetos y en la carne” (Massot, 2008, s/p).
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La razón por la cual los muros de Antoni son de interés para este proyecto es por su
manera de abordar la grieta o cicatriz. El muro o pared ofrecen diversas sugerencias
como cárcel, testimonio del tiempo o enclaustramiento presentándose como parale-
lismo de la condición humana. Los hechos o emociones, señales de huellas humanas,
invisibles a los ojos se vuelven visibles a través del rastro o la marca.
Importa por la relación que establece entre la temporalidad del cuerpo y la materia de-
bido a la técnica que utiliza. El artista empleaba técnicas que mezclaban los pigmentos
33 tradicionales del arte con materiales innovadores como látex, blanco de España; útiles
como la espátula o las manos. Cuando estaba casi seco hacía un grattage con tela de
arpillera, y cuando estaba casi adherida la retiraba dejando tras de sí marcas, relieve,
con zonas rasgadas o arañadas que contrastan con las distintas densidades de la mate-
ria que se encuentran en otras zonas del cuadro. Finalmente, hacía un nuevo grattage
con diversos útiles (como el pincel, un cuchillo, tijeras) y agregaba signos como po-
dían ser letras o números entre otros o manchas aplicadas mediante el dripping. No le
gustaba agregar elementos de f ijación por lo que daba como resultado obras ef ímeras
y que se degradaban rápidamente incorporando de esta manera la idea del paso del
tiempo, el accidente, la textura y la naturaleza. Dejando claro que la obra tiene una
memoria en sí misma como el cuerpo, y que, a su vez, se regenera.
CAPÍTULO 3: LA PIEL COMO PRETEXTO
DE MI PROCESO CRE ATIVO EN LA
PINTURA. HERIDAS Y CIC ATRICES COMO
REGISTRO CORPORAL DE NUESTRA
EXISTENCIA
ESTHER SELIGSON
Los eventos que suceden en la vida y nos marcan, no sólo ocurren de manera corporal
sino también de manera espiritual, y es una lesión que deja huella para siempre en la
vida de cada individuo, aunque el factor sanación esté presente; la cicatriz es un re-
cuerdo de nuestra existencia.
Esther Seligson, escritora y poeta mexicana del siglo XX , nos propone que se
tiende a suponer que las cicatrices son sólo el rastro de una herida y nada más, que
se re- solverá cuando la piel cierre o la mente olvide, pero muchas veces ignoramos
que la cicatriz puede mostrar la huella y la memoria de cada lugar, objeto vivo o
inanimado. La cicatriz es un ente autónomo y recuerda por sí misma. También nos ref
iere que hay dos modos de ver, lo que vemos con los ojos como órganos, y la mirada
del alma, que
ve lo intangible. Ref iriéndose a las cicatrices corporales, que son las que recuerda el
cuerpo y a las invisibles correspondientes a las experiencias de cada individuo que nos
marcan y son las que recuerda la memoria. En el presente proyecto busco materializar
este último tipo de cicatriz a través de la pintura, utilizando la piel como pretexto.
Las cicatrices están latentes en nosotros. Aunque a veces no las veamos, permanecen
ahí silenciosas y cuando ocurre un suceso que las saca a relucir es cuando nos damos
cuenta con mayor lucidez de su presencia. Son una huella que dejan los eventos (f ísi-
cos o psíquicos) que han tenido paso sobre nosotros y que de alguna manera también
marcan nuestra vida, pues jamás se borran, permanecen ahí como una evidencia de que
algún suceso aconteció y de que toda decisión que tomamos en nuestras vidas tiene
una consecuencia que para bien o para mal, por más pequeña que sea, influye en el
rumbo de nuestras vidas. La escritora comenta al respecto:
Siempre me ha interesado el tema de las emociones, así como el mundo interno de mis
semejantes, el preguntarme qué piensan y qué motiva su estado anímico. Las emocio-
nes son algo que tenemos en común todos los seres humanos y se potencian a través de
los grandes temas que atañen al humano como la enfermedad, el dolor, la muerte, el
vivir, etc., y que nos unen entre nosotros a través de la condición humana. Son estas
las razones que me llevaron a cuestionarme como podía representar en la pintura tales
temas: el cómo influyen las emociones en nuestra especie y no sólo eso, sino el cómo
se evidencian corporalmente. ¿Cómo materializar temas que nos unen como huma-
nidad? Es esta interrogante la que motiva mi búsqueda en la creación pictórica. Hay
varios artistas que atrajeron principalmente mi atención con soluciones muy distintas
entre sí; desde artistas f igurativos como Egon Schiele y Lucian Freud, hasta informa-
listas como Antoni Tàpies y Jean Fautrier. Todos ellos renunciaron al concepto estéti-
ca al optar por una belleza que se obtiene a través de la armonía que los colores tienen
entre sí y por una búsqueda propiamente pictórica, sin dejar de lado las inquietudes
que motivan su trabajo plástico.
Aunque mi trabajo plástico es influenciado por tales artistas, siempre está presente la
relación piel/lienzo. La razón por la que realizo tal paralelismo, además de ser resul-
tado de las influencias plásticas anteriormente descritas, que junto con mis experien-
cias sensoriales y de vida, derivan en la interrogante de cómo expresar a través de la
pintura no sólo el poder de las emociones en las personas, sino también el encontrar
una forma de evidenciarlas corporalmente, de una manera honesta y sobre todo pictó-
rica, que me permita conocer más a fondo la pintura. No obstante, fue mi experiencia
con la pintura misma, junto con estas inquietudes acechándome constantemente las
que conjuntamente me llevaron a desarrollar de tal manera el tema. Comencé con un
paralelismo árbol/ser humano, tomando como referencia las posturas arbóreas que
adoptan los modelos de Schiele, que relaciona los efectos del dolor con el cuerpo.
Por medio de una interpretación de las lesiones busco potenciar ese valor de la herida
y, sobre todo, de la cicatriz, en tanto símbolo, tal como una manifestación de hacer
patente el dolor y a modo de presentar al individuo social que vive, siente placer y
dolor. Por otro lado, pictóricamente me interesa la riqueza visual que aporta (color,
textura, forma), así como una razón para ahondar en las capas más profundas de mi yo.
Dichas capas las represento con transparencias y capas de color sobre capas de color,
que a su vez conforman el concepto de piel, destacando la pintura y la temática dermis
como un medio de búsqueda de conocimiento. Cabe puntualizar que, aunque existan
artistas como los del Body art, por ejemplo, que se enfocan en un arte en pro de la
muerte y valoran más la herida, mi trabajo sienta sus raíces más bien en la cicatriz, al
ser no sólo un rastro de dolor, sino más bien de sanación. Aunque haya piezas en las
que se presenta la herida o laceración.
Por tal motivo, en el proyecto es importante el tema de la enfermedad como una expe-
riencia de la cual se puede reflexionar para traspasar ciertas sensaciones a la pintura,
pero, sobre todo, concibo a la pintura misma como un campo de batalla en el cual a
veces se gana y a veces se pierde, pero todo ese proceso forma parte de aprender de
ella; y ésta se va enriqueciendo con experiencias y vivencias, considerando como una
fuente de creación y creatividad la enfermedad, pues es en ese momento cuando el
individuo se siente más vulnerable y frágil; además es una condición que nos une más
como especie al ser algo que todos conocemos o hemos experimentado alguna vez; sin
embargo, aunque la enfermedad es importante en mi proceso creativo, y más adelante
hablaré de ello, entra en juego otro factor que considero muy importante: la sanación,
es decir, el proceso de recuperación y de materialización de las ideas en la pintura
después de esta sensibilización que se da a partir de la experiencia de estar enfermo.
Relaciono este campo de experiencias que nos une a todos con la condición humana.
En mi trabajo, es importante la presencia de la enfermedad, puesto que es uno de los
estados del ser humano que percibimos con más fuerza cuando se presenta. Las emo-
ciones se potencian y nos permiten reflexionar más sobre la vida.
40
María Dolores Gómez, Huellas
corporales, 2015, óleo y encausto
sobre madera, 25x20cm.
Nuestras vivencias corporales como el peso o la profundidad cuando tocamos las co-
sas y distinguimos diferentes relieves, texturas y profundidades del objeto podemos
identif icarlo por medio de la mirada precisamente porque ya tenemos ese conocimien-
to previo. En mi trabajo trato de hacer más evidente lo táctil en el dibujo a través del
rastro que deja el material tras la incisión, así como plasmar la textura en el lienzo,
utilizando la imprimatura del soporte para dar relieve y textura a la pintura que re-
presenta la piel.
El dibujo como representación marca el intento más radical del ser huma-
no por vencer la necesidad de los acontecimientos, en el deseo de volver a
hacer presente por medio de la imagen la idea que tenemos de ella misma.
Aprehendiendo al objeto, de un modo obsesivo, para tratar de comprender
nuestro ser y las relaciones que mantiene con el entorno a través de las
cosas. Aprehensión intuitiva, conceptualizada o ideal, por medio de la cual
lo concreto y lo diverso es pensado bajo una forma categorial (Gómez &
Barbero, 1999, p.23).
41 Concibo por las líneas que posee la piel, sus surcos y el movimiento que tiene cada
una de ellas como valores plásticos y expresivos, razón por la cual resalto la textura
de la piel. Ya sean las líneas de las palmas o las
marañas que presenta el dorso de la mano. Para
tal procedimiento, aplico la media creta fría
(coagulada, al tener un porcentaje de cartíla-
go) que por sí misma aporta una textura, reali-
zo grattage para obtener un efecto de relieve;
sobre ella comienzo a trabajar rápidamente el
dibujo, los accidentes que ocurren como gru-
mos o grietas, son aprovechados para aportar
una mayor riqueza visual.
María Dolores Gómez, proceso de chando los accidentes para enfatizar la materia
Neurodermatitis. y hacer más evidente el uso de esta técnica.
Si bien, los colores son variados, presentan una reducción cromática de colores pardos
con algunos tonos rosados. Con una transparencia verdosa para destacar los colores
cálidos. Otro ejemplo, aunque con diferente tratamiento, es Neurodermatitis , pieza
que resalta las propiedades matéricas y accidentales de la imprimatura por las distin-
tas texturas que se observan, no obstante, el dolor se presenta por medio de la aspe-
reza textural, resaltando una determinada zona del cuadro, desplazada hacia la zona
lateral izquierda de la pintura, además de contrastar el color por medio del rojo y de
los rosas para resaltar dicha textura, y como una signif icación que asocio personal-
mente al dolor, a la sangre y al malestar f ísico.
42
Para aportar una mayor riqueza al valor de lo táctil, no sólo aprovecho la materialidad
de la imprimatura; también utilizo encausto, óleo y mixtura (obtenida de la combina-
ción del óleo con polvo de mármol) para provocar mayor densidad material y visual
que provoque la sensación de piel, aunque en algunos casos como en Laceración , He-
matoma y Piel joven utilizo, en su mayoría, el óleo en delgadas capas a manera de ex-
plorar el valor de la mancha y el color, lo etéreo y nebuloso, más que lo textural (sin
dejar de lado mi interés por la materia). En dichos cuadros, contrasto colores con un
alto porcentaje de blanco con puros aplicados por medio de transparencias o una capa
de pincel seco (Laceración ) para potenciar el color. En cuanto a las transparencias que
se aplican sobre la pintura ya seca, se utiliza como recurso para aportar una mayor
riqueza visual y en algunos casos para otorgar ese efecto de materia fósil al igual que
en la pintura de Antoni Tàpies, donde es frecuente y simboliza el paso del tiempo en
su trabajo, enfatizándolo a través de obras que cobran vida por sí mismas al no aplicar
ningún componente que permita la conservación de la pintura, sino que van mutan-
do, pereciendo, e incluso llegan a degradarse con el paso del tiempo para marcar esa
temporalidad.
43
María Dolores Gómez, Laceración,
2015, óleo y encausto
sobre madera, 25x20cm.
De esta manera, una cicatriz es la señal que queda en los tejidos orgánicos después de
curada una herida o llaga, tal como los rastros que producen en el dibujo las cerdas 44
del pincel cargadas de pintura sobre ella misma. Retomo el soporte como símil del
cuerpo y todo lo que ocurre en él como las cicatrices; además planteo a las cicatrices
como todo tipo de decisiones que tomamos y tienen una consecuencia, con sufrimien-
tos y/o vivencias reflejados de manera corporal, es decir:
La marca, como sello, signo o señal, tiene relación con el tatuaje, máxima-
mente si es corporal […] Tales marcas pueden tener un signif icado oca-
sional derivado de una circunstancia (luto, rito de iniciación, etc.) pero su
sentido más profundo las emparenta con las cicatrices, como huella de los
dientes del espíritu (Cirlot,1997, p. 306).
Es ver al cuerpo como un registro de todas las experiencias vividas. De la misma ma-
nera, se ve al lienzo como objeto de exploración de experiencias personales por medio
de un proceso creativo compuesto de elementos que permitan dar la sensación de una
dermis cargada de signif icantes que me interesan, tales como el dolor, la soledad,
la muerte, la vida, la enfermedad y el paso del tiempo: fenómenos que ocurren en el
cuerpo humano, pero que, al mismo tiempo, llevan hacia el camino de la sanación,
provocando algo
que le haga dar un giro a la mente del espectador. Y esto se puede conseguir
no describiendo otro mundo feliz, sino estimulando a que el mismo espec-
tador empiece a reflexionar sobre su propia naturaleza, sobre lo que somos.
Es buscar unos estímulos que provoquen esta función del cerebro humano
de buscar el camino hacia su propia naturaleza interna (s/a, 2011, s/p).
Como exponía Deleuze, al pintar busco que dichas fuerzas estén dirigidas al cerebro,
al proponer una temática f igurativa ( piel) pero resuelta de manera abstracta, querien-
do hacer visible lo que no se puede ver y, por otro lado, resuelto plásticamente por
medio de líneas, puntos, esgraf iados y colores que “destila las formas sensibles en
formas puras” (Honorato, 2010, pp. 272-283).
46
María Dolores Gómez, Herida en María Dolores Gómez, Cartografía
rojo, 2013, óleo y encausto humana, 2015, óleo y encausto
sobre madera, 25x20cm., sobre madera, 38x32cm.
colección privada.
Cartografía humana está inspirada en la artista Ariana Page Russell, quien vincula
su condición ( padece dermatograf ía) con el arte. Las marcas que registra sobre su
cuerpo no son dolorosas, con ellas crea composiciones libres, pero con un patrón
repetitivo, como si de un tapiz humano se tratase. En Cartograf ía humana resalto la
composición; si bien es libre, es también rígida por las tensiones que presenta el cua-
dro inclinándose incluso a lo geométrico, aprovechando accidentes como manchas que
aparentan lunares.
Las siguientes piezas muestran una estructura más desenvueltas como en Cicatriz vio-
lácea que ejemplif ica un esquema composicional libre retomado de los informalistas
matéricos y surcado por abultadas líneas de encausto para simular las venas y la cica-
triz en la parte superior del bastidor. La gama cromática es amplia: utilizando trans-
parencias anaranjadas sobre el azul de las venas, existe una pequeña zona en la parte
abultada de color violáceo, resaltada con leves rasguños para enfatizar la sensación
de cicatrización.
En cuanto a los formatos más grandes que manejo, fue un suceso que ocurrió de mane-
ra paulatina debido a las mismas exigencias de la pintura, puesto que la concibo como
una lucha incierta en un campo de batalla (lienzo en blanco) que se libra con la ma-
terialidad de la misma, donde no importa el resultado visual sino el proceso creativo
realizado con la diversidad de técnicas utilizadas que nos revelan diferentes sensacio-
nes, concibiéndome al mismo tiempo como un ser creador.
Def iní como sensación lo que se transmite directamente evitando contar una historia,
dejando de lado lo narrativo y queriendo, a su vez, provocar una determinada viven-
cia a través del “cuerpo, hilo conductor […] que también es materia, pero materia en
encuentro con el espíritu, que el espectador recoge a su vez para proyectarse él mismo
intelectual y emocionalmente también” (Gracia, s/f, s/p). 48
Apoyándome en el dibujo, propongo líneas y poros que se encuentran en la piel por
medio del rastro que deja la imprimatura del lienzo. Hago a su vez una similitud entre
rasguño-rastro de la imprimatura y soporte-piel. Empleo elementos plásticos como
líneas, puntos, rayados; el color aporta una signif icación propia y sensaciones, así
mismo lo relaciono directamente con las emociones.
Goethe ya había hablado de una acción sensible y moral del color, soste-
niendo que el color ejerce una acción, en particular sobre el sentido de la
vista. Kandinsky también admitió que existe una conexión profunda entre
color y sentimiento (Pinotti, 2011c, p.108).
El proyecto adhiere distintas signif icaciones a los distintos colores escogidos: como
el rojo que está asociado a la sangre y al dolor; los rosados, amarillentos, marrones y
naranjas, a la quietud y bienestar, al ser la cromática base de los colores de la piel; los
violáceos y verdosos, a la sanación.
Respecto al color, noté que varios cuadros tenían colores similares, llegando a pensar
que, aunque los trataba de manera distinta podían llegar a parecer aburridos o caer en
una fórmula pictórica. Después me di cuenta que no se trataba de tal cosa, sino de mi
inconsciente que pintaba el color de mi piel una y otra vez y que acudía de manera re-
currente a mis cicatrices, aunque el propósito no es que se sepa que son mías, pues me
interesa que el tema se conserve como universal, aunque parto de la experiencia per-
sonal. Es por ello, que, aunque menos frecuente, también se pueden observar distintas
piezas con colores de piel más obscuros, pintando y recurriendo en algunas ocasiones
a las cicatrices de gente cercana a mí, pero con distintos tonos de piel. No obstante, se
presenta como constante la predilección como tema y color, por la palma de mi mano,
pues es en ella donde simbólicamente se encuentran las líneas que nos def inen como
seres únicos, y por la textura que presenta, relaciono personalmente las líneas de la
mano con las huellas del nacimiento. Ahora bien, ¿por qué considerar estas huellas
como cicatrices desde el punto de vista pictórico? La respuesta es que, aunque visual-
mente se obtenga la palma de la mano, hiero la materia al diseccionarla con una punta
seca o alguna herramienta punzocortante; eso pictóricamente es lacerar, mientras que,
al aplicar capas de óleo o encausto, se da la sensación de sanación que provoco al de-
positar la pintura con el pincel.
50
OBRA. LA CICATRIZ COMO MOTIVO
PICTÓ RICO DE LA CONDICIÓ N HUMANA.
LA PINTURA, HERIDA CORPORAL Y
ESPIRITUAL
51
María Dolores Gómez, Piel joven, 2014, óleo sobre madera, 25x20cm.
63
María Dolores Gómez, Laceraciones y cicatrices en piel oscura, 2013, óleo y encausto
sobre madera, 38x32cm.
69
María Dolores Gómez, Cicatrices nuevas sobre piel oscura, 2015, óleo y mixtura
sobre madera, 25x20cm.
74
Por ello, para mí es sumamente importante el proceso creativo y todo el contexto que
hay detrás de la creación de un cuadro más que el resultado visual o valor estético que
se obtenga. Trataba de llevar estas experiencias sensitivas de mi vida y a la pintura y
viceversa, de la manera más coherente posible, a veces de una manera obsesiva. Este
aprendizaje se reflejaba en mi vida diaria, cuando era insegura de dar una pincelada
lo era también al tomar decisiones en mi cotidianidad. Si era más decidida en la cons-
trucción de mis cuadros también se reflejaba en mi manera de ver la vida. Por ello
trataba de transmitir toda experiencia sensorial en la pintura (auditiva, visual, táctil,
olfativa) procurando reflejar en la pintura mis sensaciones.
Por tratarse de un momento dif ícil de mi vida suelen abundar las “pieles” con cicatri-
ces o laceraciones donde las heridas son una representación del dolor o de la herida
emocional y las cicatrices un obstáculo superado. No pretendo que se vea a las lace-
raciones sólo como dolor o algo negativo, sino como un obstáculo que nos llevará a
un proceso en el cual nos cuestionaremos, aprenderemos y obtendremos experiencia
de él. Es por eso que ligo mucho mis experiencias personales con mi pintura, tratando
de ser lo más sincera y coherente posible en mi propuesta, sin tener alguna preten-
sión; simplemente amo pintar y es ese amor el que me hace ligar mis experiencias con
la pintura para aportar valores espirituales y formales a mi trabajo, siendo de gran
importancia los artistas que pintan abstracción o f igura. De ellos interpreto una nue-
va relación entre lo interior y lo formal en la pintura, despertando ese interés por la
materia y el tiempo, embadurnando densas capas de pintura y el dibujo interpretado
como un gesto o caligraf ía inconsciente. De tal manera que mi propuesta no la con-
cibo como un abstraccionismo puro, pues realmente sí me inspiro en la realidad, que
es la piel, pero le atribuyo valores que son para mí importantes, como la sanación, el
existir, la vida y el dolor, que no podemos ver. Fue de gran ayuda para concretar mi
proyecto investigar los procesos creativos de cada artista para crearme una postura
coherente al relacionar mi vida y el acto creador.
Estar envuelta en este proyecto durante un largo tiempo me permitió comprender me-
83 jor la pintura y al mundo o la vida, a partir de una postura. Me ayudó a valorizar y
aprovechar con más conciencia las bondades que ofrecen los distintos materiales uti-
lizados para este proyecto y a potenciarlos pictóricamente, pero, sobre todo, a pensar
más en la pintura y en sus necesidades, sin dejar de lado mis intereses o experiencias
personales que forman parte de un proceso creativo y que la enriquecen; además de
darle su valor adecuado al tema, es decir, que éste no pese más que la pintura misma,
como en algunas ocasiones me sucedió a lo largo de este recorrido.
También que, a lo largo del recorrido en este camino del arte, en algunos momentos
me sentí frustrada porque algunas piezas no tenían suf iciente fuerza o coherencia; sin
embargo, esta investigación me ayudó a comprender que no hay errores en el proceso
creativo, sino aprendizaje; es decir, que si hay un elemento que no funciona muy bien
pictóricamente, no debe ser tomado como una equivocación, pues dicho “error” mar-
cará el camino para corregirlo.
El desarrollar este proyecto me dejó varias enseñanzas, las cuales marcan la pauta
para crearme una postura más coherente hacia la pintura con respecto a un tema, la
manera de ver la pintura y la vida, la cual abre puertas hacia futuros proyectos, pro-
bablemente relacionados con este extraordinario tema que me interesa: la condición o
la f igura humana.
Apéndice: generalidades de la pintura informalista y breve
exordio sobre pintura informal catalana
Generalidades de la pintura informalista
La gestualidad, ya sea de manera consciente o inconsciente, es en gran medida prota-
gonista del informalismo y queda plasmada en el espacio o en los objetos. Este recurso,
como signo creador, permanece en el soporte matérico; por ende, también es llamado
estética matérica. El mensaje que comunica esta materia puede ser el de la sensación
que provoca por sí mismo el material o el rastro plasmado por el sujeto, lo que pro-
voca una evocación emocional producida por las manchas de pintura, la textura o los
objetos en sí mismos, que llevan dentro de sí una carga conceptual y social. Debido a
este nuevo concepto de arte, que recae en la gestualidad y en la destructividad furiosa
y casi instintiva, se deriva la vinculación del arte informal con la existencia.
También se añadieron manifestaciones plásticas llevadas a cabo por personas sin nin-
guna preparación artística, siguiendo solamente impulsos y utilizando cualquier ma-
terial o soporte. Esta acción fue descrita por Jean Dubuffet como arte bruto.
Entre las tendencias que pref iguran la pintura informal (incorporando a su vez en és-
tas otras subtendencias) se encuentran: la pintura matérica, la pintura sígnico-gestual 84
y la pintura espacialista.
Sígnico: Esta corriente hace del signo el protagonista del cuadro. La pintura sígnica
es un intermedio entre la pintura gestual y la color-f ield painting o campos de color;
es similar al action painting por su gestualidad y libertad con la que se dota al signo.
La velocidad de ejecución es primordial para la espontaneidad intuitiva. No obstante,
el cuadro también está ordenado mediante zonas cromáticas controladas recordando a
la técnica utilizada en los campos de color.
Jackson Pollock, Wols, Georges Mathieu y Hans Hartung son los principales exponen-
tes de la pintura sígnico- gestual.
Finalmente, la última tendencia que forma parte del informalismo es la pintura espa-
85 cial, también es denominada como color f ield o campos de color, como se conoce en
Estados Unidos. Ésta se caracteriza por tener como principal interés el espacio. So-
mete a la materia a cortes y agujeros con lo cual logra una nueva concepción espacial.
Otra manera de obtener la espacialidad es por medio de capas de color sobre grandes
lienzos con la utilización de un máximo de dos o tres colores. Los principales pintores
de esta subtendencia son Lucio Fontana y Mark Rothko.
Los pintores que formaron este grupo eran cuatro: Joan Josep Tharrats, Antoni
Tàpies, Modest Cuixart y Joan Ponc.
Ellos se dieron cuenta de que ya no se podía continuar con ningún realismo, puesto
que la imagen trabajada académicamente no podía expresar ni representar la angustia
de un existir. Como dato, sin contribuir en el informalismo catalán, pero temporal- 86
mente simultáneo, existía el grupo Cobra (Copenhague-Bruselas-Ámsterdam).
Paulatinamente y debido a las aportaciones del grupo Dau al Set fue madurando esta
nueva estética hasta concretarse en lo que conocemos como el movimiento informalis-
ta y, a la cual, a su vez, se fueron adhiriendo más artistas. Todos mantenían un distan-
ciamiento respecto a lo establecido o a la pintura académica; por medio de la acción
gestual alcanzaban la liberación expresiva.
Cataluña se convirtió en un lugar muy rico desde el punto de vista plástico, por eso
vale la pena repasar cómo se dio cada una de las directrices en la pintura catalana.
Si bien, aunque la pintura informal presenta tres tendencias pictóricas, en Barcelona
encontramos cuatro: pintura matérica, pintura sígnico gestual, pintura tachista y pin-
tura espacialista.
Pintura del Signo-gesto: el sentido de la obra gestual es el gesto como lo vital. Entre
sus elementos formales se encuentran los espacios abiertos y dinámicos; nunca hay
quietud, siempre existe la idea de movimiento; las pinceladas son dinámicas y a veces
dan la impresión de estar inacabadas; la idea de movimiento se resalta por la cantidad
de zonas direccionales y por cambios de color. la composición generalmente es resuel-
ta de un modo libre dejándose llevar por el automatismo psíquico utilizando colores
neutros, pardos y castaños principalmente, resuelto de manera mono o bicromática
sobre la tabla, el lienzo o cartulina. La técnica que utilizan se caracteriza por el uso de
distintos tipos de pintura, habiendo una predilección por el óleo. A veces se utiliza el
látex y la pintura mezclada con yeso; también existen procedimientos para resaltar la
textura como el dripping y el grattage, utilizados de manera discreta, siendo el pincel
y la espátula los medios más comunes para extender la pintura. Se utiliza la espátu-
la para los fondos extensos y el pincel para los gestos. Los artistas catalanes que se
desempeñaron en la tendencia del signo-gesto fueron: Eduard Alcoy, Joan Hernández
Pijuan y Román Vallés.
Pintura tachista
Como lo dice su nombre, potencia la expresión de la mancha. Los colores intentan
expresar el estado anímico del artista sin tomar en cuenta el tema de la obra. Presenta
una abstracción lírica, marcada gestualidad, signos abstractos que recuerdan a las ca-
ligraf ías, especialmente a la japonesa, la cual simboliza la espiritualidad; emplea man-
chas o borrones, hay libertad en la composición, limitación del color, llegando a ser
algunas obras monocromáticas; no se planif ica el cuadro ni se reflexiona previamente
y muchos provienen directamente del tubo de pintura.
En este tipo de pintura que casi no proliferó en Barcelona, se encuentran espacios di- 88
námicos y abiertos, siendo la mancha vehículo de la sensación de movimiento y siendo
la forma y sus distintas cualidades de éste las que dictan el esquema compositivo. A
diferencia de los otros tipos de pintura barcelonesa, la pintura tachista presenta una
gama cromática muy rica en la cual aparecen todos los colores, sin excepción; no obs-
tante, llega un momento en el cual sólo se utilizan neutros con soluciones monocro-
máticas o bicromáticas. Hay mezcla del óleo con medios acuosos, aguados y pintura
sintética. Muchas veces se imprimen texturas sobre la pintura, dependiendo del mate-
rial que presione, pero haciendo énfasis en la mancha más que en la cualidad textural.
Los soportes utilizados son el lienzo, el papel duro y la cartulina. Sólo dos artistas
se desempeñaron en esta subtendencia pictórica: August Puig y Joan Josep Tharrats.
Pintura espacial: A este tipo de pintores no les basta con plasmar las tres dimensio-
nes, buscan otro tipo de espacialidad que requiere de la unidad, como el inf inito. Por
tal razón, sus obras presentan espacios dinámicos o algunas en las que se observa un
equilibrio por la dupla estático-dinámico.
Las composiciones son de tipos muy variados, como los constituidos por manchas de
color que están formados por ritmos y por la aparición de elementos y composiciones
de tipo libre; se utilizan diversos colores, aunque se pref ieren las soluciones mono,
bi o tricromáticas. En ocasiones se presenta la perspectiva cromática por medio de la
manipulación de pintura al óleo, pintura sintética, pintura disuelta en agua, en agua-
rrás, pigmentos naturales mezclados con látex y barnices. Se utiliza el grattage de una
manera discreta o intensa hasta crear surcos y se ve también la presencia del collage
para hacer énfasis en los efectos de dinamismo o para sustituir parcialmente el campo
pictórico. Los soportes solicitados para este tipo de pintura son el lienzo, la tabla y di-
versos papeles. Los pintores espacialistas son cinco: Agustín Español Viñas, Joaquim
Llucià, Carles Planell, Albert Ràfols Casamada y Francisco Valbuena.
89
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