Hasta lo que he entendido el objeto de la teología es la revelación divina y el
sujeto, el hombre.
El estudio de la revelación, en términos racionales, obedece principalmente, según
la lectura del curso, a la necesidad de dar una respuesta a los impíos que cuestionan la existencia de Dios y la concepción misma de la revelación divina. No obstante, me queda la interrogante sobre si el individuo tendría necesidad de realizar este ejercicio racional para encontrar o reafirmar también su propia fe.
En algunos casos, he escuchado y leído que la duda es admisible en el creyente,
pues se relaciona con un impulso natural propio de su condición como ser racional, sin embargo, esa oscuridad que podría representar la razón -asociada inevitablemente al ego- se plantea en muchos casos, como una etapa que debe de ser superada para que el individuo alcance la luz de la fe, lo que constituye su propia salvación. La fe, en este sentido, surge en los seres humanos como una necesidad de trascender su razón, trascenderse a sí mismos, y de establecer un vínculo con lo sagrado.
La aproximación al estudio de la revelación divina de la misma manera podría
responder a esa necesidad íntima espiritual que a su vez demanda cierto grado de apertura, primera condición, según la lectura, para que el hombre alcance su unión con Dios y termine por reafirmarse como un creyente.
Siguiendo con esto último y de manera resumida, considero que el sujeto de la
teología no es necesariamente el creyente, que sería la persona que ha culminado con ese proceso de búsqueda en medio dudas y ejercicios reflexivos, sino el individuo que de entrada se encuentra receptivo a los misterios de la revelación divina.