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SERIE FAMILIA Y EDUCACIÓN

Aprendiendo
a dialogar con
los hijos
Mario Amarilla & Magaly

Preparado para Abel Esquivel; abelsre@gmail.com con orden nr. 0121254289


REVISTA LA FUENTE
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El propósito de la revista La Fuente es inspirar,


equipar y fortalecer al obrero, líder y pastor
evangélico para potenciar el desarrollo y el creci-
miento de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.

La revista La Fuente se publica bajo la personería


jurídica de la Asociación La Fuente, con número
de RUC 80111267-2, inscripta en los Registros
Públicos a inicios del año 2020.

Esta serie de artículos fue escrita por Mario Amarilla y su hija Magaly,
y publicada en la sección Familia y Educación de la revista LA FUENTE,
en las ediciones 209 al 211 (julio a septiembre de 2023).

Mario Amarilla & Magaly


὘ marioamarillaf@gmail.com

Mario Amarilla es de Paraguay y es asesor indus-


trial. Casado con Magaly Moreno, son padres de
Luján y Magaly. Juntos trabajan en favor de las fa-
milias desde hace más de 25 años. Su hija Magaly
es licenciada en Psicología Clínica con postgrado
en Neuropsicología y Estimulación Temprana. Ca-
sada con Esteban Piccinini, mamá de Lucca y
Maia.

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Los fundamentos para un
diálogo positivo con los hijos
CONSTRUYENDO UN PUENTE SÓLIDO DE
COMUNICACIÓN CON LOS HIJOS

A l hablar del «diálogo» se puede desatar un aluvión de defi-


niciones, posturas, filosofías, métodos, etc., pero en este ca-
so la idea es tocar el tema desde un punto de vista muy sim-
ple, práctico y bien objetivo, enfocado al que se lleva a cabo con los
hijos. De una manera simple, podemos referirnos al diálogo como
una herramienta o puente de conexión entre padres e hijos.

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Dialogar es una capacidad básica que se debe fortalecer desarro-
llando un proceso de aprendizaje, que debería empezar a la más
temprana edad. Cuando no se tiene desarrollada la cultura del diá-
logo, se pueden presentar contravalores como la discriminación, la
imposición, el desinterés, la intolerancia, el silencio o el aislamiento,
que llevan a consecuencias no deseables. De hecho existe un sinnú-
mero de obstáculos o dificultades que impiden un buen diálogo; al-
gunas de ellas pueden ser: las condiciones del corazón, complejo de
inferioridad, culpa, vergüenza, sentir rechazo o simplemente estar
emocionalmente afectados, ya sea por algún evento o por pensa-
mientos negativos que le invaden.

El objetivo es buscar que los niños entiendan el diálogo como la


mejor manera de resolver los conflictos o diferencias, que los otros
también tienen derecho a expresar sus ideas y pareceres, aunque
sean diferentes a las que tenemos. Como se puede ver, aparente-
mente es una ecuación sencilla, pero llegar a eso es el resultado de
un proceso.

PREPARANDO UN BUEN DIÁLOGO


Hay elementos básicos que se deben tener en cuenta en un diálogo,
como ser: el momento ideal, deseo de participar, saber escuchar,
sinceridad, tolerancia, empatía, respeto mutuo, valoración de la
identidad, espontaneidad., etc. Miremos algunos de ellos.

Buscar el momento ideal


Buscar el momento ideal para hablar o conversar con los niños sin
presionarlos, ni bajo un clima de stress, no siempre es posible cuan-
do nosotros queramos. Será más bien cuando ellos se sientan dis-
puestos, que no siempre se ajustarán a nuestros tiempos. Para el
buen éxito, tendremos que estar atentos a dedicarles la atención

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cuando se abren al diálogo.

En la rutina diaria, existen algunos momentos especiales que se


pueden aprovechar como escenario para el diálogo, como ser, al
momento de acostarlos, camino de ida y regreso del colegio. En
esos momentos, hay que dejar de lado las preguntas de rutina, tales
como: ¿tienes tareas para la casa?, ¿comiste bien hoy?, etc. sino dejar
que sean ellos quienes inicien la conversación con el tema que ten-
gan para exponer y seguir el curso del diálogo. Si siempre pregunta-
mos lo mismo, el mensaje es: esto es lo único que me interesa.

Si no nos queda más remedio que preguntar, es mejor utilizar las


abiertas: ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué tienes pensado para esta tarde?
¿Qué de especial ocurrió hoy en el cole?, con el cuidado que el niño
no lo perciba como un interrogatorio.

La llave de la confianza
Existen temas o áreas en la vida de los niños de las que les cuesta ha-
blar más que otros, eso hace que bajo presión, se acentúen esas difi-
cultades y se haga más difícil dialogar con ellos sobre esos temas.
Cuando por la mente y el corazón de los niños pasan situaciones
que tratan, por ejemplo, de sus sentimientos, sus faltas, culpas, de-
cepciones, frustraciones, no siempre quieren hablar de ello, siendo
que no pueden explicarse muchas cosas y otras salen de su control.
En estos casos, una de las llaves para abrirlos al diálogo es la confian-
za. Si ellos no tienen la plena confianza, será muy difícil de abrir
ciertos temas con ellos.

El poder de las palabras


Al implementar la cultura del diálogo, uno de los aspectos relevan-
tes es cuidar las palabras que decimos, siendo que una palabra mal

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dicha puede herir sentimientos, afectar la identidad, transformar el
diálogo en una discusión o hacer que la otra persona cambie de ac-
titud. Lo mejor es utilizar un lenguaje claro y comprensible, específi-
co y adecuado a la edad, no hablar de generalidades, ni usar ejem-
plos abstractos que no se refieran al hecho particular que se está
tratando.

Palabras de elogio por una acción concreta, contribuye a que se


sienta bien consigo mismo, que no todo está mal con él. Elogiar un
buen comportamiento cuando sea oportuno y utilizar consecuen-
cias que alienten una conducta positiva cuando sea necesario. Las
palabras de críticas, observaciones y comentarios deben referirse al
comportamiento y ser de carácter temático, nunca deben referirse
a su identidad. Por ejemplo, en lugar de decir: «No me gusta que
seas desordenado», se podría decir: «No me gusta que dejes la ropa
tirada en el suelo».

En el diálogo, no solo son importantes las palabras, también de-


bemos tener en cuenta la comunicación no verbal, porque decimos
muchas cosas sin palabras, que pueden ser intencionales o no, por
ejemplo: las expresiones faciales, el contacto visual, el espacio per-
sonal, los gestos de las manos, el contacto físico, como los abrazos y
los besos.

El arte de saber escuchar


Escuchar activamente a tu hijo le ayudará a sentir que le prestas
atención y que lo entiendes. Escuchar de forma reflexiva, actuando
como espejo confirmando lo que dice utilizando otras palabras,
ayuda al niño a expresarse con confianza. Escuchar manteniendo el
contacto visual le ayudará a sentirse más seguro y conectado. Escu-
char ubicados a su nivel ayuda a atrapar la atención del niño. Eso

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implica que físicamente
bajemos hasta la misma al-
Una palabra mal tura en que ellos se en-
dicha puede herir cuentran. No mirarlos
«desde arriba».
sentimientos, afectar la
identidad, transformar Saber escuchar también
implica darles la libertad
el diálogo en una para expresar sus senti-
mientos. Cuando los niños
discusión. expresan sus sentimientos
de forma no verbal, por
ejemplo, con una rabieta,
aislándose, riéndose o haciendo una actividad que le gusta, ayúdalo
a describir cómo se siente: feliz, triste, herido, asustado, hambriento,
orgulloso, cansado, molesto, indefenso, irritado, avergonzado o ale-
gre. Eso lo ayudará a expresar lo que siente durante el diálogo.

Tiempo de calidad o en cantidad


Si bien, para lograr un buen diálogo, una de las condiciones favora-
bles es el tiempo que se le otorga, no debemos dejar de lado el obje-
tivo o propósito que tenemos. Siempre se utilizan argumentos a fa-
vor de la «calidad de tiempo», así como de la «cantidad de tiem-
po» que dedicamos a nuestros hijos, pero la realidad es que ese es-
pacio de tiempo solo es el puente que debemos usar para llegar al
corazón de ellos.

No nos engañemos en justificar el «mucho tiempo» o la «cali-


dad de tiempo» que pasamos con nuestros hijos, si no los aprove-
chamos para el propósito final, que es el de marcar huellas de amor
en sus corazones.

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DIALOGAR PARA CORREGIR, ALENTAR Y AMAR
Cuando iniciamos un diálogo con nuestros hijos, lo hacemos siem-
pre con algún objetivo básico, ya sea para obtener información so-
bre qué les preocupa, porqué tal o cual comportamiento, si hay al-
guien que les molesta, cómo se sienten en el colegio, etc. Pero no
debemos olvidar que los niños, naturalmente, también tienen los
suyos, que surgen de sus necesidades propias, o coyunturales de las
circunstancias por las que están atravesando, como cosas que les
preocupan, que no entienden, cosas que vieron, etc., por lo tanto,
el grado de logros de los objetivos de cada uno, así como el aumen-
to del mutuo afecto entre padres e hijos, marcará el éxito del diálo-
go.

Finalmente, aprovechemos al máximo cada oportunidad que nos


brinda el diálogo con nuestros hijos para el logro de nuestros objeti-
vos básicos que son corregir, alentar y amar.a

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Cómo trazar un legado de
bendición mediante el diálogo
LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO EN LA FORMACIÓN
Y CRIANZA DE NUESTROS HIJOS

M uchos de los conceptos y convicciones con los que nos


manejamos en la vida, y de hecho, influencian en nues-
tras decisiones, tienen mucho que ver con lo que hemos
internalizado desde la niñez y aprendido de nuestros padres.

Estos conceptos los aplicamos, casi de manera inconsciente, te-


niendo en cuenta que son parte de nuestra cultura de vida familiar,

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no los discutimos, y aún los justificamos como válidos, mirando los
resultados obtenidos en nuestras propias vidas.

LEGADO GENERACIONAL
En algún momento habremos escuchado decir a alguien: «En mi fa-
milia siempre lo hicimos de esta forma y ninguno de nosotros es un
delincuente». O bien algo así como: «Nuestros padres nos educa-
ron de esa manera, y yo haré lo mismo con mis hijos». Así también
hemos escuchado a alguien decir: «Cuando yo tenga mis hijos,
jamás haré con ellos lo que mis padres hicieron conmigo».

Todas esas cosas podemos englobarlos bajo el manto de legado


generacional, que abarca todas las áreas de nuestras vidas que res-
pectan a la formación de nuestro carácter y las actitudes que adop-
tamos o con las que reaccionamos ante circunstancias de la vida.

¿ESTAMOS EN EL
CAMINO CORRECTO?
Entre los aspectos que heredamos de nuestros padres, está la forma
de comunicarnos, de dialogar, los métodos de enseñanza y relacio-
namiento en general con nuestros hijos. Considerando esos aspec-
tos, surgen las preguntas: ¿Es correcta la manera en que me estoy
relacionando con mis hijos? ¿Cuáles son nuevas maneras que puedo
adoptar para lograr la buena comunicación con ellos? ¿Cómo pue-
do hacer para que mis hijos sean mejores que nosotros, sus padres?

De hecho, pueden ser muy buenos los criterios, o la manera en


que manejamos las diferentes áreas en la vida, eso no se pone en te-
la de juicio, sólo es oportuno mencionar que, además de lo que he-
mos aprendido de nuestros padres, existen principios y leyes que
están activos y vigentes, los cuales son verdades irrefutables, siendo

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que son principios eternos de la Palabra de Dios, principios que se
cumplen y cuya aplicación nos garantiza resultados de bendición.

No es muy común encontrar familias que se capaciten, o bus-


quen ayuda para aprender los fundamentos bíblicos, no religiosos,
para la crianza, educación y formación de sus hijos. Son esos princi-
pios los que deberíamos conocer, en este caso, ver cuáles son los
que se refieren a la manera correcta de relacionamiento con los hi-
jos, o la crianza en general y aplicarlos.

INTERNALIZANDO LOS PRINCIPIOS DE ÉXITO


Al entrar en el terreno y trabajar con los principios establecidos en
la Palabra de Dios, los padres deben estar conscientes que existen
renunciamientos que de-
ben hacer respecto a varios
aspectos de sus vidas, lo
que implica primeramente
mucha humildad como re-
quisito necesario para re-
Entre los aspectos
conocer que no somos que heredamos de
dueños de la verdad, que lo
que hacemos, por más que nuestros padres,
nos parezca bien, puede no
ser lo adecuado, mirando lo
está la forma de
que señalan los principios comunicarnos,
de la Palabra de Dios.
de dialogar.
También requiere que es-
temos dotados de templan-
za, paciencia, perseverancia
y espíritu sereno, recordan-

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do que estamos construyendo un puente para llegar al corazón de
nuestros hijos.

Conocer, entender, creer y aplicar los principios establecidos en la


Biblia, es un proceso por el que debemos pasar, y eso lleva su tiem-
po, es decir, que debemos estar conscientes de que nada es inme-
diato, ni mágico, sino es un proceso que nos lleva a vivir conforme a
lo que Dios ya preparó para nuestras vidas y la vida de nuestros hi-
jos.

Todos sabemos que edificar y consolidar relaciones requiere de


pasar mucho tiempo con la otra persona, para conocerla, enten-
derla y ganar su confianza, por lo que para lograr instalar los princi-
pios en el corazón de nuestros hijos, y lograr un buen diálogo con
ellos, no se debe limitar el tiempo. Los padres súper ocupados, si no
reordenan sus prioridades en sus agendas, difícilmente pueden lo-
grar, primeramente ellos, internalizar los principios de éxito y luego
transmitirlos a sus hijos.
Son procesos que no podemos forzar o adecuar a nuestra dispo-
nibilidad de tiempo, o tratar de implementarlos en momentos ino-
portunos. Eso sería entorpecer el proceso en vez de facilitarlo.

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL DIÁLOGO CON LOS HIJOS


M: Hay afirmaciones que dicen que no es bueno dialogar mucho
con los hijos, porque eso los hará caprichosos, que van a poner en
discusión la autoridad de los padres, maestros y personas mayores,
es decir que los hará rebeldes.
R: La realidad es que el diálogo constante y abierto con los hijos,
no los lleva a la rebeldía, sino que fortalece el vínculo emocional, les
transmite seguridad en sí mismos, aprenden a desarrollar habilida-
des en la comunicación y toman seguridad de que sus padres

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«están allí», cuando ellos los necesiten.

M: Los padres siempre deben tener todas las respuestas y solu-


ciones a las inquietudes de los hijos.
R: Es prioritario que los padres reconozcan que no siempre
tendrán todas las respuestas, inclusive será una excelente enseñan-
za el hecho de admitir que no tiene la respuesta, transmitiendo la
importancia de saber buscar las respuestas en la fuente verdadera,
aprenden el concepto de colaboración o trabajo en equipo, bus-
cando las soluciones de manera conjunta.

M: No es necesario dialogar sin que sea con el propósito de enca-


rar situaciones de crisis, problemáticas o urgentes.
R: Es importante entender que el diálogo no solo es necesario
cuando surgen problemas. Mantener una comunicación constante
con los hijos fortalece la relación y están abiertos a abordar cual-
quier tema, ya sea positivo o negativo. También crea un ambiente
en el que los niños se sienten cómodos al compartir sus alegrías, éxi-
tos y preocupaciones.

M: Los padres no deben permitir cuestionamientos.


R: El hecho de introducir el diálogo como herramienta de relacio-
namiento y canal para inducir virtudes en la formación del carácter
de los hijos, no significa que los padres deben renunciar a su autori-
dad. Los límites claros deben estar establecidos independientemen-
te del diálogo que se pueda tener con los hijos, de manera que ellos
puedan expresar sus opiniones y preocupaciones de manera respe-
tuosa.

M: Los niños no tienen opiniones de peso, o cosas importantes


que decir.

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R: Saber escuchar a los niños, requiere de toda nuestra atención,
porque cuando ellos se expresan, dentro de sus limitaciones, mani-
fiestan sus sentimientos, sus ideas, sus pensamientos, probable-
mente cargados de inocencia, pero son genuinamente ellos mismos
abriendo sus corazones, y no puede haber nada de tan alto valor o
importancia como el corazón de nuestros hijos.

Finalmente, podemos afirmar que el diálogo constante es una


poderosa herramienta que ayuda a construir relaciones de confian-
za y promueve el crecimiento personal de nuestros hijos, más aún si
lo que transmitimos son los principios de la Palabra de Dios. Por ese
motivo, vale la pena pagar el precio de someternos a ese proceso de
transformación personal, para luego dar el siguiente paso de trans-
mitir a nuestra descendencia, dejando así, un legado de bendi-
ción.a

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El camino al corazón
de tus hijos
CLAVES PARA UN DIÁLOGO SIGNIFICATIVO ENTRE
PADRES E HIJOS

H aciendo un recuento de los artículos anteriores sobre el te-


ma del diálogo con los hijos, podemos mencionar algunos
aspectos relevantes:

• El diálogo es un puente de conexión entre padres e hijos y es la


mejor manera de transmitir valores, enseñar los principios y resol-
ver las diferencias.

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• La confianza es una de las llaves para abrirlos al diálogo.

• El cuidado de las palabras es fundamental, siendo que una pala-


bra mal dicha puede herir sentimientos, afectar la identidad, trans-
formar el diálogo en una discusión.

• La comunicación no verbal, debe estar bajo control durante el


diálogo.

• Escuchar activamente, es clave durante el diálogo.

• No distraerse con «calidad de tiempo» vs. «cantidad de tiem-


po» que dedicamos a nuestros hijos, porque la realidad es que ese
espacio de tiempo sólo es el puente para llegar al corazón de ellos.

• El diálogo conlleva algún objetivo básico, pero no olvidar que


ellos naturalmente, también tienen los suyos.

• Los objetivos básicos son enseñar, corregir, alentar y amar.

• El diálogo ayuda a edificar y consolidar relaciones, por lo que no


deben ser escasos u ocasionales.

• Reconocer que durante el diálogo no siempre tendremos todas


las respuestas.

• El diálogo no solo es necesario cuando surgen problemas.

• Durante el diálogo, las opiniones y comentarios deben ser expre-


sados de manera respetuosa.

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• El diálogo constante es una poderosa herramienta que ayuda a
construir relaciones de confianza.

Con todas estas premisas, se puede deducir que el diálogo con


los hijos debe estar entre las principales prioridades de los padres.

Esto debería ayudar a los padres, en cuyas familias no es habitual


el diálogo, a implementar esa herramienta que ayuda, como vimos,
a consolidar varios aspectos en la relación, además de edificar la vi-
da de los hijos.

TENER RAZÓN Y GANAR


Existen circunstancias en las que cada uno busca tener la razón o
ganar la discusión, éste no debe ser el caso al encarar un diálogo.
Como se mencionó, el diálogo es el puente para llegar al corazón de
los hijos, y no una oportunidad para imponer posiciones.

Lastimosamente, existen familias en las que «tener la razón» es


una cuestión cultural que cada uno persigue, lo que en ocasiones,
les lleva a adoptar posiciones inflexibles o radicales que poco ayuda
al momento de dialogar.

PROCESO DEL DIÁLOGO


Si el diálogo no es una herramienta de uso habitual en su familia, es
importante entender que no es automática su implementación, si-
no que conlleva un proceso hasta que sea internalizado por cada
uno.

Este proceso empieza con la decisión de implementar el diálogo


entre los miembros de la familia, una vez en acuerdo y tomada la
decisión, se pasa al gradual ejercicio de dialogar, primeramente en-

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tre los padres, de manera natural, sencilla, inicialmente sin mucha
profundidad, y si es posible, que los hijos puedan ser testigos de
esos diálogos, para que vayan asumiendo como natural el hecho de
llevar adelante tratar temas de cualquier índole a través del diálogo.
En el proceso, tener en cuenta aspectos tales como que el diálogo
no es un escenario para ver quién tiene la razón, el diálogo no es
una competencia en la que cada uno busca ganar, el dialogo no es
una discusión, el diálogo no empieza con un reclamo o queja.

Si los padres no internalizan los aspectos básicos de un diálogo,


de manera que sea natural en ellos, puede dificultar su implemen-
tación.

Al momento de introdu-
Tener la razón o cir el diálogo como herra-
mienta de comunicación
ganar la discusión con los hijos, si se cometen
errores que contradicen los
no debe ser el caso principios básicos del diá-
al encarar un diálogo. logo, pueden tenerse con-
secuencias no deseables en
El diálogo es el puente los hijos, tales como cerrar-
para llegar al corazón se, no ser sinceros, no con-
fiar en el diálogo.
de los hijos, y no una
Con eso se puede con-
oportunidad para cluir que no es recomenda-
imponer posiciones. ble improvisar el diálogo, y
subestimar sus efectos.

Hay posibilidades que los padres consideren que dialogar es algo

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muy sencillo de implementar y lo hacen de manera directa, come-
tiendo el error de no llevarlos como herramienta habitual, sino lo
hacen de manera ocasional y en un solo sentido, como un canal pa-
ra dar instrucciones, órdenes o reclamos, y no buscando que sea un
tiempo agradable y oportunidad de sanar heridas o evacuar dudas
o incertidumbres. Esta manera de implementar, no facilita el cami-
no para la siguiente ocasión.

Por ese motivo, no es recomendable encarar el diálogo de mane-


ra improvisada u ocasional, sino como mencionamos, debe ser par-
te de un proceso intencional, decidido, y principalmente que invo-
lucra a todos los integrantes de la familia.

ESCENARIO DE AMOR
Podemos imaginar la sensación en el corazón de los hijos, al saber
que a través del diálogo, ese hermoso tiempo compartido, que pue-
de ser sólo un momento y a la vez una oportunidad permanente,
una ruta estable, que puede usar para canalizar sus inquietudes, re-
cibir las respuestas a sus preguntas, canalizar sus emociones, desha-
cerse de sus miedos, encontrar aliados para las batallas en las que se
encuentra solo, para abrir su corazón sabiendo que es un vínculo de
confianza, donde recibe comprensión, atención, empatía, ayuda, y
principalmente amor.

Al encontrar ese escenario de amor, sin lugar a dudas ellos es-


tarán dispuestos a ocupar su espacio, es más, buscarán su espacio y
participarán de manera activa, sin temores o recelos, entonces, al
tener ese corazón abierto se canalizan las enseñanzas e instruccio-
nes y se logra los objetivos del diálogo con los hijos que son corregir,
alentar y amar.

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RECOMENDACIONES FINALES
Analicen la manera en la que actualmente están relacionándose
con sus hijos, vean si existen temas o aspectos de la vida de sus hijos
que se enteran a través de los amigos, la maestra, los primos, etc.
quizás encuentren que están abriéndose con otras personas, bus-
cando respuestas, ayuda, o simplemente se encuentran cómodos y
con la confianza de abrirse con ellos, donde los padres no son parte.
Si ese es el caso, consideren la posibilidad de incorporar el diálogo
como una herramienta adicional que ayude a profundizar la rela-
ción con ellos, creando ese espacio o canal de comunicación.

Finalmente, si analizamos lo que dice la Palabra de Dios en el libro


de los Salmos, «He aquí, herencia de Jehová son los hijos…» (Sal.
127:3 RV60), entendemos lo que representan los hijos: son nada
menos que la herencia de Dios. Lo más valioso que un padre tiene lo
deja como herencia a sus hijos; lo más valioso que Dios tiene es la vi-
da, él es el dador de la vida, ese es el valor que tiene la vida de los hi-
jos.

Eso nos lleva a entender que los hijos no son valiosos solamente
por lo que hacen, por sus logros, por sus virtudes, dones o capaci-
dades, sino que tienen el valor intrínseco de ser la herencia de Dios.
Ellos están como herencia en manos de los padres, y esto constituye
un argumento suficiente para que ellos puedan invertir lo que sea
necesario para acompañar, cuidar, apreciar, amar y bendecir la vida
de sus hijos.a

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¡Saber más!

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