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Instituciones de Derecho Romano
Instituciones de Derecho Romano
Obligatio.
Según Gayo: Obligatio est iuris vinculum quo necessitate adstringimur alicuius solvendae
rei secundum nostre civitatis iura. (La obligación es el vínculo de derecho que nos constriñe
en la necesidad de pagar alguna cosa según el derecho de nuestra ciudad.).
Obligatio viene de:
• Dare-Dar.
• Facere-Hacer. Prestaciones, todavía usadas en el derecho actual.
• Non Facere-No hacer.
• Prestare-Dar garantía.
• Pati-Tolerar.
El sujeto obligado se llama deudor, y el que recibe la conducta acreedor, que viene del latín
Creedere y significa creer.
En Derecho Romano identificaban el dar garantía como algo diferente al dar, dar garantía
es entregar, pero únicamente para asegurar el cumplimiento de la obligación.
Los elementos de la obligación son:
• Civiles: obligaciones derivadas del derecho civil, por ejemplo, de la lex rogatae.
• Honorarias: obligaciones derivadas de los pretores (ius honorarium).
• Del ius gentium: obligaciones aplicadas para todos, derivadas del ius gentium (para
ciudadanos, extranjeros y esclavos.).
Atendiendo al objeto.
Implica como es el objeto, se refiere al objeto directo, la cosa material. Dependiendo como
sea la obligación será de una u otra manera.
• Civiles: están provistas de una acción. (al derivar del derecho tiene acción.).
• Naturales: no están provistas de una acción. (existe, pero no existe acción para
obligar a cumplir).
Obligaciones de derecho escrito y obligaciones de buena fe.
• Alternativas: son aquellas en las que se señalan varias prestaciones para que el
deudor cumpla solo una de ellas, bien a elección suya (deudor) o bien del acreedor.
Por ejemplo, me entregas al esclavo x o me entregas 10 esclavos.
Si alguna de las prestaciones se hace imposible la obligación no se extingue
mientras el deudor pueda cumplir con cualquiera de las restantes.
• Facultativas: en ellas el deudor se obliga a cumplir una prestación determinada,
aunque reservándose para sí la facultad de liberarse cumpliendo con otra distinta,
por ejemplo, dar a un hijo por los destrozos, reservándose el pagar con dinero.
Obligaciones de atendiendo a los sujetos.
• Ley.
• Sentencia.
• Pactos: se entiende por pacto el hecho de que 2 o mas personas se pongan de
acuerdo respecto de un objeto determinado, sin existir ninguna formalidad de por
medio, teniendo que distinguirse entre:
ü Pactos nudos: no están provistos de una acción,
ü Pactos vestidos: provistos de una acción.
• Declaración unilateral de la voluntad: si esta se hace a la ciudad se llama
“Pollicitatio” y si se hace al templo se llama “Votum”.
• Cumplir.
• No cumplir: incumplimiento.
ü Culpa: negligencia.
ü Dolo:
• No cumplo a tiempo: mora.
• Caso fortuito o fuerza mayor.
Conceptos:
1) Mora: retraso doloso o culpable en el cumplimiento de una obligación.
Es evidente que el que puede retrasarse en el cumplimiento de una obligación es el
deudor y así decimos que incurre en mora cuando no cumple a tiempo y por causas
que le son imputables.
Sin embargo, para el derecho romano también incurre en mora el acreedor; esto
sucedía cuando rechazaba sin justa causa el pago ofrecido por el deudor.
Así en el derecho romano se presenta la mora “debitoris” a cargo del deudor y la
mora “creditoris” a cargo del acreedor.
a) Mora debitoris: para que el deudor incurriera en mora era necesario que el
retraso le fuera imputable y que la deuda estuviera vencida.
Para aquellas obligaciones no sujetas a plazo, era necesario que el acreedor
huniera requerido el pago mediante una interpelación (interpellatio); además
incurre en mora sin interpelación la persona, que obtenga un objeto de forma
ilícita como el caso del robo. El deudor moroso debía pagar al acreedor los
daños y perjuicios que su retraso le hubieran ocasionado, respondía hasta
por fuerza mayor y además el acreedor se hacia dueño de los frutos del
objeto debido desde el momento en que el deudor se constituyó en mora.
b) Mora creditoris: la mora del acreedor aparece cuando este rechaza
injustificadamente la oferta de pago que le hace el deudor. Tiene como
consecuencia eliminar la mora del deudor. Si se debía una cantidad de
dinero el deudor podía sellarla y depositarla en establecimientos públicos
quedando así liberado de la obligación.
2) Dolo: existe dolo cuando voluntariamente el deudor no cumple con la obligación con
la intención de dañar al acreedor. Son elementos del dolo:
a) Un acto u omisión del deudor.
b) La intención de llevar a cabo dicho acto.
c) Que este acto traiga como consecuencia un perjuicio económico a la otra
parte.
El dolo no se presume, sino que debe ser probado por el acreedor
3) La culpa: la culpa se da cuando el deudor ocasiona un daño al acreedor por su falta
de cuidado o negligencia.
Existen diferentes grados de la culpa. En primer lugar, la culpa lata, ósea la culpa
grave o excesiva negligencia. Existe, además, la culpa levis, que es menos grave y
que a su vez podría ser inabstracto o inconcreto.
La culpa leve inabstracto se presentaba cuando el deudor no hubiera observado los
cuidados de un buen padre de familia. La culpa leve in concreto se determina
comparando la conducta del deudor con el grado de cuidado que el mismo
acostumbrara observar en sus demás negocios.
Si el incumplimiento fuera imputable al deudor por dolo o por culpa el acreedor podía
demandar el cumplimiento o la rescisión del contrato, más el pago de una
indemnización por daños y perjuicios.
Una vez establecida la responsabilidad del deudor, la cuantía de la indemnización
era determinada por el juez.
La valoración de los daños también podía quedar sujeta al acuerdo entre las partes,
que podían agregar al contrato una clausula penal destinada a fijar de antemano la
indemnización.
4) Caso fortuito o fuerza mayor: caso fortuito es un acontecimiento no imputable al
deudor que hace imposible el cumplimiento de una obligación. Puede consistir en
un hecho natural, como una inundación, un terremoto, etc.; en un hecho jurídico,
como cuando se sustrae del comercio una cosa, y finalmente, también se considera
como caso fortuito a la fuerza irresistible, por ejemplo, la guerra.
En estos casos el deudor quedaba liberado a menos que se hubiera convenido lo
contrario o estuviera en mora.
Tarea: fundamento legal de cual es la consecuencia de cuando hay caso fortuito o fuerza
mayor. CCEA, CCF y jurisprudencia.
Asunción de deudas.
En la asunción de deudas tenemos la sustitución del deudor por otra persona que asume
la deuda; es decir que se compromete a pagar la deuda del primero. También para transmitir
las deudas se recurrió a la procuratio in rem suam y a la novación, que en este caso recibe
el nombre de delegación.
El primer deudor o deudor original, que sale de la relación, recibe el nombre de delegante;
el nuevo acreedor el de delegado, y el acreedor, que es el mismo el de delegatario.
El contrato.
El contrato es el acuerdo de voluntades entre 2 o más personas, reconocido y amparado
por la ley, encaminado a crear una o varias obligaciones.
En el derecho romano el contrato estaba siempre sancionado con una acción y, además,
tenía un nombre específico.
Comparación entre pacto y contrato.
Todo contrato lleva dentro un pacto pues sin acuerdo de voluntades no existe contrato.
En roma el pacto era el acuerdo de voluntades entre 2 o más personas respecto de un
objeto determinado. Las partes que celebran el pacto o convención podían proponer crear,
modificar o extinguir un derecho, sin embargo, el simple pacto no bastaba para crear una
obligación civil; no era así respecto del contrato que ya se dijo que estaba provisto de una
acción y tenía un nombre.
Elementos esenciales y accidentales del contrato.
Para que tenga valides requiere de los siguientes elementos: sujetos, consentimiento,
objeto, causa y forma. Aparte de los elementos mencionados, el contrato puede llevar otros
elementos que dependen únicamente de la voluntad de los otorgantes, llamados
accidentales, así: el termino, la condición y el modo o carga.
La capacidad de las partes.
Cuando se estudiaron los elementos de la obligación, se expresó que en esta concurren
normalmente a integrar la relación jurídica 2 sujetos: acreedor y deudor, quienes deben
gozar de capacidad para obligarse.
La capacidad es la regla, la incapacidad es la excepción, que se establece en cada caso
por la ley.
Representación en juicio.
El derecho romano no conoció la facultad de representar, es decir, la posibilidad de terminar
por cuenta y en nombre de otro un negocio jurídico (representación directa). Conoció tan
solo la posibilidad de realizar un negocio por cuenta de otro, pero no en nombre de otro
(representación indirecta). Así el que administraba los asuntos de otro ya fuera por razón
de oficio: tutor, curador; ya por convenio: procurador, mandatario; o en fin, por decisión
voluntaria: gestor sin mandato, terminaba un negocio en interés del representado, pero los
efectos del negocio repercutían en el representante; el adquiría, se obligaba y solo mediante
un nuevo acto las consecuencias del negocio se transferían al representado
(representación indirecta).
Las razones por las cuales el derecho romano repudió la representación se debió, por un
lado, al formulismo antiguo que exigía la intervención directa (personal) en el acto o negocio;
y por otro lado a que el padre de familia no necesitaba recurrir a representantes libres, ya
que como tales actuaban los individuos sometidos a su potestad (hijos y esclavos). Todo lo
que estos adquirían, hacían crecer el patrimonio del jefe familiar.
El derecho romano también estableció la adstipulatio que era fuente de correalidad activa.
El acreedor que no podía otorgar poder para que otro cobrara al deudor por él, tenía la
facultad de nombrar a otra persona, como coacreedor, para que interviniera en la relación
jurídica existente. Es más, el pretor amplió la representación del jefe de familia por las
personas que tenía en potestad y aún por subordinados extraños a la familia, al conceder
acciones especiales para reclamar al jefe de familia, mediante una simple trasposición de
personas (completada con una ficción de ser libres cuando se trataba de esclavos). Las
deudas contraídas por promesas o contratos de sus subordinados.
El pretor concedía las acciones, en latín actiones adjectitia qualitatis (acciones de cualidad
añadida).
Contratos a favor de terceros.
En el derecho romano clásico, los contratos así formulados se consideraban nulos, no solo
en cuanto a terceros, sino también en cuanto a los contratantes. Sin embargo, pese a la
nulidad citada se podía asegurar la realización de la prestación en favor de terceros
mediante una stipulatio poenae (promesa de una sanción) de modo que, si alguien se
comprometía en un contrato a realizar una prestación en beneficio de un tercero, y no la
cumple, debe indemnizar al otro contratante. En la época clásica se acepto la estipulación
cuando el estipulante tenía interés en que la prestación en favor del tercero se cumpliera
por ejemplo si el tutor cede a su cotutor la administración del patrimonio del pupilo, puede
estipular haciéndose prometer del cotutor que administrará con diligencia tal patrimonio. En
el derecho de Justiniano se reconoció la valides a la estipulación en favor de tercero; se
otorgó acción a este para pedir el cumplimiento de la prestación hecha en su favor. Así el
que dio en alquiler un fundo y después lo vende, pacta con el comprador que respetará al
inquilino.
El consentimiento.
El segundo elemento de los contratos es el consentimiento, el acuerdo de las partes con el
fin de producir un efecto jurídico determinado. Este elemento fue elaborado por la
jurisprudencia clásica, y en un principio no jugaba un papel predominante en el contrato. En
cambio, en el derecho de Justiniano el consentimiento fue el elemento indispensable para
la existencia de todo contrato.
Para que exista requisito la coincidencia de las voluntades de las partes, de donde resulta
que aquellas deben coexistir en un momento y ser capaces. Este acuerdo de voluntades se
manifiesta por medio de propuesta u oferta de una de las partes y aceptación de la otra; el
problema no ofrece dificultades si los contratantes están presentes, pero no sucede así
cuando están ausentes.
Vicios del consentimiento.
Un contrato para que sea válido requiere de quienes celebran que expresen libremente su
consentimiento, es decir, que esté exento de vicios, ya que, si el contrato se encuentra
afectado por alguno de ellos la parte perjudicada puede solicitar su nulidad. Los vicios más
comunes eran el error, el dolo, la violencia o intimidación y la lesión. Enseguida se analizará
cada uno de ellos.
El error.
Savigny lo define como “falsa noción que se tiene de una cosa”.
El error puede recaer sobre algunos elementos constitutivos de la norma legal que lo rige.
En el primer caso se dice que hay un error de hecho (de facto) y en el segundo de derecho.
Por ejemplo, se cometía error de hecho cuando uno de los contratantes creía que el otro
contratante había cumplido 25 años, cuando en realidad no tenía más que 20 años; se
cometía error de derecho cuando una persona contrata con otra que tiene 20 años creyendo
que las leyes la consideran mayor de edad.
El error de derecho perjudica a quién lo sufre ya que no podía alegar la nulidad del contrato,
en razón de que las leyes se presumen conocidas por todos, sin embargo, cabía la
excepción, si la persona que lo alegaba no estaba instruido acerca de la cuestión planteada,
o si se trataba de una mujer o de un menor de 25 años.
En cuanto al error de hecho este podía ser essentialis (esencial) si ejercía una influencia
decisiva sobre el consentimiento, la parte que lo sufre, puede anular el contrato. Error minus
essentialis (menos esencial) si la influencia sobre el consentimiento no es decisiva; la
nulidad del contrato no se produce. Los jurisconsultos romanos analizaron varios tipos de
error.
Error in negotio.
Tenía lugar cuando recae sobre la naturaleza del negocio que las partes celebran. Por
ejemplo, si Pedro da una suma de dinero a Juan con la intención de donársela, mientras
Juan la acepta como si fuera entregada en mutuo (préstamo); no había ni donación ni mutuo
y la obligación de restitución que pesa sobre Juan tiene su fundamento en el simple hecho
de que la propiedad de la suma de dinero ha pasado a el sin una causa que lo justifique.
Error in persona.
Resulta cuando el negocio se realiza con una persona distinta de aquella con la que se
pretendía contraerlo. Este error no siempre es esencial. Por ejemplo, si el comerciante
vendedor a creído que el que compró en su establecimiento es Sebastián cuando realmente
fue Santiago, la compraventa no es nula. En cambio, en la celebración de un matrimonio el
error en la identidad de la persona con quién se contrae matrimonio será esencial. Por ello,
para que el error sea o no esencial depende de la naturaleza del negocio.
Error incorpore.
Se considera esencial y recae siempre sobre la identidad concreta del objeto. Por ejemplo,
cuando se cree comprar el fundo A y el que resulta vendido es el B, en tal caso, no hay
compraventa. El error debe ser sobre la identidad real de la cosa y no en cuanto a su
nombre.
Error in substantia.
Tiene lugar cuando aún habiendo acuerdo sobre la cosa, se está, sin embargo, en
desacuerdo sobre sus cualidades esenciales y constantes, tomando en cuenta la función
económico-social que tiene la misma en la vida común. Si el error es sobre la calidad
esencial anula el contrato, si es sobre la calidad accesoria no lo invalida. Así no existe error
sobre la substancia si se compra oro bajo en lugar de oro fino o vino agriado en lugar de un
vino en buenas condiciones, o vestidos usados en lugar de nuevos. En cambio si hay error
en la sustancia cuando se compra una esclava en lugar de un esclavo, vinagre por vino o
plomo por oro.
Error in quantitae
Este error no siempre era esencial, sin embargo, el error es esencial en el siguiente caso:
si Carlos cree arrendada su finca en 100 pesos, pero el arrendatario cree erróneamente
que el precio del alquiler es de 80 pesos, el contrato no es válido, sin embargo, el error no
es esencial si el precio propuesto por el arrendador es de 80 y el arrendatario acepta
creyendo equivocadamente que es de 100, el contrato es válido con la renta de 80.
Error en los motivos.
Este error novicia en general el negocio jurídico. Falsa causa tomada la palabra en sentido
de motivo o falsa demonstratio non nocet (la falsa demostración no perjudica). Sin embargo
en algunos negocios jurídicos mortis causa, como la institución de heredero el motivo tiende
a construir un carácter o condición esencial del favorecido, y entonces la falsedad del motivo
afecta la validez del negocio. Así, si el testado nombró heredero a Juan en la creencia
equivocada de ser pariente suyo y si así lo designó.
Error impropio.
Se encuentra a falta de coincidencia entre la voluntad y su manifestación. En el derecho
romano prevaleció la intención sobre la expresión, salvo si el error era ostensible que la otra
parte pudiera darse cuenta de él. En este caso el error anulaba, por lo menos los contratos
de buena fe.
El dolo.
Como vicio que afecta la voluntad puede definirse como: engaño utilizado con astucia para
determinar a una persona a realizar un negocio jurídico que sin tal mentira no realizarían.
Labeón lo definió así: dolo malo es toda astucia, falacia o manipulación empleada para
engañar, sorprender o defraudar a otro.
En materia de contratos el dolo malo, según el derecho civil no determinaba la nulidad de
estos, a menos que los contratantes hubieran convenido expresamente lo contrario a través
de la clausula doli, es decir mediante una estipulación, las partes se hacían responsables
de las consecuencias que eventualmente el dolo tendría entre ellos.
El pretor acudió en auxilio del contratante victima del dolo facultándolo para solicitar la
recesión del contrato, independientemente de toda convención o condición de que fuese de
buena fe.
El pretor concedió al deudor que se hubiese obligado a virtud de maniobras dolosas del
acreedor los siguientes remedios:
• Debía ser injusta: realizada contra derecho. Por ejemplo, si Juan paga a su
acreedor, en el momento de la diligencia de embargo, no podía alegar coacción.
• Grave: el temor debía ser grave, que fuera susceptible de infundir temor a una
persona razonable, no solamente a una tímida. Tal serían los casos en que la
convicción se realizó por temor a la esclavitud, a la muerte o los azotes.
• El mal con el que se amenace, debe ser actual e inminente no futuro o simplemente
imaginario: por ejemplo si un individuo por su descomunal estatura y de
antecedentes de la hampa le propone a Pedro la celebración de un contrato en
forma correcta, que desde luego no le conviene pero o realiza por pura cobardía,
pero no podrá anularlo, aduciendo intimidación.
La lesión.
Se presenta la lesión cuando una parte contratante se aprovecha de la ignorancia o extrema
necesidad de la otra.
En el caso, no existe dolo ni intimidación, pues no hay engaño ni violencia física o moral;
simplemente encontramos abuso de la desigualdad intelectual o social de los contratantes.
Esta situación la sanciona el derecho Romano tardíamente en la época postclásica.
Justiniano consideró sin valor la compra-venta que se hiciera por un precio menor de la
mitad del valor verdadero de la cosa, por considerarla una lesión enorme. En tal caso el
vendedor podía rescindir la operación, sin embargo se le permite al comprador elegir entre
la devolución de la osa o el pago de lo que le faltaba.
El objeto.
Como tercer elemento esencial de los contratos se debe mencionar al objeto, que como ya
se dijo podía consistir en un dare, un facere o en un praestare, es decir transferir un derecho
real, realizar un acto o bien garantizar una deuda ajena, etc.
A los conceptos anteriores se puede añadir un non facere y el tollerare (permitir).
Requisitos del objeto:
1. Ser posible: tanto física como jurídicamente. Por ejemplo, si se vende una cosa que
ya no existe o una cosa fuera del comercio.
2. Debe ser lícito: no estar prohibido por el derecho o por la moral, puesto que no
podría exigirse el cumplimiento de la obligación.
3. Ser determinado: o por lo menos que reúna los elementos objetivos para su
determinación.
4. Presentar interés: para que el acreedor, es decir, una ventaja valorada en dinero.
Actio proforma: para darle forma al contrato.
Causa.
El cuarto elemento del contrato romano era la causa; si bien no era indispensable en todos.
Así, en los negocios abstractos, por ejemplo, la estipulación, la validez de ellos dependía
únicamente de la forma. El deudor, se obligaba por el solo hecho de cumplir la formalidad
ordenada por el uso. En cambio, en los negocios causales la licitud de la causa era el
elemento esencial.
El término causa se emplea en dos acepciones: designa las fuentes mismas de las
obligaciones, por ejemplo, los contratos y los delitos eran causas civiles de las obligaciones.
En su aspecto subjetivo, la cusa designa el motivo que impulsa a las partes contratantes a
la celebración del negocio. Así, por ejemplo, en una compraventa, la cusa por la que
contrata el vendedor es la obtención del pago de precio y la del comprador es la entrega de
la cosa.
Fraus Legis.
Encontramos el fraude a la ley cuando el acto se realiza apegado a las leyes, pero va en
contra a su espíritu, tal sería el caso de que se hicieran las donaciones entre cónyuges que
estaban prohibidas en el derecho romano, pero si estos se divorciaban podían hacerse
donaciones, y si después volvían a contraer matrimonio evidentemente ello no infligía
ninguna norma legal, pero si violaba el espíritu fundado en el veto a las donaciones
conyugales.
Simulación.
La discordancia entre la voluntad y la declaración puede ser intencional, como el caso de
la simulación; esta puede ser absoluta. Como cuando se declara la voluntad de llevar a
cabo un negocio, pero que no se quiere concluir ninguno. Así el deudor aparenta enajenar
sus bienes para defraudar a los acreedores. Y simulación relativa, como cuando no se
requiere el negocio que aparentemente se realiza, pero si otro de contenido diverso, por
ejemplo, fingiendo una compraventa para disfrazar una donación. En el primer caso el
negocio no es válido; en el segundo, el negocio puede tener eficacia, si se apoya una causa
lícita.
La forma.
El último elemento esencial del contrato romano es la forma; esta venía a ser el molde por
el cual las partes debían pasar el convenio para que este tuviera efectos obligatorios.
Además, resultaban un medio de prueba muy eficaz en los actos jurídicos formales, de esta
manera, cuando se cumplía con la forma en tales actos, ello traía consecuencias jurídicas
para los interesados.
En la época antigua o preclásica los principales actos jurídicos eran formales, ocupaban la
forma un papel esencial en la realización de estos. Si no se observan las convenciones
carecían de valor; así pasaje y nuncupatio, pregunta seguida de la correspondiente
respuesta, menciones estrictas, etc. Poco a poco la forma dio lugar a los elementos
subjetivos de los contratos como el consentimiento.
Consecuencias de la falta de forma en los negocios.
Cuando el negocio no era revestido de la forma exigida por el derecho civil no producía los
efectos jurídicos que se habían propuesto las partes. Así, por ejemplo, no era posible la
venta de una res mancipi por traditio. En estos casos el pretor intervenía otorgando eficacia
a los negocios.
Elementos accidentales de los contratos.
Los elementos accidentales de los contratos llamados también modalidades, se introducen
libremente por las partes contratantes, y tiene a modificar en mayor o menor medida los
efectos propios del negocio jurídico que realizaban. Las modalidades más frecuentes son:
al condición, el término y el modo o carga.
La condición.
Puede definirse como un acontecimiento futuro e incierto del cual depende el nacimiento
de una extinción de los efectos de un negocio jurídico. De este concepto se desprenden los
caracteres siguientes:
1. Es un acontecimiento futuro. Un hecho pasado o presente a pesar de que lo ignoren
las partes, no puede constituir objeto de la condición.
2. Es un hecho incierto, pues se ignora si ha de suceder o no.
3. A la condición, queda subordinado el nacimiento o la extinción de los efectos del
negocio jurídico celebrado por las partes.
La condición desde el punto de vista de sus efectos, puede ser: suspensiva y resolutoria.
Condición suspensiva: