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Instituciones de Derecho Romano.

Al hablar de instituciones hablamos de un conjunto de normas que regulan la conducta de


la sociedad. En este semestre el enfoque será en la Obligación.
Las obligaciones a pesar de tener un libro propio del Código Civil, se aplica a todo, son el
tronco común del cual deriva toda la juridicidad.
Al hablar de derecho hablamos de conjunto de normas, facultades derivadas de la norma,
pero mayoritariamente ante un derecho, hay algo que cumplir, esto se llama obligación.
Esto es un antecedente del derecho de las obligaciones.
Lectura: El proceso de cristo Ignacio Burgoa. Reporte de 5 cuartillas de contenido, portada.
Antes del segundo parcial, en folder limpio, impreso, a mas tardar el día del examen.

Obligatio.
Según Gayo: Obligatio est iuris vinculum quo necessitate adstringimur alicuius solvendae
rei secundum nostre civitatis iura. (La obligación es el vínculo de derecho que nos constriñe
en la necesidad de pagar alguna cosa según el derecho de nuestra ciudad.).
Obligatio viene de:

• Ob: frente a otro.


• Ligare: estar ligado.
Se está ligado a otro a pagar alguna cosa acorde al derecho de su ciudad.
Presupone la existencia de por lo menos 2 sujetos vinculados en una relación jurídica. Esta
atadura implica una conducta esperada de uno de ellos, esa conducta se le llama objeto, y
este objeto de la obligación puede consistir en:

• Dare-Dar.
• Facere-Hacer. Prestaciones, todavía usadas en el derecho actual.
• Non Facere-No hacer.
• Prestare-Dar garantía.
• Pati-Tolerar.
El sujeto obligado se llama deudor, y el que recibe la conducta acreedor, que viene del latín
Creedere y significa creer.
En Derecho Romano identificaban el dar garantía como algo diferente al dar, dar garantía
es entregar, pero únicamente para asegurar el cumplimiento de la obligación.
Los elementos de la obligación son:

• Reus (sujetos): acreedor y deudor.


• Vínculo jurídico.
• Objeto.
La definición de Paulo de obligación es: Obligationem substantia non in eo consist ut aliquod
corpus nostram, autservitutem nostram faciat, sed ut alium nobis obstringat, at dandum
aliquod, vel faciendum, vel praestandum. (La sustancia de la obligación no consiste en que
se nos haga nuestra una cosa corporal o una servidumbre, sino en constreñir a otro a
darnos, hacernos o prestarnos una cosa).
En stricto sensu Paulo define el derecho personal o de crédito.
La definición de gayo es la de obligación en stricto sensu.

Clasificación de las obligaciones.


Clasificación eminentemente romana.
En esta clasificación existen 3 tipos de obligaciones:

• Civiles: obligaciones derivadas del derecho civil, por ejemplo, de la lex rogatae.
• Honorarias: obligaciones derivadas de los pretores (ius honorarium).
• Del ius gentium: obligaciones aplicadas para todos, derivadas del ius gentium (para
ciudadanos, extranjeros y esclavos.).
Atendiendo al objeto.
Implica como es el objeto, se refiere al objeto directo, la cosa material. Dependiendo como
sea la obligación será de una u otra manera.

• Obligaciones divisibles: significa que el objeto de la obligación se puede fraccionar.


• Obligaciones indivisibles: el objeto de la obligación no se puede fraccionar.
• Genéricas: aquella en la que el objeto de la obligación no está individualizado.
• Específicas:
Obligaciones civiles y naturales.

• Civiles: están provistas de una acción. (al derivar del derecho tiene acción.).
• Naturales: no están provistas de una acción. (existe, pero no existe acción para
obligar a cumplir).
Obligaciones de derecho escrito y obligaciones de buena fe.

• Derecho escrito: obligaciones plasmadas en un documento, están registradas.


• Buena fe: son aquellas donde se atiende a la intención de los contratantes.
Obligaciones alternativas y facultativas.

• Alternativas: son aquellas en las que se señalan varias prestaciones para que el
deudor cumpla solo una de ellas, bien a elección suya (deudor) o bien del acreedor.
Por ejemplo, me entregas al esclavo x o me entregas 10 esclavos.
Si alguna de las prestaciones se hace imposible la obligación no se extingue
mientras el deudor pueda cumplir con cualquiera de las restantes.
• Facultativas: en ellas el deudor se obliga a cumplir una prestación determinada,
aunque reservándose para sí la facultad de liberarse cumpliendo con otra distinta,
por ejemplo, dar a un hijo por los destrozos, reservándose el pagar con dinero.
Obligaciones de atendiendo a los sujetos.

• Ambulatorias: no tienen un sujeto determinado de inicio.


• Mancomunadas/Aprorratas/Parciarias: en este tipo de obligaciones cuando hay
varios acreedores, cada uno de ellos, tiene derecho solamente a una parte del
crédito; y en el caso de que existan varios deudores cada uno de ellos solo deberá
pagar una parte de la deuda.
• Solidaria o correal: en estas se encuentra otro caso con sujetos múltiples.
Si se trata de varios acreedores, hablamos de co-realidad o solidaridad activa, si de
varios deudores, de co-realidad o solidaridad pasiva, y si de varios deudores y
acreedores a la vez hablamos de co-realidad o solidaridad mixta. (ejemplo el aval)
En las obligaciones correales o solidarias, a diferencia de lo que sucede con las
obligaciones mancomunadas, cada acreedor tiene derecho al crédito íntegro o cada
deudor debe pagar la deuda en su totalidad. El pago efectuado por uno de los
deudores extingue la obligación y libera a los demás. El que pagó puede a su vez
cobrar a los otros codeudores la parte que les corresponda; así como los
coacreedores pueden exigir su parte al acreedor que recibió el pago. Lo anterior era
posible, bien porque los coacreedores o codeudores así lo hubieran convenido antes
de constituirse la obligación, o porque existiera entre ellos alguna relación interna
como por ejemplo, en el caso de los socios, copropietarios o coherederos.
Así mismo se podría lograr el reembolso del que hablamos por medio del beneficio
de cesión de acciones, que se otorgaba en determinados casos al deudor que había
hecho el pago, quién obtenía del acreedor que lo había recibido, la cesión de su
derecho de crédito, convirtiéndose así en acreedor de sus antiguos codeudores.
En el derecho de justiniano se amplía la aplicación de esta cesión forzosa y aparece
además una acción de reembolso o de regreso, considerada como una
consecuencia de la solidaridad e independiente de la cesión.
La solidaridad debía manifestarse de forma expresa; de no ser así, la obligación se
considera como mancomunada. El derecho romano considera 3 fuentes de
solidaridad:
ü El contrato.
ü El testamento.
ü La ley.
Fuentes de las obligaciones.

• Contrato: es un acuerdo de voluntades, entre 2 o más personas que genera


consecuencias de derecho. Principal fuente de obligaciones civiles.
• Delito: todo acto contrario al derecho que trae como consecuencia la obligación de
reparar el perjuicio ocasionado. (no siempre se sancionan como delito las ilicitudes).
Actualmente un delito es una conducta típica, antijurídica y culpable. EL delito no
está en la ley, esta en la sentencia, porque la ley establece figuras típicas, una
hipótesis que establece cuando hay delito
• Cuasicontrato: parecido al contrato, pero le falta algo, ejemplo la gestión de
negocios. Es parecido al contrato en cuanto produce consecuencias semejantes a
él, pero nos encontramos con que carece de uno de los elementos esenciales de
todo contrato, esto es el consentimiento de los sujetos.
• Cuasidelito: es un hecho ilícito no contemplado dentro de los delitos.
Otras fuentes de las obligaciones.

• Ley.
• Sentencia.
• Pactos: se entiende por pacto el hecho de que 2 o mas personas se pongan de
acuerdo respecto de un objeto determinado, sin existir ninguna formalidad de por
medio, teniendo que distinguirse entre:
ü Pactos nudos: no están provistos de una acción,
ü Pactos vestidos: provistos de una acción.
• Declaración unilateral de la voluntad: si esta se hace a la ciudad se llama
“Pollicitatio” y si se hace al templo se llama “Votum”.

Ejecución de las obligaciones.


Ante una obligación se puede:

• Cumplir.
• No cumplir: incumplimiento.
ü Culpa: negligencia.
ü Dolo:
• No cumplo a tiempo: mora.
• Caso fortuito o fuerza mayor.
Conceptos:
1) Mora: retraso doloso o culpable en el cumplimiento de una obligación.
Es evidente que el que puede retrasarse en el cumplimiento de una obligación es el
deudor y así decimos que incurre en mora cuando no cumple a tiempo y por causas
que le son imputables.
Sin embargo, para el derecho romano también incurre en mora el acreedor; esto
sucedía cuando rechazaba sin justa causa el pago ofrecido por el deudor.
Así en el derecho romano se presenta la mora “debitoris” a cargo del deudor y la
mora “creditoris” a cargo del acreedor.
a) Mora debitoris: para que el deudor incurriera en mora era necesario que el
retraso le fuera imputable y que la deuda estuviera vencida.
Para aquellas obligaciones no sujetas a plazo, era necesario que el acreedor
huniera requerido el pago mediante una interpelación (interpellatio); además
incurre en mora sin interpelación la persona, que obtenga un objeto de forma
ilícita como el caso del robo. El deudor moroso debía pagar al acreedor los
daños y perjuicios que su retraso le hubieran ocasionado, respondía hasta
por fuerza mayor y además el acreedor se hacia dueño de los frutos del
objeto debido desde el momento en que el deudor se constituyó en mora.
b) Mora creditoris: la mora del acreedor aparece cuando este rechaza
injustificadamente la oferta de pago que le hace el deudor. Tiene como
consecuencia eliminar la mora del deudor. Si se debía una cantidad de
dinero el deudor podía sellarla y depositarla en establecimientos públicos
quedando así liberado de la obligación.
2) Dolo: existe dolo cuando voluntariamente el deudor no cumple con la obligación con
la intención de dañar al acreedor. Son elementos del dolo:
a) Un acto u omisión del deudor.
b) La intención de llevar a cabo dicho acto.
c) Que este acto traiga como consecuencia un perjuicio económico a la otra
parte.
El dolo no se presume, sino que debe ser probado por el acreedor
3) La culpa: la culpa se da cuando el deudor ocasiona un daño al acreedor por su falta
de cuidado o negligencia.
Existen diferentes grados de la culpa. En primer lugar, la culpa lata, ósea la culpa
grave o excesiva negligencia. Existe, además, la culpa levis, que es menos grave y
que a su vez podría ser inabstracto o inconcreto.
La culpa leve inabstracto se presentaba cuando el deudor no hubiera observado los
cuidados de un buen padre de familia. La culpa leve in concreto se determina
comparando la conducta del deudor con el grado de cuidado que el mismo
acostumbrara observar en sus demás negocios.
Si el incumplimiento fuera imputable al deudor por dolo o por culpa el acreedor podía
demandar el cumplimiento o la rescisión del contrato, más el pago de una
indemnización por daños y perjuicios.
Una vez establecida la responsabilidad del deudor, la cuantía de la indemnización
era determinada por el juez.
La valoración de los daños también podía quedar sujeta al acuerdo entre las partes,
que podían agregar al contrato una clausula penal destinada a fijar de antemano la
indemnización.
4) Caso fortuito o fuerza mayor: caso fortuito es un acontecimiento no imputable al
deudor que hace imposible el cumplimiento de una obligación. Puede consistir en
un hecho natural, como una inundación, un terremoto, etc.; en un hecho jurídico,
como cuando se sustrae del comercio una cosa, y finalmente, también se considera
como caso fortuito a la fuerza irresistible, por ejemplo, la guerra.
En estos casos el deudor quedaba liberado a menos que se hubiera convenido lo
contrario o estuviera en mora.
Tarea: fundamento legal de cual es la consecuencia de cuando hay caso fortuito o fuerza
mayor. CCEA, CCF y jurisprudencia.

Transmisión de las obligaciones.


I. Cesión de crédito: en la cesión de créditos tenemos la sustitución del acreedor por
otra persona a quién se le transmiten los derechos nacidos del vínculo obligacional.
El acreedor original que transmite el crédito recibe el nombre de cedente y el nuevo
acreedor que adquiere el crédito se llama cesionario, y el deudor, que es el mismo
era designado a veces como el cedido.
La cesión podía obedecer a varias causa: compraventa, donación, etc. Y el cedente
debía responder de la existencia del crédito más no de la solvencia del deudor.
La cesión de créditos se hacía por novación o por la procuratio in rem suam.
a) La novación es la sustitución de una antigua obligación por una nueva,
cambiando uno de los elementos de la primera, (en este caso del acreedor)
(concepto que aparece en derecho romano y subsiste en nuestros tiempos).
Era necesario el consentimiento del deudor, quién debía prometer el pago al
nuevo acreedor
b) Procuratio in rem suam: procurar que una cosa se haga tuya, a través de
esta figura, la cesión se llevaba a cabo haciendo uso de la representación
procesal. El cedente le otorga un mandato al cesionario, autorizándole a
cobrar el crédito en su nombre, pero en beneficio propio, cediéndole de esta
manera más que el crédito el derecho de acción para poder cobrarlo en
juicio. Este procedimiento no carecía, sin embargo, de inconvenientes: antes
de la litis contestatio el mandante podría cobrar válidamente al deudor,
también podía perdonar la deuda, conceder una prórroga o revocar el
mandato y si moría el negocio quedaba extinguido.
Para remediar las situaciones anteriores se establecieron ciertas medidas:
en primer término a través de la denuntitatio o notificación que el cesionario
debía hacer al deudor, en el sentido de que había adquirido el crédito; el
pago que este último hiciera al cedente no tendría efecto liberatorio.
En segundo lugar, el cesionario podía mediante la actio doli pedir una
indemnización al cedente que de mala fe hubiera revocado el mandato,
perdonado la deuda o concedido una prórroga al deudor.
Por último se estableció que en caso de muerte del cedente no se
extinguieran los derechos del cesionario.
Más adelante y en algunos casos determinados, se le otorga una acción útil
al cesionario para que pueda proceder en contra del deudor, esta acción fue
admitida por Justiniano.
De esta manera se facilito el libre comercio de los créditos.
Para evitar la usura o los abusos que esa situación pudiera provocar, el
derecho pos clásico estableció las siguientes limitaciones:
1. Se prohibió la cesión de créditos a personas más poderosas, con
influencia en los tribunales.
2. Se prohibió al adquirente de un crédito cobrar al deudor más de lo
que el mismo hubiera pagado por dicho crédito.
3. Finalmente, se prohibió la cesión de créditos litigiosos.

Asunción de deudas.
En la asunción de deudas tenemos la sustitución del deudor por otra persona que asume
la deuda; es decir que se compromete a pagar la deuda del primero. También para transmitir
las deudas se recurrió a la procuratio in rem suam y a la novación, que en este caso recibe
el nombre de delegación.
El primer deudor o deudor original, que sale de la relación, recibe el nombre de delegante;
el nuevo acreedor el de delegado, y el acreedor, que es el mismo el de delegatario.

Extinción de las obligaciones.


Cuando una obligación se extingue se disuelve el vínculo existente entre el acreedor y el
deudor. Los modos extintivos de las obligaciones son los hechos objetivos a los que le
derecho otorga esa función.
El modo normal de extinguirse una obligación es el pago o cumplimiento realizado por el
deudor. Esto es, la ejecución de las prestaciones debidas. Sin embargo, existen otros
hechos que sin implicar la ejecución efectiva de la obligación, tienen el efecto de liberar al
deudor.
En el derecho romano antiguo, se exigió que para extinguir una deuda el deudor realizara
un acto solemne para dar por cancelada la relación. Este acto llamado actus contrarius era
similar a aquel que se había llevado a cabo al contraerse la obligación; así, si la obligación
había nacido por medio del cobre y la balanza (per aes et libram) así también debía ser
extinguida.
La otra forma para realizar el actus contrarius fue la acceptilatio, por la cual el acreedor
reconocía haber sido pagado. En el derecho de Justiniano la acceptilatio sirvió para
condonar formalmente una deuda.
Cuando desaparecieron los negocios solemnes dejo de usarse el acto contrario. De esta
manera a fines de la época republicana los modos extintivos de las obligaciones se
clasificaron en 2 grandes grupos:
1) Modos extintivos que operan Ipso Iure (en virtud del propio derecho)
2) Modos extintivos que operan Ope Exceptiones (en virtud de una excepción)
La distinción anterior se refiere al momento en que se hacían valer. Los modos extintivos
que operan ipso iure podrán alegarse en cualquier momento del juicio y extinguían la
obligación de forma automática y de pleno derecho.
Los modos extintivos que operan ope exceptiones tenían eficacia si se intercalaban como
excepción en la fórmula.
La clasificación tiene relevancia para la época del procedimiento formulario; más tarde y en
el derecho de Justiniano, todas las causas de extinción de las obligaciones cobraron la
misma eficacia.
Modos extintivos que operan ipso iure.
Estas son: el pago, la novación, la confusión, la pérdida de la cosa debida, el mutuo
disentimiento, el concurso de causas lucrativas y la muerte o capitis diminutio del deudor.
Pago: el pago o cumplimiento (solutio) en el latín, es el modo normal de extinguirse la
obligación.
El pago se refiere no solo a la entrega de una cantidad de dinero, sino a todo cumplimiento
de la prestación, cualquiera que esta fuera. Se recuerda que la prestación, objeto de la
obligación podía consistir en un dare, facere, non facere, praestare y pati.
En relación con el pago debemos distinguir los siguientes elementos: ¿quién lo hace?, ¿a
quién lo hace?, ¿cómo?, ¿dónde? Y ¿cuándo?
En primer lugar el pago debe hacerlo el deudor, pero también su representante, salvo en
los casos en que se hubieran considerado especialmente las cualidades personales del
deudor y se exigía que sea él, precisamente quién cumpla la prestación.
En segundo lugar, el pago, debe hacerse al acreedor o a un representante suyo, por
ejemplo, al tutor, al procurador, al mandatario, etc.
En cuanto a la forma de hacer el pago, esta debe coincidir con el contenido de la obligación.
Sin embargo, el deudor puede cumplir con una prestación distinta siempre que el acreedor
de su consentimiento. A esta modalidad del pago, se le llama datio in solutum, en español,
dación en pago.
(2do parcial).
Si un deudor tiene varias deudas con el mismo acreedor y al entregar una cantidad no dice
a que deuda debe aplicarse, la imputación del pago se hacía de la manera siguiente:
primero los intereses, después a la deuda vencida y finalmente a la más onerosa o a la más
antigua, as falta de lo anterior, el pago se imputaba proporcionalmente a cada una de las
deudas.
En lo que toca al lugar en dónde debe hacerse el pago, si nada se hubiera dicho al momento
de nacer la obligación, se aplican las siguientes reglas: si se tratara de cosas inciertas o de
cosas fungibles, el cumplimiento debía hacerse en el domicilio del deudor, donde el
acreedor podía reclamarlo judicialmente; si se trataba de la entrega de un inmueble o de
otra cosa cierta, el lugar era aquel en donde estuvieran los bienes.
En lo que concierne al tiempo, si no hubieran establecido se aplicaba la regla de que la
prestación se debe, desde el día en que nace la obligación, pero considerando la naturaleza
de la prestación el deudor debía cumplir cuando razonablemente pudiera hacerlo
circunstancia que podía parecer cuando se hubiera señalado un lugar especial para el
cumplimiento cuando se tratara de la realización de una obra; construir por ejemplo una
casa.
Novación: es la sustitución de una antigua obligación por otra nueva, al modificarse uno de
los elementos de la primera. La nueva obligación extingue a la antigua.
La novación puede afectar a los sujetos o al objeto. En el primer caso estaríamos frente a
una transmisión de crédito o de deuda, que ya conocemos.
En el segundo, la nueva obligación debía contener: algo nuevo, ya fuera un cambio en el
lugar o tiempo del cumplimiento o que se agregara o se quitara una condición, etc.
Porque existiera la novación las partes debían declararlo expresamente.
Confusión: la confusión como modo extintivo de las obligaciones consiste en que coincidan
en una misma persona las cualidades de acreedor y de deudor por ejemplo, como
consecuencia de una herencia, en la que el deudor fuere heredero del acreedor o viceversa.
Perdida de la cosa debida: si el objeto de la obligación fuera una cosa específica y se perdía
por alguna causa no imputable al deudor, la obligación se extinguía.
Mutuo disentimiento: el mutuo disentimiento o consenso contrario opera en relación con las
obligaciones nacidas con contratos consensuales, que son los que cobran eficacia por el
solo acuerdo de voluntades de las partes; el mutuo disentimiento debe darse antes de que
una de las partes cumpla con su prestación.
Concurso de causas lucrativas: existe cuando el acreedor adquiere, con diferente causa, el
objeto específico que se le adeuda.
La adquisición, por título diferente, de la misma cosa, extingue la obligación, pues no es
posible que esta recaiga sobre lo que ya esta en el dominio del acreedor.
Lo anterior podía suceder si en un testamento, por ejemplo, se ordenaba al heredero
entregar un objeto específico a un legatario y el objeto entraba a su patrimonio por otra
causa, antes de que el heredero hubiera podido cumplir el encargo.
Capitis diminutio del deudor: Algunas obligaciones se extinguen por la muerte de uno de
los sujetos. Este es el caso de las obligaciones que nacen de los delitos y de algunos
contratos, por ejemplo, el de sociedad y el mandato.
La capitis diminutio, incluso la mínima podía también ser causa de extinción de
obligaciones.
Los 3 estados de perdida de la capacidad podían ser perdida de patria potestad, perdida
de la ciudadanía o perder la libertad.
Modos extintivos que operan ope eceptiones.
Estos son los siguientes:
-La compensación: en la compensación encontramos la extinción simultanea de 2 deudas,
hasta por su diferencia.
Esta figura aparece cuando el deudor opone al acreedor un crédito que tiene a su vez en
contra de este.
Era necesario que:

• Las 2 deudas estuvieran vencidas, es decir que fueran extinguibles.


• Que ambas tuvieran el mismo objeto genérico.
• Que ambas fueran líquidas, estos es, determinadas o determinables.
• Que ambas fueran válidas, o sea, que no hubiera excepción que se pudiera oponer
en contra de cualquiera de ellas.
Determinados créditos quedaron excluidos de la compensación como los fiscales y los
referentes a pensiones alimenticias.
-Pacto de non petendo: Es el pacto o acuerdo informal de remisión o perdón de deuda,
extingue cualquier obligación siempre y cuando se intercale como excepción en la fórmula
respectiva.
Antes de concluir el tema de la extinción de las obligaciones es necesario agregar que para
algunos tratadistas el transcurso de 30 o 40 años, duración máxima del derecho de acción
para procesos civiles, constituye también un modo extintivo.
Sin embargo, creemos que en este caso lo que se extingue por prescripción es el derecho
de acción, pero no la obligación, que solo se convierte en natural.

El contrato.
El contrato es el acuerdo de voluntades entre 2 o más personas, reconocido y amparado
por la ley, encaminado a crear una o varias obligaciones.
En el derecho romano el contrato estaba siempre sancionado con una acción y, además,
tenía un nombre específico.
Comparación entre pacto y contrato.
Todo contrato lleva dentro un pacto pues sin acuerdo de voluntades no existe contrato.
En roma el pacto era el acuerdo de voluntades entre 2 o más personas respecto de un
objeto determinado. Las partes que celebran el pacto o convención podían proponer crear,
modificar o extinguir un derecho, sin embargo, el simple pacto no bastaba para crear una
obligación civil; no era así respecto del contrato que ya se dijo que estaba provisto de una
acción y tenía un nombre.
Elementos esenciales y accidentales del contrato.
Para que tenga valides requiere de los siguientes elementos: sujetos, consentimiento,
objeto, causa y forma. Aparte de los elementos mencionados, el contrato puede llevar otros
elementos que dependen únicamente de la voluntad de los otorgantes, llamados
accidentales, así: el termino, la condición y el modo o carga.
La capacidad de las partes.
Cuando se estudiaron los elementos de la obligación, se expresó que en esta concurren
normalmente a integrar la relación jurídica 2 sujetos: acreedor y deudor, quienes deben
gozar de capacidad para obligarse.
La capacidad es la regla, la incapacidad es la excepción, que se establece en cada caso
por la ley.
Representación en juicio.
El derecho romano no conoció la facultad de representar, es decir, la posibilidad de terminar
por cuenta y en nombre de otro un negocio jurídico (representación directa). Conoció tan
solo la posibilidad de realizar un negocio por cuenta de otro, pero no en nombre de otro
(representación indirecta). Así el que administraba los asuntos de otro ya fuera por razón
de oficio: tutor, curador; ya por convenio: procurador, mandatario; o en fin, por decisión
voluntaria: gestor sin mandato, terminaba un negocio en interés del representado, pero los
efectos del negocio repercutían en el representante; el adquiría, se obligaba y solo mediante
un nuevo acto las consecuencias del negocio se transferían al representado
(representación indirecta).
Las razones por las cuales el derecho romano repudió la representación se debió, por un
lado, al formulismo antiguo que exigía la intervención directa (personal) en el acto o negocio;
y por otro lado a que el padre de familia no necesitaba recurrir a representantes libres, ya
que como tales actuaban los individuos sometidos a su potestad (hijos y esclavos). Todo lo
que estos adquirían, hacían crecer el patrimonio del jefe familiar.
El derecho romano también estableció la adstipulatio que era fuente de correalidad activa.
El acreedor que no podía otorgar poder para que otro cobrara al deudor por él, tenía la
facultad de nombrar a otra persona, como coacreedor, para que interviniera en la relación
jurídica existente. Es más, el pretor amplió la representación del jefe de familia por las
personas que tenía en potestad y aún por subordinados extraños a la familia, al conceder
acciones especiales para reclamar al jefe de familia, mediante una simple trasposición de
personas (completada con una ficción de ser libres cuando se trataba de esclavos). Las
deudas contraídas por promesas o contratos de sus subordinados.
El pretor concedía las acciones, en latín actiones adjectitia qualitatis (acciones de cualidad
añadida).
Contratos a favor de terceros.
En el derecho romano clásico, los contratos así formulados se consideraban nulos, no solo
en cuanto a terceros, sino también en cuanto a los contratantes. Sin embargo, pese a la
nulidad citada se podía asegurar la realización de la prestación en favor de terceros
mediante una stipulatio poenae (promesa de una sanción) de modo que, si alguien se
comprometía en un contrato a realizar una prestación en beneficio de un tercero, y no la
cumple, debe indemnizar al otro contratante. En la época clásica se acepto la estipulación
cuando el estipulante tenía interés en que la prestación en favor del tercero se cumpliera
por ejemplo si el tutor cede a su cotutor la administración del patrimonio del pupilo, puede
estipular haciéndose prometer del cotutor que administrará con diligencia tal patrimonio. En
el derecho de Justiniano se reconoció la valides a la estipulación en favor de tercero; se
otorgó acción a este para pedir el cumplimiento de la prestación hecha en su favor. Así el
que dio en alquiler un fundo y después lo vende, pacta con el comprador que respetará al
inquilino.
El consentimiento.
El segundo elemento de los contratos es el consentimiento, el acuerdo de las partes con el
fin de producir un efecto jurídico determinado. Este elemento fue elaborado por la
jurisprudencia clásica, y en un principio no jugaba un papel predominante en el contrato. En
cambio, en el derecho de Justiniano el consentimiento fue el elemento indispensable para
la existencia de todo contrato.
Para que exista requisito la coincidencia de las voluntades de las partes, de donde resulta
que aquellas deben coexistir en un momento y ser capaces. Este acuerdo de voluntades se
manifiesta por medio de propuesta u oferta de una de las partes y aceptación de la otra; el
problema no ofrece dificultades si los contratantes están presentes, pero no sucede así
cuando están ausentes.
Vicios del consentimiento.
Un contrato para que sea válido requiere de quienes celebran que expresen libremente su
consentimiento, es decir, que esté exento de vicios, ya que, si el contrato se encuentra
afectado por alguno de ellos la parte perjudicada puede solicitar su nulidad. Los vicios más
comunes eran el error, el dolo, la violencia o intimidación y la lesión. Enseguida se analizará
cada uno de ellos.
El error.
Savigny lo define como “falsa noción que se tiene de una cosa”.
El error puede recaer sobre algunos elementos constitutivos de la norma legal que lo rige.
En el primer caso se dice que hay un error de hecho (de facto) y en el segundo de derecho.
Por ejemplo, se cometía error de hecho cuando uno de los contratantes creía que el otro
contratante había cumplido 25 años, cuando en realidad no tenía más que 20 años; se
cometía error de derecho cuando una persona contrata con otra que tiene 20 años creyendo
que las leyes la consideran mayor de edad.
El error de derecho perjudica a quién lo sufre ya que no podía alegar la nulidad del contrato,
en razón de que las leyes se presumen conocidas por todos, sin embargo, cabía la
excepción, si la persona que lo alegaba no estaba instruido acerca de la cuestión planteada,
o si se trataba de una mujer o de un menor de 25 años.
En cuanto al error de hecho este podía ser essentialis (esencial) si ejercía una influencia
decisiva sobre el consentimiento, la parte que lo sufre, puede anular el contrato. Error minus
essentialis (menos esencial) si la influencia sobre el consentimiento no es decisiva; la
nulidad del contrato no se produce. Los jurisconsultos romanos analizaron varios tipos de
error.
Error in negotio.
Tenía lugar cuando recae sobre la naturaleza del negocio que las partes celebran. Por
ejemplo, si Pedro da una suma de dinero a Juan con la intención de donársela, mientras
Juan la acepta como si fuera entregada en mutuo (préstamo); no había ni donación ni mutuo
y la obligación de restitución que pesa sobre Juan tiene su fundamento en el simple hecho
de que la propiedad de la suma de dinero ha pasado a el sin una causa que lo justifique.
Error in persona.
Resulta cuando el negocio se realiza con una persona distinta de aquella con la que se
pretendía contraerlo. Este error no siempre es esencial. Por ejemplo, si el comerciante
vendedor a creído que el que compró en su establecimiento es Sebastián cuando realmente
fue Santiago, la compraventa no es nula. En cambio, en la celebración de un matrimonio el
error en la identidad de la persona con quién se contrae matrimonio será esencial. Por ello,
para que el error sea o no esencial depende de la naturaleza del negocio.
Error incorpore.
Se considera esencial y recae siempre sobre la identidad concreta del objeto. Por ejemplo,
cuando se cree comprar el fundo A y el que resulta vendido es el B, en tal caso, no hay
compraventa. El error debe ser sobre la identidad real de la cosa y no en cuanto a su
nombre.
Error in substantia.
Tiene lugar cuando aún habiendo acuerdo sobre la cosa, se está, sin embargo, en
desacuerdo sobre sus cualidades esenciales y constantes, tomando en cuenta la función
económico-social que tiene la misma en la vida común. Si el error es sobre la calidad
esencial anula el contrato, si es sobre la calidad accesoria no lo invalida. Así no existe error
sobre la substancia si se compra oro bajo en lugar de oro fino o vino agriado en lugar de un
vino en buenas condiciones, o vestidos usados en lugar de nuevos. En cambio si hay error
en la sustancia cuando se compra una esclava en lugar de un esclavo, vinagre por vino o
plomo por oro.
Error in quantitae
Este error no siempre era esencial, sin embargo, el error es esencial en el siguiente caso:
si Carlos cree arrendada su finca en 100 pesos, pero el arrendatario cree erróneamente
que el precio del alquiler es de 80 pesos, el contrato no es válido, sin embargo, el error no
es esencial si el precio propuesto por el arrendador es de 80 y el arrendatario acepta
creyendo equivocadamente que es de 100, el contrato es válido con la renta de 80.
Error en los motivos.
Este error novicia en general el negocio jurídico. Falsa causa tomada la palabra en sentido
de motivo o falsa demonstratio non nocet (la falsa demostración no perjudica). Sin embargo
en algunos negocios jurídicos mortis causa, como la institución de heredero el motivo tiende
a construir un carácter o condición esencial del favorecido, y entonces la falsedad del motivo
afecta la validez del negocio. Así, si el testado nombró heredero a Juan en la creencia
equivocada de ser pariente suyo y si así lo designó.
Error impropio.
Se encuentra a falta de coincidencia entre la voluntad y su manifestación. En el derecho
romano prevaleció la intención sobre la expresión, salvo si el error era ostensible que la otra
parte pudiera darse cuenta de él. En este caso el error anulaba, por lo menos los contratos
de buena fe.
El dolo.
Como vicio que afecta la voluntad puede definirse como: engaño utilizado con astucia para
determinar a una persona a realizar un negocio jurídico que sin tal mentira no realizarían.
Labeón lo definió así: dolo malo es toda astucia, falacia o manipulación empleada para
engañar, sorprender o defraudar a otro.
En materia de contratos el dolo malo, según el derecho civil no determinaba la nulidad de
estos, a menos que los contratantes hubieran convenido expresamente lo contrario a través
de la clausula doli, es decir mediante una estipulación, las partes se hacían responsables
de las consecuencias que eventualmente el dolo tendría entre ellos.
El pretor acudió en auxilio del contratante victima del dolo facultándolo para solicitar la
recesión del contrato, independientemente de toda convención o condición de que fuese de
buena fe.
El pretor concedió al deudor que se hubiese obligado a virtud de maniobras dolosas del
acreedor los siguientes remedios:

• La exceptio doli: por ella se rechazaba la acción de la parte que exigiera el


cumplimiento del contrato.
• La actio doli: creada por Aquilio Gayo. Por ella la víctima del engaño una vez
ejecutado el contrato, podría dirigirse contra el autor del mismo para oobligarlo a la
reparación del daño sufrido. Era una acción del daño sufrido. Era una acción
infamante que se extinguía al año y solo se daba si se carecía del otro recurso.
También se puede intentar contra los herederos del autor del dolo solo hasta la
medida en que se haya enriquecido.
• La in integrum restitutio: restitución por entero. Por medio de ella se restablecían las
cosas al estado que tenían antes de cometerse el dolo, siempre y cuando fuera
posible.
Intimidación o violencia.
Este vicio comúnmente se llamaba violencia y se puede definir como un acto de fuerza
material o moral ejercido contra una persona para obligarla a prestar su consentimiento en
un contrato de este consentimiento se infiere que el Derecho Romano distinguió dos tipos
de intimidación: la violencia física o material y la moral o psicológica.
Al igual que el vicio anterior, el Derecho Civil consideraba válido el contrato celebrado bajo
el imperio de la violencia, pues se estimaba que el consentimiento, aunque viciado, existía
solución basada en el proverbio “coacta voluntas tamen coluntas est” significa la voluntad
aunque coaccionada es voluntad.
El Derecho Honorario limitó esta severidad. Así otorgó a quien s veía demandado para
cumplir un contrato la exceptio quod metus causa (la excepción por causa de miedos).
Además, le concedió la actio qued metus causa cuando ya había sido ejecutada la
convección, para obligar al culpable a pagar a la víctima cuatro veces el daño causado, si
se ejecutaba en un año a partir de que se cometió la violencia.
También se concedió la in integrum restitutio en beneficio de menores, mujeres etc.
anulando el negocio afectado de la violencia.

• Debía ser injusta: realizada contra derecho. Por ejemplo, si Juan paga a su
acreedor, en el momento de la diligencia de embargo, no podía alegar coacción.
• Grave: el temor debía ser grave, que fuera susceptible de infundir temor a una
persona razonable, no solamente a una tímida. Tal serían los casos en que la
convicción se realizó por temor a la esclavitud, a la muerte o los azotes.
• El mal con el que se amenace, debe ser actual e inminente no futuro o simplemente
imaginario: por ejemplo si un individuo por su descomunal estatura y de
antecedentes de la hampa le propone a Pedro la celebración de un contrato en
forma correcta, que desde luego no le conviene pero o realiza por pura cobardía,
pero no podrá anularlo, aduciendo intimidación.
La lesión.
Se presenta la lesión cuando una parte contratante se aprovecha de la ignorancia o extrema
necesidad de la otra.
En el caso, no existe dolo ni intimidación, pues no hay engaño ni violencia física o moral;
simplemente encontramos abuso de la desigualdad intelectual o social de los contratantes.
Esta situación la sanciona el derecho Romano tardíamente en la época postclásica.
Justiniano consideró sin valor la compra-venta que se hiciera por un precio menor de la
mitad del valor verdadero de la cosa, por considerarla una lesión enorme. En tal caso el
vendedor podía rescindir la operación, sin embargo se le permite al comprador elegir entre
la devolución de la osa o el pago de lo que le faltaba.
El objeto.
Como tercer elemento esencial de los contratos se debe mencionar al objeto, que como ya
se dijo podía consistir en un dare, un facere o en un praestare, es decir transferir un derecho
real, realizar un acto o bien garantizar una deuda ajena, etc.
A los conceptos anteriores se puede añadir un non facere y el tollerare (permitir).
Requisitos del objeto:
1. Ser posible: tanto física como jurídicamente. Por ejemplo, si se vende una cosa que
ya no existe o una cosa fuera del comercio.
2. Debe ser lícito: no estar prohibido por el derecho o por la moral, puesto que no
podría exigirse el cumplimiento de la obligación.
3. Ser determinado: o por lo menos que reúna los elementos objetivos para su
determinación.
4. Presentar interés: para que el acreedor, es decir, una ventaja valorada en dinero.
Actio proforma: para darle forma al contrato.
Causa.
El cuarto elemento del contrato romano era la causa; si bien no era indispensable en todos.
Así, en los negocios abstractos, por ejemplo, la estipulación, la validez de ellos dependía
únicamente de la forma. El deudor, se obligaba por el solo hecho de cumplir la formalidad
ordenada por el uso. En cambio, en los negocios causales la licitud de la causa era el
elemento esencial.
El término causa se emplea en dos acepciones: designa las fuentes mismas de las
obligaciones, por ejemplo, los contratos y los delitos eran causas civiles de las obligaciones.
En su aspecto subjetivo, la cusa designa el motivo que impulsa a las partes contratantes a
la celebración del negocio. Así, por ejemplo, en una compraventa, la cusa por la que
contrata el vendedor es la obtención del pago de precio y la del comprador es la entrega de
la cosa.
Fraus Legis.
Encontramos el fraude a la ley cuando el acto se realiza apegado a las leyes, pero va en
contra a su espíritu, tal sería el caso de que se hicieran las donaciones entre cónyuges que
estaban prohibidas en el derecho romano, pero si estos se divorciaban podían hacerse
donaciones, y si después volvían a contraer matrimonio evidentemente ello no infligía
ninguna norma legal, pero si violaba el espíritu fundado en el veto a las donaciones
conyugales.
Simulación.
La discordancia entre la voluntad y la declaración puede ser intencional, como el caso de
la simulación; esta puede ser absoluta. Como cuando se declara la voluntad de llevar a
cabo un negocio, pero que no se quiere concluir ninguno. Así el deudor aparenta enajenar
sus bienes para defraudar a los acreedores. Y simulación relativa, como cuando no se
requiere el negocio que aparentemente se realiza, pero si otro de contenido diverso, por
ejemplo, fingiendo una compraventa para disfrazar una donación. En el primer caso el
negocio no es válido; en el segundo, el negocio puede tener eficacia, si se apoya una causa
lícita.
La forma.
El último elemento esencial del contrato romano es la forma; esta venía a ser el molde por
el cual las partes debían pasar el convenio para que este tuviera efectos obligatorios.
Además, resultaban un medio de prueba muy eficaz en los actos jurídicos formales, de esta
manera, cuando se cumplía con la forma en tales actos, ello traía consecuencias jurídicas
para los interesados.
En la época antigua o preclásica los principales actos jurídicos eran formales, ocupaban la
forma un papel esencial en la realización de estos. Si no se observan las convenciones
carecían de valor; así pasaje y nuncupatio, pregunta seguida de la correspondiente
respuesta, menciones estrictas, etc. Poco a poco la forma dio lugar a los elementos
subjetivos de los contratos como el consentimiento.
Consecuencias de la falta de forma en los negocios.
Cuando el negocio no era revestido de la forma exigida por el derecho civil no producía los
efectos jurídicos que se habían propuesto las partes. Así, por ejemplo, no era posible la
venta de una res mancipi por traditio. En estos casos el pretor intervenía otorgando eficacia
a los negocios.
Elementos accidentales de los contratos.
Los elementos accidentales de los contratos llamados también modalidades, se introducen
libremente por las partes contratantes, y tiene a modificar en mayor o menor medida los
efectos propios del negocio jurídico que realizaban. Las modalidades más frecuentes son:
al condición, el término y el modo o carga.
La condición.
Puede definirse como un acontecimiento futuro e incierto del cual depende el nacimiento
de una extinción de los efectos de un negocio jurídico. De este concepto se desprenden los
caracteres siguientes:
1. Es un acontecimiento futuro. Un hecho pasado o presente a pesar de que lo ignoren
las partes, no puede constituir objeto de la condición.
2. Es un hecho incierto, pues se ignora si ha de suceder o no.
3. A la condición, queda subordinado el nacimiento o la extinción de los efectos del
negocio jurídico celebrado por las partes.
La condición desde el punto de vista de sus efectos, puede ser: suspensiva y resolutoria.
Condición suspensiva:

• La condición suspensiva es aquella que las partes hacen depender de un


acontecimiento futuro e incierto el nacimiento de la obligación. Ejemplo: te dare
cincuenta pesos oro si llega una nave de Asia.
• Para precisar cuales son los efectos de esta condición conviene tener en cuenta 3
momentos:
a) Pendente conditione (condición pendiente): ocurre cuando la condición no
se ha realizado. Si un contrato se sujeta a una condición suspensiva, la
obligación queda suspendida en cuanto no se realice aquella. De lo dicho
resulta: 1.- En tanto no se realice la condición no es posible extinguir el
cumplimiento de la obligación. 2.- Si el deudor paga antes del cumplimiento
de la condición, puede reclamar ese pago, pues pagó lo que no debía. 3.- Si
el acreedor recibe la cosa no puede usucapir, pues carece de justo título. Sin
embargo cabe observar que aunque el derecho es imperfecto antes del
cumplimiento de la condición, hay una esperanza, spes debitum iri (la
esperanza de lo que se debe cumplir) que cuenta en el patrimonio de los
contratantes que se transmite a los herederos si ellos fallecen. Inclusive, el
acreedor puede realizar medidas conservatorias de su crédito, por ejemplo,
pedir un fiador.
b) Deficiente conditione: (condición sin existencia): la condición no se realiza
cuando el acontecimiento previsto no se verifica. En tal situación la
obligación no produce efectos, pues se estima que no tuvo vida. De modo
que si el deudor pagaba por error al acreedor, este deberá restituirlo pues
ha pagado lo que no se debía.
c) Existente conditione (condición existente): La condición se realiza cuando el
acontecimiento previsto se ha verificado. En esta hipótesis el contrato surte
todos sus efectos, se discute si al cumplirse la condición, los efectos del
contratante se retrotraen al día en que este quedó concluido ex tunc (desde
entonces), o si solo comienza a partir del momento de la realización de
aquella ex nunc (desde ahora). Sin ahondar este problema, podemos decir
que Justiniano otorgó efecto retroactivo al efecto de la condición, posición
que sigue nuestro legislador.
Condición resolutoria:
Es aquella que se hace depender de la realización de un acontecimiento futuro e incierto,
la extinción de una obligación. En esta, lo que se suspende no es la obligación que ya existe
desde que se concluye el contrato, sino su extinción o resolución. Por ejemplo, te doy $100
pesos oro al año, mientras no llegue a México un habitante de Venus.
Clasificación de las condiciones de acuerdo al acontecimiento.
Se distinguen las siguientes especies de condiciones: potestativas, casuales, mixtas,
positivas y negativas, que a continuación examinamos.
a) Condición potestativa: es aquella en que la realización del acontecimiento
futuro e incierto que la condición supone depende de la voluntad de la
persona interesada en su realización. Por ejemplo: si subes al capitolio te
daré diez monedas de oro.
b) Causal: su realización depende exclusivamente del azar, por ejemplo,
c) si llegara la nave de Asia.
d) Mixta: se realización depende de la voluntad de uno de los contratantes y en
la parte de la voluntad de uno de los contratantes y en parte del acaso; por
ejemplo, si te casas con paulina
e) Positivas y negativas: en las primeras se subordina el nacimiento de un
derecho a la realización de un acontecimiento cualquiera; y negativas si no
se realiza un determinado hecho, por ejemplo, si no viniere una nave de Asia.
Existen otras condiciones a las que la doctrina llama impropias y son aquellas condiciones
que no tienen ese carácter, por faltar alguno de los requisitos que definen su esencia: no
son inciertas o no son futuras.
Tales son:
1. Condiciones imposibles: son aquellas de las que tenemos conciencia que no han de
ser cumplidas, por ser física y jurídicamente irrealizables; por ejemplo, la venta de
una cosa sagrada. Si afectan actos intervivos se consideran nulas; en tano si afectan
a actos mortis causa se toman por no puestas y producen el mismo efecto que si
estas fueran puros.
2. Condiciones ilícitas: en el derecho de Justiniano estas se rigen por los mismos
principios de las imposibles.
3. Condición in praesens vel in praeteritum collate (condiciones sustentadas en el
presente y el pasado): condiciones que se fundan en un hecho presente o pasado.
Estas condiciones hacen depender la efectividad del negocio, no de un
acontecimiento futuro, sino de un hecho presente o pasado. Por ejemplo, si Pablo
vivió, si Juan fue cónsul. Se trata de un hecho cierto, según la naturaleza de las
cosas, aunque para los interesado resulta incierto.
El término.
El término es un acontecimiento futuro, de la realización cierta, del cual depende que los
efectos de un acto jurídico, entren en vigor o se terminen. En el primer caso, el término no
es suspensivo o inicial (ex die, desde ahora), así el contrato surte efectos a partir de
determinadas fechas y el segundo se llama término resolutorio o final (in diem, has tal día);
el acto tiene efectos hasta determinada fecha.
Efectos del término.

• Cómo la condición, el término puede ser suspensivo o resolutorio.


• En el suspensivo su efecto esencial consiste en aplazar la exigibilidad y la no
existencia de la misma de la obligación. De modo que si el acreedor exige el
cumplimiento de la obligación antes del vencimiento del plazo incurre en una plus
petitio tempore y se expone a perder el pleito.
• El cambio del deudor puede renunciar al beneficio del término establecido a su favor
y cubrir antes del vencimiento. Si paga aun cuando sea por error, queda
imposibilitado de repetir el pago, por que pago lo que debía.
• Vencido el plazo, la obligación se convierte en pura y simple y puede requerirse su
cumplimiento; pero el deudor no incurre debe ser interpelado.
• En el término resolutorio el negocio jurídico procure de inmediato sus efectos
mismos que concluirán a l a llegada del término.
Modo o carga.
A las medidas, condición y término, se agregó el modo que consiste en un gravamen
impuesto al beneficiario en un acto de libertad. Por ejemplo, le doy a Pedro 100 monedas
de oro siempre y cuando construya un monumento a la memoria de mi tío.
Diferencias entre el modo y la condición resolutoria.
La condición resolutoria anula los efectos del negocio jurídico por el solo hecho de
cumplirse; en cambio en el modo, si el beneficiario no cumple se le podía obligar a que la
hiciera (mediante la coacción) en vez de dejar sin efecto el beneficio recibido.
Ineficacia del negocio jurídico.
Se tiene por ineficacia de un negocio jurídico su carencia de efectos jurídicos.
La invalidez puede asumir 2 formas, la nulidad y la anulabilidad. La primera ocurre cuando
la falta de existencia del negocio se produce por sí misma, es decir, nació sin vida y no
necesita que se le declare. La segunda, acontece cuando el negocio jurídico teniendo la
existencia jurídica adolece, sin embargo, de un juicio o defecto que puede dar lugar a pedir
su anulación. Así se podía atacar el testamento que violaba el régimen de la legítima por
medio de la querella inofficioci testamenti.

• No tenían una teoría general de la nulidad.


• Casos de nulidad:
ü Cuando el tema del contrato era inmoral.}
ü Imposibilidad de la prestación.
ü Imposibilidad de la condición.
ü Incapacidad.
ü Vicios o defectos formales.
ü Vicios de la voluntad.
Clasificación de los contratos por su perfeccionamiento.

• Verbis (verbales): expresando palabras sacramentales de manera verbal. (época


arcaica)
• Litteris (literales): se perfeccionaban al generarse inscripciones de ellos, al quedar
inscritos en registros.
• Re (reales): son aquellos que se forman con el consentimiento seguido de la entrega
de la cosa. (mutuo, comodato)
• Solo consensu (consensual):
Otra clasificación de los contratos.
1. Formales y no formales: los formales, como su nombre lo dice, exigen una
formalidad precisa, y los que no requieren de formalidad precisa, son informales,
normalmente solo requieren la consensualidad en su máxima expresión.
2. Contratos principales y accesorios: los principales desempeñan una función propia
y existen por si mismo, y los accesorios dependen de otro contrato, no justifican su
existencia por sí mismos (prenda, hipoteca).
3. Contratos nominados e innominados: los nominados, tienen un nomen y se les
concedía una actio, en cambio los innominados no tienen nomen y se forman con
las siguientes conductas: Do ut des (doy para que des), Dot ut facias (doy para que
hagas), Facio ut des (hago para que des) y finalmente Facio ut facias (Hago para
que hagas).
Clasificación por la manera de interpretar los contratos.

• Contrato de derecho escrito: se interpretan a la literalidad.


• Contratos de buena fe: atienden a la equidad de las partes y la intención presunta
de las partes.
Clasificación de los contratos por los efectos sobre las partes.
Cuando la obligación solo es a cargo de una de las partes el contrato se llama o se nombra
unilateral.
Cuando el contrato engendra obligaciones para ambas partes se llama bilateral o
sinalagmático.

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