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La enseñanza del Holocausto y otros genocidios en la escuela

Clase 2: Las actitudes sociales durante los años del


nazismo y frente al exterminio

El carácter singular de los crímenes del nazismo depositó la mirada de investigadores/as, docentes,
escritores/as y cineastas en la propia dinámica del exterminio. De ese modo, y durante una parte
considerable de tiempo, el Holocausto fue comprendido en función de las actitudes de dos actores:
los victimarios, los nazis, y las víctimas: las personas judías. Esta perspectiva, sin embargo, sesgó la
mirada sobre aquella experiencia contribuyendo a devolver a la mayor parte de las sociedades
europeas una imagen tranquilizadora de la inocencia respecto de los crímenes al no incluir otras
posiciones que adoptaron las y los actores sociales frente al nazismo.

Desde hace algunos años estas aproximaciones comenzaron a complejizarse. Las actitudes sociales
que un amplio conjunto de actores desarrolló durante los años del nazismo y en función de su
política criminal, comenzaron a ser problematizados. A medida que se intensificaban las políticas de
segregación, concentración y exterminio, la población de Europa fue mostrando diferentes formas
de acompañar, enfrentar o ignorar lo que estaba sucediendo.

Uno de los aspectos que ha resultado movilizador del debate en torno a las actitudes sociales en
contextos totalitarios está vinculado a la pregunta sobre las márgenes de libertad (individual) que
imperan bajo aquellos regímenes políticos. No obstante, como intentaremos ver en esta clase, aún
durante los años del nazismo existieron posibilidades para la oposición y la resistencia; del mismo
modo que la aceptación y el consenso en torno a las medidas criminales del nazismo no puede
explicarse solo por el temor al carácter autoritario del gobierno.

En esta clase les proponemos, primero, abordar conceptualmente los debates en torno a las
actitudes sociales en contextos totalitarios para, luego, problematizar estas dimensiones a través

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de casos particulares.

Las actitudes sociales en contextos totalitarios

Como advertimos anteriormente, el abordaje de este tema en contextos caracterizados por la


violencia estatal y el autoritarismo debe comprender los márgenes estrechos para la oposición y el
disenso. Pero, del mismo modo, la obediencia de las sociedades a las políticas criminales de aquellos
regímenes no puede explicarse sólo por el miedo, ya sea individual o colectivo, a recibir una
represalia. Como se pudo apreciar en la clase anterior y en relación con el Holocausto, la larga historia
del antisemitismo en Europa sedimentó una representación peyorativa contra las personas judías
que tuvo amplios consensos en las sociedad alemana y la de los países colaboracionistas. En el mismo
sentido, el fuerte peso que tuvieron la prédica nacionalista y anticomunista del nacionalsocialismo
sedujeron a amplios y diversos sectores sociales.

Un dato puede ser revelador al respecto: el régimen nazi llegó al poder por la vía electoral,
democrática, en 1933. Y fue recién en 1935, tras el cierre del Reichstag —el Parlamento alemán— que
devino una dictadura. No obstante, los apoyos sociales que tuvo —desde sectores populares,
intelectuales, políticos, de la cultura y el empresariado— fueron previos a aquella conversión del
régimen de gobierno y se ampliaron a lo largo de sus años en el poder.

“Para estudiar el nazismo hay que entenderlo tanto en términos de ideas y deseos como
en términos de traumas y penurias, y es precisamente la idea nacional, la satisfacción de
defender lealmente ese ideal, (...) El hecho de que tantos alemanes se hayan vuelto nazis
no fue un mero accidente, un resultado extraordinario de condiciones económicas y
políticas desastrosas. Debería poder afirmarse con total claridad que los alemanes se
volvieron nazis porque quisieron volverse nazis y porque los nazis hablaban con
elocuencia a sus intereses y sus inclinaciones. Dados los sórdidos objetivos y los medios
violentos de los nazis, ese hecho popular es tan serio como horroroso”. Peter Fritzche, De
alemanes a nazis, 1914-1933., Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2009: 23-24.

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Peter Fritzche, es profesor de historia moderna europea y alemana. Se especializa en
investigaciones comparativas sobre la memoria y la identidad, y los usos del pasado en
la Europa contemporánea. Sus estudios más recientes exploran la vida cotidiana bajo el
Tercer Reich y la situación de los países ocupados por el nazismo.

Perpetradores, víctimas y testigos

La historiografía sobre el Holocausto estableció, hace ya algunos años, una tríada conceptual que
permite reconocer los distintos roles que se dieron durante el exterminio de los judíos de Europa:
perpetradores - víctimas - testigos (esta última también puede traducirse como “observadores
pasivos”). Si bien aquella aproximación servía para identificar, a grandes rasgos, las posiciones de los
actores, presentaba una serie de inconvenientes para comprender, cabalmente, las
responsabilidades y matices diferenciados que tuvieron lugar al interior de cada una de aquellas
categorías. Por ejemplo, ¿fueron solo victimarios quienes participaron activamente del exterminio
o también quienes prestaron consentimiento a la expulsión de judíos de sus trabajos o se

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apropiaron de sus bienes? ¿Fueron testigos u observadores pasivos quienes acordaban
ideológicamente con el nazismo más allá de no haber formado parte de las mecánicas criminales
del régimen?

En su investigación sobre la sociedad francesa durante la ocupación nazi de Francia, Phillipe Burrin
destaca que sería deseable recomponer la complejidad de las actitudes sociales registradas hacia el
régimen nazi. El historiador distingue dos grandes respuestas: la aceptación y el distanciamiento.
Mientras que la primera incluiría la resignación, el apoyo y la adhesión; la segunda comprendería la
desviación, la disidencia y la oposición. Estos matices permitirán comprender más cabalmente las
actitudes sociales que, además, son contextuales y, por lo tanto, cambiantes.

Fuente: Wikipedia

Phillipe Burrin, historiador especializado en las ideas y los movimientos políticos de los siglos XIX
y XX, en particular la extrema derecha. En el libro La France à l'heure allemande 1940-1944,
profundiza sobre el modo en que los nazis reaccionaron frente a la ocupación nazi en especial las
formas en que se acomodaron en especial los intelectuales, personas destacadas de la sociedad,
artistas.

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Consenso, colaboración y adaptación

Peter Fritzche, autor anteriormente citado, inicia su trabajo sobre Vida y muerte en el Tercer Reich
recuperando parte del testimonio de Victor y Eva Klemperer que puede resultar ilustrativo de los
problemas que pretende presentar este apartado. En septiembre de 1938, mientras la pareja
realizaba un viaje desde Dresde a Leipzig, se detienen en un restaurante para camioneros donde en
la radio se escuchaban los discursos de la Asamblea del Partido Nazi en Nüremberg. Mientras que el
relato y los discursos escuchados a través de la radio daban muestra del júbilo y la solemnidad de la
asamblea, en el restaurante todo era bullicio. Si bien cada parroquiano saludaba con el reconocido
“¡Heil Hitler!”, nadie prestaba atención a las definiciones brindadas por los seguidores del Führer.

“De verdad: ni una sola de aquella docena de personas se ocupó un segundo de la radio,
lo mismo podía haber estado apagada o transmitir un foxtrot desde Leipzig”, aseveraba
Victor Klemperer.

¿Es que acaso deberíamos quedarnos con la imagen del extendido saludo nazi para
comprobar la adhesión de la sociedad al régimen? ¿O el bullicio, más bien, indicaría un
desinterés o la oposición de los parroquianos a las políticas del nazismo?
La escena descripta por los Klemperer da cuenta de algunos de los problemas que
presenta el análisis de los consensos bajo regímenes totalitarios: ¿se puede adherir,
estar indeciso, ser rival y combatiente del régimen al mismo tiempo?

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Victor Klemperer era catedrático alemán de la Universidad de Dresde. En 1935 fue
expulsado de la universidad debido a la política racial de la Alemania Nazi, desde ese
momento, el acceso a todas las bibliotecas públicas e incluso la posesión de todo libro
que no fuera un libro para judíos. Pudo salvarse de la deportación gracias a que estaba
casado con Eva Schelmmer, pianista alemana también pero no judía.

Observen la siguiente imagen: el muro que recorre la calle de una esquina a la otra separa al
gueto de la ciudad ¿Qué relaciones podemos hacer entre esta imagen y el relato de Victor
Klemperer? ¿Qué actitudes sociales podríamos representar con estas imágenes? ¿Quién la habrá
tomado? ¿Qué habrá querido documentar?
Aunque las imágenes no son un reflejo exacto de la realidad nos permiten acceder al pasado y
reflexionar a partir de estos registros.

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Desde mediados de la década de 1990, algunos historiadores han puesto el foco en los modos a
través de los cuales los sujetos sociales, de diverso rango social, participaron del crimen contra los
judíos. La obra pionera sobre este tema en esta década fue realizada por Raul Hilberg en 1961: La
destrucción de los judíos de Europa que tenía como una de sus tesis que el Holocausto fue una obra
alemana y, por lo tanto, para comprender cómo había sido posible, había que estudiar a sus
responsables. Si bien su trabajo se concentró en las esferas burocráticas del Estado —para permitir
comprender cómo se implementaron paulatinamente las políticas que hicieron posible el crimen—,
investigaciones posteriores hicieron foco en otros ámbitos de la sociedad civil.

Por ejemplo, Cristopher Browning historiador estadounidense, analizará el comportamiento de las


personas en el Batallón 101, formado por reservistas (es decir personas que habían realizado el
servicio militar pero que no pertenecían a las fuerzas armadas, encargado de fusilamientos masivos
de personas judías, para identificar las distintas conductas de quienes participaron de las masacres.
Allí señala que el primer fusilamiento el comandante dio la opción a sus subordinados de no disparar
si no querían: mientras que unos pocos se negaron, el resto participó de la matanza. La posibilidad
de no ser parte del acto criminal mostraba los pequeños márgenes de acción, pero, sobre todo, el
convencimiento de quienes participaban del crimen.

En una perspectiva similar trabajó el historiador polaco-americano Jan Gross. En su libro Vecinos
aborda cómo en el pequeño pueblo de Jedwabne, alrededor de 1500 personas participan del
asesinato de otras 1500 que vivían junto a ellas desde hacía mucho tiempo. Mientras los
perpetradores eran católicos, las víctimas eran judías. Allí, los nazis, que habían invadido Polonia en
1939, solo fueron espectadores. La investigación de este autor es un aporte sustancial, en primer
término, porque pone en evidencia que el crimen contra los judíos no fue solo llevado adelante por
los alemanes. Hubo otros países de Europa que fueron solidarios con el exterminio. En segundo lugar,
porque la investigación del historiador enfrentó la historia oficial polaca que negaba la participación
de sus ciudadanos en los crímenes contra los judíos. El impacto de la obra fue tal que el gobierno de
Polonia sancionó, recientemente, una Ley que reprime y censura este tipo de investigaciones , tema
que abordaremos mejor en nuestra cuarta clase.

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Las y los invitamos a ver el trailer de la película polaca Ida del director Pawel Pawlikowski.
En esta película además de temas como la identidad, las formas de persecución y
exterminio que se implementaron durante el nazismo se observa la complicidad de los
vecinos, gente común. Presten atención al instante en el que el personaje de la tía de Ida
dice: “Nuestra familia vivía en esta casa” ¿Cuál es la respuesta de la persona que vive allí?

https://www.youtube.com/watch?v=H5LtSZib_u8&t=110s

Por último, compartimos el material Ana Frank. Actividades para las aulas, realizado junto
al Centro Ana Frank de Argentina con una propuesta para trabajar en el nivel primario y
primeros años de la escuela secundaria, las actitudes sociales a partir de la historia de Ana
Frank.
https://www.educ.ar/recursos/157960/publicaciones-educacion-y-memoria

Las formas de la resistencia

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Como mencionamos al principio de la clase, durante un largo período, el estudio del Holocausto
puso el acento en el exterminio de judíos/as y otros grupos racializados y deshumanizados, en
detrimento de otras dimensiones del tema como la acción que diversos actores desplegaron
contra el nazismo. En los últimos años, hubo una reinterpretación respecto de las formas que
adquirió la resistencia contra ese régimen.

Si bien en las condiciones de vida implementadas al interior de los guetos y campos de


exterminio resultaba prácticamente imposible oponerse al régimen y a las medidas
implementadas, los historiadores señalan que la resistencia se hacía presente en diversas
formas.

Seguramente muchos y muchas de ustedes conozcan el “Levantamiento del Gueto de


Varsovia”, que comenzó el 19 de abril de 1943 y encontró entre sus motivaciones el rechazo a
la deportación masiva del gueto hacia los campos de exterminio. Los miembros de los diversos
movimientos juveniles judíos organizados en el gueto se enfrentaron y pusieron en jaque a las
fuerzas alemanas. El enfrentamiento duró aproximadamente un mes y aunque concluyó con la
ejecución de la mayor parte de los rebeldes fue un emblema de la resistencia durante el
nazismo. No se trató de la única acción desplegada que implicó el uso de la fuerza: se
registraron más levantamientos en guetos y campos de exterminio. En 1944, por ejemplo, uno
de los crematorios de Auschwitz-Birkenau, fue parcialmente destruido por un grupo de
prisioneros judíos.

Las y los invitamos a ver el testimonio del archivo de Yad Vashem, de Simja
Rotem en el que se refiere a las características del combate durante la
rebelión del gueto de Varsovia.

https://www.yadvashem.org/es/holocaust/about/combat-
resistance/warsaw-ghetto.html

Asimismo, las formas de resistencia pasiva también son reivindicadas como una toma de conciencia

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en condiciones de extrema supervivencia. Estas formas –pasivas y/o simbólicas– incluyen los rezos
y las ceremonias religiosas a escondidas, las clases dadas a niños y niñas y las manifestaciones
artísticas.

No obstante, esta equivalencia entre la acción directa contra el nazismo y aquellas otras
formas de no aceptar a rajatabla sus órdenes suscitaron una serie de debates que resultan
iluminadores. Por ejemplo, algunos historiadores alemanes oponían los términos
“Resistenz” y “Widerstand”. Mientras que el primero aludía a los diversos modos de
oposición parcial a las medidas del régimen, el segundo se refería a la resistencia decidida
y cuyo objetivo era –aunque resultará difícil– destronar al nazismo.

Finalmente, la resistencia al nazismo no solo provino de las poblaciones afectadas, sino


también de ciudadanos y ciudadanas alemanes/as o de los territorios ocupados, quienes
aun a riesgo de perder su propia vida, llevaron adelante diferentes acciones, desde combatir
hasta ayudar a las víctimas a esconderse o escapar.

Las responsabilidades internacionales


Si bien el Holocausto tuvo como epicentro el continente europeo, sus implicancias adquirieron
contemporáneamente un carácter global. Mientras Alemania avanzaba con medidas restrictivas y de
segregación hacia los judíos, otros países se debatían sobre el ingreso de inmigrantes.
En 1938, se realizó una conferencia, denominada Conferencia de Evian, impulsada por Estados
Unidos para decidir sobre la política migratoria. Los debates suscitados en torno al refugio de los
judíos perseguidos por las políticas raciales del nazismo durante la Conferencia, en julio de 1938, por
ejemplo, pone de manifiesto las responsabilidades de un amplio conjunto de países en la negativa a
asistir a quienes serían, a posteriori, las víctimas del exterminio. Durante aquella Conferencia en
particular, participaron delegados de un amplio espectro de naciones latinoamericanas que al
unísono y pese a sus regímenes políticos diferenciados, como destaca la historiadora mexicana
Daniela Gleizer, sostuvieron una posición homogénea en relación con la prohibición del ingreso de
refugiados judíos.

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Delegados en la Conferencia de Evian
Fuente: Enciclopedia del Holocausto
https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/photo/delegates-to-the-evian-conference

En la conferencia participaron 32 países. Los países latinoamericanos que participaron en la


Conferencia de Evian: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile,
Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana, Uruguay y Venezuela.

Durante la conferencia, se evidenció que Estados Unidos y otros países no estaban dispuestos a ceder
en las restricciones a la inmigración. La mayoría de los países argumentaba un temor a que un
aumento de los refugiados provocase dificultades económicas.
Esta referencia a la posición latinoamericana durante la Conferencia de Evian resulta central: muchos
de los países de la región, en particular Argentina, era un territorio anhelado por refugiados, primero,

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y sobrevivientes, después. En el caso de nuestro país, la Cancillería promovió una Circular, la N.º 11,
de carácter secreto y confidencial que prohibía el ingreso a “poblaciones indeseables”.

Circular Nº11

Esta Circular, encontrada en la Embajada Argentina en Estocolmo tenía carácter “secreto


y confidencial” y establecía la prohibición para el personal diplomático argentino de
otorgar visas de tránsito o ingreso al país “a toda persona que fundadamente se
considere que abandona su país como indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo
de su expulsión”. Rubricada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, José María

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Cantilo, el 12 de julio de 1938, en el contexto de la Conferencia sobre Refugiados de
Evian, la misma operó imposibilitando las vías de escape de quienes huían al destino
criminal del nazismo. Si bien su hallazgo data de 1998, fue en 2005 cuando el Estado
argentino la derogó, en un acto público que contó con la presencia del presidente Néstor
Kirchner y el ministro de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa.

En material Los usos pedagógicos de los archivos del Programa Educación y memoria, podrán
encontrar una propuesta de actividades para trabajar con la Circular 11 y otras fuentes de
archivos específicos sobre el Holocausto.
https://www.educ.ar/recursos/158107/el-uso-pedagogico-de-los-archivos-reflexiones-y-
propuestas-p

Los justos entre las naciones

En aquellos años de horror existieron diversas formas de resistir, ocultar y ayudar a los judíos
que eran perseguidos. Todas aquellas personas no judías que ayudaron se denominan “Justos
entre las naciones”.

Frente a la generalizada indiferencia y hostilidad que prevaleció durante el Holocausto, algunas


personas se animaron a esconder, ayudar económicamente, conseguir documentación para el
exilio de los judíos, entre otras formas de ayuda. Su rol fue central para salvar a algunos judíos
y por eso son reconocidos en la actualidad. Estos salvadores actuaron de diferentes maneras.
Algunos fueron reconocidos en películas, como Oskar Schindler, en novelas o en series
televisivas. Otro ejemplo es la familia que escondió a Ana Frank, los Gies en Holanda.

Los “justos” ponían en peligro sus vidas y las de sus familias para poder ayudar a los judíos. Era
sabido que quienes colaboraban podían perder sus bienes, podían ser llevados a campos, o
deportados. La solidaridad con los judíos sucedió en todos los países y en diversos momentos
del nazismo, aunque con el correr de los años cada vez fue más difícil realizarla.

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Justos entre las naciones de diferentes países

Avenida conmemorativa de los justos entre las naciones de Yad Vashem-Israel

Actividades: Foro de intercambio

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Estimados/as colegas:

En este foro los y las invitamos a leer los siguientes textos en relación con las acciones
de resistencia durante el Holocausto. A partir de la lectura, les pedimos que
compartan en el foro ¿qué formas de resistencia durante el Holocausto pueden
destacar a partir de dicha lectura? ¿Qué elementos les parece que puede aportar la
resistencia para comprender el proceso histórico del Holocausto, en el aula?

¡Espero sus comentarios!

Texto 1:

Resistencia - Por Jaim Guri

Resistió quien consiguió un trozo de pan

Resistió quien dio clases a escondidas

Resistió quien escribió y distribuyó un diario clandestino poniendo fin a falsas ilusiones

Resistió quien introdujo secretamente un Sefer Torá

Resistió quien falsificó documentos “arios” que salvaron vidas

Resistió quien condujo a los perseguidos de una tierra a otra

Resistió quien describió los acontecimientos enterrándolos en papel

Resistió quien ayudó a los más necesitados

Resistió quien pronunció aquellas palabras que lo llevaron a su propio fin

Resistió quien levantó el puño contra los asesinos

Resistió quien transmitió mensajes entre los sitiados, y consiguió traer provisiones y
algunas armas

Resistió quien sobrevivió

Resistió quien combatió armado en las calles de ciudades, montañas y bosques

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Resistió quien se rebeló en los campos de exterminio

Resistió quien se rebeló en los ghettos, entre muros caídos, en la revuelta más destituida
de esperanzas que supo alguna vez el ser humano.

Texto 2

En las Memorias de un historiador del Holocausto, Raul Hilberg afirma que:

“El último aspecto –y quizás el más importante– es que arrogarse o magnificar la


resistencia ha oscurecido la realidad de la vida judía en los guetos y los campos. Una de las
observadoras más inteligentes y penetrantes de la hecatombe es Bronia Klibanski, agente
de enlace de la resistencia judía en el área polaca de Bialystok. Conversando conmigo en
1968, se mostró recelosa con la equiparación entre los luchadores clandestinos y los que
no tomaron las armas. Para ella, unificar ambos grupos no solo era una forma de disolución
que desdibujaba los enormes problemas de organizar la defensa en una comunidad judía
precavida y reacia, sino que era una manera de vetar muchísimas preguntas sobre esa
comunidad, su raciocinio y su estrategia de supervivencia” (Hilberg, 2021; p. 148)

Texto 3

Fragmentos de Si esto es un hombre, de Primo Levi.

“Tengo que confesarlo: después de una única semana en prisión noto que el instinto de la limpieza
ha desparecido en mí. Voy dando vueltas bamboleándome por los lavabos y aquí está Steinlauf, mi
amigo de casi cincuenta años, a torso desnudo, restregándose el cuello y la espalda con escaso fruto
(no tiene jabón) pero con externa energía. Steinlauf me ve y me saluda, y sin ambages me pregunta
con severidad por qué no me lavo. ¿Por qué voy a lavarme? ¿Voy a estar mejor de lo que estoy? ¿Voy
a gustarle más a alguien? ¿Voy a vivir un día más, una hora más? Incluso viviré menos, porque lavarse
es un trabajo, un desperdició de energía y calor. ¿No sabe Steinlauf que después de media hora
cargando sacos de carbón habrá desaparecido cualquier diferencia entre él y yo? Cuanto más lo
pienso más me parece que lavarse la cara en nuestra situación es un acto insulso, y hasta frívolo: una
costumbre mecánica, o peor, una lúgubre repetición de un rito extinguido. (…)
Pero Steinlauf me hace callar. Ha terminado de lavarse, ahora se está secando con la chaqueta de
tela que antes tenía enroscada entre las piernas y que luego va a ponerse, y sin interrumpir la
operación me da una lección en toda regla.
He olvidado hoy, y lo siento, sus palabras directas y claras, las palabras del que fue el sargento
Steinlauf del Ejército austro-húngaro, cruz de hierro en la guerra de 1914-1918. Lo siento porque
tendré que traducir su italiano inseguro y su razonamiento sencillo de buen soldado a mi lenguaje de
incrédulo. Pero este era el sentido, que no he olvidado después ni olvide entonces: que precisamente,
como el Lager (campo de exterminio) es una gran máquina para convertirnos en animales, nosotros
no debemos convertirnos en animales; que aun en este sitio se puede sobrevivir, y por ello se debe

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querer sobrevivir, para contarlo, para dar testimonio; y que para vivir es importante esforzarse por
salvar al menos el esqueleto, la armazón, la forma de civilización. Que somos esclavos, sin ningún
derecho, expuestos a cualquier ataque, abocados a una muerte segura, pero que nos ha quedado
una facultad y debemos defenderla con todo nuestro vigor porque es la última: la facultad de negar
nuestro consentimiento. Debemos, por consiguiente, lavarnos la cara sin jabón, en el agua sucia, y
secarnos con la chaqueta. Debemos dar betún a los zapatos no porque lo diga el reglamento sino por
dignidad y por limpieza. Debemos andar derechos, sin arrastrar los zuecos, no ya en acatamiento de
la disciplina prusiana sino para seguir vivos, para no empezar a morir”.

Bibliografía de referencia
Bankier, D. (Comp.) (2004). El Holocausto. Perpetradores, víctimas y testigos. Buenos Aires:
Fundación Memoria del Holocausto.

Bankier, D. y Gutman, I. (Comps.) (2005). La Europa nazi y la solución final. Madrid: Losada.

Burrin, P. (1986). France under the germans. Collaboration and Compromise. New York: The New
Press.

Finchelstein, F. (1999). Los alemanes, el Holocausto y la culpa colectiva. El debate Goldhagen. Buenos
Aires: Eudeba.

Fritzche, P. (2008). Vida y muerte en el Tercer Reich. Barcelona: Crítica.

Fritzche, P. (2009). De alemanes a nazis, 1914-1933. Buenos Aires: Siglo XXI.

Hilberg, R. (2021). Memorias de un historiador del Holocausto. Barcelona: Arpa.

Kershaw, I. (2004). La dictadura nazi. Problemas y perspectivas de interpretación. Buenos Aires: Siglo
XXI.

Levi, P. (2002). Si esto es un hombre. Barcelona: Muchnik Editores.

Materiales y recursos educativos

El uso pedagógico de los archivos: Reflexiones y propuestas para abordar la historia, la memoria y los

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Derechos Humanos.

https://www.educ.ar/recursos/158107/el-uso-pedagogico-de-los-archivos-reflexiones-y-
propuestas-p

Holocausto y genocidios del siglo XX. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza

https://www.educ.ar/recursos/91438/holocausto-preguntas-respuestas-y-propuestas-para-su-
ensenanza

Ana Frank. Actividades para las aulas

https://www.educ.ar/recursos/157960/publicaciones-educacion-y-memoria

Créditos
Autor/es: Programa Educación y Memoria, Dirección de Educación para los Derechos Humanos, Género y
Educación Sexual Integral, Ministerio de Educación de la Nación.

Cómo citar este texto:


Programa Educación y Memoria, Dirección de Educación para los Derechos Humanos, Género y Educación
Sexual Integral (2023). Clase 2: Las actitudes sociales durante los años del nazismo y frente al exterminio. La
enseñanza del Holocausto y otros genocidios en la escuela. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.

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