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40123, 2343 PROFUGA| Revista Replicante a periodismo digital cultura critica PROFUGA Thriller psicologico de una mujer huyendo de la ley Por Sylvia Arvizu el 10 junio, 2010 Elviento me pega en la cara. Ciento treinta kilémetros por hora, he soltado el volante para cerrar la ventanilla. Es lo Gnico que recuerdo desde el momento en que pisé la carretera. No recuerdo retenes ni aduanas. No puedo recordar si alguien me dijo algo, no existe en mi memoria ni el mas minimo indicio de que alguien se me hubiera acercado. Nunca nadie me detuvo, Parecia mentira, Llevaba el rostro bafiado en un Acido, un embarazo de ocho meses de gestacién y un choque en el lado Izquierdo del auto. Llegué a Estados Unidos y nunca nadie me detuvo. ‘Toque la puerta de la casa aparentemente a punto de caer. La tia Edelmira, a quien hacia afios no veta, parecia en aquellos momentos mi nica salvaci6n. "A estas horas deben estarme buscando en México con la misma perseverancia dde quien busca a un asesino en serie", pensé. Toqué de nuevo. Esta vez la puerta se abrié, Detras estaba mi ta, se vefa més vieja y cansada queen la foto que envié en Navidad. Al principio no me reconocié, Tuve que decirle que hitpsirevstarepicante.comprotugal Apoyanos: Daytona, una fotografia Confesiones de un padre trasnochado 4110123, 23:43 PROFUGA| Revista Replicante detrés de aquella panza y de las heridas abiertas en el rostroy los brazos estaba yo, la sobrina aquella que alguna vez dijo que era su orgullo, ésa en quien toda la familia tenia puestas todas sus esperanzas. De nada me sirvid, nome reconocié. Tuve que hablarle de sus aventuras con mi padre —su hermano— cuando eran pequeiios, de la receta secreta de las coyotas dela abuela y del vicio de mi abuelo por el paker. Tuve que decirle también de Oscar, el Gnico amor que tuvo y que la dejé por seguir su suetio de ser actor. Quiso hablar con mama para corroborar mi presencia. Tuve que arrebatarle el teléfono: a esta hora en México las lineas estarian intervenidas, rastrearfan la llamada y de seguro darian conmigo. De cualquier modo, habria que explicarle de mis heridas abiertas, de por qué huia, de cémo llegué asi. Tuve que decirle que ella era mi nico refugio. Tuve que decirle que mi piel se estaba abriendo por el dcido que horas antes cay6 sobre mi. Tuve que decirle que huia de la policia. Tuve que decirle que acababa de cometer un delito. Nome explico cémo no se murié. Al contrario, se levant6, sirvié café para las, dos y me dijo muy seria: "Pendeja, éste no es el lugar correcto": Y me llevé en un taxi viejo a un pueblo cercano, alin mas feo que en el que estaba. Llegamos ‘una casa de dos plantas en medio de una vecindad. “Vivirds abajo. Por tu ‘embarazo no puedes subir ni bajar escaleras. Vendré a verte cada vez que pueda, No salgas, no hables con nadie, y lo mas importante, no nos busques'. Se fue haciendo rechinar el techo desvencijado por el portazo que dio. Ahi ‘estaba yo en aquella casa que no parecia casa y que a partir de ese momento seria mi hogar. “Nuestro hogar’, me dije acariciando el vientre que unas horas antes defendi con fas y dientes y que ahi en medio de la alfombra mullida que la haria de cama era lo Unico que tenfa. Ahi empezando de cero, ‘empezando de nuevo, con lo nico que tengo. Con lo mas preciado. El sol me dio directo en los ojos. La persiana molacha testigo de mi despertar cayé tras de mis pies sin siquiera haberla tocado, Con la luz del dia me era mas facil observar la variedad de bichos e insectos huéspedes dela alfombra~ cama, No puedo decir que dormi tan mal. No voy a mentir, tuve un cojin, huérfano de algtin juego de sala y tal vez extraviado en la ultima mudanza. Anoche se lo cedi a mi vientre, me recosté de lado y lo acomodé de manera que el bebé no sintiera el suelo. Lo podrido. El cochinero. Esa maldita costumbre que tenemos los padres de querer evitar que a los hijos no los toque ni el susurro del viento. Qué ironfa, como si pudiéramos evitar los. dolores de la vida, Como si valieran la pena los sacrificios que se hacen por los, hijos. Como si sirviera de algo toda una vida de honestidad y rectitud de mi padre, ahora su hija mayor era buscada por la policia en todo el estado de Sonora, Quisiera omitir que no comf en tres dias, que pasé casi toda una semana dando vueltas entre aquellas paredes carcomidas por el tiempo. Aprendi de memoria cada mancha, cada grieta. Hubo un dia en que no soporté mas el hnps:itevistarepicante.convprofugal iVivalahipocrestat Los judios de Nayarit Nueve afios de gestacién Elimpacto del fentanilo en laescena ‘musical contemporines ‘ln, Lasemociones de la Espafa imperial 9 septiembre, 2028 40123, 2343 PROFUGA| Revista Replicante encierroy el hambre y sali a buscar aire y comida. Caminé sélo dos cuadras y aparecis frente a miun mercadito con toda la clase de antojitos en la entrada. ‘Cuando busqué cambio entre mis ropas reparé en un detalle que debi haber prevenido: sélo traia dinero mexicano. Fueron ocho cuadras hasta una gasolinera en donde por fin encontré una familia mexicana que accedié cambiarme el dinero. Volvi al mercado XL Marat dela Caded de México centusiasmada con comer por fin algo. Me paseé inttilmente por los pasillos, ‘septiembre, 2029 no me alcanz6 para nada sano 0 “completo”. Terminé en la “sala” de mi “casa” con unas frituras de"cena’ y un refresco. ‘Segufan pasando los dias. Segufa creciendo mi panza, Necesitaba hablar con alguien, ver televisién, leer algo. Lavaba mi ropa con los sobrantes de jabén que encontraba en Ia lavanderia comiin para todos los vecinos ubicada ena planta alta. Tallaba en el lavabo de la casa y tendia en una viga caida en la recdmara, Mientras se secaba caminaba desnuda por la sala o hacia Sentirel mar ‘setiembre, 2029 movimientos de yoga y gimnasia, estiramientos que segtin yo son muy buenos para las embarazadas. Tan vida estaba por alguna actividad que me sacara de aquellos dias de letargo que poco a poco cada actividad por mas insipida que fuera se convirti6 en un suceso digno de saborearse segundo a segundo. ‘Ayudaba a los vecinos en la lavanderia, les cuidaba la ropa, la doblaba. Juntar calcetines era para mi un placer incomparable. Con las propinas que ganaba un dia compré galletas y yogur y traje también del mercado el boletin de las. icosypodresenParasive ofertas. Ese era mi alimento y ésa era mi literatura. Para entonces tenia ‘settembre, 2028 también una sbana, una pastilla de jabén y un cepillo de dientes. Ignoraba completamente lo que ocurria en México, el despliegue de ‘seguridad, las fotos y los volantes con mi nombre y hasta la jugosa recompensa que se ofrecia por mi No sé por qué, tal vez por presentimiento 0 premonicién, un miedo terrible me invadié mientras barria el frente de la lavanderfa. Una sefiora no dejé de observarme hasta que terminé de hacerlo. Traté de actuar lo mas natural posible. Dejé la escoba en un rincén y me dirigi a mi casa enseguida. El nerviosismo me recorria la sangre. Al caminar a un costado de la estufa arrojé accidentalmente una caja de fésforos al suelo, Me veo a mi misma de rodillas, ‘como en una pelicula en blanco y negro, recogiendo uno a uno los cerillos, Yo que fuiel Papade la gente limpiando mis Ligrimas en cada movimiento. Entonces comprendi que tenia ‘Leetiontre, 2023 miedo. Mucho miedo. De los dias que siguieron s6lo recuerdo momentos de noche, como si lo ‘ocurrido en ellos hubiera sido bafiado en sombras. Si alguien por equivocacién tocaba la puerta me bafiaba en un sudor interminable. Mis manos se volvian de agua y mi piel de hielo. Felipa se llamaba la sefiora que me encontr6 un dia raspando las orillas del azulejo del bafio. Con un clavo Celuloide catarsis hnps:itevistarepicante.convprofugal wr 4110123, 23:43 PROFUGA| Revista Replicante ‘septiembre, 2029 intentaba limpiar cada centimetro de la mugre acumulada con el paso del tiempo. Felipa me dijo que hacia grandes surcos entre cuadro y cuadro, como queriendo escarbar hacia el otro lado, Cuando vio la punta del clavo traspasar lapared justo a un lado de su foto de boda se asusté y corrié hasta mi puerta. Fue entonces cuando nos conocimos. Fue muy buena conmigo.Procuraba llevarme café cada mafiana. Me acariciaba la panza con el extrafiaba desde que la dejé en Hermosillo. Felipa llenaba ese hueco. Yo lo smo calor y la ternura de mi madre, a quien tanto lnquierdas radicales en México sentia cuando me ponia sabila y miel de abeja en el rostro para cicatrizarme 26 sgosto, 2023, las heridas. Lloraba cuando me ardia y ella lloraba junto conmigo. También me regalé una bolsa para dormir, un plato, una cuchara y una sartén que ella ya no usaba. Y se morfa de la risa cuando yo poniaa hervir agua para el café en la sartén porque no tenia mas. Habfan pasado ya dos meses desde mi hu(da. La panza no podia crecerme ms, cualquier dia podrfa dar a luz. Era necesario, tenfa que reportarme con mi familia, Felipa me convencié y me compré una tarjeta de teléfono para Don Van Vilet el descenso. ialocura marcarle a mi hermanaa su celular. Contesté de inmediato: ":Hermana, Bose dénde estas”, dijo con voz entrecortada y temerosa, lo cual me hace pensar que la tia Edelmira nunca les dijo nada. Cuando le relaté a mi hermana lo sucedido mandé por mi de inmediato. Un amigo de ella me buscé para 4 levarne a unos departamentos al norte dela cudad, Meco ropa,comiday DOS. ESTACIONES un celular a través del cual estarfamos en contacto. No supe cémo le hizo mi hermana para tenerme con las comodidades en las que me encontraba. Sé de Latecnologta de la amistad los sacrificios y el esfuerzo, pero a ciencia cierta ignoro cémo se las ingenié 2b ogo, 2029 para que le rindiera el dinero y mantener sus gastos, mas los mios, mas los de mi hija que cinco dias después de mi mudanza llegé al mundo. Nacié un dos de noviembre. Como homenaje al dia de muertos, fué la nia mas llena de vida en todo Estados Unidos. Nos fuimos las tres a casa y de nuevo empezaron las vicisitudes. ‘Ahora no era yo sola quien me escondia, ahora era también ella, un ser humano que no pesaba ni cuatro kilos y que ninguna culpa tenfa por lo ‘ocurrido meses atrés. ‘Cuando me senti recuperada del parto inicié la bisqueda de trabajo. Encontré en una maquiladora a la que llamaban La Piedra, famosa por dar trabajo a ilegales. Conoci en ese lugar a Beatriz, una bella jovencita de ojos azules que de pronto me resolvié la vida: vivia muy cerca de donde yo vivia, yo trabajaria en su misma rea, y su mama se dedicaba a cuidar bebés, Con el tiempo no fue nada dificil evantarme a las tres de la mafana. Cambiaba de ropa ala nia, le hacfa su maleta, me alistaba y a las cuatro hnps:itevistarepicante.convprofugal 40123, 2343 PROFUGA| Revista Replicante treinta ya ibamos en camino. A las cinco y treinta el portabebé de mi hija sonaba contra el suelo frente a la puerta de la casa de Beatriz. Su mama abria euférica, cantando siempre canciones a las que le cambiaba la letra, y aunque al principio no me inspiraba mucha confianza por su cardcter medio tocado, ccon los dias me fui acostumbrando y encarifiando con aquella sefiora un poco chiflada y un mucho carifiosa, En La Piedra cerraban la puerta justo a las 6 de la mafiana y no se podia entrar rniun minuto después. No trabajar un dia significaba perder los seis délares de lahora que pagaba aquella fabrica. Atractivo pero riesgoso, no habia ningin tipo de prestacién o seguro, lo nico que aquella empresa ofrecia a sus, ‘empleados era avisar con tiempo cuando se aproximaba la migra, y ya con eso todos los empleados est’dbamos mas que agradecidos. Parecia que poco a poco todo se iba volviendo normal. Los dias se me hacian cortos. Salfa de mi casa con el cielo ain oscuro y volvia ya muy tarde. Me hubiera gustado conocer el pueblo de dia. Apuesto a que debe de haber sido bonito, Pude haberlo conocido un dia domingo, cuando no iba ala fabrica, pero estaba demasiado cansada como para salir ala calle, Me tiraba en un. sill6n, con la bebé a mi costado, a ver televisién durante todas las horas que 1no la vien los meses anteriores. Ese dia aprovechaba también para hacer la limpieza del departamento. En una bolsa negra acumulaba pafales sucios y latas de leche y la tiraba en los contenedores alla salida de la fabrica. ‘Segufa teniendo miedo de que alguien nos descubriera. Si necesitaba comida salfa a comprarla de noche o mandaba a alguien. A trabajar me iba de madrugada y volvia ya muy tarde. No convivia con vecinos, aunque extrafiaba a Felipa. No hice amigos en la fabrica y s6lo Beatriz, mi compafiera de trabajo, conocia a grandes rasgos mi historia. Mi hermana nunca se alejé demasiado de nosotros, siempre estuvo al pie del caitén. Jamas se dejé vencer por el miedo, como lo hacia yo. Como en aquella ocasién en la que se quedé a cenar conmigo y oimos de pronto ruidos cextrafios, voces de hombres gritando: “;Las manos donde las pueda ver! Todo. el mundo quieto! ;Nadie se mueva!” Sirenas, gritos, todos en el edificio estabamos confundidos, nadie sabia nada y estabamos aténitos ante lo que pasaba, Se me doblaron las rodillas cuando me asomé por una rendijaenla ventana y via mas de cien hombres uniformados rodeando los jardines de las reas verdes, Sus armas apuntaban a las puertas de nuestras casas. Tres hombres por puerta al frente, decenas de patrullas en los patios, subian alas, camionetas a cuanta persona cruzaba por alli, Estaba también migracién y dos doctores en una camioneta blanca. Vila tristeza en el rostro de mi hermana cuando pensé:";Ya me encontraron, vienen por mil” Ella me tranquiliz6, me prohibié hacer algén movimiento 0 hnps:itevistarepicante.convprofugal 4110123, 23:43 PROFUGA| Revista Replicante salir. Me sugi profundamente y me aconsejé recostarnos boca abajo en el suelo. Cudnta esperar, me abraz6, arropé bien a mi hija que dormia raz6n tenia, Aun no terminaba la frase cuando una rfaga de balas cayé como lluvia en direccién al departamento contiguo. Gritos, forcejeos, el ruido de una cinta canela al ser despegada, un radio, celulares... Armamos toda una ‘escena del crimen con los sonidos que escuchamas, Después vimos cémo subian a tres tipos esposados y muchos paquetes como. de un kilo a una camioneta. De haber convivide con los vecinos tal vez hubiera sabido de qué departamento eran y qué habia sucedido. El rostro de mi hermana atin seguia palido. Mihija todavia dormia y, aunque ya habia pasado todo, yo seguia con miedo. No habia pasado ni un mes cuando la cara de mi hermana y el brillo de sus ojos se ensombrecieron de nuevo. Esta vez sf era por mi, Conducia un auto en la salida del freeway cuando un helicéptero y tres camionetas me obligaron a estacionarme. Con una fotografia de mi rostro tamafio péster me abordaron y tras una serie de preguntas fui esposada y trasladada al consulado, luego a la oficina de migracién y a la del FBI. La Interpol también me entrevisté y de ahi fui entregada ala AFI en Nogales, Sonora, No voy a olvidar nunca el rostro de quien dijo llamarse Marshal Garcia, quien me capturé, se burlé de mi durante todo el viaje a México, creyendo que no entendia inglés, y hacia comentarios sarcésticos sobre mis cicatrices y mi persona. Camino al Cereso me despedia de la vida afuera a través de la ventana de quella camioneta de lujo en la que me llevaban. Otra vez los paisajes, otra vez la carretera, directo a la crcel. Otra vez el viento me pegaba en la cara. Y otra vez esto nadie lo detuvo. ® Enero de 2009 ‘Compartir: Publicado en: Apuntes y crénicas, Junio 2010 ‘SUSCRIBETE GRATIS AL BOLETIN Tudireccién de correo electrénico SUSCRIBIR hnps:itevistarepicante.convprofugal 40123, 2343 PROFUGA| Revista Replicante Aqui puedes Replicar éQuieres contribuir a la discusién 0 a la reflexién? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensive o irrelevante. Replicante cree en la libertad y est contra la censura, pero no tiene la obligacién de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias ala inteligencia y la sensibilidad. Si estas de acuerdo con esto, adelante. APUNTESYCRONICAS ARTESYMEDIOS GALERIA_LITERATURA PENSAMIENTOYREFLEXION —CIENCIAY TECNOLOGIA, POLITICAYSOCIEDAD — .QUIENESSOMOS? —_DIRECTORIO COLABORADORES POLITICASDEUSO._ DONACIONES PATREON Revista Replicante hitpsirevstarepicante.comprotugal 1

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