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HABITAR LA TIERRA | Bruno Latour Conversaciones con Nicolas Truong con a colaboracién de Rose Vidal ‘Traduceién de Emilio Manzano ARCADIA ‘The original Hable a Torre {teeny Arte édtonsreprentados por eu agentes Books Ad More ‘Agency @A04,Par Franc y The Fle Shar aerary Aa ‘Barwloon Expat, Todor le derechos reservados, (©2015, Let Liens qui Libernt Are ons, por elem (©2033, Emuio Manrano, porn tadesiin tort Baenloon ‘wormataia-oriatcom 1 paride die orignal de Astrid Staro/ Ada evn ng: Rowe ube ‘Se ealqler mdi om cali lenge sn ol prmis previo y por ‘ecto dele acs del copyright DisfannenCEDRO (Cera PROLOCO Un deseo de transmitir, de explicar. ¥ también de explicarse. Sobre Ia coherencia de un pensamiento que ha quedado ocultada, de alguna manera, por la aparente dispersién y variedad de temas que ha abordado. Bruno Latour se entregé a esta serie de conversaciones, en su domicilio de Paris, con una sencillez, un entusiasmo y una energia que solo se dan en los momentos en que uno sabe que la vida, yy sobre todo la del espiritu, se condensa. Un sosie- go vinculado al sentimiento de urgencia, una in- ‘manencia indisociable de la inminencia y de la necesidad de concentrarlo todo, de resumirlo, de desplegarlo. Una voluntad de claridad, un placer en la conversacién, un arte en la actuacién. Como si todo se hiciera mas claro conforme se acercaba el fin, Bruno Latour fallecié el 9 de octubre de 2022 a los setenta y cinco aos de edad. Es uno de los intelectuales franceses més importantes de su gencracién. «El més célebre y el mas incom- prendido de los filésofos franceses>, Io califics The New York Times el 25 de octubre de 2018. [EL FIN DE LA MODERNIDAD @Por qué no hemos sido nunca modernos y quiénes son los Modernos, a su juicio? Cuando decimos «moderno», se suele evocar la consigna «modernizaos». Se quiere modernizar sisteméticamente la universidad, el Estado, la agri- cultura... Es interesante comprender que esta con- signa es una organizaci6n del sentido de la historia, porel hecho de decir: estamos avanzando, cITrente de Ia modernidad es inevitable, y avanza de este modo, Hacia atras, todo es arcaismo, Y eso tam- bign es inevitable: en cuanto te dicen: «moderniza~ te», entras inmediatamente en pinico: «Si pierdo el tren de la modernizacién, me voy a quedar...». Atrasado. Eliminado. «$i me mantengo en guardia, me vuel- +vo un feaccionario, me vuelve antimoderno.» En- tonces te acusan de arcafsmo, de frenar el avance 39 del progreso y aferrarte a valores antiguos. Pero aque significa decir las cosas de este modo? Qué esperamos obtener cuando decimos «moderni- 2208»? Son cuestiones que se plantearon también, con la covid. Toda ver. que se afirmaba que iba a desarrollarse un gran movimiento econémico, todo se detuvo bruscamente. Al tener que permanecer en, «asa, todo el mundo se dio cuenta de que era posi- ble detener unas semanas la enorme maquinaria del desarrollo y del progreso, y Ia gente comenz6 a reguntarse: «¢ Qué buscamos? Qué queremos?>. 'No soy de ninguna manera antimoderno. De- cir: «Yo resisto, soy voluntariamente arcaico, reac- cionario», serfa una manera de aceprar el frente de Se trata de eso, de una consigna: un término que define un movimiento de la histo- sia, pero que no es la historia en la que nos encon- tramos. Lo que considero mi contribucién ha sido estudiar y entender lo moderno ya no como una ‘consign, sino como sujeto de investigaci6n, y trans- modemizaci formar la antigua consigna en un enigma, . Es verdad, es una expresin muy acertada. Los Modernos son inauténticos. Tienen la lengua bifida, siempre hacen lo contrario de lo que dicen. Siempre hay un desequilibrio en rela- cidn con lo que hacen, y en los afios ochenta se emplearon a fondo, exageraron su exageracién y su inautenticidad. En 1989, cuando estudiaba este asunto, se pro- dujo la caida del Muro de Berlin, Aquel aconteci- miento desencadené una inmensa reaccién de centusiasmo en relacién con la victoria del liberalis- ‘mo. Para mi entonces se produjo un acontecimien- to tan extraordinario como la caida del Muro: la incomprensién total de que era un acontecimiento del liberalismo. Era el momento de maxima acele raci6n, de méximo extractivismo y de maxima ne~ gacién. Acelersbamos desde el fin de la guerra, ppero tras la caida del Muro nos lanzamos a la ace- leracién de la aceleracin. Me parece sorprenden- te, porque si bien vemos con toda claridad cémo se hhunden los séviets en 1989, también asistimos a los inicios de las grandes conferencias sobre la ecolo- Bia: Tokio, Rio... Es estremecedor: era el momen- to de actuas, desde el punto de vista de la cuestién ‘ecolégica, la ocasi6n ideal para plantear la pre- gunta verdadera, la que se convertird en lo que ahora llamamos «el nuevo régimen climitico», yy a Ia vez, el momento de su maxima negaci6n. Tam- ign es el gran enigma de la historia del siglo xx: hha negado constantemente la situacién en la que se encontraba, Este momento de Ia modernidad lo es igualmente desde un punto de vista estético. Rimbaud dice: “Hay que ser absolutamente modernos>. Lo hemos dejado atr&s, pero gen qué mundo hemos entrado? La palabra «modernizar» tenia un poder enorme, pero también escondia la complejidad, la dureza y Ia crueldad del eslogan. Desde los afios cincuenta, smodernizaose quiere decir, en realidad, . Imperaba la idea del des- pegue. Es un eslogan muy importante, porque no tiene alternativa. Asi pues, para contestar a su pre- gunta, este es el punto sobre el que hay que tra- bajar: gcuil_es la alternativa a la modernidad? Pongantos-le-ebundanci la eamneipa- i6n qué son sina modecnidad? Laalternativa es a lo_que yo llamo es esto, y es cierto en todos los Ambitos. El mensaje alternative de composicisn significa zambullicse en las controversias, abandonar la sepa- racién entre lo que es progreso y lo que 65 arcaico, 4s ot interesarse por la cuestién fundamental de la habi~ ibiidads por pues, y primar Is condisonet de habitabilidad sobre lat condiciones de produc- in. jSupone mucho trabajo! Nunca hemos sido antemos, pero hemos dejado atrds la idea de que Jo fuimos. El campo de trabajo est4 completamen- te abierto. Es.un mundo, un campo de trabajo heterogéneo, de ‘composici6n, de recompasicisn, ‘Componer me parece un término muy bello, por- que también es musical. Significa pactos, negocia- clones, modus vivendi. Entendemos que también hay que abandonar Ia idea de que la politica va a ser moderna. La politica moderna es la que dice donde hay que ir y cémo ha de ser dada la orden; pero para llegar a estos pactos heterogéneos es ne~ cesaria una politica modesta. También es necesaria tuna ciencia modesta, porque la ciencia tendré que tantear a través de muchas controversias para lle- gar a decir lo que hay que hacer. Y también es ne~ cesaria una tecnologia modesta que sea capaz de decir: «he inventado tna técnica, por tanto tendré consecuencias inesperadas, por tanto se ha genera- do una controversia, por tanto va a ser necesario discutir>. La sociedad entera debe adquirir la capa~ cidad eritica de la que se vio privada por la idea de 45 | modernidad y, siendo modesta ante todas las posi- ciones diferentes, ha de llegar a omprender que es necesario crear una civilizacién . Es Ia manera més sencilla de explicar mi propuesta. He tenido la oportunidad de seguir algunos talleres de su asociacién Od atterris? En el curso de estos talleres de autodescripeién que usted dirige en Saint-Junien, en Ris-Orangis o en Sevran, es pide a los participantes que designen la entidad de la que dependen para existir y que se encuentra amens- zada. También le da el nombre de «la pi zapator Es un arma contra la expresi6n de opiniones. En cuanto uno le pide a la gente que hable de poli- ica, Se CreeT GUIATON T MOEN MAAS Foy alto de_generalizaciones. Se instalan en una pos Gdn, proxima a Rousseau, G ‘que consiste cx jue conse ex aba donar sa punto de vista y adopiarel avolunind Fat Ton Tos propios vineulos a Sipe on a voluneal general era defiicisn ‘misma de la expresi6n politica segén Rousseau, . La descr sarios dispositivos de presién muy intensos sobre la gente para conseguirlo. ‘Cuando reanuda su descripeién, nuestro ami- go sity edenta de que depende de muchas cosas ue se encuentran amenazadas, especialmente en el Limousin, la regién en la que reside. Depende de la Politica Agricola Comdn (PAC), que alguien pende de Tox proveedores, y ae pregunta sp Bisicindir de Tor prodcion que UOTE Bropor- Glonan, St pero {edmo? Comienza ous Ver aha- cer él solo la lista de todas las cosas de las que depende... Hay que ayudarle. Consigue reconsi- derar su situacién fijéndose en las reacciones de los demis: «De hecho, puedo habitar otro territorio sn no se hace sola: son nece- 6 diferente de aquel donde me encuentro ahora», un territorio en el sentido que he definido antes. Al cabo de un aflo, este ganadero comienza algo que se asemeja a una revolucién, una metamorfosis; si bien continga afiliado a la FNSEA, consigue trans- formar completamente su gran ePor qué? Porque la descripeisn lea permisido Visualizar unas situaciones que pueden ser reorde- inadas. ¥ exo era lo que me interesaba de la cuesti6n “Ewsnde averrizar es solo una muestra, un cjem- plo mindsculo, pero la investigacién fundamental se hhace a partir de cosas del tamafio dela cabeza de un alfler. Me vuelvo a repeti, pero es muy importante insistr en Ia idea de que mi modelo cxeldelos cya- dernos de quejas: describir una situacién injusta, en libertad y soberanfa y que sea, sin embargo, capaz de mantenerse en el envoltorio de confinamiento, el de la habitabilidad. Nadie puede imagingrsclo, ai en América ni en Alemania. Sin embargo, miles de personas en todo el mundo hacen probaturas y avanzan a ciegas en esta direccién. La idea ala que aspiro, y que Od atterrir? me ha permitido validar con el mindsculo experimento que hemos realiza- do, es que tenemos que comenzar procediendo cada uno para sf, del mismo modo que lo hicimos cen el momento de la Revolucién. No obstante, hoy resulta mucho més dificil, porque la descr cin del mundo del que dependemos cs infinite ‘Rene mas complejas resultado de tes tills de higtorty ef particular de la globalizacién. Dicho a Tetiorio Bk foreevelalapo- siBiidad de elewar qucjas alas instituciones, al Estado “oalrey, em aquella épocs~ y de proponsr modifi caciones profundas en su adminstracion, S-H0 co R is peticiones ocesetrernironie en eh que tates, Tas reticle que diriges a Ia administracién probablemente re- sulten incomprensibles para él déstinatario. Pero histracién ahora debe reconocer que el sistem ad Ininistrativo aplicado para la modernizacién de Francia desde la posgucrra ha quedado desfasado. EL Estado ccaligico no existe. No tenemos un modelo ecolégico que proporcione abundancia, 6 asi parece una banalidad, pero es cierto que si vives en el Limousin, o en la Bretafa, 0 en cualquier parte, dependes de un mundo que te es muy leja- no. Por ejemplo, los cerdos bretones necesitan la soja de Brasil. Si estoy en Bretafia, no puedo igno- rar ese mundo del que dependo diciéndome que €s0 es un asunto brasilefio, que yo debo ocuparme de los bretones. Si acepto que he de llegar a com- prenderlo de otra manera, a reconciliar los dos &m- bitos, el trabajo politico cambia completamente. Los problemas que emergen cuando describes las cosas de las que dependes ejercen una presién ex- ‘traordinaria en el plano politico. 65 ‘Ast es como aparece lo que yo denomino cla- ses, no clases sociales en el sentido tradicional del término, sino clases geosociales; por ejemplo, si ppetmires que los problemas de Brasil irumpan en ¢linterior de la Breteha, Si comenzamos a com prender la euestiones de habinablidad ea la Breta- fa, hay que parse por a soja de Beal. Para quiea se-pregunta =¢Y yo qué poedo hacer all, tan Je- jos?» rerultainnegablemense abromador. Quienes hacen este ejercicio, no estaban necesariamente menos abrumados, pero no eran los mismos desde ¢l punto de vita fsico, porque la toma de concien- i6n ha hecho posible también le accién. Eso es lo que nos ha interesado particularmente dela experiencia de OD atserrir®: descubrie que si somoa eapaces de hacer costs a nuestra peduefia ical sigatfica que teoe- ‘mos capacidad de actua, porque el mundo esti he- cho a pequefiaescala. ‘Cuando reemprendemos el trabajo de descrip- cién esquivamos el pecado, o al menos la catistro~ fe, que conlleva cualquier discusién politica: la iden de que hay que spoyarsesistemitieamente en el nivel superion y pasar a otro régimen de genera lidad, Ig politica no consist en cambiar de pivel de generalidad, sino en seguir hasta el final la red de Siiestras dependencias y THIGHS pertenencias. Este cjercicio no lo hacemos con una Finalidad 66 eoowo arennszan? terapéutica, pero es innegable que tiene como re- sultado la restitucién de las eapacidades politicas de la gente. Navuralmente, a un nivel muy peque- fo, pero el nivel més alto esté hecho de niveles pe- quefios. ¥ el magnifico ejemplo que nos ha dado la crisis de la covid es que ese minisculo viras expec- torante consigue ocupar todo el globo en tres se- manas, Es un bonito modelo de composicién de lo grande a partir de la multiplicidad de conexiones de lo pequeio. o | | | | LA NUEVA CLASE ECOLGGICA Usted sostiene que para luchar contra la devasta- ‘ign planctaria hay que hacer emerger nuevas clases eosociales que Compartan intcreses. F¥ta clase cco- sgiear GaN COmS TS Wesea Usted, Te Tenia orgullosa cde si misma y seria capaz de luchar mediante alian- 22s de personas, grupos y entdades con los que an- ‘es no se hubiese relacionado. Si es una propuesta ain mis iecional y especula- tiva que las otras. ¢Existe en realidad esta clase ccolégiea? He de hacer otra vez mi trabajo de fl6- sofo, que consiste en antieipan en nombrar algo Aue sentimos. EnTv scald proscntimos que le iestiones ecolégieas se han convertido en el equ walente de las cuestiones politics de antes, es de- Sirs aquellas sobre las cuales resulta legfimo © interesante discutir. Pero las pertenencias y las asociaciones ya no son las mismas, Eso es lo que tntiendo por legada de una nucva clase social. No en el sentido tradicional, de inspiracién marxista, 6 de las clases sociales, sino mas bien segtin el senti- do que le da Norbert Elias, uno de los grandes so- logos c historiadores de la civilieae culturales. ~ Llegaré un momento en que la cuestién ecolé- ica serd central, y las asociaciones y las lineas de comparticién entre amigos y enemigos se defini- rin precisamente en esa nueva cultura, De mo- mento todavia es algo complicado, porque no tenemos toda la informacién. Hay controversias sobre cada tema, como por ejemplo los parques célicos. No hay una cuestién ecolégica que no acarree una discusi6n. Habra pues que constituir frentes de lucha ~aqu{ nos encontramos con la an- tigua definicién de las clases~. Pero en esta ocasi6n los frentes de lucha no se circunscribiran Gniea- mente alos medios de produccién, liberales 0 socialistas, sino también a la habitabilidad. Son probleméticas politicas absolutamente nuevas y dificiles que no nos habfamos planteado con ante- rioridad. Nuestros predecesores no se habrian preocupado ni un minuto como hacemos noso- tros con cada decisi6n que tomamos- preguntén- dose si también tenfan que ocuparse de la temperatura de la atmésfera, Naturalmente se in~ por la sequia, por la desaparicién de los bosques, y por unas cuantas cosas mas, pero no porla atmésfera. Este Ambito no lo habrian tenido 7 clases i | ‘en cuenta, Ahora debemos introducirlo en el inte~ rior del detalle de nuestras decisiones. No hay que olvidar que estas clases que yo de- nomino geotociales atin estan en fase de forma- cidn. Es evidente que la cuestién ecolégica se convierte en la cuestin central, pero atin hay quienes Ia nicgan, y luego otros que atin no saben ‘cémo metabolizarla. También en estas maneras de relacionarse con ella vemos que falta Ia expresi6n. cexplicita que diga: «Si, esté forméndose una nueva clase». Me apoyaré en el ejemplo de Norbert Elias. No es necesariamente el bueno, pero me permite cestablecer un paralelismo extravagance —Ia extrava~ gancia es mi manera de hacer avanzar las cosas y hacerlas comprensibles-. El gran tema de Elias es comprender (:repensar?) el proceso de eivilizacién segiin el modo burgués y no a la manera de la aris: tGoracis, preguntindose como la burguesia lego a Saiparal poder'y « inventar el liberalismo en con- tia de Ta aristocracia y sus valores, a través de la. tdlscion de uses demolulon. Ast, parafra- seando a Elias, podrfamos decir: Igual que la bur- ucsfa se burlé de los limites de la aristocracia...» y plantear la siguiente hipétesis, aunque de momento solo sea una hipétesis sobre el fururo: «... podria ‘mos de igual modo imaginarnos una clase ecol6gi- ca que le aria el mismo reproche ala clase burguesa: a tenéis los mismos limites politicos, los mismo: ites de horizonte de accién que tenia la aristocra- cia durante el ascenso de la burguesia>. iReconozco que es un combate de gigantes! Sin embargo, nos permite comprender una expre~ sin tan sorprendente como importante que ut za Elias. Este socislogo explica que la burguesta, durante su ascenso, es «més racional» que la aris- tocracia, porque imagina y se dota de un horizonte de accién mucho mas vasto que el de la aristocracia, en particular en el descubrimiento de la produc cién y el brusco desarrollo de sus fuerzas produc tivas. Es algo que, por otra parte, vemos muy bien en Proust, a través de toda la serie de marcadores que utiliza. La expresién de Elias, de una burgue- sia mas racional, me parece de excepcional interés. Porque en mi fantasmagoria aspiro a que la clase ecoldgica diga: «Somos més racionales que Yoso- «Fos, Ia burguesia iberal, porque eh todo. el si- slo xx no habéis sido capaces de comprender que Tasitaacion f mn fundamental sls Gue Eb% inderida la produccion eran las condiciones de habitabjli- ade del planeta, y.o8 Jas habéis cargado. Sois irra- ‘Sénale>. ¢Como imaginar que una clase pueda HADI We racionalidad habiendo ignorado, duran- te-un siglo, la cucstién ecoldgica, la cuestién de la temperatura? La produccién es muy importante, por supuesto. Las cuestiones de distribucién de 7” 4 a nueva crate xeotsaica esta producci6n son igualmente importantes. Pero todo esto esté inserido, englobado, encajado en lo que lo hace posible, y que nosotros consideramos prioritario. Es en este punto que podemos y tene- ‘mos que darles a los ecologistas un sentimiento de orgullo. El orgullo es importante. ‘Nosotros, la clase ecoldgica, decimos con or gullo: «Representamos la nueva racionalidad y el nuevo proceso de civilizacion, el avance del proce- [ode quilsaclin: porque consdlerameral poble- ta Fundamental de las condiciones detratitabilidad dal planctar, Es una redeliniciOn del horizonte de agen, tha proyeccién en el horizonte temporal. De esto carece a politica actual, lo que la convierte en un desastre. La clase liberal burguesa habla de recuperacién econémics, pero sin eonvicci6a, en particular desde la covid: ha desistido. Porque te ner un horizonte es muy importante para una cla- fe. Una clase, en primer lugares un proyecto. Ea la actuslidad, todavia no tenemos tna clase que dliga: «Vamos a tomar el relevo, somos elhorizonte temporal. Este horizonte no debe entenderseen términos de progreso. Es algo complejo: no es el progreso, pero atin asi es la prosperidad. Prosperidad y pro- grex0 no son lo mismo No se trata de reproducir In emancipacién ala manera antigua, ignorando las condiciones de existencia y abandonando al pasado, 7 sino de encontrar una nueva emancipacién en el hecho de reconocer: «Descubro que dependo de todos estos seres, ya sean abejas, golondrinas, el clima... y depender esté muy bien>. En consecuen- cia, nos plantea ademds un problema de filosofia, politica: la referencia a la nocién de autonom(a, a lo que significa ser autGnomo, std. mal construida. SO sleet cancers ae ‘volvernos . Eso fue lo que hizo el socialismo: durante ciento cincuenta afios creé relatos alternativos so- bre la historia, la evolucién... No somos conscien- tes del inmenso trabajo intelectual y cultural que hizo la ciencia econémica, primero por parte de los liberales, después por los socialistas. A los eco- loge es coreesponds hacer ete itm abs ‘es decir, redefinir lo que es la historia, Io que es la + ciencia -es muv importante, y redefinir el hori- zonte temporal, que no tiene que ser_necesaria- mente el del progreo, el del desarrollo, o ir a Marte. Co que se ha de redefinir ahora es una poli- ea cua definici6n de lucha de clases venga dada por las maneras de relacionarse con esta pregunta: ¢podéis mantener las condiciones de habitabilidad dEtplanets que labéis descrito con detalle,y po- dis discernie en ellas To que & importante y To que no? Quienes se asocian a Ta cuestion fundamental E la habitabilidad se convierten en hermanos de clase, en hermanos de lucha, de alguna manera. Y¥ volveriamos a caer en una politica elésica en la que todo el mundo se enfrenta sobre todos los te- mas. Pero es normal, y al menos asi sabriamos s0- bre qué enfrentarnos. En el desastre de la politica actual no sabemos sobre qué enfrentarnos. Hay que reconocer que es un poco disparatado: qué horizonte tenemos? Tengo setenta y cinco aos, y hasta Mitterrand mas © menos conseguiamos corientarnos politicamente, mirando los partidos, los programas y los esl6ganes. Sabiamos cudles ceran los intereses de unos ¥ de otros, y a quién vo- tar. Era posible alinearse: «pertenezco a mi clase, tengo mis intereses, hay partidos y programas que los representan, los voto». Todo esto se desmoro- 1nd, Que la abstencién legue al 65% no es algo anodino. Hemos cambiado de mundo y los partidos 7s politicos se han ido atomizando, uno detrés de otro. El alineamiento acabé por desaparecer. Y no va a ser fundando un partido que pretende ocupar el palacio presidencial como vamos a recuperatlo. En este sentido, los ecologistas se hacen ilusiones. Es por abajo que hay que comenzar la restitucién. Lo que me interesa particularmente es compren- der de qué manera una sociedad civil llega a re~ construirse a si misma mediante la reconstitucién de su propio territorio, es decir, sus pertenencias, Por tanto sus intereses, por tanto sus conexiones, sus asociaciones de clases... Esta es la manera en que hay que organizarlo. Luego habré partidos, y mis tarde elecciones en las que se pueda votar a esos partidos, pero tendrin que pasar unos cuan- 10s afios. Nos encontramos en esta situacién extraordi- naria en la que el alineamiento, que organizaba desde hacia casi dos siglos la politica a partir de la lucha entre liberales y socialistas, se encuentra ahora literalmente atomizado. La causa responde a muchos y diversos motives, en especial al papel de las redes sociales. Pero creo que lo que mas pesa sobre nuestros afectos politicos es el nuevo régi- men climético, al que no damos nombre ni reco- nocemos como problema fundamental. La cuestién ya no esta en la produccién y el reparto del riqueza; ahora estriba en aquello que engloba, 76 LANORYA ctasnacoLboiCn aquello que rodea y que permite la existencia del sistema de producci6n y que es mucho més impor- ante que este. A fin de cuentas, gquién soy yo para proponer la existencia de esta otra clase? No soy nadie, simplemente nombro las cosas... Pero este concepto que estoy nombrando ayuda a los ecologistas a hacer de tripas coraz6n, a sentirse orgullosos.

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