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Rama, Morse, Hardoy, Krauze, Ortega, Needell, Stelter, Lomnitz, Pérez, Trachtenberg, Velho, id, Laguerre, de Ramén, Cultura urbana latinoamericana ‘lacso Consejo Latinoamericario de Ciencias Sociales La ciudad letrada Angel Rama 1, La ciudad ordenada : Desde la remodelacién de Tenochtitlén, Iuego de su destruccién por Herndn Cortés en 1521, hasta la inauguracién en 1960 del més fabulso suefio de urbe de que han sido capaces los americanos, la Bratilia dé Os- ‘ar Niemeyer, la ciudad latinoamericana ha venido siendo bésicamente un parto de la inteligencia, pues quedé inscripta en un ciclo de la cultura uni- versal en que la ciudad fue el suefio de un orden. Los mismos conquistacores que las fundaron porcibieron progresiva: mente que se estaban apartando de Ia ciudad orgéni eval en la que habfan nacido y crecido para entrar eff una nueva distribucion del espa: cio. Debieron adaptarse 2 un proyecto racionalizado qué encuadrab la vi da de la comunidad con destino aun futuro planificado y soflado, Im: puesto por fas exigencias colonizadoras, edministrativas y militares, Al eruzar el Atténtico no solo habfan pasado de un continente viejo'a tino ~ ,nuieve, sino que hablan.atravesado el muro. del tiempo doa ce ;Pitalismo-expansiva y.ecuménico. Aunque preparado por el espiritu re ntista, este modo de la cultura Universal solo adquirirfa su especificidadt fon las monarquias absolutas de, los Estados. Nacionales europeos, a cuyo. servicio militante s@_plegaron les_Ialesias, concentrando risida ¥ jerérqui- ‘camente Ia totalidad del poder. La ciudad fue su més preciade punto de insercién en la realidad y nos deparé un modelo urbano de secular dure cién: Ja eludad barroca.! Poco podia hacer este impulso.para.cambiar les urbes de Europa, por la sabida frustracién del idealismo abstracto ante la concreta acuimulaclon del pasado hist6rico, cuyo empacinamiento material refrena cualauer I- bre vuelo de la imaginacién. En_ cambio dispuso de.una oportunidad ni- 2. en Ias.tierras-virgenes.de un enorme continente, cuyos valores fueron ‘afiorados con antropolégica ceguera aplicando el principio de “tabula ra: sa” Permitia negar ingentes culturas -aunque ellas de pervivire Tinfiltrarse en la cultura impuesta- y comenzar éx-nihilo'el edificio de lo quo se pensé era mera transposicin del pasado, cuarido en verdad fue la \ " realizacién del suefio que comenzaba a sofiar una nueva época del mun: do. América fue la primera realizacion material de este such? __A posar del adjetivo con que acompafiaron el viejo nombre para de- signar las regiones conquistadas (Nueva Espafia, Nueva Galicia, Nueva Gra- hada, etc.) 10s espartoles no reprodujeron el modelo de las cludades de la metrépoli, sina que comenzaron a instaurar gradualmenta, inexpertemen- te, un modelo ideal que la vastedad de la empresa y la concepei6n organi zativa y sistematica que acerreabe, concluyeron imponiendo parejamente. ‘A través del neoplatonismo que sirvi6 de cauce cultural al empuje capita- lista ibérico, fue recuperado el pensamiento ya expresado en La Repabli- a revivida por el humanismo renacentista, y aun el casi mitico Hippods- ‘mos, Padre grlago de la ciudad ideal, sobre todo su "‘confianza en que los vances de la razén impondrfan medida y orden en toda actividad huma- nai", aunque, como percibié Lewis Mumford, “su verdadera.innovacién. onsisti6.en.comprender.que.ta forma de la cludad era la forma.de.su.or- den.social.4 Su imposicion desde el sigio XVI, en lo que tlamamos la edad barroca (llamada época clésica por la critica francesa), corresponde @ ese momento crucial de la cultura de Occidente en que, como ha visto sagazmente Michel Foucault, las palabras comenzaron a separarse de las, ‘cosas y la triddice conjuncién de unas y otras a través de la coyuntura ce- dié al binarismo de la Logique de Port Royal que teorizaria la indepen- dencia deliorden de tos signos,5 ~~ Dentro"de-ese catice surgirén las cludades ideales, regidas por la ra- 26n ordenadora: quedé testimoniada por un orden social jerdrquico que 4 transpuso a un orden distributivo geométrico. No es la sociedad, sino su forma orgenizada la.que es.transpuesta, no 9 la ciudad, sino a su forma istributiva,. EI ejercicio del pensamiento analogico se disciplinaba @ile fiincionara vilidamente entre entidades del mismo género. No vir |a, pues, socledad y ciudad, sino sus respectivas formas, y, para logratlo, debe partir de un proyecto racional cuya concapeién y ejecucién exige la existencia de un punto de maxima concentracién del poder, que ya es vi- siblemente temporal y huimano aunque todavia se enmascare y legitime ‘tras los absolutos celestiales. _ La palabra clave.de.todo este sitema.¢s.a. palabra arden (el/ia) de es- Pecial liso en las tres mayores estructuras instituclonalizadas, la Iglesia, l Ejército, la Administracién, y de obligado manejo en cualquiera de fos sistemas clasificatorios, historia natural, arquiteotura, geometria, etc. de conformidad con las definiciones del término: “*Colocacién de fas cosas fen el lugar que les corresponde. Concierto, buena disposicién de las cosas ‘entre sf. Regla o modo que se observa para hacer las cose: Esta es la palabra obsesiva que utiliza el Rey (su gabinete letrado) en Jas instrucciones impartidas a Pedrarias Davila en 1513 para la conquista de Tterra Firme que abriré el proceso de colonizacién luego de la expe- riencia antillana. Si, como podia esperarse, ellas integramente colocan toda la colonizacién en dependencia absoluta de los intereses do la metro- Poli, su séptimo punto establece al sistema rector de las eiudades que se habrfan de fundar en el continente: “*Vistas las éosas que para los asientos de los lugarés son necesa- 12 rias, © escogido et sitio. mas provechoso y en que ineurren mas do las ‘cosas que para e] pudblo son menester, habréis de repartir los solares dal lugar para hacer las casas, y estos han de ser repartidos sogin las calidades de les personas e sean de comienzo dados por orden; por ‘manera que hechos los solares, el pueblo parezea ordenado, asi en et lugar que se dajare para plaza, como el lugar en que hubiera la iglesia, ‘como en el orden que tuvieren fas calles; porque an los lugares que de nuevo se hacen dando le orden en el comienzo sin ningin trabajo ni costa quedan ordenados e ios otros jamés se ordenan” S La traslactén del orden @ una realidad fisica, en ol caso de ta funda- cin de ciudades, implicaba el previo diseffo urbanistico mediante los len- ‘uajes simbdlicos de Ia cultura, sujetos a una concepcién racional que de- bia prever el futuro, que incluso era orienteda, como el texto real dice, por el resultado que se obtendr/a en el futuro. La traslacion, {ue facibitads 050, desarratlo alcanzado, en la época, por el sistema mds abs- fracto"de quo eran capacés aquellos lenguajes: las mateméticas, con su aplicacion en la geometrie analitica, cuyos métodos habian sido éxtendi- ddos por Descartes a todos los campos del conocimiento humano por err tenderlos come los tinieos validos, EL resultado, en América Latina fue el disefio en. damero, que repro- dujeron oon o sin piano a la vista las ciudades barrocas V ait se prolong6 hasta précticamente nuestros dias, Pudo haber sido otra Ia conformacién goométrica, sin que resultara afectada la norma buscada. De hecho, al modelo frecuente en el pensamiento renacentista? que derivé de la lec- lén de Vitruvio, segin lo exponen las obras de Leon Battista Alberti, Je copo Barozzi Vignola, Antonio Arvelino Fitarete, Andrea Palladio, etc., fue circular, aunque todavia més revelador del orden jerdrquico que to inspiraba, pues situaba al poder en el punto central y distributa a su alre- dedor, en sucesives circulos coneéntricos, los diversos estratos sociales Obedecfa a los mismos principios reguladores del damero:,unidad, plan fleacién y orden riguroso que traducfan una jeraraute saga), mostranco, 4 asi lis ‘tanto Uno como otro modelo no eran sino variaciones de una thisma concepeién, hija de la razén ordenadora, ta que imponia que la planta urbana se. disofiara.““a.cordel.y-regia’” como dicen frecuentemente {as instrucciones reales impartidas a los conquistadores. Tal como sefiala- ra Foucault, “lo que hace posible et conjunto de la episteme cldsica es, desde {uego Ia relacién con un conocimiento del orden”’.8 En el caso concreto de las ciudades, habia sido introducido ol principio det “plan. rning”. El jluminismo se encargarfa de robustecerlo, como época confiada fen las operaciones de la razén que fue, y en los tiempos conterporéneos aleanzaria rigida institucionalizacién, eunque también suficiente inquie- {ud respecto a sus resultados como para promover la discusién acerca de sus consecuencias y sobre todo, de las filosoffas en que se funda.® Por lo tanto, més importante que Ia forma damero es el principio rectir que asegura todo un régimen de trasmisiones: de lo alto a lo bajo, dde Espafia a América, de la cabeza del poder -a través de la estruetura so- cial que dl rige y busca imponer- a la conformacién fisica dela ciudad pa- 3 ra que |a distribucién del espacio urbano asegure y conserve la forma so- cial. Aun més importante es el principio postulado por el Rey de que, con anterioridad a toda realizacion, se debe proceder a pensar |a ciudad, Jo que permitirfa ir las irrupciones circunstanciales que podr/an alte- rar las normas: al_ardan_debe_ quedar.estatuido-antes-de que la ciudad, exista_pare-esi-impedirtodo posible futuro desorden, con lo que queda sugerida la peculiar capacidad de los signos para permanecer inalterables an al tiempo y seguir rigiendo la realidad cambiante de la vida dentro de sus rfgidos encuadres, Una_ciudad, previamente a su Ja, realidad fea, debi existir-en.una.represantacion simbéli¢a que.s6lo podian asegurar ios sig “hos,.0 sea las palabras que traducian la Voluntad de edificaria en aplica- ‘cién de ciertas normas y, subsidiariamente, los diagramas. graficos que la’ disefiaban en los planos, aunque, con més frecuencia, en ia imagen mental que de esos planos tenian los fundadores y que pod/an suftir ocasionales correcciones derivadas de! lugar o de précticas inexpertas. Pensar la ciu- dad competfa a los instrumentos simbdlicos de la cultura que estaban ad- uiriendo fa presta autonomia que los adecuerfa mejor a las funciones exigidas por el poder absoluto. Aunque se siquié aplicando un ritual fun. dador impregnado de magia pare asegurar la posesién del suelo, las orde- nanzas reclamaron la participacién de un script (en cualquiera de sus di- vergentes expresiones: un escribano, un eseribiente, un escritor) pata dactar una escritura, A esta se confer(a ia alta misidn que se reservd siem- bre a los escribanos, dar fe, una fe que procedia de la palabra escrita. Esta ivirfa en Amércia Latina como la Gnica valedera, en n{tida oposici6n a la Palabra hablada que pertenecia al reino de lo inseguro y lo precario. La ‘escritura posefa rigidez y permanencia, un modo de autonomia que remé ddaba la oternided, liberdndose de las vicisitudes y metamorfosts de lh toria, pero sobre todo consolidaba al orden, por su capacidad para expr sarlo en el nivel cultural. Sobre ese primer discurso ordenado que propor: cionaba la lengua, se articulabe un segundo que proporcionaba el disefio grafico. Este superaba al primero porque eludia el plurisemantismo de la Palabra y proporeionaba conjuntamente la cosa que representaba y la co- $a representada, con una maravillosa independencia de la realidad que se trasluce en las descripciones epocales. De la fundacién de Lima por Pi tro en 1536 (error que ha sido !lamado a venganza del Inca) se nos dice que “fue asentada y trazada /a ciudad conforme ala planta y dibujo qua Para ello se hizo en papel”, EI plano ha sido desde siempre el mejor ejemplo de modelo cultural ‘operativo. Tras su aparencial registro de lo real, inserta el marco ideoldgi- 60 que vatora y ordena esa realidad y autoriza plurales y libres modifica. ciones. Es ol ejemplo al que recurre Clifford Geertz cuando busca definir ala ideologia como un sistema cultural!0; pero inicialmente asi lo este blecié la Logique de Port Royal en 1662 cuando, en la apertura de los tiempos modernos, debié establecer la diferencia entre “las ideas de las ‘cosas y las ideas de los signos". También apel6 al modelo privilegiado de 4 signos quo son los mapas, los cusdros, (los planos), en los cuales la reall- dad resulta absorbida por la representacién: “Quand on considere un Objet en lui-méme et dans son propre tre, sans porter la.vGe de Kesprit a ce qu'il peut représenter, ides au’on en a est une idée de chose, comme I'idée de Ia terre, du soleil, Mais quand on ne regarde un certain objet que comme en repésen- tant un autre, 'idée qu‘on en a est une idée de signe,’ et ce premior objet s‘appelle signe. C'est ainsi qu’on regarde d’ordinaire les cartes et les tableaux. Ainsi lo signe enferme deux idées,I'une de la chose ‘qui représente, laure de la chose représentéo; et sa nature consiste a cexciter fa seconde para la premiére”. 14 Para sostener su argumentacién, Arnauld debe presuponer una pri- mera opcién, que consiste en percibir al objeto en cuanto siano, tipica ‘operacion intelectiva que no tiene mejor fundamentacién que el diagra- ma. En las méximas que oxtrae, debe légicamente concluir que et signo costenta una perennidad ajena a la cosa. Mientras el signio exista std ase gurada su permanencla aunque fa cosa que represente pueda haber tio - destrvida, con lo cual queda asumide la inalterabitided det universo de los signos. “L’on peut conclure que fa nature du signe consistant & exciter dans les sens per l‘idée de la chose figurante calla do la chose figurée, ‘tant que cat effet subsiste, c'esta-dire tant que cotta double idée est excitéa, le signe subsiste, quand méme cette chose seroit détrutte en sa prope nature”.12 ae Son estas as condiciones operativas necesarias para'atitorlzar una in versiin del proceso: en vez de representar la cosa ya existente mediante signos, estos se encargan de representer el suefio de la'cosa, tan ardiente- mente deseada en esta época de utopias, abriendo el camino ala fututl- dad que gobernarfa los tiempos modernos y alcanzar/a una apoteotis casi dolirante en la contemporaneidad. Es el suefio de un orden que sirve para perpetuar el poder y Ia estructura socio-econémica y cultural que él po- der garantiza. ‘Para.el caso de tas ciudades americanas, los origones @ Una doble Vida. La que correspon: Tar Zor sonable, material, extd sometido 4 los valvenes de construcci6n y destruccion, de ‘instauracién y renovaci6n, y, sobre todo, a los impulsos de la invencién circunstancial de individuos 0 grupos, segtin su: momento y situacién, Por encima de.asa.vida.esté.la.que.carresponde.al-orden-de los signos que operan en al nivel simbélico, desde antes de cualquier reall- zaclén, ¥' también durante y después, pues disponen de una inalterabili- dad a la que poco concieren los avatares materiales. Antes de ser una realided de calles, casas y plazas, las que s6lo puedon existir y aun asf gra- dualmente, 2 lo largo del tiempo histérico, las ciudades emergian ya com- pletas por un porto dela Inteligencia on las normnas que las teorizaban, en fas actas fundacionales que las estatuian, en Ios planos que las diseFaban idealmente, con esa fatal regularidad que acecha a los suefios de la razén Y que depareria en América Letina un principio que ya enéalzaba Thomas 16 More en su Utopfa (1516): “He who knows one of the cities, will know them all, so exactly alike are they, except where the nature of the gounds prevents”. De los suefios de los arquitectos (Alberti, Filarete, Vitruvio) o de los uutopistas (More, Campanella) poco encarné en la realidad, pero en cam. bio fortified el orden de tos signos, su capacidad rectora, cuando fue ast mido por el poder absoluto como el instrumento aporplado para la con- dueci6n jerdrquica de un dominio expandido desmesuradamenta. Aunque 48 traté de una circunscrita y epocal forma de cultura, su influencia des- bordaria esos Ifmites por algunas pecueliaridades de su funcionamlento: @l orden de log signos imprimé su potencialidad sobre lo real fijando mar- ‘cas si no pererines al menos tan vigorosas como para que todavia hoy sub- Sietan; més raiglamente, en trance de agotamiento de su mensaje, demos- ‘w6 esombrosa capaciced para rearticular Uno nuevo, sin por exo abando- nar su primacta jerdrquica y aun robusteciéndola en otras circunstanalas histérieas. Esta potencia, que corresponde a la libertad y futurizacion de Sus operaciones, se complementé con otra simétrica que consistié en la evaporacion del pasado: los siglos XV-XVI, lejos de efectuar un re-naci- miento del clasicismo, lo abolieron definitivamente mediante su transpor- tacién al universo de las formas, Al incorporarlo al orden de los signos es. tablecieron el primer explendoroso modelo cultural operative de la mo: dernidad, preanuneiando la mucho més vasta transustanciacién del pasa hacentista facilito la expansion de Europa Y la decuplics la pz ilumnista que propicié la dominacién universal, Su primera aplicacién sis temética instrumentada por la monarquia absoluta (la tiara y el trono reunidos) se hizo en el continente americano, donde ejercié sus rigidos Princlpios: abstraccién, racionalizacién, sistermatizacién, en oposicion a Particularidad, imaginacién, invencién esponténea, De todo el continente, fue en el segmento que después se llamarfa la- tine, donde so intensified la funcién prioritaria de lo que se denominé a Espiritu. Fue una voluntad que desdefiaba las constrieciones objetivas de {a realidad y asumia un puesto superior y autolegitimado, merced al cual disefiaba un proyecto al cual debia plegarse la realidad. Tal concepcion ‘no surgié, obviamente, de la necesidad de construir ciudades, aunque &- ‘es fueron sus engarces privilegiados. Respondieron a aplicaciones con cretas da un marco general, Ja cultura barroca, que infiltré la totalidad de 'a vida social y tuvo culminante expresian enla Monarqu fa espafiola. A estos rasgos deben agregarse las sorprendentes caracteristices de la Conquiste de Tierra Firma, “reperée, explorée et grossiéremente seisie aut cours des trois premitres décennies du XVI e sicle 4 un rithme insensé, jamais égalé”.13. En las antipodas del criterio de una frontier progresiva, al cual regiria ta colonizacién de los Estedos Unidos™4 y la primera ép0- a de la conquista de! Brasil por los portugueses, la conduista espafiola fue una frenética cabalgata por un continente inmenso, atravesando rfos salvas, montafias, de un espacio cercano a los acho mil kilometros, dejan- do a su paso una ringlera de cludades, précticamente incomunicadas y ais- 16 lades en el inmenso vacfo americano que sélo recorrian aterradas pobla ciones indigenas, a modo de postas militares que sor/an después las poleas cde transmizién del orden imperial. De la fundacién de Panamé por Peck Fias Davila (1519) a la Concepeién en el extremo sur chileno por Valdivia (1850) pasaron efectivamente sélo treinta afios, Para esa citima fecha ya sstaban funcionando fos Virreinatos de México y el Peri, balo la conduc: nde quienes “deb ian preservar en el Nuovo Mundo el caréctor carismé: tico de la autoridad, el cual esté basado en la creencia de que los reyes to bran por la gracia de Dios”.15 Mas que una tabulosa conquista, quedé cortficado el triunfo de las ciudades sobre un inmenso y desconocido territoria, reiterando la con cepcién griega que oponta la polis civilizeda a la barbarie de los no urbe: 18 Troscientos afios después, yaen la poca de los nuevos Estados ntes, Sarmionto seguia hablando en eu Facundo (1845) de la oposicién de las ciudades, vistas como focos civilizedores, y los campos engondradores de la barbaric. Vio a le ciudad como el aclecuado recepté- culopara trasmitr la influencia de las fuentes culturales europeas (aunque ahora hubieran pesado de Madrid a Par(s) y para realizar a parti de ellas el futuro civilizado. Este sélo serfan posible mediante el somotimiento del vasto hinterland salvaje donce la cluded habia erecido solitaria, impo- nigndole sus privatives normas. La primera de ellas era, en el obsesivo esamiento sarmientino, la educacién letrada.- Vivié para verlo y ejecu- tarlo. Las ciudades de le desentrenada conquista no fueron mers factor‘as, Eran cludades para quedarse y por lo tanto focos dle progresiva coloniza- cién. Por largo tiempo, sin embargo, no pudieron ser otra casa que fuer- tes, més defensivos que ofensivos, recintos amurallados dentro de los cua- los ‘se dettilaba o! espiritu de la polis y se ideologizaba sin tasa el superior destino civlizador. No fue infrecuente que los textos las transpusieran “alo divino”, como hizo en al México de fines del siglo XVI el presbitero Forndn Gonzilez de Eslava en sus Coloquios espirituales y sacramentales: los siete fuertes que religaban ciudad México con las minas de Zacatecas, 4 transformaron en nada menos que los siete sacramentos.. ‘Aunque aisladas derttro de la inmensidad espacial y cultural, ajena y hostl,a las cludades competia dominar y civilizar su contorno, fo que se liamé primero “‘evangelizar" y después “educer”. Para esos fines, fueron asiento de Virreyes, Gobernadores, Audiencias, Arzobispados, Universi dades, y aun Tribuneles inguisitoriales, antes que Jo fueran, tras la inde- Pendencia, de Presidentes, Congresos, siempre Universidades y siempre Tribunales, Las instituciones fueron los obligados instrumentos para al orden y para conservatlo, sobre todo desde que entran en circulacion en al siglo XVII (Corominas) dos palabras derivadas de orden: subordl- nar @ insubordinar.

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