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Akal Cuestiones de antagonismo Disefio de interior y cubierta: RAG Trnduesidn de Juanmari Madariaga Reserwados todos fos derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el are, 270 digo Penal, podrin see castigados eon penas de mult y privacign de libercacl quienes reproduzean sin la preceptiva autorizacién o plagien, en todo o en parte, uns abesliteruria, artica o cientifics Fijada en cualquier tipe de soporte ‘Titulo original: Adavm Sonith in Besiong © Giovanni Arrighi, 2007 © Ediciones Akal, &. A.,2007 para Jengu espaitola Sestor Fi 28760 Tees Ca Madrid - Espaiie ta, Teli 918 061 996 Fax: 918 044 028 wwrw.skal.com ISBN: 978-84-460-2735-5, 2007 Depasito legal: M.2 Impreso en Cofis, 3. A. Méstoles (Madrid Prefacio y agradecimientos Este libro es una continuacién y reclaboracién de dos obras anteriores, El largo si- glo XX y Caos y onden en ef sistema-mando mioderno!, Se centra en dos acontecimientos que han configurado, mas que ningtin otro, la politica, la economia y la sociedad mun- diales, Uno es el ascenso y declive del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano dise- ado por los neoconservadores estadounidenses y el otro ¢s el surgimiento de China como adalid del resurgimiento econdmico de Asia oriental. Se dedicari la debida aten- cidn a los principales agentes estatales y no estatales que han contibuido a esos dos acontecimientos, pero el objeto principal del ani ituard en Estados Unidos y China y sus aparatos estatales como agentes clave de la transformacién global en curso. Los amigos, alumnos y colegas que han Ieido y comentado el manusctito antes de fa ronda final de revisiones me han hecho llegar valoraciones desacostumbradamente discrepantes. Los capitulos que mas gustaban a algunos eran los memos apreciados por otros; los apartados y secefones que algunos juzgaban mas celevantes para la at- gumentacidn del libro les parecian superiluos a otros, Las discrepancias en las reac- ciones de los lectores son normales, pero no en la medida que he experimentado con este libro, Pienso que esa anomalia se puede atribuir al doble propésito del libro al que se apunta en su titulo y a los diferentes métodos empleados en su elaboracion, Mi propésito es tanto ofrecer una interpretacién del desplazamiento en curso del centro de la economia politica global de Norteamérica a Asia oriental ala luz de "G. Arrighi, The Long Tiventicth Contry, Londres, Verso, 1994 (ed. cast: Ef largo sigfo 3X, Ma- rid, «Cuestiones de antagonisme 3», Ediciones Akal, 1999];G. Arrighiy Beverly Silver, Chaos and Go- anernance én the Modern World System, Minneapolis, University of Minnesora Press, 1999 [ed, cast.: Cas yorden enol sistemamundo moderno, Madrid, «Guestiones de antagonisino 10», Ediciones Akal, 2001] la teoria del desatrollo econdmico de Adam Smith, como ofrecer una interpretacién de La régueza de las naciones a la luz de ese desplazamiento, Este dable propésito se desarrolla a lo largo de todo el libro pero algunos apartados dependen mas de ar- gumentos teéricos, otros de anilisis histéticos y otros de la valoracién de fenéme- nos actuales, Inevitablemente, los lectores con poca paciencia para la teoria, o para los andlisis de acontecimientos distantes y poco familiares, o para una historia que todavia se esti haciendo, pueden sentirse tentados a sobrevolar por encima de de- terminadas secciones o incluso de capitulos enteros. Consciente de esa posibilidad, he hecho cuanto he podido para asegurar que los lectores que asf lo hagan puedan captar al menos uno de los dos argumentos generales del libro: el que se refiere al desplazamiento del centro de la economia politica global a Asia oriental o el que concietne a La riqueza de lis naciones. Todo lo que pido a cambio es que se juzgue el libro como uma totalidad, y no s6lo por sus distintas partes He venido confeecionando este libro durante varios afios, y la lista de mis deudas intelectuales es larga, Sin la ayuda de muchos colaboradores de Asia oriental no ha- bria podido accecler a textos claves en chino y japonés, algunos de los cuales apare- cen en la bibliografia, Ikeda Satoshi, Hui Po-keung, Lu Ajguo, Shih Miin-wen, Hung Ho-fung y Zhang Lu me ayudaron en esta tarea, Ademis, Tkedla me introdujo en la literatura japonesa sobre el sistema comercial tributario centrado en Chinas Hui me ensefié a leer a Braudel desde la perspectiva de Asia oriental; Hung guid mis incur- siones en la dinamiea social del ultimo periodo dela China imperial, y Lu Ajguo ha frenado mi excesivo optimismo sobre la naturaleza de les recientes logros chinos, Una version anterior y mas corta de la Segunda Parte se publicé como «The So- cial and Political Economy of Global Tarbulences en New Left Review 11/20 (2003), pp. 5-71 fed. cast.: «La economia social y politica de la turbulencia global», NLR 11/20 (mayo-junio 2003), pp. 5-68]. Al igual que una parte del capitulo 1, re- vviso en ella criticamente la obra de Robert Brenner. Forma parte de un intento por mi parte de convencer a Bob Brenner de que se tome la sociologia histérica mas en serio que la economia, y le agradezco en cualquier caso el estimulo intelectual pro- poreionado por su obra y que se tome con calma mis criticas. Una versién anterior de la Tercera Parte se publics como «Hegemony Unrave- ling-I», en New Left Review 11/32 (marzo-abril 2005), pp. 23-80, y «Hegemony Un- raveling-ll», en Nese Left Review 11/33 (mayo-junio 2005), pp. 83-116 Led. ca eComprender la hegemonia Is, NLR 11/32 (mayo-junio 2005), pp. 20-74 y NLR 11/33 {julio-agosto 2005), pp. 24-54]. Esos dos articulos han sido totalmente rees- tructurados y reeseritos, pero muchas de las ideas del capitulo 8 todavia provienen de un seminario que dimos David Harvey y yo en la Universidad Johns Hopkins Agradezco a David y a los participantes en aquel seminario sa ayuda en la reelabo- racién de argumentos clave de El largo siglo xx y Caos y arden en el sistema-munda moderno en win marco analitico mas riguroso y mis sdlido. Parte de los capitulos 1, Ly 12 provienen de un articulo que publiqué junto con Hui Po-keung, Hung Ho- fung y Mark Selden con el titulo «Historical Capitalism, East and West», en The Re- surgence of East Asia, 500, 150 and 50 Year Perspectives, editado por G. Arrighi, T. lamashita y M, Selden (Londres, Routledge, 2003), y de otro publicado en solita- rio como «States, Markets and Capitalism, East and West», en Worlds of Capitalism. Institutions, Economic Performance, and Governance in the Era of Globalization, editado por M. Miller (Londres, Routledge, 2005). Ya he men intelectuales con Hui y Hung; ademis, debo agradecer a Mark Selden su generosa orientacién en mis intentos de captar la experiencia de Asia oriental asi como sus comentarios sobre el capitulo 1. Benjamin Brewer, André Gunder Frank, Antonina Gentile, Greta Krippner, Thomas Ehrlich Reifer, Steve Sherman, Arthur Stinchcombe, Sugihara Kaoru, Char- les Tilly y Susan Watkins me hicieron llegar valiosos comentarios sobre diversos ar- ticulos que se incorporaron mis tarde al libro, Astra Bonini y Daniel Pascivti me ayudaron a confeccionar las figuras y Dan también realizé investigaciones monogra- ficas sobre ciertas cuestiones especificas. Baris Cetin Eren contribuy6 a mantener al nado mis deudas dia el material del capitulo 7, mientras que Ravi Pala y Kevan Harris me bombar- dearon incesantemente con pruebas a favor y en contre de mis argumentos de las que he hecho abundante uso. Kevan también leys todo el manuscrita, ofreciéndome vas liosas sugerencias en cuanto al fondo y la forma, Patrick Loy me proporcions alga- itas excelentes, y James Galbraith me oftecié tiles indicaciones con respecto a th y la China de su tiempo. Los comentarios de Joel Andreas, Nicole As- choff, Georgi Derluguian, Amy Holmes, Richard Lachman, Vladimir Popov, Benja- min Scully y Zhan Shaohua fueron de mucha ayuda en la iltima ronda de revisiones, Perry Anderson y Beverly Silver han actuado como siempre como mis principa- les consejeros. En sus respectivos papeles de «poli bueno» (Perry) y «poli malo» (Beverly), han sido igualmente decisivos en la realizuc' jo, Les estoy muy agradecido a ambos por su orientacién intelectual y su apoyo moral, Este libro estd dedicado a lu memoria de mi buen amigo André Gunder Frank. En los treinta y seis afios transcurridos desde que nos conocimoes en Paris en 1969 hasta su muerte luchamos juntos y uno contra otro para desvelar las causas princi- pales de las injusticias globales. Mantavimos muchas disputas, pero viajibamos por a misma ruta y al final descubrimos que nos encaminabamos aproximadamente en Ig misma direccidn, Sé—porque lo dijo~ que no estaba de acuerdo con gran parte de mi critica hacia Bob Brenner, pero creo que habria reconocido la perdurable ine fluencia ce su pensamiento sobre los argumentos generales de este libro. in de este traba Marzo de 2007 Material protegido por derechos de autor Introduccién A mediados de la década de 1960 Geoffrey Barraclough deca: «A principios del siglo xx el poder europeo en Asia y Africa estaba en su cenit; parecia que nin- guna nacién podfa resistir la superioridad de las armas y el comercio europeo; pero sesenta afios después sélo quedaban vestigios del dominio curopeo [...] Nunca antes en la historia de la humanidad se habia producido un cambio tan re- volucionario y con tanta rapidez». El cambio de situacién de los pueblos de Asia y Africa «era la sefial mas inequivoca del advenimiento de una nueva era», Barra- clough estaba convencido de que cuando se escribiera desde una larga perspecti- va la historia de la primera mitad del siglo xx —que para la mayoria de los histo- riadores seguia todavia dominada por las guerras y los problemas curopeos~ ssningtin tema parecerd de mayor importaneia que la rebelidn contra Occidente>’, La tesis central de este libro es que cuando se escriba desde esa larga perspectiva la historia dela segewida mitad del siglo XX, es probable que ningin tema parezea de mayor importancia que el resurgimiento econémico de Asia oriental. La rebe- li6n contra Occidente geners las condiciones politicas para el aumento de poder social y econdmico de los pueblos del mundo no occidental, El resurgimiento a de que ese aumento econémico de Asia oriental es la primera sefial y la mais cla de poder ha comenzado, Hablo de resurgimiento porque ~con palabras de Gilbert Rozman- «Asia orien- tal es una gran regién del pasado, que estuvo a la vanguardia del desarrollo mun- dial durante mas de dos mil afios, hasta el siglo xvi, XVI 0 incluso el xvii, cuando Geofirey Barraclough, Au Ierroduction ta Contemposery History, Harmondsworth, Penguin, 1967, pp. 153-154 Sus consecuencias han sido ya muy considetables; pero os todavia un periodo muy corto el de los dos © tres siglos transcurridos desde aquellos descubrimientos para que se hayan manifestado todas ellas, Ninguna previsién humana puede adi nar los beneficios o dafios que puedan resultar cn el futuro para ki humanidad de es- tos dos extraordinarios sucesos, Uniendo, en cierto modo, las regiones mas distantes del mundo, habilitindolas para poder socorcerse reciprocamente en sus necesidades e inerem no y otro hemisfetio, su tenclencia peneral no puede por menos que ser beneficiosa, Bien es verdad que el beneficio comercial que podian haber obtenido los natives de las Indias orientales y oecidentales como consecucncia de esos acontecimientos se han perdido y bundido en los terribles infortunios que han ecasionado [...] En la époes del des tar su satisfaccidn mutna, y animando la actividad econémica de cubrimiento era tan superior de [nersa de las europeas que, valiéndose de ta impui dad gue ésta les conferia, pudieron cometer toda clase de injusticias en aquellos re- matos paises. Es posible que en lo sucesivo los habitantes de aquellas regiones aumenten sus fu ¢ debiliten las 2as.0 a sropeas, y que los habitantes de todas las partes del mundo puedan alcanzar aquel nivel de valor y de fuerza que, do a todos un temor reciproco, obligue a tadas las naciones independientes a una es- pecie de respeto muro spiran- En lugar de que los europeos se debilitaran y los paises no curopeos se fortale- cieran, durante casi dos siglos tras la publicacin de La riqueza de las maciones la «fuerza superior de los europeos y sus descendientes en Norteamérica y otros lu- gares se hizo mayor, y lo mismo sucedié con su capacidad «para cometer con im- punidad todo tipa de injusticiass en el mundo no europeo. De hecho, cuando es- cribia Smith el ceclipse» de Asia oriental apenas habia comenzado y la notable paz, prosperidad y crecimiento demogrifico que experiments China durante gran par- te del siglo xvii eran fuente de inspiracién para importantes figuras de la ilustra- cidn europea. Leibniz, Voltaire y Quesnay, entre ottos, «miraban hacia China en busca de orientacién moral, directrices para el desarrollo institucional y pruebas que apoyaran su defensa de causas tan variadas como el despotismo ilustrado, la meritocracia y una economia nacional basada en la agriculura»’. El mayor con- © Adam Smith, Av Inguiry into the Nataure and Causes of ehe Wealth of Nations, 2 vels., Londres, Methuen, 1961, If, p. 141, cursiva aiadida (ed, cust.: Inveseigaciin sobre la natarateca y causas de to r= gqueze de las raciones, México DE, Fondo de Cultura Econémica, 2004, p. 556 (citada en adelante como La rigucza de fas naciones)) * Michael Adus, Machines as Measure of Mea, Seéence, Technology ard Ideologies of Western Do» ‘minance, Ithaca, Gornell University Press, 1989, p. 79; véase también Hung Ho-fung, «Orientalist Knowledge and Social Theories, China and European Conceptions nf East-West Differences from 1600 t0 1900; Sociological Theary XX1, 3, 2003. tnaste con los paises curopeos eta el tamafio y poblacién del imperio chino. En pa- labras de Quesnay, el imperio chino era «lo que toda Europa seria si estuyiera uni- da bajo un iinico soberanom, caracterizacién de la que se hizo eco Smith en su ob- cién de que ka amplitud del «mercado nacional» chino no eta «inferior al serv mercado de todos los paises de Europa juntos»®, Durante el siguiente medio siglo un gran salto adelante en el poderio militar eu- ropeo socavé esa imagen positiva que se tenia de China, Los comereiantes y aven- tureros europeos levaban mucho tiempo insistiendo en la vulnerabilidad militar de un imperio gobernado por una clase de aristécratas ilustrados, al tiempo que se quejaban amargamente de las trabas burocriticas y culturales que hallaban al in- tentar comerciar con China, Esas censuras y quejas alimentaron una opinién su: tancialmente negativa sobre China como un imperio burocraticamente opresor militarmente débil, En 1836, tres afios antes de que Gran Bretaiia iniciara la pri- mera Guerra del Opio contra China (1839-1842), el autor de un ensayo anénimo ntdn sostenia que «probablemente no existe en la acuialidad un criterio mas infalible para evaluar la civilizacion y el progreso de lus sociedades que la eficacia que cada una de ellas ha alcanzado en “el arte de matar”, la perfeccién y publicado en struccién mutua y la habilidad con que han vuriedad de sus insurumentos de d: aprendido a usarlos». Prosepuia desdefiando a ka Armada imperial china como una «parodia monstruosa», argumentando que los anticuados cafiones e indiseiplinados ejércitos habian dejado a China «impotente en tierta» y considerando esas debili- dades como sintomas de una deficiencia basica de la sociedad china en su conjun- to. Al dar cuenta de esas opiniones, Michael Adas aiade que la creciente impor- tancia de la destreza militar «en las evaluaciones europeas de la capacidad genériea de los pucblos no occidentales auguraba malos tiempos para los chinos que hubian caido muy por debajo de los agresives “birbaros” que hostigaban sus confines me- ridionales»’. Durante el siglo que sigui6 a la derrota de China en la primera Guerra del Opio, el eclipse de Asia ariental se convirtié en lo que Ken Pomeranz ha llamado «la Gran Divergencia», La evolucién politica y econémica de esas dos regiones del mundo, caractetizadas hasta entonces por un nivel de vida parecido, comenz6 a divergit marcadamente produciéndose un ripido ascenso de Europa hasta el cenit de su po- * Francois Quesnay, «From Despotismr ix China», en F. Schurmann y O. Schell (eds), Imperial China, Nueva York, Vintage, 1969, p. 115; A. Smith, The Wealth of Natéons, cit., 11, p. 202 (La riquwe- wade des naciones, cit, p..607] * M. Adas, Machiires as Measure of Men, cit., pp. 89-93, 124-125, 183-186. Véase también Geoffrey Parker, «Taking Up the Gun», MEQ. The Quarterly Journal of Melitary History 1,4, 1989, pp. 98-99. © Kenneth Pomeranz, The Great Divergence. Europe, China, and the Making of the Modera World Economy, Princeton, Princeton University Press, 2000, 12 der y un declive igualmente rapido de Asia oriental hasta su nadir. A finales de la Segunda Guerra Mundial China se habfa convertido en el pais mis pobre del mun- do; Japon en un Estado «semisoberano» ocupado militarmente; y la mayoria de tos paises de La regisn estaban todavia luchando conte cl dominio colonial 0 a punto de verse partidos en dos por la division de la Guerra Frfa. En Asia oriental, como en otros lugares, se apreciaban pocas sefiales de una validacion iaminente del vati- cinio de Adam Smith de que la ampliaci6n y profundizacién de los intercambios en la economia global actuaria como nivelador de poder entre los pueblos de origen europeo y no europeo, Como es sabido, la Segunda Guerra Mundial dio un tre- mendo impulso a la rebelién contra Occidente. En toda Asia y Africa se restable- cieron viejas soberanias y se crearon otras nuevas por docenas; pero la descoloniza- cidn tayo como contrapartida la constitucién del aparato coercitive occidental mis extenso y potencialmente destructivo que el mundo habia visto nunca! La situacién comenzé a cambiar a finales de la década de 1960 y p lu de 1970, cuando el poderosisimo aparato militar estadounidens: mantener diviclido al pueblo vietna mediante la frontera artificial creada por la Guerra Fria. Paolo Sylos-Labini, escribiendo para el bicentenatio de la publicacién de La riqueza de las naciones poco despu do retirarse de Vietnam, se preguntaba si habia llegado por fin el momento de que =como vaticinaba Adam Smith- «los habitantes de todas las partes del mundo puedan aleanzat aquel nivel de valor y de fuerza que, inspirando a todos un te- mor reciproco, obligue a todas las naciones independientes a una especie de res- peto mutua>'?, La coyuntura econémica también parecta favorecer a los paises que constitufan el Hamado Tercer Mundo”, Habia gran demanda de sus recursos natu- cipios de no consignis de que Estados Unidos hubiera decidi- 1 La vasta red cle bases militares cuasi permanentes en ultrumar desplegada por Estados Unidos durante y desputs de la Segunda Guerra Mundial earecia, segiin Stephen Kr hist6ricos; ningyin Estado habia situado hasta entonces sus teopas en el territorio soberano de otros Estados en tan gran eantidad y durante tanto tiempo en periodo de paz». Stephen Krasner, «A Trade Strategy for the United States», Ethics and Insensational Affe 2, 1988, p, 21 ® Paolo Sylos-Labini, «Competition. The Product Markerss, en T. Wilson & A. S. Skinner (eds.), The Market and the State. Esays ix Honor of Adam Smith, Oxtard, Clarendon Press, 1976, pp. 230-23. EL nacimiento de un «Tercer Mundow en ky década de 1950 fue un producto combinado de ka rebelidn frente a Occidente y del orden mundial de ta Guerra Fria, Mientras que los paises consideru- dos histéricamente como ino accidentales quedaron integrados casi todos ellos en el Tercer Munclo, el Occidente histirico se escindié en tres componentes distintos. Sus componentes mas présperos (Nor- teamérica, Europa occidental y Australia), junto con Japan, constituyeron el Primer Mundo; uno de sus componentes menas présperos (la Unién Soviética y Europa oriental) constitays el Segundo Mundo, y ‘iro (América Latina) se integr®, junto con los paises no occidentales, en el Tercer Mundo, Con el fin dle Ia Guerma Pria y la dlesaparicién del Segunda Mundo las expresiones Primer Mundo y Tercer hlun- ner, we precedemes 13 rales y también disponian de una mano de obra abundante y barata. Los flujos de capital del Primer al Tercer (y Segundo) Mundo experimentaron una gran expan- sién; la répida industrializacion de los paises del Tercer Mundo socavaba la anterior concentracién de actividades industriales en los paises del Primer y Segundo mun- dos; y los pafses del ‘Tercer Mundo se habfan unido, por encima de sus diferen ideolégicas, para exigir un nuevo orden econémico internacional. Revisando las reflexiones de Sylos-Labini dieciocho afios después en 1994, sefta- lé que cualquier esperanza (o temor) de una nivelacisn inminente de las oportuni- dades de los pueblos del mundo para beneficiarse del proceso en curso de integra- cién econémica mundial habia sido prematuro. Durante la década de 1980, Ia esealada de la competencia en los mercados financieros del mundo impulsada por Estados Unidos habia frenado en seco el suministro de fondos a los paises del Ter- cer y el Segundo Mundos y habia provocado una importante contraccién de la de- manda mundial de sus productos. Los téminos de intereambio se habian vuelto a inclinar en favor del Primer Mundo tan ripida y empinadamente como lo habian he- cho en su contra durante lit década de 1970. El imperio sovietico, desorientado y de- sorganizado. por la creciente turbulencia de la economia global y duramente hosti- gado por la nueva e tistica, se habia desimtegrado, yen lugar de dos superpotencias enfrentadas, Jos paises del Tercer Mundo tenfan ante si un mundo «unipolar» en el que se veiun obligados a competir con los restos del Se- gundo Mundo por el acceso a los mercados y los recursos del Primer Mundo. Al mis- mo tiempo, Estados Unidos y sus aliados europeos aprovecharon la oportunidad creada porel colapso de fa URSS para reckamar con cierto éxito el «monopolio» glo- bal del uso legitimo de la violencia, fomentando la creencia de que su fueraa no sdlo cra mayor que nunca sino incnestionable a cualquier cfecto prastico!, Aun asi, también sefialaba que la contraofensiva del Primer Mundo no habia de- vuelto las relaciones de poder a su estado anterior a 1970, ya que la disolucién del calada de la carrera arn ne poder soviético se habia visto acompafada por el ascenso de lo que Bruce Cumings denominaba el «archipiélage capitalista» de Asia oriental. Japén era de lejos la mayor de las aislas» de ese archipiélago, y tras él se situaban las ciudades-Estado de Singapur y Hong Kong, el Estado-cuartel de Taiwan y el semi-Estado nacional de Corea del Suz, Ninguno de esos Estudos era poderoso en términos convencionales: mientras que Hong Kong no era ni siquiera un Estado soberano, los tres mayores do quecaron anticuadas y fueron sustituidas por las expresiones «Norte globabs y «Sur global», res- pectivamente, En este libro utilizaré las viejas 0 las nuevas designaciones segiin ef contexto. “4G. Anrighi, The Long Twentieth Century, Londces, Verso, 1994, pp. 21-22 led. cast: El largo sé alo XX, Madeid, «Cuestiones de amtagonismo 3x, Ediciones Akal, 1999, pp. 36-371. Bruce Cumings, «he Political Economy of the Pacific Rim», en R.A. Palat, (ed.), Pacifica sta and the Faiure of the WorldsSystem, Westport (CT), Greenwood Press, 1995, pp. 25-26. 14 Estados Unidos no sélo en cuanto a su protecetén militar, sino tambign en cuanto a su abas- tecimiento de energia y alimentos, asi como para la distribucidn rentable de sus pro- ductos industriales; y sin embargo, el poder econdmico calective del archipiélago pn, Corea del Sur y Taiwin— dependian absolutamente de Estados como nuevo «taller» y «caja de caudales» del mundo estaba obligando a los centros tradicionales del poder capitalista ~Europa occidental y Norteamérica~ a reestruc- turar y reorganizar sus propias industrias, sus propias economias ¥ su propia forma de vida", Una bifureacidn de ese tipo entreel poder econémico y militar, argumentaba, no tenia precedente en los anales de Ia historia capitalista y podia evolucionar en tres direcciones muy diferentes: Estados Unidos y sus aliados europeos podian intentar utilizar su supetioridad militar para extrace un «pago de proteccién» de les centros capitalistas emergentes de Asia oriental. Siese intento tenfa éxito, podfa legara ma- terializarse el primer imperio auténticamente global de la historia, Si no se llevaba a cfecto ese intento, 0 si no tenia éxito, Asia oriental podria convertirse con el tiem po en el centro de una sociedad de mereado a escala mundial del tipo previsio por ‘Adam Smith: pero también cabia que la bifurcacién diera lugar a un caos indefini- do a es paralrascando a Joseph Schumpeter, antes de que la humanidad se asfixie (0 se deleite) en las mazmorzas (0 en el parai- so) de un imperio global centrado en Occidente o en una sociedad de mercado glo- bal centrada en Asia oriental, «podria muy bien arder en los horrores (0 €n las glo- rias) de la ja de violencia que ha acompafiado Ja liquidacién del orden mundial de la Guerta Fria»'?, Las tendencias y acontecimientos durante los trece afios que han pasado desde ane se escribicron esas lineas han cambiado radicalmente la probabilidad de que se materialice cada una de esas tres posibilidades, La violencia a escala mundial ha s guido aumentando, » como se argumentari en la Tercera Parte de este libro, la no de Bush del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano 1 mundial, Como deeia yo entone scala adopeién por el gobie como respuesta a los ataques del 11 de Septiembre de 2001 fue en ciertos aspectos clave un intento de establecer el primer imperio auténticamente global de la histo- ria del mundo. El fracaso abismal de ese proyecto en el terreno de pruebas iraqui no hu eliminado, pero siha reducido en gran medida la probabilidad de que egue ‘a materializarse nunca un imperio mundial centrado en Occiclente. Las posibilidae des de un cas indefinido a escala mundial han atimentado, pero también lo ha he- © G, Antighi, The Long Tivemtieth Contury, cit., p.22 LEI largo siglo XX, cit, p. 37] © Thed., pp. 354-356 [p. 429]. parafraseando a Joseph Schumpeter, Capitalisre, Socialism, and De- mocracy, Landres, George Allen & Unwin, 1954, p. 163 Led. cast: Capitalism, soctadismca y denracra- cia, Barcelona, Folio, 1996). 15 nde una sociedad cho la probabilidad de que leguemos a contemplar la forma de mercado a escala mundial centrada en Asia oriental, Las perspectivas mis bri- llantes de esa eventualidad se deben en parte a las desastrosas consecuencias para el poderio mundial estadounidense de la aventura itaqui, pero sobre todo al espee: tacular progreso econémico de China desde principios de la década de 1990. Las eventuales derivaciones del ascenso de China son de suma importancia. Chi. na no es un vasillo de Estados Unidos, como Japon o Taiwan, ni tampoco Suna mera ciudad-Estado como Hong Kong y Singapur. Aunque el alcance de su pode- rio militar palidece en comparacién con el de Estados Unidos, y aunque el creci- miento de sus industrias todavia depende de Iss exportaciones al mercado estadou- nidense, la vineulacién de la riqueza y el poder estadounidenses a la importacién de articulos chinos baratos y a las compras chinas de bonos del Tesoro estadouniden- se ha relegado cada vez mis a Estados Unidos como principal fuerza impulsora de la expansidn comercial y econémica de Asia oriental y otros lugares. La tesis genérica planteada en este libro es que el fracaso del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano y el éxito del desarrollo econémico chino, tomados con- juntamente, han hecho mas probable que nunca en los casi dos siglos y medio que han pasado desde la publicaci6n de La riqreza de las naciones la materializ la previsién de Adam Smith de una sociedad de mercado a escala mundial basada en una mayor igualdad entre las civilizaciones del mundo. Elllibro se divide en cuatro partes, ata de ellas principalmente tedtica y las otras, tres principalmente empiticas, En los capitulos de la Primera Parte expongo las ba- teGricas de la investigacién. Comienzo repasando el reciente descubrimiento de la importancia de la teoria del desarrollo econémieo de Adam Smith para una com- prensién de lo que Pomeranz ha llamado la Gran Divergencia. A continuacisn re- construyo la teoria de Smith comparandola con las teorfas del desarrollo capitalista de Marx y de Schumpeter. Mis principales tesis en esa Primera Parte son, en primer lugar, que Smith nunca defendi6 ni teoriz6 el desarrollo capitalista, yen segundo lu- gar que su teoria de los mercados como instrumentos de gobierno es especialmen- te relevante para una comprensién de las economas de mercado no capitalistas, como lo era China antes de su incorporacién subordinada al sistema globalizamte euzopeo de Estados y podzfa volver a serlo en el siglo xxi en condiciones naciona- les ¢ histérico-mundiales totalmente diferentes. En los capitulos de la Segunda Parte empleo La perspectiva smithiana ampliada expuesta en la Primera Parte para analizar la turbulencia global que precedié y mo- tivé la adopcién por el gobierno estadounidense del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano y el uscenso econdmico de China. Sittio los origenes de esa turbulenc en la sobreacumulacién de capital en un contexto global configurado por la rebelién frente a Occidente y otros levantamientos revolucionarios durante la primera mitad cién de s 16 del siglo XX, El resultado fue una profunda crisis de la hegemonia estadounidense a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970 que califico como «crisis fal» de la hegemonia estadounidense. Estados Unidos respondié a esa crisis en la dé: cada de 1980 compitiendo agresivamente por el capital en los mercados financieros globales y con una importante escalada de la carrera armamentistica con la URS. Aunque esa respuesta logré reavivar la fortuna politica y econémica de Estados Uni- dos mis alld de las expectativas mas optimistas de sus promorores, también tuvo la consecuencia imprevista de agravar la turbulencia de la economia politica global y de hacer depender atin mis el poder y la riqueza nacional de Estados Unidos de los ahorros, el capital y el crédito de los inversores y gobiernos extranjeros En la Tercera Parte analizo la adopeisn pot el gobierno de Bush del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano como respuesta a esas consecuencias imprevistas de la politica estadounidense anterior, Tras analizar la debacle del Proyecto, re+ planteo su adopeién y fracaso en la perspectiva smithiana ampliada expuesta en la Primera Pane y reclaborada en la segunda, Argumentaré que la aventura iraqui ha confirmado hasta el empacho el veredicto anterior de la guerra de Vietnam, esto es, que la superioridad militar occidental ha alcanzado su limite y muestra una fuerte tendencia a implosionar, Ademis, los veredictos de Vietnam y de Iraq parecen com- plementarse mutuamente. Mientras que ka derrota en Vietnam indujo a Estados Unidos a reintegrar a China en la politica mundial para contener los dafios y per- juicios politicos de la derrota militar, el resultado de la debacle iraqui puede muy bien marcar el surgimiento de China como auténtico vencedor de la guerra es dounidense contra el Terror, En la Cuarta Parte analizo especificamente la dinimiea del ascenso chino, Teas sefialar las dificultades que afronta Estados Unidos en su intento de volver a meter al genio de la expansién eeonémica china en la botella del dominio estadouniden- se, insisto en que los intentos de prever el fucuro comportamiento de China frente a Estados Unidos, sus vecinos y el mundo en general a partir de la experiencia pa- sada del sistema occidental de Estados son fundamentalmente erréneos, ya que la expansion global del sistema occidental ha transformado su modo de funciona- miento, haciendo irrelevante gran parte de su experiencia anterior para entender las tzansformaciones actuales, Ademiis, a medida que la relevancia del legado histérico del sistema de Estados occidental iba disminuyendo, la relevancia del anterior sis- tema centtado en China iba aumentando, Hasta donde podemos decir, la nueva era asidtica, si efectivamente se materializa, ser portadora de una hibridacién fanda- mental de esos dos legados. El epilogo con que concluye el libro resume las razones por las que los intentos estadounidenses de revertir el aumento de poder del sur han tenido un efecto bu- ae meran, Han precipitado lo que denomino la «crisis terminal» de la hegemonia ¢: 17 tadounidense y han creado condiciones mas favorables que nunca para el estable- cimiento del tipo de comunidad de civilizaciones que preconizaba Adam Smith. Pero ese resultado no esti asegurado; el dominio estadounidense puede reprodu- se con formas mis sutiles que en el pasado, y sobre todo, un largo periodo de au- mento de la violencia y caos sin fin a escala mundial sigue siendo una posibilidad real. Qué orden o desorden mundial se materialice finalmente depende en gran me- dida de la capacidad de los paises mas poblados del sur, en primer lugar y ante todo China y la India, de abrir para si mismos y para el mundo una via de desarrollo mis igualitaria socialmente y mids sostenible ecolégicamemte que la que propi tuna de Occidente. cit 18 PRIMERA PARTE Adam Smith y la nueva era asidtica Material protegido por derechos de autor Marx en Detroit, Smith en Pekin En visperas de la represién de Tiananmen en 1989 John K. Fairbank afin «E] esfurerzo de modernizacién chino durante los iiltimos aitos es de una escala tan titénica que resulta dificil apreciarlon, Puede pasar China de una economia planificada al libre mercado en bienes, ¢ pital, personas y hasta ideas? En tal caso, gpuede mantenerse la dictadura del part do? La consizuccién de ferrocartiles y ciudades, que pareceria corresponder al siglo , coincide con el florecimiento de la tecnologfa electrénica posindustrial. Cu tiones que en Occiclente se plantearon durante el Renacimiento o la Ilustracién com. piten con la reapropiacién de les valores tradicionales chines, En China se vive un cambio precipitado, en el que el desarrollo tensa las fuerzas y las ideas, La unidad en- tre teoria y prictica de Wang Yang-ming, tan admirada desde el siglo XVI, resulta dit ficil de encontrar, No es extraiio que las reformas de Deng Xiaoping nos confundan 4 nosotros tanto como a los propios chinos'. El éxito de las reformas fue totalmente inesperado. «Ningiin economista -seia- la Thomas Rawski- anticipé el inmenso dinamismo de China», Hasta Paul Krug- man se equivocé en sus apreciaciones. Cuando la expansién cconémica de Asia oriental estaba entrando en su fase china, present un supuesto paralelismo entre la * John K. Pairbank, «Keeping Up with the New China», The New York Review of Books, 16 de marzo de 1989, p. 17. ? ‘Thomas G, Rawski, «Reforming China's Economy, What Have We Learned?», The China Jour- wal 41, 1999, p. 139. 21 dependeneia de Asia oriental con respecto a las grandes inversiones y el enotme desplazamiento de mano de obra de las explotaciones agricolas a las [ibricas y acontecimientes similares en los paises del Pacto de Varsovia durante la década de 1950, «Desde la perspectiva del alto 2010 -conelufa- los actuales presagios de una supremacia ashitica extrapolando las tendencias mis recientes pueden Iegar a pa- recer tan esttipidos como los que se anuneiaron durante la década de 1960 sobre la inminente supremacia industrial sov' stas desde la perspectiva de los aiios de Brezhnev». Peor todavia, en una conferencia celeb tada en Taipei en 1996, un «eco- nomista estadounidense muy conocido» comunicé a su audiencia que era Rusia, no China, la que «habia emprendido la via de las reformas de forma correcta», opi- nidn de la que se hizo cco el afio siguiente The Economist con la afirmacién de que la transformacién econémica de China y su crecimiento no se podrian mantener si no se renunciaba a Ja reforma gradual en favor de una variante china de la terapia de choque’, Aunque durante la or de Asia oriental en 1997-1998 el crecimiento econémi- co chino disminuy6, China evité la catastréfica experiencia de los paises que si- guieron el consejo de The Economist. De hecho, a la luz de esa clusion de los peo- Joseph Stiglitz in argumentando que el éxito chino se debia precisameme a no haber restunciado al gradnalismo en favor de las terapias de choque propugnadas por el llamado Con senso de Washington. A diferencia de Rusia, sostenia, China «nunca confundis los fines [el bienestar de la poblacién] con los medios [la privatizacién y la liberaliza- cién del comercio)». electos de la eri tid la afirmacion de The Economist, China se dio cuenta que para mantener la estabilidad social habia que evitar un de- sempleo masivo. La ereacién de empleo tenia que it x la pa tn Cuando China se liberalizé, lo hizo gradualmente, asegurando que los recursos des con fa re uracién, plizados se aplica nd nu usos més eficientes, sin ab Jos en un desempleo estéeil? * Paul Krugman, «The Myth of Asia's Miracles, Foreign Affairs LXXII, 6, 1994, p. 78. Para una valoracidn comparutiva mis equilibrada del crecimiento econdmico soviéticn, véase V. Popay, «Life Cyele of the Centrally Planned Economy. Why Soviet Growth Rates Peaked in the 1950s», disponible cen hutp://www.nes.cu/ %7 Expopov/documents/Soviet %20Growth-Boston.pd. . «Reforming China's Economy, cit, p. 140; «The death of geadualism, China Survey, The Economie, 8 de marzo de 1997. > Joseph Stightz, Globalisetion aud {ts Discontents, Nueva Yark, Norton, 2002, pp. 125-126. Dos afos después Joshua Cooper Ramo, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores en Estados Uni- dos y del Centro de Politica Esterioren Gran Bretafia, sugirié que ahora se podia hablar de un «Gon- senso de Pekin» emergente, Joshua Cooper Ramo, The Beijing Consensus, Nodes on the New Physics of Chinese Poswer, Londres, Foreign Affairs Policy Centre, 2004, 22 Cuando Ia burbuja estadounidense de la Nueva Economia se desinflé en 2001 yel crecimiento econémico chino emergié como la principal fuerea impulsora de la recu- peracién en Asia oriental y otras regiones, los presagios de una nueva era asiitica emergente ya no sonaban tan insensatos como le parecéeron a Krugman diez aos an- tes; pero el propésito mismo y las consecuencias sociales del espectacular ascenso eco- némico chino fueron sometidos a un severo examen tanto en China como en el ex- tranjero. Fuera del Partido Comunista chino ~y por fo que sabemos también dentro de él pocos se tomaban en serio la declaracién de Deng de que el obje 0 de las te- formas era la creacién de una economia sociulista de mercado. Dos aitos después de que Deng reiterara el eslogan «Hacerse tico ¢s fantastico», Elisabeth Wright informa- baen The Times (Londres) que «el dinero ha sustituido al marsismo como divinidad en China», Hasta los activistas demécratas de Tiananmen, una yea liberados de pri- si6n, solfan «emprender ka ruta comercial [...] uniendo sns fuerzas a menudo con los retofios de lu elite del partido», Tras un petiodo de declive, el ntimero de miembros del Partido Comunista comenzé a crecer continuamente de nuevo, no por convi ideolégica sino por conveniencia politica y comercial, Elisabeth Wright aftadia: «Al. guna razén habri para que al sistema chino actual se le lame “mercado-leninismo”»®. Los efectos socialmente corrosivos de la codieia me cantil fueron pronto criti- cados. En un libro publicado primeramente en Hong Kong en 1997, y reimpreso un afio después en Pekin, donde se convirtis en un best-seller, la profesora He Qin- lian de la Universidad de Fudan Shanghai) afiemaba que el principal resultado de las reformas de Deng era una gran desigualdad, una corrupcién generalizada y la crosién dela base moral de la sociedad. En su opinién, en lugar de producir nueva riqueza, lo que se habia producide durante la déeada de 1990 era un «saqueo» ~esto ¢5, la transferencia de propiedades estatales a los poderosos y sus secuaces y de los ahorros personales de ciudadanos corrientes a las empresas piiblicas desde los baneos estatales. Lo ainico que se habia ido filtrando ala gente corriente era ci- nismo y el hundimiento de la ética, Comentando las opiniones de He Qinglian, Lin Binyan y Perry Link coincidian con su valoracién de que aquel sistema era auto- destructive y, por lo tanto, insostenible’. Los marsistas occidentales asumieron de buena gana ese tipo de censuras para desechar la idea de que signicra existiendo en China ningtin tipo de socialismo, ya © E, Wight, «To Be Rich is Glorious», Worl Press Review41/7, 1994, pp. 10-11. Eleslogan «Hae cerse rico es fantistico» aparecié por primera vee en 1982, pero no se difundid ampliamente hasta 1992, cuando durante una gica pot las provincias meridionales de China Deng propuso 2 todos os ha- bitantes del pais que no le hicicran ascos a los negocios y se hicieran ricos «con mayor osadia» v «amis ripidamente» que durante la década de 1980 (Liu Binyan y Perry Link, «A Great Leap Backward?, The New York Review of Books, 8 de octubre de 1998, pp. 19-23) ? Liu Binyan y Perry Link, «A Great Leap Backward2», cit., p23 23 fucra de meteado o de otto tipo. Asi, en la introduccisn a un largo atticulo de Mar- tin Hart-Landsberg y Paul Burkett sobre China y el socialismo, los editores de Monthly Review aseguraban: Una pecialmente cuando trata de alcanzar un crecimiento muy ripido, un paso le lleva & otro hasta que resurgen finalmente las earacteristicas perniciosa 2 que un pais postevolucionario inicla ln via de desarrollo capitalista, es y destructivas del sistema capitalista. Mis que prometer un mundo auevo de «socialismo de mercado», lo que distingue a China hoy dia cs la velocidad con la que se han esfumado los an- teriores logros iguulitarios y se han creado grandes desigualdades acompaniadas de una considerable destiuccién humana y ecolégica [...] No existe una via de merea- do al socialisme si cso significa dejar de lado las necesidacles humanas mis acucian- tes y In promesa de igualdad entre todos’. Aunque nadie niega la penetracién de tendencias capitalistas a rate de las refor- mas del Deng, su naturaleza, alcance y consecuencias siguen siendo controvertidas, ineluso entre los marxistas. Samir Amin, por ejemplo, no cree que por el momento el socialismo haya ganado 0 perdido en China, y alirma: «En tanto que sea recono- cido y puesto en prictica el principio de acceso igualitario a la tierra, no sera de- masiado tarde para que la aecisn social influya con éxito en una evalucién todavia tan ineiestan, La revolucién y la zambullida en la modernidad han transformade-al pueblo chi- ‘no mis que a ningin otto del Tercer Mundo. Las clases populates chinas tienen con: fianza en si mismas [..,] Se han liberado hace tiempo de las actitudes sunisas | Un dia tras otro se procucen Inchas sociales, con miles de participantes, a menudo violentas y que no siempre aeaban on Eracasos”. Acontecimientos recientes corraboran Ia valoracién de Amin sobre el alcance y eficacia de las luchas populares en China, En febrero de 2006 el gobierno chino, preocupado por la creciente desigualdad y los disturbios en el campo, anuncis im- portantes iniciativas bajo el estandarse de un «nuevo campo socialista> para ampliar los servicios de salud, educacién y bienestar para los campesinos, posponiendo nue- ® Harry Magdoff y John Bellamy Foster, «China and Socialism, Market Reform and Class Strug: ale», nota editorial, Monsfly Review LXVI, 3, 2004, p. 6, Aungue hay opiniones discrepantes, ésta vie- ne siendo la predominante en la izquierda occidental * Samir Amin, «China, Market Socialism, and U.S. Hegemony», Review XXVIIL, 3, 2003, pp. 268, 274-275. 24 vamente la privatizacin de la tierra, Wen Tiejun, de la Universidad Renmin, expli- cabaz «El gobierno central ha cambiado de direccién para concentrarse en el desa- rrotlo desigual [...] La brecha econémica esta dando lugar a conflictos sociales, que se han convertido en un problema cada vez mas serio». Un mes después, el Con- greso Popular Nacional se laned, por primera vez en una década, « un debate ideo- logico sobre el socialismo y el capitalismo que muchos suponian superado por el largo ciclo de rapido crecimiento econémico, El recurso a mecanismos de mercado no estaba en cuestion; pero las evidentes disparidades entre ricos y pobres, la cre- ciente corrupeién, los abusos laborales y a incautacién de tierras si lo estaban. «Si se establece una economia de mercado en un Ingar como China, donde el imperio de la ley es imperfecto -comentaba Liu Guoguang, de la Academia China de Cien- cias Sociales y no se insisie en el espirita socialista de igualdad y responsabilidad social, entonces la economia de mercado que se establezca seri necesariamente una economia de mercado elitista»””, Qué es una «economia de mercado elizista»? ¢Es lo mismo que una economia de mercado capitalista? ¢Qué otra cosa puede ser una economia de mercado? Una economia sociafista de mercado, eno es un oximoron, como cteen muchos, yu sean de tro © de izquierdas? Y sino es un oximoron, equé es, yen qué condiciones se puede esperar que se materialice? Ea 2005 el Partido Comunista, tratando de salvar el abismo entre el discurso oficial de Pekin -que insiste en el «so cialismo con caracteristicas chinas» y la realidad de un capitalismo desbocado en Jerechas, de el que participan con gusto muchos funcionarios del partido, lanzé una campaiia entre los lideres politicos ¢ intelectuales de primera fila para modernizar y desarco- ar el marxismo afrontando lo que su secretario general y presidente de la RPCh Hu Jintao ha calificade como «cambios, contradicciones y problemas en todos los terrenos», Esa campaiia incluye nuevas traducciones de la literatura marxista, ba puesta al dia de textos sobre el marsismo para la escuela secundaria y los estudian- tes universitarios, y 0 investigacion sobre cémo se puede redefinir el marxismo para que inspire la politica china aunque la empresa privada se esté convirtiendo cada vez miis en la base de su economia". Sean cuales sean los resultados de esa campaiia, la confusién que rodea las ne- formas de Deng es sintomiitica de los equivocos generalizados sobre las relaciones entre economia de mercado, capitalismo y desarrollo econémico. Esos equivocos ™ J, Yardley, «China Unveils Plan to Aid Farmers, but Avoids Land Issuen, The New York Tinees, 23 de febrero de 2006. Kahn, «A Sharp Debate Erupts in China Over Ideolagies», The New York Times, 12 de marzo de 2006. " E, Cody, «China Confronts Contradictions Berween Post, 3 de diciembre de 2005 rxism and Markets», The Washingéan 25 son tanto t Sticos como practicos. Es muy posible, y en realidad probable, que se resnelvan en la prictica antes que en la teorfa, pero eso no es excusa para no inten- tar su resolucién te6rica antes de que se produzea su resolucién practica, gue es lo que trataremos de hacer en este libro Marxismo neosmithiano Los acontecimientas en el terreno ideolégico son indicadores poco fiables de la realidad social. Pueden indicar tanto la ausencia como la presencia de las realida. des que pretendan representar. Asi, en un articulo titulado «Mars en Detroit» pu- blicado al calor del resurgimiento de la influencia del marsismo a rae de los acon- tecimientos de 1968, el filésafo marxista Mario Tronti desechaba Ia idea de que la formacién de los partidos socialdemseraus y comunistas de inspiracién marsista hubiera convertido a Europa en centro de la lucha de clases, El verdadero centro, aseguraba, era Estados Unidos, donde lu influencia del marxismo era y habta sido ininima pero los trabajadores habjan conseguido obligar al capital a reestructurar- se para integrar sus demandas cle mayor rigs, En Europa, Marx seguia vivo ideoldgicamente pero era en Estados Unidos donde las relaciones entre trabajo y capital cran «objetivamente marsianas». Durante més de medio siglo, hasta el perfodo poster Mundial, Mare se podis leer [en Estados Unidos] en la realidad de las luchas y de tespuestas provocadas por las rcivindicaciones planteadas en esas luchas. Eso no sig nifica que los libros de Marx nos proporcionen una interpretactén de la lucha de ela- ses en Estados Unidos, sino mis bien que esas Iuchas nos proporcionan una clave para una interpretacién adecuada de los textos mis avanzados de Marx [...] El eapi tal y los Grndrisxe™ La afirmaci6n de Tronti expresaba la crisis de identidad que experimentaba el marxismo en un momento de renovada influencia en el Occidente capitalista. De de su fundaciéa como teorfa del desarrollo capitalista y doctzina de transformacién social, el marxismo habia visto cmo su influencia se iba desplazando incesante- Este era e! titulo de un apartado del posfacio a la segunda edicién de su libro Opera? e expitar fe de 1971, pero también podria haber titulado asi tado el posfacio (Mario Tronti, Opera’ e capitate [1966], Turin, Einaudi, 1971, pp, 267-311 fed. cast: Obreros y capital, Madrid, «Cuestiones de an- tagonismo 8», Ediciones Akal, 2001, cap. 13, pp. 301-313) 1° aid., pp. 269, 300, 303-304 [p. 311]. 26 mente desde los centros del capitalism mundial hacia regiones cada vez mas per fericas, A finales de la década de 1960 sus principales centros de difusién eran pa ses pobres del Tercer Mundo como China, Vietnam, Cuba y las colonias portugue- sas en Africa, paises cuya realidad social tenia poco que ver con la teorizada en El capétal y los Grundrisse, Eue en ese momento cuando, bajo el impacto conjunto de las dificultades estadounidense en Vietnam y la rebelién estudiantil, el marxismo re- gres6 al Primer Mundo, Pero cuando los radicales occidentales comenzaron a leer El Capital les results dificil reconocer su pe ticas, Como recuerda David Harvey: enc! para sus preocupaciones poli- A principios de la década de 1970 era dificil percibir la pertinencia directa del primer volumen de Ef capita? para las cucstiones politicas que dominaban nucstras preocupaciones. Necesitamos a Lenin para pasar de Marx a una comprensién de la guerea imperialista en Vietnam que tanto nos teastornaba [...] Con frecuencia re- queria un acto de fe en toca la historia del movimiento marxista (o en algana figura carismitica como Mao 0 Castro) creer en una conexién interna entre El capitaly todo Jo que nos interesubsa. Eso no signifiew que no hubiera nada en el texto capaz de fas- cinamos o deleitarnos: las exteaordinarias percepciones derividas de la conside cidn del fetichismo.de Ja mercancia, la macavillosa sensacién de e6mo la hicha de cla: ses habia alterado el mundo desde las formas primigenias de acumulacidn del capital que describia Marx [...] Pero el hecho desnudo era que EJ capital no parecfa tener mucha importancia directa para la vida cotidiana’, No caben muchas dudas de la enorme distancia que separaba la teoria marxia- na del capital del marxismo de Fidel Castro, Amilcar Cabral, Ho Chi Minh 0 Mao Zedong, y de que esa distancia sdlo se podia salvar mediame un acto de fe en la uni- dad de la historia del marxismo. Pero no es del todo cierto que a finales de la dé- al no tuviera cada de 1960 y principios de la de 1970 la teoria marxiana del cap cierta importancia directa para la vida cotidiana en el Primer Mundo, Era un mo- mento de intensificacién del conflicto de clases en Europa y en otros lugares, y Tronti no era el tinico que pensaba que aquellas luchas, como las anteriores en Es- tados Unidos, arrojaban nueva luz sobre El capital de Marx'*, Fue en este coniexto * David Harvey, Spaces of Hope, Berkeley, University of California Press, 2000, pp. 6-7 fed. east Expacios de esperanza, Madrid, «Cuestiones de antagonismo 16», Ediciones Akal, 2003, pp. 18-209]. © Sobre lu tendencia intelectual y politica del opensi:nso (obrerisma) encabezada por Teonti, véa- se Steve Wright, Storming Heaven. Class Composition and Class Straggle in Iratian Autonantist Maz. sxism, Londres, Pluto, 2002, y «Children of a Lesser Marsismé», Historical Materiatisre XIL, 1, 2004 Inspirindose en parte en el discipulo de Mario Tronti Antonio Negri, Michel Aghiensa (1 Theory of Capttalise Regulatian. The US Experience, Londres, New Left Books, 1979) y oiros representantes de 27 cn el que uh creciente niimero de marsistas occidentales a ambos lados del Atlan tico redescubrieron el proceso de trabajo y el conilicto de clases en el lugar de tra- bajo que figuraban tan descaradamente en el primer volumen de Ef capital. Hasta la década de 1960 ningan tedrico marxista destacado habia seguido la invitacion de Marx a «dejar por un tiempo la ruidosa esfera [del mercado], en Ia que todo tiene lugar en la superficie y ala vista de todos, y seguir a los propietarios del dinero y de la fuerza de trabajo al lugar {8idte} oculio de la produccién», donde, segtin pro- metia, «descubriremos por fin el secreto de la obtencién de beneficios»'. Ese lugar oculto dela produccién, del que habjan desertado los marxistas, habia sido un re- ducto exelusivo de la sociologia industrial y la historia laboral estadounidense, que inspiré el descubrimiento por Tronti de Marx en Detroit. Pero en la década de 1970 los marxistas descubrieron por fin ¢l proceso de trabajo come el terreno donde se disputan las prerrogativas de los directivos y gestores y la resistencia de los trabaja+ dores a la explotacién'’. En lugar de descubrir el secreto de la obtencién de beneficios, como habja pro- metido Marx, su redescubrimiento ahondé la brecha entre los marxistas preocupa: dos principalmente por la liberacién del Tercer Mundo del legado del imperialismo colonial y los marx 1s preocupados principalmente por la emancipacién de la cla- se obrera. El problema era que Bd Capital proporcionaba claves decisivas para el conflicto de clases, pero las conjeturas de Marx con respecto al desarrollo del capi- talismo a escala mundial no resistian el examen empirico. Ja Escuela francesa de ls Regulaciéa jaron como centro de su caracterizacidn del capitalismo del si glo xx la osganizacién del proceso de trabajo surgida de las luchas obrerus y de las sespuestas capita liscas a esas luchas en la industria auromovilistica estadounidense (fordismo).. \ Karl Marx, Capital, vol. I, Mosci, Foreign Languages Publishing House, 1959, p. [Ef capica!, sec. 2, cap. 4.3; para f vol. ilitar la localizacién de las citas de El capital en sus distintas ediciones se indica su referencia en la edicién canénica alemana; ed. cast: E! capital, Madrid, Ediciones Akal, 2000: «Diese gertuscheolle, auf der Oberfliche hauscrede and aller Agen xupiingliche Sphire verlarsen wie daber zusammen mit Geldbositzer und Arbeitskrafthesitver, um beiden nackzufolgen i die verborg no Stitte der Produktion [...] Hier wird sich zeigen, nicht ne wie das Kapital prodeciert, sondern auch inte man et selbst produséert, das Kapital. Das Gehernanic der Plusniactsorei miuf sich endlich entbiilleas En Estados Unidos el recescubrimiento marsista del proceso de trabajo fue eneabezado por Harry Braverman (Lahor and Monopoly Copttal, The Degradation of Work in the Twentéeth Century Nueva York, Monthly Review Press, 1974), por los economistas politicos radicales cle la escucla x estructura social de La acumulacién y por la einografia industrial de Michael Burawoy. Véanse, entre otros, Richard Edwards, Contested Tereaiz, Nueva York, Basic Books, 1979; David Gordon, Richard Edwards y Michael Reich, Segmented Work, Divided Workers. The Historical Transforneation of Labor in the United States, Nueva York, Cambridge University Press, 1982; y Michael Burawoy, Masufacte ring Consent. Changes in the Labor Process Under Monopoly Capitals, Chicago, University Of Chi cago Press, 1982. Aleanz6 su apogeo con la adopeién generalizada de El erpétal como uno de los ch sicos de la teorfa sociolégica en muchas universidades estadounidenses. 28 Estas conjeturas oftecen un gran parecido con la tesis del «mundo uniforme» que Thomas Friedman viene pregonando en los tiltimos afios, Después de leer (o de relcer) el Manifiesto comunista, Friedman confesaba a continuacisn su «espanto ante la detallads e ineisiva deseripeién de las fuerzas que uniformizaron el mundo durante el ascenso de la Revolucién Industrial, y la perspicacia con que Marx pre- dijo que esas mismas fnerzas seguirian igualando el mundo hasta el presente»'®. Luego segnia citande los famosos pasajes en los que Marx y Engels afirmaban que la necesidad de ampliar incesantemente los meteados lleva a la burguesia a estable- cer vinculos «sobre toda la superficie del globo», a sustituir las viejas industrias na- cionales por industrias «que ya no teabajan con materias primas autéctonas, sino con materias primas traidas desde las zonas mas remotas, y cuyos productos se em- plean, no sélo en el propio pats, sino en cualquier rinedn del globo». Como conse- cuencia, «la vieja autosuficiencia € incomunicacién local y nacional da paso a una circulacién en todas direcciones, a una interdependencia universal de las nacioness que lleva consigo el desarrollo capitalista generalizado, Merced ul ripido perfeecionamiento de los instrumentos de produccién y al cons- te progreso de los medias de corm cf in, la burguesta aerastea a Is civilizacién a todas las naciones, hasta a las mas birbaras. Los bajos precios de sus mercancias jas murallas chinas f...] Obliga a a adoptar el modo burgués de produc- constituyen lt artilleria pesida que derrumba todas: todas las naciones, si no quieren sucumbi ign, las obliga a adoptar para sili Hamada civilizacién, es decir, a hacerse burgue sas, En una palabra, se forja un mundo a su imagen y semejanza™ Como habia percibido Harvey mucho antes que Friedman, ¢s dificil imaginar una descripeién mas convincente de la «globalizacién» que conocemos hoy gue ha ofre- cida por Marx y Engels hace ciento cincuenta afios*; pero lo que olvida Friedman, y lo que Marx y Engels no previeron, es que diirante esos ciento cincuenta aos la creciente interdependencia de las naciones no «uniformizarta» el mundo mediante el desarrollo cupitalista generalizado. Sil actual recentramiento de la economia glo- bal en Asia dara lugar finalmente a un mundo mis uniforme de un tipo u otro es una cuestidn que por el momento debemos dejar abierta, Pero lo que no cabe negar, en cualquier caso, es que durante los dltimos dos siglos la creciente interdependencia " Thomas L. Friedman, The World Is Flat. A Brief History of the Tiwenty-First Century, Nueva York, Farrar, Straus and Giroux, 2005, pp. 201-204. ” K. Marx y F Engels, Tie Conaunéit Manifesto, Mosci, Foreign Languages Publishing House, 1967, pp. 83-84 [ed. cast.: Marfiesta commwista, Madrid, Ediciones Akal, 2007] ” David Harvey, «Globalization in Question, Rethindiag Maextvar VII, 4, 1995, pp. 1-17, 29 entre el mundo occidental yl no occidental ha dado lugar, no a la convergencia pre- sagiada en el Manifiesto contnista, sino a una colosal divergench Poco mais 0 menos en el mismo momento en que Tronti y otros redescubrian a Mary en ki morada oculta de la produceisn fordista, André Gunder Frank lanzaba la antilogia del «lesarrollo del subdesarrollo» para describir y explicar esa colosal divergencia, que scgiin explicaba, no era otra cosa que la expresicin de un proceso de expansién capitalista global que generaba al mismo tiempo desarrollo (riqueza) en su centro (Europa occidental y mas tarde Norteamériea y Japdn) y subdesarro- Ilo (pobreza) en el resto del mundo, Ese proceso, explicaba Frank, comprendia una serie de relaciones entre metrdpolis y satélites mediante las cuales las primeras se apropiaban del excedente econdmico de las segundas para su propio desarrollo econémico, mientras que «los satélites siguen subdesarrollados por falta de aeceso su propio excedente y como consecuencia de la misma polarizacién y contradic- ciones explotadoras que lus mettépolis satroducen y mantionen on la estructura in- terna de los satélites», Los mecanismos de apropiacién y expropiacién del exce- dente variaban en el espacio yen el tiempo, pero la estructura metrdpolis-satélite 0 centro-periferia del proceso de expansion capitalista seguia funeionando, polari- zando continvamente en lugar de igualar la riqueza y pabreaa de las nacione La nocién frankiana del desarrollo del subdesarrollo ha sido severamente criti- cada por reducir las relaciones de clase a un epifenémeno de fas relaciones centro- 1. En una de esas criticas, Robert Brenner reconoefa que «la expansion del perife capitalismo mediante el comercio yla inversién no trae automiticamente consigo el desarrotlo cconémico capitalista como habia predicho Marx en el Manifieston. En el transcurso del crecimiento del mercado mundial se han podido decribas, pero también erigir, murallas chinas frente al avance de has fuerzas productivas, All donde se produjo ese «desurcollo del subdesarrollos, apuntaba [acertadamente] Prank, la aburguesfa nacionabs se interes no por [...] el de rollo, 10 POF Soste- net precisamente el sistema clasista de produccién y extraceién del excedeme [quel bloqueaba el progreso econdmico [...] Como decfa Frank, esperar que en esas con- diciones la penetr, capitalista desartolle el pals no era, en general, mis que un desco piadoso*, * André Gunder Frank, Capstalivor and Undentovelopment in Latin America, Nueva York, Monthly Review Press, 1969, pp. 915 [ed. cast.: Capsteltsono y sebdesarrollo en Aniérica Lating, Mé- xxico DF, Siglo XI, 1970; La Habana, Instituto del Libro, Editorial de Ciencias Sociales, 1970. Dis. ponible completo: en hitp/www.eumed.net/cursecon/textos/ Frank/indes, him], * Robert Brenner, «The Origins of Capitalist Development, A Critique of Neo-Smithian Mar- xis, New Left Review 1/104, 1977, pp. 90-91 30 Brenner juzgaba no obstante fundamentalmente errtieo el esquema de Frank por tratar la clase «como un fenémeno subordinado, que brota directamente de las necesidaces de maximizacién del beneficion. Mais concretamente, el problema que presentaba esa concepeidn era que «son las demandas del mercado, del beneficio, Jas que determinan la estructura de clase, sometida tinicamente a las limitaciones de la geogeafia y la demografia, como si la importancia de esos factores no estuviera a su vez determinada socio-histéricamente, y como si el potencial cle beneficio no de- pendiera de la estructura de clases». Para Brenner, con otras palabras, la principal razén pata que no se hubiera materializado la prediccién de un desarrollo capita- lista peneralizado del Manifiesso comunésta, no eran las tendencias intrins polarizantes del proceso de formacién del mercado mundial, sino su incapacidad inirinseca de generar el desarrollo capitalista a menos que se dieran a escala local unas condiciones sociales apropiadas. Brenner sefialaba como primordiales dos condiciones: en primer lupat, los que n la produccién deben haber perdido ka capa amente organi dad de reproducirse a sf mismos y su posicién de clase tradicional fuera de la economia de mercado. En se- gundo lugar, los productores direetos deben haber perdido el comtrol sobre los me- dios de produccién. La primera condicién es necesaria a fin de activar y sostener la competencia que obligaré a los organizadores de In produccién a reducir costes para maximizar beneficios mediamte la especializacién y las innovaciones, En cuan+ to ala segunda condicién, es necesaria a fin de uctivat y sostenet la competencia que obligari a los productores ditectos a vender su fuera de trabajo a los organizado- res de la produccidn y a someterse a la disciplina impuesta por estos tiltimos. Estas dos condiciones, afirma Brenner, no son generadas automaticamente por la difusién global de los intercambios meccuntiles en biisqueda de benelicio, sino por la histo- ria social particular de los pafses que quedan bajo el dominio del mercado mundial La razén principal por la que no se habia materializado la prediccién del desarro- Ho capitalista generalizado contenida en el Manifiesto, es que slo en algunos pai- ses habia generado la historia de la lucha de clases esas dos condiciones necesarias para el desarrollo capitalista®, Brenner confronta su modelo del desarrollo capit Firmacién de la teoria marsiana de la produccién capitalista tal come aparece esbo- zada en el volumen I de Ef capital con el expuesto por Adam Smith en Let riqueza de tas naciones, En el modelo smithiano, la tiqueza de un pais es funeién de la es- sta —que no es sino una rea- ® bed, p.86. % [hid pp. 35-36; R. Brenner, «World System Theory and the ‘Transition to Capitalism, Historical and Theoretical Perspectives», yersiin original no publieada en inglés de un articulo publicado en ale- man en Jochen Blaschke (ed.), Perspeetiven eles Wedisysteras, Frankfurt, Campus Verlag, 1983, pp. 1-6, 31 pecializacién en tareas productivas derivada de la division del trabajo entre unida- des de produccién, cuyo grado estd a su vez determinado por la amplitud del mer- cado. En tal modelo, segin Brenner, el proceso de desazrollo econémico se ve im- pulsado por la expansidn del mercado hayan perdido 0 no los organizadores de la produccién la capacidad para reproducir su posicién de clase fuera de la economfa de mercado y hayan perdido 0 no los productores directos el control sobre los me- dios de produccién. A este respecto, en el modelo smithiano cabe una gran vari dad de modelos del desarrollo cupitalista, incluido el de Frank, que Brenner calif ca como ejemplo de un «marxismo neosmithiano»?>, Los limites y contradicciones de esta caracterizacidn se irin haciendo evidentes a medida que avancemos, Para nuestro objetivo actual, no obstante, tiene la ventaja de establecer una distincidn entre el desarrollo de una economia de mercado y el desi rrollo capitalista como tal, Esa distinci6n, referida especificamente a los origenes del desarrollo capitalista en Europa, es empero compatible con la alirmacién de Samit Amin de que, mientras se siga reconociendo y poniendo en prictica el pr acceso igualitario a la tierra, no sera demasiado tarde para que la accién social en la China contemporinea impulse la evolucién en una direcci6n no capitalista, ya que micniras ese principio se mantenga en la prictica, la Brenner para el desarrollo eapitalista (que los productores directos hayan perdido el control sobre los medios de produccién) estara lejos de haberse consolidado. Asi pues, a pesar de la propagaci6n de los intereambios mercantiles en busqueda de be- neficio, la naturaleza del desarrollo en China no es necesariamente capitalist Esto no significa, por supuesto, que el socialismo goce de buena salud en la Re- pablica Popular China, ni tampoco que sea un resultado probable de la accisn so- cial. Todo lo que significa es que, aun en el caso de que el socialismo haya perdido Ja partida en China, el capitalismo, segin esa definicién, no ha vencido todavia El resultado social de los titanicos esfuerzos de modernizacidn en China sigue es- io de segunda condicién que pone tando en el alero, y por todo lo que sabemos, el socialismo y el capitalismo tal como se entienden a partir de experiencias pasadas pueden no ser las nociones mas tiles para seguir y comprender su evolucién, La dinamica smithiana y la Gran Divergencia Cualquiens que sea su resultado social final, el resusgimiento econémico de China ha dado lugar a una nueva percepeidn entre un eteciente nimero de ob- servadores de una discrepancia histérico-mundial fundamental entre los procesos ® R. Brenner, «The Origins of Capitalist Development», cit, pp. 3341 8 de formacién de mercado y de desarrollo capitalista. Un factor esencial de esta nueva percepcidn ha sido el descubrimiento (0 redescubrimiento) de que duran- te el siglo xvi el comercio y los mercadas estaban mas desarrollados en Asia en general, y en China cn particular, que en Europa. R. Bin Wong, comentando ese cor desarrollo, ha puesto en cuestién el argumento de Philip Huang de que an- tes de la Revolucion Industrial el crecimiento curopeo segufa una trayectoria di- rigida hacia una mejora econémica sin limites, mientras que el de China seguia una trayectoria «involucionista» de «crecimiento sin desarrollo» caracterizado por rendimientos decrecientes frente al ereciente ntimero de dias trabajados anualmente®*, Frente a esa opinidn, Wong aseguraba que las trayectorias europea y china compartian importantes rasgos que «formaban parte de la dindmica smit- hiana de crecimiento basado en el mercado apoyado por la intensificacién del tra- bajo en las regiones avanzadas de China y Encopa durante los siglos que prece- dieron a la Revolucién Industrials”. Como he sefialado anteriormente y desarrollaré en el capfuulo 2, la esencia de esta dinimica es un proceso de mejora cconmica impulsado por el aumento de productividad derivado de una divisién del trabajo cada vez mas dilatada y pro- funda, limitada Gnicamente por le amplitud del mercado. A medida que el ere miento econdmico eleva las rentas y la demanda efectiva, la amplitud del mercado rece, credndose las condiciones para nuevas oleadas de division del trabajo y cre+ cimiento econémico. Con el tiempo, no obstante, ese eirculo vittuoso choca con los limites impuestos a la amplitud del mercado por la escala espacial y el marco insti- tucional del proceso. Cuando se aleanzan esos limites el proceso llega a un equili- brio de alto nivel al que regresa siempre que las perturbaciones que pueda experi- mentar no sean excesivas (ua atractor estable), por lo que se puede entender como una tampa duradera. De ahf se sigue que, si Europa y China experimentaban 1a misma dindmica smithiana, el auténtico enigma no es por qué qued6 atrapada Chi- 2% Ein la experiencia euto-ameeicuna, los cambios en la ugticultura desde principios de la er mo- derma se vieron generalmente acompaiados por el aumento de ta produccidn absoluta y de La pro duccidn por unidae de trabajo, y por eso resulta tan importante distinguie lo que se podria denomi ur simple eerecimiemos, con aumento de la procluccién, del adesarrolios, en el que aumenta la productiviclad del trabajo, Pare China, en particular, esa distinci6n es crucial [.. porque] durante los seis sighos anteriores a la Revolucidn [...] ht penduccidn agricola aumenté lo suficiente como para mantenerse a la par con el espectacular aumento de la poblact6n, pero principalmente gracias a la in- tensificacién ¢ involucién. La productividad y los ingresos por dia de trabajo, bien se estancaron, como en la intensificaci6n, 0 se contrajeron, como en a involucién». Philip C. C. Huang, The Peasant Family and Rural Development it the Yangzé Delta, 1350-1988, Stanford, Stanford University Press, 1990, p. 12. R. Bin Wong, China Transformed. Historical C haca, Comell University Press, 1997, pp. 16-23, 30-31 age and the Limits of European Experience, Wt 33

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