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— GOTTLOB FREGE ESTUDIOS SOBRE SEMANTICA EDICIONES ORBIS, S.A “Traduccion de Ulises Moulines Iniraducein de Jess Bostrin Direecion de ia colecion: Virgo Orters (© 1962, Vandenfoeck und Ruprecht Gitingen (© 1971, 1973 y 1984, Editorial Ariel, SA (© 1984, por la presente aicton, Ediciones Orb SA sire ae 7sx08N68 DLB 317431988 Impreso y eneuadernado por Printer industria gris, n,Prosenza, 388 Barco Sant Viceng dels Horts Printed in Spain | | | | i INTRODUCCION Gottlob Frege (1848-1925) es el fundador de la 16- gica moderna y uno de Jos pensadores que mas han contribuido a conformar la filosofia de nuestro siglo, so- bre todo a través de su influencia decisiva en Russell, Camap, Wittgenstein y Husserl, Pero en su tiempo no s6lo pasé desapercibida Ia importancia de su obra y quedaron sin eco sus ideas, sino que ni siquiera en- contraba editor para sus libros, teniendo que pagar de su propio bolsillo Ia edicién de su obra fundamental, Grundgesetze der Avithmetik Frege pasé la mayor parte de su vida como profesor de matematica en la Universidad de Jena, pero nunca Megé a ser nombrado catedritico. Ni siquiera se le con- cedié una distincién rutinaria que solia otorgarse a to- dos los profesores al eumplir los 60 afios, pues “su ac- tividad académica carecia de interés para la Universi- dad”, segiin palabras del secretario de la misma." Frege tenia pocos alumnos. Uno de ellos, Carnap, nos cuenta que en 1913 sélo otras dos personas (una de ellas un comandante retirado, que estudiaba las nuevas ideas matemiticas como hobby) asistian con él a las clases de Frege? 1, Giwrwen Partie: Sprache und Logik, p. 775 Gattingen, 193 2 Ropoty Canwar: Intellectual autoblography, y. 5; en The Philotophy of Rudolf Cornap, La Salle, Ul, 1983, SOBRE SENTIDO Y REFERENCIA (Wublicado en Zeitschrift fir Philosophie und_phitosophische Kritik, Nueva Serie, 2 100, 1892, p. 23-50.) La igualdad * induce a Ia reflexién a través de pre- guntas relacionadas con ella y que no son faciles de contestar, gEs la igualdad una relacidn?, ges una re- acién entre objetos?, go bien entre nombres o signos de objetos? Esto iiltimo es Io que supuse en mi ideo- grafia. Las razones que parecen hablar en favor de cllo son las siguientes: aa y a=b son evidentemente enunciados de diferente valor cognoscitivo: a =a vale @ priori y, siguiendo a Kant, puede denominarse ana- Iitico, mientras que enunciados de Ia forma a = b con tienen frecuentemente ampliaciones muy valiosas de nuestro conocimicnto y no siempre pucden justificarse @ priori. El descubrimiento de que ¢ada mafiana no se levanta un nuevo sol, sino que siempre es el mismo, fue ciertamente uno de los descubrimientos mis tras- cendentales de Ja astronomfa. Atin ahora, el reconoci- miento de un pequefio planeta o de un cometa no es siempre algo evidente. Ahora bien, si en la igualdad esta palabra en el sentido de identidad y en: en el sentido de “a es lo mismo que b” 0 y B coinciden” quisiéramos ver una relacién entre aquello a _o que los nombres “a” y “b” se reficren, no pareceria «we a= b pudiera ser distinto de aa, siempre que a = b fuera cierto. Se habria expresado, en tal caso, un. relacién de una cosa consigo misma, y ademas wna re“acidn tal, que se da en cada cosa respecto de sf misma, pero que ninguna cosa ticne respecto de cualquier ota. Parece que Io que se quiere decir con a= b es que los signos o nombres “a” y “b” se sefieren a lo mismo y por lo tanto en Ia igualdad se trataria procisamente de estos signos; se afirmaria una relacién entre ellos, Pero esta relacién cxistiria entre los aombres 0 signos :micamen- fe en la medida en qne éstos denominan © designan algo, Seria una rclacién inducida por Ia corexiin de cada uno de los dos signos con Ia misma cosa « esignai Esta conexién es arbitraria. No se Ie pueds prohibir a nadie tomar cualquier suceso u objeto prociucido ar- bitrariamente, como signo para algo, Con elle, el enun- ciado a= no se referiria entonces ya a la cosa mis- ma, sino tan sélo a nuestro modo de design: cién; con ella no expresarfamos ningtin verdadero con seimicnto. Pero esto es justamente lo que queremos e1 muchos casos. Si el signo “a” sélo se diferencia del ” como objeto (en este caso por su forma), y no como signo (es decir, no por el modo como desi sna algo), entonces el valor cognoscitive de a= a seri: esencial- mente el mismo que el de a=b, caso de «ue a=b fucra verdadero, Una distincién puede darsemicamen- te en el caso de que Ia diferencia de signos eceresponda a.una diferencia cn el modo de darse lo desigrado. Sean a, b, ¢ las reetas que snen Tos fingulos de un tridngulo ‘con el punto medio de los Indos opuestos. El punto de interseccidn de a y b es entonces ¢l mismo qu? el punto de interseccién de by ¢. Tenemos, pues, des gnaciones distintas para el mismo punto, y estos nombres (“inter seccién de a y b", “interseccién de b yc") indican al mismo tiempo el modo de darse el punto, y de ahi que en el enunciado esté contenido auténtico conocimiento. Es natural considerar entonces que a un signo (nom- bre, unidn de palabras, signo escrito), ademas de lo de- signado, que podria llamarse Ia referencia del signo, va unido Jo que yo quisiera denominar el sentido del sig- no, en el cual se halla contenido el modo de darse. Se- sain esto, en nuestro ejemplo, ta referencia de las ex- presiones “el punto de interseccidn dea y b” y “el pun- to de interseccién de b y c” seria ciertamente la misma, pero no seria cl mismo su sentido. La referencia de “Incero vespertino” y de “lucero matutino” seria la mis- ma, pero el sentido no seria el mismo, Del presente contexto se desprende que con “signo” y “nombre” he entendido cualquier designacién que re- presente un nombre propio, cuya referencia sea, pues, tun objeto determinado (tomada esta palabra en su ex- tensién mas amplia), pero no un concepto ni una rela- cién, sobre los cuales se trataré con mas detenimiento en otro ensayo.” La designacién de un tinico objeto puede estar compuesta de varias palabras u otro tipo de signos. Para abreviar, Hamaremos nombre propio a cada una de tales designaciones. EI sentido de un nombre propio lo comprende todo quel que conoce ef lenguaje o el conjunto de desig- naciones al que pertenece;® pero con ello, la referen- * N, del T: Se refiere a “Sobre concepto y objeto”, infra, pp. 99 y's 2, En el caso de un verdadero nombre propio como “Aris toteles", naturalmente pueden dividirse las opiniones en cuanto 1 sit sentido, Por ejemplo, se podla suponer que este sentido es: el disefpulo de Platén y maestro de Alejandro Magno. “cia, caso de que exista, queda sélo parcialme ate ilumi- nada, Un conocimiento completo de la referencia im- plicaria quie, de cada sentido dado, pudiéramys indicar inmediatamente si Ie pertenece o no, Esto nc To logra- mos nunca, La conexién regular entre el signo, su set tido y s referencia es tal, que al signo le corresponde un deter- minado sentido y a éste, a su vez, una de erminada referencia, mientras que a una referencia (a vn objeto), no le corresponde solamente un signo. El mismo sentido puede expresarse en diferentes lenguas, ¢ inc'uso en la misma, de diversas maneras. Naturalmente, hay excep- ciones a esta situacién regular. Es verdad que en un conjunto perfecto de signos, a cada expresiéy deberia corresponderle un sentido determinado; per > las len- guas naturales a menudo no cumplen este requisite, y hay que darse por satisfecho si, slo en un mismo con- texto, tiene Ia misma palabra siempre el m smo sen- tido. Quiz puede admitirse que una exprsién gr maticalmente correcta que sustituye un noml re propio tiene siempre sentido. Pero con ello no se ha licho que al sentido le corresponda también una refer ncia. Las palabras “el cuerpo celeste mis alejado de a Tierra” tienen un sentido; pero que tengan también una refe- rencia, es muy dudoso. La expresién “Ia se-ie menos convergente” tiene un sentido; pero se demuestra que fen supony atribuirs al enuneado, “Aristételes era ot ginario de Estagira” un sentido distinto de aquel para q el sentido de este nombre fuera: cl maestro de Alejar dro Magno iginario de Estagira. Mi igs siondo la misma, pueden tolerarse estas oscilaciones del. senti ki de que deben evitarse en el edificio conceptwal de i demostrativa y de que no deberian aparecer en tn lenguaje perfecto. Se no tiene referencia, puesto que para cada serie con- vergente puede encontrarse otra menos convergente, pero que, no obstante, es convergente. Asi pues, por el hecho de que se conciba un sentido, no se tiene con seguridad una referencia, ‘Cuando se usan palabras de Ja manera habitual, aquello de lo que se quicre hablar es su referencia, Pero puede ocurrir también que se quiera hablar de las palabras mismas o de su sentido. Lo primero sucede, por cjemplo, cuando se citan las palabras de otro en estilo directo. Las palabras propias se refieren entonces en primer lugar a Jas palabras del otro, y tan s6lo estas tiltimas tienen la referencia corriente. Tencmos enton- ces signos de signos. En el lenguaje escrito se encie- ran los caracteres, en este caso, entre comillas. Por lo tanto, un caracter que se halla entre comillas no debe ser tomado en su referencia usual, Si se quiere hablar del sentido de la expresién “A”, basta con usar sencillamente la locueién “el sentido de la expresién «A»”. En cl estilo indirecto se habla del sentido, por ejemplo, del discurso de otro. Se ve clara- mente que, incluso en este modo de hablar, las pa- labras no tienen su referencia usual, sino que se re- fieren a lo que habitualmente es su sentido, Para utili zar una expresién breve, vamos a decir: las palabras se usan indirectamente, o tienen su referencia indirecta en el estilo indirecto, Segiin esto, distinguimos la refe- habitual de una palabra de su referencia indi- recta, y su sentido habitual de su sentido indirecto. La referencia indirecta de una palabra es, pues, su sentido usual. Hay que tener siempre presentes tales excepe nes si se quiere concebir correctamente, en cada caso particular, el modo de conexidn de signo, sentido y re- ferencia, ss De la referencia y del sentido de un sigyo hay que distinguir la representacién a él asociada. Si la referen- cia de un signo es un objeto sensiblemente perceptible, la representacién que yo tengo de imagen interna formada a partir de siones sensibles que he tenido, y de actividarles que he practicado, tanto internas como externas. I'sa imagen estd frecuentemente imprognada de sentimicr tos; In ela ridad de cada una de sus partes es diversa y vacilante. No siempre, ni siquicra en la misma persons, esta un da la misma representacién al mismo sentide La repre- sentacidn es subjeliva: la representacién de uno no es la del otro. Por ello se dan smiiltiples diferencias en Tas representaciones asociadas al mismo sentide, Un pin- tor, un jinete y un zodlogo asociaran probablamente re- presentaciones muy distintas al nombre “Buc $falo”, Por eso se diferencia Ia representacién esencia mente del sentido de un signo, ¢! cual puede ser propierlad comin de muchos y que, por tanto, no es parte 0 modo de mente individual; pues ciertamente no sep xdré negar que la Humanidad tiene un tesore comin de pensa- mientos, que transmite de una generacién a otra.* Mientras que, segtin lo dicho, no existe n nguna ob- jecién para hablar del scutido sin mis, en cl caso de 1 es en onces una cuerdos de impre- Junto a as. representaciones, poems per ver también Tas itty 0 dat sensi et Tose a inpeesones sensibles Tas actives nisas ncaa te helen {que han ejado en ch espiitn, Yara, muestra prop ito, Ta ie Sthne yates Tow nv eft ayn @ cm etar Ja imagen intuitiva. Por intuiciin @ dato sensorial, sin Embargo, puede cntentease también sm objeto, er In media fen que fate sea sensblemente perceptile 0 espactd 2° Deshi que sex fnitt esignar con I peabra “repre sentaiéu” cosas hiskamente tan disintan 6 la representacién, en cambio, para ser estrictos, hay que aiiadir a quién pertenece y en qué momento, Quizas al- guien diria: al igual que con la misma palabra uno asocia tal representacidn, el otro tal otra, también pue- de uno asociarle tal sentido, el otro tal otro, Sin om- bargo, la diferencia consiste entonees sdlo en el modo de darse esta Esto no impide que ambos con- ciban el mismo sentido; pero no pueden tener la mis- ma representacién, Si duo idem faciunt, non est idem Cuando dos personas se representan Io mismo, cada una tiene, sin embargo, su representacién propia. A ces es ciertamente posible constatar diferencias de re- presentaciones y hasta de sensaciones de personas dis- tintas; pero no es posible una comparacién exacta, por- que no podemos tener juntas esas rep la misma conciencia. La referencia de un nombre propio es el objeto mismo que designamos con él; Ia representacién que tenemos entonces es totalmente subjetiva; entre ambas se halla el sentido, que ciertamente ya no es subjetivo como la representacién, pero, con todo, tampoco es el objeto mismo. Quiza sea adecuada Ia siguiente analo- gia, para ilustrar estas relaciones, Alguien observa la Luna a través de un telescopio. Comparo la Luna con la referencia; es el objeto de observacién, que es pro- porcionado por Ia imagen real que queda dibujada so- bre el cristal del objetivo del interior del telescopio, y por la imagen en a retina del observador. La primera imagen In comparo con el sentido; Ia segunda, con la representacién 0 intuicién. La imagen formada dentro del telescopio es, en verdad, s6lo parcial; depende det Iugar de observacién; pero con todo es objetiva, en la medida en que puede servir a varios observadores. Po. dria incluso disponerse de modo que pudieran utilizarla entaciones en 7 varios simultdneamente. Pero, de las imagene* retinianas, cada uno tendria In suya propia. Apenas pod fa lograrse tuna congruencia geométrica, debido a la diferente cons- titucién de los ojos, y una coincidencia real estaria ex: cluida, Podria quiza seguir desarrollindose esta analo- gia, admitiendo que la imagen retiniana de A podria hacerse visible a B; o también que el propi» A podria ver su propia imagen retiniana en un espeje, Con esto se mostraria quiz que una representacién puede ser tomada ciertamente como objeto, pero que cn si misma no es nunca para el observador lo que es para el que Ia tiene, Pero seguir en esta direccién nos aj artaria de- masindo de lo que nos ocupa Podemos ahora distingnir tres niveles de diferencia cién entre palabras, expresiones 0 frases enteras. Ob Ia diferencia se refiere a lo sumo a las represe 6 bien al sentido pero no a In referencia, 0 | también a Ia referencia, Con respecto al primer nivel, hay que hacer notar que, debido a la conex én incierta de las representaciones con las palabras, para uno puede existir una diferencia que otro no encuentre. Las dife- rencias en Ia traduccién de un escrito original no pasa- rian de este primer nivel. Entre otras difercncias posi Dles aqui, estin los matices y énfasis con qre Ja poesia [y] la elocuencia tratan de revestir el sentido. Estos matices y énfasis no son objetivos, sino qu: el oyente 0 el lector debe dejarse Hevar por las abusiones del poeta o del orador. Naturalmente, sin cierto parentesco entre las representaciones humanas, el arte 10 seria po- sible; pero nunca puede averiguarse exaclamente en qué medida nuestras representaciones corm sponden a Ios propésitos del pocta. En lo que sigue, no hablaremos ya ma: de las re- presentaciones ¢ intuiciones; se las ha menci mado aqui 58 inicamente para que la representacién que despierta una palabra en_un oyente no sea confundida con su sentido 0 su referencia, Para posibilitar un modo de expresamos breve y exacto, vamos a establecer Jas siguientes locuciones: Un nombre propio (palabra, signo, fila de signos © expresidn) expresa su sentido, se refiere a su referencia 6 la designa, Con un signo expresamos su sentido y de- signamos su referencia, De parte idealista 0 escéptica, a todo esto quizd se habri objetado desde hace ya rato lo siguiente: “Ha- Dlas aqui sin mas de la Lana como de un objeto. gPero cémo sabes tt que el nombre «la Luna» tiene alguna referencia, cémo sabes que hay algo que tenga refe- rencia?” Respondo que nuestro propésito no es ha- blar de nuestra representacién de la Luna, y que tam- poco nos conformamos con cl sentido, cuando deci- mos “la Luna”, sino que presuponemos una referencia, Serfa perder totalmente el sentido si se quisiera su- poner que, en el enunciado “la Luna es menor, que la Tierra”, se esta hablando de una representacién de 1a Luna. Si ésta fuera la intencién del que habla, uti zarfa la expresién “mi representacién de la Luna”. Des- de luego, al hacer aquella presuposicién podemos equi vocarnos, y tales equivocaciones se dan ciertamente. Pero aqui no tenemos por qué responder a la cuestion de que quiza siempre cometemos tal equivocacién; de momento basta con sefialar nuestro propésite al hablar © al pensar, para justificar el que hablemos de la referencia de un signo, si bien con Ia reserva: caso que exista tal Hasta aqui sélo se han cxaminado sentido y refe- rencia de las expresiones, palabras, 0 signos, que he mos Ilamado nombres propios. Ahora vamos & pregun- 9 tammos por el sentido y Ia referencia de uy entneiado asertivo completo, Un tal caunciade contie re un pen: samientoS gDebe ser considerado este pens umiento co- mo su sentido o como su referencia? Supor gamos. que el enunciado tiene una referencia. Si sustit timos en él una palabra por otra de [a misma referencia, pero de distinto sentido, esto ue podri tener ningii efe% bre la referencia del cuunciado, Sin embergo, vemos que, en tales casos, cl pensimiento cambin; pues, por ejemplo, el pensamiento del enmnciado “el bicero matu tino es un cuerpo iluminade por ct sol” es distinto del enunciado “el lucero vespertino cs am cuerpe iluminado por el sol”. Alguien que no supicra que el hucero ves- pertino es cl lucero matutino podria toma: pensae miento por verdadero y cl ati por falso, El ensamiento no puede, pucs, ser Ii referencia del enune ado; por el contrario, deberemos conechirlo como su sentido, Pero qué hacemos con la referencia? gTenemos derecho a preguntar por clla? gAcaso el enunciado ntero tiene s6lo sentido, pero no referencia? En todo aso, es de esperar que se den tales cunneiados, lo nismo que hay partes de un enunciade que tienen senti lo, pero no referencia. Y los cnuneiados que contionen nombres pro pios sin referencia scrin de este tipo. El enunciado “Ulises fue dejado en trea profundament+ dormido” tiene evidentemente un sentido. Pero, come es dudoso que el nombre “Ulises” que aparece en elle tenga una referencia, también es ducdoso que To tenga el entincia- do entero. Pero lo que es seguro, no obstarte, es que alguien que crea en serio que el enuncido es ver- dadero o falso, también atribuird al nomb-e “Ulises” 5. Por pensamiento no cationda Ia actividad subjetiva de pensar, sino su contenide objetivo, que es apto yara ser pro- piedad comiin de muchos. 60 — una referencia, y no silo un sentido; pues es justa- mente de Ia referencia de este nombre de Jo que se afirma 0 se niega el predicado. Quien no admita una referencia no podré afirmar ni negar de clla un predi- caclo, Pero entonces seria innecesario el Hegar hasta Ia referencia del nombre; uno podria contentarse con el sentido, en el caso de querer quedarse con el pensa- miento. Si s6lo nos interesasemos por el sentido del emuciado, por el pensamiento, serfa innecesatio preo- cnparse de la referencia de una parte del enunciado; pues con respecto al sentido del enunciado, tinicamente es relevante el sentido, no Ia referencia, de esta parte. El pensamiento sigue siendo el mismo, tanto si el nombre “Ulises” tiene ima referencia como si no, Que nos es- forcemos por hallar la referencia de una parte del enun- Joes sefial de que también admitimos y exigimos, en general, una referencia para el enunciado mismo. EI pensamiento pierde valor para nosotros. tan pronto como vemos que a uma de sus partes Ie falta la referen- cia. Estamos, pues, bien justificados al no contentar- nos con el sentido de un enunciado, y al preguntarnos también por su referencia, gPero por qué queremos que cada nombre propio no tenga timnicamente un sen- tido, sino también una referencia? gPor qué no nos hasta el pensamiento? Porque, y en Ia medida en que, nos interesa su. valor veritative. No siempre es éste ef caso. Al escuchar un poema épico, por ejemplo, nos cautivan, ademas de Ia enfonia del Ienguaje, el senti- do de los enuncindos y las representaciones y_ senti- mientos despertados por ellos. Si nos preguntésemos por su verdad, abandonarfamos el goce estético y nos dedicarfamos a un examen cientifico. De ali que nos sea indiferente el que el nombre “Ulises”, por ejemplo, se refiera a algo o no, mientras consideremos el poema “ como obra de arte.’ Es la biisqueda de la verdad lo {que nos incita a avanzar del sentido a a referencia. Hemos visto que a un enunciado hay que buscarle una referencia siempre que interesa la referen:ia de las partes componentes; y esto es siempre el cso, y solo entonces, cuando nos preguntamos por los vi lores veri- tativos. Por esto nos vemos impulsados a admit r el valor veritativo de un enunciado como su referencia, Por valor veritativo de tun enunciado entiendo ‘a circuns- tancia de que sea verdadero 0 de que sea falso, No hay mas valores veritativos. En aras de Ja brevedad, al uno lo Ilamo Jo verdadero, al otro Jo filso. Cada enunciado asertivo, en el que tenga importencia Ta re- ferencia de Jas palabras, debe ser considerado, pues, como un nombre propio, y su referencia, c:so de que exista, es 0 bien Io verdadero o bien lo falso. Estos dos objetos son admitidos, aunque silo seat etamente todo aquel que emita juicios, que tenga algo por Pordedero, 2 sca, también por el escéptic. 11 designar Ios valores veritativos como objetos puede precer aqui todavia una ocurrencia arbitraria y quiz: un mero juego de palabras, del que no deberian s:carse con- secuencias fundamentales, Lo que yo Ilvno objeto, s6lo podrd ser discutido con mas precisién teniendo en cuenta el concepto y Ia relacién. Esto qriero reser- varlo para otro ensayo.” Pero, con todo, «qui podria 6. Seria de desear que tuviéramas wna dene mi 7 pect para los signos se slo ham de tener sent, $F lamé- Somos '& estos imagenes, las palabras del actor sn Ix escena Serfan entonees imagenes, y hasta el propio actor seria una ey. del Ts Se refiere de nuevo a “Sobte concepto y objeto”, pp. 99 y ss eo ya quedar claro que en todo juicio"— y por muy evi- dente que éste sea—se ha dado ya el paso del nivel de los pensamientos al nivel de las referencias (de Io objetivo). Alguno podria verse tentado a considerar Ia rela- cién del pensamiento con Io verdadero no como Ia que hay entre el sentido y Ia referencia, sino como relacién del sujeto con el predicado, Verdaderamente puede decirse: “El pensamiento de que 5 es un mero primo es verdadero”. Pero si se examina esto mis atentamente, se observa que con ello no se dice realmente nada mis de lo que se dice en el simple cmunciado “5 es un mimero primo”. La afirmacién de Ja verdad radica, en ambos casos, en Ia forma del enun- ciado asertivo, y cuando éste no tiene su fuerza ha- bitual, por ejemplo en boca de un actor en escena, el enunciado “el pensamiento de que 5 es un nimero primo es verdadero” contiene también Gnicamente un pensamiento, a saber, el mismo pensamiento que el sim- ple “5 es un mimero primo”. De aqui puede despren- derse que la relacién del pensamiento con lo ver- dadero no debe compararse a la del sujeto con el predicado, Efectivamente, sujeto y predicado (enten- didos en sentido lgico) son partes del “pensamiento; para el conocimiento, se hallan al mismo nivel. Ensam- blando sujeto y predicado siempre se consigue tinica- mente un pensamiento, pero no se pasa nunca de un sentido a su referencia, de un pensamiento a su valor veritativo, Nos movemos en el mismo nivel, no se pasa de un nivel al siguiente, Un valor veritativo no puede 7. Un juieio no es para mi Ja mera concepeién de un pen- samiento, sino el reconocimiento de su verdad 6 ser parte de un pensamiento, como no pucde serlo el sol, porque no es un sentido, sino un objeto. Si es correcta nuestra suposicién de que Ia referen- cia de un enunciado es su valor veritativ>, entonces éste debe permanccer inmodificado cuand: una parte del enunciado se sustituye por una expr sion de Ta misma referencia, pero de distinto sentido Y, de he- cho, éste es cl caso, Leibniz, expliea cor ectamente: Eadem sunt, quae sibi mutuo substitu j osstnt, sal- ba veritate”. Kealmente, gqué otra cosa, #10 el valor veritativo, podria encontrarse que pertenez.t con toda gencralidad cada enunciade en el que interese Ja referencia de las partes componentes, y que perma- nezea inmodificado en una sustitucién de tipo men- cionado? Ahora bien, si el valor veritativo de ur enunciado, cs su referencia, resulta que, por una part», todos los enunciados verdaderos tienen Ia misma referencia, y que, por otra, también todos Tos enuneiads 5 falsos tie- nen Ja misma referencia. De ahi que, en 11 referencia del enunciado, todo lo singular desaparezea Nunca po- demos quedarnos tan sélo con la referencia ‘le un enun- ciado; pero tampoco el mero pensamiento proporciona ning conocimiento, sino tinicamente el jensamiento junto con su referencia, es decir, su valor veritativo, El juzgar puede ser considerado como el paso de un pen- samiento a su valor veritativo. Naturalmerte, esto no debe ser tomado como una definicién, EI jugar es pre- isamente algo muy singul lve, También podria decirse que juzgar es distingwir p:rles dentro de un valor veritativo. Fsta distincién ocurre retroce- diendo al pensamiento, Cada sentido que j ertenezea @ un valor veritativo coresponderia a su rode propio de descomposicién, La palabra “parte” Ia ve utilizado 64 aqui de una manera peculiar. En efecto, 1a relacién del todo a la parte en cl enunciado In he transferido a su referencia, al denominar a la referencia de una palabra, parte de Ja referencia del enunciado cuando esa misma palabra es parte de este cnunciado, modo de hablar que naturalmente es impugnable, porque, en cl caso de la referencia, la otra parte no queda deter- minada por el todo y la parte escogida, y porque la palabra parte se emplea para los eucrpos en un sen- tido distinto, En su lugar, deberia crearse una expres apropiada. Vamos ahora a seguir comprobando Ia suposis de que cl valor veritativo de un enunciado es su re- ferencia. Hemos hallado que el valor veritativo de un enunciado permanece inmodificado cuando en éste sus- fuimos una expresién por otra de igual referencia: pero todavia no hemos considerado el caso en que la expresion a ser sustituida es ella misma un enu ciado. Si nuestro punto de vista es correcto, el valor veritativo de un enunciado, que contiene a otro como parte, debe permanecer inmodificado si sustituimos el enunciado componente por otro cuyo valor veritativo ¢s el mismo, Hay que esperar excepciones, cuando el todo o el enunciado componente estén: en estilo di- recto 0 indirecto; pues, como hemos visto, la referen- ‘cia de las palabras no es entonces Ia usual, Un enun- ciado se refiere en el estilo directo a otro enunciado, y en cl indirecto, a un pensamiento. Nos vemos, pues, Hevados al estudio de Jos enun- ciados subordinados. Estos aparecen como partes de una estructura enunciativa que, desde el punto de vis- ta logico, es asimismo un enunciado, a saber, el enun- ciado principal. Pero en este punto nos enfrentamos a la pregunta de si también vale para los enunciados “6 subordinados el que su referencia sea un valor ve- ritativo, Del estilo indirecto sabemos ya «ue ocurre lo contrario. Los graméticos consideran lo; enuncia- dos subordinados como representantes de partes del enunciado gencral, y, segtin eso, Jas denonvnan enun- ciados nominales, calificativos, adverbiales.” De aqui podria surgir ln suposicién de que la referencia de un enunciado subordinado no es un valor veritativo, sino que es andloga a la de un nombre, un calificativo © un adverbio, en resumen, al de una parte del enun- ciado, cuyo sentido no ¢s un pensamiento sino sdlo una parte del mismo. Unicamente una investigacin mAs detenida puede proporcionar claridad sobre este punto, En ella, no nos atendremos estrictamente al hilo conductor gramatical, sino que reuniremos Io que es 16- gicamente similar. Busquemos primero aquellos casos en los que el sentido del enunciado subordir ado, como acabamos de suponer, no es un pensamisnto auté- nomo. A los enunciados nominales abstractos in troducidos por “que”, pertenece también el estilo incirecto, del cual hemos visto que, en él, las palabras :ienen una referencia indirecta, que coincide con lo qu2 habitual- mente es su sentido. En este caso, pues, el enunciado subordinado tiene por referencia un pensami-nto, no un valor veritativo; por sentido, no un pensamiento, sino el sentido de las palabras “el pensamiento de que ...”, el cual es sélo parte del pensamiento de toda i estructura * N. del T.: Hemos traducido “Nennsatz" po “emunciado “Beisat=” por “ennnciado caliicativo” y ‘Adverbsalz” por iado adverbial”. Con esta clasificacién “nds © menos gramatical, Frege quiere distinguir entre enunciado que podrian ser sustituides por un nombre, por un adjetivo :alifcativo 0 pot locuciones alverbiales, respectivamente. 6 ‘a, Esto sucede después de “decir”, “ofr”, “opinar”, “estar convencido”, “concluir”, y palabras pa- recidas.* La cuestién aparece distinta,” y ciertamente bastante complicada, después de palabras como “cono- cer”, “saber”, “imaginarse”, lo cual. sera estudiado més adelante, Que en nuestros casos Ia referencia del enunciado subordinado es, en realidad, el pensamiento, se ve tam- in por el hecho de que, para la verdad del todo, es indiferent aquel pensamiento sea verdadero o fal- so. Comparense, por ejemplo, los dos enunciados: “Co- pémnico crefa que las drbitas de los planetas eran creu- los” y “Copémnico crefa que la apariencia del movi miento del sol es producida por el movimiento real de la Tierra”, Sin perjuicio de Ia verdad, puede susti- tuirse aqui un enunciado subordinado por el otro. El enunciado principal, junto con el subordinado, tiene por sentido \inicamente un solo pensamiento, y la ver- dad del todo no implica ni la verdad ni Ia falsedad del subordinado, En tales casos no esta permitido sus- tituir, en el enunciado subordinado, una expresién por otra que tenga la misma referencia usual, sino sola- mente por una que tenga la misma referencia indirecta, es decir, cl mismo sentido usual, Si alguien quisiera sa. car Ia conclusién: la referencia de un entmciado no es su valor veritativo, “pues entonces podria sustituirse en todas partes por otro enunciado con el mismo valor veritativo”, habria demostrado demasiado; con la mis- ma razén podria afirmarse que la referencia de la pa- labra “lucero matutino” no es Venus; pues no en todas 8. En “A mintié al decir que habia visto a BY, el enun- ciado subordinado se refiere a un ponsamiento, del cual se dice, en primer lugar, que A Jo afirmé como verdadero, y, fen segundo lugar, que’ A estaha convencido de su falsedad, “7 partes podria decirse “Venus” en ver. de ‘lucero ma- tutino”. Correctamente sdlo puede deducrse que la referencia de un enunciado no siempre 1s su valor veritativo, y que “Iucero matutino” no siempre se refte re al planeta Venus, a saber, en el caso en que esa pa- labra tenga su referencia indirceta, Semejaite caso de excepeién se presenta en los enunciados st bordinados que acabamos de examinar, cuya referencia es un pen- samiento, Cuando se dice “parece que ...", lo qu? se quiere decir es “me parece que...” 0 “opino que...’ . Tenemos, pues, el mismo caso. Igualmente acurre con 2xpresiones como “alegrarse”, “lamentar”, “aprobar”, “censurar”, “esperar”, “temer”. Cuando, hacia el fin d+ Ia batalla de Belle-Alliance, Wellington se alegré de cue los pru- sianos vinieran, Ia xaz6n de su alegria era m conven- cimiento. Si hubiera estado equivocado, m1 se habria alegrado menos hasta tanto hubiese durade su ilusién, y antes de adquirir el convencimiento de yue venian los prusianos no podia alegrarse de ello, si bien, en realidad, ya se acercaban. Asi como un convencimiento 0 una crecncia es ra- z6n de un sentimiento, también puede se razén de otro convencimiento, como ocurre en la inf:rencia, En el enunciado: “De la redondez de la Tierts, Colén in- firié que, viajando hacia el oeste, podrfa aleanzar la India”, tenemos, como referencia de las partes, dos pensamientos: que Ia Tierra es redonda, y que Colén puede aleanzar la India viajando hacia el veste. Nue- vamente, aqui importa tan sélo que Colén-staba-con- vencido de lo uno y de lo otro, y que un convenci; miento-era la xazén del otro, Que Ta Tierra sea real- miente redonda y que Colén, viajando hac'alel 6este, pudiese realmente aleanzar In India, tal como é pen- 68 saba, es indiferente para Ia verdad de nuestro enun- ‘eiado; pero no es indiferente que pongamos, en vez de “la Tierra”, “el planeta, que esté acompaiiado de una luna cuyo diémetro es mayor que Ia cuatta parte de su propio didmetro”, También aqui tenemos la referen- cia indirecta de las palabras. Este es el caso también de los enunciados adverbia- les de finalidad con “para qué”; pues evidentemente la finalidad es un pensamiento; por eso: referencia indi- recta de las palabras, subjuntivo, EI enunciado subordinado con “que” después de “mandar”, “pedir”, “prohibir” aparecerfa, en estilo directo, en forma de imperativo. Tal enunciado no tic- ne-referencia, sino-s6lo—wn-sentido, Una orden, un HiEg0, 110 son ciertamente pensamjentos, pero, con todo, ‘estént Al mismo nivel quelel-pensamigil) De ahi que, en las subordinadas que dependen de “mandar”, “pe. dir’, etc,, las palabras tienen su referencia indirecta. La referencia de uno de estos enunciados no es, pues, un valor veritativo, sino una orden, un ruego, u otros si- milares. Anélogamente ocurre, en-cl caso de Ja pregunta. in- directa, enggirositalesjcoino “didar de que”, “no saber que”. Es facil ver que también aqui hay que tomar las palabras en su referencia indirect, Las interrogativas indirectas con “quién”, “qué”, “dénde”, “cuando”, “cd- mo”, “por medio de qué”, ete., a veces se asemejan apa- rentemente mucho a enunciados adverbiales en los que Jas palabras tienen su referencia usual. Lingiifstica- mente, estos casos se diferencian por el modo del ver- BODEn el caso def subjuntivo tenemos preguntas indi- rectas y referencia indirecta de las palabras, de modo que un nombre propio no puede ser sustituido en ge- neral por otro del mismo objeto, En los casos considerados hasta aqui, 11s palabras de los enunciados subordinados tenfan su referencia indirecta, y por esto es explicable que también Ja re- ferencia del enunciado subordinado mismo fuera indi- recta; es decir, no un valor veritativo, sino un pensa- mento, una orden, un ruego, una pregunts, El enun- ciado subordinado podria ser concebido con. nombre; se podria incluso decir: como nombre propio de! pensa- miento, la orden, etc., puesto que como tl aparecia en el contexto de la estructura enunciativa, Llegamos ahora a otros enunciados subordinados, en los que las palabras tienen ciertamente su referen- cia usual, pero sin que aparezca un pensam ento como sentido, ni un valor veritative como referes cia, Cémo es esto posible, se vera claramente con ejemplos. “El que descubrié la forma eliptica de las érbitas planetarias murié en Ia miseria.” Si en este caso el enunciado subordinsdo tuviera por sentido un pensamiento, tendria que er posible expresarlo también en un enunciado prin-ipal. Pero esto no puede ser, porque el sujeto gramatie il “el que” no tiene ningtin sentido independiente, sin que pro- porciona las relaciones con el segundo miembro del enunciado, “murié en la miseria”. De ahi también que el sentido del enunciado subordinado no sea un pensa- miento completo y que su referencia no sea un valor veritativo, sino Kepler. Podria objetarse que el sentido del todo contiene, no obstante, un pensamiento como parte, a saber, cl de que existié uno que de:cubrié por primera vez la forma cliptica de las érbitas }Janetarias; pues quien tuviera por verdadero el todo no podria negar esta parte, Lo tiltimo es indiscutible; yero tinica- mente debido a que, en caso contrario, Ia sitbordinada “el que descubrié Ia forma eliptica de las (rbitas pla- 7” netarias” no tendria ninguna referencia, Cuando se afir- ma algo, siempre es evidente Ia suposicién previa de que los nombres propios utilizados, ya sean simples 0 compuestos, tienen una referencia, Asi pues, si se afr- ma “Kepler murié en la miseria”, se presupone con ello que el nombre “Kepler” designa algo; pero por esto, sin embargo, en el sentido del enunciado “Kepler murié cen Ia miser ido el pensamiento de que el nombre “Kepler” designa algo. Si éste fuera el caso, a negacién no podrfa ser “Kepler no murié en Ja miseria’ sino “Kepler no murié en Ia miseria, 0 bien el nom- bre «Kepler» carece de referencia.” Ahora bien, resulta que las len- uas tienen el defecto de que en ellas son posibles ex- Presiones que, por su forma gramatical, estin desti- nadas a designar un objeto, pero que, en casos espe- ciales, no consiguen este objetivo suyo, porque esto depende de Ia verdad de un enunciado, Por eso de- pende de la verdad del enunciado “existié uno que descubrié Ia forma eliptica de las érbitas planctarias”, el que Ia subordinada “el que descubrié Ia forma eliptica de las érti- tas planetarias” n designe realmente un objeto, 0 bien que s6'o produz- ca la apariencia de ello, careciendo de heeh9 de refe- rencia. Y asi es cémo Hega a parecer como si nuestra subordinada contuviera, como parte de su :entido, el pensamiento de que existié uno que descubsié Ia for- ma eliptica de Ins drbitas planctarias. Si este fuera co- rrecto, la negacién deberia ser: “el que descubrié por primera vez. Ja forma elip- tica de las drbitas planetarias, no murié en la miseria, o bien no hubo nadie que descubriese Ja forma eliptica de las drbitas planeta ias”. Esto radia, pues, en una imperfeccié del len- guaje, de la que, por Io demas, tampoco esté com- pletamente libre el lenguaje simbélico del ans lisis; tam- ign en este tiltimo caso pueden aparecer fas de sig- nos que producen la ilusiin de que se refier2n a algo, pero que, por lo menos hasta este momento, toda- via carecen de referencia, como por ejemplo, series infinitas divergentes. Esto puede remediarse, por ejem- plo, mediante la estipulacion especial de que las series infinitas divergentes tienen que referirse al atimero 0. De un lenguaje légicamente perfecto (ideogcaffa) hay que exigir que cada expresin, que se hay: formado como nombre propio a partir de signos ya in roducidos de manera gramaticalmente correcta, designe realmente también un objeto, y que no se introduz-a ningin signo como nombre propio sin que antes no se le haya asegurado una referencia. En los trata os de L6. giea se previenc en contra de la multivocicad de las expresiones como fuente de errores logicos. Creo que es por Jo menos igualmente oportuna lay revencion frente a los nombres propios aparentes que no tienen n ninguna referencia, La historia de las mateméticas po- dria’ narrar todos los errores que han surgido de abi, Estos son frecuentes igualmente en cl mal uso de- magégico, quizd mas todavia que las palabras multi vocas. Puede servir de ejemplo “la voluntad del pue- blo”, pues es facil establecer que, por lo menos, no hay una referencia universalmente aceptada de esta expresién. Por esto no es un absoluto irrelevante ta- ponar de una vez por todas la fuente de esos errores, por lo menos para la ciencia. Objeciones como Ia an- tes discutida serin entonees imposibles, porque nunca podra depender de la verdad de un pensamiento el que un nombre propio tenga una referencia. Podemos someter a estudio estos enunciados nom nales juntamente con una clase de enunciados califi- cativos® y adverbiales que estin légicamente emparen- tados con os primeros. También algunos cnunciados calificativos pueden servir para formar nombres propios compuestos, si bien esto no lo consiguen por si solos, como en el caso de os nominales. Estos enunciados calificativos deben ser tomados igual que téminos calificativos. En vez de “la raiz, cuadrada de 4 que es menor que 0”, puede de- citse también “la rafz cuadrada negativa de 4”, Nos hallamos aqui ante el caso en que, a partir de una expresién conceptual, se forma un nombre propio com- puesto con la ayuda del articulo determinado en. sin- gular; lo cual, de todos modos, sdlo est permitido cuando cae bajo cl concepto un objeto y sélo uno, Las * N. del T+ Tradueimos por “enunciao cakficativo” alemin “Belsatz”: se trata de un enunciado (qe geamaticalms te seri casi siempre de relativo) cuya funcién es equivalente a un atributo adjetivo califieativo * 9. Segiin lo anteriormente ubservado, a una expresién se- a expresiones conceptuales pueden formarse dz tal ma- nera que se indiquen sus caracteristicas por medio de enunciados calificativos, como en nuestro ejemplo por medio del enunciado “que es menor que 0”. Es evi- dente que semejante enunciado calificativo a0 puede tener, lo mismo que antes el enunciado no ninal, un pensamiento por sentido, ni un valor veritativo por re- ferencia, sino que por sentido tiene solament« una par- te de un pensamiento que, en algunos casos, puede expresarse también con un tinico calificativo. También en este caso, Jo mismo que en el de los ¢ wunciados nominales, falta el sujeto independiente y ecn él tam- bién Ia posibilidad de volver a dar cl sentido de Ia subordinada en una independiente. Desde un punto de vista ligico, los luj:ares, ins- tantes ¢ intervalos son objetos; por lo tanto’ Ia deno- de un determinado lugar, de un determinado momento o intervalo temporal debe ser considerada como un nombre propio. Enunviados ad- verbiales de lugar y de tiempo pueden en onces ser utilizados para Ja formacién de un nombre sropio se- mejante, de manera aniloga a como lo acabamos de ver para los enunciados nominales y califica‘ivos, Asi mismo pueden formarse expresiones de conceptos qu se refieren a lugares, ete. También aqui hay que hacer notar que no puede volverse a dar el sentid > de estas subordinadas en una principal, porque falts un com. ponente esencial, a saber, Ia determinacié1 espacial mejante, de hecho se le deberia asegurar siempr una refe- rencia por medio cle una estipulacién especial, por «jemplo, por medio de la definicién de que su referencia seré «I niimero 0 siempre que bo el concepta no eng nga ofjeto mis } © temporal, a la que sélo se alude por medio de un pronombre relativo o una conjuncién.® Incluso en los enunciados condicionales puede re- conocerse generalmente, como lo acabamos de ver en el caso de los enunciados nominales, calificativos y ad- verbiales, un componente que alude indeterminada- mente, al que en el enumciado consecuente le correspon- de otto igual. Al ahudirse los dos, el tno al otro, se unen ambos enunciados en una totalidad que, por lo general, expresa solamente un pensamiento, En el nun. ciado: 10. Por lo demés, respecto de estos enunciados, son posi- bles concepeiones ligeramente distintas, El sentido dl chun. ciado “después de que Schleswig-Holstein se hubo. separado de Dinamarca, se enemistaron Prusia y Austria” podemos volver 4 darlo bajo la forma “después de la separacién de Schleswig Holstein de Dinamarca, se enemistaron Prusia y Austria”. Bajo esta concepcién, esti suflcientemente claro que no debe ser considerado parte de este sentido el pensamiento de que Schleswig-Holstein_ se separé alguna vez. de Dinamarca, sino que esto es la condicién necesaria para que Ia expresién “después de la separacién de Schleswig-Holstein de Dinamarca” tenga alguna referencia, Naturalmente, nuestro enunciado puede con- cebirse de tal manera que con él se diga que Schleswig-Holstein se separé una vez de Dinamarea, Entonces tenemos un caso que deberd ser estudiado més adelante. Para hacer més clara Ja diferencia, pongimonos en Ia mente de un chino que, por sus escasos conocimientos de la historia europea, crea que ©s falso que Schleswig-Holstein se haya separado alguna vez de Dinamarca, Este consideraré que muestro enunciado, concebide de la primera manera, no es ni verdadero ni falso, y rehusard darle referencia alguna, porque éta le faltaria a Ia subor- dinada, Esta iltima daria s6lo aparentemente una determina cién temporal. Si, por el conteario, concibe nuestro enunciado del segundo modo, hallaria expresado en él un pensemiento que creeria falso, junto a una parte que, para él, careceria de referencia. eee PUN aS “si un niimero es menor que 1 y mayor que 0, también su cuadrado es menor que 1 y mayor que 0”, este componente es “un niimero” en el anteredente 0 condicional y “su” en el consecuente. Justarnente de- bido a esa indeterminacién, obtiene el sent do la ge- neralidad que se espera de una ley. Pero presisamente asi se hace también que cl antecedente por sf solo tenga por sentido ningiin pensamiento conpleto, y que exprese, junto con el consecuente, un pe isamiento y uno solo, cuyas partes ya no son pensamientos. E: general, es erréneo ercer que en un juicio hipotético se interrelacionan dos juicios. Si se dice esto o algo parecido, la palabra “juicio” se usa en el mismo sen- tido que yo he asociado a Ia palabra “pensamiento”, de modo que yo deberfa decir: “En un pensami nto hipo- tético, se interrclacionan dos pensamientos”. Esto po- dria ser cierto tinicamente en el caso en que faltase un componente que aludiese indeterminad mente; # pero entonces tampoco se daria generalidad. Cuando debe aludirse indeterminadament + 2 un ins- tante en el enunciado condicional o antececente y en el consecuente, esto ocurre no pocas veces solamente por medio del tiempo presente del verbo, qe en este ‘caso no connota el presente. Esta forma gramatical es entonces el componente que alude indetermir adamente en ef enunciado principal y en el subordinaco, “Cuan- do el Sol se halla en el trdpico de Cfncer, ‘enemos el dfa més largo en el hemisferio norte”, es un ejemplo de este caso, También aqui es imposible xpresar el sentido del subordinado en uno principal, y1 que este 11, A veces falta una slusién lingiiistica explsita y debe ser deducida de todo el contexto, oo sentido no es un pensamiento completo; pues si dijé ramos: “el Sol se halla en el trépico de Cancer”, nos referirlamos con ello a nuestro presente y, de este modo, cambiarlamos el sentido, Todavia menos es el sentido de la principal un pensamiento; tan sdlo el todo con- tente en Ia principal y Ia subordinada es lo que con- tiene un pensamiento. Por lo demas, también puede aludirse indeterminadamente a varios components co- munes en el antecedente y el consecuente. Es obvio que enunciados nominales con “quien”, “lo que” y adverbiales con “donde”, “cuando”, “don- dequicra que”, “siempre que” frecuentemente deben ser considerados, por el sentido, como enunciados con- dicionales; por ejemplo: “Quien coge barro, se en- También algunos enunciados calificativos represen- tan enuneiados condicionales. De este modo, pode- mos expresar el sentido de nuestro enunciado antes mencionado también en la forma “el cuadrado del mimero que es menor que 1 y mayor que 0 es menor que 1 y mayor que 0”. La cuestién aparece totalmente distinta cuando el componente comiin del principal y del subordinado es designado por un nombre propio. En elenunciado: “Napoleén, que se dio cuenta del peligro para 1 flanco derecho, dirigié él mismo sus guardias Je corps contra Ja posicién enemiga”, se expresan los dos pensamicntos siguientes: . Napoledn se dio cuenta del peligro para su flanco derecho; Napoledn dirigié 6 mismo sus guardias de corps contra la posicién enemiga, n Cuindo y dénde ocurrié esto puede sal erse cier- tamente sélo por el contexto, pero por eso m smo debe considerarse determinado. Si expresamos toco nuestro enunciado como afirmacién, afirmamos con 1 al mis- mo tiempo los dos enunciados parciales. Si rno de es- tos enunciados es falso, lo es también el tudo, Aqui tenemos el caso en que cl subordinado por si solo tiene por sentido un pensamiento completo (si lo completa- mos con una indicacién temporal y espacial). En con- secuencia, la referencia de Ja subordinada e: wn valor veritativo, Podemos esperar, pues, que, sin perjuicio de la verdad del todo, pueda ponerse en su lugar un enun- ciado del mismo valor veritativo. Este es just mente el caso; debe tencrse en cuenta, tan sélo, que su sujeto ha de ser “Napolen”, por una razén puranente gra- matical, puesto que sdlo entonces puede yonerse el enunciado en Ia forma de un enunciado “después de que Schleswig-Holstein se hubo se- parado de Dinamarca, se enemistaron Prusia y Austria”, de forma que en dl esté expresado el pensarriento de que Schleswig-Holstein se habia separado alguna vez de Dinamarca, tenemos entonces, en primer ligar, este pensamiento, y en segundo lugar, el pensarsiento de que en cierto’ momento, que queda algo ma: determig nado por medio de la subordinada, Prusia y Austria se enemistaron, También en este caso expresa kv subordi- nada no sélo un pensamiento, sino también “ina parte de otro, De aqui que, en general, no se pu da susti- tuir por otro enunciado del mismo valor veri:ativo. Es dificil agotar todas las posibilidades dadas en el Lenguaje; pero, con todo, espero haber hall:do, en lo esencial, Jas razones por las que no siempre se puede sustituir una subordinada por otra del mismo valor ve- ritativo, sin perjuicio de la verdad de Ia «structura enunciativa entera. Estas razones son’ 1, que la subordinada no se refiere a n-ngin va- Jor veritativo, al expresar s6lo una pirte dean pensamiento; que la subordinada se refiere ciertumente a tun valor veritativo, pero no se limita’a esto, al comprender su sentido, ademas de un pensa- miento, una parte de otro pensamiento. EI primer caso se da a) en la referencia indirecta de las palabras, b) cuando una parte del enunciado alude sélo indeterminadamente, en vez de ser un nom- bre propio. En el segundo aso, 1a subordinada puede tomarse como doble, a saber, una vez en su referencia habitual, 1h otra en su referencia indirecta; o bien, puede ser que cl sentido de una parte de la subordinada sea, al m mo ticmpo, componente de otro pensamiento, que jun- tamente con el sentido expresado directamente en la subordinada constituya el sentido total del enunciado prineipal y de la subordinad: De todo esto resulta con suficiente probabilidad que los casos en que una subordinada no es sustituible por otra del_mismo-valor-veritative, no demiuestran=nadal en contra de nuestra idea de que el valor veritativo as Ja referencia del enunciado, el sentido del cual es un pensamiento. Volvamos a nuestro punto de partida. Si, en general, encontramos que el valor cognosci- tivo de “a=a” y “a=b” es distinto, esto se explica por el hecho de que, piaRaleliVRIOR COBNOSCIIVONElisen- tidosdeiwentiiéiado, o sea-el_pensamiento cxpicsado en él, no entra menos en consideracién que su referen- cia, es decir, su valor veritative. Ahiora bien, si a= b, la referencia de “b” es ciertamente la misma que la de “a”, y por lo tanto, también el valor veritativo de “ es el mismo que el de “a = a”. Sin embargo, 8s

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