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tuna doncella espafiola que vivié en la Nueva Espafia, no se conten- taba con saber coser, bordar,cocinar o tocar el piano de manera més o menos aceptable. A ella lo que le atraia eran las matemsticas. Insistié mucho para ue su severo padre la dejara estudiar. Por fin, en 170, en tan slo 5 meses, aprendié a sumar, restar, multiplicar y dividir, as{ como la regla de 3, la raiz ccuadrada y los numeros romanos, Fue instruida por don José Fernan- idez, exeminador en ef arte de leer, es fribir y contar, quien quedé asombrado dela rapidez con que aprendia la edu: anda. El mismo le proporcioné el pa- pel, fas plumillas y la tinta para que la joven pudiera hacer sus cuentas, ya que el acceso al papel en aquel tiempo era muy restringido, pues de esta manera se ejercia un control para e| desarrollo intelectual de los naturales. Durante la colonia, pocas eran las muje- fes que podian estudiar y las que logra: ban cloiin conocimiento, éste era en- (Gauzado hacia las actividades artisticas. (© Manuales. Los trabajos administrati> ¥Y0s 0 publicos eran ejercidos inicamen- te por varones. D= nia, Marfa Lulsa Régules, La mayor parte de las mujeres, sobre to- do las de clase baja, eran analfabetas, aunque muchas de ellas, las que tenfan {ue ir al mercado o se dedicaban al co- mercio, aprendian a hacer cuentas de manera empitica. Mientras que las de ‘clase media y alta asistian a los conven tos 0a escuelas exclusivamente de sefio- rites para adquirir los conocimientos b& sicos, siempre atendidas por monjas que ‘anteponian sobre todo la instruccién re- ligiosa, Muy pocas, como la sefiorita RE ‘Qules, podian continuar nas le da las gracias por haberie pro- porcionado los conocimientos y el ma- terial de trabajo. José Ferndndez le res~ ponde el agradecimiento por medio de tun sentido poema. Este manuscrito Unico (no se conoce: otro de la misma naturaleza) establece el nivel social de la autora, pues al tener tn maestro que [a instruyera, la familia. debja tener dinero, aunque pudo ser de clase media, ya que las aristécratas no ecesitaban trabajar y se dedicaban a hacer primores de bordado, a tocar el piano 0 a pintar gules encontré empleo; el clérigo del arzobispado de la Real Universidad de la Nueva Espafia, don Joaquin Echave cde Amurrio, reconocié sus aptitudes co- mo contadora y la recomend6 para que ejerciera el oficio en un convento ubica~ do dentro del Centro Historico. +

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