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UN SAN VALENTIN

PHARTIAN

Y CON CURVAS

[2]
Este es un regalo para todas las personas que me están
acompañando en este sueño. Tres cortas historias.
Las dos primeras, son con personajes de Phartian y está
escrita por dos personas muy especiales, amantes de la lectura
y que se han animado a escribir, dos historias llenas de amor,
pasión y humor. Y debo decir que han hecho un trabajo
estupendo, fantástico, a pesar, de que han tenido menos de
dos semanas para poder hacerlo. Las han escrito con mucho
cariño e ilusión.
Espero que las disfrutéis tanto como lo he hecho yo, al
leerlas. Gracias Lucy y Kelly
Y la tercera, es mía y es una pequeña historia sobre Louis,
el camarero “cotilla” de Curvas Maduras, sé que muchas
teníais ganas de leer su historia.

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LUCY ADAMS

Sembrando pasiones

[4]
A Xavi,

gracias por amarme tal y como soy y hacerme tan feliz.

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Capítulo 1

En sus 27 años de vida, jamás pensó que podría estar rodeada


de tanto tío bueno. Aquí, en Phartian, los hombres estaban
entre "para mojar pan" y "si fueras bollycao te comía hasta el
cromo". Y entre eso y los dos años que se había pasado en la
mugrienta cárcel de la Tierra, el resultado era que necesitaba
urgentemente que uno de estos maravillosos Phartians le
invitase a pasar la noche en su cama.

Pero en cambio, llevaba allí más de hora y media y lo único que


había conseguido era que se acercasen, la oliesen, pusieran
cara de decepción y se largasen sin siquiera un "Hola, ¿qué
tal?". Con lo que le estaban dando ganas de, muy
disimuladamente, olerse el sobaquillo por si acaso. Ya le
habían explicado por encima que los hombres de este planeta
elegían a sus compañeras por el olor, pero todo este rollo de
olerla la estaba poniendo de los nervios. ¿No podían acercarse,
hablar un rato y luego, ya, disimuladamente, olerla así como
quien no quiere la cosa? Como se acercase uno más de esa
manera, se iba a enterar de quién era ella. Parecía una cosita
dulce, tan pequeña con su 1'55cm, su pelo lacio rubio que le
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llegaba por debajo de las orejas y sus ojos negros enormes en
plan cachorrito, pero esa era precisamente su ventaja. La gente
no sabía que a pesar de su apariencia de hada de cuento,
cuando la cabreaban, se convertía en una mezcla entre
Satanás y el kraken.

Como veía que la cosa no pintaba bien, pensó que lo mejor


sería salir a tomar un poco el aire.

Después de un rato aireándose las ideas y la mala uva, cruzaba


cabizbaja la puerta de entrada cuando se dio de lleno contra
un muro. Bueno, un muro no, más bien contra un metro
noventa de puro músculo Phartian. Se cayó de culo,
literalmente.

Seguro que el tío iba siguiendo algún olorcillo y no la había


visto. Pues se iba a enterar de quién era ella, le daría tal
puñetazo en la nariz que no volvería a oler en lo que le quedaba
de vida.

Cuando alzó la vista se quedó con la boca abierta al ver


semejante espécimen.

-¡Ups! ¡Lo siento! ¿Estás bien?

Ella no podía contestar. Tenía delante al hombre más atractivo


que había visto nunca. Pelo largo suelto que le llegaba unos
centímetros por debajo de los hombros y de color rubio oscuro,
tirando a anaranjado; ojos estrechos de color verde rodeados
de largas pestañas un poco más oscuras que su pelo,
mandíbula fuerte y angulosa, labios no muy gruesos que le
estaban pidiendo un mordisco y un cuerpo vestido con una

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camisa gris claro y pantalón negro típicos de Phartian. Debajo
de esa ropa había un cuerpo delgado y fibroso y por lo que
podía recordar del choque, duro como una piedra.

Cuando el hombre se agachó para ayudarla a levantarse se dio


cuenta de que ella seguía en shock y que tenía que dejar de
babear y empezar a decir algo o la tomaría por lerda.

-Ven, te ayudo. ¿Te has hecho daño?- Hablaba agitado, como


si tuviese prisa.

-Gra…gracias. No, estoy bien.

Le tendió su mano, la ayudó a ponerse en pie y le dedicó una


sonrisa derrite-bragas.

Pero pronto esa sonrisa cayó y empezó a olfatear más


profundamente.

“Oh, no. ¡Ya estamos otra vez!” Pensó Amy frunciendo e ceño y
con la paciencia al límite.

-¡Mierda! ¡Eres mía, recuérdalo!

Y salió por la puerta, disparado.

Amy se quedó con la boca abierta una vez más.

Joder, este se había ido más rápido que los que la olían y no
decían nada. ¿Tan horrorizado se había quedado? ¿Tanta
importancia le daban al rollo de los olores?

Miró a un lado y a otro, comprobó que no la veía nadie y se olió


el sobaquillo. Nop, no olía mal. Se encogió de hombros.

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Se fue con Tracy, a ver si se le aclaraba un poco de qué iba
toda esta historia.

*****

Kaiel – Dirak sabía que mañana lo iba a pagar caro. Cuando


tienes una granja no puedes permitirte estar en fiestas hasta
tan tarde. Mañana los animales iban a necesitar sus cuidados
a la misma hora que siempre y él pasaba de largo su hora de
ir a dormir.

Por lo menos Zulnur – Maen se había quedado de guardia por


si Darela se ponía de parto. La buwck estaba a punto y su fiel
ayudante no dudó en quedarse en la granja por si acaso.

Estaba escaneando la multitud cuando vio a su mejor amigo,


Kahal – Ramek. Habían estudiado juntos durante la infancia y
cuando llegó la hora de escoger carrera, se separaron. Kahal,
tiró hacia las letras estudiando ciencias políticas y él había
tirado más hacia la ciencia y estudió veterinaria. Pero nunca
perdieron el contacto y seguían siendo los mejores amigos.

Kahal – Ramek era un poco más alto de Kaiel, de pelo negro


corto que siempre llevaba fijado hacia atrás. Sus ojos azules
eran perspicaces y siempre parecía estar analizando su
entorno. Como siempre, iba vestido impecablemente con una
camisa blanca impoluta y unos pantalones azul marino de

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pinza. Y llevaba esos zapatos de piel oscura jodidamente
incómodos.

Se acercó a él y lo saludó.

-Hola, Kahal.

-Hombre, Kaiel – Dirak. ¿Cómo tú por aquí a estas horas?

-Sí, lo sé, estoy fuera de mi horario, pero ¿quién puede


resistirse a la curiosidad de ver a las Terrícolas?

-Oh, sí, las Terrícolas…-dijo Kahal - Ramek meneando las


cejas arriba y abajo.

Kaiel se echó a reír. Su amigo siempre había perdido la cabeza


por las mujeres. Era un picaflor y eso era todo un logro con la
escasez de mujeres en Phartian.

-¿Cuántas probabilidades hay de que entre estas mujeres


estén nuestras compañeras? Es casi imposible, Kahal –
Ramek.

-¿Y quién dice que busco compañera?

-Tú sigue diciendo eso y serás el primero en caer.

-¿Yo? Por todas las piedras Airean, espero que no.

El tema derivó a viejas conquistas cuando a Kaiel le sonó una


alerta al celltop. Tenía un mensaje de Zulnur – Maen.

“Trae tu culo aquí ahora mismo, Darela está de parto.”

-Joder, me tengo que ir. Ya me contarás cómo acaba tu noche.

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-Nos vemos, hombre.

Kaiel salió volando de la sala y se dirigía a la puerta mientras


escribía una respuesta a su ayudante.

“Estoy de camin..” ¡Pum! Se chocó contra algo que salió


disparado hacia atrás.

-¡Ups! ¡Lo siento! ¿Estás bien? –se disculpó.

Se fijó en la Terrícola que había en el suelo y que se había


quedado con la boca abierta.

Tenía el pelo rubio que le llegaba justo por debajo de las orejas,
los ojos negros enormes, unos labios carnosos que le dan un
aspecto súper sensual. Iba vestida con un típico vestido
Phartian de color verde. Y estaba dándole un repaso tremendo.

Se acuclilló para ayudar a aquella cosita pequeña a levantarse.


Tenía prisa, así que le preguntaría si estaba bien y se largaría.
Darela lo necesitaba.

-Ven, te ayudo. ¿Te has hecho daño?

- Gra...gracias. No, estoy bien.

La ayudó a levantarse y entonces pudo verle bien el cuerpo. Uf,


lástima que tuviese que irse porque la Terrícola tenía unas
curvas que se moría por recorrer. Y con ese pensamiento le
mostró una sonrisa de esas patentadas que sabía
perfectamente el efecto que tenía en las mujeres.

Cogió aire para despedirse y enseguida notó el olor que


desprendía la mujer que tenía delante. Se quedó alucinado por

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un segundo y volvió a inspirar más profundamente.
Efectivamente, esa mujer olía a él.

No lo podía creer. Sus tatuajes empezaron a agitarse y a subir


de temperatura y notó que algo mucho más al sur también se
estaba agitando. Pero tenía que irse. ¡Joder! ¿No podría Darela
haber esperado un día más?

Lo único que quería era coger a la Terrícola, subírsela al


hombro y encerrarla en su habitación por los próximos días.
Pero no podía.

El celltop le volvió a avisar de que tenía otro mensaje. Tenía


que darse prisa.

-¡Mierda! ¡Eres mía, recuérdalo!

Y salió pitando de allí en dirección a su granja.

Dejarla allí fue lo más difícil que había hecho nunca. Todos sus
instintos le gritaban que volviese allí, que era un idiota. No, un
segundo, no eran sus instintos, era su jodido oiyu.

-¿Pero qué coño estás haciendo, idiota? ¡Vuelve ahí ahora


mismo! ¡Es nuestra compañera!

-Ya lo sé, mañana volveremos y la reclamaremos.

-¡¡¿Mañana?!! No, ahora. -su oiyu estaba horrorizado.

-Ahora no puede ser, Dirak. Tengo que ayudar a Darela. Pero


mañana vendremos y nos la llevaremos a casa. Unas horas
nada más y la tendremos para siempre.

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-Bueno, vale. Joder, cuando te he visto salir corriendo pensé que
huías de ella. Me has dado un susto de muerte.

Sí, el pánico en la voz había sido una pista bastante clara.

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Capítulo 2

Al llegar a la granja fue directamente a ver a Darela, pero a


medio camino se encontró con Zulnur-Maen.

El viejo llevaba con él desde hacía 5 años. Antes de eso había


trabajado como ayudante del anterior dueño de la granja
durante toda su vida adulta. Vivía con su mujer en una casita
que había dentro del terreno de la granja. Su mujer, Shila, fue
una de las pocas que había sobrevivido a la epidemia. Ella se
ocupaba de mantener las dos casas limpias y de las comidas.
La pareja había tenido una hija y un hijo. Pero la hija no fue
tan afortunada como Shila y la epidemia se la llevó.

Zulnur-Maen era de la misma estatura que Kaiel, tenía el pelo


rojo veteado con blanco a causa de la edad. Sus ojos negros
eran cálidos y siempre vestía con ropa de trabajo que consistía
en pantalones azul oscuro de tela gruesa, camisa con mangas
arremangadas y botas de piel. Y ahora mismo se acercaba a él
con un el ceño fruncido.

-¡Tú, insensato! ¿Por qué has tardado tanto?

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A Kaiel se le heló la sangre de las venas.

-¿Darela está bien?

-Sí, sí, ya ha parido. El cachorro no ha querido esperar. Ha


sido el parto más rápido al que he asistido. Todo ha ido bien.

-Buf, menos mal. -Kaiel se llevó la mano al pecho y frotó-


¿Entonces, porqué ese ceño? Me has asustado.

-Te lo mereces. Has tardado muchísimo. ¿Por qué?

-Estaba en la fiesta cuando me has avisado. He salido de ahí


todo lo rápido que he podido, pero me he tropezado con una
mujer y....Me voy.

-¡Ooh, sí! Por favor, dime que vamos a buscarla. -Su oiyu estaba
entusiasmado.

-Sí, vamos a buscarla.

-Muchacho, ¿qué...? ¡Oh! ¿Has conocido a tu compañera en la


fiesta de las Terrícolas? ¿Y qué haces aquí? ¿Por qué no estás
con ella?

-Pues no sé, ¿tal vez porque alguien me ha mandado un


mensaje diciéndome que trajese mi culo aquí?

Zulnur-Maen se puso serio.

-Conmigo no te pongas condescendiente. Yo no tengo la culpa


de que seas idiota.

-¿Lo ves? Te dije que eras un idiota.

Entre su oiyu y el viejo iban a volverlo loco.

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-Está bien, me largo.

Zulnur –Maen sonrió e hizo un baile obsceno meneando las


caderas y los brazos.

Kaiel iba a buscar a su mujer y...¡Mierda! Ni siquiera le había


preguntado su nombre. Peor, ni se había presentado. Tendría
suerte si la Terrícola no le daba una patada en culo.

*******

Amy estaba todavía en la fiesta, dándole vueltas al fugaz


encuentro con el Phartian escurridizo. No podía creer que aun
sabiendo que era su compañera se hubiese ido de esa forma.
Otro hombre que la dejaba tirada.

En la Tierra, ella había estado saliendo con Jack, un chico que


conoció en la boutique que tenía donde vendía sus diseños de
ropa para mujeres y hombres. Ella había estudiado diseño de
moda en la universidad y cuando descubrió en Historia de la
moda a Chanel, Prada, Yves Saint Laurent, Dolce Gabanna,
etc. decidió que esos formarían el panteón de su nueva religión.
Eran sus Dioses y su máxima aspiración. Ella había trabajado
muy duro para cumplir su sueño y conocer a ese desgraciado
le había costado todo. Al principio todo había ido muy bien.

Jack siempre era muy agradable y cariñoso y eso la hizo


confiar en él. Después de un año de salir juntos, un día vino a
su boutique y le dijo que le guardase un paquete, que tenía
que hacer unos recados y volvería por él en unas horas. Ella
se lo guardó como tonta que era. No tardó ni dos horas en
darse cuenta de que había cometido el mayor error de su vida.

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Las autoridades se presentaron en su boutique y le
presentaron una orden de registro de la propiedad. La sorpresa
que se llevó cuando abrieron el paquete y sacó un montón de
joyas, fue mayúscula. El policía le dijo que les había llegado un
chivatazo informando que ella había sido la autora del robo de
las joyas y que las tenía guardadas en un paquete en su tienda.

La acusaron de robo. Y la cosa se complicó cuando su abogada


le comunicó que la propietaria de las joyas había muerto
durante el robo y que, para más inri, era la esposa de un
importante político de la ciudad.

La abogada no pudo encontrar a su novio, ya que no existía


ningún Jack Seinfield y la condenaron a cadena perpetua.

Aquella sí que fue una lección de vida.

Ahora que había dejado todo eso atrás, quería volver a diseñar
y coser. Tal vez aquí pudiese hacer algo por la moda de esta
gente, porque necesitaban urgentemente un cambio de estilo.
Iban todos vestidos igual, pero de diferentes colores. Le
picaban las manos por coger una libreta y empezar a esbozar
sus ideas.

Cuando ese Phartian escurridizo volviese, si es que volvía, le


iba a explicar que lo que ella quería hacer. Le iba a decir que
quería diseñar y montar un negocio a partir de ahí.

Ya se lo estaba imaginando, abriendo un nuevo taller de


costura aquí en la ciudad, donde podrían venir los Phartians a
comprar sus creaciones. Y ella volvería a vestirse con sus
modelitos, siempre a la última, volvería a ser aquella chica de

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ciudad que juraba por Chanel y rezaba a Dior. Y todo de la
mano de aquel guapísimo Phartian, al que vestiría con sus
mejores diseños para que fuese a trabajar.

Estaba pensando en si estaría mejor vestido con sus modelos


o desnudo cuando sintió una presencia detrás de ella. Se dio
la vuelta y ahí estaba, ese pedazo de hombre con su pelo largo
y esa cara que tenía que dolerle de lo guapo que era.

-Hola, preciosa, soy Kaiel. Y tú, eres mi compañera. He venido


a reclamarte.

Si se lo decía con esa voz grave y la sonrisa derritebragas,


¿quién era ella, para negárselo?

-Hola, me llamo Amy. Encantadísima de conocerte. -dijo Amy


sonriendo.

Se acercó a él y se puso de puntillas, alzando la cara para que


le diese ese beso de reclamo. Y él no lo dudó.

La besó, un beso tierno en los labios para luego tantear con su


lengua e introducírsela en la boca. Con una mano la cogió por
la cintura y con la otra le agarró la nuca. Ella puso las manos
en esos duros pectorales y lo acarició. El beso se iba
profundizando y ella cada vez tenía más calor.

Cuando se separaron tenían las respiraciones alteradas y


cuando él volvió a sonreír, el corazón se saltó un par de latidos.
Madre mía, esa sonrisa iba a matarla.

-¿Vamos a mi cuarto?

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No es que ella fuese siempre así de rápido, pero es que aquellos
dos años que había pasado en prisión habían sido jodidamente
largos. Y el hombre que tenía delante estaba para parar un
tren.

Y esa sonrisa....la lujuria que veía en sus ojos....tenían que irse


a la habitación ya o se iba a morir de combustión espontánea.

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Capítulo 3

Cuando llegaron a la habitación de Amy, Kaiel estaba pletórico.


No sólo no estaba enfadada con él, sino que había dejado que
la besara y lo había llevado a la intimidad de su habitación.
Era un cabrón con suerte.

La habitación contenía lo justo y necesario: una cama grande,


una mesita de noche, un armario y un tocador. Las paredes
eran blancas y el mobiliario, de madera oscura. Tenía una
ventana que daba a la calle principal.

Y lo más bonito que había visto nunca estaba de pie, justo


enfrente de él. Su Amy. Tenía un cuerpo que se moría por
recorrer con la boca y las manos. Esas curvas lo estaban
volviendo loco y quería verlas sin nada de ropa encima.

Se acercó a ella sonriendo y alargó la mano. Le acarició la


mejilla con el dorso de sus dedos y notó la suavidad de su piel.
Le cogió de la nuca y la acercó más para besarla.

Sus labios eran suaves y mullidos, y le daban la bienvenida a


los suyos, así como a su lengua. La besaba despacio pero
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pronto ella empezó a subir la velocidad del beso y con ello, su
temperatura.

-Esta mujer es puro fuego, ¡me encanta! Venga, quiero salir y


hacerla nuestra.

-“Cállate, ya tendrás tu oportunidad. Déjame disfrutarla.”

-Cabrón.

Se olvidó de su oiyu y siguió besándola.

Ella empezó a acariciar su espalda arriba y abajo y bajó un


poco más. Lo agarró de las nalgas, las estrujó y lo pegó a ella
haciendo que su polla, ya dura, se aplastase contra el
estómago de Amy.

Él emitió un gruñido de satisfacción y empezó a caminar


llevándola bien pegada hacia la cama sin romper el beso.

Cuando quedaron junto a los pies de la cama, ella rompió el


beso y empezó a desabotonarle la camisa con impaciencia.
Estaba tan ansiosa como su oiyu y ese pensamiento le hizo
sonreír.

Le quitó la camisa bajándosela por los hombros y la dejó caer


al suelo. Le acarició los hombros, bajó por los brazos y volvió a
subir. Le tocó las clavículas, fue hacia los pectorales y le besó
en el centro. Kaiel echó la cabeza hacia atrás, se dejaría hacer
lo que ella quisiese.

Ella fue hacia un pezón y pasó su lengua por encima. Kaiel se


estremeció cuando sopló y mordió ligeramente. Lo estaba
poniendo al rojo vivo y no sabía si iba a aguantar mucho más.
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Así que cuando le prodigó la misma atención al otro pezón y
empezó a arrodillarse encima de la cama mientras pasaba la
lengua por sus abdominales, tuvo que frenarla o se dejaría en
ridículo.

-Espera, preciosa. Quiero desnudarte primero. – le dijo dándole


un ligero beso en los labios.

Ella le enseñó una sonrisa maliciosa, le apartó lo brazos y


siguió como si no la hubiese interrumpido.

Se arrodilló en la cama y le quitó la botas, luego los calcetines.


Puso sus manos en las espinillas y empezó a subirlas despacio
hasta la cinturilla del pantalón. Verla allí arrodillada estaba
haciendo estragos en él.

Amy acercó su nariz a su entrepierna y así lo acarició. Se


separó y le desabrochó el pantalón. Se lo bajó por las piernas
y él dio un paso fuera. Las manos de Amy fueron a por su ropa
interior y se la quitó mirándolo a los ojos. Cuando estuvo
completamente desnudo ella miró hacia su erección.

Ella se lamió los labios y le cogió el pene un con una mano y


con la otra se apoyó en su muslo, cerca de sus bolas. Sacó la
lengua y la pasó por la cabeza inflamada. El placer lo recorrió
y tuvo que cerrar los ojos para concentrarse.

-¡Aaaaah, Amy!

Ella empezó a dar lamidas largas por toda su polla y cuando


estuvo toda húmeda se la metió en la boca y chupó. Kaiel puso
su mano sobre el pelo corto de Amy y lo acarició. Lo que ella

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estaba haciéndole era una tortura. Estaba deseando dejarse ir,
pero tenía que aguantar hasta estar dentro de ella.

Miró hacia abajo y la vio mirándolo. Era la cosa más erótica


que había visto nunca.

Ella se sacó la polla de la boca y empezó a masturbarlo


mientras llevó la boca a sus bolas. Tuvo que hacer un esfuerzo
para no acabar en ese mismo momento.

-Para o esto se acabará aquí, preciosa.

Amy paró y se levantó. Empezó a desvestirse rápidamente,


dejándole ver su cuerpo y excitándolo más.

Cuando estuvo desnuda, le cogió la mano y mientras la besaba


la ayudó a tumbarse. Ahora era su turno.

Se estiró encima de ella y con la rodilla le empujó las piernas


abiertas para acodarse en medio. Le tocó un pecho y lo amasó.
No eran grandes, pero eran suaves, tersos, y sus oscuros
pezones estaban duros. Se apoyó en un codo mientras empezó
a jugar con un pezón y le besaba el cuello. Ella empezó a jadear
y le acarició la espalda.

Bajó la mano pasando por su costado hasta la rodilla y ahí


empezó a subirla por el interior del muslo hasta su centro
caliente. Los labios desnudos de su coño estaban resbaladizos
y los separó sin dificultad. Acarició su humedad hacia arriba
encontrando su clítoris y lo frotó despacio en círculos.

-Aaaaah, sí. Sigue, sigue.

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Levantó la cabeza de su cuello y vio a Amy tirando su cabeza
hacia atrás y la boca abierta, jadeando.

Siguió frotándole el clítoris, llevó su boca a un pecho y


succionó el pezón, mordisqueándolo después. Notó como ella
se ponía más húmeda y dejo su clítoris para introducir un dedo
en su coño. Estaba estrecha, tendría que ir con cuidado
cuando la penetrase. Hizo círculos con el dedo dentro de ella y
buscó su punto G. Cuando lo encontró, lo acarició y presionó
un poco.

- ¡Oh, Dios! Te necesito dentro, necesito tu polla, ¡ya!

Amy se removía debajo de él y quiso complacerla. Sacó su


dedo, se agarró el pene con una mano y se posicionó en su
entrada. Pasó su glande por su humedad arriba y abajo para
humedecerlo y cuando estuvo satisfecho, empezó a penetrarla.

-Estás muy apretada, iré despacio aunque me muera por


follarte rápido y duro.

Amy subió sus piernas y lo abrazó con ellas, dejándole el


camino libre para hacer lo que quisiese. Pero él se contuvo y
siguió penetrándola despacio hasta que estuvo enterrado por
completo en ella.

Paró y la miró a la cara. Tenía las mejillas enrojecidas y el pelo


un poco despeinado. Sus ojos estaban entrecerrados por la
pasión y sonreía. Él le sonrió de vuelta y empezó a moverse
despacio, saliéndose casi del todo y volviendo a entrar.
Apoyado en un codo, puso su otra mano debajo del culo de
Amy y la sujetó.

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Siguió con ese ritmo hasta que ella empezó a empujarle el culo
con los pies, señal que necesitaba más velocidad. Las uñas de
Amy se clavaron en un espalda y jadeaba más.

Él embistió con más fuerza pero con la misma velocidad y la


besó, mezclando los gemidos de placer con los de ella.

De repente notó que ella se tensaba y arqueaba ligeramente la


espalda. Separó sus bocas y la miró a los ojos.

-Me…me voy a correr…síiiiiii. – dijo Amy cerrando los ojos con


fuerza.

Cuando sintió las contracciones de su coño no lo pudo


posponer más. Su placer subió por sus pies hasta la base de
su columna vertebral e inundó sus bolas.Se corrió con ella
entre gritos y rugidos con la cabeza echada hacia atrás.

Cuando acabó, se desplomó encima de ella intentando no


chafarla mucho. Metió la cabeza en el hueco de su cuello y
repartió unos cuantos besos ahí.

Había sido el mejor sexo de su vida.

*****

Amy estaba espatarrada con Kaiel encima. La estaba chafando


un poco, pero compensaban esos besitos tiernos que le
repartía por el cuello.

-¿Te estoy chafando mucho, preciosa?

Amy se rió.

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-Un poco, pero vale la pena. Me gusta estar así. – Amy empezó
a acariciarle la espalda.

-Me gusta que te guste. –dijo Kaiel y notó como sonreía en su


cuello.

Se quedaron en silencio un rato más mientras Amy pensaba


en el sexo que acaba de experimentar.

Ella había llevado la batuta la mayoría del tiempo, eso le


gustaba. La próxima vez dejaría que él llevase la voz cantante
porque a ella le gustaba ir intercambiando roles, a veces pasiva
y otras activa, dependía de su humor.

Con Jack ella siempre tenía que ser la pasiva y eso a veces
estaba bien, pero otras le hubiese gustado atarlo a la cama y
hacerle lo que le apeteciese….si es que le daba tiempo. Jack
era de fácil disparo y siempre se quedaba con las ganas. Lo
aguantaba sexualmente porque en el sexo oral era un maestro.
Lo que le faltaba en resistencia lo compensaba con la lengua.

Pero este Phartian no tenía problemas de resistencia, la había


dejado bien satisfecha. No recordaba la última vez que había
tenido un orgasmo con penetración, tal vez desde la
universidad…

Sus pensamientos fueron cortados por un ruido en la


habitación seguido por una caricia en su pie.

-¿Pero qué…? ¡¡Aaaaarg!!

Empujó lejos a Kaiel y se sentó en la cama. Buscó la sábana


con la mano y se tapó.

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No podía creer lo que estaba viendo. Había un hombre desnudo
con una rodilla en el pie del colchón y tenía la misma sonrisa
asesina que Kaiel.

No, no sólo la misma sonrisa, era absolutamente idéntico. El


mismo pelo largo rubio rojizo, los mismos ojos verdes
estrechos, alto, fibroso…¡y la misma erección que Kaiel tenía
hacía un rato! No se lo podía creer.

-¡Tú, engreído hijo de perra! ¡¿Te has traído a tu hermano?! Oh,


Dios, ¿cuánto rato lleva ahí?

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Capítulo 4

Amy estaba furiosa. Estaba fulminando a un desconcertado


Kaiel con la mirada y al cerdo de su hermano. ¿Creían que
follaría con los dos? ¿Era una tradición o algo así de este
planeta? ¿Tal vez era la compañera de los dos?

Le daba vueltas la cabeza con tanta pregunta.

-¿Hermano? No es mi hermano, es mi oiyu, Dirak.- dijo Kaiel


frunciendo el ceño.

Oiyu…ella había oído algo sobre un oiyu antes y le había


preguntado a Tracy si ella sabía quién era, pero su amiga
estaba tan perdida como ella.

-¿Oiyu? ¿Y quién se supone que es?

-Oh, tío, ¿nadie se lo ha dicho? – el segundo Kaiel tenía la voz


un poco más grave que el Kaiel original y algo en su postura
era ligeramente diferente.- Yo te lo explicaré, Amy. Los
hombres de Phartian, cunado encuentran a su compañera y
tienen relaciones sexuales por primera vez, tras su orgasmo,
liberan al oiyu. Se desdoblan, ¿entiendes?

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Amy asintió con la cabeza.

- Yo soy Dirak, el oiyu de Kaiel. Formo parte de él, somos uno


mismo. Los dos somos tuyos y tú eres nuestra. Ahora vamos a
reclamarte juntos.

Amy entendía el concepto y lo aceptaba, pero estaba cabreada.


¿Por qué nadie le había dicho nada? Estas cosas se avisan,
coño.

-Me parece que lo estás empeorando, Dirak. – dijo Kaiel.

-¿Empeorando? Yo por lo menos se lo estoy explicando y llevo


aquí menos de cinco minutos. ¿Cuándo pensabas explicárselo?

-No pensé que tuviese que explicárselo, joder. Di por hecho que
lo sabía.- Kaiel estaba ahora junto a Dirak con las manos en
las caderas y…completamente desnudo. – Sino hubiese sido lo
primero que le hubiese dicho, no soy idiota.

-Pues creo que sí lo eres.

Dirak tenía los brazos cruzados sobre el pecho, enfrentándose


a Kaiel. Y estaba desnudo, también. Un hecho que ellos
parecían ignorar pero de lo que Amy era totalmente consciente.

-Eras tú el que me estabas dando prisas hace un rato. No te


he oído preguntar si ella sabía que ibas a aparecer.

-Entonces, ¿qué? ¿Crees que yo también tengo la culpa?

-¿Cómo que también? Eso significa que crees que yo la tengo


y no es así.

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Ellos seguían discutiendo y gesticulando y Amy no podía dejar
de mirarlos. Era todo un espectáculo. Se estaban cabreando e
iban apretando y aflojando partes del cuerpo. Los músculos se
les estaban poniendo rígidos y las venas del cuerpo se les
marcaban. Tenían los ceños fruncidos y los ojos entrecerrados.

Amy se lamentaba por no tener una pequeña piscina llena de


aceite. Se estaba poniendo muy cachonda y ya no recordaba
porqué estaba enfadada hacía un momento.

-¡Chicos, chicos! – gritó.

Los dos se congelaron en el lugar. Se volvieron lentamente


hacia ella.

Amy sonrió maliciosamente.

- Ya lo aclararéis luego. Mami está cachonda. ¿Jugamos los


tres juntos?

-Oh, sí, ya lo creo, nena.

Dirak se subió a la cama y tiró de la sábana con la que Amy se


tapaba. Se abalanzó hacia delante tumbándola y encerrándola
debajo de su cuerpo.

Amy empezó a reírse y notó cómo se hundía el colchón a su


lado. Miró y vio a Kaiel de rodillas acariciándose la polla
mientras se retiraba la melena desde la frente hacia atrás.
Aquello era muy sexy.

Dirak se levantó de la cama y llamó a Kaiel.

[30]
-Siéntate en la cama con los pies en el suelo. Quiero que la
cojas y le abras las piernas.

Esa voz tan grave dando órdenes la puso húmeda.

Kaiel obedeció y la sentó encima. Amy apoyó la espalda contra


el pecho de Kaiel y él le abrió las piernas.

Dirak se agachó un poco para besarla. La había cogido del pelo


de la nuca y la obligó a echar la cabeza hacia atrás para
apoderarse de su boca.

Su beso era profundo y dominante. La obligaba a seguir el


ritmo que él imponía o le daba un tironcito del pelo. A ella le
encantaba. Kaiel le estaba amasando los pechos y jugaba con
sus pezones. Esto era más divertido y caliente de lo que ella se
esperaba.

Dirak dejó su boca, se arrodilló, le abrió bien las piernas y sin


ceremonias, empezó a lamer su coño. Amy notaba la polla dura
de Kaiel contra su espalda mientras Dirak hacía círculos con
su lengua alrededor de su clítoris.

-Aaaaaah, aaaaah, Dirak, ¡sí!

Kaiel seguía pellizcando sus pezones cuando Dirak, sin dejar


de chupar su clítoris, le introdujo dos dedos en su coño y ella
explotó.

Fue un orgasmo rápido y fuerte. Pero ella se notaba un poco


extraña, estaba muy caliente, necesitaba sentirse llena por
estos hombres.

[31]
-Me siento extraña. Estoy deseando que me folléis, pero acabo
de correrme. Esto no me había pasado nunca.

-Es por mi saliva, amor. – Dirak le explicó. – El aium es


afrodisíaco y es muy lubricante. Nos ayudará para prepararte
para el sexo anal.

-Está bien. Estoy disfrutando mucho, no quiero que acabe.

Kaiel y Dirak rieron.

-Kaiel, túmbate en la cama. Amy, de rodillas entre sus piernas.

Ellos obedecieron. Amy estaba de rodillas observando a Kaiel.


Tenía el pene apoyado en el vientre, con las piernas
ligeramente abiertas, el pelo un poco despeinado, las mejillas
un poco ruborizadas por la pasión y los ojos entrecerrados por
la lujuria.

Sintió a Dirak detrás de ella y le susurró en la oreja.

-Quiero que le chupes la polla. ¿Sabes que le ha encantado


cómo se lo has hecho antes? Lo has vuelto loco. Y sé que a ti
también te ha gustado.

A Amy le recorrió un escalofrío de excitación, los pezones de le


endurecieron y se lamió los labios. Kaiel soltó un pequeño
quejido al verla. Miró el pene de Kaiel, que era largo y grueso,
descansado sobre el vientre. Le llegaba casi al ombligo. Era
bonita y se moría por llevársela a la boca otra vez. Se dobló y
empezó a chuparla.

Dirak se posicionó detrás de ella y le besó una de sus nalgas,


la mordió ligeramente y la amasó. Fue besando sus nalgas y
[32]
las abrió. Sintió un lametón en su ano y gimió alrededor de la
polla de Kaiel, que acariciaba su pelo y jadeaba.

Dirak lamió su ano hasta dejarlo bien húmedo y le introdujo


un poco la lengua. Siguió un rato y se incorporó. Se posicionó
detrás de ella e hizo algo que no se esperaba, penetró su coño
de una sola estocada y con fuerza.

Ella gritó de placer con la polla de Kaiel en su boca. Dirak la


cogió fuerte por las caderas y empezó a follarla duro y
profundo.

Ella casi no podía concentrarse en chupar a Kaiel cuando notó


que Dirak introducía poco a poco un dedo dentro de su ano.
No era su primera vez en el sexo anal aunque de eso hacía
mucho tiempo. La dilató primero con un dedo y luego con dos.

El placer era casi excesivo, estaba apunto de correrse otra vez.


Pero todo paró en un instante. Dirak salió de ella mientras le
besaba la columna vertebral y cuando le mordió un hombro
suavemente, la incitó a que soltase la polla de Kaiel.

Se incorporaron juntos y Dirak la alzó y la puso a horcajadas


encima de Kaiel.

-Ven, preciosa, ahora te follaremos los dos juntos. - dijo Kaiel


acercándola a su polla.

Se posicionó y bajó sintiendo el pene de Kaiel llenándola. Dirak


presionó una mano entre sus hombros haciendo que se
tumbase encima de Kaiel.

[33]
Dirak se colocó detrás de ella y presionó la cabeza de su pene
en su ano. Ella se relajó porque sabía que eso era lo mejor que
podía hacer y el glande entró sin problemas. Empezaba a
sentirse muy llena.

Kaiel la animaba diciéndole lo bien que lo estaba haciendo, que


era preciosa y sexy, que se no podía creer la suerte que había
tenido encontrándola, y todo eso mientras le daba besos dulces
en la cabeza y le acariciaba la espalda.

Dirak había avanzado y estaba enterrado profundamente en


ella. Se quedó quieto y suspiró.

-Ya estamos los dos dentro de ti, amor. Ya pasó lo más difícil.
¿Estás bien?

-Sí, me siento llena a reventar, pero no me duele.

Dirak esperó un tiempo a que ella se adaptase a su tamaño y


empezó a salir. Cuando volvió a entrar, Kaiel empezó a salir y
así sucesivamente y a un ritmo suave.

El placer la encontró, estaban siendo tiernos y delicados con


ella y se derritió entre sus dos amantes.

Kaiel le levantó la cara y la besó, tragándose sus gemidos. Fue


un beso de posesión y agradecimiento, le estaba diciendo que
era suya y le daba las gracias por aceptarlo.

El ritmo aumentó y ella sabía que iba a explotar. Notaba una


presión que iba creciendo y la volvía loca. Empezaron a follarla
en serio, el sonido de la carne golpeando la carne llenaba el
ambiente y los gemidos subían de volumen.

[34]
-Córrete, amor, sé nuestra. – le susurró Dirak después de
morderle el hombro mientras Kaiel la besaba una vez más.

No necesitó nada más. Se corrió como nunca lo había hecho.


Gritó y gritó hasta casi quedarse afónica y se estremeció
cuando sintió el calor del semen, primero de Dirak y segundos
después de Kaiel, quienes gruñeron sus orgasmos con
satisfacción.

Dirak se separó de ella y la separó de Kaiel, tumbándola de


lado entre los dos, abrazándola y besándola. Kaiel se acercó a
ella y la abrazó por detrás, besándole el hombro.

-Descansa, preciosa. Has estado fantástica. – le dijo Kaiel.

Amy pensó que podría acostumbrarse a esto rápidamente.

[35]
Capítulo 5

Amy se despertó apretujada entre dos cuerpos que


desprendían calor. Entreabrió los ojos y sonrió. Tenía delante
a uno de sus compañeros, aunque no sabía decir a cual de
ellos. Los diferenciaba sólo si estaban despiertos, ya que Dirak
tenía la voz más grave y era más dominante.

Pensó en la noche anterior y en que había sido el mejor sexo


de toda su vida. Había tenido a tres amantes antes, pero esta
nueva experiencia las había supeado a todas. Dos hombres
para ella solita, uno dominante y el otro…bueno, Kaiel no era
sumiso, pero digamos que se dejaba hacer. Estaba encantada.

Notó unos besos en su hombro y cómo uno de sus Phartians


aspiraba la fragancia de su pelo.

-Buenos días, amor. – le susurró desde atrás una voz grave.

Ese era Dirak, por lo tanto, tenía a Kaiel en frente.

-Buenos días, nene.

[36]
Kaiel se removió y entreabrió un ojo. Cuando la vio, sonrió.
Pero no duró mucho.

-¡Mierda! ¡Me he dormido!

Kaiel se levantó de la cama de un salto y empezó a buscar su


ropa.

-Joder, qué aguafiestas eres. ¿No podemos quedarnos un ratito


más? – dijo Dirak remoloneando en la cama junto a Amy.

-No, tenía que haberme ido hace horas. – Se volvió hacia Amy-
Preciosa, vendré a buscarte este mediodía, cuando acabe mis
tareas. Así tienes tiempo de recoger tus cosas y despedirte de
tus amigas.

-¿A dónde voy?

Amy esperaba que a casa con ellos y Kaiel no la defraudó.

-Eres mi compañera…

-¡Ejem! – Dirak frunció el ceño.

Kaiel puso los ojos en blanco y prosiguió.

-Eres nuestra compañera –hizo énfasis en “nuestra”- y


queremos que vivas con nosotros.- Kaiel acabó de vestirse y se
acercó a Amy.- ¿Te gustaría?

-Sí, claro que sí.

Amy no podía dejar de sonreír mientas Kaiel le repartía besos


por toda la cara.

[37]
- Dirak, tienes que volver a mí. Amy, cuando quieras estar con
Dirak, sólo tienes que invocarlo y aparecerá. Pero no puede
estar fuera de mí todo el tiempo, ¿de acuerdo?

- Sí, de acuerdo. Te echaré de menos, Dirak.

Amy se levantó de la cama, abrazó a Dirak y dejó que la besara.


Cuando se separaron, Dirak volvió a Kaiel diciendo:

-Llámame más tarde y vendré a ti, amor.

Kaiel se acercó a ella y la envolvió con sus brazos. La besó


tiernamente y le acarició la nariz con la suya.

-Volveré en unas horas. Te llevaré a comer a un restaurante de


la ciudad y después a casa. Ya te echo de menos.

-Y yo a ti.

Se dieron otro beso y Kaiel se fue.

Amy se fue a la ducha más contenta que unas castañuelas.


Primero una ducha y luego a desayunar con sus amigas.

*****

Kaiel llevaba a Amy, cogida de la mano, de vuelta al dayinr


después de comer en su restaurante favorito. Miraba a Amy
mientras paseaban y sabía con toda certeza que se estaba
enamorando de ella.

Anoche en la cama, no sólo lo había aceptado a él, sino


también a su oiyu. Al principio se había molestado, pero

[38]
enseguida lo entendió y les dio la bienvenida a su cuerpo. La
sensación de estar con su compañera y su oiyu había sido más
que perfecta. Nunca había sentido tanto placer...y sentir el
placer de ella fue increíble. Le encantó que ella fuese tan
pasional, fogosa, caliente...le faltaban los adjetivos.

A mediodía, como le había dicho, fue a buscarla para llevarla


a comer y vio su lado sensible. Se había despedido de sus dos
amigas, Tracy y Caro diciéndoles que las quería y que
volverían a verse pronto. Aguantó las lágrimas como una
campeona mientras se abrazan las tres juntas. Su compañera
era valiente y sensible.

En el restaurante ella decidió que Kaiel pidiese por los dos ya


que no entendía lo que ponía en la carta, así que él pidió un
menú degustación para que ella empezase a saber qué era lo
que le gustaba y qué no. Amy había comido de todo, le había
gustado todo y no había dejado nada en su plato. Como la vio
tan complacida le pidió un postre dulce que consistía en un
bizcochito relleno de crema que a ella le encantó. Por lo tanto
aprendió que su compañera tenía buen apetito, no le hacía
ascos a nada y que además era golosa.

Y mientras degustaban toda esa comida habían hablado de


todo un poco.

Él le contó que cuando era pequeño, era muy travieso y que


su madre siempre tenía que reñirle por llegar a casa con la
ropa llena de suciedad. Ella, explicó que cuando era pequeña
le gustaba vestir a su muñeca y peinarla, para después volver
a desnudarla y volver a vestirla y así hasta que su madre la
[39]
llamaba. Él le contó sobre la epidemia y lo mal que lo pasaron
su padre y él cuando murió su madre. Ella le explicó que sus
padres seguían en la Tierra pero que no le hablaban a causa
de haber estado en la cárcel y le explicó porqué estuvo en la
cárcel. También que había estudiado diseño de moda y sus
sueños. Él le narró su experiencia en la universidad y de
porqué había escogido veterinaria...y ahí tuvo que dejar de
hablar porque ella empezó a gemir de placer por el sabor de su
postre y la sangre se le bajó a su otra cabeza.

Y después de descubrir todas esas cosas de su compañera,


entendía por qué su química Phartian había querido
emparejarlos. Era su mujer ideal.

-Uff, te va a salir humo de la cabeza por pensar tanto. -dijo


Amy sonriendo mientras se metía en el dayinr.

-¿Humo?

-Es una expresión de mi planeta. - Amy soltó una risita y a


Kaiel el corazón se le saltó un latido.- Déjalo, ¿en qué piensas?

-En que me encanta todo de ti.

Amy se puso roja y fue Kaiel quién se rió.

*****

Amy se derritió con las palabras de Kaiel. Tenía unas ganas


locas de llegar a su casa, reclamar a Dirak y probar todas las
superficies de la casa los tres juntos.

Iban en un agradable silencio, con Kaiel posando su mano en


el muslo de Amy cada vez que le era posible.
[40]
Amy pensaba en todo lo que Kaiel le había contado de su vida,
su infancia, la muerte de su madre y su época en la
universidad.

Un veterinario, ¿quién lo iba a imaginar? No le había contado


dónde trabajaba ahora, pero ella imaginaba que en una clínica
para animales aquí en la ciudad. Eso estaba bien, a ella le
gustaban los animales de la Tierra.

Cuando era pequeña, había tenido un perro que había amado


con toda su alma. Al ser hija única muchas veces no tenía con
quién jugar y ese perro había sido un gran compañero de
juegos. Sonrió al recordar las veces que había cogido ropa y
complementos de su madre y se los había puesto al perro.
También le pintaba las uñas, lo peinaba y le ponía lacitos. Se
preguntaba si había algún animal aquí que se pareciese a los
perros de la Tierra.

Cuando volvió de sus pensamientos vio que habían dejado la


ciudad atrás y que todo lo que veía eran campos y carretera.
Raro. ¿A dónde la estaba llevando? Creía que había dicho que
iban a su casa....

"Ay, no. No no no. ¡¿No vivirá en las afueras?!" ¿Cómo iba a


hacer ella para ir y venir a su tienda cuando pusiese en marcha
su proyecto? "Bueno, cálmate, siempre puedes aprender a
conducir un chisme de estos."

Se estaba poniendo muy nerviosa, cada vez estaban más lejos


de la ciudad. Había pasado más o menos media hora desde
que había visto la última casa.

[41]
Kaiel cogió un camino asfaltado a la izquierda y siguió unos
cinco minutos. A lo lejos ella estaba vislumbrando
algo....algo...no podía creer lo que estaba viendo. ¡Eso se
parecía mucho a una granja! Joder, joder.

"Dioses de la moda, por favor por favor por favor, que estemos
yendo a ver a un amigo, familiar, cliente.... ¡Eso es! Él es
veterinario, seguro que viene a ver a algún cliente con un
animalito enfermo. Por favor por favor por favor."

Kaiel estacionó delante de una casa blanca y se bajó. Fue a su


lado, le abrió la puerta y la ayudó a salir.

-Bienvenida a tu nuevo hogar. -dijo Kaiel sonriendo.- Ven, te


enseñaré la casa y después el resto de la propiedad.

La cogió de la mano y la acompañó hacia la casa. Esta tenía


un precioso porche de madera con una especie de columpio-
cama de color blanco, también. A los lados de la puerta habían
diversas planta autóctonas.

Al entrar la recibió un bonito salón con un sofá enorme en piel


gris oscura, un mueble con estanterías con varias fotografías y
objetos que ella supuso que eran recuerdos, un aparato de ocio
y una mesita baja. Las paredes eran blancas y habían varios
cuadros colgados.

Siguieron recorriendo la casa entera, que consistía en una


amplia cocina en tonos blancos, un comedor, un baño con
todos los lujos y tres dormitorios. El dormitorio principal tenía
las paredes blancas, una cama enorme con una colcha azul

[42]
marino, dos mesitas de noche a juego con la cama, un armario
y una cómoda.

Salieron a la terraza trasera y siguieron un caminito que los


llevó al establo. Lo rodearon y pasaron junto a lo que ella
supuso era una especie de cuadra. Y detrás de esta,
había....¡una pocilga! ¡Puaj!

-Más al oeste está la casa de Zulnur -Maen y su compañera,


Shila. Me ayudan con la granja. Ya los conocerás más tarde.
Bueno, ¿qué te parece?

Estaba horrorizada.

Se le había caído el alma a los pies. Él esperaba que ella dijese


algo, pero estaba muda. Así intentó sonreír y le salió algo
parecido a una mueca.

-Amy, ¿no te gusta?

Tuvo que obligarse a decir algo.

-Eeeh, esto....es una granja...

-Sí, es una granja.

Kaiel tenía el ceño fruncido, como si no entendiese su reacción.

¡Qué horror! Ella era una chica de ciudad, ¿cómo se suponía


que iba a vivir en una granja? Le estaba subiendo el tufillo de
lo que ella pensó eran el equivalente terrícola de los cerdos a
la nariz e iba a vomitar.

-Yo...verás, Kaiel...no te lo tomes a mal, pero...es que...

[43]
-No te gusta. -Kaiel dejó caer los hombros y sus ojos estaban
tristes.- ¿Es porque es una granja o no te gusta la casa? La
podemos reformar, si quieres, a tu gusto. Quiero que estés
cómoda aquí, este es tu hogar. Quiero que seas feliz.

Kaiel la cogía de las mejillas. Le estaba rompiendo el corazón


viéndolo tan decaído y verlo intentado complacerla para que
estuviese contenta. Era una estúpida. ¿Qué importaba si era
un granjero o un empresario? Él quería hacerla feliz...

Sonrió a Kaiel, una sonrisa de verdad. Se acercó a él para


besarlo y....un cosa peluda le rozó la pierna y ella gritó. Fue un
grito de puro pánico.

-¡¡Aaaaaaaaagrrrrh!!

Pegó un salto hacia un lado, tropezó con una piedra, chocó


contra una valla y cayó de cabeza en la pocilga.

-¡¡Amy!! -Kaiel se acercó de prisa y saltó la pequeña valla. Se


agachó y la ayudó a levantarse. - ¿Estás bien?

-Sí, no...no me he hecho daño, pero estoy...llena de mierda,


¡aaaarghh!

A Kaiel le temblaban las comisuras de los labios. ¡Se estaba


aguantando la risa, el muy cabrón!

*****

Esta era la cosa más graciosa que había visto nunca. Su pobre
compañera estaba cubierta de barro mezclado con las
defecaciones de sus seis grikses. Ahora que sabía que no se
había hecho daño le estaba entrando la risa, pero ella estaba
[44]
horrorizada y no podía reírse o estaba seguro de que le cortaría
las pelotas.

-"Ya lo creo, amigo, te las cortará sin dudarlo un segundo. ¿Has


visto que caída y aterrizaje?"

-"Cállate, por favor, que me haces reír."

-"¡Pero mírala! Si es que está completamente cubierta de


mierda."

Kaiel se mordió el labio en un intento por no reírse y la ayudó


a salir de la pocilga.

-Ven, preciosa. Junto al establo hay una manguera. Te


limpiaré lo mejor que pueda y luego te preparo un baño.

Iba a besarla, pero es que sólo sus ojos y nariz se habían


salvado de su desgracia. Tuvo que morderse el interior de la
mejilla para no sucumbir al ataque de risa.

Zulnur - Maen eligió ese momento para aparecer.

-¡Muchacha, menuda caída! ¿Estás bien?

Kaiel hacía su mejor esfuerzo por no reírse, pero estaba


empezando a fracasar estrepitosamente.

-Emmm, Amy, te presento a Zulnur - Maen, me ayuda con la


granja. Zulnur, te presento a Amy, mi compañera.

-Hola, encantada de conocerlo.

-No me llames de usted, hija. Me haces sentir viejo y no lo soy.

[45]
-¡Oh, por todas las piedras Aerian! ¿Qué te ha pasado? - Shila
salió de la nada y se acercó a Amy.

-Amy, ella es la compañera de Zulnur - Maen, Shila. Shila,


Amy.

-Hola, Shila. Siento tener este aspecto, pero es que algo me ha


rozado la pierna, me he asustado y...por cierto, ¿qué es lo que
me ha rozado?

Todos miraron hacia atrás y vieron a Jano, el hunk de Kaiel.

*****

Amy vio al culpable de su desgracia. Era una cosa peluda


parecida a un Golden Retriever con dos colas y el pelo más
largo. Estaba sentado junto a un árbol no muy lejano y tenía
las orejas hacia atrás y cara de culpable.

Era la cosa más mona que había visto nunca.

-¿Es tu perro, Kaiel?

-Eh, bueno, no sé lo que es un perro, cariño, pero es un animal


doméstico que vive conmigo aquí en la granja. Se llama Jano.

-¿Puedo tocarlo?

-Claro, preciosa. - Kaiel se giró y llamó a Jano. Este vino


caminando muy despacio con la cabeza baja.

-Jano, bonito, no pasa nada. No estoy enfadada. Ha sido un


accidente.

[46]
Jano se le acercó y le olió la mano, le dio un lametón y la miró
a los ojos. Ella supo que el muy canalla acaba de robarle el
corazón. Le acarició debajo de la barbilla y Jano restregó su
cabezota por la mano de Amy.

-Esto....Amy, creo que debería lavarte un poco, antes de que se


seque y sea más difícil quitártelo.- Kaiel volvía a aguantarse la
risa, el muy capullo.

-Está bien. - dijo refunfuñando.

*****

Amy estaba en la gloria. El baño le estaba sentando de


maravilla después del manguerazo de agua fría que le había
dado Kaiel. El muy gilipollas se había reído durante todo el
proceso, aunque cuando acabó y vio que tenía los pezones
como guijarros, se le borró la sonrisa y sus ojos estuvieron
llenos de lujuria.

“¡Pues que se fastidie! A lo mejor llamo a Dirak y a él no lo


invito esta noche.”

Pero le había traído una toalla mullidita después de la ducha


con la manguera, le había preparado este súper baño con agua
calentita y espuma, le había lavado el pelo y el cuerpo y cuando
acabó, le dijo que se relajase y que luego hablarían de las
reformas que ella quería hacer en la casa.

Ay, qué mono. No podía dejarlo de lado y pasar la noche con


Dirak después de eso. No. Había sido muy tierno y...

[47]
Oh, por Chanel, Prada y Dior, ¡se estaba enamorando del
granjero!

Una sonrisa apareció en sus labios. Le podría perdonar lo de


la granja. Sí. Él valía la pena. Le gustaba mucho su forma de
ser, cómo la trataba, cómo era en la cama....lo de la granja era
un minucia.

[48]
Capítulo 6

Kaiel corría por los pasillos del hospital hacía la sala dónde
Amy estaba ingresada.

Llevaban unos días viviendo juntos cuando la habían invitado


a una excursión para que conociese las piedras Airean. Se
había ido muy contenta porque iba a ver a sus amigas,
sobretodo a Tracy.

Kaiel estaba trabajando en la granja con Zulnur – Maen


cuando recibió una comunicación diciéndole que la ciudad y
las cuevas habían sido atacadas y que Amy se había visto
involucrada en la lucha. Él había entrado en pánico cuando
oyó que estaba en el hospital y había salido pitando hacia allí.

Su oiyu le había dado el coñazo durante todo el viaje. Primero


que si conducía muy lento, después que ese no era el camino
más rápido hacia el hospital y por último incitando a ahogar
con sus propias manos al enfermero que tardaba demasiado
en buscar la información en el sistema.

[49]
Cuando llegó a la habitación buscó a Amy frenéticamente y
cuando la encontró sentada en la cama charlando y riendo
tranquilamente, pudo respirar tranquilo.

-¡Amy! Cariño, ¿estás bien? Estaba preocupadísimo, he venido


en cuanto me han dicho lo que ha pasado. Ven aquí, déjame
abrazarte.

-“Dile que me reclame, quiero abrazarla también.” – su oiyu


hacía pucheros.

-“Más tarde, cuando estemos solos.”

-Kaiel, me estás ahogado. – la voz de Amy sonó amortiguada.

Kaiel la soltó un poco y la besó profundamente. No quería


dejarla ir.

-¿Estás bien? Dímelo.

-Sí, estoy bien, tranquilo. Ya puedo irme a casa. – dijo Amy con
una sonrisa.

Él también sonrió y la ayudó a levantarse.

Amy se despidió de las demás mujeres y se fueron a casa.

*****

Cuando llegaron a casa Amy suspiró. Había sido un día


movidito. Fue hacia el salón y se dejó caer en el sofá.

El ataque a las cuevas había sido brutal. Había temido por su


vida, la de sus compañeras y la de los soldados, pero defendió

[50]
las cuevas fieramente. Se había visto envuelta en algún que
otro motín en la cárcel terrestre pero nunca había usado armas
de ese calibre. Fue un subidón de adrenalina que la dejó
temblando para cuando las tuvieron sentadas en el transporte
hacia el hospital.

Kaiel la sacó de sus pensamientos.

-Amy, voy a dejar salir a Dirak. Me está volviendo loco desde


que nos enteramos de que estabas en el hospital y necesita
abrazarte.

Amy sonrió.

-Amor, te he echado de menos. –Dirak estaba desnudo y la


miraba con cara de alivio.- He estado preocupadísimo. No
vuelvas a darme un susto así, me has hecho envejecer unos
cuantos años. - Dirak la levantó del sofá y la abrazó. Muy
fuerte.

-Dirak, cariño, necesito respirar.

Dirak no le hizo caso.

Kaiel se acercó por detrás y la abrazó también. Empezó a


besarle el hombro y fue subiendo hacia el cuello.

Amy empezaba a derretirse ahí mismo.

-Mmmm me gusta.

Dirak alzó la cabeza y la besó profundamente. Su lengua


acariciaba la suya con pasión mientras la cogía del pelo y le
inmovilizaba la cabeza.

[51]
Kaiel le desató el vestido, se lo bajó por los hombros y lo dejó
caer al suelo. Se agachó y le quitó los zapatos. Le besó detrás
de las rodillas y fue subiendo por sus muslos hasta sus nalgas
donde le dio un mordisco. Siguió subiendo, la arrancó de los
labios de Dirak y la giró hacia él. Estaba desnudo. Empezó a
besarla suavemente y fue subiendo la intensidad.

Notó cómo Dirak le cogía los pechos desde atrás y jugaba con
sus pezones. Ella echó los brazos atrás y le pasó los dedos por
el pelo.

Amy empezó a gemir en la boca de Kaiel. Los cuerpos de sus


compañeros estaban frotándose contra el suyo, notaba sus
erecciones en la espalda y el estómago. Un calor se instaló en
su bajo vientre y se humedeció. Era increíble cómo la hacían
sentir.

Kaiel dejó de besarla y apartó las manos de Dirak de sus


pechos para poder llevarse un pezón a la boca. Dirak llevó un
dedo a su coño y frotó su humedad. Le acarició el clítoris dando
círculos lentos.

Kaiel se arrodilló haciéndola inclinarse hacia delante, de modo


que sus pechos colgaban hacia su boca. Dirak aprovechó su
postura para agacharse y sin dejar de frotarle el clítoris con
una mano, con la otra le acarició las nalgas y se las separó.
Sintió el aliento de Dirak en su ano un segundo después, se lo
lamió.

[52]
Amy apoyaba sus manos en los fuertes y fibrosos hombros de
Kaiel para no caerse. Gemía incontrolablemente y tenía los ojos
cerrados con fuerza.

Dirak seguía lamiendo su ano, el Aium era el mejor invento de


la historia. Cuando estuvo satisfecho, empezó a frotar un dedo
en su fruncido agujero y se coló dentro.

-Aaaah, sí.

Se había acostumbrado al sexo anal y cada vez era más


placentero.

Dirak la dilató bien mientras le frotaba el clítoris y ella estaba


a punto de correrse. Pero entonces todo paró.

Ella parpadeó para orientarse y vio a Kaiel sonriéndole desde


abajo.

Dirak le dio la vuelta y la cogió. Ella rodeó su cintura con las


piernas y los hombros con los brazos. Amy acariciaba los
tatuajes de Dirak iguales a los de Kaiel y notó que como
siempre estaban más calientes. Le gustaba trazarlos con la
lengua y lo hacía siempre que podía. Pero esta vez Kaiel la
agarró del pelo y le giró la cabeza para besarla mientras se
hundía en su culo, tomándose su tiempo.

Amy jadeó de placer.

-Sí, amor, vamos a follarte de pie. - dijo Dirak mientras


penetraba su coño.

Kaiel soltó su pelo y empezó a salir, despacio. Cuando estuvo


casi fuera de su cuerpo, volvió a entrar y Dirak empezó a salir.
[53]
Sus movimientos estaban totalmente compenetrados y Amy
puso los ojos en blanco de placer.

Empezaron a moverse más y más rápido.

-Aaaaah, síiiiii.

Amy se corrió con un grito y unos segundos después notó cómo


ellos la seguían.

La abrazaron fuerte, Kaiel salió de ella primero y después


Dirak, quien la llevó en brazos a la cama y allí se tumbaron los
tres.

Kaiel la cogió de la cara.

-Te quiero.

A Amy le dio un vuelco el corazón y el estómago se llenó de


mariposas.

-Y yo a ti también te quiero, Kaiel.

Kaiel la acercó a él y la besó profundamente mientras Dirak se


acercaba por detrás y la abrazaba.

Amy se giró y miró a Dirak.

-A ti también te quiero, Dirak. Sois lo mejor que me ha pasado.

-Amor, te quiero mucho. –Dirak la besó.

[54]
Capítulo 7

Habían pasado dos semanas desde el ataque a las cuevas.


Kaiel llegó a casa después de una dura jornada de trabajo en
la granja, se duchó y se puso cómodo en el sofá vestido con
unos pantalones de pijama, como decía Amy, que ella misma
le había hecho.

Después de declararle su amor, Amy le había contado que la


casa era perfecta, que no necesitaba reformas y que al
principio había estado reacia a la granja ya que ella no se creía
capaz de vivir en una y ser feliz. Quería tener una tienda en la
ciudad en la que pudiese vender la ropa que diseñase y al
principio él no lo había entendido, pero es que a las mujeres
terrícolas que habían traído no les gustaba eso de quedarse en
casa y no trabajar.

Hubo un buen alboroto con el Comisionado y al final se decidió


que las mujeres, terrícolas y phartians, podrían trabajar. Todo
esto era una novedad y estaba todo en periodo de prueba, pero
ellas estaban contentas.

[55]
Así que Kaiel fue con Amy a la ciudad para alquilar un local
donde ella pudiese ubicar su tienda. Ese día Amy lució feliz y
eso a Kaiel le proporcionaba una gran satisfacción.

Estaba totalmente enamorado de su compañera y Dirak se


encontraba en la misma situación.

Hacía dos días que habían comprado material para que ella
pudiese crear sus diseños. Y desde la tienda ella le había traído
varios para él y para Dirak. Ropa extraña con la que ella decía
que estaban muy atractivos y ellos, como tontos enamorados,
se la ponían y se dejaban hacer.

Pero lo más sorprendente fue cuando esta mañana fue a ver a


Darela y se encontró con que Amy le había puesto una especie
de fular de color rosa y un lazo del mismo color en el flequillo.
Él se había horrorizado y reído a partes iguales. Y sabía que
esto era una venganza por parte de ella por haberla animado a
ordeñar a la buwck. Ciertamente fue un desastre total. Amy
acabó cubierta de leche y con un mordisco en el culo de parte
del cachorro de Darela, que quiso defender a su madre de la
inutilidad de Amy. Él no se había aguantado la risa, ni tampoco
Zulnur-Maen y por eso, ese día habían tenido que ir a trabajar
con unas camisetas ajustadas de rejilla.

Ahora estaba viendo cómo Jano intentaba quitarse los


calcetines que Amy le había puesto. Eran de color azul claro y
en cada uno llevaba una letra de su nombre J A N O. Ridículo.
Pero él le permitía todo a su compañera con tal de que fuese
feliz.

[56]
La penitencia de Jano era debida a que el pobre animal había
estado jugando en el agua de un pantano cercano, mientras él
y Amy hacían un picnic a la sombra de un árbol, cosa que a
ella no le hacía ninguna gracia. Jano se acercó a Amy y le
plantó las patas delanteras encima de los muslos,
manchándole el vestido nuevo. Amy se enfadó y se levantó con
tan mala suerte que dio un golpe a una rama y de ahí cayó un
insecto….en la cabeza de Amy. Ella salió corriendo y gritando
“¡Un bicho, un bicho!” y Kaiel explotó en carcajadas. Y podría
jurar por todas las piedras Airean que oyó al hunk soltar una
risilla.

-¡Jano! Estate quieto, no muerdas tus patucos. – dijo Amy al


llegar a casa y darse cuenta de la fechoría.

Jano se quedó quieto y suspiró. Él también había caído


rendido a sus pies.

-Hola, cariño. ¿Qué tal tu día? – Amy lo saludó con un beso


tierno en los labios.

-Muy bien. ¿Todo bien por la ciudad?

-Oh, sí. Caro y Tracy han venido a ver la boutique y me han


ayudado a acabar de decorarla. Ya está todo listo, sólo falta
que acabe de coser todos los diseños y Shila me está ayudando.

-Me alegro, preciosa. ¿Eres feliz? – dijo Kaiel subiéndola a


horcajadas encima de él.

-Sí, mucho.

-¿Aunque estés emparejada con un granjero?

[57]
-Cariño, eso no podría importarme menos. Mientras yo no
tenga que acercarme más a los animales para trabajar con
ellos, todo me parece bien.

-Te quiero.

-Y yo a ti, mi granjero. ¿Dirak, sales a jugar?

FIN

[58]
Glosario:
Buwck: animal de granja muy parecido a una vaca. Tiene el
pelaje más largo y es de color amarillo.

Celltop: es un aparato electrónico parecido a un móvil con el


que se comunican en Phartian.

Dayinr: pequeña nave biplaza, muy veloz, de forma parecida a


la Kayla.

Grikse: animal de granja parecido a un cerdo. Es de color


blanco y tienen dos rabos alargados.

Hunk: animal doméstico parecido a un perro.

Kayla: Gran nave de forma oval.

Durlan: Pequeños frutos en tonos ámbar, de exquisito sabor e


intenso aroma.

[59]
Tuercas y poemas

por Kelly Frost

[60]
Dedicado a mi familia virtual, recopilada en foros y grupos del
face. Sin importar distancia, edad o apariencia, compartís un
pedacito de tiempo y corazón conmigo. Que nadie se haga el loco
o loca que sabéis quienes sois

[61]
Capítulo 1

Caro estaba nerviosa.

No es que fuera la última que quedara sin emparejar,


pero sus dos amigas Amy y Tracy ya tenían a sus hombretones
phartianos.

El trato que les obligaron a aceptar en la cárcel


estipulaba que debían ser las compañeras para alguno de los
hombres del planeta Phartian o volver a la Tierra. Agua por
mujeres, eso era lo pactado por las cabezas pensantes...
bueno, igual no exactamente “pensantes”, pero los que
mandaban.

Ser moneda de cambio no era lo peor que le había


pasado en su vida, y este planeta era hermoso. Con sus 2
lunas, color azul pálido y ese cielo de tonos malvas, al igual
que el agua. ¡Cuánta había! Tomar un baño líquido era un lujo

[62]
que sólo los más ricos y excéntricos podían hacer en la Tierra,
pero aquí se estaba tornando una deliciosa y decadente
costumbre. Lo que más le chocaba era el color naranja de las
plantas, pero no porque fuera desagradable, si no que se le
hacía raro... y los hombres... Aún no había visto a ninguno feo
y gordo. Quería quedarse, construirse una vida allí y... no se lo
había dicho a nadie, pero realmente deseaba encontrar a
alguien con quien formar una familia.

—Ya entran —dijo Rona, una pecosa pelirroja,


atusándose el pelo.

Se alisó la túnica con las manos y se puso lo más


derecha que sabía.

Tal vez no destacara por tener curvas (el drama de su


vida) pero altura y por tanto largas piernas no le faltaban.

—Oh Dios... ese rubio de ojos verdes... —suspiró Katia,


una morenita tetona que tenía al lado.

Los miró entrar, serios y casi en formación. Ni los


guerreros que habían acudido a las primeras reuniones
estuvieron tan... ¿solemnes? ¿Era esa la palabra? Bueno, lo
que estaban todos tan relucientes y pulidos como una moneda
nueva. Limpios y repeinados se acercaron en fila y pararon
frente a ellas.

[63]
Un buffet de carne masculina de primera calidad... Con
amplios hombros, cinturas estrechas y largas y musculosas
piernas, presentados en toda variedad de colores de pelo.

Cualquiera diría que a estas alturas se tendrían que


haber acostumbrado.

También se podría haber supuesto que siendo ahora un


grupo de artesanos y trabajadores manuales en general,
estarían más... fofos, pero no.

—Madre mía... —suspiró una de sus compañeras.

Tuvo que estar silenciosamente de acuerdo, porque se le


había secado la boca al contemplar a uno en particular.

Como un paso más atrás que los demás, estaba el más


impresionante espécimen masculino que se había mostrado a
sus ojos en los 34 años que llevaban abiertos.

Alto, si no pasaba de los 2 metros, apostaría cualquier


cosa a que seguro los alcanzaba y con un rastro de barba de
dos días, daba la impresión de no estar demasiado a gusto allí.

Todas sus hormonas femeninas levantaron la cabeza y


suspiraron a coro.

[64]
Se dio una colleja mental a sí misma. Ya sería un milagro
que hubiera alguien para ella (lo de que no tuvieran elección y
fuera algo instintivo, basado en el aroma químico, o lo que
fuese, era su esperanza), no era bueno ponerse a desear ni a
soñar. La vida se lo había enseñado desde su más tierna
infancia. Ser una huérfana al cuidado del estado no era algo
como para olvidar. Había cosas de ese tiempo que aún la
perseguían en sueños.

Aun así... Cuando él la miró directamente a ELLA con


unos increíblemente claros ojos azules que contrastaban con
ese pelo oscuro y aura de tipo duro.... se sintió derretir como
un fideo cocido.

Las pequeñas hormonas volvieron a suspirar y batieron


pestañas. Y... ¿qué era esa sensación en el estómago...?
“¡Despierta Caro! No sueñes. Limítate a sacar partido de lo que
el destino te depare” se amonestó mentalmente. Pero podía
mirar...

*****

Koin-Duin se sentía fuera de lugar.

[65]
Se había adecentado lo mejor que pudo con el poco
tiempo que había tenido.

No podía quejarse. Era un privilegio estar entre los que


tenían la posibilidad de comprobar si las humanas eran sus
destinadas, las compañeras de sus vidas, las que despertarían
a sus oiyus... Y que en el último momento, lo llamaran porque
uno de los hombres en lista no estuviera disponible, era una
oportunidad que no se podía dejar pasar.

Tuvo el tiempo justo de ducharse y ponerse ropa limpia.


Afeitarse y limpiar bien sus uñas para sacar el negro de los
aceites y demás, ya hubiera supuesto demasiado retraso. Así
que se sentía desentonar de los demás. Bueno, tampoco era
una novedad. Ser mecánico era un oficio mayoritariamente
solitario, pero que una de sus mayores aficiones fuera la
lectura, lo dejaba como en un mundo distinto, a parte de la
mayoría de sus conocidos. La habilidad de reparar
prácticamente cualquier cosa había pesado más que cualquier
otra a la hora de decidir su profesión, pero su tiempo libre lo
dedicaban a devorar escritos, físicos o digitales.

Les habían dicho que las mujeres estaban al tanto de


que ellos las olerían y si eran compatibles (gran eufemismo),
podían considerarse emparejadas.

Para que no fuera todo tan frío se servirían canapés


después de las “pruebas aromáticas”. Al fin y al cabo no era
[66]
necesario que fueran pareja para charlar, e incluso llegar a
algún encuentro sexual. No es que se dijera claramente o
alentara, ya que con el tiempo serían compañeras de alguien,
pero no se prohibía tampoco. Por tanto, entraron todos
solemnes, pero con expectativas... de algo.

Ellas ya estaban dentro; decenas de mujeres de diversas


alturas y aspecto, vestidas a la manera phartiana en toda la
gama de colores.

Cuchicheos y risitas le hicieron consciente de que


aunque ellos tenían la última palabra, estaban siendo medidos
y evaluados. Miró hacia ellas mientras daba un paso atrás
inconscientemente y la vio.

Una estilizada, etérea y delicada fémina de brillantes


ojos, tan oscuros que juraría que eran negros, le estaba
observando.

Casi en trance se acercó a ella.

Una corta melena negra enmarcaba esos increíbles


ojazos, una naricita respingona, pómulos marcados en un
cutis perfecto, y esos labios generosos, que le estaban diciendo
a su libido “cómenos” o mejor; “déjanos comerte”.

[67]
Nunca había reaccionado así a una mujer, y por eso, no
se sorprendió cuando se inclinó hacia su cuello y el aroma que
subió por su nariz hizo que sus tatuajes se pusieran al rojo
vivo.

Levantó con delicadeza su cara poniéndole dos dedos en


la barbilla y susurró reverente:

—Mi compañera. Eres mía.

—¿Estás seguro? —titubeó la maravillosa y elegante


criatura, mirándolo a los ojos.

—Lo eres.

—Entonces tu eres MIO —Una radiante sonrisa de oreja


a oreja, saltar a su cuello abrazándolo con brazos y piernas
fue la entusiasta reacción.

“Esas delicadas curvas nos harán deleitarnos en las


noches venideras. Darán luz a nuestra vida, calor a nuestro
lecho...” ¿Eing? ¿Ese era su oiyu?“...solaz a nuestra agotada
alma...”

El calor de su pareja estrechándole así, el aroma


asaltándole (ambas cosas haciendo que la sangre se estuviera

[68]
concentrando masivamente en su pene), los tatuajes calientes
y ahora el oiyu.

Al menos pudo reaccionar lo suficiente como para


sujetarla contra él. Esconder la cara en su cuello y tratar de
ocultar su erección con su cuerpo no fue muy brillante. Se
puso más duro.

“Sumergirnos en su calor será llegar al fin al paraíso”.

“¿Perdón?”

“Que te apresures y la lleves a nuestro hogar, donde


reinará en nuestros corazones, cuerpos y cama”.

“A casa”.

“Sí. Para que podamos fundirnos con ella y ser uno”.

Eso sonaba bien. Sonaba a sexo. Poéticamente, pero


sexo. Y tenerla con su montículo acariciando íntimamente su
polla, con la ropa de por medio, pero con una agradable
fricción...

Notó calor subiendo por todo su cuerpo, como si fuera a


sufrir combustión espontánea.

[69]
Un susurro en su oído y una caricia en el cuello, le puso
al fin en movimiento:

—¿Nos vamos a casa?

La sujetó bien poniéndole una mano en cada nalga


(firmes, redondas...) dio media vuelta y se dirigió lo más rápido
que puso a la salida, tieso en más de un sentido.

[70]
Capitulo 2

Verlo andar directo hacia ella había sido impactante.

Todos esos músculos macizos y compactos en fluido


movimiento en su dirección... Esa cara tan masculina,
sombreada por esa barba naciente que la hacía salivar... Esos
labios... Pero con lo que no había contado era con el impacto
completo de esos ojos vistos de cerca. Bordeados de unas
envidiablemente tupidas pestañas, estaban esos iris azules
eléctricos. Le habían parecido claros, pero conforme se acercó
tomaron un matiz más intenso, un tono de azul más vibrante.

Para cuando llego frente a ella sus hormonas estaban


abanicándose y babeando en masa como un montón de
groupies en un concierto de rock.

Al escucharle decir que era suya no pudo creérselo y se


tuvo que asegurar.

[71]
Lo de saltarle encima había sido un acto 100% reflejo. Y
de paso había evitado desmayarse, ponerse a dar saltitos y
grititos o cualquier reacción similar por la emoción. También
tenía la ventaja de sentir todos esos maravilloso y firmes
músculos contra ella.

Ni qué decir que sus hormonas estaban en plena fiesta


de celebración, con confeti y matasuegras. Chocando copas de
champagne, girando banderitas sospechosamente parecidas a
bragas y mandando señales de calor y humedad a la zona del
bajo vientre.

El recorrido, para cuando llegaron a la puerta del


vestíbulo, ya la había puesto en un estado que la hacía
preocuparse del estado de su ropa... Ojalá no se estuviera
filtrando la prueba de su deseo... ni de pequeña había sido de
las que se hacían pis encima.

—Un momento —al levantar la vista vio un sonriente


hombretón rubio oscuro de ojos castaños—. Supongo por lo
que veo que hay que felicitarte Koin-Duin, pero antes de que
os vayáis a... conoceros mejor, hay un par de formalidades que
se deben cumplimentar.

Un gruñido-gemido vibró de SU phartiano. Por lo visto


no era la única contrariada. Al menos ahora sabía como se
llamaba.

[72]
—No te preocupes, sólo será un momento. Necesito
saber el nombre de tu compañera. Que va contigo
voluntariamente es bastante evidente, ya que ella te abraza
estrechamente y no está gritando ni pataleando. Ni siquiera
hace falta que la bajes. —guiñó el ojo.

Un nuevo gemido de Koin-Duin, un carraspeo y la miró


sonrojado.

—Tu nombre preciosa, ni siquiera te lo he preguntado —


sonó mortificado.

Es que no podía ser más adorable.

Se giró hacia el otro hombre.

—Soy Carolina Muñoz, conocida como Caro. Y realmente


estoy deseando estar a solas con mi compañero, así que si nos
disculpas, creo que cualquier otra formalidad no habrá
problema en cumplimentarla más adelante, ya que le conoces,
es de suponer que sabrás también donde encontrarnos.

Se miró en esos ojos azules que la observaban con


intensidad y vio como se le dilataban las fosas nasales.

Un gruñido intenso que realmente la hizo vibrar,


precedió a una salida del edificio que no la dejó ver ni el color

[73]
de la puerta. Se encontró en un reducido espacio en
movimiento, sentada en un cómodamente al lado de Koin-
Duin, que sujetaba una especie de palancas y miraba al frente
concentrado,. Si no recordaba mal, por las clases de
adaptación a la vida en Phartian, eso debía ser un dayinr, y se
podían conducir o programar el destino.

—Dime que puedes poner esto en automático —pidió


acariciándole desde la rodilla casi hasta la ingle, por la parte
interna del muslo.

Bandazo y sonrojo.

—En viaje programado va más lento —se disculpó con


voz ronca.

—Entonces dime que no es lejos —bordeando en una


caricia su abultado miembro (se contuvo para no palpar y
apretar), casi leyendo sus abdominales por sistema braile
mientras se pegaba a su costado—. Quiero acariciarte y
besarte hasta que pueda convencerme de que no estoy
soñando —lametón y mordisquito al cuello.

La velocidad subió de golpe, pegándola al respaldo.

Sí, parece que él también estaba deseando llegar.

[74]
Capítulo 3

Pararon en una especie de ordenada urbanización en la


periferia de la ciudad. Casas parecidas, ordenadas a una
distancia, lo suficiente alejadas para tener jardín y sensación
de espacio "propio" pero a la vez poder saludar al vecino con la
mano.

Tenía la impresión de que las paredes de la casa eran


como de piedra rústica y había enredaderas... incluso puede
que la puerta fuera... ¿color negro? El caso es que sus pies no
tocaron el suelo. La verdad es que desde que le saltó encima
en el salón, no lo había hecho, y ya estaban dentro.

Tener una puerta cerrada entre ellos y el mundo fue


suficiente. No le hicieron falta muchos ánimos de las
diminutas hormonas... que a estas alturas ya tenían hasta
colmillitos, para volver a la misma posición en que se
encontraba antes de subir al dayinr (o sea agarrada a ese
cuerpazo macizo como un koala), y empezar a besarlo con gula;
acariciando, saboreando y degustando esos labios, tirando de
[75]
la camisa como podía, mientras lo apretaba contra ella con las
piernas y se frotaba descarnada y lujuriosamente contra ese
pene duro, que moviéndose un pelín... seeeeehhhh... justo
ahí... mmmmm...

—Un momento —paró el beso él, casi tropezando—


...cama —se movía como podía, seguramente intentando llegar
a la habitación—...Caroooo...

Una mujer tiene necesidades. Un límite. Y ella ya lo tenía


más que pasado. Vale, nunca había llegado a este extremo de
necesidad, y menos a esa velocidad, pero precisamente por eso
era que no pensaba esperar más, y no era fácil, pero consiguió
sacarle la camisa, casi limpiamente. Réquiem por los botones
que volaron arrancados o rotos y a saber dónde aterrizaron.

—Te deseo —mordisquito en el lóbulo de la oreja—.


Desnudo —lametón a los labios—. Piel contra piel, sin barreras
—gemido mientras buscaba a ciegas como abrir el pantalón—
. Eres mío —mordisquito a la barbilla— y te quiero.... no, te
NECESITO...YA.

La tela salió desgarrada en todas direcciones como si


fuera simple papel en medio de un rugido que... espera, ¿había
eco?

[76]
Una mano en su pelo sujetándole la cabeza en posición
para una lengua que había dejado de ser pasiva para
convertirse en atacante, acariciando el interior de su boca,
entrando y saliendo en clara alusión al baile sexual que daba
continuidad a las especies vivas de sangre caliente. Una mano
que abandonó el asidero de su nalga para viajar a zonas más
cálidas y húmedas, la hizo gemir de gusto al acariciar con
increíble precisión y delicadeza su clítoris. Dos dedos fuertes
se internaron en su coño, entrando con una pasmosa facilidad
por lo lubricada que estaba.

Y el mundo pareció cambiar de ángulo, el eje se detuvo


en su movimiento universal, las estrellas y el planeta se
pararon, cuando sintió que los dedos salían para dejar entrar
lo que había estado notando contra ella toooodo el tiempo. Lo
suficientemente grueso y largo para que se sintiera acariciada
y estirada casi hasta la incomodidad, la penetró hasta el fondo
en una sublime embestida que le apoyó la espalda contra la...
¿puerta.... pared...? ¿Y qué más da?

Con el primer deslizamiento hacia afuera y otra vez


adentro tuvo que echar la cabeza atrás para gemir mientras
movía las caderas a su encuentro lo que la situación le dejaba.
Se sentía caliente, cada vez que su polla entraba golpeaba en
un lugar que la estaba haciendo pulsar, contraerse a su
alrededor, sujetándolo cuando se retiraba como si no quisiera
dejarlo marchar. Abrir los ojos y ver su masculino rostro con
los ojos cerrados y la boca jadeando entreabierta con esos

[77]
colmillos asomando, ese rastrojo de barba de "chico-malo" que
seguro que le había dejado marca al besarla, fue ya el colmo.
En medio del mayor orgasmo que había tenido nunca, no tuvo
ni idea de si gimió, grito o siquiera dijo algo. Sólo fue consciente
de él, aun moviéndose dentro y haciéndola sentir mini-réplicas
del orgasmo principal mientras seguía embistiendo, hasta
correrse también.

[78]
Capítulo 4

—Lo siento mucho, mi hermosa compañera si no hemos


sido capaces de tratarte con el apropiado mimo y cuidado que
alguien tan delicado merece. Espero no nos lo tengas en cuenta
y dejes que te adoremos como realmente mereces.

Enfocar la vista sobre quien había dicho todo eso con


una ronca voz masculina, que le sonaba muy similar a la de
su recién encontrado compañero (quien por cierto continuaba
increíblemente duro en su interior) y ver a un hombre,
desnudo, empalmado, y exactamente igual a él (bueno, el pene
no se lo había llegado a ver), haciéndole una especie de florida
reverencia no era lo que se esperaba, la verdad.

Parpadeó mirando a uno, y después al otro. Uno más


lejos, y el otro en primerísimo plano, iguales en apariencia,
pero con actitud diferente.

[79]
El que aún estaba íntimamente unido a ella apoyó la
frente en la pared con un suspiro, diciendo:

—Por favor Caro, dime que te han explicado lo que es un


oiyu.

*****

Ella miraba de uno a otro confusa.

—¿No podrías haberte esperado al menos hasta que


llegáramos a la habitación para aparecer? —le gruñó a Duin.

—Lo mismo que has podido esperar tú a llegar a la cama,


para probar el placer de sumergirte entre sus blancos y
deliciosos muslos —replicó el descarado.

—He oído nombrar a los oiyus, pero creo que no acabo


de entender exactamente lo que son —declaró mirándolo con
esos líquidos y brillantes ojos negros que le hacían perderse en
su interior—. Es un duplicado o un gemelo... o algo así, ¿no?

[80]
—Algo así, pero no exactamente. Será mejor que
busquemos un sitio cómodo para... hablar —carraspeó
dejándola deslizarse al suelo mientras sacaba su polla del
éxtasis y cargándola en brazos en seguida al notar que en
algún momento había perdido una sandalia.

Sus brazos le rodearon el cuello sin titubeos y se


acomodó sin rechistar contra su pecho mientras atravesaban
la entrada y el salón hasta el dormitorio principal, seguidos de
cerca de Duin, que al entrar se apresuró a abrir la ropa de
cama solícito, para que el dejara con comodidad su preciosa
carga.

Ella se cubrió hasta los pechos y se quedó sentada,


recostada en las almohadas.

—Explicadme, por favor —dijo tranquilamente.

—Somos dos partes de un todo. Con las mismas


vivencias, recuerdos y experiencias. Un solo ser, hasta que
nuestra mujer aparece, entonces la química o genética de
nuestra raza hace que nos separemos, y seamos dos, ya que
esto ocurre sólo cuando contactamos con nuestra compañera,
hasta entonces tenemos un nombre compuesto, a partir de la
separación, del despertar de la segunda conciencia, llamado
oiyu, este toma el segundo nombre. Por tanto, permíteme
presentarme deliciosa criatura. Yo soy Duin.

[81]
Koin permaneció callado esperando la reacción de Caro
a todo eso.

—¿Me estás diciendo que no soy "suya", si no "vuestra"?


—les miraba atentamente a ambos, de uno a otro, de arriba a
abajo, con significativas paradas en sus tatuajes y sus pollas
dolorosamente duras.

—Ahora que hemos pasado a ser dos, técnicamente sí,


pero no estamos separados todo el tiempo, sólo cuando tú lo
quieras, o queramos descendientes y sea la época apropiada
del año —prosiguió Duin. Ahí les miró raro—. Pero es necesario
que ambos estemos contigo a la vez ahora para sellar nuestra
unión, así que... Te ruego que me permitas el honor de... —le
interrumpió levantando una mano.

—A ver si lo entiendo.... ¿Los dos sois el mismo, pero no?


¿Y yo soy vuestra... y queréis que tengamos sexo los tres? Por
tanto ambos sois míos y vamos a meternos juntos en la
cama...? —se lamió los labios expectante.

Ambos se miraron intentando descifrar la reacción de


Caro.

—Eh.... sí —respondió Koin, al ver que Duin permanecía


callado, cediéndole la palabra, por esta vez.

[82]
—¿Y por qué no estáis aún aquí conmigo? —sonrió ella
de oreja a oreja (justo la misma expresión que cuando dijo
"mío" en el salón), abriendo los brazos, y dejando caer la
sábana.

[83]
Capítulo 5

Al fin algún Dios le sonreía.

Después de tantos años de calamidades, esto era como


para bailar, cantar, rezar y hacer ofrendas. En los
acontecimientos deportivos de videos históricos del pasado
hacían una cosa para animar a los jugadores de los equipos en
los estadios.... Esto se merecía una multitud haciendo "La ola".

Había tenido hasta que cambiar de planeta para que la


suerte al fin estuviera de su lado.

Sus pequeñas hormonas, que andaban ebrias del


anterior encuentro sexual y ese... ¿orgasmo? Si eso era un
orgasmo, lo que ella había pensado que lo era, se quedaba en
nada, como un estornudo. ¡Madre del amor hermoso que
hombre...! Y ahora resulta que eran dos. Dos iguales. Para ella
sola. Y a la vez. Bueno, las chiquitinas se habían puesto

[84]
babero y tenían agarrados el cuchillo y el tenedor ante el
banquete frente a ellas.

Si uno ya la hacía entrar en combustión, dos la estaban


poniendo como una supernova.

Desde el oscuro pelo, despeinado por sus dedos en el


encuentro en la entrada, ese rostro que la derretía, ese cuerpo
suma de todas las fantasías que podría haber tenido en algún
momento de su vida, que abarcaba; espalda, pecho,
abdominales definidos, largas piernas, y largo y firme pene.
Todo escultural, con un tono de piel casi de color caramelo,
que provocaba querer lamerle hasta los dedos de los pies.

No había notado el tatuaje que viajaba por esos


poderosos brazos, hombros y espalda. El de la espalda,
recordaba que habían dicho que era el emblema del planeta;
una espada en las garras de un Phardook con las alas
extendidas. Los otros eran diferentes para cada individuo.

—Realmente hemos sido afortunados de encontrar a


nuestra compañera, pero que además de hermosa seas tan
inteligente y comprensiva que aceptes con tanta rapidez la
situación, que sabemos no es común en la Tierra... —dijo Duin
llevándose la mano al corazón y suspirando teatralmente
mientras se acercaba y subía a la cama— Mi corazón esta tan
lleno de alegría que no puede parar quieto, compruébalo —le
cogió la mano y la puso en lugar de la suya.
[85]
No pudo evitar mirar a Koin, necesitando su aprobación.
Y encontrando en sus ojos ¿anhelo?

—Estas muy lejos —extendió la otra mano hacia él—,


ven aquí. Estoy tocando su corazón y dice la verdad, pero para
mí que no es lo único que está palpitando "lleno de alegría" —
dijo con picardía—. Tendré que ver si sois iguales en todo y
para eso necesito examinaros de cerca.

No se hizo de rogar y en un momento tuvo a cada uno a


un lado, aunque le seguía sorprendiendo su timidez.

Sin apartar la mano de Duin, se inclinó y besó a Koin.


Con suavidad, acariciándole los labios con los suyos, luego
lamiendo el inferior y retirándose, para repetir lo mismo con
su réplica, al tiempo que agarraba la mano de Koin y la posaba
sobre su seno. Ojalá no se decepcionara demasiado por lo
plana que era, ahora que estaban tomándose más calma. Notó
la mano acariciarla, pero enseguida se alejó. Se apartó del beso
para mirarlo, y verlo contener el aliento mirándola con algo
parecido a devoción mientras se metía su pezón en la boca...
Esa mirada combinada con la deliciosa succión barrió gran
parte de su aprensión sobre el tamaño de sus tetas. Sobre todo
cuando Duin se apoderó del otro.

Sentir dos bocas a la vez fue sorprendente, pero poder


tocar dos cuerpos masculinos tan perfectos a la vez,
acariciando y arañando con suavidad hasta llegar a sus
[86]
miembros duros y calientes, fue algo que toda mujer debería
poder experimentar aunque fuera una vez en la vida. Acariciar
y masajear pollas así, de ese tamaño y propiedad de tiarrones
de ese calibre, no sucedía prácticamente nunca.

—Shhh... —Levantó la cabeza Koin sobresaltado—


debemos mantener el control. Eres preciosa, delicada, y no
queremos hacerte daño —Y la besó en el cuello mientras la
hacía recostarse en el colchón.

—Déjame saborearte y aprenderme el sabor de tu sexo.


El sonido y matiz de cada uno de tus gemidos de placer cuando
te corras en mis labios. Beber tu líquida satisfacción es mi
premio, prepararte para que des cabida a nuestros miembros
en tu interior a la vez, es mi privilegio —recitó apasionada
mente Duin, besando su camino hacia abajo por su estómago,
entreteniéndose en el ombligo y bajando con la lengua por su
pubis hasta sumergirla entre los labios de su sexo. Por la forma
en que se acomodó entre sus piernas abiertas, no parecía que
pensara moverse en un buen rato. Sus dedos y su lengua
fueron culpables del comienzo de la serenata de gemidos que
casi no reconocía como propios.

Labios, clítoris... De lado a lado, en círculos, con más o


menos rapidez, lamidos, acariciados masajeados... y lamidos
otra vez...

[87]
Koin alternaba entre sus pechos, cuello y costillas....
parecían gustarle las vocalizaciones de placer, ya que le dejó la
boca bastante libre como para que gritara durante el orgasmo
que le arrancó el ataque a su bajo vientre.

El placer, calor y hormigueo en su coño ya estaba


alcanzando un punto que competía, si no superaba, el estado
necesitado a su llegada a la casa, cuando se dio cuenta de que
su ano también era lamido besado y estimulado con dedos
hábiles.

—Por favor —pidió, agarrando la cabeza de Koin, que le


quedaba más cerca, para mirarlo a los ojos—necesito que me
llenes. Me siento tan vacía... —suplicante y doliente se arqueó
en la cama.

Ante otra barrida de lengua y una clara invasión de al


menos un dedo en su culo, que se deslizó dentro y fuera con
suavidad y sin problema, para ser a continuación dos... que
repitieron el movimiento y se fueron abriendo en tijera un poco
más cada vez.

—Másssss... —se quejó ondulando las caderas lo que el


agarre le permitía— ¡Basta ya de esto...! —clavando las uñas
en el colchón— ¡Koin! —jadeó— ¡Duin...!

[88]
Sintió a Koin tumbarse boca arriba a su lado y casi al
mismo tiempo Duin la liberó de la placentera tortura.

—Móntame —pidió con el cuerpo a su disposición como


una ofrenda y la polla larga y gruesa, orgullosamente
apuntando hacia su ombligo.

Duin la ayudó a incorporarse con la mirada brillante y


la cara ruborizada, y no hizo falta que se lo repitieran dos
veces. Pasó una pierna sobre sus caderas y con una rodilla a
cada lado, cogió el caliente y apetecible pene y apuntándolo a
donde más lo necesitaba, se lo introdujo con un movimiento
fluido y un gemido de alivio.

Probar movimientos hasta encontrar el que necesitaba


no fue ningún problema, igual que apoyar una mano a cada
lado de su cara e inclinarse hacia adelante buscando acariciar
su clítoris con la base de la dureza enterrada en su interior.
Ver la expresión de placer desde arriba era excitante (como si
hiciera falta más) y notar a Duin pegándose a su espalda y
posar su polla en su culo, también.

Las manos de Koin fueron a mantener sus nalgas


separadas, mientras su oiyu la penetraba, poco a poco, cada
vez un poco más, en la inercia de su propio ritmo, hasta que
se sintió ensartada y tan llena que no se atrevía a moverse a
penas.

[89]
—¿Todo bien? —preguntó entre dientes Koin, mirándola
a los ojos con una expresión entre excitada y torturada.

Esa muestra de preocupación y cariño la relajó


suficiente como para que el deseo de moverse volviera a reinar
y las mini hormonas felices y con música de fondo
coreografiaran unos movimientos que, no sabía de donde
habían sacado, pero pronto tuvieron a ambos machos
phartianos acompasados con cada vez más sonido de cabezal
golpeando la pared y susurros y gemidos, esta vez en tono de
barítonos.

Un jadeo en la parte posterior del cuello, seguido de dos


pinchazos... ¿de colmillos? La hicieron despegar en otro
orgasmo apoteósico que en vez de desaparecer y tener réplicas
en plan mini terremotos, remontó con la eyaculación de cada
polla dentro de ella.

El calor, y peso a su espalda, desaparecieron, mientras


le susurraban al oído:

—A tu disposición de por vida mi hermosa dama. No te


olvides de mí, yo vivo sólo por ti.

Se dejó caer al lado de Koin y se acurrucó contra él.

Él la abrazó y tiró de la colcha para cubrirlos a los dos.

[90]
Cerró los ojos satisfecha y se durmió.

[91]
Capítulo 6

Despertar satisfecho, relajado y acompañado por


primera vez por esta mujer terrícola, le hizo acurrucarse en su
contra y sonreír como un bobo.

Pensar que era sólo el primero de muchos otros


despertares así, hizo crecer la tonta sonrisa hasta que le dolió
la cara y tuvo que contenerse de no darle un abrazo, tan fuerte
seguro que le resultaría doloroso a la etérea belleza, que
escondida entre sus brazos, roncaba ligeramente.

Todo lo pasado, cada palabra que había pronunciado y


cada beso y caricia que le había hecho le estaban llenando el
corazón de calidez y el cuerpo de deseo de volverse a enterrar
en ella.

Lo mejor sería levantarse y preparar algo de desayuno,


antes de que sucumbiera a la tentación de despertarla a besos.

[92]
Así que tan sigilosamente como pudo, para no despertarla,
salió de la cama.

*****

Caro abrió los ojos y bostezó, acurrucándose más en su


calido nido. En un par de parpadeos se sentó sobresaltada
buscando a su phartiano. Bueno, a cualquiera de los dos, o los
dos juntos... Las mini hormonas estiraron lujuriosamente sus
gratamente doloridos cuerpecillos con sonrisitas más que
satisfechas.

Se sentía decepcionada de haber despertado sola, pero


se consoló pensando que así tenía oportunidad de ir al baño,
a lavarse la cara entre otras necesidades básicas. Ahora bien,
tenía un pequeño problema; ¿dónde estaba el baño? Con la
lujuria reinando casi no se había fijado nada más que en el
festín de carne masculina, sola para ella. Había una impresión
general de muebles en tonos marrones o cálidos naranjas
opacos, pero poco más.

Ahora mismo, mirando a su alrededor, la impresión era


de comodidad y confort. "Con un poquito de desorden" pensó
sonriente por la ropa descartada sobre un sillón, las libretas
[93]
o libros, sobre una mesita baja al lado de la cama, y los cojines
y mantas que estaban por el suelo, seguramente, esto último,
resultado de la pasada noche.

Dudó si coger una de las sábanas para envolverse, o


ponerse a buscar algo en lo que parecía un armario, en la pared
del fondo o en el baúl de debajo de la ventana, que mostraba
un hermoso panorama digno de contemplar del cielo con los
colores malvas del alba, entre esponjosas y suaves nubes de
un azul plateado (peculiaridad del planeta) arriba y lo que
parecía un cuidado jardín en primer plano, con bosques y
montañas a lo lejos.

Al final descartó la sábana y abrió el armario. Doblada y


colgada con pulcritud, la ropa estaba más que ordenada. Cada
prenda parecía tener un tipo de función, y fue mirando y
acariciando la tela hasta que se decidió por una sencilla
camisa color hueso, que al ponérsela le cubrió hasta medio
muslo.

Una cosa solucionada, ahora a por lo siguiente; en busca


del lavabo.

La suerte quiso que acertara con la primera puerta que


abrió y se deslizó dentro a ocuparse de sus asuntos, cruzando
los dedos por terminar sin testigos.

[94]
Cuando se vio reflejada, realmente se alegró de tener
estos momentos para ponerse mínimamente presentable. Su
pelo parecía haber sido el campo de juegos de una bandada de
murciélagos; cada corto mechón apuntaba en una dirección
diferente y tuvo que mojarse las manos y usas los dedos
repetidamente para peinarse lo mejor que pudo. Lavarse la
cara solucionó lo peor de los rastros del sueño, o sea, el
caminito de saliva que pudiera haber resbalado de su boca
mientras dormía, y si quedaba alguna legaña pegada a sus
pestañas. Las suaves rojeces y arañazos provocados por la
barba masculina en su cara y cuello, la hicieron consciente de
que también estarían en sus muslos, y recordar cómo se
habían producido... Suspiró y sonrió a su reflejo.

Su estómago gruñó ruidosamente. Hora de buscar la


cocina y coger fuerzas para encontrar a su hombre.

El corto pasillo con la puerta del dormitorio y un par más


desembocaba en un amplio salón con sofá y sillones, una mesa
alta con media docena de sillas, mesas más bajas distribuidas
cerca de los asientos cómodos, estaban llenas de más libros,
libretas y alguna que otra pieza metálica. Estantes llenos de
más libros y pergaminos casi en cada pared, y alguna imagen,
foto o tapiz como decoración. En su mente ya estaba poniendo
cojines, alfombras y tal vez plantas para poner color y un poco
de si misma, si él la dejaba.

[95]
Un pequeño recibidor con una puerta oscura. Por allí
habían entrado, esa puerta había sido el marco de su primera
vez con su compañero. La acarició con los dedos. Si no tenía la
cenefa tallada en la puerta grabada en su culo, no era por no
haberse apretado contra ella la noche anterior.

¿Alguien cantaba? Una voz masculina entonando algo la


guio por fin a la cocina.

Allí, inclinado sobre una tabla de cortar, de espaldas a


ella estaba su hombretón, con ese culo perfectamente
mordible, apretable y pellizcable, delineado por la postura y
unos pantalones color claro, moviéndose al son de una melodía
que tarareaba ensimismado el lo que hacía y por el momento
ajeno a lo que estaba provocando.

Se le secó la boca y tuvo que contenerse para no ir a


darle una palmada o mordisco.

—Buenos días —carraspeó.

Si su abrupto silencio y que se girara rápidamente hizo


que cruzara por su mente alguna duda sobre el recibimiento
que le esperaba, la mirada de pura adoración que la recorrió
de pies a cabeza como una caricia se encargó de borrarla.

[96]
—Estaba preparando el desayuno para despertarte —
una tímida sonrisa acompañó la frase—. Pasa y siéntate,
enseguida termino —señaló una mesita cercana a un ventanal,
con cuatro altos taburetes. La luz que atravesaba la persiana
dibujaba luminosas líneas de luz sobre la superficie.

No pudo resistirse, tuvo que ir hacia él, sujetar con


suavidad su rostro (aún por afeitar) y darle rápido beso en los
labios, antes de ir a deslizarse en uno de los taburetes.

*****

A punto estuvo de sufrir un paro cardiaco, en el buen


sentido, cuando oyó la suave voz y la vio allí enmarcada en la
entrada de su cocina, vistiendo sólo una de sus viejas túnicas,
a medio abotonar mostrando su largo cuello y el nacimientos
de esos pequeños y firmes pechos, sólo cubiertas hasta medio
muslo, esas largas piernas que lo habían rodeado hacia tan
poco tiempo, con más fuerza de la que su suavidad y delgada
forma hacía suponer.

"Dile que con su belleza ilumina más nuestra existencia


que la estrella phartiana en su punto más alto."

[97]
"Si, ya... Con no atragantarme con la lengua de verla tan
comestible a estas horas ya tengo de sobra".

—Estaba preparando el desayuno para despertarte.


Pasa y siéntate, enseguida termino —consiguió articular.

"Que soso eres, parece mentira... Déjame salir." se


lamentó Duin.

"Luego ya veremos. Ahora déjame disfrutarla a solas."

Que ella se acercara y lo besara lo pilló completamente


desprevenido, y ni tuvo tiempo a reaccionar y ya estaba
sentada y mirándole con una cariñosa sonrisa.

"Deberías arrodillarte frente a ella y declararle nuestra


incondicional devoción eterna" suspiró el oiyu." Mírala, es
hermosa más allá de nuestras fantasías y "nos mira"... te mira...
solamente a ti. Desde que posó sus ojos por primera vez en ti
esa mirada no ha parado de mostrar su alegría y cada vez hay
más calidez y puede que hasta llegue a vislumbrar amor..."
nuevo suspiro de Duin.

"Con que la comida llegue a la mesa sin que me tropiece


por el camino y se caiga me conformo." se lamentó Koin.

[98]
"Tanto poema romántico, tanto héroe épico, tanto léxico
acumulado en la mente ¡¿y no le vas a dedicar prosas y a cantar
sus virtudes?! ¡Déjame que salga y lo hago yo!"

—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? —preguntó


Caro preocupada— Llevas un rato ahí quieto mirándome... ¿He
hecho algo malo? —añadió de pronto compungida.

"Mira lo que has conseguido pasmao" gruñó sin ninguna


rima su voz interna.

—No, no... ¡Por las piedras Airean! Tú eres más que


perfecta —declaró alterado de verla triste—. Lo que pasa es que
tener un oiyu dentro discutiendo es algo nuevo aún para mí,
pero el problema es mío. Nada de lo que tú has hecho o puedas
hacer será malo — todo esto al acercarse y ponerse a su altura
para acariciar sus manos y conseguir mirarla a los ojos.

—¿Y por qué discutíais? —indagó dudosa.

—Me está echando en cara que no te recite nuestros


sentimientos —confesó sonrojado— y anda exigiendo que lo
deje salir para hacerlo él apropiadamente.

—Eso no lo entiendo. Sois el mismo... Bueno, habéis


sido uno hasta ayer... Y me da la impresión de que vuestra
personalidad es sin embargo bastante diferente, ¿cómo es eso?

[99]
—Somos el mismo hasta cierto punto, pero parece que
alguna diferencia tiene que haber y la personalidad siempre
suele diferir del original al oiyu.

"Al fin parece que recuerdas como articular con coherencia


un pensamiento de más de 5 palabras seguidas." casi sintió
una palmada mental de alabanza en la espalda.

—Háblame de ti... Koin, seguro que Duin ya tendrá su


tiempo para ponerme al día, pero no sé nada de vosotros,
aparte de que soy una chica muy afortunada —su estómago
protestó— a la par que hambrienta —añadió con un guiño.

Casi cae de culo por su prisa en incorporarse.

—Perdón —dijo con apuro—. Come por favor, y


pregúntame lo que quieras —colocó zumos, frutas y demás
sobre la mesa apresurado.

Se sentó en frente para controlar las ganas de acariciarla


y al tiempo estar atento para sus preguntas. Verla llevarse un
pedazo de durlan a esos jugosos labios y capturar con la lengua
el jugo que escapó al morderlo, mirándole a él, le hizo gemir
sin querer.

—¿Qué es lo que esperas de mí? —Dijo seria—Verás...


No sé exactamente qué debo hacer para hacerte feliz, y es

[100]
importante para mí que lo seas. No soy gran cosa físicamente,
lo sé. Pero hay otras cosas que puedo realizar; las tareas del
hogar, jardinería y cocina, pequeñas chapuzas y arreglos de
ropa o aparatos domésticos... Esto no es igual, pero buscaré
las similitudes y diferencias hasta aprender a hacerlo aquí en
Phartian, igual que lo sabía hacer en la Tierra. Sé que la
elección de compañera es instintiva para tu pueblo y no tenéis
voz ni voto, pero te aseguro que me esforzaré para complacerte
—le cogió la mano por encima de la mesa y le miró con el
corazón en los ojos—. Tener un hogar contigo es más de lo que
podría haber soñado.

Nada lo habría preparado jamás para semejante


discurso.

Paralizado por completo por los sentimientos agolpados


por sus palabras, dejó salir a Duin.

Y Duin también se quedó mirándola maravillado y


silencioso.

—He tenido una vida dura y a la hora de la verdad


siempre he estado sola. Todas las mujeres que vinimos en este
viaje procedemos de la prisión. Algunas dirán que no merecían
entrar, o que eran inocentes de la acusación, y tal vez sea
verdad. Yo sí que me gané la condena. Maté a un hombre para
evitarles el mismo dolor que había disfrutado causarme a mí,
a otros. No me arrepiento. Creo que esto está en mi contra,
[101]
pero la verdad es que prefiero que si me tienes que echar lo
hagas ahora y no cuando te haya entregado aún más mi
corazón. Tiene muchos parches ya, no sé si soportaría un golpe
más profundo.

*****

"Te has lucido Caro... Los has dejado congelados. Ahora


sí hay alguna forma de que te manden de una patada en el
culo a la calle lo estarán planeando."

—Soy lo que ves, no soy gran cosa, pero si aún con lo


que te he dicho, me quieres soy tuya. Si quieres echarme,
anular de alguna manera esto, lo entenderé.

Arrepentida bajó la vista para ocultar que las lágrimas


amenazaban con salir.

Ser una bocazas era otra cosa que tenía que lamentar,
aparte de no tener curvas.

[102]
Quiso soltar la mano que aún sujetaba, pero ahora era
él quien la retenía. Y su oiyu se acercó a coger la otra con
delicadeza.

Lo miró esperando que hablara, pero fue Koin quien lo


hizo, mientras Duin acariciaba la comisura de su boca con
reverencia.

—Un mecánico, eso es lo que soy. Trabajo con mis


manos, mientras mi cabeza está en historias y poemas que he
leído o estoy leyendo en mis horas libres. Para hacerme feliz
basta con que estés a mi lado. Encontrarte ha iluminado mi
vida y saber que tenemos días y años por delante hace que
haya esperanza en el futuro, cuando antes me limitaba a
existir, ahora me veo soñar con hijos, nietos... Pero lo más
importante, con despertarme cada mañana a tu lado. No me
importa lo que te haya traído a mí... es más, desearía haber
estado allí para matar a ese hombre por ti y acompañarte
durante esa vida solitaria. La mía también lo ha sido. Hasta
que te vi. Me miraste... me miras de una forma que me hace
sentir el centro del universo. Quiero ser merecedor de lo que
veo en tus ojos. Sé que en tu cultura esto es muy rápido, pero
quiero... necesito decirte que te amo. Te amo y quiero hacerte
feliz por el resto de mi existencia. Jamás te alejaré
voluntariamente de mi lado, ahora la pregunta es; ¿me harás
el honor de estar a mi lado y dejarme amarte?

[103]
Caro levantó la mirada con las lágrimas ya corriéndole
por la cara, pero esta vez de alegría.

—Emm.... Esto... Lo que él ha dicho... —carraspeó Duin.

Los miró a ambos.

Ellos eran suyos.

Y ella les pertenecía.

Al fin tenía quién la quisiera.

—El único problema de que seáis dos en este momento


es que no sé a cuál besar primero.

FIN

[104]
MARY SHEPHERD

Ahora Brindo

Por Ti

[105]
DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTO

Esta historia está dedicada con todo mi cariño, a todas las


que me pedisteis una historia para Louis, esto es para vosotras,
mis niñas.
Y quiero agradecer, inmensamente, a mis dos “ángeles”, que
se animaran a escribir dos historias sobre Phartian. Sé el
esfuerzo que habéis realizado y la ilusión que habéis puesto.
Gracias por querer compartir, acompañarme y contribuir, tan
desinteresadamente, en este pequeño gran obsequio, para esta
fecha tan especial.

[106]
CAPÍTULO 1

Era un cotilla, él lo sabía, pero no podía evitarlo. Todo se


debía a la vida que había llevado en su juventud y ahora, se
veía reforzado por sus jefes y el ambiente en que trabajaba. En
realidad, más que cotilla, él lo definía como un sentido de
protección hacia las personas que quería y que eran para él,
su familia, porque aquellos hombres y ahora sus parejas e
hijos, eran lo más parecido que tenía a una familia.
Pero el ser tan cotilla o tal vez, observador, también tenía su
lado bueno. Había aprendido a conocer a las personas, a leer
entre líneas, sus gestos y tics y a ver realmente bajo las
prendas de vestir.
Por eso, desde que había visto entrar al grupo de mujeres
que habían alquilado un reservado para una despedida de
soltera, sus ojos se habían clavado en una de ellas. Aquella
que iba casi la última, perdida entre las impresionantes
amigas, todas vestidas de forma atrevida, menos ella. Su
vestido caía holgado en su cuerpo, como si fuera un enorme
saco, llevaba gafas grandes, de pasta y negras. El pelo recogido
en un enorme moño, evidenciando una gran cantidad de
cabello rubio. Iba sin maquillar y lucía, como todas, una
diadema con un enorme pene.
¿De qué iba disfrazada? Era, sin duda, más hermosa que
ninguna de sus amigas y en cambio, se ocultaba dentro de
aquella horrible ropa.
Cuando Phill le dijo que se hiciera cargo del reservado, trotó
hasta él.
Las mujeres estaban sentadas en los sillones y alrededor de
una mesa con una tarta con forma de pene y reían alocadas.

[107]
La mujer que había llamado su atención, estaba sentada en
una esquina. Él pensó que era injusto que la aislaran de
aquella manera.
-Buenas noches, soy Louis y esta noche soy vuestro
camarero.
Las mujeres empezaron a gritar como locas.
-Guapetón, ¿te desnudarás para nosotras?
Sonrió, estaba más que acostumbrado a que las mujeres, en
aquel tipo de fiestas, le pidieran algo semejante. Pero eso no
estaba incluido en el paquete, si algo tenían sus jefes es que
eran totalmente contrarios a que el personal mantuviera
relaciones con los clientes, ni ellos mismos lo habían hecho
nunca, ni cuando, los cinco, eran hombres libres. Ahora los
cinco lucían la “argolla”, estaban totalmente pillados,
felizmente casados, uno a uno y en menos de un año, habían
ido sucumbiendo ante hermosas mujeres.
-Lo siento, chicas, no voy incluido en el paquete.
-Pues parece que el “paquete” parece importante, anda,
cariño, baila para nosotras.
-Entonces, ¿qué queréis tomar, chicas?
Tres horas después, los gritos y risas del reservado se habían
incrementado y más cuando, hacía unos diez minutos, había
llegado el stripper.
Sus pies lo encaminaron hacia el reservado, podía poner la
excusa de que iba a ver si necesitaban más bebidas, pero él
sabía perfectamente, que quería verla.
Cuando llegó al reservado echó un vistazo buscándola.
¿Dónde estaba? Sus ojos se pararon en el stripper que en ese
momento se contoneaba sobre la mujer, sentada en una silla,
en el centro de todas las mujeres. Siguió buscándola, ¿estaría
en el baño?
-Venga, Amber, soba ese culo, es todo tuyo.
Louis clavó la mirada en la pareja de nuevo, mientras eran
jaleados por las mujeres, el hombre se levantó en ese momento
y Louis se quedó mirando, agilipollado perdido, a la mujer que
había en la silla. ¿Era ella? Salió, miró el número del reservado,

[108]
pues no, equivocarse no se había equivocado, estaba en el sitio
correcto, volvió a entrar y empotró su mirada en ella.
Se había soltado el pelo, en todos los sentidos, las gafas
habían desaparecido y el vestido modelo saco parecía estar en
paradero desconocido, ahora llevaba un vestido negro ceñido,
joder, más que ceñido parecía tatuado a su cuerpo, un cuerpo
voluptuoso, eh, no, más bien generoso en curvas y unas
piernas de escándalo, estaba descalza y una sonrisa traviesa
lucía en sus labios.
¿Qué cojones había pasado? ¿Era la novia? Miró con tristeza
a su pene que había hecho el amago de querer tirarse a
semejante bombón, pero entre prohibiciones de la empresa y
que ella era la fu-tu-ra novia, mejor dejar a aquel apéndice
totalmente colgado.
Cuando las mujeres vieron que él estaba en la puerta
empezaron a jalearlo.
-Venga, Louis, menea ese culito para nosotras.
-Eso, el culito y el rabito, venga macizo, mueve ese cuerpo.
Él seguía plantado en la puerta como un puñetero roble y
con la vista clavada en ella que le sonrió tímidamente.
Vaya, el stripper se llevaba los sobos y las sonrisas tímidas
eran para él, maldita fuera su estampa, estaba destinado a
vivir solo, dormir solo y morir solo.
Les dijo a las chicas si querían algo más de beber y fue a por
el pedido, cuando volvió, el stripper ya no estaba y las mujeres
estaban charlando animadamente.
Cuando volvió a salir notó una mano en su brazo y se giró
para encontrarse con ella, con Amber.
-Hola, Louis, siento que mis amigas te hayan puesto en un
aprieto.
Oh, tenía una voz preciosa, dulce, suave.
-No pasa nada, estoy acostumbrado.
Ella sonrió pícaramente y lo miró muy fijamente.
-Me lo imagino, con ese cuerpo no es de extrañar.

[109]
Se ruborizó, él, o sea, espera, él, Louis, el tío que llevaba
pateándose las calles, solo, desde los quince años,
¿ruborizado? Anda vamos, como se enterara alguno de sus
jefes iba a estar escuchando chuflas toda su vida.
Ella extendió su mano.
-Soy Amber.
-Encantado.
-Ya, verás, yo había pensado, bueno, no soy muy buena en
esto, pero, quería pedirte, maldita sea, no es tan difícil,
¿podemos tomar unas copas juntos?
¡Joder! Sí, bueno, eso también. Tragó con fuerza, ¿quería
sexo, aparte de las copas? Se casaría dentro de poco y ¿estaba
intentando ligar? ¿Una cana al aire antes de ponerse la soga al
cuello? Fascinante, la gente no cesaba de sorprenderlo.
-No, no puedo.
Ella lo miró tristemente.
-Lo siento, pensé, bueno, mis amigas me han dicho que
parecías interesado y yo, pues…siento haberte molestado.
Ella se giró y él la tomó de la mano.
-Es norma de la casa no alternar con los clientes.
-No sería aquí, Louis, podemos ir a otro sitio.
-¿Y tu novio?
Ella se extrañó.
-¿Mi novio? ¿Qué novio?
-Es tu despedida de soltera, ¿no?
La mujer empezó a reír.
-No, que va, es todo lo contrario, es una despedida de
casada.
¿Con que eres capaz de leer a las personas, no? Pues sería
mejor que fuera comprándose unas gafas, de aumento como
mínimo, porque no había dado ni una.

[110]
CAPÍTULO 2

Estaba nerviosa y aterrada, ¿por qué narices se había dejado


convencer por sus amigas? Porque eres tonta o ¿ya no te
acuerdas? Cierto, totalmente cierto, podía tener treinta y cinco
años, pero seguía siendo igual de tonta e ingenua que a los
veinte. Bueno, si era franca, había sido tonta toda su vida, ella
lucía un sello en medio de su frente que lo pregonaba y
certificaba, no podía ser de otra manera, porque toda su vida,
la gente había abusado de ella y ella sólo sabía agachar la
cabeza y soportar todo, quisiera o no, estuviera de acuerdo o
no.
Por eso estaba en aquella maldita fiesta, en su honor, pff,
manda narices, ¡despedida de casada! Volvió a pensar en cómo
se había dejado involucrar en semejante lío.
Todo empezó hacía un año, cuando firmó los papeles de
divorcio, después de un periodo de separación de su ex, un ex
que le dijo que necesitaban un tiempo, ¿tiempo para qué?
Antes del mes, el capullo, ya vivía con Carla, una veinteañera
de risa tonta y que lo miraba como si él fuera el creador de toda
cosa y persona del mundo.
A los seis meses de largarse, se presentó en casa con los
papeles del divorcio, ella lloró, él le dijo que dejara de hacer el
idiota, que su matrimonio estaba acabado ya hacía tiempo. ¿Y
ella qué hizo? Firmar como la niña buena que siempre había
sido.
Sus amigas se lanzaron a su cuello, cabreadas, como si ellas
fueran las que habían sido abandonadas, le dijeron que sí, que
era muy lista a la hora de contabilizar números y datos, pero
en lo de afrontar los hechos de la vida, era, sinceramente,
gilipollas.

[111]
Le planearon citas a ciegas, pero a la tercera, les dijo que no
estaba preparada y después de varias luchas y debates,
prometieron dejarla tranquila. Si pasado un periodo de “luto”
accedía a una fiesta preparada por ellas. Ella puso un año de
tiempo, pensando, ingenuamente, que se olvidarían.
¿Olvidarse aquel grupo de locas “salidas”?
Tres días antes se había presentado en su casa y le habían
dicho que ese sábado era la fiesta, ni una puta excusa iba a
aceptar. Claudicó, como siempre y esa noche se pasaron por
casa, con un vestido que ella no se pondría ni en sueños y se
encargaron de arreglarla, de vestirla como si fuera una
muñeca, luego la cubrieron con una de las túnicas que solía
llevar por casa, dijeron que en el club se la quitarían, que sería
algo así, como el “renacer” a la vida, menudo atajo de locas.
Al entrar al club, sus ojos cayeron en el camarero que había
en la barra, todo su cuerpo trepidó al verlo, era el sueño de
cualquier mujer, moreno, ancho, musculoso y con una sonrisa
pícara pegada a la cara de un niño bueno, mmm, era una
delicia mirarlo, ¿y tocarlo? ¿y dejarse poseer por ese cuerpazo?
Dios, al final se estaba contagiando de toda aquella locura.
La sorpresa de la noche, la gorda, la que le hizo “cagarse de
miedo” fue que le tenían preparado un stripper y no sólo eso,
las muy desvergonzadas lo habían contratado para un
“completo”, hasta una habitación del mismo club habían
reservado, según ellas, para que el hombre le hiciera el “rodaje”
y la pusiera de nuevo en “circulación”.
Pero el hombre no le inspiró nada. Cierto que tenía un
cuerpo espectacular, pero verlo bailar, sobarse y contonearse
contra ella, fue lo mismo que ver una película muda con un
enorme bol de palomitas, un espectáculo bonito, pero que la
dejaba más fría que la bandeja de bistec que tenía en el
congelador y que tenía que haber sacado si quería comer, al
día siguiente.
Pero el camarero...¡ah, el camarero!, el camarero le había
puesto a trabajar todos los engranajes de su cuerpo,
chirriantes por la falta de uso y ella quería que él se los
engrasara, pero no tenía el valor de acercarse para pedirle
semejante cosa.

[112]
Sus amigas la animaron a que se lo preguntara, según ellas,
el hombretón había mostrado interés y ella animada por las
brujas aquellas y las copas que se había metido en el hígado,
que aparte de agua mineral, el pobre, poco más sabía procesar,
se había lanzado.
Se sintió desilusionada y avergonzada cuando él dijo que no.
¿Cómo porras iba él, un hombre que hacía llorar a sus ovarios,
querer rollo con una mujer como ella?
Cuando le aclaró que eran normas de la empresa, se animó
de nuevo, pero luego se sorprendió de que le hablara de ¿un
novio? Fue delicioso, sí, se sintió como una jovencita de nuevo,
¿él la veía como a una futura novia? Para una mujer
abandonada, engañada y con todo lo que “cargaba en el
maletero” fue…vigorizante.
-Entonces, ¿te apetece?
Louis la miró fijamente y le mostró una sonrisa que hizo
gimotear a sus hormonas.
-Salgo dentro de una hora.
Se lamió los labios y vio que él seguía el movimiento de su
lengua.
-Está bien, nos vemos en una hora.
Cuando entró al reservado sus amigas la miraron
expectantes.
-Y bien, ¿se lo propusiste?
Miró a su amiga Candy.
-Sí, lo he invitado a tomar unas copas y ha dicho que sí.
Todas sus amigas gimieron.
-¿Unas copas? Amber tu eres tonta, se trata de que ese
hombre te ponga las bragas de pulseras tobilleras, el vestido
de bufanda y te empotré contra una pared. ¿Copas? Joder,
nena, no necesitas alcohol en el hígado, tú lo que necesitas es
un hombre que haga girar tu cabeza como la de la niña del
exorcista.
Se ruborizó intensamente. Sus amigas eran mujeres
decididas, desenvueltas, acostumbradas a disfrutar de la vida

[113]
y de los hombres. Todas estaban solteras, excepto Eve, que se
había casado hacía dos años. Pero ella, ella no había ligado
nunca, ni alternado con hombres ni nada de nada. Se casó
joven, con su primer amor, así que, en ese tema, estaba más
verde que un guisante.
Eve se acercó a ella.
-Nena, ese tío está de infarto, arrástralo hasta la habitación
de arriba y móntalo hasta que, entre tus piernas, quepan las
pirámides de Egipto.
Y burras como ellas solas, pero su cuerpo se calentó con la
imagen de Louis empujando entre sus piernas.

[114]
CAPÍTULO 3

Una hora. Una maldita hora que se arrastraba lentamente.


No dejaba de mirar su reloj. ¿Estaba parado? Se lo quitó y le
dio un par de golpes contra la barra.
-¿Qué, nuevo modelo de martillo?
Alzó sus ojos y miró a Mick, uno de sus jefes.
-No, es que estoy viendo si la madera de la barra es buena,
jefe.
-¿Tienes prisa? Si es así puedes irte, ya me hago cargo yo de
la barra.
Lo miró ilusionado.
-¿En serio?
-Joder, sí, puedes irte ya, para que luego digas que no soy
un tío cojonudo.
Resopló con fuerza.
-Deberías saber que la opinión de tu mujer no es objetiva, en
serio, Mick, sigues siendo el mismo…
-Si terminas esa maldita frase, Louis, ve despidiéndote de tu
salida, te quedarás a cerrar el club. ¿Qué decías?
Él sonrió.
-¿Cojonudo? Si Jenny no se pusiera celosa, te pegaba un
beso ahora mismo.
Mick puso cara de asco.
-Acercas esos morros a mí, guaperas, y vas a tener que
comerte las pizzas en zumo. Lárgate antes de que me
arrepienta.

[115]
Se fue derecho a la sala trasera, recogió su ropa y se dio una
ducha. Vestido con unos vaqueros, una camiseta negra y su
cazadora de cuero, fue hasta el reservado.
Amber estaba sentada entre dos mujeres y él le hizo una
seña, se volvió y escuchó gritos y silbidos, procedentes del
reservado, sonrió suavemente y despacio, salió hasta el
aparcamiento del club, a esperarla.

***

Amber miraba su reloj cada dos minutos, estaba impaciente


y al mismo tiempo, asustada. Cuando vio a Louis en la puerta,
todo su cuerpo se estremeció, él le hizo una seña con la cabeza
y se marchó, pero si pensaba que había pasado desapercibido,
era un iluso. Sus amigas empezaron a gritar y silbar como
locas cuando él se dio la vuelta y se marchó.
Eve y Candy la levantaron con fuerza del sillón.
-Venga, nena, el tío macizo te espera y no hagas nada que yo
no haría.
Se ruborizó por completo.
Cuando, con pasos temblorosos se dirigió hacia la salida,
escuchó sus frases de “ánimo”.
-Móntalo hasta dejarlo seco, nena.
-Que tiemblen las paredes, Amber.
-Amber, deja el listón alto, y ya sabes, no aceptaremos noche
salvaje a no ser que caigan tres polvos, cielo, es lo que teníamos
contratado.
Puñeteras salidas, estaban alterándole los nervios, ella no
iba a tener sexo con Louis, ¿o sí?
Cuando salió, miró por el aparcamiento hasta dar con él,
estaba apoyado en una inmensa moto y estaba realmente
maravilloso, madre mía, era un pecado de hombre, con esos
ojazos, esa sonrisita y ese pedazo cuerpo, era para que a una
se le derritieran hasta las bragas. Trastabilló un mínimo de
tres pasos hasta llegar a él.

[116]
-Hola, Louis.
Él le sonrió y sintió gimotear a su vagina.
-Hola, Amber, ¿vamos?
Ella miró a la moto y luego a él, fijamente, para volver, de
nuevo, a observar la motocicleta. No había montado en una
en su vida y no había traído su coche, sus amigas habían
insistido en ello, temían que saliera en estampida, como un
búfalo en celo, en cualquier momento que se despistaran, pero
¿montar en moto con aquel vestido?, se lo tendría que subir a
la altura de las amígdalas.
-¿En moto?
Él la miró sonriendo y ella tuvo que echar mano de toda su
fuerza de voluntad para no gemir. ¿Cómo narices podía
cambiar, una maldita sonrisa, toda una cara? Serio, tenía cara
de niño bueno, capaz de cantar en un coro de ángeles, pero en
cuanto sonreía, su cara se transformaba en la del mismísimo
diablo, sí, seguro, un hombre con esa cara, era capaz de
arrastrarte a pecar, mucho, sobre todo, de lujuria.
-¿No te gustan las motos?
Si la moto era una preciosidad, no tanto como el dueño, pero
un sueño de vehículo, el problema era el vestidito de marras.
-Es que con…con el vestido.
-Puedes subírtelo un poco.
¿Un poco? ¿Y cómo cuanto era un poco para escalar aquella
gigantesca máquina infernal? Se ruborizó intensamente, ¡por
el puñetero teorema de Pitágoras! Si alzaba su vestido
quedarían al descubierto sus magnos muslos, blancos y con
más agujeritos que un campo de golf. Antes prefería que le
hicieran una colonoscopia.
-Eh, no, no creo que levantando un poco…no estoy segura,
Louis.
-Súbetelo un poco y ya me encargo yo de montarte…en ella.
Tragó fuertemente, ¿montar? ¿Había dicho montar? Su
sangre se dividió en dos partes, como Moisés abrió el Mar rojo,
una mitad se quedó instalada entre sus piernas, latiendo
desaforadamente y la otra hizo una subida rauda a su cara, la
[117]
sintió arder en décimas de segundo. ¡Por el principio de
Arquímedes!…Realmente tenía un serio problema a la hora de
maldecir, por eso todo el mundo la miraba como un bicho raro,
joder, mientras algunos juraban por dibujos animados,
modelos, pájaros e insectos, su mente siempre estaba en los
números y los científicos, era un caso perdido.

***

Louis la vio venir y su cuerpo se calentó, pensó que a lo mejor


se echaba atrás, pero no, allí estaba, espectacular, bella, una
mujer de carne y hueso, de esas que le gustaban a él, con
anchuras y curvas, igual que una carretera sinuosa y no había
nada que amara más que una buena carretera con curvas,
salvo, una mujer con ellas.
Él observó su indecisión cuando vio su moto y le echó un
vistazo a su vestido. Sí, quería verlo deslizarse por esas
piernas, seguro que tendría un buen par de muslos, blancos y
suaves y a él le encantaría enterrar entre ellos, primero su
cabeza y después sus caderas.
Se había ruborizado intensamente cuando le dijo que se lo
subiera y aún seguía, arrugando el vestido entre sus manos y
mirándolo indecisa.
Se acercó a ella con pasos firmes y suaves, puso sus manos
sobre las de ella y percibió la suavidad de su piel, lentamente
deslizó unos buenos quince centímetros de su vestido hacia
arriba y entonces su cuerpo sí que se calentó, más bien entró
en combustión. Las medias eran de un color café, rematadas
en encaje y sujetas con un liguero, había deslizado el vestido
hasta casi el mismo límite de esas medias, dos centímetros de
piel blanca quedaron expuestos y él quería lamerlos, era lo más
sugerente que había visto en su vida.
-Mantelo así mientras te ayudo a subir.
Ella sólo jadeó, la tomó de la cintura y la subió a la moto.
Amber lo miró indignada.
-Mierda, Louis, esto…esto es indecente, van a ver la talla de
mi sujetador por “ahí” abajo.

[118]
Se quitó la cazadora.
-Póntela, la noche está fresca y además te cubrirá.
Ella miró la cazadora, luego a él y resopló sonoramente.
-Pues será la cremallera del vestido lo que va a cubrirme,
porque lo demás, creo que se va a quedar a la intemperie.
No contestó y se limitó a mirarla mientras ella se ponía la
cazadora y, efectivamente, no cubría sus muslos, es más,
estaba aún más sugerente y sexy. Admiró sus piernas unos
segundos más antes de que Amber le hiciera un movimiento
con su mano frente a sus ojos.
-Louis, estoy aquí, sobre el potro este y te juro que es lo más
incómodo que he tenido entre las piernas en mi vida.
Él sonrió de medio lado.
-Cariño, esta preciosidad es lo mejor que tendrás entre tus
piernas…hasta que me tengas a mí.
Ella inspiró con fuerza, pero antes de que hiciera el amago
siquiera, de bajarse de la moto, él subió y la arrancó.
-Oye, ¿No hay casco? ¿Cinturones de seguridad? ¿Chaleco
salvavidas?
Sonrió y salió disparado, Amber lanzó un grito y se sujetó
con fuerza a su cintura, notó los pechos de ella clavados en su
espalda, todo su cuerpo apretado contra el suyo y sus manos
enlazadas frente a él, muy cerca de su cinturón y de su pene,
que hacía ya unos buenos minutos, estaba totalmente erecto,
haciendo que sus pantalones fueran incómodos, muy
incómodos.
En cinco minutos llegaron al edificio donde vivía, aparcó en
el pequeño garaje y ayudó a Amber a bajar de la moto.
-Esto no es una cafetería. ¿Dónde estamos?
-En el edificio donde vivo.
El rubor volvió a instalarse en su cara y cuando la tomó de
la mano, notó el temblor de su cuerpo.
-¿Me has traído a tu casa?

[119]
Abrió la puerta y entraron, bueno, lo de entrar fue algo más
difícil, tuvo que llevar a remolque a Amber tras él. Llamó al
ascensor y se volvió a mirarla.
-A estas horas no quedan cafeterías abiertas, salvo algún bar
de carreta, pensé que estaríamos más cómodos aquí.
El ascensor llegó y subieron en él, durante todo el trayecto,
hasta su planta, no dejó de mirarla, ella miraba a cualquier
lado menos a él, estaba ruborizada y con el pelo despeinado
por el viaje en moto, parecía recién salida de la cama y él se
juró que la vería así…a la mañana siguiente.

[120]
CAPÍTULO 4

¿Su casa? ¡Por todos los números primos! Estaban en su


casa, ¿quería sexo? No, hija, quiere jugar al monopoly ¿tú que
crees? Por supuesto que quiere sexo y nosotras también, ¿no se
trataba de eso, esta noche?
Estaba tan nerviosa, ella no hacía esto, bueno, el sexo sí lo
había hecho, por supuesto, pero irse con un hombre, sin saber
nada de él, no. Ella no, pero ¿y por qué no? A fin de cuentas,
de eso se iba la salida de esa noche, ¿no? ¿Por qué no actuar
de forma diferente a como siempre lo había hecho? Venga,
Amber, hazlo, atrévete, sé diferente por una vez ¿Para qué
narices había bebido ella? Para envalentonarse ¿no? Pues,
hala, a sacarle partido a las burbujitas y el alcohol.
El apartamento de Louis era pequeño pero acogedor. Un
pequeño salón con amplios ventanales, pintado en color
blanco, con un enorme sofá en color teja, igual que las cortinas
y el tapizado de las sillas. Un suave olor a limón se extendía
por el ambiente, una barra separaba el salón de la cocina, los
armarios tenían una puerta de cada color, rojo, azul, verde,
amarillo, le daban vida y color al espacio. Al otro lado del salón
había una puerta, se imaginó que llevaba a su habitación.
Se quitó la cazadora de él y la dejó sobre una silla. Louis dejó
las llaves en la mesa que había frente al sofá.
-¿Qué te apetece tomar?
A ti, entero, sin ropa y en todas las posiciones. Un leve
estremecimiento la recorrió de arriba abajo, ¿por qué no podía
decirle eso directamente? Tomó aire mientras que veía a Louis
deslizar la mirada por todo su cuerpo, con intensidad,
recorriéndolo de forma admirativa.
Él pasó a la cocina mientras que ella se dejaba caer en el
sofá y se reprochaba su cobardía.

[121]
Louis volvió con una botella de vino blanco y un par de
copas.
-Es un vino muy suave, Amber, de sabor afrutado y baja
graduación en alcohol.
¡Ah, mierda! Ella lo que necesitaba era más graduaciones,
¡qué narices! Algo que le hiciera perder un poco la cabeza sin
llegar a aturdírsela, porque no quería perderse ni un ápice de
lo que podía sentir al tener un hombre como él, haciéndole el
amor.
Louis le pasó la copa.
-Brindemos por ti, Amber, por tu nueva vida.
Brindaron y tomó un trago de aquel vino, estaba bueno, tan
dulce y fresco, que bebió de un golpe toda la copa, la dejó sobre
la mesa mientras se lamía los labios y vio que Louis no se
perdía ni un solo detalle de ese movimiento.
Envalentonada, por el alcohol o por la mirada caliente de él,
se inclinó suavemente hacia él, venga, machote, estoy dando
un paso, estoy mandando mis inhibiciones a la mierda, coño,
da tú el siguiente paso. Esperaba no haberlo dicho en voz alta,
pero Louis parecía haberla entendido a la perfección, porque
dejó su copa y la tomó con suavidad de la barbilla y acercó su
boca a la de ella, parándose un milímetro antes de posar los
labios sobre los suyos, ¿a qué esperas? ¿quieres una carta
certificada o qué?
-Eres una preciosidad, Amber.
Agradeció el comentario pero ella no estaba allí para oír
palabras dulces, ella quería, mmm, quería, “que nos empotren
contra una pared, nena, eso queremos, sexo salvaje, de ese que
te deja para el arrastre, sudorosa y agitada, de ese que dicen,
que cuando lo tienes, tu vagina se queda haciendo espasmos y
latiendo una semana después, eso queremos, sucio, duro y
salvaje, díselo.”
Tal vez su mirada fue más clara que ella misma o tal vez fue
el latigazo que se produjo al tocarse sus labios, pero un
momento el beso parecía ser suave y al siguiente, Louis puso
su mano en su nuca y la apretó con fuerza contra él, mientras
saqueaba su boca, besándola con intensidad, clavando su

[122]
lengua dentro de ella, acariciando con vehemencia su paladar
y obligando a su lengua a encontrarse con la de él.
Louis deslizó su otra mano hacia su pecho, reptando
lentamente desde su cintura hasta alcanzar su pecho y
acariciar su pezón, que se endureció al primer contacto.
Su piel parecía arder y la mano de Louis siguió torturándola
un poco más, hasta que no pudo reprimir un gemido. Eso
detonó la pasión de él, la acostó sobre el sofá y se tendió sobre
ella, deslizó su boca por su cuello, dejando un reguero caliente
de besos y saliva. Louis bajó sus manos hasta el borde del
vestido y tiró de él hacia arriba, sus ojos se quedaron clavados
en sus muslos y los acarició con fuerza.
-Eres suave, Amber y muy cálida.
Su mano se posó sobre su monte y notó un dedo de él,
recorriendo su raja, sobre sus bragas que empezaban a
mojarse.
-Y muy receptiva.
Y tú hablas demasiado, guaperas, deja de comentar y ve
directo a la acción. ¡Dios! Se sentía tan bien, tan perfecto,
tan…¡joder! Qué pedazo de bruto, acababa de arrancarle las
bragas, ella quiso preguntarle cómo podía hacer eso, sus
bragas eran anchas, fuertes, ¿Qué fuerza había empleado? ¿No
había ofrecido ninguna resistencia ese pedazo de tela?
“Quieres dejar de pensar como una maldita autómata, deja
los numeritos de lado nena y sólo siente. Qué manía la tuya de
querer contabilizarlo todo.”
-Hueles deliciosamente, Amber, como para comerte entera.
Pues come y calla, venga muchachote, esta por ti, esta por
mí, el avioncito por aquí, el helicóptero por allá, pero llénate
la puñetera boca de mí, ya mismo. Estaba empezando a
desvariar, pero cuando sintió la lengua de Louis recorrerla de
arriba abajo y bebiendo todos sus jugos, la tabla periódica cayó
en el olvido y empezó a sentir, a disfrutar, a gemir.

***

[123]
No sabía cómo había sucedido, su idea era conocerla un poco
mejor, pero en cuanto la besó, toda su cordura saltó por los
aires y en lo único que pensó fue en tenerla debajo de él, sobre
él, a un lado, al otro, daba igual, sólo sabía que tenía que
follarla como un loco y cuando lamió sus jugos, se perdió en
su sabor y dejó que su pasión tomara el control.
Aspiró con fuerza su aroma, mientras deslizaba su lengua
por los labios de su vagina, acercándose en cada lamida, más
cerca de su clítoris. Este estaba duro y se veía inhiesto,
sobresaliendo de su capucha, como un pequeñísimo pene,
duro y enrojecido y lo tomó con fuerza entre sus labios,
chupándolo con avidez mientras que Amber gemía y retorcía
sus caderas, estampándolas más cerca de su boca.
Deslizó dos dedos por su raja, empapándolos de sus jugos y
luego los deslizó dentro de su canal, estaba húmeda y las
paredes de su vagina se estaban contrayendo, absorbieron sus
dedos nada más entrar en ella y lo aprisionaron con fuerza.
Giró los dedos y conectó con la suave protuberancia y la
acarició suavemente y Amber enloqueció, clavó sus caderas
contra él, dificultándole la respiración, pero no le importó,
sobre todo, cuando ella empezó a emitir unos suaves maullidos
que pronto se convirtieron en jadeos y que llegaron a un grito
ronco.
Cuando aceleró su succión sobre el clítoris y la entrada
enérgica de sus dedos en su coño, sacó los dedos de su interior
y escuchó el gimoteo de Amber, puso su boca sobre su entrada
y bebió su crema, dulce, picante y caliente, relamiendo con
suavidad y llegando lo más profundo que su lengua le permitió.
Ella cayó desmadejada en el sofá y él sólo pudo mirarla
fascinado, se había abandonado por completo en sus brazos.
Dejó de pensar cuando su pene latió con más fuerza,
dolorido y deseando enterrarse en aquella calidez.
Tomó su cartera y sacó un condón de ella, desabotonó sus
pantalones y sacó su polla, la acarició un poco, antes de
enfundarse en el condón y tomando las caderas de Amber se
posicionó sobre ella, guio a su pene a la entrada de su coño y
con un fuerte empellón se enterró en Amber. Ella gimió
suavemente, estaba apretada, húmeda y muy caliente y las

[124]
paredes de su vagina aún seguían latiendo fuerte, atrayendo y
masajeando a su dolorida polla.
Empezó a moverse tentativamente, pero cuando se retiró
hasta la cabeza de su verga y ella la siguió, comprobó que
estaba más que preparada. Tomó una de sus piernas y la echó
sobre su hombro y siguió embistiendo entre las caderas de
Amber, cada vez con más fuerza. Notó sus testículos
endurecerse y un leve cosquilleo en su columna vertebral,
estaba a punto de correrse, pero no iba a hacerlo, hasta que
ella no tuviera su orgasmo con él, los dos juntos.
Soltó una de sus manos de la cadera de ella y la llevó hasta
su clítoris, que aún seguía estando duro y lo acarició entre dos
dedos, agitándolo y masajeándolo con suavidad, Amber maulló
de nuevo como un dulce gatito y él apretó los dientes, posicionó
una de sus piernas en el suelo y empezó a empujar con fuerza
contra el dulce coño de ella, seguía embistiéndola, cuando
Amber gritó con fuerza y la fuerza de su orgasmo, lo impulsó a
él al suyo, se corrió con fuerza, disparando su semen de forma
continua y abundante, notó como llenaba el condón y con
suavidad, se salió de ella.
Amber tenía los ojos cerrados, el pelo pegado a su sien y toda
ruborizada, era la imagen del deseo satisfecho.
Fue al baño y se deshizo del condón y volvió a por ella que
seguía en la misma posición. La tomó en brazos y ella lo miró
con los ojos extraviados.
-Ven aquí, gatita.
La llevó hacia su habitación y la depositó en su cama, se
desnudó apresuradamente y fue a la cama con ella.
La desvistió como si fuera una muñeca, mientras que Amber
se reía suavemente.
-No tengo fuerzas ni para respirar, Louis.
-Guárdalas, nena, te van a hacer falta.
Cuando la dejó totalmente desnuda, disfrutó del espectáculo
de aquel cuerpo con curvas.

[125]
CAPÍTULO 5

¿Que guarde las fuerzas? Es relativamente imposible que


esté pensando en volver a hacer el amor, ¿no?
Estadísticamente hablando…¿quieres dejar tus malditas
estadísticas por esta noche?
Louis se acostó a su lado y empezó a acariciarla suavemente
mientras que con su boca mordisqueaba su cuello.
-Eres fuego, Amber y yo quiero quemarme en ese fuego. ¿Te
quedaras toda la noche? Aún nos queda mucho por
experimentar.
¿Mucho? ¿Como mucho de una vez más o estaban hablando
de algo sumamente mayor? No lo sabía, pero lo que sí sabía es
que su vagina estaba empapándose nuevamente y estaba más
que dispuesta a experimentar. ¡Ah, ella era la reina de los
experimentos! Pues a investigar se ha dicho, sobre todo, ese
pedazo de pene que sentía, duro nuevamente, pegado a su
cadera.
Extendió la mano y lo acarició suavemente, ella quería
probarlo, tenerlo entre su boca igual que había hecho él.
Se levantó y se arrodilló en la cama.
-¿Me dejas…me dejas probarte como tú has hecho conmigo?
Él sonrió pícaramente y extendió sus piernas en respuesta.
-Todo tuyo, gatita.
Se posicionó entre las piernas de Louis y lo admiró,
realmente lo admiró como si fuera una obra de arte, pero es
que él parecía una escultura, ancho, lleno de músculos, duro,
con una buena tabla de abdominales y allí, sobresaliendo entre
un ligero vello negro, su hermosa, dura y venosa polla.

[126]
Acarició suavemente toda su longitud, que era mucha, así a
ojo y sin su cinta de medir y su pie de rey, podía decir que
media unos veinte centímetros de largo y su grosor, ¡joder! Su
grosor superaba los seis centímetros, mínimo. “Y dale, que
obsesión con medirlo todo, quieres metértela en la boca y dejar
de hacer cálculos, ni que pensaras exponerla, maja”
Lamió con suavidad su glande, rodeándolo con su lengua,
puso una de sus manos en sus pesados testículos y la otra en
la base de su pene, masturbándolo lentamente.
Louis gemía roncamente.
-¡Dios, Amber! Estás…estás volviéndome loco -él jadeaba las
palabras-, tienes una bo…ca maravillosa.
Se metió la cabeza en la boca y lo chupó con fuerza, dejando
deslizar sus labios sobre su carne caliente. Empezó a bajar y
subir por toda su longitud, respiró por la nariz intentando
tomar lo máximo posible de él.
-Amber, gatita, ya es suficiente.
Ella gimió. ¡No! Estaba tan rico, tan caliente y se estremecía
de tal manera que ella quería volverlo loco.
Louis se incorporó y la tomó del pelo.
-Suficiente. Cuando me corra quiero estar dentro tuyo. Ponte
de rodillas.
Ella lo miró fijamente antes de echar una mirada ansiosa a
su polla, ahora totalmente mojada por su propia saliva y por el
líquido pre seminal que salía de ella, pero obedeció.
Louis abrió el cajón de la mesita y sacó una tira de condones,
tomó uno y se enfundó en él.
La acarició entre las piernas y tomó sus jugos para
empaparla de nuevo, deslizó un par de dedos en su vagina y
los empezó a rotar dentro de ella.
-¿Quieres dejar de jugar, Louis? Te quiero dentro.
-Eres impaciente, Amber, quiero que estés preparada.
-Estoy preparada, Louis, te necesito, ¡ya!
Él acarició su culo y le dio un ligero cachete.

[127]
-Eres demasiado mandona, gatita.
La tomó con fuerza de la cadera, guio su pene hasta la
entrada y de un golpe se clavó en ella, haciéndola gemir con
fuerza. Se retiró y ella lo acompañó, clavó su culo en su cadera,
resistiéndose a soltar su verga.

***

Louis admiró aquel culo blanco, redondo y suave, deslizó la


mano hasta su coño e impregnó sus dedos con su crema,
siguió empujando en ella y con sus dedos bañados en sus
jugos, jugueteó con su ano, Amber se estremeció visiblemente.
-¿Has tenido una polla en tu culo alguna vez, Amber?
Ella gimió y enterró la cara en la almohada, él sonrió y le dio
otro leve cachete en el culo, ella volvió a estremecerse.
-Dímelo, Amber.
La voz de ella salió estrangulada.
-No, nunca me han follado el culo, ¿era eso lo que querías
saber, capullo?
Exacto, justo lo que quería saber. Mientras seguía
empalándose en ella, deslizó uno de sus dedos, empapado en
los jugos de ella, por su ano, Amber se tensó un poco.
-Tranquila, gatita, no voy a hacerte daño, relájate y
disfrútalo.
Ella seguía tensa y estática debajo de él.
-¿Te han metido a ti muchos dedos en el culo? Maldita sea,
Louis, ¿cómo sabes lo que voy a sentir?
Él deslizó el dedo un poco más, pasando el rígido anillo y
ensartándolo hasta su última falange. Se inclinó sobre ella y le
mordió, ligeramente, el lóbulo de la oreja.
-¿Te duele?
Amber movió, tentativamente, sus caderas y resopló.
-Maldito sabihondo.

[128]
Louis no pudo evitar una carcajada, que murió súbitamente,
cuando ella apretó sus caderas contra las de él, contrayendo
las paredes de su coño y masajeando su polla. Soltó un
gemido.
-Despacio, Amber, despacio.
-No, lo quiero ya, Louis, joder, estoy en el mismo borde,
¡muévete, capullo!.
Louis empujó con fuerza sus caderas, entrando en ella con
fuerza y follando, con su dedo, el culo de Amber. Recrudeció
sus movimientos, jadeando con fuerza, mientras su orgasmo
crecía en él como una ola gigantesca.
Cuando Amber soltó un ronco gemido y las paredes de su
coño lo constriñeron, masajeando su polla, rugió con fuerza y
se dejó ir, dejándose caer, vencido, sobre ella que jadeaba
intentando conseguir algo de aire.

[129]
CAPÍTULO 6

Louis entró cabreado en el club. Había sido una noche llena


de sexo, como nunca antes la había tenido, habían vuelto
hacer el amor de nuevo, luego se quedaron dormidos y de
madrugada volvió a hacerle el amor y esa mañana en la ducha,
se había deslizado detrás de ella y la había follado con furia,
con las piernas de Amber abrazando su cintura y él empujando
como un búfalo en celo y después...después había pedido un
taxi y se había largado, sin querer darle ni su dirección ni su
teléfono. Según ella, aquello había sido una “locura transitoria”
algo que ella jamás había hecho y debía volver a su vida
“normal”. ¿Es que él era anómalo o qué?
Entró refunfuñando. Phill y Darius que en ese momento
estaba tomando un café, era como una tradición, todos los
domingos se reunían allí los cinco, lo miraron alzando sus
cejas.
-¿Qué te pasa, metomentodo?
-Que te zurzan, Phill.
-¿Has estado montando toda la noche en moto?
Miró a Darius.
-¿A qué viene esa pregunta?
-Porque andas como si te acabaras de bajar de un caballo,
Louis, tienes las putas piernas arqueadas.
En ese momento entró Mick.
-Anoche tenía prisa, lo mismo, lo que ha estado montando
no ha sido una moto, ¿verdad?
Phill lo miró fijamente.
-¿Noche de sexo salvaje? ¿Quién es ella?

[130]
Resopló con fuerza, mientras que por la puerta entraban
Matt y Richard. ¡Hala! Pues ya estaban todos.
-¿Qué pasa?
Matt miró a los otros y Darius respondió por todos.
-Aquí el muchachote ha estado follando hasta que se le han
secado los sesos. Mira cómo anda y el pedazo ojeras que lleva.
-Iros a la mierda, chicos.
Eran sus jefes, pero aparte de eso, eran sus amigos, su
familia, como hermanos mayores para él.
-¿Y dónde la conociste?
Él se sonrojó, treinta y tres años y sonrojándose como un
maldito chaval.
Todos clavaron la mirada en él, ¡joder! No le gustaba que lo
miraran así, cuando lo hacían, era capaz de mearse encima.
-¡Maldita sea, Louis! ¿Te has follado a una cliente?
Phill lo miró cabreado y él contestó rápido.
-No fue aquí.
Odiaba su boca, en serio, era incapaz de mantenerla cerrada
ante las miradas de aquellos idiotas.
Richard lo cogió de la camiseta y le clavó la nariz a un
centímetro de la suya.
-Una puta regla, Louis, una sola, no se mantienen relaciones
sexuales con los clientes. ¿Qué cojones no has entendido de
esa frase? ¿Tal vez ha sido el no? o quizás ¿cliente?
Se soltó del agarre de Richard y se metió tras la barra.
-Ha sido la única vez que he hecho algo semejante.
-Y la última, Louis, maldita sea, estoy por ponerte las pelotas
de corbatín.
Miró enfadado a Mick.
-Tú no vas a controlar mi vida sexual.
Ahora el que pegó la nariz a su cara fue Darius.

[131]
-Nos importa una mierda a quién te tiras, Louis, pero sabes
que aquí no jodemos a los clientes.
-¿Quién jode a los clientes?
Todos se volvieron y se encontraron en la entrada a sus cinco
mujeres, acompañadas de carricoches y bebés.
Briana carraspeó y miró a los hombres, uno a uno, acción
que repitieron el resto de ellas, alzando las cejas, igual que lo
hacían ellos. Y los cinco tíos machotes, respondieron al
unísono y como mansos corderitos.
-¡Louis!
Blanca se acercó a ellos, con su carrito doble, donde llevaba
a sus gemelas.
-¿Te has fo…acostado con una clienta, Louis?
-¡Maldita sea! ¿Por qué no me ponéis un puñetero cartel en
la frente pregonándolo?
-Nada de palabras malsonantes delante de los niños, Louis,
parecen esponjas, todo lo absorben y lo peor es que lo repiten
como loros.
Jenny habló sonriéndole.
Liz se acercó y le acarició la cara.
-Y bueno, cielo, ¿mereció la pena, a pesar de todo este
escándalo?
¡Mierda! Volvió a sonrojarse y entonces, las que se lanzaron
contra él, fueron ellas. Si los hombres le hacían mojar sus
pantalones, ellas...ellas le hacían necesitar definitivamente, el
papel higiénico.
-¡Sí! Creo que sí chicas, ¡mirad su cara!
Megan sonrió abiertamente, mientras pasaba su hija a su
marido, acto que repitieron todas y de repente aquellos “tipos
duros” pasaron de leones a gatitos, ronroneando y haciendo
tonterías ante la cara de los retoños, mientras que él, se vio
rodeado de cinco estupendas mujeres, decididas, muy
decididas.
-¿Cómo se llama?

[132]
-¿Cómo es?
-¿Vais a seguir viéndoos?
-¿Te has enamorado?
-¿Dónde vive?
Él miró a los hombres intentando que lo ayudaran, pero los
muy cobardes miraron hacia otro lado y siguieron jugueteando
con los bebés.
-Chicas de verdad…
Briana movió un dedo frente a él.
-Ni se te ocurra, Louis, no vas a salirte de esto sin contarnos
todo, así que empieza a hablar o te obligaremos. Tenemos
nuestros métodos, ¿verdad, chicas?
Las otras cuatro mujeres asintieron sonriendo.
Miró al cielo resignado, todo aquello era culpa de él, por no
saber mantener la boca cerrada.
-Se llama Amber, no vamos a volvernos a ver y sí, me gusta.
Fin de la historia.
Las mujeres lo miraron fijamente y Jenny se acercó un par
de pasos más a él, los mismos que él reculó.
-¿Porque no vas a volverla a ver? ¿Eres de los de un polvo y
si te he visto no me acuerdo?
Él tragó con fuerza.
-No, es ella la que no quiere verme más.
Se oyeron varias carcajadas masculinas. Y Richard fue el
insensato que abrió la boca.
-Esto es fascinante y me lleva a recordar a nuestro querido
Phill, cuando andaba renegando de que era poco más que una
poll…
Blanca se volvió hacia él.
-Terminas esa frase, Richard, y le hago una visita a tía Doris
para que deje “eso” que ibas a nombrar, como un chicle en la
boca de una quinceañera, ¿entendido?

[133]
Richard la miró y después clavó la vista en Megan, su
esposa.
-Megan cielo, es broma, ¿verdad? Ella no haría eso, ¿cierto?
Megan le guiñó un ojo.
-Claro que no, cariño. Blanca sería incapaz y mi tía,
pobrecita. ¿Crees que una adorable anciana como Doris, haría
semejante cosa?
Todos y cada uno de los hombres asintieron. ¿Adorable
anciana? Y un cuerno, la adorable anciana era una bruja, en
el sentido literal de la palabra.
Las mujeres volvieron la vista de nuevo a Louis. Blanca le
acarició la cara.
-Cariño, si estás interesado hay maneras de averiguar quién
es ella y dónde vive.
-No sé cómo, Blanca, además, tú más que nadie deberías
entenderlo, ¿no?
Blanca achicó la mirada y él tragó con fuerza, ¡mierda! ¿En
serio quería morir a la edad de treinta y tres años? Pues si no
quería, estaba haciendo puntos para todo lo contrario.
-Y tú, mejor que nadie, chismoso, deberías saber que si un
hombre quiere a una mujer, debe ser persistente y si no,
pregúntale a cualquiera de los cinco que tienes ahí sentados.
Liz se rió con fuerza.
-Bueno, aunque alguno se le tuvo que dar un empujoncito,
más bien, mantenerlo encerrado, aislado y atiborrado de
afrodisiacos.
Las carcajadas fueron generales, mientras que Richard y
Megan se ruborizaban intensamente.
-Vale, hora de investigar, chicas.
Jenny se dirigió por el pasillo, seguida de toda la “comitiva”.
Cuando llegó al despacho de Mick, encendió el ordenador.
Su marido se acercó a ella, con la pequeña Daphne en brazos.
-Jenny, cielo, ¿qué vas a hacer?
Jenny lo miró sonriendo.
[134]
-Averiguar quién hizo la reserva.
Darius la miró serio, mientras las mujeres asentían
entusiasmadas y Louis gemía en un rincón.
-Chicas, esto no está bien, no podemos mirar las fichas de
las reservas para intentar encontrar a una persona, eso es
personal…
Liz los miró a todos.
-Louis se ha saltado la regla. ¿Por qué no podemos hacerlo
nosotros?
Phill abrió los ojos como platos.
-¿Nosotros? ¿Cuándo hemos pasado “nosotros” a formar
parte de este absurdo plan?
Blanca acarició los pectorales de su esposo.
-Desde que esto afecta a Louis, nuestro Louis, él tiene
derecho a su pedacito de felicidad, nosotros somos su familia
y lo vamos a ayudar, porque eso es lo que hacen las familias,
¿verdad?
Los hombres se miraron unos a otros angustiados, pero
cuando clavaron la vista en las mujeres, ahora con los brazos
cruzados al frente y las cejas alzadas, asintieron.
-Cierto, muy cierto, cariño.
-Todo aclarado, empecemos la búsqueda -Briana miró a
Jenny- ¿Has encontrado algo?
-¿Era el reservado número tres?
Louis asintió.
-Ya está, la reserva está hecha a nombre de Eve Parker, aquí
está su dirección y su teléfono. Podemos visitarla o mejor
llamarla y…
Louis las miró alarmado.
-En serio chicas, de verdad creo que deberíamos dejar esto
aquí. Si Amber no quiere verme, no puedo obligarla.
-Y no la vas a obligar, vas a aparecer en todos los sitios que
ella va asiduamente y la vas a conquistar.

[135]
¿Conquistarla? Realmente, ¿estaba tan interesado en ella?
¡Dios, sí! Pero aquello era una locura. Una maldita locura. Y él,
un idiota por dejarse convencer.
De repente Jenny alzó la cabeza y lo miró fijamente.
-Louis, ¿quién era la homenajeada en la fiesta?
-Amber.
-¡Maldita sea, Louis!
Los hombres la miraron serios y le susurraron.
-Los niños, Jenny.
-Eres un ca-pu-llo, Louis, era una despedida de soltera.
Diez pares de ojos se clavaron en él, pero fue Briana la que,
cabreada, le preguntó:
-¿Te acostaste con la novia?
¡Fantástico! Aquello iba de mal en peor.
-¡No!, ¡Dios! Era todo lo contrario, una despedida de casada,
estaban celebrando que Amber se había divorciado hace un
año, Jenny, no soy tan irresponsable.
Todos respiraron más tranquilos.
-Entonces, voy a llamar a Eve.
-No, Jenny, déjalo estar, ni se te ocurra…
¿Se había quedado sorda de repente? Porque pasó de él como
de la mierda, allí estaba, tan ricamente llamando, pero si
estaba asombrado, aún se llegó a asombrar más, cuando una
Jenny, por todo el morro, le soltó a Eve que era norma del club
enviar flores a las agasajadas en las fiestas y que necesitaban
la dirección de Amber. Tres minutos después, colgaba el
teléfono totalmente satisfecha y agitó frente a todos, el papel
con el domicilio de Amber.
-Listo, ya la tenemos, mañana te presentaras con las flores
en su casa y empezarás a “cazarla”.
¿Dónde se había metido? Y lo realmente importante, ¿por
qué cojones tenia él que obedecer? Pues porque a él le gustaba
Amber, mucho y quería seguir viéndola y si para eso tenía que

[136]
jugar sucio y dejarse guiar por la panda aquella de locos, lo iba
a hacer.

[137]
CAPÍTULO 7

Eran las cinco de la tarde y estaba agotada, muy agotada y


con ganas de asesinar a alguien. No, a alguien, no, al que
quería cargarse, con un rifle de asalto, era al capullo de su ex.
Desde que se habían divorciado iba de mal en peor, no
bastaba con haberla abandonado, con ir, poco a poco,
distanciándose de sus hijas, que ahora, en las tres malditas
ocasiones, que había visto a las niñas en los últimos seis
meses, se las devolvía enfermas. ¿Cómo se podía ser tan
irresponsable? Las niñas sólo tenían cinco años, ¡por Dios! Y
lo único que habían comido ese fin de semana eran pizzas,
hamburguesas y pasteles.
Gisele y Grace habían llegado a casa con dolor de tripa y
vómitos y el muy idiota sólo le había dicho, como si aquello
fuera una jodida excusa, que Carla no sabía cocinar, ¿y a ella
que mierda le importaba eso? Las niñas eran de él también, ya
que había fallado tan estrepitosamente en su papel de marido,
podría intentar ser mejor padre, ¿no? Pero el muy idiota salió
en estampida y la dejó a ella con todo el estropicio.
¡Dios nos libre de los cuarentones con ínfulas de
veinteañeros! Y por culpa de la libido del idiota aquel, ella se
había tirado toda la noche, con dos niñas vomitando a diestro
y siniestro. Joder, que parecían dos surtidores. Y sin poder
pegar ojo y, ahora, después de una dieta blanda, parecían
haberse recuperado de forma milagrosa y tenían las baterías
cargadas al cien por cien, saltaban y gritaban como locas,
mientras que ella arrastraba por toda la casa treinta y cinco
años y unos setenta y tantos kilos de cuerpo agotado, lavando
las sábanas sucias, preparando la cena y planchando.
Cuando sonó el timbre tuvo ganas de gritar, no quería
visitas, no estaba, ni vestida ni de humor, para recibirlas, con
el pelo recogido en alto, pff. En alto por decir algo, porque tenía

[138]
más mechones de pelo escurriéndose de la pinza con los que
se los sujetaba, que en ella, un pantalón de chándal negro, que
había llevado estando embarazada de las gemelas, un jersey
complementario de los jodidos pantalones y unas zapatillas
que pedían a gritos ser quemadas en la hoguera, con sueño,
agotada, cabreada…no, no era el mejor momento, ¡por el
Teorema de Thales! Esperaba que quien hubiera osado llamar
a su puerta en ese momento tuviera un buen motivo.
Cuando abrió la puerta se encontró con un enorme ramo de
flores, de todos los colores, tamaños y razas…espera, las flores
no tienen raza, son ¿especie? ¿clase? Le importaba un rábano,
lo único que esperaba era que no fueran de su ex, porque como
fueran, ya tenía escogido el florero donde ponerlas, su culo. Si
aquello era para disculparse, iban a ir derechas a la basura y
lo iba a llamar para decirle cuatro cosas que lo iban a tirar de
espaldas, ¡ja! Como si ella tuviera el valor de decirle nada, ella
mucho murmurar, pero a la hora de la verdad, era una maldita
cobarde. En todo el tiempo que estuvieron casados ni una vez,
ni una maldita vez, ni siquiera cuando nacieron las gemelas,
le había regalado una flor, ¡joder! Ni una simple margarita y
ahora ¿se disculpaba con flores el muy idiota?.
Las niñas llegaron en ese momento y miraron el enorme
ramo, igual de pasmadas que ella.
-Oiga, ¿qué narices quiere?
En ese momento el mensajero asomó la cabeza detrás de
aquel despropósito de flores y ella sintió tambalearse todo su
mundo. ¿Louis? ¿Su Louis? ¿El Louis que aun, treinta y tres
horas después, seguía sintiendo entre sus piernas? Ella jadeó
con fuerza.
-¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? ¿Y qué
cojones es eso?
-Mami, no puedes decir palabras feas, tendrás que meter un
dólar en la hucha.
Eso, encima recriminada por su propia hija, pero tenía
razón, debería meter el maldito dólar en la hucha, por decir
palabras “feas”.
Louis se había quedado estático, inmóvil ante su puerta y
con los ojos clavados en las pequeñas. Pues sí, esta era la

[139]
verdadera Amber, la madre, la esposa abandonada, la que le
faltaban horas en el día y se las secuestraba a las noches, la
descuidada…¡oh por todos los radios de las circunferencias!
Recordó su imagen, ¡maldita sea! Seguro que estaba así de
pasmado por haberla visto de semejante guisa.
-Hola Amber.
-¿Esas flores son para mi mami?
Louis miró a su hija.
-Sí, princesa, son para ella.
Su hija lo miró extasiada.
-Mami, me ha llamado princesa.
Gisele miró a Louis.
-¿Yo también soy una princesa?
Louis sonrió y ella se estremeció, recordó todas las veces que
él le había sonreído así en la noche, en la madrugada, en la
mañana y todo su cuerpo se calentó.
-Por supuesto, una hermosa princesa.
-¿Qué haces aquí, Louis?
Él carraspeó y la miró, sonrojándose, ¿sonrojándose, él?
Después de todo lo que le había hecho a su cuerpo sin un
maldito atisbo de pudor, ¿ahora se sonrojaba?
-Eh...verás...bueno, las flores son un obsequio del club, por
tu fiesta del sábado.
Ahora fue el turno de ella de sonrojarse recordando la noche
del sábado.
-Gracias, dámelo y ya puedes largarte.
Él la miró serio.
-Amber yo…
-No, Louis, no tengo nada que decir, dame las flores o
llévatelas, me da igual, pero vete.
-¿Es tu novio, mami?

[140]
¿No podría llover? No sé, algo así como un buen chaparrón.
Nieve también estaría bien una buena nevada o mejor, ¿por
qué no, una granizada? Eso, una granizada, un buen golpe en
la cabeza y ella podría caerse desmayada y fingir que todo
aquello no estaba pasando.
-No, no es mi novio.
-Pero si te trae flores. Papá le da flores a Clara.
Así fueran de alguna especie, eso, especie, no raza. Pues eso,
que ojala fuera de alguna especie venenosa o por lo menos que
escupiera, maldito capullo, ni una sola margarita para ella y a
la “sustituta” ramos, hay que joderse.
-¿Puedo entrar?
-No, no puedes entrar, dame las jodi… flores y vete.
-Es muy guapo, mami.
¿Guapo? Era el diablo en persona, pero no por eso se iba a
dejar seducir, de nuevo.
-Amber, por favor, sólo quiero hablar contigo.
-Y yo quiero que te largues.
-Dime cuándo puedo verte y me iré.
Ella contó, del uno al diez y con decimales y después clavó
una mirada asesina o por lo menos lo intentó, en él. Grace lo
tomó de la mano en ese momento.
-¿Cómo te llamas?
-Louis ¿y vosotras?
-Yo soy Grace y ella es Giselle. Puedes entrar Louis.
-Grace, cariño, mama ha dicho…
Su hija hizo un puchero.
-Pero si es muy guapo mami, te trae flores, me ha llamado
princesa y es tu novio.
¡Por todos los números pares! ¿Cómo iba a salir de semejante
atolladero?
-Está bien, pasa Louis.

[141]
Cuando se cruzaron sus miradas ella se inclinó sobre él.
-Estás muerto, Louis y de una manera muy violenta,
recuérdalo.

***

Había estado nervioso mientras esperaba frente a su puerta,


pero cuando la vio, a pesar de no estar arreglada, todo su
cuerpo se estremeció, era tan hermosa, con esa piel tan blanca
y suave y cuando vio a las dos pequeñas tras ella, se quedó
asombrado. ¿Tenía dos hijas?
Vio la mirada de ella, como si esperase que saliera en
desbandada, pero había algo que ella no sabía y es que él
adoraba a los niños, eran su debilidad y aquel par de niñas era
monísimas, dos pequeñas copias de Amber, rubias, con
enormes ojos azules, la misma sonrisa que ella y se sintió igual
de conquistado por ellas que por su madre.
Las niñas lo tomaron de la mano y lo llevaron a un enorme
salón, estaba decorado con gusto, un sofá con dos sillones a
cada lado, en color vino, una mesa frente a él, unas cortinas
en color ámbar, una mesa en color caoba y rodeada de sillas,
estaba en un lado y sobre una enorme alfombra, había una
pequeña casa de muñecas y varios juguetes alrededor.
-¿Quieres jugar con nosotras, Louis?
Él miró a Amber que se retorcía las manos, nerviosa. Sonrió
a las niñas.
-Por supuesto.
Jugó con las niñas un buen rato, mientras que vio a Amber
moverse por la cocina. En ese momento se dirigía hasta ellos,
pasando por la puerta que comunicaba las dos estancias.
-Niñas, lavaos las manos, vamos a cenar.
Giselle se volvió hacía él.
-¿Te quedas a cenar con nosotras?
Amber fue más rápida que él al contestar.

[142]
-Louis no puede quedarse a cenar.
Grace miró a su madre.
-¿Por qué?
-Pues, porque Louis tiene que volver al trabajo.
Giselle la miró enfurruñada.
-Pero Carla cena con nosotras.
-Porque Carla es la novia de papá.
Giselle golpeó el suelo con su pie.
-Y Louis es tu novio. ¿Por qué no se puede quedar con
nosotras?
Él intentó hablar, estaba claro que Amber no lo quería aquí.
-Louis no es mi novio, niñas.
Las niñas volvieron la vista a él.
-Pero es guapo, mami y nos gusta.
Una sonrisa se dibujó en su boca, que desapareció al
escuchar el bufido de Amber.
-Está bien, puede quedarse a cenar con nosotras.
La escuchó gruñir cuando se volvió hacia la cocina. A pesar
de saber que no era bienvenido, fue incapaz de irse, quería
cenar con ellas, conocerlas un poco más, disfrutar de aquel
ambiente hogareño que él tanto ansiaba.
La cena fue como estar sometido al tercer grado, aquellas
pequeñajas no dejaban de preguntar, desde su color favorito,
su comida, que ropa le gustaba. La combinación de preguntas,
le hacía volver la cara de una a otra niña, ¿y sus jefes se
quejaban de que él era un cotilla? Allí querría verlos a ellos,
parecía imposible parar a aquel par de agentes de la CIA.
-Por favor, niñas, dejad de atosigar a Louis, no lo estáis
dejando cenar.
-Déjalas, Amber, no me importa responder a sus preguntas.
Ella volvió a resoplar.

[143]
-Sígueles el juego, Louis y antes de que te des cuenta te
habrán sacado hasta la matrícula de tu moto.
Giselle lo miró extasiada.
-¿Tienes una moto? ¿Grande? Yo no he montado nunca en
moto, ¿verdad mamá? ¿Nos llevaras a montar en ella, Louis?
Amber lo miró como diciendo: “Te lo advertí.”
Una hora después, recogida la cocina, acostadas las
pequeñas y leído, unos cinco cuentos, Amber y él, estaban de
vuelta en el salón.
Amber se giró hacia él.
-Louis, debes irte.
Se acercó hasta ella, pero Amber retrocedió.
-Sólo quería invitarte a salir.
-No puedo.
Él la miró serio.
-¿No puedes o no quieres, Amber?
-¡Por todas las divisiones con decimales!
¿¡Qué!? ¿Qué forma de maldecir era aquella?
-Louis, mira, lo de la otra noche…lo de la otra noche, es algo
que no hago, no es mi forma de actuar.
-Tampoco la mía.
Ella lo miró como si no se le creyera, ¡joder! Él no era de irse
con mujeres a la primera y con clientes…nunca, si así lo
hiciera, ahora mismo no tendría sus testículos colgando de él,
sus jefes se los habrían seccionado con una jodida espátula.
-Lo que quiero decir, es que yo no soy así, Louis, tengo una
vida, unas hijas que cuidar, una casa que mantener y un
trabajo que me gusta. Soy socia con Eve de una asesoría, me
gusta mi vida tal como está.
Él la miró enfadado, pero no tanto como en realidad se
sentía.
-Entiendo. Tienes una vida y yo no encajo en ella.

[144]
-No…no es por ti, Louis, es que…
No la dejó terminar y dejó salir parte de la frustración que
sentía.
-No es necesario que sigas, Amber, lo he pillado a la primera.
En tu “perfecta” vida, con tu “perfecta” casa y tu “perfecto”
trabajo, no hay sitio para un capullo como yo, con un
apartamento que cabe en tu salón, una moto y trabajando
como camarero.
Ella lo miró alterada.
-No quise decir eso…
-Lo has dejado muy claro. Soy bueno para un polvo pero no
para una relación, ni de coña consentirías que te vieran en mi
jodida compañía ¿cierto? Tranquila, no volveré a molestarte.
Ella abrió y cerró la boca varias veces, antes de que saliera
dando un portazo.
Llegó al club echando pestes por la boca. Sólo soy un maldito
polvo, bueno para revolcarse conmigo, pero no soy digno de
relacionarme con ella y compartir su “perfecta” vida.
-Por tu cara entiendo que las cosas no han ido bien, ¿acierto?
Miró a Mick.
-¿Y por qué no te metes la maldita lengua en el culo?
Mick se rio a carcajadas.
-Te salvas, muchacho, porque no quiero echar más mierda
sobre ti, pero vuelves a hablarme así y te meto la escoba por el
culo, por el lado de las fibras, ¿entendido?
¡Joder! Estaba claro que no era su noche y cuando escuchó
voces y se volvió y vio a todos sus jefes y familia, miró al techo,
no, no era su mejor noche, ¿y quién decía que no podía
empeorar? Porque la suya acaba de bajar un maldito escalón
más.

[145]
CAPÍTULO 8

Estaban en el despacho de Phill, sentado en el sofá y rodeado


de todas las mujeres, mientras que enfrente, estaban sus jefes.
Jenny lo miró indignada
-¿Te rechazó?
Briana y Blanca lo miraban también enfadadas.
-¿Que ella tuvo la maldita osadía de rechazarte y
menospreciarte?
A todo aquel cabreo se sumaron los de Liz y Megan.
-No lo entiendo, Louis. ¿Por qué no le has dicho que tú no
eres un simple camarero? Puñetera snob. Tú eres el encargado
del club, Louis, tienes una buena cuenta corriente y encima,
eres un encanto.
Si es que era un bocazas, pero cuando sus jefes lo miraban
con cara de alistarlo “voluntario” como mercenario y aquellas
mujeres, a las cuales adoraba, lo miraban como a su
hermanito menor, él abría la boca y las palabras salían solas,
así, en tropel y sin poder callarse y omitir algún detalle. No, lo
vomitaba todo.
Los hombres se habían cruzado de brazos y ya empezaban a
mirarlo molestos, totalmente celosos, así que puso su mejor
cara de hombre humillado y…allí estaban los mimos, los
abrazos y las dulces palabras.
“Pobrecito”, “con lo mono que es”, “y tan dulce”, “y guapo,
nuestro Louis es guapísimo”, “y ese pedazo cuerpo, digno de
un Dios griego”.
Los resoplidos de los hombres se intensificaron y pusieron
cara de querer usar sus intestinos como alimento de lobos.
-Ya está bien de tanta tontería.
[146]
-¿Celoso, Darius?
Briana le sonrió a su marido.
-No…sí, sí estoy celoso. Louis tiene treinta y tres años y sabe
defenderse solo.
-Pero lo han rechazado, está desolado.
Mick miró a Jenny, que estaba tan empeñada en cuidar del
“desolado” Louis.
-Encanto, es grandecito ya, no es un maldito bebé para tanto
mimo.
-¿Cómo podéis ser tan insensibles?
Matt miró a Liz, que lo miraba cabreada.
-Joder, cariño, no somos insensibles, pero esto es una
tontería, apenas se conocen, tampoco es que haya roto con el
amor de su vida.
-Basta, dejad de meteros con nuestro muchacho.
Phill miró a Blanca.
-No nos estamos metiendo con él, mi amor, simplemente
decimos…
-Que estáis celosos, eso es lo que os pasa.
Richard resopló mirando a Megan y con la punta de su pie
“golpeaba” una pelota imaginaria.
-Un poco, ¡joder! Nena, Louis sólo tiene que tener paciencia
y ser perseverante, simplemente eso y que dejéis de mimarlo
tanto, ¡maldita sea!
Megan entrecerró los ojos.
-¿Y por qué no le pedimos ayuda a mi tía Doris?
¡Oh, no! ¿La bruja? Ni de coña…aunque recordando que
Megan y Richard habían “caído” después de la ayudita de la tía
Doris, era para pensárselo. Pero no, él quería conocer a Amber,
seducirla y sin ayudas “adicionales”, por sí solo. Por eso miró
a la mujer e intentó convencerla, de que aquello, no era una
buena idea.
-No, Megan, no metas a tu tía por medio.

[147]
Briana lo tomó de la mano.
-¿Louis, realmente quieres a Amber?
¿La quería? Sí, creía que sí, estaba fascinado con ella, su
cuerpo respondía a Amber, a su aroma, a sus miradas, a sus
sonrisas, a toda ella, ¿un flechazo? Sí, estaba seguro, porque
jamás había sentido por una mujer, lo que sentía por ella.

***
El martes, Eve la había “ametrallado” a preguntas, que ella,
al principio, había intentado esquivar, pero Eve era como una
especie de taladradora, empezaba y no había nadie que tuviera
los suficientes pantalones, para pararla.
-Puedo estar todo el día así, Amber, lo sabes, así que empieza
a desembuchar ya, porque si no, tú acabarás con dolor de
cabeza y yo, bebiendo directamente del dispensador de agua,
para ir refrescando la lengua.
Resopló, algo que no sirvió de nada, Eve seguía parada frente
a ella, con los brazos cruzados y mirándola fijamente.
-Te acostaste con él, ¿sí o no? Maldita sea, Amber, no es tan
complicado.
Le soltó un sí entre dientes, esperando que aquello fuera
suficiente, ¿cómo podía ser tan cándida? Acababa de darle más
munición a Eve, como si fuera un francotirador, clavó la vista
en ella y empezó a ser fría e implacable, allí estaba de nuevo,
toda una batería de preguntas.
-¿El tío está tan bueno desnudo como aparenta? ¿Tiene un
buen equipamiento? Mejor aún, ¿sabe utilizarlo? ¿Cuántos
polvos fue capaz de echarte?
Ella la miró ruborizada.
-Sí, sí y sí y a la última no pienso contestar.
-¡Oh! Pedazo de perra, si es que en cuanto lo vi, supe que era
material de primera. Qué digo de primera, de clase extra.
¿Cuántos?
-No pienso hablar.
-Voy a insistir, Amber.
[148]
-Me acojo a la quinta enmienda.
-Como si te quieres acoger a toda la Constitución. ¿cuántos,
Amber?
Una hora después le palpitaban las sienes y Eve seguía
frente a ella como un disco rayado.
-Está bien, sólo te diré esto, salí ganando al no irme con el
stripper, que dicho sea de paso, fue algo despreciable, Eve,
sabías que no lo haría.
-¡Dios! ¿Más de tres? ¿Es un puto semental?
-No voy a decir nada más.
-Me lo imagino, lo raro es que todavía puedas caminar con
las piernas derechas después de semejante “despliegue de
medios” ¿y cuando vas a volverlo a ver?
Ella miró a su amiga.
-¿Estás loca? No pienso volver a verlo.
-¿Por qué?
Ella miró a su amiga como si se hubiera vuelto loca.
-Pues porque no, tengo una vida, Eve y además, todavía no
estoy preparada para una relación.
-Tú verás, nena, pero dejar pasar a un tío que sabe qué hacer
entre las piernas de una mujer, es ser totalmente idiota y como
estamos hablando de ti, diría que esta vez te has superado.
EL miércoles por la tarde, todavía seguía reprochándose su
actitud, porque en el fondo no podía olvidarse de él. La noche
del sábado venía una y otra vez a su mente, en sueños,
despierta, trabajando, hasta en la ducha. Y encima no podía
sacarse de la cabeza la charla mantenida con Eve, que siguió
despotricando sobre ella y la decisión que había tomado.
Nunca se había sentido tan deseada, apreciada y satisfecha
y cuando volvió a verlo el lunes, todo su cuerpo volvió a revivir
lo ocurrido, se acostó y, por primera vez en meses, tuvo que
masturbarse, satisfacer su cuerpo hambriento de él.
Tenía las hormonas revolucionadas, en plena efervescencia,
pero es que todo en Louis le hacía sentirse atraída. Se había
recordado mil veces todos los “inconvenientes” de empezar una
[149]
relación con él, pero recordó su mirada, triste, decepcionada y
enfadada, cuando salió de su casa.
Tenía que ir a comprar un par de cosas, así que tomó las
llaves de su coche y acompañada de sus hijas, salió de casa.
Louis estaba allí, bajaba en ese momento de su enorme
moto. Giselle y Grace también lo vieron en ese momento.
-¡Es Louis!
-Hola Louis, ¿es tu moto?
Él le sonrió a sus hijas y clavó la mirada en ella.
-Sí, princesas, es mi moto.
Las niñas se acercaron a él y Louis se agachó y las besó en
las mejillas. Grace se acercó a la moto y la miró atentamente.
-Es chuli, Louis, muy chuli.
-Hola, Amber.
Se acercó lentamente a él, mientras sus hijas seguían
fascinadas con la moto. Tomó aire.
-Hola, Louis.
Él miró al suelo, como abochornado y después la miró.
-Sé que no querías volver a verme, Amber, pero no puedo
dejar de pensar en ti.
“Sé valiente, Amber y sincera, tú siempre lo has sido”.
-Yo también he pensado en ti, Louis, más de lo que quisiera
reconocer.
Él se acercó a ella, quedando sólo a un paso, estiró su mano
y le acarició con ternura la mejilla.
-Hay algo entre nosotros y me gustaría que me dieras la
oportunidad de descubrir lo que es, ¿quieres?
Tragó con fuerza, mientras que él delineaba sus labios con
el dedo pulgar, ella sacó la lengua y lo lamió y Louis gimió.
-Cariño, si vuelves a hacer eso, no podré reprimirme y tendré
que besarte.

[150]
“Hazlo” Dios, ¿qué era toda aquella locura? Miró a sus hijas
que ahora los observaban a ellos, entusiasmadas.
-¿Puedo invitaros a cenar a las tres?
No hubiera podido negarse, ni aunque quisiera, sus hijas
estallaron en palmas, asintiendo.
Volvieron los ojos a ella.
-¿Sí, mami?
¿Cómo negarse ante tres pares de ojos que te miran,
esperanzados?
-Está bien, pero tendremos que ir en mi coche. ¿Quieres
guardar la moto en el garaje, Louis?
Ellas no estaban vestidas para ningún restaurante, pero
Louis las sorprendió, las llevó a un pequeño bar de carretera,
en las afueras de la ciudad.
-Es sencillo, pero hacen la mejor tarta de limón de todo el
país, además, Sara es un encanto, os gustará.
A ella ahora mismo la tal Sara le caía como el culo y aunque
tuviera que meter una decena de dólares en la hucha de las
palabras “feas”, maldeciría como un marinero borracho, si la
tal Sara era una de esas mujeres esculturales, de morritos
rojos y sensuales y de escote hasta el ombligo.
Acababa de ahorrarse todos sus dólares. Sara era una mujer
que rondaba los sesenta años, una enorme sonrisa, vestida
con un vestido rosa, un enorme delantal lleno de flores y
maquillada y peinada como una modelo de los años cincuenta.
-Louis, mi niño, ¿cómo es que has tardado tanto en venir a
verme?
Louis la abrazó con fuerza y le dio un par de besos.
-He estado un poquito liado.
-¿Cómo están los niños?
¿Niños? ¿Qué niños? ¿Louis tenía niños? Algo así ¿como los
de ella?
-Preciosos y me adoran, por mucho que les joda a sus
padres.

[151]
La mujer le dio una dulce cachetada.
-No permito que hables así de tus amigos, sabes que te
quieren, sobre todo, sus mujeres, eres su niño consentido. ¿Y
quién son estas preciosidades que te acompañan?
-Ella es Amber y estas dos princesas, son sus hijas, Sara, te
presento a Giselle y Grace.
La mujer le dio la mano y luego se agacho a besar a sus hijas.
-Efectivamente, sois dos princesas.
Sus hijas sonrieron ruborizadas.
-Hemos venido a cenar, Sara.
-Pues sentaos y yo os serviré.
Cuando estuvieron todos sentados, ella no pudo reprimir la
pregunta que le quemaba en la boca.
-¿De qué niños hablaba Sara?
Louis le sonrió de la misma manera que lo había hecho el
sábado, esa sonrisa pícara y que prometía un montón de cosas
malas, perversas…sexuales.
-¿Crees que tengo un puñado de chiquillos por ahí?
Ella se ruborizó e intentó mirar a otro lado, pero Louis le
sujetó la barbilla.
-Estaba hablando de los hijos de mis jefes, Amber.
Pues nada, acababa de hacer el maldito ridículo, ahora
creería que estaba celosa “y no iba desencaminado”
-¿Estás muy unidos a ellos?
En ese momento llegó Sara y les puso la cena, no había
pedido nada, pero estaba claro que conocía al dedillo los gustos
de Louis. Sirvió ensalada, verduras al vapor, pastel de carne y
filetes de pavo, trajo refrescos para las niñas y una botella de
vino para ellos.
Las niñas cenaron entusiasmadas y con ganas.
-Respondiendo a tu pegunta de antes, Amber, sí, si estoy
unido a mis jefes, son mi única familia. Mi madre murió al
nacer yo y mi padre falleció cinco años después, hasta los

[152]
quince años, fui de una a otra casa de acogida. A partir de esa
edad aprendí a vivir solo.
Ella lo miró fijamente, con razón se había sentido herido
creyendo que ella lo despreciaba por ser quien era.
-Louis, lo siento, el otro día no quise decir que no quería salir
contigo por ser quien eras, es simplemente, que tengo miedo
de empezar otra relación, ¿lo entiendes?
Él asintió.
-Creo que deberíamos seguir esta conversación más tarde.
Ella estuvo de acuerdo, mejor hablar cuando sus hijas
estuvieran dormidas.
Dos horas después, estaban sentados en el sofá de su casa,
tomando café.
-Entonces, ¿continuamos la conversación, Louis?
-Sí, aunque hay poco que decir, hasta los veintitrés años, fui
de un empleo en otro, a esa edad trabajaba de repartidor. En
aquellos momentos, mis jefes abrieron el club, me conocieron
y me dieron empleo en él, poco a poco fui ascendiendo y ahora
soy el encargado del local.
-Me alegro y además de jefes, han pasado a ser familia.
-Sí, son cinco amigos, estuvieron juntos en el ejército y
cuando volvieron se asociaron y montaron dos negocios, una
empresa de gestión y el club. Eran solteros, pero hace unos
tres años, empezaron a casarse todos y tener niños.
-Vaya, es estupendo, ¿no?
-Amber, yo sé que tú tienes tu vida montada y que tienes dos
niñas que cuidar. No me necesitas, lo sé, pero me gustas y
aparte de ser madre y trabajadora, también eres mujer, me
gustaría compartir todas esas facetas contigo, conocerte, que
me dieras una oportunidad. Sé que es precipitado, pero
también sé, que nunca he sentido algo parecido, por nadie, a
lo que siento por ti.
Y ella, lo juraba por Einstein, Pitágoras y el mismísimo
Leonardo da Vinci, sentía algo muy parecido.

[153]
-Me pasa igual, Louis y esto me da miedo, pero, también me
da miedo no volver a verte, ¿qué te parece si vamos paso a
paso?
Louis se inclinó hasta ella y la besó dulcemente en los labios,
nada más tocarse, todo su cuerpo empezó a arder y se colgó de
sus hombros, acariciando su nuca y acercándolo a ella,
pegándose a su cuerpo. Cuando sintió las manos de Louis bajo
su blusa, se dio cuenta, de que iban demasiado deprisa,
aquello no era ir paso a paso, era dar zancadas y a galope
tendido.
-Louis, esto va demasiado rápido y mis hijas están arriba.
Él apoyó su frente en la de ella y respiró agitado.
-Lo siento, Amber, pero en cuanto te beso, pierdo la razón.
-Bueno, creo que con el par de guardaespaldas que tengo,
tendremos pocas oportunidades de estar a solas, Louis. ¿Estás
seguro de querer entrar en esto?
Él la miró dulcemente,
-Como nada en mi vida, Amber, te lo juro.

[154]
CAPÍTULO 9

Durante un mes estuvieron saliendo, habían ido de picnic,


de barbacoa a casa de sus jefes, al cine, paseos en moto y
durante ese tiempo, no habían mantenido relaciones sexuales,
siempre estaban acompañados de las niñas y cuando estaban
a solas, actuaban como dos jóvenes súper hormonados, se
besaban, se tocaban, se frotaban uno contra otro, pero nada
de sexo, su cabeza iba a explotar, sus bolas estaban tomando
un intenso tono azulado y su pene permanecía más tiempo en
estado de erección, que flácido.
Por eso había preparado ese fin de semana con entusiasmo.
Esa noche las niñas se quedarían a dormir en casa de Darius
y Briana, él se lo había pedido, necesitaba a Amber,
necesitaban ese tiempo a solas. Su relación se consolidaba
cada día más, pero ahora…ahora necesitaban estar juntos, a
ser preferibles en una cama y desnudos, tan solo cubiertos de
sudor y saliva.
-Mira la cara del capullo, como siga riéndose más, terminará
con la boca como el túnel de Yerba Buena.
Darius rió con fuerza.
-Venga, Phill, compadécete del muchacho, lleva un mes sin
meter, el pobre va a perder sus bolas, no sé cómo todavía no
las hemos encontrado rodando por aquí.
Los miró fijamente.
-¿No tenéis otra cosa que hacer más importante, que hablar
de mi vida sexual?
Matt rio con fuerzas.
-¿Vida sexual? Si tuvieras de eso, chaval, no estaríamos aquí
hablando de ella.
Richard le dio un codazo a Mick.
[155]
-¿Habéis visto los callos de sus manos? Debe haber estado
masturbándose hasta en sueños.
-¡Joder, chicos! ¿Queréis dejarlo ya?
-De eso nada, Louis, te jodes, esta es nuestra venganza por
meter las narices, todo el tiempo, donde no te llamaban.
Mick lo miró alzando sus cejas y él resopló con fuerza.
-Pues ya os habéis divertido a mi costa bastante, lleváis un
mes fastidiándome con lo mismo.
Ellos lo miraron indignados. Phill se señaló.
-Yo no te fastidio, muchacho, yo corroboro, llevas un mes sin
meter en húmedo, andas por ahí con una maldita tienda de
campaña todo el día y encima, con cara de gilipollas.
-Y me lo viene a decir el que estuvo quejándose de ser poco
más que un bufet libre de esperma para Blanca.
Phill se inclinó en la barra y lo cogió de la camiseta.
-Yo sería un maldito bufet, Louis, pero tú eres un jodido self-
service, así que no me toques las pelotas, ¿entendido?
Darius cogió el brazo de Phill y lo retiró de Louis.
-Está nervioso, Phill, ahora mismo, toda su sangre está
concentrada en un mismo punto, las ideas entran justitas y
escasas.
Todos sonrieron y Matt lo miró fijamente, poniendo cara de
estar aterrado.
-Debemos estar agradecidos de que la criatura moje esta
noche, los últimos días venía con doble bóxer, me tenía
acojonado que decidiera montar a alguno de nosotros.
Las carcajadas fueron generales y él los miró seriamente.
-¿Esto va a durar mucho?
Richard miró su reloj.
-Depende del tiempo que decidas quedarte por aquí, pero sí,
creo que va a durar bastante.
-Entonces me voy.
-Venga ya, Louis, no puedes irte ahora, estamos en lo mejor.

[156]
Se volvió y miró a Mick.
-¿Esto es lo mejor? Sois unos malditos capullos y no pienso
aguantar vuestras puyas y que estéis tocándome las narices
con si follo o no, eso no es de vuestra incumbencia.
Darius empezó a reír.
-Chaval, esto no sería de nuestra incumbencia si tú no te
hubieras arrastrado, arrodillado y rogado, para que nos
quedáramos con las niñas para tú, poder tirarte a la madre.
La carcajada fue general mientras que él salía del club
enseñándoles el dedo medio de su mano.
Malditos gilipollas, realmente no se sentía molesto, sabía que
era cierto y además, eran sus amigos y entre ellos siempre
estaban lanzándose ese tipo de bromas, se sentía más cerca de
todos ellos cuando podía participar de esos momentos, era
una forma de demostrarle que era uno más del grupo.

***

Estaba tan nerviosa como en su primera cita, Louis había


sido encantador durante todo aquel mes, no pidió ni exigió
nada, comprendió su deseo de ir despacio y a pesar, de que
cada vez que se despedían, él se marchaba con un enorme
bulto entre sus piernas, respetó su decisión.
Durante ese tiempo se había ido enamorando de él, de esa
parte tierna y dulce, de su sensibilidad, de su inteligencia y
sobre todo, de su generosidad y cariño.
Louis era un hombre sumamente familiar, se notaba su falta
de cariño en la niñez y disfrutaba como un chiquillo con sus
hijas, compartiendo juegos, mostrándose paciente, leyéndoles
cuentos, paseando, enseñando y siempre, encantador.
Era normal que hubiera terminado enamorándose de él.
Hacía una semana le había pedido una noche para los dos,
totalmente solos, ella estaba deseándolo, pero se hizo de rogar
un poco, ¡por todas las figuras geométricas! Un Louis
susurrante, apasionado y ansioso era todo un espectáculo
maravilloso, único, algo así como la Aurora Boreal, algo digno

[157]
de admirar. Y cuando le dijo que sí, la besó con pasión y salió
corriendo por la puerta decidido a planearlo todo, era como un
niño en la mañana de Navidad, ansioso y entusiasmado.
Darius y Briana pasaron a recoger a las niñas, a las cinco de
la tarde, iban a hacer una acampada en el salón de su casa,
las demás parejas, con los niños, estarían allí. Sabía que sus
hijas lo iban a pasar estupendamente, ya conocían a los niños
y les encantaba estar con ellos, sobre todo con Tamy, la hija
de Liz y Matt.
Giselle y Grace adoraban a Louis, se las había ganado desde
el primer momento y conforme compartían tiempo juntos, aún
más, era el perfecto amigo y compañero de juegos, disfrutaban
enormemente con él.
Todas sus reticencias del principio, se perdieron con el paso
de los días y ahora estaba más que segura de que había hecho
lo correcto, al haberle dado una oportunidad a aquella
relación.
A las seis estaba preparada, se había bañado, hidratado su
piel con una buena loción, se había puesto su perfume, ese
que volvía loco a Louis, su maquillaje era suave, discreto, sus
labios pintados en un tono melocotón, sus ojos en un tono gris
amarronado.
La ropa había sido otra cosa, había dudado y rebuscado en
su armario hasta dar con lo que quería llevar. Un vestido en
color Burdeos, totalmente adaptado a su cuerpo, con escote
halter, que dejaba toda su espalda al descubierto, haciéndole
prescindir del sujetador, sabía que eso enloquecería aún más
a Louis y lo quería totalmente enfebrecido. Unas medias
negras, sujetas con un liguero y, por primera vez en su vida,
había decidido ponerse un tanga, que, en estos momentos
odiaba, intensamente, pero que era perfecto para seducir a
Louis. Se había dejado el pelo suelto, natural, con sus grandes
ondas.
Cuando sonó el timbre, todo su cuerpo se aceleró, habían
quedado en salir a cenar y después volverían a su casa y
cuando lo vio frente a su puerta, estuvo por saltarse la maldita
cena.
Louis la miraba embobado, llevaba unos pantalones gris
oscuro, con una camisa blanca, los primeros botones estaban
[158]
abiertos y dejaban a la vista ese enorme pecho y sobre la
camisa llevaba una chaqueta en gris perla. Decir que estaba
impresionante era no hacerle justicia a aquella escultura de
hombre.
-Estás bellísima, Amber.
La besó con suavidad.
-No quiero besarte más a fondo, cielo, sé que si lo hago
estropearé tu maquillaje y además, en cuanto te pruebe, sé que
querré más e insistiré en que nos saltemos la cena y que nos
devoremos mutuamente.
Bueno eso era una posibilidad que ella había barajado y
aunque se sentía muy tentada a decirle que estaba por la labor,
prefirió salir a cenar, la espera sería mejor, ¿verdad?
Louis la ayudó a ponerse la chaqueta y tomados de la mano
salieron hasta el taxi, que esperaba fuera.
-¿Dónde vamos a cenar? No me has dicho nada.
Él le sonrió y acarició su mano con la de él, pasando el pulgar
por su muñeca y alterando todos sus sentidos.
-Es una sorpresa.
El restaurante era coqueto, un pequeño restaurante de
cocina francesa. Las mesas estaban decoradas con pequeños
cuencos con velas, manteles blancos y sillas tapizadas en
turquesa.
La música se escuchaba de fondo suavemente, permitiendo
la conversación y la intimidad de cada mesa, estaba
garantizada por los pequeños muretes, con jardineras de
enredaderas, que trepaban por unos paneles, hasta el techo.
-Es un lugar precioso, Louis, nunca había estado aquí.
-Me lo recomendaron Megan y Blanca, me dijeron que te
gustaría y ya de paso, me aconsejaron que pedir.
-Esas mujeres te adoran, lo sabes, ¿verdad?
Louis la tomó de la mano sonriéndole.
-Yo también las quiero mucho, hacen felices a mis amigos y
encima, me cuidan.

[159]
-Es evidente, que han hecho de sus familias, la tuya
también.
-Amber, ahora esas familias son también parte tuya y me
gustaría que me dejaras entrar en la tuya.
Lo miró con cariño, era tan dulce y humilde cuando le decía
aquellas cosas, tal vez no lo había comprendido, pero él solo se
había ganado, no sólo su amor, también el de sus hijas.
-Louis, ya eres parte de ella, sabes que Giselle y Grace te
adoran.
Él la miró con tanta intensidad que sintió una ligera
humedad entre sus piernas y un escalofrío, la recorrió de
arriba abajo.
-¿Y tú, Amber? ¿Tú también me quieres?
Tragó con fuerza, ¡Dios! Se sentía tan vulnerable, ella lo
quería, se había ido ganando su corazón poco a poco, pero
antes de desembuchar sus sentimientos, quería saber que
sentía él. Se libró de contestar porque en ese momento llegó el
camarero a tomar su pedido. Y dio gracias, mentalmente, a
todos los astros, físicos y matemáticos, por eso.
Louis pidió la cena. De primero pidió Parmentier de foie, un
pastel de patata y foie y de segundo Pato con peras, de beber
pidió un vino de Burdeos.
A pesar de sentirse tensa, nerviosa y excitada, fue
relajándose, Louis era una persona conversadora, atenta y con
chispa. Le fue relatando cómo cada uno de sus jefes, habían
conocido a sus mujeres y algunas de las historias la hicieron
reír con fuerza.
-Eso es broma, ¿verdad?
-Te lo juro, la tía de Megan, Doris, es una bruja de primera,
les preparó las recetas más afrodisíacas y deben de funcionar,
porque Richard cayó de rodillas. Además, los chicos de vez en
cuando la visitan, pidiéndole más de sus recetas. Debe ser que
dada su avanzada edad, no les funciona todo correctamente.
Ella se carcajeó.

[160]
-No creo que necesiten de ese tipo de ayuda, Louis y espero
que no se lo digas, seguro que serían capaces de darte una
buena paliza.
Él se rió.
-Suelo molestarlos con eso, es cierto que algún que otro
golpe me he llevado, pero merece la pena por sacarlos de sus
casillas.
-En serio, Louis, no sé cómo aguantan algunas de tus
bromas.
-Porque soy encantador y ellas me adoran.
Le hizo una mueca.
-¿No crees que eres un poquito presuntuoso?
-No, no creas, además los muy capullos se desquitan con
creces.
-¿Y la historia de Blanca y Phill?
Louis rió con ganas.
-Esa fue la mejor, sin duda, joder, disfrutamos un montón
viendo a Phill renegando de que Blanca lo “usaba”, por
aquellos días juraba y perjuraba que se sentía poco más que
un donante de esperma.
No pudo reprimir la carcajada.
-De verdad, venía, tenían sexo y se iba de madrugada,
cuando Phill despertaba, estaba solo en la cama y se tiraba
refunfuñando todo el día, andaba siempre a tres patas,
totalmente cachondo, deseando algo más de aquella relación y
ella, dándole con las bragas en los morros mientras salía en
estampida por la puerta.
-No me lo puedo creer, ahora se ven tan enamorados.
Louis capturó su mirada con una de él, totalmente intensa y
caliente.
-No importa cómo se empieza, Amber, cuando el amor te
atrapa, da igual lo que te resistas y al final, todo esfuerzo,
merece la pena.
Ella tragó con fuerza.

[161]
-¿Quieres postre, Amber?
Agradeció que no siguiera con aquella conversación, que la
había alterado.
-Estoy llena, Louis.
-Según las chicas, no podemos irnos sin probar las crepes
con chocolate y nata.
-Entonces, no podemos defraudarlas.
Evidentemente las mujeres sabían de lo que hablaban,
estaban deliciosas, una exquisitez para el paladar.
-El café podemos tomarlo en mi casa, Louis, ¿te parece bien?

[162]
CAPÍTULO 10

¿Si le parecía bien? ¡Por todos los diablos! Estaba a punto de


reventar los pantalones, verla frente a él, tan hermosa y sexy,
lo había tenido en una constante erección.
Había intentado distraerse, llevando la conversación a un
terreno, que pensó que no sería “peligroso”, pero verla reírse,
con los ojos brillantes y con ese cuerpo de diosa,
estremeciéndose con las carcajadas, era algo que lo tentaba y
excitaba a partes iguales.
Llegaron a su casa y Amber se quitó la chaqueta y se dirigió
a la cocina. Pero él no quería café, ya estaba lo suficientemente
excitado, como para meterse en el cuerpo una dosis de cafeína.
La tomó del brazo y la miró con calor.
-No quiero café, Amber, te quiero a ti, quiero tu boca
devorando la mía, quiero tu cuerpo abriéndose al mío, quiero
tu humedad y tu calor envolviendo mi polla, te necesito.
La notó temblar y se acercó lentamente a ella.
-Quiero hacerte el amor, gatita, me muero por sentirte gemir,
porque claves tus uñas en mi espalda, por sentir tus piernas a
mi alrededor, no sabes cómo te deseo.
Ella dio el paso que faltaba para que sus cuerpos se rozaran,
el calor y el aroma de su cuerpo, lo embriagaron más que el
mejor licor.
-Yo también te deseo, Louis, no hay nada que desee más que
sentir tus besos, tu cuerpo resbalando por el mío, tus caricias
encendiéndome y tu pene empujando dentro de mí, llevándome
a la locura.
La besó lentamente, acariciando con su lengua, sus labios,
Amber abrió la boca para él y deslizó la lengua en su interior,
fue acariciándola con ternura, pero cuando ella la atrapó entre
[163]
sus dientes y la mordisqueo con suavidad, dejó que todo el
deseo retenido durante aquel mes, saliera.
Deslizó sus manos por su cintura y enganchó su culo con
fuerza, clavando los dedos en él y atrayéndola hacia su
erección, se frotó contra ella, alzándola y bajándola,
friccionando su polla contra su vulva.
Amber empezó a maullar, esos dulces gemidos que le hacían
cosquillas en la base de su columna y que le endurecían, aún
más, los testículos.
Ella se aferró con fuerza a su cuello, mientras chupaba su
lengua con intensidad.
Deslizó las manos por sus piernas, tomó una de ellas y la
enroscó en su cadera, mientras que fue subiendo una mano,
por el suave muslo, hasta su coño, deslizó un dedo por toda su
raja, encontrándola totalmente empapada.
-Estás tan mojada, Amber, tan lista para mí.
-Llevo así desde el día en que te conocí, Louis, todo mi cuerpo
se calienta y humedece tan sólo con verte, pero cuando me
tocas, me haces arder, todo mi cuerpo tiembla de necesidad,
cariño, te necesito tanto, te quiero enterrado en mí y dándome
todo el placer que tú sólo puedes darme.
La levantó entre sus brazos y la llevó hasta su habitación,
sin despegar sus bocas, besándose con anhelo.
La dejó suavemente en la cama y empezó a desnudarla,
mientras que ella hacía lo mismo con él, las ropas cayeron
desperdigadas por toda la habitación.
Cuando la tuvo desnuda se deslizó por su cuerpo, cubriendo
su piel de besos y caricias, cuando llegó entre sus piernas,
enterró la cara en ella, absorbiendo su aroma, separó sus
labios y lamió con codicia toda su raja.
-Tienes un coño tan delicioso, Amber, siempre estás tan
mojada, tus jugos son dulces, no me canso de chuparte, gatita.
Amber se retorcía en la cama mientras que él lengüeteó todo
su coño y sorbió sus jugos.
-Louis, quiero que me folles.

[164]
El siguió chupando, quería beberse su orgasmo, pero Amber
estaba decidida a tenerlo dentro, lo cogió con fuerza del pelo.
-Te quiero dentro, Louis, estoy desesperada, ya podrás jugar
luego.
Subió lentamente por su cuerpo y acercó su boca a la de ella.
-Pruébate, Amber, entenderás porque soy tan adicto a ti.
Deslizó la lengua dentro de la boca de ella, quería que la
chupara, que se mojara la boca con sus jugos, deslizó la lengua
por toda boca, impregnando su aroma por ella.
Amber le tomó con fuerza la cabeza, chupando la lengua y
absorbiéndola dentro de su garganta. Se separaron jadeando.
-Espera, cariño, voy por un condón.
-No, no quiero nada entre nosotros, Louis, estoy tomando la
píldora.
Él la miró seriamente.
-¿Estás segura?
-Sí, entra ya en mí de una maldita vez, ¿quieres que te lo
suplique?
No, no quería que se lo suplicara, porque el mismo estaba a
punto de rogarle.
Tomó su pene con la mano y lo guio hasta su coño,
deslizándolo por su vulva y empapándolo de sus jugos.
-Por favor, Louis, por favor, por favor.
Posicionó su glande a la entrada de su vagina y empujó con
suavidad, deslizándose en su interior, centímetro a centímetro,
Amber clavó sus talones en su culo y alzó con fuerza sus
caderas, empalándolos.
-¡Dios, gatita! Eso ha sido impresionante.
Ella parecía no escucharlo, estaba frotando su pelvis con la
de él mientras que empezó a jadear.
Se salió de ella, tanto como le permitieron las piernas de
Amber y se zambulló con fuerza dentro de nuevo, incrementó
la velocidad de sus empujes, alternándolos con rotaciones de
su cadera.
[165]
Amber se acercaba rápidamente al orgasmo, notaba las
paredes de su vagina latiendo con fuerza alrededor de su polla,
friccionándola y haciendo que sus pelotas estuvieran a punto
de reventar. Chupó con fuerza su pezón, mientras que
pellizcaba el otro.
Amber echó la cabeza hacia atrás y soltó una sucesión de
gemidos, cada uno más fuerte que el anterior, alzó la cabeza y
lo mordió en el cuello, haciéndolo empujar con más fuerza.
Sentía las uñas de ella clavadas en su espalda, sus dientes en
su cuello y no pudo retener más su orgasmo, pero siguió
empujando, hasta que Amber soltó su cuello y gritó con fuerza
al alcanzar su orgasmo.
Se dejó caer, agotado, sobre su cuerpo, ella lo abrazó con
fuerza y él lamió su cuello, husmeando en él.
-Te quiero, gatita, te quiero con locura.
Estuvo a punto de maldecirse, no había podido retener las
palabras, joder, seguro que ahora saldría corriendo como alma
que lleva el diablo, se tensó sobre ella esperando la reacción y
jurándose que se cerraría la boca con cinta americana, hasta
acabar con todo el rollo.
-Yo también te quiero, Louis.
Alzó la cabeza y la miró fijamente a los ojos.
-¿De verdad?
-Sí, cariño, te quiero. Te has ido abriendo paso a paso, un
camino hacia mi vida, llenándola de amor, pasión, risas y
ternura.
La besó dulcemente.
-¡Ah! Mi amor, no sabes lo que me haces, cada vez que estoy
lejos de ti, mi vida es como si pasara a cámara lenta y en blanco
y negro, tú llenas mi mundo de color, Amber, te amo.
Intensificó el beso.
-Cásate conmigo, gatita.
Bien, si antes no la había asustado, ahora estaba seguro de
que acababa de acojonarla.

[166]
Amber apoyó las manos en sus hombros y se apartó de él. Y
ahí iba, ahora es cuando le metía el zapato por el culo pero por
el talón.
-Louis…
-No, no me rechaces, dime que te lo pensarás, dime que
necesitas tiempo, pero no me digas que no, por favor.
-Cariño, no quiero rechazarte, pero quiero que sepas
realmente donde te meterías.
Se levantó y se sentó a su lado.
-Lo sé, Amber, sé que tienes dos hijas, pero las quiero, son
tuyas y por eso nada más, ya las amo, pero aparte de eso, se
han ganado mi corazón por ser tan dulces y maravillosas como
son. Sé que no soy su padre, ni pienso siquiera intentar ocupar
su lugar, sólo quiero amarlas, cuidarlas y que sepan que
podrán contar siempre conmigo.
-Y ellas te adoran, Louis. Pero te metes a una familia ya
formada, de soltero, pasarás a tener mujer e hijas, ¿crees estar
preparado para algo así?
-Sí, sin dudarlo, Amber. Adoro los niños y siempre he
querido tener una familia numerosa, no hay nada que desee
más.
Ella le acarició la cara.
-¿Quieres tener hijos?
-Me gustaría, Amber, pero si tú no quieres, no insistiré. Para
mí, tus hijas serán como si fueran mías.
Amber le cogió la cara entre las manos y empezó a besar sus
labios, pequeños y húmedos besos.
-¿Sabes? Fui hija única, a mis padres no le gustaban los
niños y yo me moría por tener hermanos, muchos hermanos.
Cuando nacieron las niñas, me emocioné muchísimo, quería
dejar pasar un tiempo, pero después, quería tener más, te
advierto, Louis, podría querer dos o tres hijos más.
La tomó con fuerza en sus brazos.
-Y yo estaré encantado de hacerlos contigo, de verdad, no me
importaría tener cinco o seis hijos más y te ayudaría a

[167]
cuidarlos, he cambiado y bañado a todos los hijos de mis jefes,
te juro que jamás te dejaría sola para criar a nuestros hijos.
-Me pondría gorda e hinchada.
Acarició los labios con los suyos.
-Y espero que me mandes a comprar chocolate a media
noche, que llores sobre mí por cualquier cosa, te daré masajes
en las piernas, acariciaré tu cuerpo hasta que te relajes y
estaré junto a ti en el parto, esperando que me odies y maldigas
por hacerte pasar por eso.
-¿De verdad estás tan seguro?
-Gatita, pregúntame si de verdad te quiero tanto y te
contestaré que sí, que no hay nadie a quien ame más y estoy
tan seguro de lo que siento, que me casaría contigo ahora
mismo, ¿Por qué no nos fugamos?
Ella sonrió.
-Estás loco, Louis y no, no nos vamos a fugar, pero sí me voy
a casar contigo, porque te amo y porque sé que si te pierdo no
volvería a ser feliz, pero vayamos lentamente, por favor, te
prometo que me casaré contigo, pero vivamos nuestra relación
poco a poco, cariño.
La subió sobre su regazo y chupó sus labios, lamiéndolos
con suavidad.
-Te juro que no te vas a arrepentir, Amber, mi única misión
será hacerte feliz, llenar tu vida de amor y pasión, te amo,
gatita. Mi presente y mi futuro pasan por ti, mi amor, si no te
tengo, no tendré un motivo para seguir viviendo.
-No, no lo digas, Louis, vamos a estar juntos, cariño, las
niñas, los hijos que tendremos, tu y yo. Y vamos a ser felices,
muy felices, porque tenemos mucho amor que darnos. Te
quiero.
-Y yo a ti, Amber. No lo dudes nunca, gatita.
Se besaron dulcemente, esa noche era suya,
mañana…mañana sería momento de decirles a las niñas que
pronto, muy pronto, serian una familia. Y por supuesto, a sus
amigos, a su familia, porque realmente, los lazos que unen a
una familia, no siempre, tienen porque ser, de sangre.

[168]
FIN

[169]

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