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UN SAN VALENTIN
PHARTIAN
Y CON CURVAS
[2]
Este es un regalo para todas las personas que me están
acompañando en este sueño. Tres cortas historias.
Las dos primeras, son con personajes de Phartian y está
escrita por dos personas muy especiales, amantes de la lectura
y que se han animado a escribir, dos historias llenas de amor,
pasión y humor. Y debo decir que han hecho un trabajo
estupendo, fantástico, a pesar, de que han tenido menos de
dos semanas para poder hacerlo. Las han escrito con mucho
cariño e ilusión.
Espero que las disfrutéis tanto como lo he hecho yo, al
leerlas. Gracias Lucy y Kelly
Y la tercera, es mía y es una pequeña historia sobre Louis,
el camarero “cotilla” de Curvas Maduras, sé que muchas
teníais ganas de leer su historia.
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LUCY ADAMS
Sembrando pasiones
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A Xavi,
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Capítulo 1
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camisa gris claro y pantalón negro típicos de Phartian. Debajo
de esa ropa había un cuerpo delgado y fibroso y por lo que
podía recordar del choque, duro como una piedra.
“Oh, no. ¡Ya estamos otra vez!” Pensó Amy frunciendo e ceño y
con la paciencia al límite.
Joder, este se había ido más rápido que los que la olían y no
decían nada. ¿Tan horrorizado se había quedado? ¿Tanta
importancia le daban al rollo de los olores?
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Se fue con Tracy, a ver si se le aclaraba un poco de qué iba
toda esta historia.
*****
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pinza. Y llevaba esos zapatos de piel oscura jodidamente
incómodos.
Se acercó a él y lo saludó.
-Hola, Kahal.
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-Nos vemos, hombre.
Tenía el pelo rubio que le llegaba justo por debajo de las orejas,
los ojos negros enormes, unos labios carnosos que le dan un
aspecto súper sensual. Iba vestida con un típico vestido
Phartian de color verde. Y estaba dándole un repaso tremendo.
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un segundo y volvió a inspirar más profundamente.
Efectivamente, esa mujer olía a él.
Dejarla allí fue lo más difícil que había hecho nunca. Todos sus
instintos le gritaban que volviese allí, que era un idiota. No, un
segundo, no eran sus instintos, era su jodido oiyu.
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-Bueno, vale. Joder, cuando te he visto salir corriendo pensé que
huías de ella. Me has dado un susto de muerte.
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Capítulo 2
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A Kaiel se le heló la sangre de las venas.
-¡Ooh, sí! Por favor, dime que vamos a buscarla. -Su oiyu estaba
entusiasmado.
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-Está bien, me largo.
*******
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Las autoridades se presentaron en su boutique y le
presentaron una orden de registro de la propiedad. La sorpresa
que se llevó cuando abrieron el paquete y sacó un montón de
joyas, fue mayúscula. El policía le dijo que les había llegado un
chivatazo informando que ella había sido la autora del robo de
las joyas y que las tenía guardadas en un paquete en su tienda.
Ahora que había dejado todo eso atrás, quería volver a diseñar
y coser. Tal vez aquí pudiese hacer algo por la moda de esta
gente, porque necesitaban urgentemente un cambio de estilo.
Iban todos vestidos igual, pero de diferentes colores. Le
picaban las manos por coger una libreta y empezar a esbozar
sus ideas.
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ciudad que juraba por Chanel y rezaba a Dior. Y todo de la
mano de aquel guapísimo Phartian, al que vestiría con sus
mejores diseños para que fuese a trabajar.
-¿Vamos a mi cuarto?
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No es que ella fuese siempre así de rápido, pero es que aquellos
dos años que había pasado en prisión habían sido jodidamente
largos. Y el hombre que tenía delante estaba para parar un
tren.
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Capítulo 3
-Cabrón.
-¡Aaaaah, Amy!
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estaba haciéndole era una tortura. Estaba deseando dejarse ir,
pero tenía que aguantar hasta estar dentro de ella.
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Levantó la cabeza de su cuello y vio a Amy tirando su cabeza
hacia atrás y la boca abierta, jadeando.
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Siguió con ese ritmo hasta que ella empezó a empujarle el culo
con los pies, señal que necesitaba más velocidad. Las uñas de
Amy se clavaron en un espalda y jadeaba más.
*****
Amy se rió.
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-Un poco, pero vale la pena. Me gusta estar así. – Amy empezó
a acariciarle la espalda.
Con Jack ella siempre tenía que ser la pasiva y eso a veces
estaba bien, pero otras le hubiese gustado atarlo a la cama y
hacerle lo que le apeteciese….si es que le daba tiempo. Jack
era de fácil disparo y siempre se quedaba con las ganas. Lo
aguantaba sexualmente porque en el sexo oral era un maestro.
Lo que le faltaba en resistencia lo compensaba con la lengua.
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No podía creer lo que estaba viendo. Había un hombre desnudo
con una rodilla en el pie del colchón y tenía la misma sonrisa
asesina que Kaiel.
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Capítulo 4
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Amy asintió con la cabeza.
-No pensé que tuviese que explicárselo, joder. Di por hecho que
lo sabía.- Kaiel estaba ahora junto a Dirak con las manos en
las caderas y…completamente desnudo. – Sino hubiese sido lo
primero que le hubiese dicho, no soy idiota.
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Ellos seguían discutiendo y gesticulando y Amy no podía dejar
de mirarlos. Era todo un espectáculo. Se estaban cabreando e
iban apretando y aflojando partes del cuerpo. Los músculos se
les estaban poniendo rígidos y las venas del cuerpo se les
marcaban. Tenían los ceños fruncidos y los ojos entrecerrados.
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-Siéntate en la cama con los pies en el suelo. Quiero que la
cojas y le abras las piernas.
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-Me siento extraña. Estoy deseando que me folléis, pero acabo
de correrme. Esto no me había pasado nunca.
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Dirak se colocó detrás de ella y presionó la cabeza de su pene
en su ano. Ella se relajó porque sabía que eso era lo mejor que
podía hacer y el glande entró sin problemas. Empezaba a
sentirse muy llena.
-Ya estamos los dos dentro de ti, amor. Ya pasó lo más difícil.
¿Estás bien?
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-Córrete, amor, sé nuestra. – le susurró Dirak después de
morderle el hombro mientras Kaiel la besaba una vez más.
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Capítulo 5
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Kaiel se removió y entreabrió un ojo. Cuando la vio, sonrió.
Pero no duró mucho.
-No, tenía que haberme ido hace horas. – Se volvió hacia Amy-
Preciosa, vendré a buscarte este mediodía, cuando acabe mis
tareas. Así tienes tiempo de recoger tus cosas y despedirte de
tus amigas.
-Eres mi compañera…
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- Dirak, tienes que volver a mí. Amy, cuando quieras estar con
Dirak, sólo tienes que invocarlo y aparecerá. Pero no puede
estar fuera de mí todo el tiempo, ¿de acuerdo?
-Y yo a ti.
*****
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enseguida lo entendió y les dio la bienvenida a su cuerpo. La
sensación de estar con su compañera y su oiyu había sido más
que perfecta. Nunca había sentido tanto placer...y sentir el
placer de ella fue increíble. Le encantó que ella fuese tan
pasional, fogosa, caliente...le faltaban los adjetivos.
-¿Humo?
*****
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Kaiel cogió un camino asfaltado a la izquierda y siguió unos
cinco minutos. A lo lejos ella estaba vislumbrando
algo....algo...no podía creer lo que estaba viendo. ¡Eso se
parecía mucho a una granja! Joder, joder.
"Dioses de la moda, por favor por favor por favor, que estemos
yendo a ver a un amigo, familiar, cliente.... ¡Eso es! Él es
veterinario, seguro que viene a ver a algún cliente con un
animalito enfermo. Por favor por favor por favor."
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marino, dos mesitas de noche a juego con la cama, un armario
y una cómoda.
Estaba horrorizada.
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-No te gusta. -Kaiel dejó caer los hombros y sus ojos estaban
tristes.- ¿Es porque es una granja o no te gusta la casa? La
podemos reformar, si quieres, a tu gusto. Quiero que estés
cómoda aquí, este es tu hogar. Quiero que seas feliz.
-¡¡Aaaaaaaaagrrrrh!!
*****
Esta era la cosa más graciosa que había visto nunca. Su pobre
compañera estaba cubierta de barro mezclado con las
defecaciones de sus seis grikses. Ahora que sabía que no se
había hecho daño le estaba entrando la risa, pero ella estaba
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horrorizada y no podía reírse o estaba seguro de que le cortaría
las pelotas.
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-¡Oh, por todas las piedras Aerian! ¿Qué te ha pasado? - Shila
salió de la nada y se acercó a Amy.
*****
-¿Puedo tocarlo?
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Jano se le acercó y le olió la mano, le dio un lametón y la miró
a los ojos. Ella supo que el muy canalla acaba de robarle el
corazón. Le acarició debajo de la barbilla y Jano restregó su
cabezota por la mano de Amy.
*****
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Oh, por Chanel, Prada y Dior, ¡se estaba enamorando del
granjero!
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Capítulo 6
Kaiel corría por los pasillos del hospital hacía la sala dónde
Amy estaba ingresada.
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Cuando llegó a la habitación buscó a Amy frenéticamente y
cuando la encontró sentada en la cama charlando y riendo
tranquilamente, pudo respirar tranquilo.
-Sí, estoy bien, tranquilo. Ya puedo irme a casa. – dijo Amy con
una sonrisa.
*****
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las cuevas fieramente. Se había visto envuelta en algún que
otro motín en la cárcel terrestre pero nunca había usado armas
de ese calibre. Fue un subidón de adrenalina que la dejó
temblando para cuando las tuvieron sentadas en el transporte
hacia el hospital.
Amy sonrió.
-Mmmm me gusta.
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Kaiel le desató el vestido, se lo bajó por los hombros y lo dejó
caer al suelo. Se agachó y le quitó los zapatos. Le besó detrás
de las rodillas y fue subiendo por sus muslos hasta sus nalgas
donde le dio un mordisco. Siguió subiendo, la arrancó de los
labios de Dirak y la giró hacia él. Estaba desnudo. Empezó a
besarla suavemente y fue subiendo la intensidad.
Notó cómo Dirak le cogía los pechos desde atrás y jugaba con
sus pezones. Ella echó los brazos atrás y le pasó los dedos por
el pelo.
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Amy apoyaba sus manos en los fuertes y fibrosos hombros de
Kaiel para no caerse. Gemía incontrolablemente y tenía los ojos
cerrados con fuerza.
-Aaaah, sí.
-Aaaaah, síiiiii.
-Te quiero.
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Capítulo 7
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Así que Kaiel fue con Amy a la ciudad para alquilar un local
donde ella pudiese ubicar su tienda. Ese día Amy lució feliz y
eso a Kaiel le proporcionaba una gran satisfacción.
Hacía dos días que habían comprado material para que ella
pudiese crear sus diseños. Y desde la tienda ella le había traído
varios para él y para Dirak. Ropa extraña con la que ella decía
que estaban muy atractivos y ellos, como tontos enamorados,
se la ponían y se dejaban hacer.
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La penitencia de Jano era debida a que el pobre animal había
estado jugando en el agua de un pantano cercano, mientras él
y Amy hacían un picnic a la sombra de un árbol, cosa que a
ella no le hacía ninguna gracia. Jano se acercó a Amy y le
plantó las patas delanteras encima de los muslos,
manchándole el vestido nuevo. Amy se enfadó y se levantó con
tan mala suerte que dio un golpe a una rama y de ahí cayó un
insecto….en la cabeza de Amy. Ella salió corriendo y gritando
“¡Un bicho, un bicho!” y Kaiel explotó en carcajadas. Y podría
jurar por todas las piedras Airean que oyó al hunk soltar una
risilla.
-Sí, mucho.
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-Cariño, eso no podría importarme menos. Mientras yo no
tenga que acercarme más a los animales para trabajar con
ellos, todo me parece bien.
-Te quiero.
FIN
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Glosario:
Buwck: animal de granja muy parecido a una vaca. Tiene el
pelaje más largo y es de color amarillo.
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Tuercas y poemas
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Dedicado a mi familia virtual, recopilada en foros y grupos del
face. Sin importar distancia, edad o apariencia, compartís un
pedacito de tiempo y corazón conmigo. Que nadie se haga el loco
o loca que sabéis quienes sois
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Capítulo 1
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que sólo los más ricos y excéntricos podían hacer en la Tierra,
pero aquí se estaba tornando una deliciosa y decadente
costumbre. Lo que más le chocaba era el color naranja de las
plantas, pero no porque fuera desagradable, si no que se le
hacía raro... y los hombres... Aún no había visto a ninguno feo
y gordo. Quería quedarse, construirse una vida allí y... no se lo
había dicho a nadie, pero realmente deseaba encontrar a
alguien con quien formar una familia.
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Un buffet de carne masculina de primera calidad... Con
amplios hombros, cinturas estrechas y largas y musculosas
piernas, presentados en toda variedad de colores de pelo.
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Se dio una colleja mental a sí misma. Ya sería un milagro
que hubiera alguien para ella (lo de que no tuvieran elección y
fuera algo instintivo, basado en el aroma químico, o lo que
fuese, era su esperanza), no era bueno ponerse a desear ni a
soñar. La vida se lo había enseñado desde su más tierna
infancia. Ser una huérfana al cuidado del estado no era algo
como para olvidar. Había cosas de ese tiempo que aún la
perseguían en sueños.
*****
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Se había adecentado lo mejor que pudo con el poco
tiempo que había tenido.
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Nunca había reaccionado así a una mujer, y por eso, no
se sorprendió cuando se inclinó hacia su cuello y el aroma que
subió por su nariz hizo que sus tatuajes se pusieran al rojo
vivo.
—Lo eres.
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concentrando masivamente en su pene), los tatuajes calientes
y ahora el oiyu.
“¿Perdón?”
“A casa”.
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Un susurro en su oído y una caricia en el cuello, le puso
al fin en movimiento:
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Capitulo 2
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Lo de saltarle encima había sido un acto 100% reflejo. Y
de paso había evitado desmayarse, ponerse a dar saltitos y
grititos o cualquier reacción similar por la emoción. También
tenía la ventaja de sentir todos esos maravilloso y firmes
músculos contra ella.
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—No te preocupes, sólo será un momento. Necesito
saber el nombre de tu compañera. Que va contigo
voluntariamente es bastante evidente, ya que ella te abraza
estrechamente y no está gritando ni pataleando. Ni siquiera
hace falta que la bajes. —guiñó el ojo.
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de la puerta. Se encontró en un reducido espacio en
movimiento, sentada en un cómodamente al lado de Koin-
Duin, que sujetaba una especie de palancas y miraba al frente
concentrado,. Si no recordaba mal, por las clases de
adaptación a la vida en Phartian, eso debía ser un dayinr, y se
podían conducir o programar el destino.
Bandazo y sonrojo.
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Capítulo 3
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Una mano en su pelo sujetándole la cabeza en posición
para una lengua que había dejado de ser pasiva para
convertirse en atacante, acariciando el interior de su boca,
entrando y saliendo en clara alusión al baile sexual que daba
continuidad a las especies vivas de sangre caliente. Una mano
que abandonó el asidero de su nalga para viajar a zonas más
cálidas y húmedas, la hizo gemir de gusto al acariciar con
increíble precisión y delicadeza su clítoris. Dos dedos fuertes
se internaron en su coño, entrando con una pasmosa facilidad
por lo lubricada que estaba.
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colmillos asomando, ese rastrojo de barba de "chico-malo" que
seguro que le había dejado marca al besarla, fue ya el colmo.
En medio del mayor orgasmo que había tenido nunca, no tuvo
ni idea de si gimió, grito o siquiera dijo algo. Sólo fue consciente
de él, aun moviéndose dentro y haciéndola sentir mini-réplicas
del orgasmo principal mientras seguía embistiendo, hasta
correrse también.
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Capítulo 4
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El que aún estaba íntimamente unido a ella apoyó la
frente en la pared con un suspiro, diciendo:
*****
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—Algo así, pero no exactamente. Será mejor que
busquemos un sitio cómodo para... hablar —carraspeó
dejándola deslizarse al suelo mientras sacaba su polla del
éxtasis y cargándola en brazos en seguida al notar que en
algún momento había perdido una sandalia.
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Koin permaneció callado esperando la reacción de Caro
a todo eso.
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—¿Y por qué no estáis aún aquí conmigo? —sonrió ella
de oreja a oreja (justo la misma expresión que cuando dijo
"mío" en el salón), abriendo los brazos, y dejando caer la
sábana.
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Capítulo 5
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babero y tenían agarrados el cuchillo y el tenedor ante el
banquete frente a ellas.
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Koin alternaba entre sus pechos, cuello y costillas....
parecían gustarle las vocalizaciones de placer, ya que le dejó la
boca bastante libre como para que gritara durante el orgasmo
que le arrancó el ataque a su bajo vientre.
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Sintió a Koin tumbarse boca arriba a su lado y casi al
mismo tiempo Duin la liberó de la placentera tortura.
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—¿Todo bien? —preguntó entre dientes Koin, mirándola
a los ojos con una expresión entre excitada y torturada.
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Cerró los ojos satisfecha y se durmió.
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Capítulo 6
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Así que tan sigilosamente como pudo, para no despertarla,
salió de la cama.
*****
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Cuando se vio reflejada, realmente se alegró de tener
estos momentos para ponerse mínimamente presentable. Su
pelo parecía haber sido el campo de juegos de una bandada de
murciélagos; cada corto mechón apuntaba en una dirección
diferente y tuvo que mojarse las manos y usas los dedos
repetidamente para peinarse lo mejor que pudo. Lavarse la
cara solucionó lo peor de los rastros del sueño, o sea, el
caminito de saliva que pudiera haber resbalado de su boca
mientras dormía, y si quedaba alguna legaña pegada a sus
pestañas. Las suaves rojeces y arañazos provocados por la
barba masculina en su cara y cuello, la hicieron consciente de
que también estarían en sus muslos, y recordar cómo se
habían producido... Suspiró y sonrió a su reflejo.
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Un pequeño recibidor con una puerta oscura. Por allí
habían entrado, esa puerta había sido el marco de su primera
vez con su compañero. La acarició con los dedos. Si no tenía la
cenefa tallada en la puerta grabada en su culo, no era por no
haberse apretado contra ella la noche anterior.
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—Estaba preparando el desayuno para despertarte —
una tímida sonrisa acompañó la frase—. Pasa y siéntate,
enseguida termino —señaló una mesita cercana a un ventanal,
con cuatro altos taburetes. La luz que atravesaba la persiana
dibujaba luminosas líneas de luz sobre la superficie.
*****
[97]
"Si, ya... Con no atragantarme con la lengua de verla tan
comestible a estas horas ya tengo de sobra".
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"Tanto poema romántico, tanto héroe épico, tanto léxico
acumulado en la mente ¡¿y no le vas a dedicar prosas y a cantar
sus virtudes?! ¡Déjame que salga y lo hago yo!"
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—Somos el mismo hasta cierto punto, pero parece que
alguna diferencia tiene que haber y la personalidad siempre
suele diferir del original al oiyu.
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importante para mí que lo seas. No soy gran cosa físicamente,
lo sé. Pero hay otras cosas que puedo realizar; las tareas del
hogar, jardinería y cocina, pequeñas chapuzas y arreglos de
ropa o aparatos domésticos... Esto no es igual, pero buscaré
las similitudes y diferencias hasta aprender a hacerlo aquí en
Phartian, igual que lo sabía hacer en la Tierra. Sé que la
elección de compañera es instintiva para tu pueblo y no tenéis
voz ni voto, pero te aseguro que me esforzaré para complacerte
—le cogió la mano por encima de la mesa y le miró con el
corazón en los ojos—. Tener un hogar contigo es más de lo que
podría haber soñado.
*****
Ser una bocazas era otra cosa que tenía que lamentar,
aparte de no tener curvas.
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Quiso soltar la mano que aún sujetaba, pero ahora era
él quien la retenía. Y su oiyu se acercó a coger la otra con
delicadeza.
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Caro levantó la mirada con las lágrimas ya corriéndole
por la cara, pero esta vez de alegría.
FIN
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MARY SHEPHERD
Ahora Brindo
Por Ti
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DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTO
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CAPÍTULO 1
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La mujer que había llamado su atención, estaba sentada en
una esquina. Él pensó que era injusto que la aislaran de
aquella manera.
-Buenas noches, soy Louis y esta noche soy vuestro
camarero.
Las mujeres empezaron a gritar como locas.
-Guapetón, ¿te desnudarás para nosotras?
Sonrió, estaba más que acostumbrado a que las mujeres, en
aquel tipo de fiestas, le pidieran algo semejante. Pero eso no
estaba incluido en el paquete, si algo tenían sus jefes es que
eran totalmente contrarios a que el personal mantuviera
relaciones con los clientes, ni ellos mismos lo habían hecho
nunca, ni cuando, los cinco, eran hombres libres. Ahora los
cinco lucían la “argolla”, estaban totalmente pillados,
felizmente casados, uno a uno y en menos de un año, habían
ido sucumbiendo ante hermosas mujeres.
-Lo siento, chicas, no voy incluido en el paquete.
-Pues parece que el “paquete” parece importante, anda,
cariño, baila para nosotras.
-Entonces, ¿qué queréis tomar, chicas?
Tres horas después, los gritos y risas del reservado se habían
incrementado y más cuando, hacía unos diez minutos, había
llegado el stripper.
Sus pies lo encaminaron hacia el reservado, podía poner la
excusa de que iba a ver si necesitaban más bebidas, pero él
sabía perfectamente, que quería verla.
Cuando llegó al reservado echó un vistazo buscándola.
¿Dónde estaba? Sus ojos se pararon en el stripper que en ese
momento se contoneaba sobre la mujer, sentada en una silla,
en el centro de todas las mujeres. Siguió buscándola, ¿estaría
en el baño?
-Venga, Amber, soba ese culo, es todo tuyo.
Louis clavó la mirada en la pareja de nuevo, mientras eran
jaleados por las mujeres, el hombre se levantó en ese momento
y Louis se quedó mirando, agilipollado perdido, a la mujer que
había en la silla. ¿Era ella? Salió, miró el número del reservado,
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pues no, equivocarse no se había equivocado, estaba en el sitio
correcto, volvió a entrar y empotró su mirada en ella.
Se había soltado el pelo, en todos los sentidos, las gafas
habían desaparecido y el vestido modelo saco parecía estar en
paradero desconocido, ahora llevaba un vestido negro ceñido,
joder, más que ceñido parecía tatuado a su cuerpo, un cuerpo
voluptuoso, eh, no, más bien generoso en curvas y unas
piernas de escándalo, estaba descalza y una sonrisa traviesa
lucía en sus labios.
¿Qué cojones había pasado? ¿Era la novia? Miró con tristeza
a su pene que había hecho el amago de querer tirarse a
semejante bombón, pero entre prohibiciones de la empresa y
que ella era la fu-tu-ra novia, mejor dejar a aquel apéndice
totalmente colgado.
Cuando las mujeres vieron que él estaba en la puerta
empezaron a jalearlo.
-Venga, Louis, menea ese culito para nosotras.
-Eso, el culito y el rabito, venga macizo, mueve ese cuerpo.
Él seguía plantado en la puerta como un puñetero roble y
con la vista clavada en ella que le sonrió tímidamente.
Vaya, el stripper se llevaba los sobos y las sonrisas tímidas
eran para él, maldita fuera su estampa, estaba destinado a
vivir solo, dormir solo y morir solo.
Les dijo a las chicas si querían algo más de beber y fue a por
el pedido, cuando volvió, el stripper ya no estaba y las mujeres
estaban charlando animadamente.
Cuando volvió a salir notó una mano en su brazo y se giró
para encontrarse con ella, con Amber.
-Hola, Louis, siento que mis amigas te hayan puesto en un
aprieto.
Oh, tenía una voz preciosa, dulce, suave.
-No pasa nada, estoy acostumbrado.
Ella sonrió pícaramente y lo miró muy fijamente.
-Me lo imagino, con ese cuerpo no es de extrañar.
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Se ruborizó, él, o sea, espera, él, Louis, el tío que llevaba
pateándose las calles, solo, desde los quince años,
¿ruborizado? Anda vamos, como se enterara alguno de sus
jefes iba a estar escuchando chuflas toda su vida.
Ella extendió su mano.
-Soy Amber.
-Encantado.
-Ya, verás, yo había pensado, bueno, no soy muy buena en
esto, pero, quería pedirte, maldita sea, no es tan difícil,
¿podemos tomar unas copas juntos?
¡Joder! Sí, bueno, eso también. Tragó con fuerza, ¿quería
sexo, aparte de las copas? Se casaría dentro de poco y ¿estaba
intentando ligar? ¿Una cana al aire antes de ponerse la soga al
cuello? Fascinante, la gente no cesaba de sorprenderlo.
-No, no puedo.
Ella lo miró tristemente.
-Lo siento, pensé, bueno, mis amigas me han dicho que
parecías interesado y yo, pues…siento haberte molestado.
Ella se giró y él la tomó de la mano.
-Es norma de la casa no alternar con los clientes.
-No sería aquí, Louis, podemos ir a otro sitio.
-¿Y tu novio?
Ella se extrañó.
-¿Mi novio? ¿Qué novio?
-Es tu despedida de soltera, ¿no?
La mujer empezó a reír.
-No, que va, es todo lo contrario, es una despedida de
casada.
¿Con que eres capaz de leer a las personas, no? Pues sería
mejor que fuera comprándose unas gafas, de aumento como
mínimo, porque no había dado ni una.
[110]
CAPÍTULO 2
[111]
Le planearon citas a ciegas, pero a la tercera, les dijo que no
estaba preparada y después de varias luchas y debates,
prometieron dejarla tranquila. Si pasado un periodo de “luto”
accedía a una fiesta preparada por ellas. Ella puso un año de
tiempo, pensando, ingenuamente, que se olvidarían.
¿Olvidarse aquel grupo de locas “salidas”?
Tres días antes se había presentado en su casa y le habían
dicho que ese sábado era la fiesta, ni una puta excusa iba a
aceptar. Claudicó, como siempre y esa noche se pasaron por
casa, con un vestido que ella no se pondría ni en sueños y se
encargaron de arreglarla, de vestirla como si fuera una
muñeca, luego la cubrieron con una de las túnicas que solía
llevar por casa, dijeron que en el club se la quitarían, que sería
algo así, como el “renacer” a la vida, menudo atajo de locas.
Al entrar al club, sus ojos cayeron en el camarero que había
en la barra, todo su cuerpo trepidó al verlo, era el sueño de
cualquier mujer, moreno, ancho, musculoso y con una sonrisa
pícara pegada a la cara de un niño bueno, mmm, era una
delicia mirarlo, ¿y tocarlo? ¿y dejarse poseer por ese cuerpazo?
Dios, al final se estaba contagiando de toda aquella locura.
La sorpresa de la noche, la gorda, la que le hizo “cagarse de
miedo” fue que le tenían preparado un stripper y no sólo eso,
las muy desvergonzadas lo habían contratado para un
“completo”, hasta una habitación del mismo club habían
reservado, según ellas, para que el hombre le hiciera el “rodaje”
y la pusiera de nuevo en “circulación”.
Pero el hombre no le inspiró nada. Cierto que tenía un
cuerpo espectacular, pero verlo bailar, sobarse y contonearse
contra ella, fue lo mismo que ver una película muda con un
enorme bol de palomitas, un espectáculo bonito, pero que la
dejaba más fría que la bandeja de bistec que tenía en el
congelador y que tenía que haber sacado si quería comer, al
día siguiente.
Pero el camarero...¡ah, el camarero!, el camarero le había
puesto a trabajar todos los engranajes de su cuerpo,
chirriantes por la falta de uso y ella quería que él se los
engrasara, pero no tenía el valor de acercarse para pedirle
semejante cosa.
[112]
Sus amigas la animaron a que se lo preguntara, según ellas,
el hombretón había mostrado interés y ella animada por las
brujas aquellas y las copas que se había metido en el hígado,
que aparte de agua mineral, el pobre, poco más sabía procesar,
se había lanzado.
Se sintió desilusionada y avergonzada cuando él dijo que no.
¿Cómo porras iba él, un hombre que hacía llorar a sus ovarios,
querer rollo con una mujer como ella?
Cuando le aclaró que eran normas de la empresa, se animó
de nuevo, pero luego se sorprendió de que le hablara de ¿un
novio? Fue delicioso, sí, se sintió como una jovencita de nuevo,
¿él la veía como a una futura novia? Para una mujer
abandonada, engañada y con todo lo que “cargaba en el
maletero” fue…vigorizante.
-Entonces, ¿te apetece?
Louis la miró fijamente y le mostró una sonrisa que hizo
gimotear a sus hormonas.
-Salgo dentro de una hora.
Se lamió los labios y vio que él seguía el movimiento de su
lengua.
-Está bien, nos vemos en una hora.
Cuando entró al reservado sus amigas la miraron
expectantes.
-Y bien, ¿se lo propusiste?
Miró a su amiga Candy.
-Sí, lo he invitado a tomar unas copas y ha dicho que sí.
Todas sus amigas gimieron.
-¿Unas copas? Amber tu eres tonta, se trata de que ese
hombre te ponga las bragas de pulseras tobilleras, el vestido
de bufanda y te empotré contra una pared. ¿Copas? Joder,
nena, no necesitas alcohol en el hígado, tú lo que necesitas es
un hombre que haga girar tu cabeza como la de la niña del
exorcista.
Se ruborizó intensamente. Sus amigas eran mujeres
decididas, desenvueltas, acostumbradas a disfrutar de la vida
[113]
y de los hombres. Todas estaban solteras, excepto Eve, que se
había casado hacía dos años. Pero ella, ella no había ligado
nunca, ni alternado con hombres ni nada de nada. Se casó
joven, con su primer amor, así que, en ese tema, estaba más
verde que un guisante.
Eve se acercó a ella.
-Nena, ese tío está de infarto, arrástralo hasta la habitación
de arriba y móntalo hasta que, entre tus piernas, quepan las
pirámides de Egipto.
Y burras como ellas solas, pero su cuerpo se calentó con la
imagen de Louis empujando entre sus piernas.
[114]
CAPÍTULO 3
[115]
Se fue derecho a la sala trasera, recogió su ropa y se dio una
ducha. Vestido con unos vaqueros, una camiseta negra y su
cazadora de cuero, fue hasta el reservado.
Amber estaba sentada entre dos mujeres y él le hizo una
seña, se volvió y escuchó gritos y silbidos, procedentes del
reservado, sonrió suavemente y despacio, salió hasta el
aparcamiento del club, a esperarla.
***
[116]
-Hola, Louis.
Él le sonrió y sintió gimotear a su vagina.
-Hola, Amber, ¿vamos?
Ella miró a la moto y luego a él, fijamente, para volver, de
nuevo, a observar la motocicleta. No había montado en una
en su vida y no había traído su coche, sus amigas habían
insistido en ello, temían que saliera en estampida, como un
búfalo en celo, en cualquier momento que se despistaran, pero
¿montar en moto con aquel vestido?, se lo tendría que subir a
la altura de las amígdalas.
-¿En moto?
Él la miró sonriendo y ella tuvo que echar mano de toda su
fuerza de voluntad para no gemir. ¿Cómo narices podía
cambiar, una maldita sonrisa, toda una cara? Serio, tenía cara
de niño bueno, capaz de cantar en un coro de ángeles, pero en
cuanto sonreía, su cara se transformaba en la del mismísimo
diablo, sí, seguro, un hombre con esa cara, era capaz de
arrastrarte a pecar, mucho, sobre todo, de lujuria.
-¿No te gustan las motos?
Si la moto era una preciosidad, no tanto como el dueño, pero
un sueño de vehículo, el problema era el vestidito de marras.
-Es que con…con el vestido.
-Puedes subírtelo un poco.
¿Un poco? ¿Y cómo cuanto era un poco para escalar aquella
gigantesca máquina infernal? Se ruborizó intensamente, ¡por
el puñetero teorema de Pitágoras! Si alzaba su vestido
quedarían al descubierto sus magnos muslos, blancos y con
más agujeritos que un campo de golf. Antes prefería que le
hicieran una colonoscopia.
-Eh, no, no creo que levantando un poco…no estoy segura,
Louis.
-Súbetelo un poco y ya me encargo yo de montarte…en ella.
Tragó fuertemente, ¿montar? ¿Había dicho montar? Su
sangre se dividió en dos partes, como Moisés abrió el Mar rojo,
una mitad se quedó instalada entre sus piernas, latiendo
desaforadamente y la otra hizo una subida rauda a su cara, la
[117]
sintió arder en décimas de segundo. ¡Por el principio de
Arquímedes!…Realmente tenía un serio problema a la hora de
maldecir, por eso todo el mundo la miraba como un bicho raro,
joder, mientras algunos juraban por dibujos animados,
modelos, pájaros e insectos, su mente siempre estaba en los
números y los científicos, era un caso perdido.
***
[118]
Se quitó la cazadora.
-Póntela, la noche está fresca y además te cubrirá.
Ella miró la cazadora, luego a él y resopló sonoramente.
-Pues será la cremallera del vestido lo que va a cubrirme,
porque lo demás, creo que se va a quedar a la intemperie.
No contestó y se limitó a mirarla mientras ella se ponía la
cazadora y, efectivamente, no cubría sus muslos, es más,
estaba aún más sugerente y sexy. Admiró sus piernas unos
segundos más antes de que Amber le hiciera un movimiento
con su mano frente a sus ojos.
-Louis, estoy aquí, sobre el potro este y te juro que es lo más
incómodo que he tenido entre las piernas en mi vida.
Él sonrió de medio lado.
-Cariño, esta preciosidad es lo mejor que tendrás entre tus
piernas…hasta que me tengas a mí.
Ella inspiró con fuerza, pero antes de que hiciera el amago
siquiera, de bajarse de la moto, él subió y la arrancó.
-Oye, ¿No hay casco? ¿Cinturones de seguridad? ¿Chaleco
salvavidas?
Sonrió y salió disparado, Amber lanzó un grito y se sujetó
con fuerza a su cintura, notó los pechos de ella clavados en su
espalda, todo su cuerpo apretado contra el suyo y sus manos
enlazadas frente a él, muy cerca de su cinturón y de su pene,
que hacía ya unos buenos minutos, estaba totalmente erecto,
haciendo que sus pantalones fueran incómodos, muy
incómodos.
En cinco minutos llegaron al edificio donde vivía, aparcó en
el pequeño garaje y ayudó a Amber a bajar de la moto.
-Esto no es una cafetería. ¿Dónde estamos?
-En el edificio donde vivo.
El rubor volvió a instalarse en su cara y cuando la tomó de
la mano, notó el temblor de su cuerpo.
-¿Me has traído a tu casa?
[119]
Abrió la puerta y entraron, bueno, lo de entrar fue algo más
difícil, tuvo que llevar a remolque a Amber tras él. Llamó al
ascensor y se volvió a mirarla.
-A estas horas no quedan cafeterías abiertas, salvo algún bar
de carreta, pensé que estaríamos más cómodos aquí.
El ascensor llegó y subieron en él, durante todo el trayecto,
hasta su planta, no dejó de mirarla, ella miraba a cualquier
lado menos a él, estaba ruborizada y con el pelo despeinado
por el viaje en moto, parecía recién salida de la cama y él se
juró que la vería así…a la mañana siguiente.
[120]
CAPÍTULO 4
[121]
Louis volvió con una botella de vino blanco y un par de
copas.
-Es un vino muy suave, Amber, de sabor afrutado y baja
graduación en alcohol.
¡Ah, mierda! Ella lo que necesitaba era más graduaciones,
¡qué narices! Algo que le hiciera perder un poco la cabeza sin
llegar a aturdírsela, porque no quería perderse ni un ápice de
lo que podía sentir al tener un hombre como él, haciéndole el
amor.
Louis le pasó la copa.
-Brindemos por ti, Amber, por tu nueva vida.
Brindaron y tomó un trago de aquel vino, estaba bueno, tan
dulce y fresco, que bebió de un golpe toda la copa, la dejó sobre
la mesa mientras se lamía los labios y vio que Louis no se
perdía ni un solo detalle de ese movimiento.
Envalentonada, por el alcohol o por la mirada caliente de él,
se inclinó suavemente hacia él, venga, machote, estoy dando
un paso, estoy mandando mis inhibiciones a la mierda, coño,
da tú el siguiente paso. Esperaba no haberlo dicho en voz alta,
pero Louis parecía haberla entendido a la perfección, porque
dejó su copa y la tomó con suavidad de la barbilla y acercó su
boca a la de ella, parándose un milímetro antes de posar los
labios sobre los suyos, ¿a qué esperas? ¿quieres una carta
certificada o qué?
-Eres una preciosidad, Amber.
Agradeció el comentario pero ella no estaba allí para oír
palabras dulces, ella quería, mmm, quería, “que nos empotren
contra una pared, nena, eso queremos, sexo salvaje, de ese que
te deja para el arrastre, sudorosa y agitada, de ese que dicen,
que cuando lo tienes, tu vagina se queda haciendo espasmos y
latiendo una semana después, eso queremos, sucio, duro y
salvaje, díselo.”
Tal vez su mirada fue más clara que ella misma o tal vez fue
el latigazo que se produjo al tocarse sus labios, pero un
momento el beso parecía ser suave y al siguiente, Louis puso
su mano en su nuca y la apretó con fuerza contra él, mientras
saqueaba su boca, besándola con intensidad, clavando su
[122]
lengua dentro de ella, acariciando con vehemencia su paladar
y obligando a su lengua a encontrarse con la de él.
Louis deslizó su otra mano hacia su pecho, reptando
lentamente desde su cintura hasta alcanzar su pecho y
acariciar su pezón, que se endureció al primer contacto.
Su piel parecía arder y la mano de Louis siguió torturándola
un poco más, hasta que no pudo reprimir un gemido. Eso
detonó la pasión de él, la acostó sobre el sofá y se tendió sobre
ella, deslizó su boca por su cuello, dejando un reguero caliente
de besos y saliva. Louis bajó sus manos hasta el borde del
vestido y tiró de él hacia arriba, sus ojos se quedaron clavados
en sus muslos y los acarició con fuerza.
-Eres suave, Amber y muy cálida.
Su mano se posó sobre su monte y notó un dedo de él,
recorriendo su raja, sobre sus bragas que empezaban a
mojarse.
-Y muy receptiva.
Y tú hablas demasiado, guaperas, deja de comentar y ve
directo a la acción. ¡Dios! Se sentía tan bien, tan perfecto,
tan…¡joder! Qué pedazo de bruto, acababa de arrancarle las
bragas, ella quiso preguntarle cómo podía hacer eso, sus
bragas eran anchas, fuertes, ¿Qué fuerza había empleado? ¿No
había ofrecido ninguna resistencia ese pedazo de tela?
“Quieres dejar de pensar como una maldita autómata, deja
los numeritos de lado nena y sólo siente. Qué manía la tuya de
querer contabilizarlo todo.”
-Hueles deliciosamente, Amber, como para comerte entera.
Pues come y calla, venga muchachote, esta por ti, esta por
mí, el avioncito por aquí, el helicóptero por allá, pero llénate
la puñetera boca de mí, ya mismo. Estaba empezando a
desvariar, pero cuando sintió la lengua de Louis recorrerla de
arriba abajo y bebiendo todos sus jugos, la tabla periódica cayó
en el olvido y empezó a sentir, a disfrutar, a gemir.
***
[123]
No sabía cómo había sucedido, su idea era conocerla un poco
mejor, pero en cuanto la besó, toda su cordura saltó por los
aires y en lo único que pensó fue en tenerla debajo de él, sobre
él, a un lado, al otro, daba igual, sólo sabía que tenía que
follarla como un loco y cuando lamió sus jugos, se perdió en
su sabor y dejó que su pasión tomara el control.
Aspiró con fuerza su aroma, mientras deslizaba su lengua
por los labios de su vagina, acercándose en cada lamida, más
cerca de su clítoris. Este estaba duro y se veía inhiesto,
sobresaliendo de su capucha, como un pequeñísimo pene,
duro y enrojecido y lo tomó con fuerza entre sus labios,
chupándolo con avidez mientras que Amber gemía y retorcía
sus caderas, estampándolas más cerca de su boca.
Deslizó dos dedos por su raja, empapándolos de sus jugos y
luego los deslizó dentro de su canal, estaba húmeda y las
paredes de su vagina se estaban contrayendo, absorbieron sus
dedos nada más entrar en ella y lo aprisionaron con fuerza.
Giró los dedos y conectó con la suave protuberancia y la
acarició suavemente y Amber enloqueció, clavó sus caderas
contra él, dificultándole la respiración, pero no le importó,
sobre todo, cuando ella empezó a emitir unos suaves maullidos
que pronto se convirtieron en jadeos y que llegaron a un grito
ronco.
Cuando aceleró su succión sobre el clítoris y la entrada
enérgica de sus dedos en su coño, sacó los dedos de su interior
y escuchó el gimoteo de Amber, puso su boca sobre su entrada
y bebió su crema, dulce, picante y caliente, relamiendo con
suavidad y llegando lo más profundo que su lengua le permitió.
Ella cayó desmadejada en el sofá y él sólo pudo mirarla
fascinado, se había abandonado por completo en sus brazos.
Dejó de pensar cuando su pene latió con más fuerza,
dolorido y deseando enterrarse en aquella calidez.
Tomó su cartera y sacó un condón de ella, desabotonó sus
pantalones y sacó su polla, la acarició un poco, antes de
enfundarse en el condón y tomando las caderas de Amber se
posicionó sobre ella, guio a su pene a la entrada de su coño y
con un fuerte empellón se enterró en Amber. Ella gimió
suavemente, estaba apretada, húmeda y muy caliente y las
[124]
paredes de su vagina aún seguían latiendo fuerte, atrayendo y
masajeando a su dolorida polla.
Empezó a moverse tentativamente, pero cuando se retiró
hasta la cabeza de su verga y ella la siguió, comprobó que
estaba más que preparada. Tomó una de sus piernas y la echó
sobre su hombro y siguió embistiendo entre las caderas de
Amber, cada vez con más fuerza. Notó sus testículos
endurecerse y un leve cosquilleo en su columna vertebral,
estaba a punto de correrse, pero no iba a hacerlo, hasta que
ella no tuviera su orgasmo con él, los dos juntos.
Soltó una de sus manos de la cadera de ella y la llevó hasta
su clítoris, que aún seguía estando duro y lo acarició entre dos
dedos, agitándolo y masajeándolo con suavidad, Amber maulló
de nuevo como un dulce gatito y él apretó los dientes, posicionó
una de sus piernas en el suelo y empezó a empujar con fuerza
contra el dulce coño de ella, seguía embistiéndola, cuando
Amber gritó con fuerza y la fuerza de su orgasmo, lo impulsó a
él al suyo, se corrió con fuerza, disparando su semen de forma
continua y abundante, notó como llenaba el condón y con
suavidad, se salió de ella.
Amber tenía los ojos cerrados, el pelo pegado a su sien y toda
ruborizada, era la imagen del deseo satisfecho.
Fue al baño y se deshizo del condón y volvió a por ella que
seguía en la misma posición. La tomó en brazos y ella lo miró
con los ojos extraviados.
-Ven aquí, gatita.
La llevó hacia su habitación y la depositó en su cama, se
desnudó apresuradamente y fue a la cama con ella.
La desvistió como si fuera una muñeca, mientras que Amber
se reía suavemente.
-No tengo fuerzas ni para respirar, Louis.
-Guárdalas, nena, te van a hacer falta.
Cuando la dejó totalmente desnuda, disfrutó del espectáculo
de aquel cuerpo con curvas.
[125]
CAPÍTULO 5
[126]
Acarició suavemente toda su longitud, que era mucha, así a
ojo y sin su cinta de medir y su pie de rey, podía decir que
media unos veinte centímetros de largo y su grosor, ¡joder! Su
grosor superaba los seis centímetros, mínimo. “Y dale, que
obsesión con medirlo todo, quieres metértela en la boca y dejar
de hacer cálculos, ni que pensaras exponerla, maja”
Lamió con suavidad su glande, rodeándolo con su lengua,
puso una de sus manos en sus pesados testículos y la otra en
la base de su pene, masturbándolo lentamente.
Louis gemía roncamente.
-¡Dios, Amber! Estás…estás volviéndome loco -él jadeaba las
palabras-, tienes una bo…ca maravillosa.
Se metió la cabeza en la boca y lo chupó con fuerza, dejando
deslizar sus labios sobre su carne caliente. Empezó a bajar y
subir por toda su longitud, respiró por la nariz intentando
tomar lo máximo posible de él.
-Amber, gatita, ya es suficiente.
Ella gimió. ¡No! Estaba tan rico, tan caliente y se estremecía
de tal manera que ella quería volverlo loco.
Louis se incorporó y la tomó del pelo.
-Suficiente. Cuando me corra quiero estar dentro tuyo. Ponte
de rodillas.
Ella lo miró fijamente antes de echar una mirada ansiosa a
su polla, ahora totalmente mojada por su propia saliva y por el
líquido pre seminal que salía de ella, pero obedeció.
Louis abrió el cajón de la mesita y sacó una tira de condones,
tomó uno y se enfundó en él.
La acarició entre las piernas y tomó sus jugos para
empaparla de nuevo, deslizó un par de dedos en su vagina y
los empezó a rotar dentro de ella.
-¿Quieres dejar de jugar, Louis? Te quiero dentro.
-Eres impaciente, Amber, quiero que estés preparada.
-Estoy preparada, Louis, te necesito, ¡ya!
Él acarició su culo y le dio un ligero cachete.
[127]
-Eres demasiado mandona, gatita.
La tomó con fuerza de la cadera, guio su pene hasta la
entrada y de un golpe se clavó en ella, haciéndola gemir con
fuerza. Se retiró y ella lo acompañó, clavó su culo en su cadera,
resistiéndose a soltar su verga.
***
[128]
Louis no pudo evitar una carcajada, que murió súbitamente,
cuando ella apretó sus caderas contra las de él, contrayendo
las paredes de su coño y masajeando su polla. Soltó un
gemido.
-Despacio, Amber, despacio.
-No, lo quiero ya, Louis, joder, estoy en el mismo borde,
¡muévete, capullo!.
Louis empujó con fuerza sus caderas, entrando en ella con
fuerza y follando, con su dedo, el culo de Amber. Recrudeció
sus movimientos, jadeando con fuerza, mientras su orgasmo
crecía en él como una ola gigantesca.
Cuando Amber soltó un ronco gemido y las paredes de su
coño lo constriñeron, masajeando su polla, rugió con fuerza y
se dejó ir, dejándose caer, vencido, sobre ella que jadeaba
intentando conseguir algo de aire.
[129]
CAPÍTULO 6
[130]
Resopló con fuerza, mientras que por la puerta entraban
Matt y Richard. ¡Hala! Pues ya estaban todos.
-¿Qué pasa?
Matt miró a los otros y Darius respondió por todos.
-Aquí el muchachote ha estado follando hasta que se le han
secado los sesos. Mira cómo anda y el pedazo ojeras que lleva.
-Iros a la mierda, chicos.
Eran sus jefes, pero aparte de eso, eran sus amigos, su
familia, como hermanos mayores para él.
-¿Y dónde la conociste?
Él se sonrojó, treinta y tres años y sonrojándose como un
maldito chaval.
Todos clavaron la mirada en él, ¡joder! No le gustaba que lo
miraran así, cuando lo hacían, era capaz de mearse encima.
-¡Maldita sea, Louis! ¿Te has follado a una cliente?
Phill lo miró cabreado y él contestó rápido.
-No fue aquí.
Odiaba su boca, en serio, era incapaz de mantenerla cerrada
ante las miradas de aquellos idiotas.
Richard lo cogió de la camiseta y le clavó la nariz a un
centímetro de la suya.
-Una puta regla, Louis, una sola, no se mantienen relaciones
sexuales con los clientes. ¿Qué cojones no has entendido de
esa frase? ¿Tal vez ha sido el no? o quizás ¿cliente?
Se soltó del agarre de Richard y se metió tras la barra.
-Ha sido la única vez que he hecho algo semejante.
-Y la última, Louis, maldita sea, estoy por ponerte las pelotas
de corbatín.
Miró enfadado a Mick.
-Tú no vas a controlar mi vida sexual.
Ahora el que pegó la nariz a su cara fue Darius.
[131]
-Nos importa una mierda a quién te tiras, Louis, pero sabes
que aquí no jodemos a los clientes.
-¿Quién jode a los clientes?
Todos se volvieron y se encontraron en la entrada a sus cinco
mujeres, acompañadas de carricoches y bebés.
Briana carraspeó y miró a los hombres, uno a uno, acción
que repitieron el resto de ellas, alzando las cejas, igual que lo
hacían ellos. Y los cinco tíos machotes, respondieron al
unísono y como mansos corderitos.
-¡Louis!
Blanca se acercó a ellos, con su carrito doble, donde llevaba
a sus gemelas.
-¿Te has fo…acostado con una clienta, Louis?
-¡Maldita sea! ¿Por qué no me ponéis un puñetero cartel en
la frente pregonándolo?
-Nada de palabras malsonantes delante de los niños, Louis,
parecen esponjas, todo lo absorben y lo peor es que lo repiten
como loros.
Jenny habló sonriéndole.
Liz se acercó y le acarició la cara.
-Y bueno, cielo, ¿mereció la pena, a pesar de todo este
escándalo?
¡Mierda! Volvió a sonrojarse y entonces, las que se lanzaron
contra él, fueron ellas. Si los hombres le hacían mojar sus
pantalones, ellas...ellas le hacían necesitar definitivamente, el
papel higiénico.
-¡Sí! Creo que sí chicas, ¡mirad su cara!
Megan sonrió abiertamente, mientras pasaba su hija a su
marido, acto que repitieron todas y de repente aquellos “tipos
duros” pasaron de leones a gatitos, ronroneando y haciendo
tonterías ante la cara de los retoños, mientras que él, se vio
rodeado de cinco estupendas mujeres, decididas, muy
decididas.
-¿Cómo se llama?
[132]
-¿Cómo es?
-¿Vais a seguir viéndoos?
-¿Te has enamorado?
-¿Dónde vive?
Él miró a los hombres intentando que lo ayudaran, pero los
muy cobardes miraron hacia otro lado y siguieron jugueteando
con los bebés.
-Chicas de verdad…
Briana movió un dedo frente a él.
-Ni se te ocurra, Louis, no vas a salirte de esto sin contarnos
todo, así que empieza a hablar o te obligaremos. Tenemos
nuestros métodos, ¿verdad, chicas?
Las otras cuatro mujeres asintieron sonriendo.
Miró al cielo resignado, todo aquello era culpa de él, por no
saber mantener la boca cerrada.
-Se llama Amber, no vamos a volvernos a ver y sí, me gusta.
Fin de la historia.
Las mujeres lo miraron fijamente y Jenny se acercó un par
de pasos más a él, los mismos que él reculó.
-¿Porque no vas a volverla a ver? ¿Eres de los de un polvo y
si te he visto no me acuerdo?
Él tragó con fuerza.
-No, es ella la que no quiere verme más.
Se oyeron varias carcajadas masculinas. Y Richard fue el
insensato que abrió la boca.
-Esto es fascinante y me lleva a recordar a nuestro querido
Phill, cuando andaba renegando de que era poco más que una
poll…
Blanca se volvió hacia él.
-Terminas esa frase, Richard, y le hago una visita a tía Doris
para que deje “eso” que ibas a nombrar, como un chicle en la
boca de una quinceañera, ¿entendido?
[133]
Richard la miró y después clavó la vista en Megan, su
esposa.
-Megan cielo, es broma, ¿verdad? Ella no haría eso, ¿cierto?
Megan le guiñó un ojo.
-Claro que no, cariño. Blanca sería incapaz y mi tía,
pobrecita. ¿Crees que una adorable anciana como Doris, haría
semejante cosa?
Todos y cada uno de los hombres asintieron. ¿Adorable
anciana? Y un cuerno, la adorable anciana era una bruja, en
el sentido literal de la palabra.
Las mujeres volvieron la vista de nuevo a Louis. Blanca le
acarició la cara.
-Cariño, si estás interesado hay maneras de averiguar quién
es ella y dónde vive.
-No sé cómo, Blanca, además, tú más que nadie deberías
entenderlo, ¿no?
Blanca achicó la mirada y él tragó con fuerza, ¡mierda! ¿En
serio quería morir a la edad de treinta y tres años? Pues si no
quería, estaba haciendo puntos para todo lo contrario.
-Y tú, mejor que nadie, chismoso, deberías saber que si un
hombre quiere a una mujer, debe ser persistente y si no,
pregúntale a cualquiera de los cinco que tienes ahí sentados.
Liz se rió con fuerza.
-Bueno, aunque alguno se le tuvo que dar un empujoncito,
más bien, mantenerlo encerrado, aislado y atiborrado de
afrodisiacos.
Las carcajadas fueron generales, mientras que Richard y
Megan se ruborizaban intensamente.
-Vale, hora de investigar, chicas.
Jenny se dirigió por el pasillo, seguida de toda la “comitiva”.
Cuando llegó al despacho de Mick, encendió el ordenador.
Su marido se acercó a ella, con la pequeña Daphne en brazos.
-Jenny, cielo, ¿qué vas a hacer?
Jenny lo miró sonriendo.
[134]
-Averiguar quién hizo la reserva.
Darius la miró serio, mientras las mujeres asentían
entusiasmadas y Louis gemía en un rincón.
-Chicas, esto no está bien, no podemos mirar las fichas de
las reservas para intentar encontrar a una persona, eso es
personal…
Liz los miró a todos.
-Louis se ha saltado la regla. ¿Por qué no podemos hacerlo
nosotros?
Phill abrió los ojos como platos.
-¿Nosotros? ¿Cuándo hemos pasado “nosotros” a formar
parte de este absurdo plan?
Blanca acarició los pectorales de su esposo.
-Desde que esto afecta a Louis, nuestro Louis, él tiene
derecho a su pedacito de felicidad, nosotros somos su familia
y lo vamos a ayudar, porque eso es lo que hacen las familias,
¿verdad?
Los hombres se miraron unos a otros angustiados, pero
cuando clavaron la vista en las mujeres, ahora con los brazos
cruzados al frente y las cejas alzadas, asintieron.
-Cierto, muy cierto, cariño.
-Todo aclarado, empecemos la búsqueda -Briana miró a
Jenny- ¿Has encontrado algo?
-¿Era el reservado número tres?
Louis asintió.
-Ya está, la reserva está hecha a nombre de Eve Parker, aquí
está su dirección y su teléfono. Podemos visitarla o mejor
llamarla y…
Louis las miró alarmado.
-En serio chicas, de verdad creo que deberíamos dejar esto
aquí. Si Amber no quiere verme, no puedo obligarla.
-Y no la vas a obligar, vas a aparecer en todos los sitios que
ella va asiduamente y la vas a conquistar.
[135]
¿Conquistarla? Realmente, ¿estaba tan interesado en ella?
¡Dios, sí! Pero aquello era una locura. Una maldita locura. Y él,
un idiota por dejarse convencer.
De repente Jenny alzó la cabeza y lo miró fijamente.
-Louis, ¿quién era la homenajeada en la fiesta?
-Amber.
-¡Maldita sea, Louis!
Los hombres la miraron serios y le susurraron.
-Los niños, Jenny.
-Eres un ca-pu-llo, Louis, era una despedida de soltera.
Diez pares de ojos se clavaron en él, pero fue Briana la que,
cabreada, le preguntó:
-¿Te acostaste con la novia?
¡Fantástico! Aquello iba de mal en peor.
-¡No!, ¡Dios! Era todo lo contrario, una despedida de casada,
estaban celebrando que Amber se había divorciado hace un
año, Jenny, no soy tan irresponsable.
Todos respiraron más tranquilos.
-Entonces, voy a llamar a Eve.
-No, Jenny, déjalo estar, ni se te ocurra…
¿Se había quedado sorda de repente? Porque pasó de él como
de la mierda, allí estaba, tan ricamente llamando, pero si
estaba asombrado, aún se llegó a asombrar más, cuando una
Jenny, por todo el morro, le soltó a Eve que era norma del club
enviar flores a las agasajadas en las fiestas y que necesitaban
la dirección de Amber. Tres minutos después, colgaba el
teléfono totalmente satisfecha y agitó frente a todos, el papel
con el domicilio de Amber.
-Listo, ya la tenemos, mañana te presentaras con las flores
en su casa y empezarás a “cazarla”.
¿Dónde se había metido? Y lo realmente importante, ¿por
qué cojones tenia él que obedecer? Pues porque a él le gustaba
Amber, mucho y quería seguir viéndola y si para eso tenía que
[136]
jugar sucio y dejarse guiar por la panda aquella de locos, lo iba
a hacer.
[137]
CAPÍTULO 7
[138]
más mechones de pelo escurriéndose de la pinza con los que
se los sujetaba, que en ella, un pantalón de chándal negro, que
había llevado estando embarazada de las gemelas, un jersey
complementario de los jodidos pantalones y unas zapatillas
que pedían a gritos ser quemadas en la hoguera, con sueño,
agotada, cabreada…no, no era el mejor momento, ¡por el
Teorema de Thales! Esperaba que quien hubiera osado llamar
a su puerta en ese momento tuviera un buen motivo.
Cuando abrió la puerta se encontró con un enorme ramo de
flores, de todos los colores, tamaños y razas…espera, las flores
no tienen raza, son ¿especie? ¿clase? Le importaba un rábano,
lo único que esperaba era que no fueran de su ex, porque como
fueran, ya tenía escogido el florero donde ponerlas, su culo. Si
aquello era para disculparse, iban a ir derechas a la basura y
lo iba a llamar para decirle cuatro cosas que lo iban a tirar de
espaldas, ¡ja! Como si ella tuviera el valor de decirle nada, ella
mucho murmurar, pero a la hora de la verdad, era una maldita
cobarde. En todo el tiempo que estuvieron casados ni una vez,
ni una maldita vez, ni siquiera cuando nacieron las gemelas,
le había regalado una flor, ¡joder! Ni una simple margarita y
ahora ¿se disculpaba con flores el muy idiota?.
Las niñas llegaron en ese momento y miraron el enorme
ramo, igual de pasmadas que ella.
-Oiga, ¿qué narices quiere?
En ese momento el mensajero asomó la cabeza detrás de
aquel despropósito de flores y ella sintió tambalearse todo su
mundo. ¿Louis? ¿Su Louis? ¿El Louis que aun, treinta y tres
horas después, seguía sintiendo entre sus piernas? Ella jadeó
con fuerza.
-¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? ¿Y qué
cojones es eso?
-Mami, no puedes decir palabras feas, tendrás que meter un
dólar en la hucha.
Eso, encima recriminada por su propia hija, pero tenía
razón, debería meter el maldito dólar en la hucha, por decir
palabras “feas”.
Louis se había quedado estático, inmóvil ante su puerta y
con los ojos clavados en las pequeñas. Pues sí, esta era la
[139]
verdadera Amber, la madre, la esposa abandonada, la que le
faltaban horas en el día y se las secuestraba a las noches, la
descuidada…¡oh por todos los radios de las circunferencias!
Recordó su imagen, ¡maldita sea! Seguro que estaba así de
pasmado por haberla visto de semejante guisa.
-Hola Amber.
-¿Esas flores son para mi mami?
Louis miró a su hija.
-Sí, princesa, son para ella.
Su hija lo miró extasiada.
-Mami, me ha llamado princesa.
Gisele miró a Louis.
-¿Yo también soy una princesa?
Louis sonrió y ella se estremeció, recordó todas las veces que
él le había sonreído así en la noche, en la madrugada, en la
mañana y todo su cuerpo se calentó.
-Por supuesto, una hermosa princesa.
-¿Qué haces aquí, Louis?
Él carraspeó y la miró, sonrojándose, ¿sonrojándose, él?
Después de todo lo que le había hecho a su cuerpo sin un
maldito atisbo de pudor, ¿ahora se sonrojaba?
-Eh...verás...bueno, las flores son un obsequio del club, por
tu fiesta del sábado.
Ahora fue el turno de ella de sonrojarse recordando la noche
del sábado.
-Gracias, dámelo y ya puedes largarte.
Él la miró serio.
-Amber yo…
-No, Louis, no tengo nada que decir, dame las flores o
llévatelas, me da igual, pero vete.
-¿Es tu novio, mami?
[140]
¿No podría llover? No sé, algo así como un buen chaparrón.
Nieve también estaría bien una buena nevada o mejor, ¿por
qué no, una granizada? Eso, una granizada, un buen golpe en
la cabeza y ella podría caerse desmayada y fingir que todo
aquello no estaba pasando.
-No, no es mi novio.
-Pero si te trae flores. Papá le da flores a Clara.
Así fueran de alguna especie, eso, especie, no raza. Pues eso,
que ojala fuera de alguna especie venenosa o por lo menos que
escupiera, maldito capullo, ni una sola margarita para ella y a
la “sustituta” ramos, hay que joderse.
-¿Puedo entrar?
-No, no puedes entrar, dame las jodi… flores y vete.
-Es muy guapo, mami.
¿Guapo? Era el diablo en persona, pero no por eso se iba a
dejar seducir, de nuevo.
-Amber, por favor, sólo quiero hablar contigo.
-Y yo quiero que te largues.
-Dime cuándo puedo verte y me iré.
Ella contó, del uno al diez y con decimales y después clavó
una mirada asesina o por lo menos lo intentó, en él. Grace lo
tomó de la mano en ese momento.
-¿Cómo te llamas?
-Louis ¿y vosotras?
-Yo soy Grace y ella es Giselle. Puedes entrar Louis.
-Grace, cariño, mama ha dicho…
Su hija hizo un puchero.
-Pero si es muy guapo mami, te trae flores, me ha llamado
princesa y es tu novio.
¡Por todos los números pares! ¿Cómo iba a salir de semejante
atolladero?
-Está bien, pasa Louis.
[141]
Cuando se cruzaron sus miradas ella se inclinó sobre él.
-Estás muerto, Louis y de una manera muy violenta,
recuérdalo.
***
[142]
-Louis no puede quedarse a cenar.
Grace miró a su madre.
-¿Por qué?
-Pues, porque Louis tiene que volver al trabajo.
Giselle la miró enfurruñada.
-Pero Carla cena con nosotras.
-Porque Carla es la novia de papá.
Giselle golpeó el suelo con su pie.
-Y Louis es tu novio. ¿Por qué no se puede quedar con
nosotras?
Él intentó hablar, estaba claro que Amber no lo quería aquí.
-Louis no es mi novio, niñas.
Las niñas volvieron la vista a él.
-Pero es guapo, mami y nos gusta.
Una sonrisa se dibujó en su boca, que desapareció al
escuchar el bufido de Amber.
-Está bien, puede quedarse a cenar con nosotras.
La escuchó gruñir cuando se volvió hacia la cocina. A pesar
de saber que no era bienvenido, fue incapaz de irse, quería
cenar con ellas, conocerlas un poco más, disfrutar de aquel
ambiente hogareño que él tanto ansiaba.
La cena fue como estar sometido al tercer grado, aquellas
pequeñajas no dejaban de preguntar, desde su color favorito,
su comida, que ropa le gustaba. La combinación de preguntas,
le hacía volver la cara de una a otra niña, ¿y sus jefes se
quejaban de que él era un cotilla? Allí querría verlos a ellos,
parecía imposible parar a aquel par de agentes de la CIA.
-Por favor, niñas, dejad de atosigar a Louis, no lo estáis
dejando cenar.
-Déjalas, Amber, no me importa responder a sus preguntas.
Ella volvió a resoplar.
[143]
-Sígueles el juego, Louis y antes de que te des cuenta te
habrán sacado hasta la matrícula de tu moto.
Giselle lo miró extasiada.
-¿Tienes una moto? ¿Grande? Yo no he montado nunca en
moto, ¿verdad mamá? ¿Nos llevaras a montar en ella, Louis?
Amber lo miró como diciendo: “Te lo advertí.”
Una hora después, recogida la cocina, acostadas las
pequeñas y leído, unos cinco cuentos, Amber y él, estaban de
vuelta en el salón.
Amber se giró hacia él.
-Louis, debes irte.
Se acercó hasta ella, pero Amber retrocedió.
-Sólo quería invitarte a salir.
-No puedo.
Él la miró serio.
-¿No puedes o no quieres, Amber?
-¡Por todas las divisiones con decimales!
¿¡Qué!? ¿Qué forma de maldecir era aquella?
-Louis, mira, lo de la otra noche…lo de la otra noche, es algo
que no hago, no es mi forma de actuar.
-Tampoco la mía.
Ella lo miró como si no se le creyera, ¡joder! Él no era de irse
con mujeres a la primera y con clientes…nunca, si así lo
hiciera, ahora mismo no tendría sus testículos colgando de él,
sus jefes se los habrían seccionado con una jodida espátula.
-Lo que quiero decir, es que yo no soy así, Louis, tengo una
vida, unas hijas que cuidar, una casa que mantener y un
trabajo que me gusta. Soy socia con Eve de una asesoría, me
gusta mi vida tal como está.
Él la miró enfadado, pero no tanto como en realidad se
sentía.
-Entiendo. Tienes una vida y yo no encajo en ella.
[144]
-No…no es por ti, Louis, es que…
No la dejó terminar y dejó salir parte de la frustración que
sentía.
-No es necesario que sigas, Amber, lo he pillado a la primera.
En tu “perfecta” vida, con tu “perfecta” casa y tu “perfecto”
trabajo, no hay sitio para un capullo como yo, con un
apartamento que cabe en tu salón, una moto y trabajando
como camarero.
Ella lo miró alterada.
-No quise decir eso…
-Lo has dejado muy claro. Soy bueno para un polvo pero no
para una relación, ni de coña consentirías que te vieran en mi
jodida compañía ¿cierto? Tranquila, no volveré a molestarte.
Ella abrió y cerró la boca varias veces, antes de que saliera
dando un portazo.
Llegó al club echando pestes por la boca. Sólo soy un maldito
polvo, bueno para revolcarse conmigo, pero no soy digno de
relacionarme con ella y compartir su “perfecta” vida.
-Por tu cara entiendo que las cosas no han ido bien, ¿acierto?
Miró a Mick.
-¿Y por qué no te metes la maldita lengua en el culo?
Mick se rio a carcajadas.
-Te salvas, muchacho, porque no quiero echar más mierda
sobre ti, pero vuelves a hablarme así y te meto la escoba por el
culo, por el lado de las fibras, ¿entendido?
¡Joder! Estaba claro que no era su noche y cuando escuchó
voces y se volvió y vio a todos sus jefes y familia, miró al techo,
no, no era su mejor noche, ¿y quién decía que no podía
empeorar? Porque la suya acaba de bajar un maldito escalón
más.
[145]
CAPÍTULO 8
[147]
Briana lo tomó de la mano.
-¿Louis, realmente quieres a Amber?
¿La quería? Sí, creía que sí, estaba fascinado con ella, su
cuerpo respondía a Amber, a su aroma, a sus miradas, a sus
sonrisas, a toda ella, ¿un flechazo? Sí, estaba seguro, porque
jamás había sentido por una mujer, lo que sentía por ella.
***
El martes, Eve la había “ametrallado” a preguntas, que ella,
al principio, había intentado esquivar, pero Eve era como una
especie de taladradora, empezaba y no había nadie que tuviera
los suficientes pantalones, para pararla.
-Puedo estar todo el día así, Amber, lo sabes, así que empieza
a desembuchar ya, porque si no, tú acabarás con dolor de
cabeza y yo, bebiendo directamente del dispensador de agua,
para ir refrescando la lengua.
Resopló, algo que no sirvió de nada, Eve seguía parada frente
a ella, con los brazos cruzados y mirándola fijamente.
-Te acostaste con él, ¿sí o no? Maldita sea, Amber, no es tan
complicado.
Le soltó un sí entre dientes, esperando que aquello fuera
suficiente, ¿cómo podía ser tan cándida? Acababa de darle más
munición a Eve, como si fuera un francotirador, clavó la vista
en ella y empezó a ser fría e implacable, allí estaba de nuevo,
toda una batería de preguntas.
-¿El tío está tan bueno desnudo como aparenta? ¿Tiene un
buen equipamiento? Mejor aún, ¿sabe utilizarlo? ¿Cuántos
polvos fue capaz de echarte?
Ella la miró ruborizada.
-Sí, sí y sí y a la última no pienso contestar.
-¡Oh! Pedazo de perra, si es que en cuanto lo vi, supe que era
material de primera. Qué digo de primera, de clase extra.
¿Cuántos?
-No pienso hablar.
-Voy a insistir, Amber.
[148]
-Me acojo a la quinta enmienda.
-Como si te quieres acoger a toda la Constitución. ¿cuántos,
Amber?
Una hora después le palpitaban las sienes y Eve seguía
frente a ella como un disco rayado.
-Está bien, sólo te diré esto, salí ganando al no irme con el
stripper, que dicho sea de paso, fue algo despreciable, Eve,
sabías que no lo haría.
-¡Dios! ¿Más de tres? ¿Es un puto semental?
-No voy a decir nada más.
-Me lo imagino, lo raro es que todavía puedas caminar con
las piernas derechas después de semejante “despliegue de
medios” ¿y cuando vas a volverlo a ver?
Ella miró a su amiga.
-¿Estás loca? No pienso volver a verlo.
-¿Por qué?
Ella miró a su amiga como si se hubiera vuelto loca.
-Pues porque no, tengo una vida, Eve y además, todavía no
estoy preparada para una relación.
-Tú verás, nena, pero dejar pasar a un tío que sabe qué hacer
entre las piernas de una mujer, es ser totalmente idiota y como
estamos hablando de ti, diría que esta vez te has superado.
EL miércoles por la tarde, todavía seguía reprochándose su
actitud, porque en el fondo no podía olvidarse de él. La noche
del sábado venía una y otra vez a su mente, en sueños,
despierta, trabajando, hasta en la ducha. Y encima no podía
sacarse de la cabeza la charla mantenida con Eve, que siguió
despotricando sobre ella y la decisión que había tomado.
Nunca se había sentido tan deseada, apreciada y satisfecha
y cuando volvió a verlo el lunes, todo su cuerpo volvió a revivir
lo ocurrido, se acostó y, por primera vez en meses, tuvo que
masturbarse, satisfacer su cuerpo hambriento de él.
Tenía las hormonas revolucionadas, en plena efervescencia,
pero es que todo en Louis le hacía sentirse atraída. Se había
recordado mil veces todos los “inconvenientes” de empezar una
[149]
relación con él, pero recordó su mirada, triste, decepcionada y
enfadada, cuando salió de su casa.
Tenía que ir a comprar un par de cosas, así que tomó las
llaves de su coche y acompañada de sus hijas, salió de casa.
Louis estaba allí, bajaba en ese momento de su enorme
moto. Giselle y Grace también lo vieron en ese momento.
-¡Es Louis!
-Hola Louis, ¿es tu moto?
Él le sonrió a sus hijas y clavó la mirada en ella.
-Sí, princesas, es mi moto.
Las niñas se acercaron a él y Louis se agachó y las besó en
las mejillas. Grace se acercó a la moto y la miró atentamente.
-Es chuli, Louis, muy chuli.
-Hola, Amber.
Se acercó lentamente a él, mientras sus hijas seguían
fascinadas con la moto. Tomó aire.
-Hola, Louis.
Él miró al suelo, como abochornado y después la miró.
-Sé que no querías volver a verme, Amber, pero no puedo
dejar de pensar en ti.
“Sé valiente, Amber y sincera, tú siempre lo has sido”.
-Yo también he pensado en ti, Louis, más de lo que quisiera
reconocer.
Él se acercó a ella, quedando sólo a un paso, estiró su mano
y le acarició con ternura la mejilla.
-Hay algo entre nosotros y me gustaría que me dieras la
oportunidad de descubrir lo que es, ¿quieres?
Tragó con fuerza, mientras que él delineaba sus labios con
el dedo pulgar, ella sacó la lengua y lo lamió y Louis gimió.
-Cariño, si vuelves a hacer eso, no podré reprimirme y tendré
que besarte.
[150]
“Hazlo” Dios, ¿qué era toda aquella locura? Miró a sus hijas
que ahora los observaban a ellos, entusiasmadas.
-¿Puedo invitaros a cenar a las tres?
No hubiera podido negarse, ni aunque quisiera, sus hijas
estallaron en palmas, asintiendo.
Volvieron los ojos a ella.
-¿Sí, mami?
¿Cómo negarse ante tres pares de ojos que te miran,
esperanzados?
-Está bien, pero tendremos que ir en mi coche. ¿Quieres
guardar la moto en el garaje, Louis?
Ellas no estaban vestidas para ningún restaurante, pero
Louis las sorprendió, las llevó a un pequeño bar de carretera,
en las afueras de la ciudad.
-Es sencillo, pero hacen la mejor tarta de limón de todo el
país, además, Sara es un encanto, os gustará.
A ella ahora mismo la tal Sara le caía como el culo y aunque
tuviera que meter una decena de dólares en la hucha de las
palabras “feas”, maldeciría como un marinero borracho, si la
tal Sara era una de esas mujeres esculturales, de morritos
rojos y sensuales y de escote hasta el ombligo.
Acababa de ahorrarse todos sus dólares. Sara era una mujer
que rondaba los sesenta años, una enorme sonrisa, vestida
con un vestido rosa, un enorme delantal lleno de flores y
maquillada y peinada como una modelo de los años cincuenta.
-Louis, mi niño, ¿cómo es que has tardado tanto en venir a
verme?
Louis la abrazó con fuerza y le dio un par de besos.
-He estado un poquito liado.
-¿Cómo están los niños?
¿Niños? ¿Qué niños? ¿Louis tenía niños? Algo así ¿como los
de ella?
-Preciosos y me adoran, por mucho que les joda a sus
padres.
[151]
La mujer le dio una dulce cachetada.
-No permito que hables así de tus amigos, sabes que te
quieren, sobre todo, sus mujeres, eres su niño consentido. ¿Y
quién son estas preciosidades que te acompañan?
-Ella es Amber y estas dos princesas, son sus hijas, Sara, te
presento a Giselle y Grace.
La mujer le dio la mano y luego se agacho a besar a sus hijas.
-Efectivamente, sois dos princesas.
Sus hijas sonrieron ruborizadas.
-Hemos venido a cenar, Sara.
-Pues sentaos y yo os serviré.
Cuando estuvieron todos sentados, ella no pudo reprimir la
pregunta que le quemaba en la boca.
-¿De qué niños hablaba Sara?
Louis le sonrió de la misma manera que lo había hecho el
sábado, esa sonrisa pícara y que prometía un montón de cosas
malas, perversas…sexuales.
-¿Crees que tengo un puñado de chiquillos por ahí?
Ella se ruborizó e intentó mirar a otro lado, pero Louis le
sujetó la barbilla.
-Estaba hablando de los hijos de mis jefes, Amber.
Pues nada, acababa de hacer el maldito ridículo, ahora
creería que estaba celosa “y no iba desencaminado”
-¿Estás muy unidos a ellos?
En ese momento llegó Sara y les puso la cena, no había
pedido nada, pero estaba claro que conocía al dedillo los gustos
de Louis. Sirvió ensalada, verduras al vapor, pastel de carne y
filetes de pavo, trajo refrescos para las niñas y una botella de
vino para ellos.
Las niñas cenaron entusiasmadas y con ganas.
-Respondiendo a tu pegunta de antes, Amber, sí, si estoy
unido a mis jefes, son mi única familia. Mi madre murió al
nacer yo y mi padre falleció cinco años después, hasta los
[152]
quince años, fui de una a otra casa de acogida. A partir de esa
edad aprendí a vivir solo.
Ella lo miró fijamente, con razón se había sentido herido
creyendo que ella lo despreciaba por ser quien era.
-Louis, lo siento, el otro día no quise decir que no quería salir
contigo por ser quien eras, es simplemente, que tengo miedo
de empezar otra relación, ¿lo entiendes?
Él asintió.
-Creo que deberíamos seguir esta conversación más tarde.
Ella estuvo de acuerdo, mejor hablar cuando sus hijas
estuvieran dormidas.
Dos horas después, estaban sentados en el sofá de su casa,
tomando café.
-Entonces, ¿continuamos la conversación, Louis?
-Sí, aunque hay poco que decir, hasta los veintitrés años, fui
de un empleo en otro, a esa edad trabajaba de repartidor. En
aquellos momentos, mis jefes abrieron el club, me conocieron
y me dieron empleo en él, poco a poco fui ascendiendo y ahora
soy el encargado del local.
-Me alegro y además de jefes, han pasado a ser familia.
-Sí, son cinco amigos, estuvieron juntos en el ejército y
cuando volvieron se asociaron y montaron dos negocios, una
empresa de gestión y el club. Eran solteros, pero hace unos
tres años, empezaron a casarse todos y tener niños.
-Vaya, es estupendo, ¿no?
-Amber, yo sé que tú tienes tu vida montada y que tienes dos
niñas que cuidar. No me necesitas, lo sé, pero me gustas y
aparte de ser madre y trabajadora, también eres mujer, me
gustaría compartir todas esas facetas contigo, conocerte, que
me dieras una oportunidad. Sé que es precipitado, pero
también sé, que nunca he sentido algo parecido, por nadie, a
lo que siento por ti.
Y ella, lo juraba por Einstein, Pitágoras y el mismísimo
Leonardo da Vinci, sentía algo muy parecido.
[153]
-Me pasa igual, Louis y esto me da miedo, pero, también me
da miedo no volver a verte, ¿qué te parece si vamos paso a
paso?
Louis se inclinó hasta ella y la besó dulcemente en los labios,
nada más tocarse, todo su cuerpo empezó a arder y se colgó de
sus hombros, acariciando su nuca y acercándolo a ella,
pegándose a su cuerpo. Cuando sintió las manos de Louis bajo
su blusa, se dio cuenta, de que iban demasiado deprisa,
aquello no era ir paso a paso, era dar zancadas y a galope
tendido.
-Louis, esto va demasiado rápido y mis hijas están arriba.
Él apoyó su frente en la de ella y respiró agitado.
-Lo siento, Amber, pero en cuanto te beso, pierdo la razón.
-Bueno, creo que con el par de guardaespaldas que tengo,
tendremos pocas oportunidades de estar a solas, Louis. ¿Estás
seguro de querer entrar en esto?
Él la miró dulcemente,
-Como nada en mi vida, Amber, te lo juro.
[154]
CAPÍTULO 9
[156]
Se volvió y miró a Mick.
-¿Esto es lo mejor? Sois unos malditos capullos y no pienso
aguantar vuestras puyas y que estéis tocándome las narices
con si follo o no, eso no es de vuestra incumbencia.
Darius empezó a reír.
-Chaval, esto no sería de nuestra incumbencia si tú no te
hubieras arrastrado, arrodillado y rogado, para que nos
quedáramos con las niñas para tú, poder tirarte a la madre.
La carcajada fue general mientras que él salía del club
enseñándoles el dedo medio de su mano.
Malditos gilipollas, realmente no se sentía molesto, sabía que
era cierto y además, eran sus amigos y entre ellos siempre
estaban lanzándose ese tipo de bromas, se sentía más cerca de
todos ellos cuando podía participar de esos momentos, era
una forma de demostrarle que era uno más del grupo.
***
[157]
de admirar. Y cuando le dijo que sí, la besó con pasión y salió
corriendo por la puerta decidido a planearlo todo, era como un
niño en la mañana de Navidad, ansioso y entusiasmado.
Darius y Briana pasaron a recoger a las niñas, a las cinco de
la tarde, iban a hacer una acampada en el salón de su casa,
las demás parejas, con los niños, estarían allí. Sabía que sus
hijas lo iban a pasar estupendamente, ya conocían a los niños
y les encantaba estar con ellos, sobre todo con Tamy, la hija
de Liz y Matt.
Giselle y Grace adoraban a Louis, se las había ganado desde
el primer momento y conforme compartían tiempo juntos, aún
más, era el perfecto amigo y compañero de juegos, disfrutaban
enormemente con él.
Todas sus reticencias del principio, se perdieron con el paso
de los días y ahora estaba más que segura de que había hecho
lo correcto, al haberle dado una oportunidad a aquella
relación.
A las seis estaba preparada, se había bañado, hidratado su
piel con una buena loción, se había puesto su perfume, ese
que volvía loco a Louis, su maquillaje era suave, discreto, sus
labios pintados en un tono melocotón, sus ojos en un tono gris
amarronado.
La ropa había sido otra cosa, había dudado y rebuscado en
su armario hasta dar con lo que quería llevar. Un vestido en
color Burdeos, totalmente adaptado a su cuerpo, con escote
halter, que dejaba toda su espalda al descubierto, haciéndole
prescindir del sujetador, sabía que eso enloquecería aún más
a Louis y lo quería totalmente enfebrecido. Unas medias
negras, sujetas con un liguero y, por primera vez en su vida,
había decidido ponerse un tanga, que, en estos momentos
odiaba, intensamente, pero que era perfecto para seducir a
Louis. Se había dejado el pelo suelto, natural, con sus grandes
ondas.
Cuando sonó el timbre, todo su cuerpo se aceleró, habían
quedado en salir a cenar y después volverían a su casa y
cuando lo vio frente a su puerta, estuvo por saltarse la maldita
cena.
Louis la miraba embobado, llevaba unos pantalones gris
oscuro, con una camisa blanca, los primeros botones estaban
[158]
abiertos y dejaban a la vista ese enorme pecho y sobre la
camisa llevaba una chaqueta en gris perla. Decir que estaba
impresionante era no hacerle justicia a aquella escultura de
hombre.
-Estás bellísima, Amber.
La besó con suavidad.
-No quiero besarte más a fondo, cielo, sé que si lo hago
estropearé tu maquillaje y además, en cuanto te pruebe, sé que
querré más e insistiré en que nos saltemos la cena y que nos
devoremos mutuamente.
Bueno eso era una posibilidad que ella había barajado y
aunque se sentía muy tentada a decirle que estaba por la labor,
prefirió salir a cenar, la espera sería mejor, ¿verdad?
Louis la ayudó a ponerse la chaqueta y tomados de la mano
salieron hasta el taxi, que esperaba fuera.
-¿Dónde vamos a cenar? No me has dicho nada.
Él le sonrió y acarició su mano con la de él, pasando el pulgar
por su muñeca y alterando todos sus sentidos.
-Es una sorpresa.
El restaurante era coqueto, un pequeño restaurante de
cocina francesa. Las mesas estaban decoradas con pequeños
cuencos con velas, manteles blancos y sillas tapizadas en
turquesa.
La música se escuchaba de fondo suavemente, permitiendo
la conversación y la intimidad de cada mesa, estaba
garantizada por los pequeños muretes, con jardineras de
enredaderas, que trepaban por unos paneles, hasta el techo.
-Es un lugar precioso, Louis, nunca había estado aquí.
-Me lo recomendaron Megan y Blanca, me dijeron que te
gustaría y ya de paso, me aconsejaron que pedir.
-Esas mujeres te adoran, lo sabes, ¿verdad?
Louis la tomó de la mano sonriéndole.
-Yo también las quiero mucho, hacen felices a mis amigos y
encima, me cuidan.
[159]
-Es evidente, que han hecho de sus familias, la tuya
también.
-Amber, ahora esas familias son también parte tuya y me
gustaría que me dejaras entrar en la tuya.
Lo miró con cariño, era tan dulce y humilde cuando le decía
aquellas cosas, tal vez no lo había comprendido, pero él solo se
había ganado, no sólo su amor, también el de sus hijas.
-Louis, ya eres parte de ella, sabes que Giselle y Grace te
adoran.
Él la miró con tanta intensidad que sintió una ligera
humedad entre sus piernas y un escalofrío, la recorrió de
arriba abajo.
-¿Y tú, Amber? ¿Tú también me quieres?
Tragó con fuerza, ¡Dios! Se sentía tan vulnerable, ella lo
quería, se había ido ganando su corazón poco a poco, pero
antes de desembuchar sus sentimientos, quería saber que
sentía él. Se libró de contestar porque en ese momento llegó el
camarero a tomar su pedido. Y dio gracias, mentalmente, a
todos los astros, físicos y matemáticos, por eso.
Louis pidió la cena. De primero pidió Parmentier de foie, un
pastel de patata y foie y de segundo Pato con peras, de beber
pidió un vino de Burdeos.
A pesar de sentirse tensa, nerviosa y excitada, fue
relajándose, Louis era una persona conversadora, atenta y con
chispa. Le fue relatando cómo cada uno de sus jefes, habían
conocido a sus mujeres y algunas de las historias la hicieron
reír con fuerza.
-Eso es broma, ¿verdad?
-Te lo juro, la tía de Megan, Doris, es una bruja de primera,
les preparó las recetas más afrodisíacas y deben de funcionar,
porque Richard cayó de rodillas. Además, los chicos de vez en
cuando la visitan, pidiéndole más de sus recetas. Debe ser que
dada su avanzada edad, no les funciona todo correctamente.
Ella se carcajeó.
[160]
-No creo que necesiten de ese tipo de ayuda, Louis y espero
que no se lo digas, seguro que serían capaces de darte una
buena paliza.
Él se rió.
-Suelo molestarlos con eso, es cierto que algún que otro
golpe me he llevado, pero merece la pena por sacarlos de sus
casillas.
-En serio, Louis, no sé cómo aguantan algunas de tus
bromas.
-Porque soy encantador y ellas me adoran.
Le hizo una mueca.
-¿No crees que eres un poquito presuntuoso?
-No, no creas, además los muy capullos se desquitan con
creces.
-¿Y la historia de Blanca y Phill?
Louis rió con ganas.
-Esa fue la mejor, sin duda, joder, disfrutamos un montón
viendo a Phill renegando de que Blanca lo “usaba”, por
aquellos días juraba y perjuraba que se sentía poco más que
un donante de esperma.
No pudo reprimir la carcajada.
-De verdad, venía, tenían sexo y se iba de madrugada,
cuando Phill despertaba, estaba solo en la cama y se tiraba
refunfuñando todo el día, andaba siempre a tres patas,
totalmente cachondo, deseando algo más de aquella relación y
ella, dándole con las bragas en los morros mientras salía en
estampida por la puerta.
-No me lo puedo creer, ahora se ven tan enamorados.
Louis capturó su mirada con una de él, totalmente intensa y
caliente.
-No importa cómo se empieza, Amber, cuando el amor te
atrapa, da igual lo que te resistas y al final, todo esfuerzo,
merece la pena.
Ella tragó con fuerza.
[161]
-¿Quieres postre, Amber?
Agradeció que no siguiera con aquella conversación, que la
había alterado.
-Estoy llena, Louis.
-Según las chicas, no podemos irnos sin probar las crepes
con chocolate y nata.
-Entonces, no podemos defraudarlas.
Evidentemente las mujeres sabían de lo que hablaban,
estaban deliciosas, una exquisitez para el paladar.
-El café podemos tomarlo en mi casa, Louis, ¿te parece bien?
[162]
CAPÍTULO 10
[164]
El siguió chupando, quería beberse su orgasmo, pero Amber
estaba decidida a tenerlo dentro, lo cogió con fuerza del pelo.
-Te quiero dentro, Louis, estoy desesperada, ya podrás jugar
luego.
Subió lentamente por su cuerpo y acercó su boca a la de ella.
-Pruébate, Amber, entenderás porque soy tan adicto a ti.
Deslizó la lengua dentro de la boca de ella, quería que la
chupara, que se mojara la boca con sus jugos, deslizó la lengua
por toda boca, impregnando su aroma por ella.
Amber le tomó con fuerza la cabeza, chupando la lengua y
absorbiéndola dentro de su garganta. Se separaron jadeando.
-Espera, cariño, voy por un condón.
-No, no quiero nada entre nosotros, Louis, estoy tomando la
píldora.
Él la miró seriamente.
-¿Estás segura?
-Sí, entra ya en mí de una maldita vez, ¿quieres que te lo
suplique?
No, no quería que se lo suplicara, porque el mismo estaba a
punto de rogarle.
Tomó su pene con la mano y lo guio hasta su coño,
deslizándolo por su vulva y empapándolo de sus jugos.
-Por favor, Louis, por favor, por favor.
Posicionó su glande a la entrada de su vagina y empujó con
suavidad, deslizándose en su interior, centímetro a centímetro,
Amber clavó sus talones en su culo y alzó con fuerza sus
caderas, empalándolos.
-¡Dios, gatita! Eso ha sido impresionante.
Ella parecía no escucharlo, estaba frotando su pelvis con la
de él mientras que empezó a jadear.
Se salió de ella, tanto como le permitieron las piernas de
Amber y se zambulló con fuerza dentro de nuevo, incrementó
la velocidad de sus empujes, alternándolos con rotaciones de
su cadera.
[165]
Amber se acercaba rápidamente al orgasmo, notaba las
paredes de su vagina latiendo con fuerza alrededor de su polla,
friccionándola y haciendo que sus pelotas estuvieran a punto
de reventar. Chupó con fuerza su pezón, mientras que
pellizcaba el otro.
Amber echó la cabeza hacia atrás y soltó una sucesión de
gemidos, cada uno más fuerte que el anterior, alzó la cabeza y
lo mordió en el cuello, haciéndolo empujar con más fuerza.
Sentía las uñas de ella clavadas en su espalda, sus dientes en
su cuello y no pudo retener más su orgasmo, pero siguió
empujando, hasta que Amber soltó su cuello y gritó con fuerza
al alcanzar su orgasmo.
Se dejó caer, agotado, sobre su cuerpo, ella lo abrazó con
fuerza y él lamió su cuello, husmeando en él.
-Te quiero, gatita, te quiero con locura.
Estuvo a punto de maldecirse, no había podido retener las
palabras, joder, seguro que ahora saldría corriendo como alma
que lleva el diablo, se tensó sobre ella esperando la reacción y
jurándose que se cerraría la boca con cinta americana, hasta
acabar con todo el rollo.
-Yo también te quiero, Louis.
Alzó la cabeza y la miró fijamente a los ojos.
-¿De verdad?
-Sí, cariño, te quiero. Te has ido abriendo paso a paso, un
camino hacia mi vida, llenándola de amor, pasión, risas y
ternura.
La besó dulcemente.
-¡Ah! Mi amor, no sabes lo que me haces, cada vez que estoy
lejos de ti, mi vida es como si pasara a cámara lenta y en blanco
y negro, tú llenas mi mundo de color, Amber, te amo.
Intensificó el beso.
-Cásate conmigo, gatita.
Bien, si antes no la había asustado, ahora estaba seguro de
que acababa de acojonarla.
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Amber apoyó las manos en sus hombros y se apartó de él. Y
ahí iba, ahora es cuando le metía el zapato por el culo pero por
el talón.
-Louis…
-No, no me rechaces, dime que te lo pensarás, dime que
necesitas tiempo, pero no me digas que no, por favor.
-Cariño, no quiero rechazarte, pero quiero que sepas
realmente donde te meterías.
Se levantó y se sentó a su lado.
-Lo sé, Amber, sé que tienes dos hijas, pero las quiero, son
tuyas y por eso nada más, ya las amo, pero aparte de eso, se
han ganado mi corazón por ser tan dulces y maravillosas como
son. Sé que no soy su padre, ni pienso siquiera intentar ocupar
su lugar, sólo quiero amarlas, cuidarlas y que sepan que
podrán contar siempre conmigo.
-Y ellas te adoran, Louis. Pero te metes a una familia ya
formada, de soltero, pasarás a tener mujer e hijas, ¿crees estar
preparado para algo así?
-Sí, sin dudarlo, Amber. Adoro los niños y siempre he
querido tener una familia numerosa, no hay nada que desee
más.
Ella le acarició la cara.
-¿Quieres tener hijos?
-Me gustaría, Amber, pero si tú no quieres, no insistiré. Para
mí, tus hijas serán como si fueran mías.
Amber le cogió la cara entre las manos y empezó a besar sus
labios, pequeños y húmedos besos.
-¿Sabes? Fui hija única, a mis padres no le gustaban los
niños y yo me moría por tener hermanos, muchos hermanos.
Cuando nacieron las niñas, me emocioné muchísimo, quería
dejar pasar un tiempo, pero después, quería tener más, te
advierto, Louis, podría querer dos o tres hijos más.
La tomó con fuerza en sus brazos.
-Y yo estaré encantado de hacerlos contigo, de verdad, no me
importaría tener cinco o seis hijos más y te ayudaría a
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cuidarlos, he cambiado y bañado a todos los hijos de mis jefes,
te juro que jamás te dejaría sola para criar a nuestros hijos.
-Me pondría gorda e hinchada.
Acarició los labios con los suyos.
-Y espero que me mandes a comprar chocolate a media
noche, que llores sobre mí por cualquier cosa, te daré masajes
en las piernas, acariciaré tu cuerpo hasta que te relajes y
estaré junto a ti en el parto, esperando que me odies y maldigas
por hacerte pasar por eso.
-¿De verdad estás tan seguro?
-Gatita, pregúntame si de verdad te quiero tanto y te
contestaré que sí, que no hay nadie a quien ame más y estoy
tan seguro de lo que siento, que me casaría contigo ahora
mismo, ¿Por qué no nos fugamos?
Ella sonrió.
-Estás loco, Louis y no, no nos vamos a fugar, pero sí me voy
a casar contigo, porque te amo y porque sé que si te pierdo no
volvería a ser feliz, pero vayamos lentamente, por favor, te
prometo que me casaré contigo, pero vivamos nuestra relación
poco a poco, cariño.
La subió sobre su regazo y chupó sus labios, lamiéndolos
con suavidad.
-Te juro que no te vas a arrepentir, Amber, mi única misión
será hacerte feliz, llenar tu vida de amor y pasión, te amo,
gatita. Mi presente y mi futuro pasan por ti, mi amor, si no te
tengo, no tendré un motivo para seguir viviendo.
-No, no lo digas, Louis, vamos a estar juntos, cariño, las
niñas, los hijos que tendremos, tu y yo. Y vamos a ser felices,
muy felices, porque tenemos mucho amor que darnos. Te
quiero.
-Y yo a ti, Amber. No lo dudes nunca, gatita.
Se besaron dulcemente, esa noche era suya,
mañana…mañana sería momento de decirles a las niñas que
pronto, muy pronto, serian una familia. Y por supuesto, a sus
amigos, a su familia, porque realmente, los lazos que unen a
una familia, no siempre, tienen porque ser, de sangre.
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FIN
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