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g i i i = = 2 : | De la paz a la guerra \nventario BC 2021 eo Esta obra ha recibido una ayuda a la edicion del es comes vers y Lm BEES Eee A Ministerio de Educacion, Cultura y Deporte Titulo: 1914. De la paz a la guerra © Margaret MacMillan, 2013 Edicion original en inglés: The War that Ended Peace. How Europe Abandoned Peace for the First World War Profile, octubre de 2013. UNARE De esta edici6n: © Turner Publicaciones 8.L., 2013 Rafael Calvo, 42 28010 Madrid www.turnerlibros.com Primera edicién: octubre de 2013 Primera reimpresion: diciembre de 2013 Segunda edicién: marzo de 2014 maraig 7° De la traduccién del inglés: © José Adrian Vitier, 2013 s Correccién y coordinacién: José Antonio Montano NUM. ADG.WL2 Reservados todos los derechos en lengua castellana, No esta permitida la reproduccién total ni parcial de esta obra, ni su tratamiento o transmisién por ningtin medio o método sin a autorizacion por escrito de la editorial. ISBN: 978-84-15832-08-9 inric Jardi Tlustracion de cubierta: Mapa-caricatura de la Primera Guerra Mundial, Walter Trier, © Archivo Aisa/Ulstein. Depésito Legal: M-27096-2013 Impreso en Espafia La editorial agradece todos los comentarios y observaciones: turner@turnerlibros.com INTRODUCCION éGUERRA O PAZ? Ha habido tantas plagas como guerras en la historia; pero tanto las guerras como las plagas siempre toman por sorpresa a la gente. ALBERT CAMUS, La peste Nada de cuanto ha sucedido, ni nada que haya sido deseado, planeado o imaginado puede considerarse irrelevante. La guerra no es un accidente: es un resultado. Nunca se mira demasiado atrés para indagar sus causas. ELIZABETH BOWEN, Bowen’s Court S una guia de viajes de 1910, Lovaina era una ciudad apagada, pero al llegar su momento ardio con un fuego espectacular. Ninguno de sus habitantes podia imaginarse un destino asi para su pequefa, hermosa y civilizada ciudad. Tras muchos siglos de paz y prosperidad, Lovaina era conocida por sus maravillosas iglesias, sus casas antiguas, su magnifico ayuntamiento de estilo gotico y su famosa universidad, fandada en 1425. La biblioteca de esta, ubicada en la vieja y distin- guida Lonja de los Pafios, albergaba doscientos mil voliimenes, entre ellos grandes obras teolégicas y de autores clasicos, ademas de una rica coleccién de manuscritos, desde un pequefio cancionero anotado por un monje del siglo x1 hasta incunables laboriosamente ilustrados a lo largo de los afios. Sin embargo, a finales de agosto de igi4, el olor a humo impregnaba el aire, mientras Lovaina era arrasada por unas Hamas que podian verse a kilometros de distancia, Gran parte de la ciudad, incluida su gran biblioteca, desaparecia, al tiempo que sus desesperados habitantes escapaban penosamente hacia el campo 114. DE LA PAZ A LA GUERRA con todo lo que podian cargar. Una estampa que llegaria a ser bien conocida en el siglo xx. Como casi toda Bélgica, Lovaina tuvo la desgracia de hallarse en la ruta de la invasién alemana de Francia durante la Gran Guerra, que comenzo en el verano de 1914 y duraria hasta el 11 de noviembre de 1918. Los planes alemanes determinaban una guerra en dos frentes: una acci6n dilatoria contra Rusia en el este y, en el oeste, una inva- sion y derrota répidas de Francia. Se suponia que Bélgica, un pais neutral, aceptaria sin problema ser atravesada por las tropas alemanas que se dirigian hacia el sur. Como buena parte de lo que sucederia en la Gran Guerra, tal suposicién result6 errénea. El gobierno belga decidi6 ofrecer resistencia, lo que desbarat6 de inmediato los planes alemanes, y Gran Bretafia, tras algtin titubeo, le declaré la guerra a Alemania. Para cuando Ilegaron a Lovaina el 19 de agosto, las tropas alemanas ya estaban resentidas contra Bélgica, debido a lo que consi- deraban una resistencia irrazonable, y también nerviosas ante la po- sibilidad de ser atacadas por fuerzas belgas y britdnicas, 0 por civiles levantados en armas. Durante los primeros dias todo fue bien: los alemanes se comporta- ron correctamente, y los ciudadanos de Lovaina estaban demasiado asustados como para mostrar hostilidad hacia los invasores. El 25 de agosto llegaron nuevas tropas alemanas, en retirada tras un contraata- que belga, y se propagé el rumor de que venian los britanicos. Hubo disparos, muy posiblemente por parte de soldados alemanes nerviosos y quiza ebrios. El panico cundié entre los propios alemanes, convenci- dos de que estaban siendo atacados, y dieron comienzo a sus represa- lias, Aquella noche, y durante los dias siguientes, sacaron a los civiles de sus hogares, asesinando a algunos, entre ellos al alcalde, al rector de la universidad y a varios oficiales de policia. Murieron en total unas doscientas cincuenta personas, de una poblacién de cerca de diez mil, y muchas mas fueron increpadas y golpeadas. Mil quinientos habitantes de Lovaina, desde niftos hasta ancianos, fueron enviados por tren hasta Alemania, donde una multitud los recibié con burlas e insultos. Los soldados alemanes ~con la frecuente participacién de sus ofi- ciales~ saquearon la ciudad e incendiaron a conciencia los edificios. 20 INTRODUCCION. GUERRA © PAZ? Fueron destruidas mil cien casas, de las nueve mil que habia en Lo- vaina. Una iglesia del siglo xv ardi6 hasta los cimientos y su tejado se desplom6. Cerca de la medianoche del 25 de agosto, unos soldados alemanes entraron en la biblioteca y la rociaron con gasolina. Por la maiiana el edificio estaba en ruinas y su coleccién habia dejado de existir, aunque las llamas no se extinguieron hasta dias después. Un sacerdote y estudioso de la localidad se entrevist6 unos dias después con el embajador de Estados Unidos en Bélgica. El hombre logré con- tener la calma mientras hablaba de la destruccién de la ciudad, de los amigos muertos, de la desolacion de los refugiados..., pero al ponerse a hablar de la biblioteca, se tap6 la cabeza con los brazos y rompié a llorar “El centro de la ciudad es un montén de ruinas humeantes”, contaba un profesor a su regreso. “Por todas partes hay un silencio opresivo. Han huido todos; por las ventanas de los s6tanos asoman rostros aterrorizados”? Este fue solo el principio de la autodevastacién de Europa durante Ja Gran Guerra. Poco después del saqueo de Lovaina, los cafiones ale- manes acabaron con la catedral de Reims, la mas hermosa e impor- tante de Francia, que en sus setecientos afios habia visto la coronaci6n de la mayoria de los reyes franceses. Alli se encontré en el suelo la cabeza de una de sus magnificas esculturas de angeles, con su beatifi- ca sonrisa intacta. Yprés, con su espléndida Lonja de los Patios, qued6 reducida a escombros; y el coraz6n de Treviso, en el norte de Italia, fue arrasado por las bombas. Gran parte de esta destruccién ~aunque no toda~ fue perpetrada por Alemania, lo que caus6 un profundo impacto en la opinién publica estadounidense y contribuy6 a que en 1917 Estados Unidos entrara en la guerra. Un profesor aleman diria amargamente al término de la misma: “Hoy podemos afirmar que los nombres de Lovaina, Reims y Lusitania acabaron, casi por igual, con la simpatia de los estadounidenses por Alemania”. En comparacién con lo que estaba por venir -los mas de nueve millo- nes de soldados muertos y otros quince millones de heridos, la devasta- cion de casi todo el resto de Bélgica, del norte de Francia, de Serbia y de parte de los imperios ruso y austrohtingaro-, las pérdidas de Lovaina fueron pequefias. Pero lo alli sucedido se convirtié en un simbolo de la 24 1914. DE LA PAZ A LA GUERRA destrucci6n insensata, del dafio infligido por los propios europeos a la que fuera la zona mas prospera y poderosa del mundo, y del odio irra- cional e incontrolable entre pueblos que tanto tenfan en comin. La Gran Guerra comenzé lejos de Lovaina, en el otro extremo de Europa, en los Balcanes, en Sarajevo, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohingaro. Al igual que los incendios que asolaron Lovaina, aquel acto fue el detonante de un conflicto que se extendié por casi toda Europa y buena parte del mundo. Las mayores batallas y las pérdidas mas cuantiosas tuvieron lugar en los frentes occidental y oriental; pero también se combatié en los Balcanes, en el norte de Italia, en Oriente proximo y en el Céu- caso, asi como en extremo Oriente, el Pacifico y Africa. Soldados de todo el mundo Iegaron a Europa provenientes de la India, Canada, Nueva Zelanda o Australia, por parte del imperio britanico; o desde Argelia o el Africa subsahariana, por parte del francés. China envié culies para que transportaran suministros y cavaran trincheras para los aliados; y Japon, otro aliado, ayudé a patrullar las vias maritimas. En 1917, Estados Unidos, hostigado hasta lo intolerable por las provo- caciones alemanas, entré en la guerra. En ella perdi6 cerca de ciento catorce mil soldados, y Ilegé a sentirse embaucado, metido en un conflicto en el que no tenfa nada que ganar. La paz, o algo parecido, lego en 1918. Para entonces, Europa y el mundo eran muy diferentes, Habian caido cuatro grandes imperios: el ruso, que antafio sometiera a pueblos tan diversos como el polaco en el oeste y el georgiano en el este; el aleman, con sus territorios polacos y de ultramar; el austrohiingaro, el gran imperio multina- cional centroeuropeo; y el otomano, que atin poseja algunas zonas de Europa, la actual Turquia y casi todo el Oriente préximo arabe. Los bolcheviques habian tomado el poder en Rusia con el suefio de crear un mundo nuevo comunista, y su revolucién desencaden6 otras similares en Hungria, Alemania y posteriormente en China. El viejo orden internacional desaparecié para siempre. Mas débil y empobre- cida, Europa ya no era la duefia indiscutible del mundo. Sus colo- nias estaban azotadas por movimientos nacionalistas, y en la periferia emergian nuevas potencias: Japon en el este y Estados Unidos en el INTRODUCCION. EGUERRA 0 PAZ? oeste. La Gran Guerra no fue la causa del auge de la nueva superpo- tencia occidental ~puesto que ya estaba en marcha-, pero si aceleré Ja llegada del siglo estadounidense. El precio que Europa pagé6 por la Gran Guerra fue terrible, en mal- tiples aspectos: en los veteranos que nunca se recuperaron psicolégica o fisicamente, en las viudas y huérfanos, o en las muchachas que nun- ca se casaron debido a la cantidad de hombres muertos. Durante los primeros afios de paz, nuevos males aquejaron a la sociedad europea: la epidemia de gripe (quiza como resultado de haber removido la fértil tierra, lena de microbios, del norte de Francia y Bélgica), que sego la vida de unos veinte millones de personas en todo el mundo; Ja hambruna, originada por la ausencia de hombres que cultivaran los campos y de redes de transporte que hicieran Iegar los alimentos a los mercados; o la agitacién politica, provocada por extremistas de derecha y de izquierda que empleaban la fuerza para alcanzar sus objetivos. En Viena, que habia sido una de las ciudades mas ricas de Europa, el personal de la Cruz Roja observo brotes de fiebre tifoidea, célera, raquitismo y escorbuto, males que ya se creian erradicados de Europa. Y, para rematarlo, resulté que las décadas de 1920 y 1930 no fueron sino una simple pausa en lo que ahora consideran algunos la tiltima guerra de los Treinta Afios europea. Cuando en 1939 estallé la Segunda Guerra Mundial, la Gran Guerra recibié un nuevo nombre. Esta atin extiende su sombra, tanto sobre nuestro mundo como sobre nuestra imaginaci6n. Toneladas de municién de artilleria per- manecen enterradas en los campos de batalla, y cada cierto tiempo alguien ~quizd un desafortunado agricultor que labra su parcela en Bélgica- se suma a la lista de bajas. Cada primavera, con el deshie- lo, unidades de los ejércitos belga y francés tienen que recoger los proyectiles sin estallar que salen a la superficie. La Gran Guerra per- manece también en nuestros recuerdos, como un capitulo oscuro y terrible de nuestra historia, en buena parte gracias a la extraordinaria profusion de memorias, novelas y cuadros, pero también debido a los vinculos familiares que muchos de nosotros tenemos con ella. Mis dos abuelos participaron en la guerra: uno en Oriente proximo, con el ejército de la India; el otro era un médico canadiense que sirvié en 23 1914. DE LA PAZ ALA GUERRA un hospital de campafia del frente occidental. Mi familia todavia con- serva las medallas que ganaron, una espada que le habia regalado un paciente agradecido en Bagdad, y una granada de mano con la que jugabamos cuando nifos en Canada, hasta que alguien se dio cuenta de que probablemente no estuviera desactivada. También recordamos la Gran Guerra por cuanto constituye un gran enigma. éCémo pudo Europa hacerse esto a si misma, y al mundo? Hay muchas explicaciones posibles, tantas que resulta dificil decan- tarse por una. Para empezar, estan la carrera armamentista, los rigidos planes militares, las rivalidades economicas, las guerras comerciales, el imperialismo y sus escaladas colonialistas, o los sistemas de alianzas que dividian a Europa en bandos hostiles. Las ideas y emociones a menudo traspasaban las fronteras nacionales: el nacionalismo, con sus componentes repugnantes de odio y desprecio hacia los otros; el miedo a la pérdida 0 a la revoluci6n, a los terroristas y a los anarquis- tas; las esperanzas de cambio o de un mundo mejor; las exigencias del honor y la hombria, que implicaban no ceder ni mostrar debili- dad; 0 el darwinismo social, que clasificaba las sociedades humanas como si fuesen especies y promovia, no ya la fe en la evolucién y en el progreso, sino en la inevitabilidad de la lucha. Cabe también preguntarse por el papel y las motivaciones de cada nacién: élas am- biciones de las potencias emergentes, como Alemania y Japén? éLos temores de las que estaban en declive, como Gran Bretafia? éLa ven- ganza de Francia y Rusia? ¢La lucha por la supervivencia del imperio austrohingaro? En cada nacién, por su parte, existian presiones in- ternas: un creciente movimiento obrero, por ejemplo, o fuerzas ex- presamente revolucionarias; demandas en favor del voto femenino o de la independencia de paises sometidos; o la lucha de clases, 0 de creyentes y anticlericales, 0 de militares y civiles. éEn qué medida es- tos factores actuaron en favor del mantenimiento de la paz en Europa o la impulsaron a la guerra? Las fuerzas, las ideas, los prejuicios, las instituciones y los conflictos son ciertamente factores importantes. Pero no tienen en cuenta a los individuos —que al fin y al cabo no fueron tantos— en cuyas manos es- taba decir “si, adelante, desatemos la guerra”, o bien “no, detengamo- 24 INTRODUCCION. €GUERRA © PAZ? nos”. Algunos eran monarcas hereditarios con mucho poder, como el kaiser de Alemania, el zar de Rusia o el emperador austrohingaro. Otros, como el presidente de Francia o los primeros ministros de Gran Bretafia e Italia, pertenecian a regimenes constitucionales. La tragedia de Europa y el mundo, vista desde hoy, estuvo en que ningu- no de los actores clave de 1914 fue un lider con la suficiente grandeza e imaginaci6n, ni con el suficiente coraje, como para oponerse a las presiones que empujaban hacia la guerra. Cualquier explicacion de como se desencadené la Gran Guerra debera tener en cuenta que en el pasado los hombres se han visto a veces arrastrados por las grandes corrientes, pero también a veces han logrado alterar su cauce. Resulta cOmodo encogerse de hombros y decir que la Gran Guerra fue inevitable; pero se trata de una conclusién peligrosa, y mas te- niendo en cuenta que nuestro mundo se asemeja en algunos aspectos, aunque no en todos, al de los afios previos a 1914, es decir, al mundo que fue barrido por la guerra. El de hoy se enfrenta a desafios simila- res, de orden revolucionario e ideolégico, como el auge de la violen- cia religiosa o de las protestas sociales; y también a otros que nacen de la tensién entre las naciones que prosperan y las que entran en decadencia, como China y Estados Unidos. Necesitamos pensar cui- dadosamente acerca de como se generan las guerras y como podemos preservar la paz. Las naciones se enfrentan entre si, tal como hicieron antes de 1914, en lo que sus lideres consideraban un juego controlado de alardes y simulaciones. Pero qué rapido y cuan de repente pas6 Europa de la paz a la guerra en aquellas cinco semanas que siguieron al asesinato del archiduque. En otras crisis anteriores, algunas tan graves como la de 1914, Europa no perdis los estribos. Los lideres ~y en buena parte sus respectivos pueblos— habian escogido resolver sus diferencias y preservar la paz. éPor qué no fue asi en 1914? Imaginemos para empezar un paisaje, por el que caminan perso- nas. El terreno, la vegetacion, las colinas y los arroyos serfan los com- ponentes esenciales de Europa, desde su economia hasta su estructu- ra social; en tanto que las brisas serfan las corrientes de pensamiento que conformaban las opiniones y puntos de vista europeos. Suponga el lector que es uno de los caminantes. Tendra distintas opciones 1914. DE LA PAZ A LA GUERRA ante si. El clima es agradable, pero pueden verse algunas nubes en el cielo. El camino que hay por delante es facil, porque cruza una llanura. El lector sabe que debe seguir avanzando, porque el ejercicio es bueno y porque desea Iegar a un destino seguro. También sabe que mientras camina debe tener cuidado: puede haber animales pe- ligrosos, rios que vadear, abruptos precipicios mas adelante... No se le pasa por la cabeza que pudiera caerse por uno de ellos y morir. El lector es un caminante lo suficientemente sensato y experimentado. Y sin embargo, en igiq Europa se dirigié al abismo en un conflic- to catastr6fico que traeria la muerte de millones de seres humanos, desangraria sus finanzas, haria temblar imperios y sociedades hasta destrozarlos, y socavaria para siempre el dominio europeo sobre el mundo. Las fotografias de las multitudes dando vitores en las grandes capitales son engajiosas. La Ilegada de la guerra tom6 por sorpresa a Ja mayoria de los europeos, y su reacci6n inicial fue de incredulidad y conmoci6n. Estaban acostumbrados a la paz. Tras el fin de las guerras napoleénicas, siguid el siglo mds pacifico que conocié Europa desde la época del imperio romano. Es cierto que hubo guerras, pero o bien tuvieron lugar en colonias lejanas, como las guerras zuhies en el sur de Africa, o en la periferia de Europa, como la guerra de Crimea; 0 bien fueron contiendas cortas y concluyentes, como Ia guerra franco- prusiana. El empuj6n decisivo hacia la guerra dur6é poco mas de un mes: entre el asesinato del archiduque austriaco en Sarajevo el 28 de junio, y el estallido en Europa de una guerra generalizada el 4 de agosto. En tiltimo extremo, las decisiones cruciales de aquellas semanas, que condujeron a Europa a la guerra, fueron tomadas por un numero sorprendentemente pequefio de personas (todos ellos hombres). Pero para comprender por qué actuaron como lo hicieron, hemos de re- montarnos més atrds y analizar las fuerzas que los conformaron. Ne- cesitamos entender las sociedades e instituciones que los produjeron. Debemos tratar de comprender los valores y las ideas, las emociones y los prejuicios, que configuraban su vision del mundo. También te- nemos que recordarnos a nosotros mismos que, con escasisimas ex- cepciones, no sabian muy bien adénde conducfan a sus paises y al 26 INTRODUCCION, EGUERRA 0 PAZ? mundo. Esto revela lo en sintonia que estaban con su propia época; la smayoria de los europeos creia que una guerra general era imposible, ‘o improbable, o que estaba destinada a terminar rapidamente. Al tratar de interpretar los acontecimientos del verano de 1914, de- pberfamos meternos en la piel de nuestros antepasados de hace un siglo, antes de insultarlos, criticarlos y acusarlos. Ya no podemos pre- guntarles a quienes tomaron aquellas decisiones en qué pensaban cuando dieron tales pasos en el camino de la destruccién; pero, gra- cias a los documentos de la época y a las memorias posteriores, pode- mos hacernos una idea bastante aproximada. Una cosa esta clara: ala hora de tomar sus decisiones, o de eludirlas, tuvieron muy presentes otras crisis y situaciones previas. Por ejemplo, los lideres rusos no habjan olvidado ni perdonado Ja anexién de Bosnia y Herzegovina por el imperio austrohingaro en 1908. Rusia, por su parte, no habia respaldado a su protegida Serbia cuando esta hubo de enfrentarse una y otra vez al imperio austrohiingaro en las guerras de los Balcanes de 1912-1913. Ahora el imperio austrohingaro amenazaba con destruir Serbia. éQué seria de Rusia y su prestigio si nuevamente permanecia al margen, sin hacer nada? éAcaso Alemania no le habia dado un respaldo total a su aliado el imperio austrohtingaro en aquellas confrontaciones? Si Rusia no hacia nada esta vez, éperderfa a su tinico aliado seguro? El hecho de que estas potencias hubiesen resuelto pacificamente otras crisis muy graves, a propésito de las colonias 0 en los propios Bal- canes, afiadi6 otra variable a la ecuacién de 1914. La amenaza de la guerra se habia esgrimido ya antes, pero entonces terceras partes presionaron decisivamente, se hicieron concesiones, se celebraron exitosas cumbres en las que se logré sortear el riesgo del conflic- to. La temeridad politica habia obtenido resultados. Seguramente esta vez, en 1914, volveria a funcionar el mecanismo. Pero no fue asi. Esta vez el imperio austrohtngaro si declaré la guerra a Serbia, tespaldado por Alemania; Rusia decidié apoyar a Serbia y entr6 en guerra con el imperio austrohtingaro y Alemania; Alemania atacé a Francia, aliada de Rusia; y Gran Bretafia intervino en defensa de sus _aliados. Asi se vinieron abajo los limites. AQUA. DE LA PAZ ALA GUERRA El inicio de la guerra en 1914 generé conmocié6n, pero no surgié de la nada. Las nubes Ilevaban ya dos décadas cerrandose, y bastantes europeos se percataban de ello, alarmados. En la literatura de esos afos eran muy comunes las imagenes de tormentas a punto de esia- lar, de diques a punto de desbordarse, de avalanchas a punto de pre- cipitarse... Por otra parte, muchos de ellos confiaban en poder lidiar con las amenazas de conflicto y construir instituciones internaciona- les mejores y mas fuertes, con las que zanjar de manera pacifica las disputas y volver obsoleta la guerra. Puede que aquellos tiltimos aitos dorados de Europa antes de la guerra sean mas bien una elaboraci6n de las generaciones posteriores; pero lo cierto es que en la literatura de la época habia también imagenes de rayos de sol extendiéndose por todo el mundo, y de la humanidad marchando en direccién a un futuro mas préspero y dichoso. Muy pocas cosas en la historia son inevitables. Europa no tenia por qué ir a la guerra en 1914; la conflagracién general pudo haberse evi- tado hasta el ultimo momento, aquel 4 de agosto en que Gran Bretafia decidié finalmente participar. A toro pasado, resulta facil distinguir los elementos que incrementaban las probabilidades de guerra: la rivalidad por las colonias, la competencia econdmica, los nacionalis- mos étnicos que desgarraban los decadentes imperios austrohingaro y otomano, o el desarrollo de una opinién pablica nacionalista que ejercia sobre sus lideres unas presiones nuevas en favor de lo que percibian como derechos e intereses de sus naciones. Podemos ver, igual que los europeos de aquel momento, las ten siones en el orden internacional. El problema aleman, por ejemplo. La creacién de Alemania en 1871 plant6 de pronto una nueva gran potencia en el corazon de Europa. éSeria Alemania el eje en torno al cual giraria el resto de Europa, o la amenaza contra la cual habria de unirse? éCémo encajarian las nuevas potencias no europeas ~Jap6n y Estados Unidos— en wn sistema mundial dominado por Europa? El darwinismo social, ese hijo bastardo del pensamiento evolucionista, junto con su primo el militarismo, fomentaron la creencia de que la competencia entre naciones estaba de acuerdo con el orden natural, y que al final sobrevivirian las m4s aptas. Y la implicacién de esto era 28 INTRODUCCION. £GUERRA 0 PAZ? que probablemente habria guerra. A fines del siglo x1x, la admiracion ‘de que era objeto el ejército como la parte mas noble de la nacién, asi ‘como la propagacién en las sociedades civiles de los valores militares, alimentaron la suposicién de que la guerra era una parte necesaria de la gran lucha por la supervivencia; y de que podia ser incluso un bien para Jas sociedades, al, por asi decirlo, ajustarlas. La ciencia y la tecnologia, que tantos beneficios trajeron a la huma- nidad en el siglo x1x, trajeron también armas nuevas y mas terribles. Las rivalidades nacionales fomentaron una carrera armamentista, que ahond6 a su vez las inseguridades, acelerando y dandole impetu a dicha carrera. Las naciones buscaron aliados para compensar sus pro- pias debilidades, y sus decisiones contribuyeron a acercar a Europa a la guerra. Francia, que perdia la carrera demografica con Alemania, concert6 una alianza con Rusia, en parte por sus inmensas reservas de mano de obra. Rusia tuvo a cambio acceso al capital y a la tecno- logia de Francia. La alianza franco-rusa hizo que Alemania se sintiera rodeada, lo cual Ja até ain mas al imperio austrohiingaro, y al hacerlo se vio involucrada en las rivalidades de este con Rusia en los Balca- nes. La carrera armamentista naval, que Alemania concebia como un medio para forzar a Gran Bretafia a permanecer en buenos términos, lo que hizo fue persuadirla de que debia, no solo superar a Alemania, sino también abandonar su distanciamiento de Europa y acercarse a Francia y Rusia. Se ha culpado muchas veces a los planes militares, que fomentaron la carrera armamentista y las alianzas, de crear una maquinaria de destruccién que, una vez puesta en marcha, no pudo ser detenida. A finales del siglo x1x, todas las potencias europeas, excepto Gran Bre- tafia, contaban con ejércitos de reemplazo; una pequefia proporcién de sus hombres entrenados vestia de uniforme, mientras que eran muchos més los que militaban como reservistas en la sociedad civil. Ante una amenaza de guerra, era posible formar en pocos dias unos ejércitos enormes. La movilizacion masiva se basaba en una planifi- cacién detallada, de modo que cada hombre Hegaba hasta su unidad con el equipo adecuado, las unidades se juntaban segin la configu- racién correcta, y se trasladaban, generalmente por ferrocarril, hacia 29 3914. DE LA PAZ ALA GUERRA las posiciones designadas. Los horarios eran obras de arte, pero muy a menudo eran también inflexibles, y no permitian, como ocurtié con Alemania en 1gi4, una movilizacién parcial en un solo frente; por eso Alemania fue a la guerra contra Rusia y Francia a la vez, en lugar de hacerlo solo contra Rusia. Asimismo, se corria el peligro de no movilizarse lo bastante rapido. Si el enemigo estaba en tus fronteras mientras tus hombres atin trataban de llegar a sus unidades y a los trenes, la guerra podia estar ya perdida. Aquellos horarios y planes rigidos amenazaban con dejar las decisiones finales fuera de las manos de los lideres civiles. En un extremo de la gama de posibles explicaciones de la Gran Guerra estarfan los planes; y en el otro, las nebulosas pero contun- dentes razones del honor y el prestigio. Guillermo II de Alemania tenia como modelo a su antepasado Federico el Grande, pero los fran- ceses se burlaban de él llamandolo Guillermo el Timido, por haber cedido en sus demandas durante la segunda crisis marroqui. ¢Querria pasar por algo asi de nuevo? Lo que movia a los individuos movia también a las naciones. Tras la humillacién de la derrota por Japén en 1904-1905, Rusia tenia una necesidad apremiante de reafirmarse como gran potencia. El miedo también desempeno un gran papel en las actitudes de las potencias, y en la aceptacién por parte de sus lideres y ciudadanos de la guerra como herramienta politica. El imperio austrohtingaro temia desaparecer como potencia si no actuaba contra el movimiento nacionalista sudeslavo dentro de sus fronteras; lo que queria decir actuar contra Ja atraccién que ejercia una Serbia sudeslava indepen- diente. Francia temia a su vecino aleman, més fuerte econémica y militarmente. Alemania miraba hacia el este con aprensi6n. Rusia se estaba desarrollando y rearmando a gran velocidad; si Alemania no la atacaba pronto, ya no seria capaz de hacerlo. A Gran Bretafia la beneficiaba enormemenie el mantenimiento de la paz, pero temia, como siempre lo ha hecho, que el continente estuviese dominado Por una tinica potencia. Cada potencia, pues, temia a las otras; pero también temia a su propio pueblo. Las ideas socialistas se habian propagado por toda Europa, y los sindicatos y los partidos socialis- 30 INTRODUCCION, EGUERRA © PAZ? tas desafiaban el poder de las viejas clases dominantes. éEra esto el presagio, como muchos pensaban, de una revolucién violenta? El nacionalismo étnico constituia una fuerza perjudicial para el imperio austrohtingaro, pero también para Rusia y Gran Bretafia, donde en los primeros meses de 1914 el problema irlandés era un asunto interno que preocupaba mas que la politica exterior. ¢Podia ser la guerra una forma de superar las divisiones internas, uniendo al pueblo en una gran oleada de patriotismo? Por tltimo, y esto también vale para la época actual, no debemos subestimar la intervencién en los asuntos humanos de los errores, la desorganizaci6n, o simplemente la falta de sentido de la oportunidad. La naturaleza compleja e ineficiente de los gobiernos de Alemania y Rusia hizo que sus lideres civiles no estuviesen debidamente informa- dos sobre Jos planes militares, pese a las implicaciones politicas de estos. Francisco Fernando, el archiduque austriaco asesinado en Sara- jevo, se habia opuesto durante mucho tiempo a quienes querian resol- ver los problemas del imperio austrohtngaro mediante la guerra. Con su muerte desaparecia, irénicamente, el unico hombre que hubiera podido evitar que su pais le declarase la guerra a Serbia, deteniendo con ello Ja subsiguiente reaccién en cadena. El asesinato tuvo lugar a comienzos de las vacaciones de verano. Muchos estadistas, diploma- ticos y militares habian dejado ya sus capitales. El ministro inglés de Asuntos Exteriores, sir Edward Grey, estaba observando aves; el presi- dente y el primer ministro franceses habian emprendido un largo viaje a Rusia y el Baltico en las dos tiltimas semanas de julio, y se hallaban con frecuencia sin comunicacién con Paris. Al poner el foco en los factores que empujaban a Europa hacia la guerra, corremos el riesgo de descuidar los que lo hacian en direccién contraria, hacia la paz. El siglo xix fue testigo de una proliferacién Qe p ies oe ae promover otras opciones -como el arbitraje~ que zanjaran las dispu- tas internacionales. Hombres ricos como Andrew Carnegie y Alfred Nobel donaron sus fortunas para fomentar el entendimiento entre los paises. Los movimientos obreros y los partidos socialistas del mundo se organizaron para formar la Segunda Internacional, que aprobé re- at 191g. DE LA PAZ A LA GUERRA petidas mociones contra la guerra y amenaz6 con llamar a la huelga general si estallaba alguna. El siglo xxx fue una época extraordinaria en cuanto al progreso de ja ciencia, la industria y la educacién; progreso que se basaba en gran parte en una Europa cada vez mas préspera y poderosa. Sus pueblos estrecharon vinculos enire sf y con el mundo, gracias a las comuni- caciones cada vez mds rapidas, y a través del comercio, la inversion, la emigracion y la expansion de los imperios (oficiales y no oficiales). La globalizacion del mundo antes de i914 solo puede equipararse con la de nuestra propia época desde el final de la guerra fria. Y estaba muy extendida la fe en que este nuevo mundo interdependiente crea- tia nuevas instituciones internacionales, y en que las naciones irian aceptando progresivamente unas normas de comportamiento univer- sales. Las relaciones internacionales ya no se vefan, como en el siglo XVIII, como un juego de suma cero en el que si uno ganaba, otro tenia que perder. Por el contrario, si se preservaba la paz podian ganar todos. El incremento en el recurso al arbitraje para dirimir conflictos entre paises; las frecuentes ocasiones en que las grandes potencias europeas trabajaban conjuntamente para lidiar, por ejemplo, con las risis del decadente imperio otomano; 0 el establecimiento de un tribunal internacional de arbitraje: todo ello parecia demostrar que, poco a poco, se iban sentando las bases de un modo nuevo y més eficiente de tratar los asuntos mundiales. Se confiaba en que la guerra llegaria a ser algo obsoleto, por su ineficacia a la hora de solventar las diferencias. Ademés, la guerra se habia vuelto excesivamente costo- sa, tanto en cuanto a los recursos que las partes en conflicto debian invertir, como en cuanto a la magnitud del dafio que la tecnologia y las armas nuevas eran capaces de provocar. Los banqueros levan- taron la advertencia de que, aunque comenzara una guerra general, esta se detendria a las pocas semanas, simplemente porque no habria modo de financiarla. La mayor parte de la copiosa literatura sobre los acontecimientos de 1914 se pregunta, y es comprensible, por qué estallé la Gran Gue- tra. Pero quiza fuese mejor formular la pregunta asi: épor qué aquella larga paz no se prolong6? ¢Por qué las fuerzas que promovian la paz, a INTRODUCCION. EGUERRA 0 PAZ? con ser poderosas, no prevalecieron? Después de todo, lo habian lo- grado antes. éPor qué fall esta vez el sistema? La posible respuesta pasa por ver como se habian ido reduciendo las opciones de Europa en las décadas anteriores a 1914. Imaginemos de nuevo a nuestros caminantes. Ellos inician su viaje, como Europa, por una ancha y soleada llanura; pero llegan a bifur- caciones donde han de decantarse por un camino u otro. Aunque en ese momento no puedan darse cuenta de las implicaciones, se encuentran descendiendo hacia un valle que se vuelve cada vez mas angosto, y que podria no ser el camino que ellos hubieran preferido tomar. Todavia es posible cambiar de ruta, quiza volviendo sobre sus pasos. Esto podria resultar costoso, y ademas, ¢a quién le gusta reconocer que ha tomado una decisién equivocada? Quiza fuese po- sible escalar por alguna ladera y cruzar hasta el otro lado; pero eso requeriria un esfuerzo considerable, y tampoco se sabe qué habria alli. éPodria haber admitido el gobierno aleman, ante si mismo y ante su pueblo, que la carrera armamentista naval contra Gran Bretafia no solo habia sido insensata, sino que habia supuesto un colosal derro- che de dinero? Este libro recorre la senda que condujo a Europa hasta 1914, destacan- do aquellos puntos de inflexién en que se redujeron sus opciones. Uno de ellos fue la decision de Francia de buscar una alianza defensiva con Rusia como contrapeso a Alemania; otro fue la decisién de Alemania, a finales de la década de 1890, de imiciar una carrera armamentis! naval contra Gran Bretafia. Gran Bretafia mejor6, cautelarmente, sus con Rusia. Otro mo- relaciones con Francia, y con el tiempo tambié 1906, cuando Alemania traté de dividir a mento clave ocurrié en 1905 Ja entente cordial en la primera crisis marroqui. Este intento fracaso, y Jos dos nuevos amigos, Gran Bretafia y Francia, se unieron atin mas y comenzaron a mantener conversaciones militares secretas que estrecha- ron sus lazos. Las siguientes graves crisis de Europa -la crisis bosnia de 1908, la segunda crisis marroqui de igu1, y las guerras de los Balcanes de 1912 y 1913~ aumentaron los posos de resentimiento, sospechas y recuerdos que determinaban las relaciones entre las potencias. Este fue el contexto en el que se tomaron las decisiones en 1914. 114. DE LA PAZ ALA GUERRA Es posible liberarse del pasado y comenzar de nuevo. Nixon y Mao, después de todo, decidieron a principios de la década de 1970 que sus paises se beneficiarian poniendo fin a mas de veinte afios de hostilidad. Las amistades pueden cambiar y las alianzas pueden romperse; asi lo hizo Italia al comienzo de la Gran Guerra, cuando rechaz6 luchar junto a los otros dos miembros de la triple alianza, el imperio austrohtingaro y Alemania. Pero a medida que pasan los afios esto se vuelve cada vez més dificil, al incrementarse las obli- gaciones muutuas y los vinculos personales. Uno de los argumentos mas convincentes que utilizaron en 1914 los partidarios de la inter- vencién britanica fue que Gran Bretafia habia hecho creer a Francia que la ayudaria y serfa deshonroso retractarse. No obstante, hubo tentativas por parte de las potencias de trascender los dos sistemas de alianzas; algunas todavia en 1913. Alemania y Rusia hablaban cada cierto tiempo de como resolver sus diferencias, y lo mismo hacian Gran Bretaiia y Alemania, Rusia y el imperio austrohtingaro, y Francia y Alemania. Pero, fuese por inercia, por el recuerdo de los enfrentamientos pasados, por temor a la traicién, 0 por lo que fuese, tales intentos fracasaron. Aun asi, siempre estard al final esa minorfa de generales, monarcas y politicos que, en el verano de 1914, tuvieron el poder y la potestad de decir sfo no. Si o no a la movilizacion de los ejércitos, si o no a las concesiones, si o no a la ejecucion de tos planes elaborados por los militares. El contexto es crucial para comprender por qué fueron como fueron y actuaron como actuaron. No podemos, sin embargo, minimizar la importancia de las personalidades individuales. El pri- mer ministro alemaén, Theobald von Bethmann Hollweg, acababa de perder a su muy amada esposa: dinfluyé esto en el fatalismo con que contempls el estallido de la guerra? Nicolas II de Rusia era un personaje fundamentalmente débil, lo que seguramente hizo que le resultara mas dificil oponerse a sus generales, quienes querian la in- mediata movilizacion de Rusia. Franz Conrad von Hétzendorf, jefe del estado mayor del ejército austrohtingaro, deseaba la gloria para su pais, pero también para si mismo, y asi poder casarse con una mujer divorciada. 3 INTRODUCCION. EGUERRA © PAZ? La guerra, cuando finalmente llegé, fue tan espantosa que dio pie a una busqueda de los culpables que atin prosigue. Mediante la pro- paganda y la publicacién de documentos historicos, cada pais beli- gerante proclamaba su propia inocencia, al tiempo que acusaba a los demés. La izquierda culpaba al capitalismo 0 a los fabricantes y traficantes de armas, “mercaderes de la muerte”; la derecha culpé a la izquierda, a los judios, o a ambos. En la conferencia de paz ce- Jebrada en Paris en igig, los vencedores hablaron de llevar a juicio a los culpables -el kaiser, algunos de sus generales y diplomaticos-, pero al final aquello termin6 en nada. La cuestién de la responsabi- lidad contintia siendo relevante, porque si Alemania fue responsa- ble entonces resulté justo que pagase sus indemnizaciones. Si no lo fue, y esta por supuesto era Ja opinion general en Alemania, y cada vez mas en el mundo angloparlante, entonces las indemnizaciones y otras sanciones sufridas por Alemania resultaron profundamente injustas e ilegitimas. La opinién que prevalecié en los aiios de en- treguerras, como dijera David Lloyd George, fue esta: “Las nacio- nes resbalaron hasta el caldero hirviendo de la guerra sin ninguna muestra de aprensi6n ni de consternacién”.t La Gran Guerra, o bien no fue culpa de nadie, o bien fue culpa de todos. Tras la Segunda Guerra Mundial, algunos historiadores alemanes, con Fritz Fischer a la cabeza, revisaron de nuevo los archivos para demostrar que Alemania era verdaderamente culpable, y que habia una siniestra continuidad entre las intenciones del tltimo gobierno aleman antes de la Gran Guerra y las de Hitler. Estos audaces historiadores fueron cuestionados a su vez, y el debate continta. Se trata de una biisqueda que probablemente nunca tendré fin. Yo misma intentaré mostrar que algunos paises, y sus lideres, fueron més culpables que otros. La insensata determinacién del imperio austrohtingaro de destruir Serbia en 1914, la decisién de Alemania impaciencia de Rusia por mo- de apoyarla incondicionalmente, la vilizarse, cargan en mi opinién con la mayor responsabilidad en el estallido de la guerra. Ni Francia ni Gran Bretafia deseaban la gue- rra, aunque para detenerla tal vez podrian haber hecho més. Pero, al final, lo que encuentro més interesante es la pregunta de cémo fue 35 1914. DE LA PAZ ALA GUERRA posible que Europa, en el verano de 1914, llegara a un punto en que Ja guerra fue mas probable que la p | hhecho antes, nose echaron aris? En otras palabras: por qué face 86 la paz? 36

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