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- Mira padre -respondió el hijo-, médico he pensado ser, para curar cuerpos o
mentes y cuando al fin he aceptado, cuenta me doy que mucha falta hace
quien ayude a impartir justicia al débil y desprotegido, entonces prefiero ser
abogado. Luego, siento la necesidad de aprender el secreto del arte de la
construcción; de sacar de la piedra bruta un hogar confortable para mis
semejantes, es cuando decido ser arquitecto o ingeniero; más es tanto el
desarrollo científico que prefiero ser investigador o químico o matemático, o
me decido por la contaduría o administración, por la física, por el campo, por
los animales, por el espacio exterior...
El padre atento, esbozó una sonrisa y dijo con ese tono que tienen los padres
cuando amorosamente pueden aconsejar a sus hijos con la sapiencia que dan
los años vividos:
Escucha bien hijo mío, si aceptas esta responsabilidad tan grande sobre tus
hombros, decídete por la profesión que llevo con orgullo y que en estas
palabras venero tanto. Conviértete en Maestro, hijo mío, y sabrás entonces
cuánto has ganado.
MAESTRO...
Enseña a los niños a creer en los ideales y que aquellas cosas que no se ven
también son realidades.
Diles que el amor no se ve pero se puede sentir, que la música tiene una
explicación pero que las melodías salen del corazón.
Estimula su creatividad con sus juguetes y con otros juguetes que ellos
mismos puedan crear.
Enséñales que la vida es aprender a ser feliz y que la vida nos dará muchas
alegrías, pero nosotros debemos darle también un sabor a la vida.
Enséñales que debemos darle un poco de alegría a todas las cosas y que todo
lo que llegue a nuestras manos o a nuestra vida, siempre debemos dejarlo
mejor de lo que estaba cuando lo encontramos.
Enséñales que todo aquello que tome contacto con nosotros debe siempre
mejorar.
Enseñales que cuando sean grandes deben querer y respetar a los futuros
niños.
Sin embargo algunos solo perciben lo que impresiona sus retinas, y creen que
la porción de luna que ven es lo único que existe...
Su nombre era Ms. Murga. Cuando se paró al frente de su clase del Quinto
Grado el primer día de clases, les dijo una mentira.
Como la mayoría de los profesores, ella miro a sus alumnos y dijo que los
amaba a todos por igual. Pero eso era imposible porque allí en la primera fila,
estaba un niño llamado Lolo Sánchez.
Ms. Murga había visto a Lolo el año anterior y notó que el no jugaba bien con
los otros muchachos, que su ropa era desordenada y que necesitaba bañarse.
Llegó al punto, en que Ms. Murga realmente se deleitara con un lapicero
grueso de color rojo, marcando una X y luego poniendo un CERO enorme
sobre las tareas de Lolo.
En el colegio donde Ms. Murga enseñaba, ella tenia que revisar los registros
pasados de cada alumno y puso en el Lolo para el ultimo. Sin embargo,
cuando revisó su archivo, se sorprendió.
La profesor del Primer Grado de Lolo escribió: "Lolo es un chico brillante con
una sonrisa en los labios. Hace su trabajo limpiamente y tiene buenos
modales... es un deleite que esté con nosotros"
Su profesora del Tercer Grado escribió, "La muerte de su madre ha sido muy
dura para Lolo. Él trata de hacer lo mejor posible, pero su padre no muestra
mucho interés y su vida en casa pronto lo afectará si no se toman las medidas
convenientes."
A estas alturas, Ms. Murga se había dado cuenta del problema y estuvo
avergonzada de si misma. Ella se sintió aún peor cuando sus alumnos le
trajeron regalos por Navidad, envueltos en vistosos papeles y hermosos
listones, excepto el de Lolo. Su regalo había sido descuidadamente envuelto
en un papel marrón, que recortó de una bolsa de los supermercados.
A Ms. Murga le causó dolor abrirlo en medio de los otros regalos. Algunos de
los chicos comenzaron a reírse cuando encontró un brazalete con algunas
piedras faltando y un frasco de perfume a punto de acabarse, pero ella silenció
las risas de los niños cuando exclamó "¡Qué bello brazalete!", colocándoselo y
aplicándose un poco del perfume en la muñeca.
Ese día, Lolo se quedo hasta tarde en el colegio, para decirle: "Ms Murga, hoy
usted olía como mi mamá lo hacía en nuestra ultima Navidad."
Después que los chicos se fueron, lloró por lo menos una hora. Ese mismo día,
dejó de enseñar lectura, escritura y aritmética. Es su lugar, empezó a enseñar a
los niños.
Ms. Murga puso especial atención a Lolo. Mientras ella trabajaba con él, la
mente de Lolo parecía tomar vida. Mientras más aliento le daba ella, más
rápido respondía él. Al final del año, Lolo llego a ser uno de los chicos más
destacados de la clase y a pesar de su mentira que ella los amaba a todos por
igual, Lolo llegó a ser el "preferido de la profesora."
Un año mas tarde, encontró una nota bajo la puerta. Era de Lolo, diciéndole
que ella aún seguía siendo la mejor profesora que haya tenido en su vida.
Pasaron seis años mas y ella encontró otra nota de Lolo. Le decía que había
terminado el colegio, como el tercero de su clase, y que ella todavía seguía
siendo la mejor profesora de toda su vida.
Cuatro años más tarde, ella recibió una carta de Lolo, diciendo que aunque las
cosas habían sido difíciles él seguía estudiando y que pronto se graduaría en la
Universidad ocupando los más altos lugares de honor. Le aseguro a Ms.
Murga que ella todavía se mantenía como la profesora favorita que jamás haya
tenido en su vida.
Pasaron cuatro años mas y le llega otra carta. Esta vez, Lolo le explicaba que
después de haberse graduado en la Universidad, había ido un poco mas allá.
La carta le explicaba que ella aun seguía siendo la maestra favorita que había
tenido. Pero ahora su nombre era un poco más largo, la carta fue firmada por
el Dr. Teodoro F. Sánchez.
La historia no termina allí. Hubo otra carta en los próximos meses. Lolo le
dijo que había conocido a una chica y que iba a casarse. Le explico que su
padre había fallecido un par de anos atrás y que le gustaría saber si Ms. Murga
podría aceptar sentarse en el lugar que en las bodas esta reservado
generalmente para la madre del novio.
Por supuesto que Ms. Murga lo hizo. ¿Y adivina que? Ella usó ese brazalete,
el que le faltaban algunas piedras. Y además se aseguro de usar el perfume que
a Lolo le recordara a su madre cuando pasaron la ultima Navidad juntos.
Tal vez esta historia no sea verídica, pero ninguno de nosotros podrá negar el
efecto que tienen nuestras palabras, nuestro proceder tiene sobre nuestros
estudiantes. Para ahondar en el tema les recomiendo un texto de Carina
Kaplan: "Buenos y malos alumnos, descripciones que predicen". Editorial
Aique, Bs. As
Cuando todos lo hicieron, les dijo que eso era lo que ella pensaba de ellos.
Luego les explico de que se trataba de un experimento: tenían que darle uno
de los moños a alguna persona que fuera importante para ellos, explicándoles
el motivo y dándole los otros moños para que ellos hicieran lo mismo. El
resultado esperado era ver cuánto podía influir en las personas ese pequeño
detalle.
Todos salieron de esa clase comentando a quién darían sus listones. Algunos
mencionaban a sus padres, a sus hermanos o a sus novios. Pero entre aquellos
estudiantes, había uno que estaba lejos de casa. Este muchacho había
conseguido una beca para esa universidad y al estar lejos de su hogar, no
podía darle ese listón a sus padres o sus hermanos. Pasó toda la noche
pensando a quién daría ese listón
.
Al otro día muy temprano tuvo la respuesta. Tenía un amigo, un joven
profesional que lo había orientado para elegir su carrera y muchas veces lo
asesoraba cuando las cosas no iban tan bien como el esperaba. Esa era la
solución!. Saliendo de clases se dirigió al edificio donde su amigo trabajaba.
En la recepción pidió verlo. A su amigo le extrañó, ya que él muchacho lo iba
a ver después de que él salía de trabajar, por lo que pensó que algo malo
estaba sucediendo. Cuando lo vio en la entrada, sintió alivio de que todo
estuviera bien, pero a la vez le extrañaba el motivo de su visita. El estudiante
le explicó el propósito de su visita y le entregó tres moños, le pidió que se
pusiera uno y le dijo que "al estar lejos de casa, el era el más indicado para
portarlo". El joven ejecutivo se sintió halagado, no recibía ese tipo de
reconocimientos muy a menudo y prometió a su amigo que seguiría con el
experimento y le informaría de los resultados. El joven ejecutivo regresó a sus
labores y ya casi a la hora de la salida se le ocurrió una arriesgada idea: Le
quería entregar los dos moños restantes a su jefe.
El jefe era una persona huraña y siempre muy atareada, por lo que tuvo que
esperar que estuviera "desocupado".
El jefe, acostumbrado a estar en la oficina hasta altas horas, esta vez se fue
temprano a su casa. En la solapa llevaba uno de los moños y el otro lo guardó
en el bolsillo de su camisa. Se fue reflexionando mientras manejaba rumbo a
su casa. Su esposa se extrañó de verlo tan temprano y pensó que algo le había
pasado, cuando le preguntó si pasaba algo, el respondió que no pasaba nada,
que ese día quería estar con su familia. La esposa se extrañó, ya que su esposo
acostumbraba llegar de mal humor.
El jefe pregunto:- "¿Dónde esta nuestro hijo?", la esposa sólo lo llamó, ya que
estaba en el piso superior de la casa. El hijo bajó y el padre sólo le dijo
"Acompáñame". Ante la mirada extrañada de la esposa, y del hijo, ambos
salieron de la casa. El jefe era un hombre que no acostumbraba gastar su
"valioso tiempo" en su familia muy a menudo. Tanto el padre como el hijo se
sentaron en el porche de la casa. El padre miró a su hijo, quien a su vez lo
miraba extrañado. Le empezó a decir que sabía que no era un buen padre, que
muchas veces se perdió de aquellos momentos que sabía eran importantes. Le
mencionó que había decidido cambiar, que quería pasar más tiempo con ellos,
ya que su madre y él eran lo más importante que tenía.
Ese es el poder de uno... Expresar lo que sientes y darle valor a los detalles de
la gente que te ama. Por eso tú para mí... " Eres muy Importante " UNA
GRAN FRASE "Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien,
una hora para que te guste, un día para quererlo, pero se necesita de toda una
vida para que lo puedas olvidar".
Un día, después de clase, Jack se me acercó y dijo que quería trabajar. En ese
momento yo estaba entrenando a adultos gravemente discapacitados para
trabajar en puestos dentro y fuera del campus en la Universidad de Fresno
City. Le pregunté:
-¿Dónde?
A las diez de la mañana nos encontramos. A las diez y un minuto, Jack estaba
listo para empezar a trabajar. Su entusiasmo hacía que su forma de hablar
fuera todavía más difícil de entender. En mi esfuerzo por encontrar una
manera de que Jack participara de manera significativa en un programa
vocacional de formación, me enfrenté con un obstáculo tras otro. Su silla de
ruedas impedía que se acercara demasiado a las mesas. Era incapaz de usar las
manos salvo para apretar. Intenté algunas adaptaciones sin éxito. Al ver mi
frustración, un preceptor de buen corazón se ofreció para ayudar. En media
hora había encontrado una solución. Acortó el mango de un cepillo para que
cupiera cómodamente bajo el brazo de Jack y pudiera ser manipulado con una
mano. El cepillo se ubicó de tal manera que pudiera alcanzar la tabla de las
mesas. Con la otra mano, Jack impulsaba su silla, limpiando la superficie de
las mesas mientras se movía.
Dolly Trout
La voluntad es algo impresionante. Puesta al servicio de un objetivo, puede
lograr aún lo que parece imposible. Y cuando se pone en marcha, no hay
obstáculo que pueda detenerla. El hombre busca sin cesar la respuesta a un
cerrado interrogante: ¿Para qué vivo?. Y trata de sentirse útil, de sentirse
importante, de sentirse significativo, de sentirse querido y reconocido,
precisamente para justificar su existencia. Hay quienes se sienten importantes,
y llevan una excelente comunicación consigo mismos. Pero también hay
quienes tienen muy baja su autoestima, y se sienten inferiores, malqueridos,
inútiles. Pero la mayoría de las veces, en estos casos, las sensaciones no tienen
correlato con la realidad. Es un problema de uno mismo, de autoestima pura,
porque los demás no nos ven de la misma manera que nosotros nos sentimos.
Y más allá de cualquier otra consideración hay una verdad irrefutable que
debe ser tenida muy en cuenta: Cada uno de nosotros es un ser único e
irrepetible. Y como tales, tenemos nuestro valor intrínseco. La clave está en
saber descubrirlo, en visualizarlo, en sentirlo en toda su magnitud. Entonces,
cuando sintamos que nuestra autoestima nos traiciona, cuando sintamos que
nos autodesvalorizamos, cuando sintamos que no servimos para nada, cuando
sintamos y aceptemos que todo nos salga mal, pensemos en todos aquellos
seres que, con verdaderas dificultades de salud, con sus capacidades físicas
restringidas, día a día se superan a sí mismos en esa cuestión de sentirse útiles.
Y si en algún momento sentís que tu existencia no tiene razón de ser, ten en
cuenta que, mientras haya una persona que te quiera, tu vida ya tiene el
máximo sentido. Aquí, escribiendo estas palabras, ya tienes una. Y si abrís de
par en par tu corazón, descubrirás muchas más. Si hay mucha gente que te
quiere... ¿Por qué no habrías de quererte vos? Abrete a tu ser interior. El
inmenso tesoro de tu propia vida está al alcance de tus ojos...
PARA APRENDER
Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu alrededor todos la pierden y te
cubren de reproches;
si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta la veas retorcida por los
pícaros; para convertirla en lazo de los tontos,
o contemplar que las cosas a que diste tu vida se han desecho, y agacharte y
construirlas de nuevo, ¡aunque sea con gastados instrumentos!
si Eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos y arriesgarlos, a cara
o cruz, en una sola vuelta y si perdieras, empezar otra vez como cuando
empezaste y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida!
Rudyard Kipling
PARA EDUCAR
-Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes
obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar,
teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
-Es verdad... -dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en
la montaña.
-Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a
tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.
El hijo dudó:
-¿Y si me caigo?
El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los
que había caminado toda su vida.
-¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar
volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar?
-¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio?
Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la
cima?
Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó... Desplegó las alas, las agitó
en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a tierra...
-¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡Mira el golpe que me di! No soy
como tú. Mis alas sólo son de adorno.
-Hijo mío- dijo el padre -Para volar, hay que crear el espacio de aire libre
necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse en un paracaídas,
necesitas cierta altura antes de saltar.
(extraído del libro “Cuentos para pensar” de Jorge Bucay, editorial Aquí y
Ahora. Edición 1978)