You are on page 1of 192
URBANA EN MEXICO NESTOR GARCIA CANCLINI COORDINADOR LA ANTROPOLOGIA URBANA EN MEXICO Néstor Garcia CaNcLINI (coordinador) CA AM CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA FONDO DE CULTURA ECONOMICA Primera edicién, 2005 Garcia Canclini, Néstor (coord) La antropologia urbana en México / coord. de Néstor Garcia 381 p. 321 x 14 cm — (Colee Biblioteca Mexicana) ISBN 968-16-7243 1. Antropologia — México I. Ser It Lc oN395 Dewey 301 G532a Comentarios y sugerenctas:editor@fce-com.mx wwwwfondedcculturaeconomica.com, Tel. (55)5227-4672 Fax (85)5227 4698 Disefo de portada: Teresa Guzman Fotografia: Paolo Gasparini, Archivo: Programa de Estudios sobre Cultura Urbana, vaw, Unidad Irtapalspa D.R.© 2005, Consnso Nactowat pana ta CULTURA ¥ Las ARTES Av. Revolucidn, 1887; 01000 México, DP D.R. © 2005, Uriversinay Aurosons Merroroustase, Prolongacion Canal de Miramontes 3855, 14387 México, D,F DR, © 2005, Foxno we Coruna Econsytca Carretera Picacho-Ajuscn, 227: 14200 Mexien, DF Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra —incluide el diseno tiposratico y de portada~, Sea cual fuere el medio, electr6nico 9 mecsnic, sin el consentimiento por escrito del editor ISBN 968-16-7243-7 Impreso en México Printed in Mesico {NDICE. La antropologia en México y la cuestion urbana, Néstor Garefa Canelini Nuevas diversidades Redefinir las ciudades Megalépolis: desvanecimiento y reconstruccién de lo Objeto y método: equé diferencia a los antrop6logos? Bibliografia .... De la fragmentacion urbana al estudio de la diversidad en las grandes ciudades, Maria Ana Portal y Patricia Safa Barraza Introduccién Del campo a la ciudad: una aventura antropolégica La preocupacién por la pobreza y marginalidad urbana Las desigualdades urbanas y la vulnerabilidad de las grandes metr6polis. El retorno al barrio y al vecindario: cultura, identidad e imaginarios urbanos La apropiacién de lo local y la aparicién de la socie- dad civil y el ciudadano ‘A manera de conclusién: Mirar lo metropolitano des- de lo vecinal Bibliografia Jas dlisputas por el patrimonio. Transformaciones analitic cas y contextuales de la problemdtica patrimonial en México, Ana Rosas Mantecén 1. Los cambios en la conceptualizacién del patrimonio 2. Las disputas por el patrimonio 3. Retos que plantea al patrimor del contexto global jo la transformacién "1 13 16 19 21 26 30 30. 30 33 37 40 60 62 69 16 inpice 4. Investigacién, legislacién y politicas de conservacion del patrimonio ..... " 82 Epilogo.....eeeesess ae 87 Bibliografia...... 8 La ciudad industrial y la cultura obrera, Ratil Nieto Ca- Heja . 96. 1, Espacio y trabajo. + 96 2. La cultura obrera: un constructo antropologico 101 3. Los espacios del trabajo sae 110 4. Los lugares del trabajo....... i + 120 Bibliogratia 126 Hacia una antropologia de las periferias urbanas, Eduar- do Nivon Bokin L40 1. Las periferias en Ia investigacién urbana mexicana» 140 2. La antropologia ante el estudio de las periferias 145 3. Lo que se ha propuesto acerca de suburbios y peri- ferias. 149 4. Contradicciones de la expansién suburbana. Hacia una antropologia de las periferias urbanas. 134 5. Conclusiones 163 Bibliografia .. Politicas culturales y consumo cultural urbano, Néstor Garefa Canclini y Ana Rosas Mantecén ..... - 168, Politicas culturales para las mayorfas que viven en ciudades .. 170 Los estudios sobre consumo cultural urbano. + 178 Los ambitos de generacién de investigaciones. 179 La conceptualizacién del consumo cultural ~ 182 Desafios metodolégicos " 134 Comentarios finales. 186 Bibliografia oe 190 Ciudad y medios de comunicacién: un recorrido desde la antropologéa, Miguel Angel Aguilar y Rosalia Winocur 196 1. El acercamiento a la antropologia desde la perspec- tiva de la comunicacisn. 196 INDICE 2. El acereamiento desde Ia antropologfa a la comuni- 3. Para coneluir Bibliografia La carpa sobre et asfalto. La antropologta urbana en la(s) frontera(s) mexicana(s), José Manuel Valenzuela Arce Introduccién La frontera norte... La otra frontera Desafios en los estudios socioantropol6gicos Bibliografia De jovenes, miisicas y las dificultades de integrarse, Marit- va Urteaga Castro-Pozo y Carles Feixa Pampols 1. Introduceién 2. Tiempos hibridos 3. Espacios heridos 4. Géneros confusos 5. Cémo le vamos a hacer Bibliografia Ciudad, riesgos y malestares. Hacia una antropologia del acontecimiento, Rossana Reguillo Vertientes del malestar Hacia una antropologia del ac que se revela. - Ejes, categorias y preguntas: un territorio problemdtico Estados alterados: etnografias en fuga... Bibliografia conteimienta la ciudad Las fiestas en el dmbito urbano, Amparo Sevilla y Mau Ana Portal 1, Introducei6n Hacia una teorfa de la fiesta .. La fiesta en las sociedades contemporaneas... tas religiosas urbanas fiestas cfvicas s fiestas familiares. 2 3 4. 5 6 266 271 278 286 295 298 307 309 313, 321 333 336 34 34L 343 347 355, 367 369 to INDICE 7. Las nuevas expresiones festivas 8. A manera de conclisién . Bibliografia Notas sobre los autores . La antropologta en México y la cuestién urbana Nestor Garcia Cancunt Ey Los pesares de las tiltimas décadas sobre qué es la antropo- logia y c6mo practicarla, las cuestiones urbanas han pasado a ocupar un lugar central, No se trata s6lo de aiadir las ciuda- cles a los temas clasicos de los antropélogos: sociedades exé- licas, indigenas, campesinos, parentesco. Todos esos objetos «le estudio tradicionales estan presentes en la vida urbana. Pero la incorporacién de las ciudades, y aun las megalépolis, a la antropologfa, iniciada en el siglo x1x y consagrada a co- mienzos del siglo xx con Ia escuela de Chicago, desencadena cn los Gltimos aitos preguntas inquietantes por la reubicacién dle los objetos y métodos clasicos de la disciplina. Los contex- os urbanos pasan a ser decisivos en tanto en el mundo actual la mitad de la poblaci6n vive en ciudades, y en América Latina nas de 70 por ciento. Los estudios urbanos se convirtieron en un campo plena- mente legitimo de investigacién para la antropologia, con los requisites que esto supone, o sea, especialistas de primer ni- vel, reconocimiento cabal en planes de estudio, financiamien- \o para llevar a cabo trabajo de campo, reuniones cientificas y vevistas especializadas. En estas condiciones, preparar un libro sobre antropologia urbana se vuelve algo mas complica- do que establecer balances de un campo nuevo de trabajo; implica examinar la situaci6n actual de la disc pectivas de desarrollo y las estrategias metodol6g \oricamente marcan su diferencia respecto de otras cienci sociales. Hay que revisar eriticamente, como intentan los au- lores de este volumen, las contribuciones de la antropologia urbana hecha en México y su ubicaciGn en la antropologia in- u 12. LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA, ternacional, asf como identificar sus c é seracional if campos estratégicos y las Varios trabajos solicitados para e: jtados para este volumen refieren los re- vacin eno, entrevitas euaitaivas 9 regio de po- css deme ag dren en nidades urbana esis o means: barrios, centros histreos, fests y hablos ove: bles. La aniopolga mexiana ha realizado conibucones sulcatus en palabras de Maria Ana Portal y Parl Saf re Io que se observa al "mirar lo metropolitano desde lo Sin Hew alunos afore cosa Cae eal tno, valorar lo que la antropologia puede conocer de las perfe- ; ede conocer de las perif rias gigantescas de una megal6polis como I ‘ res gigantea -zalopolis como la capital mexicana, los medio de comunicaia, as politias clues yee _ Por tanto, a antropologia ofrece ah i ia ofrece ahora, mediante etnografias prolongndasy densas ports cualiaos as ciones interéinieas e interculturales en las ciudades, que aproximacion de los antropélogos inhibieron durante much compe Ik colgteten 2. GapideerorolotMltada 3 lad Se praticado menos “una antropologa de ocd que una antropologia en la ciudad” f..]“La ciudad es, por lo tanto, mas el lugar de investigacién gue su objeto” (Duh 1996, p. 13), aunque debemos alarar que éta es una cuestion sie de reser tambien para ars pings cao es ine ible abarcar con un solo concepto —el de cultura urbana la ae ae nan a arieaear Wan eaeea eae realmente un fenfmenounicadoy distin del ecto ano, incluso en aglomeraciones tan complejas y heterogé neas como Sto Paulo acd de México 0 serfa preferible hablar de vaviostpos de cltura dentro de ocd? Ena so, as dslimitaciones deben hacersesiguiendo criterios de se Social, de onanizacién del espacio tt otros? LAAN TROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URDANA [NUuvaS PIVERSIDADES sraunsenestiones, que han ido reconfigurando el programa 4c si tnte de la antropologia, vienen mostrando, ai mist eennseets Tecundidad de sus instrumentos conceptusles Y 1° ve cos para encarar aspectos claves de las ciudades co” i conjunto de las ciencias sociales. ‘etnporaneas gue interesan al ee eenarime a tres: la heterogeneidad multicultural, la Se vy acidn intercultural y social, ¥ la desurbanizaciOn + i Merogeneidiad o diversidad sociocultural, desde siempre aoa aeeeie a antropologia, aparece hoy como uno de os eo cris “desestructuradores” de la modernizacion clésica, * rodernidad’ (Beck), segtin se formulé en las teorfas viicultad para definir qué se entiende por ciudad nrhunas, Tarte, de la variedad histGrica de ciudades (nds Mer eas on fministrativas, capitales politicas y ciudades de se1- les» fades puerto ¥ turisticas), pero tal complejidad se siya on grandes urbes que ni siquiera pueden reducirse & "primera whanas. La jauuiMaracterizaciones monofuncionales, Varios autores So von que justamente la creacion de muchas funciones ¥ acti tne aes digo distintivo de la estructura urbana actual (Cas, vi oe, Signorelli, 1996). Mas asin: esa Mexibilidad en vee pono de varias funciones se radicaliza en Ja medics ‘jaw la deslocalizacion de la produceién diluye la cory esponden- site Soriea entre clertas ciudades y ciertos tipos de produc: cia bi Tanchester no es ya sinénimo mundial de la industria vio Me ionterrey o Pittsburgh de siderurgia. Las manus tex re eguipos clectronicos més avanzados pueden prod: ee nto en las ciudades globales del primer mundo com? ce an easil, México y el sudeste astatico (Castells, Hall; Sassen). ScD) idad contenida en una ciudad suele ser el resultado dcaistintas etapas de su desarrollo. En 1a capital mesicaney a ast muchas urbes europeas, coexisten por lo mens (et connec fos siguientes periodos: a) monumentos que Les dn mois de ciudades historicas con interés artistico y (ust ara n desarvollo industrial que reorganiz6 —de distin" Co: Hy en cada caso su uso del territotio; ve) tna reciente 14 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO ¥ LA CUESTION URBANA arquitectura transnacional, posindustrial (de empresas finan- cieras e informiiticas) que ha reordenado la apropiacin del espacio, los desplazamientos y habitos urbanos, asf como la insercion de dichas ciudades en redes supranacionales, La con, Nivencia de estos diversos periodos en la actualidad genera una heterogeneidad multitemporal en la que ocurren procesos de hibridacién, conflictos y transacciones interculturales deneas, Estas heterogeneidad e hibridacién provocadas por la conti. Bilidad de construcciones y modos de organizar el espacio. Correspondientes a distintas etapas hist6ricas se multiplicas con la coexistencia de migrantes de zonas diversas del snisme ais y de otras sociedades. Los habitantes de otras regiones incorporan a las grandes ciudades lenguas, comportamientos ¥ estructuras espaciales surgidos en culturas diferentes. Se observa este proceso con rasgos semejantes en las metropolis y en los paises periféricos, anulando hasta cierto punte las diferencias que el evolucionismo marcaba en otro tiempo entre ciudades de areas desarrolladas y subdesarrolladas La vecindad de los nativos con muchos otros hace reformu: lar las idiosinerasias urbanas tradicionales tanto en Onraca como en la ciudad de México, en Buenos Aires como en Ber. {in. Si bien la planificacién macrosocial, la estandarizacién inmobiliaria y vial, y en general el desarrollo unificado del mercado tienden a hacer de las ciudades dispositivos de ho- mogeneizaci6n, esos tres factores no impiden que la fuerza de la diversidad emerja o se expanda. Pero la “explosion” diferen, Cialista no sdlo es un proceso real; también se presenta como ideologia urbanistica. Desde los aiios setenta, las corrientes posmodernas que impactaron a la antropologia y el urbanisme Propician la diferencia, la multiplicidad y la descentralizacion como condiciones de una urbanidad democratica. Sin embar, £0, esta tendencia debe valorarse de maneras distintas en las metrépolis y en los paises periféricos, Como sehalé en un libs anterior (Garefa Canclini, 1995), debemos hacer esta distin, ci6n, ante todo, por razones politico-econémicas. No es lo mismo el crecimiento de la autogestin y la pluralidad huego de un periodo de planificacién, durante el cual se regulo la ox. Pansién urbana y se satisficieron necesidades bésicas —-como en casi todas las ciudades europeas— que el crecimiento LAANTROPOLOGIA EN MEXICOY LACUESTION URBANA 15 i escase7, la ex: ‘ico de intentos de supervivencia basados en la escase7, Tai sce ect Yad ss aopecaaor cele talaga lace Inubituales en Asia, Africa y América Latina. . : 6n tie con la escala, En pai- na segunda distincién tiene que ver os oe cotearene ate spec as lara nataldad, con Ciuudades planficadas y gobiernos democréticos, las digresio- vata tn deevacton'y Ix perdida de poder de los drdenes total lores pueden ser parte de una légica descentralizadora. En Cambio, en cludades como Caracas, Lima ola ciudad de Méx col diseminacion —generada por el estallido demogratico, la Snvasién popular 0 espectlativa del suelo, con formas poco clemocraticas de representacién y administracién de espacio uwhano— aparece mas como desorden que como descentrali- yacion. En vez de propiciar una integracién més abiert, segre- ey ee ee renee eraser Senate Gec ad onto de jas puede ser tun avance mniento de las estructuras planificadas pued ce ikraliador en ns ciudad de pales peificos ls politica descenralizadorss logan, # menudo, reproduett confi ingobernables, que por eso a veces “fomentan” la perpetu: cion de adinistraciones aortas y centaizadas,retcen- tes.a que los ciudadanos elijan y decidan. Algunos estudios sobre movimientos sociales suelen considerar eta destruc: track de as ciudades com estimulo para la organizacion de grupos populares, juveniles o ecologists, es deci para cons imi temnatvas ai (esorden hegeménico, Pero también pede generar dapersin y enfrentaents entre margin > excluidos,o servis de oeasion para que la especlacion ‘mobiliaria se apropie de espacios pablicos y discrimine a los desposefdos. pa de acd de Mxico resstraros un proceso de desurbon- saci, mlentras que es limos as dsinuye el uso e- creativo de los espacios piiblicos. Esto se debe en parte ala seguridad, y tambien al tendenca a refer a informacion y Tos entreteniientos llevados hasta los hogares pot la radio, la ileision el wideo en ve de a asistencia a ene, teats y especticulos deportivos que requieren atravesar largas dista Cias y lugares peligrosos de la urbe 16 _LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA Varios textos de este volumen muestran que estos desafios de las ciudades grandes y medianas pueden apreciarse tam- bién como oportunidades para revitalizar la participacion y la organizacién ciudadanas (Aguilar-Winocur, Nivén, Safa, Va- Jenzuela). Cuando los Estados-nacién pierden capacidad de convocatoria y administracion de lo piiblico, las ciudades re- surgen como escenarios estratégicos para el avance de nuevas formas de ciudadanfa con referentes més “concretos” y mane. jables que los de las abstracciones nacionales. Los ambitos urbanos ofrecen posibilidades de especificar la participacion en los flujos transnacionales de bienes, ideas, imagenes y per. sonas. Lo que se escapa del ejercicio ciudadano en las decisio. nes supranacionales pareciera recuperarse, en cierta medida, en las arenas locales vinculadas a los lugares de residencia trabajo y consumo (Dagnino, Ortiz). Quienes ahora se sienten mis que ciudadanos de una nacién, “espectadores que votan” Teencuentran en las nuevas formas de reconocimiento de las diferencias, “compactacin y retervitorializacién’” de las de ‘mandas, que hacen posible las ciudades, modos de reubicar el imaginario nacional en movimientos de “conmensurables ciu- dadanos desintegrados” (Holston-Appadurai, pp. 192-195). Reperinir Las ciupapes Estos cambios de la multiculturalidad y la segregacién, de lo local y lo global, que se manifiestan con particular fuerza en las grandes urbes, exigen redefinir qué entendemos por ciudad y por tanto las maneras de estudiarla. $i bien aqui nos concen- tramos en la tarea antropoldgica, es dificil aislar lo que com- petirfa a esta disciplina de las condiciones actuales del trabajo inter o transdisciplinario, Se advertiré esta apertura del enfo- que antropolégico en la mayoria de los anzlisis que sigue tanto en Jos planteamientos como en la necesidad de citar cor juntamente a antropélogos y a socidlogos (Manuel Castells, Anthony Giddens, John Keane), comunicélogos (Jestis Martin Barbero, David Morley, Guillermo Orozco) y especialistas en estudios culturales (Stuart Hall, Beatriz Sarlo, Raymond Williams). LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 17 Usa multiplicidad de perspectivas es indispensable para captar los cambios ocurridos en ciudades que “responder inal a las prescripeiones del urbanismo modernizador. Desde cesta normatividad, veriamos a muchas ciudades mexicanas y latinoamericanas como intentos fallidos o insatisfactorion Mais que soluciones o respuestas estabilizadas, hallamos una Sicesion de improvisciones y plnificaci, con seriasdificul {ades para prever las transformaciones y adaptarse a elas. Tal atipicidad de la urbanizacion en América Latina requiere situarse de modo particular en los movimientos teéricos que huscan redefinir qué son las ciudades. Sabemos que una p! tera linea consistié en oponerlas a lo rural, 0 sea, concibién- dolas como lo que no es el campo. Este enfoque, ampliamente tutilizado durante la primera mitad del siglo, llevé a enfrentar en forma demasiado tajante el campo como lugar de las rela- ciones comunitarias, primarias, a la ciudad, que seria el espacio Uc las relaciones asociadas de tipo secundario, donde habria mayor segmentacién de los roles y una multiplicidad de perte- nencias. En varios pafses en proceso de industrializacion esta tendencia fue utilizada hasta los aitos sesenta y setenta, Te6ri cos destacados, como Gino Germani, desarrollaron este enfo- en estudios sobre América Latina, especialmente sobre intina. Segiin este autor, la ciudad era el nticleo de Ia mo- demidad, donde fue posible desprenderse dels relaciones de >ertenencia obligadas, primarias, de los contactos intensos tle tipo familiar y barval propios de los pequetios pueblos. y pasar al anonimato de las relaciones electivas y la diversifica- cién de roles. Entre las muchas eriticas que se han hecho a esta oposicién lajante entre lo rural y lo urbano cabe recordar que se detiene en Ja dilerenciacion descrip, sin expiea ns coincidencias recuentes entre lo que ocurre en el campo, o en pequenas poblaciones, lo que sucede en las ciudades, Por ejemplo, c6- 10 lo rural esta dividido por conflictos internos a causa de la interaccién con las ciudades. O, a la inversa, en las ciudades mexicanas y latinoamericanas suele decirse que som citdar es “invadidas” por el campo. Se ve a campesinos circulando fn encaros con caballos, aor “rurale” dels cals, como si nunca fuera a pasar un coche, es decir, intersecciones entre 18 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA Jo rural y lo urbano que no pueden comprenderse en términos de simple oposicion. Un sepundl tipo de definicion que tiene una larga trayecto- ria, desde la Escuela de Chi grifico-espaciales. Wirth definia la ciudad como la localiza- cin permanente relativamente extensa y densa de individuos socialmente heterogéneos. Una de las principales criticas a esta caracterizacion geografico-espacial es que no da cuenta de los procesos histéricos y sociales que engendraron las es- tructuras consideradas urbanas, como son la dimension, la densidad y la heterogeneidad (Castells, 1973). En tercer lugar ha habido criterios especificamente econ6- micos para definir a las ciudades. Se las entiende como resul- tado del desarrollo industrial y de la concentracién capitalista (Harvey, 1985). En efecto, la organizacion urbana ha propicia- do una mayor racionalizacién de la vida social al estructurar y distribuir del modo mas eficaz, hasta cierta época, la repro- duccién de la fuerza de trabajo concentrando la produccién y el consumo masivos. Pero este enfoque econémico suele des- arrollarse dejando fuera los aspectos culturales, la experiencia cotidiana del habitar y las representaciones que los habitantes nos hacemos de las ciudades. Al achicarse el lugar de las in- dustrias y crecer los servicios, entre ellos los culturales, turisti- cos y otros de sentido simbélico, vamos viendo de otra manera Ja vida urbana. De una ciudad chura —escribe Raiil Nieto— construida por razones y priicticas materiales, econsimicas y sociodemograticas, entamente el paradigma se ha ido desplazando hacia una semiologia del espacio, cl cual cada vez es mas visto como un tejido de representaciones, de cexperiencias que producen sentido. Yano basta la biisqueda de expli caciones, ahora se hace necesario transitar a las interpretaciones, La antropologta considera ahora alas ciudades no s6lo como un fenémeno fisico, un modo de ocupar el espacio, sino tam- bign como lugares donde ocurren fendmenos expresivos que entran en tensién con la racionalizacién o con las pretensiones de racionalizar la vida social. La industrializacién de la cultura a través de comunicaciones electrénicas ha vuelto més evidente el papel de esta dimension de las experiencias urbanas. LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 19 Podemos decir que, en cierto modo, todas estas teorfas —si estamos pidiendo una definicién de lo urbano— resultan falli- das. No dan una respuesta satisfactoria, sino maltiples aproxi- maciones que hoy coexisten como partes de lo verosimil, de lo que nos parece que puede proporcionar cierto sentido de la vi- «la urbana, Pero la suma de todas estas definiciones no se ar ticula facilmente, no permite acceder a una definici6n unitaria, mas 0 menos operacional, para seguir investigando las ciuda- des, Esta incertidumbre acerca de la definicién de lo urbano se vuelve atin mas preocupante cuando abordamos a las megaciudades MEGALOPOLIS: DESVANECIMIENTO Y RECONSTRUCCION DE LO URBANO Hace sélo medio siglo las megalépolis eran excepciones. En 1950 s6lo dos ciudades en el mundo, Nueva York y Londres, superaban los ocho millones de habitantes. En 1970 ya habia 11 de tales urbes, cinco de ellas en cl llamado tercer mundo: tres en América Latina y dos en Asia. Para el afio 2015, segiin las proyecciones de las Naciones Unidas, habré 33 megaciuda- des, 21 de las cuales se hallaran en Asia. Estas megalopolis impresionan tanto por su desaforado crecimiento como por su compleja multiculturalidad, que desdibujan su sentido histori- co y contribuyen a poner en crisis las definiciones con que se pretende abarcarlas. Qué es uma megaciudad? Los estudios realizados en los til timos afios en ciudades como las de México y Sao Paulo con- ducen a reformnlar la nocién habitual en la bibliografia espe- cializada, que usa ese término para referirse a la etapa en que tuna gran concentraci6n urbana integra otras ciudades préxi- mas y conforma una red de asentamientos interconectados. Sin duda, esta caracterizaci6n espacial es aplicable a la capi- tal mexicana (Messmacher, Ward), que en 1940 tenia 1644921 habitantes y actualmente supera los 17 millones. Sabemos que entre los principales procesos que generaron esta expansién se hallan las migraciones multitudinarias de otras zonas del p y la incorporacién a la zona metropolitana de 29 mu aledaitos. 20 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA, Pero en estos mismos 50 aftos en que la mancha urbana se ex- tendi6 hasta ocupar 1 500 kilémetros cuadrados, volviendo im- practicable la interaccién entre sus partes y evaporando la imagen fisica de conjunto, los medios de comunicacién se ex- pandieron masivamente, establecen y distribuyen imagenes que reconectan las partes diseminadas. En varios estudios de este volumen (Aguilar-Winocur; Garcfa Canclini-Rosas Mantecér Niv6n) se observa que la misma politica econémica de moder nizacién industrial que desbord6 la urbe promovi6 paralela- mente nuevas redes audiovisuales que reorganizan las practicas de informacion y entretenimiento, y recomponen el sentido de Ia metrépoli, Es posible extraer una conclusién teérica del hecho de que mientras la expansién demografica y territorial desalienta a muchos habitantes ubicados en la periferia para asistir a los cines, teatros y salones de baile concentrados en el centro, la radio y la televisi6n llevan la cultura a 95% de los hogares. Esta reorganizaci6n de las pricticas urbanas sugiere que la caracterizaci6n socioespacial de la megalpolis debe ser completada con una redefinici6n sociocomunicacional que dé cuenta del papel reestructurador de los medios en el desarro- To de la ciudad La hipétesis central de esta redefinicién es que la megal6polis integra grandes contingentes poblacionales no s6lo conurban- dolos fisica y geogrificamente, sino conectindolos con las ex- periencias macrourbanas a través de las redes de comunicaci6n masiva, Por supuesto, la conexién medisitica de ciudades me- dianas y pequefias, el hecho de que la oferta televisiva e infor- matica puede recibirse con amplitud también en conjuntos de 10000 habitantes, evidencia que ésta no es una caracteristica exclusiva de las megaciudades. Lo que distingue a una mega- J6polis como la capital mexicana, o, en otra escala, Tijuana, es la densidad de interconexiones globales que ofrece junto a ‘empresas transnacionales y organismos de gestién o servicios que las eligen como sede, la mezcla multicultural de pobladores nacionales y extranjeros, asf como el contar con servicios ins- talados en esas localidades (hoteles, restaurantes, entreteni- nientos diverisficados) que atraen a actores globalizados. Si la antropologia urbana hecha en México acumula mas conocimientos sobre los grandes centros urbanos es porque LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 21 (ambien las institueiones académicas con mayor desarrollo se concentran en la capital y en unas pocas grandes ciudades, co- ‘no Guadalajara y Monterrey. Sin embargo, hemos tratado de compensar en alguna medida este desequilibrio. Ana Rosas Mantecén muestra en st trabajo cémo se viene encarando des le miltiples perspectivas un tema clisico de Ia antropologia mexicana —el patrimonio historico— al situarlo como parte lel desarrollo urbano, con diferentes enfoques en niicleos habitacionales de origen indigena, ciudades coloniales restau- ‘las 0 centros historicos de diversas zonas del pais. Ratil Nie- to vecorre las contribuciones de los estudios antropolégicos en lus ciudades industriales con fabricas tradicionales, fabricas roconvertidas y centros de produccién cuyo tejido urbano es relormulado debido a la interaccién de industrias, servicios linancieros y mediaticos: asf reaparece, en nuevos contextos, lu pregunta por la comunidad de la antropologia clisica, 0 sea, mo se forman comunidades laborales en estos diversos es- cenarios de trénsito de lo tradicional a lo moderno, de lo local «lo global La peculiaridad de las ciudades formadas 0 reformadas por las maquiladoras es considerada en el texto de Nieto y en el halance de la antropologia urbana en la frontera elaborado por José Manuel Valenzuela, quien ademés se detiene en la reconfiguracién gestada por las migraciones, las empresas iransnacionales y los conglomerados urbanos binacionales, como Tijuana-San Diego o Ciudad Juarez-EI Paso. Onsro ¥ MEvOD0: cQUE DIFERENCIA A LOS ANTROPOLOGOS? Cabe preguntar, por tiltimo, qué distingue lo que dice la antro- pologia de las ciudades de lo que pueden conocer otras dlisci- plinas como la sociologia, el urbanismo y la semistica, Algu- nos autores (Herzfeld, 2001, capftulos 2 y 6) sostienen que la produccién antropolégica del saber sigue teniendo su especifi- cidad en la obtencién de datos mediante contacto directo con grupos pequefios de personas. Reconocen que el desarrollo de ios estudios en ciudades ha modificado la duracién del trabajo de campo, la convivencia constante y cercana con los grupos 22, LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA observados y entrevistados, y que los nuevos recursos tecnolé- gicos (desde las grabadoras y las cémaras portatiles hasta las encuestas computarizadas) pueden ayudar a conseguir infor- macién en escalas mas apropiadas para la vida urbana. Pero afirman que la observacion de campo y la entrevista etno- gréfica siguen siendo los recursos especificos de la investiga- ci6n antropologica. A diferencia de la sociologia, que constru- ye a partir de cuadros y estadisticas grandes mapas de las estructuras y Jos comportamientos urbanos, el trabajo antro- poldgico cualitativo y prolongado facilitaria lecturas de las interacciones sociales, Varios antropélogos sefialan que, al disminuir la conviven cia del investigador con la poblacién que estudia y no compa tir plenamente sus condiciones de existencia (pobreza, violen- cia, dificultades para sobrevivir), existe el riesgo de buscar “en la interacci6n simbélica la identificacién con los valores y aspiraciones de la poblacién que estudia” (Durham). Esto ex- plicarfa la sobrestimacién de los aspectos culturales en la vida urbana y del andilisis del discurso o de los procesos simbélicos en muchas investigaciones. Sin duda, tanto en los paises cen- trales como en los periféricos la dedicacién de los antropélo- gos a estudiar las ciudades fue decisiva para que se preste atencién a los aspectos culturales que habian sido —y son atin— descuidados en los trabajos de demografos, economis- tas y socidlogos que nos precedieron en la investigacién urba- na, Pero ni la tradici6n de la antropologia como disciplina ni el cardcter, indisolublemente econémico y simbélico, de los procesos urbanos justifica que se limite la exploracién antro- polégica a la dimensién cultural El crecimiento de las ciudades y el reordenamiento (o el desorden) de la vida urbana estén vinculados a cambios econé- micos, tecnolégicos y simbilicos cuyo entrelazamiento obliga a sostener el estilo Clasico antropolégico que considera con- juntamente esas diversas dimensiones de los procesos sociales, Asf se hace en los aftos ochenta y noventa del siglo xx en inves- tigaciones sobre el significado econémico y cultural de los movimientos sociales urbanos y de la condicién obrera, de Ia desindustrializaciOn neoliberal, de los mercados informales y las estrategias de sobrevivencia (Arias, Dagnino, Adler Lomnitz, LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 23, Nieto, Nivén, Sevilla-Portal, Sillva Tellez, Valenzuela). Cito solo a autores de Brasil y México en parte para limitar a unos ejemplos la vasta bibliograffa sobre el tema, y también porque ch estos dos paises latinoamericanos se concentra el mayor nuimero de estudios antropologicos sobre cémo se combinan uspectos econdmicos, politicos y culturales. Se aprecia esta vision multidimensional, sobre todo, en las investigaciones del sivnifieado de las formas de residencia en relaci6n con los ‘omportamientos laborales, la vida familiar y la condicién de ypsnero en Ia participacién sindical y ciudadana. Desde luego, sist posicion puede hallarse también en antropologos de las mictr6polis, como algunos de los ya citados. No obstante, salvo algunas excepciones, dichos estudios son unis de antropologfa en la ciudad que de antropologfa de la iad. En el conjunto de la disciplina, son atin escasas las in- vestigaciones que interrelacionan lo micro y lo macrosocial,, lo uualitativo y lo cuantitativo en una teorizaci6n integral de las iudades. Es principalmente en algunos centros metropoli- anos (Chicago, Nueva York, Paris, Londres, Estocolmo) don- le se ha vuelto comin comprender las experiencias de co- munidades, “tribus” y barrios como parte de las estructuras y redes que organizan el conjunto de cada ciudad (Appadurai, Hanner2). Una posicion distinta sittia Ja diferencia antropolégica no Lanto en el objeto como en el método. Mientras el socidlogo habla de la ciudad, el antrop6logo deja hablar a la ciudad: sus observaciones minuciosas y entrevistas a profundidad, su modo de estar con Ia gente, buscan escuchar lo que la ciudad liene que decir, Es logico que esta vertiente se manifieste mas con las etnografias locales y acotadas: de barrios, vecindades y liestas, como lo registran los textos incluidos aqui de Maria Ana Portal, Patricia Safa y Maritza Urteaga. Por supuesto, estas mismas autoras recogen con mayor amplitud las voces le Jos actores en sus investigaciones mas extensas que en los balances conceptuales y panoramicos presentados en este vo- lumen, Estas tres maneras de recuperar las tradiciones del estudio ntropolégico —la reivindicacion de la etnograffa, la integra- cidn de lo socioeconémico y lo simbélico, y el “método” de 24 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA, dejar expresarse a las “teorfas nativas”— pueden enriquecer la investigacisn urbana. Pero este estilo de trabajo necesita tras cender las comunidades locales para participar en la redefini ci6n de las ciudades y de su lugar en redes transnacionales. No tenemos por qué apartarnos como antropélogos de la autono- mifa de los barrios, 0 de las “comunidades”, y callar lo que nues- tra disciplina puede decir sobre la ciudad en conjunto. Por qué no reinventar nuestra profesin en las megaciudades, en vez de repetir en ellas una concepcién aldeana de la estructura y de los procesos sociales? ¢No es necesario, para estudiar apropiadamente lo urbano, ocuparse de las nuevas formas de identidad que se organizan en las redes comunicacionales masivas, en los ritos multitudinarios y en el acceso a los bie nes urbanos que nos hacen participar en “comunidades” inter nacionales de consumidores? Los textos que siguen tratan de demostrar que la antropologfa puede iluminar las nuevas modalidades de multiculturalidad e interculturalidad que se generan en los intercambios migratorios (José Manuel Valen: zuela, como antes lo hicieron Roger Rouse y Renato Rosaldo} de comunicacién y consumo desterritorializados (Garefa Can: clini-Rosas Mantecén, Nivén). Dentro de las tendencias homo. geneizadoras resaltadas por las investigaciones econémicas ¥ sociolégicas, tratamos de discernir cémo los grupos constru yen perfiles peculiares en los distintos escenarios urbanos, en el centro y en las periferias, De acuerdo con esta perspectiva, lo que mejor distinguir’ a los antropélogos es la antigua preocupacién de esta disciplina por lo otro y por los otros. Pero lo otro ya no es tinicamente lo tervitorialmente lejano y ajeno, sino la multiculturalidad cons- titutiva de la ciudad en que habitamos. Lo otro lo lleva el propio antropélogo dentro de sf en tanto participa de varias culturas locales y se descentra en las “comunidades” transnacionales (Auge) Los problemas actuales dle una antropologia urbana no se reducen a entender cémo concilia la gente la velocidad de la urbe globalizada con el ritmo lento del territorio propio. Nue tra tarea es también explicar cémo la aparente mayor comut caci6n y racionalidad de la globalizacion suscita formas nui vas de racismo y exclusidn. Las confrontaciones que hoy se LA ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA osusperan en tantas ciudades, sean Los Angeles 0 México, \Multid o Tijuana, hacen pensar que los antropélogos no pode: thw conttentarnos con ser apologistas de la diferencia. Se trata {v imainar cémo el uso de la informacién internacional y la innultinea necesidad de pertenencia y arraigo local pueden esisti; sin jerarquias discriminatorias, en una multicultura- lial democratica. ‘nis textos de este yolumen hablan de Tos desastres urbo- hos (particularmente el articulo de Rossana Reguillo) y de quie- ties tienen dificultades para integrarse (en especial la contribu- iin dle Maritza Urteaga y Carles Feixa); pero estos autores ivtian sus andlisis en una perspectiva critica y tedrica. Evitan, i, la tendencia de nuestra profesién a ocuparse preferente- mente de lo que se va extinguiendo o de los marginados. La ‘niaci6n se potencia cuando en algunas megal6polis se multi- plican los textos literarios, periodisticos y cientificos que hrablan del “fin de la ciudad” (Davis, Lynch, Sennet). Las alar- ins desatadas por el desbordamiento demografico, los embo- tellamientos automovilisticos, la contaminacién del aire y del ita, excitan el lado melancélico de la antropologia, su dispo- .icién a estudiar el presente anorando las pequefas comuni ladles premodernas. . Se trata mas bien de discernir entre lo que efectivamente woniza en ciudades medias y grandes por el reordenamiento ‘econémico, teenolégico y sociocultural —no sélo urbano, sino mundial— y las nuevas formas de urbanidad. Hemos tratado de cxplorar la antropologia urbana, en este punto, como una de las partes de la disciplina con mayores posibilidades de demos- lrar que, mas que complacernos en lo efimero, debemos des- centrafiar las promesas y dar elementos para tomar decisiones cen los dilemas del cambio macrosocial. En bucna medida, este libro intenta mostrar caminos ya avanzados para reformular lo que la sociedad espera de los antropélogos. Esta disciplina, tan significativa en México en el proceso de construccién de la modernidad y de integraci6i multiéinica de la nacién, puede aportar también perspectivas sobre los modos en que la sociedad se organiza ahora en los espacios urbanos. Sigue habiendo sociedad, aunque las for- mas tradicionales, indigenas y campesinas no tengan ya el 26 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA, peso que conocicron hasta mediados del siglo xx. Sigue ha: biendo ciudades, aunque el orden consagrado en el urbanismo de la primera modernidad sea modificado por otros modos de organizar los territorios, interacciones entre centros y peril rias, espacios desintegrados y medios que los reconecian, nue vos mods de trabajar, festejar y viajar Al hablar de los fenémenos urbanos, escribié una de las fun: dadoras de la antropologfa urbana en México, Larissa Lomnitz “estamos refiriéndonos a estructuras culturales nacionales, como por ejemplo el parentesco y las culturas politicas” (...) “Podria decirse, asf, que los estudios urbanos nos Hevan, cada vez més, a una antropologfa de la nacién” (Lomnitz, 2001 190). Estos modos crecientemente abiertos de practicat la an tropologia remiten a lo que ocurre en esta forma prevaleciente de lo local que es la ciudad a la nacién, las fronteras, las mi: sraciones, los mercados transnacionales y aun la globalizacién, La antropologia es, entonces, esta manera de captar la densidad de lo inmediato, lo cual la sitia en el devenie intercultural del mundo. BIBLIOGRAFIA Adler Lomnitz, Larissa, Redes sociales y poder: ensayos de an tropologta latinoamericana, Flacso/Miguel Angel Porria México, 1994 Arias, Patricia, “La antropologfa urbana ayer y hoy’, Ciudades 31, nvIt, México, julio-septiembre de 1996 Augé, Mare, Le sens des autres. Actualité de Vantropologie, Fa- yard, Paris, 1994, Beck, Ulrich, Qué es la globalizacion?: falacias del globalismo, respuestas a la globalizacién, Paidos, Barcelona, 1998 Caldeira, Teresa, "Un nuoveaut modéle de ségrégation spatiale: les murs de Sao Paulo”, Revue Internationale des Sciences Sociales, Villes de Vavenir: la gestion des transformations sociales, ntim. 147, uxescoltxés, marzo de 1996. Castells, Manuel, La cuestion urbana, Siglo XX1, México, 1973 ., La ciudad informacional, Madrid, Alianza, 1995. LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 27 Daunino, Evelina (org,), Os anos 90: politica e sociedade no Brasil, Brasiliense, So Paulo, 1994. Davis, Mike, City of Quatz: Excavating the Future in Los Ange- les, First Vantage Books Edition, Nueva York, 1992. Durham, Eunice R., “A pesquisa antropolégica com popula- ‘Ges urbanas: problemas e perspectivas”, en Ruth Cardoso A aventura antropologica. Teoria e pesquisa, Paz ¢ Te Rio de Janeiro, 1986. Lames, E., y J. G. Goode, Anthropology of the City, N. J., Pren- lice-Hall Inc., Englewood Cliffs, 1973. Ustyada, Margarita, et al,, Antropologia y ciudad, cresas/uaw-t, México, 1993. Garefa Canelini, Néstor, Culturas hibridas. Estrategias para en7 rar y salir de la modernidad, Grijalbo, México, 1989. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalizaci6n, Grijalbo, México, 1995, Hall, Peter, “La ville planétaire”, Revue Internationale des Scien ces Sociales, Villes de Vavenir: le destin des transformations sociales, ntim. 147, unescoltees, marzo de 1996. Hannerz, Ulf, Cultural Complexity. Studies in the Social Organi- cation of Meaning, Columbia University Press, Nueva York, 1992, Harvey, David, The Urbanization of Capital, Ba ‘Oxford, 1985. Herzfeld, Michael, Anthropology. Theoretical Practice in Culture and Society, Blackwell Publishers/uxesco/most, Massachus- setts, eua/Oxford, Reino Unido, 2001 Holston, James, “Spaces of Insurgent Citizenship”, Planning Theory, 13, 1995, pp. 35-51 Holston, James, y Arjun Appadurai, “Cities and Citizenship", Public Culture 8 (2), University of Chicago, 1996, pp. 187-204. Lynch, Kevin, La imagen de la ciudad, Gustavo Gili, Barcelona, 1984. Kemper, Robert V,, y Benjamin Kratct (eds.), Urban Anthro: pology and Studies of Cultural Systems and World Economic Development, vol. 20, néim. 3, 1991. Mela, Antonio, “Ciudad, comunicacién, formas de racionali- org. il Blackwell, dad”, Didlogos de la Comunicacién, 23, Lima, 1989, pp. 10-16, Messmacher, Miguel, México: megalépolis. Evolucion y dind~ 28 LAANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA, mica de los municipios conurbados de la ciudad de México, ser, México, 1987. Nieto, Ral, “Experiencias y précticas sociales en la periferia de la ciudad”, en Néstor Garcia Canclini (coord.), Cultura y comusnicacion en la ciudad de México, Grijalbo, vol. 1, Méxi- co, 1998, pp. 234- 276, Nivén, Eduardo, “La metrépoli como problema cultural”, en Margarita Estrada et al., Antropologta y ciudad, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropolo- gia Social/Ediciones de La Casa Chata, México, 1993, pp. 59-74, —, “De periferias y suburbios. Territorio y relaciones cul- turales en los mérgenes de la ciudad’, en Néstor Garcfa Canclini (coord.), op. ei, pp. 204-23 Ortiz, Renato, Cultura e mundializagdo, Brasilense, S40 Paulo, 1994 Perulli, Paolo, Atlas metropolitano. El cambio social en las grandes ciudades, Alianza Universidad, Madrid, 1995, Rosas Mantecén, Ana, “La puesta cn escena del patrimonio mexica y su apropiacién por los piiblicos del Museo de! ‘Templo Mayor”, en Néstor Garefa Canclini (coord.), Fl con- sumo cultural en México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1993, pp. 197-233. Sassen, Saskia, The Global City, Princeton University Press, Nueva York/Londres/Tokio, 1991 Schilling, H., “Urbanization without Urbanism. The Transfor- mation of the Frankfurt Interland”, Urban Europe. Ideas and Experiences. Anthropological Journal of European Cul- ures, 2, 1993 Sennet, Richard, La coscienza dell occhio. Progetto e vita socia- le nella citté, Feltrinelli, Milén, 1992. Sevilla, Amparo, y Miguel Angel Aguilar (coords.), Estudios re- cientes sobre cultura urbana en Mexico, Plaza y Valdéslinaa, México, 1996. Signorelli, Amalia, Antropologia urbana. Introduzione alla ri- ‘cerca in Halia, Guerini Studio, Milin, 1996. Silva, Armando, Imaginarios urbanos. Bogotd y Sido Paulo: cul- uray contunicacién urbana en América Latina, Tercet Mun- do Editores, Bogor, 1992. A ANTROPOLOGIA EN MEXICO Y LA CUESTION URBANA 29 illva Tellez, Vera, "Sociedade civil e a construcao de espacos ublicos”, en E. Dagnino, op. cit., 1994, pp. 91-102. Vslenzuela, José Manuel, ;A la brava, ése! Cholos, punks, cha- rus banda, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, 1988 Ward, Peter, México: wna megaciudad, Alianzaicxca, México, 1991 De la fragmentacion urbana al estudio de la diversidad en las grandes ciudades Mania Ana PortaL y Parricia Sara BARRAZa Iwrropuccion El presente trabajo busca explorar cémo han sido abordados espacios urbanos especificos —pueblos, barrios y vecindades— desde la perspectiva antropolégica en México, qué influencias te6ricas han tenido estos diversos abordajes y qué fenémenos de la realidad social mexicana se aleanzan a explicar desde ellos. Nos centraremos basicamente en los estudios sobre el Distrito Federal, aunque mencionaremos algunos de los trabajos, que se realizaron en el pais para ejemplificar las tenden zgenerales del andlisis. Asimismo, aunque el periodo que nes interesa presentar es el de las dos tiltimas décadas —los ochenta y noventa—, consideramos necesario contextualizar los estu- ios en algunas décadas anteriores con trabajos pioneres sobre la cuestién, e identificar las nuevas tendencias de inves- tigacién que comienzan a perfilarse sobre este tema, DEL CAMPO A LA CIUDAD! UNA AVENTURA ANTROPOLOGICA ¢Se puede hablar de una manera especifica en que la antropo- logia se ha aproximado a la ciudad? Si bien este objeto ce estudio, la ciudad, es compartido por distintas disciplin mo a sociologia, la ciencia politica, la arquitectura, las cien- cias de la comunicacién 0 la psicologia social, la antropolog/ se ha distinguido, desde hace algunas décadas, por trabajar en espacios urbanos locales, acotados geogréfica y/o simbdli x0 DE LA FRAGMENTACION URBANA 31 como son los barrios, los pueblos, las colonias y las voindlades, Esta manera de mirar a la ciudad nos introduce ovesaviamente al problema —atin no resuelto— de la delimi- lucion del concepto de comunidad.’ El concepto de comu- hivhal fue utilizado como referente basico en la antropologia Js y, aungue muy cuestionado en estos contextos, reviste ‘nuayores problemas al aplicarlo al caso de las ciudades: ¢Es un }uutio, un pueblo o una colonia urbana Ta unidad de andlisis iuloal para ser trabajada desde la perspectiva de la antropolo- \u hana? ¢Es posible acotar el vecindario solamente por las Iclimitaciones histéricas y geopoliticas que buscan diferen- inv un hugar de la ciudad de otro? Este tipo de recortes outticren ser pensados desde la metropoli? ¢Se puede pensar |i metrépoli a partir de estos espacios fragmentados de la cit ul? ¢C6mo articular los procesos vecinales con los metropo- litanos? [in la década de los cincuenta se inicié en México el interés por analizar la ciudad desde la perspectiva especifica de Inutios, colonias y vecindades. El precursor de este enfoque ue Oscar Lewis, quien propuso una metodologfa y una apro- imacién teérica particulares, con miras a analizar los micro- pvovesos de habitar la ciudad de México. En ese marco, for- vuul6 un concepto de alcance a largo plazo: el concepto de ‘cultura de la pobreza” (Lewis, 1965) La inteneién principal de Lewis al proponer este término era mos- tvar Ia légica interna de una “adaptacién cultural” que no podfa ser Ulefinida exclusivamente en términos negativos. La cultura de la pobreza atiende, pues, no tanto a las causas como a las consecten- "Bl estudio de comunidades es uno de los temas clisicos de la antropologta 1» México, Las investigaciones de Redfield (1941) y Lewis (1957) se conside ‘hin antecedentes importantes de un conjunto de estudios aue se propusieron ‘Splicara manera en que la modernizacion afectaba a las comunidades rua Icey urbanas, Redfield nos hereda un modelo de diferenciacion entre la vida ‘sual, caracterizada por les relaciones primarias intensasy Ta estabilidad, y Ia ‘ida urbana, que, en oposicion, se define por las relaciones secundarias, dis {antes y andaitnas. Loe estudios de Oscar Lewis se propusieron cuestionar Ia ‘alidez del modelo rediliano y buscar relaciones sociales intensas en la ci {lady confictos en las comunidades locales, Estas des perspectivas, aparente ‘mente opuestas, sivieron, sin embargo, para abrir un nuevo campo de est tlio: la chudad y fos problemas de cambio social 32 DE LA FRAGMENTACION URBANA, cias de la pobreza, que se taducen en una serie de pautas cultura. les que “tienden a perpetuarse de una generacién a otra en vittud de los efectos que ejercen sobre los nis" (Feixa, 1993, p. 61). Con esta mirada se fundaba una importante tradicién de la antropologia urbana en México que partié del andlisis y des- cripcién de los procesos de urbanizacién. En un principio el interés central que guié a Lewis fue el de analizar las conss- cuencias culturales de las migraciones del campo a la ciudad, Y ciertamente esta preocupacién daba cuenta del tipo de urbanizacion de la ciudad de México y de otras ciudad: medias del pais. Es importante destacar que entre 1950 y 1970 alrededor de cinco millones de mexicanos migraron del cam po a la ciudad (Unikel, 1978). Es también el momento de la més clara expansién territorial de la capital, En 1950 el Distri to Federal ocupaba un drea de 14650 hectareas, lo cual repre- sentaba 47.5% mas que lo que ocupaba en 1941 (Espinosa, 1991). Esta expansién territorial no resolvié la angustiosa demanda de vivienda ni la falta de servicios. En este contexto, la preocupacién de las ciencias sociales y ea Particular de Ja antropologfa por entender las formas de habi- Ja ciudad y la influencia cultural de las areas rurales en dicho proceso, resultaba relevante. El trabajo de Lewis ha sido ampliamente criticado y a pesar de los limites de su enfoque hay cuestiones que indudablemente han dejado huella en los trabajos posteriores de antropologia urbana. Una de las air maciones de Lewis que mas ha contribuido al desarrollo de los estudios de comunidades en las grandes ciudades es aque Mla en la que afirma que “hay muchas formas de vida que pue den coexistir dentro de una misma ciudad” (1988, p. 236). Esta reocupacién sobre la manera en que la experiencia urbana es diversa la encontramos, por ejemplo, en aquellos estudios que se interesaron en autalizar las causas y los efectos de la migre cion campo-ciudad. Sin embargo, la influencia de Lewis en estos estudios pioneros de comunidades urbanas fue limitada por lo controvertido de su concepto de “cultura de la pobre 2 Basta recordar Ia historia polémica que desats con Redlild (Lewis, 1988) Se pueden citar los estudios, ahora clasicos, de antropologta urbana: Ree bert Kemper (1976), Lourdes Arizpe (1980) y Margarita Nolasco (1980), DE LA FRAGMENTACION URBANA 33 1"! Donde realmente la influencia de Lewis se hizo sentir fue en cl plano metodolégico, en el que se destaca el uso de técni: 95 como los estudios de caso o familias, historias de vida, de 11s condiciones de vida y rutinas diarias, temas que orienta- on Investigaciones posteriores sobre la pobreza y la margina- lidad en las grandes ciudades. Sin embargo, las preguntas en torno a la representatividad de estos micromundos, en una ivudad tan compleja y diversa como la ciudad de México, que- slaron sin respuesta, En este sentido, a la pregunta original de Lewis sobre la manera en que los campesinos “campesinizan” lus ciudades se hace necesario agregar otras que dan cuenta ilcl nuevo momento que vive lo urbano en México: ¢son las ciudades las que devoran al campo y lo urbanizan?¢De qué anera se genera este nuevo proceso y qué consecuencias cul- turales implica? ¢Qué sucede con las poblaciones incorpora- «las? ¢C6mo se definen como parte de la ciudad? LA PREOCUPACION POR LA PORREZA Y MARGINALIDAD URBANA, Listas preguntas y las nuevas condiciones sociales generaron. otros lipos de Investigacion con diversos alcances teGricos y metodolégicos que buscaron conocer las nuevas formas de vida de la ciudad. El afio de 1968 fue un parteaguas social y (eorico, El movimiento estudiantil y la crisis econémica lleva: ron a replanteamientos profundos de Ia antropologia mexica- nia, de su papel frente al Estado-nacién y frente a los nuevos sujetos sociales que entraban en escenarios cada vez mas com- plejos. Es cuando se empieza a cuestionar el indigenismo para ener en consideracién a otros sujetos sociales: obreros, colo- nos, campesinos, burguesfa, estudiantes. Entre los pioneros tle esta mova eacenarte socal dela antrepclogin so cneontra ba Angel Palerm, quien desde la Universidad Iberoamericana * Para Lewis (1957), la pobreza viene ser un Factor que afecta Ia participa cidn de las eapas mas pobres de una sociedad en la eultura nacional, creando una “subeultura" en sf misma que tiene “sus propias modalidades y conse- Cuencias distintivas sociales y Psicoldgicas para sus miembros’, Desde rerspectiva, esta eultara“rebasa los limites de To regional, de To rural yurba- hho y aun de lo nacional” (1988), DE LA FRAGMENTACION URBANA primero y luego desde el cisinant promovié proyectos de investi gacién de lo urbano. i bi a En el marco de esta propuesta de Palerm, en 1969 Larissa Lomnitz inicia una investigacién en una vecindad —la Cerra dda del Céndor— ubicada en una colonia popular del Distrito Federal, que darfa como resultado el ya clasico libro Cémo viven los marginados (1975). Si bien su enfoque dista mucho del propuesto por Lewis, metodolégicamente sigue algunos de sus pasos y analiza un universo similar al anterior. Sin embar- 0, la distancia frente a Lewis y al culturalismo norteamerica: no se hace evidente en el contexto de la investigacién nacio- nal, pues a México Tlegan nuevas influencias que marcaror este tipo de estudios de manera profunda. Son los aftos de las dictaduras latinoamericanas, de las propuestas de la cerat, de Ja Revolucién cubana, del exilio de importantes pensadores chilenos, argentinos y brasilefios. Asimismo, y tal vez. come parte de un esquema ideolégico antinorteamericano, se acepla Ja influencia europea, particularmente la britdnica. Estos acontecimientos influiran de manera decisiva en la mirada sobre lo urbano a través de la teorfa de la dependencia y las ideas sobre la marginalidad y la relacién desigual no slo entre paises sino al interior de los mismos. Paralelamente a ello, la idea de redes sociales, propuesta por algunos britani- cos, serd una herramienta fructifera para la investigacién, Lu-1el punto de vista culturalista de la pobreza propuesto pot Lewis es sustituido por un modelo inspirado en la teorfa de siste- mas y en las teorfas sobre la marginalidad y la dependencia elabo- radas por autores latinoamericanos (vid supra). Mientras la pobre- za implica una situacién de escasos ingresos, la marginalidad se define estructuralmente por la ausencia de un rol econémico articu- lado con el sistema de produccién industrial, Pero ello no quiere decir que loz manginales se encuentra al snargen del sistema: su insercién en la economia urbana se da a través de los servicios que prestan a las clases medias (que en parte explica el nivel de vida que éstas disfrutan en Latinoamérica) yen su participaeién en la economia informal (Feixa, 1993, p. 91) El estudio de los vecindarios facilité la llegada de los antro- pélogos a las ciudades. Los vecindarios, las barriadas y las DE LA FRAGMENTACION URBANA, 35 Jnias populares fueron considerados como enclaves de gente ie se conoce, de parientes y amigos, como en las comunidades suvtles acostumbradas.® Sin embargo, a pesar de los reconoci vances que se logran en el trabajo de Lomnitz, al centrarse 11 las relaciones horizontales —en las redes sociales de super- ivencia— olvida las relaciones verticales de dominacién, de manera que, la Stavenhagen, “su estudio podfa ha- horse ubicado en cualquier area marginal de Latinoamérica: lis referencias a la sociedad mayor eran mfnimas” (Feixa, 1993, p. 92). En la siguiente década, el perfil urbano de la ciudad de Mé- sico sulritfa importantes transformaciones, de tal suerte que, ‘inales de los sesenta, los margenes urbanos se desbordaban \u no sélo por el intenso proceso de migracién campo/ciudad, ino también por la paulatina incorporaci6n real —ya no s6lo juridica— de pueblos y barrios que antafo formaban parte de ‘yiros conglomerados cercanos a la ciudad. Este proceso se consolidé con Ia ampliacién de las redes viales, particular- niente aquellas construidas para el uso de las instalaciones ‘olimpicas en 1968, que abrieron paso a la urbanizacién sobre twdo del sur —aunque no de manera exclusiva—, el cual se ‘onsideraba como la parte “rural” del Distrito Federal, Parale- lamente a este proceso, se modific6 el uso que se le daba al centro de la ciudad, el cual se convirtié en un espacio co. iereial y de instituciones gubernamentales, mas que de vi- vienda. Asi, mientras que en 1950 las cuatro delegaciones cen tvales® contenfan 73% del total de poblacién del Distrito Federal, para 1990 s6lo 23% habitaba allt En este proceso de crecimiento y de consolidacién indus- ‘vial, el perfil de la poblaci6n se modificé y la llamada “perife- via” urbana comenz6 a tener una presencia singular, pues no * En tos balances sobre el desarrollo de la ancropologia urbana se seftala ‘camo los antropologos legaron a las ciudades Nevando consigo las herra rientas conocidas (el trabajo de campo prolongado y detallado, las zencalo js las entrevistas profundas, ete.) ¥ con supuesios que durante décadas por= tnitieron reconocer la especificad disciplinaria Ia preecupacion por una perspectiva holistica, el estudio de las relaciones sociales en la comunidad yla Vida eotidiana (vase Fox, 1977; Fanny Quintal, 1983; Hannerz, 1986; Durham, 1988, y Sariego, 1988). Benito Juarez, Cuaubtémoe, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, 6 DE LA FRAGMENTACION URBANA sélo se integraban campesinos migrantes al contexto urbano, sino que la propia ciudad incorporporaba pueblos y barrios que estaban relativamente aislados y que en tiempos pasados no estaban incluidos en la traza urbana (véase Jorge Durand, 1983).” En las dos altimas décadas estos antiguos pueblos y barrios se habfan convertido en un lugar atractivo para los sec tores de la clase media y alta que buscaban tales espacios “cor: olor a provincia” un lugar mas amable para vivir (Sala, 1998) Por otro lado, la aparicién de suburbios para las clases media yalta se vio acompanado por la aparicién de las llamadas cit. dades perdidas que se articularon al paisaje urbano a gran velocidad, hasta saturar el territorio. Bajo la influencia de la sociologia urbana, sobre todo la francesa, se comenz6 a re plantear el tipo de problemas que originalmente habia llevado a Ia antropologia a interesarse en las ciudades. La década de Jos setenta, considera Alicia Ziccardi (1989), fue “un momento de ruptura, de distanciamiento con los marcos tradicionales de andlisis de la sociologia [antropologia] urbana para dar paso a la utilizacién de los conceptos y categorias marxistas en la interpretacion y andlisis de los fenémenos urbanos" (p. 293). El marxismo, al igual que las teorias de Ia dependencia, Io- gra establecer canales de comunicacién entre la sociologia y la antropologia. A partir de este momento se intensiica el cariic- ter multidisciplinario de los estudios sobre las ciudades mexi- canas, Se comparte el interés por el mismo tipo de problemas y algunos supuestos te6ricos; sin embargo, se mantienen, en algunos casos, diferencias metodolégicas importantes, > Este fendmeno es similaren otras grandes ciudades de México, como Gua dalajata, Monterrey y Puebla, nla ciudad de Guadalajara estos barrios se ‘riginaron en los viejos poblados peifércos indigenas del siglo x,y ros en 1a prosimidad de parroqulas, islesias o conventos durante los siglos 1 2x Apartir de la década de los selena v gracias al crecimiento de la mancha urbana, estas viejos pueblos y barrot fueron incorporados a fo etuded yal mercado inmobilario, Acttalmente el 4rea metropotiana de Monterrey esta {onfarmada por fo que antes fueron antiguos pueblos, como Santa Catarina, ‘San Pedro Garza Garcia, San Nieolds de los Garza, Guadalupe, General Esco bedo, Apodaca, Garcia) Juarez, donde se han constraido colonias para fos sectores populares pero iambign para las clases media y alta, La zona me ttopolitana de fa ciudad de Puebla incluye # San Pedro Cholula, Tepeaca, ‘Amoroc, San Andrés Cholula, San Miguel Xoxtla, Coronango, Cuautianeingo, Cuautinchén, Juan C. Bonilla, Qcoyuesn, Huelotzingo, San Martin Texel can y Adixco. DE LA FRAGMENTACION URBANA 7 Li aproximacién sociolégica de la ciudad puso en un pri- er plano la relacién tervitorio-poder. Desde la perspectiva rnavista, los problemas urbanos eran en realidad problemas Inbales y problemas de gestién politica, enmarcados en con- textos histéricos espectficos. Para Castells, por ejemplo (1974), |v urbano es una forma hist6rica espacial creada por el capita- lismo, Se trata, en este sentido, de lescubrir cémo los elementos del sistema econémico, del sistema ppoltico-institucional y del ideolégico, sus combinaciones y consi nvientes précticas sociales dan forma y expresion especifica al ‘spucio, que no es sélo espacio fisico, sino también espacio social (Hettin, 1982, p. 149), La antropologfa, en cambio, se interesé en el estudio de movi- nicntos urbanos que permitieron la formacién de las colonias populares y que, por lo mismo, fue posible seguir considerando- las como comunidades con limites y fronteras definidas, como Wo hicieron las primeras investigaciones en las ciudades, La »ivocupacién por estudiar las condiciones de pobreza y la orga- Nivacign seta para sobrevivir en las grandes cudades fe una tlc las herencias de los primeros estudios desde la antropologia turban, aunque el tipo de problemas a los que se quiso respon «lev habfan cambiado: de una teoria del cambio social se pasé al »voblema del poder y las desigualdades sociales y urbanas. Una {icles consecuncias mds importantes de este deslizamiento de perspectivas fue la pérdida de interés en temas clasicamente sntropoldgicos, como el de Ia relacién entre cambio social y cultural, centrales en los estudios de Redfield y Lewis. Asimis mo el estudio de barrios y colonias populares como objeto de estudio en sf mismo se diluye y éstos se convierten en el esce- nario de procesos mas amplios de lucha por la tierra como un rsunto de poder (véase Cornelius, 1980; y Jorge Alonso, 1980). LAS DESIGUALDADES URBANAS ¥ LA VULNERABILIDAD DE LAS GRANDES METROPOLIS. En los afios ochenta el interés por los estudios de pueblos, barrios y colonias vuelve a tener un lugar importante en la DE LA FRAGMENTACION URBANA antropologfa urbana mexicana. Los factores que influyeron en este movimiento intelectual son muy diversos; de ellos desta- caremos el acelerado crecimiento urbano de las metr6polis y de las ciudades medias y fronterizas del pais, el deterioro en las condiciones de vida de los sectores populares, los procesos de masificacién, los desastres naturales y los movimientos sociales vinculados a ellos, Segtin Héctor Rosales (1996) se pueden detectar tres cruces en la exposicién sobre el tema que se configuraron en “el en- cuentro entre la cultura universitaria, la cultura popular y una nueva nocién de ciudadania”. De este cruce se da una linea de exposicién dentro del género testimonial y otra de corte aca- démico. Dentro del primer género encontramos los testimo- nios directos de los pobladores, o textos en donde los investi- gadores buscaron darle la palabra a los habitantes. De ellos destacan varios trabajos como Sabado... Distrito Federal (varies autores, 1989), que Rosales (1996) define de la siguiente manera: “Este tipo de testimonio se caracteriza por su lenguaje directo, vivencial, emotivo y nostalgico; la intencién de sus autores es compartir y difundir partes de sus recuerdos, de allt que su intencién no sea la produccién de conceptos tedricos, nila reflexi6n distanciada” (p. 92). Otros textos dentro de este mismo género son los escritos por militantes de organizaciones sociales que buscan sistema tizar y difundir sus experiencias: trabajos como los de Max Mendizbal sobre Tlatelolco (1984) 0 el de Ramén Tirado sobre la Asamblea de Barrios (1990). Algunos de estos testimo- hios se insertan en los procesos de reconstruccién de la ciudad de México tras los sismos de 1985, como los trabajos de Da. min Molina, que escribe el libro Tlatelolco mi anor en 1986, © el de Mayo Murrieta y Marfa Eugenia Graf, de 1988: En donde quedaron mis recuerdos? La vecindad de Tepito. Asimis- ‘mo, organismos como Renovacién Habitacional Popular, crea do para supervisar y realizar el proceso de reconstruccién, publicaron un libro testimonial en 1988 llamado Los actores de la reconstruccién (véase Rosales, 1996). La mayoria de estos trabajos tuvo una clara distribucion geografica dentro del mapa de la ciudad y se concentré en las delegaciones del centro y del norte de la misma, Particular DE LA FRAGMENTACION URBANA 9 vale hubo una cuantiosa produccién tanto testimonial como \vvulcmica en torno a las zonas mas afectadas por los sismos: Haiclolco, el Centro, la colonia Roma y el barrio de Tepito, en \ouule se distinguen diversas miradas, las cuales incluyeron Iiushajos antropologicos, sociolégicos y de arquitectura.* En |i «lelimitacién geogréfica quedarsin fuera del foco de interés Jos barrios, pueblos y colonias del sur y del poniente de la ciu- sn qe as para ese momento, quedaban claramente incor jrovsulos al desarrollo de la megalopolis. hudablemente en lo aris ochentsel prablema de los de- sires naturales y sus consecuencias sociales y politicas ocu- pvr un lugar preponderant, Dealt se consol la Hamada spologia del desastre, En el Primer Cologuio Paul Kirchholl in el Instituto de Investigaciones Antropologicas de la uxam, tnt de las mesas de discusion trat6 justamente esta temética, onencias como las de Eckart Boege, Marfa del Carmen Fuentes Iwan Brisenio y Ludka de Gortari se publicaron posteriormente 1 el libro La etnologta: temas y tendencias en 1988." En ellas « recogen testimonios en diversas colonias del centro como la Guerrero, la Damian Carmona o la Morelos. En estos casos, smo en general los referidos a los desastres, la descripeién y Ihicacién de los lugares de estudio representan el marco para Comprender las condiciones de vida previas al desastre, y los problemas y transformaciones surgidos a partir de él. Resulta jarticularmente interesante el trabajo de Eckart Boege, “Algu- has ideas para la reordenacién de Ia ciudad de México”, en londe se tocan cuatro aspectos importantes para la reflexi6r: 1) se abre la pregunta desi con los métedos y torias aperta los por la antropologia pueden enfrentarse los retos que la viciedad moderna presenta; 2) se analiza el desesire como tina posibilidad de utopfa, es decir, como ese momento en +n exe marc cincluen 1s taboos ealrados pra Fala de Ara scatman ates de Tale de Autogobietno el basa de Tepito, tiv cm end an Se Moun ev eel emt ee itectonicos 9 urbanisicos para compronder Te problematic del int oan ep) "amin fron plas por el ns ox elas de iwstialones areatpavont fal dass de 1988! Rojas Haba 987 Drscbo Rae ota Ke BET y Rene a Pano a, 38 40 DE LA FRAGMENTACION URBANA donde el imaginario colectivo puede crear nuevos escenarios posibles para una mejor calidad de vida urbana, y articulado a ello se plantea el problema de la democracia; 3) se analiza a las victimas de los desastres (‘erremoto y San Juanico) como productos de las desigualdades sociales imperantes en esta forma de produccién; y 4) se plantea el deterioro del medio ambiente como elemento que incide en las catéstrofes, sienclo Ja propia construccién de una megalopolis como la eiudad de México un riesgo en si mismo, Posteriormente, las explosiones del 22 de abril de 1992 en Guadalajara también dieron lugar a que académicos de distintas disciplinas se abocaran al estudio de los desastres y, en este caso particular, sus efecios en la res. tructuracin de las relaciones vecinales en los antiguos barrios de la ciudad y su capacidad de negociacién con las autoridades locales (véanse Padilla y Reguillo, 1993; y Reguillo, 1996), EL. RETORNO AL BARRIO Y AL. VECINDARIO: CULTURA, IDENTIDAD La fragilidad de las urbes y la movilizacién social que avivaron los desastres “naturales o accidenales mover ie soley conciencia social, sino también renovaron el interés de inves- tgacion de mucho cletioos silo uc maban eae gencia de nuevas formas de organizacién urbana y la consoli dacién de nuevos procesos identitarios locales. La poblacién comenz6 a preguntarse por la calidad de vida en las grandes metropolis y el primer referente para este cuestionamiento fue su espacio inmediato, Esta tragedia evidencié la incompeten. cia de las autoridades para enfrentar una situacién de emer- gencia. Después de los sismos y las explosiones la poblacién ho dud en organizarse para ayudar a los damnificados, pero CARRE pi Suestlonarse sobre sus condiciones props a Hacia finales de los ochenta y durante la década de los no: venta encontramos un creciente interés por conocer la histo ria del barrio y sus problemas coneretow,y por decceibic hg formas de vida locales articuladas a la problematic de la grat Ciudad. Por ejemplo, en Guadalajara, se puede citar el trabaj DE LA FRAGMENTACION URBANA a walizaclo por Guillermo de la Peiia y Renée de la Torre (1994) \ liversos barrios y colonias populares de la ciudad, en el cual ‘skin la importancia que jug6 la Tglesia para la consolida- 1 cle estos lugares. En Zamora, Michoacan, en 1990 apare- ol libro de Victor Manuel Ortiz, El barrio Bravo de Madrigal, {vue conjunta tuna mirada hist6ri¢a y social del barrio, combi- ‘uaudlo la etnografia con una interesante reflexin te6rica, Uno «le los trabajos mas significativos y que han tenido un impacto wel estudio de los antiguos pueblos v barrios de la ciudad de Meaico es el escrito por Teresa Mora y Ella Fanny Quintal, VVieslas tradicionales del pueblo de La Candelaria, Coyoacan, 1). °. Las autoras proponen el estudio del patrimonio cultural ‘omo expresién de la capacidad creadora y la sensibilidad de todos pueblos en las diversas etapas de su desarrollo histérico, [que] esti conformado por las lenguas, usos, costumbres, tradiciones, historias orales y las diferentes manifestaciones urbano-arquitect6 nicas, por medio de las cuales se construye, mantiene y reproduce la identidad de sus habitantes (Mora/Quintal, 1989, p. 9) \ partir de la historia oral también encontramos el trabajo alizado por Jorge Aceves (1988 y 1999) en el mismo pueblo de 1 Candelaria, Coyoacén. Estas obras muestran la importancia ule la fiesta del pueblo para la organizacién vecinal, la cual se \listingue por una identidad que se arraiga en la historia, Todavia en este momento se consideraba que podfa definir- se a un barrio por una cierta cultura que le es propia (Nivén, 1989). Sin embargo, a finales de esta década ya comienza a ‘cuestionarse la pertinencia de seguir pensando en el barrio, en cc pueblo, en el vecindario como una forma de abordar el estu- lio de los espacios tan diversos y heterogéneos de la ciudad, Como sefiala Nivén, “debido a que la identidad no es una cosa, sino una relacién, este concepto nos permite sobrepasar el centorno fisico del barrio, y acceder a la dindmica sociopolitica de dichas unidades urbanas en el marco de la ciudad en su conjunto” (1989, p. 33). A partir de este momento y ante cl cuestionamiento de las perspectivas anteriores se comienzan a proponer nuevos plan- teamientos y retos para su estudio. Por ejemplo, en el prélogo del libro escrito por Reyes Dominguez y Rosas Mantecén 2 DE LA FRAGMENTACION URBANA (1993), Eduardo Nivon describe que el proyecto que cording en el barrio de Tepito se orienté todavia con estos criterios antropolégicos de buscar “comunidades” en la ciudad; es de- cir, que “pueden considerarse para el barrio limites fisicos mais ‘© menos precisos, a semejanza de las comunidades rurales, que sitven para demarear, aunque sea de una manera burda, tun objeto de estudio" (p. 14). Como el mismo Niven recono este experimento Hlev6 a las autoras del libro a confirmar ‘la importancia de la cultura para entender la dinémica social de la ciudad” (p. 15). Si bien Rosas y Reyes reconocen el apego al territorio como base de la construccién de la identidad ba- rial, también se preguntan sobre el contenido polisémico de este tipo de identidades que son decise dena Ita de ciferncia orastoscultrtes emp, mente observables, pues pra sr constitucon slo cuenta agee- los elementos yaistnciones que los actores consideran signin: trate de diferencias objetvamente inexistentes (200). Se entabla asf una dliscusién que por un lado confirma pe-o al mismo tiempo cuestiona si se puede seguir hablando del barrio, la colonia 0 el pueblo como una unidad de andlisis apropiada para investigar los referentes de identidad indivi- dual 0 colectiva. LA APROPIACION DE LO LOCAL Y LA APARICION DE 1A SOCIEDAD CIVIL Uno de los fenémenos que provocaron los desastres de la dé cada de los ochenta fue la creciente participacién de la pobla- cidn que comenzo por preguntarse por la calidad de vida en las ciudades y el primer referente para este cuestionamiento fue su espacio inmediato, Durante los siguientes aitos se pw: dieron observar la proliferacién y consolidacién de organiza- ciones sociales que desde distintos escenatios se preocupan por la obtencién y el mejoramiento de los servicios, por Ia con- n del patrimonio hist6rico y la memoria local, por la DE LA FRAGMENTACION URBANA, 8 pyservacion de las tradiciones y su difusi6n, etc. En la actua~ Juul, ks poblacién le preocupa opinar, decidir e intervenir 1: lus decisiones sobre su entorno local y, en este sentido, los udiurios y sus organizaciones se han convertido en esp: jos de participacién social (véase Ziecardi, 1998). Los alcan- politicos de estos grupos y sus demandas son inciertas ya wos itinerantes; sin embargo, es un fenémeno que forma jyrie del conjunto de manifestaciones de descontento social y lv la vevitalizacién de una sociedad civil que busca reconoci hnicnto y participacién en la toma de decisiones. Su importan- \ sc inctementa, ademds, ante un Estado en crisis que busca \ ly privatizacién y en la autogestiOn una salida a los proble- 1s de la ciudad y de la sociedad en general, \ la antropologia le result6 facil escuchar estas voces y le per sitio reactivar su interés por el estudio de los barrios y vecin: vvios; sin embargo, su mirada se habia transformado. De ‘os lugares de la ciudad tan diversos, le interes6 su historia, intender cémo se construye el sentido de pertenencia al lugar, Lradiciones y fiestas locales pero, sobre todo, analizarlos io lugares de la politica que se arraigan en lo cotidiano. Como se sefialé en los apartados anteriores, son dos los uininos que se han recorrido para estudiar los espacios acota- Juss on las grandes ciudades. Por un lado, aquellos estudios «jue se han preocupado por vincular los procesos sociales al uvitorio local inmediato. Desde esta perspectiva, el barrio y | vecindario se definen como territorios que se reconocen por us caracteristicas fisicas y por los procesos particulares so: iales y culturales que se viven en estos espacios acotados fisi- mente. E] barrio y los vecindarios, asi considerados, se tenderian como un lugar con limites y fronteras claras, con «in nombre y como una comunidad de intereses. Se piensa al vecindario como ese lugar de resguardo, de lo propio; de las relaciones intensas y cercanas que se oponen al anonimato caracterfstico de la vida urbana, Este tipo de estudios se orien: tsa buscar las convergencias, 1o compartido, lo homogéneo, y no la diferenciacién y la diversidad. Cuando se habla de “loca- lismos” se critica el acento que muchos de estos estudios le dan a la base territorial para la construccién cle identidades, y al privilegio de las relaciones intensas que fundamentan la “4 DE LA FRAGMENTACION URBANA vida comunitaria. Desde aqu{ se elaboran los cuestionamientes que han llevado a declarar la desaparicién de las identidades locales, como las vecinales, de los escenarios contemporineos, ya pensar lo local como una idea romantica pero trasnochada Por otro lado, encontramos estudios que cuestionan el enfo- que anterior y que se preguntan: gcomo pensar lo local y Io vecinal, no como una anoranza de un pasado “mejor” sino como espacio de negociacién en un contexto de fuertes des- igualdades y diferenciaciones sociales que caracteriza a las so- Ciedades contempordneas? Una primera reflexién que se co- menz6 a desarrollar desde esta perspectiva fue la necesidad de pensar lo local y Io vecinal, lo barrial, no sdlo desde adentro sino como parte de los procesos sociales mas amplios. Cierta- ‘mente, lo vecinal remite al problema de la territorializacion de los procesos sociales y culturales; sin embargo, habria que asumir el territorio no como algo dado, estatico, sin histor ino como una configuracién espacial compleja donde se lan los distintos niveles de la realidad y donde interactiian diferentes actores implicados en la delimiiacién y apropiacion del territorio con intereses e intenciones no sdlo distintos sino también, en algunos casos, contradictorios 0 en tension. Otra reflexion importante que fue emergiendo en esta discu: ines la relacin entre diversidad sociocultural, movilidad y territorio. Hoy en dia, las sociedades complejas se caracteri. zan por las relaciones fugaces y las conexiones entre gente que conoce poco de las circunstancias de los demas. Una realidad de fronteras diluidas y de movimientos continuos de cosas y personas, distinta de las sociedades en pequeita escala donde “las interacciones son muchas pero sélo entre ellos” (Hannerz, 1992). Ciertamente, la movilidad hace a la gente depender menos de las relaciones cara a cara y atentia la relacién entre sociedad, cultura y tervitorio. En este contexto de la diversidad y la movilidad se aborda hoy el estuclio de las comunidades de tipo territorial como los barrios, los pueblos y las vecindades. Estos espacios de la ciu- dad ya no son pensados como territorios con fronteras claras y definidas. Tampoco como comunidades homogéneas en su interior (véase Rivlin, 1985). Asi, la lucha vecinal por preservar o transformar los lugares DB LA FRAGMENTACION URBANA 45 idlencia se comenz6 a estudiar no como un asunto del Ii sino como expresién politica que se propone defender \inbilidad social y la autodeterminacién. \vnhias perspectivas se mantienen hoy en un dilogo no exen- embargo, estos contrapuntos han pe | desarrollo de un interés muy arraigado en la tradicién rol6gica, como es el estudio de fo local, pero que busca «iar la mirada para explicar este tipo de fenémenos como {1s de estudio contempordneos."® Un buen ejemplo de este Ichite es la revista Alteridades (afio 8, tim. 15), de 1998, don- presenta el tema “Formas plurales de habitar y construir inudad”. En este niimero escriben antropélogos, historiado- comunicélogos. Se habla de lugares y gente que habita stintas ciudades de México y otros paises. Se abordan \iwcrsos temas que se caracterizan por su complejidad porque wv presentan grupos sociales heterogéneos. Desde la mirada lol historiador se describe el surgimiento y transformacién de svuijguos barrios y pueblos para analizar el significado polisé- ive que hoy en dfa denotan como simbolos de la ciudad gra- sit los reacomodos que han sufrido como parte de la historia urbana de las grandes ciudades (véase Castillo y Castellanos), Oivos autores abordan el tema de los barrios para estudiar ‘inno se construyen y reconstruyen las identidades sociales Aceves, Pensado, Portal y Salles), En otros articulos se pr lovia el estudio de los mapas mentales —y no sélo las delimita- ‘ones territoriales— que los habitantes de las grandes ciuda- les usan para representar, trasladarse, dividir y habitar la ciudad (véase De la Torre y Nieto). Los nifios de la calle, los Hupos musicales, los indigenas, son habitantes de la ciudad iw se apropian y Construyen sus propios territorios, no necesa- lament soclalmente recanocidos por otros (Vargas, Camus, " Conviene destacar que dese la historia oral se ha publicado una serie de tvabajos que Duscan describ la historia de los antiguos pueblos y barrios ‘ino una forma de dara conocer —pero tambien preservar— la identidad wr- inona de estos lugares con arraigo historic. Entre muchos trabajos que se han jpublicado recientemente se cta el de Hans Lenz sobre el pueblo de San Angel [1536 ef de Baltazar Gomez sobre Santa Ursula Coapa (1994), el de Patricia Vensado y Leonor Corres sobre el barrio de Mixcoae (1996) yellbro sobre el Prontedn de Mezquitan en la ciudad de Guadalajara coordinado por Susana Fricheco (2000). 46 DE LA FRAGMENTACION URBANA, Ponce). Por otro lado, y como afirma Rossana Reguillo en el articulo que escribe en este mimero de Alteridades, “la ciudad no es la suma de sus barrios, pero los barrios sirven para orga- nizar a los actores sociales que lo habitan’. Desde esta pe pectiva, la ciudad se analiza como arena social en donde los intereses y conflictos de los diferentes grupos y actores socia les se resuielven (De la Pera y Safa) Otro ejemplo importante es el trabajo reflexivo presentado, en el nimero 27 de la revista Ciudades: “Culturas del espacio turbano” (1995), donde, bajo la coordinacién de Miguel Angel Aguilar Diaz y desde una perspectiva interdisciplinaria, se procura mirar los lugares urbanos no s6lo como comunidad autocontenidas y se busca presentar apectos mas complejos sobre los fendmenos sociales y culturales de los multiples y diversos espacios de la ciudad. En este niimero se habla de la “cultura urbana como descubrimiento del lugar” (Aguilar Diaz). También se abordan temas como la invasién del ambu- lantaje (Rosas Mantecén), la construccién de las imagenes urbanas (Bazan y Estrada, Giglia y Safa), el uso de los espa- cios por los jévenes y los nuevos espacios de la ciudad, como los centros comereiales (Castro-Pozo y Comejo, y Ramirez Kuri), los tianguis (Nateras Dominguez), los salones (Sevilla) y las representaciones del barrio en la m lar (Vergara Figueroa), entre otros. En este didlogo se enriquece la manera de abordar el estu- dio de los lugares de la ciudad y se mantiene el interés por analizar el barrio, el pueblo, el lugar de residencia en sf mi mos. Sin embargo, encontramos que cambiaron los supu tos, los puntos de partida, las perspectivas y las metodologtes, con respecto a miradas previas, Aqui se buseé distanciarse de aquellas perspectivas “nostalgicas” cuyo interés en los barrios, y vecindades era privilegiar el estudio de lo que queda del pasado, Pero, también, se distingui6 de otras posiciones que buscan descalificar este interés antropolégico por lo local cuando se pronostica el fin de las comunidades primordiales y se vea la ciudad como el lugar de la masificacién, el anonima- toy la superficialidad de las relaciones entre los habitantes de las grandes ciudades (Anderson, 1975; y Keller, 1975). Pensar en los urbanitas como seres desraizados y solitarios, DE LA FRAGMENTACION URBANA a yuntiniclores mas que ciudadanos, es un planteamiento que a | untropologfa le ha costado mucho aceptar. Ciertamente, las Jorsonas hoy en dia pertenecen y se identifican con diferentes 10s por la multiplicacién de posiciones sociales, redes aso- ists y grupos de referencia (Melucci, 1989). En las grandes wsbules, los encuentros son fugaces v con mucha gente. No onoce a todos y se esta expuesto a mtiltiples mensajes y Joris de comunicacién en el tiempo y en el espacio (Han- wiz, 1986). A pesar de esto, las identidades de tipo vecinal no Jk se revitalizan, sino que se han convertido en ocasién de icha politica para defender una vida de calidad. Esta nueva vin de mirar lo barrial y lo vecinal supuso importantes rup- is Gon tradiciones anteriores para explicar los nuevos retos ‘ie kis grandes ciudades presentan. ‘Una de estas conversiones consistié en trasladar la mirada ule kis delimitaciones geopol al estudio de lo vecinal ‘mo un proceso de construccién social y cultural. Es decir; lo inal comenz6 a estudiarse més como *invenciones” que no delimitaciones territoriales en donde no interesa nece- sviamente la correspondencia con los elementos objetivos 0 | veracidad de Ia historia para su legitimacién 0 eficacia ‘ollors, 1989, p. 10). Las personas se vinculan a los lugares iia @ procesos simbélicos y afectivos que permiten la unstruceién de lazos y sentimientos de pertenencia (L6pez Moreno e Ibarra Ibarra, 1996). Este proceso no es estable sino onstruido y constructor de la realidad fisico-geograica y, a twas de ello, de la sociedad de la que forma parte. Desde esta perspeetiva, lo vecinal no se asume como glorificacién roma: lic del pasado al asociarse con provincialismos o tradiciona- lismos, ya que se aborda como un asunto politico (Nadel- Kivin, 1991), Las identidades de tipo vecinal, en este sentido, vn el arma que los actores sociales esgrimen para defender «liversos intereses la mayor parte en tensién— sobre la apro- piaci6n y uso del suelo. Por esto, la lucha por la identidadl y el lorritorio dej6 de ser un asunto del pasado y se convirtié en ‘ovasion para analizar la calidad de vida de los habitantes de las grandes urbes, asf como la variabilidad social y la demo- Lo vecinal comenzé a entenderse como una representaci6n

You might also like