You are on page 1of 96
FRIEDRICH A. HAYEK Premio Nobel de Economia DERECHO, LEGISLACION Y LIBERTAD Una nueva formulacién de los principios liberales de la justicia y de ta economia politica Volumen 17 EL ESPEJISMO DE LA JUSTICIA SOCIAL OAAIG cn ISBN obra completa: 8472090833 ISBN volumes I: 47208 097-3 Tiolo oxginel: Law, Legitation and Libery Vol. 2: The Mirege of Soc Justice The Univesity of Chiago Pere, Chisase y Routledge and Kegan Paul Lig, Londres fs poe LUIS REIG ALBIOL ich A. Hayek sic dln © 6 oy © 19 pue la ea en espa: ‘Ula Ean 5 Acide de etn, 92 Sa-2 Dept ep 3. 29039-0979 Printed in Spungen en Expt fits Gufs becomes, 8. A “mis Bret 31 Madd? M30 En una sociedad libre no corresponde al Estado administrar los asuntos bumanos. De. berd limitarse a administrar justicia entre bore bres que se ocupast de sus propios asutos (Walter Lippman, An Toquity into the Prin. ciples of a Guol Suuiety, Boston, 1937, pa gina 267.) ot Prefacio Diversas circunstancias han contribuido a retrarar la pu- Blicacién de este segundo volumen y a hacer que haya sido rebasada lz fecha en que me habia propuesto entregar el bo- rrador a la imprenta, La primera y findamentat razin ha sido ‘mai propio descontenta com la version inicial del capitulo més importante de este segundo volumen, en el que abordo la ma teria que le da titulo, He consagrado a este tema un largo ca- pitulo en ef que be tratado de demostrar, mediante mumero- Jon ejemplos, que lo que se nos ofrece como exigencia de la jus- ticia social puede” en definiti i ee gt Gite Ta ronderaciones Caludo a consideraciones ya que Wifi. Frente podria bablarse de principios) sobre las que se basan los correspondis ce Frejendia, demostrar, jundamentalmente, gue la.gente munca de onerse.de.acuerda acerca de fo que la.justicid ‘oclal eelge; 9 que cualguter-intento de fijar Tos ingresos.indi- ‘iduales ssefitn lo, qiléiuipuestamente- demandéstal tipo de Justicia, acibard siempre. haciendo: imviable.el-feinciénamiento de mieretde, Estimo abora, sin enibargo, que quienes emplean refevida ox decir ino que mds bien la usan como simple aserto que les permite formular pretensiones que carecen por completo de justifica ci i OBO io fi Be 8 2 Derecho, Lepistacén y A lo largo de mis iniciales esjuerzos encaminados a sowe- ter @ critica el aludido concepto, siempre tuve le sensacién de estar moviéndome en el vacio, por io que acabé por intentar Jo gue en tales casos resulta aconsejable hacer: establecer un ejemplo vélido de justicia social, segein mi capacidad de and lisis. Sélo entonces adverti que wel rey estaba desnudo> 7 la expres ai idle carece totalmente de sentido. AL ‘gual que et niko del cuento de Hans Christian Andersen wwrada podia yo ver, porque nada babia que se pudtera ver Cuanta més re esforzaba por encontrar xn significado con creto a la expresion, més fracasaba en mi intento, ya que no lograba justificar ese sentido de indignacién, que en concretos casos a menudo experimentamos, en base a usta norma general, cual exige el concepto de la justicia. Evidenciar, sin embargo, gue una expresion de td Universal,” que” en’ muchas" personas Suscita’una” especie de fe religidté, cérece de” fuidinientomy- lo“sirve’ para” ir s_a-complacer fos*deseos de" delermi- ads Grupos Toctles, resulta mucha ‘mids dficd Gat dereor.” Fier a Pol ad Ae concept tee En tales circunstancixs, no podia limitarme a demostrar 4a inanidad de cualquier intento de poner ex prictica la justi via social; era preciso, adentis, demostrar que tal expresion carece por complet sentido y que su utilizacion ca- ‘Teter Hégico y fraudulento, No es nada agradable tener que Grqumentar contra una supersticion tan insistentemente cul Hvada por personas gue, por lo demas, con frectencia son conceptuadas como lo més selecto de nuestra sociedad, ast co- mo contra tina fe que ha Vegado a convertirse casi en wia nue- va religién de nuestro tiempo y en la que también han en contrado refugio no pocos de los pastores de las religiones tra dicionales), y que generalmente suele ser identificada con la miismca bondad bumanc. Pero la actual extensién de la aludida fe no constituye prueba adicional de su veracidad, como tam- (poco fo es, en cuanto a la verdad, la general aceptacion que en el pasado se otorgara a la existencia de las brujas o de [a pie dra filosofal. La larga historia del concepto de justicia distri utiva, entendida coma atributo de la conducta individual (idea hoy en dia tan identificada con la de «justicia social»), 132 Prefecio 3 tanipoco prueba que dicho tipo de justicia goce de relevan- cia alguna en relacién con et mercado libre, Por ello creo que el mayor servicio que alos hombres de mi generacién puedo restar es contribuir a desvanecer este vano sortilegio, libe- randoles de loz prablemas que aparecen cuando los clevados sentimientos 2 cony 5 de destrucctin de los valores que son fundamentales a la civilizacion libertad. Considero, pues, gue debo insentar tal empeiio, aun 4 riesgo de ofender profundamente-a-mrcespessonas cuyas iniviativas morales, por lo demés, mecrocen todo mi respeto Como consecuencia de cuanto queda expuesto, la nueva redaccién del capitulo central libro difiere ligeramente de la del resto del volumen, escrito por término medio bace ya seis 0 siete atios. Por un lado, mi labor no consistia en aportar una prucha positiva de algo, sino en poner de mani fiesto la inconsistencia de la tantes veces aludida expresién de justicia. Por otro, al redactar de nuevo este capitulo, no he dispuesto de las mismas facilidades en euanto al acceso a bibliotecas adecuadamente dotadas que cuando preparé el pri- mer borrador, Por ello, no be podido hacer referencia como antes a lor més recientes trabajos publicados sobre lor temas analizados, En determinado momento, la conviccién de que era precisa que justificara mi postura frente a una fundamen tal obra que no bace mucho be visto la lux dio lugar a que aplazara tz culmrinacidn de mi esfuerzo. Pero, tras caridadosa reflexién, be Hegado a la conclusion de que todo lo que podria decir en torno a la obra de Jobn Rawls A Theory of Justice (1972) no serta demasiado importante, ya que las diferencias que me separan de él son més bien de tipo terminolégico que de fondo. Pese a la impresién que en sentido contrario pudie- ra recibir of lector, la afirmacion de Rawls que cito en el pre- sente volumen (péginas 170 y 171) demuestra claramente que nos hallames de acuerdo en to que para mi constituye el aspecto esencial. A este respecto, como indico en una nota al referido pasaje, entiendo gue Rawls no ba sido debidamente int tado. arten en instrum Derecho, Legitacién Aunque ot borrador del tercer volumen de esta obra esti ye casi lerminado, na me atrevo @ prometer gue aparezca en Fecha inmediata. Estimo més bien gue, cuando vuelva a oct: parme de ese viejo manuscrito, advertiré que mis ideas ban ‘evolucionado, Pero, en la medida en que me lo permita lo avan zado de mii edad, bark todo lo posible para terminar cuanto antes el volumen gue coronara esta obra * inglés, y lo seed en breve ea su tzaduccién espanola. (N. 4. T.) = El rerver volumen 2 que alude el autor ba sido ya publicedo en 433 CAPITULO VIL EI bienestar general y los fines particulares Es evidente que si los hombres, tanto en Ia esfera pablica como en la privada, tuvieran que regular sus conductes sequin Gl punto de vista de’ sus particular inerses, verianse envueltot fn imaginable confasi6n, deviniendo el 6rgino de gobierno en fran medida inficer, Difieen enare s{ los intereses individusles YF aungueel bien publica sea dnico e idéntico, objeto es de grandes Gisensiones en tazén a las diferentes opiniones que acerca de él iene las disintas personas... si, sigiendo tl inclinacin, asigo- famoo detotminadas propiedader » cietet pazssnas, perderinmos Ge vista suestee finalidad y-porpetuariamos la confusion que la fort pened ee. is tees gle wr condacidos por ef imperative ae ates pecan odiiat Key de la nattalza en lo que condiere #17 exabilad-de Je propiedad, David Hume * EL BIEN coMtN UNA SOCIEDAD LIBRE * Davin Home, Treatise, Works, Green and T. H. Grose, Lom ree, 1890, vol. TT, pia. 3) ® Sobre el sigaifiesda del concepto de wtiidad o interés piiblico en Is antigieded disice, petiodo hist6rico en el que se recurrié con fre- cuencia sl uso de términos simndares, tanto en latin como en griego, 6 Derecho, Legislscisn y Libertad general o piblico de los objetivos legisima el ejercicio del poder aubernamental, e implica el rechazo del uso del mismo en defen sa-de-algtinintetés particular, la vagiedad de-los-eémnsiao util zados ha pesmitido identifica teres. con el general, haciendo con ello que muchas gentes se hayan visto obligadas 4 petseguir objetivos en modo alguno coincidentes con su pro- pio interés. BLbienestar coms pre se fa 3 a principal razn de que asi acontezea es que haya pare- ido légico pensar que el interés piblico debiera en ciesto sentido ser Ja summa de los intereses orivados ', juzgindose inso- luble el problema de aglutinarlos todos entre si. La tealida, de -larliben ee Bag calaressconoeimientosaplicados al Togio de: sas individuales ietas;cel:bietiestarscominvqué El gobietno debe propidiar- a9 oe cnacmacts aes CAR ROMER Tae estados providencia, la Inmensa mayoria de las cotidianas nece- sidades de las masas (y las més importantes también en el orden cualitativo) son facilitadas mediante procesos que el cle. A, Srerowenren, «Utilitas poblicautlitas singulotomn, Festschrift Paul Korchaker (Weimar, 1959), vol. I, af como J Gavneien, «Util tus publican, Revue hisorigue de droit jrongais ot Granger, 4* see, 29, 1951. E] empleo darante Ia Edad Media ha sido anaiado por W. Munk en «Dec Gedanke des gemeinen Besten in det devischen Staxtsund Rechtsenewicklungs, Fesschrift fiir A. Scbulize (Weimar, 1934) * Sobre las consecuentas de fa extense pero infructooea diecsién en formo a este tema, princpalmente desarcollida en EE. UU,, ots. Nomos V, The Public Interest (Nueva York, 1962), as como los més temotos an tecedentes contenides en dicho trabajo. °°], BantuaM, Ax Introduction f0 the Principles of Morals and Le sislation, nueva ed. (Londres, 1823), vel. I, pig. 4: «2@Qué es, por con siguiente, el interés de la comunidad? — ta suma de los intereses de los miembros que [a imegzan.» € GohCAD Lo Ree SensRicee RECHARGE PLETCLURES PORQUE Ne Us Cacte ate EL Bivester general y fos fines partcuares 7 ‘gobierno ni conoce ni puede llegar a conocer, EEEESTRPSR gn te bien coléetivea*proporcionarponel.gobietna,n6 COnSISIE;ine isa tacciOaPanTETa Ub lasonenendadesspeconTTESGTO ego creacidnrdesunconjuntordercordiciones-er ascuales16™ Que Ia primera obligaciéa de la gastidn puiblica no es la de asegurar la satisfaccidn de las necesidades humanas, sino la de mantener-so.oxden esponténco.que-permita a los individuos desaztollar tal tipo de actividades segin formulas desconocidas por le autoridad es principio que, a lo largo de la historia, ha resultado evidente. Para aquellos autores clisicos cuyas ideas permitiezon establecer las bases del modern concepto de la libertad —los estoicos y Cicerdn— utilidad publica y-justicia fueron términos sinénimos; y en las frecuentes ocasiones et ths que durante la Edad Media se invocaba ia_wtlitas publica aludiase estrictamente a lu presecvacign de Tapa y de_la justi, Tnclaso en el siglo xiii astro coms HE RA arn ton equipararon el interés ptiblico con el dezecho comin y la justicia, con exclusién de cu: i! Szparticular ven. taja, concepeién evidentemente similar la Sugerida por el na «el impezia de la ley y no de los hombres # Liegados a este punto, debemos Limitaros a indager si #8 notmas de conducta individual prometores del bienestac general pueden apuntar 2 algiin conjanto de resultados parti- culates y conocides; 0 si, por el contratio, deben simplemente afianzar las condiciones que en mayor medida petmitan a todos alcanzar sus particulares objetivos. Aparte del hecho de que la mayoria de las metas perseguidas por los diferentes indi vidas son siempre forzosamente desconocidas por quienes establecen 0 imponen las leyes, conviene advertir que tampoco cabe identificar el interés general con la idea de que todo deseo James Haaeincton, The Prerogzcive of Popular Government (1658), en The Oceana end bis Otber Works, ed. J. Toland (Londses, 1771), pig. 226: «El interés publico (que no es sino el Derecho Comin,“ y Ja Justicia) debe ser denominado elmer ce Ja ley y no et de fs hombres.» ae MisGu A GORCAD: UMEXVEe EL ORREL RBPENTANES Oce SUA put QUE OS ProPics WHUALRS Sonera 8 Derecho, Legirlecién y Liber pacticular deba verse satisfecho. La existencia ciedad exige Ia constente ¢ imprevisible frustca eros esfuerzos humanos libremente emprendidos. La conveniencis— de algunas gentes siempre se opondra a las renovaciones socie- les que, en interés de todos, las mutadas citcunstancias exijan. En el proceso de exploracidn a teavés def cual cada individuo examina los hechos por él conocidos y evahia sus correspon- dientes oportunidades, el abandono de las ertades iniiativas es tan esencial como Ia general adopcién de los més adecuados métodos descubiertos. Tampoco puede servitnos de guia la simple contrastacién de cada una de las expectativas favorables 7 desfavorables, para asi elegir aquellos esquemas de compor: tamiento que aseguren que las primeras prevslezcan sobre las segundas, ya que no se puede predecir la mayor parte de los efectos que puedan derivarse de Ia adopcida de las alternativas de referencia, Los efectos propiciados no seria los que favo- rezcan e] particular interés de determinadas personas, sino un tipo de intereses que ao cabe someter a comparacign, La clasi ficacién de los maisaios vegdn su grado de importancia no estard basada en Ja que Je atribuyan aquellos a quienes conciera, sino en Ja influencia que su logro pueda tener en la preserva. cign del orden general : Y aunque n0 es posible establecer acuerdo en cuanto a la mayoria de los fines concretos y solamente conocidas por quie- nes ios persiguen (siendo tal tipo de acuerdo todavia més in- viable en el supuesto de que se conociesen los efectos secun. datios), si puede arbitrarse un consenso en cuanto a los medios «que, para alcanaarlos, puedin ser utilizedos, precisamente por. que los correspondientes fines permanecea al margen del acu do. Entre log miembros de la Gran Sociedad, desconocido’ > Fargence eae tn podeISeeuTT eae m respectiva de los fines particu Alo abierto conflicto de interesesy dlscordia produeitia’ el intento de llegar a acuerdo en cuanto a la relativa importancia de los objetivos. Lo que en cualquier sociedad produce paz y armonia es Ta cirsitiitindia de gue Tos vidoe ee vee obligaddsa Bactar en cuanto @ los fines, sino sdloén cuanto HEIs de CUANMEKH Qe KO Peauere Awenn REPOS A (8 eos oe He atte REESE eer i de coli ie Solo Fequiere acuerdo tespecto a los medios Fresamups eee * 435 il bienescar general y ta fet particulares 3 tap. Asi pues, la posibilidad de trasladar el lesde_cl-dmbito_del_pequetio grupo humano, idir en cuanto a los fines, hasta el dé T-Gran Sociedad, cuyns miembros bien pueden disentir aeerci-eeallos- “Se funda en el descubrimienty de Ta existencia de un méiade EL descubrimiento de que un orden sélo definible en fun- cién dé dererminados. resgos abstractos es més adecuado para smat una gran vatiedad de proyettos fue lo que persuadié 4 gentes que perseguian diferentes fines a ponerse de acuerdo para aceptar el empleo de instrumentos de plaral utilidad sus- ceptibies de ser utilizados por todos, Tal consenso pudo surgit no s6lo pese a no ser previsibles los resultados que eventual mente pudieran producirse, sino precisamente por ello. Sélo oxque no cebe predecis el resultada de la aceptacién de certs eg, ‘ats cour de oceomnat on igual medida les oport- ‘nidades de todos. dgngrancia-de-los funicus_resultados, en Fe. hae a Se eae instrumentalmente faciitan una gran vatiedad de fines. En la ‘PERG TCNos Son Tos Gite te Ios Gue dellboudaitinns se acepta la impredictibilidad del resultado al objeto de facilitar el acuerdo en cuanto al procedimiento, Cuando convenimos cchat_algo-a-suertes,- deliberadamente establecemos-igualdad ¥ en cuanto-a las posibilidades quea los jugadores cotresponden, en lugar de seporidad acerca de quién seré el afortunado*. Las ‘nadies de nifios enfermos que nunca llegarian a Fonerse de acuerdo sobre cual de ellos deberd recibir en primer lugar aten- cién médica, estarda dispuestas a aceptar a priati que los nifios sean atendidos segin un orden regular. Coando, a dan conser, timiento a una norma,.afirmamos «es mejor para todos...», no pretendemos decir que tod0s~satdremos finalmente bene. ficiades, sino que, sobre la base de nuestros actuales cone mientes, el método propuesto ofrece mejores oportunidades Cte. Proverbios, 18:18: «Et azar pone fin a los pieitos y decide entre los poderosos.») generales, aunque algunos habrfan salido sin dude steijgora-_ dos de haberse introducido algin otro tipo de regla. ae Las normas de conducta que en Ja Gran Sociedad prevale- TOTES 8 concretas cOVUNCUFAS, “Gada su capacidad de resolver cieftés tipos de pecdalli proceso surge a través de una mecinica marcadamente diferente de aguella otra que pretende formulat toda la se- cuencia de actos encaminados al logro de unos resultados pro- gramados. No se basan Jas notmas en la anticipacign de con- retas necesidades, sino en el recuerdo de pret HGuinasde Gu dere tps de en Seles por ele cap divers gst de probabilidad. El resul- ‘ao de tal experiencia, conseguida a través de un proceso de pruchayertor, no implica la simple enunciacidn de su conjunto de eventos particulares, ni el explicito conocimiento del tipo de situaciSn que con mayor probabilidad pueda legac a produ: eisse, Teatase mas bien de una ponderacion acerca de la impor: tancia que, al respecto, tienen ciertas normas. El respeto a deverminacas normas serbasa en el ed ‘a elas se-fommete ha llegado Tal Jas misinas ¥ no porque hayar-sie adopeida suscita, Preténdes Nise expesencias gncuanto a | experiencias en si Tal proceso puede compararse al que se produce en el fnimo de un individuo que, antes de ocupat un puesto de vigi- ca, decide proveerse de un cuchillo, no porque plearlo en una concreta aplicacién, sino para HOS los efEatOs que su var os enlasede pris 6n-de_las.normas, n0 les tar debi mente preparado ante diferentes posibles contingencias. Las, aozmas y reglas de conducta desarollades por un grupo no 30n,” ‘Fines particulgres,— asada “Barle-tante-medios que apunten ai logro de sinb_adapiationes.a_tiposdte=siruaci6n_que, segin Ja} experiencia, se dan con alguna frecuencia. Al igual que sucede con el coribetinientorqueinduce-al-hombre a proveerse de un cuchillo en deterrinadas ciscunstancis, ajo estas reglas zep: la nocién de ciertas realidades existenciales, } al © Ta de coneretos | EV bienestar general y los fines particulares 1 acontecimientos. Dicho en otcas palabras: les reglas de conduc- {a apropiadas no son consecuencia del explicito conocimiento de sucesos particulares y concretos; consisten més bien en una adaptacin al medio que nos rodea, basada en el respeto a nor- mas cuya observancia no cabe zeflexivamente justificar. Y asi, con respecto al hecho de que tales teglas hayan podido preva: lecer porque el correspondiente grupo social haya alcanzado cotas de éxito superiores, es necesario aclarar que nadie preci saber por qué Jas cosas sucedieron asf, ni cudles fueron las x zones por las cuales dichas reglas Hegaton a ser objeto de gene- ral aceptacién. De hecho, el motivo de su adopeidn, y la razin pot Ja que las mismas soa capaces de potenciar al grupo, pu. den ser disputes. Ello no abstante, cabe investiger qué fons teptesenta, una norast-paiticula® dentro de un sister Freniui iar en qué medida pueda haber representado-la.1 -misma iad Dosiliva pata, finalmente, sobie lr base- de dicho, Sina, Renee wee lo S6Id-serd-posible; ti ‘Giabargo,-si, al proplo Wei iO, Se-tespetael-sistema-integtado por-las sestantes norinas que conjuntamente determinan el den social existente. Nunca serd posible construir de mane: igualmente racional el conjunto total de reglas en cuestidn, 1 estarle vedado a nuestro conacimiento el contenido cl experiencias intervinieron en su forma El sistema_com. pleto de normas no puede, por lo tanto, ser reducido a la pro ! gramada claboracién de un conjunto de conocidos proyectes, Se-teate-de-uarsistema-de valores hesedado v capaz-deosentar’ eL-eomportamieata,gel-hombre-en-au-entomno nn a tal sentido,{eLbienestar general al que las normas.con-, uinwen conse ef aqulo que, come hemos visto. ons ia del Deter ae Ge ean, acer Z_ Eos sus ao ep ts tados patel fados paticalaes 7 Concidos,” | Pern ean © fcidn~de-sna— ! fariedad de proyectos individuales. Et INTERES GENERAL ¥ LOS BIENES COLECTIVOS Aunque un orden soca] espontineo es la primera condicién exigida-por-el-bienestar general, ast COimo pata que Se prodexty Libertad ‘Ladecuala genesacisn-de-esas normas.de-justa conducta que Son objeto de nuestso andlisis, ontes de proceder al examen dé las relaciones entf@ Tas ingles de conducta individual y et bienestar general, convendid dedicar alguna atencigi a un os "pecionde BHte bienestar colectivo que debe ser cuidadosamense distinguido de aquel otzo que ocupa fundamentalmente nuestra atencida, Son muchos los servicios que los hombres apetecen era_que no éstén ipuestos a ‘de mire tislada. Tales Be tanto, sclo j si los medios necesaties se obtien f cido el aparato cocrcitivo, y de manera especial cuando el mismo conlleva ef monopolio de la coerci6n, es evidente que los hombres se inclinardn a dejar a su cuidado la administracién de los medios dedicados a la obtencién de tales ubienes colee tivosn, término utilizado por los economistas para designar ese tipo de servicios que sélo pueden ser prestados de mancra conjunta a cuantos miembros componen deterrninado grupo. Pero aungue Ja existencia de un aparato capaz de satistacer Paap te are gece Hives sin duda contri = leno si Pes he Sedu eo bien de la oles ~ jue sean satisfechas Coats Sivas gurjan. Coin- co “al_s0To.en_Ja medica en que Si satlsfacciGn conlleve ung cirta tecipzacidad, e¢ decie, que sulogi imipligie un_beneficio superine a tos correspondizntes costes, Aunque Ja apetencia por un bien colectivo cone akecte a todos aquellos que de él logran beneficiarse, raramente estatd este interés diseminado por todo el cuerpo social, colee. tivo, del que, en definitiva, la ley depende, Tan sélo se alcans zari el nivel correspondiente al interés general en la medida en que se establezca cquilibrio enice las ventajas mutuas ind viduales. Ahora bien, si se exige del gobierno Ia satisfaceién dg las metas propiciadas por un grupo particular, sin que le misita faplique wn provecho verdaderamente general, surge la ~ posibilidie” deque~tates-métodos-sean~fgualicenie noes por interes Derecho, Legis fo} BL bienestr general y los fines partcelares B sue 1a satisfacis sto al general. le las instituciones sociales revela un incansa- ssluerzo por impedis que clertos Seerares de un interés colectivo _ siglietan-pinet la fuerza comeriva pub = Ge ss particulars Jntexeses, Tal batalla persste toda Sepie 4 deliniz como interés general cuanto luna coalicién de intereses corsidere oportuno. El que la pres, taciéa de servicios por el gobierno a grupos patticulbres haya aleanzado en Ia actuslidad tanta preponderancia deriva del hhecho de que asi se lo exigen diversos colectivos de tipo poli- tico y burocrético, siendo el gobierno consciente de que sélo satisfaciendo tales demandas podri lograr el apoyo popular. Lamentable en verdad resulta que ciettos servicios de induda, ble interés general obtengan tan escaso apoyo general porque nadie se siente dizectamente beneficiado por ellos, asf como por set tan pocos los ciudadanos capaces de advertir de qué mane. ta legard a afectarles el correspondiente proceso. Pata el poli. tico clegilu merced al apoyo de deierminado grupo de presion, une Giewe-dresa ptangle ack rete provechosa quectro-tenetictorte mplia-di rc 7a Ee paavisign de bienes colectivos « grupos particulates es, mmudhas sees, TaRETIte Open oT eee ee general. Ta resiricefin de Ta produccidn, ast como cualquier OS Tipo de limitacién de la misma, redunda, en general, en beneficio del grupo integeado por los miembros de un conereto sector profe- sional. Fl que el mismo aleance la aludida ventaja no implica que con ello se asegure el interés general, Mientras que el orden esponténeo global que la ley procura es condicién imprescindible al éxito de la mayor parte de los comportamientos privados, los setyicios facilit: = bierno —aparte det de garantizar el respeto a las normas de recta conducta— deben tener desde luego mero caréeter cola dades isicas normalmente atendidas por el sector privado & * En este sentido, el «principio de la subsidiariedade suele set aim sliamente ueiizado por la doctrina social de la Iglesia Catdlica, fruedo we UW SUBTD RerAy Derecho, Legis Pero se trata, ademés, de servicios que, aunque quiz’ deban aumentar a medida que aumenta la densidad de Ja poblacién © su nivel de bienestar, en todo momento debersin ser ofettados dentto del marco general en el que, con independencia de Ja actividad gubernamental, opera el sector privado, a cuya orde- nacién y limitaciones legales deberdn quedar someticas tam bign fas a cxividades, Como administrador de Ja masa de recursos materiales que Je han sido confiados, el gobierno debe estar desde luego some ee aes Sash ia obligacion de acatar Tas normas generales de justicia No pucde Timitarse & impedir que los individuos asuman com- portamientos injustos. En relecién con los servicios demanda- dos pot los grupos privados, [a justifieacién de que su finan ciacién se realice por [a via impositiva se basa en el hecho de que s6lo ast resulta posible cargar los oportunas costes a los correspondientes beneficiados. Pues bien, de manera similar, la justicia exige que lo que cadé gripe retiba por-encima-del Taimbiée proporcinal ¥ sa conieibucion, La ¥e gvalmentesoeta ola obiiacin de actuar de manera justa. Si confiamos la gestién del reletido tipo de actividades aun Zobieino demberitec © may es BadeHNos Gue dicho tipo de poder propiciagd en ma yor ietida cl interés general, Pervertitiamos, sin. embargo, cl aludido ideal, si_pretendiéramos identificac el interés. gener cont voluntad: mayoritaria ~ Mas adelante, en Ia medida de lo posible, y sin abandonar el marco de este trabajo, en el cual, por razones de esp: tendremos que omitir el examen de muchos de los problemas relativos 2 la Hacienda Piblica, analizaremos las reluciones existentes entre los sectores que normaimente se denomin publico y privado (volumen TID. Por el momento, aborda sélo aquellos aspectos_ del bienestac general que las nor- Sepa icta-individual_propician. Nuestro abjetivo, roan peaerere sais, no consis en eta replas-de-ty-organizacion del gobierno, es decir, el-Derecho PEbLcD, sind auellas-otres-normas de Conducta individual im _buescindibles ala generacién-de un orden espontineo. 438 El bienestar general y los fines particulares NogMAS £ IGNoRANCIA Para poder proseguir ordenadamente nuestra investigacién, parece conveniente recordar una vez més ef hecho fundamental al que, al iniciar este ensayo, hemos hecho ya refezencia: ‘imposibillcae de reonecee coammasereall asunorc Sabre sScampreudorebproblet “TLE ane que ae napa We oP semandsempetop __fpieuti i netnanepenmtperaoe poste ex rparaueenmoric dor ear coeemnretecg Iga enna erect on eee posiblersie"leotorgy, Ly oporninidadzde. actuar. sobre baserdelosreometneito® oe is" seas AhoT A blensreseprecisoy qudy para que ello Sacedagselésharde permitiv’ta mbigg: PARTE Ros nes # tay Euineencto aCe dl cat expresisn ientos en fa 1 oe terol eo iecsustneiores aa TaplenditpoS An Sag ‘ Tes oes ei uate estat E>Cannan, Londres, 1900 york keane :En un mundo incierto, los individuos deben ropiciar,.en exit medida, ademas -ylimoscioc me Soh Fa inte es. pennitan alcanzatlos, La seleceiéa _; de, dichos. fines .inmediatos, —medios tan 34 logro ‘de fas’ metas iiltimas, pera_ que, nomen, 0 ian de condicionar el comportam 4.8iver dean conjunto de-cscuns FS oe PN CE I ccasones 5 a apa meats que.les_permitag..cubrir -necesidades todavia. descono- “Wid. En ana socelad ssameada alee oe generales citer. spor Sjemplo-—=perml = corte er cer eieees ser tal-informaciéi ‘en cada momenta, no iento.Famano—cependord . its 2s neles 56. i i “Esta ublizicgn del Fracclonade onecinienss deve im. bign del hecho de que sean dispares las oportunidades corres: pondientes a los distintos individuos, no s6lo por ser diferentes das circunstancias particulares de sus respectivos entornos, sino también porque la mayor parte de las mismas sélo son pot ellos condcidas. Propicias ibilidades en relaci6n con el émpleo y Ja aplicacién-de-los-conecimientos-y en ello esteili incién-del-orderr eeponraneo-corisustancial : noe al mercado. Pot lo tanto Ia ides de que el gubieroo sea topaz — dé determinar —v menos ain de equiparar— las porta. valimen Tf, pig. 43 yor), Mi preference se basa enol hecho de que, para un lector modezno, ta frase emplesce por Adsmn Sinith ccs nec ecestiaconnota In ides formuada fegoista que no resulta en mado alguno eseneial a Ta propia Tézica de la sacieda El Bienestar genera! las fines indares Wy ddades de los distintos ciudadanos conteadice fundamentalmente— libre. El que, en un determinado momento, la situacién de cada ano de los patticipantes en el entramado social sea resultado de un pretétito proceso de exploracién a lo largo del cual cada ser humano trata de ir situdndose (y sitda indizectamente a sus descendientes), con varieda fortuna, en distintos contextos del medio fisico y social, y el que, consecuentemente, lag oporns- nid ides al amparo de wna cierta evolucién social p san Sexaprovechadas por cualauiera, son Tealidades que cons fituyen la base de Ta adecuada utilizaciOn del ampliamente— difundido”conotimiento empiric, sobre la_que-descansan la— prosperidad y versatilidad de Ta Gran Sociedad, Tal realida slo embargo, conlleva Tas iipredeeibles © Inevitables desiguat— dades genETACIOR,_ a Haves de Tas correspondiemtes decetne’, ap-ctesndo pare lag cguiaast Bl que ioe paces, aLelegic_su_tupar_de_tesidencia_o_profesién, consideren_los_ efectos que su decisidn tendré sobre las expectativas de sus hijos cs factor que importa en lo relativo al uso de Jos recutsos humanos. Pero, en Ja medida en que se le respete al hombre la libertad de tomar Jas aladidas decisiones, resultaré obligado aceptar que tanto é como sus descendientes deberda hacer frente a los correspondientes riesgos. Si el gobierno llegara a gatantizar que, con independencia del lugar de residencia y la ocupacidn elegida por el individuo, la generacién siguiente dis- pondria siempre de idénticas oportunidades —es decit, de las mismas ventajas, con independencia de las decisiones en su dla adoptadas por sus progenitores— quedarfa eliminado del pro- ceso un factor que influye decisivamente en las correspondien- tes opciones y que, en definitiva, redunda en el interés general EL hecho de ‘gue, por circunstancias que hoy pueden paresis —ecidenales sea de z todos, el sistema perderia por completo su légica fundamental? (Pars leaner el desesdo resiadaeal pate Susie ap 18 limmgasse a gatsinciza: la igualdéd en cuanto a las circuntsiancies Sajetas a su control. Veriase cbligado 4 controlar tamnbidae citer Ts circinstancias'externas afectan ‘al’ éxito personal’*Y, ala inversy, la libertad de cleecisa’desaparecerta si alguien fuse tapaz de ‘conocer y de determinar las oportunidades de lo distitos individuos. Para lograr sw igualacidn, seria necesatio Ug; en cada’caso; quedaran compensidos los efectos de aque llgs Fealidades que ol gobierno'no puede controlar. Y, al igual que acontece con determinados juegos practicados por'el sin ple placer de jugas, y no por'sus’resultados, el gobierno “tendria _ gue disctiminar entre los'diferentés individvos’ al objeto de compensar las correspondientes “personales ventajas-o desven “als, Feo con ello. dsopnectss el incentive que induce bs Bets a Hogue Ik Beta deLaistema y a aproveSur aque opattimidades favorables-que-él-va-sitaando-er-sit. camino. ¥ no en el ajeno Esabre ido qué, én ausencia de un sistema de conocimiento de coantas-ciretmstanctas concretas y significativas han dé ser” teiitdas eh Cuenta fAQERRS METRES jerciertas coh dione’ penerles)-cuyos= personales“ efeetosT0 Tj ~cabrapredeait—Imponiends -el-respeto-a-aquellas-reglas—abs-— 1 Bgl Lapeiectonaee conio més adecuadas en cust “Bah fomacin pontine e-coma se loge Apoieneith «| compoctamienterde-gentes tesconocidas cuyas-con= ‘dactss-deberén también _apuntar al logro de fines igualmente ‘dexomeeidos——— Blea SIGNIFICADO DE LAS REGLAS ABSTRACTAS COMO GUIIAS EN UN MUNDO FW EL QUE LA MAYOR PARTE DE LOS HECHOS PARTICULARES SON DESCONOCIDOS Somos, por lo general_escasamente conscientes de hasta _ gué puto, en Jo que se refiere a estar general y los fines 9 mos llevar, no par el conocimiento de hechos conctetos y par icularss, sino por la aprioristica apreciaciOn decades tisos— de conducta son, on determinadas circunstancias, [os més apro- iacos. Sucecle ello ast, no porque @stos garanticen el logro Getmuludes coneniee'y paginas aoe Sino- porque delimtear— to que result Tite acer on subvert un orden cays estencs : peas alae er ade ta elec fics es imprescindible para provectar Huestro comportam: eOCESE, és i safiamenteharde”gozar“de"cardetét” pengeal F absthiced tod6') Jo que-sez rm S“soctat“Ahora-biew, tal realidad, —sibicntimita cl 4mbizo de-nuestras decisiones, en modo alguno las dete:mina de manera inequivoca. Hallémonos tan babitua- dos a concebir lo familier y bien conocido como algo concteto ¥ tangible, que es necesario hacer un cietto esfuerzo mental Para apreciar que lo que en comin tenemos con nuestros con- ciudadanos no es tanto ef conocimiento de idénticos hechos particulares como ciertos rasgos generales —y a menudo nota Dlemente abstractos— que caracterizan a nuestro entorna. Sélo en contadas ocasiones percibimos tal realidad; por ciemplo, cuando visitamos alguna zona desconocida de nitestra regién natal, Pese a que, en el pasado, nunca hayamos esti- blecido contacto con los habitantes del Tuger, es indudable que nos resultaré familiar su forma de hablar y su fisonomi, el esti- fo arquitecténico de sus viviendas, sus técnicas de cultivo y hasta sus mds especificas normas de conducta y esquemas éticos y morales. Habitwalmente no podremos definir qué es lo que todo ello tiene en comin, Yuna vez ES “ainco cori visto todo agulss are ave ee Mil, Adar Sth © Pengo condo fablan de wld, eae fon cone fren fe ore opeoe de wl ato insutedone, a0 determines concetoments gor ls hentony Caen sapere re rane Senne hacen in ip rstacvit, shes uu ee dean Sc derno, desde Bernard Mandeville, cfr. mi conferencia: «Dr. Bernard Mant, Pronsng he th Banyo 3 pgs D4) “4 Con, respecto al uso del concepto de utilidad por David Hume, eft. especinntente as diss de la exabldad de le propiedad en su Teo [44s El biensstar general y los finsr particulares 29 ser considerados vtilitaristas. Utilitarista seré también la pre- sente discusin. No cabe duda de que la inclinacién que gentes sensatas experimentan hacia el utilitarismo es en gran parte debida a que, interpretado de la expresada manera, abarca toda discusién racional de la pertinencia de las normas exis- tentes. Desde finales del siglo vu, sin embargo, moralistas y juristas han utilizado el témino «utilitarismo» en un sentido huis estricto, que coincide con el que en este ensayo le datemos. “Tal significado es, en parte, resultado de ia gradual evoluciin se- méntica experimentada por el término utilidad. Originalmente, ccutilidads expresaba —y sigue todavia expresando— la atri- hrucién a algo de una determinada categoria instrumental, es decir, de una capacidad de ser utilizada pata diversas potencia- les aplicaciones. Las cosas eran ttiles si permitfan favorable. ‘mente resolver diversas posibles contingencias; y su grado de utilidad dependia tanto del numero de casos de posible aplica- cign como de la importancia de las necesidades que pudian ser slfisfechas. "Mis recientemente, el término utilidad, que, comoacebamos ver, denotaba cualidad instrumental, comenzé a ser emplea- = pata describir una caracterfstica supuestamente comin a Jeg correspondientes fines. Puesto que los medios, en cierto modo, son medida ce fa trascendencia de los fines, la utilidad vino a significar el mencionado-atributo comin de los fines: Ta satisfaceién que su logro eza capaz de producir. A pesar de gs. 273 y sigs., donde argumenta que cestas regias no de se, vol, I, cae so el pablico tivan de uiiidad o venta alguns que personas particu pueden obtener del disteute de cualquier bien particu “Siguese de ello que las normas genersles de tipo la propiedad debe ser estable, no son consecueneia de ningin partculr juico, sing resul- tao de ottss normas generalee que deben abarcat a toda la sociedad y ue no eben doblegaree ante el menosprecio o el favor» Tgooto si F'Spentbom dio expliciameate, como sugiere C. W. Evenerr, The Education of Jeremy Bentham, Londres, 1931), que la iden de Hume to- bbe la utidad cera muy vaga y solamente se empleaba en el sentido de piopicaciga de nn fn sin eapeialintencin acecca de que la felicidad Riviera especial conesi6n con ella. Si asi fue, cabe afar que dispo- nis de una corsocre intespretacidn el vocablo AISI@BOd" e & eS °o oO °° LOT BCAA SE 30 Derecho, Legslacion + Libertad que en anteriores épocas pocos dudaron de que la mayor parte de nuestros esfuerzos suclen estar encaminados a hacer acopio de medios capaces de propiciar imprevistos proyectos perso. nales, la pretensién de referit Ja utided de los medios a la de algin fin tltimo conocido indujo a los racionalistas a attibuir a éstos una propiedad mensurable y comin, que indistintamente recibié la denominaciGn de placer 0 wtilidad. Conviene hacer, a los efectos examinados, una necesaria distincién entre ia utilidad de algo en cuanto al logro de deter- minados fines concretes conocidos y su utilidad en relacién a diversos tipos de necesidades que con alguna probabilidad pue- dan presentarse en determinados contextos 0 en diversas poten- ciales situaciones. Solamente en el primer caso cabrd derivar Ja utilidad de un objeto o de un habito de la importancia de sus futuras posibles aplicaciones y sélo en tal supuesto reflejari el medio la importancia de los correspondientes fines indivi- duales. En la segunda de las hipstesis sugeridas, sin embargo, serd necesario juzgar la utilidad como una propiedad instru mental que. independiente de fines perticularcs y commiden y sobre la base de pretétitas experiencias, sea capaz de pro. porcionar respuesta adecuada a una setie de situaciones que con determinada probabilidad puedan presentarse. El utiliarismo estricto de Jeremy Bentham y sus seguido res ® refiere la tarca de jugar lo adecuado de una determinada " EL mismo Bentham era plenamente consciente de su hetencia intelec tual, asf como del contrasic existemte entze su. andlisis constructivises y Is’ eradici6n evolucionista propia de la «common laws; cfr sa carta oltre fechada alzededar de 1776 y citada por C. W. Evexern, The Edacation of Jeremy Bentham (Colurabia, 1931), pigs. 1:0'y sips, en Ja que decta: sHe tomado consejo de usted con muehs mayor lieeacnela qué de mis compattiotss Coke, Hele y Blackstone... He construido dies: rence sobre ol fundamento de la utldad, tal como fue estabieetdo pot Hlelverius, Beccara ha sido lucerne pedibus 0, si usted me lo pesme manibus meis» Se puede encontrar mocha informacién sobre la intluen cia de los racionalists continentales, especialmente de Beccatia y Ma pertius, en D. Bauntcanvt, Bentham ond the Ethic: of Tadey (Driven fon, 1952), particularmente en las piys. 85, 221-296 y, de manors especial, en el revelador pasaje de un manuscrivo de Bentham de aise dedoe de 1782 citado en In pég, 957: «La idea de que la felicidad so EL bienestar general y fas fines part lares 3 condueta al saldo explicito entre satisfaccién € insatisfaccién. El ertor de tal planteamiento results durante largo tiempo enmascarado por el hecho de que los utilitatistas recursieran indistintamente a dos asertos cuya incompatibilidad sélo en poca muy reciente ha sido posible identificar ® Ninguno de ellos proporciona convincente justificacién de la necesidad de someterse a las normas motales y legales. El primero de los citados asertos —entre los que bascula incesantemente el utiliz (arista— no logea justificar fa existencia de la norma, por lo sducible a un aimero de satisfacciones (individvales) Ja tomé de Hel vetius; dadosamente cabe afirmat que [a misina cuviese sentido con anttiordad a dicho autor. (Trataré de cuestion diametralmente opuest av tesisestabiecida en la Disputa Tuseulana de Cicerén; obra que, ai igual que la mayor parte de los essritos flosoticos de este gran macstto del idioma, a0 es sino un cimulo de absurdos.) La idea de estimar el valor de cada seasacisn reducigndola a esos cuatto ingredientes la vomé de Beccaia.» ® Allgunos de los més destacados de los sludidos ttabaios (de J. O Ueeon, J. Tlanaison, Joun Rawis, J.J. C. SMART, H. }) MCUCLSREY, R.B, Branor, A. Dowacan, B. J. Dracs, y 1. L. S. Senicce] ban sico coaveniencemente recopilados en un volumen editato por M.D. Bayles, Cohtem porary Ulterianism (Garden City, Naeva York, 1968). Hab ave afadis « ellos los dos articulos de J.D. Manor of Mis ‘Usiltarianisen’s, PAosopbicel Quarterly, vol, VI, 1956, y "Moral Rules’, Proceedings of the Brits Academy, vol. XXXIX, 1993. y las obras do R. M. Haaz, Freedom aid Rearon (Oxford, 1963), J. Hosrans, Human Conduct (Nueva York, 1961), M. G. Sinare, Genera. lisation ix Ethics (Londres, 1963) y S.'. Toutsens, dn Extrrination of the Place of Reason in Etbics (Cumbsidge, 1950), Dos obtas mnas re sientes, de gran importancia, son capaces de terminat por el momento son el debate de teferencia: Forms and Limits of Utilitarianism (Oxford, 1965), de Davi Lyons, y Consequences of Utilitarianism (Oxtord, 1967), de D. H. Honcsow, Para una més extensa bibliografis, N, Rescuis, Distributive Justice (Nueve York, 1965). Desde. gue el peetente capitulo fue redactado, la tesis fundamental ha sido diseutida por J. J. C..Ssant y Bervano Wrttans, en Utilitarianism: For and ‘Agaissé (Cambridge, 1973). Lo que en el texto se denomina utilitarisno s«paricularisam, que en la actulided més bien suele deromsin Uiarisno del acto», tambign ha sido califieado de eerudom, «exteemo> directo, mienteas que lamamos genético» suele mae bien set enominado ade la norman y también «modificados, arestringidos = sindizecton 32 Derecho, Legislaciém y Libertad que tampoco permite abordar las euestiones relativas a la moral yaa ley. El segundo se ve en {a necesidad de postular la exis- tencia del sistema normative, con lo que debe desistir de la justificacién de todo el sistema moral por consideraciones de tipo utilitaro, La concepcién benthamiana, sogin la cual mediante. el céleulo de la correspondiente satisfaccién o insatistaccién debe. ri establecerse la méxima cota de felicidad para el mayor ni: mero de personas, presupone que los efectos especifices corres pondientes a cada uno de Jos actos puedan llegar a ser cono- cidos por el actor. Llevado 2 sus tlkimas consecuencias Iégicas, ¢l utilitarismo desemboca en un enfoque perticularista o rela. tivo a Ja acciéa concreta que considera que, con independen- cia de cualquier exigencia normativa, la procedencia de cud. quiet acto individual debe depender tan sdlo de Ia utilided de sus conocidos efectos, Cierto es que Bentham trat6 de evitar que sus planteamientos pudieran set objeto de la aludida inter- pretacién mediante afirmaciones tales como la de que «iodo acto (entendiendo en este caso por tal una clase genética de comportamientos) deberé tender a lograt en general un maximo de placer». Pero por lo menos algunos de sus epfgonos no deja. ton de advertir que el argumento, en buena Iégica, exigia que cada acto individual fuera decidido a le luz de un eonocimicnto pleno de sus concretas consecuencias, Henty Sidgwick procla. mabs, por ejemplo, que «en cada caso hay que comparat todas las satisfacciones ¢ insatisfacciones que quepa prever puedan derivarse de las alternatives conductas, y adoptar aquella que gn mayor medida se nos antoje capaz de asegutar la mayor felicidad posible del conjunto» ”. Y, en ta misma linea de pen- samiento, decia también G. E. Moore: «Entre todos los post bles comportamientos deberd elegirse aquel cuyas conscewencias totales aporten un mayor valor intrinsecos La genérica intetpretacién alternativa denominada «utiita- 2 Henn Smowien, The Methods of Ethics ‘Londees, 1874, gina 425. * G. E, Moone, Erbics (Londres, 1912), pig. 232; cfr. también sus Principia Ethica (Cambridge, 1903), pig, 162. El bionestar general y rismo de la norma» fue claramente formulada por William Paley al afirmar que determinado tipo de acruacién, para ser moralmente legitimo, «deberd resultar generalmente convenien- te, asi como en Io relativo a todos sus efectos, sean éstos me- diatos 0 inmediatos, colaterales o remotes, por ser evidente que en el cmpato de las consecuencias, poco importa cémo y dénde sparezcan Jas mismas» ®, La genetalizada discusién establecida modernamente en tot- no a los respectivos méritos del utilitarismo de tipo concrete (referido al acto) y genético (referido a la norma) ha permitido esclarecer que sélo el primero de ellos goza de consistencia logica, ai basar Ia aptobacisn © desaprobacién del comporte- miento sélo en le utilidad de los previstos efectos. Sin em- bargo, ello exige admitir la existencia de un omnisciente cono- cimiento de los acontecimientos, circunstancia que nunca se da en la vida real y que, si se diera, convertitfa en supertiua le exdstencia de esos conjuntos de normas que denominamos mo- tales. Ningin sistema utilitarista de tipo genético o «rela- tho a Ia norman, por. otta parte, lograria determinar-de ma. ‘agra univoca todas las norma’ del sistema en funcién de las cGnocidas utilidades de todos, puesto que los efectos de cual- ghier regla dependerén no sdlo de que la rnisma sea regular- ee observada, sino también de que tanto el actor como el resto de fos sujetos acaten otro conjunto de normas, Para juzgar utilidad de cualquier norma es necesario presupone: la exis- tencia y efectividad de otras que carecen de utilidad conocida, con lo gue fa utilidad de cualquier norma quedaria siempre supeditads a ottas que no pueden ser justificadas en funcidn W. Pate, The Principles of Moral and Political Philosophy (3785; Londres, ed. de 1824), pig. 47. Cfe. también Jom Austis, The Province of Jurisprudence (1832, ed, HL. A. Hart, Londres, 1954), lecture TT, pag, 38: «Abora bien, la tendencia de un acto humano (tal como la entendemos) es 12 totalidad de la misma, es dec, [a sama de sus probables consecuencias en In medida en que sean importantes y en gue Heguen « metetalzarse todas sus consecuenciss colaterales y re motas, y no sdlo en cuanto a ise directas, en la medida en que oval. quiere de ellas puede influir en Ie felicidad general... Es necesatio con- templar la clase de actos a Ta que pertenecen, No se trata de analiza lat probables consecuencias especficas de determinada acto.» . de su propia utilided. Lievado a sus dltimas cons#tnencias légicas, el utilitarismo de la norma no puede proporcionar nun: ca adecuada justificacién de todo el conjunto de nozmas mota- les; y pata ser te6ricamente satisfactorio, tendsfa que hacet refe tencia a factores distintos de la utilidad. El etror fundamental del andlisis utiltarista sadica precisa- mente en que intenta justificar el sistema normatisa eliminando del andlisis el Factor que precisamente exige su existencia nuestea ins rprendente me hha tesulkado siempre observar cémo hombres inteligentes y responsables —como lo fueron sin dude Jos utilitaristas— fue- ron capaces ce propugnat una teria que exigta el pleno cono- Ginlento de ls deety de Tusnty Soba existencia misma del fendmeno que intentaban ex} stema de normas de conducta— era la condicién precisamen- te requerida por la circunstancia de no poder disponer del aludido conocimiento. Nunca legaron a captar, al parecer, la f in de tales normas en orden a la adaptacién de! hombre a licha inevitable ignorancia de la umyor parte de tancias coneretas de las que dependen los efectos de nuestros actos. Fueron incapaces sin duda de advertir la légica general de la acciéa regulada nocmativemente ® La humanidad ha _desatrollado normas de comportamiento rno_ porque sean conocidas todas Jas consccuencias de un acto pica rmroretsamee porque noVoson, Flv n, El rasgo mis fin: damental de la moral y det derecho es, precisamente, el abarcat un conjunto de preceptos que han de ser obedecidos con inde- pendencia de los coneretos resultados quéa eomportariients szca_-A-Tos Bfector contemplados, carece de Trarceidencia JIucubrar acerca de cudl seria cl comportamiento de un grupo de seres humanos capaces de prever todas las consecuenicias de sus actos, No habria, en tal supuesto, necesidad alguna de re- carrir 2 1a notmas; un utilitarismo estticto, en su variante sctualisia, implica sin duda el repudio de toda norma ® Fl crnbajo que en mayor medida llega a tomar seriamente en con sideracién la existencta de la ignorancia es el articalo de J. J. C. SwaRT, Utilitatianism», en Encyclopaedia of Pbilazophy, vol. VII, pig. 210. EL bienestar general y los fines particulares Al igual que sucede con las herramientas de aplicacién ge neral, las normas derivan su utilidad del hecho de haber faci- litado a genérica solucién de problemas que con frecuencia pueden presentarse, petmitiendo « los miembtos de aquellas sociedades on las que las mismas han prevalecido alcanzar de manera mas eficaz sus abjetivos. Tanto la aavaja como el mat tillo no fueron disetados con vistas a una particular utilizacién Surgieron porque, dada su- especial forma, demosttaron set stiles ante una gran variedad de situaciones. Hay que insistir en que tales instrumentos no fueron disefiados para remediar previstas y concretas necesidades, sino que a través de un pro ceso de tipo evolutivo, fueron objeto de paulatina seleccién El conocimiento sobre el que se basaron no se tefiere al logro de resultados futuros, sino a la recurrencia de ciertas situacio- nes que es posible resolver a través de determinadas fdrraulas intermedias susceptibles de facilitar una amplia variedad de fines. Se refiere el aludido conacimiento, no a la consideracién de un conjunto de situaciones que se deba estar capacitado pata resolver, ni tampoco a Ja importancia 0 categoria de los correspondientes problemas o a Ia probabilidad de que se produzcan, sino a la propensién a reaccionar de determiinada ‘manera ante cierto tipo de situaciones. La mayor parte de las normas de conducta, por lo tanto, no son fruto de un proceso teflexivo detivado del conocimiento de la realidad, sino la tinica adaptacién a que el hombre es capaz de recurrir; una especie de inconsciente «conocimiento» que, aunque ajeno a nuestra funcién cognoscitiva, se traduce en normas capaces de condicionar nuestro comportamiento. Ni los. grupos humanos que inicialmente decidieron establecer tales pricticas, ni quienes posteriormente les imitaron, preci saron munca saber por qué tal tipo de conducta era la ends conveniente a la superviviencia del colectivo. Preciso resulta insistir en que la importancia que atribui mos al tespeto a detetminadas notmas no es sélo reflejo de Ja de los correspondientes fines. La trascendencia de una norma deriva més bien de la combinacién de dos Factores heterogé- neos que dificiimente cabe, por separado, valorar: ia imper: tancia de los efectos y fa frecuencia con que pueden producitse. Bode Dertcho, Levslacién y Libertad Al igual que en Ja evolucidn biolégica puede suceder que, en orden a preservar la especie, no tenga tenta importancia evitar ciertos etectos letales, pero de escasa ocutrencie, como preve. pir otros que aunque produacan menos dafo se dan con mayor frecuencia, asi también Jas normas de conducta establecicas a tavés del proceso social evolutive pueden orientarse a evitar Perturbaciones menores, pero no infrecuentes, con preferencia 4 prevenit ottas que, aunque de mayor gtavedad, solo en con. sadas ocasiones aparecen La Unica «utilidad» a Ia que cabe refetir las normas de justia, por Jo tanto, no es de indole personal, sino més bien una «cutilidady que ataiie al conjunto social, El utiltarista con seauente $¢ ve atrastrado, por tal razdn, a interpretar antropo- mérficamente los resultados de la evolucién, identificéndolos con las consecuencias de un plan, y a atribuit la paternidad de tales teglas al ente social. Pese a que rata vez se afirme de mane. #3 tan terminante como lo ha hecho recientemente determinado antor, al asegurar que la sociedad es «uu especie de gran per sona individual» ™, todas las concepciones de tipo consteict! vista, de las que el utilitarismo constituye un caso particular, inciden en el error del enfoque antropomérfico, Es error aue vicia también el asesto establecido por Hastings Randall, pt el cual ctodos los juicios morales son, en cltima instaneia, te. ducibles a una valotacién de fines> ®. Pues bien, es esto preci. samente lo que no son Jos criterias morales; si éstos exigieron acuerdo en cuanto a los fines, las normas, tal como hoy las entendemos, devendrian innecesarias 3, # Jou W. CuapMan, «Justice and Fairness», en Nomos VI, Justice (Nueva York, 1964), pég. 153: «La justicia como cuesticn de teeipro dad sélo tiene sentido si Is sociedad se entiende como una pluralidad de personas, 7 no —cual pretende el utilitarismo— como ona especie de gran persona colectiva.» ® Hastincs Ranpaut, The Theory of Good ond Evil (Londres, 1907), vol. I, pég. 184. > Gnecory Viastos, «Justices, Revue Internationale de la Philo: sophie, XI, 1957, pag, 338: ala catacteristica del benthemismo, ot aia a la que sus partidatios opondein vigorosamente objecién, #3 que fo que cominmente se denomina ‘sctuar de acuerdo con los principio caece de fondamento, Se supone que la persona debe vivir aplicando Esencialmente, toda norma de conducta tipifica genéricas clases de comportamiento, no por sus previsibles efectos con: cretos —efectos que al fin y al cabo no cabe en cada caso conocer—, sino atendiendo a ciertas consecuencias probables que por nadie precisan ser conocidas. Atribuimos importancia a las normas no en razén de los efectos que los actos que cons- cientemente ejecutamos puedan tener, sino habida cuenta de sv repercusién en la preservacién del orden social, Al igual que el orden al que sirven, las normas tan slo indirectamente con. tcibuyen a la satisfaccin de las necesidades concretas, a través de su capacidad de resolver especificas clases de conflictos que Ja pasede experiencia evidencia se producen entre quienes pro pician una gran variedad de fines. Permiten el simulténeo desarrollo de una multiplicidad de planes, no el éxito de uno solo de ellos. El caricter antropomérfico atzibuido por los en- foques utilitaristas al esquema normativo deriva de su asimi- lacién a un plan orientado a plasmar un singular conjunto de finalidades. La justificacién del utilitarismo exigitia admitir In posibi- lidad de egar a una especie de-redvecionismo capaz de form- Jar las oportunas normas en funcién de la deliberada seleccién de fos cottespondientes medios. Tan absurda pretensién es equiparable al intento de justificar, en el terreno del Jenguaje los detalles lingifstcos particulares a través de los conetctos esfuerzos realizados a lo largo de miles de genetaciones por lograr Ia comunicacin verbal. Las reglas de conducta, como las del Ienguaje, no son resultado de la dizecta adaptacién 2 unos hechos concretos y conocidas, sino que derivan de un proceso acumulativo a lo largo del cual el factor fundamental es, en todo momento, la existencia de un orden real establecido por las normas ya existentes. Seré dentro de este orden, fun- acto por acto el principio de ta felicidad.» En el mismo artical (pia ta. 353), Viton cea un rteresnt pe del bp Baer, coe dente 1 su disertacién «Upon de Nature of Virtue (Apéndice a The Analogy of Religion, 1736, 7 reeditado como apéndice al Five Serorons by Butler, ed. C. M. Brown, Nueva York, 1950), Butler ataca a quicnes ginan que Ta vittad coasiste simplemente en promoves, Senin’ se estine eportuno, la felicidad presente del género humano. 28 Derecho, cionando ya con mayor o menor operstividad, donde se des arrollarda las nuevas normas cada una de las cules sélo pode ser juzgada en el contexto del esquema conjunto. En cal sen. tido, las normas, carentes de finalidad concreta, eercen una funcign on el sistema existente, funcién que no cabe detivar del conccimiento de los tesultedos que, en relacién con as necesidades conezetas, las mismas proporcionen, sino de su compatibilidad con el esquema general. Nedie ha fogcado hasta ahora concebir ni establecer un modelo normative completo del conocimiento en fancién de las necesidades a cubsir y de los resultados de los medios a aplicar™. Al igual que sucede con la mayot parte de las herramientas, no cabe relacionar tas normas con ningin conereto plan de accién. Constituyen simple perttechamiento ante determinadas imprevistas contingencias. En efecto, una gran parte de nues tra actividad esté orientada no por el conocimiento de nece sidades viltimas y coneretas, sino por el desea de acumular un conjunto de insirumentos y medios que consideramos adecua dos, asi como wiseguir clestas ventajosns posiciones. ‘Se trata, en resumen, de acumular ese capital (en el sentido mis amplio del término) que consideramos cil para poder desen volvernos en el mundo teal. Es éste un tipo de setivided que parece adquirit mayor relevancia a medida que va aumentando nuestra capacidad mental. A lo largo de nuestra evolucign vamos adaptindonos mis y mds, no a citcunstancias petticula- res, sino a la posibilidad de hacer frente a tipos de situaciones que genéricamente suelen presentarse. Nuestro horizonte men- tal se encuentra més poblado de medios que de fines xiltimos y concretos Podemos, por supuesto, hablar de la «mayor felicidad del mayor mimero de gentes». Pero no debemos incurtic en el error de pensar que cabe, mediante una especie de eémputo, deter minar el monto de la aludida felicidad; 0 que podamos, en * Texonor Gricer, Vorstudien xu ciner Sosinlogie des Rech (Copenhague, 1947, 2* ed., Darmstadt, 1964), pig, 11: «Es ist pon in dec Tat so, dass die Ussachen fiir die So-Gescaleung eines gegebeaen habituellon ‘Ordaungsgefiiges unbekannt sind—und es vorlin‘ig wohl such bleiben.» 459 sneral 9 10s lines particulares 3 cualquier momento, valorarlo, Si hacemos cuanto ‘mano esté pot sumeotar las posbilidades de cierts gentet que 36lo el azar escogeré, conseguitemos logzen sus objetivos en cuanto cabe conseguir. No por ello tendremos, sin embatgo, ‘dea alguna en cuanto a la cantidad de satisfaceién product ly Tono aNdutsts CRiTiCo oO ESFUERZO ENCAMIADO A PERFECCIONAR LAS NORMAS DE CONDUCTA DEDE INSCRIBIRSE EN EL AMBITO DE UN SISTEMA NORMATIVO Una vez establecido que cualquier sistema normativo esté siempre basado en experiencias que s6lo parcialmente pueden sonocerse —circunstancia que afectard igualmente al ‘corres Pondlente orden resultante—, es evidente que nunca set bo. sible mejorar un orden a través de su total reconstruccicn, Porg poder aptovechar pienamente Ia experiencia contenids en las norma tradicionales, toda critica tendente a mejorar alguse ae ellas deberd quedar encuadeada en el marco de los valores establecidos, marco que nevesari amente deberd ser admitide sin previa justificacién. Denominaremos «criticismo inmanen, te» a la expresada actitud que sitéa la eritica en el dmbito del correspondiente sistema de normas y que enjuicia las. pertica lates notmas en términos de consistencia y compatibilidad con aquellas otras sobre les que el orden reposa. Una vez reconer cica la imposibilidad de refetir el existente sistema a sus espe- citicos efectos, el andlisis critica de las reglas morales jure dicas sélo resulta concebible sobre las expuestas bases La consistencia o compatibilidad de las diferentes reglas gue integran el sistema no es de cardcter Idgico. A este respecto, consistencia implica mis bien que todas las reglas deben estay al servicio del mismo orden abstracto y que todas deben con. tribuir a evitar surja el conflicto entre quienes a elias se some ten. El que dos o mas normas sean ro compatibles entre sf és cuestin que depende de las especificas circunstancias con currentes, pudiendo unas mismas reglas set capaces de resolver el conflicto en unos casos y en otros no. Por otra parte, reglas gue desde el punto, de vista légico resulten incompatibles ven 40 Derecho, Legislacion y Liberiad™ el sentido de que, ante citcunstancias andlogas, el individua guede sometido a exigencias contradictorias— pueden trans formarse en compatibles si se establece una relacidn jesarquica ‘que determina cul de ellas debe prevalecer sobre la otra, Todos los problemas morales tienen pot otigen algin con. Aicto aormativo, siendo lo mas frecuente que el mismo nazca de Ia incertidumbre en cuanto a ia impottancia relativa de las diferentes normas. Ningtin sistema normativo puede ser consi- derado completo en el sentido de que sea capaz de dar clara Tespuesta a cuantas cuestiones se planieen. La causa més gene- tal de le citada incertidumbre radica probablemente en el dife- fente rango jerérquico de las distintas notinas que integean el sistema, puesto que el aludido rango no queda por lo general debidamente definido. El constante planteamiento de nuevas cuestiones a las que el sistema normativo es incapaz de respon der hace que el mismo experimente gradual evolucién que lo va adaptando al tipo de circunstancias sociales de cada mo veut Al sfirmar que toda ecitica del esquema normative debe ser de cardcter «inmanenter, pretendemos expresar que la per- tinencia de una norma deberd establecerse en funcié de alguna tra que, en el cozresponcliente contexto, se considere incves tionable. La técita aceptacién del sistema general de notmas, en este sentido, determina la orientacidn a la que deberén sjus- tarse también Tas reglas en cuestién; orientacién que, como queda consignado, no propicia aingin suceso particular, sino el mantenimiento o la restauraciéa de un orden que lag nor, mas intentan estructurar de manera més eficaz, Io que logran con mayor 9 menor éxito. Lo crucial no es, en definitiva, la consistencia de les normas entre sf, sino la compatibilidad de los actos que las mismas exigen o permiten realizar. Quizd parezca, a primera vista, sorprendente que Jo que es fruto de Ia tradicién pueda ser al propio tiempo sometido a anilisis critico, No compartimos el criterio de que toda tradi. ign cultural deba ser considerada sagrada e inmune a la critica, Tan sélo afirmamos que cuelquier cxitica que al respecto s¢ haga deberd basatse siempre en los enfoques aportavios por actitudes también tradicionales. Dicho en otras palabras: los 4st BL bienestar general y los jine: particularet a ‘spectos particulates de una situaciéa cultural sélo pueden ser ctiticamente evaluados en el contexio de esa misma cultura, Ningtin esquema notmativo o valorative podté integramente set referido a una construccién intencionada. El andlisis erftico eberd siempre detenerse ante lo que sélo puede ser justificade sobre Je base de su tradicional aceptacin, Sélo cabe analicat tuna parte del todo; ta totalidad del esquema no podrd ser alierado, sino que deberd ser aceptada sin discusién, Puede esto expresaise también diciendo que sélo podremos retocar algur has partes del todo y que éste, por su parte, nunca podrd ser objeto de una total reestructuracién * Fundamentalmente, esto es asf porque el sistema de nor- mas dentro del cual se insertan aquellas que condicionan el comportamiento de una determinada persona incluye tarbién las que atafien a los zestantes miembros de la colectividad. La posibilidad de demostrar que si todos adoptasen determinads ‘nueva norma, ello producitia un mejor resultado general, carece de trascendencia, ya que tal objetivo no esté al aleance de nadie Lo que si resulta posible es que alguien adopte una norma ue, dentro del sistema existent, permita reducit el grado de frustracién de las expectativas. Este aparentemente paradéjico resultado de que una alteracién del sistema pueda traducitse €n una menor frustracisn (lo que finalmente induce a la calec. tividad a aceptar la correspondiente norma) estd estrechamente vineulado con cl hecho de que las expectativas que motivan nuestro comportamientc no se tefieren tanto a los actos ajenos cuanto 2 sus correspondientes efectos; y también con el hecho de que las reglas son de carécter fundamentalmente restrictive, es decir, de caticter negative y no positive. Puede ocuris, por 3 Esto ex lo que, a mi, entender, pretende expresat Kar! Popper mediante el sérmino singcnierla picea & pieza» en The Open Sooesy end its Enemies (Princeton, 1963), expreatén que me resist a adoptay dado que el concepto de «ingenietia» augiere, de manera extesiva Ie flex de un problema téenico de teforma basado en sl pleco ronoe tniento de los dios fiscos, mientras que lo exencial de euslguiet posible opegeca dl eeibera nn de mer e foornieno fe alguna parte del conjonto sin dsponer de Te compreasiga complete: ele cratur lob

You might also like