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CariruLo VIL UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) OTRA DEMOCRACIA A MEDIAS ‘Como habia ocurrido con Frondizi cinco aitos atris, Arturo Ilia ac- cedié a la presidencia, en 1963, por una via s6lo parcialmente democri tica. Lo mismo que en 1958, la convocatoria electoral que cerr6 el perio do del breve y cadtico gobierno de José Marfa Guido (abril de 1962 a octubre de 1963) fue restringida, ya que los candidatos justicialistas fue- ron proscriptos de la competencia por el poder. La razén profunda de la veda no fue distinta entonces que un lustro atras: el itreductible énimo antiperonista de la mayoria de los militares, cuya nica aspiracién poli- tica indeclinable parecfa ser la desaparicién de Perén como factor de po- Uer en la Argentina, Desde su extenso periplo de exiliado, sin embargo, Perén influfa sobre todo lo que se hacfa y se deshacfa en la politica ar- ntina, aprovechando los ertores ajenos y el milo que, con los afios, se iba tejiendo alrededor de su figura. En las elecciones que consagraron a Mia, los votos en blanco, silenciosa voz del peronismo, fueron Ia segun- sla minoria. No era poco para un “candidato” que hacia casi ocho afios ‘que no pisaba el pais... La proscripcién del peronismo en 1963 allané el camino a un radi lismo bien distinto del que habia gobernado con Frondizi. En realidad, era, ‘ww antitesis en varios sentidos. En su moderacién, su espiritu conciliador y su identificacién sin reservas con la tradicién yrigoyenista estaban al intismo tiempo las virtudes y los defectos del nuevo presidente, Frondizi, ‘cu cambio, habia acertado y habia errado por su propensién a la transfor. acidn ripida, al enfrentamiento y a la independencia respecto a cual- tinier dogma que no fucra el suyo, Probablemente, ni uno ni otro estilo eran ideales para conducit el pais en tos (urbulentos tiempos politicos que rortian, Pero Ii intersupeidn premiatura de ambos gobiernes tayo mucho 290 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO mais que ver con la insostenible situacién de un pafs sin una frmula ade~ cuada de convivencia politica que con la habilidad de los presidentes pa- ra manejar el poder. La aritmética decfa que Illia debia contar con la oposicién de las tres cuartas partes de los argentinos, En los hechos, la posicién del go- bierno fue por lo menos tan dificil como indicaban los mtimeros. El pe- ronismo, a través de su poder en los sindicatos, y el partido militar (que habia esperado para su candidato Aramburu mas que el meritorio 13% que consigui6 en las elecciones de 1963) dejaron en claro a su tiempo que consideraban condicional y esencialmente ilegitima la autoridad del presidente. Asf las cosas, el problema basico de Ilia fue el mismo que cl de Frondizi: no habia manera posible de gobernar que contentara a unos y a otros. ‘Si habfa dudas sobre la actitud del sindicalismo ante el nuevo ensa: yo constitucional, se despejaron tan s6lo cinco dias después de la asun- ‘idn de Mia, En un acto conmemorativo del 17 de octubre, una dirigente aseguré que: “cuando el peronismo vaya a las urnas a volar y a elegir re- cin diremos que aqui comienza la concordia”. Los planes de lucha orgit- nizados por la CGT a lo largo del aio y medio siguiente fueron la mani- festacién mas palpable del conflicto enire el gobiemo y los sindicatos. La CGT cligié una estrategia de protesta acorde con Ia estructura orgéinica {que habja recuperado, después de haber pasado alos de marginacién. Fl cespecticulo de tomas de fbricas acompaitadas por paros generales era un medio efectivo de presién, que en ocasiones forz6 al gobierno a ceder a ciertos reclamos econdmicos de los gremios. De todos modos, la politica oficial poco podia hacer para detener Ia andanadla sindical. Los planes de lucha eran Ja impugnaci6n a un gobierno que habia sido elegido a espal das del peronismo y, aun més que eso, un ejercicio de poder ante las dé. biles autoridades democriticas. El frente militar no fue, en un principio, tan tenso como el sindical Después de todo, la dominante faccién azu! de las Fuerzas Armadas, que de Ia mano del general Onganfa se habia impuesto en las Iuchas intesti~ nas de 1962-63, se decfa partidaria de la subordinaci6n militar al poder civil. El margen de maniobra de Illia parecia ser algo mayor que el que habfa tenido Frondizi, quien habja estado atrapado por una infinidad de planteos castrenses. Un par de afios bastaron, sin embargo, para que On- ganja canjeara su discurso constitucional y disciplinado al presidente por otto decididamente golpista. Mucha agua corrié bajo el puente du- rante ese par de afios. En algunas ocasiones, los movimientos del 2o- bierna coincidieron con los deseos de las F Armmadas, Lat mis im UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 291 Portante fue el aborto de la “Operacién Retorno”, un intento de repatriar a Perén ideado por el lider sindical Augusto Vandor. El avin en que volvia el ex presidente fue detenido en Rio de Janeiro, después de ges- tiones diplomaticas de las autoridades argentinas, que no ignoraban la presién militar Pero en otros episodios el gobierno actu con independencia respec- to a la opini6n de los hombres de armas. A principios de 1965, Ilia se ne- 26 a enviar a Santo Domingo tropas argentinas que apoyaran la interven- cién norteamericana. Esa decisién cayé mal en las filas de Onganfa, alineado con los Estados Unidos por el compartido anticomunismo y por la posibilidad de recibir equipos y entrenamiento norteamericano para las Fuerzas Atmadas argentinas. Mas conflictiva ain fue la politica electoral del gobierno radical. Empeiiado en lavar su propio defecto de legitimidad, lia permitié la participaciGn de partidos identificados con el peronismo en las elecciones parlamentarias de marzo de 1965. El triunfo de la Unién Popular por escaso margen sobre Ia UCRP- puso en alerta a los milita- res, Con todo, todavia podfa éspecularse con la incorporacién definitiva de un “peronismo sin Pern" como una salida accptable para todos. El propio Vandor avanz6 en esa direccién, buscando librar al sindicalismo de la tendencia antisistema que queria imponerle PerGn. La viabilidad de es- te ensayo qued6 comprometida, sin embargo, cuando a principios de 1966 tun candidato a gobemnador de Mendoza apoyado explicitamente por Pe- ‘én sum6 mas votos que el aspirante auspiciado por Vandor, Se reafirma- ba asf la vigencia de las credenciales del general exiliado como lider del Jjusticialismo. Incorporar al peronismo significaba, de una manera u otra, aceptar a Pern, La clausura definitiva de una formula politica que fuera aceptable para los militares coincidfa con otros desarrollos que también tenian co mo salida natural un nuevo golpe de estado, Por un lado, aparecieron los primeros indicios de presencia guerrillera en el pais, Para algunos mili- lares, esto justificaba la aplicacién de la “doctrina de Ta seguridad nacio- ial” que Ongania habia enunciado un par de aftos atrds, segsin la cual las Vuerzas Armadas se reservaban la potestad de tomar el poder cuando wereyesen que Ia Constitucién estaba amenazada. Por otro lado, buena parte de la inteligentsia argentina, enrolada en un discurso modernize. dor y eficientista, consideraba al gobierno de Illia como la expresién hnnixima de los vicios que aquejaban a la demoeracia de partidos: la bu- rocracia, la parsimonia: para tomar decisiones, la falta de compromiso cestratepit efieas de desarrollo econémiea. Los medias de co- mmmnicacivin discutian, cnando ni alentaban, ka posibilidad dean golpe 292 EL CICLO DE LA TLUSION Y BL DESENCANTO ue derrocara ahi, Entretano, el vandrismo buseaba su lugar en un futoro goiemo surgio de una "evolucin nacional. A mediados de 19s tendenciaspopisias habfan madara. El of del Ejécto, = feral Pistrn,demunei el 29 de mayo un “vaso de poder” en la Reps Bile, Un mes mis tarde, ol relevo dl dni gener Tea a gobierno Mra el inl det gobetno dela UCRP, Los jfes de lasts fuerza d= Claraton el ineio de la Revolucion Argentina y eniepaton el poder & Suan Carlos Ongania ION? {LA ULTIMA RE ma UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 293 de os flujos de capital desde el exterior. No era fécil para los empresa rios argentinos obtener créditos en el extranjero, y cuando los conse- guian era a tasas de interés bastante altas, infladas por las expectativas de depreciacién del peso. La ola de préstamos exteriores y la época del peso como moneda estrella del mundo, logros efimeros de Ia época de Frondizi, ya eran historia, Por otro lado, la politica monetaria tuvo bas: tante que ver con la escasez crediticia. Especialmente durante los meses de Alsogaray como ministro de Economia, la emisién de dinero estuvo tan cercana a las prescripciones monetaristas como fue posible. En realidad, factores relativamente independientes de la situacién de iliquidez,-como la cafda de demanda provocada por Ia reduccién del sa latio real~ contribuyeron al mal desempemio econémico de los aiios de Guido, Pero la idea de que un excesivo celo antiinflacionario habia pro- vocado la recesiGn eta un diagndstico compartido por muchos. Entre ellos estaban, quien mas quien menos, los hombres que Iiliaeligié para que le- varan adelante la politica econ6mica. Desde un primer momento fue ela- to que el gobierno de la Uni6n Civica Radical del Pueblo tendria como. prioridad irrenunciable la reactivaci6n de Ia economia, y que otros obje- tivos (el equilibrio fiscal o la estabilidad de precios, por ejemplo) estarfan subordinados a aquél. Que la revitalizacién de la economia ocupara un I= gar central en la agenda econdmica del gobierno no era, de todos modos, zarantia de su éxito. Y no lo era no solamente por la dificultad de imple- ‘mentar politicas adecuadas en un contexto institucional complicado, La ine6gnita principal era si habia manera de librar a la economfa argentina del cepo que, durante los ailtimos quince afios, venfa tabando su creci- ‘miento econdmico, Ese cepo tuvo su bautismo: los economistas lo lamaron “ciclo de marchas y contramarchas” 0, menos solemnemente, stop and ga (“fre= nar y andar”), Asi trataba de describirse a una economia que parecta condenada al desesperado destino de Sisifo. Ya era una regularidad evi- dente que a los picos alcanzados en las expansiones seguian recesiones que arrojaban a la economfa a un valle no mucho mas alto que el del ci- cclo anterior. No se distingufa, entre onda y onda, una tendencia defini- dda al crecimiento, como la que se observaba en el resto del mundo, tre 1948 y 1963 el producto per cépita de la Argentina habla aumentado penas 4%, una performance decepeionante frente al promedio mundial ude alrededor de 50%. 294 EL CICLO DE La TLUSION Y EL DESENCANTO STOP AND GO Variacién porcentual del ingreso per cépita ecient det PB pee ists —Tenseres uote: clalad apart dol apéndce estan Esa mecénica tenia bastante que ver con las caracteristicas del desatro- lo que, voluntaria o involuntariamente, habja adoptado la Argentina a parti de la Gran Depresién. Desde hacia un tiempo, el aislamiento respecto a las corvientes internacionales de comercio -en un principio forzado por la crisis, del "30 y por la Segunda Guerra, y a partir de los aflos 40 consolidado pot la voluntad de Ia politica econdmica- venta trayendo como resultado paradgji- co una extrema vulnerabilidad exterior. Al comenzar la década del 60, la sus- titucién de bienes importados por produccién nacional, orientada al mercado. intemo, se habia completado para la mayor parte de las ramas industrials. Segufa dependiendo del exterior, siu embary, la provisién de algunos insu ‘mos y, sobre todo, de maquinarias y equipo para inversiGn. Esos rubros repre- sentaban mis del 90% del total dé las compras al exterior. Las posibilidades de produccién quedaban asf fuertemente determinadas por la capacidad para importar, Pero el monto de importaciones estaba a su ver Timitado pot lo que el pais pudiera exportar. A pesar de que las politicas econmicas habfan in- tentado, desde la década del 50, revertrel sesgo antiexportador de los prime- +98 aflos del peronismo, las exportaciones permanecfan estancadas en alrede- dor de 1000 millones de dares. En esas condiciones, no habia forma de evitar que las tendencias expan sivas de la economia fueran de corto aliento, ya que en algtin momento las, necesidades de divisas para importaciones excedian a las que podlfan conse~ _nuirse por exportac Iu UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 295 cidn de la moneda, que tenia el doble efecto de alentar las exportaciones y di _minuir las importaciones, aunque con una mecsnica muy particular, determi- nada por el carter semiindustrializado de la economia argentina. Mas que estimular la produccién de bienes exportables —Ia reaccién tradicionalmente asociada a una desvalorizacién de la moneda- la devaluacién provocaba una disminucién del consumo interno, porque a medida que aumentaban los pre- cios de los bienes comerciables intemacionalmente, entre los cuales se con- ‘aban primordialmente los alimentos, el salario real cafa. La contraccién del consumo era mds intensa en los encarecidos bienes de exportacién y, aun con Ja produccidn rural estatica, esa declinaciGn se reflejaba en un aumento de los saldos exportables, Aunque en menor medida, también disminufa la deman- da por bienes no comerciables ~entre los cuales se contaban la mayorfa de los, productos industriales, fuertemente protegidos~ desencadenando una rece- sin. Ese “stop” ayudaba a contener la demanda por importaciones y revertir el déficit extemo. Sélo cuando los salarios nominales empezaban a reaccio- nar ~acarteando consigo a los costos y precios industriales~ se reavivaba el consumo, la producci6n y las importaciones, Pero en esa recuperacién estaba Ja semnlla de una nueva caida. Esa fatal cadena de causas y efectos podta quebrarse si el déficit de co- mercio se prolongaba por un tiempo més largo, utilizando para ello financi miento exterior, mientras se alteraba la estructura productiva de manera de re- vertir la tendencia al desequilibrio. La experiencia de Frondizi habja sido un intento a gran escala de capitalizar el pafs por la via de préstamos e inversio- nes externas, dando prioridad a las actividades productoras de los bienes que hhasta entonces se importaban, Esa estrategia, sin embargo, debi6 interrumpir- se antes de lo esperado, La recesién de 1962-63 se habia iniciado de manera Similar a las otras dos grandes recesiones de la posguerra, En 1962, como en 1052 y 1959, la escasez de divisas habia hecho inevitable una restriccisn alas importaciones, y una consecuente caida de la actividad econémica interna, Era natural esperar que las intenciones reactivantes del gobierno de Ilia veabaran chocando, tarde 0 temprano, contra Ia perversa mecénica del stop und go. Pero no fue ast. La expansién productiva durante el breve gobierno radical fue la primera etapa de un periodo de crecimiento sostenido que no se slab en Ta Argentina desde tiempos anteriores a la Gran Depresi6n, GOAND GO {En su gestiGn econdmica, como en casi todos los terrenos, un estilo mo- Hleradlo y grxlualista fue kr nota earacterstica del gobierno de Tilia, Antes que Janzar in yan pur que abarcar los muchos aspectos del manejo econ 296 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO 0, se actus menos sistemiticamente, enfentando Tos problemas a medida aque se presentaban. Para Eugenio Blanco, el primero de los ministros de Eco noma durante el gobiemo de la UCRP, era evident cul era el problema mis irgente, Haba que hacer todo lo posible por sacara la economia dela rece- sin que se habia iniciado junto con el gobierno provisional de Guido La conduceidn de Blanco apel6 a los tipics instrumentos macroeco- niémicos de corto plazo que formaban el compus de la politica econdmica keynesiana, Expansidn fiscal através de aumentos en las compras del ¢s- tao més estimulo al crédito via emisign monctara, sa eral recetacono- cida para trata con economias que estaban lejos del pleno empleo. Ast se hizo, sobre todo durante 1964, Ese ao, el gasto del estado aumenté nada menos que tn 25% en términos reales. Que el deficit del sector piblico se mantuviera cercano al alto nivel de 6% del PBI era visto como un proble- ‘ma menor, si con ello se apuraba el ritmo de produecién, Las medias cre- ditiias, por su parte, se reflejaron en el récord de aumento anual dela ba- se monetaria: alrededor de 40% en un solo ato, la marca mis altaen lo que iba del siglo, El incentivo financiro se administré con un ojo puesto en el indice de desempleo. No era casualidad que, a la hora de decidir a qué in- dustrias concedereréditos, se optara por aquellas més propensas a crear puestos de trabajo, Tambign se dieron facilidades crediticias para cancelar pagos con el estado, al tempo que el sector pblico pagaba la deuda que venfa acumulando contra sus proveedores ‘Ademés de las politicas monetaria y fiscal, se aproveché la capaci- dad estatal para orientar algunos precios de la economia, en la direccién «que mis convenia alos fines expansivos del gobierno. Las tarifas de las empresas piblicas quedaron congeladas (lo que en presencia de una in- flacidn sustancial significaba un abaratamiento significativo, hasta el punto de egar al nivel mis bajo en el perfodo de posguerra), de manera de no comprimir por esa via el ingreso real de las familias. Al contrario de lo que la cerrada oposicién sindical sugeria, o quizas justamente co- mo respuesta alas presiones obreras, desde el gobierno se hizo bastante para beneticiat a los trabajadores. Hubo una ley de salario minimo, vital ¥ m6vil,rsistda por las eémaras empresarias pero anhelaa desde hacfa tiempo por la CGT. Y los salarios erecieron en una proporcién mayor & Jos precios, legando a redondear un 10% de aumento, en términos rea Jes, a lo largo de 1964, Las autoridades sabfan que tanto impulso reactivante podia poner en peligro las cuentas extemas de la Argentina La posibilidad de que a perada recuperacidn econémica siguiera una stuacién delicada en la ba Tanzi de pagos (cosa que haba sido habitual en el pasado inmediato) de LUNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 297 bia er despejada de algiin modo, Mis atin cuando el gobierno de Ilia he- redaba de sus antecesores, especialmente del periodo de Frondizi, la carga de una deuda bastante abultada, En 1964 hubo que girar al exterior, en con- cepto de renta al capital que habia ingresado los aos anteriores, més de 100 millones de délares, cifra que no podia sino preocupar al gobierno. Asi y todo, se opt6 por actuar con independencia del Fondo Monetario In- ternacional. Las negociaciones con ese organismo fracasaron por conside- rarse demasiado duras las condiciones requeridas para un acuerdo stand-by. En lugar de ello, se pact6 directamente con los paises acreedores, y en 1965 se consiguieron importantes refinanciaciones. Pero no era s6lo cuestién de tapar agujeros abiertos en el pasado, Ha- bia que restringir el-nuevo endeudamiento al nivel que fuera estrictamen- te indispensable, y exportar mas de Jo que se importaba, de manera de pagar cuentas pendientes. Fue con esa intencién que se suspendié el finan- Ciamiento a algunas importaciones y se reinstauraron los controles cambia- rios para movimientos financieros. Ademés, se premié las industrias que utilizaran pocos insumos importados con un mayor volumen de crédito, al tiempo que se restringia el uso de componentes no nacionales en Ia indu tria automotriz. ‘Un arma mas potente contra el déficit externo fue la politica cambiar que con el tiempo serfa uno de los aspectos més elogiados de la administra- ign econémica en tiempos de Ilia. El control de cambios no alcanzaba a las ‘operaciones comerciales, que se realizaban con bastante libertad. Pero cl precio del délar pasé a establecerse de manera novedosa, sin la rigidez.de las experiencias anteriores de tipo de cambio fijo ni la volatilidad de un esque- ima perfectamente flexible, como el que habfa regido a partir de 1962. A lo largo del gobiemo de Ilia et peso fue devaluado nueve veces, pero en nin- nin caso Se traté de los bruscos cambios de valor que el pats ya haba cono- ido en el pasado y que més asiduamente conoceria en el futuro. Al contra- rio, fueron depreciaciones relativamente suaves que ajustaban el precio de las divisas ala inflaci6n interna. Tiempo después, esa politica cambiaria, que cen Ja Argentina nacié como un acto reflejo ante la inflaciGn y que por la mis- nna €poca se aplicd también en Chile, ganaria respetabilidad internacional hhajo el nombre de crawling peg 0 tipo de cambio reptante. Su gran ventaja cra que garantizaba cierta estabilidad al poder de compra de las divisas ob- tenidas por los exportadores. Se daba respuesta asf a un viejo reclamo de los proxluctores de bienes exportables, que desde hacia tiempo se quejaban por sambios bruscos en sus remuneraciones, La sensata politica cambiaria coineidi con el tan esperado crecimien- to de fas exportaciones. i estancamiento de las ventas externas de la At= 298 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO gentina entre la década del 20 y prncipios de los aios 60 era, con toda pro- babilidad, la estadistica mas lamativa para quien estudiara la evoluein de la economfa argentina hasta entonces. Caso tnico en el mundo, la Argen- tina habia exportado en 1961 menos délares que en 1928, siendo el valor tunitario en dtares de Tas exportaciones aproximadamente ef mismo, De de antes de la caida de Perén se habjan intentado diversas formas de est ‘mulo ala producci6n agropecuaria para la exportacién, que abarcaban tan 10 incentivos de precios (via subsidios o tipos de cambio relativamente altos) como aliento a las mejoras teenoldgicas, impulsadus desde el Insti tuto Nacional de Tecnologia Agropecuaria (INTA). Hasta comienzos de Jos afios 60, sin embargo, las ventas externas sélo habfan superado con hol- gura Ia bartera de los 1000 millones de délares anuales en Ia inmediata posguerra, época de altisimos precios de los alimentos. Fue recign duran- te el gobiemo de Illia cuando se quebr6, de una very para siempre, esa marca del aislamiento econémico argentino. . UN PUNTO DE INFLEXION Exportaciones argentinas, en millones de délares 1800 1600 1400 1200 1000 200 400 200 1961 19685, 1965 Fuente: spendin etason Es cierto que la buena suerte ayuds. ionexy a rt jad a esa resurreccién exportadora. En 1964 y 1965 los precios de los productos argentinos se mantuvieron en ni veles comparativamente allos. Pero ef aumento de lor tuvo mis de cre UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 299 cimiento del volumen que de recuperacién de precios. La Argentina pudo ‘exportar mas bienes agropecuarios en esos atios sencillamente porque pro- dijo mas, Es notable que durante los afios de Illia aumentara la participa- cidn de las actividades primarias en el producto global, en contra de la ten- dencia de largo plazo de estancamiento relativo de la produccién rural. Buenas condiciones climaticas y la esperada respuesta de los productores 4 los mejores precios se combinaron para que la produccién agropecuaria cen 1964/65 fuera alta en comparacién al promedio hist6rico. En los ecrea- les el aumento entre 1963 y 1965 lleg6 al 60%, mientras que las existen- cias de ganado tocaban un récord de 51,4 millones, 20% ms que en el pi co anterior de 1960. ‘Hubo una importante excepcidn al manejo generalmente moderado de los asuntos econémicos durante el gobierno radical. A poco de co- ‘menzado el mandato, Ilia decidié la anulaci6n de los polémicos contra- tos petroleros con empresas extranjeras que habfan sido firmados en tiempos de Frondizi, Con ello hacfa honor a sus promesas preelectora- les, inspiradas en la tradici6n radical de mirar con cierta reserva al ca- pital extranjero. De un partido que se habfa opuesto con la mayor firme- za a los intentos de Pern por atraer capital internacional al sector petrolero argentino era mucho mas esperable la actitud revisionista de Illia que la obsesién de Frondizi por firmar contratos con compafias ex- tranjeras. La medida entradaba, pues, una impecable coherencia ideols- ica, pero implicaba también un dao a la credibilidad argentina en su tato con inversores extranjeros. Mas grave que eso, “Ia anulacién” in- tetrumpié bruscamente el crecimiento del sector petrolero argentino, ‘acaso el logro mas importante de la presidencia de Frondizi. La produc- cién de petréleo, que se habfa triplicado entre 1957 y 1962, apenas man- tuvo su nivel en la 6poca de Illia, Se perdfa asf una oportunidad de com- plementar el aumento de exportaciones con otra fuente de ahorro de divisas; como consecuencia de la recesién petrolera, las importaciones de combustibles de 1965 doblaron a las de 1963. La apuesta global del gobierno era que una reactivaci6n estimulada por las politicas monetaria y fiscal, sumada a un manejo adecuado de las ‘cuentas externas, era capaz de librar a la economia de la trampa del stop and go y conducirla a un camino de alto crecimiento, Para muchos, era una puesta temeraria, La revista politica Primera Plana juzgaba imposibles Jos ambiciasos planes del gobierno, en un informe especial titulado burlo- namente “Alicia en el Pais de las Maravillas". Las proyecciones en cues- tidn eran las del Plan Nacional de Desarrollo, que estipulaba un ereci- Iniemto quinguenal de 33,6% entre 1964 y 1969 y una situacisn de pages 300 EL CICLO DE LA ILUSION ¥ EL DESENCANTO. sliviada por sucesivos superévits de comercio. Los reparos hacia el prograe sa se centraban en la aparente incompatibilidad entre crecimiento répido ¥ recuperacién sustancial del consumo, dos de los postulados del plan. Se Fazonaba que el impulso al consumo interno dado por la politica fiscal y crediticia inevitablemente restara recursos a la inversién, con lo cual Ta posibilidad de crecer aprisa pasaba a ser remota. . La realidad estuvo mas cerea de las estimaciones del gobierno que de Jas de sus erticos, Los dos aos completos de administracion radical (1964 ¥y 1965) registraon una recuperacién econémica con pocos antecedentes en todo el siglo, promediando cerca de un 10% de aumento anual del PL La pasticipacin de la inversion en el producto brato se mantuvo cerca del 20%, un nivel apenas mas bajo que durante la fiebreinversora de Tos pri- eros atios de la década, La reactivacién impacts sobre el nivel de em- pleo, y lev6 ata tasa de desocupacidn del récord de 8,8% (julio de 1963) avapenas 4,6% (octubre de 1965). Y no habia sintomas de complicaciones en el frente extemmo, El auge exportador permitié acumular saldos comer. ciales favorables por valor de 1400 millones de délares en 1963-166, una cifra equivalente a un afio de exportaciones. . CRECER SIN TRABAS Crecimiento y comercio 1988 1989 1960 1961 1963 1984 965 eal 0 200 100 200 300 +00 =SBBslinza comarca en millones de USS (escale 2qierd) ®—Crecnianto ara dl PB (sca devechs) Fume: apendon etait, UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 301 ‘A comienzos de 1966, sin embargo, la sensacién difundida por los criticos de que Ia economia marchaba a una nueva recesi6n era tan inten- ‘sa como la percepcisn de que se.avecinaba un nuevo golpe de estado. LLos argentinos se estaban adaptando a una historia que pareeia ciclica, a tun eterno retorno de crisis econdmicas y politicas. La historia reciente era invocada para predecir una pronta recesién: EE] factor real por excelencia, que ha influido en los ciclos depresivos de la economia argentina es, sin duda, la crisis del balance de pagos. Dos veces en los altimos 8 afios, la evolucién desfavorable del balance de pagos preludis tuna inmediata recesign econémica [en 1959 y 1962-63]. A pesar de las pro- testas de algunos miembros (ya no todos) del actual gobierno, el fenémeno parece estar repitiéndose en 1965 para desembocar a fines del aio en curso ya lo largo de 1966: entonces, las huellas deta recesién quedarin marcadas fen el registro del PBI! En efecto, en 1966 estuvo lejos de repetirse el boom del bienio an- terior. Pero no se traté de una verdadera recesién: ni el PBI cay6 (en rea- lidad, aument6 cerca de un 1%) ni hubo crisis de balanza de pagos. La desaceleracién de la demanda interna evit6 que aumentaran las importa- cciones, y el superdvit comercial fue mas alto que en los afios previos. Por fin se podia alentar la esperanza de quebrar de una vez por todas el stop and go. ‘Si el instinto econdmico engaii6 a muchos, no puede decirse lo mis- mo del olfato politico. Todos lo sabfan, y todos sabfan que todos Io sa~ bjan: el final de Illia estaba cerca, Su cafda iba ser la muerte anunciada de un gobierno al que nada le habia sonrefdo, salvo la economia. VANTASIA Y REALIDAD DIEUNA REVOLUCION NACIONAL “Teniendo en cuenta la sucesién de crisis que habfa caracterizado a la po- litica argentina en la década anterior a 1966, era comprensible que la figura «ke Onganfa despertara la adhesién e incluso la admiracién de una parte de la sociedad argentina, Pocas semanas antes del golpe, una encuesta revelaba ‘que una sorprendente proporciGn de la poblacién (que entre intelectuales y tempresarios era mayoritaria) se pronunciaba en favor de la remocién de Mia, yy st eventual eemplazo por Ongania, En el nuevo presidente se cifraban las rans de muchos, tanta que de Cl legs a eseribirse: 302 EL CICLO DE LA TLUSION Y EL DESENCANTO La Nacién y el cauditlo se buscan entre mil crisis, hasta que, para bien 0 pa- +4 mal, celebran su misterioso matrimonio (...] el advenimiento del caudi- oe apertura de un nara etapa, puesta vil dana nan en __ Com ob de amas, Onganis aba dead elses “ei wy haba evo stan i tas proce de ptesonliedn depots ea faces Asma Aor sun ter epee da conta es descatatn por ince fegims Sains sr Oporaniad pas epeara an ssan el xpermens de mare ausbien vias supe orem india score ‘Srtaces Ei glpe de 1965 (hasizad “Revolucin Argentina”) ea mds an bichon en ine ue clara de os ante con a pole ok cep dl de 193) No sta icant de eva an sole coe bases sda” Con exe popes anunciata plan fone sl ue sarah son asc suas vntampo ean ch ie Sehr de la Agena sn ps ro) tempo svi. ong sos psn atures dato pr eo igs) sl bo deta un pop’ setaad orn nstarctn de tena otic perma y se Lasts emi, ns ir no ceo Deal eg, noc cl cristina n proyecto tan ass oo Haine Io, con aio so gobo wane lensaen inl dean Ongaiaoemnory haa poses als cal pot lade on presente ado psn conve seas ene starts Aso habia contbuio sobre tole, cshae de eo nin poca sia me eo tastes lagoon eo de epee pol vets quo pnt as inven el acne on terse Tapoce san sy opel less pbicndone Opostoo tss cud nny bts comes gs Macs Cnanano del geez cna ce Hosni fe si) gi sc impont en Occ 1s aor 1067» 1968 tenscuiern onl quit de sapere ave pede cperas no adn ys de pe pins UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 303 manos de una persona, La actividad de los partidos politicos habja sido suspendida desde el principio, las Fuerzas Armadas habian cedido todo cl poder de decisidn al presidente, Ia prensa estaba sujeta al visto bueno del gobierno y los sindicatos no se decidfan a revertir completamente su actitud inicial de bienvenida al golpe de estado. Tal como habia ocurri- do durante los afos finales de Perdn, no es que no hubiera oposicién s rho que el sistema politico imperante (0, mejor dicho, su misma inex tencia) descartaba toda expresién de disidencia. La Iglesia, dividida como estaba en sectores que abarcaban casi todo el espectto ideolégico incluyendo una importante mayorfa favorable al gobierno) no podfa convertirse de ningdin modo en el bastién opositor que habfa sido en los tiempos finales de Pern, En esas condiciones, la tinica posibilidad de rechazo era a través de la protesta popular o incluso de la oposicién ar- mada. El Cordobazo, en 1969, tuvo un poco de las dos. Lo que se habia iniciado como un planteo sindical y universitario fue tomando un cariz. de creciente rebeldia hasta convertirse en una batalla entre el Ejército y ‘arupos de activistas que Hegaron a controlar el centro de Ia ciudad de Cérdoba. Se habfa perdido “el orden”, hasta entonces Ta nica materia en la que el régimen de Ongania habia rendido a la altura de las expec tativas. La reynelta de Cérdoba fue répidamente vencida, pero el gobier~ no estaba herido de muerte. ‘A partir del Cordobazo, el proyecto de 1a Revolucién Argentina en- tré en una prolongada fase decadente. Todavia habrian de transcurrir cuatro largos afios antes de que el poder volviera a manos civiles, pero cen ningin momento se estuvo cerca de recomponer Ia aprobacién de los primeros tiempos, Mes a mes el gobierno perdia el poco erédito que le uedaba, en medio de una atmésfera cada vez més enrarecida por las ac~ ciones de organizaciones como e! Bjército Revolucionario del Pueblo, los ‘Montoneros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Ya no habfa razones para sostener a Onganfa, El asesinato de Arambumu, levado a cabo por Montoneras a mediados de 1970, fue el empujén final para el malogrado ‘candillo”. Los militares, encabezados por Alejandro A. Lanusse, decidie- ron reemplazarlo por el ignoto general Roberto Marcelo Levingston. Du- rante su breve gobierno, el pais asisti6 a una creciente conflictividad, que incluyé duros planteos sindicales y frecuentes atentados terroristas. Le- vvingston se abstenfa de considerar tina proxima salida electoral, optando n cambio por buscar adhesiones a cierto matiz nacional populista que in- tentaba imprimirle a lo que quedaba de la “revoluci6n”. Pero las voces fa: Vorables a una normalizii6n institucional comenzaron a sonar ms fuerte a pavtir de La Hora del Puebla, wn documento acordado entre represen 304 EL CICLO DE La ILUSION ¥ El. DESENCANTO teri de Levingston para enfrenar ese y otros iclanes ethan pos Sen tarle A apoyo de las Fuerzas Armada. prs hora de prepara una sada mds elegant posible, y Las decid encabezar pesonalmente ena aren Detonste meegte oe Toes por diende lo suacion pollen, Fue ehabitiogs leach tantes, y se entabl6 un puente de comunicacién con Mz : dia et mayor benefice la sper peti propugnabe Laman Bee sane pela eed nirfa el futuro politico de ambos, Pero el ex presidente en el exilio lev: antiguo aparato sindical y de la efervescente juventud peronista, Mien. apareeia como la Gnica figura capaz de restaurar la paz. ; cléusula de residencia en el pais impidis la participacidn de Pern, Fue clegido un fiel vicario, Héctor Cémpora, con la mitad de los votos, El po- der formal, por poco tiempo, estaba en manos de un personaje menor, Pe- 10 el poder real volvfa a ese hombre ya anciano que en 1972 pisaba nue MUNDO FELIZ, Un marco institucional en el que lo ti const: 1 la politica. todos ellos, el saludable contexto internaci n de Jo que se UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 305 ha lamado “os aos dorados”, periodo que sbarca desde el fin de la Se- gunda Guerra hasta 1973, Tal caracterizacign no parece apropiada si considera slo la superficie politica. Después de to, en los as 50 y 60 @] mundo vivié bajo la amenaza de autodestrueciGn que significaba la Guerra Fi. nla decada posterior a 1963, en particular, sobresalieron la costosa aventura de Estados Unidos en Vietnam, la afirmacién del impe- Falismo soviétco en Checoslovaquia tras la efimera Primavera de Praga (1968) y Ia radicalizacion del conflito drabe-israelf, maniiesta en las fuerras de Tos Seis Dias (1967) y de Yor Kippur (1973). Todos ellos etan Episodios que de uno u otro modo se rlacionaban con el conflicto global entre Estados Unidos y la Unién Soviética, Pero, al mismo tempo, tendencias més lentasy silenciosas detinea- than fa istoria mungial de wn modo mix profundoy aa vez mis feliz. Re- sumit esos desarzollos en una dniea cifra es pecar de economicismo, pe- ro deseribir Ta época sin consignar la fabulosatasa de crecimiento de la Ceonomia mundial es poco menos que imposible. El producto per cpita de Tos 56 patses para los que se cuenta con datos confiblesauments a un timo de 29% anual en 1950-73, contra un promedio de 1% en la prime- ta mital del silo. Los stimos diez afios de ese periodo fueron algo ast oma “la edad de oro de la edad de oro": el aumento del PBI se acces 1 3.3% per edpita 0. ms impactante al 5,3% en teminos globales, un di- rami con el gue a fines Jel siglo XX tos paises desarollades no po- {irfan solar Nunca en la historia del mundo nantes ni después, hbo un Tapso de diez afos en que se igualase el erecimionto de 1963-73 Por su tamano como economias, Europa Occidental, América y Oceania anglosajonas y Japén fueron decisivos en ese desempeto glo- bal, Su producciOn conjunta alcanzaba el 8% del total en 1973 (con tina poblacién que no legaba al 20%), Pero el resto del mundo crecié & ta pat de Occidente. Los paises de Etropa Oriental (includ Ia URSS) ¥ Tos de Aftiea estavieron apenas por debajo del promedio mundial 51% 34.7% respectivamente,en la déeada anterior a 1973. Y en América la- Tins (6%) y Asia (6.3%, sin contar a Sap) se supers levermente la me- dia mundial. ‘Solo se toms plena conciencia del caréter nico y quizés irepeti- be de ese auge cuando ya estaba concluido, Recién entonces se empeza ton a buscar sistematicamente sus causas. No hubo un tnico factor de- tras del inédito registro de crecimiento de 1950-73, Cuesta determinar tine peso tuvo eda uno, pero hay coineideneia en que, en mayor 0 me- sto med influyeron et paso aceerado de la innovacion tecnoldgica, 1a Capmusidn del connereio mumdial y de los movinientos de capita, ta 306 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO coordinacién y cooperacién intemacional de ambos lados de la Cortina de Hierro y el compromiso de los gobiernos con politicas de estimulo a la demanda agregada. El avance tecnol6gico no consisti6 solamente, ni siquiera primor- dialmente, en el descubrimiento de nuevas técnicas para fabricar tos mismos productos que antes. Tanto o més importante fue la difusién a gran escala (sobre todo, desde los Estados Unidos hacia el resto del mundo) de tecnologfa que ya se conocia, y Ia introduccién de bienes mas complejos que no existian al finalizar la Segunda Guerra. La fiebre tecnol6gica no fue una easualidad. Un virtuoso mecanismo circular em pez6 a Tuncionar con intensidad: a medida que las personas se hacfan ins ricas y podfan disminuir la proporcién de su ingreso dedicada a los consumos bisicos, aumentaba la demanda por productos de mayor cali- dad, lo que incentivaba la investigacién dirigida a ampliar Ia gama de ofertas que enfrentaba el consumidor. Paulatinamente, productos de ma- yor valor agregado sustituian a los mas simples, y ese mayor valor agre- gaddo no era otra cosa que mayor ingreso para alguien. La proporcidn de recursos destinados a la investigacién crecis continuamente, tanto en el sector privado como en el sector piblico, y dio frutos ~a veces inespe- rados~ en diversas éreas. La competencia tecnol6gica en Ia industria bé- lica, por ejemplo, tavo importantes aplicaciones en Ia produccién civil. Aun en sectores no industriales, la veloz evolucién tecnolégica dejé sus huellas: fue una época de avances cruciales en Ja biotecnologia, Ia cria de ganado y la agronomia, y al mismo tiempo la era de Ia silenciosa “re- volucin verde” (la difusién de cultivos de alto rendimiento a paises subdesarrollados). Después de veinte aiios de crisis, el comercio mundial resurgié a partir de la década del 50, tendencia que se acentué en el decenio 1963- 73. BI valor en d6lares de las exportaciones mundiales, que en 1950 permanecia en un nivel cercano al de 1929, no estuvo lejos de quintu- Dlicarse entre aquel afio y 1973, promediando un crecimiento de 7% al aiio. Mucho de este ineremento se explica por el comercio de produc- {os industriales entre pafses desarrollados. En algunos casos, la division internacional del trabajo Hleg6 a un grado tal que un mismo bien se pro- uefa con componentes de varios paises. Detras de esos experimentos antes desconocidos estaban las operaciones de las grandes empresas multinacionates, extendidas a un creciente nimero de paises. El finan- ciamiento externo (sobre todo, el dinero norteamericano que viajaba a Europa) en un principio se habia limitado a la ayuda oficial, por cierto bastante euantiosa, Pero en los 60 fas inversiones norteamericanss en el UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 307 exterior se multiplicaron. Caracteristico de 1a época fue el progresivo predominio de las inversiones norteamericanas en e! Viejo Continente, que no dejaba de generar cierto recelo en los dirigentes europeos, y en algunos casos —notoriamente, el del general De Gaulle una abierta ‘oposicién Era l6gico que la gran expansién de posguerra se desenvolviera ba- {jo el auspicio y el liderazgo de los Estados Unidos. No slo se trataba del ‘guardian militar de Occidente, también era por lejos la mayor potencia econémica. En 1973, pasadas ya mas de dos décadas en las que Europa yy Japén habjan crecido més ripido que Estados Unidos, el PBI nortea- ‘mericano todavia excedia al de Japén, Alemania, Francia y el Reino Uni do tomados en conjunto. Es cierto que las instituciones creadas sobre el final de In Segunda Guerra, desde las Naciones Unidas hasta el Banco Mundial, eran todo lo multilaterales que permitéan las circunstancias. Pe~ 10 en ciertos aspectos el predominio norteamericano era inocultable. El ‘caso mas evidente era el sistema monetario internacional. De acuerdo con lo establecido en la Conferencia de Bretton Woods, en 1944, el dé. lar estadounidense era el sostén de todo el dinero occidental. Los demas paises usaban como moneda de reserva el délar, que a su vez estaba res paldado en oro, BI sistema tenia un antecedente poco afortunado: el eft mero gold-exchange standard 0 patrén cambio oro de los aiios 20. Sin embargo, hasta bien entrada la década del 60, el esquema de Bretton Woods tuvo un éxito reconocido por todos. Incluso un francés, Valery Giscard d’Estaing, concedta en una reunién anual del Fondo Monetario ue sus reparos a Ta organizacién monetaria de posguerra no implicaban un cuestionamiento (otal [No quiere que nos rindamos 2 ese tipo de nomadismo intelectual por el cual luno se trata de escapar de un sistema existente apenas aparecen sus debili- dades, olvidando los sustanciales beneficios que ha trafdo y los peligros que hha ayudado a evitar ‘Mis alla de sus pros y sus contras como arreglo monetario, Bretton Woods tuvo el mérito de acostumbrar a los pafses desarrollados a coor- dinar sus politicas econdmicas. Finalmente, se habia aprendido la lecci6n de los desgraciados aftos 30: la guerra de devaluaciones y aumentos de tarifas no convenfa a nadie. Europa, més que nadie, opt6 por los benef cios de la integracién econémica, con la ereacién de la Comunidad Eeo- némica en 1957, centendin nl entre lox gobiermas de Oceidente en stv gestién 308 EL. CICLO DE LA ILUSION Y EI. DESENCANTO econdmica era necesario para cerrar filas detrés de los Estados Unidos. Pero habria sido dificil sin que existiera cierto acuerdo intelectual sobre lo que era una “buena politica econdmica". Ese consenso mayori existia, Hasta finales de los afios 60 nadie cuestionaba, en esencia, el p pel irrenunciable del estado como garante del bienestar, la prioridad de ‘objetivos como el pleno empleo y el alto crecimiento, o los instrumentos {que habfa que usar para asegurar esos fines. Las diferencias entre repu- blicanos y demécratas, conservadores y Iaboristas, demécrata cristianos y socialdemeécratas, eran marginales ai lado de fo que habjan sido en el pasado y de lo que serian en los 70 y los 80. Un “capitalismo reforma- do”, basado en la propiedad privada pero con una presencia importante del estado para corregir las desigualdades sociales y garantizar el pleno empleo, era aceptado por casi todos. El keynesianismo y el Estado de Bienestar disfrutaron en esos aiios de su propia época de oro. Las tasas de desempleo de Occidente estaban en un nivel que para cualquier pais de fines del siglo XX resulta senci- Hamente urépico. A mediados de los 60, un programa de austeridad del gobiemo britinico dirigido a detener la especulacién contra la libra pro- voes “un creciente desempleo, que excedis el 2% de la fuerza de traba- jo enel verano de 1967 [...} este nivel de desempleo debe haber sido po- Iiticamente costoso para el gobierno de Wilson”. En Estados Unidos, la desocupacién fue en general mAs alta que en Europa, pero nunca sustan- cialmente superior al 5%. La receta keynesiana para combatir el desem- pleo se us6 siempre que fue necesario. En 1964, el Congreso norteame- ricano yot6 una importante reduccién de impuestos, buscando reducir el desempleo a un nivel “intermedio” de 4%. Era la New Economics de los gobiernos demécratas, que tendria vigencia hasta el despertar inflaciona- rio del final de fa década. Incluso los alemanes, que por si experiencia hiperinflacionaria de los aiios 20 se cuidaban de utilizar el délcit fiscal como instramento de politica econémica, votaron en 1967 una Ley de Crecimiento Econémico y Estabilizacién que daba al gobierno Ia liber- tad necesaria para llevar adelante politicas anticiclicas de gasto piblico, ‘También fes habfan perdido el miedo a los instrumentos monetarios. Po- co antes, el Bundesbank habia empezado a “actuar agresivamente para quebrar la recesién”. Los fantésticos ntimeros de crecimiento y empleo respaldaban ta gestidn de los gobiernos. Por fin, los economistas pare- cfan haber liberado a su disciplina del complejo de “ciencia higubre” que le habia impuesto Carlyle mas de un siglo atras Los indicadores sociales reflejaron la nueva prosperidad y el card ter democritico que intenté darle el Estado de Bienestar. La esperanza dle Una primavERA ECONOMICA (1963-1973) 309 Vida al nacer aument6 en siete afios durante la “edad de oro”, en parte co- mo resultado de la mejor alimentacién y los avances en medicina, pero también gracias a Ia vocacidn igualitaria de los gobiernos de Occidente. En algunos paises de Europa, el gasto social (en salud, educacién, subsi- dios a los pobres y desempleados) llegé a representar el 60% del gusto total, y la proporcién de empleados publicos en dreas de salud y educa- cidn trepé al 40%. A pesar de ta guerra de Vietnam, el niimero de em- pleados de escuelas en Estados Unidos supers por primera vez al del per- sonal de defensa, en 1970. Pero para ese entonces ~comienzos de la nueva década— la configu- raci6n feliz de desarrollo con equidad ya habia empezado a tesquebrajar- se. En todo Occidente habia comenzado a brotar una inflacién algo mas que moderada, En 1971 Nixon decidi6 abandonar la convertibilidad en- tre el délar y el oro, dando el primer paso hacia un sistema monetario més flexible e inestable. El golpe mas grave llegaria a fines de 1973, cuando la crisis del petréleo activé una recesién que preludiaria un pe- riodo de relativo estancamiento. LA ARGENTINA EN CARRERA ‘Si el mundo en general tard en tomar conciencia de que pasaba por uno de sus mejores momentos en materia de crecimiento, {qué no decir de la Argentina, donde se hablaba de una economia en crisis mientras el producto per efpita crecia, en 1963-73, més rapido que en los grandes centros mundiales? Una errénea percepci6n ayud6 a difundir la idea de ‘un “estancamiento argentino en la posguerra”, nocién que es imprecisa ‘no por una sino por dos razones. En primer lugar, el crecimiento de la Ar- gentina no se desaceleré en 1945 sino en 1930. Pero, ademas, no se tra- 16 de un proceso ininterrumpido que permita hablar de un tinico gran pe- rfodo. La economia argentina florecié durante una primavera nada corta, ‘aunque no tan larga como los “gloriosos 30 afios” de los paises centra- les. Durante el decenio 1963-73 y sus alrededores (los limites exactos probablemente sean los afios 1960 y 1974), la Argentina crecié como ‘nunca antes lo habia hecho. De haber crecido en 1963-73 a la misma tasa que en el resto de los 0 afios posteriores a la crisis de 1930, el PBI per cépita de 1990 no ha- biria sido de 6300 délares, como fue, sino tan s6lo de 4300. Dando vuel: ta el ejercicio, si desde la Depresién la economfa argentina hubiese teni- amisine de 1963-73 (algo sin duda imposible en medio de las do el dit 310 EL CICLO DE LA ILUSION Y El. DESENCANTO diversas crisis mundiales) el PBI per capita de 1990 habria estado por encima de los 40,000 délares, doblando al de Estados Unidos. Ast las co- sas, incluir a los alos 60 entre las décadas perdidas es negarle a la Ar- gentina su breve edad de oro de la posguerra. Por extrafio que parezca, es muy probable que un problema mera- mente estadistico haya sido una de las causas de Ia discrepancia entre las percepciones y la realidad. Hubo més de una “correccién hacia arriba” estimaciones oficiales del crecimiento de los 60. La mas reciente consigna un crecimiento del PBI global de 6,7% anual en 1963-73, una ms vieja lo estima en 5,5%, y una tercera en 4,9% (los niimeros usados acd suponen un 6%). Una diferencia de dos puntos porcentuales, acumu- Jados 2 1o largo de una década, no es insignificante. Es notable que la cr tica mis sustantiva de un comentarista a un libro sobre esa época se de- biera a Ia publicacién de “las nuevas estadisticas del BCRA”. El autor del libro Guillermo O'Donnell) se defendia: las nuevas series del Banco Central de la Repablica Argentina [no ha- bbfan sido publicadas cuando escribi Modernizacion y Autoritarismo y ‘muestran una tasa de crecimiento superior a la resultante de las series ante riores. Esto sugiere una reflexi6n: los datos que utilieé eran los disponibles “para todo el mundo” y en ellos puede haberse en parte fondado (la lectura de innumerables declaraciones de grupos y organizaciones ayuda a corre borario) una percepeidn de estancamiento econédmico...9 Esa percepcidn equivocada se aliment6 también del clima intelee- tual de la época. Ciertas tendencias de la economia despertaban mis pe- simismo que optimismo y ensombrecfan la imagen que la Argentina te- nfa de sf misma, porque acentuaban lo que se consideraba una de las ccausas del subdesarrollo: la dependencia de los pases de la periferia res- pecto a los centros mundiales de produecién. La influencia externa se ‘manifestaba tanto en el progresivo aumento del endeudamiento externo como en el creciente peso dle las empresas multinacionales, fomentadas en la Argentina durante casi toda la década (en este sentido, el gobierno de Illia fue una excepcidn). La teoria de la dependencia, de gran predi- camento entre Ios intelectuales latinoamericanos, sostenia que la posicién subalterna de las economfas dependientes era funcional alas necesidades de las economfas centrales, que tenfan suficiente poder y suficiente inte- rés como para bloquear cualquier perspectiva de desarrollo autGnomo. UWA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) 31 EL GRAN SALTO ADELANTE ‘Tasas de crecimiento anual del PB! total Fue: Madson (1985) demas, la decepein respecto al propio desempefio se reforzaba por un fenémeno que, paraddjicamente, iba a contramano de las predicciones de la teorfa de la dependencia, Fue en la década del 60 cuando comenzé a hablarse del “milagro brasileio”, que en la Argentina despertaba menos admiracién que envidia. La correcta impresin de un estancamiento relat- vo entre la Depresién y fines de los 50 se acentuaba en el contraste con la performance brasileba: mientras que el PBI per eépita en la Argentina ha- ‘fa aumentado s6lo 26% en 1929-1960, el de Brasil se haba multipticado por un factor de 2,11. Aunque en los aos 60 el pats logré revertir su pér- dda de posiciones a nivel mundial, siguis cediendo terreno frente a Bra sil, lo que seguramente desdibujé la apreciacién del mas que aceptable sempetio argentino en esa década, Pero compararse con Brasil era medirse contra uno de Tos paises de més répido erecimiento en todo el mundo du rante el perfodo 1930-1973, Ademas, es probable que el vertiginoso desa. svollo brasileno tuviera bastante de lo que se denomina “convergencia’ la tendencia de los paises més pobres a crecer mas una vez que “despegat Una curiosidad iustra mejor que nada la dinémica evolucién del PII argentino en los aiios 60 y principios de los 70. Como se ha visto, tnuichos descartaron por voluntaristas las proyecciones del Plan Nacio- nal de Desarrollo de 1964, Miradas retrospectivamente, sin embargo, es probable que se trate de kas estimaciones mis acertadas en la historia de 312 EL CICLO DE LA ILUSION Y El. DESENCANTO la planificacién econémica. El PND proyectaba una tasa de crecimien- to quinquenal del PBI de 33,6% en 1965-69, y exportaciones ¢ importa- ciones acumuladas, en el mismo perfodo de cinco afios, por valor de 7614 y 6086 millones de d6lares, respectivamente, Los ntimeros termi- nnaron siendo: 34% de crecimiento, 7529 millones de délares de expor- taciones y 6162 millones de détares de importaciones. También se acer- 16 al calcular un leve retroceso en Ia inversi6n, como porcentaje del PBL Si esas proyecciones describfan un utépico “pais de las maravillas”, tal como se dijo en su momento, debe admitirse que la economia argentina de ese tiempo funcioné “maravillosament EN ViAS DE DESARROLLO. Variaciones porcentuales anuales del PBI argentino 1200 10.00 8.00 6.00 4.00 2.00 0.00 200 1968 o 1965, 1966 1967 1968 1960 1979 in 1972 1973, 1974 Fuerte: spendin etastion {Qué fue lo que ocurrié ~ademés de Ia traccién ejercida por la ex- pansién mundial para que la economfa argentina por fin recuperara el, crecimiento, que parecia haberse perdido treinta afios atris? En esencia, hhubo una prolongacién de ciertas tendencias que ya se notaban durante cl perfodo de Ilia: mientras los avances en la productividad rural per- mitieron relajar la restriccién externa de Ia Argentina, la recuperacidin LUNA PRIMAVERA ECONOMICS (1963-1973) 313 de la inversién iniciada en tiempos de Frondizi ayuds a consolidar el de- sarrollo industrial, En lo que sigue se analizan con algiin detalle esos progresos. LA MODERNIZACION DEL AGRO. De la actividad agropecuaria argentina en los aiios 60 se ha dicho: Anatizada en conjunto, la evolucién de la produeci6n agropecvaria (..} p de juzgarse como modesta, y muy por debajo de los niveles que pueden al canzarse dada la calidad de los recursos naturales, las posibilidades teenol6: sgicas y la capacidad empresarial existentes en Argentina...° Pero también se ha escrito: ‘Lo mis notable [del desempetio econémico argentino en Tos afios anteriores, 121973] fue el erecimiento de! sector agropecuario pampeano, que revirtien- do el largo estancamiento y retroceso anterior se inicié a principios de los atios sesenta.." ‘También aqui hay discrepancias estadisticas, porque existe mis de un. {indice del producto rural, Ademés, la volatilidad propia de la produccién agropecuaria hace que Ja tasa de crecimiento dependa mucho de los afios que se tomen como puntos de partida y de Hegada, En cualquier caso, la cita pesimista y la cita optimista pueden conciliarse por otra razén. La pri- mera habla del sector agropecuario “en la Argentina”, y Ia segunda de Ia produecién rural “pampeana”, Es cierto, por un lado, que las actividades primatias en la Argentina fueron menos dindmicas que la economia en conjunto. El aumento de ka produccién de bienes primarios a lo largo de los diez atjos anteriores a 1973 fue de entre 25% y 30%, alrededor de 2,4% anual. Comparada con la tasa de crecimiento global de la economfa en la misma época (6%), la performance del sector rural parece bastante pobre. Pero también es cierto que, luego de tres décadas de estancamiento, las pampas argentinas volvieron a dar fruto abundante. El renacimiento de las pampas fue un logro de la agricultura més que inaderia, Entre los quinquenios 1960-64 y 1970-74, la produccién dle lo que mis tarde serfan los cinco principales cultivos pampeanos (trizo, grasa) pasé de 12,5 3 20,7 millones de toneladas anua 1% al aio, La clave de la reeupera: nel agra, ese 314 EL CICLO DE LA ILUSION Y EL DESENCANTO imperative de todos los gobiernos de los aiios 50 por cl que mucho habia bregado Frondizi, por fin se concret6 a gran escala. El parque de tractores estuvo cerea de duplicarse en el curso de diez aftos. Ademés, como la fuer za motriz.de las nuevas méquinas era mayor que la de las més antiguas, la potencia total creci6 en mayor proporcisn que la cantidad de tractores, EL RETORNO DE LAS PAMPAS indices de productividad y tecnologia (1960=100) o al 7 Trowkceea ——Prodetiadad Contd de Terence (promeso Toren . sot os qunccere)——guuenal) ‘eecore Fare: io (188 En los 60 también Hegaron a la Argentina algunos beneficios de la re- volucién verde, Paulatinamente se fue difundiendo el uso de semillas me- Joradas. La produccién de sorgo granifero y de maiz las estrellas de la ‘agricultura en esa época- se bas6 cada vez mids en variedades hibridas, ten- dencia que se iba a acentuar y extender a ottos cultivos (el girasol, por ejemplo) en los afios siguientes. De todos modos, a comienzos de los 70 cera claro que, a pesar de los avances, faltaba mucho para equiparar la pro- ductividad del agro argentino con la paises més avanzados. La politica hacia el agro atenué un poco el énfasis en los “precios re- ‘munerativos” que habfa sido caracteristico de los gobiernos posperonistas hasta entonees, No se querfa reeditar la serie de bruscas devaluaciones que se habfa experimentado en tiempos de Aramburu, Frondizi y Guido, todas, ellas seguidas de progresives aumentos de costos y precios internos que atenuaban el beneficio inicial de la depreciacién sobre la rentabilidad ex- portadora, Sein afirmabs ef ministre de Agricultura de Ilia, las potticas UNA PRIMAVERA ECONOMICA (1963-1973) ais de devaluaciones erréticas a partir de Ia Revoluci6n Libertadora habjan probado su ineficacia: “Mayores precios no se tradujeron en mayor pro- duccién”. Con el tiempo se reconocerfa que, aunque en un plazo corto los. incentivos de precio son estériles, en el largo plazo la produccién crece en respuesta a precios més altos, En otras palabras, el agricultor 0 el ganad to reaccionara a los incentivos de precios si advierte cierta estabilidad en el poder de compra de su productos. En 1963-73, el tipo de cambio y los impuestos a la exportacién (“re tenciones”) se combinaron en general de una forma que impidi6 oscilacio- nes bruscas en la rentabilidad de los bienes rurales, sobre todo en Ja renta- bilidad de Ia agricultura, No es que haya habido una estrategia intencional yy continuada de “incentivos estables”, pero a la hora de tomar las medidas {de corto plazo las sucesivas administraciones se cuidaron de no castigar en exceso al sector agropecuario. La politica de devaluaciones moderadas y periddicas en tiempos de Ilia tenfa ese efecto estabilizador sobre las nancias. Un ejemplo todavia més claro es el de 1967-70, una época de es- tabilidad de precios agricolas (asentada en un tipo de cambio fijo) en la que fueron recortandose las retenciones para compensar a los productores por aumentos de costos, Eso ocurrié Tego de que el gobierno contrapesara el crecimiento de los precios de exportacidn (surgido de una devaluacién) ‘con un fuerte incremento de las retenciones. Y a comienzos de los 70, ‘cuando empez6 a notarse un aumento sostenido en los precios mundiales de los alimentos, se introdujeron “derechos especiales méviles” (impues- tos) a la exportacidn que atenuaron el incremento de los precios locales de esos bienes, Como se veri, sin embargo, las oscilaciones periddicas del precio de la carne fueron una excepcién decisiva al patrén medianamente estable de los precios agropecuarios durante el periodo. ‘Otro tépico recurrente en el debate de politicas hacia el sector rural fue cel impuesto a la tierra libre de mejoras. El propésito de Ia iniciativa era gra- var los lotes por su productividad potencial, de manera que los tributos al sector niral no desalentaran la eficiencia. La idea no era nueva. Medio si- slo antes que el gobierno de Ilia, los socialistas habjan presentado una pro- puesta similar para afrontar el déficit del Tesoro provocado por la Primera Guerra. El proyecto del gobierno radical no prosper6, y hubo que esperar hasta 1969 para que se estableciera una versiGn sui generis de! gravamen. Quince afios de dificultades serias en la balanza de pagos habian en- sefiado a los gobiernos a respetar ciertos limites en el trato al sector ru- ral, Las administragiones de 1963-73 mostraron que habjan aprendido ces leecidn, Dentro del esquema global dle economia protegida, que esen- cialnente se mutiny, ef eampe encontro st lugar. No ert el siti de pri

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