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sence valor, no dejan de tener por ello menos importan {ia bajo la primera forma, ya que determinan des- ‘be un principio el tema que se ha de considerar. La delimitacion precisa de nuestras investigacio- nes, trazada con toda le rigurosidad posible, es un preliminar particularmente indispensable en un es- tudio tan vasto, y hasta ahora tan poco esteble do, como aque! del que nos vamos a ocupar. Asi pues, obedecienco a esta necesidad logica, he crei- do necesario hacerles, desde este momento, una serie de consideraciones esenciales que han dado origen @ este nuevo curso y que serén especiel- mente desarroliadas a continuacion con toda la extensién que reclama la alta importancia de cada una de ellas 1. Antecedentes del positivismo: ley de los res estados.? Para explicar convenientemente la auténtica na- turaleza y el earécter propio de la filosofia pos va, es imprescindible, desde un principio, echar una mirada retrospectiva a la marcha progresista del espirituy humano considerado en su conjunto, ya que cualquiera de nuestras expeculaciones no puede ser bien comprendida m&s que a través de su historia, Asi, al estudiar el desarrollo total de la inteli- gencia humana en sus distintas esferas de actividad, 1m desde sus comienzos hasta nuestros dias, creo ha: ber descubierto una gran ley fundamental, ala cual esté sujeto este desarrollo con una necesided in- variable y que me parece que puede set consistentemente establecida, bien con pruebas ra- cionales que nos proporciona el conocimiento de nuestra organizacién, bien con les confiemacio- nes histéricas que resultan de un atento examen del pasado. Esta ley consiste en que cada una de nuestras principales especulaciones, cada rama de nues- tros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados tedricos distintos: el estado teolgico o fie: ticio, el estado metafisico o abstracto, y al estado cientifico 0 positivo. En otras palabras, que el es- piritu humano, por su naturaleza, se vale sucesi- vamente, en cada una de sus investigeciones, de tees métodos de filosofar, cuyos caracteres son en ‘escencia diferentes e, incluso, radicalmente opues- tos: primero, el método teolgico; a continuacién, el métode metalisico; por dltimo, el método posit vo. De aqui, tres clases de filosotias, 0 de sistemas generals de pensamiento sobre ¢! conjunto de los fenémer’ » que se excluyen entte si el primero es elpunto de partida necesario dela inteligencia hu- mana, el tercero su estado fijo y definitive, y el segundo esté destinado en forma exclusiva a ser- vir de transicién, Enel estado teolégic, el esptitu humano al di rigir fundamentaimente sus investigaciones hacia la naturaleza intima de los seres, hacia las causas primeras y finales de todos los efectos que lo sor prenden, en una palabra, hacia los conocimientos absolutos, se representa los fenémenos como pro- ducidos por a accién directa y continuada de agen- tes sobrenaturales mas o menos cuantiosos, cuya intervencién arbitraria explica todas las anomalias aparentes del universe En el estado metafisco,’ que en verdad no es més que una simple modificacién del primero, los agentes sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas, verdaderas entidadest (abstracciones petsonificadas}, inherentes a ios diversos seres del mundo y concebidas como capaces de generar por s{ mismas todos los fendmenos observados, cuya explicacién consiste, asf, en asignar a cada uno su correspondiente entidad, Finalmente, en el estado positive, el espfritu humane, reconociendo la imposibilidad de alean- zat nociones absolutas, renuncia a buscar el ori- sgeny el destino del universo y a conocer las cau- a8 intrinsecas de los fenémenos, para dedicarse exclusivamente a descubrir ~con el uso bien com- binado del razonamiento y de le observacion— sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invaria- bles de sucesién y de similitud. La explicacién de los hechos, reducida a sus términos reales, no sera de ahora en mas otra cosa que la coordinacién establecida entre tos diferentes fenémenos parti- culares y algunos hechos generales, que las di- versas ciencias han de limitar al menor niimero posible.* a El sistema teolégico aicanza su mas acabada perfeccién cuando substituye el juego variado de las numerosas divinidades independientes, que ha- ban sido imaginadas primitivamente, por !a pro- videncial accién de un ser sinico, Del mismo modo. la culminacion del sistema metatisico se logra al ‘concebir en lugar de entidades particulares, una sola entidad general, la naturaleza, reconocida como la fuente nica de todos los fenémenos, Pa- ralelamente, la perlectién del sistema positivo, hacia cua tende, aungue probablementerio sera ‘munca alcanzada, estaria en la representacin de todos los fenémenos observables, como casos par- ticulares de un solo hecho general, como por ejem- plo el de la gravitacion universal No es este el momento de demostrar mas am- pliamente esta ley fundamental del desarrollo del ‘espiritu humano, ni de deducir sus consecuencias ‘mas significativas, Nos ocuparemos de ello con toda la extension necesaria, en la parte de este curso dedicada al estudio de ios fenémenos sociales * Por el momento, que estas explicaciones sirvan para determinar con exactitud el verdadero carac- ter de la filosofia positiva, en oposicién a las otras dos filosofias que han dominado sucesivamente hasta estos sitimos siglos, todo nuestro sistema in- telectual. No obstante, para no dejar sin demos- tracién una ley de tal importancia y cuyas aplica- ciones se presentaran cortientemente a lo largo de ‘este curso, sefalaré ahora cuéles son os motivos 2 generales més manifiestos que puedan constater su exactitud. En primer lugar, creo que es suficiente la simple ‘enunciacién de esta ley para que su precision sea inmediatamente verificada por todos aquelios que tienen un conocimiento profundo de fa historia de las ciencias. Pues no existe ninguna ciencia que haya llegado al estado positive que no puede ser anali- zada en su pasado como compuesta esencialmente de abstracciones meiafisicas, 0 bien, retrotrayéndonos mas en el tiempo, como domina- dda.por especulaciones teoldgicas. Tendremos incluso Ja oportunidad de ver. lamentablemente, a lo laigo de este curso, cémo las ciencias més perfecciona- das conservan, aun hoy, algunos rasgos importan- tes de estos dos estados primitivos. Esta revoluci6n general del espiritu humano pue- de ser ampliamente constatada, de una manera sen- sible, aunque indirecta, al considerar el desarrollo de ia inteligencia individual. El punto de partida, al set forzosamente el mismo en la educacién del in- dividuo y en el dela especie, hace que las diversas fases principales de la primera deban representar las épocas fundamentales de la segunda. Asf, cada ‘uno de nosotros, al exeminar su propia historia, cno recuerda haber sido sucesivamente, en lo que res- pecta a sus nociones mas importantes, un teélego fen su infancia, un metafisco en su juventud y un fisico en su madurer? Esta verilicacion seré fécil para todos aquellos espititus que sientan al uniso- no con el nivel de su siglo. Bs Pero més alla de la observaci6n directa, general individual que prueba la exectitud de esta ley, debo ‘mencionar en esta elemental presentacién cuales son las consideraciones tedricas que manifiestan su necesidad. La mas importante de estas consideraciones, extraida de le naturaleza misma del tema, radica en la necesidad experimentada en todas las épo- cas de una teoria cualquiera que coordine los he- chos, dada la evidente imposibilidad del espiritu humano de sistematizar una teoria partiendo de la mera observacién, Desde Bacon, todos los espiritus serios sostie. ren que no hay més conocimiento real que aquel que se basa en tos hechos observados. Esta maxi- ma fundamental es evidente, indiscutible si se la aplica como conviene, para unas mentes maduras coma las nuestras, Pero si nos referimos a ia for- macién de nuesiros conocimientas, no es menos cierto que el espititu humano en el estado primitive no podia ni debia pensar asi, ya que si bien toda teotfa positiva debe estar basade necesariamente en la observacién, también es necesaria una teoria cualquiera que coordine esta observacién. Si al contemplar los fenémenos no los relacionéremos inmediatamente con algunos principios, no solo nos seria imposible combinar estas observaciones ais- ladas, y por tanto sacar provecko alguno de ellas, sino que seriamos incluso completamente incapa- ces de retenetles, y clertamente los hechos perma: necerfan desapercibidos ante nuestros ojos. Asi pues, el espiritu humano -forzado por un lado por la necesidad de observar para poder obtener teorias reales, y por otro por la necesidad, no me- ‘nos imperiosa, de crearse algunas teotias para po- der continuar estas observaciones~ se hubiera en: contraclo desde su nacimiento encerrado en un cir- culo vicioso del que no hubiera podido salir nunca, sino hubliera abjerto felizmente una salida natural por el desarrollo esponténeo de unas concepciones teolégicas, las cuales han dado un punto de co- nexidn a sus esfuerzos y han ofrecide un programa para su actividad. Independientemente de las pro- fundas consideraciones sociales que aqui se unen. ¥y que no debo tan siquiera mencionar en este mo: meno, este es el motivo fundamental que demues- tra la necesidad logica del catdcter puramente teo. logico de la filosofia primitiva, Esta necesidad se hace aun mas patente si ob- servamos la perfecta adecuacién de la filosofia teokigica con la naturaleza propia de los proble- mas a los que se entrega el espiritu humano du. rante Su infancia. Es curioso advertir cOmo ias cuestiones més inaccesibles para nuestros medios, tales como la naturaleza intima de los seres, el ori gen y el fin de todos los fendmenos, sean justa- mente las que con més interés se plantea nuestra intetigencia en este estado primitivo, que a su vez desprecia como indignos de una mecitacién seria todos los problemas solubles. Esto tiene una ex plicacién féci, y ¢s que solo la experiencia ha podi- do revelamos cual la medida de nuestras fuereas: si el hombre no hubiese comenzado por tener una copinién desmesurada de elas, jamds hubiera po- ido adquiri el desarrollo de que son capaces. Ast Jo exige nuestra organizacion. Pero, sea como fuere, representémonos en la medida de lo posible esta disposicién tan universal y tan desmesureda \y preguntémonos qué recepcién hubiera tenido en aquella época, suponiéndola formada, la ilosofia positiva, cuya mayor aspiracién es ia de descu- bir las leyes de los fenémenos, y euyo carécter mas peculiar consiste justamente en considerar prohibitivos para la razén humana todos estos su- biimes misiesios de los que la filosofia teolégica da razén, con tan admirable facilided hasta en sus mds minimos detalles Lo mismo ocurte si consideramos la naturale- 2a de las cuestiones que ocupan primitivamente al spirits humano, desde un punto de vista practi co. En este aspecto, esta bisqueda enseia al hom bre et gran atractivo de un dominio ilimitado so- be el mundo exterior, consideradio totalmente para ‘nuestro uso. y Cuyos fenémenos mantienen rela Clones intimas y continuadas con nuestra existen cia. Asi, estas quiméricas esperancas, estas exa- ‘geradas ideas de la importancia de! hombre en el Universo que nacen con la filosafia teoldgica y que ‘echan irremediablemente abajo las primeras in- fluencias de la filosofia positiva, son, desde sus, comienzos, un estimulante indispensable sin el eval no se podria concebir cdmo el espiitu humano se entregé a tan penosos trabajos. Hoy estamos tan lejos de esta primitiva disposi- ci6n, al menos en relacién con la mayor parte de los fendmenos, que incluso tenemos dificultad para figuramos exactamente la necesided y la fuerza de tales consideraciones. La razén humana es ya lo bastante madura como para entregarse a laborio- sas busquedas cientilicas sin tener en mente nin- iin motivo ajeno a la ciencia que sea capaz de fctuar con fuerza sobre la imaginacién, como fos ue se propusieron en su tiempo, por ejemplo, los astrélogos 0 los alquimistas. Nuestra actividad in- telectual esta sulicientemente motivada por la sim- ple esperanza de descubrir las leyes de los fenome- nos, © por el simple anhelo de confirmar 9 desmen- tir una teoria, Pero no podia ocurrir ast durante la infancia del espiritu humane. Sin las atractivas qui eras de la astrologia, sin las enéraicas decepcio- nes de la alguimia, por ejemplo, éde dénde hubié- ramos sacado la tenacidad y el ardor necesarios para recoger tantas observaciones y experiencias que han servido mucho después de fundamento para las primeras teorias positvas de una y otra clase de fenémenos? Esta condicién de nuestro desarrollo intelectual fue considerada va hace tiempo por Kepler en el ‘campo de la astronomfa, y en nuestios dies por Berthollet en el campo de la quimica, ‘Vemos en este conjunto de observaciones que, si bien la filosofia positiva es el auténtico estado delinitivo de la inteligencia humana, hacia el cue esta. siempre ha tendido, no es menos cierto que a lo largo de varios siglos esta inteigencia ha tenido que empiear, bien como método, bien como doc- trina provisional, la filosofia teotsgica: filosofia cuya particularidad es la de ser esponténea y, por allo, la tinica posible en los origenes, y la tnica también que ha podido brindar @ nuestco espfritu infantilun interés suficiente, Fécil es verificar ahora que, para pasar de esta filosofia provisional a la filosofia definitiva, el espirity humano ha tenido ‘que adopiar naturaimente como filosofia transito- tia los métodos y las doctrinas metafisicas. Esta iltima consideracién resulta imprescindible para completarla exposicion general de la gran ley que he presentado. Es cil comprender, en efecto, que nuestto enten- dimiento, obligado a progresar con pasos —_lentos, ‘no podia pasar repentinamente y sin intermediatios de la flosatiateol6gica ale flosotia positiva, La teo- logia y a fisica son tan abismalmente incompatibles, los caracteres de sus concepciones son tan radical- mente opuesios, que antes de renuunciar a unes para cemplear exchusivarnente los otros, la inteligencia hu- mana ha tenido que valerse de concepciones inter- medias, de un caracter espurio, propias, por ello mis- mo, para preparar paulatinamente la transicion. este es al destino natural de las concepciones metaffi ‘as: no tienen otra utlidad real. Cuando en et esta: dio de Jos fendmenos se suplanta la prevaleciente acci6n sobrenatutal por la correspondiente e inse- parable entidad, aunque esta no sea concebida sino como una emanacién de la primera, el hombre se ‘acostumbra poco a poco @ considerar los hechos en si mismos, ya que las nociones de estos agen- tes metafisicos se convierten progresivamente en algo tan sutil, que quedan reducidas a ser, para toda mente juiciosa, [os meros nombres abstrac- tos de los fenémenos, Es imposible imaginar oto procedimiento a través del cual nuestro espiritu hu- biera podido pasar de unas concepciones verda- deramente sobrenaturales a otras simplemente na: tutales, es decir, Gel régimen teolégico al régimen positive. 1. La filosofia positiva. Una vez establecida la ley general del desarro- lo del espirity humane y sin entrar en una discu- sion mas particular sobre el tema, lo cual no serta apropiado en este momento, nos conciemne ahora determinar con exactitud la naturaleza propia de le hilosoa positive, lo cual constituye el objeto cen- tral de este discurso. Hemos visto por fo antedicho que el carécter fundamental de la filosofia positiva esté en consi- derar todos los fenémenos como sujetos a leves naturales invariables, cuyo descubrimiento preci- s0 y la posterior reduccién al menor miimero posi- ble constituyen fa finalidad de nuestros emperios. Consideramos como totalmente inaccesible y va- fa de sentido la busqueda de lo que llaman causes, sean estas primeras 0 finales. Es innecesatio in- sistr demasiado en un principio que ha legado a ser famillar para todos aquellos que tienen un co nnocimiento algo profundo de as ciencias de la ob- setvacién. Todos sabemos que en las explicacio- nes positivas, incluso en las mas acabadas, no te- rnemos la més minima intencién de exponer cud- Jes son las causas generacoras de los fendmenos, ya que con ello no consequitiamos més que retra- sar la dificultad: por el contrario, pretendemos ana- lizar con exactitud las circunstancias de su pro- duccion y coordinar unos fenémenos con otros, mediante relaciones nosmeles de sucesién y de similitud Esclareceremos esto con el mas soberbio de los ejemplas: decimos que los fenémenos generales de uiniverso son expliados. en la medida en que es- tos puedan serio, por la ley de la gravitacion hewtoniana, ya que esta gran teoria da cuenta de toda la enorme variedad de los hechos astronomicos, como si fueran uno y el mismo he- cho, considerado bajo diversos puntos de vista: la tendencia constante de atraccién entre las molé- cals en razén directa de sus masas y en razén jnversa de los cuadrados de sus distancias; aun més: este hecho general se nos muestra como una. simple extensién de un fendmeno muy familiae para nosotros y por tanto totalmente conocido como es el ée la caida de los cuerpos. En cuanto a determinar en qué consiste esta atraccién y esta gravedad, 0 cudles son sus causas, decimos que se trata de cuestiones insolublgs que no pertene- cen al dominio de la filosofta positiva, que se las concedemos, con todo derecho, a la imaginacion de los tedlogos 0 a las sutilezas de los metafisicos. La prueba més fehaciente de la imposibilidad de obtener tales soluciones es ver como cada ver que se ha intentado decir algo racional sobre este tema las mentes mas ilustres no han podido sino definir ‘estos dos principios, el une por el otto, es decir: para la atraccion, afirmando que no es otra cosa sino la gravedad universal, y para la gravedad, que consiste simplemente en la atraccién terrestre. Es- tas elucidaciones que hacen sonreir, cuando con elas se intenta explicar la naturaleza intima de las cosas y el modo de produccién de los fenémenos, son, a pesar de todo, lo mas satisfactorio que po- demos obtener, ya que nos muestran como idénti- cos dos dtdenes de fenémenos que durante mu- cho tiempo fueron considerados inconexos entte si, Ningiin espititu maduro intentaria hoy ir mas lejos. ‘Muchos més ejemplos se podrian traer a cola~ cién y muchos han de ser los que a io largo de este curso se presentarén, ya que este es el espititu que rige hoy todas las grandes combinaciones inte- lectuales. Ajadité uno mas, tomado de las recien- tes investigaciones sobre el calor realizadas por et sefior Fourier. En él se confitman las considera- ciones generales que acabamos de hacer. Este tra- bajo, cuyo caracter filossfico es tan eminentemen- te positive, devela las leyes mas importantes y mas - 3 rigurosas de los fenémenos termolégicos, sin que Por ello el autor se haya empefiado, ni por un solo instante, en indagar la naturaleza intima del calor y sin que haya mencionado, més que para mani- festar su inutilidad, la controversia tan agitada que existe ente [os partidarios de la materia calorifica, y los que hacen cansistir el calor en las vibracio- nes de un éter universal: y sin embargo, las més importantes cuestiones, algunas de ellas aun no formuladas, son tratadas en esta obra, prueba de que el espiritu humano, sin entregarse a los pro- blemas inaccesibles, y restringiéndose a los traba- Jos de indole enteramente positiva, puede encon- trar en ellos una materia inagotable para su mas profunda actividad Una vez presentado el espiritu de la filosoffa po- sitiva tan exactamente como me ha sido posible en. esta breve introduccién general, y a cuyo desarro- lo exhaustivo esta destinado el curso entero, debo examinar ahora en qué instancia de su formacién se halla hoy este espititu positive y qué queda por hhacer para terminar de constituidlo En primer lugar, hay que considerar que no to- das tas distintas ramas de nuestros conocimientos han recorride con idéntica rapider las tres gran- des fases de su desarrollo indicadas en las pagt- nas anteriores, y por lo tanto, tampoco han llega- do simultaneamente al estado positivo. En lo que a esto respecta, existe un orden invariable y nece- satio, que han recorrido y que ha sida necesario, tecorrer en su progresién, nuestras diversas clases Be de concepciones, y cuya consideracién cabal es el complemento indispensable de la ley fundamental enunciada previamente, Este orden seré el tema especifico de la préxima leccién. Por el momento sera suficiente saber que el mismo es conforme a la diversa naturaleza de los fenémenos y que esté determinado por su grado de generalidad, de sim- plicidad y de independencia reciproca, tres con: deraciones que. aunque distintas, apuntan a un mismo fin, Asi, los fenémenos asironémicos han sido los primeros en ser estudiados de una mane: 1a positive, ya que son los més generales, los més simples y ios més independientes; a continuacién, por los mismos motives, los fenémenos de ia fisi- ‘ca terrestre propiamente dicha, después los de la ‘quimica y por titimo los fenémenos fisiolSgicos. Es imposible precisar el origen exacto de esta revolucién, ya que podemos afirmar que se ha ido realizando gradualmente, igual que el resto de los acontecimientos humanos; en este caso particu ler, se ha ido cumpliendo a partir de los trabajos de Arisi6teles y de la Escuela de Alejandria, y més tarde con la introduccién de las ciencias naturales en la Europa Occidental por los érabes. Sin em- bbargo, por fijar un momento més preciso y evitar ‘asi las divagaciones, sefialaré esa fecha, hace dos siglos, en que la accién combineda de los princi- pios de Bacon, de las teorias de Descartes y de los descubrimientos de Galileo, hizo que el espiritu de Ja filosofia positive comenzara a erigirse en el ‘mundo en clara oposicién al espirity teolégico y 8 metatisico. A partir de este momento, las concep- ciones positivas se separaron completamente de ia alianza supersticiosa y excolastica que mas 0 menos viciaba el auténtico carécter de todos los trabajos anteriores AA partir de esa época gloriosa, el movimiento ascendente de la filosofia positiva y el descenden- te de ia filosoffa teolégica y la metafisica han sido extremadamente relevantes. Hoy estos movimien- tos se encuentran definidos en forma tan clara que resulta imposible, para cualquier observador cons- clente de su época, desconocer el destino final de la inteligencia humana para los estudios positives, asi como su alejamiento cada ver mas irrevocable de esas vanas doctrinas, de esos métodos provi sionales que solo podian resultar oportunos en su primera infancia, Esta revolucién fundamental ten- dr& que cumplirse neceseriamente en toda su ex- tension. Si alguna gran conquista queda aun pot realizar, si alguna parte principal del dominio in- telectual queda aun por absorber, podemos tener la certeza de que se han de cumplir, al gual que se cumplieron todas las otras. Seria evidentemente contradictorio suponer que el espirtu humane, tan dispuesto a la unidad de método, conservara in- definidamente, para una sola clase de fendmenos, ‘su manera primitiva de filosofar, mientras que para el resto adoptara un camino flos6fico de un ca- récter absolutamente opuesto Todo se reduce a una simpte cuestién de he- che: la filosofia positiva que en fos dos éitimos 3 ec siglos ha tomado graduatmente tanta amplificacién, Gabarea hoy todos los drdenes de fenémenos? Es evidente que no, y por lo tanto queda aun una enor- ‘me operacién clentifica que realizar, para dar a la filosofia positiva ese cardcter de universalidad im- prescindible para su constitucién definitiva En efecto, entre las cuatro categorias principa- les de fendmenos naturales -Ios astronémicos, los fisicos, los quimicos y los fisioligicos- se advierte tuna laguna notable telativa a los fenémenos so- ciales, si bien quedan comprendidos implicitamen- te en los fendmenos fsioidgicos, merecen bien pot su importancia, bien por las dificultades propias de su estudio, constituir una categoria distinta, Este timo orden de especulaciones, que hace referen- cia a los fenémenos més particulares, a los més complicados y a los més dependientes del resto, ha debido, por esto sélo, perleccionarse con ma- vor lentitud que todos os precedentes, incluso sin tener en cuenta las especiales dificultades que serén tratadas més adelante. Sea como fuere, re- sulta evidente que no han entrado todavia en el dominio de la filosofia positiva. Los métodos teolégicos y metafisicos, que para el resto de los fenémenos han sido ya abandonados, ya sea como medio de investigaciGn 0 tinicamente como medio de argumentacién, no obstante siguen sien- do utilizados todavia de manera exclusiva bajo uno y otro aspecto, para todo lo que a los fen6: ‘menos sociales respecta, aunque su insuficien- cla con relacién a esto ha sido ya enteramente sentida por todas las mentes cleras fastidiadas de esas réplicas vanas interminables entre el de- echo divin y la soberenia del pueblo. Esta es la dniea aunque grande laguna que hay ‘que rellenat para acabar de institu la filosofia po- sitive. Ahora que el espirtu humano ha fundado la fisica celeste, la fisica terrestre mecénica 0 quimi- <2, la fisica orgénica, vegetal o animal, fe fata com- pletar el sistema de las ciencias de la observacion fundando la fisica social. esta es la mas grande y la més epremiante necesidad de nuestra inteligencia; es, me ahievo a decir la primera finatidad de este ‘curso, su finalidad especial. Las especulaciones relativas al estudio de los fenémenos sociales que intentaré exponer, y cuyo germen espero deje ya entiever este discurso, no tendrén por objeto dar de inmediato a la fisica social el mismo grado de perfeccién que ya po- seen las restantes partes de la filosofia natural, lo cual seria evidentemente quimérico, ya que in: cluso entre ellas mismas existe una enorme des- igualdad, porlo demés inevitable. Pero estas con tribuirdn a imprimir a esta ultima clase de aues- {ros conocimientos ese cardcter positive ya ad- quirido por todas las otras, Si esta condicién se cumple por fin, el sistema filos6fico de los mo- dernos staré fundado de manera definitiva, pues todos los fendmenos observables quedarén con- tenidos en una de las cinco grandes categorias ‘establecidas de los fendmenos: astronémicos, sicos, guimicos, fisiol6gicos y sociales. Cuando a sac todas nuestras especulaciones hayan llegado a ser homogeneas, la filosofia estaré definitivamente constituida en el estado positive: al no poder ya nunca cambiar de cardcier, solo le restaré desa- rrollarse incesantemente mediante las adquisic nes siempre crecientes que resultarén forzosamen te de nuevas observaciones, 0 de meditaciones més profundas. Habiendo adquirido con esto el carécter de universalidad que ahora le falta, la filosofia positiva llegara a ser capaz de sustituit integramente, con toda su superioridad natural ala filosofia teotégica y a la filosofia metafisica, ‘cuya universalicad es hoy su tnica propiedad real, pero privadas de este motivo de preferencia, no lendran para nuestros sucesores més que una existencia historica Una vez expuesta va la finatided de este curso. es facil advertr su segundo objetivo, su objetivo ge- eral. lo que hace de esta exposicion un curso de filosofia positiva y no solo un curso de tisica social En efecto, fa consttucién de la fisica social, com~ pletando al fin el sistema de las ciencias naturales, hace posible, e inchiso neceseri, poder resumni los cliversos conocimientos adquiridos, alcanzando aho- '@ un estado fijo y homegéneo, para coordinarlos mostréndiolos como ramas diversas de un tronco Gi- ‘co en lugar de imaginarios como cuerpes alslados. A ese fin, antes de proceder al estudio de los fencme- ros sociales, consideraré sucesivamente, en el orden enciclopédico anunciado mas airiba, las diferentes ciencias positivas ya formadas. x» Doy por supueste que no se va a tratar aqui de una serie de cursos particulares acerca de cada una de las ramas principales de la filosofia natu- tal. Ademas de la duracion material de tal empre- sa, resulta evidente que esta pretension seria in- sostenible por mi parte, y creo poder decir que por parte de cualquier otro, en el estado actual de nues- tra cultura. Por el contratio, un curso de la natura- leze de este exige, para ser apropiadamente en- tendido, unos estudios especiales previos acerca de las diversas ciencias que en él se trataran, ya ‘que estas serén el objeto de unas reflexions filo- soficas que, sin esta condicién, serén imposibles de evaluar y dificles de comprender. En una paia- bra, es un curso de filesofia positiva, y no de cien- cias positivas, lo que me propongo hacer. Aqui se trata tan solo de considerar cada ciencia funda- ‘mental en sus relaciones con el sistema positivo entero y con el espiritu que las caracteriza, es de- Gir, bajo el doble aspecto de sus métodos esencia- les y de sus principales resultados. Incluso me vere con frecuencia en la necesidad de tener que limi- tarme @ mencionar estos tiltimos, siguiendo aigu- hos conocimientos especiales, para tratar de te- saltar su importancia. Para resumit las ideas relativas a este doble objet vvo del curso, debo sefialar que los dos objetivos -el uno particular, el otro genera, que me he propuesto, ‘aunque distintos, son necesariamente inseparables Por una parte, seria imposible concebir un curso de filosofia positiva sin la fundacion de la fisica social, » ya que el mismo careceria de un elemento primordia, ¥ solo por eso a sus concepciones ls faltara ese ca- récter de generalidad que debe ser su principal ai- ‘buto y lo que distingue & nuesto estudio actual de la serie de los estudios especializados, Por otra parte, deémo es posible procetler con seguridad al estudio positvo de los fenémenos sociales, si el espirtu no festa anteriormente preparedo con la consideraci6n profunda de los métodos positives ya utlizados para los fendmenos menes comple, y respaldado ade- ‘més por el conocimiento de las leyes principales de los fenémenos anteriores, los cuales influyen de una ‘manera més 0 menos directa sobre los hechos socia- les? Es verdad que no todas fas ciencias fundamen- tales inspiran a los espiritus medioctes el mismo interés, pero para un estudio como el presente no hay ninguna que deba ser despreciada. Cuando se las considera de una manera profunda, todas son equivalentes en importancia, para la conse- ccucién del bienestar de la humanidad. Ademas, ‘aquellas que a primera vista presentan unos resul- tacios de escase interés practico tienen, por el con- trario, un gran interés, bien por la gran perfeccién de sus métodos, bien como fundamento indispen- sable de las restantes. Sobre este punto tendré oca- sign de volver més detalladamente en la leccién proxima ara prevenir, en la medida de lo posible, todas las falsas interpretaciones que pudieran generarse acerca de la naturaleza de un curso como éste, debo aihadir algunas consideraciones que estén en rela-

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