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HISTORIA DELA Arquitectura barroca de los siglos XVII y XVIII, arquitectura de los Borbones y neoclasica elesia de las Agustinas de Santa Isabel en Madrid, iniciada en 1611 probablemente segin trazas de fray Alberto de la Madre de Dios. Semetia, hermanos, y Bartolomé Sombigo (+ 1654), maestro marmolista de las obras reales. Juan Gomez de Mora (1586-1648) Nacié en Cuenca, pero antes de que cumpliera cinco afios, su padre, el pintor Juan Gomez, se tras- lad6 con su familia a Madrid y en seguida, en 1592, a El Escorial, donde al afio siguiente recibio el titu- lo de pintor de camara de Felipe Ul, Al fallecer su padre en 1597, regresa a la corte, donde aprendié al lado de su tfo, Francisco de Mora, maestro ma- yor de las obras reales y las de la villa. En 1608 figura con Mora en la obra de San José de Avila y trabaja también junto a él en la villa ducal de Ler- ma, alcanzando el titulo de ayuda de trazador, Tras la muerte de Francisco de Mora en agosto de 1610, comienza su carrera independiente, que se extenderia a lo largo de casi cuatems « una asombrosa fecundidad, Result “0S con maestro més importante de la ar: Juitect a madiilefia sino espafola en genera. ge "0 mitad del siglo XVIL. Como auténticg ap ia a diferencia de casi todos los demas mace Y taneos, su actividad fue la de tai ees la deccion dela ejecuciin a maesees ape res. Asi puede en parte entenderse la ampites® traordinaria de su labor en todos los ambitos fo arquitectura religiosa y civil, efimera, de Teaboss sillerias, para la corte y para fuera deel, ese incluso varios libros, si bien de caracter descrip. vo —Relacion de los funerales por la reing Marga. rita (1611), Aparato del timudo de Felipe u (1691 Casas que tiene el rey de Espana (1626), Auis de fe (1632) y Juramento que hicieron los Reinos @ Baltasar Carlos (1632)— y no referentes a sy arte. Una primera etapa de la actividad de Gomez de Mora, hasta 1616, discurre por similares caminos alos de su to, pues no sélo hereda sus incompa- tables oficios —trazador mayor (1612), maestro ma- yor de las obras reales (ya en 1614), de las de la villa (1615) y del monasterio de Uclés-, sino que prosigue las obras que él dirigia y emprende otras relacionadas con los mismos cargos. El primer nom- bramiento que recibié fue el de aposentador de pa- lacio y maestro mayor del alcdzar y casas reales de El Pardo y Campo (1611). Pero ya en 1610 hacia trazas para la escalera, el cuarto y la antecamara de la Reina en el palacio de El Pardo. Y en 1611 comenzé la transformacién —singularmente de la fachada— del alcazar, que llevaron a cabo, entre otros, Miguel del Valle, Pedro Rodriguez Majano y Gaspar Ordéiiez; casi terminadas en 1628, se com pletaron con las trazas dadas en 1630 para el cuarto del Consejo de Castilla y con otras obras menores hasta 1645. Las memorias, informes, trazas Y i bujos de Gémez de Mora para estas obras del al cdzar son muy numerosos; ademés, aunque ve no le corresponde, contamos con la ee ae fachada construida en el siglo XVI i oi cipal de Madrid). Al margen de algunas 0! aie teriores, se preocupé sobre todo de Cee gular fachada resultante de distintas Lue Tos d08 en el siglo XVI. Sobre gran zécalo, oe ¥ pisos principales con gran apertura de vgen col el centro una portada donde los vanos sl a aba por ritmo més espaciado; el atico se adom 1230 escudo rematado en fronton, con aletones y sobre- saliente de los tejados; en los extremos, sendas to- res con chapitel que se adelantan sobre el lienzo principal prolongadas mediante pérticos laterales coronados por estatuias. Queds de este modo armo- nizado el alcazar en sti aspecto exterior y abierto hacia la gran plaza, receptora de los més diversos espectaculos. Gomez de Mora se ocupa tempranamente deval- sgunas obras religiosas fundadas o patrocinadas por el rey. Para la desaparecida capilla de Nuestra Se- fiora de Atocha (1612), que habia sido ideada por sutio, da nuevas trazas concibiendo una nave pa- talela a la de la iglesia y comunicada con ella con camarin en alto tras el nicho de la Virgen en el altar. La fachada no se correspondia con el interior sino es enla existencia de dos puertas; era de cinco calles separadas por dobles pilastras, basamento, tres cuerpos y Atico, uniéndose éste y el tercero me- diante pequeiios aletones a las calles laterales. En cada recuadro se disponfan, con variedad y dina- mismo sobre el plano, homacinas, ventanas, escu- dos, tondos y paneles relevados. También intervi- no, si bien secundariamente, en la construccidn del monasterio de la Encamacién, que, como ya se ha dicho, debié de trazar fray Alberto a partir de Fran- cisco de Mora. Edificios nuevos trazados en 1611 fueron el convento de San Gil de franciscanos des- calzos, que coste6 el rey y ejecutaron Majano, Ni- colés Gutiérrez y Eugenio Izquierdo hasta 1615; la iglesia del monasterio de Santo Domingo el Real de dominicas, que realizé Miguel de Santana (1613), asf como el claustro que construyé Francisco de Mendizabal (1616), y el convento de Nuestra Se- fiora de los Angeles (1615). En 1612 traz6 la re- forma del coro de la iglesia de las Descalzas, que determiné la elevacién de la fachada, de una geo- metria simple; bajo la direccién de fray Alberto con- cluyé la obra en 1614, correspondiendo su ejecu- cin a Agustin y Pedro de Pedrosa y Rodrigo de Salcedo. Acto seguido, este tiltimo maestro inicia la edificacin de tres casas pertenecientes al hos- pital de la Misericordia (asimismo fundacién de la princesa dofia Juana), segtin trazas de Gomez de Mora, que ya antes las habia dado para otras ca- sas del mismo hospital. Destaca el interés del maes- Iglesia y convento de Nuestra Senora de Atocha en Madrid (desaparecidos), detalle de la maqueta de la ciudad de Madrid en 1830. (Museo Municipal, Madrid.) 1231 tro mayor porque se mantenga la unidad construc- tiva en todos los detalles entre las casas y el hos- pital, preocupacion fundamental a lo largo de toda su vida en su labor de conformacién urbana mo- dema de la villa de Madrid. Como era natural, Gomez de Mora participé en. Ja gran empresa de Lerma que habia iniciado su tio; pero parece claro que en la villa ducal el papel de tracista y director de Igs obras correspondié a fray Alberto. El conquense disefté la nueva galeria del palacio ducal, la silleria del coro y el retablo mayor de la colegiata (1615), tres facistoles para la cole- giata, Santo Domingo y San Blas y el retablo de San Blas (1616). Precisamente en estos afios el ar- quitecto dibujé varios retablos y sillerias ademas de los trazados para Lerma: retablos del monaste- rio de Santo Domingo y capilla mayor de San Mar- tin (1613), mayor y colaterales de la Encamacion (1614) de Madrid, de los monasterios de Guadalu- pe (1615) y Yuste (1616) en Caceres, sillerias para Santo Domingo de Madrid (1613) y San Pablo de Fragmento del plano de Madrid, de Texeira (1656), con la plaza Mayory sus aledanos. (Biblioteca de la Villa, Madrid.) Valladolid —alta y baja— por encargo del duque de Lerma (1617); més tarde trazarfa la silleria y el re. tablo de San Jerénimo (1625) y el retablo del hos. pital de Anton Marin (1633). A juzgar por el dibu- jo del retablo guadalupano (Biblioteca Nacional), e| maestro conquense unificd la ordenacién de calles y cuerpos con basamentos, columnas corintias y en. tablamentos, adelantando las entrecalles, donde se disponen estatuas; la armonia de los contrastes —lienzos y tallas, calles y entrecalles, claroscuros y volimenes— es equivalente a la de su lenguaje arquitectonico, En relacién con estas trazas para ensambladores y entalladores, hay que citar el ti- mulo funerario de la reina Margarita que proyects en 1611 Cuando Gémez de Mora cumple treinta afios ha desplegado una amplia actividad repartida en obras de muy distinta indole en razén de los importan- tes oficios que desempefia. La originalidad de su ar- quitectura parece manifiesta, pero no conocemos muy bien su labor en ese periodo inicial al haber desaparecido la mayorfa de sus obras. Por eso re- sulta todavia més destacada una segunda etapa (1617-1626) en la que recibié quiza los mds impor- tantes encargos de su carrera, cuyas realizaciones se han conservado en su mayoria, aprecidndose asi la plena madurez de su lenguaje artistico. A comienzos de 1617 emprendié la regulariza- cién de la plaza de la Cebada, trazando incluso una fuente para ella. El 13 de septiembre del mismo afio el ayuntamiento acordé que se labrara la plaza Ma- yor conforme a su traza y planta. Los derribos co- menzaron inmediatamente y la plaza quedé conclui- da en 1619; tras el incendio de 1631 el arquitecto reconstruyé la zona dajiada sin introducir cambios ano ser en los tejados y buhardas de toda la pla- za. El nuevo incendio de 1672 determiné la cons- truccién mas barroca de la actual casa de la Pana- deria, como se expondra mas adelante, y el de 1790 provocd que Villanueva le diera el aspecto neocla- sico actual, rebajando alturas y, sobre todo, al cu- brir con arcos las entradas, transformando en ce- rrado un espacio abierto que se extendia a través de las calles por el recinto urbano. Por el plano de 1636 dibujado por su autor, sabemos que la plan- ta era rectangular (guardando proporciones clasi- cas) con pérticos de pilastras adinteladas y cinco pisos de balcones, excepto en la casa de la Pana- deria, con arcos en el pértico y tres pisos més el de remate entre las torres y cuatro en los flancos; 1232 «la pilaza Mayor de Madrid a la legada del principe de Gales en 1623, por juan de la Corte. Bl disefio de arquitectura efimera fue proyectado por Gomez de Mora. (Museo Municipal, Madrid.) este lienzo —planteado con absoluta simetria fren- tea los otros tres que tenian diverso nuimero y em- plazamiento en las entradas—destacaba como bal- cén regio en las multiples celebraciones que en la plaza tuvieron lugar. Sila plaza Mayor constituye la obra civil y de or- denacién urbana mas importante concebida por G6- mez de Mora, la Clerecia de Salamanca, que traz6 el mismo afio 1617, se iba a convertir en su mas sgrandioso edificio religioso. La fundacién de este co- legio de jesuitas fue realizada por la reina Margari- tay con fondos reales se inicié la construccion en 1617, trabajéndose principalmente en el colegio hasta 1642 y luego en la iglesia hasta 1665, si bien el claustro y otras dependencias corresponden al si- glo XVII Al margen de la cuidada organizacién del conjunto, donde destaca la longitud de sus dos alas © la novedad de muchos elementos —como, por ejemplo, puertas— que dejaron profunda huella, in- teresa sefialar que la iglesia responde al tipo jesul- tico consagrado por el Gesit, Es de una nave con capilas comunicadas que se alinean con el gran cru- cero; el alzado con pilastras y entablamento déri- co, disponiéndose balcones sobre las capillas; se cu- bre con bévedas de medio cafién con lunetos, adomadas con marcos y recuadros y fajones cajea- dos (la ctipula se debe al jesuita Pedro Mato, como ya se mencionara). En la fachada —en la cual slo el piso inferior corresponde a Gémez de Mora, si bien el segundo que construyé Mato sigue su dise- fio, aunque no el resto— sobresalen columnas de capiteles compuesto y corintio respectivamente y pateadas en la calle central; frontones curvos par- tidos y escudos refuerzan su plasticidad. En 1618 don Bemardo de Rojas y Sandoval, car- denal de Toledo, funds el convento de recoletas ber- nardas de Alcala de Henares, encomendando las trazas al maestro mayor, quien ya habia trabaja- do para la ciudad universitaria, pues en 1614 di- sefié el patio grande del colegio mayor de San Ilde- fonso y en fecha cercana debié de trazar el colegio de Malaga (pero no el del Rey, que se le ha atri- buido, pues, por hallarse finalizadas en 1611 sus obras, es creacién mas facilmente atribuible a su tio). Aqui Gomez de Mora escoge una planta por completo distinta de la empleada en Salamanca, si bien con inspiraciones también italianas, pues se acerca a la version final de Maderno en San Giaco- mo degli Incurabili de Roma. La planta es oval con capillas elipticas a juego abiertas en los ejes diago- nales, que alternan con otras cuadrangulares; el eje mayor queda resaltado por los arcos triunfales del 1233 Capilla mayor de la iglesia de la Clerecia de Salamanca, construida durante ta segunda mitad det siglo XVI segtin trazas de Gomez de Mora. vestibulo y el presbiterio. Pero la multiplicidad de visiones que enriquecen el centralismo proporcio- nado por la cuipula oval y la marcada direccién lon- gitudinal no se manifiesta al exterior, pues, a la manera de Vignola, los espacios quedan encerra- dos en un prisma que culmina en la fachada pla- na. La iglesia fue llevada a cabo por Sebastian de Ja Plaza. La cuarta gran obra de estos afios fue la traza en 1619 del pantedn real de El Escorial. De planta octogonal, presenta en seis lados cuatro cuerpos con umas, mientras se destina otro al altar y el wl- timo a la puerta; van separados por dobles pilas- tras de capitel corintio que se continian en las fa- jas de la béveda y entre ellas se disponen lunetos. La decoracién de roleos en la béveda, con un ca- acter considerado barroco, se viene atribuyendo al italiano Giovanni Battista Crescenzi, marqués de la Torte, quien en realidad sélo cumplié el papel ad- ministrativo de superintendente de obras, si bien, al proyectarse el ornato en bronce, el noble aficio- nado se ocupé de contratar artifices italianos espe- cializados. Carbonel, como luego se indicara, dio interior del pantedn real de ‘mor eH Nasterig Escorial, ¢ en 1649 las tiltimas trazas (altar, portada y esca- lera). En los ajios siguientes Gomez de Mora se ocu- po ampliamente en el disefto de arquitectura efime- Ta: para la beatificacién (1620) y canonizacién (1622) de san Isidro —inventando nuevos carros en forma de torres—, dos ttimulos en los funerales de Felipe Ill (1621) ~a manera de torre escalonada—, elementos diversos para entradas puiblicas y feste- jos en honor del principe de Gales (1623) 0 del car- denal Barberini (1626), entre otras muchas con- memoraciones. Como maestro mayor, Gémez de Mora hubo de encargarse de tales obras efimeras y, como es ob- vio, de la prosecucién de las del alcazar, Atocha y el pantedn, pero con la llegada al poder de Oliva- res, valido del nuevo rey Felipe IV, se produjo un claro descenso en la comisién de trazas y ejecucién de edificios reales; representa una excepcién el pro- yecto de edificacién de una catedral frente al alcé- Zar, Seguin los deseos de la reina Isabel de Borbén, cuyo proceso de construccién iniciado en 1624 se vio frustrado muy pronto, En cambio, Gémez de 1234 Mora prosiguié su actividad para importantes pa- tronos: el palacio de Medinaceli (Soria) en 1623 ara el duque de ese titulo, mal conservado; igle- Pry convento de carmelitas descalzas de Pamplo- na en 1624, que se estudiard més adelante, para elmarqués de Montejaso; iglesia y convento fran- ciscano de Nuestra Sefiora de Constantinopla de Madrid (1624), que ejecutaron Juan Lazaro y Alon- so Pérez, derribado en el siglo XIX; colegio del Rey para la orden de Santiago, en Salamanca (1625), también desaparecido Durante el decenio siguiente (1627-1636) el maestro mayor siguié ocupandose de importantes obras reales, tanto de las ya iniciadas como de la transformacién de otras antiguas o incluso del ini- cio de alguna nueva. Parece evidente que enemis- tades y envidias hicieron su situacién mas incmoda y el conde-duque le desplazé a favor de Carbonel para el significativo palacio del Buen Retiro. En 1629, como maestro mayor de la villa, dio trazas y condiciones para la capilla de San Isidro en San Andrés, en las que prefiguraba elementos de la obra definitiva que no se emprenderia hasta 1642 bajo trazas de Pedro de la Torre. El mismo afio también formaba trazas para el ayuntamiento dela vila, obra que se rematé por Cristébal de Agui- lera y que por causas desconocidas no se inicié has- ta 1644; a su muerte, José de Villarreal y luego otros, maestros le dieron su fisonomia actual. Aunque presentaba doble fachada y también doble funcién (pues incluia la carcel de la villa), Gémez de Mora buscé la ordenacién simétrica con doble entrada en la fachada principal y ventanas enrejadas en ta la- teral, centrando las dependencias en tomo a un gran. patio central. El alzado y la ordenacidn de las fa- chadas, con torres laterales y chapiteles y balco- nes adintelados, responden a los mismos criterios utilizados en casas privadas; en los dibujos conser- vados se observa una austerisima armonia, pero cabe pensar que tanto las combinaciones policro- mas de materiales como la molduraci6n estarfan igualmente previstas. También en 1629 estaban terminadas las trazas, de la carcel de corte (actual Ministerio de Asuntos Exteriores), obra finalizada en lo fundamental en él aio 1636 por el citado Aguilera con Bartolomé Diaz. Arias y Juan del Rio. La estructura, de arque- fas sobre columnas y pilastras que se comunican en el piso superior a través de la gran escalera cen- tral, toma inspiracion del hospital toledano de Ta- vera que trazara Covarrubias, pero la interpretacién que Gémez de Mora hace es moderna por los di- namicos efectos de luz y perspectiva. La fachada, con torres laterales y portada central que enmarca Jos huecos entre columnas, recuerda la del alcdzar, peto cabe observar las sutiles variaciones en los so- portes, los entablamentos o la molduracién; la ver- ticalidad de la portada —que levanta el dtico, con escudo, frontén y aletones sobre el tejado— y de las torres compensan la horizontalidad general, contrastando arménicamente con el interior. ‘Aunque las obras piblicas le ocuparon principal- mente en estos afios, debe citarse que en 1631 Juan Fachada posterior de ta ctrcel de corte de Madrid (actual Ministero de Asuncos Exterores), royectada en 1629 por Gémez de Mora 1235 de Aguilar contraté la ejecucién de la desapareci- da iglesia franciscana de la Concepcién Francisca segiin trazas de Gémez de Mora. Al affo siguiente aparece el maestro mayor realizando disefios para laglesia de San Antonio de los Portugueses —obra del jesuita Pedro Sanchez, de los que se conser- va un dibujo para la fachada, actualmente muy reformada En 1635 se ocupé de dos importantes casas de campo reales en los alrededores de Madrid. La Zar- zuela —cuyas obras realizé el citado Aguilar bajo la direccion de Carbonel desde 1637— presenta una planta rectangular con la fachada en uno de los la- dos cortos, flanqueada por dos alas porticadas tras las que se disponen jardines ordenados ortogonal- mente. La simplicidad del trazado no resta elegan- cia al palacio, plenamente integrado en la natu- raleza. La torte de la Parada, construida en el si- glo XVI, fue remodelada por Francisco de Mena (1635-1637) de acuerdo con las trazas de Gomez de Mora. En el desaparecido palacete de caza, cuya torre central se coronaba con airoso chapitel, la austera geometria se ve animada de nuevo por el tratamiento cromatico de los materiales. La animadversién hacia el maestro mayor cul- miné con la acusacién de haber hurtado una pin- tura de las colecciones reales en 1636. El confuso asunto —quizd una sustitucién indebida por malen- tendido— provocé la suspensién del trazador ma- yor en sus oficios y la privacién de su salario has- ia 1643, si bien continu encargéndose de antiguas y nuevas obras reales. El supuesto destierro a Mur- cia en 1637 fue en realidad un viaje de pocos me- ses para ocuparse de la conduccidn de aguas por mandato real. Gémez de Mora siguié gozando de la confianza regia en el ultimo decenio de su vida (1637-1648), y en especial desde la caida en desgracia del conde- duque. En 1640 entrega las trazas de dos iglesias de patronato real: la de agustinas de Santa Isabel y la desaparecida de Nuestra Sefiora de Loreto, cuya ejecucién contraté JerSnimo Lazaro, aunque fue su hijo Pedro quien las levé a cabo afios después, in- troduciendo elementos omamentales. Santa Isabel, restaurada tras el incendio padecido en la guerra ci- vil, ofrece planta de cruz latina pero centralizada en tomo a la monumental ciipula sobre machones ochavados de gran amplitud; la media naranja tie- ne ocho ventanas entre pilastras pareadas que se contindan en la linterna, recordando con renova- da potencia el plan del panteén escurialense. Lo- reto estaba mds cerca —por la canterfa, la fachada con frontén entre dos torres y el interior con capillas— de la Clerecia salmantina. ‘Mas tarde hubo de proyectar los ttimulos para Jos funerales de la reina Isabel de Borbén (1644) y del principe Baltasar Carlos (1646), en cuya eje- cucién participé Pedro de la Torre y que no cono- cemos. Atin un afio antes de morir dio las trazas para la capilla del regidor don Francisco Enriquez de Villacorta en el convento de la Trinidad calza- dda; ejecutada por Andrés de San Romdn no ha que- dado testimonio alguno de su aspecto. Una obra tan considerable —que por razones de extension no es posible mencionarla en su inte- gridad— se completa con las innumerables trazas para casas particulares —desde las del marques de La Laguna (1615) 0 las del mayorazgo de Lujan (1620) hasta las del marqués de Leganés (1642), por citar sélo algunas~ y para puentes, cercas, puertas y fuentes, que contribuyeron con su uni- formidad estilistica a la ordenaci6n urbana, monu- mental y arménica, racional sin monotonia, austera pero brillante, de la villa y corte de Madrid. Fray Lorenzo de San Nicolds (1595-1679) Nacido en Madrid, se formé con su padre Juan Martin (1565-1645), natural de La Mata (Toledo) Este, después de suftir numerosas y tremendas ca- lamidades —muertes de su esposa y de tres hijos, falsas acusaciones de robo y asesinato que le lle- varon a la carcel, enfermedad de la peste y recha- zo social y familiar—, tomé en 1606 el habito de ego agustino descalzo en Madrid, cambiando su nombre en el de fray Juan de Nuestra Sefiora de Ja O. Habia trabajado anteriormente (desde 1602 ‘a 1605) como oficial en la Puebla de Montalban (Toledo); dirigié luego la obra de la iglesia y el co- legio de su orden en Jarandilla (Caceres), en 1607- 1611, donde le acompaié su hijo Lorenzo, quien, sin embargo, escapo a Madrid para aprender arqui- tectura con un maestro cuyo nombre se ignora. Al egreso a la corte, fray Juan recogié a su hijo y marché a Nava del Rey (Valladolid), donde pasa- ron dos afios en la construccién de la iglesia del convento agustino (en la que todavia trabajaba Francisco Sillero en 1650). De nuevo en Madrid, Lorenzo profesé como agustino en diciembre de 1612, ordendndose sacerdote veinte aftos después. 1236

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