You are on page 1of 8
3015122, 1543 28 plumas del 0970, por Graciela Mantes -Imaginaria No. 165-12 de octubre de 2005, Imaginaria Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil Inicio ‘Acerca de Lacoleccién Reciba el boletin por email N° 165 | LECTURAS | 12 de octubre de 2005 Las plumas del ogro “Foto de Graciela Importancia de lo raro en la lectura Montes por Graciela Montes Texto de la conferencia presentada por la autora dentro del marco del Seminario Internacional "La lectura, de lo intimo a lo ptiblico" —organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), la Secretaria de Educacién Piiblica (SEP) y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLARC)—, realizado durante la XXIV Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILI) (México, D.E, noviembre de 2004). Imaginaria agradece a Graciela Montes su gentileza y autorizacién para publicar este texto, El cuento tiene variantes, en algunas el ogro no es ogro sino diablo y no son plumas sino pelos de oro lo que hay que arrancarle. La que reproduce Italo Calvino en sus Fiabe (1), comienza asi: "Un Rey se enferm6, Vinieron los médicos y le dijeron: ‘Escuche, Majestad, si quiere curarse, va a tener que arrancarle una pluma al Ogro. Es un remedio dificil porque el Ogro se come a todos los que se le ponen delante’..." Calvino dice que en la version que a su vez le sirvié de fuente, la que est contenida en la antologia de cuentos toscanos de Pitré, el ogro no es ogro sino apenas "la bestia", pero siguen siendo plumas lo que hay que arrancarle. Elesplendor de la versién de Calvino radica en lo extempordneo de las plumas. Es facil imaginarse un diablo con pelos, con al menos tres pelos como lo pintan los Grimm, También es ficil imaginar un ogro mamifero y carnivoro, de rulos ralos como los que luce el de "Pulgarcito” segtin Doré, 0 con una gran pelambre roja como la de Oni, el ogro de Jos cuentos japoneses. Pero plumas... Las plumas son tan livianas, tan femeninas también... ;Dénde tiene las, plumas el ogro? El cuento no lo dice nunca, ni siquiera cuando el héroe, con ayuda de una bella muchacha que el ogro tiene cautiva en el fondo de su cueva (una figura que recuerda mucho a Perséfone), consigue hacerse de esas plumas, que va arrancando una a una del ogro dormido, sin que se sepa nunca de qué sector de su inmenso cuerpo proceden. Las maravillas son comunes en los cuentos populares, hay gallinas que ponen huevos de oro, burros que defecan oro, caballos que vuelan, hombres que se reducen al tamaiio de una hormiga, cajas donde cabe el mundo. Pero es dificil encontrar algo més sorprendente, mis gratuito, més sutil, que las plumas del ogro. Este manojo de plumas va a set mi htpswwwcimaginaria.com.21/16/as-plumas-del-oge.him ve 3015122, 1543 Ls plumas del ogro, por Graciela Montes -Imaginaria No. 165 12 de octubre de 2005 aporte a la discusién acerca de lecturas y lectores en su dimensién publica y en su dimensién intima o privada que se fue planteando aqui. Hay un aspecto de la lectura —no me refiero a la teoria de la lectura sino a su puesta en practica, el ejercicio vivo, historico de la lectura— que equivale a arrancarle las plumas al ogro. Cuando "el que lee" esti leyendo, en el curso de ese acontecimiento que lo tiene por protagonista, tienen lugar una serie de operaciones. Hay cotejos, negociaciones, desplazamientos, cruces, incluso lucha, una pequeia gesta. Eso es muy fécil de ver cuando el que lee esté “aprendiendo a leer", porque ahi el empefio y los tanteos son més visibles, pero sucede en toda lectura y a todas las edades. EI que lee "emprende” el texto a su manera, se debate con él, 1o rodea, lo calibra, se insinia en é1 por algin resquicio o lo toma por asalto, y algo atrapa ahi adentro, algo que solo él podia atrapar. Algo que encuentra de pronto —muchas veces por azat— y artanca por propia cuenta y riesgo vaya uno a saber de dénde. Tal vez no le estaba destinado, tal vez no sea lo mas apropiado sino algo inesperado, bizarro, que sin embargo es justo lo que estaba necesitando, lo que, como al rey del cuento, puede "curarlo", Por supuesto que es dificil prever cuando se producira el punto culminante o adivinar de qué clase serdn las plumas que el lector atrape, lo tinico que se puede decir es que, si leva a cabo su lectura, va a tener al menos wna de esas plumas en la mano. La lectura incluye la rareza y el azar. En la historia del lector hay siempre contactos inesperados, atajos, desvios, situaciones desconcertantes, extraiias easualidades. Basta pensar que muchos de los libros més importantes de la vida se los ha encontrado uno revolviendo al tuntim en una mesa de saldos, 0 equivocando el estante de una biblioteca... La rareza y el azar no son defectos, son fuente de salud, y deberdn preservarse para que la lectura —Ia experiencia particular, personal de "el que lee", al que suele llamarse "lector"— no se malogre. Fl lector tiene derecho al azar — tiene derecho a desviarse de la necesidad—a partir del momento en que acepta el riesgo de leer. Puesto frente al texto, puede permitirse errar, en su doble significado de vagar a su aire y de equivocarse, aunque eso suponga contradecir lo establecido de antemano, el orden. Es imprevisible el modo en que dard con el ogro y le arrancard al ‘menos una pluma, y esa imprevisibilidad debe ser bienvenida. Si la imprevisibilidad y ta feliz casuatidad desaparecieran, la iectura del lector, como el rey del cuento, moritia, Esto va en serio, Es una metifora, pero las metiforas son cosas serias: cualquier accién de lectura —un plan de ectura por ejemplo, una cartilla de recomendaciones, o cualquier forma de animacién 0 promocién 0 auspicio de le lectura— sera respetable solo si no se mete con las plumas del ogro. Las plumas del ogro pertenecen al lector, forman parte de su empresa. Deberdn ser descubiertas y arrancadas por él, pertenecen a su esfera de poder y estan fuera del alcance del poder de otros, més alld de cualquier intento de administracién o control de la lectura. ¥ pertenecen al lector porque es el lector el que corre los riesgos. Como en el cuento, leer también es no ser devorado, Para no ser devorado el lector hace su lectura. Acepta el desafio del texto —su oscuridad, sus escollos, sus engaiios— y responde a.ese desafio desplegando sus propias técnicas, sus ardides. No es pues un ingenuo, un inocuo, un recepticulo vacio. El lector tiene poderes. Sélo que su poder se manifiesta en el curso de la experiencia, precisamente alli: cuando se esta leyendo. No es un poder a priori, un privilegio, sino un poder en ejercicio, histérico, el poder que tiene el que _juega mientras estd jugando o el que trabaja mientras esté trabajando, un poder que debe revalidarse en cada instancia, Se comienza a ejercer ese poder de lector mucho antes de la aparicién de la letra escrita, incluso antes de la aparicién de la palabra, cuando, desplegado el mundo delante de uno —o, mejor, revoleado uno en el mundo y con poca perspectiva a veces para contemplarlo— uno se las va ingeniando como puede para construir pequetios islotes de sentido, que no son grandes teorias, principios, cosmovisiones, ni siquiera conceptos o ideas, sino mucho més modestamente relatos. Relatos minimos, pequefias historias, al comienzo historias sin palabras, que uno mismo se va contando para encontrarse, mal que bien, algin lugar, para armarse un refugio en el gran desconcierto. Estas historias que el lector se cuenta a si mismo no son del todo nuevas. Dispone de historias previas que le sirven de antecedente, de herencia. A veces se trata de grandes historias, muy completas, muy ordenadas, otras veces son s6lo apuntes, fragmentos. La religién, las tradiciones, o més sencillamente las rutinas cotidianas, la manera en que el, grupo al que se pertenece organiza el dia y la noche o celebra las fiestas, por ejemplo, funcionan como narraciones previas para el lector, lecturas que se anticipan a su lectura. Lo mismo que el lenguaje. También el lenguaje es una lectura previa ya que trae incorporada una manera de mirar, de pautar, de operar con el mundo. No narra igual, ni narra lo mismo, un lenguaje que tiene la posibilidad de una voz. pasiva que el que no la tiene, un lenguaje que deja el verbo para el final de la oracién que el que comienza por el verbo. Cuando se aprende a hablar junto con las palabras se incorporan necesariamente esas operaciones y esas miradas. Pero también las publicidades, ios hipermercados, los, noticieros 0 los dibujos animados son lecturas previas para quien se pone a leer... Es importante entender que "el que lee" tiene muchas universos de significacién desplegados a su alrededor. Mas 0 menos ricos en significacién, més 0 hitpshwowcimaginasia.com at 16Sias-plumas-del-oge.him 28 301522, 15:43 Las plumes dl gro, por Graiola Montes -Imaginaia No. 165 12 de octubre de 2005 ‘menos fértiles, més 0 menos prestigiosos, pero todos a su manera lecturas, narraciones que se anticipan a la suya, 1a del lector, que ya le estan "contando" el mundo, dibujéndoselo de antemano, proporciondndole conjeturas, modelos. Estén ahi, y no dejan menos mareas en el que esta empezando a construir sentido que el que le dejarin después, si tiene suerte, los grandes relatos filoséficos, cientificos o literarios. El lector, pues, no opera en el vacfo, Esté inmerso en una situacién, un estado de lectura, un "orden de Lectura" podemos decir (siempre y cuando no se piense en orden como algo demasiado ordenado porque se trata de una trama compleja, a veces contradictoria). Pero frente a la situacién, al estado, al orden, el lector hace valer su experiencia, la experiencia de "el que esta leyendo”. Una experiencia historica, un acontecimiento, un suceso, algo que empieza, hace un recortido, culmina. En el curso de esa experiencia, su experiencia —porque la experiencia es siempre tinica, personal ¢ inalienable, el lector coteja con el orden y revalida sus poderes. Encara el texto, lo explora, opera sobre 41, pone en accién sus recursos, sus ardides, y lo hace suyo a su manera, mediante islotes, ciudades, monitos de sentido, Ha lefdo. Eso le permite fundar, en los margenes del orden general en que esté inserto, en los margenes de las lecturas imperantes, los cénones, los reglamentos, y también en los margenes del mismo texto que esti leyendo, otro orden, un orden altemnativo. Provisorio, precario, pero propio, Su manojo de plumas, su personal conjetura. Nada muy otganizado, pero curativo. Es esta actividad de lectura, la de fabricacién de las propias significaciones, los propios relatos intimos y secretos, la que comienza mucho antes de la letra. Un nifio observador, expectante, curioso, desconcertado —asustado también—, deseoso de encontrar en lo que lo rodea alguna clave, algin relato, algiin sentido, es tan lector como el que tiene un libro en la mano. A veces més, porque tener un libro en la mano no es garantia de haber adoptado la posicién de lector ya que como todos sabemos y hemos experimentado mas de una vez. se puede cumplir con el ritual de decodificar y reproducir sin construir por propia cuenta y riesgo un sentido y sin que el texto "le diga a uno" nada. En cualquier caso, no hay tanta diferencia entre el que ve por primera vez. un barrilete, no entiende por qué se le escapa hacia arriba y lo lama pajaro, y el lector de una novela de quinientas paginas, La experiencia, en el fondo, es semejante. Hay ciertas condiciones dadas (una trama, las reglas del juego), hay algo que se pone a consideracién (un enigma y luego un texto) y hay una accién, una aventura, de Certeau diria "una caceria” (2). Por un lado esta el tablero, por otro el lector, que hace sus jugadas, sus recorridos. Cuando uno se pone a hablar de libros y de literatura, conviene tener presente esta fértil etapa analfabeta de la Lectura, Mientras hace su juego, mientras se mueve por el texto eso que se presenta a su lectura— el lector da la sensacién de estar buscando, aunque de manera imprecisa, al punto que slo se entera de lo que estaba buscando cuando lo encuentra, Mas que de biisqueda habria que hablar de quest, de gesta, de aventura, de conquista, o de viaje, pero un viaje bastante accidentado, con sorpresas y mucha esgrima. "El que lee" se mueve dentro de las condiciones dadas con cierta libertad, evado por su curiosidad, sus ansias, sus puntos de desequilibrio y también sus posibilidades, sus operaciones, sus recursos. Se apoya en las condiciones, y también las contradice. Hay un diélogo, una dialéctica. Lector y lectura no son estamentos quietos. Es esta dialéctica, esta ida y vuelta entre el lector y las lecturas, entre la experiencia intima y las condiciones piblicas, lo que me parece bueno poner en el centro de la escena, Las condiciones varian, no son idénticas para todos, y el margen de maniobra también varia, es amplio para algunos y ‘mas estrecho para otros. Entre las condiciones esta la disponibilidad, aquello de lo que se puede disponer —por ejemplo los bienes materiales y simbélicos a los que se tiene acceso— y estén también los circuitos. La trama y los hilos. Toda una organizacién del terreno que precede al lector, lo envuelve y lo trasciende. La componen bienes como libros, bibliotecas, espacios culturales, escuelas, cines, ete., presupuesto educativo, sistemas de comunicacién — también comida, ya que es condicién para emprender la lectura una dosis suficiente de proteinas—, y asuntos mas intangibles, como universos imaginarios, reglas de juego mas o menos explicitas, tradiciones, practicas, ideas acerca de la lectura y los lectores, censuras y petmisos, poéticas, cdnones, juicios y prejuicios, costumbres... Una textura de condiciones, una compleja organizacién del terreno. Esta organizacién del terreno no siempre salta a la vista, Hay tramas muy tenues, hay litigios y contradicciones —el terreno nunca es homogéneo—, esta lo superficial y lo soterrado, Io que se muestra y lo que se esconde, los discursos pliblicos y los discursos solapados. No siempre los pronunciamientos en defensa de la lectura, por ejemplo, suponen condiciones auspiciosas para la lectura. Un mismo funcionario que tal vez se golpee el pecho lamentando lo poco que se lee, lo empobrecido que esté el lenguaje, ete., que gaste incluso importantes sumas en folleteria y acciones vistosas en defensa de la lectura, puede estar al mismo tiempo recortando bienes y presupuestos, eliminando cargos de bibliotecarios y maestros... No siempre la abundancia, para poner otro ejemplo, es sinénimo de mas altemativas: el bibliotecario de una biblioteca muy rica que recibiera quinientos titulos nuevos al mes y se viera obligado a hitpsiwowcimaginasia.com at 16Sias-plumas-del-ogre.him ae 301522, 15:43 Las plumes dl gro, por Graciela Montes -Imaginaia No. 165 - 12 de octubre de 2005 ingresarlos de manera acritica, indiscriminada, a la sala de lectura, terminaria desplazando de las estanterias titulos que no merecen ser desplazados, y reduciendo asi una oferta que aparentemente estaba destinada a multiplicarse. La consulta directa a los potenciales lectores a la hora elegir los titulos parece un signo de libertad, pero si los lectores no disponen de més opcién que un mensaje publicitario la eleccién se convierte en una forma de obediencia... En fin, a veces es dificil reconocer las condiciones, la organizacién real del territorio en que la lectura va a tener lugar. Pero en todo caso, visibles u ocultas, las condiciones estén ahi, y son ineludibles. El lector las necesita y depende de ellas, en muchos aspectos las condiciones lo determinan, marcan sus ocasiones. Le proporcionan material, territorios de exploracién, le offecen altemnativas: no es lo mismo tener entrada al cédigo escrito que no tenerla, no es lo mismo tener una biblioteca popular cada veinte cuadras que tener una cada trescientos kilémetros, no es lo mismo tener por ‘maestro a un buen lector que a un burécrata, Peto también le marcan un orden, una administracién, ciertos tecorridos, ciertos controles. Este “orden de lectura", llamémoslo asi, incluyendo tanto sus riquezas como sus rigores, es una instancia pablica cuyos efectos aparecen en la lectura privada. La idea de lectura corriente en la sociedad, la imagen que se tiene del lector, los circuitos de lectura, el flujo de los libros y otros bienes culturales, la oferta editorial, la programacién de los medios de comunicacién masiva, la dotacién de las bibliotecas, la labor educativa, las poéticas dominantes.... todo eso, que forma parte de la dimensién piblica de la lectura, marca y condiciona la dimension privada. La lectura personal se hace sobre y contra esa tela, que la sostiene y al mismo tiempo le ofrece resistencia. Las "acciones piblicas de lectura” tratan o deberian tratar principalmente de estas condiciones, Cuando se arman planes o se disefian politicas deberia hablarse sobre todo de eso, de las condiciones. Las condiciones son, deben ser, tema ineludible en educacién publica, en la extensién universitaria, y también lo son, imagino, en este encuentro... Sobre las condiciones hay que hablar, discutir y Hegado el caso, si compete, legislar de la manera més esclarecida posible, tratando de ir mds alld de la redundancia y el esquema ficil, buscando entender exactamente cémo esté funcionando esta trama piiblica, haciéndola evidente. En cambio, no se puede legislar sobre las plumas del ogro. Una accién de lectura que se atuviese sobre todo a discutir las condiciones, podria hacer mucho por el lector: enriquecer sus ocasiones, dar lugar a su lectura en circunstancias mds justas, mas generosas y amplias. Una aceién de lectura puede modificar la trama publica cuando ésta entorpece los recorridos privados. Puede ensanchar los horizontes. Sin embargo algunas y hasta muchas "acciones de lectura" —voy a agrupar por el momento bajo esta denominacién asuntos bastantes variados, desde planes a gran escala a "mini-animaciones'— llevan su afin de legislacién més alla de su territorio y avanzan sobre el la experiencia del lector al punto de pretender arrebatarsela. Es una intervencién desleal y se puede decir que pemniciosa, contraria a la salud de la lectura. Voy a dar tres ejemplos de intervencionismo exagerado: la legislacién sobre "lo apropiado" y "lo inapropiado", la exaltacién del gusto (o de la moda) y la interpretacién pre a legislacién sobre lo que es "apropiado" o "inapropiado” para el lector es caracteristica del territorio de la lectura de los nifios. Lo apropiado a su edad, a su género, a las situaciones que esté atravesando, a su mejor interés... Un "ojo social”, digamos, una vigilancia, a veces una vigilancia amorosa, de larga tradicién, una legislacién de tesitura moral a veces, otras veces simplemente urbana —los buenos modales—, casi invisible de puro consolidada, Se sabia lo que era apropiado leer del mismo modo en que se sabia cémo habia que vestirse en cada ocasién. Una muchacha de barrio de los afios veinte del siglo veinte de Buenos Aires sabia que los folletines le estaban destinados y no softaba con acercarse a otras narrativas mas urticantes; podia leer los poemas de Béequer y aprendérselos de memoria, pero no se esperaba que leyera poetas ultraistas 0 las novelas de Zola, Otra muchacha de esa misma época pero de clase alta 0 profesional, con "mas roce", como se decia en esos tiempos, tal vez habia oido hablar del futurismo o del dadaismo, tenia modales y lenguaje mas desenvuelto y posiblemente se burlaba un poco de los folletines que devoraba la chica de barrio. Una tercera, de la misma edad pero hija de anarquistas, podia muy bien leer, ademas de los folletines, Maximo Gorki, 0 los poemas incendiarios que salfan en La Vanguardia. A cada una le parecia no solo apropiada sino “natural” su seleccién de lecturas. Las legislaciones sobre lo apropiado —a diferencia de la censura, que se hace ver— son un asunto mas bien tacito y muy establecido, que todos dan por sentado, No toman la forma de mandatos y eso las vuelve todavia mas eficaces y resistentes. Hasta hoy siguen en vigencia, Por supuesto que hubo transformaciones, se saltaron algunas vallas y, en ciertos ambitos, se ampliaron los circuitos, pero "lo apropiado" —con la incorporacién de regimenes nuevos, como el de la political correctness, pot ejemplo, o la "correccién psicolégica”, de la que se habla menos— sigue constituyendo una forma de organizacién del territorio de la lectura. Especialmente en el caso de la siempre vigilada lectura infantil, que carga ademas con su propia legislacién etaria, el curioso asunto de determinar qué es "lo hitpshwowcimaginasia.com at 16Sias-plumas-del-ogre.him 48

You might also like