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Mucho se ha especulado acerca de la vida y, sobre todo de Augusta La Torre, esposa de Abimael Guzma DOE ees Mo CMO arene Mer sis con respecto a la verdadera causa que Pe a oe ct Pee nee Pe ce afios se han venido: Pree EE Tict Reet eur ee ee Suet SS eres Ecotec tra no solo todo lo acontecido en tomo a la llamada cal Norah, sino también sobre los origenes, apogeo y ee demencial grupo maoista al que pertenecio dicha muj eine Peete ee cee een LY roo Vil a ity s S < f 3 S 5 5 a 3 E a 2 a g 3g s = 2 3 z 2 2 iNav aT US a VICTOR TPE SANCHEZ CLs) Var Yar) José Arrieta Matos Victor Tine Sanchez ‘Sendero Luminoso y su secreto dentro del secreto Lamisteriosa muerte de Augusta La Torre, ta esposa de Abimae! Guzman 2 EDICIONES ALTAZOR NORAH ‘SENDERO LUMINOSO Y SU SECRETO DENTRO DEL SECRETO sé Aiea Matos Victor Tipe Sénchez © José Arieta Matos, 2023 © Victor Tipe Sanchez, 2023, (© Ecicones Atazor, 2023 Portada: Victor Tipe Sanchez Diegramacién: Liana Bray “Teejp: 1000 ejsmplares Ediciéne Impresion: EDICIONES ALTAZOR -Irén Tasso 297, San Boia, Lima, Pen ‘elton: (61-1) 58-8001 ww edionesatazo com edicionesaiazer@yahoo es ISBN: 9786125055482 Hecho el Depo Legal en la Biblioteca Nacional del Perd NP 2023-09004 IMPRESO EN LIMA, PERU ‘OCTUBRE DE 2028 inpice PRESENTACION Capituto 1 Avcustrra Carireno IL [EL PROFESOR AREQUIPENO Captruto IIT NORAH CAMINA EN Los ANDES Carfruco IV Los ACTOS PREPARATORIOS Cariruto V LA GUERRA INTERMINABLE, Caviruo VI 1. SENDERO DE LA MUERTE Carini. VII EL VERTICE DE LA TORMENTA Cartruto VII EL Uirimo suspIRo Cariruto IX ‘Dos FUNERALES PARA NoraHt Capiruto X, ‘UNA MUERTE Y MIL SOSPECH. WW 15 83 99 a 137 149 Caviruto XL - CADAVER QUE DEJABA HUELLAS. pILOGO LA CASA PRENTE AL PARQUE BIBLIOGRAFIA 165 179 A mis tes bjos: Vanessa, Maria Algiandra y Rodrigo Jost Arrieta A Almendra y Adrién, los nuevos retofios Vicror Tire Lamisteriosa muerte de Augusta La Torre, la esposa de Abimael Guzman PRESENTACION E1140 Novieamre: DE 1988, una perturbadora notic Circulé entre los integrantes de la etipula dirigencial de Sendero Luminoso, el violento grupo maoista que sangrentaba al pais desde hacia ocho afios sufrié una gran baja. Aquella bia muerto Augusta La ‘Torre, camarada Nora, la primera esposa de Abimael Guzman, el maximo dirigente de esa organizacién, La informacién causé enorme conmocién porque ella te- nia solo 42 afios y parecia gozar de buena salud. La opinién pablica peruana en general 16 recién de la defuncidn tres afios después, cuando la policia antiterrorista logré descubrir el video del velato- rio que se realiz6 en la clandestinidad, en alggin barrio, mesocritico de Lima. Permanecen atin en el misterio las causas y cir ccunstancias del fallecimiento de Augusta La Torre, cuya vida misma estuvo ente- wuelta en un velo de oscuridad. Su propia boda con Guzmiin, cuando era atin muy jo- ven, tiene visos enigmiticos, incluso para los amigos, personales de aquell época que vieron con sorpresa el matrimonio con un hombre mucho mayor y con el que s¢ la habia visto antes en pablico. Nunca és tarea ficil indagar los detalles de la vida de una mujer con esas carateristicas, mixime cuando ella pasé buena parte de su existencia en la clandestini- dad, en su calidad de segunda dirigente mis importante ne de Sendero Luminoso que imponia el secretismo como, necesidad bisica de su accionar. Quienes la conocieron durante la adolescencia y la juventud en su natal Aya- cucho prefieren eludir la conversacién sobre ella para evitar complicaciones, El hermetismo es mayor entre los senderistas, salvo poquisimas excepciones. El secre- to partidario pretende ser guardado bajo muchas Haves. La historia de Augusta La Torre no puede estar desligada de la historia de Sendero Luminoso, de Abi- ‘mael Guzmin ni del periodo de violencia terrorista que se abatié sobre el pais entero desde mayo de 1980 y cuyos efectos tienen repercusin hasta estos dias. Angulo hist6tico no ha sido avin investigado adecunda- mente en el mundo académico ni periodistico, pese a su importancia vital para comprender a profundidad la fecundacidn, nacimicato, desarrollo y expansi6n del fe- ngmeno subversive, : Tas indagaciones realizadas para este trabajo per- miten afirmar que Augusta La Torre no fue solo la esposa de Abimael Guzman ni desempeio un rol se- cundario en la formacién del grupo maoista. Se puede decir que ella resulté Ia pieza mas importante de los ‘actos preparatorios durante los quince afios previos al inicio de la sangrienta lucha armada senderista, A partir de la segunda mitad de los afios sesenta, la camarada Norah vealizé un trabajo de concientizaciéa ‘en quechua y espafiol, un incesante periodo de slavaco de cabeza» que permitié diseminar la semilla de la in- surrecién armada entre la gente humilde de los merca- dos y barrios pobres de Huamanga, Recorrid, con esa misma prédica, los poblados de los valles de Ayacucho, Huancavelica y Aparimac, las zonas populares del Cono Norte y Este de Lima y viajé a Cajamarca donde tam- bién difundié la idea de la «violencia revolucionaria». 2 Un aypecto ignorado de la vida de Norah es su Participacion en las principales acciones de Sendero Luminoso durante los iniciales tres afios de la hucha ar- mada. Ella encabezé la quema de anforas clectorales en el poblado de Chuschi en mayo de 1980; dirigié el ataque armado al fundo de Ayzarca al sur de Ayacucho con el consiguiente asesinato del propietario, pero, so- bre todo, condujo la toma de la cdrcel de Huamanga en marzo de 1982, un hecho que conmocioné a la sociedad peruana en la primera fase de la v La incesante actividad, cumplida sin pausas por tantos afios, permitié a la camarada Norah granjearse la simpatia de un sinniimero de jévenes senderistas, sobre todo ayacuchanos, muchos de los cuales se convirtieron en sus incondicionales admiradores, de tal modo que, seguin varias versiones, surgié una corriente politica al- terna al interior del propio Sendero Luminoso que ‘gunos denominan «norhismo» y que, tal vez sin querer disputé la primacfa del mismisimo Guzman dentro del senderismo, Algunos llegan a hablar, incluso, que entre ambos hubo intensas discusiones internas por la forma yellugar del que debia dirigirse la guerra senderista. No es casualidad que muchos afios después de su muerte, ciertos «norihstas» atin sigan tindiendo perié- dicos homenajes a su memoria, recuerden pasajes de su vvida en ceremonias de estricto privado y hayan elabora- do cierta bibliografia en su honor. Sin embargo, el aspecto mas oscuro sobre Augus- ta La Torre lo constituye el paradero de sus restos mor- tales. Los testimonios permiten determinar que hubo dos funerales, ambos con la participacién de un grupo reducido de personas, dirigidas por Yobanka Pardavé, Ja maxima dirigente del aparato senderista denominado Socorro Popular. Las dos, coincidentemente, tuvieron lencia subversiva, 3 lugar en el distrito de Comas, al Cono Norte de Lima, lugar donde Noral habia desarrollado una ineesante ac- tividad proselitista en la década de los setent :xisten indicios razonables sobre la actual ubi- cacién de la tumba, aunque las pocas personas que la conocen se empefian atin en esconderla por dircctivas expresas de Abimael Guzman, sPor qué el jefe maxi- mo de Sendero dispuso el ocultamiento del eadiver? La respuesta real estaria en los propios restos. Un ever tual descubrimiento del cuerpo, o lo que queda de conllevaria a una obligada necropsia de ley que deter minara las causas de la muerte. Asi se sabia por fin la verdadera razén: enfermedad, suicidio 0 asesinato. De ese modo, también, es probable que uno o varios mitos de Sendero Luminoso se derrumben estrepitosamente. ste libro, que costé mis de quince afis de in- dagaciones, decenas de entrevistas y un arduo trabajo. bibliognifico, no obedece a agin transfondo politico, ideol6gico ni econdmico, ni pretende ensalzar la figura de Augusta La Torre, cuya responsabilidad es enorme en la muerte de cientos de personas y el daito al pais. mpoco trata de edulcorar el trégico periodo de vio- terrorista que el Perit vivid desde 1980 y al qu valgan verdades, no se puede denominar con el cul mistico término de «conflicto armado interno», maxi- me cuando gran nimero de las victimas fueron pet= -ntes, humildes campesinos que nada tenian, ‘que ver con conflictos y menos armados. EI Gnico objetivo del presente libro es encender algunas luces sobre uno de los actores principales de aquella fatidica etapa usando las herramientas del pe- riodismo de investigacién. Asi de simple. lenei sonas inc Lima, setiembre de 2023 Los avTorES Cariruto I AuGustiTa Viczxtt: Rows PADILLA DESPERTO, mir6 la hora en su reloj pulsera y dejé con rapide. la pequetia cama donde habia dormido a sobresaltos por algunas horas. Varias noches a la semana descansaba en esa modesta habitacin del distrto de Surqsllo que un amigo le f- cilitaba para cumplir sus actividades subv activista de Socorro Popular. Era un joven espigado, de 25 aiios, que, tiempo atras, habia abandonado sus estudios de Medicina Humana cuando cursaba ef il- timo afio de la carrera; comenz6 a llamarse César para ocultar su verdadera identidad, se involucré de cuerpo entero en la cruenta insurreccién armada que asolaba al Pert descle hacia ocho afios y artastré en su aventu- taa algunos de sus familiares mas cercanos. Eran las cinco de la mafana del 15 noviembre de 1988. El dia comenzaba a clarear cuando saliés deprisa tumbo al hospital de Neoplisicas, ubicado en Ia is terseccién de dos avenidas importantes, en un bartio de la clase media limefia. Fin la vispera habia recibido tun mensaje delicado y urgente, a través de los intrin- cados mecanismos de comunicacién que el Partido tenia para mantener el secretismo y el trabajo clan- destino. 1 mensaje provenia de Yobanka Pardavé, la jefa maxima de Socorro Popular, de quien él dependia ctamente. La habia conocido en una reunién de como trabajo partidario durante los dias en los que su des- tacamento, integrado en su mayoria por estudiantes uuniversitarios, formaba parte del anillo de seguridad de las sesiones iniciales del primer congreso de Sen- dero Luminoso, el grupo maoista jefaturado por Abi- ‘mael Guzman que, en 1980, habia iniciado una guerra sangrienta contra el Estado peruano. La orden de aquella mafiana frfa de noviembre ‘era establecer contacto con una mujer conocida como Rosa, cuyo nombre real era Martha Huatay Ruiz, Ella cera una abogada dedicada a defender a los senderistas, detenidos por la policia antiterrorista; ocupaba el ter- cer lugar en la linea de mando de Socorro Popular, en. esos momentos, el aparato miis letal de la estructura organica de Sendero Luminoso que venia perpetran- do una serie de asesinatos y atentados con bombas en Lima’. Vicente Rojas Padilla legs al punto de la cita con rapidez y vio a Rosa en la estacion de buses de la es- ‘quina cercana, tratando de pasar desapercibida entre el tumulto de gente apremiada por el ticmpo. La conocia desde hacia tiempo y, por tal razdn, percibié pronto que, esta vez, lucia enormes ojeras y el rostro cansa- do; tenia el pantalén y la blusa, ambos de color azul, completamente artugados; parecia que habia pasado la noche en vela, Apenas ella noté su presencia, cruz6 la calle y pasé por su costado; él fue detris y la siguid por varias cuadras; cumplia, de ese modo, el mandato partidario del chequeo y contra chequeo pata evitar * A Socorro Popular se le atribuyen los asesinatos del exninistro de ‘Trabajo, Orestes Rodrigue; de la lideresa Matia Elena Moyano; del cexalcalde de Pachacamac, Paul Poblet; del médico César Lopez Silva, entre otros crimenes y atentados dinamitetos ocurridos desde 1985, 16 los seguimientos policiales. Solo cuando sintié que e: taba seguro la alcanzé y salud6. Como respuesta reci- bi6 una nueva orden. «Te vas a encontrar con ‘S’ en la casa de Carlos. Anda bien vestido», dijo ella, y apuré el, paso hasta perderse con urgencia en la esquina cerca- nna, ‘S' era la versiGn abreviada de Sarah, el sobrenom- bre partidario de la propia Yobanka Pardavé, El aspecto cansino de Rosa ocupé la mente de Vicente Rojas Padilla durante el resto del dia, y un mal presagio comenzé a rondar su cabeza; parecia que algo extrafio estaba ocurtiendo en el Partido y aquel presentimiento lo acompaié por muchas horas. (Cuando la tarde languidecfa, acudié a la reunién en la casa de Carles, un punto de encuentro usado por los senderistas que, en realidad, se trataba de una bodega, muy cerca del concurrido Ovalo Higuereta, Cuando él llegé al punto del encuentro, su con- tacto atin no aparecia. Mientras aguardaba se entretu- vo leyendo las portadas de los diarios en un quiosco cercano y aproveché para, a modo de chequeo, lanzar miradas furtivas a los alrededores. Cinco minutos des- pués, cerca de un restaurante especializado en pollos a Ja brasa, percibid el conocido rostro de ojos achinados, Ia silueta pequeda y algo gruesa de la mujer esperada, Billa le hizo una sefial con una mueca casi impercepti- ble y él la siguid hasta un parque cercano; otra vez. era parte del protocolo de seguridad que los senderistas, estaban obligados a cumplir en sus desplazamientos. Cien metros més adelante se juntaron recién, Ella estaba muy tensa y seria, un extraiio rifus frun- cia su entrecejo y sus ojos tenfan un brillo inusual Mientras caminaban a paso lento alrededor del par- ‘que, siempre atentos ante cualquier mirada indiscreta, 17 Yobanka Pardavé comenz6 a hablar en voz baja sobre el trabajo partidario, la entrega y Ia heroicidad de los ‘comunistas, Fue un extraio discurso que, en verdad, era el prolegémeno del encargo concreto de la edipula partidari —Compaiiero, lo que usted va a hacer es secreto, dentro del secreto —dijo ella, finalmente. Antes de conocer el trabajo preciso, Vicente Rojas Padilla tavo que reafirmar ante Surah su inde- Glinable marxismo leninismo maoismo, ratificar st disposicién para asumir la misi6n y revalidar su com- promiso con el Partida, De ese modo, recién supo de una starea hist6riea, y se enterd que un dirigente importante habia fallecido; 6 seria uno de los encar- gados de trasladar el eadaver, debia brindar seguridad al vehiculo que iba a movilizar el cuerpo, acompanan- dolo con otra unidad como una especie combinada de filtro y resguardo ante cualquier contingencia que pudiera poner en peligro el cortejo clandestino, Era tuna labor compleja y de enorme importancia para la organizacién. Los siguientes minutos, la mujer y el joven cami- naron como sino tuvieran destino fijo, mientras sos- tenian una conversaci6n fit con una mezcla de amis- tad y simpatia mutua, Cruzaron un par de avenidas concurtidas y fecorrieron varias calles solitarias con- formadas por filas de casas modernas en las que vivia gente de In clase media limefa. Finalmente, regresa- ron hasta el mismo Ovalo Higuereta donde decenas de vehiculos humeantes desembocaban en desorden desde cuatro vertientes diferentes, entre bocinazos y gritos destemplados de choferes y ayudantes de los buses de transporte pablico, repletos de pasajeros. Ein 18, la esquina de una interseccién, estacionado discreta- mente, esperaba un pequefio Volkswagen rojo condu- ido por una mujer de unos treinta afc prisas, pero con mucha precauci6n, Apenas el vehiculo emprendié la marcha, Vicen- te Rojas Padilla recibié la orden de agacharse y puso el tostro sobre sus rodillas, mientras un manto pequetio le cubria la cabeza. Dicton innumerables vueltas por media hora, o tal vez mis, hasta que el auto se estacio- ‘n6 en una calle solitaria de una urbanizacion de gente pudiente, frente a una casa de dos pisos, con una gran puerta de cochera, Yobanka Pardavé descendi6 con rapidez y entré ala residencia, «Regreso en seguida», dijo. ‘queds sentado en el Volkswagen, aun con la cabeza cubierta hasta que, cinco minutos después, escuchd la vor de su jefa. «Entra rapido», ordend. Fl se quité el paito, descendi del auto y la siguid, dejando a la joven mujer atin al timén del vehieulo; pas6 por la cochera donde vio parqueada una camioneta blanca y entré a ‘uno de los ambientes interiores. No habia nadie, pero las voces apagadas de varias personas se ofan en un ambiente contiguo. Habia un bulto sobre un sofit grande. Sin duda, cera el cuerpo inerte de una persona, envuelto con va- ios mantos de distintos colores, con la cabeza colo- ‘eada en direccidn a la puerta, como si estuviera listo para ser sacado. «Mira si es necesario hacer una au- topsia», le dijo Yobanka Pardavé y levant6 Ia primera cubierta con cuidado; debajo habia una bandera con la hoz y el martillo, y luego una frazada, Cuando vio el rostro, Vicente Rojas Padilla queds demudado, No podia creer lo que veia, Fra el ubieron sin 19 cadaver de Augusta La Torre Carrasco, la esposa de una dulce nifia que jugaba junto a sus tres hermanos: Abimael Guzman. Delante de él estaba, nada menos, Carlos, Boris y Gisela, y otras chicas de su edad en la mujer a la que muchos idolatraban y consideraban pilar fundamental en la formacién y crecimiento del Partido. La conocia bien desde los tiempos en que compartian largas jornadas de trabajo proselitista en el Cono Norte y otras zonas periféricas de Lima. Durante varios segundos, el joven senderista contempl6 el rostro sin articular ninguna palabra. No- rab aparecia con el cabello recogido hacia atris, tenia os ojos cerrados, los pirpados algo hinchados y oje- ras marcadas; la piel estaba muy palida, sus labios re- secos y algo blanquecinos. —2Crees que sea necesaria una autopsia? —ha- bl6é Yobanka. La pregunta sorprendié al absorto joven. «No», respondié en forma lacénica, sin poder articular mis palabras; entonces, vio que el rostro de Norah desapa- reci6 otra vez bajo los mantos, pero la imagen quedé retenida entre sus recuerdos lo largo de muchisimos el hermoso fundo denominado Iribamba, que su fa- milia poseia en las afueras de Huanta. Sus primeros afios los vivié en pleno contacto con la naturaleza, entre los campos de cultivo y los apus' de las alturas, ayacuchanas, sin presagiar el futuro tormentoso que le aguardaba. La pequefia Augusta, 0 Augustita como la llama- ban sus parientes y amigos, destacaba como buena alumna desde los primeros afios en la escuela, y, al mismo tiempo, exhibia una inusual generosidad con sus compatieras de aula, Hay quienes aiin recuerdan «que cuando otras nifias olvidaban su tarea escolar, ella les prestaba la suya para que pudieran copiarla y sal- var el imponderable, Era tan buena amiga que, cierta vez, pidis a sus padres que le permitieran invitar a ‘sus compaiieras a pasar un fin de semana en el fundo Tribamba, lo cual fue aceptado*, Las anécdotas que se ‘cuentan de aquella visita circularon por muchos aiios y llegaron a ser motivo de largas narraciones. Ciertos aspectos de su personalidad que solo conocfan los allegados mas cercanos permanecie- ron ocultos por afios. «Augusta suftia mucho cuan- do ocurrian desgracias», relaté alguna vez Del Auausta Davanina La Torre Carrasco murié a los 42 afios, en la flor de la vida. Mas de la mitad de esa existencia, tempranamente trunca, la habia dedicado a impulsar Ia revolucién comunista con una vehe- mencia inusual que siempre llamé la atencién a quie- ‘nes la conocieron desde la infancia, cuando aun era madre, a un escritor norteamericano que investigaba su vida. Y conté un detalle sorprendente: durante la nifiez sufria ocasionalmente de ansiedad y cambios “Fis el nombre en quechua de las montafas © ceros importantes ‘que, en las épocas inca, vatios pueblos delos Andes les atibuian intluencia directa sole los celos vitals dela regiin * Orin Starn, Miguel La Serna, Ris de sare, ange y eta de Sndero evista a Viente Rojas Padilla realirada en Lim en febrero de 2022. Se trata de una identidad fsa del sender que protagonizd L tos nechos relatos en ete fragmento, No se consign el vendade- 0 nombre por medidas de seguridad y a peticién suya. 20 Laminow,Lirna, TEP; 2019. P59, a r | a) de humor’. Una amiga de aquella época confirmé que en ella una sontisa podria transformarse ripidamente cn lagrimas. La gente que la conocia, tanto en Ayacucho como en Jos barrios obreros de Lima o Cajamarca, mantuvo vivo su recuerdo, sobre todo cuando Ia ver- sin oficial le adjudico el rol protagénico en Ia insu- rreceién sangrienta que, con todas sus fuerzas, ayudé a organizat. Casi cuatro décadas después, Techi', una de sus tres amigas entrafiables de la adolescencia y la juventud, recordaba con melancolia los dias que pasa- ron juntas cuando sofiaban con una vida plena y feliz. Junto a Nilda, quien completaba el trio, se lamaban centre si Las Palomas. Y para no olvidar nunca, ano- taban los poemas, frases célebres y sus secretos mas recénditos en una libretita que siempre llevaban a la mano y luego leian entre risas. ‘Techi conocié a Augusta el primer afio de escue- la en una de las auilas del colegio Maria Auxiliadora, de la congregacién salesiana de Huanta, cuando apenas tenian seis afios. Augusta corria de un lado a otro, hiperactiva, traviesa, con la inguictud propia de los nifios perspicaces; era, por entonces, la engreida de su padre, Carlos Rolando La ‘Torre Cordova, y de su madre, Delia Carrasco Galdo. “Techi le tuvo una amistad que fue creciendo en el tiempo, pese a las largas pausas que hubo entre la niifez y la juventud por decisiones ajenas a la vo- luntad de ambas. Se separaron en el tercer ato de primaria, pero, en la secundaria, volvié a verla cuando cursaban el primer aio en el colegio Nuestra Sefiora Idem, p. 65 ° Entrevista tealiada en Lima, octubre de 2008. 22 de las Dominicas. En esa época, Augustita tenia once aiios y mostraba los primeros rasgos de la belleza y la inteligencia que deslumbraria, de una u otra manera, a muchos hombres. Usaba el cabello suelto hasta el hombro, la ropa holgada con un estilo tradicional y conservador que mantuvo hasta la adultez. A esa tem- prana edad ya habja lefdo varios clisicos de la litera tura universal como Crinen y Castigo, de Dostoievski, y Rojo y Negro, del francés Stendhal (Henri Beyle), que Juego presté a sus amigas Osman Morote Barrionuevo, una de las perso: ‘nas que la conocié casi desde la adolescencia, relat para un documento partidario de Sendero Luminoso lun pasaje anecdético en el que Augusta mostraba los primeros indicios de la rebeldia extrema que la llevo a la insurreccién armada contra el Estado peruano. Cuando estudiaba en el colegio secundario, una mon- ja con fama de severa le tenia ojetiza porque ella era renuente @ ir a la misa de los domingos, como esta- blecfan las normas internas. Fin una formacidn, la re. ligiosa le Hlamé la atencién porque su falda supucst mente era alta, lo cual no era cierto, Augusta reelamé ¥y aseguré que sus padres le compraban el uniforme Tespetando las disposiciones del plantel, pero la mon- ja, roja de ira ante las respuestas desafiantes, perdié la sercnidad. «Bijate la basta, inmediatamente», la ame- naz6. La joven no se amiland y exigié ver las normas escritas del colegio que establecia Ia altura de la falda. Como respuesta, le ordenaron que saliera de la fila para permanecer delante de la formacién, pero ella tno acaté la orden y se quedé cn su sitio. Entonces, fuera de si, la monja le descosié In basta de Ia falda con violencia. 23 —Usted deberia dedicarse a ensefiar y no a hu- millar y agredir a las alumnas —replicé Augusta. EI castigo inmediato fue destinarla por varias horas hacia el ambiente de meditacién a donde se en- ‘viaban a las alumnas rebeldes 0 malcriadas. Por varios dias, el incidente fue motivo de comentarios en el co- legio y en el circulo de amigos de los alunos. Pero la reaccién de Augusta no qued6 alli; mantavo Ia basta de su uniforme descosida por varias semanas mis a modo de protesta’. ‘Trcin viajo A Lima para continuar sus estudios secun- dazios, pero Augusta se quedé en su colegio ayacucha- no y volvieron a separarse por cuatro afios mas, Sin embargo, el destind aiin les deparaba muchos dias de amistad compastida, Coincidieron, por tercera vez, en In edueaci6n superior; corria el afio 1962 cuando Techi comenz6 su carrera de antropologia en Ia Universidad San Cristbal de Huamanga, mientras que Augusta in- gresé a a Escuela Normal, siguiendo el ejemplo de su madre que era maestsa de primaria. Fue la mejor época para las ‘Tres Palomas. Augus- ta, Techi y Nilda eran inseparables; leian, escribian, cestudiaban, cantaban y jugaban juntas, A veces bebjan algiin trago suave, de preferencia el Campari, y, de pura monada, famaban cigatros a hurtadillas porque ain eran menores de edad. En el citculo de amigos, Augusta mantenia el apelativo cariaioso de Augustitay gozaba de la simpatia “Norah, presente», documento de Sendevo Luminoso que se publi i por el 70 aniversario del nacimiento de Augusta La Torre. 24 de su entorno mas cercano’, sobre todo de los hom- bres que admiraban su belleza singular. Tenia el cabe- Ilo lacio, los ojos almendrados y la piel lozana; no era muy alta, pero atrafa las miradas pese a la sencillez de su vestimenta. «Parecia una actriz de cine, aunque era muy seria», relaté un antiguo amigo de juventud. Con frecuencia ella llevaba kaka’, uno de sus platos preferidos, para compartirlo en las tertulias ju- vveniles que se realizaban en la casa de alguna de ellas, en la Plaza Mayor de Huamanga, mientras camina- ban a paso lento. Cierto dia, sin proponérselo previa- mente, tomaron la decisién de anotar sus vivencias, ‘emociones y pensamientos en unos cuadernillos que, ‘cuatro décadas después, Techi seguia guardando y re- pasando con nostalgia. «Café, intriga, noche, penum- bra, sosiego, no, no, no sé», decia uno de los versos de Augusta. Y en otra pagina, amarillenta por el tiempo, un poema pergefiado con rasgos curiosos: «fin el du- razno sangrando, mantequilla con porotos, pot amor, vyaso roto, emocién, chileano, pura risa, pura coca... Anoche comi un pan de no sé qué panadero. Lo mor- di toda la noche y al dia siguiente amanecié entero». Cuando la inspiracién poética escaseaba, las tres in- cursionaban en la miisica, aunque, casi siempre, sin mucho éxito. Bailaban poco y mal por falta de cos- tumbre y de ganas; por eso, de preferencia, cantaban temas del folclore regional. Bi huayno andahuaylino «a profesorita» era el preferido de Augusta y lo can- taba sin mayor afinaci6n. «Ya callate, mejom, le decia Nila, Y las tres se carcajeaban. " Botrevista a Oswaldo Esquivel Caycho, Lima, mayo de 2011 "Bs carne secada, tostada al fogén. Lo consumen mucho los cami antes y es acompafada de cancha (mafz tostado). 25 Las Palomas fueron las tinicas que supieron de- talles del furtive romance que Augusta mantuvo con tun joven de familia acomodada en aquellos tiempos tan lejanos. El afortunado era Arturo Tineo, en rea~ lidad, un tio lejano, mayor por cinco o seis afos, al aque ella conocié recién meses después de haber ter- minado la secundaria; la mama del joven era prima hhermana de la abuela de Augusta. Una antigua foto familiar confirma la cereania entre las dos familias; cs la imagen de un hombre de unos cincuenta afios, €l tio Carlos, y, a su lado, una mujer de gran belleza natural; Augusta. Fue una relacion tan candorosa que ella nunca acudia sola a las citas. Iba con una de las Palomas gue la acompafiaba hasta el cine y se sentaba tres fi- las adelante, mientras los enamorados ocupaban los Gltimos asientos de la enorme sala del céntrico cine Cavero, se tomaban de las manos y se daban ligeros roces de labios al amparo de la oscuridad de la sala. ‘Nunca fueron a bailar porque a ella no le gustaba ira discotecas o pefias, como tampoco le atraia constre- firse a los mandatos de la moda como lo hacian los chicos de su edad; no utilizaba tacones, ni pantalo- nes y ni siquiera usaba maquillaje. «ra muy chiicara, pero linda y sencilla, una joyita», recuerda Arturo Ti neo!” mucho tiempo después, en un intento de des- cribir el perfil de aquella joven que en el futuro daria mucho que hablar en todo el pais. Cierto dia, alarmada, Augusta cont6 a Arturo Ti- ‘neo que su madse se habia enterado de la relacién. «Mi mama no quiere que salga contigo; dice que eres mi tio», le dijo. Entonces, el romance terminé asi como © Fintrevisia a Arturo Tineo. Ayacucho, octubre de 2006. 26 ‘comenzé6, casi en secreto, y a ella nadie le conocié otra pareja hasta que surgié un profesor arequipefio, va- tios alos mayor, quien le cambié la vida. ‘Las Patomas No PoDiAN escapar de la vorigine po- litica cn la vida universitaria ayacuchana y la seduc- cién de los grupos de izquierda marxista que habian empezado a surgir inicialmente casi a escondidas en esta ciudad de profunda herencia colonial, pero que Iuego copé a la juventud. Huamanga mantenia por casi tres siglos el trazado de las calles y el patron de la arquitectura introducido por los espafoles, que la fundaron en 1540. En un mundo que conservaba sus aires coloniales, parte de su gente joven experimen- taba una transformacién ideolégica que marcaria el destino de muchas familias en los aiios venideros. as tres amigas pronto incursionaron en la lec- tura de los textos intrincados del marxismo leninismo, y lefan los folletos de adoctrinamiento y hasta Pekin Informa, e\ vocero del comunismo chino que se ven- dia en la Plaza de Armas", En verdad, Augusta habia avanzado en el camino comunista porque, desde la adolescencia, escuchaba los discursos grandilocuen- tes sobre una sociedad igualitaria, sin explotadores ni explotados, de boca de su propio padre, un marxista apasionado que, casi sin proponérselo, traz6 de ese modo el futuro politico de la hija, quien, con el co- fret de los afios, ya le debatia con agudeza y hasta se daba el gusto de vencerlo en las polémicas. Y fue ella, antes que sus amigas, quien comenz6 a estudiar los Umberto Jara, Abimae ef sendero de terror. Lima, Editorial Planeta, 2017. p. 16 27 libros rojos que hablaban de materialismo dialéctico € hist6rico, de la lucha de clases y la violencia revo- lucionaria, Por si fuera poco, los claustros de la Universi- dad San Cristdbal de Huamanga bullian de comunis- mo y violencia revolucionatia; la sociedad peruana y, en general, latinoamericana, vivian un periodo de con- vulsién a causa del triunfo de un grupo de hombres barbados que habian tomado el poder por las armas cn laisla caribefia de Cuba. Numerosas personas velan con buenos ojos a quienes pretendian emular al gue- rrillero Che Guevara, cuya figura se habia romantizado a extremos inimaginables en toda la region. Ademis, durante la década anterior, se habia iniciado en el Per ‘un proceso de apertura politica que impuls6 el gobier- no civil de Manuel Prado y luego continué Fernando Belaunde. El Partido Comunista del Pera (PCP), que habia suftido largos periodos de clandestinidad, se in- corporé paulatinamente a la legalidad y comenz6 a desarrollar una intensa tarea de difusién de su ideolo- fa entre la juventud y las clases empobrecidas" La Universidad San Cristobal habia reiniciado sus actividades en 1958, luego de permanecer clausu- rada desde 1886, a causa del descalabro de la Guerra del Pacifico, Durante los tres primeros afios de fun- cionamiento, la lista de catedriticos convocados par el rector Fernando Romero Pintado era impresionante. ‘Llegaron los escritores Julio Ramén Ribeyro, Oswal- do Reynoso y Miguel Gutiérrez, los poetas Antonio 7 Fema oli dart el procs deli, Colecciin Cuadernos ppara la Memoria Historica N° 5, Instituto de Democracia y Dere- ‘chos Humanos de la Pontificia Universidad Catéiea del Peri, 2009. padi 28 Cisneros y Marco Martos, el socidlogo Luis Millones, y los historiadores Juan José Vega y Luis Guillermo Lumbreras". En 1962, la plana de intelectuales comenzd a cambiar. Profesores de tendencia marxista fueron contratados por el nuevo rector, Efrain Morote Best, ‘que habia sido elegido con apoyo de los sectores mis radicales con asiento en la Asamblea Universitaria, entre ellos, los representantes del Frente de Estudian- tes Revolucionarios (FER), un grupo de jévenes que pettenecian al Partido Comunista en Ayacucho, cuyo ‘objetivo era tomar el control de esa casa de estudios como parte de su proyecto politico extremista. Fue ¢linicio de la radicalizaci6n de la universidad, lo cual tuyo enorme repercusién en el mundo intelectual y profesional de la ciudad. Y, por supuesto, influyé, también, en la vida de Augusta La Torre Carrasco, que habia dejado muy atris la inocencia de Augusta. Dmberto Jara, Aimee, fender del ervor Lima, Béitoral Planeta, 2017. p.61 29 Carituto IL EL PROFESOR AREQUIPENO Cierro via DE 1962, Augusta La Torre caminaba junto, a Techi por la plaza Mayor de Huamanga, con rumbo. a una panaderia en la que iba a comprar re- ién salidas del horno. Como siempre, tenia un vestido suelto de falda ancha por debajo de la rodilla y una chompa muy sencilla; levaba el cabello recogido en Ja nua y lucia feliz. En la vispera habia asistido a la chacla de filosofia de un profesor arequipefio recién contratado por la universidad, y desde que terminé la conferencia se la vefa radiante y emocionada, “Mientras Augusta contaba los detalles del profe- sor que la dejé impresionada, las dos amigas se senta- ron en una de las bancas de madera y fierro fundido del histérico parque. «Es un hombre inteligentisimo y habla con mucha claridad», dijo ella sonriente. Te- ‘chi la miré con curiosidad y solté una frase mientras sonreia con picardia: «Ahh, te impact6b>. Augusta se sinti6 descubierta y, algo turbada, solo atiné a negarlo varias veces, cambié de tema y no volvié a mencionar mis el hecho. E] profesor recién llegado era Abimael Guzman Reynoso, un abogado y filésofo que habia obtenido por concurso una plaza en la universidad. Desde muy © Pan tipico de Ayacucho elaborado en base a harina de trigo sin refinar an joven, en Arequipa, abrazaba el comunismo con tal vehemencia que, en cierta oportunidad, hizo una con- fesiGn delirante a un amigo. «Lo tinico que me intetesa en la vida es hacer la revolucidn en el Pert, le dijo". Y con esa obsesién, legé a Huamanga, la capital de Ayacucho, donde pensaba vivir solo un aiio, pero algo que no estaba relacionado con los libros de marxismo Jeninismo 0 con las violencias revolucionarias, le cam- bi la opinién: se enamoré de Augusta La Torre Guzmin comenzé a admirar la revolucién rasa desde la adolescencia, cuando cursaba el primero de secundaria en el colegio Dos de Mayo del Callao, La pelicula sovitica ;Vina la jurentud! le produjo tal emo- i6n'é que, medio siglo después, atin la recordaba en su celda de maxima seguridad de la Base Naval del Callao, donde habia sido confinado de por vida des- pués de su captura, El otro episodio que quedé gra- bado en su memoria fue la noticia de la revolucién de China que, durante su adolescencia, oy de boca de un comerciante nacido en el lejano oriente. Supo, entonces, de la existencia de Mao Tsetung, el lider del ‘movimiento que dirigia un partido comunista, como también Joseph Stalin lo hacia en la Unién Soviética. Pero fueron las lecturas de los libros sobre la carrera de filosofia que realiz6 en la Universidad San Agustin de Arequipa que lo condujeron definitivamente al comu- nismo, definiendo el rumbo de su vida. Sus primeras lecturas, incentivadas por el catedritico Miguel Angel Rodriguez Rivas, fueron E/ manifesto comunisia, de Cat- Jos Marx, y Un paso adelante, dos pasos atris, de Vladimir Lenin; luego comenzé a imbuirse de los detalles de JP Abimael Guzman, De pai ins, Manoalzada, Lima, 2008, p22. "“Abimacl Guzméa, De puey ira, Manoalzaa, Lima, 2009, p. 29, 32 | revoluci6n rusa y su admiracién por Stalin crecid, Los afios siguientes defendié la figura de este hombre cuestionado por la historia debido a sus inenarrables excesos dictatoriales que causaron miles de muertos, y atacé a Nikita Jruschov, quien lo sucedié en el poder y abandoné el radicalismo soviético. De ese modo, la teoria marxista envolvié a Abi- mael Guzman hasta levarlo al fanatismo y empez6 su militancia en el Partido Comunista del Peri, en 1956, siempre desde el ala mis radical. Cuando viajé a Huamanga tenia ya una notable experiencia partida- fia, pues, en Arequipa, habia cumplido trabajos en los frentes de defensa, en los grupos de obreros y univer- sitarios, y conocia los aspectos organizativos; partici- paba en reuniones con comunistas de Cusco y Puno y colabors en la preparacién del llamado Frente de Libe- racién Nacional, pero estuvo entre quienes se oponian los fines electorales del movimiento con mitas a las votaciones de 1962, Abimael Guzmén lleg6 a la capital ayacuchana la noche del 2 de abril de 1962, cuando una copiosa Ilu- via” caia sobre Ia ciudad. Se alojé en un departamento amoblado en el jirdn Bellido, a pocas cuadras del cen- tro historico. Desde un principio, quedé gratamente impresionado por la belleza colonial de ln ciudad y, muchos aftos después, podia describir atin la hermo- sura de la plaza de Armas como «impida y pura lu- minosidad matinal con atardeceres y crepsisculos apa- sgando suavemente colores inolvidables»'", No conocia B Umberto Jara, Ahimaeh, of sendero del terror, Ed. Planeta, 2017, Lima, p. 58, " Abimael Guzmin y Elena Yparraguitre, Momorias desde Nemesis, 2014, Lima, p. 33, 33 a nadie, con excepcién de Armando Barreda Delgado, que habia sido su profesor de flosofia en Arequipa y quien lo ayud6 a gestionar el puesto en la universidad huamanguina, ‘Al dia siguiente, acudié ante el doctor Alvaro Villavicencio Whitrembury, su jefe en la facultad de Educacién y la persona que luego lo present6 ante la sociedad académica huamanguiina. Uno de los intelec- tuales que frecuenté por su intermedio fue el antro- pologo Luis Lumbreras Salcedo, que dirigia la facultad de Ciencias Sociales y se convirtié en un buen amigo suyo. Pronto también conocié al rector Efrain Morote Best y, después, a sus dos hijos, Osman y Ostap, alum- nos de la universidad que, en mayor o menor medida, lo acompafiarian en su futuro proyecto violentista. En esa época, la universidad tenia poco mas de guinientos alumnos y cuatro sedes. En dos antiguas casonas ubicadas en plena plaza Mayor, junto a la C: tedral, funcionaba el local Castilla y Zamora; alli ha- ‘bia un paraninfo, el patio cuadrado, una higuera y un acogedor cafetin donde los profesores y los alumnos sostenian animadas conversaciones politicas @ com- tian los tltimos chismes, En la manzana contigua estaba el local Ladrén de Guevara, donde quedaban las instalaciones administrativas. Y, bajando la pendiente por el jirén Arequipa, un local nuevo, Inca Garcilaso de la Vega, con su imprenta, la biblioteca, un gran sa- Jn de actos y, en el piso superior, la facultad de Edu- cacion. La rectoria fancionaba en la segunda cuadra de la calle 28 de Julio, el principal jiron ayacuchano, adornado por el impresionante Arco de San Francisco. En uno de sus primeros domingos de paseo por lt plaza de Armas, Guzmén encontr,ce pura casualidad, 34 aun hombre que habia conocido durante In confor- macién del Frente de Liberacién Nacional en Lima; aprovech6 para pedirle ayuda y lograr su afiliacién al comité regional del Partido Comunista en Ayacucho, A los pocos dias, se reunié con los integrantes de la direccién, presenté sus credenciales como militante del comité regional de Arequipa, fue incorporado sin mayores problemas y pronto asumié el sobrenombre partidario de camarada Alvaro, To que encontré en la organizacion comunista ayacuchana, no le gust6; no habfa células, por tanto no cexistia estructura partidaria basica; los comunistas aya- cuchanos estaban acostumbrados a reunirse de vez en cuando en asambleas amplias, especialmente cuando alguien venia de fuera, por lo general de Huanta y pu los cercanos; la reuniGn se reducia a una exposicién, tan conjunto de discursos, todos declarativos y repletos de intenciones y saludos". La llegada de Guzmin a Huamanga coincidi6 con la crisis del comunismo internacional. Las dos potencias, Unién Soviética y China, habian irrumpido en un petiodo de abierto enfrentamicato a raiz de la muerte de Stalin y la asuncidn al poder de Nikita Jrus- cchov, quien mostraba una actitud mas conciliadora con el mundo Occidental, y llegé a decir que «el poder no podia alcanzarse solo por la via de los métodos violen- tos, sino también a través de las elecciones». Era un vi- raje sorpresivo de la clisica tesis marxista que afirmaba que el poder nace del fusil. Mao criticé abiertamente la nueva posicién soviética y, en 1961, calfieé de «traido- res revisionistas» alos dirigentes del Kremlin soviético, © Abimacl Guzmin y Elena Ypatraguirre, Momorias dende Némis, 2014, Lima, p. 41. . 35 Como es obvio, Ia crisis afecté al comunismo mundial y hubo divisiones en numerosos paises. En 1964, el Partido Comunista del Peri se dividid, y el grupo disidente formé Bandera Roja, una nueva or- ganizacion de abierta tendencia pro china. Fl radical Gurmin no solo apoyé al grupo divergente, sino que fue tino de los promotores de la separaci6n, junto a Saturnino Paredes y José Sotomayor, entre otros £a- dicales. Por esos dias, el Comité Regional Ayacuchano solo se dedicaba a evaluar su participacién en las elec ciones, Muchos militantes cuestionaban con durezaa Stalin y alababan a Jrushchov, como ocurria en otras regiones del pais, lo cual indignaba al profesor are- quipefio que abogaba por los aspectos sevoluciona- rios planteados por el marxismo clisico, El Partido ‘no efa la palanca «transformadora del mundo» que Lenin demandaba, y nadie hacia nada por construitlo en el comité regional; dnicamente habia apego a las posiciones de Jrushchov y electorerismo. ‘Guzmin, el radical, queria evitar el giro a Ia dere- cha. Ya pensaba en la importancia de la lucha armads, ccreia en el camino de cercar las ciudades desde el cam- po y la necesidad del desarrollo chmdestino del par do, Con ese objetivo, cred la Fraccién Roja y establecié un grupo de trabajo especial que tuvo tres funciones: politica, military logistica; estaba ligado estrechamente ‘al trabajo campesino y tenia doble mando, uno politico y otto militar. Durante meses traté de conseguir la autoriza- cién de la direccién nacional del Partido para orga- nizar el trabajo militar en el comité regional ayacu- chano, pero nunca pudo conseguirlo. Pese a todo, 36 los planes se levaron a cabo; el grupo desarrollé un trabajo secreto y planificado, cumplid una investiga- cién orientada a conocer Ia geografia de la regién y la seleccidn del contingente y, si fuera posible, conseguir armas”, Fueron las primeras acciones militares de la organizaci6n, una especie de antesala de lo que vendeia en la década siguiente. La Fraccidn Roja comenz6 su lucha contra el «re~ visionismo» y apunté hacia el trabajo de masas: prime- 10 y principalmente al campesino, en segundo lugar al estudiantily, en seguida, al intelectual. Se reunfan cada quince dias en busca de cohesién, incluso con gente que no pertenecia ala organizacién. A partir de enton- ces el trabajo campesino fue la base de la accién del co- mité regional; por eso, Guzman dispuso que todos los militantes del Partido y, sobre todo, los miembros de la Juventud Comunista, hicieran trabajos de concienti- zacién en los valles cercanos a Huamanga. Eran visitas clandestinas, charlas intensas en chozas apartadas para evitar ser detectados por la policia y los servicios de inteligencia. En la universidad, la gente del profesor arequi- pefio habia logrado controlar el Frente Estudiantil Re- volucionario (FER), un numeroso grupo que actuaba centre los estudiantes de las diversas facultades y los alumnos de los iltimos afios de secundaria a los que reclutaban, ideologizaban y organizaban. Guzmin ha- bia encontrado el ingar exacto para poner en prictica su extremismo, >" Abimacl Guzman y lena Yparraguirte, Memarias desde Nemesis 2014, Lima, p. 33, 37 ‘Cantos La Torre, el padre de Augusta, conocié a Abi- mael Guzmin en las reuniones del Partido y quedé gratamente impresionado por su erudicién marxista, La amistad entre ambos brot6 con rapide7; las conver- saciones sobre el comunismo y los asuntos partidarios dieron paso a los temas personales. Por esa raz6n, no tard mucho en llevarlo a su enorme easa con amplios jardines de la calle Tres Mascaras, en pleno centro de Huamanga, a donde se habia mudado debido a que obtuvo un nuevo empleo en el Seguro Social; un serio incidente en Huanta lo habia apartado de la institucion financiera en la que trabajaba antes. ‘Guzman gané con facilidad la simpatia de los La ‘Torre Carrasco por su trato cortés y educado. Se con- virti6 pronto en un visitante habitual de la familia y sostenia largas tertulias con don Carlos, quien se vole 6 en su principal admirador. La confianza llegé a tal nivel que fue autorizado a impartir clases particulares y ccharlas en uno de los ambientes de la casa con jévenes invitados a los que ensefiaba diversas materias y, pot supuesto, marxismo. ‘Augusta veia al profesor arequiperio con respe- toy le hablaba muy poco en piiblico. Ninguna perso- tna recuerda haberlos visto paseando o departiendo mis alli de las conversaciones académicas 0 las visi- tas a la familia; el teato entre ambos era distante, por lo menos delante de la gente. En realidad, Guzman mantenia esa actitud con todos los alumnos, aunque, iertas versiones a media voz dicen que tuvo cortisi ‘mos affaires con dos jévenes huamanguinas en la mas absoluta reserva, relaciones que nunca nadie pudo confirmar, Fue por esa época, también, que ciertos estudiantes y profesores le endilgaron el apclativo de 38 «sobaco ilustrado», pues siempre llevaba un libro de- bajo del brazo. Més all del entusiasmo mostrado por Augusta después de la primera charla de Guzmin a la que a: , nunea hubo otra manifestacién visible de admira- cin w otro tipo de afecto personal. Por eso, el entorno de amigos mis cercanos y sus compaieros del FER, donde militaba desde el iltimo afi de la secundaria, se sorprendieron cuando citculé la noticia confirmada de {que la joven de ojos color miel y belleza subyugante, habia contraido nupcias con el profesor arequipeno, A varios de los galanes huamanguinos les costaba ereer- lo. Bila se habia casado casi en secreto a la temprana edad de dieciocho atios con un hombre de mis de tres décadas. ese al tiempo transcurrido, el motivo conereto del répido matrimonio nunca fue conocido y caus6 kas mis variadas especulaciones. Algunos sefialan que cl promotor fue cl mismo Carlos La Torre; otros ereen que fue Augusta quien se enamoré y propicié la unién, Muchos afios después, Guzman dio su versién del modo en que conocié a la joven. Fue en abril de 1963, cen el patio empedrado de una easona antigua que no precisa; vestia una falda azul y una blusa beige", tenia diccisiete afios y era «una hermosa nifia del que emer- gia una mujer. La boda civil se efectus en la enorme casona de estilo republicano de la calle Tres Mascaras 312; era un ambiente acogedor con amplios jardines interiores y techos bien altos de madera repujada, Hubo menos de una decena de invitados pertenecientes al circulo mis ® Nbimael Guzmi, In meoorian de Nor folleo escrito en la Base Naval, 1995. 39 intimo de la familia. Alli estuvieron Delia Cabrera Ro- cha y Hugo Cabrera Rocha, los testigos que vivian en tuna vivienda cercana de la misma cuadra, y una joven vecina contemporiinea de la novia. El registrador civil Hildauro Amorin Castro y el joven fotdgrafo Walter Allejos eran las tinicas personas ajenas a la familia en esa boda singular que se concreté la fria tarde del 3 de febrero de 1964. La ceremonia fue austera, algo inusual para una familia perteneciente a la clase media alta ayacuchana, tradicionalmente acostumbrada a organizar grandes fiestas o banquetes en ocasiones como esa. Una anée- dota del acto quedé en el olvido por muchos afios: hhubo un retraso de casi media hora a causa de un in- cidente protagonizado por la propia Augusta. Por al- guna raz6n desconocida, ella se enojé y lanz6 el aro ‘matrimonial entre los arbustos de los amplios jardines dela casona, Las muchachas de la servidumbre y hasta algunos invitados buscaron por largos minutos la joya hasta que pudieron encontrarla, La novia se habia en- cerrado llorando en una de las habitaciones, y no salié hasta que su madre logr6 persuadirla®. Solo cuando encontraron el aro y la novia dejé de llorar, se llevé a cabo la sencilla ceremonia que no duré mas de quince minutos, Las fotos de Alejos petenni- zaron el momento; luego no hubo fiestas, ni bailes; los poquisimos invitados comparticron una sencilla torta matrimonial, acompafiada de una taza de chocolate. Hubo otro detalle singular que mis de un asistente re- cordaria por muchos afios; Carlos La Torre y Abimael tuna de las pocas asistentes ala boda. Ayacucho, Se oetubee de 2021. 40 Guzmin comenzaron a cantar «Bella ciao», el anti- {guo cintico de los partisanos italianos que los dems presentes corearon con alegria. Después, todo termind con rapidez, no hubo mas festejo en honor de los re- cién casados y la nueva vida que emprendian. LuEGo De UNA Cora luna de miel en Machu Picchu, Puno, Arequipa y Lima, y una estancia breve en la ca- sona de la calle Tres Mascaras, Abimael y Augusta fue- ron vivir en un pequeiio departamento de la calle San. Martin, a pocas cuadras de la universidad, Cierto dia, mientras paseaban por Lima como parte del viaje matrimonial, la pareja asistié a un mitin ‘otganizado por varios partidos de izquicrda en la pla- za San Martin. Hubo, por lo menos, cuatro oradores que hicieron uso de la palabra en representacién de sus respectivas organizaciones politicas: el cura Salo- mén Bolo Hidalgo por el Frente de Liberacion Na- ional (FLN); Saturnino Paredes, dirigente del Partido Comunista del Peri; Apolinario Rojas, del Frente de Tzquierda Revolucionario (FIR) y José de la Puente Uceda, quien poco tiempo después encabezaria las guerrillas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Ia ceja de selva sur del pais. La radicalizacién ideolégica de Augusta se hizo mis evidente después del matrimonio. Casarse con el profesor arequipefio le permitié ir mas allé de su inicial militancia en el FER, dejé sus estudios univer- sitarios y se dedicé integramente al trabajo politico y ‘In concientizacién de las masas. Ingresé al comité *" Himno de la resistencia italiana contea el fascismo de Benito Mussolini y ls tropas nazis durante la Segunda Guerra Mundial an

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