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Capitulo | LA ESPADA EN LA PIEDRA ae relatos sobre el rey Arturo, sus valerosos caballeros, gf mago Merlin y su fantastico reino son muy antiguos. Sus aventuray parecen remontarse a los albores oscuros e inciertos de Iq Edad Media, cuando Gran Bretaria estuvo por un tiem jag al margen de Ia influencia civilizadora cristiana. Log personajes son seres que pueblan las leyenda celtas. La historia de Arturo mezclé la magiql con elementos de la mitologia cristiana. Cof el tiempo se convirtié en una epopeya, aug) transmitida de boca en boca y ampliada pal canciones y romances populares, alcanz@ la categoria de mito universal. Aunque irreal, de buena gang cualquiera de nosotros juraria qual el rey Arturo existid. ¥ que existidl el mago Merlin,quien ensené af rey a escuchar la respiraciog del dragén en lo profundo def bosque y a ver la danza de lag hadas. Si Arturo existié, vivid en tiempos muy anteriores a que se convirtiera ef el primer rey de todd Inglaterra. Le — tocd gobernar la regién que por entonces se llamaba Britania y hacer frente a Ia invasién de conquistadores que llegaban desde el norte de Europa. Antes que Arturo, el rey de los bretones fue su padre, Uther Pendragén. Uther solo sabia guerrear, hasta el dia en que le tocé enamorarse. Ocurtié asi: enterado de que uno de sus jefes, llamado Gorlois, planeaba una conspiracién contra él, Uther lo mandé llamar. Aquel poderoso jefe aparecié acompafade de su bellisima esposa, Igraine, por quien Uther perdié la cabeza. Tras aclarar lo de la conspiracién, el matrimonio se retiré del castillo y el rey se quedé a solas con su pena de amor. Un = mendigo se presenté entonces, cubierto con una capa miserable y apoyado en una rama de roble. Era anciano y su barba blanca le cubria el pecho. Dijo a los guardias que venia a traer un remedio para el mal del rey. Enterado Uther, lo recibié en un salén de piedra desnuda, donde solo se alzaba su trono de madera rustica. “Soy Merlin’, dijo el anciano, “Puedo obtener para tiel amor de Igraine; pero con una condicién: tu primer hijo me lo entregaras a mi. Sera por su bien, y también por el tuyo", “Concedido”, dijo el rey irritado porque la enfermedad de amor le impedia guerrear contra los enemigos que acechaban en sus fronteras. Trasconseguirlaaceptaciéndelsoberano, Merlin se esfumé en el aire. Aunque acostumbrado a los poderes sobrenaturales de druidas y hechiceros, la poderosa magia del anciano asombré a Uther; pero, tras la sorpresa inicial, permanecié en el trono sumido en sus propios pensamientos. Aliviado por la promesa de Merlin, el rey Uther salié de nuevo a guerrear a la cabeza de su ejército. Y, bajo el impulso de la pasién, se encaminé hacia la fortaleza donde vivia Igraine con su marido: Gorlois decidié salir durante la noche con sus soldados y atacar a los sitiadores mientras estuvieran dormidos. Pero, el mago Merlin aparecié en la tienda de Uther y le avis6 de lo que iba a suceder. El ejército del rey apagé las fogatas para engafiar a los del castillo. Y, cuando sigilosamente de Ia fortaleza, salié un ejército, los sitiadores brotaron como de la nada y causaron cientos de bajas, entre ellas la del propio jefe Gorlois, marido de Igraine. Antes de que amaneciera, el rey Uther Pendragén se unié con la mujer que tanto deseaba, Uther e Igraine tuvieron un hijo. Y, la misma noche en que nacié, Merlin se presento en la puerta de la fortaleza real. Ya no parecia un mendigo. Montaba un caballo negro y vestia una ténica blanca, un fino manto de pieles y botas de cuero crudo. Uther salié a la puerta con el bebé envuelto en una manta. Lo entregé al mago y volvié inmediatamente al interior. Merlin no se esfumé como otras veces. Gird su caballo, lo espoled y galopé bajo la Luna, Entré en el bosque y desaparecié, como si la compacta masa de arboles se lo hubiera tragado. Aquel nifio fue llamado Arturo, que en la antigua lengua del lugar significaba “oso”. Un noble, Héctor, se hizo cargo de él, a instancias de Merlin. Héctor educé a Arturo, junto con 3u propio hijo, Kay, en el arte de la guerra. Y Merlin instruyé a Arturo en los misterios de los bosques. Le hizo sentir que alli respiraba una fuerza oculta. Y le revel6 extrafias formas que ® 3e movian durante la noche entre los viejos arboles. Le mostré Ia sabiduria del pez, del halcon y del buho. Y le sefalé los ojos del dragén entre las tinieblas. Cierto dia, una espada aparecié clavada en una piedra, frente a una abadia. Grabadas en la piedra, habia unas palabras: “Quien alce esta espada, serd el rey de Britania”. Para entonces, Uther Pendragén habia muerto en su fortaleza. Y no habia un unico rey en el pais, sino muchos jefes. Enterados de la existencia de la espada, ninguno puso en duda su origen sobrenatural. Nadie, al principio, se atrevié a tocarla, Muchos llegaron a [a abadia, pero ninguno os6 tocar el arma. Hasta que uno se decidié a empufiarla. EI primero que se animé tuvo que abandonar el intento con la cara roja por el esfuerzo, jadeante. La espada no cedia. Era imposible arrancarla de la piedra. Otro, que se creia mas fuerte y con mas derechos, lo intent6. También fracas6. Y los intentos continuaron, dia y noche. Héctor, su hijo Kay y Arturo llegaron hasta alli. Estaban contemplando Ia espada, cuando Merlin aparecié de nuevo bajo su aspecto de mendigo. Se colocé junto a la piedra y, dirigiéndose @ Arturo, dijo: “Prueba ti”. Arturo era poco menos que un adolescente'sin barba, y los presentes rieron. Merlin insisti: "Prueba". Arturo se puso de pie. Caminé hasta la piedra. De pronto, todos dejaron de refr y hubo un gran silencio, como si se avecinara un acontecimiento extraordinario. Arturo miré a Merlin, interrogandolo con los ojos, pero Merlin solo miraba la piedra. Entonces, Arturo, con una extrafia seguridad, dio un paso, tomé la espada ya alzé como sila sacara de una © vaina de cuero encerada. EI silencio se hizo aun més profunde. Algunos hombres, _ impresionados, cayeron de rodillas en el suelo e inclinaron la cabeza ante el nuevo rey. Otros, montaron y se fueron Y, de pronto, los actores secundarios de esta escena, 0 sea los campesinos y lefiadores, comenzaron a gritar y a aplaudir. Empezaba el reinado de Arturo, pero no de la mejor manera. JUL bien Arturo supo que era el hijo de Uther, se refugid en la vieja fortaleza de su padre, junto a su madre, Igraine. Organiz6 alli a sus jefes leales y comenzé a combatir contra quienes se le oponian. La guerra duré varios meses. Y hubo muchas ___batallas Yy numerosos muertos. Pero, finalmente, Arturo pudo dominar a los rebeldes y comenz6 a pensar en administrar su reino y defenderlo de los conquistadores del norte. Merlin, el mago, habfa trazado un plan que no le revelé de inmediato. Por el momento, las cosas iban-como las habia pensado, o como las habia decidido, porque los poderes de Merlin eran incalculables. E! mago formaba parte de la orden de los druidas, los sacerdotes que antiguamente habian logrado poner de su parte a los espiritus de la tierra, del agua y de! aire. Una tarde, Merlin invité a Arturo a cabalgar por el bosque, enorme e inabarcable. Nadie conocia muy bien el bosque, dominio de druidas, ni qué peligros o misterios escondia y el miedo a perderse en él embargaba tanto a los viajeros como a los guerreros mds curtidos. Repentinamente, en una vuelta del camino, aparecié un guerrero enteramente vestido de negro, que se enfrenté a Arturo y a Merlin y les prohibié el paso. Ofendido, el rey arremetio. contra el extrario, con su espada en ristre. En el combate, la hoja se quebré. Y el jinete de negro habria ensartado a Arturo si Merlin no hubiese intervenido. Mediante un pase de magia, el mago adormecié a los combatientes, quecayeron de las cabalgaduras. luego, colocé el cuerpo del rey sobre su montura y lo sacé de alli, al paso. Cuando Arturo desperté, bajo un arbol, Merlin le mostré la empufadura de la espada rota y le dijo: “Ya es tiempo de que tengas tu arma de combate”. Merlin le revelé entonces todo el poder que estaba de parte de ambos. Lo llevé a lo més profundo del bosque, hasta un lago escondido entre arboles altos y muy frondosos. El rey quedé perplejo cuando vio que, desde el agua, surgia una espada sostenida por una mano, como una magnifica escultura viva. Un bote Aparecié subitamente en Ia orilla. Y en el bote, una mujer blanca, de largo pelo negro, apenas vestida con una ténica. Merlin ordené a Arturo: “Navega y toma tu espada” Arturo subié al bote y la dama remé suavemente hacia la espada. Cuando llegaron, el Rey la tomé entre sus manos. La sobrenatural mano que la habia sostenido se sumergié de inmediato y la espada se iluminé con una intensa luz azul Mujer y bote también desaparecieron cuando el rey pisé la orilla. Y Merlin dijo: “Tienes en ty mano la espada Excalibur, la que canta en los Combates. Te daré siempre la victoria’. Arturo probé muy pronto el poder de la espada. Un mensajero llegé para decirle que, en el norte del reino, los invasores estaban sitiando a uno de los jefes, en una vieja fortaleza. Arturo partié solo, galopé a través de los bosques y pudo ver Ia lucha desigual que la caballeria del veterano caudillo Leodogran libraba en los alrededores de un penén fortificado, Arturo irrumpié con su espada, que emitia en él'Gif@ Un suave sonido, semejante a una cancién, y causé en pocos segundos tantas bajas que los jinetes atacantes huyeron entre Glarides de panico y gritos de dolor. Cuando, victorioso, Arturo se disponia a entrar en Ia fortaleza, descubrié a Merlin, quien, de repente, aparecié cabalgando a su lado. El veterano Leodogran le esperaba en un amplio comedor de muros de roca acompanado por su hija, la joven Ginebra. En cuanto Arturo vio sus largas trenzas rubias sobre los suaves hombros blancos y su delicada mirada azul quedé enamorado. Después de que todos comieran y bebieran copiosamente, Merlin tomé la palabra: . Ella sera nuestra @) “Nuestro rey Arturo desea pedirte, Leodogran, la mano de tu Reina.” Arturo se asombré mas que él vétérano guerrero, porque si bien era eso, exactamente, lo que él queria, nadie mas que él lo sabia. Leodogran acepté de muy ben gana. Y Ginebra, que estaba impresionada por la valentia del joven menarca, dijo. que si con los ojos, aunque ninguno de aquellos tres hombres le habia préguntado si estabalde acuerdo. Arturo y Ginebra se fueron a vivir d. una nueva fortaleza de piedra, a la que llamaron Camelot. Era un castillo imponente, en lo alto de una colina. Tenia una enorme sala con una salida al exterior, cerrada por una puerta de gruesa madera, incrustada en la muralla. ¥en ‘esa sala habia una mesa redonda. Nadie supo nuncd quién Ia habia construido. Merlin se la mostré al rey, diciendo: “Alrededor de esta mesa, te sentaras con los mejores guerreros de Britania, que seran tus generales. Pero, hay una silla a la derecha de la tuya, que nadie debe ocupar por ahora. Es la silla peligrosa. Solo el mejor de todos podré ocuparla. Y tardara en llegar”. En ese instante, Arturo vio por un segundo que unas letras de fuego parecian formar un nombre en el respaldo de la silla. Pero, la visién se borré sin permitir que el rey alcanzara ‘a comprender su significado. éCuantos fueron los elegides que, finalmente, se sentaron a la Mesa Redonda? Nadie lo sabe con certeza. Unos hablan de cincuenta, otros de cien, y hay quien dice doscientos cincuenta. Pero, hay motives para creer que fueron, tal vez, doce, contando al rey: Héctor, el tutor de Arturo, y su hijo Kay. También el veterano Leodogran, suegro del rey. Uno de los primeros fue Tor, un fuerte combatiente que se habia destacado en las guerras internas. También Bors, Gawain y su hermano, Gaheris, formaron parte de la cofradia de valientes. Pronto, se sumé Percival, que venia de combatir en el norte. Y, Sorprendentemente, el caballero de negro con quien Arturo habia peleado llegé para reclamar un lugar en la mesa. SD) Se llamaba Pellinore. Su poder en el bosque era conocido por todos, menos por Arturo, que fue el Unico hombre que tuvo el valor de enfrentarsele. Razén suficiente para que Pellinore se sumara al estado mayor del rey. La noche en que se festejé en Camelot la boda de Arturo y Ginebra, los Caballeros de la Mesa Redonda se sentaron en sus sitios y brindaron con vino. luego, pusieron sus espadas sobre la madera, formando una espléndida rueda de rayos, y juraron defender la justicia y el reino. Quedaban dos sillas vacias. Una, era la peligrosa, con su misteriosa inscripcién. La otra también debié esperar durante afios a su ocupante, Capitulo Ill MORGANA, LA HECHICERA Ses de que naciera Arturo, sus padres tuvieron una La llamaron Morgana. Cuando cumplié los quince arios, la muchacha se marché al bosque para vivir con las hadas, de las que aprendié muchisimos secretos “Debes saber”, dijo Igraine a su hijo cierto dia, en el castillo de Camelot, “que no estoy segura de que tu hermana esté usando sus poderes con mucho criterio" Esto iba recordando Arturo, sin saber por qué, mientras se internaba en el bosque, aquella noche de la caceria de hadas. "Asi es la magia”, se decia Arturo a si mismo. “Ni buena ni mala, Todo depende de quién Ia use”. Esto, por otra parte, estaba guardado en su memoria. Merlin se lo habia dicho, o se lo hizo comprender, en los arios en que, sin decirselo, lo preparaba para que fuera rey de Britania. Llegé aun claro del bosque y, bajo la Luna llena, vio al gran ciervo blanco de cornamenta de oro. Sacé el arco que llevaba asegurado a la montura, puso en él una flecha y disparé. El ciervo cayé muerto y Arturo desmonté para cortar aquellas astas doradas. Entonces, oy6 el sonido de cuernos de caza y vio pasar sobre una loma a los perros negros, en su eterna caceria. Un trueno resoné sobre el bosque y todo se oscurecié profundamente. El caballo se espanté y eché a correr. Y Arturo quedé solo en medio de las tinieblas. Vagé, se dice, golpeando con su espada las sombras tenebrosas y maldiciéndose por haber matado al ciervo blanco lo que sin duda habia provocado aquella horrible oscuridad. De pronto, se encontré frente a un rio luminoso. Sobre sus aguas, aparecié una barca en la que remaban doce bellisimas mujeres. la vela, blanca, llevaba bordada una gran rosa pUrpura, el rey no vacild y subié a la nave. Cantando una cancién fascinante, que llegé a adormecerlo. Las mujeres lo llevaron rio abajo, hasta un pefién negro donde sobresalia una fortaleza. Arturo se froté los ojos para salir de su embotamiento, y salté a tierra. Trep6 hasta |a fortaleza, pero alli parecia no haber nadie. Entré y comenzé a recorrer el patio y, luego, las oscuras habitaciones de piedra. Lievaba la espada asida con las dos manos @ la altura de la cara para prevenir cualquier ataque. Pero, nadie sali a combatirlo. En cambio, oyé unos lamentos apagados que parecian venir de la tierra. Yas{era. Arturo descubrié bajo una boveda la entrada @ una prisién subterrénea. Con el filo de Excalibur, la espada magica, corté la cadena que sujetaba una puerta de rejas y descendié. Alli, a la pobre luz de una temblorosa antorcha, descubrié a unos veinte infelices, casi desnudos, tan débiles y hambrientos que apenas podian permanecer en pie. Arturo supo por sus bocas que eran otros tantos guerreros que habian sido atraidos por una mujer, a quien solia verse de noche paseando por lo alto de las murallas. Sus ojos, dijeron, eran tan bellos como malignos. La luz de sus pupilas podia verse a cien metros. Todos sucumbieron al encanto de la dama. Pidieron, todos y cada uno, que los déjara entrar, y ella acepté. Bebid con cada uno una copa de vino. ¥ todos, a su vez, despertaron en el calabozo. Arturo pensé que él, no habia visto a la cruel dama de las murallas; pero que, sin duda, las mujeres que lo habian llevado en la barea hasta alli respondian a algun plan maléfico. De pronto, una figura femenina se recosté en la puerta. “Noes ella”, susurraron los Prisioneros. Se trataba de una muchacha rubia, de rasgos bondadesos. “Soy también prisionera de esta fortaleza”, dijo. Debes pr te, porque el Seftor y la Dama de este lugar se acercan”. se deslizaba de su unando a Excalibur. débil”, se dijo, “esta Arturo sintié de pronto que iba a desmayarse y que su mano, pero se repuso del extrafio sopor y comprobé que sequia Con todo, noté la espada un poco extrafia, quiz més pesada. ’ noche parece que ha durado un siglo y no he comid@ ni Bebido Bajé el perién, seguido por los prisioneros; y alli éstaban, montados en sendos caballos negros, un caballero de negro y la terrible dama, La noche oscura como boca de lobo. Solo parecia refulgir, a espaldas de los dos jinetes. La mujer lanz6 una carcajada y grits: “iPobre Arturo! Estas muerto. La espada que tienes en tus manos no es Excalibur. Es una copia que hice yo, detalle por detalle. La verdadera Excalibur esté ahora en manos de tu enemigo”. Arturo vio que era cierto: el hombre empufiaba la espada luminosa. “Pero ti, equién eres?” le gtité a la mujer. “Soy Morgana, hermanito, y tu reinado de caballeros nobles y valientes me tiene harta iPreparate a morir!” Hermosa, pero llena de desprecio, la hermana de Arturo, la hechicera mas famosa de su tiempo, estaba frente a él. Lo habia enganado, presenténdose en el calabozo bajo la figura de una inofensiva muchacha, y ahora esa especie de verdugo que la acompafiaba tenia a Excalibur y ya espoleaba el caballo para partir en dos la cabeza del rey. Entonces, una figura de mujer casi transparente aparecié flotando sobre el rio, vol6 hacia el terrible rival y le arrebaté la espada. Enseguida, arrojé Excalibur a Arturo. La espada canté en el aire y el rey la tomé por la empufiadura. No hubo combate: Arturo se acercé al desconocido, que trataba de hacer girar su caballo, y lo derribé de un tajo. El cuerpo cayé pesadamente al suelo. Morgana habia desaparecido un segundo antes, por arte de magia. Su terrible maldicién se oyé en la profundidad de la fortaleza. Y es posible que all siga resonando. Capitulo IV EL SANTO GRIAL Dee veinte aiios, los caballeros de Arturo y sus soldados aseguraron la tranquilidad en las fronteras del reino. De vez en cuando, alguno penetraba en los bosques en busca de aventuras sobrenaturales. Monstruos amigables 0 hechiceras con intenciones no muy claras les salian al encuentro. Los grifos, las serpientes de dos cabezas, los duendes, y hasta el mismo dragén, el espirity mayor del bosque, fueron avistados por los Caballeros de la Mesa Redonda, que salvaron a cientos de hombres y mujeres en peligro y combatieron con hechiceros y sombras. Ninguno, sin embargo, se habia acercade nunca a la Fortaleza Peligrosa, donde vivia Morgana, Merlin, cansado ya, y satisfecho por su labor, vivia casi todo el tiempo en lo profundo del bosque, en una cabaha de piedra y paja. Se habia enamorado de una joven hada, Vivian, que vivia con él y a la que conté todos sus secretos. “Me falta revelarte un Ultimo misterio”, le dijo un dia. “éCual es?”, pidié ella. “El misterio del dulce suefio", se dijo Merlin a sf mismo. Y, tendiéndose bajo el gran Grbol de la vida, se durmié tal vez para siempre. Vivian, que habia estado bailando sin parar mientras esperaba la nueva revelacién de Merlin, se quedé mirandolo con sus hermosos ojos verdes. Y después lo cubrid con un manto de luciérnagas En su sueno, Merlin vio una nueva religién aduefiindose de Britania. Y pensé que era la hora de descansar y dejar que el pueblo que hasta entonces habia protegido afrontara solo esa experiencia, Elmagono estaba equivocado y los protagonistas de los grandes hechos que se avecinaban serian los Caballeros de la Mesa Redonda. Bors, uno de ellos, habia ido cierta vez més allé del bosque. En una lejana costa descubrié el castillo del rey Pelle. Alli -sabia Merlin- estaba el Santo Grial, la copa en que Jests habia bebido durante la Ultima Cena, y en la que su sangre fue recogida por José de Arimatea. Bors se asomé por una ventana del castillo, vio el Grial y, junto a 6l, al rey herido en su pierna. Vio también que todo a su alrededor estaba marchito. No habia nada verde en aquella tierra. Bors vagé por Ia regién baldia hasta que se extravié. Quedé dormido sobre su caballo y, sin saber cémo, aparecié en Camelot. Poco después, otro hecho extrafio anuncié los nuevos mpos. Un dia, una mujer entré sin pedir permiso en la sala de la Mesa Redonda. Sin ninguna ceremonia, de pronto hablé. Dijo que conocia a un joven que debfa ser nombrado caballero, sin lugar a ninguna duda. Y rogé que todos salieran averlo Amuro y los suyos salieron y vieron a varias mujeres. Y entre ellas, a un joven alto, rubio y muy bien formado. “Se llama Galahad", dijeron las mujeres. “Lo hemos criado inculcandole los principios més firmes de la justicia. Creemos que es el caballero mas justo del reino. Y como tal debéis aceptarlo” "Debe ser muy justo, seguramente, pero... 2quién le ensenié a combatir?”, pregunté Tor, “"Yo", dijo un anciano que se abria paso entre las mujeres. “2Quién eres?”, interrogé Arturo. “No importa quién soy. Fui un soldado. Y eduqué a Galahad en las artes de la guerra. En cuanto a sus principios de justicia, son mas altos que lo que han dicho estas mujeres: Galahad es puro entre los puros” Aquellos varones podian entender qué era el valoryquéeralajusticia, perono entendfan la palabra "pureza” Veian frente a ellos sélo a un timido y blanco muchacho, al que no imaginaban en medio de un combate. El anciano pidié al rey que invitara a entrar a todos, para contarles un largo relato. Arturo acepté y, de pie frente a la Mesa Redonda, rodeado por las madres adoptivas de Galahad, el anciano conté Ia historia del Santo Grial, de José de Arimatea y de su viaje a Europa; del misterio de la copa perdida luego de la muerte de José y de como aparecié en manos del rey Pelle, su guardién. Pelle estaba ahora herido, el campo alrededor de su fortaleza se habia secado y alguien debia ir a por la copa y llevarla a un lugar secreto para que aquella tierra volviera a florecer Cuando el anciano terminé de hablar, todos vieron que Galahad lohabia escuchado sentado en la silla peligrosa. Asombrados, preguntaron al viejo qué significaba aquello. “Bors conocié el castillo de Pelle y vio el Grial, pero no entré a buscarlo”, dijo el viejo. “Luego, extravié su camino y ya no recuerda como volver. Pero, Galahad llegara. Su destino es proteger el Santo Grial. ¥ creo, Arturo, que t0 y tus caballeros lograrén 22 la perfeccién espiritual si acomparidis a Galahad en esta misién. Porque los mas puros podrén tocar el Grial con sus labios y tendran asegurada la vida eterna”. Dicho esto, el anciano y las mujeres se fueron, y Galahad se sumé a la Mesa Redonda. Desde ese momento, Ia vida de,los caballleros cambié por completo. ‘Comenzaron a entrenarse para su nueva campana, hacian largos ayunos, se agotaban en prolongadas camindtas y.s@ comportaban, en general, como santos. Por cierto, volvieron a leer la Biblia, que habian llevado a sus tierras los primeros misioneros cristianos. La cruz se convirtié en el emblema que algunos de ellos pintaron sobre sus corazas. Nadie que no fuera puro podria tener ante a vista Ia, copa, llevarla a sus labios y conseguir Ia vida eterna, Durante un aro, 0 tal vez mas, los \caballeros vivieron muchas aventuras, Desde luego, ya no con les grifos y los gigantes, qUe no les interesaban, sino con extrafios monjes que interpretaban sus suefios, con caminantes que los ayudaban a orientarse y, de vez en cuando, ‘con guerreros desocupados que los desafiaban en cualduier recodo del camino. Galahad sufria a menudo pesadillas que Jo llevaban)a oscuros laberintos, Pero, cierta noche, una muchacha lo desperté y no era un suefo. Le dijo que montara en su caballo, que ella iba a conducirlo hasta el Santo Grial. Galahad partié tras la dama. Galoparon toda Ia noche y al amanecer liegaron al mar. Alli, los esperaba un bote. La muchacha dijo al caballero que subiera sin miedo y luego se volvié por donde habian llegado. Galahad abordé la nave que, de inmediato, empezé a moverse sin viento ni remeros. Nunca supo cuanto navegé ni hacia dénde, pero divisé por fin, en la costa, la fortaleza del rey Pelle. Desembarcé, atravesé la tierra estéril y entré en el desolado castillo de grandes habitaciones vacias. No bien lo vio, Pelle sintié que su herida se cerraba y pudo incorporarse Galahad fue entonces a la crmara del Grial, y de lo que pas6 all dentro poco se sabe. En este punto Galahad desaparece para siempre de la leyenda artirica. Algunos suponen que se llevé la copa a un lugar desconocido, como debia hacerlo, y se qued6 junto a ella. Lo cierto es que los Caballeros de la Mesa Redonda, uno a uno, fueron valviendo: Héctor, Bors, Gawain, Perceval. Arturo habia permanecido en Camelot con Tor, el mas duro de los conjurados. El suegro de Arturo, Leodogrén, y luego la reina madre, Igraine, murieron ese ano. @) Capitulo V LATRAICION © recordéis que eran dos las sillas vacias cuando se formé la Mesa Redonda? Galahad llegé para ocupar una de ellas, la peligrosa. Pero, poco antes, otro cabalilero se habia sentado en a otra silla. Era Lancelot, el guerrero del lago. Cuando llegé o Camelot, Lancelot tenia apenas veinte afios. Para entonces el reyera ya un hombre maduro. La reina Ginebra también habia madurado, pero su belleza resplandecia mas que nunca. Lancelot tuvo una vida extremadamente singular. Las hadas se lo habian arrebatado a su madre cuando era un bebé. Ocurrié as: los padres de Lancelot huian de uno de los combates que se produjeron cuando Arturo llegé al trono. Incendiada Ia ciudad donde vivian, iban por el camino con el chico, sin rumbo fijo. En una ocasién, mientras el padre subia a una colina para ver si los perseguian, la madre arropé al bebé y lo dejé sobre la hierba, bajo un roble, para descansar un rato. Desde las ramas frondosas del drbol, un hada descendié, tomé al chico y vol6 con él, sin escuchar los ruegos de la madre. El hada llevé a Lancelot al fondo de un lago. Dicen que alli, en las profundidades, hay un lugar donde el mundo de la superficie reaparece. Bosques, colinas, pajaros, fortalezas, se materializan entre las ondas. Hoy viento y Sol, pero todo es distinto, ligeramente extrafio. Es como si el color de las cosas estuviera alterado y nadie respetara Ia ley de la gravedad. Lancelot crecié en ese mundo, cuidado por las hadas y entrenado en Ia lucha por los duendes. ‘Aprendié a montar un ciervo © un toro con la misma facilidad que un caballo. Y su espada pronto fue certera y peligrosa.

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