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] alaatip CHEN GIAge Corer mani | DISPOSITIVOS PULSIONALES a eee CR NCR Cee ol Poe CREE COME COCO m CM CCC de las pulsiones, en tipos definidos de representaciones politicas, estéticas y filoséficas. Tiene cabida aqui el PSO CMC UCL Mec RCOM Rs LCC xuales, destructoras, de conservacién, de muerte, de SCCM CRN Te Mor RTC ero CaE Peon Cae nor acre she OTT * que, de un modo perentorio, se ciernen sobre el discurso pac J.FE LYOTARD Dispositivos pulsionales EDITORIAL FUNDAMENTOS I EDITORIAL FUNDAME JEAN-FRANGOIS LYOTARD DISPOSITIVOS PULSIONALES EDITORIAL FUNDAMENTOS inal: Des dispositifs pulsionnels, jn: José Martin Arancibia, Union General 4’ Editions, Paris, France. © Todos los derechos en lengua espanola, Editorial Fundamentos, 1981 Caracas 15. Madrid 4. Espatia ISBN: 84-245.0309.0 Dep. Legals M-6556-1981 Impreso por gritficas Jullin Benita, Ulises 95. Madrid 33. Impreso en Espaiia. Printed in Spai Diseiio grafico y fotografia: Pepe Avello. INDICE Capitalismo energimeno Elacinema . Freud segiin Cézanne El diente, la palma de Jamano .... 2.6.0.0. 05 Esbozo de una econémica del hiperrealismo Adorno come diavolo ..... 606.6. e cece eee ee Sobre una figura de diseurso . . “1 agua toma al cielo”... Pequefia economia libidinal de un dispositivo narrativo: la empresa Renault cuenta el homicidio de Pierre Overney . . . Esperando a Guiffrey (cuatro obras para un abstracto) La pintura como dispositivo libidinal... Varios silencios . Notas sobre el retorno y el capital... 11s 47 169 213 225 265 287 CAPITALISMO ENERGUMENO La critica no es la época de pensar. Piense por adelantado sobre la época. (John Cage a Daniel Charles). Bellmer coloca un espejo perpendicular sobre una fotogra- fia de desnudo femenino. Y lo pasea, observando que por la hendidura abstracta de la linea de contacto salen flores de car- he irreconocibles, o que reabsorben en ella cuando el espejo viaja en sentido inverso. ,Fin de la sentacion en su version moderna, en la que lo que | no _es ya el cuerpo pleno denunciado ahora como mal -armonia, como falsa bella-totalidad, mala y falsa porque desde ya impracticables (0 de hecho siempre impracticables a no ser en el breve fantasma colectivo del romanticismo de después de la cesura de la modernidad, en Hélderlin y J.-P. Richter y He- gel y atin/ademds Marx), —pero se trata del cuerpo no-organis- mo, desmembrado, aplastado coiisigo mismo, replegado, atado, ido por barrizales y jirones, fragmentos pegados, no-con- junto de objetos parciales ensamblados en el prodigio cacofeni- la representaciOn, si representar es presentar en au- sencia suya algo —pero atin/ademds representacién si represen-| tar es presentar a pesar de todo, presentar lo impresentable, re- presentar éiv el sentido de anionesiar a alguien, darle una re-pri-| menda. Porque lo que se reprime es el desorden. Esto es: ghay una ruptura de la modemidad? Ks cierto que después de Cézanne ya no tendremos:més que los jirones? Si, desde Iuego. Pero no es ése el problema. Lo que es posible es que antes de Cézanne, en el batroco con seguridad, en “lo que le voltea/transforma”, el claroscuro, las sombras que afloran y re- cortan los cuerpos en una especie de labor de mala carniceria cn la que las eames no son separadas siguiendo la fibra, sino a contrapelo de ellas, como en la Tour y ya en Caravaggio (lo que = se sistema de valores quiere decir se ve bien cuando la eémara- video se apodera de él ¢ imprime en la pelicula, en lugar del “cs- . pectaeulo” que represeniaba por titima vez el Living Theater en Zurieh, la liquidez evasiva de coloves que diluye lo humano en lo inhumano, en el quimismo de lo cromitico: “verdad” del : barroco, es informe), y por Jo tanto ya en el barroco, y quizas incluso ya en el escorzo perspectivista (el Cristo muerto de Mantegna, gno es acaso Alicia cuando disminuye tanto que su barbilla choca con los pies?) y en el sadismo anguloso dela cons- truccion legitima de Brunelleschi bat! de mujeres cortadas en pedazos de! barbuquejo de hierro en que Durero encaja su ros- tro para mantenerse quieto frente a la mujer tendida tras el por- Lillo tendido de la red de hilos, en Ia imposible perspicacia de Piero que nos ofrece lejan ias tan recortadas, tan meticulosamen- te lineales como sus primeros planos, —podria ocurrir que en todo ese dispositivo representativo, y “primitive” ¥ elasieo ¥ fharroco, To importante no sea lo regulado, la sintesis, la bella [rout cosa perdida 0 dewuela/ figura, al oLeumplimiento a ‘\figurado. Ty eitor jlas modalida n tal hipétesis, los modernos que multiplican is ¥ lig inscripciones con sus teatros de escenarios ), eon la infinita diversidad.de las inscripeiones ptr “pintura”, con la explosion de la Gué deseimbocan en el elemen- |to silencio-ruidos, con 08 libros anti-libros 0 no-libros, los li- lbfos de viajes, —gacaso no continuian la represeniacion-destig “racion?, jacaso, ereyendo acabar con ella, no la desplazan y no larverifican, abriendo Ia caja, haciendo que él espacio escénico ‘se exlienda alrededor del espectador, por encima, por debajo, 10 mante, abollado, con zonas mates, risas y arrugas que produ-| cen distorsiones, anamorfosis salvajes, aleatorias, como con al-) gunas lentes de cimara underground, y, desde luego, ya en las) seiioritas de Aviiidn, lo cual no impide que entre éstas y un des-| nudo de Bouguereau, la distancia no es quizas, como muestra) Gombrich, otra que la que hay entre vidrio plano y cristal di- forme, siendo, cierto, el cubismo un academicismo, pero am- bos representacion, Pensamiento deprimido, pensamiento piadoso, nihilista: no se tiene nunca la cosa misma, sdlo su representacidn, e incliso| SWnds se cree desalojarla en su fragmentacién original, se tra-}g 4 tain de stt representacion, la cosa fragmentada diferi- da_que se tiene. Es el pensamiento que contimia la representa-j cién como complemento a la piedad, como produccién de ialS- exUSHOTIAAM iF CI Interior. {Pero V si no fuese ése el problema? 4¥ Si con la inscripcién moderna, fuese el limite exterior/in- terior Io que se encontrase descalificado, franqueado? <¥ si hubiese que tomar en serio, no la presentacién una vez mds, si- 6 la produceién simplemente; no la desaparicién (representa tiva), sino la inscripcion; no la re-peticién, sino la diferencia en, tanto que irreparable: no la significacién, sino la energétiea; no captura y esa desaparicién( (a son in el « capitalismo, pero Hepa el tiempo de servir y alentar su di-/~-—~ vagacion errante por todas las superficies y hendiduras ined diatas cveidas, de cueryo, de historia, de tierra, de lenguaje... AcUbud que no Seria ni Siquiéra Lampco fevolucionaria en el sentido del dar la vuelta, cambiar por completo el sentido (y i AL §-Puces { de la especializacién en esas operaciones teatrales), y por lo tanto aiin distribucién de la energia segin el edificio y el artifi- cio de la representacién, sino volucionaria en el sentido de la Wille, en el sentido de querer que sea lo que pueda. Esctibir conforme a esta actitud es olvidar. El olvido del el @stile hermoso. Fuera los canales, ‘los parques, 10s bosquecillos, los estanques a la francesa de la escritura enrarecida de estos tiempos, fuera Jas graciosidades epigonales hexagonales y de excelente gusto; ni las mil conno- taciones borradas. Cuando hace un guifio el ojo de Deleuze y Guattari, resulta tan grande como una esclusa, Su libro es un desplazamiento de aguas voluminosas, a veces soltadas en torren- te, a veces represadas, laborando en zapa, pero siempre en mar- cha y con olas 0 corrientes y contracorrientes. Lo que esta en causa no es una significacién, sino una energética. El libs que toma la energia eléctrica do la Iinea de alta tensién y per- ‘mite transformarla en rotacién de ruedas sobre los rafles, para el viajero de paisajes, ensofiaciones, misicas, obras a su vez transformadas, destruidas, llevadas. El pantégrafo se desplaza a si mismo muy deprisa. No es un libro de filosofia, es decir, de religién, Ni siquieza la religion de quienes no creen ya en nada, la religidn de la escritura, La escritura es tratada mas bien co- mo una maquinaria: que absorba Ta energia y que la fice en p cial métamoérfico en el lector. Luego el olvido de la critica. El Anti Bdipo, a pesar de su titulo, no es un libro critico. Mas bien un libro positive, posi- cional, como el Anticristo, una posicién energética inscrita en discurso, donde la negacién del adversario no se hace mediante ‘Aufhebung, sino mediante olvido. Igual que el ateismo es la re- ligién continuada, bajo su forma negativa, ¢ incluso es la forma moderna de la religion, la nica bajo la cual puede la moderni- dad seguir siendo religiosa, de la misma manera la critica se vuel- ve objeto de su objeto, se instala en el campo del otro, acepta las dimensiones, las direcciones, e! espacio del otro en el mo- \etamor- 12 nein ncaa mento mismo en que los impugna, En el libro de Deleuze y Guattari se encuentra un desprecio ostentado por la categoria de transgresion (y por lo tanto implicitamente de todo Batai-, lie): y es que o bien uno se sale inmediatamente, sin perder el tiempo en criticar, simplemente porque se esta en un lugar dis- tinto a la region del adversario, o bien se critica, se mantiene|| un pie dentro, al tiempo que se tiene el otro fuera, positivado’ del negativo, pero de hecho nada de ese positivo. Esta no-po- tencia critica es lo que se encuentra en Feuerbach o en Adorno. Marx decia en 1844 que el socialismo no precisa del ateismo, porque la cuestién/pregunta del ateismo -es posicionalmente la de la religion, sigue siendo critica. Lo importante no es su negatividad, sino su posicién (la posicién del problema). Del ateismo (que Marx vefa como comunismo utopico) al socialis| mo, no hay frontera franqueada, transcrecimiento, critica; hay) ‘in desplazamiento, el deseo ha nomadizado a otro espacio, se} ha puesto a funcionar otro dispositivo, funciona de otra mane ra, y si funciona, no es porque se haga la critica de Ia otra vieja’ maquina. Por la misma razn, y salvadas las diferencias, las li- nneas que siguen no serdn criticas. Contrariamente a lo que cabria esperar, o justamente por que el titulo estrepitoso es un efecto de ilusion, lo que el ie subvierte mis profundamente es lo que no critica, e! marxismo. Ello no implica que, simétricamente, no subvierta el sicoandli- sis, al que ataca. Antes bien, bajo la diferencia de funcionamien- to de esa maquina que es el libro, segin opere con Freud o con Marx, se da una evidente identidad de posicién. Lo que silen- ciosamenie se entierra de Marx no es menos grave ni importan- te que lo que de Freud es sometido al incendio crepitante del contrafuego del Anti Edipo. Por un lado Ja méquina-libro se desconecta del dispositivo sicoanalitico y lo expone, le obliga a exponerse, igual que habia hecho el hombre con el magneto- fon al desviar y proyectar toda la energia libidinal que se supo- ne fluye en la relacién transferencial, contra la figura paranoica del Archi Bstado que subyace, segin Deleuze y Guattari, a ese 13 dispositive de la prictica sicoanal por otro lado, en cam- y praeticos del marxismo, ey sin una palibra partes en- teras del dispositive ista. Y sin embargo ambos Viejos sé {atojen en la misma posada: todo aquello mediante lo cual la Teconomia libidinal comunica en ellos con la econom fa potitica, ppp Si ferdaderamente fuerza de transformation y por lo tanto ver ‘idadero desamarre en potencia; aquello, en cambio, mediante lo “cual lo libidinal oculta la politica exi Freud, o viceversa en Marx, “hay que saitirselo, salir fuera de ello y bailar encima. Asi pues, va, subvertido todo lo que es po- litica inconsciente én el sicoanalisis, y el eje visible def libro, al ie rel Anti Edipo ‘el Anti Estado, es la ruptura con la figura des- {ipotica inconscientemente presente en el sicoandlisis. Peto pare- jamente debe hallarse desbloqueado todo lo que en el marx mo és libido inconsciente, libido encerrada en los dispositivos religiosos de la politica dialéctica o del catastrofismo econdmi co, libido reprimida en los andlisis interrumpidos del fetichi: |mo de la mercancia o de la naturalidad del trabajo. Pero el libro es anti Edipo y no anti Partido (suponiendo que el Partido es en la superficie de inscripcién sociopolitica lo anilogo al Edipo en la superficie corporal). ;No es dar dema- siada importancia al sicoanélisis en los mecanismo represivos que reglamentan la circulacin del Kapital? No es demasiado ruidosa esa virulencia critica? ,No es gracias a ella precisamen- te como la izquierda intelectual va a hacer del libro un gadget, una mercaneia cuaternaria, y a neutralizarlo? ;No reside su verdadera virulencia en su silencio? Al conectar este pequenio: trabajo con la gran labor del libro precisamente en el lugar en que este dltimo se calla, deseamos hacer partir con ello algunos flujos no intercambiables por los comerciantes y/o los politi- cos, Se reafirma asi lo que afirma el libro. Se muestra que éste es uno'de los productos més intensos de la nueva figura libidi- nal que “cuaja”’ en el interior del capitalismo. j 14 No tiene la menor importancia que lo que hacemos acabe por ser melodico, (Chr. Wolff a Stockhausen). El_marxismo. dice: hay una frontera, un limite, pasada la, 1 organizacion dé Jos flujos que se denomina as), se descompon ses de las correspondencias entre moneda y mercancia, én-| sta dé trabajo, ¥ otros paranietros més. Y es) el propio crecimiento de las capacidades de produecion en el f capit: ;s moderno lo que al topar con ese limite va hacer vacilar eY dispositivo de la produce ion y de la circulacién | yo podra evitar déjar pasar, dejar ir atin més el flujo de ener | ‘Yaejar desbandarse su sistema de “regulacién” en el capital, ‘isla estd construida sobre eso, busca cadena, el eslab6n, el mam- ruesto mis débil, 0 SD considerado mas pertinente para aerastrar todo rms fuerte. Toda esa politica es una| politica del limite y de lan extérioridad Taéra del aleance del capital, que, al mismo tiem- Bo que eXtiendé Ta ley del valor a nuevos objetos, 0, mas bien, que Femmon $ antiguos objetos, untaiio “codificados” conTornie-@ las reglas minuciosas de la produccién de “las ane gg ¥ Tas B1icI98", Con forme a los rituales de las religiones, a las cos- tuimibres de as antiguas culturas “salvajes”, para descouiticar-| nh “abjetox” moitemos Hires de toda otal a in Timite que no puede Tranquear. “in qué consiste ese limite? {Bin la desproporcionalidad entre los [lujos de crédito y los flujos de produccién?, jla de las cantidades de mercancias y las cantidades de moneda de pa- go?, {la del capital invertido y la tasa de benefivio que se supo- he proporeiona?, gel desequilibrio entre la capacidad instalada de produccion y la produccién efectiva?, gla desproporcionali- dad entre el capital fijo y los salarios o capital variable?, gla de 15 regalividad. Hay, lo requiere, tina} @e la plusvalfa, creada mediante a explotacién de la fuerza de trabajo, y su realizacion o reconversion en produccién? 40 bien dl Limite consiste en la baja de la tasa de beneficio? {0 bien la arecida de la critica revolucionaria en las filas de un proletaria- do creciente? ;0, por el contrario, debemos constatar, amarga pero simétricamente, es decir, permaneciendo en el mismo cam- po teérico y prictico, que la incitacién a invertir, desalentada por esa baja de la tasa de beneficio, es relevada por la interven- cién del Estado; que los trabajadores, en efecto cada vez mas numerosos, son, empero, cada vez menos abiertos a la perspec- tiva de una alteracién general revolucionaria (hasta el punto de que los partidos comunistas se ven obligados a excluir prictica- ‘mente tal perspectiva de su programa y a presentarse como bue- nos administradores de un sistema poco mas o menos idéntico en el que simplemente habria algunos menos propietarios de capitales y algunos grandes funcionarios mas)? Estas vacilaciones no son especulativas, sino pricticas y po: liticas, Proceden de un siglo de movimiento comunista, de mas de medio siglo de revolucién socialista. Més 0 menos como si hacia 1860 nos preguntasemos por la dindmica de la evolucion francesa, por las contradicciones de la sociedad del Antiguo Ré- gimen, por la direccién dada por Robespierre al curso revolu- cionario, por la funcién histérica de Bonaparte, y finalmente por la diferencia fundamental entre la sociedad francesa bajo los tiltimos reyes y la sociedad francesa bajo el tiltimo empera- der, advirtiendo que no se sitiia all4 donde la coloca la ideologia burguesa de las Luces, sino al lado, en la revolucién industrial. Igualmente, salvadas las distancias, por lo que hace al Estado “socialista” ruso. Su separacin de con la sociedad burguesa no esta donde la localiza su discurso, en el poder de los Soviets, es decir, en una proximidad mayor, grandisima en principio, de los trabajadores a las decisiones a tomar sobre la economéa y la sociedad, y por lo tanto en una ductilidad mayor de los flujos de produccién, de hablas, de pensamientos, de cosas —sino, por el contrario, en un tenimiento tan rigido como el del zaris- mo, tan “racional” (es decir, itracional), secundario (en el sen- 16 tido freudiano) de esas corrientes por un aparato estatal socié- fago que absorbe a la sociedad civil, econémica e intelectual, que se infiltra en ella por todossus canales de circulacién y vier- te el hormigén armado de la sospecha burocritica. Por lo tanto, nada de mas fluctuante y menos representativo; por el contra rio, igual de centralizado, totalizador y paranoico. Y puede que més centralizado. También aqui las cosas ocurren en otro lugar: de la revolucién socialista se engendra una especie de Estado despotico nuevo en el que el desprecio policiacopaternalista hacia las masas y Ta libido trata de hacerse con la eficacia técni- ca y la iniciativa (“americanas”) del capitalismo sin lograrlo. A Lenin, que afirmaba que el socialismo es el poder para los So- viets mas la electrificacién, Cronstadt respondia: es el poder del Partido mas las ejecuciones. El capitalismo no es en absolu-, to el régimen de la libertad, también él esta construido sobre el} principio de una desviacién de los flujos de produccién hacia el socius, y el Kapital es esa desviacién; solo que no debe realizar. se mas que bajo las especies del beneficio, y na, en absoluto,| bajo las de una mejora en potencia sagrada (numen), en lo que’ Deleuze y Guattari denominan plusvalfa de cddigo, poder de! prestigio, que supone adhesin de los corazones. El capitalismo), no oftece nada para creer en ello, su moralidad es el cinismo. | BI Partido, en cambio, figura despotica, requiere una desviacion itorializada, Codificada, jerarquizada en el sentido religioso “Rusia, la tierra rusa, el pueblo, su folklore, su: bales, "sa Sus Costiimbres y trajés, la baba y el padrecito, todo lo | Ge proviene de las Comunidades éslavas “salvajes” aparece mianitenido, puesto en conserva y relacionado con la figura del Secretario general, con el déspota que se apropia de todas las , producciones, ‘Asi pues, si nds interrogamos acerca de lo que efectivamen- te acaba con la sociedad’ burguesa, est claro que no podemos hallar respuesta en la revolucién socialista, ni tampoco en el marismo. No sélo ha sido desmentida la dialéctica especulati- va por la “dialéctica” historica, sino que hay que reconocer que ei absoluto unia dialéctica. Figuras, vastos dispositivos, se | 17 dlisputan las energias; la manera de captarlas, de transformarlas, 1a segiin se trate de la figura capitalis- tao de la figura despética. Pueden componerse, producen en- tonces, no contradicciones, pues una historia en vias de totali- zacién conduce a otras figuras, sino efectos de eompromisos en la superficie social, monstruos inesperados: el obrero estajano- |Ivista, el jefe de empresa proletario, el mariscal rojo, la bomba | nuclear de izquierdas, el policia sindicado, el campo de trabajo ' comunista, el realismo socialista. Bn mezcolanzas de dispositi- vyos econdmicos libidinales como é08, e8 con seguridad la Tigu- Jtica la que domina. Pero aun en el caso de que fuesen distintos, no se ve de todas formas por qué y cémo seria esa maquinatia un resultado dialéctico, y menos atin por qué y ¢6- mo la figura libidinal del capitalismo deberia o ni siquiera po- dria “conducir a” un dispositivo de ese tipo, mediante su “de- sarrollo orgénico inteinseco”’. Bn realidad, no conduce a ello, no Hleva a nada més que a sf misma: no hay ningin “transereci- miento” que esperar, ningiin Ifmite en su campo gue no fran- quee. Por una parte, el capitalismo se salta todas las barreras precapitalistas; por oixa, arrastra_y.desplaza su propio limite consigo en su viaje, Qonfusion de la “izquierda"", no izquierdis- ta e izquierdista, .gion de donde parten Deleuze y Guattari: zy si imite infranqueable econdmico, social, “‘mo- Jesta idea de si en lugar de un muro a atravesar, a transgredir. fuese el ‘del capitalismo el que por si mismo transitase sin tregua sjos por el interior de si mismo (ya habia una mafiguracidn de este tipo en la vieja idea de la profundizacién del mercado “interior’’)? No se trata de que asi se suprimiria por simple extensidn; ni tampoco qué Ta cuéstién de su derro- éamiento estaria de ese’ modo obsoleta y que habria que situar- 56 juiito a Tos vevisionistas’ y Yeformistas que todo lo esperan del desarrollo, del crecimiento y de un poco més de “‘democta- cia”, 6 mas bien que ya no esperan nada mas que un 3% de mas y mejor distribuido. Sino en el sentido de que no hay exteriori- Cc val”, politico, téenico, o lo que se quiera, fuese una idea hue- 18 dad, no existe el otro del Kapital, que seria la Naturaleza, el, Socialismo, Ia Fiesta ¢ 0 no sé qué ~pero que en el interior mis- 16 del sistema nc ws Tegiones de contac- toy de g guerra entre lo que es fluidez y casi indiferencia, desa-} olladas por el propio capital, y lo que és “axiomtico", rope Ge) sion, bloqueo de los “flujos”, “reterritorializaciones”, desvia-| cin de la energia a un supuesto cuerpo que seria su origen, cuando no es més que quien se aprovecha de ella, bajo cualqu er! nomibre de prestado, Nacion, Civilizacién, Libertad, Futuro,! Nueva Sociedad, bajo una sola identidad: Kapital. No hay dialéctica en el sentido de que uno 0 varios de esos; conflictos debérian engendrar algin dia la abertura del muro,| de Gue tin dia Ta energia resultaria que habria “hecho el muro”, dispersa, Muida, del otro lado; se da mas bien una especie de| ‘desborda ymienlo de la fuerza en el interior del mismo sistema’ que la ha liherado de las reglas de marcamiento salvajes, barba- ras; todo objeto puede entrar en el Kapital, si puede intercam-| biarse; lo que puede intercambiarse, metamor‘osearse de dinero | en maquina, de mercancia en mercancia, de fuerza de trabajo en silario, de salario en fuerza de trabajo, todo ello, desde el] momento en que es intercambiable (segtn la ley del valor) es! objeto para el Kapital. Y asi yano hay mas que un enorme mo-| vimiento en el que los objetos aparecen y desaparecen sin tregua, lomos de delfines en la superficie del mar, en que su objetivi. dad da paso a su obsolescencia, en que lo importante tiende a no ser yael objeto, concreccién heredada de los cOdigos, sino el movimiento metamorfico, la fiuidez. No el dell m, sino la este- la qué sé inscribe én la superficie, el trazo enérgico. Es en esa} liguidez, en esas aguas ni frias ni calientes, donde van quizsis a verterse las relaciones de produccién capitalistas, es decir, la re- gla simple de la igualdad de los valores intercambiables y todo| el grupo de “axiomas” que fabrica el Kapital todo el tiempo} para hacer obligatoria esa regla, respetable de nuevo, al tiempo! que no cesa de burlarse de ella. Por ejemplo, Sherman muestra que si se nacionalizan las mil mayores empresas USA, se hacen saltar de golpe los cuellos de 19 botella que la ley del valor impone a Ja circulacién; se puede re- ducir el tiempo de trabajo a unas horas por dia, instituir la gra- : tuidad total de todos los bienes de consumo, suprimir la publi- cidad y numerosas actividades terciarias. Con cifras en mano se demuestra que es posible en ¢l actual estado de la economia USA. Se puede imaginar que se haga, si por ejemplo no deja de disminuir la incitacion a invertir de los propietarios de capita- Jes y si su interés les lleva a preferir las rentas burocraticas, que no dejarfan de tener en la sociedad de Sherman, a los inciertos peneficios de la economia de mercado: seria quizds el comunis- mo en el sentido del Manifiesto del 48, no seria el socialismo | con que hoy s0 suefa. Seria el capitalismo modemo, la burocra- cia despotica, la burocracia de la abundancia, es decir, e apara- to que regula no ya la pobreza o la escasez, sino la abundancia, ya no la burocracia de la necesidad, sino de la libido. imite siempre rechazado, “4 {mite relativo”. El cuerpo sin organo, el socius, no tiene limite; desvia todo sobre si mismo, 10 pone todo en relacién consigo, capta ¥ dirige los innumera- ai flujos que los dispositivos “econdmicos”’ libidino-politicos eetan entre” sien una metamorfosis sin fin, en una repeti- isa desviacion, esa absorcion de energia, ion siempre distinta. sobre, ‘un socius que atrae y destruye las producciones, eso es el iso, Nada de limite que corta el interior del exterior, ‘que se precipita y malogra el sistema. Sino, en la ‘misma,-una fuga loca, un viaje de libido, un vagar que '\se marea en el “cualquier cosa” del Kapital, y que hace de esa ‘formacion, cuando se la Compara con la barbarie y el salvajis- |mo, con las formaciones codificadas, la mas ‘esquizofrénica, la | menos dialéctica. No hay mas que mirar la manera Como los je- Yes de empresa americanos han transformado el obstaculo que ala continuacién del crecimiento oponian los economistas del MIT. Estos titimos decian: con la produccién crece exponen- cialmente la contaminacién. Asi pues, detengamos el crecimien- to, limitemos las inversiones productivas, ajustemos la maquina al zero-growth. Reaparicion de la categoria del limite, de la ca- tastrofe. Respuesta de los capitalistas y empresarios: mejor in- 20 es corporemos los costes de descontaminacién a los costes de pro- duccién; asi aumentaran considerablemente los precios de ven ta, el mercado disminuiré proporcionalmente y la produccién se ajustard por si misma a esas capacidades disminuidas de con- sumo. Nadie sabe si es de esta forma, gracias a su incorporacion a los precios, como sera neutralizada la contaminacién; pero lo que es seguro es que el capitalismo no tomard, porque no pue- de tomarla, una decision de ajustamiento en el punto cero de crecimiento de la maquina productiva. Solventard el obstéculo mediante un “axioma” suplementario (ta imputacion de los gas- tas de descontamindcién a los precios de coste, o bien la fisca- fidad). Capitalismo energtimeno. Muy profunda y muy poco profunda subversion del marxis- mo, nunca dicha... Esta figura del Kapital, la de la circulacién de los flujos, es la que impone el predominio del punto de vista de la circulacion sobre el de la produccién, se entiende que en el sentido de la economia politica. (Pues en el sentido de De- i la produceién es conexién y co jos) cada del séno y Cortada por los labios, enérgias descontadas y convertidas, flujos de electrones transformados en rotacion de la fresadora, churretes de esperma recogidos por la matriz), No dejard de atacarse ese predominio del punto de vista de la ci sion. Cuando Deleuze y Guattari escriben que hay que pensar el capitalismo bajo la categoria de la banca en ver de bajo la de la produccién, se exclamard que se trata de ideologia keynesiana de la representacién tecnoburocratica que unos intelectuales apartados de la prictica conciben del siste- ma, y que al abandonar el punto de vista de la produceién, a lo que se vuelve la espalda es al trabajo y al trabajador, asi como a su lucha y clase. Ni una palabra, en efecto, sobre la teoria del valor-trabajo; una sola palabra, pero enigmética, de una hipote- sis sobre la plusvalia maquinica, A decir verdad, el gran rio del 21 libro arrastra algunos cadiveres de importancia, proletariado, jucha de clases, plusvatia humana. Difunde la imagen de un ca- pitalismo descodificado tleno de circulaciones actuales y de cir- GUlagionss potenciates avn mas intensas, para calmar y mante- ner en el cauce a las cuales hace falta todo un juego de diques (de “reterritorializaciones”), toda una bateria de represiones, i cliya primeta linea estan el Estado fundamental, el archi-Es- ‘dipo. ‘capitalismo como metamorfosis, sin cédigo extrinseco, con sti Timile Gnicamente en si, limite relativo, apurado (que es la ley del valor), eso es en efecto una “econdmica”” que ya aparece én La idéologia alemana y también en los manuscritos de 1857-58 (Grundisse, Introduccién a la Critica de la econo- mia politica) y en el propio Capital. ¥ de que esa econdmica tiene que ver con la libido, se pueden encontrar huellas en las Notas de lectura de 1843 en un extremo de la obra, y, en el £0, en léapitulo del Kapital sobre el fetichismo, como mues- tra Baudrillard. La universalidad critica del capitalismo igual- mente, esa hipdtesis que con la indiferencia, con el efecto del principio de equivalencia, es decir, de la descodificacién, aflora a la superficie en la practica obrera o capitalista del capitalismo el espacio vacio en que resultard posible la construccién de las grandes categorias del trabajo y del valor, y se podé aplicarlas retroactivamente a dispositivos (las formas “precapitalistas”) lidades estaban recubiertas por cédigos, por Sy representacionés que no permilian una €Conomia po- Iitica generalizada, es decir, que mantenian exteriores una a otra la economia politica y la economia libidinal, canalizada sia Glkima en Yeligion, costumbves, rituales de_inscripeién, en perecuable™, lap Tmadalidades de prodwecian y de inscripeidn se simplifican en fa ley del valor, y asf todo resulta apto pata producir-inscribir desde el momento en que la energia de ins- itacla en huella, en objeto, cualquiera ve que sea, es reconvertible en energia, en objeto, en huella. Re- trato de un capitalismo casi esquizofrénico. Llamado a veces perverso, pero se trata entonces de una perversion normal, perversion de una libido que maquina sus Mujos en un cuerpo, sin_6rgano al que puede asirse por doquier y en ningiin sitio como los flujos de energia material y econdmica pueden, en for ma de produceion, es decir de conversion, invertitse en cital_! regiones de la superficie del cuerpo social, del so: Terente. Inversiones viajeras, que hacen desapare-j{ cer en sus periplos todos los tervitorios limitados y marcadtos| con eédigos no sélo en lo que se refiere a los objetos (las pro-| hibiciones de produccién y de cireulacién explotan una tras otra), sino también en lo que respecta a los “sujetos” individua- | les 0 sociales que ya no aparecen en ese transito como algin ti po de concreciones, también intercambiables, andnimas, cuya | ilusion de existir no puede mantenerse mas que a base de gas- tos especiales de energia. Bien poco falta, en suma, para que el capitalismo sea ya ese viaje de intensidades, ese huevo de ambiente variable cuya su- perficie aparece recorrida y sin cesar provista aqui y alld de pe- quefias maquinas, de pequenos drganos, de pequenas protesis, que no sea ya la sustancia espinoziana adornada con sus atribu- tos 0 el vacfo demoeritico en que bailan los étomos, que no tengamos ya el placer de comportarnos bien en Dios-ta-Natura- leza-el-Regreso. ,Es marxista ese espinozismo, ese atomismo? Poco importa; no se trata en absoluto de producir una ortodo- xia, sino de descubrir una inspiracién a la vez presente y repri- mida en Marx. El tema atomista: en el capitalismo, los indivi duos se constituyen en tanto que entidades desocializadas, des-\) orializadas, desnaturadas, “libres"* (Ideologia alemana), all) mismo tiempo que estan regidos por el azar, por un dios indife- ie rente @ sus asuntos, por un dios epiciireo y desviante, por ‘ana on io-vegla, Ta ni Jano o-regla, la del clinamen, la flotacion fuera del destino! d€50 teritori ‘Su _territori: ialidad y.de su fe miliavidad. En su Doktordisserta- tion, Marx, mucho antes de ser marxista, decia: la doctrina de Epicuso sobre los dioses “suprime el temor religioso y la supers- 23 ticién no otorga a los dioses ni goce ni favores, pero nos atribu- ye la misma relacién que tenemos con los peces de Hycarnia, de los que no esperamos ni quebranto ni provecho”” (MEW, EB I, p. 283). Y si los dioses se desvian del mundo, declinan toda responsabilidad sobre los hombres, es, dice Marx, poy la misma “razén” que se desvia el étomo, segiin el principio de elinamen, de la recta que su caida traza en el vacio. Pues por esa recta es- t4 unido a un sistema, esta sometido a los fati foedera, como dice Lucrecio, a los vinculos de! “esta dicho”; el clinamen, por el contrario, es “en el coraz4n del dtomo lo que puede luchar y resistir”, dice Marx (Ibid., p. 281). Escapa a la heteronomia, y por lo tanto a la negatividad que implica la “ley del otro”. Y lo mismo ocurre con el principio de repulsidn de los étomos: “Su negacién de toda relacién con e! otro. debe realizarse efectiva- mente, plantearse positivamente (verwirklicht, positiv gesezt)”, y no puede, pues, ser mas que el momento de la repulsion me- diante el cual cada dtomo se relaciona tinicamente consigo. Ate- desviantes y rechazadores, dioses falseados ¢ indiferentes; que “declinan” en estado “libre” en el espacio va- cefo del capiti \jos aparte sin finalidad ni causalidad; flujos huérfanos que huyen de los fati foedera del seudocuerpo orga- _ nico o social: 1o que sostiene todo eso es la misma figura, la de —W[ ta esquizofrenia y/o de la materialidad. ¥ si, para el Marx de 1857, marxista, ol capitalismo es el indice de una universalidad aplicable a todas las grandes maquinas socioeconémicas, inclui- do Smismo, no hay duda de que es mediante el vacio, la indi- gp |ferencia_on que sumerge a todos tos seres, In declinabifidad (cualquiera, aleatoria) del individuo con respecto al trabajo, ibjeto al dinero, del Kapital en cuanto al producto. Otro tema reprimido, el de la disolucién de las ilusiones subjetivas-objetivas del producir y del consumir: toda produc- jon es consumo de las materias, instrumentos y energias utili- wad03 pata producir, y tédo consumo es produccién de una for- fha nueva, metamorfosis de lo consumido en un producto dife- “sta identidad de la produccién y del consumo equiva- a la proposicién de Spinoza: Determinatio est | negatio”. (Introduccién...). Ese si \tcrialistay (en absoluto dialéctico) de la negacién, su uso positivo; esa de (@e terminatio, es el dtomo, y es el corte del flujo. Contemplemos! en el Kapital (1, 7; MEW, 23, p. 229) el capitulo sobre la tasa de la plusvalia; encontraremos este texto perfectamente deleu- zeguattariano: “Desde que se examina la creacion de valor y la modificacion por y en si mismos, los medios de produccién, esos representantes materiales del capital constante, no propor- cionan ‘mas quela materia (Sto/f) en la que viene a fijarse la fuer- za fluida creadora de valor (die fliissige, wertbildende Kraft). La naturaleza de esta materia (Stoff) es pues indiferente (Gleichgtil- tig), sea algodén o hierro. Indiferente igualmente el valor de es- ta materia”. Y el viejo Marx afiade en nota a pie de pagina: “Es evidente, dice Lucrecio, que nil posse creare de nihilo, que na- da puede crearse de nada. ‘Creacién de valor’ es transformacién, (conversion, transposicién, Umsatz) de la fuerza de trabajo en trabajo. Por su lado, la fuerza de trabajo es ante todo materia| natural (Natursto/f) transpuesta, convertida (umgesetzt) en or- ganismo humano”. En un ensayo profundamente marcado por la filosotia‘de Francfort, es decir, por la dialéctica negativa, Al- fred Schmidt, analizando la relacién del trabajo con la natura- leza en Marx, da, a pesar de sus intenciones, varias pruebas de| que los Verwandlungen, los Umsitze, que son toda la econo mia politica, se caracterizan para Marx tanto por ser metamor- fosis de una energia netitra situada mas acd de toda distribucion 44 nihilista conio por ser puestas en relacién del sujeto que traba-| el objeto trabaja lor de uso y del valor de cam-| bio, es decir, de dos seres en relacién dialéctica. No hay ningu- na duda, en Marx, en la profundidad de su movimiento, se da, esa inspiracion energética, una economia que, reprimida bajo| (). i/Jes. 41 dispositivo dialéctico, es mucho mds que politica, que no es,|/~">, : cierto, abiertan inal, pero que se dea abordar @*) Imente médiante él andlisis de los procesos primarios, ies el clinamen, la orfandad y la indiferencia, es la primarie- dad. [Yel deseo de saber de Marx! ;Acaso no reside su secreto| en el goce spinoziano, lucreciano, que siente al disolver todos! 25 los discursos de In economia politica burguesa conectindolos : con la fluidificacion generalizada engendrada por el Kapital y al producir por si mismo un objeto tedrico capaz de correspon- der a esa licuefaccién al tiempo que exhibe la ley oculta, la ley der a esa ‘ oe ets figura del Kapital propuesta por Deleuze y Guattari pfloce perfectamente To que fascina a Marx: la perversion la subversion de los cédigos, religiones, pudor, off (Gidi, Cain, Habla; ol raseamiento de todas las dite: de la diferencia sin més: valor .. Diferencia indiferente. Mors | rls Fericias “con base” en beneficio pi ser le contre 4 ey Guattari han vuelto a sacar a la Juz esta fascina- : |eien, la han emancipado de la mala conciencia, nos ayudan a | jencontrarla hasta en la politica en Ia actualidad, Mala concien- cia en el propio Marx, cada vez peor en los marxistas. Y por lo tanto, en proporeion, piedad destinada a ocultar y expiar esa apetencia a la licuefaccion capilalista: de esa piedad, el sostén | ifesta “encima de la perversion totalmente positiva del capital, 1 dispositivo de negatividad, de sonteadiesién 'y de neurosis que permitira detectar y denunciar el olvido del | aéreedor (el proletariado) y el olvido de la deuda (1a plusvalia), Jen una libertad declarada ficticia_y culpable, una positividad | conisidevada comie Gnicamente de fachada. Entonces e] marxis- mo va a ser esa labor de reparacion y de reprimenda en que se va a mostrar y volver a mostrar al sistema como un deudor sin lealtad y a construir toda la energética politica sobre el proyec- to de reparar un dafio, no un dafio concreto, decia Marx en | 1843, sino un dano en si, ese dano viviente que es el proletaria- ldo, el dato de Ia alienacion. Poco extrafio dispositive proc denie del cristianismo, pero que con Stalin y Trotsky tomai las dimensiones paranoicas de todos conocidas y con el “co- ('munismo” actual caerd en la rutina de las creencias agostadas. De ese dispositive de negatividad y de culpabilizacion es de |lo que el Anti Edipo desembaraza el marxismo. Cendras decia \ ce “Tos artistas son, antes que nada, hombres que luchan para | + 26 | volverse inhumanos”’, E] silencio del libro sobre la lucha de cla- 865, la epopéya del trabajador y la funcidn de su partido, tales Venando la boca dé los politicos, hacen pensar {a4 qué para los autores los verdaderos politicos son en realidad ahora hombres que Tuchan por volverse inhumanos. Nada de deudas que localizar. El mutismo sobre la plusvalia es harina del mismo costal: no busquen al acreedor, no merece la pena, habria que hacer existir al sujeio de esa deuda, encarnar el pro- letariado en la superficie del socius, es decir, representarlo en el Tocal representalivo sobre el escenario politico, y eso es en geffiién la reaparicién del Archi-tstado, es Lenin y Stalin, eso | puede ser tin Sujeto sin nombre, el Partido, un Vaeio, el Signi-| ficaitte —y no es nunca mas que eso, puesto que un acreedor es] siempre el nombre de una carencia. Asi pues, dejen la mala po- litiea, Ta politica dé Ta tala conciencia, y sus pacificos destites con banderolas que son las torpes procesiones de una piedad si- mulada, el capitalismo no reventard nunca por mala conciencia, sa de una carencia, por no dar al explotado lo| debe; si desparece, es por exceso, porque su energéti ca desplaza sin cesar sus limites, la “restitucion” se da por de. mds, y no como pasion paranoica de hacer justicia, y de dar a cada uno lo que le corresponde, como si se Sipiéra, jcomo si no fuese evidente hoy en dia que el “‘salario” de un obrero de cualquiera de los diez paises mas-ricos contiene, junto al valor vendido de su fuerza de trabajo, una porcién redistribuida de plusvalia! Naville no es el Gnico en pensarlo; a su manera, eco- nomistas como Ota Sik y Z. Tanko, al suponer que se da una doble funcién del salario, valor intercambiable de la fuerza de trabajo (que es propiedad privada), pero también contrapartida redistribuida por el Estado del valor de uso del trabajo social, conceden lo esencial. Ello no quiere decir que estemos ya en el socialismo o que éste sea ahora ya inevitable (!); sino que la ley ue rige el intercambio no es quizas el principio de la cantidad| igual _de_trabajo abstracto contenido en las mercancias inter-| 4-4 mbiables; que desde luego hay un principio de equivalencia,| ero que no esta anclado en tna éx/erioridad profunda, que el! 27 la fuerza de trabajo y el valor de una hora de trabajo (\social medio (abstracto) no son determinables con relacion a | las Condicions suipervivencia natiral, de una naturaleza | de las necesid: néntales; que, por el contratio, éstas son 0 ictos i 1, que de | objeto de conflictos incesantes en la superficie social, que d eine > srofuindidad ni ofigen, que los sindicatos, las pandillas burocraticas, los grupos de presién se oponen y componen sin cesar para fijar un reparto del producto nacional bruto, qué es en sf flotante y carece de referencia de origen. (ir, proceso, en suma, para el trabajo-vator, que para el va- lor-oro, en el que la convertibilidad, aunque s6lo sea de pririci- pio, debe también abandonarse y ser reemplazada por el juego | de una negociacién incesante, es decir, desterritorializada y arras- trada por las oleadas de palabras y de cosas intercambiables. Ni estructuras, aunque sean infra-, ni intereambio, aunque sea simbélico. al ohibiciones que opone el capitalismo al A a ees para mantener en su lugar el sistema, dicen Deleuze y ~ (2). Esas localizacionés circunscritas a la superficie del socius, que disjuntan regiones enteras poniéndo- las a resguardo de los esquizoflujos, son neoarcaismos, se afir- ma (pp. 306 ss.); en ellas encontramos reservas de indios, fas- jcismo, moneda de pago, burocracias tercermundistas, propi jaa privada (pp. 308-309) —y por supuesto, el Edipo y el Urs- teat ud ligereza, parece, situar bajo la misma funcién la reser- va de los indios pueblos y el capital-moneda, Stalin y Hitler, Hitler y la propiedad privada! ,Dénde meten las super- y las, infraestructuras? Pues bien, ni una palabra sobre ellas, eviden- temente. No hay més que las maquinas deseantes, el cuerpo sin érgano, sus relaciones tempestuosas ya en el orden molecular, pw fanaa ‘entre el ano que fabrica mierda o la boca que fabrica 4 incesan’ 28 | | | : ; ei habla o el ojo que echa su vistazo; y una superficie, la del su-, puesto cuerpo, en que deben posarse, inscribirse y componerse| —y luego en la orden del (supuesto) gran cuerpo social, del so-) cius, en el orden molar de nuevo, la disyuncién violenia entre’, repeticién ciega, maquinal, de la produccién-inscripcidn de los @-@ pequefios drganos, de los segmentos sociales por una parte por otra de la desviacién y el acaparamiento de esas produccio- nes segmentarias en la superficie del socius, en especial gracias| al Archi-Rstado. Nada de estructuras en el sentido lingiiistico o} semidtico; dispositivos de transformacién de energia. Y entrel 808 dispositivos, ninguna raz6n para privilegiar (bajo el nom- bre de infraestructuras) el que regula la produccién y la circu- lacion de los bienes, el dispositivo llamado “economico”. Pues no hay menos economia, menos energética en el dispositive que Vaca regir las estirpes ¥Tas alianzas, distribuyendo asi los flujos| de“Waitensidad” ei condéeciones de papeles, de personas y de) bignes_en Ta superficie del socius, y producir al fin lo que se lla.” ma la Organizacion de una sociedad salvaje (de hecho organis-; monuinea unificado, siempre tendido entre los mil polos de los pequefios organos mitltiples, de los objetos parciales, de los seg-}@-4 mentos libidinales, y el polo de unificacién mediante el vaciol}, creado arriba, en la cima, al frente y en la cabeza, por el signifi cante) —no menos economia en las reglas de parentesco, inclu- Ja distribucién de la libido en la sin érgano, en el choque de los pequefios transformar la energia y para gozar, menos econdmico-politico queel del rGltimo no es menos eco-libidinal y desviante que I proceso primario que capta, Por lo tanto, no se trata de discernir entre esos dispositivos los que serfan suboidinantes ver los "qué serian subordinados: hay subordinacién reciproca (p. 342). Pero siguiendo la hipdtesis infra/super, habria que sce iptor alld que aqui. Y, a la inversa, el poner la totalidad orgénica de lo social, presuponer y requerir el todo social, recortar las estructuras en una macroestructura, 29

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