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TEMA 3.

LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27

La conmemoración del tercer centenario de la muerte de Góngora en el


Ateneo de Sevilla, organizada por un grupo de jóvenes poetas, dio origen a la llamada
Generación del 27 con poetas como Alberti, García Lorca, Jorge Guillén, Dámaso
Alonso, Gerardo Diego. Posteriormente, Pedro Salinas, en un ensayo titulado Nueve o
diez poetas, introduce a Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre y
Emilio Prados sin olvidarnos de Miguel Hernández, a quien Dámaso llamó “genial
epígono” de la Generación del 27. No debemos olvidar que la labor de estos poetas se
vio interrumpida por la Guerra Civil española, hecho que llevó a la dispersión de los
poetas del 27 con la muerte de García Lorca; el exilio de Salinas, Guillén, Alberti y
Cernuda y la permanencia en España de Alonso, Diego y Aleixandre.

Estos poetas compartían intereses y ambientes comunes, señalando como principal


lugar de encuentro la Residencia de Estudiantes de Madrid, lugar privilegiado donde
vivían algunos y otros acudían atraídos por sus ricas actividades culturales. El Centro
de Estudios Históricos era otro lugar importante ya que algunos trabajaban con
regularidad y comparten, de la mano de Menéndez Pidal, el interés por el estudio de
autores medievales.
También se reunían en actos comunes como por ejemplo, los organizados para celebrar
el centenario de Góngora en 19271 o el funeral en la iglesia madrileña de Santa
Bárbara2, sin olvidar la colaboración en las revistas más importantes del momento
como la Revista de Occidente y la Gaceta literaria. A ellas, habría que añadir alguna
más como Litoral, Verso y prosa, Mediodía, Meseta y Caballo verde para la poesía,
dirigida en Madrid por Pablo Neruda.
La Antología compuesta por Gerardo Diego en 1932, nos da testimonio de la
existencia de esta generación, ya que cada autor traza las declaraciones sobre poética al
frente de sus poemas componiendo un manifiesto de la nueva poesía.
Con respecto a su estilo, a pesar de la amplia variedad que nos ofrecen los poetas del
grupo, si puede observarse en ellos una serie de rasgos distintivos y estéticos comunes
como:

- Predilección por la metáfora como procedimiento expresivo e instrumento de arte


puro, aprendido de poetas como Juan Ramón Jiménez y del vanguardismo con figuras
como Paul Valéry en Francia y el peruano César Vallejo 3. No debemos olvidar la
relación de estos poetas con el Ortega de La deshumanización del arte.
- El influjo clasicista es característico, según Cernuda, de un momento en la evolución
del grupo con un acercamiento a los clásicos. El primer nombre que surge es Góngora,
reinterpretado y valorado por todos ellos, en particular por la labor crítica de Dámaso
Alonso. Aparte de las huellas que dejan en su obra, nos han dejado magistrales estudios
o ediciones de Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Fray Luis, Quevedo etc.
- Del siglo XIX, les llegó la influencia de Bécquer, que puede apreciarse, ante todo, al
comienzo de casi todos ellos.
- El empleo de las formas populares como el romancero, el Cancionero tradicional, las
cancioncillas de Gil Vicente o de Juan del Encina están presentes en la mayoría de ellos.

1
Fecha que les dará nombre a la generación.
2
Acto que tuvo algo de provocación vanguardista contra el desprecio académico en el que se tenía al gran
poeta barroco.
3
Su libro más estridente es Trilce, publicado en su país en 1922.
- Inclinación hacia ciertos poetas como Juan Ramón Jiménez, con su labor de
acendramiento lírico y su exigente sentido de la creación artística; y Ramón Gómez de
la Serna con sus imágenes novísimas.

Dámaso Alonso y Luis Cernuda han señalado diversas fases en la evolución del grupo 4,
destacamos tres fases:

- La primera etapa que abarcaría hasta 1927, podríamos considerarla como los tanteos
iniciales. Los poetas, en un primer momento, introducen elementos becquerianos para
posteriormente, dejar paso al influjo de las primeras vanguardias. También, la figura
de Juan Ramón Jiménez va a ser clave, ya que los orienta hacia la poesía pura.
El gran instrumento es la metáfora, por ello, a veces se les tacha de herméticos y fríos
pero no debemos olvidar la sintonización existente con el Ortega de la deshumanización
del arte. Lo humano, también estaba presente con la lírica popular citando el Libro de
poemas de Lorca (1921) o Marinero en tierra de Alberti (1924). El influjo clasicista,
asimismo, va a ser característico de ciertos poetas como Gerardo Diego y sus Versos
humanos; Cernuda con Égloga, elegía y oda; y Alberti con cal y canto.

- La segunda etapa, que englobaría las fechas que se sitúan entre 1927 y la guerra civil,
viene marcada por el abandono de lo formalista y se inicia un proceso de
rehumanización de la lírica, apareciendo una poesía más íntima y cordial. No debemos
olvidar que el surrealismo irrumpe en este periodo y poetas como Vicente Aleixandre y
Luis Cernuda realizarán una poesía que explora el mundo del subconsciente y se
transforma en arte irracional, plagado de metáforas incoherentes que reflejan los estados
oníricos de la mente. Por lo tanto, nos situamos ante una poesía humana y apasionada,
en la que los poetas, expresan ciertas inquietudes marcadas por lo social y político de la
época.

- La tercera etapa, situada después de la guerra, se caracterizará por la dispersión de


los poetas del 27, muere García Lorca; Salinas, Guillén, Alberti y Cernuda optan por el
exilio; Alonso, Diego y Aleixandre permanecen en España. Salinas y Guillén,
comienzan a cultivar una poesía más preocupada por los problemas que afligen al
hombre de su época como se refleja en la obra Clamor de Guillén. Las obras de Alberti,
tras una etapa gongorina y surrealista, traducen una honda preocupación social; Dámaso
Alonso con Hijos de la ira, abre un nuevo estilo realista en la poesía española, a caballo
entre el tremendismo y el existencialismo y Vicente Aleixandre comienza a escribir
Historia del corazón. En conjunto, la creación poética de los miembros de la
Generación del 27 está definitivamente alejada de aquel escepticismo y de aquel arte
deshumanizado que cultivaron con anterioridad a 1930, por lo tanto, la Generación del
27 se considera como la nueva Edad de Oro de la lírica española.

Lorca se dedicará al teatro los seis últimos años de su vida, entre 1930 y 1936,
compone, en efecto, las obras que le han dado toda su fama, como un teatro
conceptual influenciado por las vanguardias. Dentro de las obras destacan algunas que
como Así que pasen cinco años (1931) o El Público (1931). También, predomina en su
composición teatral la tragedia, subgénero dramático caracterizado por representar las
grandes pasiones y el destino trágico del ser humano encarnados en los personajes. Este
tipo de representación se remonta a la Antigüedad y fue rescatado en la literatura
española del S.XX. Federico García Lorca cultivó este género con obras como Bodas
4
No debemos olvidar que no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo.
de Sangre (1933) y Yerma (1934), obras en las que introdujo como uno más de sus
personajes, al modo de las tragedias clásicas griegas, un coro de leñadores en la primera
y uno de lavanderas en Yerma. Se enmarca dentro de este mismo subgénero La casa de
Bernarda Alba (1936), en esta obra se plantea como tema principal la lucha entre la
autoridad de Bernarda Alba y la menor de sus hijas, Adela, símbolo de la libertad.
Lorca compone farsas con obras como La zapatera prodigiosa (1930), Amor de don
Perlimplín con Belisa en su jardín (1933) o la pieza de guiñol Retablillo de don
Cristóbal (1931) de gran éxito.

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