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El siglo XX, se caracteriza por la velocidad a la que suceden las diversas tendencias

artísticas y literarias. Existe una gran crisis espiritual, por los cambios que se produjeron en
esos años. Las ideas de Schopenhauer, Nietzsche o Bergson son la principal fuente de
inspiración para la literatura en los primeros años del siglo XX.Podemos diferenciar tres
etapas en estos años. La primera etapa, destaca la generación del 98; eran jóvenes autores
con un espíritu crítico. Estos tuvieron una reacción en contra de las tendencias narrativas
del siglo XIX (realismo y naturalismo)y defienden el subjetivismo, además de protestar
contra las costumbres decadentes de la sociedad. Los temas más importantes son España,
que buscan el alma de la nación a través del paisaje (Castilla), la intrahistoria y las raíces
literarias como Berceo, Rojas, Cervantes…; el tema de la existencia, que se trata de una
forma diferente en cada autor, por el sentido de la vida, el tiempo, Dios… Tienen un estilo
sencillo, antirretoricismo, claridad, precisión léxica, léxico connotativo y palabras cargadas
de valoración subjetivas. El año clave es 1902, cuando se publican cuatro títulos
importantes (La voluntad, Azorín; Camino de perfección, Baroja; Sonata de otoño,
Valle-Inclán; Amor y pedagogía, Unamuno). Podemos empezar a destacar autores como
Miguel de Unamuno (1864-1936), crea la “nivola”, donde renuncia a la planificación, sin
descripciones, muchos diálogos, personajes con conflictos existenciales. Utiliza un estilo
donde predominan la densidad de ideas, un lenguaje expresivo, palabras con usos
renovados. Algunas de sus obras son: Niebla, Augusto Pérez, el protagonista, se enfrenta
con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción; otra
es “San Manuel Bueno, mártir”. Otro autor es Pío Baroja, que tiene una concepción abierta
sobre las novelas, mezcla la acción con digresiones con un estilo expresivo pero sencillo y
unas descripciones impresionistas. Obras importantes: “El árbol de la ciencia”, narra la vida
de Andrés Hurtado desde el comienzo de sus estudios en la medicina y como se enfrenta a
los problemas que van surgiendo; otra obra es “La Busca”. El tercer autor del que podemos
hablar es Azorín, dedicó su vida al periodismo. Posee un estilo con un ritmo lento y lírico,
aunque claro y preciso. Además de escribir descripciones muy valiosas. Escribió: “La
voluntad”, un pueblo estancado que representa la visión que tiene el autor de España; y
“Antonio Azorín”. La cuarta autora es Carmen de Burgos, destaca más como periodista que
novelista. Escribió bajo el seudónimo de “Colombine”, con un pensamiento
regeneracionista. Obras como “La misión social de la mujer” y “Puñal de claveles”, que nos
cuenta la historia de una chica que se va a casar y no está segura, pero un día recibe un
ramo de claveles. La penúltima autora es Concha Espina, destaca por su obra periodística y
narrativa y una novela impregnada de lirismo y rigor estético. Obra importante como “Alta
mayor”, trata de la relación de Javier con su prima, Teresina, a la que su madre se opone.
Por último, se encuentra Valle-Inclán, que tiene comienzos modernistas (lirismo,
sensorialidad, decadencia, erotismo) y destaca una evolución hacia el esperpento,
perspectiva crítica y de denuncia. Obras como: “Sonatas” que se dividen por el número de
estaciones describiendo cada parte una fase del enamoramiento; “Tirano Banderas”.
En la segunda parte, surge la narrativa novecentista y la generación del 14. Estos autores
son liberales, intelectuales universitarios, además europeístas con unas ideas reformistas.
Son defensores del arte puro y minoritario (alejado de las masas). Autores novelistas como
Ramón Perez de Ayala, autor de novelas intelectuales (vida, destino, el mundo como lucha).
Destacan obras como A.M.D.G, caricatura de la vida en un colegio jesuita; y “Belarmino y
Apolino”, dos zapateros que representan la doble visión de la realidad (la del que actúa y la
del que contempla). Otro autor es Gabriel Miró, autor de novelas líricas, melancólicas y
esteticistas. Obras como, “La cerezas del cementerio”, relato de los amores de Félix Valdivia
con Beatriz, una mujer casada; y “El obispo leproso”. Por último, Ramón Gómez de la
Serna, conocido por las greguerías (breves definiciones basadas en metáforas más humor),
novelas experimentales. Obras como, “El doctor inverosímil” narra la historia de un médico
que cura a través de extraños métodos. Por otro lado, se encuentran los que prefieren los
ensayos, como Ortega y Gasset, Eugenio, Gregorio Marañon.
Y por último, la parte hacia 1927 compuesta por jóvenes que culminaron su obra en el exilio.
Se divide en dos grupos, aquellos que siguen las pautas de la novela deshumanizado (Rosa
Chacel(Memorias de Leticia Valle), Max Aub o Francisco Ayala) y los que plantean una
novela social comprometida políticamente (Lusia Carnés, Ramón J. Sender).

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