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Introduccién contemporanea ala filosofia de la mente ‘Matertia-y conciencia’ a q et iS) ee = iB a eats 2 El problema ontolégico (el problema mente-cuerpo) 4Cual es la verdadera naturaleza de los estados y proce- Sos mentales? {En qué medio se Producen y cémo se relacio- nan con el mundo fisico? {Sobrevivird mi conciencia a la desintegracién de mi cuerpo fisico? 40 desapareceré para siempre cuando mi cerebro deje de funcionar? Es posible construir un sistema puramente fisico como un ordenador y ‘que posea verdadera inteligencia consciente? De dénde pro- Viene la mente? :Qué es? Estas son algunas de las preguntas que abordaremos en este capitulo. Las respuestas que les demos dependen de cual de las teorfas sobre la mente resulte'més racional en funcién de los datos, tenga mayor poder explicativo, capacidad pre- dictiva, coherencia y simplicidad. Examinemos las teorias existentes y sometamos a consideracién los argumentos a favor y en contra de cada una. 1. Dualismo El enfoque dualista de la mente abarca varias teorias nay diferentes, pero todas coinciden en que la esencia de la inteligencia consciente reside en algo no fisico, que jamas podré entrar en Ia esfera de accién de ciencias como la lisica, Ja neurofisiologia y Ia informatica, El dualismo no es la ent cepeién mds difundida dentro de la comunidad filoséfica y cientifica actual, pero es la teoria més popularizada sobre Io 4 mente, tiene un profundo arraigo en la mayor parte de las religiones universales y ha sido la hip6tesis dominante a lo largo de la historia de Occidente. De modo que resulta muy adecuado comenzar nuestro andlisis a partir de aqui, Dualismo sustancial La afirmacién caracteristica de este enfoque es que cada mente es una cosa no fisica distinta, un “paquete” individual de sustancia no fisica, algo que tiene una identidad indepen diente de cualquier cuerpo fisico al que pudiera estar temporariamente “unida”. Los estados y actividades mentales adguirirfan su cardcter especifico por el hecho de ser estados ¥ actividades de esta sustancia no fisiea tinica en su génere, Esta formulacién nos deja con muy pocos elementos para claborar una caracterizacién positiva de cuél es la materia de Ja mente que se propone. Con frecuencia se ha acusado a eate gafoque porque hasta ahora s6lo habfa sido definido su objeto de un modo casi absolutamente negativo, Sin embargo, ate no tiene por qué ser un defecto irremediable, puesto que sin ninguna duda tenemos mucho que aprender acerea de la nat turaleza basiea de la mente, y tal vez con el tiempo se pueda Temediar esta deficiencia. En este sentido, el filésofo René Descartes (1596-1650) es quien més se ha esforzado por dar [ns definicisn positiva de cudl es la materia de la mente, por lo cual vale la pena examinar sus ideas al respecto, Segin la teoria de Descartes, 1a realidad se divide en dos tipos basicos de sustancias. La primera es la materia comin, cuya naturaleza consiste solamente en que es una 3 tensa: en cualquier caso tiene longitud, ancho, altura y ocupa ‘una determinada posicién en el espacio. Descartes no intent6. Con gran entusiasmo lo que se denominaba entonces “la filo ffa mecanicista’. Pero exista un tinico aspecto de la realidad que en su opinién no podfa ser explicado en términos de la mecénica de la materia: la raz6i i Segiin Descartes, el verdadero s¢ mismo no es el cuerpo jnaierial sino una sustancia pensante no espacial, ony unidad 25 razones principales ofrecidas en apoyo de esta con- seera’n fueron bastante directas. En primer lager, Descartes free due podia determinar, solamente por marie a la considenbee ns dificultad que hasta el propio Descartes consideraba un problema, Si el material de la mente” es de naturaleza tan absolu- hasta diferente al del “material de la materia” dite hasta el punto de no tener ni masa ni forma sigena vt ningu- ‘ia Posicién en el espacio—, entonces ceémo es posible que mi suena panes siquiera algtn tipo de influoncia causal soles oo pape Camo sabfa el propio Descartes (quien fue ure de tot primeros en formular la ley de conservacién del momentum), 26 bre la materia mensurable? :Cémo pueden tener algsin tipode eruincto causal dos cosas tan diferentes? Descartes postilé existeneia de un principio material muy sutil —lee “espfritus ‘auizales" ; sronsorchla elvemos al mismo problema inicial: eémo alge Pmtanetble y espacial (aun los “espiritus animales”) puete ae due $° Pensara en una forma menos extrema de dualismo sustaneial, que es la que encontramos en wants (5bGen 8 la que denominaré dualismo popular. Seen esta teorfa, una persona es literalmente un “fantasia dentro de anaméquina”: la maquina es el cuerpo humano y el fantacres tguun® sustancia espiritual, euya constitucién interna ee ter pinuente diferente do la materia fisiea pero aun asf poste Plenamente las propiedades espaciales. En particule ig doe conn neralizada es que la mente esté dentro del cuerpo he controla: dentro de la cabeza, es lo més comin, en este cho contacto con el cerebro. Esta concepeién no tiene por qué plantear las mismas dificultades que la de Descartes. La mente est all misma en Contacto con el cerebro, ¥ la interaecién entre ambos tal ver so Puede entender en términos del intereambio de energfa ds Baa forma que la ciencia actual todavia no ha podide identi Sx ni comprender. La materia comtin, cabe recordatio, eo simplemente una forma o manifestacin de la energia, (ee 7 Puede pensar que un grano de arena es una gran cantidad de energfa condensada o inmovilizada en ‘un paquetito, de “acuerdo con la ecuacién de Einstein, E = me?.) Tal vez la ma- teria de la mente sea una forma o manifestacién bien adies. trada también de la energia, pero una forma diferente. De modo que es posible que este otro tipo de dualismo sea compa- Lible con las conocidas leyes de conservacién de la cantidad de movimiento y de la energia. Es una suerte para el dualismo, ya que esas leyes en particular verdaderamente estan muy bien establecidas, {Este enfoque ha de resultar sumamente atractivo para yauatos Por una razén més, y es que por lo menos contempla Ja posibilidad (aunque por cierto no da ninguna garantia) de que la mente sobreviva a la muerte del cuerpo. No garantiza la supervivencia de la mente porque deja abierta le povibiie dad de que esa forma Peculiar de energia de la que presunta- Dente estaria constituida la mente sea producida y mantent, {ia s6lo en conjuncién con esa forma sumamente inisinends as cierto. Pero aun cuando la supervivencia se presenters como ina clara consecuencia de la teorfa, hay aqui una trampa en Ta que no debemos caer. La esperanza de la supervivencia Gualismo, con la esperanza de reducir més la distancia entre la teoria y los datos existentes, Dualismo de las propiedades 1a idea bésica de las teorias que se agrupan bajo este nombre es que, si bien aquf no hay que considerar 2 : & 2 F Z & g 2 i £ g FI E & z epifenémenos. (Para reforzar la idea, nos puede servir una metéfora un tanto imprecisa. Pensemos en nuestros estados mentales conscientes como si fueran chispitas de luz tenue que se producen sobre la superficie rugosa del cerebro, que la causa de que aparezean es la actividad fisica del cerebro pero ue a su vez no tienen ningiin tipo de efecto causal sobre 61) Esto significa que la conviccién universal de que nuestras acciones estén determinadas por nuestros deseos, decisiones ¥ por nuestra voluntad jes falsal Nuestras acciones estan escrupulosamente determinadas por hechos fisieos del cere, bro, que también son Ja causa de los epifenémenos que dene. minamos deseos, decisiones y actos voluntarios. Por lo tanto existe una constante conjuncién entre volicién y acciones, Pero, segtin el epifenomenismo, es una mera ilusién que la Primera sea la causa de las éltimas. 4Qué podfa motivar una concepeién tan extraiia? En rea- lidad, no es muy dificil entender por qué alguien podria to. marla en serio. Pongémonos en el lugar de un neurocientifico ue se ocupa de rastrear los origenes de la conducta desde los, nervios motores hasta las eslulas activas de la corteza motora del cerebro, y de rastrear a su vez la actividad de estas células, Que consiste en entradas de estimulos provenientes de otras artes del cerebro y de los diversos nervios sensoriales. Vemos que se encuentra con un sistema cabalmente fisied, con una estructura y sensibilidad impresionantes, que desarrolla una actividad sumamente intrincada. Todos los elementos son in. equivocamente quimicos 0 eléctricos y el cientifico no eneuen. tra absolutamente ningun indicio de esas entradas de esti. ‘mulos no fisicos del tipo que propone el dualismo sustancial. guien efectivamente descubriera un efecto parapsicolégico. | repetible, entonces tendriamos que volver a evaluar la situa. cidn pero, tal como estén las cosas, no hay aqui ningtn ele~ ‘mento que sirva para apoyar una teorfa dualista de la mente. Una vez que se los somete a un examen critico, los argu: ‘mentos en favor del dualismo pierden gran parte de su fuerza. Pero todavia no hemos terminado: existen argumentos en contra del dualismo que también requieren que se los analice. Argumentos en contra del dualismo El primer argumento contra el dualismo que esgrimen los materialistas es la mayor simplicidad de su propia con- cepcién. Uno de los principios de la metodologia racional es que, en igualdad de condiciones, debe preferirse la mas simple de dos hipétesis rivales. Este principio se conoce como ‘la navaja de Occam” —por Guillermo de Oceam, el filésofo me. dieval que fue el primero en enunciarlo— y también se puede expresar del modo siguiente: “Para explicar los fenémenos, no se deben multiplicar las entidades mas all4 de lo necesario”. El materialista postula un solo tipo de sustancia (la materia fisica) y una tnica clase de gropiedades (las propiedades fis. cas) mientras que el dualista postula dos tipos de materias y/o dos clases de propiedades. Y si no hay ninguna ventaja expli- cativa, gana el materialista, Sin embargo, éste todavia no es un argumento decisivo contra el dualismo, puesto que ninguna de las dos teorfas puede atin explicar todos los fenémenos estudiados. Pero la objecién tiene bastante fuerza, en especial porque no hay ninguna duda de que la materia fisica existe, mientras que la materia espiritual no pasa de ser una hipétesis débil. Si esta ultima hipétesis nos ofreciera alguna ventaja explicativa definida que no pudiera lograrse de ninguna otra manera, entonces de muy buena gana violarfamos la exigen- cia de simplicidad, y tendriamos todo el derecho de hacerlo, Pero no es asf, afirma el materialista. En realidad, sostiene, es Justamente al revés, y esto nos lleva a la segunda objecién planteada al dualismo: la relativa impotencia explicativa del dualismo en comparacién con el materialismo. Consideremos, muy brevemente, los recursos explicati- os con que ya cuentan las neurociencias. Sabemos que el cerebro existe y de qué esté hecho. Conocemos bastante su microestructura: cémo las neuronas estén organizadas en sis- temas y cémo los distintos sistemas estan conectados entre si, con los nervios motores que salen de los muisculos y con los nervios sensoriales que entran en los 6rganos de los sentidos. Conocemos bastante su microquimica: cémo las células ner. viosas emiten diminutos impulsos electroquimicos a lo largo do sus diversas fibras y emo logran que otras células también os emitan, o dejen de emitirlos. Sabemos cémo por medio de esa actividad se procesa la informacién sensorial, seleccio- nando partes importantes 0 menos importantes para ser en- vViadas a los sistemas superiores. Y conocemos en parte eémo esa actividad permite iniciar y coordinar la conducta del cuerpo. Principalmente gracias a la neurologia (rama de la medicina que se ocupa de la patologia cerebral), sabemos mucho acerca de las correlaciones entre lesiones en diversas partes del cerebro humano y diversas deficiencias que pade- en sus victimas. Existen una gran cantidad de deficiencias identificadas —algunas notorias, otras sutiles— que los neu- 6logos conocen muy bien (incapacidad de hablar, o de leer, 0 de comprender el lenguaje, o de reconocer rostros, 0 de sumar/ restar, o de mover algiin miembro, o de retener informacion en Ja memoria por mucho tiempo, etc.) y euya aparicién se rela- 4 ciona estrechamente con el datio producido en alguna parte espectfica del cerebro. No se trata solamente de un catélogo de traumatismos. El erecimiento y desarrollo de la microestructura cerebral es algo de lo que también se ha ocupado la neurociencia y, al parecer, en ese desarrollo se basan diversos tipos de aprendi zajes que puede efectuar el organismo. Es decir, el aprendizaje Presupone cambios fisicos y quimicos permanentes en el cere. bro. En suma, el neurocientifico puede decirnos muchas cosas sobre el cerebro, sobre su constitucién y las leyes fisicas que lo rigen; ya estd en condiciones de explicar buena parte de nuestra conducta en términos de las propiedades fisieas, qui- micas y eléctricas del cerebro, y cuenta con los recursos tebri os necesarios para explicar mucho més a medida que conti- néen las investigaciones. (En el capitulo 7 nos ocuparemos con més detalle de la neurofisiologia y la neuropsicologia.) Comparemos ahora lo que puede decirnos el neuro- cientifico sobre el cerebro, y lo que él puede hacer con ese conocimiento, con lo que puede decimnos el dualista sobre la sustancia espiritual y lo que puede hacer con esos supuestos. al dualista puede decirnos algo sobre la constitucién de la materia mental? {Sobre los elementos no materiales que la componen? {Sobre las leyes que rigen su comportamiento? «Sobre las conexiones estructurales entre la mente y el cuer- o? {Sobre la modalidad de su funcionamiento? ;Puede expli- car las aptitudes y patologias humanas en términos de sus estructuras y defectos? En realidad el dualista no puede hacer nada de esto, porque nunca se ha formulado una teoria minu- ciosa sobre la materia mental. Comparado con los abundantes Fecursos y los logros explicativos del materialismo actual, el ualismo no es tanto una teoria de la mente sino un vacio que ‘aguarda que se lo llene con una auténtiea teoria de la mente, En estos términos discute el materialista, Pero insisto, no Se trata de-un argumento absolutamente decisivo en contra del dualismo. El dualista puede admitir que el cerebro de- sempena un papel muy importante en la administracién de la Percepcién y también de la conducta —dentro de su concep- ci6n el cerebro es el mediador entre la mente y el cuerpo— 2 pero tal vez intente argumentar que los éxitos actuales del materialismo y sus perspectivas explicativas futuras slo tie- nen que ver con las funciones mediadoras del cerebro, no con las aptitudes centrales dé la mente no fisica, tales como la razén, la emocién y la propia conciencia, En lo que se refiere a estos iltimos t6picos, diria, ni el dualismo ni el materialismo han logrado ningiin éxito en la actualidad. Pero esta respuesta no es muy buena. En lo que respecta fa la capacidad de razonamiento, ya existen méquinas que ejecutan en minutos complicadisimos edleulos deductivos y matematieos que a un ser humano le levarian toda la vida. Y en lo que respecta a las otras dos aptitudes mentales, estudios realizados sobre la depresién, la motivacién, la atencién y el suetio han revelado muchos hechos interesantes y enigmati- cos acerca de las bases neuroquimicas y neurodinémicas, tan- to de la emocién como de la coneiencia. Las aptitudes centra- Jes, no menos que las periféricas, han sido el objeto de muy provechosos programas de investigacién materialistas. En todo caso, el intento dualista (sustancial) de trazar una distincién muy clara entre las aptitudes “mentales” tini- cas, propias de la mente no material, y las aptitudes simple mente mediadoras del cerebro, insinta un argumento que casi llega a ser una abierta refutacién del dualismo (sustancial). Si en verdad existe una entidad distinta en la que tienen lugar el razonamiento, la emocin y la conciencia, y si esa entidad solo depende del cerebro nada més que para la entrada de expe- riencias sensoriales y la ejecucién de actos volitives como informaci6n de salida, entonces se podria esperar que la razén, Ja emoci6n y la conciencia fueran relativamente invulnerables al control inmediato y alos efectos patoldgicos cuando se produce algun tipo de manipulacién o dao cerebrales. Pero de hecho la verdad es justamente lo opuesto. El alcohol, las drogas o la degeneracién senil del tejido nervioso menoseaban, deterioran e inclusive Iegan a destruir nuestra capacidad para el pensamiento racional. La psiquiatria conoce cientos de productos quimicos que controlan las emociones (litio, clorpromacina, anfetamina, cocaina y otros) que producen sus efectos cuando penetran en el cerebro. ¥ la vulnerabilidad de 43 la conciencia frente a los anestésicos, la cafeina, y frente a algo tan simple como un fuerte wolpe en la cabeza, demuestra su dependencia muy estrecha de la actividad nervioss dat cerebro. Todo esto tiene sentido si la raz6n, la emocién yla conciencia son actividades del cerebro mismo. Pero tiene muy ‘Poco si son actividades de alguna otra entidad totalmente diferente, Podemos denominar a éste Sofisticada como la nuestra? {Cuél es, en lo que respecta a Goa el otigen del delfin, del ratén o de la mosca domeetiean Pracias a la paleontologia, la anatom(a comparncs yla bioqufmica de las protesnas y los écidos nucleicos, yano queda cximgana duda importante sobre esta cuestién, Cada cepecic Gabtente es un tipo sobreviviente de una cantidad de vein, ciones do un tipo de organismo anterior; eada tipo satan es a vids me aufmica, en la cual los elementos moleculares de la vida se autorreconstruyeron.) El mecaniema evolutivo me- diante el cual se ha estructurado este drbol consta de dos clementos principales: 1) la ocasional variacién ¢ ciegas en los tipos de reproduccién de seres, y 2) 1a Supervivencia selectiva curso de periodos geolégicos, este proceso puede producir una enorme variedad de organismos, algunos de ellos verdadera- mente muy eomplejos. Para los propésitos de nuestro andlisis, lo que m4s nos interesa sobre la historia evolutiva normal es que la especie humana y todos sus rasgos son el resultado enteramente fisies de un proceso puramente fisico. Como todos los organismos, excepto los més simples, tenemos un sistema nervioso. ¥ por la misma razén: un sistema nervioso hace posible una orice, tacién diseriminada de la conducta. Pero un sistema nervioso no es més que una matriz activa de eélulas, y una célula no es ms que una matriz activa de moléculas. Lo tnico que tone mos de notable es que nuestro sistema nervioso es mas com, plejo y poderoso que el de las otras eriaturas del Senor. Entre fuestra naturaleza interior y la de las eriaturas més simples hay una diferencia de grado pero no de génoro, Si ésta es la versién correcta de nuestros orfgenes, enton- gee Parece que no hay ninguna necesidad, ni ospacio, para incluir cualquier tipo de sustancias o propiedades no fisicas on 1a explicaci6n todrica sobre nosotros, Somos eriaturas hethes de materia, Y debemos aprender a vivir con ese hecho. Argumentos de este tipo son los que han impulsado ala mayor parte de la comunidad profesional (aunque no a toda) a abrazar alguna forma de materialismo. Sin embargo, no ha habido mucha unanimidad, ya que las diferencias entre lnc diversas posiciones materialistas son mayores aun que las que dividen al dualismo. En las cuatro secciones siguientes se ‘examinan estas posiciones més recientes, Lecturas complementarias Sobre el dualismo sustancial Descartes, René: Las meditacione, meditacién Descartes, René: Bl dicurso del métnio, parte Peces, John C: The Self and it Brain, con Kar Popper. Nuova York, Springer Verlag, 1977 45

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