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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Derecho Civil VI
(Resumen del Manual de Derecho Sucesorio, de Herrera y Pellegrini)
Capítulo 1 – Transmisión de derechos por causa de muerte
2. La transmisión de derechos por causa de muerte
2.a. Sucesión. Concepto
La sucesión es la continuación de alguien o algo en lugar de otra persona o cosa. Jurídicamente, el
derecho de una persona se transmite a otra, de modo tal que ésta sustituye a aquél en una relación
jurídica de la que era titular. Es el cambio o sustitución de uno o más sujetos de una relación jurídica
en virtud de una transferencia o transmisión. El sucesor se coloca en la misma posición jurídica que
el transmitente, conforme con el principio nemo plus iuris, contemplado en el art. 399 CCC: Nadie
puede transmitir a otra un derecho mejor o más extenso que el que tiene.
El CCC define a los sucesores en el art. 400: Sucesor universal es el que recibe todo o una parte
indivisa del patrimonio de otro; sucesor singular el que recibe un derecho particular.
2. b. Clases de sucesiones
- Según su contenido:
- singular o particular: se transmite uno o varios derechos determinados. Puede ser entre vivos
(venta, donación) o por causa de muerte (legado de cosa cierta, dispuesto en testamento).
- universal: la transmisión comprende un todo ideal, sea la totalidad o una parte alícuota del
patrimonio de una persona. Sólo opera por causa de muerte del transmitente (sucesión mortis causa).
- Según la causa fuente de la transmisión:
- entre vivos: la transmisión de un derecho deriva de actos jurídicos celebrados entre personas
vivas.
- mortis causa: el hecho jurídico necesario y determinante de la transmisión es la muerte de su
titular.
2. c. Sucesión mortis causa. Elementos
El CCC no la define, sino que en su art. 2277 establece: La muerte real o presunta de una persona
causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas a sucederle
por el testamento o por la ley. Si el testamento dispone sólo parcialmente de los bienes, el resto de
la herencia se defiere por la ley. La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del cau-
sante que no se extinguen por su fallecimiento.
De allí podemos extraer sus elementos esenciales:
1) Sujeto: las titularidades patrimoniales se relacionan a una persona.
2) Causa: la muerte de una persona es el hecho jurídico que provoca la transmisión patrimonial.
3) Efecto: apertura de la sucesión y transmisión de la herencia.
4) Herederos: personas llamadas a sucederle.
5) Fuente de la vocación sucesoria (llamamiento): el testamento o la ley.
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6) Objeto: la herencia, que comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se ex-
tinguen por su fallecimiento; configura una universalidad jurídica.
2. d. Fundamentos del derecho sucesorio
Más allá de las distintas teorías que han intentado justificar la transmisión hereditaria, todas las nor-
mas de un sistema jurídico de sucesiones apuntan a lograr la seguridad jurídica en la transmisión por
causa de muerte y a la tutela del interés familiar, considerando que la familia es el núcleo básico de
la sociedad y el medio de realización personal de sus miembros, amén de un reconocimiento de mayor
intensidad a la autonomía de la voluntad.
2. e. Clases: legítima, testamentaria y contractual
En virtud de la naturaleza de las dos fuentes del llamamiento, se distinguen tres clases de sucesiones:
si el llamamiento proviene de la ley, la sucesión será (i) legítima o intestada; si proviene de la volun-
tad, será (ii) testamentaria cuando se trate de la voluntad unilateral del causante, o (iii) contractual
cuando se origine en un acuerdo de voluntades por el cual una persona se obliga a transmitir a otra
todo o parte de su patrimonio al momento de su fallecimiento.
El CCC en su art. 2277 dispone: La muerte real o presunta de una persona causa la apertura de su
sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas a sucederle por el testamento o por
la ley. Si el testamento dispone sólo parcialmente de los bienes, el resto de la herencia se defiere por
la ley.
Si existen herederos legitimarios o forzosos, se limita la posibilidad de testar sólo sobre la porción
disponible (art. 2445).
El CCC permite quebrar la igualdad legal entre los herederos forzosos, ya que otorga al causante la
posibilidad de afectar hasta un tercio de las porciones legítimas de sus herederos forzosos en beneficio
de descendientes o ascendientes con discapacidad (art. 2448).
La sucesión legítima o intestada tendrá lugar cuando: a) no exista testamento; b) exista testamento,
pero éste no sea válido; c) exista testamento válido, pero el causante no haya instituido herederos; d)
exista testamento, pero afecte la porción legítima de los herederos forzosos; e) en caso de renuncia a
la herencia del o los herederos instituidos; y f) exista testamento válido, pero el testador no disponga
respecto de la totalidad de los bienes.
Por otro lado, el CCC mantiene la regla de la prohibición de los pactos sobre herencias futuras, y en
su art. 1010 dice: La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo
los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo
siguiente u otra disposición legal expresa. Los pactos relativos a una explotación productiva o a
participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la gestión
empresarial o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a fu-
turos derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos pactos
son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria,
los derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
La excepción contemplada en este artículo, referida a las empresas familiares, responde al fenómeno
de la planificación sucesoria, la cual consiste en articular un conjunto de medidas o de acciones, con
vistas a evitar los conflictos que pueden sobrevenir a la muerte de una persona. Esto responde a la
necesidad de compatibilizar los distintos intereses implicados en la propiedad y gestión de la empresa

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familiar para favorecer su existencia. El límite de estos pactos permitidos no puede ser otro que los
derechos del cónyuge, la porción legítima y los derechos de terceros.
Otras excepciones al principio general de prohibición:
a) Partición por ascendientes (art. 2411), por donación (art. 2415 y conc.) o por testamento (art. 2421
y conc.).
b) Mejora, efectivizada en la partición por ascendientes (art. 2414) o en la donación (art. 2385), en
beneficio de alguno de sus descendientes o el cónyuge (expresa y sin afectar la legítima de otros
herederos legitimarios).
c) Transmisión de bienes a herederos forzosos por actos entre vivos y a título oneroso (art. 2461), que
establece la presunción jure et jure de gratuidad del acto y la intención de mejorar al beneficiario
efectuado por el causante cuando el causante se ha reservado el derecho de usufructo, uso o habitación
y renta.
3. Sistemas de regulación sucesoria: en la persona y en los bienes
3. a. Origen y antecedentes de ambos sistemas
El estudio comparado de los principales sistemas jurídicos muestra una clara diferenciación entre las
legislaciones que se enrolan en la sucesión en la persona, propias del derecho romano, y aquellas
basadas en la sucesión en los bienes, inspiradas en el derecho germánico.
La sucesión en la persona se encuentra fuertemente arraigada en la noción de sucesor, y se basa en
una ficción: la continuación de la persona del causante por el sucesor universal, lo cual reconocía,
sustancialmente, una fundamentación religiosa, ya que el heredero pasaba a desempeñar una misión
de continuador del ministro del culto privado. El patrimonio, emanación de la personalidad, único,
indivisible, inherente a la personalidad e intransmisible en vida, se transmite sólo como consecuencia
de la muerte de su titular, momento en que la confusión de las personalidades de causante y heredero
conllevan a la confusión de patrimonios, surgiendo así la responsabilidad ultra vires del heredero,
que lo hará responder con sus propios bienes cuando los dejados por el causante no alcanzaren para
satisfacer las deudas.
En el sistema de sucesión en los bienes, en cambio, la continuación o continuidad se limita a la órbita
patrimonial, sin que se produzca consecuentemente una confusión de personalidades y, por ende, de
patrimonios.
Las legislaciones contemporáneas rechazan la concepción del derecho romano y siguen el sistema de
sucesión en los bienes. En éste, a la muerte del sujeto, su patrimonio estará conformada por un activo
y un pasivo (cargas a liquidar); una vez satisfechas, el heredero recibirá los bienes relictos, es decir,
se trata, en definitiva, de un patrimonio sujeto a liquidación. Los bienes sólo se incorporarán al patri-
monio del heredero una vez satisfechas las deudas y cargas que pesaban sobre la herencia.
3. b. Antecedentes de la regulación en el derecho argentino
El Código Civil, en su redacción originaria, adoptó el sistema romanista de la sucesión, estableciendo
la responsabilidad ilimitada del heredero por las deudas y cargas de la herencia, la cual sólo podía
limitarse mediante el beneficio de inventario. La reforma de la 17.711 estableció la presunción de que
toda herencia es aceptada bajo beneficio de inventario, convirtiendo en regla general lo que antes
constituía una excepción, pero manteniendo intacto el resto de las normas, lo cual generó no pocos
problemas interpretativos.
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En el CCC la responsabilidad del heredero es intra vires, por lo que se elimina la presunción del
beneficio de inventario. En virtud del principio de responsabilidad limitada, el heredero sólo responde
con sus propios bienes por deudas del causante de manera ilimitada en los casos especialmente pre-
vistos y como un medio de sanción a su conducta.
El art. 2280 establece que los herederos en principio, responden por las deudas del causante con los
bienes que reciben o con su valor en caso de haber sido enajenados, y el art. 2317 dispone que el
heredero queda obligado por las deudas y legados de la sucesión sólo hasta la concurrencia del
valor de los bienes hereditarios recibidos. En caso de pluralidad de herederos, éstos responden con
la masa hereditaria indivisa. Así, el CCC se inclina por el sistema de sucesión en los bienes, aunque
sin adoptarlo íntegramente.
4. Sucesores mortis causa
4. a. Concepto
Sucesor mortis causa es aquél al que se transmite todo o parte de una herencia y su llamamiento puede
provenir de la ley o de testamento válido.
El art. 2278 distingue dos clases de sucesores: Se denomina heredero a la persona a quien se trans-
mite la universalidad o una parte indivisa de los bienes de la herencia; legatario, al que recibe un
bien particular o un conjunto de ellos.
4. b. Clases de sucesores
4. b. 1. Herederos
Heredero es la persona llamada por la ley o por testamento y continúa, en la esfera patrimonial, la
misma posición jurídica del causante (art. 2280).
a) Según el contenido de la sucesión será:
a.1) Heredero universal: a quien se transmite la universalidad de la herencia (art. 2278) y sucede al
causante con vocación a todos los bienes de la herencia (art. 2486).
a.2) Heredero de cuota: a quien se le transmite una fracción de la herencia y, salvo disposición expre-
sada por el causante en el testamento o que pueda inferirse del mismo, no tienen vocación a todos los
bienes de la herencia (art. 2488).
Así, la diferencia entre ambos está dado por el derecho de acrecer.
b) Según el llamamiento o vocación sucesoria cabe distinguir:
b.1) Herederos legítimos: llamados a suceder por la ley, que presume el afecto del causante hacia las
personas con las cuales mantiene vínculos más cercanos y llama a suceder a ciertos parientes y al
cónyuge (art. 2424). El CCC no reconoce vocación sucesoria a los miembros de una unión conviven-
cial ni a ninguna clase de convivientes.
Entre los herederos llamados por ley, es posible distinguir si se les garantiza o no recibir alguna
porción de la herencia:
b.1.1) Herederos legitimarios o forzosos: aquellos llamados por la ley que no pueden ser privados ni
siquiera por el causante de una porción de la herencia (legítima), salvo por alguna causa excepcional
prevista por la propia ley (causas de indignidad). Son los descendientes (cualquiera fuere la fuente
filial y la situación de los progenitores), ascendientes y el cónyuge (art. 2444).
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b.1.2) Herederos legítimos no legitimarios: aquellos llamados por ley, pero su vocación es siempre
supletoria, ya que concurren a la herencia sólo a falta de herederos forzosos o de herederos testamen-
tarios. Son los parientes colaterales hasta el cuarto grado (art. 2438).
b. 2) Herederos testamentarios: llamados a suceder por el causante en un testamento, mediante una
disposición testamentaria. La institución de heredero es la disposición testamentaria por la cual el
causante llama a una persona para sucederlo en la universalidad de sus bienes, o en una parte alícuota
de ellos, con vocación eventual al todo.
4. b. 2. Legatarios
4. b. 2. a. Legatarios en el CCC
El legatario es el sucesor del causante que recibe un bien particular o un conjunto de ellos (art. 2278),
por voluntad del causante, establecida en una disposición testamentaria, la cual no debe dejar dudas
sobre la identidad de la persona instituida (art. 2484).
Es un sucesor particular, no es heredero, por lo que, como tercero, debe pedir la entrega del legado
al heredero, al albacea o al administrador, aunque la tenga en su poder por cualquier título (arts.
2498 y 2499), y le será entregado el bien legado una vez pagados los acreedores y siempre que no
afecte la porción disponible en un orden determinado por ley (art. 2358).
El legado importa una adquisición en virtud de la cual el legatario se convierte en sucesor del causante
sólo respecto del objeto del legado, pero no continúa la persona del causante, ni confunde su patri-
monio con éste, estando responsabilidad limitada al valor de la cosa legada. Pérez Lasala sostiene que
no sucede en la posición jurídica del causante, sino que efectúa una adquisición, en la cual se agotan
todas sus relaciones con el heredero o la sucesión del causante.
Pueden ser objetos de un legado: a) cosa cierta y determinada; b) cosa gravada; c) inmueble; d) de
género; e) con determinación del lugar; f) de crédito y de liberación, al acreedor, de cosa ajena, de un
bien en condominio, de alimentos, y de pago periódico.
4. b. 2. B. Eliminación del legatario de cuota
En el régimen derogado, el legatario de cuota era categoría intermedia entre la institución de heredero
y la de legatario particular, pues compartía características con ambos. Así, el legatario de cuota no
era heredero, pero el objeto de su legado era un todo ideal. No continuaba la persona del causante, ni
tenía un derecho eventual a recibir toda la herencia y su responsabilidad por deudas estaba limitada a
la parte que recibiere.
Tampoco era legatario particular, no sólo por el contenido del legado (recibía una cuota parte), sino
porque se le reconocía un activo rol en el proceso sucesorio.
Durante la vigencia del derogado Código Civil se generó una intensa discusión en doctrina y juris-
prudencia en torno a esta figura.
5. Derechos del Estado sobre los bienes sin dueño
El art. 2648 dispone: Herencia vacante. Si el derecho aplicable a la sucesión, en el caso de ausencia
de herederos, no atribuye la sucesión al Estado del lugar de situación de los bienes, los bienes relictos
ubicados en la Argentina, pasan a ser propiedad del Estado Argentino, de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires o de la provincia donde estén ubicados.

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Así, ante el pedido de cualquier interesado o Ministerio Público, se debe declarar vacante la heren-
cia si no hay herederos aceptantes ni el causante ha distribuido la totalidad de los bienes mediante
legados (art. 2441). Se debe designar un curador a los bienes e inscribir la declaración de vacancia en
los registros respectivos (art. 2441). Las funciones del curador son: recibir los bienes bajo inventario,
pagar las deudas y legados previa autorización judicial. Para ello, a falta de dinero, debe hacer tasar
los bienes y liquidarlos, y, oportunamente, rendir cuentas al Estado (art. 2442). Su actuación se regula
por las normas del mandato, según jurisprudencia de la SCBA.
Concluida la liquidación, el juez debe ordenar la entrega de los bienes al Estado que corresponda. Si
posteriormente alguien reclamara derechos hereditarios sobre aquellos bienes, debe promover la ac-
ción de petición de herencia y, eventualmente, tomar los bienes como se encuentren, y se reputa al
Estado como poseedor de buena fe (art. 2443).
Se regula un proceso liquidatorio, por el cual el Estado recibe los bienes sin dueño, como titular del
dominio eminente de las cosas sin dueño. Los bienes pasan al dominio privado del Estado (art. 236,
inc. a).
6. Un caso especial y su supresión: la “nuera viuda sin hijos”
El CCC deroga la figura de la nuera viuda sin hijos como sucesora, tal como se explica en los Fun-
damentos del Anteproyecto, justificando su eliminación del siguiente modo: “además de los ataques
a la constitucionalidad al distinguir según sea hombre o mujer, altera los principios del derecho suce-
sorio y ocasiona un sinnúmero de dificultades interpretativas, especialmente después de la incorpo-
ración del matrimonio entre personas del mismo sexo”.
Dicha figura había sido incorporada al Código Civil por la ley 17.711, la cual agregó el art. 3576 bis,
que otorgaba a la nuera viuda sin hijos la posibilidad de suceder a sus suegros, en la cuarte parte que
le hubiera correspondido a su cónyuge.
La norma exigía como requisitos: a) estado de viudez de la nuera a la muerte de alguno de sus suegros;
b) ausencia de hijos del matrimonio con el marido premuerto, sea porque nunca tuvo o porque no han
sobrevivido a la muerte de sus abuelos; y c) que no existieran causas de exclusión (matrimonio in
extremis, separación personal por sentencia judicial y separación de hecho sin voluntad de unirse).
Este instituto dio lugar a debates doctrinarios sobre su fundamento, su naturaleza jurídica y su exten-
sión.
7. Contenido de la sucesión
7. a. Precisiones terminológicas
Para una mejor comprensión del tema, es conveniente dejar en claro algunos conceptos que, en el
derogado CC, aparecían superpuestos o podían generar confusión:
- Patrimonio: conjunto de bienes de una persona; se compone de objetos inmateriales sus-
ceptibles de valor y de cosas.
- Herencia: porción del patrimonio que se transmite por sucesión mortis causa, dado que
ciertos bienes no se transmiten.
- Sucesión: forma de transmisión, modo en que se traspasa la herencia.
El art. 15 dispone que Las personas son titulares de los derechos individuales sobre los bienes que
integran su patrimonio, efectuando luego distinciones entre bienes y cosas, y regulando en forma
separada los derechos sobre el cuerpo humano. El art. 2280 establece: Desde la muerte del causante,
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los herederos tienen todos los derechos y acciones de aquél de manera indivisa, con excepción de los
que no son transmisibles por sucesión. Si están instituidos bajo condición suspensiva, están en esa
situación a partir del cumplimiento de la condición, sin perjuicio de las medidas conservatorias que
corresponden. En principio, responden por las deudas del causante con los bienes que reciben, o con
su valor en caso de haber sido enajenados.
7. b. Contenido de la herencia
La regla general que surge del art. 2277 es que son transmisibles todos los derechos y obligaciones
del causante que la muerte de su titular no extingue.
7. b. 1. Derechos y actos personalísimos
El capítulo 3 del título 1 (“Persona humana”) del libro primero (“Parte General”) regula los derechos
y actos personalísimos, estableciendo la inviolabilidad de la persona humana y el respeto a su digni-
dad (art. 51), enumerando a artículo seguido de manera enunciativa algunos derechos que hacen a la
dignidad personal.
Son derechos que se extinguen con la muerte, no transmisibles, pero deben considerarse ciertas par-
ticularidades con respecto a:
- el derecho a la imagen: como principio general, toda persona es titular del derecho a que su imagen
o voz no sea captada o reproducida sin su consentimiento. El art. 53 establece que en caso de personas
fallecidas pueden prestar el consentimiento sus herederos o el designado por el causante en una
disposición de última voluntad. Si hay desacuerdo entre herederos de un mismo grado, resuelve el
juez. Pasados veinte años desde la muerte, la reproducción no ofensiva es libre.
- las acciones filiatorias: son esencialmente personales, intuito personae, pero como el resultado de
las mismas incide en la posición del estado filial y ello, en forma directa, en la vocación sucesoria, se
encuentran legitimados (activa y pasivamente) los herederos de quien pretende determinar su filiación
(acciones de reclamación de filiación, arts. 582 y ss.) o impugnar una filiación ya determinada (ac-
ciones de impugnación, arts. 588 y ss.).
- el ejercicio de cargo de tutor o curador es personal y se extingue por muerte, pero la obligación de
rendir cuentas se transmite a sus herederos (art. 131).
7. b. 2. Derechos y deberes de carácter patrimonial
Respecto a los efectos de los contratos, el art. 1021 establece la regla general del efecto inter partes:
El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto
los casos previstos por la ley. El 1024 dispone que tales efectos se extienden activa y pasivamente a
los sucesores universales de las partes, a no ser que las obligaciones que de él nacen sean inherentes
a la persona, o que la transmisión sea incompatible con la naturaleza de la obligación, o que esté
prohibida por una cláusula del contrato o la ley.
Son intransmisibles por disposición legal los efectos de los siguientes contratos: a) mandato (se ex-
tingue por fallecimiento de mandante o mandatario); b) de renta vitalicia (se extingue por falleci-
miento de la persona cuya vida se toma en consideración para su duración; c) de obra y servicios, se
extingue ante la muerte del contratista o prestador, salvo que el comitente acuerde continuarlo con
los herederos del contratista o prestador; d) calidad de socio, salvo que se hubiere acordado la conti-
nuidad de la sociedad con los herederos; e) de locación de inmueble, se extingue por fallecimiento

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del locatario, sin perjuicio de la posibilidad de su continuación por quien habite y acredite haber
recibido del locatario trato familiar durante el año previo al fallecimiento.
Los derechos reales, en principio, son los derechos típicamente transmisibles por causa de muerte.
Son transmisibles el dominio, el condominio, las servidumbres reales, la hipoteca, la prenda, la anti-
cresis, la posesión, la usucapión y las correspondientes acciones posesorias y petitorias. Sin embargo,
son intransmisibles el usufructo, el uso y el derecho de habitación, y la servidumbre personal, puesto
que han sido establecidos teniendo en cuenta las necesidades personales de su titular y, por lo tanto,
se extinguen con su fallecimiento.
Algunos derechos y obligaciones vinculados al llamamiento hereditario son transmisibles por dispo-
sición legal, como ejercer el derecho de opción de aceptar o renunciar a la herencia, responder por las
cargas de la herencia, pagar legados, asegurar la conservación de los bienes y confeccionar inventario,
si le fuera requerido.
Derechos adquiridos originariamente en ocasión de la muerte de una persona:
Algunos derechos y obligaciones de contenido patrimonial nacen como consecuencia de la muerte
del causante y en beneficio de sus herederos, pero no integran la herencia, ya que les corresponden a
los herederos en su calidad de beneficiarios, es decir, por derecho propio. Por ejemplo: a) derecho a
pensiones; b) seguro de vida; c) indemnizaciones por accidentes de trabajo; d) derecho real de habi-
tación del cónyuge supérstite y del conviviente; e) indemnización por daño no patrimonial provocado
a algunos familiares por la muerte derivada de un hecho ilícito contra el causante.
7. c. El principio de la unidad de la transmisión en las sucesiones intestadas
Aquello que se transmite es una universalidad jurídica, sin consideración alguna a su contenido, es
decir, respecto a qué bienes integran individualmente dicha universalidad. Ello sólo respecto a las
sucesiones intestadas, puesto que en las sucesiones testamentarias el causante puede disponer en
forma individual.
El principio general de unidad en la transmisión está establecido en el art. 2424: Naturaleza y origen
de los bienes. En las sucesiones intestadas no se atiende a la naturaleza ni al origen de los bienes
que componen la herencia, excepto disposición legal expresa en contrario.
Hay dos excepciones a este principio:
a. Bienes comprendidos en el régimen patrimonial matrimonial de comunidad en los bienes:
La muerte de los cónyuges pone fin al matrimonio y disuelve el régimen que les hubiera regido,
conforme la posibilidad de elegir el régimen patrimonial matrimonial (arts. 446 y ss.)
Si se trató del régimen de comunidad (por elección o por silencio, dado su carácter supletorio), el
cónyuge supérstite recibe la mitad de los bienes gananciales a título propio, y la otra mitad de ganan-
ciales la reciben los herederos (art. 498).
Puede ocurrir que el cónyuge supérstite concurra con descendientes o con ascendientes, teniendo en
cuenta el orden de llamamiento establecido (art. 2424). El art. 2433 establece que, si el cónyuge
supérstite concurre con descendientes, no recibe nada de los gananciales que le correspondan al cón-
yuge fallecido. Por lo tanto, no se transmite la universalidad del patrimonio, sino que es necesario
distinguir cuáles son propios y cuáles gananciales.

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Si adoptan el régimen de separación de bienes, no corresponde distinción alguna respecto a los bienes,
simplemente porque no se dividen los bienes entre propios y gananciales.
b. Sucesión de los ascendientes en caso de adopción:
En la adopción simple, el art. 2432 establece que ni los adoptantes heredan los bienes que el adoptado
haya recibido a título gratuito de su familia de origen, ni ésta hereda los bienes que el adoptado haya
recibido a título gratuito de su familia de adopción. Estas exclusiones no operan si, en su consecuen-
cia, quedan bienes vacantes. En los demás bienes, los adoptantes excluyen a los padres de origen.
8. Transmisión hereditaria
8. a. Concepto
El derogado CC establecía, en el art. 3279, que la transmisión se producía en el mismo momento de
la muerte del causante. Vélez Sarsfield explicaba en la nota al art. 3828 que la muerte, la apertura y
la transmisión (adquisición) de la herencia se producen en un solo instante. No hay entre ellas inter-
valo de tiempo; indivisibles. Así se dan tres aspectos que, aunque no coetáneos con la realidad cro-
nológica, se producen para el derecho en el mismo momento y con una clara finalidad: evitar que el
patrimonio no ostente un titular, es decir, se transforme en res nullus.
El art. 2277 dice: Apertura de la sucesión. La muerte real o presunta de una persona causa la aper-
tura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas a sucederle por el testa-
mento o por la ley. Si el testamento dispone sólo parcialmente de los bienes, el resto de la herencia
se defiere por la ley. La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no
se extinguen por su fallecimiento.
1) Apertura de la sucesión
La muerte del causante es el hecho jurídico que da lugar a la transmisión: se abre así la sucesión, lo
cual no significa que se inicie el proceso judicial sucesorio. El art. 2277, del cual surge que el mo-
mento de la apertura de la sucesión coincide con la muerte, porque ésta es causa directa de la apertura,
sienta tres principios generales: (i) la muerte determina la apertura de la sucesión; (ii) el fallecimiento
produce la transmisión inmediata de los bienes de la persona fallecida a sus sucesores; y (iii) se trans-
mite la totalidad del patrimonio excepto los derechos intuito personae.
El art. 2280 establece: Desde la muerte del causante, los herederos tienen todos los derechos y ac-
ciones de aquél de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisibles por sucesión, y
continúan en la posesión de lo que el causante era poseedor…”. A su vez, el art. 2337 dispone: Si la
sucesión tiene lugar entre ascendientes, descendientes y cónyuge, el heredero queda investido de su
calidad de tal desde el día de la muerte del causante, sin ninguna formalidad o intervención de los
jueces, aunque ignore la apertura de la sucesión y su llamamiento a la herencia.
La determinación del momento de acaecimiento de la muerte es de suma importancia, puesto que la
transmisión se produce tanto ante la muerte real como presunta; para ello se deberá recurrir a la Parte
General del CCC, en la que está regulada la determinación de la muerte y su prueba, al igual que la
declaración de muerte presunta.
El art. 93 afirma que la existencia de la persona humana termina por su muerte. A los fines de precisar
el concepto de “muerte” en términos legales, deja en el ámbito médico su comprobación, recurriendo
a los parámetros legales establecidos para la ablación de órganos (art. 94).

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Si se produjo en el país, la prueba directa de la muerte surge de la partida que otorga el Registro Civil
(art. 96), pero si se produjo en el extranjero, se prueba con los instrumentos otorgados según las leyes
del lugar donde se producen, legalizados o autenticados del modo que disponen las convenciones
internacionales, y a falta de convenciones, por las disposiciones consulares de la República. Los
certificados de los asientos practicados en los registros consulares argentinos son suficientes para
probar el nacimiento de los hijos de argentinos y para acreditar la muerte de los ciudadanos argen-
tinos. (art. 97)
Si no es posible obtener prueba directa, por falta de registro o nulidad de los asientos registrados, el
art. 98 dispone que el nacimiento y la muerte pueden acreditarse por otros medios de prueba, e
incluso, si el cadáver de una persona no es hallado o no puede ser identificado, el juez puede tener
por comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, si la desaparición se
produjo en circunstancias tales que la muerte deba ser tenida como cierta.
Los arts. 85 y 86 regulan los casos extraordinarios que posibilitan presumir el fallecimiento de una
persona ausente, y luego de establecer el procedimiento a seguir para obtener la sentencia que declare
el fallecimiento presunto (art. 89) establece con relación a los bienes de la persona presuntamente
fallecida lo siguiente: Los herederos y los legatarios deben recibir los bienes del declarado fallecido,
previa formación de inventario. El dominio debe inscribirse en el registro correspondiente con la
prenotación del caso; puede hacerse la partición de los bienes, pero no enajenarlos ni gravarlos sin
autorización judicial. Si entregados los bienes se presenta el ausente o se tiene noticia cierta de su
existencia, queda sin efecto la declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de aqué-
llos a petición del interesado.
La ley 24.321 de 1996 regula las consecuencias jurídicas de la desaparición forzada de personas,
acaecida durante la trágica y nefasta época de la última y sangrienta dictadura cívico-militar en la
Argentina y, a los efectos civiles remite a la ley 14.394, que es derogada por el CCC por subsumir
sus disposiciones, por lo tanto, la remisión es al propio CCC.
Otro supuesto en el cual se presentan dificultades para precisar el momento de la muerte es el caso
de la conmoriencia. Así, cuando dos o más personas mueren en alguna circunstancia en que no es
posible precisar cuál murió antes, se presume que murieron al mismo tiempo (art. 95). Se trata de una
presunción iuris tantum.
2) Vocación sucesoria
La transmisión se produce del causante a las personas llamadas a sucederle, es decir, a los sucesores.
Este llamamiento puede ser testamentario o legal; y también universal o particular. A este llama-
miento se lo denomina “vocación sucesoria”, y, tratándose de herederos, “vocación hereditaria”.
Cabe aclarar ahora que un heredero llamado a suceder, o sea, titular de la vocación hereditaria, no
está obligado a aceptar, a transformarse en heredero y, por tanto, en suceder, o sea, a ser titular de la
herencia. Los herederos son llamados a heredar, pero no están obligados a aceptar esta herencia. Este
derecho se denomina “derecho de opción” (art. 2287). Una vez aceptada, la herencia ya no puede
renunciarse, pero si opta por la renuncia se lo tendrá como si nunca hubiese sido llamado a heredar,
aunque no impide el derecho de representación, si es que procede (art. 2301). La titularidad de la
herencia se adquiere con la aceptación.
3) Adquisición de la herencia

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La transmisión se produce por causa de la muerte (art. 2277) y en el momento de la muerte (art. 2280).
Se trata de una atribución de las titularidades patrimoniales del causante -transmisibles por muerte-
que la ley efectúa en cabeza de sus sucesores, a los fines de evitar que esos derechos y obligaciones
permanezcan sin titular. Pero, a su vez, los herederos tienen la facultad de aceptar o renunciar la
herencia, puesto no están obligados a ser herederos, por lo que esa atribución legal está sometida a
una condición, que será resolutoria si el heredero no acepta (porque es considerado como si nunca
hubiese sido llamado a la herencia, art. 2301) o suspensiva si acepta, en cuyo caso se consolida la
atribución. Y en ambos casos con efecto retroactivo al momento de la muerte.
La adquisición de la herencia requiere de la aceptación del heredero.
La adquisición de la herencia es sobre la universalidad jurídica, dando así origen a un estado de indi-
visión, y que, recién cuando se opere la partición, los herederos serán adquirentes de los bienes en
forma individual.
8. b. Efectos o consecuencias de la transmisión
La transmisión hereditaria produce una serie de efectos:
1) provoca la atribución patrimonial (art. 2280);
2) respecto a ciertos herederos, como son reconocidos de pleno derecho, sin necesidad de otra inves-
tidura, pueden ejercer las acciones transmisibles que le correspondían al causante, pero no pueden
transferir bienes registrables sin la declaración judicial de su carácter de herederos (art. 2337);
3) si hay más de un heredero, se origina el estado de indivisión.
9. Ley aplicable a la transmisión de derechos por muerte
9. a. Sistemas legislativos: de la unidad y de la pluralidad
Cuando el causante es titular de bienes en más de un territorio, se presenta el problema de cuál es la
ley aplicable a la transmisión sucesoria. Para resolverlo, existen tres sistemas:
1) Sistema de unidad sucesoria: una sola ley debe regir el derecho sucesorio, independientemente de
donde se encuentren situados los bienes. Tiene como ventajas el dar lugar a la existencia de un único
juicio sucesorio y una liquidación uniforme del caudal relicto. Se fundamenta en el principio de la
sucesión en la persona, que supone la unidad del caudal relicto; en la voluntad única del causante; en
el interés de los acreedores de la sucesión, puesto que, de lo contrario, sólo podrían cobrarse con los
bienes del lugar de sus créditos; y en la naturaleza de la herencia como unidad ideal de derechos y
obligaciones. Pérez Lasala explica que aun estando compuesto el caudal relicto por bienes inmuebles
situados en distintos países, este sistema no afecta la soberanía nacional, porque una cosa es el régi-
men de organización de la propiedad y otra es determinar quiénes tienen derecho a ella.
Éste es el sistema adoptado por Argentina, con las particularidades que se señalarán.
2) Sistema de pluralidad: se rige la transmisión sucesoria por la ley del lugar de situación de los
bienes del causante. Habrá tantos juicios sucesorios como bienes existentes en distintos países. Sus
fundamentos son: los bienes constituyen lo principal en materia sucesoria; en cuanto a la adquisición,
se debe regir por el mismo sistema de los derechos reales, es decir, por la ley territorial; el principio
de soberanía se extiende a todos los bienes situados dentro de cada país; el interés fiscal.

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3) Sistema mixto: este sistema distingue los bienes inmuebles de los muebles. Los primeros son regi-
dos por la ley de su ubicación, lex rei sitae; y a los muebles se les aplica la ley del domicilio o la de
nacionalidad del causante.
9. b. Antecedentes. Régimen del CCC
El derogado CC establecía como principio general el sistema de la unidad sucesoria, y disponía la
aplicación de la ley del último domicilio del causante, pero, al mismo tiempo, se establecían impor-
tantes excepciones a esta regla, imponiendo soluciones al sistema de pluralidad, que provocaban du-
das sobre la existencia misma de la regla, a pesar de su enunciado expreso.
El CCC incorpora disposiciones de derecho internacional privado, cuya finalidad es favorecer la coor-
dinación entre el ordenamiento jurídico argentino y el de otros Estados, simplificando y agilizando
las relaciones jurídicas internacionales. El art. 2644 establece: La sucesión por causa de muerte se
rige por el derecho del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento. Respecto de los bienes
inmuebles situados en el país, se aplica el derecho argentino.
Se adscribe entonces a un sistema mixto. Explica Francisco Ferrer que se trata de un régimen de
pluralidad limitada que somete sólo los inmuebles sucesorios a la ley de su situación, aplicando a
todos los muebles la ley personal del causante, determinada en nuestro caso por su último domicilio.
Es decir, este sistema consagra un régimen mixto o dual: rige la pluralidad de sucesiones para los
inmuebles, pues quedan sujetos a la ley argentina si están situados en nuestro país, aun cuando el
causante haya tenido su último domicilio en el extranjero; y la unidad para los bienes muebles, sean
móviles o inmóviles, los cuales quedan sometidos a la ley personal domiciliaria del causante, aunque
los muebles se encuentren localizados en extraña jurisdicción.
10. La competencia judicial en el proceso sucesorio
El art. 2336 establece: La competencia para entender en el juicio sucesorio corresponde al juez del
lugar del último domicilio del causante, sin perjuicio de lo dispuesto en la Sección 9ª, Capítulo 3,
Título IV del Libro Sexto (disposiciones de derecho internacional privado referidas a las sucesiones).
El mismo juez conoce de las acciones de petición de herencia, nulidad de testamento, de los demás
litigios que tienen lugar con motivo de la administración y liquidación de la herencia, de la ejecución
de las disposiciones testamentarias, del mantenimiento de la indivisión, de las operaciones de parti-
ción, de la garantía de los lotes entre los copartícipes y de la reforma y nulidad de la partición. Si el
causante deja sólo un heredero, las acciones personales de los acreedores del causante pueden diri-
girse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que corresponde al domi-
cilio del heredero único.
10. a. Principio general
Se sienta el principio general respecto a qué juez es competente para entender en el juicio sucesorio:
el del lugar del último domicilio del causante.
El art. 73 establece: La persona humana tiene domicilio real en el lugar de su residencia habitual. Si
ejerce actividad profesional o económica lo tiene en el lugar donde la desempeña para el cumpli-
miento de las obligaciones emergentes de dicha actividad.
Normalmente, en la partida de defunción se asienta el domicilio real del causante, pero puede desvir-
tuarse por todo medio de prueba, pesando dicha carga por quien pretenda impugnarla.

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Para los casos que involucren a extranjeros, se aplica el art. 2643, que establece: Son competentes
para entender en la sucesión por causa de muerte, los jueces del último domicilio del causante o los
del lugar de situación de los bienes inmuebles en el país respecto de éstos.
Con respecto a los bienes muebles, es competente el juez del último domicilio del causante, en todos
los casos.
La competencia corresponde a los tribunales ordinarios del fuero civil y comercial de la Capital Fe-
deral y de cada una de las provincias. Está excluida la intervención de los jueces federales en toda la
República.
Es posible la acumulación de procesos sucesorios de distintos causantes, por razones de conexidad o
de economía procesal, teniendo en cuenta la identidad de herederos y/o del acervo hereditario.
10. b. Heredero único
El art. 2336 dice: Si el causante deja solo un heredero, las acciones personales de los acreedores del
causante pueden dirigirse, a su opción, ante el juez del último domicilio del causante o ante el que
corresponde al domicilio del heredero único.
10. c. Fuero de atracción
El art. 2336, párr. 2º, determina: El mismo juez conoce de las acciones de petición de herencia, nuli-
dad de testamento, de los demás litigios que tienen lugar con motivo de la administración y liquida-
ción de la herencia, de la ejecución de las disposiciones testamentarias, del mantenimiento de la
indivisión, de las operaciones de partición, de la garantía de los lotes entre los copartícipes y de la
reforma y nulidad de la partición.
Ello está en consonancia con el art. 2335: El proceso sucesorio tiene por objeto identificar a los
sucesores, determinar el contenido de la herencia, cobrar los créditos, pagar las deudas, legados y
cargas, rendir cuentas y entregar los bienes.
Es decir, la apertura del proceso sucesorio provoca que una serie de litigios deban ser resueltos por el
mismo juez, el de la sucesión.
El fuero de atracción es una cualidad inherente a todos los procesos universales, es decir aquellos que
versan sobre la totalidad del patrimonio, con miras a su liquidación y distribución. En virtud de tal
atracción, el juez interviniente en el proceso sucesorio tiene también competencia con respecto a
aquellas cuestiones litigiosas, planteadas o a plantearse, en las que se afecte o pueda afectarse el
caudal común. Su fundamente radica en la conveniencia y necesidad de economía procesal para una
administración de justicia más rápida, eficaz y segura.
El fuero de atracción atañe al orden público, pues regla excepcionalmente la competencia en razón
de materia.
El fuero de atracción comienza desde el inicio del proceso sucesorio. Se mantiene durante el estado
de indivisión y se extingue con la partición y su correspondiente inscripción en los Registros respec-
tivos.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 2 – Vocación sucesoria


1. “Capacidad para suceder” y vocación sucesoria
En el CCC se reconoce la capacidad de derecho a todas las personas y se organiza un sistema de
reconocimiento de ejercicio de derechos basado en ciertas restricciones derivadas de diversas situa-
ciones fáctico-jurídicas, siempre desde una óptica de derechos humanos, en la cual la regla es la
capacidad incluso de ejercicio, pero con apoyos o acompañamientos en aquellos casos que lo requie-
ren y, eventualmente y de manera excepcional, otorgando representación. Ello incide en el derecho
de opción.
Para ser sujeto pasivo de la transmisión hereditaria se requiere existir al momento de la muerte del
causante (como regla) y, además, ser titular de vocación sucesoria y que dicha vocación sucesoria no
esté contrariada.
2. Personas que pueden suceder
Ante la muerte del causante, la transmisión opera de manera instantánea, aunque el heredero ignorase
la apertura de la sucesión y su llamamiento a la herencia (art. 2337).
La ley no sólo reconoce el derecho de suceder tanto a las personas humanas, sino también a las per-
sonas jurídicas, ya que estas últimas pueden suceder por disposición de última voluntad.
En principio, se debe existir al momento de la muerte del causante (art. 2279). Las excepciones a esta
regla se relacionan con dos supuestos:
1) los nacidos con posterioridad a la muerte (concebidos en forma natural o mediante técnicas de
reproducción humana asistida), pero que nacieren con vida;
2) las fundaciones que se crean por voluntad del causante, expresada en el testamento.
Las personas por nacer pueden ser sucesores, a pesar de no haber nacido aún. Si la persona a la cual
se le reconoce vocación hereditaria fallece, su representante legal podrá ejercer todos los derechos
correspondientes a su calidad de heredero, pero con una condición: que nazca con vida. La muerte
antes del nacimiento opera como causal de extinción retroactiva de todos los derechos, es decir, opera
como condición resolutoria.
La utilización de técnicas de reproducción humana asistida es recogida en el art. 2279 al igual que en
el CCC, al establecer un tercer tipo filial, generando también la posibilidad de ser sucesores, pues la
cuestión se relaciona de forma directa con el reconocimiento jurídica al comienzo de la existencia de
la persona humana y la condición jurídica del embrión aún no implantado.
Las personas jurídicas también deben existir al momento de la muerte, pero se contempla la excepción
respecto de las fundaciones que el causante, a través de un testamento, ordena crear.
3. Vocación sucesoria
3. a. Concepto, fuentes y especies
La vocación sucesoria es el llamamiento de un sucesor a una sucesión determinada.
Antes de la apertura, este llamado o título a la sucesión constituye una posibilidad que cobra eficacia
jurídica solamente tras la muerte del causante.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Las fuentes de la vocación sucesoria son dos: 1) legítima; o 2) testamentaria. Dentro de la primera, el
llamamiento puede ser imperativo o supletorio, con un sistema de exclusiones. Pueden coexistir lla-
mamientos legales y testamentarios.
La vocación sucesoria puede ser actual o eventual y se puede analizar esta distinción desde dos puntos
de vista: 1) el orden de prelación en el llamamiento hereditario y 2) la extensión del llamamiento y el
derecho de acrecer.
El llamamiento hereditario está organizado en una sucesión de órdenes. Se establece un grado de
prelación en el llamamiento: 1) primer orden (descendientes); 2) segundo orden (ascendientes); y en
ambos casos concurre el cónyuge, con particularidades; 3) tercer orden (parientes colaterales hasta el
cuarto grado). Cada orden excluye al siguiente. Asimismo, dentro de cada orden, el pariente más
cercano en grado excluye al más remoto, salvo que se ejerza el derecho de representación. El llama-
miento es simultáneo a todos los sucesibles, a todos los órdenes, y desde la muerte del causante, pero
tienen vocación actual los sucesibles en primer grado y vocación eventual aquellos de órdenes ulte-
riores.
En cuanto a la extensión de la vocación, la vocación actual tiene lugar cuando a una persona física o
jurídica se le atribuye la universalidad de los bienes. La vocación eventual corresponde a las posibi-
lidades de ejercicio del derecho de acrecer en función de la universalidad del título, que permite,
eventualmente, absorber toda la herencia. Cuando la herencia es deferida a dos o más personas, cada
una tiene vocación actual a la porción que surge de la concurrencia, pero, a su vez, posee una vocación
eventual a la totalidad de la herencia en caso de que otras personas llamadas no quieran o no puedan
aceptar.
La vocación sucesoria no es suficiente, es necesario que sea eficaz. Entonces, para ser sucesor: a)
quien es llamado a suceder debe existir al momento de la muerte; b) el llamamiento debe subsistir
cuando la sucesión se abre; y c) la vocación sucesoria no debe estar contrariada, ya sea por decisión
del sucesor, por sentencia judicial o por disposición legal.
3. b. Causas de exclusión
La vocación sucesoria puede aparecer contrariada:
1) Por voluntad del sucesible: si, en ejercicio del derecho de opción, el llamado a suceder renuncia a
la herencia, esta renuncia contraría la vocación sucesoria y provoca la exclusión total del llamado, y,
en consecuencia, la sucesión se defiere como si el renunciante no hubiere existido (art. 2301).
2) Por sentencia judicial: ésta debe ser producida por haber incurrido el heredero en causales de
indignidad (art. 2281). Tal indignidad afecta la vocación hereditaria en la sucesión donde se lo declare
indigno, y no en otras sucesiones.
3) Por disposición legal: la ley “fulmina”, en algunos casos la vocación sucesoria reconocida a los
cónyuges o excónyuges, en los supuestos de divorcio, separación de hecho sin voluntad de unirse y
cese de la convivencia.
3. c. Causas limitativas
Son supuestos en los cuales la vocación hereditaria resulta contrariada en forma parcial. Se relacionan
con la vocación sucesoria testamentaria, fundados en asegurar que la voluntad del testador sea libre
de todo tipo de influencias.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es el caso de los tutores y curadores, que no pueden recibir por testamento de sus pupilos si éstos
mueren durante la tutela o curatela, o bien, si ésta cesó, hasta que las cuentas definitivas de la admi-
nistración resulten aprobadas; el escribano y los testigos ante quienes se hayan otorgado el testamento
por el acto en el cual han intervenido; los ministros de cualquier culto y los líderes o conductores
espirituales que hayan asistido al causante en su última enfermedad (art. 2482).
El art. 2483 establece los efectos que acarrea la infracción a estas disposiciones: Las disposiciones
testamentarias a favor de personas que no pueden suceder por testamento son de ningún valor, aun
cuando se hagan a nombre de personas interpuestas. Se reputan tales, sin admitir prueba en contra-
rio, los ascendientes, los descendientes, y el cónyuge o conviviente de la persona impedida de suce-
der. El fraude a la ley puede ser probado por cualquier medio. Los inhábiles para suceder por testa-
mento que se encuentran en posesión de los bienes dejados por el testador son considerados de mala
fe.
4. Indignidad
4. a. Indignidad y desheredación en el Código Civil derogado
El CC derogado regulaba los dos institutos en forma separada: la indignidad y la desheredación, con
causas, acciones y efectos diferentes. Si bien ambas implicaban sanciones, tenían algunos puntos de
contacto y también otros aspectos que los diferenciaban.
El CCC optó por derogar la desheredación, en virtud de su escasísima aplicación práctica. A su vez,
regula en forma más amplia la indignidad, incluyendo entre sus causas aquellas conductas que posi-
bilitaban imponer la desheredación y, además, efectúa una remisión a las causas que permiten revocar
las donaciones.
4. b. Indignidad en el Código Civil y Comercial. Concepto
Se define a la indignidad como la sanción operada por medio de sentencia judicial y a petición de los
legitimados activamente, en virtud de la cual se produce la caducidad de la vocación sucesoria y hace
que el declarado indigno sea excluido de la sucesión.
La indignidad contraría la vocación sucesoria e impide el mantenimiento de la herencia a la cual el
heredero había sido llamado por ley o por testamento.
Puede ser decretada tanto respecto de un heredero como de un legatario. El art. 2283 dice: La acción
puede ser dirigida contra los sucesores a título gratuito del indigno y contra sus sucesores particu-
lares a título oneroso de mala fe. Se considera de mala fe a quien conoce la existencia de la causa
de indignidad.
No se trata de un supuesto de incapacidad. El posible indigno recibe la herencia y puede mantenerla
mientras nadie demande su declaración de indignidad y no se dicte sentencia, y aun en caso de que
se promueva una demanda, si ha mediado perdón o posesión de la herencia por más de tres años, la
misma queda purgada. Si por sentencia judicial se declara la indignidad, el heredero pierde la voca-
ción hereditaria, pero sólo respecto al llamamiento a esa herencia en particular y no de otras.
La exclusión del indigno sólo puede ser demandada después de abierta la sucesión a instancia de
quien pretende los derechos atribuidos al indigno. También, puede oponerla como excepción el de-
mandado por reducción, colación, o petición de herencia (art. 2283).
4. c. Fundamentos

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La indignidad no se funda en una razón de orden público, sino en una interpretación de la presunta
voluntad del causante como contracara de la presunción de la relación afectiva que sostiene el reco-
nocimiento de vocación sucesoria.
La indignidad no es una incapacidad. La incapacidad no depende de la voluntad del afectado, no
constituye una sanción jurídica, es irrenunciable, definitiva e irremediable y sólo se da en el marco
de una sucesión testamentaria.
La indignidad es una sanción civil que tiene como basamento un reproche objetivamente formulado
por el ordenamiento jurídico hacia determinadas conductas vinculadas al causante y sus familiares.
La indignidad conlleva la ineficacia de la vocación hereditaria.
4. d. Causales de indignidad
El art. 2281 establece en nueve incisos las causas por las cuales se puede declarar indigna a una
persona. Al ser una sanción, no cabe una interpretación analógica que permita extender la indignidad
más allá de los supuestos taxativamente enumerados en la ley.
Las causas incluidas por el legislador no siempre implican hechos positivos realizados por el indigno,
sino que a veces consisten en omisiones o abstenciones.
a) Delito doloso contra la persona y derechos del causante y sus familiares
El art. 2281 dispone: Son indignos de suceder: a) los autores, cómplices o partícipes de delito doloso
contra la persona, el honor, la integridad sexual, la libertad o la propiedad del causante, o de sus
descendientes, ascendientes, cónyuge, conviviente o hermanos. Esta causa de indignidad no se cubre
por la extinción de la acción penal ni de la pena.
Los delitos culposos, preterintencionales o los supuestos de inimputabilidad o la hipótesis del error
en la persona no provocan la indignidad.
La culpabilidad existe sin importar si medió indulto o amnistía, ya que estos institutos borran la pena,
pero no el delito.
La ofensa no es dispensable -ni por voluntad del ofendido ni por el paso del tiempo-. El legislador
procura salvaguardar el ambiente sustancial de la ética común, no atendiendo únicamente a la volun-
tad presunta del causante, toda vez que manifestada expresa o tácitamente, vence la presumida por la
ley.
b) Maltrato grave al causante. Ofensa grave a su memoria
Parte de la doctrina se pregunta: ¿Qué será maltratar gravemente? ¿Incluye el “destrato”? Será cues-
tión de interpretación judicial.
c) Acusación o denuncia contra el causante por delito grave
Esta causal procede, salvo que la víctima del delito sea el acusador, su cónyuge o conviviente, su
descendiente, ascendiente o hermano, o haya obrado en cumplimiento de un deber legal; cuando se
hace en virtud de un deber legal, no se configura la causal. La testificación no puede asimilarse a la
denuncia porque no es voluntaria. Basta la denuncia formal ante autoridad competente y que origine
la iniciación del proceso penal, aunque careciera de fundamento, fuera improcedente o se desestimara.
Es indiferente el resultado, sea que al imputado se lo condene, absuelva o se dicte la falta de mérito
o medie sobreseimiento.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es necesario que el denunciante conzca el vínculo de parentesco que lo unía con el causante.
d) Omisión de denuncia de la muerte dolosa del causante
El inc. d) sanciona con indignidad a los que omiten la denuncia de la muerte dolosa del causante,
dentro de un mes de ocurrida, excepto que antes de ese término la justicia proceda en razón de otra
denuncia o de oficio. Esta causa de indignidad no alcanza a las personas incapaces ni con capacidad
restringida, ni a los descendientes, ascendientes, cónyuge y hermanos del homicida o su cómplice.
El fundamento, desde el punto de vista moral, es que quien va a beneficiarse con la herencia debe
procurar el castigo de quien ocasionó la muerte del causante y, para ello, debe denunciar el hecho,
para que se investigue, a fin de que no quede impune.
e) Falta de suministro de alimentos o abandono del causante con capacidad restringida
Comprende todos los supuestos en que, debido a su discapacidad o disminución de sus capacidades
físicas o mentales, la persona no puede valerse por sí misma, y su cónyuge o pariente de grado suce-
sible no le prestan la debida asistencia, por sí o por intermedio de un establecimiento adecuado.
f) Falta de reconocimiento durante la minoría de edad de hijo extramatrimonial
La norma es clara y contundente, sin que quepan disquisiciones al respecto: la falta de reconocimiento
voluntario implica causal de indignidad.
El reconocimiento forzado judicialmente (aun cuando la misma surja en virtud de acreditarse la po-
sesión de estado) o el que se formule ya siendo mayor de edad el hijo, no impiden la sanción.
g) Privación de la responsabilidad parental
Las causales de privación de la responsabilidad surgen del art. 700: Cualquiera de los progenitores
queda privado de la responsabilidad parental por: a. ser condenado como autor, coautor, instigador
o cómplice de un delito doloso contra la persona o los bienes del hijo de que se trata; b. abandono
del hijo, dejándolo en un total estado de desprotección, aun cuando quede bajo el cuidado del otro
progenitor o la guarda de un tercero; c. poner en peligro la seguridad, la salud física o psíquica del
hijo; d. haberse declarado el estado de adoptabilidad del hijo. En los supuestos previstos en los
incisos a), b) y c) la privación tiene efectos a partir de la sentencia que declare la privación; en el
caso previsto en el inciso d) desde que se declaró el estado de adoptabilidad del hijo.
La procedencia de esta causal requiere de una sentencia de privación de responsabilidad parental y
que no haya sido rehabilitada (art. 701).
h) Obstaculizar la libre expresión de la voluntad testamentaria
Su fundamento radica en la protección a la manifestación libre y espontánea de la última voluntad del
causante, pues se refiere a conductas que atentan contra ella, sean realizadas con violencia directa o
no.
i) Los que incurran en causales de ingratitud que permitan revocar las donaciones
Estas causales están establecidas en el art. 1571: a) si el donatario atenta contra la vida o la persona
del donante, su cónyuge, sus ascendientes o descendientes; b) si injuria gravemente a las mismas
personas o las afecta en su honor; c) si las priva injustamente de bienes que integran su patrimonio;
o d) si rehúsa alimentos al donante. Este inciso evidencia la subsunción de la desheredación en la
indignidad.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Debe ser instada una vez abierta la sucesión y por quienes pretenden los derechos atribuidos al in-
digno.
4. d. Momento en que deben configurarse los hechos
En principio, los hechos configurativos de las causales de indignidad deben existir al tiempo de la
muerte del causante, aunque algunos hechos pueden producirse con posterioridad a la muerte, por
ejemplo, la sustracción del testamento, o sólo luego de la muerte, como la falta de denuncia de la
muerte violenta del causante.
5. Acción de indignidad
La exclusión del heredero sólo puede lograrse a través de la acción de indignidad, ya que la indignidad
no opera de pleno derecho y requiere un pronunciamiento dictado por el juez civil de la sucesión del
último domicilio del difunto.
El art. 2283 dice: La exclusión del indigno sólo puede ser demandada después de abierta la sucesión,
a instancia de quien pretende los derechos atribuidos al indigno. También puede oponerla como
excepción el demandado por reducción, colación o petición de herencia. La acción puede ser dirigida
contra los sucesores a título gratuito del indigno y contra sus sucesores particulares a título oneroso
de mala fe. Se considera de mala fe a quien conoce la existencia de la causa de indignidad.
Mientras no sea declarada la indignidad, el posible indigno ostenta la calidad de heredero y, como
tal, puede realizar válidamente actos de disposición sobre los bienes hereditarios. El acto de la acción
puede reclamar la adopción de medidas cautelares tendientes a impedir la realización de actos que
puedan menguar los bienes de la herencia.
La sentencia que hace lugar a la declaración de indignidad provoca la exclusión del demandado de la
sucesión del causante. El accionante acrece su porción hereditaria si concurre con el indigno, o recibe
la totalidad de la herencia si lo desplaza. En consecuencia, deberá modificarse la declaratoria de he-
rederos, o bien dejarse sin efecto la aprobación del testamento.
5. a. Legitimación activa y pasiva
5. a. 1. Legitimación activa
El art. 2283 reconoce legitimación activa a quien pretende los derechos atribuidos al indigno, am-
pliando el espectro de legitimados activos en comparación con el régimen derogado, lo cual aumenta
las posibilidades de plantear la acción y controlar aquellas actitudes reprochables cuya sanción con-
siste justamente en la desheredación del indigno.
La legitimación activa también funciona a modo de excepción, y se la reconoce a quien sea deman-
dado por reducción, colación o petición de herencia, para contraria la vocación hereditaria de quien
ejerce tales acciones.
5. a. 2. Legitimación pasiva
El art. 2283 dice: La acción puede ser dirigida contra los sucesores a título gratuito del indigno y
contra sus sucesores particulares a título oneroso de mala fe. Se considera de mala fe a quien conoce
la existencia de la causa de indignidad.
La característica de pena civil impide que el instituto sea aplicado a una persona jurídica, pero cabe
declarar la indignidad de la persona jurídica si se demuestra que ella no es más que una pantalla que

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

cubre a los verdaderos herederos, quienes han incurrido en la causal de indignidad y se valieron de la
apariencia de la persona jurídica.
5. b. Prueba
No hay limitación alguna en materia de prueba, por lo que cualquier medio puede resultar idóneo
para acreditar la existencia de la causal invocada.
5. c. Efectos de la indignidad
5. c. 1. Respecto del indigno
El art. 2285 establece: Admitida judicialmente la exclusión, el indigno debe restituir los bienes reci-
bidos, aplicándose lo dispuesto para el poseedor de mala fe. Debe también pagar los intereses de las
sumas de dinero recibido, aunque no los haya percibido. Los derechos y obligaciones entre el indigno
y el causante renacen, así como las garantías que los aseguraban.
Respecto de las mejoras de los bienes recibidos, aquellas de mero mantenimiento no son indemniza-
bles, incluso tampoco las necesarias originadas por su culpa. Sólo podrá reclamar el pago de las me-
joras útiles, pero hasta el mayor valor adquirido por la cosa mediante tales mejoras. Si el indigno
enajenó bienes hereditarios está obligado a indemnizar al heredero que lo sustituye por los daños y
los perjuicios que le ocasionó.
La doctrina tiene pareceres encontrados en cuanto a la divisibilidad o indivisibilidad de los efectos de
la sentencia de indignidad, cuando la misma es intentada por uno de los herederos y no por todos,
planteándose el interrogante acerca de si dicha sentencia aprovecha a todos los herederos, o sólo a
quien incoó la acción. Maffía entiende que el fraccionamiento llevaría a que el heredero fuera digno
para algunos e indigno en relación a otros.
5. c. 2. Respecto de los descendientes del declarado indigno
Los hijos del indigno vienen a la sucesión por derecho de representación (art. 2429), ocupando el
lugar del indigno. Se trata de una representación sui generis, pues puede tener lugar en vida del re-
presentado.
5. c. 3. Respecto de terceros
Aquellos derechos que los terceros hubieran recibido del indigno son válidos, aun las donaciones.
Entonces, para quienes hubieran contratado con el indigno, la declaración de indignidad no tiene
efectos retroactivos ni reipersecutorios. El indigno es responsable frente al que ocupe su lugar por los
daños y perjuicios ocasionados, desde el momento en que se ha demandado la declaración de la in-
dignidad, con independencia del valor que se haya obtenido.
Los deudores de la sucesión que hubieran pagado al indigno quedan liberados de su obligación; si
fuesen notificados de la existencia de la acción de indignidad, sólo los libera el pago por consignación
judicial.
5. d. Perdón de la indignidad
El art. 2282 dispone que el perdón del causante hace cesar la indignidad. El testamento en que se
beneficia al indigno, posterior a los hechos de la indignidad, comporta el perdón, excepto que se
pruebe el desconocimiento de tales hechos por el testador.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es natural que el ofendido sea dueño de perdonar, ya que nadie puede ser mejor juez que el propio
ofendido.
Su fundamento se halla en el respeto a la voluntad del causante, puesto que no estamos ante una
sanción impuesta para resguardar el orden social, sino ante una sanción civil que tiene en mira la
protección de intereses privados.
El perdón debe ser instrumentado necesariamente, en un testamento de fecha posterior a los hechos
configurativos de las causales de indignidad, de manera expresa o tácita, y dicho testamento debe ser
válido, pues el perdón no opera cuando aquél fuera nulo, salvo que la nulidad fuera por motivos
formales, según lo entiende Borda.
5. e. Caducidad de la acción de indignidad
El art. 2284 dispone: Caduca el derecho de excluir al heredero indigno por el transcurso de tres años
desde la apertura de la sucesión y al legatario indigno por igual plazo desde la entrega del legado.
Sin embargo, el demandado por el indigno por reducción, colación o petición de herencia puede
invocar la indignidad en todo tiempo.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 3 – Aceptación y herencia


1. Introducción
La muerte, la apertura y la transmisión de la herencia se causan en el mismo instante. Es desde este
momento que nace para el titular de la vocación hereditaria la facultad de aceptar o renunciar la he-
rencia. Según el art. 2286: Tiempo de la aceptación y la renuncia. Las herencias futuras no pueden
ser aceptadas ni renunciadas.
2. Derecho de opción del llamado a la herencia: libertad de aceptar o renunciar
Puede ocurrir que quien es llamado a la herencia: a) acepte; b) renuncie; o c) no se pronuncie. Mien-
tras no se pronuncie, conserva el derecho de opción entre aceptar o renunciar. El plazo para ejercer
tal opción es de diez años (art. 2288), el cual se trata de un plazo de caducidad, es decir que quien no
haya aceptado en ese plazo, es tenido por renunciante. El plazo para las personas llamadas a suceder
en defecto de un heredero preferente que acepta la herencia y luego es excluido de ésta, corre a partir
de la exclusión.
Transcurrido el plazo, caduca el derecho a aceptar la herencia y se tiene al heredero como renunciante.
Esta solución es unívoca y es independiente de la aceptación que hayan efectuado o el silencio que
hayan guardado otros coherederos.
2. a. Facultad de los terceros interesados
El art. 2289 otorga a cualquier interesado la posibilidad de solicitar judicialmente que el heredero sea
intimado a aceptar o renunciar la herencia. El plazo para responder a tal intimación no puede ser
menor a un mes ni mayor a tres meses. Deben dejar transcurrir, antes de efectuar la intimación, nueve
días desde la muerte del causante.
Los terceros interesados a los que se refiere la norma son los coherederos, los legatarios y los acree-
dores, tanto del causante como del propio heredero presuntivo.
El mismo artículo prevé que: Transcurrido el plazo sin haber respondido la intimación se lo tiene
por aceptante.
El derecho de opción también puede hacerse valer por vía subrogatoria, según lo estipula el art. 2292:
Acción de los acreedores del heredero. Si el heredero renuncia a la herencia en perjuicio de sus
acreedores, éstos pueden hacerse autorizar judicialmente para aceptarla en su nombre. En tal caso,
la aceptación sólo tiene lugar a favor de los acreedores que la formulan y hasta la concurrencia del
monto de sus créditos.
2. b. Transmisión del derecho de opción
El art. 2290 dice: Transmisión del derecho de opción. Si el heredero fallece sin haber aceptado ni
renunciado la herencia, el derecho de hacerlo se transmite a sus herederos. Si éstos no se ponen de
acuerdo en aceptar o renunciar la herencia deferida a su causante, los que la aceptan adquieren la
totalidad de los derechos y obligaciones que corresponden a éste. La renuncia de la herencia del
causante fallecido sin aceptar ni renunciar una herencia a él deferida, implica también la renuncia
a ésta.
2. c. Aceptación de la herencia. Concepto
La aceptación es el acto por cual el titular de la vocación hereditaria exterioriza su voluntad de ad-
quirir la herencia. Tal aceptación puede ser expresa: cuando el llamado declara positivamente esa
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

voluntad o asume directa o inequívocamente el carácter de heredero del causante. Puede ser tácita:
cuando el llamado realiza actos o ejecuta hechos a título de heredero. Ambas formas son voluntarias
y están contempladas en el art. 2293. Hay una tercera forma regulada en el art. 2295 que, a diferencia
de las dos anteriores, es forzosa y se impone como sanción al heredero que hubiere ocultado o sus-
traído bienes pertenecientes a la sucesión.
2. c. 1. Caracteres de la aceptación
- Es un acto jurídico unilateral, porque se perfecciona y produce sus efectos propios con la sola
declaración de voluntad del titular de la vocación, o bien con la ejecución de actos que implican
aceptación tácita, sin requerir consentimiento por parte de coherederos o terceros.
- Es indivisible, puesto que no puede hacerse sólo por una parte de la herencia, y si se efectúa por una
parte equivale a una aceptación íntegra.
- Es irrevocable.
- No admite modalidades, por lo que es un acto puro y simple. La aceptación sujeta a modalidades se
tiene por no hecha (art. 2287).
- Opera consolidando el llamamiento del titular de la vocación con carácter retroactivo al momento
de la apertura de la sucesión.
2. c. 2. Capacidad
Quienes tienen la libre administración de sus bienes pueden aceptar la herencia. La aceptación es un
acto de disposición, por lo que la capacidad requerida por la ley es aquella necesaria para disponer.
Se requieren personas capaces de obrar.
Para que la aceptación efectuada por personas incapaces o con capacidad restringida sea válida, ellos
deben actuar a través de sus representantes y/o asistentes. Las personas incapaces de ejercicio (art.
24) son: personas por nacer, menores de edad no emancipados, los incapaces, quienes pueden aceptar
la herencia a través de sus representantes legales. También los inhabilitados (art. 48) y las personas
con capacidad restringida (art. 32) a través de sus asistentes (art. 102). Puede en su nombre aceptar la
herencia el Ministerio Público (art. 103).
El art. 2297 dice: La aceptación de la herencia por el representante legal de una persona incapaz
nunca puede obligar a éste al pago de las deudas de la sucesión más allá del valor de los bienes que
le sean atribuidos. Igual regla se aplica a la aceptación de la herencia por una persona con capaci-
dad restringida, aunque haya actuado con asistencia, o por su representante legal o convencional.
2. c. 3. Mandato
El CC admitía la aceptación por mandato constituido por escrito o verbalmente. El CCC no contiene
disposición al respecto, ya que aquél no tenía en la práctica aplicación alguna.
2. c. 4. Formas de la aceptación: expresa, tácita y forzosa
Es aceptación expresa, según el art. 2293, cuando el heredero toma la calidad de tal en un acto
otorgado por instrumento público o privado. El caso más frecuente es el del heredero que da inicio
al proceso sucesorio solicitando al juez que se dicte declaratoria de herederos a su favor o se apruebe
el testamento que lo instituye como tal.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Hay aceptación tácita, si (el heredero) otorga un acto que supone necesariamente su intención de
aceptar y que no puede haber realizado sino en su carácter de heredero.
A) Actos que importan aceptación (art. 2294)
a) La iniciación del juicio sucesorio del causante o la presentación en un juicio en el cual se pretende
la calidad de heredero o derechos derivados de tal calidad.
b) La disposición a título oneroso o gratuito de un bien o el ejercicio de actos posesorios sobre él.
c) La ocupación o habitación de inmuebles de los que el causante era dueño o condómino después de
transcurrido un año del deceso.
d) El hecho de no oponer la falta de aceptación de la herencia en caso de haber sido demandado en
calidad de heredero.
e) La cesión de los derechos hereditarios, sea a título oneroso o gratuito.
f) La renuncia de la herencia en favor de alguno o algunos de sus herederos, aunque sea gratuita.
g) La renuncia de la herencia por un precio, aunque sea en favor de todos sus coherederos.
B) Actos que no importan aceptación (art. 2296)
a) Los actos puramente conservatorios, de supervisión o de administración provisional, así como los
que resultan necesarios por circunstancias excepcionales y son ejecutados en interés de la sucesión.
En general, estos actos tienen carácter de urgencia, por eso puede realizarlos cualquier persona asu-
miendo la postura del gestor de negocios ajenos.
El mismo artículo agrega varios otros supuestos que no implican, por sí solos, aceptación: a) El pago
de los gastos funerarios y de la última enfermedad, los impuestos adeudados por el difundo, los
alquileres y otras deudas cuyo pago es urgente (inciso b); b) el reparto de ropas, documentos perso-
nales, condecoraciones y diplomas del difunto, o recuerdos de familia, hecho con el acuerdo de todos
los herederos; c) el cobro de las rentas de los bienes de la herencia, si se emplean en los pagos a que
se refiere el inciso b) o se depositan en poder de un escribano; d) la venta de bienes perecederos
efectuada antes de la desingación del administrador, si se da al precio el destino dispuesto en el
inciso d) de este artículo; en caso de no poderse hallar comprador en tiempo útil, su donación a
entidades de asistencia social o su reparto entre todos los herederos; e) la venta de bienes cuya
conservación es dispendiosa o son susceptibles de desvalorizarse rápidamente, si se da al precio el
destino dispuestos en el inciso d).
2. c. 5. Aceptación forzada
El art. 2295 estipula que quien oculta o sustrae bienes de la herencia es considerado aceptante con
responsabilidad ilimitada.
Se trata de una sanción para quien ha procedido dolosamente. Quien así ha actuado, pierde el derecho
de renunciar y no tiene parte alguna en aquello que ha sido objeto de su ocultamiento o sustracción.
En el supuesto de que el heredero no pueda restituir la cosa, debe restituir su valor, estimado al mo-
mento de la restitución.
2. d. Responsabilidad del heredero limitada e ilimitada versus tipos de aceptación: con beneficio
de inventario y pura y simple

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La responsabilidad del heredero al aceptar la herencia es limitada salvo determinadas excepciones.


En el CCC desaparece el beneficio de inventario. En su lugar, se propone el principio de que la res-
ponsabilidad del heredero por las deudas y legados está limitada a la concurrencia del valor de los
bienes recibidos, mientras que la responsabilidad ilimitada con los propios bienes del sucesor sólo
tiene lugar cuando oculta o sustrae bienes de la herencia (art. 2295), cuando intimado judicialmente
por los acreedores o legatarios a realizar el inventario no lo efectúa en el plazo de tres meses, cuando
oculta fraudulentamente los bienes de la sucesión, cuando exagera dolosamente el pasivo de la suce-
sión y cuando enajena bienes de la herencia -salvo que el acto sea conveniente y el pasivo ingrese en
la masa- (art. 2321).
3. Nulidad de la aceptación
La aceptación de la herencia está sujeta, como todo acto jurídico, a los principios generales en cuanto
a su validez (art. 259). Sólo la aceptación expresa constituye un acto jurídico que, como tal, tiene por
fin inmediato la adición por exteriorización expresa del llamado.
La aceptación debe ser realizada con discernimiento, intención y libertad, requisitos imprescindibles
de los actos voluntarios. La aceptación tácita se infiere de la realización de actos de administración o
disposición relativos a los bienes que componen la herencia. Así, si el acto de administración o dis-
posición mediante el cual la ley interpreta la voluntad de ser heredero, tiene vicios formales, la nulidad
de la aceptación devendrá de la ineficacia de dicho acto.
En virtud de los principios generales sobre nulidades de los actos jurídicos, las causas de nulidad de
la aceptación son:
1) No observancia de las formas.
2) No cumplimiento de las condiciones prescriptas para suplir la incapacidad o la capacidad restrin-
gida del heredero que acepta.
3) Vicios del consentimiento: dolo, violencia y error.
La aceptación verbal es nula. También es nula o anulable la aceptación tácita si es nulo o anulable
por vicios formales el acto del cual se infiere la aceptación.
Los actos jurídicos otorgados por incapaces o por personas con capacidad restringida para este tipo
de actos son nulos. Se trata de nulidades relativas y, como tales, de actos susceptibles de ser confir-
mados (art. 388).
El actual CCC no dedica artículos específicos dentro de la aceptación de la herencia a supuestos de
nulidad, ya que para su regulación resultan suficientes los principios generales en materia de vicios
de actos voluntarios.
3. a. Legitimación activa
Los legitimados activos para solicitar la nulidad de la aceptación son: el aceptante y sus acreedores,
estos últimos por vía de la acción subrogatoria.
También podrían invocarla los sucesores universales del aceptante. La doctrina es conteste en no
otorgar ese derecho a los cesionarios de la herencia.
3. b. Efectos que provoca la nulidad de la aceptación de la herencia

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La consecuencia es volver las cosas al estado en que se encontraban antes que ella hubiera tenido
lugar (art. 390). Por ello, renace para el titular de la vocación el derecho de opción, es decir, la libertad
de aceptar o renunciar, y los terceros podrán intimarlo para que se pronuncie. Hay acuerdo en doctrina
en que la nulidad de la aceptación no equivale a una renuncia.
Si los actos de disposición y administración que haya efectuado quien fue llamado a suceder son actos
que implican por sí mismos actos de aceptación tácita posteriores al que provocó la aceptación cuya
nulidad se impugna, provocarán la confirmación del acto anulado, con lo cual aquél surtirá sus efectos
propios. Si la ineficacia se funda en la nulidad del acto de disposición o administración propia dicho
respecto de los coherederos, las partes deberán restituirse mutuamente lo que han recibido o percibido
en virtud o por consecuencia del acto anulado; y respecto de terceros se aplica el art. 392.
4. Revocación de la aceptación
Este supuesto no está regulado en el actual CCC.
5. Renuncia de la herencia
En el derecho moderno nadie puede ser obligado a conservar la calidad de heredero contra su volun-
tad.
La renuncia es un acto jurídico unilateral por el que la persona llamada a la herencia declara su vo-
luntad de repudiarla. La renuncia extingue la vocación hereditaria, juzgándose al titular del llama-
miento como si nunca hubiese sido llamado a la herencia (art. 2301).
5. a. Caracteres de la renuncia
- Expresa. No puede presumirse (art. 2299). La única excepción es la del supuesto del heredero que
se ha abstenido de ejercer el derecho de opción durante el término de diez años desde la apertura de
la sucesión.
- Formal y solemne. Debe otorgarse por escritura pública o acta judicial incorporada al expediente,
siempre que el sistema informático asegure la inalterabilidad del instrumento (art. 2299).
- Unilateral. No requiere integración con la voluntad de los demás coherederos.
- Irrevocable.
- Indivisible.
- Pura y simple.
5. b. Forma de la renuncia
La renuncia a la herencia debe ser hecha en forma expresa. El art. 2299 permite que la renuncia se
efectúe, o bien por escritura pública o bien por acta judicial incorporada al expediente judicial, siem-
pre que el sistema informático asegure la inalterabilidad del instrumento.
5. c. Capacidad para renunciar
La ley determina que la capacidad para renunciar es la misma que para aceptar la herencia.
Un caso especial es el de los concursados o fallidos que, si bien pueden renunciar a la herencia que
se les defiere, esta renuncia será inoponible a los acreedores del concurso o quiebra en cuanto impli-
que disminuir la masa.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

5. d. Retractación de la renuncia
El art. 2300 dice: El heredero renunciante puede retractar su renuncia en tanto no haya caducado
su derecho de opción, si la herencia no ha sido aceptada por otros herederos ni se ha puesto al
Estado en posesión de los bienes. La retractación no afecta los derechos adquiridos por terceros
sobre los bienes de la herencia.
El fundamento radica en no permitir a quien ha renunciado reasumir un derecho del cual estaban
investidos los otros llamados que ya han aceptado.
El aceptante que se ha retractado de renuncia anterior queda obligado a respetar -le son oponibles-
los derechos válidamente adquiridos por los terceros.
5. e. Oportunidad para renunciar
La renuncia puede hacerse desde el momento en que la herencia ha sido deferida, no antes de esto
(art. 2286). No es necesario para renunciar que quien lo hace sea llamado a la herencia en primer
grado; puede renunciar un heredero de grado posterior, previendo que también lo hará su antecesor.
El derecho a renunciar se mantiene por el término de diez años contados desde la muerte del causante.
Sólo puede renunciarse a la herencia si antes no hubiera mediado aceptación (art. 2298).
5. f. Efectos de la renuncia
El art. 2301 enuncia: El heredero renunciante es considerado como si nunca hubiese sido llamado a
la herencia. Atento a la retroactividad de la renuncia, ésta produce sus efectos desde el momento de
la muerte del causante. La renuncia beneficia a los coherederos del mismo grado, quienes acrecerán
la porción del renunciante. Si en virtud de la renuncia se actualiza la vocación de otros llamados,
estos serán juzgados herederos desde la apertura de la sucesión. El artículo en su última frase deja
aclarado: sin perjuicio de la apertura del derecho de representación en los casos en que por este
Código tiene lugar.
Otras consecuencias son:
- El renunciante no está obligado a colacionar las donaciones que en vida hubiese recibido del cau-
sante. La donación se imputará sobre la porción disponible, y sólo si excede esa porción estará sujeto
a restituir el exceso si fuere demandado por reducción. Si el causante lo hubiera mejorado con un
legado, podrá aceptarlo, como legatario, en la medida en que no vulnere la legítima de los herederos.
- Si antes de la renuncia ha ejercido actos de administración que no importan aceptación tácita, debe
rendir cuenta de ellos.
- No está obligado a responder por las deudas y cargas de la herencia; sin embargo, debe contribuir
al pago de los gastos funerarios del causante si fuera pariente obligado al pago de los alimentos.
- Sus hijos y descendientes pueden representarlo ocupando su lugar en la sucesión, y quedan entonces
obligados a colacionar las donaciones que su ascendiente renunciante hubiese recibido del difunto.
6. Nulidad de la renuncia
Se regirá por los principios y normas generales en materia de nulidad de actos jurídicos.
Si la renuncia no se efectivizó con las formalidades que exige el art. 2299 también resulta ineficaz.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Si la renuncia fuera hecha bajo condición debe entenderse como no hecha. Otro caso de nulidad de la
renuncia es el del heredero que renuncia habiendo previamente aceptado, nulidad que proviene de la
imposibilidad para el heredero de ejercer nuevamente el derecho de opción.
El CCC no regula de manera específica el plazo de prescripción para interponer la acción de nulidad
de la renuncia, siendo aplicable el plazo genérico de dos años (art. 2562) para todos los supuestos de
nulidad relativa y de revisión de actos jurídicos. Su cómputo se rige por el art. 2563, según cuál fuera
el vicio del consentimiento o del acto jurídico.
Siempre que el supuesto verse sobre nulidad relativa, los legitimados para ejercer la acción son sólo
el heredero renunciante o sus representantes. En cambio, si se tratara de vicios de forma, como se
trata de una nulidad absoluta, cualquier interesado podrá invocarla, e incluso podrá decretarla de ofi-
cio el juez.
El principal efecto de la nulidad es que el heredero renunciante recupera el derecho de opción. El
heredero restituido a sus derechos debe ser considerado como si nunca hubiera sido desapoderado de
aquéllos. Si otros herederos con vocación eventual hubieran tomado posesión de la herencia, se los
considerará como herederos aparentes, quienes podrán ser de buena o mala fe. Se aplicará el art. 392
a los fines de salvaguardar los derechos de terceros de buena y a título oneroso.
7. Acción de los acreedores del heredero renunciante
El supuesto está regulado en el art. 2292: Acción de los acreedores del heredero. Si el heredero
renuncia a la herencia en perjuicio de sus acreedores, éstos pueden hacerse autorizar judicialmente
para aceptarla en su nombre. En tal caso, la aceptación sólo tiene lugar a favor de los acreedores
que la formulan y hasta la concurrencia del monto de sus créditos.
Actualmente, la acción tiene únicamente elementos de la acción oblicua o subrogatoria (art. 739).
Los acreedores que ejercen la acción no son herederos. También se ha discutido en doctrina si el
deudor renunciante debe o no ser incluido en la declaratoria de herederos.
Si otros coherederos concurren con el renunciante, los acreedores subrogantes tomarán la interven-
ción del heredero renunciante, al solo efecto de concurrir a la liquidación de la universalidad jurídica
que termina con la partición de la herencia. Sólo entonces ejecutarán sus acreencias cuando se esta-
blezca la hijuela ficticia del renunciante. Antes de esto, sólo podrán controlar la gestión de la comu-
nidad hereditaria.
Los descendientes del renunciante pueden invocar el derecho de representación (art. 2301). En tal
caso, los acreedores subrogantes tendrán preferencia para ejecutar sus créditos sobre la hijuela del
renunciante, y si quedara algún saldo luego de liquidada la herencia, éste correspondería a los des-
cendientes.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 4 – Las consecuencias de la aceptación de la herencia


2. b. Código Civil y Comercial. Régimen vigente
En el CCC desaparece el instituto del beneficio de inventario como institución autónoma.
Los artículos que vienen a instaurar el régimen de responsabilidad del heredero por las deudas y
cargas de la sucesión son: el art. 2317, que expresa: El heredero queda obligado por las deudas y
legados de la sucesión sólo hasta la concurrencia del valor de los bienes hereditarios recibidos. En
caso de pluralidad de herederos, estos responden con la masa hereditaria indivisa. El régimen se
completa con el art. 2280, párr. 3º, que afirma: En principio, responden por las deudas del causante
con los bienes que reciben, o con su valor en caso de haber sido enajenados.
Se consagra de pleno derecho la responsabilidad limitada (intra vires hereditatis) y la separación de
patrimonios.
El art. 2318 también consagra la limitación de responsabilidad respecto del legatario: Si el legado es
de una universalidad de bienes y deudas, el legatario sólo queda obligado al pago de las deudas
comprendidas en aquellas hasta el valor de los bienes recibidos.
Hay supuestos de excepción en los cuales la responsabilidad del heredero será ilimitada y, por lo
tanto, deberá responder con sus propios bienes. El art. 2321 contempla la confusión de patrimonios
en los siguientes casos:
a) No realiza el inventario en el plazo de tres meses desde que los acreedores o legatarios lo intiman
judicialmente a su realización.
b) Oculta fraudulentamente los bienes de la sucesión omitiendo su inclusión en el inventario.
c) Exagera dolosamente el pasivo sucesorio.
d) Enajena bienes de la sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el precio obtenido ingrese a
la masa.
El art. 2295 establece otro supuesto en que cede la regla de la responsabilidad intra vires hereditatis:
El heredero que oculta o sustrae bienes de la herencia es considerado aceptante con responsabilidad
ilimitada, pierde el derecho de renunciar, y no tiene parte alguna en aquello que ha sido objeto de
su ocultamiento o sustracción. En el supuesto de que no pueda restituir la cosa, debe restituir su
valor, estimado al momento de la restitución.
En ambos casos (arts. 2295 y 2321) el heredero deberá responder también por los daños ocasionados.
3. La aceptación y la limitación de la responsabilidad
El heredero, desde que es investido como tal, responderá de manera limitada y gozará de una efectiva
separación de patrimonios.
3. a. El inventario en el Código Civil y Comercial
3. a. 1. Plazo para confeccionar inventario
Sin perjuicio de la eliminación del instituto del beneficio de inventario, el heredero debe realizar un
inventario. Se otorga un plazo improrrogable de tres meses desde que los acreedores o los legatarios
hayan intimado judicialmente a los herederos a realizar el inventario (art. 2341).

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Para contar el plazo que es de caducidad, es necesario que la intimación judicial se encuentre firme
(art. 2341 y 2321).
Dicho plazo difiere al plazo otorgado para aceptar o repudiar la herencia (art. 2289), ya que en este
caso estamos ante el titular de la vocación hereditaria que ya aceptó la herencia, luego de la intimación
judicial, y reviste por tanto carácter de heredero. El inventario no es una exigencia ineludible, porque
la obligación de confeccionarlo sólo surge si media intimación judicial.
3. a. 2. Facción de inventario
Las formalidades para la confección del inventario se encuentran reguladas en el CCC y los Códigos
procesales.
El art. 2341 requiere para su confección la citación de los herederos y legatarios cuyo domicilio sea
conocido, así como el representante del organismo recaudador fiscal y las partes.
El art. 2342 dispone: Denuncia de bienes. Por la voluntad unánime de los copropietarios de la masa
indivisa, el inventario puede ser sustituido por la denuncia de bienes, excepto que el inventario haya
sido pedido por acreedores o lo imponga otra disposición de la ley.
Se incluye en el Código la posibilidad de impugnar el inventario, tanto por parte de los copropietarios
de la masa indivisa como de los acreedores y legatarios, quienes pueden impugnar en forma total o
parcial dicho inventario y el avalúo (art. 2344).
3. a. 3. Efectos de la omisión del inventario
El art. 2321 estipula que el heredero responderá con sus propios bienes ante la omisión de realización
del inventario en el plazo fijado o establecido.
El heredero no pierde su calidad de tal, y la doctrina sostiene que el inventario es sólo un medio de
prueba de los bienes que integran la herencia frente a los acreedores y demás terceros interesados,
pero su falta no puede suponer la responsabilidad ilimitada, sino que el heredero cargará con la prueba
de la existencia y cuantía de los bienes de la herencia.
3. b. Derecho de renuncia
La opción de renunciar a la herencia luego de conocida su situación económica ya no se encuentra
presente en el régimen vigente.
4. Efectos de la aceptación
4. a. Separación de patrimonios
En el libro quinto sobre “Transmisión de derechos por causa de muerte” no hay una norma que con-
sagre la no confusión de créditos y deudas entre el heredero y la sucesión; sin embargo, merced a un
análisis sistemático debemos remitirnos a las disposiciones sobre confusión de obligaciones.
El art. 931 entiende que la obligación se extingue por confusión cuando las calidades de acreedor y
de deudor se reúnen en una misma persona y en un mismo patrimonio. Dado que la separación de
patrimonios es la regla en el nuevo régimen, el heredero es considerado como un tercero en relación
con la herencia. Por lo tanto, puede reclamar como cualquier acreedor los créditos que tuviese contra
la sucesión.
Se mantiene la posibilidad de que el heredero ejerza la acción subrogatoria en el supuesto que el
heredero hubiere pagado de su propio peculio créditos de terceros contra la sucesión (art. 915).
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Se mantendría vigente la imposibilidad de compensación de deudas y créditos entre los acreedores


y/o deudores personales del heredero, con fundamento en la vigencia de la no confusión de patrimo-
nios derivada del principio de responsabilidad limitada.
También es posible que un heredero accione contra la sucesión. En efecto, si existe un heredero con
responsabilidad limitada y demás herederos que hayan perdido la responsabilidad limitada como con-
secuencia de la sanción prevista en los diversos supuestos que establece el art. 2321. En este caso, la
acción se debe dirigir contra estos últimos porque son responsables ultra vires hereditatis.
El administrador podría iniciar acciones judiciales contra el heredero deudor (art. 2354).
4. b. Limitación de responsabilidad
4. b. 2. Régimen vigente en el Código Civil y Comercial
El art. 2280, en su parte pertinente, dispone: En principio, responden por las deudas del causante con
los bienes que reciben, o con su valor en caso de haber sido enajenados. El art. 2317 estipula: El
heredero queda obligado por las deudas y legados de la sucesión sólo hasta la concurrencia del
valor de los bienes hereditarios recibidos. En caso de pluralidad de herederos, éstos responden con
la masa hereditaria indivisa.
Se consagra de manera expresa una responsabilidad cum viribus hereditatis. O sea, se conforma un
patrimonio autónomo destinado al pago de deudas y cargas de la sucesión.
El art. 2316 explica: Los acreedores por deudas del causante y por cargas de la sucesión, y los lega-
tarios tienen derecho al cobro de sus créditos y legados sobre los bienes de la herencia.
Una vez pagados los acreedores y legatarios conocidos, el heredero mantiene la responsabilidad li-
mitada, aunque no con los bienes recibidos, sino con su valor. Es decir, se transforma en una respon-
sabilidad pro viribus hereditatis, con su valor en caso de haber sido enajenados (art. 2280).
El heredero debe quedar en el pleno goce del remanente de la herencia y los acreedores del heredero,
habilitados para cobrarse sobre los bienes heredados. Luego de que el heredero ha concluido con el
pago de las deudas y cargas de la sucesión, existiendo un remanente, puede disponer libremente de
él. Cuando se presenten acreedores tardíos, ellos harán responsable al heredero con el valor de los
bienes, es decir, hasta una cantidad igual al valor de los bienes que recibió.
El heredero responde con los bienes hereditarios y sólo en caso de enajenación o imposibilidad de
identificación, responderá hasta la concurrencia del valor de los bienes recibidos. Por tanto, la res-
ponsabilidad no se transforma en ilimitada, salvo aquellos supuestos excepciones previstos en el art.
2321.
El art. 2319 dispone: Los acreedores del causante tienen acción contra los legatarios hasta el valor
de lo que reciben; esta acción caduca al año contado desde el día en que cobran sus legados.
En conclusión, la responsabilidad del heredero en el CCC es, en principio, limitada, con las excep-
ciones analizadas. El margen de tal limitación, si se refiere a los bienes recibidos o hasta su valor,
será materia de posiciones doctrinarias o jurisprudenciales que se desarrollarán en su implementación.
5. Administración de los bienes por el heredero beneficiario
5. b. En el Código Civil y Comercial

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El CCC regula específicamente el estado de indivisión. Dedica el capítulo 1 del título VI sobre “Es-
tado de indivisión” a la “Administración extrajudicial”. A su vez, en el título VII, regula el “Proceso
sucesorio”, destinando el capítulo 4 a la “Administración judicial de la sucesión”.
5. b. 1. Funciones del administrador judicial
Iniciado el proceso sucesorio y designado un administrador judicial, el art. 2353 dispone: El admi-
nistrador debe realizar los actos conservatorios de los bienes y continuar el giro normal de los ne-
gocios del causante. Puede, por sí solo, enajenar las cosas muebles susceptibles de perecer, depre-
ciarse rápidamente o cuya conservación es manifiestamente onerosa. Para el caso de enajenación
de otros bienes, necesita acuerdo unánime de los herederos, o, en su defecto, autorización judicial.
Además de gestionar los bienes de la herencia, debe promover su realización en la medida necesaria
para el pago de las deudas y legados.
Debe cobrar los créditos y asumir la representación judicial para las diversas actuaciones judiciales
que se pudieran requerir: a) continuar con las acciones promovidas por el causante, b) iniciar nuevas
acciones o c) presentarse en los procesos en los cuales el causante fuere demandado (art. 2354). Se
exige autorización judicial o la conformidad de todos los herederos capaces y presentes en todos los
casos.
En ningún caso puede realizar actos que importan disposición de los derechos del causante. Si el
administrador realiza actos sin las formalidades requeridas, corresponderá al juez resolver respecto
de su validez. Si ello configura mal desempeño del administrador, puede solicitarse su remoción, a
modo de sanción, la cual debe ser pedida por un interesado.
El administrador debe rendir cuentas de su actuación, en principio, trimestralmente o con la periodi-
cidad que el juez establezca, pero puede ser establecido otro plazo por mayoría de los copropietarios.
Cuando concluye la administración judicial, se debe presentar la cuenta definitiva (art. 2361). Se
prevén dos modalidades: a) rendición de cuentas privada, para el caso en que todos los copropietarios
sean plenamente capaces y tengan voluntad unánime y b) rendición de cuentas judicial, de la que se
debe dar vista a los copropietarios a los fines de su impugnación.
5. b. 2. Pago a acreedores y legatarios
El administrador debe también pagar las deudas y legados.
En relación con el orden de pago, el art. 2316 consagra una preferencia de cobro a los acreedores del
causante y a los legatarios por sobre los acreedores de los herederos.
Para los supuestos excepcionales en que el heredero deba responder ilimitadamente, el art. 2322 es-
tablece la prioridad de pago a los acreedores del heredero por los créditos originados antes de la
apertura de la sucesión, sobre los acreedores de la sucesión.
Los acreedores con créditos sin garantías reales se deben presentar en la sucesión y denunciar sus
créditos, y los acreedores que poseen créditos cuyos montos no se encuentran definitivamente fijados
deberán denunciarse a título provisorio sobre la base de una estimación (art. 2356). Los herederos
pueden reconocer el legítimo abono del crédito reclamado, en cuyo supuesto, serán abonados con-
forme el orden que se establece. Caso contrario, los acreedores pueden deducir las acciones que co-
rrespondan (art. 2357).
El art. 2358 establece que el administrador debe pagar a los acreedores según al rango de preferencia
de cada crédito establecido en la ley de concursos.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El administrador debería citar a todos los acreedores y legatarios, para que denuncien sus créditos y
legados y pueda así elaborar un proyecto de liquidación, distribución y pago, reservando lo suficiente
para los créditos de existencia incierta o de monto indeterminado.
Los legados se cumplen en los límites de la porción disponible, y luego de pagos los acreedores. El
orden de pago de los legatarios es el siguiente: a) los que tienen preferencia otorgada por testamento;
b) los legados de cosa cierta y determinada; y c) los restantes legados. De existir varios en igual
categoría, serán pagados a prorrata (art. 2358).
En cabeza de los copropietarios y de los acreedores, se prevé la facultad de peticionar la apertura del
concurso preventivo o la declaración de quiebra de la masa indivisa, en el caso de desequilibrio pa-
trimonial o insuficiencia del activo (art. 2360).
5. b. 3. Oposición al pago
En el régimen vigente, el CCC no prevé un sistema de oposición al pago. Sin embargo, el acreedor
tiene dos vías: a) se puede oponer a la entrega de bienes a los herederos hasta el pago de sus créditos
(art. 2359) o b) accionar contra los legatarios hasta el valor de lo que estos reciben, cuando ya no
quedaren bienes en la herencia (art. 2319).
5. c. Responsabilidad y sanciones
Los acreedores y los legatarios tienen derecho a controlar la administración llevada a cabo por el
heredero beneficiario.
5. c. 1. Garantías exigibles al administrador
El administrador no está obligado a garantizar el cumplimiento de sus obligaciones. Sin embargo, el
testador o la mayoría de los copropietarios de la masa indivisa le pueden exigir que preste fianza (art.
2350). También lo podrá requerir el juez, ante el pedido justificado de un interesado que demuestre
la necesidad de la medida.
La sanción para el caso de incumplimiento con el requerimiento de constitución de garantía en el
plazo fijado por el juez es la remoción del cargo del administrador judicial.
5. c. 2. Abandono
No existe en el CCC una norma expresa que prevea la facultad del administrador de abandonar los
bienes sucesorios en cabeza de los acreedores y legatarios, quedando éstos a cargo de la administra-
ción y liquidación.
A los acreedores y legatarios se les otorga la posibilidad de oponerse a la entrega de los bienes a los
herederos hasta el pago de los créditos (art. 2359). Los acreedores y legatarios pueden solicitar la
remoción del administrador por mal desempeño o imposibilidad, como forma de mantener incólume
su patrimonio de cobro.
Ambas facultades son la contracara del derecho de abandono, ya que se les permite controlar la ad-
ministración y la liquidación efectuada por el administrador sin que ello implique el traspaso de la
administración.
6. La pérdida de la responsabilidad limitada
Los artículos 2321 y 2295 establecen las excepciones (de manera taxativa) a la regla general, en las
cuales el heredero deberá responder con sus propios bienes.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La responsabilidad ultra vires hereditatis deriva de una conducta reprochable del heredero que per-
judica a los acreedores hereditarios. El art. 2322 consagra un sistema de preferencias en el rango de
cobro de los acreedores del heredero sobre los bienes del heredero: a) por los créditos originados
antes de la apertura de la sucesión, los acreedores del heredero tendrán preferencia respecto de los
acreedores del causante y de los legatarios; y b) por los créditos originados después de la apertura de
la sucesión concurrirán a prorrata los acreedores del heredero con los acreedores del causante.
7. Situación del heredero que ha pagado íntegramente a acreedores presentados y legatarios
El art. 2320 contempla el supuesto de que el heredero pague una porción de las deudas o legados
superior a su parte, teniendo la facultad de iniciar acción contra sus coherederos con la pretensión de
reembolso del excedente y hasta el límite de la parte que debía soportar cada uno de ellos personal-
mente.
8. Derecho de preferencia en el cobro
El art. 2316 consagra el derecho de preferencia del siguiente modo: Los acreedores por deudas del
causante y por cargas de la sucesión, y los legatarios tienen derecho al cobro de sus créditos y
legados sobre los bienes de la herencia, con preferencia sobre los acreedores de los herederos. Este
derecho cobra vigencia en el proceso de liquidación del pasivo.
En apoyo a este derecho a asegurarse el cobro de sus créditos, el art. 2359 estipula una garantía para
los acreedores y legatarios: la posibilidad de oponerse a la entrega de bienes a los herederos hasta el
pago de sus créditos o legados.

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Capítulo 5 – Investidura de la calidad de heredero y petición de herencia


1. Metodología del Código Civil y Comercial
La investidura de la calidad de heredero está regulada en el capítulo 2 del título VII del libro quinto,
destinado al proceso sucesorio, ya que se relaciona con el proceso judicial sucesorio. La petición de
herencia está regulada en el título IV del libro quinto.
Tanto en la investidura de la calidad de heredero como en la petición de herencia está en juego el
reconocimiento frente a terceros de la calidad de heredero.
2. Investidura de la calidad de heredero
2. a. Consideraciones generales
La “investidura de la calidad de heredero” remplaza a la “posesión hereditaria” del derogado CC.
La investidura de heredero se trata del “título” de heredero y de la forma en que puede adquirir este
carácter.
Si al causante lo suceden ascendientes, descendientes y cónyuge, los herederos quedan investidos en
esa calidad desde el día de la muerte. No necesitan ninguna formalidad ni tampoco ninguna interven-
ción judicial. El único requisito es la existencia del vínculo con el causante y la muerte del mismo,
aunque el heredero ignore la apertura de la sucesión y su llamamiento a la herencia.
Como consecuencia de la investidura de pleno derecho, el heredero puede ejercer todas las acciones
transmisibles que correspondían al causante, pero si lo que quiere es vender inmuebles o muebles
registrables, su investidura debe ser reconocida mediante la declaratoria judicial de herederos (art.
2337).
Si se trata de parientes colaterales, los mismos no tienen la investidura de pleno derecho, sino que
debe ser solicitada a los jueces, quienes deberán declararla previa justificación del fallecimiento y del
título hereditario invocado (art. 2338).
En la sucesión testamentaria, la investidura resulta de la declaración de validez formal del testamento,
excepto para los herederos que son ascendientes, descendientes y cónyuge.
2. c. Concepto
La investidura no es otra cosa que el reconocimiento de la calidad de heredero, reconocimiento que
a veces la ley hace sin intervención judicial, es decir, de pleno derecho, y que, en los casos restantes,
exige una declaración del magistrado.
Es el título en virtud del cual se pueden ejercer los derechos inherentes a tal calidad.
La calidad hereditaria se vincula al goce de los derechos hereditarios, la investidura en la calidad de
heredero, con su ejercicio.
2. d. Objeto
El objeto de investir a una persona en su calidad de heredero es dar publicidad a la transmisión suce-
soria. Esto representa, en materia de transmisión mortis causa, lo que la tradición en los actos entre
vivos.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

En todos los casos en que se requiera la transferencia de bienes registrables, todos los herederos (los
que tienen investidura de pleno derecho y los que deben pedirla judicialmente) necesitan el dictado
de la declaratoria de herederos.
2. e. Formas de adquirir la investidura de la calidad de heredero
a) De pleno derecho: la tienen los ascendientes, los descendientes y el cónyuge, desde el día de la
muerte del causante, sin necesidad de formalidad o intervención judicial, aunque ignorasen la apertura
de la sucesión y su llamamiento a la herencia (art. 2337).
b) Conferida judicialmente: todos los restantes herederos deben pedirla al juez: los colaterales hasta
el cuarto grado previa justificación del fallecimiento del causante y el título hereditario invocado. La
investidura de los herederos testamentarios resulta de la declaración de validez formal del testamento,
excepto que sean ascendientes, descendientes o cónyuge (art. 2338).
2. f. Efectos
La investidura en la calidad de heredero tiene por fundamento hacer ostensible frente a tercero esta
situación, otorgándole publicidad. El principal efecto es permitir que los terceros conozcan esta cali-
dad para poder reclamar el cumplimiento de las obligaciones que tiene el heredero.
Si bien los que tienen la posesión hereditaria de pleno derecho sólo les basta con acreditar el vínculo,
esta investidura es en relación a la universalidad que reciben, siendo insuficiente para disponer de
cada bien registrable en particular.
Una vez otorgada por los jueces, la investidura de la calidad de heredero tiene los mismos efectos que
la conferida por imperio de la ley, retrotrayéndolos al momento de la muerte del causante y de modo
indivisible.
2. g. Declaratoria judicial de herederos
La declaratoria judicial de herederos es el pronunciamiento judicial por el cual se reconoce el carácter
de heredero. Con ella culmina el control de legalidad que hace el juez. Se debe dictar respecto de
aquéllos que hubiesen acreditado su derecho, es decir, los presentados que demostraron su vocación
sucesoria.
Todos los herederos ab intestato que se presenten en el sucesorio deben pedirla, pues sin ella no
pueden transferir bienes registrables (art. 2337). En los juicios testamentarios basta con la aprobación
del testamento. Si el testamento no tiene institución hereditaria, debe dictarse declaratoria habiendo
parientes de grado sucesible.
Si bien la declaratoria de herederos se trata de una sentencia en el sentido procesal del término, no
habiendo mediado controversia, porque el juicio sucesorio es un proceso voluntario, no hay obstáculo
para que luego sea modificada, aun cuando ya haya sido ejecutoriada.
La declaratoria se dicta sin perjuicio de terceros y cualquier pretendiente podrá promover demanda
impugnando la validez o exactitud para excluir al heredero declarado o para ser reconocido por él.
Entre los herederos que han tramitado conjuntamente el proceso sucesorio, la declaratoria será defi-
nitiva y no podrá ser modificada. Esto no es debido a la cosa juzgada, sino porque se ha producido la
caducidad de la acción de petición de herencia por haber mantenido una conducta incompatible con
esa pretensión.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Puede ocurrir que algún heredero haya sido denunciado, pero no se haya presentado en el expediente
sucesorio. En este caso, no corresponde declararlo heredero, porque no ha mediado su consenti-
miento, y podría tratarse de un indigno o un renunciante. Además, la declaratoria de herederos implica
la aceptación de la herencia.
La declaratoria de herederos es la culminación de una serie de trámites procesales que tienen por fin
último la determinación judicial de las personas llamadas por la ley a recibir una sucesión determi-
nada.
Para la promoción del juicio sucesorio es necesario (art. 2340):
1. Acreditar el fallecimiento real o presunto del causante.
2. Acreditar la legitimación para promoverla, acompañando las partidas respectivas que prueben el
título de estado invocado.
3. Declara el juez abierto el juicio sucesorio, ordena citar a los otros herederos cuya existencia se
hubiera denunciado y la publicación de edictos por tres días en el Boletín Oficial y en otro diario del
lugar del juicio. También se ordena inscribir el proceso en el Registro de Juicios Universales y ordena
librar oficio al Registro de Testamentos.
4. Ordenar edictos para citar a los posibles herederos y acreedores del causante para que comparezcan
al juicio sucesorio en el plazo de treinta días. Una vez vencido el plazo el Secretario del Juzgado
certifica esta circunstancia y debe señalar si se han presentado nuevos herederos.
5. Remitir el expediente al Agente Fiscal, quien debe dictaminar acerca de la correcta acreditación de
los vínculos y el cumplimiento de las formalidades previas al dictado de la declaratoria de herederos.
Con la conformidad del Agente Fiscal y del Asesor de Incapaces (en caso de que los hubiera como
herederos), el expediente queda en condiciones para el dictado de la declaratoria de herederos.
2. h. Declaración de validez formal del testamento
En las sucesiones testamentarias la investidura resulta de la declaración de validez formal del testa-
mento, excepto para los herederos enumerados en el primer párrafo del art. 2337 (art. 2338).
Esta resolución que se dicta en el juicio testamentario es trascendental y es innecesario el dictado de
una declaratoria de herederos, salvo que el testamento no contuviera institución de heredero.
3. Petición de herencia
El art. 2310 establece: La petición de herencia procede para obtener la entrega total o parcial de la
herencia, sobre la base del reconocimiento de la calidad de heredero del actor, contra el que está en
posesión material de la herencia, e invoca el título de heredero.
La finalidad de esta acción es obtener la entrega de la herencia, a cuyo fin se repite: para lo cual será
necesario el reconocimiento de la calidad de heredero del actor, quien deberá controvertir con el
demandado el carácter excluyente o concurrente de la vocación hereditaria. El demandado es quien
está en posesión material de la herencia e invoca el título de heredero y le niega la calidad de tal al
peticionante.
3. a. Concepto
Es una acción mediante la cual el heredero reclama la entrega de los bienes que componen el acervo
sucesorio de quien los detenta, invocando también derechos sucesorios.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es necesario que:
a) los bienes se encuentren en poder de un tercero;
b) el reclamante invoque para fundar su acción su título de heredero;
c) el detentador de los bienes también lo invoque. Si adujera un derecho de propiedad no derivado de
la sucesión, no procede la acción de petición de herencia, sino la reivindicación.
3. b. Sujeto activo de la acción de petición de herencia
El sujeto activo es el heredero que invoque un derecho mejor o igual al que tiene la persona que se
encuentre en posesión y goce de la herencia. En el primer caso, tiene por objeto excluir al demandado,
en el segundo, compartir la herencia.
En caso de inacción del heredero legítimo o testamentario, pueden ejercerla los parientes que se en-
cuentren en grado sucesible, ya que la circunstancia de que existan otros herederos con mejor derecho
que el accionante (que no accionan) no es suficiente defensa para que provoque el rechazo de la
acción. También se encuentran legitimados:
a) el cesionario de los derechos a la herencia;
b) los acreedores de uno de los herederos por vía de la acción subrogatoria;
c) el Estado, pues recoge el haber en caso de vacancia.
El legatario no puede ejercer la acción, ya que se relaciona con el reconocimiento de la calidad de
heredero y el legatario no es un heredero. Eventualmente, como se trata de quien recibe un bien par-
ticular o un conjunto de ellos, puede ejercer la acción reivindicatoria para reclamar “su” o “sus” ob-
jetos, porque es dueño de aquello que le fue legado.
3. c. ¿Quiénes son los sujetos pasivos de esta acción?
Conforme el art. 2310, la acción se dirige contra quien está en posesión de la herencia e invoca el
título de heredero.
En consecuencia, puede ser interpuesta contra:
a) un heredero de grado más remoto que se encuentra en posesión de la herencia;
b) un heredero del mismo grado que se encuentra en posesión material de la herencia y no reconoce
la calidad de heredero a quien pretende concurrir.
La petición de herencia se dirige contra el que está en posesión material de la herencia e invoca el
título de heredero. Ambas condiciones son necesarias en el sujeto pasivo de la acción, es decir, que
posee invocando título de heredero.
3. d. Juez competente
Es competente el juez del sucesorio en la acción de petición herencia, es decir, el juez del último
domicilio del causante (art. 2336).
3. e. ¿Es prescriptible la acción de petición de herencia?
El art. 2311 establece la imprescriptibilidad de la petición de herencia, sin perjuicio de la prescripción
adquisitiva que puede operar con relación a cosas singulares. En efecto, puede ocurrir que ante la

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demanda de petición de herencia se oponga como excepción la prescripción adquisitiva de los bienes
por parte del que comenzó poseyendo como heredero pero que en algún momento revertió su título y
poseyó como mero poseedor durante todo el plazo legal.
3. f. Heredero aparente
Ante la interposición de la acción de petición de herencia, que pone en discusión la calidad de here-
dero, quien resulte vencedor es el heredero real y el vencido es el heredero aparente. Se llama heredero
aparente a quien se encuentra en posesión de la herencia, ya sea por haber obtenido declaratoria de
herederos a su favor o por aprobación del testamento. Actúa como heredero real, pero luego se de-
mostrará que no lo es. Puede ser que sea vencido en la acción de petición de herencia o, también, sin
pleito, puede entregar los bienes cuando otra persona le demuestra su mejor derecho en la sucesión.
3. g. Efectos de la acción entre heredero real y heredero aparente
El objeto de la acción de petición de herencia es obtener la entrega total o parcial de los bienes here-
ditarios por el reconocimiento de la calidad de heredero del actor. El heredero aparente que ha sido
vencido en la acción de petición de herencia pierde todo derecho sobre los bienes hereditarios.
Si triunfa el actor, el demandado (heredero aparente) debe restituir lo que recibió sin derecho en la
sucesión, inclusive las cosas de las que el causante era poseedor y aquellas sobre las cuales ejercía el
derecho de retención (art. 2312).
Quedan comprendidas las cosas que el difunto detentaba a título de dueño como las que detentaba en
cualquier otro carácter: simple poseedor, comodatario, acreedor prendario, depositario.
Si no fuera posible la restitución en especie porque las ha vendido, debe indemnización de los daños.
En el caso de que el heredero aparente haya cedido los derechos hereditarios, el cesionario está equi-
parado al heredero aparente en las relaciones con el demandante (art. 2312).
Se aplica a la petición de herencia lo dispuesto sobre la reivindicación, en cuanto a las obligaciones
del poseedor de buena o mala fe, gastos, mejoras, apropiación de frutos y productos, responsabilidad
por pérdidas y deterioros.
La buena o mala fe con la que el heredero aparente actuó es de fundamental importancia, ya que si es
de buena fe debe restituir el precio obtenido, pero si es de mala fe debe además indemnizar los per-
juicios (art. 2315). Se configura la mala fe cuando conoce o debió conocer la existencia de herederos
preferentes o concurrentes que ignoraban su llamamiento (art. 2313).
En principio, la buena fe se presume, y, por lo tanto, la mala fe debe ser probada.
Debe haber un ocultamiento malicioso de la muerte del causante y el heredero real no presentarse por
ignorar esa muerte, circunstancia que es aprovechada por el heredero aparente para tomar la herencia.
Cualquier otro supuesto permite al heredero aparente mantener la buena fe.
Teniendo en cuenta la mala o buena fe, los efectos son:
a. Responsabilidad por pérdida o deterioro de bienes hereditarios. El heredero aparente de buena fe
no debe ninguna indemnización (sólo si se hubiese aprovechado y hasta el valor de ese provecho). El
heredero aparente de mala fe está obligado a reparar todo daño, ya que responde por pérdidas o dete-
rioros, incluso por caso fortuito.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

b. Restitución de frutos. El heredero de buena fe debe los frutos percibidos desde la notificación de
la demanda de petición de herencia (art. 2433). El heredero de mala fe debe entregar o pagar los frutos
percibidos y los dejados de percibir (art. 2438).
c. Gastos y mejoras realizadas. Al heredero de buena se le deben pagar los necesarios y útiles (art.
2427). No se le pagan los gastos de conservación, ya que son compensados con los frutos (art. 2430).
Al heredero de mala fe sólo se le pagan los gastos necesarios (art. 591).
3. h. Efectos entre heredero aparente y terceros
El art. 2315 admite la validez, en determinadas condiciones, de los actos de administración y dispo-
sición a título oneroso realizados por el heredero aparente.
Respecto a los actos de administración (conservación del capital), el heredero real está obligado a
respetar los realizados por el heredero aparente hasta la notificación de la demanda de petición de
herencia, excepto que haya habido mala fe suya y del tercero con quien contrató. Son válidos los
actos de administración realizados por el heredero aparente siempre que: 1) sea de buena fe, 2) los
haya realizado con anterioridad a la notificación de la demanda de petición de herencia y 3) el tercero
con quien contrató también sea de buena fe.
Respecto de actos de disposición (los que alteran fundamentalmente los elementos que constituyen
el capital del patrimonio) hay que diferenciar:
a) Si son a título gratuito, no tienen validez, por aplicación del principio de que nadie puede transmitir
un mejor derecho que el que tenía. En consecuencia, cualquier acto gratuito puede ser atacado por el
heredero real.
b) Si son a título oneroso, hay distinguir:
b.1) Si se trata de bienes muebles no registrables, son válidos por aplicación del art. 1895, que dis-
pone: La posesión de buena fe del subadquirente de cosas muebles no registrables que no sean hur-
tadas o perdidas es suficiente para adquirir los derechos reales principales, excepto que el verdadero
propietario pruebe que la adquisición fue gratuita. El acto sólo podrá ser atacado probando la mala
fe del poseedor de la cosa mueble.
b.2) Se trata de muebles registrables, continúa el art. 1895: Respecto de las cosas muebles registrables
no existe buena fe sin inscripción a favor de quien la invoca. Tampoco existe buena fe, aunque haya
inscripción de quien la invoca, si el respectivo régimen especial prevé la existencia de elementos
identificatorios de la cosa registrable y éstos no son coincidentes.
b. 3) Si se trata de inmuebles, el acto será válido si el tercero ignoraba la existencia de herederos de
mejor o igual derecho que el heredero aparente o que los derechos de éste están judicialmente con-
trovertidos.
El heredero aparente que vendió muebles registrables o inmuebles, si es de buena fe, debe restituir al
heredero el precio recibido. Si es de mala fe, debe indemnizar todo perjuicio que le haya causado.
La buena fe del tercero adquirente es el elemento esencial para juzgar la validez o la nulidad del acto.
En cambio, la buena o mala fe del heredero aparente ninguna incidencia tendrá respecto del acto, ya
que no se trata de proteger al heredero aparente, sino a los que han contratado con él.
Si el heredero aparente pagó deudas del causante con bienes no provenientes de la herencia, tiene
derecho a ser reembolsado por el heredero (art. 2314).
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 6 – Cesión de herencia


1. Generalidades
Una vez aceptada la herencia y hasta la partición, cada heredero es titular de una cuota parte del haber
relicto, sin consideración al contenido, pues se transmite una universalidad.
Durante este lapso -el de la herencia indivisa- los bienes y derechos que la componen no son atribui-
dos singularmente (en concreto) al patrimonio de cada coheredero. Esta cuota, que recae sobre la
universalidad, tiene un contenido económico y, como tal, es pasible de ser objeto de un contrato: el
de cesión de derecho hereditarios.
2. Concepto
El art. 1614 define el contrato de cesión de derechos: Hay contrato de cesión cuando una de las partes
transfiere a la otra un derecho. Se aplican a la cesión de derechos las reglas de la compraventa, de
la permuta o de la donación, según se haya realizado con la contraprestación de un precio en dinero,
de la transmisión de la propiedad de un bien, o sin contraprestación, respectivamente, en tanto no
estén modificadas por las de este Capítulo.
La cesión de derechos hereditarios es el contrato por el cual el titular del todo o una parte alícuota de
la herencia, transfiere a otro el contenido patrimonial de aquélla, sin consideración al contenido par-
ticular de los bienes que la integran.
El heredero cedente transmite a un coheredero o a un tercero -cesionario- la universalidad jurídica de
sus derechos hereditarios, sin consideración especial a los elementos singulares que componen el
haber hereditario. En principio, no se ceden bienes adjudicados, ya que la transmisión sucesoria fue
de tipo universal (no particular) y, coexistiendo varios herederos, originó una situación jurídica par-
ticular: el estado de indivisión.
El objeto del contrato de cesión es el contenido patrimonial de la herencia, pero no la calidad de
heredero, que está absolutamente excluida de la posibilidad de negociación contractual.
Si a la muerte del causante sólo lo sucede un heredero, no se produce ningún estado de indivisión y,
en tal caso, la universalidad está compuesta por cada uno de los bienes que la integran. Por lo tanto,
el heredero único puede ceder sus derechos hereditarios en forma total o sobre un bien particular.
La cesión de derechos sobre bienes determinados no configura el contrato de cesión de herencia y,
por ello, no son aplicables las normas que regulan este contrato, sino aquellas referidas al contrato de
que se trate (art. 2309). Los derechos sobre bienes determinados que integran el caudal relicto van a
quedar finalmente adjudicados en forma individual al momento de la partición.
3. Momento de celebración
Es un contrato que puede celebrarse desde la apertura de la sucesión, producida por la muerte del
causante, pero no antes, ya que las herencias futuras no pueden ser aceptadas ni renunciadas (art.
2286) y, por lo tanto, tampoco su contenido patrimonial puede ser objeto de un contrato. Este criterio
está reforzado por el art. 1010 que, aunque introduce una novedosa excepción en su parte final, man-
tiene el principio general.
La celebración del contrato importa en sí mismo un acto de aceptación expresa de la herencia (art.
2294).

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La cesión puede tener lugar hasta la partición, por cuanto en ese momento se pone fin al estado de
indivisión hereditaria y a la adquisición universal, es decir, se adjudican los bienes individuales a los
herederos.
En el caso del heredero único, al no configurarse el estado de indivisión, no resulta necesaria ninguna
partición. Por lo tanto, puede ceder sus derechos hereditarios hasta la adjudicación, o sea, hasta que
los bienes se inscriban registralmente a su nombre en forma individual.
4. Características de la cesión de herencia
1. Traslativo: los derechos se transmiten por la celebración del contrato.
2. Formal: escritura pública (art. 1618).
3. Gratuito u oneroso.
4 Bilateral.
5. Aleatorio: su contenido es variable e incierto hasta el momento de la partición.
Cabe aclarar que los acreedores hereditarios tienen acción directa contra el cesionario, ya que éste
ocupa el lugar del cedente y adquiere los mismos derechos y obligaciones del cedente respecto a la
herencia.
El contrato de cesión de derechos sobre bienes determinados que forman parte de una herencia no se
rige por las normas de la cesión de herencia. Le son aplicables las reglas que corresponden al contrato
y su eficacia está condicionada al resultado de la partición.
5. Forma
El art. 1618 inc. a) establece que la cesión de derechos hereditarios debe otorgarse por escritura pú-
blica.
6. Oponibilidad del contrato de cesión de herencia
El art. 2302 establece el momento a partir del cual la cesión produce efectos: La cesión del derecho
a una herencia ya deferida o a una parte indivisa de ella tiene efectos: a) entre los contratantes,
desde su celebración; b) respecto de otros herederos, legatarios y acreedores del cedente, desde que
la escritura pública se incorpora al expediente sucesorio; c) respecto al deudor de un crédito de la
herencia, desde que se le notifica la cesión.
7. Contenido de la cesión de herencia
En principio, el contenido de la cesión de herencia está determinado por la totalidad o la porción de
la universalidad patrimonial que ante la muerte del causante se transmitió al o los herederos, quienes
son los cedentes.
Todos los derechos pueden ser cedidos, excepto ley en contrario, de la convención que lo origina, o
de la naturaleza del derecho (art. 1616), pero no pueden cederse los derechos inherentes a la persona
humana (art. 1617).
El art. 2303 precisa: La cesión de herencia comprende las ventajas que pueden resultar ulteriormente
por colación, por la renuncia a disposiciones particulares del testamento, o por la caducidad de
éstas. No comprende, excepto pacto en contrario: a) lo acrecido con posterioridad en razón de una
causa diversa de las expresadas, como la renuncia o la exclusión de un coheredero; b) lo acrecido
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

anteriormente por una causa desconocida al tiempo de la cesión; c) los derechos sobre los sepulcros,
los documentos privados del causante, distinciones honoríficas, retratos y recuerdos de familia.
8. Efectos del contrato de cesión de herencia
8. a. Derechos del cesionario
Están establecidos en el art. 2304.
Como el cesionario ocupa el mismo lugar del cedente, adquiere los mismos derechos que le corres-
pondían en la herencia.
Tiene derecho de participar en el valor íntegro de los bienes que se gravaron después de la apertura
de la sucesión y antes de la cesión, y en el de los que en el mismo período se consumieron o enajena-
ron, con excepción de los frutos percibidos. Es decir, sobre todas las circunstancias que pudieron
afectar el contenido patrimonial de la herencia cedida, antes de la cesión.
La pérdida, la consumición y el deterioro de los bienes hereditarios los sufre el cedente y debe su
valor al cesionario. En este caso, hay que tener en cuenta si tal circunstancia es conocida por el ce-
sionario, ya que, si es así, el cedente quedará liberado, y el cesionario recibirá las cosas en el estado
en que se hallen al tiempo de la cesión.
8. b. Obligaciones del cesionario
Están establecidas en el art. 2307: El cesionario debe reembolsar al cedente lo que éste pague por su
parte en las deudas y cargas de la sucesión hasta la concurrencia del valor de la porción de la
herencia recibida. Las cargas particulares del cedente y los impuestos que gravan la transmisión
hereditaria están a cargo del cesionario si están impagos al tiempo de la cesión.
8. c. Obligaciones del cedente
En primer lugar, el cedente debe al cesionario garantía de evicción, tanto de su calidad de heredero
como de la parte indivisa que le corresponde en la herencia (art. 2305).
Si fue una cesión onerosa, debe garantizar su calidad de heredero. Si bien el contrato de cesión de
herencia no transfiere la calidad de heredero, el cedente sólo puede celebrar este contrato si efectiva-
mente es heredero. Además, como aquello que le transfiere al cesionario es el contenido patrimonial
que le corresponde sobre el haber relicto, debe responder por evicción, en tanto objeto del contrato
de cesión.
Sin embargo, se exceptúa de la obligación de garantizar por evicción si los derechos hereditarios
fueron cedidos como litigiosos o dudosos, es decir, esta situación fue conocida entre cedente y cesio-
nario y formó parte del contrato.
Pero el cedente no responde por evicción ni por los vicios de los bienes de la herencia, salvo que así
lo pactaran en el contrato de cesión.
En cuanto al resto de la responsabilidad del cedente frente al cesionario, la misma se rige por las
normas generales de la cesión de derechos (arts. 1614 a 1631).
9. Indivisión postcomunitaria
El período de indivisión postcomunitaria es el que transcurre entre la disolución del régimen de co-
munidad por muerte y la liquidación de los bienes que finaliza con la adjudicación.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 2308 aclara que todas las previsiones legales del Título de cesión de herencia se aplican a la
cesión de los derechos que correspondan a un cónyuge en la indivisión postcomunitaria provocada
por la muerte del otro cónyuge. Se trata de cónyuges que hubieran optado por el régimen de comuni-
dad.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 7 – Estado de indivisión


1. Estado de indivisión
1. a. Concepto
No en todos los casos surgirá el estado de indivisión o la comunidad hereditaria, porque para ello es
necesario que quienes sucedan al causante sean más de uno. Sólo si existe más de un sucesor nace un
estado de indivisión de los derechos patrimoniales transmitidos por la muerte del causante.
Si la atribución se produce en cabeza de un único sucesor, éste adquiere simultáneamente su derecho
a la herencia y la propiedad de los bienes que integran el acervo hereditario; recibe todo el activo y
soporta todo el pasivo. Situación muy diferente es cuando existen varios herederos, ya que todos
adquieren la totalidad indivisa del acervo hereditario, en la medida de su alícuota, pero comprendidos
en una situación de indivisión impuesta legalmente. Sólo adquirirán los derechos a los bienes indivi-
dualmente considerados una vez operada la partición del acervo hereditario.
El estado de indivisión o comunidad hereditaria, que se prolonga desde la muerte hasta la partición
(art. 2323) se configura cuando concurren dos o más sucesores a adquirir una misma herencia, o una
parte de ella. En virtud de esta comunidad y puesto que el llamamiento a la herencia tiene carácter
universal, el derecho sobre los bienes que la constituyen pertenece al conjunto de los coherederos. La
existencia de la comunidad no se traduce en una situación de copropiedad o cotitularidad de cada bien
considerado singularmente, porque el derecho hereditario in abstracto recae sobre el complejo de
titularidades transmisibles como una totalidad patrimonial.
La comunidad hereditaria está integrada por las cuotas o alícuotas de la universalidad transmitida por
muerte.
Se denomina indivisión hereditaria o comunidad hereditaria al estado en que queda la masa de bienes
y las relaciones que por ese motivo se originan entre los coherederos desde la muerte del causante y
hasta su partición.
Ante el llamamiento (legal o testamentario) de varias personas a una herencia y su aceptación (con-
virtiéndose en coherederos), queda instaurada entre ellos una comunidad referida a los bienes de la
herencia.
El requisito fundamental para que exista indivisión hereditaria es la concurrencia de más de un here-
dero a la sucesión.
Se trata de una comunidad incidental, ya que no se constituye voluntariamente por sus integrantes,
sino por disposición legal y, en principio, transitoria, en tanto finaliza con la partición, o sea, a través
de la ejecución de una serie de actos complejos (inventario, valuación, adjudicación e inscripción),
los herederos pasarán de tener una porción ideal a detentar la propiedad de bienes determinados.
Durante el lapso de tiempo que dure el estado de indivisión, el acervo hereditario queda sometido a
un régimen especial de administración, gestión, uso y disposición de los bienes particulares que lo
integran.
En el CCC se regula expresamente el estado de indivisión, cubriéndose las carencias de la legislación
derogada para la etapa que va desde la muerte del causante hasta la partición.
1. b. Naturaleza jurídica: teorías

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La doctrina nacional debatía cuál era la naturaleza jurídica de la comunidad o indivisión hereditaria
sosteniendo diferentes teorías: tesis de la personalidad jurídica; tesis del patrimonio de afectación;
tesis del condominio; tesis de la transformación.
El art. 2323 establece que las disposciones del título VI, “Estado de indivisión”, se aplican en toda
sucesión en la que hay más de un heredero, desde la muerte del causante hasta la partición (si no hay
administrador designado) y regula las relaciones entre los comuneros respecto a los actos conserva-
torios, de administración y disposición, el uso y goce de los bienes y el destino de los frutos de los
bienes indivisos. El art. 2363 dice: La indivisión hereditaria sólo cesa con la partición. Si la partición
incluye bienes registrables, es oponible a los terceros desde su inscripción en los registros respecti-
vos. Como conclusión, la comunidad no tiene personalidad jurídica propia, ni es un patrimonio de
afectación, tampoco se trata de un condominio de tipo legal -sin perjuicio de sus similitudes- ni di-
versas circunstancias fácticas provocan su transformación jurídica.
Se trata de un estado de indivisión dispuesto por ley, transitorio, derivado de la adquisición legal
universal, que evita que los derechos y deberes patrimoniales transmitidos por muerte carezcan de
titular. Comienza cuando existe más de un heredero y la transmisión abarca más que créditos y deu-
das. Su contenido está constituido por la masa indivisa de titularidades patrimoniales transmisibles
del causante, menos los créditos y las deudas. Finaliza con la partición.
1. c. Una relación complicada: coexistencia entre la comunidad hereditaria y la indivisión post-
comunitaria
El CCC admite la opción de los cónyuges respecto del régimen patrimonial que regirá su matrimonio
(art. 446 inc. d) y ofrece dos posibilidades: régimen de comunidad de bienes o de separación de
bienes.
Para las personas casadas bajo régimen de comunidad de bienes, la indivisión postcomunitaria es
aquel período que se desarrolla entre la disolución del régimen patrimonial hasta su liquidación y
adjudicación. La muerte provoca tanto la disolución del régimen patrimonial del matrimonio como la
transmisión hereditaria. Todo, en el mismo instante.
1. c. 1. Calificación de bienes: incidencia de la muerte de su titular o cónyuge
Uno de los principios rectores del régimen sucesorio argentino es de la unidad patrimonial en la
transmisión hereditaria, es decir, que se transmite una universalidad sin tener en cuenta la naturaleza
ni el origen de los bienes que la integran. Este principio registra dos excepciones, una de ellas, cuando
el causante es una persona casada:
a. Conformación del acervo hereditario: como la muerte provoca la disolución del régimen patrimo-
nial matrimonial de comunidad (art. 475 inc. a), se habilita la posibilidad de proceder a su liquidación,
con remisión a las normas de división de la herencia (art. 481). Este proceso de liquidación de bienes
gananciales debe sustanciarse en el proceso sucesorio del causante, con las operaciones que com-
prende: calificar los bienes, deducir las deudas y cargas, establecer recompensas y así poder determi-
nar qué bienes integran el acervo hereditario. Luego podrá proceder a la partición de la herencia
propiamente dicha, cuyo acervo quedará integrado por los bienes propios del causante y aquella por-
ción de gananciales que le hubiera correspondido, independientemente de su titularidad: todos ellos
serán los bienes hereditarios transmisibles a los herederos del causante.
La misma situación se da ante la sociedad conyugal ya disuelta pero no liquidada. Entonces, la cali-
ficación de los bienes incide sobre la formación de la masa hereditaria.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

b. Concurrencia de legitimarios: el llamamiento de los legitimarios es diferente según quienes sean


los herederos forzosos que concurran y sobre qué bienes. Debe atenderse entonces al origen de los
bienes y determinar cuáles revisten la calidad de propios y cuáles gananciales, siempre que hubiere
regido el régimen de comunidad de bienes.
Sobre los bienes gananciales de titularidad del causante, su cónyuge retirará el 50% que le corres-
ponde en su calidad de “socio” (por disolución) y el restante ingresa al acervo hereditario. Y sobre
aquellos gananciales de titularidad del cónyuge supérstite, éste retiene su 50% y el otro 50% ingresa
al acervo hereditario. Dependerá de qué herederos forzosos existan (si hay descendientes o ascen-
dientes) para definir las porciones que correspondan a cada coheredero.
1. c. 2. Administración de los bienes gananciales durante el período de indivisión postcomuni-
taria
Durante la vigencia del régimen patrimonial de comunidad, el principio es el de la administración
separada: cada cónyuge administra los bienes de su titularidad (art. 470).
Ante la muerte de uno de los cónyuges, todos los bienes, los propios y los gananciales, de titularidad
de cualquiera de los cónyuges, quedan sometidos al régimen de administración propio de la comuni-
dad hereditaria: a los fines de su administración se forma una masa única, independientemente de
cuál de los esposos fuera titular de cada bien.
Esto es una consecuencia directa de la muerte, porque cuando la disolución se produce en vida, no se
alteran las relaciones de titularidad originaria respecto a los bienes (ya que no se produce ninguna
transmisión patrimonial). La comunidad de derechos se establece entre los excónyuges, pertenece a
las relaciones internas de ellos, sin ser oponible a terceros. Pero cuando se produce por muerte, se
origina la transmisión universal a los herederos y se modifica así el sistema de gestión y administra-
ción, correspondiendo entonces la aplicación de las normas sucesorias: gestión conjunta de todos los
coherederos, por unanimidad.
1. c. 3. La cuestión del pasivo
Durante la vigencia del régimen patrimonial se establece la responsabilidad separada de cada cón-
yuge.
La muerte del causante provoca la transmisión instantánea de su patrimonio a sus herederos: los bie-
nes integran el acervo. Se produce así una modificación de titularidad de todas las relaciones patri-
moniales del causante, incluyendo su derecho a los gananciales de titularidad de su cónyuge. Se pro-
duce una inexactitud registral: todos los bienes gananciales y los propios del causante no se encuentre
atribuidos singularmente a aquellos que aparecen registralmente como sus titulares (el causante o su
cónyuge), sino que integran un acervo o masa universal adquirida por los herederos del causante que,
hasta tanto no se produzca la liquidación de los gananciales y partición, no están adjudicados ut sin-
guli.
En principio, durante la vigencia del régimen patrimonial como durante la indivisión postcomunitaria
se establece la responsabilidad separada, con excepción de la responsabilidad ahora solidaria de los
cónyuges respectos de las deudas contraídas para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el
sostenimiento y la educación de los hijos comunes, y la limitación de responsabilidad del cónyuge no
deudor que responde sólo con los gananciales de su titularidad en el caso de los gastos de conserva-
ción y reparación de bienes gananciales. Este es el régimen de responsabilidad de los cónyuges du-
rante la indivisión postcomunitaria cuando ésta surge de una causal de disolución en vida de ellos

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Cuando la indivisión se produce por muerte, corresponde la aplicación de las reglas de la indivisión
hereditaria, que modifica las relaciones de titularidad y provoca que todos los acreedores deban con-
dicionarse a esta situación y reclamar el pago de sus créditos conforme lo establecido en el capítulo
5, “Pago de deudas y legados”, del Título VII, “Proceso sucesorio”.
2. Los excluidos de la comunidad hereditaria en el derogado Código Civil: los créditos y las
deudas
2. a. División de los créditos
La posición asumida en el CCC es la siguiente: eliminación de la división de pleno derecho de los
créditos y de las deudas; los créditos, entonces, se adjudican en la partición, como el resto del haber
hereditario. Y durante el período de indivisión, sino se hubiera designado administrador (y sus facul-
tades), serán aplicables las normas de los arts. 2324, 2325 y 2327. Este último autoriza a cualquier
coheredero a solicitar al juez que ordene todas las medidas urgentes que requiera el interés común,
entre ellas, la percepción de fondos indivisos. Si se hubiera designado administrador, entre sus fun-
ciones se dispone el cobro de los créditos del causante, iniciar o continuar las acciones, y presentarse
en los procesos en los cuales el causante hubiese sido demandado; todo con autorización judicial o
de todos los coherederos que sean capaces y estén presentes (art. 2354).
2. b. División de las deudas
El CCC se aproxima a un sistema de sucesión en los bienes a los fines liquidatorios, eliminando así
la división de deudas (y de créditos): en su lugar se establece una separación de patrimonios de pleno
derecho, con preferencia de los acreedores del causante, los acreedores por cargas de la sucesión y
los legatarios para cobrarse de los bienes de la herencia con prelación a los acreedores de los herederos
(art. 2316). A su vez, cuando tiene lugar la responsabilidad ilimitada del heredero, a los acreedores
de éste, de título anterior a la apertura de la sucesión, se les da preferencia sobre los bienes de su
deudor respecto de los acreedores del causante y los legatarios, y a los de título posterior se los hace
concurrir a prorrata con éstos (art. 2322).
Los acreedores hereditarios que no sean titulares de garantías reales deben presentarse en el proceso
sucesorio y denunciar sus créditos (art. 2356). Podrán solicitar también que se declare su crédito de
legítimo abono, que implica el reconocimiento de los herederos de la existencia y cuantía de la deuda.
Si fuera discutida, el acreedor puede deducir las acciones que estime corresponder (art. 2357). Se
establece un orden de pago a los acreedores, conforme a las preferencias crediticias establecidas por
la LCQ (art. 2358), y con anterioridad a los legatarios. Tanto los acreedores del causante como los
acreedores de las cargas de la masa y los legatarios pueden oponerse a la entrega de los bienes a los
herederos, hasta que sean satisfechos (art. 2359).
Estas disposiciones serán aplicables en el supuesto en que los pagos se realicen en todos los casos,
aun en forma extrajudicial, amén de su ubicación sistemática dentro de la regulación del proceso
sucesorio, según ha interpretado la doctrina.
2. c. Situación de los legatarios de cuota y particulares en el Código Civil derogado
El CCC establece la responsabilidad de los legatarios de una universalidad de bienes y deudas -ya
que se elimina el legatario de cuota- por el pago de las deudas comprendidas en tal universalidad,
hasta los bienes recibidos (art. 2318), como así también la responsabilidad de los legatarios particu-
lares frente a los acreedores del causante, hasta el valor de lo recibido (art. 2319), pudiendo en tal

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

caso accionar contra los legatarios, pero reduciendo el plazo de caducidad al de un año desde que
cobraron sus legados.
El administrador de la sucesión debe pagar primero a los acreedores fijados -según las preferencias
de la LCQ- y luego, en caso de corresponder, cumplir con los legados, en un determinado orden: a)
aquellos cuya preferencia fuera fijada por el testador; b) los de cosa cierta y determinada; y c) los
demás legados. Ante legados de igual categoría, se pagan a prorrata (art. 2358).
2. d. Cargas de la sucesión
Las cargas de la sucesión son aquellas obligaciones que nacieron después de la muerte del causante,
como los gastos funerarios, aquellos derivados de la conservación, liquidación y división de la masa
partible.
El art. 434 también establece en cabeza de los herederos el cumplimiento de la prestación alimentaria
a favor del excónyuge enfermo, debiendo los herederos establecer, antes de la partición, de qué modo
darán cumplimiento a dicha obligación de alimentos extraordinarios.
Los acreedores por las cargas pueden oponerse también a la entrega de los bienes a los herederos
hasta el pago de sus créditos. El art. 2359 puntualiza que tal derecho de oposición corresponde tanto
a los acreedores del causante, como los acreedores de las cargas de la masa y los legatarios.
El art. 2384 establece que las cargas de la masa, es decir, aquellos gastos producidos por la liquidación
y los realizados en beneficio común, se imputan a la masa.
3. Derechos de los coherederos durante el estado de indivisión
a. Uso exclusivo de cosas comunes
El CCC contempla este uso exclusivo por parte de un coheredero, como así también la obligación de
satisfacer una indemnización, desde que le fuera requerida y salvo que se hubiera pactado tal uso
exclusivo (art. 2328).
b. Contrato de locación celebrado por un coheredero sobre un bien hereditario indiviso
Los coherederos no adquieren cuotas partes sobre bienes individualmente considerados, sino que la
adquisición legal se produce en términos de universalidad. Por ello, ningún coheredero es dueño ex-
clusivo de un bien determinado, y así, un coheredero puede ser inquilino de un bien integrante de la
comunidad hereditaria hasta que se produzca la partición.
c. Continuación de la locación celebrada entre causante y un coheredero
Por los mismos motivos expuestos en el apartado anterior, sólo mientras dure el período indiviso y
no se adjudique al mismo coheredero locatario, nada obsta a que el contrato continúe vigente.
El CCC exige facultades expresas de todos los coherederos a quien resulte administrador (sea cohe-
redero o un tercero) para la contratación o renovación de las locaciones (art. 2325).
4. Administración y gestión de la comunidad hereditaria o estado de indivisión
4. a. Diferentes tipos de actos: conservatorios, de administración y de disposición
La finalidad de la administración de la herencia es mantener una correcta conservación del haber
hereditario, desde la muerte del causante y hasta tanto se realice la adjudicación individual de los
bienes que lo componen, a los herederos.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

- Actos de conservación son aquellos dirigidos a preservar y mantener la integridad del patrimonio
relicto.
- Actos de administración son los que tienen por finalidad no sólo la conservación del patrimonio
hereditario, sino también la obtención de rentas, utilidades o productos que correspondieran de
acuerdo con el destino económico del caudal relicto (percepción de rentas).
- Actos de disposición son todos los actos que importan una alteración del patrimonio que integra el
acervo hereditario.
El CCC distingue entre la administración extrajudicial y la judicial.
Respecto de la administración extrajudicial, ante la ausencia de administrador designado (art. 2323),
dispone las siguientes soluciones: para la realización de actos de administración y disposición: exige
unanimidad de todos los coherederos. Se prevé la posibilidad de otorgar mandato expreso y se con-
sidera, respecto de los actos de administración, la existencia de mandato tácito ante la falta de oposi-
ción a los actos realizados por cualquiera de los coherederos (art. 2325) y la aplicación de la figura
de la gestión de negocios a aquellos realizados por un coheredero en representación de otro ausente
o impedido (art. 2326). En cambio, para la realización de los actos conservatorios y medidas urgentes
se autoriza a cualquier heredero (art. 2324). Aun antes de la apertura del proceso sucesorio, cualquier
coheredero puede solicitar medidas urgentes para autorizar el ejercicio de derechos que la oposición
de cualquier coheredero pudiera implicar poner en peligro el interés común (art. 2327).
La administración judicial se verá seguidamente.
4. b. Administrador judicial de la herencia: tipos, nombramiento, facultades, obligaciones y
derechos
4. b. 1. Tipos y nombramiento de administrador
Una vez iniciado el juicio sucesorio, la designación del administrador corresponde al juez que en-
tiende en el mismo.
El título VII, denominado “Proceso sucesorio”, destina el capítulo 4 a la administración judicial de la
sucesión.
Puede ser administradores las personas plenamente capaces y las personas jurídicas autorizadas por
la ley o por sus estatutos para administrar bienes ajenos (art. 2345). Para su designación no es nece-
sario la unanimidad de los coherederos, siendo suficiente la mayoría, tanto para su designación como
para su remplazo, estableciendo un orden de preferencia del tipo indicativa en el cónyuge sobrevi-
viente, luego a algunos de los herederos, y por último en un extraño. También se reconoce facultades
designación al testador (art. 2347) y admite la designación testamentaria plural, sea en el orden de-
terminado o en forma conjunta (art. 2348).
4. b. 2. Facultades, obligaciones y derechos del administrador
Art. 2353 – Administración de los bienes. El administrador debe realizar los actos conservatorios de
bienes y continuar el giro normal de los negocios del causante.
Puede, por sí solo, enajenar las cosas muebles susceptibles de perecer, depreciarse rápidamente o
cuya conservación es manifiestamente onerosa. Para la enajenación de otros bienes, necesita
acuerdo unánime de los herederos o, en su defecto, autorización judicial.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Además de gestionar los bienes de la herencia, debe promover su realización en la medida necesaria
para el pago de las deudas y legados.
Art. 2354 – Cobro de créditos y acciones judiciales. Previa autorización judicial o de los copartícipes
si son plenamente capaces y están presentes, el administrador debe cobrar los créditos del causante,
continuar las acciones promovidas por éste, iniciar las que son necesarias para hacer efectivos sus
derechos, y presentarse en los procesos en los cuales el causante fue demandado.
En ningún caso puede realizar actos que importan disposición de los derechos del causante.
Art. 2355 – Rendición de cuentas. Excepto que la mayoría de los copropietarios de la masa indivisa
haya acordado otro plazo, el administrador de la herencia debe rendir cuentas de su administración
trimestralmente, o con la periodicidad que el juez establezca.
4. b. 3. Fin de las funciones del administrador, sustitución y remoción.
La administración terminará con la partición, pues en ese momento cesa el estado de indivisión here-
ditaria.
También puede suceder que el administrador sea removido o renuncie a su cargo. El CCC precisa que
no sólo los coherederos, sino todo interesado puede solicitar la remoción del administrador por im-
posibilidad de ejercicio o mal desempeño. Y hasta tanto se resuelvo el pedido de remoción, continúa
en el ejercicio de sus funciones, salvo que el juez resolviera designar un administrador provisorio (art.
2351).

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 8 – División de la herencia. Partición


1. Partición
1. a. Concepto
Se denomina partición al acto en cuya virtud se pone fin al estado de indivisión y a raíz del cual la
parte alícuota que tiene cada heredero sobre el total de los bienes relictos se transforma en una porción
concreta, físicamente determinada, y de exclusiva propiedad del heredero a quien ha sido adjudicada,
previa ejecución de un conjunto de actos complejos -entre ellos, inventario, valuación, adjudicación
e inscripción de las respectivas hijuelas- que deberán llevarse a cabo teniendo en mira la igualdad
cualitativa y cuantitativa respecto de cada uno de los herederos.
Con la partición finaliza la comunidad hereditaria o estado de indivisión.
El art. 2363 establece que la indivisión hereditaria sólo cesa con la partición. Si la partición incluye
bienes registrables, es oponible a los terceros desde su inscripción en los registros respectivos.
1. b. Legitimación activa: quiénes pueden pedir la partición
Entre los legitimados para pedir la partición se encuentran:
a) los herederos, tanto los universales como los de cuota;
b) los cesionarios, siendo que adquieren los mismos derechos que correspondían al heredero cedente;
c) los acreedores de los herederos, que se subrogan en el derecho de sus deudores (herederos); pero
no están legitimados los acreedores del causante;
d) los beneficiarios de legados. La doctrina interpreta que no se le debería reconocer legitimación a
los legatarios de un bien particular o un conjunto de ellos, pues éstos tienen una acción directa para
reclamar el legado sin necesidad de partición;
e) los beneficiarios de cargos que pesan sobre un heredero están legitimados, pues son considerados
acreedores del heredero;
f) los herederos del heredero, y, si antes de hacer la partición muere uno de los coherederos dejando
a varios herederos, cada uno de éstos puede pedir la partición, ocupando el lugar del heredero falle-
cido;
g) el albacea designado por testamento.
Si todos los herederos -o cesionarios- solicitaran la partición, deberán actuar bajo una misma repre-
sentación.
1. c. Oportunidad para pedir la partición
La partición puede ser solicitada en todo tiempo, según lo establece como principio el art. 2365.
La partición requiere de una serie de operaciones que desembocan en la partición propiamente. En-
tonces, en todo tiempo los legitimados pueden solicitar la partición para que se designe partidor y se
dé inicio a las operaciones necesarias. Una vez inventariados y tasados los bienes, podrá solicitarse
la partición propiamente dicha.
El partidor deberá formar la masa partible (art. 2376). Para ello, necesitará que se hayan individuali-
zado y valuado los bienes que la integrarán, lo cual será posible luego de encontrarse aprobados el
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inventario (art. 2341) y el avalúo de bienes (art. 2343), sin perjuicio de sustituir el inventario por la
denuncia de bienes (art. 2342).
Cualquiera de los copartícipes puede pedir que la partición se postergue total o parcialmente por el
tiempo que fije el juez si su realización inmediata puede redundar en perjuicio del valor de los bienes
indivisos.
1. d. Partición condicional. Herederos instituidos bajo condición
Los herederos instituidos bajo condición suspensiva sólo podrán pedir la partición una vez que la
condición esté cumplida. Pero la presencia de un heredero condicional no impide a los otros cohere-
deros solicitar la partición aun antes del cumplimiento de la condición si aseguran los derechos del
heredero condicional. Si se tratase de un heredero instituido bajo condición resolutoria, se encuentra
legitimado para pedir la partición desde el primer momento, con la salvedad de que deberá asegurar
adecuadamente el derecho de quienes lo sustituirían en caso de cumplirse la condición que resuelve
su llamado.
1. e. Prescripción de la acción de partición
El art. 2368 dice: La acción de partición de herencia es imprescriptible mientras continúe la indivi-
sión, pero hay prescripción adquisitiva larga de los bienes individuales si la indivisión ha cesado de
hecho porque alguno de los copartícipes ha intervertido su título poseyéndolos como único propie-
tario, por el lapso que establece la ley.
2. Contrapunto: situaciones que provocan la indivisión
Como contrapartida al principio particionario, en ciertos supuestos la facultad de solicitar la partición
se encuentra limitada o postergada.
2. a. Los supuestos de indivisión forzosa
Se trata de casos previstos en el texto legal. Como nota común, ninguno de los casos de indivisión
forzosa afecta los derechos de los acreedores del causante sobre los bienes. Respecto a los acreedores
de los herederos, no pueden perseguir los bienes, pero sí las utilidades que correspondan a su deudor.
2. a. 1. Indivisión impuesta por el testador
El art. 2330 dispone: El testador puede imponer a sus herederos, aun legitimarios, la indivisión de
la herencia por un plazo no mayor de diez años. Puede también disponer que se mantenga indiviso
por ese plazo o, en caso de haber herederos menores de edad, hasta que todos ellos lleguen a la
mayoría de edad: a) un bien determinado; b) un establecimiento comercial, industrial, agrícola, ga-
nadero, minero, o cualquier otro que constituya una unidad económica; c) las partes sociales, cuotas
o acciones de la sociedad de la cual es principal socio o accionista. En todos los casos, cualquier
plazo superior al máximo permitido se entiende reducido a éste. El juez puede autorizar la división
total o parcial antes de vencer el plazo, a pedido de un coheredero, cuando concurren circunstancias
graves o razones de manifiesta utilidad.
2. a. 2. Pacto de indivisión
El art. 2331 establece: Los herederos pueden convenir que la indivisión entre ellos perdure total o
parcialmente por un plazo que no exceda de diez años, sin perjuicio de la partición provisional de
uso y goce de los bienes entre los copartícipes. Si hay herederos incapaces o con capacidad restrin-
gida, el convenio concluido por sus representantes legales o con la participación de las personas que
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

los asisten requiere aprobación judicial. Estos convenios pueden ser renovados por igual plazo al
término del anteriormente establecido. Cualquiera de los coherederos puede pedir la división antes
del vencimiento, siempre que medien causas justificadas.
2. a. 3. Oposición del cónyuge o de un heredero
El art. 2332 establece que, si en el acervo hereditario existe un establecimiento comercial, industrial,
agrícola, ganadero, minero o de otra índole que constituye una unidad económica, o partes sociales,
cuotas o acciones de una sociedad, puede oponerse a que se incluyan en la partición, excepto que
puedan serle adjudicados en su lote en dos casos: 1) si el cónyuge supérstite ha adquirido o constituido
en todo o en parte el establecimiento o es el principal socio o accionista de la sociedad, y 2) si no lo
adquirió ni constituyó, pero participa activamente en su explotación.
En estos casos, la indivisión se mantiene hasta diez años a partir de la muerte del causante, pero puede
ser prorrogada judicialmente a pedido del cónyuge sobreviviente hasta su fallecimiento. Durante la
indivisión, la administración del establecimiento, las partes sociales, cuotas o acciones corresponden
al cónyuge sobreviviente, garantizando así la continuidad de la explotación. De todos modos, a ins-
tancia de cualquiera de los herederos, el juez puede autorizar el cese de la indivisión antes del plazo
fijado, si concurren causas graves o de manifiesta utilidad económica que justifican la decisión.
El cónyuge supérstite puede oponerse a que sea incluida en la partición, la vivienda que ha sido resi-
dencia habitual de los cónyuges al tiempo de fallecer el causante y que ha sido adquirida o construida
total o parcialmente con fondos gananciales, con sus muebles, excepto que pueda serle adjudicada en
su lote. Los herederos pueden pedir el cese de la indivisión si el cónyuge supérstite tiene bienes que
le permiten procurarse otra vivienda suficiente para sus necesidades.
El art. 2333 dispone: En las mismas circunstancias que las establecidas en el artículo anterior, un
heredero puede oponerse a la inclusión en la partición del establecimiento que constituye una unidad
económica si, antes de la muerte del causante, ha participado activamente en la explotación de la
empresa.
2. b. Derecho real de habitación del cónyuge supérstite
El art. 2383 establece: El cónyuge supérstite tiene derecho real de habitación vitalicio y gratuito de
pleno derecho sobre el inmueble de propiedad del causante, que constituyó el último hogar conyugal,
y que a la apertura de la sucesión no se encontraba en condominio con otras personas. Este derecho
es inoponible a los acreedores del causante.
Si bien no se trata de un supuesto de indivisión en sentido estricto, porque se trata de un derecho real,
sus consecuencias impiden partir el inmueble sobre el cual este derecho real se ejerce.
No se exige que se trate del único inmueble habitable que hubiera dejado el causante, sino que será
suficiente que constituya la sede del hogar conyugal. Se suprime toda exigencia respecto al valor de
inmueble.
Asimismo, los miembros de una unión convivencial gozan de este derecho real. El art. 527 dispone:
El conviviente supérstite que carece de vivienda propia habitable o de bienes suficientes que asegu-
ren el acceso a ésta, puede invocar el derecho real de habitación gratuito por un plazo máximo de
dos años sobre el inmueble de propiedad del causante que constituyó el último hogar familiar y que
a la apertura de la sucesión no se encontraba en condominio con otras personas. Este derecho es
inoponible a los acreedores del causante. Se extingue si el conviviente supérstite constituye una nueva

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unión convivencial, contrae matrimonio, o adquiere una vivienda propia habitable o bienes suficien-
tes para acceder a ésta.
El derecho real de habitación del cónyuge supérstite se extingue por: 1) la renuncia expresa que haga
el cónyuge supérstite, sea a través de escritura pública o de acta judicial incorporada al expediente;
2) por renuncia de la herencia; 3) la muerte del habitador; 4) el no uso durante diez años, aun siendo
involuntario.
No se requiere que el cónyuge supérstite se encuentre en estado de necesidad.
2. c. Adquisición por paso del tiempo
Puede ocurrir que la indivisión haya cesado de hecho cuando alguno de los copartícipes haya inter-
vertido su título y poseído determinados bienes como único propietario durante el lapso de veinte
años, en cuyo caso no podrá pedirse la partición, puesto que respecto de ellos ha operado la prescrip-
ción adquisitiva larga (art. 1899).
Dicho plazo debe computarse a partir de que se haya intervertido el título.
La indivisión continúa en relación con el resto de los bienes y el derecho a pedir la partición seguirá
siendo imprescriptible, pero la acción no prosperará ante la oposición de quien los adquirió por el
paso del tiempo.
3. Clasificación de la partición
3. a. Según su instrumentación
3. a. 1. Partición privada
El art. 2369 establece: Si todos los copartícipes están presentes y son plenamente capaces, la parti-
ción puede hacerse en la forma y por el acto que por unanimidad juzguen convenientes. La partición
puede ser total o parcial.
Se consagra de este modo el principio de libertad de formas.
El CCC no se refiere en forma expresa a las particiones mixtas.
3. a. 2. Partición judicial
El art. 2371 establece los casos en los cuales la partición debe ser judicial: a) si hay copartícipes
incapaces, con capacidad restringida o ausentes; b) si terceros, fundándose en un interés legítimo, se
oponen a que la partición se haga privadamente; c) si los copartícipes son plenamente capaces y no
acuerdan en hacer la partición privadamente.
La partición judicial impone observar los requisitos establecidos tanto en el código de fondo como
en los diversos códigos procesales locales.
En los casos en que se exige que la partición sea judicial, su inobservancia acarrea la nulidad. Se trata
de un supuesto de nulidad relativa, la cual puede purgarse por la confirmación posterior al acto.
3. b. Según su carácter
3. b. 1. Partición definitiva
La partición definitiva pone fin al estado de indivisión en forma completa, es decir, se adjudican
singularmente todos los derechos sobre los bienes relictos (art. 2363).
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

3. b. 2. Partición provisional
La partición se considera meramente provisional si los copartícipes sólo han hecho una división del
uso y goce de los bienes de la herencia, dejando indivisa la propiedad (art. 2370).
Bajo ningún concepto la partición provisional impide el derecho de pedir la partición definitiva.
3. c. Según la extensión de su contenido
3. c. 1. Partición total
En la partición total, se dividen todos los bienes hereditarios, terminado totalmente el estado de indi-
visión.
3. c. 2. Partición parcial
Si una parte de los bienes no es susceptible de división inmediata, se puede pedir la partición de los
que son actualmente partibles (art. 2367).
Se permite que la partición sea parcial, ya que podrá tener lugar respecto de los restantes bienes que
sí son actualmente partibles, puesto que no tiene sentido prolongar su indivisión. Ello, sin perjuicio
de señalar que podría resultar conveniente, por motivos de economía, esperar un tiempo razonable
para llevar a cabo una sola partición.
4. Modos de hacer la partición
4. a. Partición en especie
Los bienes hereditarios deben ser divididos en lotes cuyos valores totales deban ser equivalentes a la
porción ideal que cada heredero tenía asignada. No es necesario partir cada bien.
La regla es la partición en especie. Por ello, aunque la mayoría de los copartícipes decidan la venta
de los bienes y la distribución del producido, la sola voluntad de uno de los herederos es suficiente
para imponer que la partición se haga en especie.
Sólo se podrá llegar a la venta de un bien para luego dividir el dinero resultante cuando la adjudicación
en especie no sea posible y su partición física lo convierta en antieconómico. O cuando disposiciones
administrativas o legales impidan la división física del bien.
El art. 2374 dispone: Si es posible dividir y adjudicar los bienes en especie, ninguno de los copartí-
cipes puede exigir su venta. En caso contrario, se debe proceder a la venta de los bienes y a la
distribución del producto que se obtiene. También puede venderse parte de los bienes si es necesario
para posibilitar la formación de lotes.
Algunos autores han observado que debió haberse previsto que la diferencia entre hijuelas se pudiera
compensar en dinero o con otros bienes hereditarios o ajenos a la masa hereditaria, sobre todo cuando
haya acuerdo de los copartícipes. Sin embargo, el art. 2375 dispone una limitación: Aunque los bienes
sean divisibles, no se los debe dividir si ello hace antieconómico el aprovechamiento de las partes.
4. b. Partición en dinero
En caso de que la división en especie no sea posible -por ser material o jurídicamente imposible, por
convertir en antieconómico el aprovechamiento de las partes, o porque sea necesario para pagar deu-
das y cargas pendientes-, se deberá proceder a la venta de los bienes y la distribución de su producido

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

entre los copartícipes. Nada obsta a que unánimemente los copartícipes acuerden en realizar la parti-
ción en dinero.
4. c. Otros supuestos
También puede ocurrir que la partición se lleve a cabo parte en especie y parte en dinero, si la con-
formación de los lotes que serán adjudicados no es exactamente igual al valor de las respectivas hi-
juelas.
Si es posible dividir y adjudicar los bienes en especie, ninguno de los copartícipes puede exigir su
venta (art. 2374).
4. d. Licitación
El art. 2372 incorpora el proceso de licitación como una alternativa en la partición hereditaria. Licitar
es ofrecer precio por una cosa en subasta o en almoneda.
El mencionado artículo dice: Cualquiera de los copartícipes puede pedir la licitación de alguno de
los bienes de la herencia para que se le adjudique dentro de su hijuela por un valor superior al del
avalúo, si los demás copartícipes no superan su oferta. Efectuada la licitación entre los herederos,
el bien licitado debe ser imputado a la hijuela del adquirente, por el valor obtenido en la licitación,
quedando de ese modo modificado el avalúo de ese bien. La oferta puede hacerse por dos o más
copartícipes, caso en el cual el bien se adjudica en copropiedad a los licitantes, y se imputa propor-
cionalmente en la hijuela de cada uno de ellos. No puede pedirse la licitación después de pasados
treinta días de la aprobación de la licitación.
La licitación se realiza entre los copartícipes, es decir, no es una puja abierta, ya que no admite ter-
ceros como postores.
El plazo máximo de treinta días se establece para evitar que el paso del tiempo modifique los valores
de la tasación, que son el piso del valor a ofrecer para licitar.
6. Partidor. Designación
Cuando la partición deba ser judicial, deberá hacerse por un partidor o por varios que actúen en forma
conjunta. A falta de acuerdo unánime de los copartícipes para su designación, el nombramiento debe
ser hecho por el juez. Por sus complejas implicancias jurídicas, los códigos procesales exigen que el
partidor sea abogado.
6. a. Funciones del partidor
Una vez aprobados el inventario y el avalúo de los bienes, y designado el partidor, debe realizarse la
cuenta particionaria. Para ello, son necesarias una serie de operaciones: 1) prenotados; 2) composi-
ción de la masa; 3) bajas comunes; 4) masa partible propiamente dicha (líquido partible); 5) división
y formación de los lotes; y 6) adjudicación de los lotes.
1) Prenotados
En esta primera etapa, el partidor hace un resumen de las actuaciones del expediente sucesorio.
2) Composición de la masa
Se individualizan el total de los bienes que integran el activo partible de la sucesión y su valor. Se
trata de aquellos bienes transmisibles por causa de muerte.

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3) Bajas comunes
Se debe reservar bienes suficientes para solventar las deudas (aquellas que fueron contraídas en vida
del por el causante) y cargas (obligaciones surgidas después de la muerte del causante) que se en-
cuentren pendientes, como así también los gastos para afrontar los legados que aún no hayan sido
pagados. Se debe formar la “hijuela de bajas” que se constituye con los bienes suficientes para afron-
tar dichas erogaciones. Se deben prever los gastos derivados de la partición misma y aquellos reali-
zados en beneficio de la masa común (art. 2384).
4) Masa o líquido partible
La masa partible estará conformada por los bienes del causante que existen al tiempo de la partición
o los que se han subrogado a ellos y sus respectivos acrecimientos. Luego, debe deducirse el pasivo.
Finalmente, se agregan los valores que deban ser colacionados: donaciones (art. 2385), beneficios
(art. 2391), deudas en favor del causante (art. 2397) y las deudas surgidas durante la indivisión (art.
2399); como así también los bienes sujetos a reducción (arts. 2386, 2417, 2452 y 2453).
5) División y formación de los lotes
Las pautas están establecidas en el art. 2377: Para la formación de los lotes no se tiene en cuenta la
naturaleza ni el destino de los bienes, excepto que sean aplicables las normas referentes a atribución
preferencial. Debe evitarse el parcelamiento de los inmuebles y la división de las empresas. Si la
composición de la masa no permite formar lotes de igual valor, las diferencias entre el valor de los
bienes que integran un lote y el monto de la hijuela correspondiente deben ser cubiertas con dinero,
garantizándose el saldo pendiente a satisfacción del acreedor. El saldo no puede superar la mitad
del valor del lote, excepto en el caso de atribución preferencial. Excepto acuerdo en contrario, si al
deudor del saldo se le conceden plazos para el pago y, por circunstancias económicas, el valor de
los bienes que le han sido atribuidos aumenta o disminuye apreciablemente, las sumas debidas au-
mentan o disminuyen en igual proporción. Si hay cosas gravadas con derechos reales de garantía,
debe ponerse a cargo del adjudicatario la deuda respectiva, imputándose a la hijuela la diferencia
entre el valor de la cosa y el importe de la deuda. Las sumas que deben ser colacionadas por uno de
los coherederos se imputan a sus derechos sobre la masa.
El art. 2379, última parte, dispone: Los objetos y documentos que tienen un valor de afección u ho-
norífico son indivisibles, y se debe confiar su custodia al heredero que en cada caso las partes elijan
y, a falta de acuerdo, al que designa el juez. Igual solución corresponde cuando la cosa se adjudica
a todos los herederos por partes iguales.
En el supuesto de que por la composición de la masa partible no resulte posible formar lotes de igual
valor, se dispone que la diferencia de valores entre los lotes sea compensada en dinero, con un límite:
que el saldo a compensar no supere la mitad del valor del lote, salvo que se trate del caso de atribución
preferencial (art. 2381).
6) Asignación de lotes
El art. 2378 establece que la asignación debe hacerse con la conformidad de los herederos. En su
defecto, se realiza por sorteo a fin de evitar que el partidor favorezca a determinados copartícipes.
El art. 2379 dispone que los títulos de adquisición de los bienes que integran la partición deben ser
entregados a su adjudicatario. Si algún bien es adjudicado a varios herederos, el título se entrega al
propietario de la cuota mayor, otorgándose a los otros interesados copia certificada a costa de la masa.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

6. b. La atribución preferencial
Es el derecho a que determinado bien o bienes sean incorporados en la hijuela de quien así lo solicita
por resultar autorizado por la ley para ser preferido a los otros coherederos.
El art. 2380 otorga este derecho al cónyuge sobreviviente o al coheredero y respecto de determinados
bienes. Deben concurrir tres requisitos respecto de: 1) la legitimación: que sea solicitada por el cón-
yuge o los herederos del causante; 2) el objeto: debe tratarse de un establecimiento agrícola, comer-
cial, industrial, artesanal o de servicios, que constituya una unidad económica; 3) la partición: que el
interesado haya participado en la formación del establecimiento. Si la explotación se hace bajo una
forma social, la atribución de los derechos sociales sólo podrá pedirse si ello no afecta las disposicio-
nes legales o las cláusulas estatutarias sobre la continuación de una sociedad con uno o varios de los
interesados.
Si el valor del establecimiento es mayor al de su hijuela, no constituye un impedimento para que
proceda la atribución. Ese saldo será pagado en la forma en que dispongan los copartícipes y, a falta
de acuerdo, deberá serlo al contado.
El art. 2381 dispone que la atribución preferencial sea solicitada por el cónyuge supérstite o los here-
deros del causante, y puede recaer sobre: 1) la propiedad o el derecho a la locación del inmueble que
le sirve de habitación, si tenía allí su residencia al tiempo de la muerte; 2) los muebles existentes en
él; 3) la propiedad o el derecho a la locación de uso profesional donde ejercía su actividad, y los
muebles existentes en él; 4) el conjunto de las cosas muebles necesarias para la explotación de un
bien rural realizada por el causante como arrendatario o aparcero cuando el arrendamiento o aparcería
continúa en proceso del demandante; o 5) se contrata un nuevo arrendamiento con éste.
No se aplica el tope referido al saldo que no puede superar la mitad del lote.
Puede ocurrir que la atribución preferencial haya sido solicitada por más de un copartícipe, pero sin
aceptar que les sea asignada conjuntamente. En este caso, será el juez de la sucesión quien deberá
decidir a favor de cuál de ellos operará la atribución. El juez deberá valorar la aptitud de los distintos
postulantes para continuar la explotación y la impotancia de su participación personal en la actividad.
Esta solución no se aplicará al supuesto de atribución preferencial de la propiedad o el derecho de
locación del inmueble que le sirve de habitación y sus muebles. En ese caso, de no acordar su asig-
nación conjunta, el juez debería valorar las posibilidades de cada uno de los solicitantes de procurarse
habitación y, en última instancia, proceder al sorteo.
7. Partición por los ascendientes
7. a. Consideraciones generales
7. a. 1. Procedencia
El art. 2411 dispone: La persona que tiene descendientes puede hacer la partición de sus bienes entre
ellos por donación o por testamento. Si es casada, la partición de los bienes propios debe incluir al
cónyuge que conserva su vocación hereditaria. La partición de los gananciales sólo puede ser efec-
tuada por donación, mediante acto conjunto de los cónyuges.
El CCC regula dos regímenes patrimoniales: el de comunidad y el de separación de bienes, a opción
de los cónyuges. El art. 1002 regula los supuestos de inhabilidades especiales para contratar en interés
propio y, entre ellos, establece que configura un caso de inhabilidad para contratar los cónyuges, bajo
el régimen de comunidad (inc. d).
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La partición por los ascendientes bajo donación de bienes propios de una persona casada bajo el
régimen de comunidad, deviene imposible, ya que el contrato de donación que deberían efectuar los
cónyuges para perfeccionarla sería un contrato prohibido por aplicación del mencionado artículo. De
este modo, sólo podrían realizar, en forma conjunta, partición por donación de los bienes gananciales
en favor de los descendientes, siempre que tales gananciales sean además de titularidad conjunta, para
permitir su disposición por parte de ambos cónyuges.
Subsiste la posibilidad de que una persona casada bajo el régimen de comunidad de bienes realice la
partición por testamento de bienes propios. No así respecto de los bienes gananciales, ya que el tes-
tamento conjunto no es admitido en el CCC.
7. a. 2. Bienes no incluidos
Si la partición hecha por los ascendientes no comprende todos los bienes que dejan a su muerte, el
resto se distribuye y divide según las reglas legales (art. 2412).
Lo más frecuente es que la partición por ascendiente sea parcial. Ello es así tanto porque en el caso
de partición por donación el ascendiente suele reservarse algunos bienes que le resultan imprescindi-
bles, cuanto en el caso de la partición por testamento, el testador no puede saber al momento de
otorgar el acto cuál será la evolución de su patrimonio con posterioridad.
7. a. 3. Procedencia de la colación
Al hacer la partición, sea por donación o por testamento, el ascendiente debe colacionar a la masa el
valor de los bienes que anteriormente haya donado y sean susceptibles de colación (art. 2413).
7. a. 4. Mejora
En la partición, el ascendiente puede mejorar a alguno de sus descendientes o al cónyuge dentro de
los límites de la porción disponible, pero debe manifestarlo expresamente (art. 2414).
La exigencia de su manifestación expresa reviste gran interés práctico, ya que puede ocurrir que el
ascendiente no sea suficientemente claro en sus disposiciones y asigne bienes de distinto valor, bene-
ficiando particularmente a uno de los herederos cuando su intención fue que el reparto fuera iguali-
tario.
Sin embargo, no es menester el uso sacramental del término “mejora”, y puede entenderse una dis-
posición por la cual el ascendiente manifieste que quiere favorecer al heredero tal como la ley lo
permite. Esto puede expresarse tanto en la partición por donación como en la partición por testamento.
7. b. Partición por donación
La partición por donación es un acto jurídico por el cual el ascendiente dona y parte sus bienes entre
sus descendientes con la aceptación de éstos, con las limitaciones ya explicadas respecto a la situación
del ascendiente casado bajo el régimen de comunidad de bienes.
Tiene como finalidad anticipar el dominio de los bienes y evitar las disputas con respeto a la adjudi-
cación entre los descendientes.
Es un acto complejo que combina las normas de la donación con las de la partición. Es un acto entre
vivos, gratuito, patrimonial, plurilateral, de disposición, formal y puede someterse a modalidades,
estando prohibida la condición suspensiva de producir efectos a partir del fallecimiento del donante.
Por lo tanto, la transferencia de lo donado es irrevocable, salvo los supuestos del art. 2420.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Comparte los mismos elementos de la partición, como la igualdad de los lotes, el respeto de la legí-
tima, la garantía entre los beneficiarios y la acción de reducción.
La partición por donación es traslativa de dominio, siendo los descendientes sucesores singulares, los
que se convierten después de la muerte del ascendiente donante en herederos si aceptan la herencia.
Por lo tanto, pueden renunciarla con los efectos que produce la renuncia sin que ello implique la
devolución de los bienes recibidos por donación.
Participa de la naturaleza jurídica de la donación, pero tiene algunas diferencias. En la simple dona-
ción, quien responde por evicción es el donante (art. 1556), mientras que, en la partición por donación,
los donatarios responden por evicción (art. 2419).
No puede tener por objeto bienes futuros, dado que no es admisible la donación de bienes que no se
encuentran en el patrimonio (art. 1551) y puede ser hecha mediante actos separados si el ascendiente
interviene en todos ellos (art. 2415).
Como se trata de una modalidad de partición, debe respetar la legítima, la que está protegida por la
acción de reducción (art. 2417), el ascendiente debe colacionar el valor de los bienes donados (art.
2413) y rige la garantía de evicción entre copartícipes.
7. b. 1. Sujetos
Siendo una modalidad de partición por los ascendientes, el donante debe ser ascendiente del donata-
rio. No tratándose de ascendientes, podrán realizar donaciones, pero no quedan sometidas al régimen
de la partición por donación.
En cuanto a la capacidad para aceptar donaciones se aplican las normas genéricas de las donaciones
(art. 1549); por lo tanto, si el donatario es incapaz (o con capacidad restringida a este tipo de actos),
la aceptación debe ser hecha por su representante legal. Si el donante fuese el representante legal,
caso del menor de edad, corresponde la designación de un tutor especial.
7. b. 2. Objeto
Están excluidos los bienes futuros (art. 2415) y pueden ser transmitidos diversos derechos sobre los
mismos: la plena propiedad o únicamente la nuda propiedad, reservándose el donante el usufructo.
También puede pactarse entre donante y donatarios una renta vitalicia en favor del donante (art.
2416).
Pueden realizarse particiones parciales.
7. b. 3.
La partición por donación debe hacerse en la forma prescripta para las donaciones. El art. 1552 esta-
blece: Deben ser hechas en escritura pública, bajo pena de nulidad, las donaciones de cosas inmue-
bles, las de cosas muebles registrables y las de prestaciones periódicas o vitalicias. Esta norma con-
cuerda con la norma genérica del 1017, inc. a), referido a los contratos que tienen por objeto la ad-
quisición, modificación o extinción de derechos reales sobre inmuebles.
7. b. 4. Revocación
El art. 2420 afirma: La partición por donación puede ser revocada por el ascendiente, con relación
a uno o más de los donatarios, en los casos en que se autoriza la revocación de las donaciones y
cuando el donatario incurre en actos que justifican la exclusión de la herencia por indignidad.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 1569 enumera: 1) la inejecución de cargos; 2) la ingratitud del donatario; y 3) si se conviene,


la supernacencia de hijos del donante. Esta revocación puede ser total, si comprende a todos los do-
natarios, o parcial, respecto de uno o varios donatarios, conservando el acto plena eficacia.
El art. 1573 limita la acción al donante y a sus herederos, quienes pueden continuar la que hubiere
promovido el donante, pero no tienen legitimación si el donante no la hubiera iniciado.
7. b. 5. Acción de reducción
El art. 2417 dispone: El descendiente omitido en la partición por donación o nacido después de rea-
lizada ésta, y el que ha recibido un lote de valor inferior al correspondiente a su porción legítima,
puede ejercer la acción de reducción si a la apertura de la sucesión no existen otros bienes del cau-
sante suficientes para cubrirla.
El CCC posibilita satisfacer la legítima del descendiente omitido o no nacido mediante otros bienes
del causante, manteniéndose intacta la donación. Caso contrario, resulta procedente la acción de re-
ducción hasta cubrir la legítima. Pero evita la nulidad de la partición por donación, que disponía el
derogado CC.
7. b. 6. Valor de los bienes
En todos los casos, para la colación y el cálculo de la legítima, se debe tener en cuenta el valor de los
bienes al tiempo en que se hacen las donaciones, apreciado a valores constantes (art. 2418).
Siendo la colación una obligación de valor, se debió tener en cuenta la variación resultante de los
embates económicos.
El art. 2385 señala que el valor se determina a la época de la partición según el estado del bien a la
época de la donación. Para el cálculo de la legítima, el art. 2445 establece que se realiza sobre la
suma del valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante más el de los bienes dona-
dos computables para cada legitimario, a la época de la partición, según el estado del bien a la época
de la donación.
7. b. 7. Garantía de evicción
Los donantarios se deben recíprocamente garantía de evicción de los bienes recibidos, pudiendo ser
ejercida la acción desde que la evicción se produce, aun antes de la muerte del causante.
El fundamento de esta acción es la igualdad entre los coherederos.
7. c. Partición por testamento
7. c. 1. Concepto
La partición por testamento es un acto de disposición mortis causa que, unilateralmente, afecta el
modo de operarse la transmisión hereditaria, a favor de los descendientes.
Como todo testamento, el testador puede revocar aquél en el que ha hecho la partición y nadie puede
considerarse con un derecho adquirido a los bienes que se le hubieren asignado hasta que se produzca
el fallecimiento del causante.
El art. 2421 afirma: La partición hecha por testamento es revocable por el causante y sólo produce
efectos después de su muerte. La enajenación posterior al testamento de alguno de los bienes inclui-

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

dos en la partición no afecta su validez, sin perjuicio de las acciones protectoras de la porción legí-
tima que pueden corresponder. Sus beneficiarios no pueden renunciar a ella para solicitar una nueva
partición, excepto por acuerdo unánime.
En estos casos, la aceptación de la herencia incluye la aceptación de la partición. Por lo tanto, sólo
pueden renunciar a la partición renunciando a la herencia. El principio es la validez de la partición y
el remedio es la reducción contra el heredero beneficiado en exceso. Sólo un acuerdo unánime habilita
a celebrar una nueva partición.
7. c. 2. Efectos
La partición por testamento tiene los mismos efectos que la practicada por los herederos (art. 2422).
Es declarativa y no traslativa de dominio y se juzga que cada heredero sucede sólo e inmediatamente
al causante en los bienes comprendidos en su hijuela.
7. c. 3. Garantía de evicción
Los herederos se deben recíprocamente garantía de evicción de los bienes comprendidos en sus lotes
(art. 2423). Tratándose de una partición testamentaria, la existencia y legitimidad de los derechos
transmitidos se juzga al tiempo de la muerte del causante.
Son de aplicación por remisión las disposiciones del art. 2404 referido a la evicción como efecto de
la partición, y el art. 2405 sobre extensión de la garantía y concordantes.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 9 – Colación
1. Introducción. Concepto
Entre las diversas operaciones del proceso particionario, la colación es una de las más relevantes.
Maffía la conceptualizó como la obligación que incumbe al heredero forzoso que concurre con otros
coherederos, de computar en la masa partible el valor de las donaciones que el causante le hizo en
vida e imputarlo en su propia porción.
La colación lleva al resultado de atribuir a la conducta del causante que en vida entrega bienes a sus
sucesibles forzosos, el significado de una antelación o anticipación de la cuota hereditaria, y no de
una alteración o turbación de contenido.
Es una obligación cuyo cumplimiento se efectúa trayendo a la sucesión de los valores dados en vida
por el causante, sin perjuicio de que el testador, en el acto de la donación o en el testamento, pueda
dispensar o mejorar a cualquiera de ellos en los límites de su porción disponible.
Dicha igualdad se obtiene incorporando el valor colacionable al caudal relicto, creciendo la masa
hereditaria como si el bien existiese realmente en el patrimonio del causante en el momento de su
muerte y, finalmente, adjudicando ese mismo valor al heredero afectado a quien se le da de menos,
figurando en su hijuela como ya recibido.
Se trata de una simple operación contable o aritmética por la cual el obligado a colacionar recibe de
menos porque ya recibió en vida del causante. No consiste en traer efectivamente el bien como en
una reivindicación, sino que se va a computar el valor del mismo en la hijuela del heredero que recibió
la donación.
Por último, la colación no opera de pleno derecho, sino que debe ser peticionada por el heredero
forzoso y debe dictarse en la sentencia condenatoria contra el heredero donatario.
2. Requisitos
a) Que existan varios herederos forzosos;
b) Que exista donación en vida del causante a un heredero forzoso;
c) Que otro heredero forzoso reclame la colación;
d) Que el heredero donatario haya aceptado la herencia, ya que si ha mediado renuncia no está obli-
gado a colacionar al ser considerado como un extraño a la misma;
e) Que no exista dispensa de colacionar a favor del donatario o cláusula de mejora expresa en el acto
de la donación o en el testamento.
Aunque exista dispensa de la colación, si se trata de donaciones realizadas a un descendiente o al
cónyuge cuyo valor excede la porción disponible más la legítima del donatario, están sujetas a reduc-
ción por el valor del exceso (art. 2386).
3. Similitudes y diferencias entre la acción de colación y la acción de reducción
La colación no está dirigida a defender la legítima, sino que consiste en una operación aritmética de
cómputo y posterior imputación del valor de los bienes que salieron del patrimonio del causante en
beneficio de alguno de sus herederos forzosos (a través de la donación). De allí que se considere a la
donación como un anticipo de herencia.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El derecho sucesorio argentino consagra la institución de la legítima como una porción económico-
jurídica de la sucesión declarada intangible. Los herederos que tienen una porción de la que no pueden
ser privados por testamento ni por actos entre vivos a título gratuito son: los descendientes, los as-
cendientes y el cónyuge (art. 2444).
La acción de reducción es un medio tendiente a la protección de la legítima cuando ésta ha sido
conculcada por donaciones o disposiciones testamentarias.
4. Legitimación activa y pasiva
4. a. Principio general
Es una acción que funciona entre coherederos legitimarios.
El art. 2385 establece: Los descendientes del causante y el cónyuge supérstite que concurren a la
sucesión intestada deben colacionar a la masa hereditaria el valor de los bienes que les fueron do-
nados por el causante, excepto dispensa o cláusula de mejora expresada en el acto de la donación o
en el testamento.
Se suprimió la obligación de colacionar de los ascendientes que establecía el CC.
El art. 2395 dispone: La colación sólo puede ser pedida por quien era coheredero presuntivo a la
fecha de la donación. El cónyuge supérstite no puede pedir la colación de las donaciones hechas por
el causante antes de contraer matrimonio.
Del juego interpretativo de estas dos normas surge que son legitimados activos los herederos forzosos,
y son pasivos los descendientes y el cónyuge supérstite. Como antes del matrimonio no era heredero,
el cónyuge no puede pedir la colación de las donaciones efectuadas antes del matrimonio, ni tampoco
debe colacionar la donación que le realizara antes del matrimonio.
Las donaciones que un hijo realizó en favor de su progenitor se consideran liberalidades y, fallecido
el hijo, el ascendiente no debe colacionar y tal donación se computa en la disponible que, de violar la
legítima, cabría interponer la acción de reducción por ser una donación inoficiosa.
4. b. Casos particulares
4. b. 1. Descendiente o cónyuge donatarios que renuncian a la herencia
No procede la colación porque debe tratarse de herederos legitimarios aceptantes; si renuncian, no
mantienen la calidad de herederos. En caso de renuncia, el renunciante no debe colacionar, pero la
porción disponible es el límite de lo recibido por el causante (art. 2387). En todo lo que excede, será
pasible de reducción, pero no de colación porque siendo renunciante no es imputable a la porción
legítima, ya que renunció a ella.
4. b. 2. Descendiente que no era heredero al recibir la donación
Tampoco debe colacionar el descendiente que no era heredero presuntivo al tiempo de la donación,
pero que luego resulta heredero al momento de la apertura (art. 2388).
Pero cuando un heredero concurre a la herencia en representación de su ascendiente, y es este ascen-
diente quien recibió la donación, debe colacionar. Así lo dispone el art. 2389: El descendiente del
donatario que concurre a la sucesión del donante por representación debe colacionar la donación
hecha al ascendiente representado. Ello porque el representante ocupa el lugar del representado en

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

la sucesión, con los mismos derechos y obligaciones que éste tenía. Si el representado había recibido
una donación y se encontraba obligado a colacionar, el representante está en esa misma situación.
4. b. 3. Heredero que no era heredero presuntivo al momento de la donación, pero es heredero al
fallecimiento
Si alguien es heredero al momento del fallecimiento y no revestía esa calidad al momento de la do-
nación, no puede pedir la colación. En forma clara, el art. 2395 reconoce el derecho a pedir la colación
al coheredero que lo era, al menos presuntivo, a la fecha de la donación.
4. b. 4. Donatario cónyuge del heredero
Si el causante donó al cónyuge de su heredero, éste no debe colacionar, ya que la donación fue en
favor de su cónyuge que es tercero en la sucesión (art. 2390). Es aplicación del principio de que sólo
las donaciones efectuadas a herederos deben ser colacionadas. Lógicamente, si la donación fue con-
junta a favor del heredero y su cónyuge, el heredero debe colación por la parte de la donación recibida,
en la proporción que le fue donada.
4. b. 5. Heredero testamentario
El art. 2385 dispone: También hay obligación de colacionar en las sucesiones testamentarias si el
testador llama a recibir las mismas porciones que corresponderían al cónyuge o a los descendientes
en la sucesión intestada.
5. Objeto de la acción
5. a. Donaciones y otras liberalidades colacionables
Todo aquello que hubiera sido donado por el causante es objeto de la acción de colación. El CCC
amplió el objeto colacionable, y el art. 2391 establece: Los descendientes y el cónyuge supérstite
obligados a colacionar también deben colacionar los beneficios recibidos a consecuencia de con-
venciones hechas con el difunto que tuvieron por objeto procurarles una ventaja particular. No dis-
tingue ni prevé las liberalidades que no constituyan donaciones en sentido.
Se incluye en el objeto de la colación:
1) El importe de lo recibido en concepto de indemnización por el perecimiento del objeto donado sin
culpa del donatario (art. 2393).
2) Los intereses del valor colacionable desde la notificación de la demanda (ar.t 2394).
3) El valor de los bienes transmitidos a título oneroso por el causante a sus legitimarios, cuando ella
sea con reserva de usufructo, uso, habitación o con contraprestación de una renta vitalicia, ya que la
ley presume iure et de iure la gratuidad del acto, con deducción del valor que el adquirente demuestre
haber efectivamente pagado.
5. b. Ventajas exceptuadas de colacionar
El art. 2392 dispone: No se debe colación por los gastos de alimentos; ni por los de asistencia médica
por extraordinarios que sean; ni por los de educación y capacitación profesional o artística de los
descendientes, excepto que sean desproporcionados con la fortuna y condición del causante; ni por
los gastos de boda que no exceden de lo razonable; ni por los presentes de uso; ni por el seguro de
vida que corresponde al heredero, pero sí por las primas pagadas por el causante al asegurador,

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

hasta la concurrencia del premio cobrado por el asegurado. También se debe por lo empleado para
establecer al coheredero o para el pago de sus deudas.
Tampoco se colacionan los bienes que han perecido sin culpa del donatario y sin que haya recibido
indemnización por ello (art. 2393) y los frutos de los bienes sujetos a colación (art. 2394). Sí son
debidos los intereses del valor colacionable desde la notificación de la demanda de colación.
El art. 2385 establece: El legado hecho al descendiente o al cónyuge se considera realizado a título
de mejora, excepto que el testador haya dispuesto expresamente lo contrario.
5. c. Valor colacionable
Los arts. 2585 y 2445 establecen que el valor se determina al momento de la partición según el estado
del objeto al momento de la donación
Siendo la colación una operación estructuralmente conectada a la partición, resulta coherente y nor-
mal colocarse a la época de la partición para determinar la tasación del valor colacionable y de los
bienes hereditarios. Es necesario reconstruir la historia económica del bien desde el día de la donación
hasta el de la partición, en cuya virtud se deben diferenciar: a) las variaciones de valor que le son
imputables al donatario, porque éstas serán excluidas, como si no hubiesen ocurrido; y b) las varia-
ciones de valor independientes de la actividad de aquél, que serán tomadas en cuenta a los fines de
establecer el valor de bien.
6. Dispensa de la colación
La dispensa de la colación es el acto por el cual donante manifiesta en un testamento o en el acto de
la donación su voluntad expresa de que lo dado en vida a uno de sus herederos forzosos lo ha sido a
título de mejora y no un simple delante de herencia. Por lo cual, la dispensa expresa supone la volun-
tad del de cujus de “mejorar” al heredero.
El CCC, si bien mantiene la dispensa por testamento, amplía la posibilidad de dispensa, permitiendo
que el causante la realice en el acto mismo de donación (art. 2385).
Si el valor de la donación que realiza el causante a un descendiente o al cónyuge excede la porción
disponible más la porción legítima del donatario, aunque haya dispensa de colación o mejora, está
sujeta a la acción de reducción por el valor del exceso (art. 2386).
7. Prescripción de la acción de colación
Debido al carácter personal que detenta, el plazo es de cinco años, en virtud del art. 2560 que regula
el plazo general de prescripción liberatoria. Dicho plazo se computa desde la apertura de la sucesión.
8. Colación de deudas
8. a. Consideraciones generales
El art. 2397 establece: Se colacionan a la masa las deudas que tenía uno de los coherederos en favor
del causante que no fueron pagadas voluntariamente durante la indivisión, aunque sean de plazo no
vencido al tiempo de la partición.
En caso de tratarse de créditos cuyo plazo de vencimiento fuera posterior a la partición, deben cola-
cionarse igual, decayendo los plazos pendientes.
Se trata de un proceso liquidatorio consistente en cargar en la hijuela del deudor la deuda que tenía
con el causante. La deuda prescripta no debe ser considerada como tal a los efectos de la colación.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Tampoco resultaría acertado considerar que la actitud de dejar prescribir una deuda transforma el acto
en una donación.
8. b. Deudas que se colacionan
El art. 2398 establece que los coherederos no pueden exigir el pago antes de la partición.
El art. 2399 dispone que la colación de deudas se aplica también a las sumas de las cuales un cohe-
redero se hace deudor hacia los otros en ocasión de la indivisión, cuando el crédito es relativo a los
bienes indivisos, excepto que los segundos perciban el pago antes de la partición.
Las deudas que asume uno de los coherederos respecto de gastos referidos a los bienes indivisos
deben ser imputadas proporcionalmente en las hijuelas de los coherederos que no asumieron la deuda.
El art. 2400 dispone que: Las sumas colacionables producen intereses desde la apertura de la suce-
sión si el coheredero era deudor del difunto, si no los devengaban ya con anterioridad, y desde el
nacimiento de la deuda si ésta surge en ocasión de la indivisión.
Si el heredero es deudor y también acreedor del causante, el art. 2401 dispone que, aunque su crédito
no sea aún exigible al tiempo de la partición, hay compensación y sólo se colaciona el exceso de su
deuda sobre su crédito.
En cuanto al modo de efectuar la colación de deudas, se realiza deduciendo el importe de la porción
del deudor (art. 2402). Si la deuda excede su parte, debe pagar el exceso en las condiciones y plazos
establecidos para la obligación. La imputación de la deuda al lote del coheredero deudor es oponible
a sus acreedores.

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Capítulo 10 – Sucesión intestada


1. Introducción
En el derecho comparado se visualizan tres tipos diferentes de regímenes o sistemas sucesorios: el
legítimo o ab intestato, el testamentario y el contractual. El ordenamiento jurídico argentino sólo ha
dado existencia legal a los primeros dos sistemas.
2. Sucesión intestada
2. a. Concepto
La sucesión ab intestato es aquella deferida por ley, sin intervención de la voluntad del causante
expresada en un testamento válido. En otras palabras, el llamamiento a la sucesión o la vocación
hereditaria está determinado por la ley.
A diferencia de la máxima romana que determina que no se puede morir mitad testado y mitad intes-
tado, nuestro sistema sucesorio admite la posibilidad de que una misma sucesión defiera en parte
testada y en parte por ley.
El alcance sujbetivo determinado por la ley en las sucesiones intestadas se contempla en el art. 2424,
que enumera las personas llamadas a suceder en forma ab intestato, a los que llama “herederos legí-
timos”: a) descendientes; b) ascendientes; c) cónyuge supérstite; y d) parientes colaterales hasta el
cuarto grado inclusive. En ausencia de todos ellos, es decir, ante la falta de herederos, los bienes
corresponderán al Estado nacional o provincial o a la C.A.B.A.
2. b. La sucesión intestada y la sucesión testamentaria: distintos supuestos de aplicación:
a) Aplicación exclusiva de la sucesión intestada
- En ausencia de testamento.
- En caso de existencia de testamento declarado inválido o ineficaz.
También, atendiendo al contenido de las cláusulas testamentarias, puede suceder que el causante no
haya dispuesto en su totalidad la transmisión de su caudal relicto.
b) Aplicación concurrente
- Testamento en el cual no se instituya heredero, disponiendo únicamente determinado/s legado/s o
herederos de cuota.
El art. 2488 dispone: Los herederos instituidos en una fracción de la herencia no tienen vocación a
todos los bienes de ésta… Si la suma de fracciones no cubre todo el patrimonio, el remanente de los
bienes corresponde a los herederos legítimos…
En caso de existir institución de heredero, la misma estará sujeta a la efectiva aceptación de la heren-
cia.
c) Aplicación imperativa
Una de las aristas más características del derecho sucesorio es la limitación al poder de disposición
del causante, establecida por ley.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La vocación legítima, o llamamiento legal a la adquisición de la herencia, no sólo suple la ausencia


de testamento, sino que, cuando los herederos o llamados por la ley gozan, además de una vocación
legitimaria, resulta imperativo para el causante, en el sentido tradicional de que no puede excluirlos.
Tienen vocación legítima los herederos forzosos o legitimarios: a) descendientes; b) ascendientes; y
c) cónyuge supérstite. A estos herederos la ley les reserva de forma imperativa una porción de la
herencia -porción legítima- que el causante no puede desatender mediante testamento. Las cláusulas
testamentarias que afecten su porción legítima estarán sujetas a las pertinentes acciones de protección,
pues estos herederos tienen un llamamiento que subsiste aun en contra de la voluntad del causante.
Cabe concluir que la presencia de herederos forzosos reduce el poder de disposición del causante a
lo que se conoce como porción disponible. Ergo, la sucesión intestada, habiendo herederos forzosos,
puede dar lugar a los siguientes escenarios:
- Ausencia de testamento: sucesión intestada en forma exclusiva.
- Presencia de testamento válido que no contradiga porción legítima: sucesión testamentaria para la
porción disponible en concurrencia con sucesión intestada para la porción legítima.
- Presencia de testamento que contradiga la porción legítima: sucesión intestada excluye a la sucesión
testamentaria hasta tanto se vea salvaguardada la porción legítima. Sucesión testamentaria aplica sólo
para la porción disponible.
2. c. Principios generales. Reglas que rigen la sucesión intestada
a) Orden de los llamamientos (Orden de preferencia por líneas)
La sucesión intestada se basa en un orden de llamamiento establecido por ley. Si bien el art. 2424 no
define en forma expresa cuál es este orden, evidencia o enuncia su existencia: Las sucesiones intes-
tadas se defieren a los descendientes del causante, a sus ascendientes, al cónyuge supérstite y a los
parientes colaterales dentro del cuarto grado inclusive, en el orden y según las reglas establecidas
en este Código. A falta de herederos, los bienes corresponden al Estado nacional, provincial o a la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según el lugar en que estén situados.
Orden Relación con el Tipo de heredero Orden de prela- Derecho de repre-
causante ción de los llama- sentación
dos
1º Descendientes Legitimario o for- - Excluye a los as- - Opera el derecho
zoso cendientes y a los de representación
colaterales. en línea recta des-
- Concurre con el cendiente sin lími-
cónyuge supérs- tes.
tite.
2º Ascendientes Legitimario o for- - Excluye a los co- - No opera.
zoso laterales.
- Concurre con el
cónyuge supérs-
tite.
- Es desplazado
por todos los des-
cendientes.
3º Cónyuge supérs- Legitimario o for- - Excluye a los co- - No opera.
tite zoso laterales.
- Concurre con los
descendientes.

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- Concurre con los


ascendientes.
4º Colaterales Legítimo - Opera sólo hasta - Opera sólo en fa-
el cuarto grado. vor de los hijos y
- Es excluido por descendientes de
los ascendientes. hermanos hasta el
- Es excluido por cuarto grado.
el cónyuge.
b) Relación de prelación dentro de cada orden (Orden de preferencia por grados)
Dentro del orden de los descendientes, ascendientes o colaterales, el pariente más cercano en grado
excluye al más lejano.
c) Unidad de la herencia (No se atiende a la naturaleza ni al origen de los bienes)
En el caso de las sucesiones intestadas el llamamiento a la adquisición de la herencia opera de modo
universal, en otras palabras, al momento de la apertura de la sucesión no existe designación de bienes
ut singuli. Este principio está plasmado en el art. 2425: En las sucesiones intestadas no se atiende a
la naturaleza ni al origen de los bienes que componen la herencia, excepto disposición legal expresa
en contrario.
Como excepciones a este principio general de unidad de la herencia: i) cónyuge supérstite en concu-
rrencia con descendientes; y ii) adoptante en forma simple en concurrencia con familia de origen del
adoptado.
En el primer supuesto, la ley determina que, en caso de concurrir a la sucesión el cónyuge supérstite
con descendientes, el primero no tendrá derecho alguno en la parte de los bienes gananciales que le
corresponden al difunto a causa de la disolución conyugal por muerte, en caso de que rija el régimen
patrimonial matrimonial de comunidad de bienes. De este modo, respecto de los bienes gananciales,
el cónyuge supérstite retira su cincuenta por ciento por derecho propio, a resultas de la extinción del
régimen de comunidad de bienes producida por la muerte de su cónyuge, no correspondiéndole dere-
cho hereditario alguno respecto del otro cincuenta por ciento (art. 2433).
Se deja de lado la regla paternis paternis, maternis maternis.
El segundo supuesto se aplica en el caso de la adopción simple. En este tipo adoptivo, en el cual los
lazos con la familia de origen se mantienen, el adoptante es heredero forzoso de su hijo adoptivo,
pero existen ciertos bienes que no está llamado a heredero: aquellos que el hijo adoptivo hubiere
recibido a título gratuito de su familia biológica (art. 2432).
d) Derecho de representación (art. 2427 y 2439)
En la sucesión intestada los descendientes en línea recta y los colaterales hasta el cuarto grado están
habilitados por ley, ante determinadas circunstancias, a suceder al causante por derecho de represen-
tación.
3. Herederos forzosos o legitimarios y legítimos
La distinción entre herederos forzosos o legitimarios y herederos legítimos consiste en que los pri-
meros tienen un llamamiento imperativo en la sucesión del causante, aun en contra de la voluntad de
este último, en tanto lo segundos gozan de una vocación sucesoria prevista por la ley en defecto de la
voluntad del causante.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

De este modo, cuando a la muerte del causante se presentan a la sucesión herederos forzosos, la
aplicación de las reglas de la sucesión intestada deviene necesaria, no pudiendo la voluntad del cau-
sante determinar su exclusión. En cambio, ante la inexistencia de herederos forzosos y la presencia
de herederos legítimos, la aplicación de las reglas de la sucesión intestada sólo deviene imperativa
ante la ausencia de testamento válido.
El art. 2444 establece: Legitimarios. Tienen una porción legítima de la que no pueden ser privados
por testamento ni por actos de disposición entre vivos a título gratuito, los descendientes, los ascen-
dientes y el cónyuge.
Respecto de los herederos legítimos -que no son forzosos o legitimarios- son los parientes colaterales
hasta el cuarto grado inclusive.
3. a. Descendientes
Conforme el art. 558: La filiación puede tener lugar por naturaleza, mediante técnicas de reproduc-
ción humana asistida, o por adopción. La filiación por adopción plena, por naturaleza o por técnicas
de reproducción humana asistida, matrimonial y extramatrimonial, surten los mismos efectos, con-
forme a las disposiciones de este Código.
Los hijos suceden a su padre por derecho propio, siendo la división por cabeza. En cambio, los nietos
y demás descendientes del causante suceden por derecho de representación, siendo la división por
estirpe; a ellos les corresponde la misma parte de la herencia que le hubiera correspondido a su padre
o madre.
3. b. Las técnicas de reproducción humana asistida y los derechos sucesorios
El art. 2279 inc. c) expresa: Pueden suceder al causante las nacidas después de su muerte mediante
técnicas de reproducción humana asistida, con los requisitos previstos en el artículo 561.
El art. 561 regula la forma y los requisitos que debe cumplir el consentimiento informado, y dice: La
instrumentación de dicho consentimiento debe contener los requisitos previstos en las disposiciones
especiales, para su posterior protocolización ante escribano público o certificación ante la autoridad
sanitaria correspondiente a la jurisdicción. El consentimiento es libremente revocable mientras no
se haya producido la concepción en la persona o la implantación del embrión.
En principio, sólo heredarán al causante los nacidos por técnicos de reproducción asistida siempre
que la transferencia del embrión en el cuerpo de la persona o la utilización del material genético en
una inseminación se haya producido en vida del causante, en tanto el embrión in vitro no implantado
no es persona a los efectos civiles.
Esta es la postura sostenida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Artavia
Murillo y otros vs. Costa Rica”, de 2012. Allí, la Corte estableció de manera tajante que, hasta tanto
el embrión no esté implantado en el cuerpo de la mujer, no puede hablarse de persona: “… si bien al
ser fecundado el óvulo se da paso a una célula diferente y con la información genética suficiente para
el posible desarrollo de un ‘ser humano’, lo cierto es que, si dicho embrión no se implanta en el cuerpo
de la mujer, sus posibilidades de desarrollo son nulas…”.
En consonancia con esta interpretación de que el embrión no implantado no es persona, no tiene
derecho hereditario.
Cabe preguntarse si la redacción del art. 2279, inc. c, permitiría, por aplicación del principio de lega-
lidad -todo lo que no está prohibido, está permitido- y el principio de autonomía de la voluntad,
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

incorporar o no en el consentimiento informado una cláusula en donde las partes acuerden que, en
caso de muerte de uno de los miembros de la pareja, el cónyuge o conviviente continúe con el trata-
miento utilizando el embrión in vitro criopreservado (constituido con material genético del prefalle-
cido) o disponiendo de los gametos criopreservados del prefallecido para una posterior inseminación
o fertilización in vitro, con el alcance exclusivo de que el nacido por TRHA, después de la muerte del
causante, pueda heredarlo.
Pueden esgrimirse argumentos tanto a favor como en contra, por lo que será la jurisprudencia la que,
ante el caso y dependiendo de la plataforma fáctica, irá definiendo el alcance de este artículo.
3. c. Caso de adopción
3. c. 1. Antecedentes históricos: leyes 13242, 19134 y 24779
Donde antes se intentaba suplir faltas de herederos, hoy se intenta dar cumplimiento al derecho de
todo niño a vivir en una familia -primero, la de origen; en su defecto, la familia extensa, y, como una
última ratio, la adoptiva-. Los derechos sucesorios en las familias adoptivas varían conforme el tipo
adoptivo sea simple o pleno.
3. c. 2. El Código Civil y Comercial y los derechos sucesorios en la adopción
En el CCC se innova respecto de la adopción simple desde que el descendiente adoptivo es tratado
como cualquier descendiente, cualquiera sea el origen de la filiación. La distinción entre adopción
simple y plena se reserva para la sucesión de los ascendientes, disponiéndose expresamente que las
exclusiones dispuestas para los ascendientes no operan si quedaran bienes vacantes.
a. El adoptado:
Conforme al art. 627, inc. e), y al art. 2430, el adoptado en forma simple tiene, en su familia adoptiva,
los mismos derechos hereditarios que el resto de los descendientes.
El art. 620 establece que, como regla, los derechos y deberes que resultan del vínculo de origen no
quedan extinguidos por la adopción; sin embargo, la titularidad y el ejercicio de la responsabilidad
parental se transfiere a los adoptantes.
El principal efecto de la adopción plena es que extingue todo vínculo con la familia de origen, con la
excepción de la subsistencia de los impedimentos matrimoniales (art. 620); ergo, el adoptado pleno,
en principio, sólo tiene derechos hereditarios respecto de su familia adoptiva.
Sin embargo, el CCC permite la acción de filiación o el reconocimiento posterior del hijo adoptado
en forma plena. Así, el art. 624 dice: … La acción de filiación del adoptado contra sus progenitores
o el reconocimiento son admisibles sólo a los efectos de posibilitar los derechos alimentarios y su-
cesorios del adoptado, sin alterar los otros efectos de la adopción.
Por último, el principio de flexibilización de los tipos adoptivos hace posible que, siempre que el
interés superior del niño así lo exija, pueda otorgarse una adopción plena, menos plena, o una adop-
ción simple, más plena.
Sin embargo, el art. 621, que recepta la facultad del juez de flexibilizar los tipos adoptivos, se encarga
de aclarar que estas posibles modificaciones no impactan en modo alguno en las reglas del régimen
sucesorio impuesto a cada tipo: …Cuando sea más conveniente para el niño, niña o adolescente, a
pedido de parte y por motivos fundados, el juez puede mantener subsistente el vínculo jurídico con
uno o varios parientes de la familia de origen en la adopción plena, y crear vínculo jurídico con uno
73
Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

o varios parientes de la familia del adoptante en la adopción simple. En este caso, no se modifica el
régimen legal de la sucesión, ni de la responsabilidad parental, ni de los impedimentos matrimoniales
regulados en este Código para cada tipo de adopción.
b. Los ascendientes adoptivos y biológicos:
El art. 2432 dice: Los adoptantes son considerados ascendientes. Sin embargo, en la adopción simple,
ni los adoptantes heredan los bienes que el adoptado haya recibido a título gratuito de su familia de
origen, ni ésta hereda los bienes que el adoptado haya recibido a título gratuito de su familia de
adopción. Estas exclusiones no operan si, en su consecuencia, quedan bienes vacantes. En los demás
bienes, los adoptantes excluyen a los padres de origen.
3. d. Ascendientes
Conforme al art. 2431, a falta de descendientes, heredan los ascendientes más próximos en grado,
quienes se dividen la herencia por partes iguales. Los ascendientes son excluidos por los descendien-
tes y, en caso de existir cónyuge supérstite, sucederán al causante en concurrencia con aquél.
En los supuestos donde la sucesión se defiere únicamente en ascendientes, sin presencia del cónyuge
supérstite, el art. 2431 establece que ascendientes del difunto en el mismo grado lo heredarán por
partes iguales. En caso de que el causante tenga un solo vínculo filial, o en caso de que, teniendo dos
vínculos, alguno de sus padres se encuentre fallecido, el otro lo heredará de forma completa.
3. e. Cónyuge
Atento a las reglas de la sucesión del cónyuge supérstite del CCC, hay que tener en cuenta que es un
orden atípico, en tanto desplazo sólo a los colaterales y concurre con los dos órdenes anteriores, des-
cendientes y ascendientes (art. 2435).
El art. 2433 establece que, respecto de los bienes propios del causante, el cónyuge supérstite hereda
como un hijo más. Respecto de los gananciales, en todos los casos en que el viudo o viuda es llamado
a la sucesión en concurrencia con descendientes, el cónyuge supérstite no tiene parte alguna en la
división de gananciales que correspondan al cónyuge prefallecido.
Ante la inexistencia de descendientes, concurren a la sucesión cónyuge con ascendientes. En este
caso, el viudo/a concurre tanto en los bienes propios como en los bienes gananciales del causante,
correspondiéndole la mitad de ambos tipos de bienes. El art. 2434 no establece diferencia alguna
conforme el tipo de bienes: Si heredan los ascendientes, al cónyuge le corresponde la mitad.
3. e. 1. Causales de exclusión del cónyuge
Las causales de exclusión del cónyuge supérstite son: a) matrimonio in extremis (art. 2436); b) sepa-
ración de hecho y cese de la convivencia resultante de una decisión judicial; y c) divorcio vincular
(art. 2437).
Al derogar el CCC la figura de la separación personal, amén de eliminar las causales subjetivas y
objetivas de divorcio vincular, no existe en el régimen del CCC ningún supuesto de mantenimiento
de vocación hereditaria de cónyuges divorciados. Menos aún existen supuestos que excluyan este
mantenimiento de la vocación hereditaria.
a) Matrimonio in extremis
El art. 2436 establece: La sucesión del cónyuge no tiene lugar si el causante muere dentro de los
treinta días de contraído el matrimonio a consecuencia de enfermedad existente en el momento de la
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celebración, conocida por el supérstite, y de desenlace fatal previsible, excepto que el matrimonio
sea precedido de una unión convivencial.
Habrá una unión convivencial anterior siempre que la misma cumpla con los requisitos del art. 510:
a) los dos integrantes mayores de edad; b) que no estén unidos por vínculos de parentesco en línea
recta en todos los grados ni colateral hasta el segundo grado; c) que no estén unidos por vínculos de
parentesco por afinidad en línea recta; d) que no tengan impedimento de ligamen ni esté registrada
otra convivencia de manera simultánea; y e) que mantengan la convivencia durante un período no
inferior a dos años.
b) La vocación hereditaria y la separación de hecho
No existiendo comunidad de vida entre los cónyuges separados de hecho, no existe vocación heredi-
taria recíproca. Así, el art. 2437: Divorcio, separación de hecho y cese de la convivencia resultante
de una decisión judicial… El divorcio, la separación de hecho sin voluntad de unirse y la decisión
judicial de cualquier tipo que implica cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre
cónyuges.
3. f. Parientes colaterales
Los arts. 2438 a 2440 se dedican a regular la sucesión del cuarto orden intestado, orden de los parien-
tes colaterales.
El orden de los colaterales en la sucesión intestada está limitado hasta el cuarto grado inclusive y
opera sólo de modo supletorio, en tanto no son herederos forzosos, sino herederos legítimos, no legi-
timarios. Por tanto, tienen vocación hereditaria conferida por ley: a) hermanos del causante (2º grado);
b) sobrinos del causante (3º grado); c) sobrinos nietos del causante (4º grado); d) tíos abuelos del
causante (4º grado); y e) primos hermanos del causante (4º grado).
El orden de los colaterales opera ante ausencia de descendientes, ascendientes y cónyuge, pues, en
tanto cuarto orden, es excluido por todos los anteriores. Asimismo, se aplica el principio de prelación
de grado dentro del orden, con la salvedad del derecho de representación conferido a los sobrinos y
sobrinos nietos (art. 2439). En caso de existir más de un pariente en igualdad de grado, cada uno
heredará por partes iguales.
El art. 2440 dispone la regla de la sucesión de los colaterales ante la existencia de hermanos de un
solo vínculo. Así, ante la concurrencia de hermanos de doble vínculo y hermanos de un solo vínculo
en la sucesión del causante, los segundos heredan la mitad de lo que corresponde a los primeros.
4. Derecho de representación
4. a. Concepto
El CC derogado definía este instituto diciendo que la representación es el derecho por el cual los
hijos de un grado ulterior son colocados en el grado que ocupaba su padre o madre en la familia del
difunto, a fin de suceder juntos en su lugar a la misma parte de la herencia a la cual el padre o la
madre habrían sucedido.
La aplicación del derecho de representación implica una excepción al principio de prelación de grados
dentro de un mismo orden sucesorio. Por otra parte, los derechos sucesorios de los hijos por aplicación
del derecho de representación se determinan, en cuanto a su existencia, cuantía y posición respecto
del causante, por referencia a los de aquellos ascendientes suyos que los excluirían de la herencia de
haber heredado.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El representante, con vocación eventual, actualiza su llamado ante una vocación hereditaria originaria
fallida de su ascendiente más próximo. El derecho de representación opera en forma sucesiva e inin-
terrumpida.
4. b. Casos en que tiene lugar
El art. 2427 establece: Los demás descendientes heredan por derecho de representación, sin limita-
ción de grados.
En cambio, el art. 2429 dice: Los colaterales de grado más próximo excluyen a los de grado ulterior,
excepto el derecho de representación de los descendientes de los hermanos, hasta el cuarto grado en
relación al causante. Por lo que el derecho de representación se limita a dos casos: los sobrinos y los
sobrinos nietos, pues más allá de ellos estaríamos fuera del cuarto grado de relación colateral, y no
existiría vocación eventual a actualizar por derecho de representación.
El derecho de representación no opera en línea ascendente. El art. 2429 expresa que la representación
puede tener lugar en caso de: a) premoriencia, b) renuncia o c) indignidad del ascendiente.
a) Premoriencia: es el supuesto más común de aplicación del derecho de representación, y se da
cuando el representado se encuentra fallecido al momento de la muerte del causante.
b) Conmoriencia: si dos personas fallecen en un desastre común, sin que se pueda determinar quién
falleció primero, se presume que fallecieron al mismo tiempo. Para que proceda el derecho de repre-
sentación, la ley requiere solamente que el representado no viva al momento de la apertura de la
sucesión, y, por definición, en la conmoriencia se cumple tal requisito.
c) Renuncia: el art. 2429 dice que la renuncia de la herencia del ascendiente no impide la representa-
ción.
d) Indignidad: sin embargo, el declarado indigno en la sucesión del renunciante no puede ir en su
representación (en la del renunciante) a la sucesión del ascendiente común.
4. c. Requisitos en el representante y en el representado:
a) Representante:
- Capacidad para suceder.
- No haber sido declarado indigno en la sucesión de su representado.
- Puede representar a su ascendiente, a pesar de haber renunciado a la sucesión de este úlitmo.
- Sólo puede representar a aquellas personas que habrían sido llamadas a la sucesión del difunto. Por
esta razón, en la línea colateral el derecho de representación sólo aplica hasta el sobrino nieto, pues
más allá de él no existe llamado diferido por ley que representar.
b) Representado:
- Tiene que estar muerto al momento de la sucesión del difunto o haber renunciado o haber sido
declarado indigno.
4. d. Efectos de la representación
a) Alcance del derecho de representación

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El art. 2428 establece: En caso de concurrir descendientes por representación, la sucesión se divide
por estirpes, como si el representado concurriera. Si la representación desciende más de un grado,
la subdivisión vuelve a hacerse por estirpe en cada rama. Dentro de cada rama o subdivisión de
rama, la división se hace por cabeza.
Siempre la extensión de la vocación hereditaria del representante está limitada a lo que le hubiera
correspondido al representado si su vocación no hubiera estado fallida.
Por aplicación del derecho de representación puede ocurrir que se concurra con otros parientes de un
mismo orden de grado más cercano al causante, o que por aplicación de este principio se excluya a
otros parientes.
b) División por estirpe
El art. 2428 establece la regla de la división por estirpe siempre que se aplique el derecho de repre-
sentación.
c) Obligación de colacionar
Los descendientes que concurren a la sucesión del donante por representación deben colacionar lo
que sus representados hubieren recibido en vida del difunto, incluso en aquellos casos en que los
representados hayan renunciado a la herencia (art. 2389). Los representantes son legitimados pasivos
respecto del pedido de colación de otros herederos forzosos que concurran a la sucesión, estando
obligados a colacionar también aquellas donaciones que hubieran recibido en vida del causante, siem-
pre que en ese momento ya se encontrara actualizada su vocación. Aquellas donaciones que el repre-
sentado hubiere recibido en vida del causante, siendo su vocación hereditaria tan sólo eventual, no
están sujetas a la acción de colación.
5. Supuestos especiales
5. a. La nuera viuda sin hijos
El llamamiento de la nuera viuda sin hijos a la sucesión de su/s suegro/s fue incorporado a nuestro
ordenamiento con la reforma de la ley 17.711. El CCC derogó este instituto.
5. b. El fisco
5. b. 1. Carácter de su derecho
Ante la inexistencia de sucesores legítimos y legitimarios y en ausencia de testamento válido, los
bienes corresponden al fisco, ya sea el Estado nacional, provincial o la C.A.B.A., dependiendo de
donde se encuentren situados los bienes. Ello así no a causa de ser un heredero del causante, sino por
el dominio inminente que ejercer conforme la fuerza imperante de su soberanía sobre su territorio.
5. b. 2. Herencia vacante
Habrá herencia vacante cuando no exista ningún sucesor legítimo o testamentario que haya confir-
mado su vocación hereditaria deferida por ley o por voluntad del causante.
El art. 2441 establece: A pedido de cualquier interesado o del Ministerio Público, se debe declarar
vacante la herencia si no hay herederos aceptantes ni el causante ha distribuido la totalidad de los
bienes mediante legados. Al declarar la vacancia, el juez debe designar un curador de los bienes. La
declaración de vacancia se inscribe en los registros que corresponden, por oficio judicial.
5. b. 3. Trámites y facultades del curador
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Art. 2442 – El curador debe recibir los bienes bajo inventario. Debe proceder al pago de las deudas
y legados, previa autorización judicial. A tal efecto, a falta de dinero suficiente en la herencia, debe
hacer tasar los bienes y liquidarlos en la medida necesaria. Debe rendición de cuentas al Estado o
a los Estados que reciben los bienes.
Art. 2443 – Concluida la liquidación, el juez debe mandar entregar los bienes al Estado que corres-
ponde. Quien reclama posteriormente derechos hereditarios debe promover la petición de herencia.
En tal caso, debe tomar los bienes en la situación en que se encuentran, y se considera al Estado
como poseedor de buena fe.

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Capítulo 11 – Legítima
1. Un tema estructural en derecho sucesorio argentino: la legítima
1. a. Primeras aproximaciones. Concepto y antecedentes
La legítima es un instituto del derecho sucesorio, de orden público, irrenunciable e inviolable, me-
diante el cual se fija el porcentaje de herencia que le corresponde a cada heredero legitimario, del cual
no puede ser privado ni por testamento ni por actos de disposición entre vivos a título gratuito, salvo
causal de indignidad.
De este concepto apuntado, podemos extraer sus caracteres: 1) es de orden público; 2) es irrenuncia-
ble; y 3) es inviolable.
Es de orden público, en el sentido del art. 12, por cuanto las convenciones de los particulares no la
pueden alterar ni afectar. El principio de la libertad establecido en el art. 19 CN encuentra su límite y
cede ante el orden público. El objeto del orden público de la legítima deriva del fundamento de la
imperatividad del llamamiento legal para los herederos forzosos. Dicho fundamento surge de la tutela
del interés familiar que impone el deber de asistencia solidaria entre sus miembros.
Es por dicha razón que esta institución del derecho sucesorio resulta ser imperativa e irrenunciable
en forma anticipada, ya que, según el art. 2449, es irrenunciable la porción legítima de una sucesión
aún no abierta, en concordancia con la improcedencia de aceptación o renuncia de herencias futuras
(art. 2286), o que una herencia futura configure, en principio, el objeto de un contrato (art. 1010).
Es inviolable porque el testador no puede imponer condiciones ni limitaciones a la misma: es una
derivación del orden público, de la ley, o en los términos del art. 2447, el testador no puede imponer
gravamen ni condición alguna a las porciones legítimas; si lo hace, se tienen por no escritas.
El testador puede sin embargo imponer la indivisión y puede pactarse también la misma entre los
coherederos.
La legítima resulta ser en primer lugar un límite infranqueable al poder de disposición de los indivi-
duos, ya sea tanto a través de actos a título gratuito como testamentarios, pero los principios de soli-
daridad e igualdad familiar justifican el mantenimiento del instituto, considerando más seguro que
sea la ley que prescriba a quién le corresponde una determinada parte del patrimonio del causante.
1. b. La legítima y la porción disponible
La porción disponible es aquel porcentaje de la herencia que en el caso de haber legitimarios no está
alcanzado por la legítima y sus efectos protectorios; implica una parte sobre la cual el individuo puede
disponer libremente, ya sea a través de actos a título gratuito o mediante disposiciones testamentarias.
La porción disponible representa el porcentaje de libertad testamentaria que reconoce nuestro derecho
positivo en el supuesto de que concurran herederos legitimarios, porque es preciso aclarar que, de no
concurrir legitimarios, toda la herencia resulta disponible.
El CCC reafirma esta idea al prescribir que toda persona humana puede disponer libremente de sus
bienes para después de su muerte, siempre y cuando sean respetadas las porciones legítimas legales.
Si se quiere conocer la cuota de libre disposición, primeramente, debe hacerse el cálculo de la legítima
global, cálculo que se efectúa determinando el activo neto del caudal hereditario (activo bruto restán-
dole las deudas del causante) y sumándole las donaciones efectuadas por el causante. Si se trata de
descendientes, la legítima es de 2/3, y si son tanto ascendientes como cónyuge supérstite, será de ½.
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En caso de concurrencia de herederos con diferente cuota de legítima, la mayor absorbe a la menor.
El art. 2445 establece: Porciones legítimas. La porción legítima de los descendientes es de dos ter-
cios, la de los ascendientes de un medio y la del cónyuge de un medio. Dichas porciones se calculan
sobre la suma del valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante más el de los
bienes donados computables para cada legitimario, a la época de la partición según el estado del
bien a la época de la donación. Para el cómputo de la porción de cada descendiente sólo se toman
en cuenta las donaciones colacionables o reducibles, efectuadas a partir de los trescientos días an-
teriores a su nacimiento o, en su caso, al nacimiento del ascendiente a quien representa, y para el
cónyuge, las hechas después del matrimonio.
1. c. Uso de la porción disponible: la mejora
Con la porción disponible, el causante puede mejorar la posición de cualquiera de los herederos o
beneficiar a un tercero, a través de donaciones en vida o disposiciones testamentarias. La única ma-
nera de mejorar a un heredero legitimario (salvo el supuesto del heredero vulnerable, por su situación
de discapacidad) es utilizando la porción disponible y con expresa cláusula en el testamento o en el
acto de donación.
Si el causante efectuó donaciones con intención de imputarlas como mejora, deberá dispensar al do-
natario de colacionar en el acto de donación o en el testamento.
Nuestro sistema legal sucesorio en ningún momento presume el deseo del causante de beneficiar a un
heredero legítimo sobre otro, sino que aspira a la igualdad.
En torno a la posibilidad de mejorar a un heredero legitimario por sobre los demás, la misma se
encuentra contemplada en el art. 2448: Mejora a favor del heredero con discapacidad. El causante
puede disponer, por el medio que estime conveniente, incluso mediante un fideicomiso, además de la
porción disponible, de un tercio de las porciones legítimas para aplicarlas como mejora estricta a
descendientes o ascendientes con discapacidad. A estos efectos, se considera persona con discapa-
cidad a toda persona que padece una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental,
que en relación a su edad y medio social implica desventajas considerables para su integración fa-
miliar, social, educacional o laboral.
Esto es conteste con un verdadero derecho civil constitucionalizado. El principio de solidaridad fa-
miliar funciona así respecto de las necesidades concretas, y no solamente atendiendo a la condición
de “hijo”.
3. La legítima individual: cálculo y concurrencias. Remisión
Si no tiene herederos legitimarios o forzosos, la disponibilidad patrimonial del causante no tiene res-
tricción alguna.
Las porciones legítimas están definidas en el art. 2445 que marca en dos tercios para los descendientes
y en un medio para ascendientes y cónyuge.
En virtud del principio de igualdad, todas las filiaciones provenientes de cualquiera de las fuentes
filiatorias establecidas producen los mismos efectos, también hereditarios.
Con relación a los parientes colaterales, no se trata de herederos legitimarios y concurren en ausencia
de herederos legitimarios. No habiendo en estos casos porciones legítimas, el causante puede, tanto
en vida como después de su muerte, disponer libremente de todos sus bienes mediante testamento.

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4. Transmisión de bienes a los legitimarios por actos entre vivos: presunción legal de gratuidad
y de mejora
El art. 2461 señala: Transmisión de bienes a legitimarios. Si por acto entre vivos a título oneroso el
causante transmite a alguno de los legitimarios la propiedad de bienes con reserva de usufructo, uso
o habitación, o con la contraprestación de una renta vitalicia, se presume sin admitir prueba en
contrario la gratuidad del acto y la intención de mejorar al beneficiario. Sin embargo, se deben
deducir del valor de lo donado las sumas que el adquirente demuestre haber efectivamente pagado.
El valor de los bienes debe ser imputado a la porción disponible y el excedente es objeto de colación.
Esta imputación y esta colación no puede ser demandadas por los legitimarios que consintieron la
enajenación, sea onerosa o gratuita, con algunas de las modalidades indicadas.
Si la enajenación fuese ostensiblemente gratuita, debe ser considerada un anticipo de herencia y no
una mejora, al no configurarse la presunción del artículo arriba señalado.
5. Modo de calcular la legítima
El art. 2445 dispone en su parte pertinente: Dichas porciones se calculan sobre la masa del valor
líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante más el de los bienes donados computables
para cada legitimario, a la época de la partición según el estado de bien a la época de la donación.
El cálculo de la legítima global consta de tres pasos:
a) Determinación del valor bruto de la herencia
Se debe sumar el valor de los bienes dejados por el causante. Se tiene que reconstruir su patrimonio
sumando los valores de los inmuebles, créditos, derechos, dinero y todo aquello que sea susceptible
de valor pecuniario para obtener de esa manera el valor bruto. Esto debe diferenciarse de la masa
partible, en tanto objeto a someter a la partición, sin perjuicio de tratarse de dos operaciones diferentes
que tienen relación entre sí.
Para calcular la legítima global e individual, se debe tomar la valuación del activo que surja del avalúo
e inventario de bienes, es decir, mediante la denuncia de bienes (art. 2342), o, de lo contrario, si-
guiendo la directiva del art. 2343: Avalúo. La valuación debe hacerse por quien designen los copro-
pietarios de la masa indivisa, si están de acuerdo y son todos plenamente capaces, o, en caso con-
trario, por quien designa el juez, de acuerdo a la ley local. El valor de los bienes se debe fijar a la
época más próxima posible al acto de partición.
El activo está compuesto por todos los bienes y derechos que sean transmisibles y de titularidad del
causante al momento de su muerte.
b) Deducción del pasivo (valor líquido) de la herencia
Para deducir el pasivo, deben restarse todas las deudas que tenía el causante. En cuanto a las cargas
de la sucesión, el art. 2384 dice: Los gastos causados por la partición o liquidación, y los hechos en
beneficio común, se imputan a la masa. No son comunes los trabajos o desembolsos innecesarios o
referentes a pedidos desestimados, los que deben ser soportados exclusivamente por los herederos
que los causen.
El CCC parece inclinarse a favor de la postura que sostiene que las cargas no deben restarse para el
cálculo de la legítima. En el art. 2445, sobre las porciones legítimas, se señala que éstas se calculan
sobre el valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante, de modo que se debe incluir

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en la operación aritmética las deudas que el causante tenía hasta el momento de su muerte y no las
que se originan posteriormente.
c) Cómputo de las donaciones
El último paso consiste en sumar las donaciones que el causante efectuó, considerando el valor de la
donación al tiempo de la partición según el estado del bien a la época de la donación. El segundo
párrafo del art. 2445 dice: Dichas porciones se calculan sobre la suma del valor líquido de la herencia
al tiempo de la muerte del causante más el de los bienes donados computables para cada legitimario,
a la época de la partición según el estado del bien a la época de la donación.
Al monto resultante de estas operaciones se debe aplicar el porcentaje que corresponda (por ejemplo,
2/3 si tiene descendientes y ½ si tiene solamente ascendientes o cónyuge supérstite), obteniendo así
la legítima global.
Si se pretende saber la legítima individual, se debe dividir por la cantidad de herederos forzosos exis-
tentes teniendo en cuenta que el art. 2445 prescribe: Para el cómputo de la porción de cada descen-
diente sólo se toman en cuenta las donaciones colacionables o reducibles, efectuadas a partir de los
trescientos días anteriores a su nacimiento o, en su caso, al nacimiento del ascendiente a quien re-
presenta, y para el del cónyuge, las hechas después del matrimonio.
El 1/3 sobrante corresponderá a la porción disponible.
6. Protección de la legítima
6. a. Acciones en protección de la legítima: complemento y reducción
La inviolabilidad de la legítima es uno de sus caracteres principales, por lo cual todo el sistema suce-
sorio argentino está direccionado a proteger y garantizar la porción legítima establecida por la ley.
6. a. 1. Concepto
La acción de reducción, que simultáneamente funciona como acción de complemento, es la acción
que tiene por finalidad reducir actos o disposiciones del causante que implican afectaciones a la legí-
tima, en un orden legal establecido (en primer término, los legados, y, en segundo, las donaciones).
Debe ser solicitada, pues no opera de pleno derecho.
El art. 2451 regula: El legitimario a quien el testador le ha dejado, por cualquier título, menos de su
porción legítima, sólo puede pedir su complemento.
El art. 2452 dice: A fin de recibir o complementar su porción, el legitimario afectado puede pedir la
reducción de las instituciones de herederos de cuota y de los legados, en ese orden. Los legados se
reducen en el mismo orden establecido en el segundo párrafo del artículo 2358.
El art. 2453 dice: Si la reducción de las disposiciones testamentarias no es suficiente para que quede
cubierta la porción legítima, el heredero legitimario puede pedir la reducción de las donaciones
hechas por el causante. Se reduce primero la última donación, y luego las demás en orden inverso a
sus fechas, hasta salvar el derecho del reclamante. Las de igual fecha se reducen a prorrata.
Por ello, si con sólo no cumplirse con los legados se encontrara salvada la legítima, no será necesario
apelar a la acción de reducción.

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Ante la presentación del legatario en reclamo del cumplimiento de su legado, el heredero puede opo-
nerse porque afecta a la legítima. En tal caso, la protección a la legítima funciona como excepción
ante la pretensión del legatario.
Corresponde interpretar el art. 2452 de lege ferenda, ya que se entiende que deben reducirse los le-
gados en el modo inverso al cual deben cumplimentarse, es decir, primero los simples legados, luego
los de cosa cierta y finalmente los que tengan preferencia testamentaria, porque el orden inverso
resulta ilógico y contrario a la voluntad del testador.
Cabe distinguir si la reducción debe ser total o parcial. Si es total, se reduce por completo la donación
que quedará resuelta; si es parcial, por afectar sólo en parte la legítima, y si el bien donado fuere
posible de dividir, se lo dividirá entre legitimario y donatario; en cambio, si fuere indivisible, la cosa
debe quedar para quien le corresponde una porción mayor, generándose un crédito a favor de la otra
parte por el valor de su derecho. Sin embargo, el art. 2454 faculta al donatario a impedir la resolución
entregando el dinero necesario para completar el valor de su porción legítima, priorizando su derecho
como dueño desde el acto de donación y, con ello, la seguridad en el tráfico jurídico, pues pudo haber
vendido el bien donado.
Frente al supuesto en el cual el donatario fuere insolvente, y sin posibilidad de persecución del bien
donado, la acción de reducción será entablada contra los donatarios de fecha anterior (art. 2453).
Si el bien donado pereciera por culpa del donatario, éste debería su valor al afectado en su porción
legítima, aunque distinta resultaría la solución o para el caso de que pereciere sin culpa del donatario,
ya que el valor no será computado para el cálculo de la porción legítima.
6. a. 2. Naturaleza de la acción: efectos
¿Cuándo sería posible constatar si se afectó la legítima? Sólo a la muerte del donante.
El CCC le acuerda efectos reipersecutorios a la reducción de donaciones cuando en su art. 2458 dis-
pone: Acción reipersecutoria. El legitimario puede perseguir contra terceros adquirentes los bienes
registrables. El donatario y el subadquirente demandado, en su caso, pueden desinteresar al legiti-
mario satisfaciendo en dinero el perjuicio a la cuota legítima.
No obstante, a través de la prescripción adquisitiva, en el CCC se intenta conciliar las necesidades de
seguridad jurídica propias del tráfico jurídico-comercial.
6. a. 3. Legitimación activa y pasiva
A pesar de no contar con una disposición expresa en el CCC, se encuentran legitimados para entablar
la acción de reducción los herederos legitimarios y, en ejercicio de la acción subrogatoria, sus acree-
dores.
A los fines de ejercicio de la acción de reducción debe tratarse de herederos forzosos al momento de
la donación y mantener tal condición al momento de la apertura de la sucesión.
En cuanto a la legitimación pasiva, esta acción es ejercitada contra los herederos forzosos (por el
exceso, siendo que también procede la colación) o contra los extraños que sean beneficiarios de la
donación inoficiosa; también contra los legatarios, es decir, extraños que sean instituidos legatarios;
y contra los terceros adquirentes de bienes registrables de donaciones inoficiosas.
6. a. 4. Prescripción de la acción y prescripción adquisitiva

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El plazo de prescripción liberatoria de la acción es el genérico de cinco años, ya que no se prevé uno
diferente (art. 2560). Este plazo comienza a correr desde que la prestación es exigible o, en otros
términos, desde el momento de la muerte del causante.
La prescripción adquisitiva está contenida en el art. 2459: La acción de reducción no procede contra
el donatario ni contra el subadquirente que han poseído la cosa donada durante diez años compu-
tados desde la adquisición de la posesión.
La doctrina es crítica con esta norma porque entiende que con ella se desprotege a la legítima por
cuanto mientras está corriendo el plazo de prescripción adquisitiva, el heredero forzoso presuntivo
no tiene acción para defenderse, la cual recién le nace con la muerte del donante, cuando adquiere la
calidad de heredero, en cuya oportunidad frecuentemente ya se habrá cumplido aquel plazo de diez
años, con lo cual se consuma la lesión a la legítima.
Sin embargo, esta crítica pierde de vista que la solución que ofrece el CCC es una propuesta de equi-
librio entre los intereses en juego, tal como se reclamaba en doctrina: se mantiene la protección a la
legítima, pero se imponen límites a tal protección, en función de las necesidades del tráfico jurídico-
económico.
6. b. Otra forma de protección a la legítima: la acción de preterición
El art. 2450 regula la acción de entrega de la legítima: El legitimario preterido tiene acción para que
se le entregue su porción legítima, a título de heredero de cuota. También la tiene el legitimario
cuando el difunto no deja bienes, pero ha efectuado donaciones.
Es decir, el heredero forzoso tiene acción para lograr la entrega de su cuota legítima, sin que ello
implique dejar sin efecto la institución efectuada, sólo que se reduce hasta el límite de la legítima que
había sido preterida.
7. Fideicomiso, derecho societario y protección a la legítima
En el fideicomiso, una persona titular de ciertos bienes (fiduciante) los transfiere a otra persona (fi-
duciario) para que ésta los gestione en beneficio de otros (beneficiarios), y cuando ocurra un deter-
minado hecho futuro, el fiduciario transfiera la propiedad plena de los bienes a otras personas (fidei-
comisarios).
Cuando el fideicomiso se constituye por contrato, la muerte del fiduciante acaecida durante el lapso
de vigencia del mismo no lo extingue. El problema se plantea cuando todo o parte de sus bienes han
pasado al fideicomiso, y existen herederos legitimarios.
Cuando el fideicomiso se constituye por disposición de última voluntad inserta en un testamento,
estamos en presencia de un fideicomiso testamentario, y el problema que surge con estos fideicomisos
es la eventual afectación de la legítima.
En nuestro derecho, en el que rige la institución de la legítima hereditaria como restricción al poder
de disposición del causante (arts. 2444 y ss.), las normas sobre fideicomiso (arts. 1666 y ss.) deben
necesariamente compatibilizarse con tal condicionante, y, en caso de existir herederos forzosos, el
fideicomiso sólo podrá constituirse sobre la parte disponible, respetando la legítima de aquéllos.
El CCC admite expresamente la constitución de fideicomisos por parte del testador, siempre que no
se altere la legítima de los herederos forzosos (art. 2493), con excepción de la mejora efectuada a
favor de los herederos con discapacidad (art. 2449).

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El plazo máximo de duración del fideicomiso es de treinta años (art. 1668), salvo que el beneficiario
sea una persona incapaz o con capacidad restringida, caso en el que puede durar hasta el cese de la
incapacidad o de la restricción, o su muerte. El plazo máximo de 30 años se computa a partir de la
muerte del fiduciante (art. 1699).
El art. 1700 declara la nulidad del fideicomiso constituido con el fin de que el fiduciario esté obligado
a mantener o administrar el patrimonio fideicomitido para ser transmitido únicamente a su muerte a
otro fiduciario de existencia actual o futura.
7. b. Las sociedades y la protección de la legítima
La disposición de bienes en vida del causante a título oneroso, incluido su aporte a sociedades o
compra de participaciones societarias, no constituye un acto ilegal ni podría ser impugnado en su
sucesorio, en la medida en que sean verdaderos.
Pero cuando la participación en una sociedad o la transferencia de sus participaciones o la constitución
de una sociedad sean actos simulados, las cosas cambian.
La simulación puede ser absoluta, cuando la ficción ha consistido en crear la apariencia de un acto
inexistente en la realidad; o puede ser relativa, cuando la ficción consiste en crear un acto aparente,
que oculta o disimula el verdadero carácter de otro acto existente.
A través de la constiución de las denominadas “sociedades de familia” pueden simularse donaciones
capaces de afectar no sólo la igualdad entre los herederos forzosos, sino también la legítima.
El fraude a la legítima a través del uso de sociedades puede asumir varias formas. Se verifica cuando
uno o ambos padreas crean -con su propio patrimonio- sociedades con algunos de los hijos, exclu-
yendo a otros; cuando figuran aportes ficticios por parte de alguno de los herederos forzosos; cuando
hay una sobrevaluación de los aportes efectuados por ciertos hijos; cuando a través de aumentos de
capital simulados se aumenta ilegítimamente la participación relativa de algún heredero forzoso en
perjuicio de otros. También puede suceder que se constituya una sociedad (ficticia o no) para aportar
todos o gran parte de los bienes del fundador y, luego, a su muerte, lo que pasa a integrar el acervo
hereditario son sólo las participaciones societarias, cuyo valor puede diferir del valor real de todos
los activos aportados a la sociedad, siempre que dichas participaciones no hayan sido previamente
transferidas (verdadera o simuladamente) a terceros.
Cuando se desencadenan conflictos y se acredita que la interposición societaria afecta la legítima
hereditaria, el régimen societario y la libertad contractual que éste implica deben ceder frente a la
imperatividad del régimen de protección de los herederos forzosos.
Frente a casos de afectación de la legítima acciones que permiten descubrir la verdadera causa del
acto “societario” son las de simulación, fraude y fraude a la ley. Si el acto encubriera una donación,
serán aplicables las acciones de colación y reducción, según el interés a proteger. Los sucesores po-
drán alegar la inoponibilidad de la persona jurídica y demandar el reintegro de la legítima (art. 54
LGS y 144 CCC).
En este aspecto, cobran especial importancia las disposiciones sobre buena fe (art. 9), abuso del de-
recho (art. 10) y fraude a la ley (art. 12).
El plazo de prescripción de las acciones de protección es de cinco años desde la muerte del causante.

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El art. 2458 faculta al legitimario a perseguir contra terceros adquirentes los bienes registrables, pero
permite que el donatario y el subadquirente puedan impedir la resolución de la donación mediante la
satisfacción en dinero del perjuicio a la cuota legítima.
El art. 2459 prioriza la seguridad del tráfico comercial por sobre la tutela a los legitimarios al permitir
que el donatario o subadquirente puedan oponer la prescripción breve contra el progreso de la acción
de reducción.
En cuanto a las sociedades de familia o emprendimientos familiares, el art. 2333 faculta al heredero
a oponerse a la inclusión en la partición del establecimiento que constituya una unidad económica si,
antes de la muerte del causante, ha participado activamente en la explotación de la empresa.
El art. 2380 permite que el cónyuge sobreviviente o un heredero pueda pedir la atribución preferencial
de la partición, con cargo de pagar el saldo, si lo hubiere, del establecimiento agrícola, comercial,
industrial, artesanal o de servicios que constituye una unidad económica, en cuya formación participó.
En caso de explotación en forma social, puede pedirse la atribución preferencial de los derechos so-
ciales, si ello no afecta las disposiciones legales o cláusulas estatutarias sobre la continuación de una
sociedad con el cónyuge sobreviviente o con uno o varios herederos. El saldo debe ser pagado al
contado, excepto acuerdo en contrario.
En cuanto a las empresas de familia, es de destacar el art. 1010, con el cual se pretende conservar la
empresa familiar y facilitar la sucesión, permitiendo al fundador transmitirla sólo a sus herederos con
vocación de continuar la empresa, excluyendo a los demás, siempre que no se afecte la legítima.

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Capítulo 12 – Sucesión testamentaria. Testamentos


1. Introducción
La sucesión testamentaria se origina por el llamamiento a suceder que realiza una persona a través de
su testamento. La potestad de disponer de los bienes con efectos para después de la muerte es inse-
parable de la noción misma de propiedad. Sin embargo, las disposiciones testamentarias no se limitan
únicamente a ser un acto de contenido patrimonial.
2. Testamento
2. a. Concepto
El testamento es el acto unilateral y unipersonal mediante el cual una persona dispone de sus intereses,
patrimoniales y/o extrapatrimoniales, para después de su muerte.
El art. 2462 dice: Las personas humanas puede disponer libremente de sus bienes para después de
su muerte, respetando las porciones legítimas establecidas en el Título X de este Libro, mediante
testamento otorgado con las solemnidades legales; ese acto también puede incluir disposiciones ex-
trapatrimoniales.
Las disposiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la voluntad del testador, y bastarse
a sí mismas.
2. b. Caracteres
1. Acto jurídico unilateral: el testamento es un acto voluntario y lícito, cuya finalidad es establecer
relaciones jurídicas y crear, modificar, transferir o aniquilar derechos. Conforme el art. 2463, las
reglas establecidas para los actos jurídicos se aplican a los testamentos en cuanto no sean alteradas
por las disposiciones de este Título.
Se perfecciona con la sola voluntad del testador, sin necesidad de una voluntad receptiva o aceptante.
2. Escrito: es un requisito esencial en todas las formas de testar, propio de todo documento, cuya
finalidad es dar certeza a las disposiciones de última voluntad del autor del testamento. El ordena-
miento jurídico argentino no reconoce el testamento oral.
3. Formal y solemne: es esencial que se confeccione bajo las formas impuestas por la ley (art. 2473).
Además de formal, es un acto solemne de solemnidad absoluta o ad substantiam, pues la inobservan-
cia de las formalidades impuestas por la ley acarrea su nulidad (art. 2467, inc. b).
El art. 2473 dispone: El testamento puede otorgarse sólo en algunas de las formas previstas en este
Código. Las formalidades determinadas por la ley para una clase de testamento no pueden exten-
derse a las de otra especie. La observancia de las solemnidades impuestas debe resultar del mismo
testamento, sin que se pueda suplir por prueba alguna.
4. Personalísimo: el testamento sólo puede ser otorgado por el causante. El art. 2465 dice: Las dis-
posiciones testamentarias deben ser la expresión directa de la voluntad del testador, y bastarse a sí
mismas. La facultad de testar es indelegable. Las disposiciones testamentarias no pueden dejarse al
arbitrio de un tercero. No es válido el testamento otorgado conjuntamente por dos o más personas.
Es decir, no es válido el mandato para testar.
5. Efectos post mortem: el testamento se perfecciona en el momento de su otorgamiento, pero sólo
producirá efectos después del fallecimiento del testador, pues se trata de un acto jurídico cuya eficacia
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

depende de la producción de un hecho natural y jurídico: la muerte de su emisor. Es decir, la muerte


es una condición de eficacia del testamento, pero no de su validez. Sin embargo, el emplazamiento
filiatorio que implica el reconocimiento testamentario se produce desde la fecha en que se otorgó el
testamento.
6. Revocable: el testamento debe reflejar la voluntad del causante y, para ello, es imprescindible que
se permita modificar dicha voluntad tantas veces como sea considerado necesario por el causante.
7. Autónomo (o principio de “especialidad” o “completividad”): el testamento debe bastarse a sí
mismo sin necesidad alguna de recurrir a otros documentos. En él debe estar expresada la voluntad
real del causante mediante las diversas disposiciones que hubiera establecido. Debe ser autosuficiente
y carece de validez si requiere de otros elementos para completar las declaraciones de voluntad.
El art. 2475 dispone que: El testador sólo puede confirmar las disposiciones de un testamento nulo
por inobservancia de las formalidades reproduciéndolas en otro testamento otorgado con los requi-
sitos formales pertinentes.
2. c. Contenido del testamento
Si bien el art. 2462 se refiere a las disposiciones de los bienes para después de su muerte mediante
testamento, su contenido puede ser más amplio.
Aquellas de carácter patrimonial puede ser disposciones que abarquen todos o parte de sus bienes,
mediante la institución de herederos (universales, art. 2486, o de cuota, art. 2488) o legatarios sin
dejar lugar a dudas sobre su identidad (art. 2484). Puede haber utilizado fórmulas directas. Pero tam-
bién puede tratarse de disposiciones patrimoniales, aunque no instituyan herederos.
También puede contener disposiciones de tipo extrapatrimonial.
3. Los testamentos conjuntos
3. a. Invalidez: alcance y fundamentos
El testamento es un acto jurídico unilateral y se perfecciona con la sola voluntad del testador.
Por ello, los testamentos conjuntos son inválidos. Habrá testamento conjunto cuando dos o más per-
sonas otorguen su testamento en el mismo acto testamentario, es decir, cuando sus voluntades cons-
tituyan una unidad intelectual. Expresamente lo establece la última parte del art. 2465: No es válido
el testamento otorgado conjuntamente por dos o más personas.
Ninguna de las dos formas testamentarias posibles (testamento ológrafo o por acto público) admiten
que sean otorgadas por más de una persona.
Entonces, carecen de validez un testamento conjunto, tanto en favor de un tercero o el testamento
recíproco.
En los testamentos conjuntos, cada testador pierde la posibilidad de modificar su testamento sin afec-
tar directamente el testamento del otro, ya que ambas voluntades se encuentran indisolublemente
ligadas desde el origen.
La prohibición se fundamenta en garantizar la autonomía de la voluntad, tanto al momento de su
otorgamiento, como de la revocación total o parcial. El testamento debe expresar la última voluntad
de su otorgante, por lo tanto, debe ser posible y sencilla su revocación.
La prohibición apunta a salvaguardar la libertad de cada testador.
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No debe confundirse con los testamentos simultáneos. En efecto, nada impide que se hagan dos o
más testamentos en un mismo instrumento, por ejemplo, uno a continuación del otro. Lo relevante es
que cada uno mantenga su independencia intelectual y que pueda diferenciarse de manera sencilla la
voluntad de cada testador.
3. b. Testamento conjunto otorgado en el extranjero
¿Qué sucede si un testamento conjunto es otorgado en algún país que lo permite? ¿Tiene validez
dicho testamento en nuestro ordenamiento?
La forma de los testamentos se rige por la ley del lugar donde se otorgó. Así lo establece el art. 2645:
El testamento otorgado en el extranjero es válido en la República según las formas exigidas por la
ley del lugar de su otorgamiento, la ley del domicilio, de la residencia habitual, o de la nacionalidad
del testador al momento de testar o por las formas legales argentinas.
Esta disposición es sólo respecto de la forma, pues si su contenido repugna al orden público, no será
válido.
4. Revocabilidad del testamento
El art. 2511 establece: El testamento es revocable a voluntad del testador y no confiere a los institui-
dos derecho alguno hasta la apertura de la sucesión. La facultad de revocar el testamento o modificar
sus disposiciones es irrenunciable e irrestringible.
El art. 2513 dice: El testamento posterior revoca al anterior, si éste no contiene su confirmación
expresa, excepto que de las disposiciones del segundo resulte la voluntad del testador de mantener
las del primero en todo o en parte.
El art. 2512 establece: La revocación expresa debe ajustarse a las formalidades propias de los testa-
mentos.
También se regulan ciertos supuestos de revocación tácita de testamentos o de alguna de sus disposi-
ciones:
1) El matrimonio contraído por el testador revoca el testamento anterior (art. 2514), salvo que en éste
se instituye heredero al cónyuge o que de sus disposiciones resulte la voluntad de su mantenimiento
aun después del matrimonio. Esta presunción admite prueba en contrario. El fundamento radica en la
nueva situación familiar y afectiva del testador.
Por otra parte, la revocación se produce de pleno derecho, con lo cual, una vez comprobado el matri-
monio posterior a la fecha del testamento, para algunos autores corresponde su declaración de oficio
y sin sustanciación.
Al ser una presunción juris tantum, será posible tramitar una acción de petición de herencia y probar
que la voluntad del testador se mantuvo plenamente vigente a pesar del matrimonio posterior.
2) El otorgamiento de un nuevo testamento con disposiciones incompatibles con el anterior.
3) La cancelación o destrucción del testamento ológrafo en las formas previstas por la ley (art. 2515).
Son casos de revocación tácita de legados los del art. 2516: Revocación del legado por transmisión,
transformación o gravamen de la cosa. La transformación de la cosa legada revoca el legado, aun-
que el acto no sea válido por defecto de forma o la cosa vuelva al dominio del testador. El mismo

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

efecto produce la promesa bilateral de compraventa, aunque el acto sea simulado. La subasta dis-
puesta judicialmente y la expropiación implican revocación del legado, excepto que la cosa vuelva a
ser propiedad del testador. La transformación de la cosa debida al hecho del testador importa revo-
cación del legado. La constitución de gravámenes sobre la cosa legada no revoca el legado.
Carecen de toda eficacia jurídica las cláusulas por las cuales el testador se hubiera incluso autolimi-
tado la libertad de revocación.
5. Capacidad para disponer por testamento
El CCC remite a las reglas establecidas para los actos jurídicos, en cuanto no sean alteradas por
disposiciones de este título (art. 2462).
El CCC adscribe a un sistema gradual de capacidad (libro primero, título I: “Persona humana”, capí-
tulo 2: “Capacidad”). Las características generales son: las limitaciones a la capacidad son siempre
de carácter excepcional y se imponen en beneficio de la persona; la intervención estatal tiene siempre
carácter interdisciplinario; la persona tiene derecho a recibir información a través de medios y tecno-
logías adecuadas para su comprensión; deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restric-
tivas de los derechos y libertades. El juez puede restringir la capacidad de una persona mayor de trece
años, siempre que el ejercicio de su plena capacidad pueda resultar dañina. Por excepción, el juez
puede declarar la incapacidad de quien se encuentre absolutamente imposibilitado de interaccionar
con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema
de apoyos resulte ineficaz, y, por ello, designarle un curador (art. 32). La sentencia debe pronunciarse
sobre determinados aspectos vinculados a la persona en cuyo interés se sigue el proceso (art. 37).
La sentencia que restrinja la capacidad de una persona debe determinar la extensión y alcance de
dicha restricción a la capacidad y especificar las funciones y actos que se limitan, procurando que la
afectación de la autonomía personal sea la menor posible. Asimismo, debe designar una o más per-
sonas de apoyo o curadores y señalar las condiciones de validez de los actos específicos sujetos a la
restricción con indicación de la persona o las personas intervinientes y la modalidad de su actuación
(art. 38); imponiéndose su registración (art. 39). El cese de la incapacidad o de la restricción a la
capacidad debe decretarse por el juez que la declaró, previo examen de un equipo interdisciplinario.
Si el restablecimiento no es total, el juez puede ampliar la nómina de actos que la persona puede
realizar por sí o con la asistencia de su curador o apoyo (art. 47). Mantiene la categoría de inhabilita-
dos sólo para los pródigos (art. 48), imponiendo la exigencia del dictamen interdisciplinario y pu-
diendo el juez determinar los actos que puede realizar por sí mismo.
Son nulos los actos de la persona incapaz y con capacidad restringida que contrarían lo dispuesto en
la sentencia, realizados con posterioridad a la inscripción de la misma en el Registro del Estado Civil
y Capacidad de las Personas (art. 44). Los anteriores a dicha inscripción son anulables si perjudican
a la persona incapaz o con capacidad restringida, y si cumple los siguientes extremos: a) la enferme-
dad mental era ostensible a la época de celebración del acto; b) quien contrató con él era de mala fe;
c) el acto es a título gratuito. Tales normas son aplicables a los testamentos en cuanto no sean alteradas
por la normativa especial (art. 2463).
Por lo tanto, pueden testar:
a) Las personas mayores de edad al tiempo del acto (art. 2464). No se reconoce capacidad para testar
a los menores de edad.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

b) El menor de edad emancipado por matrimonio (art. 27), ya que los menores emancipados están
habilitados para todos los actos de la vida civil.
c) Las personas con capacidad restringida, si el juez en la sentencia no limita específicamente su
capacidad de otorgar testamento, y la persona declarada judicialmente incapaz, si ha otorgado el acto
durante un intervalo lúcido.
d) Las personas que padecen dificultades para comunicarse. Si un testamento refleja la última vo-
luntad del testador, éste debe haber podido expresarla y comunicarla, sea en forma oral o escrita.
Quien padece de dificultades para comunicarse en forma oral y en forma escrita, porque no sabe ni
leer ni escribir, tiene serias restricciones para hacer conocer su voluntad. Quien padezca dificultades
para comunicarse logra suplir tales restricciones mediante un intérprete, quien, a través de las técnicas
propias de su función, puede facilitar la comunicación y exteriorización de la voluntad del testador.
El art. 2466 dispone: El contenido del testamento, su validez o nulidad, se juzga según la ley vigente
al momento de la muerte del testador.
6. Las personas inhábiles para suceder por testamento
El art. 2482 dispone: Personas que no pueden suceder. No pueden suceder por testamento: a) los
tutores y curadores a sus pupilos, si éstos mueren durante la tutela o curatela o antes de ser aproba-
das las cuentas definitivas de administración; b) el escribano y los testigos ante quienes se haya
otorgado el testamento, por el acto en el cual hayan intervenido; c) los ministros de cualquier culto
o conductores espirituales que hayan asistido al causante en su última enfermedad.
En estos supuestos la vocación hereditaria es contrariada por disposición legal a los fines de evitar
que la voluntad del testador pudiera no ser libre y autónoma. Es una contradicción a la vocación
sucesoria específica, que no afecta la posibilidad de ser beneficiario del testamento de otras personas
que no se encuentren en tal relación.
Si es instituida una persona inhábil para recibir por testamento, la disposición es de ningún valor (art.
2483). Además, también lo son si se hicieran a nombre de personas interpuestas y la norma señalada
establece la presunción, sin admitir prueba en contrario, que son personas interpuestas los ascendien-
tes, descendientes, cónyuge o conviviente de la persona impedida de suceder.
Los beneficiarios inhábiles que posean los bienes dejados por el testador son reputados poseedores
de mala fe, resultando aplicables las normas relativos a los mismos respecto de los frutos, productos,
mejoras y actos que hubieran realizado.
7. Vicios del consentimiento del testador y del testamento como acto jurídico
El art. 2463 remite a las reglas generales de los actos jurídicos, en tanto no sean alteradas por la
regulación específica. Tal regulación específica se refiere al art. 2470, que establece los principios
generales de interpretación, y al 2467, inc. f), que dispone la nulidad del testamento y de la disposición
testamentaria por haber sido otorgado con error, dolo o violencia.
7. a. Error
Quedan comprendidos los errores sobre la naturaleza del acto, sobre la persona, sobre la causa y sobre
el objeto (arts. 265 a 270). Debe surgir del propio testamento y debe ser esencial, grave, determinante,
y no excusable, es decir, que no debe haberse originado en el obrar negligente de quien incurrió en
esa equivocación.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

7. b. Dolo
El dolo debe ser grave, esencial y empleado para obtener la celebración del acto (arts. 271 a 274), es
decir, debe haber afectado la voluntad del testador induciéndolo a redactar un testamento (o una o
más disposiciones) o a revocar uno anterior, actos que no hubiese realizado de no mediar el engaño.
Jurisprudencialmente se ha sostenido que la captación de voluntad, para ser causal de nulidad, debe
manifestarse a través de aserción de lo falso o disimulación de lo verdadero, artificio, astucia o ma-
quinación que asumen los caracteres del dolo y que dominan la voluntad del testador, quien habría
dispuesto de otra manera de no mediar aquéllos. No son causas suficientes de nulidad del testamento
las atenciones prodigadas por parientes, amigos o servidores del enfermo, aun cuando tales cuidados
no sean fruto de un auténtico cariño y tengan sólo un fin especulativo.
7. c. Violencia
El art. 276 establece: La fuerza irresistible y las amenazas que generan el temor de sufrir un mal
grave e inminente que no se puedan contrarrestar o evitar en la persona o bienes de la parte o de un
tercero, causan la nulidad del acto. La relevancia de las amenazas debe ser juzgada teniendo en
cuenta la situación del amenazado y las demás circunstancias del caso.
El autor de la violencia puede ser quien resulte beneficiado con el acto de que se trate o un tercero
(art. 277), y es responsable por el daño causado (art. 278).
Azpiri sostenía que como el testamento era un acto revocable y la revocación puede realizarse en
cualquier momento, quien objete este vicio deberá también demostrar que la violencia se ha mante-
nido en el tiempo, o sea, durante todo el período en el cual el testador contaba con las condiciones
mentales y/o físicas para revocarlo.
7. d. Simulación
El art. 2483 sanciona con nulidad aquellas disposiciones testamentarias realizadas por interpósita
persona, típicas disposiciones testamentarias simuladas: Las disposiciones testamentarias a favor de
personas que no pueden suceder por testamento son de ningún valor, aun cuando se hagan a nombre
de personas interpuestas. Se reputan tales, sin admitir prueba en contrario, los ascendientes, los
descendientes y el cónyuge o conviviente de la persona impedida de suceder. El fraude a la ley puede
ser probado por cualquier medio. Los inhábiles para suceder por testamento que se encuentran en
posesión de los bienes dejados por el testador son considerados de mala fe.
8. Impugnación del testamento
8. a. Acción de nulidad del testamento
Para impugnar un testamento o alguna de sus disposiciones, debe plantearse la acción de nulidad. Su
fundamento puede radicar en la existencia de un vicio de la voluntad; en la simulación; en el incum-
plimiento de las formalidades impuestas; en la falta de capacidad del testador (art. 2467), o en la
inhabilidad de quien resulta beneficiario (arts. 2482 y 2483).
El art. 2467 dispone: Es nulo el testamento o, en su caso, la disposición testamentaria: a) por violar
una prohibición legal; b) por defectos de forma; c) por haber sido otorgado por persona privada de
la razón en el momento de testar. La falta de razón debe ser demostrada por quien impugna el acto;
d) por haber sido otorgado por persona judicialmente declarada incapaz. Sin embargo, ésta puede
otorgar testamento en intervalos lúcidos que sean suficientemente ciertos como para asegurar que
la enfermedad ha cesado por entonces; e) por ser el testador una persona que padece limitaciones
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en su aptitud para comunicarse en forma oral y, además, no saber leer ni escribir, excepto que lo
haga por escritura pública, con la participación de un intérprete en el acto; f) por haber sido otor-
gado con error, dolo o violencia; g) por favorecer a persona incierta, a menos que por alguna cir-
cunstancia pueda llegar a ser cierta.
En aquellos que se trate de nulidad por violar una prohibición legal (inc. a) o por defectos de forma
(inc. b), provocan la nulidad absoluta (art. 386), porque controvierten el orden público. Las conse-
cuencias son las previstas en el art. 387: puede ser declarada por el juez, aun sin petición de parte si
es manifiesta; pueden ser alegadas por el Ministerio Público y por cualquier interesado; no pueden
sanearse por confirmación ni por prescripción.
En los supuestos de los incisos c a g, la nulidad es relativa, y les resulta aplicable el art. 388: se declara
a petición de la persona en cuyo beneficio se establece, puede sanearse por confirmación y por pres-
cripción.
En cuanto a la legitimación para demandar la nulidad, el art. 2469 dispone que: Cualquier interesado
puede demandar la nulidad del testamento o de alguna de sus cláusulas, a menos que, habiéndolo
conocido, haya ratificado las disposiciones testamentarias o las haya cumplido espontáneamente, es
decir, quienes recibirían los bienes en caso de que el juez declare la nulidad del testamento o dispo-
sición atacada.
La inobservancia de las formas provoca la nulidad total (art. 2474), aunque si no es por defecto de
forma, la nulidad de una cláusula o disposición no afecta a las otras, y se trata de un supuesto de
nulidad parcial.
En los supuestos de inhabilidad para recibir por testamento la nulidad es absoluta.
8. b. Prescripción
En aquellos casos que la causa provoque la nulidad absoluta, la acción es imprescriptible (art. 387).
A los supuestos de nulidad relativa corresponde aplicar el art. 2562, que establece el plazo de dos
años para a) el pedido de declaración de nulidad relativa y de revisión de actos jurídicos.
El testamento es un acto jurídico particular, ya que sólo tiene eficacia a partir de la muerte del testador.
El art. 2554 establece esta regla general: El transcurso del plazo de prescripción comienza el día en
que la prestación es exigible. Por lo tanto, la acción de nulidad prescribe a los dos años, cuyo cómputo
comienza desde la muerte del testador o desde que se conozca la existencia del testamento o desde
que se tenga conocimiento del vicio que afecta al mismo, pero siempre luego de la muerte del cau-
sante.
9. Confirmación del testamento nulo
El testador no puede confirmar un testamento nulo por vicio en las formalidades por tratarse de formas
exigidas con carácter de solemnidad absoluta. Para que sea válido, se deberá otorgar uno nuevo, en
el que reproduzca íntegramente las cláusulas que se quieren convalidar, cumpliendo todas las forma-
lidades requeridas (art. 2475).
Si los herederos ratifican las disposiciones testamentarias o dan cumplimiento a las mismas a pesar
de poder solicitar la nulidad, carece de sentido que la soliciten después de tal ratificación o cumpli-
miento espontáneo (art. 2469).
10. Interpretación de los testamentos
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El art. 2470 establece los principios generales de interpretación: Las disposiciones testamentarias
deben interpretarse adecuándolas a la voluntad real del causante según el contexto total del acto.
Las palabras empleadas deben ser entendidas en el sentido corriente, excepto que surja claro que el
testador quiso darles un sentido técnico. Se aplican, en cuanto sean compatibles, las demás reglas
de interpretación de los contratos.
La dificultad de interpretación del testamento radica en que su emisor ya murió. Por ello, en caso de
duda, la regla de interpretación es en favor de la validez y cumplimiento de las disposiciones testa-
mentarias, es decir, la aplicación del principio favori testimoni.
El art. 2484 establece como principio general respecto de la institución de herederos y legatarios: La
institución de herederos y legatarios sólo puede ser hecha en el testamento y no debe dejar dudas
sobre la identidad de la persona instituida. El art. 2485 prevé casos especiales: La institución a los
parientes se entiende hecha a los de grado más próximo, según el orden de la sucesión intestada y
teniendo en cuenta el derecho de representación. Si a la fecha del testamento hay un solo pariente
en el grado más próximo, se entienden llamados al mismo tiempo los del grado siguiente. La institu-
ción a favor de simples asociaciones se entiende hecha a favor de las autoridades superiores respec-
tivas del lugar del último domicilio del testador con cargo de aplicar los bienes a los fines indicados
por el causante. La institución a los pobres se entiende hecha al Estado municipal del lugar del
último domicilio del testador o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en su caso, con cargo de apli-
car los bienes a fines de asistencia social. La institución a favor del alma del testador o de otras
personas se entiende hecha a la autoridad superior de la religión a la cual pertenece el testador, con
cargo de aplicar los bienes a sufragios y fines de asistencia social.
En cuanto a la prueba, Borda sostiene que el principio general es que el testamento es un documento
autónomo, que debe interpretarse por sí mismo. Solamente cuando los elementos de valoración con-
tenidos en él no sean suficientes, cuando el análisis del documento considerado íntegramente no ha
eliminado las dudas acerca de la verdadera voluntad del causante, podrán admitirse pruebas extrañas.
En realidad, las pruebas ajenas al propio testamento facilitan el análisis, se trata del contexto de la
situación del testador en oportunidad de celebrar el acto, puesto que ciertos acontecimientos exterio-
res al testamento mismo pueden servir como medio probatorio hábil para sostener una u otra inter-
pretación de la voluntad real del testador.
11. Objeto del testamento. Disposiciones testamentarias. Remisión
El art. 2462 dispone: Las personas humanas pueden disponer libremente de sus bienes para después
de su muerte, respetando las porciones legítimas establecidas en el Título X de este Libro, mediante
testamento otorgado con las solemnidades legales; ese acto también puede incluir disposiciones ex-
trapatrimoniales.
Las disposiciones testamentarias constituyen el objeto de los testamentos y se tratarán en el capítulo
14.
En principio, según su contenido, las disposiciones testamentarias pueden ser patrimoniales o extra-
patrimoniales.

94
Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 13 – Forma de los testamentos


1. Los testamentos y las formas
1. a. Formas y formalidades
Las formas se refieren a los diferentes actos o maneras de testar admitidas por la ley. En el CCC las
formas de los testamentos se clasifican en: a) testamento ológrafo (art. 2477); y b) por acto público
(art. 2479).
Las formalidades son los requisitos que deben observarse para cumplir cada una de las formas admi-
tidas, es decir, el cumplimiento de las exigencias requeridas por la ley para que el testamento tenga
validez.
1. b. Solemnidad de los testamentos: incumplimiento de los requisitos formales
El testamento es un acto jurídico formal y solemne y, como tal, su forma posee un carácter sustantivo,
constitutivo y esencial, y su inobservancia provoca la nulidad; es un acto de solemnidad absoluta.
Este rigorismo formal tiene su fundamento en la necesidad de brindar convicción sobre la última
voluntad del otorgante, que es real y que las disposiciones testamentarias fueron realizadas sin pre-
siones y en ejercicio pleno de su libertad de testar, salvaguardando así su espontaneidad.
El art. 2474 establece como sanción ante la inobservancia de las formalidades su nulidad total, pero
admite que satisfechas las formas la nulidad de una o de varias cláusulas no perjudica las restantes
partes del acto. El empleo de formalidades sobreabundantes no vicia el testamento.
Las pruebas de las formalidades que deben observarse para dar validez al acto testamentario deben
resultar del mismo testamento, sin que se pueda suplir por prueba alguna; el testamento debe bastarse
a sí mismo (art. 2473).
1. c. Libertad de elección de formas
El CCC establece una libertad en la elección de forma restringida, ya que sólo podrá otorgarse testa-
mento bajo una de las formas previstas, es decir, bajo testamento ológrafo o través del testamento por
acto público.
En principio, la elección de las formas admitidas es una opción del testador; las únicas limitaciones
son la carencia de determinada aptitud requerida para poder hacerlo en una forma determinada.
1. d. Especialidad de las formas
Entre las diferentes especies de testamentos la autonomía de las formas debe mantenerse sin que sea
posible mezclarlas o confundirlas, ni completar las unas por las otras. Las formalidades determinadas
por la ley para una clase de testamento no pueden extenderse a la de otra especie (art. 2473).
Todo testamento en que las solemnidades de las diversas formas estuvieren combinadas, sin que se
encontraren completadas las exigencias propias de la especie, deviene nulo.
1. e. Formalidades superfluas
El empleo en un testamento de formalidades sobreabundantes no vicia un testamento, siempre y
cuando estén cumplidas las solemnidades exigidas por la ley para la forma testamentaria de que se
trate (art. 2474).
1. f. Firma como expresión de voluntad
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La firma es un elemento esencial del testamento ológrafo y también del testamento por acto público.
En este último caso, si el testador no supiere o no pudiere firmar, es admitida la firma a ruego de un
tercero (art. 2480). La importancia de la firma reside en que denota la voluntariedad del acto, indi-
cando que el testador ha querido testar de esa forma y con las disposiciones testamentarias que se
expresan en ese documento.
En cuanto a la validez de la firma, debe plasmarse con el trazo grafológico que habitualmente utiliza
la persona para expresar su voluntad en los instrumentos públicos o privados (art. 2476).
La firma, para dar validez a las disposiciones, debe estar impresa al pie del testamento, es decir,
debajo de las disposiciones testamentarias. En cambio, si la firma se pone en el medio de las disposi-
ciones testamentarias, sólo dará validez a las disposiciones que se encuentran por encima de ella, pero
no a las posteriores. Los errores de ortografía o la omisión de letras no vician la firma, quedando su
validez librada a la apreciación judicial, conforme a las circunstancias de cada caso.
1. g. Testigos testamentarios
Los testigos son necesarios en los testamentos por acto público. Su principal función es asegurar y
controlar la seriedad del acto, la libertad con la que el testador ha actuado, la autenticidad de sus
disposiciones, la fe que el escribano otorga a las disposiciones de voluntad testamentaria y la regula-
ridad del acto.
El art. 2479 impone la exigencia de dos testigos hábiles para los testamentos por acto público.
Para ser testigo hábil es necesario ser mayor de edad y que no exista una disposición de la ley que
prohíba serlo. El art. 2481 dispone que son inhábiles para ser testigos en testamento por acto público:
los ascendientes, los descendientes, el cónyuge o el conviviente del testador; los albaceas, tutores o
curadores designados en el testamento y los beneficiarios de alguna de sus disposiciones. Tampoco
podrán ser testigos aquellas personas que no puedan serlo en los instrumentos públicos: personas
incapaces de ejercicio y aquellas a quienes una sentencia les impide ser testigo en instrumentos pú-
blicos; los que no saben firmar; los dependientes del oficial público y el cónyuge o conviviente y
parientes del escribano dentro del cuarto grado consanguinidad y segundo de afinidad (art. 295).
La capacidad o incapacidad para ser testigos debe juzgarse al momento de la celebración del testa-
mento (art. 2481) y no en el momento de la muerte del testador. Por ello, que un testigo resulte capaz
o hábil con posterioridad al acto testamentario no convalida la incapacidad que tenía en aquel mo-
mento, como tampoco invalida la perdida de dicha capacidad posterior a la celebración del testa-
mento.
El uso de formalidades sobreabundantes no vicia el testamento, por lo tanto, podrán ser más de los
dos testigos que en forma mínima requiere el art. 2479.
Por aplicación de las normas relativas a las escrituras públicas, la identidad de los comparecientes
debe justificarse con la exhibición del documento de identidad o con la afirmación del conocimiento
por parte del escribano (art. 306).
1. h. Ley aplicable
Acerca del tiempo, la forma del testamento se rige por la ley vigente al tiempo de testar. En cambio,
su contenido se juzga según la ley vigente al momento de la muerte del testador (art. 2466).
Con respecto a la ley aplicable según el territorio, el art. 2645 establece que la validez en la Argentina
del testamento otorgado en el extranjero debe ser analizada desde varias vertientes: según las formas
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exigidas por la ley del lugar de su otorgamiento o por la ley del domicilio, de la residencia habitual,
o de la nacionalidad del testador al momento de testar o por las formas legales argentinas. A su vez,
se recepta también la validez del testamento consular (art. 2646).
1. i. Obligación de denunciar la existencia de testamento
El art. 2471, aplicable tanto al testamento ológrafo como al otorgado por acto público, establece que
quien participó de un testamento (sea el escribano o testigo de un testamento por acto público) o en
cuyo poder se encuentra (sea que quedó en poder del escribano o de cualquier persona en el caso del
testamento ológrafo) está obligado a comunicarlo a las personas interesadas, una vez que el testador
fallece.
2. Testamento ológrafo
2. a. Concepto
El testamento ológrafo es el que redacta por sí mismo el testador, sin intervención de oficial público
ni testigos, escribiéndolo íntegramente de puño y letra, incluyendo la fecha y su firma.
2. c. Ventajas e inconvenientes
Esta forma de testar, al no requerir la presencia de testigos, ni exigir la intervención de un oficial
público, ni estar sujeta a formalidades complejas, se convierte en una forma cómoda y simple de
testar. Tiene la ventaja en cuanto a su privacidad, ya que le permite al testador redactar sus disposi-
ciones sin necesidad de hacerlas públicas. Evita la necesidad de incurrir en gastos, o de realizar cos-
tosas diligencias.
Como contrapartida, corre el riesgo de pérdida o destrucción; a su vez, es más fácil de captar la vo-
luntad del testador y permite ser alterado o falsificado con mayor facilidad que otras formas testa-
mentarias, dado su carácter eminentemente privado.
2. d. Independencia intelectual
La independencia que debe tener el testamento ológrafo con respecto a otros escritos del testador debe
ser entendida en un sentido intelectual y no material, de tal modo que un testamento deberá ser tenido
por válido, aunque sea escrito, por ejemplo, en un libro o libreta del testador, si su redacción prueba
que se trata de un acto autónomo, no obstante estar materialmente agregado a un libro o semejante.
2. e. Requisitos formales
Los requisitos formales del testamento ológrafo son tres: 1) escritura autógrafa; 2) fecha; y 3) firma.
1) Autografía total. El testamento ológrafo debe estar escrito totalmente de puño y letra del testador
y con los caracteres propios del idioma en que es otorgado (art. 2477). Así, se pretende asegurar la
expresión de una voluntad libre y permite establecer la autenticidad del acto, ya que, si se adujera
falsedad, se resuelve con una prueba caligráfica. El idioma es indiferente, pero deben tratarse de los
caracteres propios de aquél elegido por el testador.
Si bien debe ser escrito totalmente por el testador, si presenta agregados escritos por otras personas,
sólo lo invalidarán si fueron hechos por orden o consentimiento del testador, en virtud del carácter
personalísimo e indelegable de la facultad de testar (art. 2465). Si se introdujeron agregados sin co-
nocimiento del testador, el testamento mantiene su validez, aunque resulten inválidos tales agregados
(art. 2477).

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2) Fecha. Debe contener la fecha de puño y letra del testador (art. 2477), sea al principio o al final
del testamento, antes o después de la firma. No sólo permite determinar si el testador era capaz al
momento de testar, sino también, en caso de existir más de un testamento, tendrá validez el último en
el tiempo.
Si no fue determinada en forma exacta, pero se introdujeron enunciaciones o elementos que permiten
establecerla en forma cierta, el testamento es válido.
Si el testador elige escribir sus disposiciones en épocas diferentes, puede fechar y firmar cada una de
ellas separadamente o poner a todas la fecha y la firma el día en que termine su testamento (art. 2478).
3) Firma.
2. f. La protocolización
Ante la existencia de un testamento ológrafo, es necesario proceder a su presentación judicial a los
fines de obtener su protocolización.
El art. 2339 establece el procedimiento a seguir: Si el testamento es ológrafo, debe ser presentado
judicialmente para que se proceda, previa apertura si estuviese cerrado, a dejar constancia del es-
tado del documento, y a la comprobación de la autenticidad de la escritura y la firma del testador,
mediante pericia caligráfica. Cumplidos estos trámites, el juez debe rubricar el principio y fin de
cada de una de sus páginas y mandar a protocolizarlo. Asimismo, si algún interesado lo pide, se le
debe dar una copia certificada del testamento. La protocolización no impide que sean impugnadas
la autenticidad ni la validez del testamento mediante proceso contencioso.
La intervención judicial garantiza que el documento presentado es un testamento, como así también
que la escritura y firma es del testador, y ello a través de una pericia caligráfica. Sin embargo, aunque
un testamento ológrafo sea protocolizado, pueden ser impugnadas su autenticidad o validez, por ejem-
plo, respecto del contenido de alguna o todas sus disposiciones.
La investidura de la calidad de heredero resulta una vez declarada la validez formal del testamento
(art. 2338). Es decir, si el testamento no fue cuestionado, es el resultado del trámite de protocoliza-
ción; de lo contrario, resultarán investidos en la calidad de heredero cuando se resuelvan las impug-
naciones en el proceso contencioso correspondiente. Salvo que en el testamento se hayan instituido
herederos a ascendientes, descendientes, o cónyuge.
3. Testamento por acto público
3. a. Concepto
El testamento notarial, por acto público o abierto, es aquél otorgado por el testador ante un escribano
autorizante mediante escritura pública y con la presencia de dos testigos (art. 2479).
La presencia del escribano público es esencial para la validez del testamento, mientras que el número
de testigos indispensables es de dos.
3. c. Ventajas e inconvenientes
En cuanto a sus ventajas, asegura que no exista riesgo de destrucción de las disposiciones de última
voluntad, generando una mayor seguridad por la intervención de testigos y de un escribano que da fe
de la autenticidad. A su vez, beneficia a ciertas personas que no pueden testar por otra forma, por
ejemplo, a quien sea analfabeto.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Acarrea ciertas desventajas, ya que la intervención de varias personas le otorga al acto una menor
privacidad, posibilitando que las disposiciones testamentarias sean conocidas con mayor facilidad por
terceros, eventualmente interesados. A su vez, las solemnidades exigidas para esta forma son mayores
que las exigidas para el testamento ológrafo, lo que hace que sea más complejo el acto, y por último,
el testador debe hacerse cargo de los gastos de escrituración necesarios para otorgar esta forma testa-
mentaria.
3. d. Capacidad
En principio, toda persona mayor de edad puede realizar un testamento optando por una de las formas
establecidas por la ley. Sin embargo, existen ciertas incapacidades en razón de carencia de aptitud
que se exigen para cada una de las formas de testar y en función de las solemnidades que estas formas
presuponen, que llevan a impedirles a determinadas personas testar bajo una forma u otra.
Para la validez del acto público, en general, otorgado por aquél que padezca de discapacidad auditiva,
bastan dos testigos que den cuenta del conocimiento y de comprensión del acto por la persona otor-
gante (art. 304).
Respecto al testador mudo, en el CC derogado fue excluido para testar bajo esta forma por no poder
expresar verbalmente sus disposiciones al escribano. La cuestión es superada en el CCC al admitir a
todo testador (sea mudo o no) entregar al escribano las disposiciones testamentarias ya escritas (art.
2479). En definitiva, las personas con limitaciones en su aptitud para comunicarse en forma oral y,
además, analfabetas, pueden otorgar escrituras públicas con la participación de un intérprete en el
acto (art. 304).
3. e. Habilidad del escribano
Debe intervenir un escribano público con competencia en razón de la materia y del territorio donde
se lleva a cabo el acto. No podrán suceder por testamento el escribano y los testigos ante quienes se
haya otorgado el mismo (art. 2482). Si lo hiciere, dichas disposiciones serán de ningún valor, aun
cuando se hagan a nombre de personas interpuestas (art. 2483).
Es de ningún valor el instrumento autorizado por un funcionario público en asunto en que él, su
cónyuge, su conviviente, o un pariente suyo dentro del cuarto grado o segundo de afinidad, sean
personalmente interesados (art. 291).
3. f. Modo de ordenar las disposiciones
El art. 2479 establece que el testador puede entregar al escribano sus disposiciones ya escritas o so-
lamente darle por escrito o verbalmente las que el testamento debe contener para que las redacte en
forma ordinaria. En ningún caso las instrucciones pueden ser invocadas con el contenido de la escri-
tura pública.
3. g. Enunciaciones que debe contener
En la escritura, se debe consignar los nombres y domicilios de los testigos hábiles (mínimo dos) (art.
2479).
El escribano debe cumplir con las exigencias de toda escritura pública (art. 305), a saber: lugar y
fecha de su otorgamiento (pues fija la competencia territorial del escribano); los nombres, apellidos,
documento de identidad, domicilio real y especial, fecha de nacimiento y estado de familia de los
otorgantes; naturaleza del acto, constancia instrumental de la lectura que el escribano debe hacer en
el acto del otorgamiento; entre otras.
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3. h. Desarrollo del acto final


El otorgamiento del testamento se desarrolla en un acto en el que deben estar presentes, además del
testador, los testigos y, actuando como oficial público, el escribano. Concluida la redacción del tes-
tamento, se procede a su lectura y a su firma por el testador, testigos y escribano (art. 2479).
3. i. Firma
a) Firma del testador
En principio, el testador firma la escritura luego de su lectura (art. 2479).
Si el testador no sabe firmar o no puede hacerlo, procede la firma a ruega: otra persona firma por él,
que puede ser alguno de los testigos. En tal caso, los dos testigos deben saber firmar.
Si el testador sabe firmar y manifiesta que no sabe, el testamento no es válido. Ello por la implícita
negación del causante, encubierta en la falsa afirmación.
Si sabe firmar, pero no puede hacerlo, el escribano debe dejar constancia de la causa por la cual no
puede firmar el testador.
b) Firma de los testigos
Para que una persona sea testigo hábil de un instrumento público, debe saber firmar (art. 295). Por lo
tanto, los dos testigos deben saber firmar, pues de lo contrario, no son testigos hábiles.
3. j. Otorgamiento en idioma extranjero
El testamento debe ser escrito en idioma nacional. Si alguno de los otorgantes declara ignorarlo, la
escritura debe redactarse conforme a una minuta firmada que debe ser expresada en idioma nacional
por traductor público, y si no lo hay, por intérprete que el escribano acepte. Ambos instrumentos
deben quedar agregados al protocolo (art. 302).
3. k. Otorgamiento frente a autoridades consulares
Art. 2646 – Testamento consular. Es válido el testamento escrito hecho en país extranjero por un
argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado, ante un ministro plenipotenciario del Go-
bierno de la República, un encargado de negocios o un Cónsul y dos testigos domiciliados en el lugar
donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de la legación o consulado.
El testamento otorgado en la forma prescripta en el párrafo precedente y que no lo haya sido ante
un jefe de legación, debe llevar el visto bueno de éste, si existiese un jefe de legación, en el testamento
abierto al pie de él y en el cerrado sobre la carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubri-
cado por el mismo jefe al principio y al fin de cada página, o por el Cónsul, si no hubiese legación.
Si no existe un consulado ni una legación de la República, estas diligencias deben ser llenadas por
un ministro o Cónsul de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la
carátula del cerrado, al ministro de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma
del jefe de la legación o del Cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto
en la República, para que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio.
No conociéndose el domicilio del testador en la República, el testamento debe ser remitido por el
ministro de Relaciones Exteriores a un juez nacional de primera instancia para su incorporación en
los protocolos de la escribanía que el mismo juez designe.
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4. Formas testamentarias suprimidas por el Código Civil y Comercial


En el derogado CC se regulaban formas testamentarias que resultan anacrónicas para una sociedad
contemporánea, como aquel otorgado en distritos rurales, o las formas extraordinarias, como el tes-
tamento militar, marítimo o en caso de epidemia o peste. También existía el testamento cerrado. Dado
el desuso, la innecesaridad y la falta de fundamentación para su regulación, fueron suprimidos por el
CCC.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 14 – Disposiciones testamentarias


1. Contenido del testamento
1. a. Formas de disponer de los bienes
El contenido del testamento lo configuran las disposiciones testamentarias, que son la expresión di-
recta de la voluntad del testador, deben bastarse a sí mismas y pueden ser de carácter patrimonial o
extrapatrimonial.
El derogado CC sólo destacaba como principal fundamento del testamento la disposición de bienes,
aunque también podía contener disposiciones de tipo extrapatrimonial.
Ejemplos de aquellas de carácter extrapatrimonial son: el reconocimiento de un hijo, la designación
de tutores para hijos menores de edad y curadores, disposiciones en cuanto a su propio cuerpo, ya sea
para el destino de sus órganos como para las condiciones de su cadáver.
Respecto de las disposiciones patrimoniales, el testador puede disponer sobre la totalidad o una parte
de sus bienes. En tal caso, la porción restante se transmitirá aplicando las reglas de la sucesión intes-
tada.
Disposiciones testamentarias patrimoniales son: la institución de herederos universales; de herederos
de cuota; y legados particulares. El CCC recepta la posibilidad de disponer la constitución de un
fideicomiso sobre todo o parte de los bienes.
Las disposiciones testamentarias pueden estar sujetas a modalidades.
1. b. Ley aplicable
Con relación a la validez formal del testamento, corresponde aplicar la ley del lugar de su otorga-
miento, vigente en dicho momento. Pero respecto de su contenido la ley aplicable a la validez legal
del contenido del testamento es aquélla del domicilio del testador, vigente al momento de su muerte
(art. 2466). En caso de cambios de legislación entre el otorgamiento del testamento y la muerte del
testador, las disposiciones testamentarias podrían quedar sin efecto.
1. c. Interpretación de las disposiciones testamentarias
El art. 2470 establece las pautas de interpretación de las disposiciones testamentarias: Las disposicio-
nes testamentarias deben interpretarse adecuándolas a la voluntad real del causante según el con-
texto total del acto. Las palabras empleadas deben ser entendidas en el sentido corriente, excepto
que surja claro que el testador quiso darles un sentido técnico. Se aplican, en cuanto sean compati-
bles, las demás reglas de interpretación de los contratos.
2. Modalidades de las disposiciones testamentarias: condición, plazo y cargo
Al testamento, en tanto acto jurídico, le son aplicables las normas sobre las modalidades para los
actos jurídicos en general, con las especificaciones que se establezcan para el mismo (art. 2463). Por
lo tanto, las disposiciones testamentarias pueden ser puras o simples o estar sujetas a modalidades
(condición, plazo y cargo).
2. a. Condición: particularidades

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

La condición tiene lugar cuando las partes subordinan la adquisición o la resolución de un derecho a
un hecho futuro e incierto (art. 343). Una disposición testamentaria de institución de heredero o lega-
tario es condicional cuando subordina al acontecimiento de un hecho incierto y futuro la consolida-
ción o resolución del llamamiento efectuado por el testador a la adquisición de la herencia o legado.
La condición puede ser suspensiva o resolutoria. También puede ser permitida o prohibida.
El art. 2280 establece que los herederos instituidos bajo condición suspensiva están en la misma si-
tuación que el resto de los herederos a partir del cumplimiento de la condición, es decir, tienen todos
los derechos y acciones del causante de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisi-
bles por sucesión, y continúan en la posesión de lo que el causante era poseedor.
Las disposiciones testamentarias que establecen legados puede ser sometidas a condición, suspensiva
o resolutoria. Los legados se adquieren desde la muerte del testador o desde el cumplimiento de la
condición a que está sujeto (art. 2496).
En cuanto a sus efectos, la condición no opera retroactivamente, excepto que el testador lo haya dis-
puesto expresamente (art. 346). Si se lo hubiese determinado, el cumplimiento de la condición obliga
a la entrega por parte del heredero o legatario de lo recibido en forma retroactiva a la fecha fijada por
el testador. No obstante, subsisten los actos de administración y los frutos quedan a favor de la parte
que los ha recibido (art. 348).
El titular de un derecho supeditado a condición suspensiva puede solicitar medidas conservatorias.
Aquel adquirente de un derecho sujeto a condición resolutoria puede ejercerlo, pero la otra parte
también puede solicitar medidas conservatorias (art. 347).
El art. 2468 establece: Las condiciones y cargos constituidos por hechos imposibles, prohibidos por
la ley, o contrarios a la moral, son nulos, pero no afectan la validez de las disposiciones sujetas a
ellos.
El art. 344 dice: Se tienen por no escritas las condiciones que afecten de modo grave las libertades
de la persona, como la de elegir domicilio, religión, o decidir sobre su estado civil.
La premoriencia del instituido heredero o legatario a la muerte del testador o al cumplimiento de la
condición suspensiva, provoca la caducidad de la institución (art. 2518).
2. b. Plazo: clases y disposiciones a las cuales es aplicable
El art. 350 dice: La exigibilidad o la extinción de un acto jurídico pueden quedar diferidas al venci-
miento de un plazo. El plazo puede ser cierto o incierto, según sea fijado en un día, mes o año o sea
estipulado en relación a un hecho futuro necesario. A diferencia de la condición, un plazo cierto o
incierto ocurrirá.
Si se trata de una disposición que establece un legado particular cuyo efecto en la transmisión here-
ditaria se reduce a la entrega del objeto legado y no genera otras consecuencias, no hay dificultad
alguna respecto de su viabilidad.
Una disposición que instituye heredero, pero sometida a un plazo, debe ser reputada como una dis-
posición simple, es decir, como si el plazo no hubiera sido escrito. La disposición mantiene la validez
y se pierde la modalidad.
2. c. Cargo: concepto y diferencias con otras figuras
El cargo es una obligación accesoria impuestas por el testador al heredero o al legatario.
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Los beneficiarios del cargo son aquellos que resultan favorecidos con la modalidad y pueden ser a)
los herederos, b) los legatarios, c) los terceros, o d) el propio causante o su memoria.
Los gravados son aquellos sobre quienes pesa la obligación de cumplir el cargo, que pueden ser los
legatarios o herederos.
Hay que diferenciarlo de:
a) la condición. Es la imposición del acaecimiento de un hecho futuro e incierto del cual depende la
adquisición de un derecho o que provoca su pérdida en caso de que no se cumpla. Por el contrario, el
cargo es una obligación accesoria impuesta por el testador, cuyo incumplimiento hace nacer una ac-
ción al beneficiario del mismo y contra quien tenía la obligación de cumplir, pero, en principio, no
afecta a la disposición en sí.
b) el legado. La imposición de un cargo es accesoria e indirecta, ya que hace nacer la posibilidad del
reclamo de su cumplimiento del beneficiario al gravado, pero no altera la disposición en sí. El legado
es una disposición expresa y autónoma, de un sucesor particular, cuyo cumplimiento puede ser exi-
gido por el legatario al heredero o al albacea, agotando la disposición. Además, el legado se refiere a
los bienes y el cargo puede también contener una obligación de hacer o de no hacer.
El legado admite las modadalides de condición y cargo. El legado con cargo se rige por las disposi-
ciones relativas a las donaciones sujetas a esa modalidad. El cargo puede referirse al empleo o al
destino de la cosa legada, o puede consistir en una o más prestaciones. Si el legado fuera hecho en
favor de un tercero, éste, el legatario, y los herederos pueden demandar su ejecución; pero sólo el
heredero puede solicitar revocar el legado por inejecución del cargo.
El legatario sólo responde por el cumplimiento de los cargos con la cosa legada, y hasta su valor si la
ha enajenado o ha perecido por hecho suyo. Queda librado si la cosa ha perecido sin su culpa. Puede
también sustraerse a esa responsabilidad restituyendo la cosa legada, o su valor si ello es imposible.
En caso de inejecución del cargo, se le otorga al beneficiario una acción para exigir su cumplimiento.
El legitimado pasivo es la persona sobre la que pesa dicha obligación, que puede ser el heredero o un
legatario, y la acción prescribe a los cinco años desde que el cargo es exigible (art. 2560). Para que
pueda proceder, es necesario que el legatario o el heredero sean puestos en mora, ya que no se produce
ipso jure por el incumplimiento del cargo, aun cuando tenga fijado un plazo para su ejecución.
En caso de revocación del legado con cargo por causa imputable al legatario, específicamente por
incumplimiento del cargo cuando dicho cargo fue la causa final de la disposición, los herederos que-
dan obligados al cumplimiento del cargo (art. 2520 inc. b).
c) los cargos impuestos por la ley en virtud de la determinación de disposiciones que instituyen he-
rederos con cierto grado de indeterminación. No son cargos impuestos por el causante, sino que
surgen por disposición legal. El art. 2485 establece cómo precisar la identidad de un heredero insti-
tuido en una serie de casos especiales en los que las disposiciones presentan un grado de indetermi-
nación.
3. Institución de herederos. Concepto
La institución de herederos es la designación por parte del testador de su sucesor a título universal;
es la disposición testamentaria por la cual el causante llama a una persona para sucederlo en la uni-
versalidad de sus bienes, o en una parte alícuota de ellos, con vocación eventual al todo.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 2484 establece el principio general: La institución de herederos y legatarios sólo puede ser
hecha en el testamento y no debe dejar dudas sobre la identidad de la persona instituida.
El art. 2467 dispone: Es nulo el testamento o, en su caso, la disposición testamentaria (…) g) por
favorecer a persona incierta, a menos que por alguna circunstancia pueda llegar a ser cierta.
Otra exigencia legal es la indelegabilidad para la institución del heredero. El testador es el único que
puede designarlo, descartándose así la posibilidad de que lo haga un tercero por su encargo.
3. a. Cláusulas que importan institución de herederos. Instituciones especiales
El CCC no exige fórmulas solemnes para la institución de heredero en el testamento (art. 2487).
Para los supuestos en los cuales el testador haya establecido disposiciones testamentarias con cierta
indeterminación, el art. 2485 establece ciertas normas interpretativas.
En primer lugar, en cuanto a la institución de heredero a favor de los parientes, dicho supuesto se
debe entender hecho a los de grado más próximo, según el orden de la sucesión intestada y teniendo
en cuenta el derecho de representación. La norma considera que se produce una confirmación al lla-
mamiento legítimo. Si el testador hubiere utilizado la palabra en plural (parientes) y a la fecha del
testamento hubiese habido un solo pariente en el grado más próximo, se considera que son llamados
al mismo tiempo los del grado siguiente. Estos últimos recibirán la herencia por derecho propio y no
en virtud del derecho de representación.
La institución a favor de simples asociaciones se interpreta realizada en favor de sus autoridades
superiores del lugar del último domicilio del testador. Además, se les impone el cargo de aplicar los
bienes con la finalidad expresada por el causante.
La institución efectuada a favor de los pobres se entiende hecha al Estado municipal del lugar del
último domicilio del testador, y que conlleva el cargo de utilizar los bienes con fines de asistencia
social.
La institución, al menos curiosa, por el alma del testador debe considerarse hecha a favor de la auto-
ridad superior de la religión a la cual pertenece el testador, y con el cargo de aplicar los bienes a
sufragios y fines de asistencia social.
Pueden presentarse disposiciones testamentarias que son de institución de heredero, aunque el testa-
dor no lo manifieste expresamente, pero tal institución surge del contenido patrimonial de la disposi-
ción. El art. 2487 establece las soluciones legales a estos casos especiales que constituyen institución
de heredero: a) la atribución de la universalidad de los bienes de la herencia, aunque se limite a la
nuda propiedad; b) el legado de lo que reste después de cumplidos los demás legados; y c) los legados
que absorben la totalidad de los bienes, si el testador confiere a los legatarios el derecho de acrecer.
El heredero instituido en uno o varios bienes determinados es, en realidad, un legatario, a pesar de
haber sido denominado “heredero” por el testador.
3. b. Concurrencia de herederos testamentarios y legitimarios. Requisitos
No es posible la concurrencia entre herederos testamentarios y legítimos, ya que prevalece la voluntad
expresa del causante.
El conflicto de concurrencia puede presentarse entre herederos legitimarios (forzosos) y testamenta-
rios, cuando la institución de heredero implique la preterición de los herederos forzosos.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 2450 establece: Acción de entrega de la legítima. El legitimario preterido tiene acción para
que se le entregue su porción legítima, a título de heredero de cuota. También la tiene el legitimario
cuando el difunto no deja bienes, pero ha efectuado donaciones.
4. Sustitución de herederos
La sustitución es la facultad del testador de instituir herederos o legatarios subsidiarios para el caso
en que los primeros instituidos renunciaren o no pudieren aceptar la herencia. El causante establece
así un orden en que deben llamarse las personas instituidas y se asegura el cumplimiento de su vo-
luntad, a pesar de las vicisitudes que pudieran generarse.
4. b. Supuestos de sustituciones inválidas. Efectos
El art. 2491 dispone: La facultad de instituir herederos o legatarios no importa el derecho de imponer
un sucesor a los instituidos.
El art. 2492 establece: No es válida la disposición del testador por la que llame a un tercero a recibir
lo que reste de su herencia al morir el heredero o legatario instituido. La nulidad de esta disposición
no perjudica los derechos de los instituidos.
La “sustitución fideicomisaria” implicaba que la voluntad del testador tuviera vigencia más allá de la
muerte del instituido, provocando que los bienes fueron inmovilizados y ajenos a la libre circulación
durante muchos años. Todo ello justifica la invalidez de esta cláusula, sin afectar la institución here-
ditaria.
Un caso particular de sustitución lo configuran las disposiciones testamentarias que instituyen here-
dero bajo condición resolutoria; es decir, se instituye un heredero hasta tanto acontezca un hecho
futuro, que resuelve el llamamiento.
El art. 2491 establece el principio general: la facultad de instituir herederos o legatarios no importa
el derecho de imponer un sucesor a los instituidos; y el art. 2492 dispone la invalidez de una dispo-
sición del testador que llame a un tercero a recibir lo que reste al morir el heredero o legatario insti-
tuido. Es contundente que estas sustituciones impuestas por el testador son inválidas.
Por lo tanto, las disposiciones testamentarias sometidas a una condición resolutoria y que, además,
instituye a otro heredero, no son válidas. Pero sí lo son las condiciones meramente resolutorias, es
decir, que si sucede el evento futuro o incierto al que está sometida la institución hereditaria, provo-
cará la extinción de su condición de heredero.
4. c. Sustitución permitida. Efectos
Un supuesto de sustitución permitida es la sustitución vulgar.
El art. 2491 dice: La facultad de instituir herederos o legatarios no importa el derecho de imponer
un sucesor a los instituidos. La disposición que viola esta prohibición no afecta la validez de la
institución, y tiene eficacia si puede valer en alguno de los dos casos del párrafo siguiente.
El testador puede subrogar al instituido para el supuesto de que éste no quiera o no pueda aceptar
la herencia o el legado. La sustitución establecida para uno de esos casos vale para el otro.
El heredero o legatario sustituto queda sujeto a las mismas cargas y condiciones impuestas al susti-
tuido si no aparece claramente que el testador quiso limitarlas al llamado en primer término.

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El segundo párrafo admite la sustitución común o vulgar: aquella que tiene lugar cuando el heredero
instituido en primer lugar no quiere o no puede aceptar la herencia. El primer supuesto se verifica en
caso de renuncia, y el segundo, cuando se lo declara indigno o fallece. En esta sustitución, el llama-
miento es sucesivo, no simultáneo; por lo tanto, el instituido en segundo término posee una vocación
eventual que se actualiza si ocurren algunos de los supuestos previstos. En caso de que el instituido
en primer lugar fallezca luego de encontrarse abierta la sucesión, la vocación del sustituto se extingue
porque el derecho de opción se transmite a sus sucesores mortis causa del primer heredero. No obs-
tante, si éstos renunciaren, la sustitución recupera vigor.
El heredero instituido en primer término y el sustituto tienen los mismos derechos, cargos y condi-
ciones, salvo que quede evidenciado en el testamento que la intención del causante fue limitarlas al
llamado en primer término.
4. d. Fideicomiso y sustitución
El testador puede disponer un fideicomiso sobre toda la herencia, una parte indivisa o bienes deter-
minados, y establecer instrucciones al heredero o al legatario fiduciario (art. 2493). La constitución
del fideicomiso no debe afectar la legítima de los herederos forzosos, excepto en los casos de mejora
al heredero con discapacidad (art. 2448).
El fideicomiso implica una especie de sustitución, porque el beneficiario recibe la renta de los bienes
durante un tiempo y cumplido el plazo o la condición estos bienes pasan al fideicomisario. Es una
sustitución, pero con características particulares, ya que el beneficiario tan sólo recibe las rentas, no
es el propietario de los bienes que continúan en cabeza del fiduciario.
Cuando la condición que extingue el fideicomiso es la muerte del beneficiario, la semejanza con la
sustitución fideicomisaria se acrecienta. El art. 1700 dispone que es nulo el fideicomiso constituido
con el fin de que el fiduciario esté obligado a mantener o administrar el patrimonio fideicomitido para
ser transmitido únicamente a su muerte a otro fiduciario de existencia actual o futura.
5. Legado. Concepto
El legado es una disposición testamentaria por la cual el testador realiza una atribución patrimonial a
favor de determinada persona. El beneficiario de la disposición es llamado legatario.
Los legatarios son llamados a la sucesión como adquirentes a título singular de los bienes que el
testador les atribuye. La función jurídica que cumplen es diferente a la de los herederos, ya que, como
sucesores en los bienes, son los destinatarios de las liberalidades del causante, cuyo cumplimiento
pesa sobre los herederos como cargas de la herencia. Los herederos son llamados a asegurar la sub-
sistencia de las relaciones jurídicas del causante. Se trata de una liberalidad del testador que recae, en
principio, sobre bienes particulares y que importa esencialmente una adquisición, ya que los legados
no pueden pagarse hasta que sean canceladas las deudas.
6. Una figura derogada: el legatario de parte alícuota
El legatario de parte alícuota es una figura derogada por el CCC. Era una figura que se encontraba
entre el heredero y el legatario particular, y abarcaba el supuesto en el cual el testador difiera a título
de legado una cuota o parte alícuota de la herencia.
El legatario no tenía derecho a acrecer, por lo que su porción en la herencia estaba limitada a lo
estipulado por el causante. Por otro lado, en ningún caso respondía ultra vires. No contaban con la
posesión hereditaria de pleno derecho, acción de colación, ni derecho de representación.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Los legatarios no tenían la posesión hereditaria, ya que ello es una cuestión inherente al heredero, y
tampoco tenían la posesión material de los bienes.
En cuanto al derecho a los frutos, el legatario de cuota tenía derecho desde el momento en que reali-
zaba el pedido de su legado a los herederos. El legatario de cuota podía intervenir en el juicio suce-
sorio, estando facultado para iniciar el juicio testamentario y solicitar la protocolización del testa-
mento. Además, una vez que estaba en tratamiento el testamento, el legatario tenía carácter de parte
y por ello participaba con los coherederos en la administración de los bienes hereditarios.
Los legatarios de cuota eran responsables intra vires, debían contribuir al pago de las deudas de la
sucesión en la medida de los bienes que recibían. Los acreedores podían exigirles lo que les corres-
pondía en el crédito, o dirigirse sólo a los herederos. Luego, éstos tenían un recurso contra los lega-
tarios de cuota por la parte en razón de la cual estaban obligados al pago de las deudas.
7. Legados particulares. Concepto y caracteres
Toda disposición testamentaria de uno o más objetos singulares, o universalidades de cosas, sea que
existan en la herencia o deba adquirirlas el sucesor universal para transferirlas al beneficiado, es un
legado particular.
Es una liberalidad que importa una transmisión de derecho, como la propiedad, el uso y el usufructo.
El testador debe indicar qué objetos particulares integran el legado. El legado no puede dejarse al
arbitrio de un tercero ni del heredero (art. 2495).
El legatario particular nunca responde con su patrimonio por las deudas del causante; su responsabi-
lidad está limitada al objeto legado, por lo que, si hubiere deudas, primero se solventarán las mismas,
y, sin con ello se consumen los bienes hereditarios, el legatario nada recibe.
El acreedor tiene preferencia para el cobro de su crédito con respecto a los legatarios. El acreedor
puede exigir el pago aun postergando a los herederos forzosos, cuestión que no tiene lugar en los
legados, donde la legítima prevalece sobre ellos.
El heredero está obligado a cumplir los legados hechos por el testador (art. 2494).
8. Sujetos del legado. Determinación del legatario: remisión
Los sujetos que intervienen en un legado particular son: 1) el testador, que es quien lo otorga mediante
una disposición testamentaria; 2) los herederos sobre los que recae el peso de darle cumplimiento al
legado; y 3) los legatarios, que son los beneficiarios del objeto legado.
El art. 2494 establece: El heredero está obligado a cumplir los legados hechos por el testador con-
forme a lo dispuesto en este Código sobre las obligaciones en general, excepto disposición expresa
en contrario de este Capítulo.
El legatario debe ser designado por el testador de forma clara, y rigen respecto de él las normas sobre
capacidad para recibir por testamento. Las personas físicas o jurídicas deben existir al momento del
fallecimiento del causante, salvo las fundaciones creadas por testamento.
El llamamiento alternativo, es decir, el legado dispuesto a favor de dos o más legatarios en forma
alternativa dio lugar a diversas interpretaciones doctrinarias durante la vigencia del derogado CC.
9. Objeto de los legados

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El art. 2497 dispone: Pueden ser legados todos los bienes que están en el comercio, aun los que no
existen todavía pero que existirán después.
La norma se refiere a bienes, es decir, cosas y derechos con valor patrimonial cuya enajenación no
fuere expresamente prohibida. Además, pueden legarse cosas futuras, es decir, que no existan al mo-
mento de la realización del testamento o al momento de la muerte del causante.
El objeto debe estar determinado por el causante, ya que se veda la posibilidad de que la individuali-
zación sea realizada por un heredero o un tercero (art. 2495). Sin embargo, se permite que, si se trata
de un legado de género, en cuyo caso el objeto está determinado genéricamente, y la elección fue
conferida al heredero o al legatario, éstos pueden optar por la cosa de mejor o peor calidad (art. 2502).
9. a. Legado de cosa cierta
Son aquellos que tienen por objeto un bien material cierto y determinado que debe pertenecer al
testador, es decir, tiene que tener existencia efectiva en el patrimonio del testador y debe estar indi-
vidualizada con particularidad entre los demás de su misma especie.
El legatario puede reivindicar la cosa legada con citación al heredero. Para ello, debe pedir su entrega
al heredero, al administrador o al albacea, aunque la tenga en su poder por cualquier título (art. 2498).
Los gastos de entrega están a cargo de la sucesión.
El heredero debe entregar la cosa legada en el estado en que se encuentra a la muerte del testador (art.
2499). La cosa se debe con todos sus accesorios, es decir, aquellas cosas cuya existencia y naturaleza
son determinadas por otra cosa de la cual dependen o a la cual están adheridas (art. 230). El testador
puede disponer que el legado sea efectuado con todas las cosas que posea.
En cuanto a las mejoras o deterioros del bien legado, el principio es que el bien se debe entregar en
el estado en que se encuentre al momento de la muerte del testador (art. 2499), por lo que las mejoras
se consideran hechas a favor del legatario y la destrucción o deterioro debe ser soportado por el
mismo. En caso de tratarse de un legado de inmueble, éste comprende las mejoras existentes, cual-
quiera sea la época en que hayan sido realizadas, y aquellos terrenos adquiridos por el testador des-
pués de testar, que representen una ampliación del fundo legado, se deben al legatario si no es posible
su explotación independiente.
9. b. Legado de cosa ajena
El art. 2507 establece como principio que no es válido el legado de cosa ajena, pero dispone tres casos
en que este tipo de legados puede convalidarse:
1) Cuando el testador, luego de realizar el legado, adquiera la cosa y la integre a su patrimonio, en
cuyo caso a su muerte formará parte del acervo sucesorio.
2) Cuando el testador impusiera al heredero la obligación de adquirir la cosa para transmitírsela al
legatario. Dicha obligación debe imponerse al heredero por el testamento, porque si no fuera expre-
samente estipulada, tal disposición será nula. Si por algún motivo, el heredero no pudiera adquirir la
cosa en condiciones equitativas, debe pagarle al legatario el justo precio equivalente de la cosa.
3) Si antes de la apertura de la sucesión, el legatario hubiese adquirido la cosa legada, se le debe el
precio equitativo de la misma. El legado queda sin efecto si la adquisición es gratuita.
9. c. Legado de un bien en condominio

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Abarca el supuesto de que el testador realice un legado de una cosa de la cual no sea el único propie-
tario. Debe entenderse que se transmiten los derechos que le corresponden al testador al tiempo de su
muerte (art. 2508).
Si el testador lega un bien comprendido en una masa patrimonial común a varias personas, es válido
si éste se le adjudica al testador antes de su muerte. Si ello no ocurriese, se lo considera como un
legado de cantidad por el valor que tenía el bien al momento de la muerte del causante.
9. d. Legado de cosa futura
Es posible que el causante legue una cosa que aún no está en su patrimonio, pero que se incorporará
a él antes de su fallecimiento. De ese modo, si la cosa legada no llegara a existir sin culpa del heredero,
el legado no tendrá objeto y carecerá de valor jurídico. Si la cosa existiera en menor cantidad, sólo
por ella valdrá el legado. Si el bien se incorporó al patrimonio del causante, pero lo enajenara o lo
consume antes de su fallecimiento, el legado se considera revocado.
9. e. Legado de cosa gravada
El art. 2500 estipula: El heredero no está obligado a liberar la cosa legada de las cargas que soporta.
El legatario responde por las obligaciones a cuya satisfacción está afectada la cosa legada, hasta la
concurrencia del valor de ésta.
Las cargas recaen sobre el legatario, que concurrirá hasta el valor de la cosa legada.
9. f. Legado de género
Se admiten los legados cuyo objeto está determinado genéricamente, aunque no exista cosa alguna
de ese género en el patrimonio del testador (art. 2502). El testador no trasmite un derecho de propie-
dad sobre la cosa, sino un crédito contra el heredero para exigirle la entrega de la cosa legada.
El legatario de cosa cierta adquiere la propiedad de la misma desde el momento de la muerte del
causante, y el de cosa indeterminada cuando el heredero se la entrega. Los frutos sólo los recibe desde
el momento en que constituyó en mora al heredero. El heredero debe la cosa, aunque ella no exista
en el patrimonio del causante; el heredero no puede alegar la pérdida de la cosa para eximirse de la
obligación de entrega.
Después de hecha la elección, se aplican las reglas sobre las obligaciones de cosas ciertas (art. 763).
Si la elección fue conferida expresamente por el testador al heredero o legatario, éstos pueden optar
por la cosa de mejor o menor calidad. Si hay una sola cosa en el patrimonio del testador, ella debe ser
el objeto del legado (art. 2502).
Cuando el testador realiza un legado de género sin especificar a quien corresponde la elección de la
cosa, corresponde al heredero (art. 762). La elección debe ser de calidad media, es decir, no debe ser
de calidad superior o inferior tomando en consideración el capital hereditario.
9. g. Legado de cosas fungibles o de cantidad
Las cosas fungibles son aquellas en las que todo individuo de la especie equivale a otro individuo de
la misma especie y pueden sustituirse unas por otras de la misma calidad y en igual cantidad.
El legado que las incluye, para ser válido, debe ser determinado por el testador, ya sea por número,
peso o medida. Es posible que realice un legado determinable. En caso de evicción de la cosa fungible
entregada al legatario, éste puede reclamar la entrega de otra de la misma especie y calidad (art. 2503).
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

9. h Legado de sumas de dinero


Este legado tiene como objeto una suma de dinero; el dinero es una cosa fungible.
El legado es válido, aunque en el haber hereditario no exista suma alguna, ya que funciona como un
crédito para el legatario contra los herederos. El cumplimiento es exigible desde el momento de la
apertura de la sucesión, respetándose los nueve días de llanto y luto. Pueden oponerse al pago de los
acreedores de la sucesión y los herederos que se hayan saldado las deudas o declarado su oficiosidad.
Los intereses corren desde que se constituya en mora a los herederos.
Un caso que ha generado discrepancia es la pérdida de valor que puede sufrir el legado con el paso
del tiempo y la posibilidad de actualizar la suma de dinero para que coincida con el valor económico
que le pretendió dar el causante al momento de efectuar el legado.
9. i. Legado de objeto alternativo
Estos legados dan la opción de elegir entre dos o más objetos.
Respecto de la elección del objeto del legado, el testador puede válidamente disponer sobre qué per-
sona recae, es decir, si corresponderá al heredero o al legatario. En caso de que guardara silencio,
corresponde al heredero. Si existiesen más de uno, es necesario que lleguen a un acuerdo unánime
(art. 780).
En caso de que se tratare de un legado que incluyera también prestaciones periódicas, la elección
realizada por una vez no implica renuncia a la facultad de optar en lo sucesivo (art. 780).
Una vez realizada la elección, ella es de carácter irrevocable, desde que se la comunica a la otra parte
o desde que el heredero ejecuta alguna de las prestaciones, aunque sea parcialmente.
En caso de que la elección corresponda al heredero y uno de los objetos no pudiera entregarse, sea o
no por su culpa, debe prestarse el que ha quedado. Si ninguno pudiera ser entregado por culpa del
heredero, tiene la obligación de entregar el valor del último que hubiese dejado de poder ser prestado.
Si la elección fue delegada en el legatario y una de las cosas se hubiere perdido por el heredero, podrá
reclamar la cosa que hubiere quedado o el valor de la que se perdió. Si las dos se han perdido por
culpa del heredero, el legatario puede reclamar el valor de cualquiera de ellas. Pero si el legado se
tornara imposible sin culpa del heredero, la obligación queda extinguida.
Si se tratare de un legado alternativo, producida la evicción del bien entregado al legatario, éste puede
pedir alguno de los otros comprendidos en la alternativa (art. 2503).
9. j. Legado de derechos reales
El testador puede legar un derecho real que tenga sobre algún bien ajeno. Para ello, hay que diferen-
ciar dos situaciones:
1) Si se trata de un uso, usufructo o habitación del que el causante era beneficiario, se extingue con
su muerte. No habría inconveniente en que se pueda legar estos derechos si lo hace sobre bienes de
su propiedad.
2) Si el causante es beneficiario de un derecho real de garantía, como la hipoteca o la prenda, puede
legar ese derecho, incluyéndose en el legado el crédito garantizado.
9. k. Legado de derechos creditorios y de liberación

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El legado de derechos creditorios es aquél por el cual el testador dispone la transmisión al legatario
de un crédito del cual es titular. El legado de liberación es la remisión de deuda hecha por el testador
a su deudor, en este caso, el legatario. La liberación puede ser total o parcial, de capital o intereses, o
de ambos.
En ambos legados queda comprendida la parte del crédito o de la deuda que subsiste a la muerte del
testador, y los intereses desde entonces (art. 2505).
El heredero tiene el deber de entregar al legatario las constancias de la obligación que el testador tenía
en su poder.
La liberación de la deuda no comprende las obligaciones contraídas por el legatario con posterioridad
a la fecha del testamento.
9. l. Legado al acreedor
El legado realizado por el testador en favor de su acreedor no se imputa al pago de la deuda, salvo
que expresamente disponga lo contrario (art. 2506). El reconocimiento de una deuda hecho mediante
testamento, se debe considerar un legado, salvo que se pruebe lo contrario. Si el testador ordenara
pagar más de lo que debe, el exceso no se entenderá como legado.
Si el testador mandara a pagar lo que erróneamente cree deber, la disposición debe tenerse por no
escrita (art. 2506).
9. m Legado de pago periódico
El legado de prestaciones periódicas impone a los herederos la obligación de cumplir periódicamente
una prestación a favor del legatario, por ejemplo, renta vitalicia o legado de alimentos. Es el testador
quien fija la periodicidad en que deben cumplirse las prestaciones. En este supuesto no hay un solo
legado, sino tantos legados independientes como prestaciones se deban cumplir (art. 2501). El lega-
tario no tiene que aceptar el legado en cada período, sino que basta con que haya aceptado el legado
en general. En cuanto a la duración, si el testador nada expresara, se lo considera vitalicio.
Desde la muerte del testador se debe al legatario cada cuota íntegramente, con tal de que haya co-
menzado a transcurrir el periodo correspondiente, aun si el legatario falleciera durante su transcurso.
9. n. Legado de alimentos
Es un caso de legado de prestaciones periódicas, y tal como lo expresa el art. 2509: EL legado de
alimentos a una persona capaz vale como legado de prestaciones periódicas en la medida dispuesta
por el testador.
Comprende: la instrucción adecuada a la condición y aptitudes del legatario, el sustento, vestido,
vivienda, y asistencia en las enfermedades, hasta que el legatario alcance la mayoría de edad o recu-
pere la capacidad.
En caso de que el legatario alcanzara la mayoría de edad y persistiera su falta de aptitud para procu-
rarse los alimentos, el legado se debe extender hasta que se encuentren en condiciones de hacerlo.
9. ñ. Legado de universalidades jurídicas
El testador puede legar la universalidad que constituye el llamado a una herencia en una sucesión ya
abierta, ya que se encuentra incorporado a su patrimonio. El art. 2318 establece que, si el legado
comprende una universalidad de bienes y deudas, el legatario sólo queda obligado al pago de las
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

deudas comprendidas en aquella hasta el valor de los bienes recibidos, sin perjuicio de la acción
subsidiaria de los acreedores contra los herederos y los otros legatarios, en caso de insuficiencia de
los bienes de la universalidad.
9. o. Legado con determinación de lugar
El legado de cosas que deben encontrarse en un determinado lugar se cumple entregando la cantidad
allí existente a la muerte del testador, aunque sea menor que la designada. Por el contrario, si es
mayor, se cumple el legado entregando la cantidad designada. Si en el lugar determinado no se en-
cuentra cosa alguna, nada se debe.
En el caso de que las cosas legadas hayan sido removidas temporariamente del lugar habitual de
ubicación aludido en el testamento, el legado comprende las que subsistan en el patrimonio del testa-
dor hasta la concurrencia de la cantidad indicada por éste (art. 2504).
10. Adquisición y entrega del legado
10. a. Adquisición del derecho al legado y del derecho sobre el objeto legado
El derecho al legado lo adquiere el legatario desde la muerte del causante o desde el cumplimiento de
la condición a que esté sujeto (art. 2496), que constituye el momento en que se efectiviza el llama-
miento que surge de la voluntad del testador. En caso de estar sujeto al cumplimiento de un cargo, se
rige por las disposiciones relativas a las donaciones sujetas a esa modalidad.
Respecto del derecho sobre el objeto legado, si se trata de un legado de cosa cierta, el legatario ad-
quiere el dominio sobre ella desde la muerte del causante; si se trata de un legado de cosa indetermi-
nada o fungible, el legatario tiene un crédito para exigir al heredero el cumplimiento de la disposición
testamentaria, es decir, importa un derecho creditorio a favor del legatario, pero no hay una transfe-
rencia inmediata del dominio sobre la cosa.
Los legados de remisión de deuda no transmiten una cosa ni un derecho, sino que la finalidad es
liberar al deudor de su obligación. Aquí los efectos se producen desde el momento mismo de la
muerte.
10. b. Aceptación del legado
El legatario debe aceptar el legado, y, en su caso, mientras no lo haya hecho, podrá renunciar a él.
Por tanto, la aceptación del legado es irrevocable (art. 2521).
Cualquier interesado puede pedirle al juez la fijación de un plazo para que el instituido se pronuncie
sobre su aceptación o su renuncia, bajo apercibimiento de tenerlo por renunciante. Al igual que en la
renuncia, se entiende que la aceptación no puede ser parcial, y que, si es beneficiario de dos o más
legados y uno de los cuales es con cargo, no puede aceptar solamente los legados libres (art. 2522).
10. c. Entrega del legado: sujeto obligado, tiempo, lugar, forma, gastos
En todos los casos se debe reclamar la entrega del legado. Esta obligación se aplica aun en caso de
que la cosa esté en posesión del legatario, ya sea a título de condómino, arrendatario, depositario, etc.
(art. 2498).
Los sujetos obligados a realizar la entrega son los herederos y el albacea testamentario. El tiempo de
entrega del legado corre desde el momento de la muerte del causante, a excepción de que esté sujeto
a plazo o condición en que deberá esperarse a su cumplimiento.

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Pueden presentarse circunstancias prácticas por las que la entrega puede demorarse: los nueve días
de luto y llanto, que los herederos no tengan la posesión efectiva de la cosa, que la sucesión sea
insolvente y, por lo tanto, haya que pagar primero a los acreedores del causante, o que el testamento
o el legado sean cuestionados judicialmente.
En cuanto hasta qué momento es posible reclamar la entrega del legado, si se trata de legado de cosa
cierta, el derecho no se extingue y sólo podrá oponérsele la prescripción adquisitiva. En cambio, si el
objeto es un crédito, la acción para reclamar la entrega prescribe a los cinco años, contados desde la
muerte del testador (art. 2560).
Para determinar el lugar de entrega del legado, si estamos ante un legado de cosa cierta, el lugar es
donde se encontraba la cosa al momento del fallecimiento del causante. En los restantes casos, es el
domicilio del deudor, entendiéndose por tal al domicilio del testador.
Los gastos de la entrega del legado están a cargo de la sucesión (art. 2498).
Si el testador dispusiera la cláusula “libre de todo gravamen”, la sucesión debe soportar todos los
gastos de la entrega del legado, inclusive los honorarios y gastos derivados de la presentación del
legatario en la sucesión.
10. d. Responsabilidad del heredero. Pérdida o deterioro de la cosa legada. Garantía de evicción
El art. 2317 establece: El heredero queda obligado por las deudas y legados de la sucesión sólo hasta
la concurrencia del valor de los bienes hereditarios recibidos. En caso de pluralidad de herederos,
éstos responden con la masa hereditaria indivisa.
Si la cosa objeto del legado es divisible, los herederos responden en proporción a su parte en la he-
rencia. En cambio, si la cosa es indivisible, los herederos responden solidariamente por el pago del
legado, entendiéndose que el legatario podrá reclamar la cosa a cualquiera de los herederos, sin per-
juicio, sin perjuicio de que luego accione contra sus coherederos por el pago realizado. Este principio
de división de la deuda puede ser dejado de lado por el testador, imponiendo a sus herederos la soli-
daridad para responder a una deuda divisible.
El heredero o legatario que paga una porción de la deuda o de los legados superior a su parte tiene
acción contra sus coherederos o colegatarios por el reembolso del excedente, y hasta el límite de la
parte que cada uno de ellos debía soportar personalmente, incluso en caso de subrogación en los
derechos del que recibe el pago (art. 2320).
El legado de cosa cierta y determinada caduca cuando ésta perece totalmente, por cualquier causa,
antes de la apertura de la sucesión o del cumplimiento de la condición suspensiva a que estaba some-
tido; también cuando perece por caso fortuito después de la apertura de la sucesión o del cumplimiento
de la condición. Si la cosa legada perece parcialmente, el legado subsiste por la parte que se conserva
(art. 2519). Los herederos responden, en estos casos, si tienen culpa o si hubiera ocurrido después de
la puesta en mora. El heredero puede librarse si demuestra que la cosa se hubiese perdido o deterio-
rado de igual forma. Si el hecho fuera culpa de un solo heredero, él responde por la cosa, liberando
al resto de los herederos (art. 2517).
En cuanto a la garantía de evicción, el principio es que los herederos responden por ella, ya que los
legados son liberalidades. Si se tratara de legados de cosa fungible o legados con objeto alternativo,
puede demandarse la entrega de otra cosa de la misma especie y calidad, o alguna de las otras com-
prendidas en la alternativa (art. 2503).

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10. e. Orden en que deben pagarse los legados


Para efectuar el pago de los legados es necesario cubrir primero las deudas del causante, las cargas
de la sucesión, y corroborar que la legítima de los herederos forzosos quede a salvo. Sobre el saldo,
se pagan los legados en el orden establecido en el art. 2358: a) los que tengan preferencia otorgada
por el testamento; b) los legados de cosa cierta y determinada; y c) los demás legados. Si hubiera
varios de la misma categoría, deberán pagarse a prorrata.
Los legados que provocan afectación a la porción legítima de herederos legitimarios deben ser redu-
cidos e, incluso, pueden ser dejados sin efecto.
10. f. Acciones y medios de garantía del legatario
La principal acción del legatario contra el heredero es la acción por la entrega del legado.
Los legatarios de cosa cierta y determinada tienen las acciones reales por el dominio adquirido desde
la muerte del causante. La más importante es la reivindicatoria (art. 2498). Cuentan también con las
acciones posesorias y pueden reclamar daños y perjuicios en caso de pérdida o deterioro de la cosa
por culpa de los herederos. Tienen derecho a intervenir en el juicio sucesorio para defender y hacer
efectivos sus intereses, incluso a través de medidas cautelares.
Respecto del orden de pago, cobran sobre los bienes de la herencia después de los acreedores por
deudas del causante o por cargas de la sucesión, con preferencia sobre los acreedores de los herederos
(art. 2316), ya que éstos pueden hacer efectivos sus créditos una vez liquidados el haber hereditario
y sobre el remanente que en definitiva ingrese al patrimonio de sus deudores, los herederos.
Es por ello que, en garantía al cobro, pueden oponerse a la entrega de los bienes de los herederos
junto con los acreedores del causante y los acreedores por cargas de la masa hasta que no sean satis-
fechos sus legados (art. 2359).
11. Responsabilidad del legatario por las deudas del causante. Sucesión solvente y sucesión in-
solvente
Cuando la sucesión es solvente, los legatarios no son responsables por la deudas y cargas de la suce-
sión. Éstas pesan sobre los herederos, incluso cuando se trate de deudas contraídas para la adquisición
o conservación del objeto legado. El legatario puede llegar a ser responsable por las deudas del cau-
sante si el testador lo ha estipulado expresamente. También lo será en caso de que la cosa legada esté
gravada con un derecho real de garantía. En todos los casos, la responsabilidad del legatario se limita
al valor del objeto del legado (art. 2500).
El art. 2360 dispone: En caso de desequilibrio patrimonial o insuficiencia del activo hereditario, los
copropietarios de la masa pueden peticionar la apertura del concurso preventivo o la declaración
de quiebra de la masa indivisa, conforme a las disposiciones de la legislación concursal. Igual dere-
cho, y de acuerdo a la misma normativa, compete a los acreedores.
Los legatarios funcionan como los acreedores.
12. Derecho de acrecer
12. a. Concepto
El derecho de acrecer tiene lugar en las sucesiones testamentarias, y es aquél que le permite al here-
dero o legatario aprovechar la parte de su coheredero o colegatario cuando éste no la recoge.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Los herederos tienen un llamamiento universal, es decir, vocación al todo de la herencia. De allí que,
ante la falta de un coheredero, los restantes pueden expandir su vocación a la totalidad de la herencia.
En cambio, los herederos de cuota o los legatarios tienen una vocación limitada al legado. Por ello,
el testador puede disponer expresamente en su testamento que les reconoce el derecho de acrecer,
pero también puede presumirlo la ley.
El art. 2489 dispone: Cuando el testador instituye a varios herederos en una misma cuota, o atribuye
un bien conjuntamente a varios legatarios, cada beneficiario aprovecha proporcionalmente de la
parte perteneciente al heredero o legatario cuyo derecho se frustra o caduca.
Los favorecidos por el acrecimiento quedan sujetos a las obligaciones y cargas que pesaban sobre
la parte acrecida, excepto que sean de carácter personal.
El derecho de acrecer se transmite a los herederos.
La institución de varios herederos en una misma atribución conjunta de un bien conlleva el derecho
de acrecer sobre la porción perteneciente al coheredero o legatario que finalmente no recibe.
12. b. Legado de usufructo
El art. 2490 establece: La muerte del colegatario de usufructo, posterior a la del testador, no produce
el acrecimiento de los otros colegatarios excepto disposición en contrario del testamento.
Se trata de un supuesto en el que la ley específicamente determina que se presume el derecho de
acrecer. Sin embargo, el testador puede disponer su testamento que reconoce derecho de acrecer de
los colegatarios de un legado de usufructo.
13. Renuncia del legado. Revocación del legado
El legatario puede renunciar al legado en tanto no lo haya aceptado (art. 2521). Cualquier interesado
puede pedir al juez que se fije un plazo para que el instituido se pronuncie, bajo apercibimiento de
tenerlo por renunciante.
Como los legados son indivisibles, el legatario no puede aceptarlo sólo en parte. Por ello la renuncia
del legado no puede ser parcial (art. 2522). En caso de ser beneficiario de dos o más legados y uno
de ellos sea con cargo, el legatario no puede renunciar a éste y aceptar los legados libres.
El art. 2520 establece que los legados pueden ser revocados a instancia de los interesados: a) por
ingratitud del legatario que, después de haber entrado en el goce de los bienes legados, injuria gra-
vemente la memoria del causante; b) por incumplimiento de los cargos impuestos por el testador si
son la causa final de la disposición. En este caso, los herederos quedan obligados al cumplimiento de
los cargos.

116
Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 15 – Ineficacia de las disposiciones testamentarias


1. Categorías de ineficacia testamentaria
La ineficacia testamentaria es un concepto genérico que se refiere a todos aquellos supuestos en los
cuales -cualquiera fuere la causa- el testamento o alguna de sus disposiciones no producen sus efectos
propios.
El CCC, en el capítulo 9 del título IV del libro primero regula la ineficacia de los actos jurídicos y
establece las siguientes categorías de actos ineficaces: en razón de su nulidad o de su inoponibilidad
respecto de determinadas personas (art. 382). El art. 2463 dispone: Las reglas establecidas para los
actos jurídicos se aplican a los testamentos en cuanto no sean alteradas por las disposiciones de este
Título. Por lo tanto, carece de relevancia referirse a supuestos de inexistencia.
2. Nulidad del testamento
El art. 2467 establece los supuestos de nulidad del testamento o de las disposiciones testamentarias:
Es nulo el testamento o, en su caso, la disposición testamentaria: a) por violar una prohibición legal;
b) por defectos de forma; c) por haber sido otorgado por persona privada de la razón en el momento
de testar. La falta de razón debe ser demostrada por quien impugna el acto; d) por haber sido otor-
gado por persona judicialmente declarada incapaz. Sin embargo, ésta puede otorgar testamento en
intervalos lúcidos que sean suficientemente ciertos como para asegurar que la enfermedad ha cesado
por entonces; e) por ser el testador una persona que padece limitaciones en su aptitud para comuni-
carse en forma oral y, además, no saber leer ni escribir, excepto que lo haga por escritura pública,
con la participación de un intérprete en el acto; f) por haber sido otorgado con error, dolo o violen-
cia; g) por favorecer a persona incierta, a menos que por alguna circunstancia pueda llegar a ser
cierta.
Art. 2467 Supuestos
a. Por violar prohibición legal - testamentos conjuntos (art. 2465).
- otorgado por mandatario (art. 2465)
- que no se baste a sí mismo (art. 2465).
- disposiciones a favor de quienes no pueden suceder (fraude a la
ley) (art. 2483)
b. Por defectos de forma - ológrafo: escrito por testador, fecha y firma (art. 2477).
- por acto público: escribano competente, testigos hábiles y forma-
lidades de escritura (art. 2479).
c. d. y e. Por cuestiones relacionadas - testador privado de razón.
a la capacidad del testador - testador incapaz.
- testador con limitaciones en la comunicación, con excepciones.
- testador menor de edad (art. 2464).
f. Por error, dolo o violencia - vicios del consentimiento del testador.
g. Por indeterminación del beneficia- - salvo los supuestos de determinación legal (art. 2485).
rio
3. Falsedad del testamento
La falsedad del testamento es un supuesto particular de nulidad por defecto de forma.
3. a. Imitación y adulteración del testamento ológrafo
Un testamento ológrafo debe ser íntegramente escrito con los caracteres propios del idioma en que
es otorgado, fecha y firmado, por la mano misma del testador (art. 2477).

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Puede suceder que se presente un testamento falso, realizado mediante una imitación de la escritura
o de la firma del testador. En tal caso, el testamento es nulo por defecto de forma.
Si en el estamento escrito por el testador aparecen agregados escritos por otras personas, no invalidan
el testamento, sólo carecen de validez tales agregados. Pero si esas cláusulas escritas por terceros
fueron agregadas por orden o consentimiento del testador, provocan la nulidad de todo el testamento,
en virtud del principio de no delegabilidad testamentaria (art. 2477).
3. b. Falsedad material o intelectual del testamento por acto público
El testamento por acto público goza de la presunción de autenticidad de los instrumentos públicos:
son realizados mediante escritura pública (art. 2479).
Puede adolecer de falsedad material, por ejemplo, si el acto no ha pasado ante el escribano que figura
autorizándolo, o cuando su contenido ha sido adulterado.
Puede ocurrir que el escribano público dé fe de formalidades que no han sido cumplidas, o de mani-
festaciones o fechas que no son las reales. En estos supuestos, habrá falsedad intelectual.
En ambos casos, el testamento es nulo. En el caso de la falsedad material, pasible de denuncia penal
por el delito de falsedad de instrumento público (art. 292 Código Penal).
3. c. Redargución de falsedad
Cuando se pretende atacar a un instrumento público- que goza de presunción de autenticidad- debe
recurrirse a la redargución de falsedad. El art. 296 dispone: El instrumento público hace plena fe: a)
en cuanto a que se ha realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia
como cumplidos por él o ante él hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal; b) en cuanto
al contenido de las declaraciones sobre convenciones, disposiciones, pagos, reconocimientos y enun-
ciaciones de hechos directamente relacionados con el objeto principal del acto instrumentado, hasta
que se produzca prueba en contrario.
La norma distingue claramente dos vías: la acción civil y la acción penal, como consecuencia del
delito previsto en el art. 292 CP.
La acción civil puede ser planteada por aquellos cuyos derechos sucesorios dependan de la declara-
ción de falsedad del testamento, así como los acreedores, a través de la acción subrogatoria. En cuanto
a la legitimación pasiva, están comprendidos todos los que pretendan hacer valer el testamento falso,
y, en su caso, deberá darse intervención al escribano otorgante, en virtud de las responsabilidades que
pueden serle atribuidas en la sentencia a dictarse. Entiende en el asunto el juez interviniente en el
juicio sucesorio respectivo, y la sentencia que haga lugar a la redargución, tendrá como principal
consecuencia privar de efectos jurídicos al instrumento respectivo.
3. d. Responsabilidad por uso del testamento falso
Si el beneficiario, a pesar de conocer la falsificación del testamento, ejerce los derechos que surgen
de aquél, es responsable solidariamente por los daños que cause, una vez que la falsedad sea acredi-
tada y anulado por tanto el testamento (art. 1571).
4. Acción de nulidad del testamento y de las disposiciones testamentarias
La nulidad del testamento o de alguna de sus disposiciones puede interponerse por vía de acción o
excepción. En ambos casos, es competente el juez que interviene en el proceso sucesorio (art. 2336).

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Requiere de un proceso de conocimiento, puesto que las cuestiones que se ventilan demandan un
amplio debate y prueba. Es válido el ofrecimiento de todos los medios de prueba admisibles, los
cuales deberán destinarse a la acreditación de la causa de nulidad que se invoque.
Se encuentra legitimado en forma activa todo aquél que tenga un interés concreto y pueda obtener un
beneficio a causa de la nulidad del testamento, salvo que hubiera ratificado o cumplido espontánea-
mente sus disposiciones (art. 2469). También los acreedores personales de los interesados, en virtud
de la acción subrogatoria, y, si se tratase de una nulidad absoluta, tiene legitimación activa el Minis-
terio Público Fiscal.
En caso de que la nulidad sea total, la acción debe entablarse contra los beneficiarios del testamento;
pero si la nulidad es sólo parcial, los accionados serán los beneficiarios de la disposición cuestionada.
Si se tratase de un testamento por acto público, y la causa de la nulidad tuviese relación con el notario
interviniente, éste también deberá ser parte en el proceso.
La sentencia que hace lugar a la nulidad priva al testamento de todos sus efectos, o bien deja sin valor
a la cláusula cuya nulidad se declare, siempre que el testamento no haya sido ejecutado. Si hubo
ejecución total o parcial, deberán restituirse los bienes afectados por la declaración de nulidad a quien
deba recibirlos en virtud de la sentencia (art. 390).
Durante el proceso podrán dictarse medidas precautorias sobre los bienes.
5. Revocación del testamento
La declaración de voluntad que el testador materializa en el testamento tiene como destino regir para
después de su muerte. Hasta ese momento, los instituidos no adquieren derecho alguno, y el testador
puede modificar su voluntad exteriorizando dicho cambio, puesto que el testamento es un acto esen-
cialmente revocable (art. 2511).
La revocación de los testamentos puede provenir de una manifestación de voluntad expresa del tes-
tador materializada en un nuevo testamento (art. 2512) o tácita, esto es cuando la ley dispone ese
efecto ante el acaecimiento de determinados hechos o actos del testador que demuestran la insubsis-
tencia de la voluntad plasmado en un testamento anterior.
5. a. Revocación por testamento posterior
El art. 2513 dispone: El testamento posterior revoca al anterior si no contiene su confirmación ex-
presa, excepto que de las disposiciones del segundo resulte la voluntad del testador de mantener las
del primero en todo o en parte.
5. b. Cancelación o destrucción del testamento ológrafo
El primer párrafo del art. 2515 establece: El testamento ológrafo es revocado por su cancelación o
destrucción hecha por el testador o por orden suya. Cuando existen varios ejemplares del testamento,
éste queda revocado por la cancelación o destrucción de todos los originales, y también cuando ha
quedado algún ejemplar sin ser cancelado o destruido por error, dolo o violencia sufridos por el
testador.
La destrucción del testamento recae sobre la materia en que ha sido redactado y la cancelación se
refiere a la invalidación de la escritura. En ambos casos, para que sean supuestos de revocación, deben
originarse en actos llevados a cabo por el testador, o por un tercero, pero en cumplimiento de una
orden del testador.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es necesario que resulten afectados todos los originales que existan del testamento, salvo que haya
algún ejemplar sin ser cancelado o destruido por error, dolo o violencia sufridos por el testador.
El segundo párrafo del art. 2515 establece una presunción que admite prueba en contrario: Si el tes-
tamento se encuentra total o parcialmente destruido o cancelado en casa del testador, se presume
que la destrucción o cancelación es obra suya, mientras no se pruebe lo contrario.
El tercer párrafo del art. 2515 establece: Las alteraciones casuales o provenientes de un extraño no
afectan la eficacia del testamento con tal de que pueda identificarse la voluntad del testador por el
testamento mismo.
El cuarto párrafo del art. 2515 establece: No se admite prueba alguna tendiente a demostrar las dis-
posiciones de un testamento destruido antes de la muerte del testador, aunque la destrucción se haya
debido a caso fortuito.
Como el testamento es la declaración de última voluntad, si fue destruido antes de la muerte del
testador, aun por caso fortuito, no es admitida la prueba de las disposiciones que contenía.
6. Revocación de los legados
El testador también puede revocar un legado efectuado en un testamento.
Dicha revocación puede ser de manera expresa a través de un testamento posterior, pero también está
prevista la manifestación tácita del testador de su intención de revocarlo, o bien que dicho efecto sea
atribuido como consecuencia de una conducta del legatario.
6. a. Revocación de legados por manifestación tácita del testador
Los casos de revocación tácita de los legados están previstos en el art. 2516.
6. a. 1. Por transmisión de la cosa legada
Así lo establece el art. 2516 en su primer párrafo: La transmisión de la cosa legada revoca el legado,
aunque el acto no sea válido por defecto de forma o la cosa vuelva al dominio del testador.
El artículo se refiere a los legados de cosa cierta y determinada en los cuales el objeto se encuentra
perfectamente individualizado y su transmisión evidencia la voluntad de revocación del testador. No
provoca la revocación de la transmisión si se trata de legados de género, de cantidades de cosas o de
sumas de dinero.
La “transmisión de la cosa legada" que produce la revocación del legado comprende todos los actos
por los cuales el testador transfiera la propiedad de la cosa legada a un tercero, ya sea a título gratuito
u oneroso.
Dicho efecto no tiene lugar cuando el donatario sea la misma persona que la instituida como legataria,
pues ello no hace más que reafirmar la voluntad del testador, razón por la cual el legado subsiste en
caso de que la donación quede sin efecto por cualquier causa.
Y se produce aunque el acto de transmisión no sea válido por defecto de forma, o aunque la cosa
vuelva al dominio del testador: su intención revocatoria se evidenció con el acto de transmisión.
Si la transmisión no llega a concretarse, la promesa bilateral de compraventa, real o simulada, produce
este efecto revocatorio (art. 2516).

120
Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

También una enajenación forzada, sea por subasta dispuesta judicialmente o por expropiación, pro-
voca la revocación; pero, en este caso, recupera su vigencia si la cosa vuelve a ser propiedad del
testador (art. 2516), porque no fue una transmisión voluntaria.
Cuando la enajenación de la cosa legada es parcial, en doctrina se sostiene que hay revocación en la
medida en que la cosa no ha sido vendida, pero el legado subsiste respecto de la parte que queda en
poder del testador.
6. a. 2. Transformación de la cosa legada
Si bien la transformación de la cosa legada produce la revocación del legado, ello no sucede en todos
los casos, ya que es necesario determinar si la transformación fue por el testador o como consecuencia
de un hecho ajeno a su voluntad. Sólo cuando la transformación sea a causa de la voluntad del testador
se considera revocado el legado.
6. a. 3. Por constitución de gravamen
Por el contrario, la constitución de gravámenes sobre la cosa legada no produce la revocación del
legado, ya que no es sino una enajenación impropia, que no hace salir la cosa del dominio del testador.
6. b. Revocación del legado por causas imputables al legatario
6. b. 1. Ingratitud
Los legados también pueden ser revocados por ingratitud del legatario, que después de haber entrado
en el goce de los bienes legados, injuria gravemente la memoria del causante (art. 2520).
El plazo de prescripción es de dos años para el pedido de revocación de la donación por ingratitud o
del legado por indignidad (art. 2562).
6. b. 2. Inejecución de cargos
El art. 2520, inc. b), dispone: Los legados pueden ser revocados, a instancia de los interesados: (…)
b) por incumplimiento de los cargos impuestos por el testador si son la causa final de la disposición.
En este caso, los herederos quedan obligados al cumplimiento de los cargos.
Si el cargo no ha sido la causa final de la disposición, el legado tendrá plenos efectos, y quien fue
beneficiado con el cargo deberá reclamar su cumplimiento al legatario, pero el legado no se revoca.
Para que la revocación tenga lugar es necesario que el obligado a cumplirlo se encuentre en mora, y
ello se produce de pleno derecho por el vencimiento del plazo o bien por la interpelación previa.
Pueden accionar contra el legatario que no ha cumplido los herederos, el albacea o el Estado, en caso
de que le corresponda recibir los bienes como consecuencia de la revocación.
7. Caducidad de las disposiciones testamentarias
La caducidad de las disposiciones testamentarias se produce por causas ajenas a la voluntad del tes-
tador, y a las que la ley les atribuye la consecuencia de dejar sin efecto la disposición testamentaria.
7. a. Premuerte del beneficiario
El art. 2518 dispone: La institución de heredero o legatario caduca cuando el instituido muere antes
que el testador o antes del cumplimiento de la condición de la que depende la adquisición de la
herencia o el legado.
7. b. Perecimiento y transformación de la cosa
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 2519 establece: El legado de cosa cierta y determinada caduca cuando ésta perece totalmente,
por cualquier causa, antes de la apertura de la sucesión o del cumplimiento de la condición suspen-
siva a que estaba sometido; también cuando perece por caso fortuito, después de la apertura de la
sucesión o del cumplimiento de la condición.
Si la cosa legada perece parcialmente, el legado subsiste por la parte que se conserva.
El legado caduca por la transformación de la cosa por causa ajena a la voluntad del testador, ante-
rior a la muerte de éste o al cumplimiento de la condición suspensiva.
Por su parte, la transformación de la cosa legada que tenga origen en una causa ajena a la voluntad
del testador, antes de su muerte o del cumplimiento de la condición suspensiva, produce la caducidad
del legado.
7. c. Efectos de la caducidad
El art. 2489 dispone: Cuando el testador instituye a varios herederos en una misma cuota, o atribuye
un bien conjuntamente a varios legatarios, cada beneficiario aprovecha proporcionalmente de la
parte perteneciente al heredero o legatario cuyo derecho se frustra o caduca.
Los favorecidos por el acrecimiento quedan sujetos a las obligaciones y cargas que pesaban sobre
la parte acrecida, excepto que sean de carácter personal.
El derecho de acrecer se transmite a los herederos.
El testador puede subrogar al instituido para el supuesto de que éste no quiera o no pueda aceptar la
herencia o el legado. La sustitución establecida para uno de esos casos vale para el otro. El heredero
o legatario sustituido queda sujeto a las mismas cargas y condiciones impuestas al sustituido si no
aparece claramente que el testador quiso limitarlas en primer término.

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Capítulo 16 – Albaceas
1. Albacea
1. a. Concepto
El albacea o ejecutor testamentario es la persona designada por el testador para hacer cumplir sus
disposiciones de última voluntad. El testador puede designar a una o más personas como encargadas
de velar por el cumplimiento de las obligacioens, pagos de legados, modo de realizar los bienes, etc.
Si no lo hace así, dicho cumplimiento quedará a cargo de los herederos dentro del proceso sucesorio
y será el juez quien, en última instancia, establezca el alcance de las disposiciones testamentarias
frente a un conflicto con terceros interesados en ese cumplimiento.
Con frecuencia surgen conflictos relacionados a la gestión del albacea, contraponiendo las atribucio-
nes o funciones de los herederos forzosos o instituidos frente a aquél.
El art. 2523 establece: Las atribuciones del albacea designado en el testamento son las conferidas
por el testador y, en defecto de ello, las que según las circunstancias son necesarias para lograr el
cumplimiento de su voluntad.
El albacea es un ejecutor de las disposiciones testamentarias, sin que ello implique interferir en los
intereses de los herederos, que sólo a ellos atañe.
1. b. Naturaleza jurídica
No es correcta su asimilación al mandato.
Se trata de una institución propia del derecho sucesorio, con una misión concreta: hacer cumplir la
voluntad del testador, expresada en las disposiciones que contiene su testamento, y cuyas funciones
y características surgen de la regulación legal.
1. c. Caracteres
A) Voluntariedad
El albaceazgo es voluntario y, por ende, puede ser renunciado (art. 2531).
Requiere aceptación, que puede ser expresa o tácita. Puede ser intimado a pronunciarse por los here-
deros, legatarios e incluso todo tercero interesado. En caso de silencio, corresponde iniciar o continuar
el juicio sucesorio sin su intervención y los herederos pueden pedir su destitución (art. 2528).
B) Indelegabilidad
Es de carácter personalísimo y una vez que aceptó, en principio, es quien debe asumir el cumplimiento
de las funciones delegadas. El art. 2525 establece: El albacea no puede delegar el encargo recibido,
el que no se transmite a sus herederos. Pero está autorizado a encomendar a otros la ejecución de las
tareas necesarias, siempre a su costa y asume la responsabilidad por las consecuencias de ello, aun
cuando el testador haya designado albacea secundario (art. 2525, 2ª parte).
C) Onerosidad
El albaceazgo es una función remunerada, conforme al art. 2530: El albacea debe percibir la remu-
neración fijada en el testamento o, en su defecto, la que el juez le asigna, conforme a la importancia
de los bienes legados y a la naturaleza y eficacia de los trabajos realizados.
D) Temporalidad
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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

Es una función limitada en el tiempo, porque una vez cumplida la misión encomendada, de dar cum-
plimiento a las disposiciones testamentarias, finaliza.
1. d. Único o múltiple
El art. 2523 dice: Las atribuciones del albacea designado en el testamento son las conferidas por el
testador y, en defecto de ello, las que según las circunstancias son necesarias para lograr el cumpli-
miento de su voluntad. El testador no puede dispensar al albacea de los deberes de inventariar los
bienes y de rendir cuentas.
Si el testador designa varios albaceas, el cargo es ejercido por cada uno de ellos en el orden en que
están nombrados, excepto que el testador disponga el desempeño de todos conjuntamente. En tal
caso, las decisiones deben ser tomadas por mayoría de albaceas y, faltando ésta, por el juez.
La actuación conjunta se refiere a todos aquellos designados que aceptaron.
Si el testador no dispuso la actuación conjunta de todos los designados, el cargo debe ser ejercido en
el orden de los nombramientos; es decir, que sólo en caso de renuncia, incapacidad, destitución o
muerte del primero, actuará el segundo y así sucesivamente.
Otro supuesto de designación múltiple no establecido en forma expresa, pero posible, es que el testa-
dor designe albacea a una persona para que cumpla una función específica y a distinta persona para
otras. Funciona como una designación individual para cada una de las misiones encomendadas en el
testamento.
1. e. Forma de designación
El art. 2524 dispone: El nombramiento del albacea debe ajustarse a las formas testamentarias, aun-
que no se realice en el testamento cuya ejecución se encomienda.
El acto tiene que revestir las formas testamentarias, por lo que se tratará de un testamento en sentido
formal, aunque no lo sea en sentido sustancial.
La revocación sólo podrá hacerse mediante un nuevo acto que revista forma testamentaria.
El ejecutor debe ser individualizado suficientemente, para ser correctamente identificado. Son apli-
cables las mismas exigencias y soluciones respecto de la institución de heredero o legatario.
1. f. Capacidad para ser albacea
Sólo pueden ser albaceas las personas humanas plenamente capaces al momento en que deben
desempeñar el cargo, las personas jurídicas, y los organismos de la administración pública centra-
lizada o descentralizada. Cuando se nombra a un funcionario público, la designación se estima li-
gada a la función, cualquiera que sea la persona que la sirve (art. 2524).
La exigencia de capacidad es al tiempo de ejercer al albaceazgo, no a la fecha de su designación.
Son aplicables las normas de capacidad general para los actos jurídicos, pero en adecuación con las
funciones propias del albaceazgo.
No es admisible que quien fue excluido de la sucesión por las graves causas previstas para la indig-
nidad pueda ser ejecutor de su voluntad testamentaria.
2. Facultades del albacea

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

El art. 2523 dispone: Las atribuciones del albacea designado en el testamento son las conferidas por
el testador y, en defecto de ello, las que según las circunstancias son necesarias para lograr el cum-
plimiento de su voluntad.
Es necesario distinguir según existan o no herederos.
Si existen herederos, administran la herencia durante el estado de indivisión y son responsables por
el cumplimiento de los legados. Por lo tanto, las funciones del albacea se restringen fundamental-
mente a las de control para asegurar el cumplimiento de la voluntad del causante.
Si no existen herederos, el art. 2529 dispone: Cuando no hay herederos o cuando los legados insumen
la totalidad del haber sucesorio y no hay derecho a acrecer entre los legatarios, el albacea es el
representante de la sucesión, debiendo hacer inventario judicial de los bienes recibidos e intervenir
en todos los juicios en que la sucesión es parte. Le compete la administración de los bienes sucesorios
conforme a lo establecido para el curador de la herencia vacante. Está facultado para proceder, con
intervención del juez, a la transmisión de los bienes que sea indispensable para cumplir la voluntad
del causante.
Sus funciones son mucho más amplias, ya que no se superponen con los derechos de los herederos.
3. Deberes del albacea
3. a. Medidas de seguridad. Inventario
El art. 2526 establece: El albacea debe poner en seguridad el caudal hereditario y practicar el in-
ventario de los bienes con citación de interesados. Los herederos y legatarios pueden solicitar las
garantías necesarias en caso de justo temor por la seguridad de los bienes que están en poder del
albacea (art. 2528, última parte).
La confección de inventario es una de las obligaciones más relevantes a cargo del albacea. Constituye
una medida de seguridad, ya que permite individualizar los bienes y establecer el contenido y estado
patrimonial de la herencia. El inventario debe contener todos los bienes que, al menos presuntiva-
mente, pertenecen al causante. Ello, aunque los herederos o alguno de ellos manifieste disconformi-
dad, pues las divergencias sobre la propiedad de los bienes deben ser controvertida por separado. El
testador no puede dispensar al albacea de la obligación de hacer inventario.
3. b. Reserva de bienes
Si bien la posesión de los bienes hereditarios le corresponde a los herederos, debe quedar en poder
del albacea tanta parte de la herencia cuanta sea necesaria para el pago de deudas y legados.
3. c. Pago de legados
El albacea debe pagar las mandas con conocimiento de los herederos; y si éstos se opusieren, debe
suspenderse, tanto respecto de la validez de la manda testamentaria como de su modo de cumpli-
miento, el pago hasta que se resuelva la cuestión entre herederos y legatarios (art. 2526). En ningún
caso el ejecutor testamentario puede disponer el pago directo sin notificación a los herederos.
3. d. Pago de deudas
Si bien no está expresamente contemplado en la norma, el albacea puede pagar las deudas de la su-
cesión cuando no medie oposición de los herederos. El pago de las deudas no es una función típica a
su cargo, ya que no se relaciona con la ejecución del testamento, sino con la liquidación del haber

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Juan Ignacio Chia Derecho Civil VI

relicto. Incluso si por testamento se lo facultó para su pago, igualmente debe requerir el consenti-
miento de los herederos para ellos.
En ningún caso el albacea podrá reconocer deudas.
3. e. Cargos
El albacea puede demandar a los herederos y legatarios por la ejecución de las cargas que el testador
les hubiere impuesto en atención a su memoria (art. 2526).
3. f. Venta de bienes
El testador puede dar al albacea la facultad de vender sus bienes muebles o inmuebles; pero el albacea
sólo podrá efectivizar la venta cuando sea indispensable para la ejecución del testamento y, además,
con la conformidad de los herederos o autorización judicial. En las mismas condiciones, puede ven-
der, aunque no estuviera específicamente establecido por el testador.
Lógicamente, el albacea está inhabilitado para adquirir tales bienes (art. 1002, última parte).
3. g. Ser parte en los procesos en los cuales se cuestione la validez del testamento
El albacea tiene derecho a intervenir en contestaciones relativas a la validez del testamento, pues se
trata justamente de defender las disposiciones de última voluntad del testador, que es su función es-
pecífica. El albacea es parte en el juicio aun cuando haya herederos instituidos.
3. h. Rendición de cuentas
Está obligado a rendir cuentas de su gestión a los herederos, pero también es debida no sólo a los
herederos, sino también al Fisco (que puede exigirla en su carácter de sucesor de las herencias vacan-
tes) y a los legatarios.
3. i. Reintegro de gastos
El albacea tiene derecho al reembolso de los gastos que pudo haber realizado para cumplir sus fun-
ciones (art. 2530). Y, además, a la remuneración como albacea.
4. Responsabilidad
Si el albacea no cumple con sus obligaciones, es responsable por los daños que cause a herederos y
legatarios, quienes son los beneficiarios de las disposiciones testamentarias (art. 2527).
El ejercicio del cargo de albacea es voluntario. Por lo tanto, una vez que se aceptó, el albacea asume
la responsabilidad personal. Pero también si renuncia de modo injustificado y ello provoca perjuicios,
también debe responder por los perjuicios que su renuncia provoque.
Cuando la designación del testador fue en forma conjunta, es decir, designó a varias personas y todas
aceptaron, son responsables solidarios. Y si asignó funciones específicas, cada uno es responsable en
la medida de su actuación perjudicial.
5. Retribución del albacea
5. a. Principio general y supuestos especial
El ejercicio del cargo de albacea es retributivo. El principio general lo establece el art. 2530: El alba-
cea debe percibir la remuneración fijada en el testamento o, en su defecto, la que el juez le asigna,
conforme la importancia de los bienes legados y a la naturaleza y eficacia de los trabajos realizados.
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La retribución establecida por el testador no puede ser cuestionada por el albacea por considerarla
baja: si aceptó el cargo, también aceptó la remuneración prevista por el testador. Tampoco pueden
cuestionarla por alta los herederos o legatarios. Eventualmente, podrán plantear que, dada su exten-
sión, se trató en realidad de una liberalidad del testador encubierta en una remuneración.
El testador puede también disponer que el albacea cumpla sus funciones gratuitamente, sin retribu-
ción; en cuyo caso, si acepta, no podrá reclamar remuneración alguna, ya que la aceptación a la de-
signación fue en las condiciones impuestas por el testador.
El art. 2530 contiene además un supuesto especial: Si el albacea es un legatario, se entiende que el
desempeño de la función constituye un cargo del legado.
Según las circunstancias, debe entenderse que la voluntad del testador era otra, que el legado no
agotaba la remuneración por el desempeño del cargo de albacea.
Si el albacea cumplió parcialmente el cargo de albacea, si el legado es divisible, no hay inconveniente,
se debe entregar al albacea una parte del legado proporcional a la tarea cumplida. Pero si el legado
fuera indivisible, no se entrega el legado, aunque tiene derecho a solicitar se fije judicialmente la
remuneración que corresponda.
5. c. Letrado y apoderado del albacea
El albaceazgo es una función indelegable, pero eso no obsta a que el albacea pueda actuar por inter-
medio de mandatarios (art. 2525).
Para poder desarrollar su función, que se relaciona con el proceso judicial sucesorio, los códigos
procesales exigen que el albacea ostente patrocinio letrado.
Los honorarios que devengue la actuación del abogado del albacea son una carga de la sucesión,
siempre que su intervención resulta necesaria o razonable para el cumplimiento del albaceazgo (art.
2525).
Si el albacea es abogado y, en función de ello, ejerce determinadas funciones en el sucesorio, tiene
derecho a percibir retribución por los trabajos que realizó en ejercicio de su profesión de abogado
(art. 2530), también a cargo de la sucesión.
6. Fin de las funciones del albacea
El art. 2531 prevé la conclusión del albaceazgo: El albaceazgo concluye por la ejecución completa
del testamento, por el vencimiento del plazo fijado por el testador y por la muerte, incapacidad so-
breviniente, renuncia o destitución del albacea.
¿Cuándo se tiene por ejecutado completamente el testamento? Depende de cada caso concreto, de las
disposiciones testamentarias que el testador mandó cumplir. Ahora, si la función del albacea consistía
en controlar el cumplimiento de las mandas por los propios herederos, es suficiente que éstos lo ga-
ranticen (mediante depósito u otra forma) para tener por ejecutado completamente el testamento.
El art. 2528 establece: Los herederos y los legatarios conservan las facultades cuyo desempeño no
es atribuido por la ley o por el testador al albacea. Los herederos pueden solicitar la destitución del
albacea por incapacidad sobreviniente, negligencia, insolvencia o mala conducta en el desempeño
de la función, y en cualquier tiempo poner término a su cometido pagando las deudas y legados, o
depositando los fondos necesarios a tal fin, o acordando al respecto con todos los interesados.

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El art. 2531, última parte, resuelve la situación que puede plantearse ante la finalización de funciones
de un albacea y la consecuente necesidad de contar con otro: Cuando por cualquier causa cesa el
albacea designado y subsiste la necesidad de llenar el cargo vacante, lo provee el juez con audiencia
de los herederos y legatarios.

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Planificación sucesoria
(Resumen de la ficha “Los pactos sobre herencia futura como herramienta de planificación sucesoria
(con especial referencia al pacto de familia del art. 1010)”, de Hernández e Iglesias)
La planificación sucesoria es un mecanismo de prevención de conflictos. Estrategia conjunto de
acciones sistematizadas, atendiendo a las relaciones humanas que subyacen y a la voluntad del plani-
ficante.
Elementos:
- Sujetos: a) planificante: aquél que decide avanzar en la planificación sucesoria y disponer y/u orga-
nizar su patrimonio con efectos luego de su muerte; b) planificado: beneficiario de la planificación
sucesoria.
- Objeto: todo o parte del patrimonio del planificante o de un tercero (si en la planificación sucesoria
no participa el causante).
- Causa: voluntad del planificante de dejar ordenada -total o parcialmente- la sucesión futura.
En el CCyC hay una flexibilización del orden público sucesorio mediante: a) disminución de los
montos de legítima (art. 2445); b) límites a la acción de reducción (art. 2459); y c) mejora a favor del
heredero con discapacidad (art. 2448). Todo ello implica ampliar los márgenes de la autonomía pri-
vada, cercenada por la sucesión forzosa.
La planificación sucesoria puede realizarse:
a) sin transmisión inmediata de bienes  testamento;
b) con transmisión inmediata de bienes  donación;
c) con participación del futuro causante y su cónyuge;
d) sin participación del futuro causante y su cónyuge.
La planificación sucesoria tiene como objetivos:
1) Planificación con fines de partición y/o indivisión: partición por ascendiente (art. 2311); indivisión
relativa a un bien por diez años o mayoría de edad de uno de los herederos (art. 2331);
2) Planificación con fines de mejorar a un heredero forzoso;
3) Planificación de administración (p. ej., fideicomiso);
4) Planificación con fines de beneficiar a un extraño u ordenar la sucesión de herederos ab intestato
no forzosos;
5) Planificación con fines de transmisión de la empresa familiar;
6) Planificación integral (incluyendo además disposiciones extrapatrimoniales);
7) Planificación con fines de protección a un heredero con discapacidad.
Pactos sobre herencia futura:
Condiciones de existencia (según Guastavino):
a) sucesión no abierta;
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b) objeto del contrato  todo o parte de una sucesión no abierta;


c) que el contrato se realice atendiendo a un futuro derecho hereditario (es decir, que se
contrate como futuro heredero o futuro causante).
*No resulta determinante la transmisión de bienes en sentido estricto.
Regla  Prohibición  La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden
serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares (art.
1010, párr. 1º).
Regla reforzada por: - art. 2286: Las herencias futuras no pueden ser aceptadas ni renunciadas.
- art. 2449: no se puede renunciar a las acciones que protegen derechos heredi-
tarios de sucesiones no abiertas; o a la legítima antes de la muerte del causante.
Consecuencias de la violación a la prohibición: nulidad absoluta por contravención al orden público
(arts. 386 y 387). También puede accionar el heredero perjudicado con las respectivas acciones suce-
sorias.
El caso más frecuente es el de pactos prohibidos simulados mediante la renuncia encubierta a la ac-
ción de colación.
Pactos sobre herencia futura permitidos:
A) Mejoras por actos entre vivos:
1) Mejora realizada en el acto mismo de donación  art. 2385, dispensa de colación o
cláusulas expresa.
2) Partición donación por ascendiente  art. 2411.
3) mejora por actos entre vivos  art. 2461, presunción de gratuidad y de la intención
de mejorar.
B) Partición donación por ascendiente (arts. 2415 a 2420)
 mediante acto único o en actos separados
 con transmisión de la propiedad plena, o con transmisión de la nuda propiedad con
reserva de usufructo, o de la plena propiedad con renta vitalicia
 de la totalidad de los bienes o parte de ellos
Pactos de familia del art. 1010:
Art. 1010, párr. 2º: Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias
de cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresaria o a la preven-
ción o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios
y establecer compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte
el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni
los derechos de terceros.
Objetivo: que la transmisión hereditaria no genere la destrucción de la pequeña y mediana empresa
por no poder financiar las compensaciones a los herederos.

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Requisitos de validez del pacto: 1) que se trate de una explotación productiva o participaciones so-
cietarias (empresa individual o familiar en la que trabajan padres e hijos y eventualmente otros pa-
rientes, muchas veces de manera informal, y que constituye la fuente de sustento familiar); 2) que el
objeto sea la conservación de la unidad de la gestión empresaria o la prevención o solución de con-
flictos (resulta indispensable –a los fines de evitar nulidades- plasmar debidamente la causa); 3) que
sea realizada entre los herederos, con o sin la participación del futuro causante y su cónyuge.
Contenido: estos pactos no sólo incluyen la posibilidad de disponer de derechos hereditarios de una
sucesión no abierta, sino también compensar con otros bienes a quienes no les fue adjudicada la ex-
plotación o la participación societaria.
Estos pactos pueden efectivizarse inmediatamente, o, en caso de que el acto no importe ninguna
transmisión, puede ejecutarse luego de la muerte.
Límite: no afectación de: a) legítima hereditaria; b) derechos del cónyuge; c) derechos de terceros.

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