You are on page 1of 17

PATÓGRO Y LAS CRÁTIVAS

Un viaje al inconciente colectivo

No hace mucho tiempo, hubo un lugar extraño y lejano, oscuro y luminoso, una tierra habitada
por seres fantásticos y monstruosos, hermosos a veces y horribles cuando se lo proponían. En ese lugar
habitado por hadas y brujas, patos y hechiceras, Anitas y Tortugas, cosas extrañas acontecieron y éstas
dieron origen a la presente historia que están a punto de leer.
No está demás advertir al lector incauto y desprovisto de básicos conocimientos de hechicería,
que los sucesos que a continuación se relatan están basados en hechos reales, eventos que, sin duda
alguna, no serán creíbles, mas, aunque ustedes no lo crean, suceden y no nos damos cuenta.

JUAN EL LEÑADOR Y LA MÁGICA RAQUEL

Juan era un leñador no muy acucioso en sus labores diarias y Raquel una hechicera bastante
responsable con sus mágicas habilidades. Un día, mientras Juan buscaba leña por los alrededores de un
derruído castillo, unos ruidos extraños llamaron su atención. Como la curiosidad es natural en todo ser
viviente e inteligente, el leñador dejó en el suelo su bolso con pequeños trozos de madera y caminó
hacia los derruídos muros de la construcción. Al traspasar el umbral principal quedóse atónito por lo
que vió en ese momento, una hermosa mujer practicaba sus habilidades mágicas a plena luz del día,
cosa no muy común ni apropiada en lugares donde habitan los humanos.
La hechicera Raquel tenía la costumbre de realizar sus prácticas de telequinésis durante el día y
para ello se valía de unas copas doradas que disponía en entorno suyo ubicadas cada una en los puntos
cardinales. Después de cerrar sus ojos y levantar sus brazos muy lentamente, concentrada, las copas
doradas se elevaban muy suavemente hasta la altura de su mirada, para luego, abriendo sus ojos muy
redondos y enormes, con la fuerza de la mirada misma, éstas salían disparadas lejos y se estrellaban
contra lo que se hallara a su paso, muros, ramas, árboles y, en este caso, la cabeza de Juan quien, sin
poder reaccionar a tiempo, recibió tal golpe que cayó al suelo totalmente aturdido.
En ese momento especial y único, las Crátivas, seres muy pequeños que habitan en las partes
más altas de algunos árboles, esencias de la naturaleza misma, fueron testigos de este gracioso
encuentro, un encuentro jamás imaginado por las criaturas mágicas de ese lugar y menos por un ser
humano como este leñador.
Raquel, al escuchar el grito del pobre hombre, muy rápidamente salío corriendo hacia su
vivienda muy asustada, su intención no era herir a alguien, pero las Crátivas, a través de sueños,
muchas veces le habían advertido que realizar sus prácticas mágicas durante el día no era lo más
apropiado. Ahora, muy asustada, mientras corría algo descontrolada por entre los gruesos troncos de los
árboles, entendió lo que sus amigas le habían advertido.
Bajo el umbral de la entrada del derruído castillo, Juan recuperó el conocimiento e
instintivamente llevó su mano hacia su cabeza para palparse el cototo que había adquirido por husmear
en lugares en donde no le estaba permitido ir. Las Crátivas, al igual que a Raquel, le habían advertido
que no debía ir más allá de los grandes árboles en busca de trozos de madera.
Algo más conciente de su error cometivo púsose de pie y miró a su alrededor sin encontrar a la
preciosa bruja que había visto, mas, la copa que le golpeó la cabeza a sus pies se encontraba, y eso para
él fue suficiente, pues ese objeto, al verlo cada día sobre su mesita de noche, traería a su memoria la
imagen de esa hermosa mujer que había visto. Fuera o no fuera bruja, eso no le importaba, por extraño
sortilegio, enamorado se había quedado de tan terrible hechicera.
Como pueden ver, de manera muy sencilla, las Crátivas intervienen en todos los eventos que
suceden en los bosques mágicos y en éste caso en particular, el poder de ellas era evidente, pero, como
suele suceder, ellas se verán enfrentadas a otros que son totalmente diferentes, poderes igual de
mágicos y poderosos, artificiosos y engañadores, energías jamás dispuestas para los mortales y menos
para el logro del bien y de los equilibrios y armonías celestiales. Para que ustedes sepan, hay energías
que se personalizan en criaturas que les son afines en sus muy diversos propósito, y más aún si esos
propósitos buscan sembrar la división y la envídia, despertar lo malo que duerme en todos y crear las
condiciones para que las brujas brujas se materialicen de vez en cuando, se apersonen en carne y hueso,
y comiencen a hacer de las suyas.
PATÓGRO, EL AMO DEL BOSQUE

Patógro era un ogro bastante temido en los bosques ubicados al sur del gran pantano, un lugar
muy poco habitado pero desde donde llegaban diferentes tipos de criaturas extrañas huyendo de las
terribles hechiceras y brujas que asolaban esos lugares. Se cuenta que desde ese lugar muy alejado
Patógro partió buscando lugares más cálidos en busca de un mejor pasar y de súbditos a quienes poder
mandar y humillar de la mejor manera posible, ejerciendo su autoridad de manera déspota y
despiadada.
En el bosque donde transcurre esta historia, este ogro ya hacía de las suyas y nada ni nadie
podía contra él. Los duendes y los enanos, las pocas hadas y hechiceras que aún vivían por esos
lugares, preferían hacer sus quehaceres durante las noches de luna llena, sabiendo que este
desagradable personaje sufría quemaduras a causa de la luz de plata, es decir, la luz de luna.
Imposibilitado de poder salir durante esas noches, ocupaba su tiempo en devorar los restos de cuanto
bicho o criatura extraña acumulaba en su bodega repleta de cosas extrañas y traídas desde muy lejos
por distintos visitantes que él mismo se encargaba de aullentar.
En muchas oportunidades, sin que muchos lo supieran, algunos habitantes organizados, cuando
se les ponía entre ceja y ceja alguna persona que les era desagradable por alguna razón, inventaban todo
tipo de artimañas para que se dirigiera hacia un lugar inexistente so pretexto de alguna solución a uno
de sus problemas, y asusándolos para que a la brevedad se dirigieran hacia ese inexistente lugar, los
conducían hacia los senderos que habitualmente este ogro frecuentaba. Y, casi siempre, los pobres o las
pobres desafortunadas que no les caín en gracia, de pronto se encontraban frente a frente con el temible
Patógro y “Crach”. Los gritos de horror y de espanto no se hacían esperar y quienes los escuchaban a lo
lejos, en silencio oraban pidiendo a lo alto que la muerte hubiera sido lo más rápida posible y sin dolor.
Así, de esta manera terrible, todos los desafortunados que no hacían méritos honorables a los ojos de
estos habitantes, terminaban en las fauces de esta grotesca criatura quien los degustaba ahí mismo, en el
mismo lugar donde se producía el desafortunado encuentro. Era algo horrible, y el olor a pestilencia
impreganaba todo esos lugares durante varios días y durante esos lapsus nadie se atrevía a aventurarse
solo.
Las Crátivas sabían de estos horrores y por más que intentaban inducir a Patógro a cambiar en
sus hábitos alimenticios, nada lograron. A medida que el tiempo trancurrió a su ritmo cadencioso y
prudente, descubrieron un día que era imposible poder influenciar a tan desagradable indivíduo.
Muchas veces pensaron que su cráneo era muy duro y grueso como para poder traspasarlo en
pensamiento e inducirlo, a través de sueños, a cambiar para bien un poco cada día. Un tiempo más
tarde dedujeron que, tal vez su cerebro era muy, pero muy pequeño, ó inexistente, y que eso lo hacía
más proclive a estar más sujeto a sus instintos déspotas que a una razón bien intencionada.

El día que Juan recibió el golpe en su cabeza Patógro andaba por los alrededores haciendo de
las suyas, y como escuchó el grito que éste lanzó, muy de prisa caminó hacia el derruído castillo. Juan,
sabiendo que el desagradable ogro deambulaba por ahí cerca, a penas se hubo recuperado del golpe
mágico que Raquel le dió, muy rápidamente se escabulló por entre los árboles y los arbustos para no
ser encontrado por la criatura. Sabiendo que éste tenía muy buen olfato, no encontró mejor método que
envetunarse con excremento de duendes que, como cosa mágica, encontró justo en el lugar donde se
había escondido. El ungüento asqueroso aún estaba tibio por lo que supuso que no era el único que por
ahí andaba a plena luz del día. De boca abajo y cuan largo era, Juan esperó tras los arbustos a que la
temible criatura se alejara de ese lugar, y estuvo muy bien la estrategia para evitar el temible encuentro,
Patógro pasó caminando muy cerca de él y no se percató de su presencia en ese lugar. Desde donde él
se encotraba escondido vió a la criatura escudriñar el umbral del derruído castillo y olfateando las
huellas que advirtió a sus pies, comenzó a seguirlas muy ávidamente. Entonces, temiendo que las
huellas lo llevarían donde su amada mágica hechicera, besó la abollada copa dorada que tenía en su
poder y la lanzó lejos para que distrajera al monstruo de su instinto olfativo. La estrategia dió resultado
y muy pronto Patógro se dirigía en dirección contraria en busca de lo que había producido el ruido que
lo distrajo. La criatura tenía muy poca capacidad de retención en su memoria, por lo que, muy pronto,
olvidó el porqué estaba ahí y rápidamente se retiró hacia su escondite, sin continuar buscando el origen
del ruido que lo distrajo.
Sabiendo que la criatura ya se alejaba, Juan se puso de pie, buscó la copa entre los arbustos y
una vez en su poder, muy rápidamente se dirigió hacia su árbol habitación. Rato después, muy lejos de
esos lugares, Juan tomó una ducha caliente en el confortable baño de su residencia, un enorme tronco
milenario y hueco que, con el correr del tiempo, había habilitado como vivienda definitiva.
La copa dorada y abollada se encontraba en medio de su mesita de noche muy limpia y brillante
como su misma hada madrina, pues así había bautizado a su hermosa hechicera que lo había bendecido
con un golpe en la cabeza. La magia de pronto actúa por si sola y esta es una prueba elocuente de que,
muchas veces, decide siguir el curso de las estrellas más que el de su propia voluntad.
Después de ducharse un apetito voraz lo llevó a la cocina para prepararse una rica cena, sin
percatarse que la leña recolectada horas antes en su bolso se encontraba y éste al costado de un inmenso
tronco casi Milenario se había quedado.
Lejos de ahí Patógro se dispuso a buscar a su próxima víctima pero no para devorarla en un
santiamén, no, nada de eso, deseaba humillar a su peor enemiga, la bruja Canilarga, una hechicera que
vivía cerca de las Montañas Añosas, muy aíslada del bosque y muy compenetrada en ella misma y en
los meneteres de su interés, dominar las Artes de la hipnósis.
Canilarga tenía un timbre de voz muy peculiar y quien se dejaba seducir por esa voz, al cabo de
algunos minutos, se transformaba en un sirviente incondicional de ella. Así, gracias a esa extraña
virtud, muchas criaturas le eran incondicionales y aventajaba a don Patógro en cuanto a tener
incondicionales a muchas criaturas que le servían infinitamente en todo.
El derruído castillo estaba dentro de los dominios de don Patógro y de vez en cuando, muy
cerca del atardecer, nuestro extraño amigo tenía por costumbre salir a caminar por entre las ruinas
indagando qué de nuevo podía encontrar entre maderos viejos, muros derruídos y arcos de medio punto
a medio caer.
Ese día, mientras caminaba por entre los escombros del derruído castillo, encontró una de las
copas que la joven hechicera había lanzado lejos con su mirada, y oliéndola muy concentrado,
identificó el lugar de su procedencia. Convencido que se trataba de Canilarga, la hechicera de voz
hipnótica, decidió caminar hacia los dominios de ésta para enfrentarla y advertirle que no volviera a
traspasar los límites de sus dominios, pues si lo hacía desagradables momentos le haría pasar, y en eso
este ogro era experto, disfrutaba humillando a quienes le rodeaban y de ese modo sentíase como
poderoso y amo y señor de todo lo que le rodeaba.
Muy decidido a disfrutar ese encuentro, con mucho ánimo inició su caminata hacia las
Montañas, pues era por allá, por las Montañas Añosas, donde la hechicera Canilarga vivía. El camino
que tomó lo condujo por el sendero que Juan había tomado unas horas antes buscando leña para su
estufa, y las coincidencias son tan grandes que, mientras caminaba muy animoso para disfrutar al
máximo ese encuentro, encontró apoyado al costado de un añoso tronco, un bolso misterioso que llamó
su atención. Con mucha curiosidad se detuvo a contemplarlo un rato y miró a su alrededor buscando
con su mirada al posible dueño de aquel bulto que afeaba el paisaje. Después de un rato, como nadie se
encontraba por el lugar decidió abrirlo para ver su contenido y cuán grande fue su sorpresa al ver que
en el interior había trozos de madera. Al ver ese contenido supo de inmediato de quien se trataba, Juan,
el leñador. ¿Qué andaría haciendo por mis dominios este indivíduo?, se preguntó el ogro mientras cogía
el bolso y lo ajustaba a las dimensiones de su barriga para cruzárselo por sobre sus hombros. Así, muy
contento, pues todo aquello que le olía a conflicto le producía mucha alegría, continuó su camino hacia
las Montañas Añosas, la sola idea de enfrentar definitivamente a esa bruja lo animaba de modo
extremo.

LAS COPAS DORADAS

Raquel era una joven mujer con habilidades extraordinarias, una formidable hechicera de sangre
pura, como suele decirse en las aventuras de Harry Potter.
Proveniente de una familia de hechiceros muy bien calificados y respetados en los círculos
brujeriles más exquisitos, siempre decidió permanecer con una actitud de bajo perfil para no opacar la
brillantes de sus progenitores, sabiéndose desde siempre como alguien muy superior a ellos en muchas
cualidades y habilidades personales.
Un día, llegado el momento de tomar decisiones importantes en su vida, una noche decidió
partir lejos para vivir como correspondía y no al alero de prominentes hechiceros que, más que
ayudarla, siempre la opacaban a causa de sus cualidades más humanitarias, cualidades que distan
mucho de la indolencia y de la soberbia que los suele caracterizar a muchos de ellos.
Después de recorrer varios lugares poco aptos para sus virtudes de hechicera, encontró uno muy
adecuado para sus intereses. Desde las alturas, pues tenía la virtud de convertirse en ave, descubrió que
muy cerca de las ruinas de un viejo castillo había unos inmensos árboles en cuyo interior muchos
animalitos del bosque tenían sus habitaciones, y como ella tenía la virtud de vivir como un ave, sin
pensarlo mucho encontró un espacio en uno de esos árboles y en la parte más alta. Ahí estuvo un buen
tiempo hasta que un día, extrañada, vió a un leñador que pasó muy cerca de su árbol habitación. Como
era muy extraño encontrar a humanos viviendo por esos lugares bastante inhóspitos, decidió seguirlo
para ver qué hacía. Poco a poco y día tras día se dedicó a seguir al extraño habitante hasta que
comprobó que el hombre era respetuoso con los árboles, con los animalitos y la naturaleza que le
rodeaba. Lo que amó de inmediato de este primer ser humano fue su más completo respeto por todo lo
que le rodeaba, no talaba los árboles, solamente aprovechaba las gruesas ramas que se desprendían y
caín estruendosamente en distintas partes de la floresta. Cuando encontraba estas gruesas ramas,
procedía a cortarlas con una pequeña hacha que portaba en su bolso. Así, poco a poco, y siempre
convertida en ave, diariamente, sobrevolaba los senderos que el leñador recorría para ir de un lugar a
otro recogiendo y vendiendo leña cuando lo podía hacer, siempre y cuando se lo permitiera un horrible
ogro que se había apropiado de todo ese bosque desde hacía mucho tiempo atrás.
En un rincón de su pequeña habitación de ave, cuatro copas doradas tenía muy bien guardadas
con la convicción cierta que, llegado el momento, haría uso de ellas cuando así su instinto de hechicera
se lo indicara, y ese momento había llegado, ya era hora de retomar su forma humana para proceder a
cumplir a cabalidad con sus propósitos.
Una mañana sobrevoló el lugar donde su amigo leñador había construído su vivienda, un tronco
muy añoso y hueco, y ella buscó algo similar que le pudiera servir de vivienda durante un tiempo y
poder vivir cerca del humano. Después de mucho buscar y sobrevolar todo ese lugar encontró cerca de
su desconocido amigo, pues así ya lo consideraba, unas enormes rocas que parecían haber sido puestas
una sobre otras para ocultar la entrada a una pequeña caverna muy amplia e iluminada desde lo alto a
causa de un agujero que permitía la entrada de la luz del día. Muy contenta por el hallazgo, en menos
de una hora y mágicamente, pues como hechicera puede hacer muchas cosas, trasladó todas sus
pertenencia a su caverna habitación, y le quedó muy acogedora. Llegada la noche descansó como
nunca, su sueño fue muy profundo y su amigo desconocido le habló en sueños de cosas maravillosas.
Es increíble cómo las cosas se van presentando poco a poco y aquí, en este asunto nuestras
amigas Crátivas nada tenían que ver, por lo menos en esta parte de la historia.
A la mañana siguiente lenvantóse muy temprano y convertida en una hermosa mujer caminó
hasta las ruinas del castillo. En un bolso muy hermoso que colgaba de su hombre izquierdo portaba
cuatro copas doradas, copas muy importantes para ella. Habiendo llegado a las ruinas, buscó entre
restos de muros dispersos por todas partes un amplio espacio para realizar su práctica de telequinésis.
Desde muy pequeña una tía abuela le había dicho que siempre debería practicar ese artes
extraño, ya que, llegado el momento, la practica de aquello le permitiría conocer el amor verdadero. Y
ella, una joven muy inocente en muchos aspectos brujeriles y demases, era muy obediente y aquella
mañana estaba decidida a continuar con sus prácticas de poder mover objetos con tan solo concentrarse
para luego, con su mirada fija en los objetos, practicar la fuerza de su mirada, mirada que se convertía
en una verdadera flecha energética que podía atravesar los más gruesos muros que pudieran existir si se
lo proponía.
Esa mañana en cuestión fue en la que, en medio de la práctica, nuestro buen amigo Juan, el
leñador, apareció de improviso desde detrás de un muro derruído cureoseando para ver desde donde
venían los ruidos que lo distrajeron de su propósito esencial, reunir una cantidad suficiente de leña para
su estufa y su cocina. Es entonces, en medio de la práctica, que la joven lanzó lejos las copas con tan
solo mirarlas una por una hasta que una de ellas le dió en plena cabeza a Juan quien quedó tendido en
el suelo cuan largo era. Lo que no sabíamos es que, Raquel no huyó de inmediato, no, nada de eso. En
su corazón ella ya tenía la imagen de su desconocido amigo, pues ya sabemos que desde hace un
tiempo lo había estado observando desde lejos y en lo más íntimo sabía que aquel humano era el que le
correspondía a ella.
Mientras inconciente se encontraba el leñador, acercándose hacia él la joven hechicera se
inclinó sobre el mocetón y acercó su rostro hacia el de él, unos pases mágicos susurró sobre el rostro
del buen leñador y, tomando la copa que lo había golpeado, la besó con tal ímpetu que ésta recobró su
brillo y la dejó a un costado del inconciente hombre.
Lo que sucedió después ya lo sabemos, Juan recogió la copa y se la llevó a su vivienda, sentíase
muy animado y alegre, un extraño hechizo se apoderó de él y ese día fue un día hermoso y cálido,
apesar que el tiempo reinante decía todo lo contrario. ¡Qué cosas puede hacer un hechizo de amor!

EL PODER DE LAS CRÁTIVAS

Para el inexperto lector sobre cosas extrañas y misteriosas, empezaré diciendo lo que las
Crátivas no son. Si piensas que se trata de criaturas parecidas a las hadas o a las ninfas, no, nada de eso.
Las Crátivas son esencias fundamentales de la naturaleza de las cosas, esencias que inclinan las
posibilidades de acción hacia un lado o hacia el otro lado de los destinos posibles vislumbrados en el
mundo venidero. Las Crátivas, en simples palabras, son algo así como los buenos y malos
pensamientos que todos, de vez en cuando, elaboramos por muy distintas razones.
Cada uno de nosotros es dueño de sus pensamientos, nosotros los creamos y los ponemos en
práctica muchas veces, y en otras oportunidades los dejamos relegados para otros momentos y ahí se
quedan hasta extinguirse o asomarse de nuevas formas y maneras. Cuando eso sucede placenteramente
se manifiestan en sueños muy gratos y también en pesadillas, pues, aunque no lo crean, nosotros
mismos somos los creadores de esas vivencias oníricas perturbadoras y a causa de esos pensamientos
que no los hemos considerado para nada estando en vigilia, vivenciamos en nuestra mente esos
tormentos pesadillescos o placenteros.
Como esencias de la mala o de la buena ventura que pudiera suscitarse en eventuales eventos,
las Crátivas toman partido de muchas maneras para inducir a todo tipo de criatura a que tome la opción
más correcta posible dentro de sus tiempos y espacios pertinentes a su existencia misma. Ellas son
esencias benevolentes con toda criatura, incluso con los humanos que, de mil formas, siempre reniegan
de lo incomprensible.
En el transcurso de la presente historia, no bastará que ellas sean tan solo esencias intangibles e
invisibles para los protagonistas de este mágico relato. La mala inclinación que puede hacer prevalecer
lo negativo debe ser corregida en su momento preciso, de lo contrario, los eventos que por naturaleza
misma siempre equilibran los acontecimientos para bien, se ven frustrados a causa de la ausencia
absoluta de una justa medida para producir los equilibrios necesario entre la luz y la oscuridad.
Fue así que, durante el transcursos de estos eventos relatados, las Crátivas debieron
materializarse físicamente para poder conjurar en el plano físico de estos personajes las energías
suficientes para mantener los equilibrios necesarios para que la mala inclinación no pudiera hacer de
las suyas. Así, de manera prudente pero decidida, las Crátivas se matrializaron un día personificándose
en dos personajes extraños pero interesante desde la perspectica de la magia, la hechicería y las buenas
o malas inclinaciones.
En un lugar muy apartado del bosque, lejos de todo ruido molesto y alejado de toda mirada
curiosa, fue materializándose un pequeño jardín rodeado por grandes árboles que muy lentamente
fueron dándole protección gracias a sus frondosas ramas, gruesos troncos y muy espesos arbustos y
helechos gigantes. Esta naciente floresta requirió practicamente un par de días para materializarse y en
su centro una pequeña construcción fue construída por nuestras dos amigas Crátivas. ¿Por qué dos
Crátivas? La respuesta es simple, la naturaleza siempre ha de estar equilibrada y en su justo
razonamiento natural para todo lo venidero, así es la madre naturaleza, y como tal, manifestóse en dos
individualidades, así aseguraba la correcta proporcionalidad de los eventos que muy pronto ocurrirían
por esos lugares.
Días después de la creación de este jardín de generación espontánea, ambas Crátivas
aparecieron en medio de todo este jardín. Las energías que velan por los equilibrios energéticos,
acumuláronse en Araya, una especie de hechicera benévola y muy dama en muchos aspectos, y
también en otra, su contraparte, Ayara, que es lo contrario. Una inspirada en las emociones y la otra en
la razón pura. ¡Qué conbinación!
Una vez asentadas en ese magnífico jardín, utilizando sus poderes mágicos, casi de inmediato
construyeron en el interior de un muy inmenso tronco de abedul, su centro de operaciones. Muy
rápidamente hicieron aparecer entanterías de todo tipo de tamaños donde acomodaron todos los textos
habidos y por haber que daban indicaciones sobre cómo dominar el mundo de la materia, pues, como
ya saben, no es fácil dominar la materia después de haber sido siempre una esencia solamente que
pulula por doquier.
Otros textos recogían conjuros y hechizos muy interesante para dominar a los humanos, para
controlarlos, para inducirlo hacia lo bueno en sus acciones, y también para lo malo. ¡Qué fantástico! Y
otros, los menos vistosos pero los más antiguos, hablaban sobre cómo contrarrestar las malas energías,
combatir a las brujas, a los ogros y a cuanta criatura que deseara controlar a la naturaleza misma,
incluyendo a los humanos.
Así fue como Araya y Ayara se materializaron para beneplácito de la madre naturaleza e
incomodidad para las brujas malévolas que pronto llegarían por esos lugares.
Pero no nos adelantemos en la historia relatada tan ligeramente por los cronistas, hay detalles
importantes que hemos de saber para comprender los eventos desconocidos que nos darán luz para
iluminar mejor el juicio de la razón y de las emociones llegado el momento adecuado, y ésto último
también nos compete a cada uno de nosotros también.

Araya apenas hubo llegado comenzó a ordenar todos los textos sagrados que dominaba a la
perfección. Esta hechicera era tierna y amorosa cuando se lo proponía y feroz y espantosa cuando las
cosas no andaban como ella lo deseaba. Ayara en cambio, apenas húbose materializado se sentó en un
rincón de aquella estancia ya bastante pequeña por causa de los inmensos estantes y libros
amontonados por doquier. Apenas apareció comenzaron sus quejas sobre el ambiente que la rodeaba.
No le gustó el lugar donde había sido enviada, encontró todo muy feo y cuando supo que debía
compartir ese espacio con Araya, muy rápidamente se taimó como los pequeños enanos que ella
acostumbraba a cuidar y, estando sentada en un rincón, quedóse ahí impertérritamente cabeza gacha y
cubriéndose la cabeza con un gorro de fieltro todo mohoso que comenzaría a ser su característica más
habitual.
Araya no advirtió la presencia de Ayara hasta un rato después cuando comenzó a ordenar ese
rincón de la habitación, refugio, escondite, quien sabe cómo se llamaría a posteriori ese lugar. Ambas
mujeres independientes, la una de la otra serían conocidas comos las ArayarA, pues ambas se
complementaban en todo, aún siendo opuestas en una infinidad de cosas.

CANILARGA ENFRENTA A PATÓGRO

Mientras las dos Crátivas dejaban de ser meramente esencias e iniciaban todo un proceso para
conocerse fuera de su primigenia existencial, lejos de ahí, en la parte más distante del bosque que
colinda con las Montañas Añosas, Don Patógro se detuvo para darse un respiro. Había atravesado todo
el bosque y ya estaba bastante fatigado, tenía hambre y buscó un lugar donde tomar asiento, sus
piecesitos le dolían demasiado. Y mientras el ogro se acomodaba entre unas rocas para tomar aliento
después de una larga caminata, Canilarga, la hechicera delgada, de cabello largo y blanco, lo observaba
desde su escondite, una caverna esculpida en tiempos pretéritos y muy bien ubicada en la parte más alta
de un pequeño cerro y entre unos enormes peñazcos que la ocultaba perfectamente de todo tipo de
miradas. Muy rápidamente púsose una especie de poncho de color moteado muy añoso tejido con
gruesos hilos de telarañas mohosas de tiempos de su abuela y procedió a salir. Ese día estaba algo frío y
salió bien abrigada, y mientras descendía utilizando un sendero practicamente muy bien esculpido por
entre las inmensas rocas e imposible de divisar a simple vista, Don Patógro, al divisarla desde donde se
hallaba, se puso de pie para recibirla, su instinto de ogro dominante no le había quitado la
caballerocidad y el respeto hasta por su enemigo más enconado, y esa actitud hacia la recién llegada era
muestra de ello. El conflicto estaba a punto de tomar ribetes inesperados para ambos.
Canilarga era una mujer muy delgada, un palillo envuelto con telas y refajos de abuelitas
antiguas, según sus propias palabras que con orgullo pronunciaba cuando se le hacían observaciones
respecto a sus vestiduras de hechicera.
Durante un tiempo anterior a estos eventos, de manera permanente se paseaba orgullosa por casi
todos los rincones de ese inmenso bosque conversando con cuanta criatura se le pusiera por delante y
haciendo gala de su buen léxico condescendiente respecto a las malos comportamientos de casi todos
los seres mágicos que por esos lugares habitaban. Las hadas la detestaban, algo de ellas les arrebató en
un tiempo pasado y eso las matenía alejadas de esos parajes. Los enanos y duendes siempre tan
estúpidos por su esencia misma de criaturas subordinadas a poderes extracorpóreos, se mantenían
atentos en todo lugar a sus peroratas indefinidas en momentos de soliloquios madrugadores. Con su
timbre de voz suave y pausado, caraterísticas ideales para quienes manejan el arte de la hipnósis,
convencía hasta a los más airados seres que acudían a ella para quejarse de tal o cual criatura que
producía desequilibrios en tan excelso jardín de quietud y somnolencia casi perpétuas.
Todo ese dominio que ejerció sobre todas las criaturas durante un buen tiempo no consignado
en las distintas fuentes consultadas, no duró mucho tiempo, un día, desde un lugar muy lejano, desde
antes de la existencia del conocido brujo de “Más Allá”, un ser extraño se avecindó por esos lugares,
ese indivíduo era Don Patógro.
Muy mal humorado por haber caminado tanto, viendo que su enemiga acérrima se acercaba
hacia donde él se encontraba, ya muy fatigado pero igualmente muy mal humorado y sabiendo que la
hechicera trataría de embelezarlo con su típica voz melosa, muy rápidamente carraspeó fuertemente y
viéndola muy cerca de él con su mirada penetrante y su típica burlona semisonrisa, comenzó diciendo,..

• Óyeme! Bruja flacuchenta, mira,... y le mostró el bolso que llevaba cruzado y repleto de trozos
de madera y una de las copas encontradas entre las ruinas,.. Si continúas dejando basura como ésto en mis
dominios te las verás conmigo, ¿Entendiste?
• Don Patógro, yo no he paseado por sus dominios desde ayer en la tarde,.. contestó Canilarga
burlonamente y con sus manos tomadas tras su espalda.
• ¿Y quién dejó este bolso tirado en el suelo cerca de las ruinas? ¿Yo, acaso? Respondió el ogro
bastante furioso y alzando su gruesa voz.
• No me venga a levantar la voz Don Patogro por que yo nunca le he faltado el respeto y menos
le he levantado la voz por muy enfadada que hubiera estado con ud.
• Yo no le estoy levantando la voz, Sra. Canilarga, solamente le hago la observación que
corresponde a quien incursiona por lugares que no debe considerar para sus paseos.No es nada más que
eso.
• Vuelvo a decirle que yo no he caminado por esos lugares desde ayer,...y además tengo el
derecho de pasearme por donde quiera, acá nadie es dueño de nada,..

Y diciendo esto último, “paff”, desapareció desvaneciéndose en el aire, tal cual como lo hacen
todas las brujas. Y Patógro quedó “plop”, no pudiendo continuar con su perorata atemorizante sobre
deberes y obediencias subordinadas a miedos y temores que siempre sembraba por todas las partes que
acostumbraba a visitar.
Don Patógro era administrador de recursos “encantados”, cosas que por mera casualidad o
intencionalmente habían sido embrujados por brujas o hechiceros de paso. En un tiempo no muy lejano
toda esa floresta había sido habitada por muchas hechiceras y hechiceros muy amigos de las hadas y
casi siempre sus grandes aquelarres terminaban en destrosos muy grandes de la propiedad de los pocos
habitantes de los alrededores y estos eventos, que muchos no desean recordar, hasta el día de hoy son
considerados muy negativos para los tiempos presentes, y en medio de todas esas algarabías
descontroladas de hechiceras y brujas, Canilarga mucho tenía que ver. Entre copas y ungüentos algo
maléficos, muchos de los objetos que utilizaban en sus interminables sesiones de estudios mágicos,
quedaron impregnados de esas esencias extrañas que suelen pegarse en muchos objetos de uso común
como, por ejemplo, cucharas, copas, tazas, platos, zapatos, bufandas, sombreros, y un cuanto hay de
cosas inimaginables que es posible encontrar de manera casual a la vera de los caminos y senderos,
como también entre cosas muy bien guardadas o, para muchos, cosas escondidas, y es aquí donde
encontramos el punto central de esta breve historia.
En un lugar muy apartado, se decía desde tiempos antiguos, existía un escondite donde todas las
cosas mágicas eran resguardadas por un horripilante monstruo que devoraba a quienes se atrevieran a
incursionar por esos lugares prohibidos. Esa criatura era precisamente Patógro y era el guardian casi
perpétuo de muchas cosas que se ambicionaban, y entre esas cosas, cuatro copas que la criatura había
estado resguardando para momentos especiales.
Lo que nadie sabía era que ese lugar secreto o escondite se hallaba entre las ruinas del castillo
que, desde tiempos casi inmemoriales, había sido levantado por reyes y reinas que, llegado el
momento, terminaron sus reinados y no se preocuparon más de aquella magnífica construcción que con
el tiempo, producto de las inclemencias y el robo permanente de los materiales utilizados para su
construcción, quedó deteriorado y finalmente olvidado para muchas criaturas. Es por esos lugares, entre
unos gruesos muros derruidos y escombros ya cubiertos por la hierba y los arbustos, existía una entrada
a raz de suelo que conducía a una magnífica bodega donde era posible encontrar todo lo imaginable
para las brujas y hechiceras, y era ese el lugar que Patógro cuidaba con mucho recelo.
La copa encontrada provocó en Patógro una inquietud olvidada, si esas copas volvían a ser
utilizadas, el caos y el desorden comenzarían a reinar nuevamente por todas partes y eso era lo que él
debía evitar, a su manera, claro.

UNA AMISTAD QUE NACE

La joven hechicera Raquel ya se había establecido en un solo día en una hermosísima caverna
muy bien ubicada en las proximidades del lugar donde su mítico amado leñador vivía. Muy de
madrugada poníase en actividad y convertida en golondrina acudía a la cita soñada con su amado
desconocido, su amado mítico, su leñador mil veces humano.
Desde las ramas más altas cada día lo sorprendía saliendo de su vivienda y lo seguía con su
mirada hasta más no poder y, muy rápidamente, levantaba el vuelo muy ansiosa por establecer contacto
real y permanente con él.
Ese día, mientras volaba tras su amado muy sutilmente, pensó mil forma de cómo presentarse.
La primera parte del hechizo estaba consumado, el golpe en la cabeza y la copa dorada que ahora su
amado tenía en su poder, era más que suficiente para asegurar un amor duradero, según el manual de
“Hechizos Perpétuos”. Muy escondidita entre las frondosas ramas de un pino, observó a su amado
cómo recolectaba trozos de madera para mantener encendido el fuego de su cocina y estufa, las bajas
temperaturas lo ameritaban, por lo que encontró en el clima reinante la excusa perfecta para
presentarse. Muy rápidamente cerró sus ojos y se convirtió en doncella perdida, es decir, en una chica
que no sabe donde está y requiere la ayuda de alguien para que la proteja de posibles desgracias que
pueden ocurrir en un bosque infestado de todo tipo de criaturas, a parte de brindarle abrigo a causa del
mal tiempo. Pero, lamentablemente, la muy tonta joven hechicera, olvidó de realizar ese hechizo en
tierra firme, pues, estando encumbrada en lo más alto de un pino y convertida en golondrina, la
diferencia de peso era enorme, tan enorme como la estupidez que realizó. Apenas vióse transformada
en mujer, tarde reccionó a su propio error cometido, y por más que trató de asirse a las débiles ramas
que suelen estar en la parte más alta de los árboles, su propio peso la llevó hacia abajo, haciendo que la
fuerza de gravedad se activara por naturaleza propia y no hubo conjuro en ese momento que la salvara
de la brusca caída que la dejó mal herida e inconciente a los pies de aquel inmenso árbol.
Siempre en todas las historias suelen suceder eventos que desequilibran ó dan equilibrio a todo
tipo de situaciones producto de conjuros o hechizos desafortunados y en este caso, el mal uso de la
hechicería, tuvo que revertir ese desafortunado empleo. ¿Creerían ustedes que otra criatura sería testigo
de la caída de Raquel desde lo alto de ese árbol y no su amado mítico leñador?
Precisamente Patógro acertaba a pasar por ese lugar, y muy precisamente por de bajo del mismo
pino en donde la joven se hallaba encaramada. Imaginen ustedes qué sorprendido quedó la criatura
cuando vió caer a sus pies a una hermosa joven. Atónito quedóse viendo a la bella doncella totalmente
inconciente ahí mismo, a sus pies. ¡Qué maravilloso! Exclamó mientras miraba la copa que sostenía en
una de sus manos,.. ¡Es verdad entonces! Pensó mientras se deleitaba observando a tan hermosa y
joven mujer que inconciente por él se hallaba ahora a sus pies.
Los conjuros y hechizos suelen activarse por sí solos en momentos muy oportunos e
inoportunos y siempre con la ayuda de esencias mágicas que polulan por doquier, y así fue en este caso,
pues muy cerca de este lugar, la residencia recién construida de las Crátivas se hallaba muy bien
dispuesta para conciliar lo irreconciliable con lo conciliable, lo real con lo irreal.
Una de las Arayara que observaba por una pequeña ventana y desde el interior de un grueso
árbol sonrió levemente por el espectáculo que presenciaba. Jamás había visto cómo una mujer se
avalanzara desde lo más alto de un árbol a los pies de un ogro para suplicarle amor, amistad y un
cuanto hay de otras cosas. Desde otra ventanita ubicada algo más arriba que la anterior y desde el
mismo árbol, la otra Arayara también observó lo acontecido y encontró muy novedosa la manera de
demostrar interés y aprecio por una criatura tan horríble. La hermosa escena sobre una mujer
desesperada por un amor imposible, conmovió a ambas Crátivas y, en nombre del amor que todo lo
hace posible, sin que ambas se pusieran de acuerdo, coincidieron que una oportunidad a ese amor
evidente había que darle y, haciendo chasquear sus dedos, la magia actuó y en el acto nuestro amigo
Patógro sintió un amor tan inmensamente profundo por la joven que, con mucho cuidado y sin
despertarla de tan hermoso sueño, la tomó en brazos y partió con ella hacia sus dominios, pues por esos
lugares, aún siendo un terrible y temido ogro, su seguridad no estaba del todo garantizada.
Pobre joven hechicera, por no pensar bien en sus actos, sin desearlo fue a caer a los brazos de
una criatura muy poco estimada por esos lugares, sin embargo, todo suceso tiene un porqué y un para
qué y sobre esas cosas las Crátivas son expertas.
Pero mientras el desenlace de esta historia pareciera ser predecible, fuerzas extrañas y algo
oscuras hacíanse sentir por los rincones más apartados de este inmenso bosque. La soledad reinaba por
doquier y las pocas criaturas que vivían por esos lugares algo raro notaron en el ambiente. Cuando
salían a recoger hierbas y hongos silvestres todos por igual sentían un “no se qué” por los alrededores,
un presentimiento que les obnubilaba la mente por breve tiempo desconcentrándolos de sus labores
habituales. Las Crátivas lo sentían de igual manera y como esencias mágicas de los equilibrios
necesarios a veces, y otras no tanto, intuyeron que algo se les venía encima, una energía nunca antes
vista ni sentida, algo extraño comenzaba a roer esos equilibrios y ellas tampoco quedarían al margen de
esos influjos de cambios.
A todo ésto Patógro ya había llegado a las ruinas del antiguo castillo llevando en brazos a la
bella joven quien, habiendo salido de su estado de inconciencia, simulaba estarlo aún fingiéndolo muy
bien y creyendo que aquellos poderosos y gruesos brazos que la sostenían eran de su bien amado
leñador. Pobrecita Raquel, en ningún momento abrió sus ojos para mirar a su protector idílico y amado.
Como buen ogro, Patógro buscó un lugar donde su hermosa novia quedara bien protegida de las
inclemencias del tiempo, y no halló mejor lugar que una antigua bodega que aún se mantenía intacta en
el subsuelo de la loza principal del castillo derruído por el paso del tiempo. Muy ansiosamente
acomodó a su bella amada sobre unas finas matas de cilantros que formaban un muy suave y cómodo
colchón bastante aromático, y el aroma que surgió de las matas al ser sacudidas y aplastadas por peso
sin igual, hizo reaccionar a Raquel quien, alérgica a todo tipo de condimento, comenzó a estornudar en
un ataque de tos que la hizo abrir sus ojos y dejar de fingir su estado de inconciencia. Tan desesperante
para ella fue ese ataque de tos que, muy rápidamente cerró sus ojos y chasqueó sus dedos, un violento
hechizo emanó al instante desde la punta de todos sus cabellos los cuales se erizaron cuan largos eran y
al instante todo aroma de hierbas, polvo y malos olores, en especial los del ogro, desaparecieron, y tan
grande fue esa energía desprendida desde el interior de la hechicera que Patógro sintió una fuerte golpe
en su cabeza, como si alguien le hubiera dado un palo a secas para dejarlo inconciente, y como si algo
así hubiera sido real, el pobre ogro se desvaneció al instante cayendo pesadamente sobre la pesada loza
ya despejada de escombros y en donde podíase ver la entrada a la otrora Gran Bodega Real y que con
tanto afán la infelíz criatura resguardaba con celoso parsimonia.
Raquel se desentumeció estirando sus brazos para despejarse de esa somnolencia que la
mentanía aún adormilada. Bostezó muy fruncidamente y sentadita en el suave colchón de cilantros
miró a su alrededor buscando ansiosa a su amado, mas, imaginen ustedes su impresión cuando advierte
que éste se encuentra desmayado, inconciente por culpa de su conjuro antialergico y convertido en un
feo y horrible ogro. Qué terrible, qué desgracia, qué cosas nos depara la vida, a veces.

LAS ARAYARA

Como les dije anteriormente, las Crátivas son esencias energéticas que existente desde tiempos
muy antiguos y son las que equilibran las energías a tal punto que, lo que es bueno no lo es tanto y lo
que es malo, por lo general lo es y muy necesario para equilibrar las cosas.
Ansiosas por manifestarse en eventos especiales entre las criaturas del mundo material, y muy
especialmente entre los humanos, buscando por aquí y por allá, encontraron un sentido a todo su
ímpetu energético, y qué mejor que ayudar a despertar el amor entre dos criaturas que se atraían
mutuamente, una joven hechicera y un horrible ogro, algo así como esa historia tan conocida como la
“bella y la Bestia”.
Es a partir de este ímpetu incontrolado por hacerse partícipes de los eventos que prontamente se
desarrollarían a merced de otras fuerzas extrañas y desconocidas para ellas, que decidieron mantenerse
materializadas en dos personalidades muy diferentes, una se llamó Araya y la otra Ayara, un mismo
nombre pero leído al revés, pues siempre una era el opuesto de la otra y no por naturaleza, sino por,
llevarle siempre la contraria a la otra parte. Así son las energías naturales que buscan los equilibrios.
Ambas esencias deambulaban por los distintos rincones del bosque buscando ocaciones en
donde poder manifestarse para “bien” o para “mal”, pues desde tiempos pretéritos era ese su propósito
último, definir situaciones entre las distintas criaturas que vivían por esos lugares.
Ansiosas por manifestarse entre las distintas criaturas descubrieron fuentes energéticas que las
alimentaron más aún en sus pretendidas ganas de hacer de las suyas, entrometerse en asuntos que, sin
su intervención igualmente tendrían un final felíz ó, por último, equilibrado, según las circunstancias.
Cuando supieron del amor entre Raquel y Juan el leñador, una atracción fenomenal que desde hace
mucho tiempo no se sentía por esos lugares, generaron tal energía que fue imposible que ambas
Crátivas no lo percibieran.
Han de saber ustedes que los enamorados generan energías tan alimenticias para las criaturas
mágicas que, así como ambos enamorados sienten cosquilleos y ansiedades extrañas el uno por el otro,
la magia misma se transforma en luminosa aura que llama cuan farol en medio de la noche, a cuanta
criatura necesitada de energías positivas y también a las otras que aún más las necesitan. Por eso es
que, cuando de amores se trata, en silencio y en secreto éste debe profesarse.
Así fue cómo las Crátivas supieron de esa atracción existente entre ambos por lo que, sin perder
el norte de sus propósitos, acudieron al llamado de esos influjos energéticos que tan apetecidos son por
todas estas criaturas. A medida que Raquel iba y venía volando entre ramas y ramas siguiendo a su
amado y buscando la oportunidad para manifestarse ante él, la joven hechicera fue dejando rastros
energéticos en todos los lugares por donde anduvo, rastros que todas las criaturas mágicas pueden oler
y seguir hasta llegar a la fuente de origen para alimentarse de esas deliciosas energías que tanto faltan
en tantas partes del mundo hoy en día.
Al igual que Raquel, Juan el leñador, ansioso por volver a ver a su mítica amada que le brindó
sendo golpe en la cabeza con una copa dorada, también fue dejando rastros en su deambular energético
y éste fue muy bien aprovechado por las Crátivas pues, las muy descaradas, llegaron donde éste vivía y
descubrieron la hermosa copa llena hasta rebosar de esa deliciosa energía. Juan, siendo un simple
mortal, no podía saber que bebiendo esas energías invisibles a sus ojos, muy inmediatamente después
de haberla bebido, sabría del lugar donde su amada había fijado su residencia y, como cosa de magia,
en un dos por tres, habría aparecido junto a ella para amarla como él quería y lo deseaba. Sin embargo,
nuestro buen leñador, lejos de su propio hogar, deambulaba por el bosque ajeno a todas estas cosas
mágicas pues las desconocía, y muy ansioso pasaba sus horas y días buscando trozos de madera para
mantener el fuego que daba luz y calor a su pequeña vivienda desconociendo todas estas cosas que a su
alrededor sucedían.
Las Crátivas, criaturas muy impertinentes cuando así lo desean ser, entraron a la vivienda de
Juan y encontraron ese dorado cáliz tan apetecido por toda criatura que sabe de esas cosas y, sin
pensarlo demasiado, con mucho entusiasmo bebieron de esa copa toda esa deliciosa energía vital de
“enamorados” y sus esencias se revitalizaron a tal punto que, hasta algo más jóvenes se sintieron, pero,
considerando que esos influjos energéticos no estaban destinados para ellas, decidieron ser algo
generosas y dejaron un poco de esas esencias juveniles de doncella para que Juan, llegado el momento,
también se impreganara de esas energías tan necesarias y elementales para los enamorados y lograra su
cometido, amar a su mítica y misteriosa amada que solamente había visto una sola vez.
De esta manera fue cómo, robando algo de esencias energéticas, ambas Crátivas se
transformaron en dos entidades diferentes, una se llamó Araya y la otra Ayara, y ambas serían lo
opuesto de la otra, en actos, pensamientos y acciones, siendo esto último lo más terrible.
Una de ellas se personificó como Verunia, la hechicera de los textos sagrados, cuidadora de
cosas antiguas dignas de ser veneradas por sus significados trascendentales, la otras se materializó
como Anita, la hechicera cuidadora y regenta de los duendes y enanos de todos esos lugares. Esta
última entraría de inmediato en conflicto con un horrible ogro, ustedes ya saben de quien hablo, de don
Patógro quien disfrutaba en demasía asustándolos y deborándolos cuando no lograban escapar de las
trampas que por doquier disponía para cazarlos.
Anita y Verunia, ya transformadas en dos personalidades distintas se hacentaron en el interior de
un grueso árbol. En el interior de éste, Verunia armó su biblioteca de hechizos y de encantamientos y
Anita elaboró sus planes de inmediato para mantener bajo control a todos los enanos y duendes que aún
la recordaban, pues, han de saber ustedes que, a pesar de ser esencias solamente, ambas hechiceras de
carne y hueso transformadas ahora en esbeltas mujeres, un pasado tuvieron tremendo y oscuro, y el de
Anita fue el más terrible.
Hay muchos relatos muy descriptivos sobre las Crátivas, las Arayara y sobre Verunia y Anita,
nombres diferentes para dos distintas esencias energéticas que siempre las podrás encontrar en los
momentos más inesperados de cuanta aventura te toque vivir.

RAQUEL Y SU AMADO

No fue fácil para Raquel comprender que ese horrible ogro era en verdad su amado mítico
Leñador. ¿Cómo era posible que un encantamiento lanzado para evitar el malestar de las alergias,
terminara convirtiendo en ogro a un hermoso ser humano?. ¡Imposible! Se dijo asi misma.
Como las puertas de la bodega habían quedado abiertas, encontró que la mejor solución era
practicar la levitación con el cuerpo de su amado, por lo que, una vez de pie y muy concentrada, muy
lentamente comenzó a levantar el pesado cuerpo de la criatura para luego, levitando, hacerlo descansar
sobre unas cajas de cartón repletas de libros viejos que se hallaban en el interior de la bodega. Una vez
dejado ahí muy cómodamente recostado el cuerpo, la joven decidió proteger a su amado de la mejor
manera posible, por lo que, al observar que las pesadas puertas de grueso roble se encontraban abiertas
de par en par, y preocupada por las cosas interesantes que se veían en el interior más que por el pobre
indivíduo, decidió cerrar esta misteriosa y oculta bodega, y para asegurar que nadie la descubriera,
movió piedras enormes haciéndolas levitar muy lentamente y así, poco a poco y con mucha paciencia,
cubrió por completo ese lugar para que nadie lo descubriera.
En su afán por revertir el desafortunado encantamiento, decidió partir convertida en ave hacia
su escondite, no sin antes cerciorarse de que persona alguna los hubiera visto por ahí. De igual manera,
cercioróse que todo hubiera quedado bien escondido.
Raquel emprendió entonces el vuelo hacia su escondite, una pequeña caverna ubicada en la
parte más alta de una pequeña colina. Una vez ahí registró todos sus bolsos hasta encontrar lo que
buscaba con mucho ahínco, un pequeño frasco de infusiones mágicas, infusiones que le permitiría
regresar a su estado natural a su amado leñador.
Mientras la joven enamorada se dedicaba a reunir otros ingredientes necesarios para lograr su
cometido, Juan deambulaba por el bosque intentando recordar en qué lugar de éste había dejado su
bolso que le permitiría llevar hasta su vivienda los tan necesarios trozos de madera para calefaccionarse
y para poder cocinar sus alimentos
A medida que se adentraba en los dominios de Patógro recordó las ruinas del Castillo, el lugar
donde vió por primera vez a su amada mítica. Así, como una cosa mágica, le vinieron a la mente las
imágenes del lugar exacto donde había recibido ese golpe de amor, por lo que, ya bien recordado el
lugar, muy contento se fue por el sendero de siempre en busca de su bolso, sin duda alguna por ahí lo
encontraría, de eso estaba muy seguro.
Lo que Juan ignoraba era que las Crátivas comenzaba hacer de las suyas. Como las muy
desvergonzadas habían bebido del néctar energético de los “enamorados” ahora cuan mariposas
esbeltas y bien parecidas, muy alegres revoloteaban alrededor de la caverna que ocupaba Raquel
esperándo verla salir e influir en ella, en sus influjos más íntimos de mujer.
Apenas la vieron salir volando convertida en golondrina, se esforzaron lo más que pudieron
para seguirla, pues, aunque sabían que estaba engañada, de igual manera querían averiguar qué
pretendía hacer con aquel ogro encerrado en la bodega. Pero, como muy buena golondrina que era,
salió volando tan de prisa que ambas Crátivas quedaron inmóviles sin poder reaccionar a tiempo y
tuvieron que conformarse con verla partir tan rápido con una rayo. Sabiendo que la joven intentaría
volver a su estado natural a su amado, cosa que era imposible, pues, como ustedes ya saben, ese ogro
era ogro y nada más que un odioso ogro de tiempos antiguos, mayores preocupaciones no tuvieron y
viéndola partir con tanto ímpetu, decidieron dejarla sola y que diera solución ella misma a su
problemático amor ciergo.
Verunia y Anita, a partir de ese momento, dejaron de batir sus alitas de mariposas y muy
lentamente, ambas Crátivas, fueron tomando la forma humana más aceptable posible para los humanos.
Rato después dos hermosas mujeres caminaban por uno de los senderos más transitados del bosque y
mientras se acercaban al conocidísimo Castillo en ruinas, Juan, que ya merodeaba en ese lugar
buscando su formidable bolso de leñador, al escuchar voces femeninas muy cerca de donde él se
encontraba, muy rápidamente se parapetó en uno de los derruídos muros más próximos al lugar donde
él se encontraba.
• Pobre muchacha,... dijo una de ellas mientras caminaban por entre las ruinas del Castillo,. -
Cuando vea que sus hechizos de nada sirven para convertir a ese ogro en humano, la muy desdichada, de
seguro, se irá lejos y esas copas doradas estarán toditas a nuestra disposición.
• Sí, sí, eso es cierto, esas copas nos servirán de mucho,... Contestó la otra mientras, sin saber,
pasaban caminando a muy pocos metros de donde Juan se encontraba agazapado escuchándolas y
viéndolas desde una muy buena ubicación.
• Ese pobre leñador ni sabe que esa muchacha lo busca y menos aún que, en la copa que tiene en
su mesita de noche, tiene todo asegurado,... Comentó Verunia con su timbre de voz brillante y bien
impostada.

Anita y Verunia, las magníficas Crátivas, continuaron caminando hablando de otras cosas muy
interesante sin percatarse de que los oídos de un leñador habían puesto mucha atención a una parte
importante de esa conversación bastante distendida y despreocupada. La conversación continuó
abordando otros temas de interés para ambas mujeres, pero para Juan esas otras cosas no revestían
mayor importancia, por lo que, viendo que ambas caminaban muy distraídamente alejándose de ese
lugar, después de esperar un tiempo prudente, el suficiente para percatarse que ya se habían alejado lo
suficiente, muy rápidamente decidió dejar de buscar su bolso y emprendió el regreso hacia su vivienda,
pues, como bien había escuchado, en la copa encontraría todo lo que buscaba desde hace tiempo.

Curiosamente, como siempre suele suceder en estas historias mágicas, Raquel, la joven
hechicera enamorada de su leñador mítico, acertó a pasar por ese mismo lugar volando muy
tranquilamente.
Después de haber salido volando tan velozmente como pudo desde su pequeña caverna, pues
sabía que dos criaturitas pretendían seguirla, decidió volar por todos los alrededores lo más rápido que
pudo. Así, de manera muy inesperada para esas criaturitas, Raquel logró despistarlas, pues, como bien
su padre le dijo durante su niñez, debes cuidarte de esas Crátivas que siempre hacen de las suyas.
Sabiéndose liberada de esas dos, regresó a su caverna y preparó la pócima perfecta para
desencantar a ese ogro e intentar volverlo a su estado natural. No siempre la magia suele ser tan
acertiva como se muestra en las películas de Harry Potter. Para ser una buena hechicera debes practicar
mucho, mucho, mucho, y después de un buen tiempo, algo comprendes de todas esas cosas. No es cosa
de hacer así no más los hechizos. ¡Para nada!
Como les dije, acertó Raquel a pasar por encima de los muros derruídos del Castillo en ruinas
convertida en ruiseñor y justo en ese momento Juan emprendía el regreso a su vivienda en busca de esa
maravillosa copa. Fue en ese momento que la joven hechicera vé desde lo alto a su mítico amor
camiando muy deprisa rumbo hacia su vivienda. ¡Qué alegría experimento Raquel al ver a su amado
sano y salvo caminando por el bosque!
¡Qué bella es mi magia! Se dijo asi misma la joven. Bastó que lo pensara, pronunciara el
conjuro e hiciera la pócima, y de corazón convencida de lo que hacía, partí donde mi amado y, así de
pronto, me bastó para comprender qué importante es hacer las cosas con amor. ¡Pensamiento, palabra y
acción! Los sabios tenían razón.

Ansiosa por reencontrarse con su amado y sentirse protegida en sus fuertes brazos voló lo más
rápido que pudo y, adelantándose bastante al camino que el leñador había tomado, descendió al
empolvado sendero, cerró sus ojos y se convirtió en una hermosa joven. Muy ansiosa por encontrarse
con su amado mítico, buscó en sus recuerdos el mejor vestido, el mejor peinado, y todos los mejores
accesorios necesarios que una joven requiere para verse bella, muy bella. Y cuando hubo encontrado en
pensamiento todo lo que necesitaba, “shass”, así de pronto, convertida en princesa quedó.

AMORES DESENCANTADOS

Mientras Raquel se “hermoseaba” de la mejor manera posible para encontrarse con su amado,
lejos de ahí, precisamente en el interior de la bodega, Don Patógro recuperó el conocimiento. En medio
de la oscuridad se sintió algo desorientado, solamente algo, pues, gracias a su fino y delicado olfato
advirtió que se encontraba al interior de su bodega. El olor a moho y a polvo envejecido producto de
años de encierro de todas esas cosas amontonadas desde tiempos muy antiguos, le ayudó rapidamente a
indentificar el lugar donde estaba. Con sus gordas y anchas manos palpó el lugar donde se hallaba
recostado e identificó de inmediato el conjunto de cajas amontonadas que él mismo había apilado ahí
hace ya bastante tiempo atrás. Muy lentamente se puso de pie y a tientas, guiándose por el tacto y
recordando la disposición de todo lo que había en ese lugar, pues él era el único que tuvo acceso ahí
durante años, logró dar con el interruptor de la luz eléctrica. Una vez encendida la ampolleta (bombillo)
se vió rodeado de todas las cosas que más amaba, cajas repletas de archivadores donde se encontraban
todas las ordenazas del rey y de la reina anteriores, documentos que advertían de manera muy
anticipada de lo que sucedería y otra gran cantidad de cosas inimaginables para nosotros, simples
mortales. También, en un rincón había una caja repleta de copas doradas, artículos muy codiciados por
muchos brujos y brujas, hechiceras y aprendices de las artes oscuras. Con esas copas era posible
conjurar hasta el mismo demonio y si bien, muchos de por ahí no creían en esas cosas, bien sabía que el
tiempo siempre le daba la razón.

Patógro era bastante corpulento, es decir, bastante gordito y su respiración, algo acelerada,
estaba consumiendo el poco oxígeno que aún se mantenía en el interior de la bodega. Así, muy
lentamente, el pobre ogro comenzó a sentirse sofocado por el encierro, un ahogo le advirtió que debía
salir de ahí o algo peor ocurriría con él. Se acercó a las puertas para abrirlas, las empujó con todas sus
fuerzas pero éstas no cedieron. La pequeña escalera que lo conducía hacia arriba, no le daban la
movilidad suficiente para poder empujar con todas sus fuerzas esas puertas muy bien cerradas. Las
rocas puestas encimas de ellas impidieron que éstas fueran abiertas. Raquel, al momento de retirarse,
las puso encima para evitar que fueran vistas por cualquier persona que por ahí pasara.
El pobre ogro habrá estado un buen rato intentando abrirlas pero por más empeño que hizo éstas
no cedieron. Ya sofocado por el calor, el mal olor y la desesperación, de pronto sintió perder sus fuerzas
y muy lentamente, de manera muy dificultosa por el mareo que causa la falta de aire limpio, bajó los
dos peldaños que lo separaban del suelo y caminó hacia el muro descubierto de todo bulto y de cajas,
apoyó su espalda en ese muro y muy lentamente fue perdiendo el conocimient hasta quedar sentado en
ese rincón totalmente desvanecido por el sopor.
Las Crátivas muy sensible en cuanto a las emociones se trata, advirtieron que alguien sufría,
alguien se sentía en peligro, alguien requería de ellas. Fue entonces que Verunia, la más coqueta decidió
seguir sus instintos. Anita continuó caminando hacia su vivienda decidida a preparar una muy buena
merianda y se despidió de Verunia.
Una vez que Anita alejóse de ese lugar, Verunia rápidamente hizo uso de sus poderes mágicos y
se transformó nuevamente en esencia energética dejando atrás su forma femenina. En ese nuevo estado
existencial le fue más fácil percibir las huellas energéticas que la guiarían hacia la criatura que, sin
pedir auxilio, requería su ayuda.

Verunia en su estado natural, era energía puramente optimista y sensual, pues, así se
diferenciaba de la otra Crátiva, Anita, algo más mística en apariencia y más pudorosa en muchos
aspectos.
Siendo energía pura, inmediatamente pudo identificar desde dónde venía esa sensación de
angustia y de ahogo. Ese sopor identificado a través del éter, vino también acompañado de un
desagradable olor a sudor, sudor de ogro viejo y antíguo, y según sus conocimientos, el único ogro vivo
aún por esos lugares era Patógro, uno de los más desagradables seres que por ahí habitaban. Pero como
las Crátivas deben ser justas en el más amplio sentido de la palabra, su esencia misma le impidió
discriminar el llamado angustioso de una criatura que está al borde de pasar a mejor vida, por lo que,
sin pensarlo mucho, y casi de manera instantánea, desapareció de ese lugar. Como buena bruja mística,
casi instantáneamente, se trasladó hacia el interior de la bodega donde el pobre ogro casi agonizaba por
falta de oxígeno. Al ver a la pobre criatura desvanecida semisentada en uno de los rincones, su esencia
femenina de la compación la instó a ayudarlo a poder salir de ahí.

No muy lejos de ese lugar, por uno de los senderos del bosque, Raquel convertida en una
hermosa joven mujer esperaba a Juan que, ansiosamente debía pasar por ahí rumbo a su casa. Por otro
lado, Juan ansiosamente acertó a pasar por entre algunos muros derruídos y unos ruidos subterráneos
llamaron su atención, ruidos extraños que jamás había escuchado. Mientras caminaba la curiosidad
pudo más y decidió detenerse para escuchar mejor e identificar desde dónde venía ese ruido. Así de
pronto nuevamente el ruido se hizo oír y Juan, dejando el sendero que lo llevaba a casa, se internó
hacia el interior de la floresta, hacia el lugar desde donde provenían esos misteriosos ruidos
subterráneos. Lo que Juan no sabía era que muy cerca de ese lugar estaba la bodega subterránea donde
el ogro se hallaba encerrado y junto a él una de las Crátivas, Verunia, que con su magia intentaba abrir
las puertas de aquel bodegón para que el ambiente interior se oxigenara y el pobre ogro sobreviviera al
encierro. Pero por más que se esforzaba Verunia utilizando su magia, el peso de las rocas era tan grande
que, aún con sus mejores esfuerzos, el peso de éstas impedía que las puertas se abrieran hacia afuera.
Fue muy angustiante para la pobre Verunia saber que ella no bastaba para salvar a ese ogro, para ello
requeriría de su complemente, Anita, la otra Crátiva que, lamentablemente, estaba muy lejos de ese
lugar.

Juan se acercó lo suficiente para ver cómo unas grandes rocas se movían extrañamente sobre el
suelo como movidas desde abajo, como empujadas desde la tierra misma como si algo intentara salir
desde las profundidades de la tierra. Mientras observaba ese extraño evento que heló su sangre y puso
su piel de gallina, recordó las historias de dragones y de monstruos subterráneos que, cada cierto
tiempo, cada cientos de años, buscan manera de volver a la superficie y hacer de las suyas. Esos relatos
escalofriantes de antaño lo inmovilizaron y su mente quedó en blanco por unos segundos.

Abajo, en el interior de la bodega, Crátiva continuaba agotando sus pocas energías para poder
abrir esas puertas, hasta que, de pronto, como una cosa de magia blanca nunca antes vista ni sentida por
ella, escuchó unos ruidos en la superficie, unos ruidos como pisadas que comenzaban a escucharse de
manera más fuerte ahí arriba, sobre esos gruesos portones. Así, muy fatigada por sus vanos esfuerzos
por lograr salir de ese oscuro lugar, cerró sus ojos algo más tranquilizada por los ruidos que se
escuchaban en la superficie. Alguien allá arriba intentaba abrir la puerta de esa bodega y la razón no
estaba clara en su mente. Las Crátivas saben todo, absolutamente todo, pero por más que intentaba
escudriñar el éter para sentir aquella energía extraña y nueva que a alguien guiaba para que la ayudara a
abrir esas puertas, ni flujos energéticos ni vapores extraños llegaron a su mente y a su sensible olfato
para descubrir lo que animaba a quien estuviera ahí arriba intentando abrir esas puertas.

Arriba, sobre la puerta, Juan empeñosamente, movía las rocas para que, aquello que intentara
salir desde las profundidades, saliera lo más pronto posible y así él, con todo el temor que le producían
esas historias de antaño, enfrentaría sus miedos más profundos a partir de ese momento, enfrentaría lo
peor de las pesadillas de su infancia con hidalgía y honor, pues, el temor y los miedos siempre se
superan enfrentándolos.

Raquel, a todo esto, se hallaba muy aburrida sentada a la vera del camino y nada ni nadie osaba
pasar por ahí hacía horas. “Tal vez mi amado anda perdido, tal vez se olvidó de mí y otra mujer llena
ahora su corazón, acapara toda su mirada y lo hace soñar embelezado con ella. ¡Qué triste es mi
vida!” Díjose ella misma mientras decidía volver a su pequeña caverna y olvidarse para siempre de su
amado mítico. Pero, como buena hechicera, recordó que había dejado a un completo extraño convertido
en ogro encerrado en lo más profundo de una bodega, por lo que, antes de abandonar definitivamente
su propósito de mujer enamorada, decidió caminar hacia ese lugar antes del anochecer.

Y mientras Raquel caminaba indiferente hacia la bodega oculta desde hace muchos años, en ese
lugar, Verunia convertida nuevamente en una muy atractiva mujer coqueta y muy bien maquillada, pues
siempre el interés de ella es conquistar a los incautos masculinos que por ahí pasaran, muy agradecida
por ser rescatada, de manera muy pero muy expresiva y alegre, conversaba con Juan gesticulando de
manera exagerada todo lo que le habia ocurrido y de cómo ese perverso ogro la había capturado y
encerrado ahí en ese tan horrible lugar.

Qué cosas suceden a causa de las Crátivas. Sin que ellas se lo propusieran un incauto caía en
sus redes, un ogro quedaba liberado en su estado natural y Raquel triste se acercaba al lugar de los
desencuentros amorosos ó, mejor dicho, al desamor más absoluto, a los amores desencantados.

Cuando Raquel llegó a ese lugar vió a su amado muy animadamente conversando con Verunia,
una mujer coqueta, algo mayor y muy bien vestida, elegantemente vestida. Juan, su amado mítico,
veíase embelesado por tan hermosa mujer que ya lo había embrujado con su sola presencia. don
Patógro miraba a su alrededor buscando a su hermosa princesa encontrada en el bosque.
Antes que se dieran cuenta de su presencia, Raquel, muy rápidamente se metió por entre unos
arbustos y se escondió para no ser vista. Estuvo escondida el tiempo suficiente para escuchar todo lo
que ambos conversaron, Verunia y Juan, su ex-amado. Patógro al no ver nada de su interés se alejó
caminando, no sin antes volver a escudriñar todo a su alrededor con su mirada inquisitiva.
El detalle de esa conversación solo nos la puede contar Raquel y abremos de esperar lo que nos
tiene que relatar en sus crónicas. Lo que sí sabemos es que Patógro volvió a sus fechoría asustando a
cuanta criatura anduviera por ahí totalmente desprevenida.
El viento trajo aires de cambio y todo lo dicho por las Crátivas en tiempos antíguos se concretó
de manera bastante precisa. Raquel se alejó un tiempo de esos lugares, Juan volvió a sus quehaceres de
leñador y Verunia, durante una mañana de otoño, en sueños advirtió el advenimiento de un mal que
caería sobre todos. Ese mal se encarnaría en dos brujas que llegarían a hacer de las suyas.

FIN DE “PATÓGRO Y LAS CRÁTIVAS”

You might also like