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EUGENIO RAUL ZAFFARONI CRIMINOLOGIA APROXIMACION DESDE UN MARGEN Vol. I EDITORIAL TEMIS S. A. Bogota - Colombia 1988 © Eugenio Raul Zaffaroni, 1988. © Editorial Temis, S. A., 1988. Calle 13, nim. 6-45, Bogota. ISBN 84-8272-278-6 Hecho el depésito que exige la ley. Impreso_en Nomos_ Impresores. Carrera 39 B, nim. 17-98, Bogota. Queda prohibida la reproduccién parcial o total de este libro, por medio de cualquier proceso, reprogrAfico 0 fonico, especialmente por fotocopia, microfilme, offset © mimeégrafo. Esta edicién y sus caracteristicas graficas son propiedad de Editorial Temis, S. A. CapiTULo IIT LA GESTACION DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO”’ SABER Esta es la parte det mundo fen que el piso se sigue construyendo. Los que ali nacimos tenemos una idea propia delo que es el alma y de lo que es el cuerpo. (Cantos PeLiicer, Voz y luz del trépico, México, 1978) La todos vive felizes, Todos dancam no terreiro; A gente 1d no se vende ‘Como aqui, s6 por dinheiro. (Awtomto pe Castro Atves, A cancao do africano) 1, {POR QUE QUEDAMOS MARGINADOS? Hay interrogantes bastante curiosos en los ultimos aiios, como, por ejemplo, el cuestionamiento acerca de la existencia de un ‘‘Tercer Mundo’, y una reiterada pregunta sobre si ‘Latinoamérica’ realmente existe. En el Ambito criminoldgico, la pregunta se ha planteado a partir del diferente sentido que se asigna a lo “latinoamericano’’, donde se objeta que algunos autores lo consideran como una unidad geografica (BERGALLI), y otros, co- mo una unidad hist6rico-cultural (Rico), asignandole distinta extensidn, pues algunos incluyen el Caribe de habla inglesa o francesa y otros lo excluyen!. La imprecisa “definicién’? de América Latina y su pluralismo cultural serian las principales objeciones a un concepto de América Latina como operacional en criminologia. Mucho mas atn lo seria la idea de un ‘‘Tercer Mundo’ por ser un mosaico politico y cultural2. Siguiendo el criterio de mirar la realidad y luego asignarle un sentido y verificar después si el sentido asignado no se contradice con la realidad que antes “‘miramos’’, creemos que el “Tercer Mundo” es, simplemente, una realidad, es decir, que hay regiones en el Norte donde se asienta la parte de la poblacion mundial con mas alto nivel de vida y donde la tecnologia —y por ende, el poder— alcanza un extraordinario desarrollo, si bien en La objecién proviene de BIRKBECK. bre este iiltimo aspecto, véase la ir nica y oportuna respuesta de JULIEN. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 61 esas regiones del Norte puede haber ‘“‘bolsas”” de subdesarrollo pero que participan del mismo sistema de seguridad militar. Por el contrario, hacia el Sur hay regiones con hambre, explotacién Ilevada a cabo por minorias, dependientes de las decisiones del poder y que disponen de la tecnologia que el Norte quiere trasferir. Esto es el Tercer Mundo: las zonas geograficas ‘ocupadas mayoritariamente por los pasajeros de segunda, de tercera y con “boleto de perro”, del planeta Tierra. Obviamente que en estas regiones no van a encontrarse coincidencias ni similitudes culturales ni politicas, pero eso no puede negar la realidad en términos de poder. Sin embargo, la cuestion acerca del ‘‘Tercer Mundo”’ y de ‘‘nuestro margen’’? —Latinoamérica— no puede comprenderse bien si se visualiza en un corte trasversal contempora- neo, puesto que la comprensién de su concepto solo puede alcanzarse en perspectiva histérica, o sea, analizando cémo se genera el poder mundial y cémo quedamos marginados, cémo se genera “nuestra”? marginacion y qué particularidades tiene frente a otras. Este proceso nos va a explicar aproximadamente ‘‘nuestro margen’’ (justamente por ser mds grafico, prefe- rimos hablar de una “‘aproximacién desde nuestro margen”’ y no de una “aproximacién latinoamericana”’, pese a que esto es, en definitiva, lo que queremos decir). : Es obvio que los marcos teoricos y en general las ideologias que dominan cn nuestras sociedades acerca del control social punitivo, son importados de los paises centrales y, en primer lugar, de Europa, como también que surgen 0 tienen su génesis o antecedente en Europa a partir del siglo XVIII. El pensamiento juridico-penal moderno se inicia en esa época, y la criminolo- gia aparece con su cara contemporanea —o se consolida— un siglo mds tarde. Estas ideologias o sistemas de ideas corresponden a un momento que se llama la “‘revoluci6n industrial’’ y que otros denominan ‘‘surgimiento del capitalismo’’. Sin embargo, la “‘revoluci6n industrial” puede situarse en el siglo XVIII, pero el ‘‘surgimiento del capitalismo”’ es algo mucho mas discutido, pues, como todo fendmeno social, no cae del cielo, sino que es resultado de un largo proceso de gestacion, dependiendo del concepto de capitalismo el momento histérico en que se sitta su surgimiento, lo que hace que los autores mas notables en el tema sefalen tiempos diferentes, que van desde el siglo XII (PIRENNE) hasta el Xvill3. Lo cierto es que nadie duda de que se produjo un paulatino cambio en las relaciones comerciales a partir de la aparicién de los mercaderes europeos en el siglo XI y que se desarrolla hasta*desembocar en la ‘‘revolucién industrial’’, en el siglo XVIII, como tampoco de que ese cambio se acelera en el siglo XVII. Planteadas asi las cosas, pareciera que se trata de un fenémeno europeo, al que somos totalmente ajenos. No obstante, el planteo es infantil, pues resulta demasiado claro que la acumulacion del proceso capitalista —o que condujo al capitalismo— y su misma posibilidad, solo provienen de los 3 A este respecto, véase Doss, pags. 32-33 62 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER medios de pago (oro y plata) y de las materias primas que Europa obtuvo de América y de Africa, a las que conquisté y subdesarrollé4. El poder europeo se extiende sobre América y Africa, generandose la tactica de domi- nio basada en la informacién, que era disponible anicamente para el poder europeo, pero no para cualquiera de ambos continentes que se mantienen aislados y solo vinculados por medio del comercio esclavista De este modo, vemos con toda claridad que el proceso de desarrollo del centro no fue auténomo, sino que desde sus origenes dependié de nuestro subdesarrollo, motivo por el cual resulta absurdo considerar a la ‘‘revolucién industrial” como un fendmeno europeo, cuando, en realidad, fue un fenéme- no en el que los africanos y los americanos desemperiamos un papel impres- cindible, cargando con Ia peor parte, por supuesto. Como es légico, el control social en las sociedades coloniales sufrié una notable trasformacién: los sistemas de contro] social originarios fueron reemplazados por otros que respondian a la estructura del poder de la socie- dad colonial, la que, a su vez, pasaba a insertarse en la estructura de poder mundial. Pasamos a ocupar una posicién marginal en una estructura de poder mundial, de la cual atin no hemos salido. Las minorias colonizadoras fueron las clases privilegiadas, y el poder, en general, se orientaba a reprimir todo lo que afectase la actividad extractiva de metales o productora de mate- tia prima o pusiera en peligro a la autoridad colonial. 2. EL SABER SUSTENTADOR DEL CONTROL REPRESIVO DE LA COLONIA La ideologia del saber en que se asenté el control represivo colonial en América Latina, traido por los espafioles y portugueses, fue de naturaleza eminentemente teolégica (por asi lamarle). Se trataba de una evidente supe- rioridad del colonizador en el plano teolégico, que al Hegar encuentra a los indios inmersos en lo que el colonizador llama ‘‘idolatria”. Estos “ido- los’? no fueron considerados por los ibéricos como inexistentes ni como falsos, sino que se les reconocié realidad, como producto del demonio. Esta es una pieza clave para la cosmovisiOn que introdujeron los conquistadores: los idolos eran obra del “‘maligno”, no eran dioses, sino creacién diabélica, pero como tal existians. La lucha contra la “idolatria’’, es decir, contra las religiones americanas, era una lucha contra el demonio. La Peninsula acababa de liberarse de los arabes y, con todo el bagaje ideolégico de una “guerra santa’’, emprende la conquista de América, donde encuentra dos sociedades poseedoras de un elevado nivel de organizacién politica y econd- mica, a las que desarticula con el fin de establecer una sociedad productora para la exportacion, para lo cual debe erradicar sus cosmovisiones origina- tias. Nada mejor que identificar esas cosmovisiones con la obra del demonio, pues eran las que se oponian a su poder politico y econémico. 4 Cfr. RODNEY; TIGAR-LEVY, pag. 175. 5 Véase SOUSTELLE, pag. 8. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 63 En esas circunstancias, durante dos siglos de colonialismo tiene lugar una disputa que aparentemente es absurda, pero que encierra una importan- cia capital, que es suficiente para explicar los copiosos voltimenes que le dedicaron doctos autores. Si bien no se discutié mucho el caracter huma- no de los indios, hubo una gran controversia acerca de su origen. Sin duda que descendian de Adan —porque, segiin la Biblia, no podia ser de otro modo— e igualmente de Noé —porque fue ‘‘universal’’—, pero no faltaron quienes sostuvieron directamente que eran hijos de Israel, que habrian coloni- zado —también segin la Biblia— un pais misterioso y desierto, mas alla del Eufrates. Esta teoria fue usada tanto por quienes querian tratar con mas rigor a los indios como por los que pretendian menos persecucion a los judios, especialmente los lamados “‘cristianos nuevos”, que eran los judios convertidos a la fuerza por decisién de los Reyes Catdlicos, hasta el punto de que un autor judio afirmaba que el paraiso se hallaba en el Peri®. Pero el debate mas importante era sobre la naturaleza de la inferioridad del indio (porque en cuanto a que el indio era un hombre inferior, no se discutia). Mientras que una de las corrientes criminoldgicas de los siglos XVI y XVII explicaba que los indios no estaban adoctrinados en la fe de Cristo y, por ende, eran culpables por mera ignorancia, otros sostenian que si habian sido adoctrinados, conforme al mandato de Cristo a los aposto- les (te, docete omnes gentes), y habrian despreciado luego sus ensefianzas, apartandose de ellas, con lo cual habian caido en la apostasia y debian ser tratados como apéstatas. Aunque esta tesis es poco conocida, se funda en numerosos libros de la época que afirman que Santo Tomas (Tomas apéstol) partié rumbo a las Indias y Ilegé a América, donde quedaba memo- tia de su paso con distintos nombres, entre ellos los de Viracocha en el Pert, Quetzalcoatl en México, Pay Zumé en el Brasil, etc. Estas afirmaciones acerca de las diferentes memorias americanas del apéstol se basaban en la existencia de cruces prehispnicas en América’ y en otras “pruebas” me- nores. La leyenda de “‘Tomas-Viracocha”’ 0 de “Tomas-Quetzalcéatl”’ pue- de aparecer como una curiosa anécdota, pero es mucho mas que eso, pues si los indios eran apéstatas, sobre ellos tenian competencia la Inquisicion y la Iglesia, mientras que si esto no fuera cierto y los indios fuesen culpables de tratos diabdlicos por mera ignorancia, era funcién de la Corona adoctri- narlos y nada tenia que hacer la Inquisicién. La llegada de “‘Tomas-Viracocha” o de ‘‘Tomas-Quetzalcéatl”’ esta vinculada también a la Compaiiia de Jesus, la cual podia afirmar un poder auténomo frente a la Corona. Al mismo tiempo cumplia una funci6n ambivalente, puesto que, si por un lado preten- dian los inquisidores tomar argumentos de la leyenda de ‘Tomas de Améri- ca’’, por otro, los defensores de los indios, como Las Casas, se adherian a ella para propugnar un trato mas humano frente a los encomenderos. Tengamos en cuenta que los indios, considerados como inferiores por apéstatas 0 por ignorantes, son explicados en su humanidad por el saber © Cf. Duviors. 7 Al respecto, véase QUIROGA. * Cf. LAFAYE, pag. 256. 64 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER de los siglos xvi y Xvi, de una manera que luego recogera el saber del siglo XIX y, como veremos en el capitulo siguiente, habra de retomar el argumento de la apostasia y convertirlo en “degeneracién” al rellenarlo con ideologia biolégica, para explicar el control social represivo interno de las sociedades centrales, y el de la ignorancia lo rellenara con argumentos biolégicos también (razas que no alcanzaron su completo desarrollo biolégi- co) 0 con argumentos antropolégicos (civilizaciones inferiores), para justi car el dominio colonial en el siglo pasado. En sintesis, la ‘‘apostasia’’ teologica corresponde a la ‘“‘degeneracién”’ positivista, y la ignorancia teolégica, a la inferioridad cultural de la antropologia evolucionista. Los ‘‘tedlogos”” positivistas del siglo XIX (SPENCER, DARWIN, MOREL, GOBINEAU, etc.) no hicie- ron més que justificar la represion y el colonialismo, apuntalando la inferiot dad humana del colonizado y del criminalizado con otro sistema de ideas funcionalmente idéntico. En cuanto al africano, traido como esclavo a América, en ningiin mo- mento el poder se preocupé por justificar o explicar en detalle su ‘‘inferiori- dad’’, pues era conviccién generalizada, hasta el punto de que BARTOLOME DE LAS CASAS, que tan extraordinario papel desempefid en defensa de los indios, recomend6 su reemplazo por esclavos africanos, lo cual es negado por algunos de sus biégrafos, aunque el propio Las Casas se ocupa de arre- pentirse; y, por otra parte, no puede atribuirse a Las Casas el trafico negre- ro en América Latina, pues seria infantil hacerlo?. No puede explicarse el error de Las Casas, quien con tanta fuerza defendié al indio, al punto de que sus criticos partidarios de la ‘leyenda blanca’’, que pinta a la conquista ibérica como empresa cristiana exenta de sentido predatorio, tratan de “diag- nosticarle’’ una paranoia!®, salvo en funcién de una concepcién que, por “obvia”’, nadie discutia. Los tedlogos de la época no se planteaban el problema de la esclavitud, ya que la mayoria de los africanos vendidos como esclavos eran comprados por los negreros a reyes africanos, que los capturaban y reducian a esclavitud en guerras con sus vecinos —que eran aprovechadas y fomentadas por los europeos!!—, y a todos les parecia licito que los cristianos vendiesen y com- prasen como esclavos a hombres que ya eran esclavos. Esta ficcion fue llevada hasta el extremo de condenar las operaciones negreras comercialmente abusi- vas y las practicadas por protestantes (por el peligro que corria el alma de los negros al viajar cautivos en navios heréticos), pero no se condend a la esclavitud en si mismal!2. La Iglesia catélica reconoce hoy con sinceri- dad y pena, que no tuvo un Las Casas de los africanos (Puebla). Como version pseudoteoldgica y carente de todo fundamento biblico, circulaba la versién de que los africanos eran esclavos porque eran descendientes de Canaan, hijo de Cam y nieto de Noé, a quien este habia maldecido porque 9 Cfr. DescHaMps, pag. 58. '@ Asi, RAMON MENENDEZ PIDAL, citado por BATAILLON-SAINT LU, pag. 54. 11 Véase RODNEY, pag. 96. "2 Cfr. DUCHEr, pag. 48, en Unesco. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 65 Cam lo habia visto dormir desnudo en su ebriedad, condenando al hijo por el pecado del padre, a ser siervo de sus tios Sem y Jafet, de quienes descenderian los semitas y europeos!3. La absoluta falta de preocupacin teoldgica por la ‘‘inferioridad”’ del africano es demostrativa de la aquiescen- cia total que el saber de la época concedia a este punto. En sintesis, las teorias del saber de la época permitieron que el colonizador actuase con gran sentido pragmatico; el rigor contra el indio en tratos con el demonio fue manipulado hasta asegurar el dominio y la explotacién. Luego, pasa a prevalecer ampliamente la tesis acerca de su inferioridad por ignorancia y, respecto del africano, por ignorancia y por esclavitud, lo que permitid que no se destruyese iniitilmente mano de obra por parte de la Inquisicion, que se dedic a reprimir preferentemente las formas de trato con el “‘maléfi- 0” usuales en Europa, practicadas por colonizadores y judios, que cuestio- naban el poder de la Corona, que ya los indios no podian afectar y menos tin los africanos!4. La crueldad contra los sectores sometidos solo reapare- cié cuando ellos se enfrentaron al poder —en las rebeliones— o cuando ponian en peligro la propiedad del colonizador, de lo cual son claros ejemplos las terribles represiones contra la revolucién de Tapac Amaru y la de Galan y las levadas a cabo contra los ‘‘quilombos’’ brasileios. 3. EL SABER SUSTENTADOR DEL CONTROL REPRESIVO DESPUES DEL DESPLAZAMIENTO DE LAS PRIMERAS POTENCIAS COLONIALES Espaiia se caracteriz6 por ser una potencia que Hevé adelante la empresa colonial, pero que al expulsar a los judios y mantener una estructura de poder considerablemente feudal, retras6 su industrializacién, manteniendo un elevadisimo porcentaje de clases privilegiadas como lastre improductivo y consumistal5, por lo cual fue deteriorando su posicién hegemdnica, hasta que, finalmente, Gran Bretafia la desplaz6 por completo, consolidando esta liltima su posicién al término de las guerras napolednicas. El imperio colonial ibérico se desmoroné inmediatamente y, en pocos afios, ayudada por la nueva potencia mundial, Latinoamérica se desvinculé del poder espaol. Obviamente, no por eso se desvinculé del poder mundial, que desde sus nuevas manos —Inglaterra y los paises industrializados de Europa— elabora- ron una nueva ideologia, que no hacia més que sostener las mismas lineas de la anterior en lo que a nuestra “‘inferioridad”’ se refiere. Aunque en el capitulo siguiente veremos esto con mas detalle, pues alli fue donde surgié Ja cara nueva de la criminologia, no podemos dejar de sefialar ahora, a escala de consideracién de ‘nuestro margen’”, que los argumentos esgrimidos por los paises centrales —Europa en concreto— in- dustrializados en la nueva fase de dominacién europea fueron tan absurdos 13 Véase DESCHAMPS, pag. 47. \« Cf. GOMEZ VALDERRAMA. |S Véase DOMINGUEZ ORTIZ. 66 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER como los que daban base a la ‘‘criminologia”’ del colonialismo primitivo, y en nada cedian en cuanto a nuestra “‘inferioridad’’. Cuando se pregunta qué es América Latina, antes de responder conviene repreguntar qué es “Europa” y cuando surgié como tal. “Europa”, como una unidad conceptual, no existié sino como una vaga referencia de los arabes a una regién existente al norte de Grecia hasta que Europa se puso en contacto primero con el Africa y luego con América y Asia y, en ese mismo orden, los exploté. Solo cuando se enfrentaron a los tres continentes y los dominaron, “‘reconocieron la necesidad de considerarse un conjunto, algo diverso, hostil y también superior a los pueblos africanos, americanos y asiaticos’’. “Con el capitalismo surgié Europa y con Europa la «civilizacion europea»: una civilizacién fundada sobre los esclavos africanos, las planta- ciones y las cosechas americanas, las especies asiaticas y los metales preciosos de los tres continentes, como también sobre los niimeros de la India, sobre el algebra, la astronomia y la ciencia de la navegacién de los arabes y sobre la pélvora, el papel y la brijula de los chinos. Esta afro-americano-asidtica «civilizacién europea» era, en realidad, la contemplaci6n narcisista de las propias conquistas. La espada, el fusil, el asesinato, la violacion, el robo, Ja esclavitud fueron las bases reales de la idea de la «superioridad europea», pues de este proceso surgié la idea misma de «europeo» —hombre de Europa— que ni siquiera existia etimolégicamente antes del siglo XVII’"'6, Un europeo —SARTRE— dijo, hace un cuarto de siglo: ‘‘Debemos volver la mirada hacia nosotros mismos, si tenemos el valor de hacerlo, para ver qué hay en noso- tros. Primero hay que enfrentar un espectaculo inesperado: el striptease de nuestro humanismo. Helo aqui desnudo y nada hermoso: no era sino una ideologia mentirosa, la exquisita justificacion del pillaje; sus ternuras y preciosismo justificaban nuestras agresiones”’. Europa se alarm6 cuando Hitler aplicé las practicas genocidas europeas a los propios europeos, pero si las hubiese aplicado a los africanos 0 a los indios americanos, quiz hoy tendria monumentos, como los tienen la reina Victoria y los monarcas espafioles y portugueses. Para la ideologia central siempre hemos sido ‘“‘inferiores’’, con argumentos ‘“‘biblicos’’, “‘ra- cionalistas’’ 0 “‘cientificos’’, y lo seguimos siendo, al menos cuado el poder central se sincera. La “‘civilizacién industrial’? abandoné sus argumentos “teolégicos”’, pero ‘‘admitida la divisién de la Humanidad en razas superio- res y razas inferiores, reconocida la superioridad de los blancos y por con guiente su derecho a monopolizar el gobierno del planeta, nada mas natural que la supresion del negro en Africa, del piel roja en Estados Unidos, del tagalo en Filipinas, del indio en el Pert. Como en la seleccién 0 eliminacion de los débiles e inadaptables se realiza la suprema ley de la vida, los eliminado- res © supresores violentos no hacen mas que acelerar la obra violenta y perezosa de la naturaleza: abandonan la marcha de la tortuga por el galope del caballo’’!7. 6 Jarre, pag. $2. '7 GONZALEZ PRADA, pag. 288. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 67 Este saber central fue exportado a América Latina y las minorias gober- nantes Jo adoptaron, en forma que cumplié una doble funcién: justificar la dependencia del poder mundial y justificar la hegemonia de las élites criollas en el poder. Como consecuencia de un cambio dentro del poder europeo, que desplaza a las antiguas potencias maritimas de la hegemo- nia europea y americana, el poder pasé a los nérdicos y particularmente a ingle- ses y alemanes, quienes comenzaron a hacer gala de su ‘‘superioridad” racial y a despreciar como “‘inferiores”’ a los paises que se habian atrasado en la industrializacion y en general a los latinos, de lo cual se hicieron eco muchos intelectuales franceses que atribuian a la ‘‘decadencia de su raza’”’ la pérdida del viejo esplendor imperial. Asi, estos nostalgicos del gotoso Napole6n el Pequezio y de su imperio de opereta que tantas vidas humanas cost6é a México y que retardé Ja unidad italiana, afirmaban a comienzos de este siglo la superioridad de una supuesta “raza aria’"!8, Otro tedrico de la ‘‘decadencia latina’, frecuentemente citado por penalistas y crimindlo- gos latinoamericanos, GUSTAVE LE BON, nos deparo parrafos que no tienen desperdicio: ‘‘Pobladas por razas caducas, sin energia, sin iniciativa, sin moral ni voluntad, las veintidés republicas latinas de América, aunque situa- das en las comarcas mas ricas del mundo, son incapaces de sacar partido alguno de sus inmensos recursos. Viven merced a empréstitos europeos que se reparten bandas de filibusteros politicos asociados a otros filibusteros de la banca europea, encargados de explotar la ignorancia publica, y tanto mas culpables cuanto que estan demasiado bien informados para creer que los préstamos que ellos lanzan a la plaza sean jamas reembolsados. En estas desgraciadas republicas el robo es general, y como cada cual quiere tener su parte, son permanentes las guerras civiles. Asi durardn sin duda las cosas hasta que un aventurero de talento, al frente de algunos millones de hombres disciplinados, intente la facil conquista de estas tristes comarcas, y las sujete aun régimen de hierro, tnico de que son dignos los pueblos faltos de virilidad y de moralidad o incapaces de gobernarse. Si algunos extranjeros, ingle- ses y alemanes, atraidos por las riquezas naturales del suelo, no se hubieran establecido en las capitales, todos estos paises degenerados habrian vuelto hace tiempo a la barbarie pura. La unica de estas repiiblicas que se sostiene algo, la Argentina, no se libra de la ruina general, sino porque cada vez mas la invaden los ingleses’”!9. Si bien estos parrafos parecen escritos en el paroxismo del desparpajo, por quien vive merced a nuestro infortunio que atribuye a nuestra “‘latini- dad’, pretendiendo que%olo sobreviviremos gracias a nuestros explotadores, no son mas que de ‘“‘pensadores menores’? europeos, el gran idedlogo de la glorificacién de la superioridad europea, que hace de la historia de la humanidad la historia de Europa, o mejor, Ia historia de toda la humanidad como predestinada a nuirir la Gnica historia verdadera, en ‘la que encarna el espiritu (Geist) de toda la Humanidad, naturalmente, europea, y mas '8 Por ejemplo, VACHER DE LaPOUCHE. '9 Le Bon, pags. 193-194, 68 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER naturalmente atin, germana y protestante, fue el gran HEGEL. Quiz sea uno de los fildsofos mas oscuros, oficialistas y confusos, calificado de “‘racio- nalista” por la mayor parte de los historiadores de la filosofia. En razon de su predicamento, nos detendremos en él como ejemplar, pues su talla empalidece el resto. Desde la cuspide de su historia, HEGEL mira el ‘‘Nuevo Mundo” (‘‘nue- vo" para los europeos, claro esta) y nos encuentra “‘nuevos”” incluso geogra- ficamente, asignandonos una geografia particular, en la que el Rio de la Plata, por ejemplo, tiene afluentes que se originan en los Andes. Para este evolucionista ‘‘racionalista”, nuestras culturas originarias eran ‘una cultura natural, que habia de perecer tan pronto como el espiritu se acerca a ella. América se ha revelado siempre y sigue revelandose impotente en lo fisico y en lo espiritual. Los indigenas han ido pereciendo al soplo de la actividad europea. En los animales mismos se admite igual inferioridad que en los hombres. Ciertamente que en esto HEGEL no era nada original, sino que se limitaba a recoger lo que habia afirmado una buena parte de la Ilustracion europea, a la que en 1780 respondia indignado el jesuita expulsado FRANCIS- CO JAVIER CLAVIJERO, pues los enciclopedistas habian sostenido geniales idio- teces: BUFFON decia que la tierra americana esta podrida por la lluvia, que los leones americanos son calvos y cobardes, que los animales europeos en América se vuelven mansos y que los indios no tienen ardor ante las hembras; VoLTairRE también hablaba de nuestros leones lampifios; MONTES- QuIEU afirmaba que los pueblos viles son de las tierras calientes; el abate RAYNAL criticaba nuestras cordilleras porque iban de Norte a Sur y no de Este a Oeste, como ‘‘debia ser’’; DE PAUW decia que las mujeres son tan feas, que se confunden con los hombres y que el aztcar no tiene sabor ni el café tiene aroma20, A juzgar por la actitud de Cortés con la Malinche, no es de creerse que las mujeres hayan sido tan feas. No se diga que era porque los conquistadores no tenian mujeres espafiolas, porque parece que cuando arribé la de Cortés, este no la toleré mucho y la pobre ibérica murié misteriosamente al poco tiempo, pese a haber Ilegado saludable. HEGEL, ademas de sumarse a los enciclopedistas para decirnos que éra- mos inferiores tanto geografica como zoolégica y antropologicamente, agre- gaba que solo los criollos por su mezcla, ‘‘han podido encumbrarse al alto sentimiento y desco de la independencia”’, lo que explicaba que los ingleses en la India, para precaver la reiteracién del fendmeno, adoptasen la politica de “‘impedir que se produzca una raza criolla, un pueblo con sangre indigena y curopea, que sentiria el amor del pais propio”2!, es decir, que solamente los europeos serian capaces de patriotismo y amor a su tierra. Termina sefalando a América como el pais del porvenir, que tendra en el futuro importancia histérica, quiz por enfrentarse América del Norte y América del Sur; pero no debemos Ilamarnos a engaiio, porque ese protagonismo futuro siempre se lo asigna HEGEL en el marco de la historia ‘‘curopea”’. 20 Cir. GALEANO, 1, 63 y bibliografia alli citada; ampliamente, Gerbi. ™ Hecet, pag, 171 DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 69 Para HEGEL, nosotros tenemos futuro pero no tenemos historia. En cuanto al africano, por cierto que lleva una parte atin peor que la nuestra. El filésofo de la historia afirma que “el negro representa el hombre natural en toda su barbarie y violencia; para comprenderlo debemos olvidar todas las repre- sentaciones europeas. Debemos olvidar a Dios y la ley moral. Para compren- derlo exactamente, debemos hacer abstraccién de todo respeto y morali- dad, de todo sentimiento’’22. ‘Si alguna duda cabe, creemos que estos parrafos demuestran suficiente- mente que acaso no haya habido idedlogo mas renombrado que HEGEL, del racismo e imperialismo culturales, con un etnocentrismo mas marcado. Puede afirmarse que HEGEL, en este sentido, es la version germana de SPENCER23, de quien nos ocuparemos con més detenimiento en el capitulo siguiente, por su intima vinculaci6n con nuestra materia. Estas ideas fueron el saber de nuestras élites, casi sin excepcidn, durante todo el siglo pasado y se siguen planteando a un nivel burdo en el presente. La cuestién de la “‘civilizacion’’ y la ‘‘barbarie’’ fue reiterada hasta el cansancio y explicada en todas las universidades, recogida del evolucionismo unilineal de una antro- pologia central que justificaba el colonialismo como la tutela de una pobla- cién barbara y el elitismo de las minorias proconsulares como el necesario paternalismo de los pocos civilizados blancos y criollos sobre las mayorias indias, negras y mestizas desprovistas. Esta antropologia victoriana fue con- testada en Latinoamérica solo en este siglo, pudiendo mencionarse varios nombres pioneros?4, pese a las diferencias conceptuales que los separaban. La antropologia africana ha hecho lo propio reivindicando sus culturas?s, 4. EL PENSAMIENTO PROGRESISTA Y SU IDEOLOG{A FRENTE A ESTOS. SABERES BASICOS DEL CONTROL REPRESIVO Hay lineas de pensamiento que son coherentes y que, naturalmente, no pueden Ilamarnos la atencién. Nadie se puede alarmar porque se diga que del racismo de GoBINEAU se pasé al de CHAMBERLAIN, y de este al de ROSENBERG, © sea, al de HITLER. Sin embargo, hay algo que resulta digno de destacarse, tanto en el centro como en nuestro margen, y es que el pensa- miento considerado como progresista y hasta revolucionario en el centro, también ha sido con demasiada frecuencia tributario del etnocentrismo euro- peo. Asi, por ejemplo, hay un importante movimiento de revaloracién de HecEL desde la izquierda central, en el que cabe mencionar como protago- nista 0 precursor a ERNST BLOCH. No obstante, BLOCH critica seriamente la filosofia de la historia de He- GEL, aunque centra su critica en que es un sistema cerrado, acabado y sin 2 HEGEL, pag. 183. 2 Cfr. LUKACS, pag. 16. % Entre ellos, RDO, MARTI, VASCONCELOS, HENRIQUEZ URENA, GONZALEZ PRADA. Una seleccion de sus mejores paginas, puede verse en ZEA. 2 Cf, LECLERC, pag. 152. 70 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER futuro, pero nada dice de su universalizacién europea de la historia y de la consiguiente exclusion de la historia en que quedan el hombre americano y el africano26. Un profundo estudioso de Marx nos deja, pues, fuera de la historia y no repara en ello, y lo mismo parece suceder con las criticas a HEGEL provenientes del marxismo institucionalizado27. En una posicion distinta se ubica LukACs?8, quien, aunque critica cierta tibieza de HEGEL en su historia de la filosofia, en ningtin momento parece sospechar la existen- cia de algun problema a causa de haber dejado a la mayor parte de la poblacién mundial fuera de la historia. Mas atin: el mas cercano colaborador del propio Marx se plegé a la teoria evolucionista de MORGAN en una de sus obras mas citadas (ENGELS), cuando sabemos que MORGAN empled de- nominaciones claramente peyorativas e implicaciones bioldgicas, aplicando criterios clasificatorios unilineales que dieron un resultado lamentable fuera del contexto curopeo: la eleccidn de los instrumentos de hierro para la ‘‘bar- barie superior’’ hizo quedar a los aztecas en el mismo ‘‘periodo étnico”” que el de los iroqueses, y el criterio del alfabeto fonético no es menos absurdo, pues los incas tuvieron un imperio sin escritura29. Los periodos histéricos unilineales parecen ser una herencia hegeliana del marxismo (al menos, del mas dogmatico), pues en los manuales mas corrientes no parece admitirse otra alternativa, aunque dan la impresién de querer salir del atolladero con una relativa independencia del desarrollo espiritual 0 supraestructural®; pero ello conduce a afirmar, por ejemplo, el paso por un “feudalismo’’, lo que constituye una clara herencia hegeliana, puesto que el feudalismo es un fenémeno puramente europeo?!, y el propio Marx, aunque nunca fleg6 a entender el colonialismo en un planteo que fuese muy lejano del hegeliano, parece haber admitido que su ‘fatalismo histérico” se limita a un grupo reducido de paises colonialistas de Europa occidental, lo que ultimamente se han ocupado de precisar varios autores africanos?2. La consecuencia de la aplicacién de este marxismo con fondo hegeliano y morganiano en América Latina, es la adopcién de un presupuesto tedrico de ‘‘evolucionismo unilineal, segtn el cual las sociedades latinoamericanas son entidades autarquicas que estarian viviendo ahora, con signos de atraso, los mismos procesos evolutivos experimentados por las sociedades avanza- das’’33, Es claro que esta conclusion nos lleva a la misma solucién practica que la ideologia que sustenta el control represivo: somos inferiores, por atrasados, y necesitamos una tutela paternalista de los ‘‘avanzados”’ en lo internacional y de los iluminados por los ‘‘avanzados”’ en Io interno. No 26 BLOCH, pag. 254. 27 GLEZERMAN-KURSANOV, pag. 320. 2 LUKACS, pag. 137. ® Cir. HARRIS, pag. 160. 50 Véanse GLEZERMAN-KURSANOV, pag. 3: 31 Chr. FRANK, pag. 217. 52 Véase JAFFE, pag. 21. * RIBERIRO, pags. 23. 383. KONSTANTINOV y otros, pg. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER wa en vano este pretenso ‘‘feudalismo’’ latinoamericano fue apoyado por los positivistas de las élites del siglo pasado4, aunque, como era légico, tam- bién fue sostenido por algunos de los primeros socialistas en este siglo35, y afirmado en la VI" Internacional reunida en Moscii en 1928, respondiendo a una ortodoxia leninista-stalinista. Hoy no lo sostiene casi nadie, como no sea metaforicamente36, aunque PuIGGROs lo seguia manteniendo en 1965, en polémica con FRANK. Lo cierto es que esta forma de marxismo dogmati- co no genera mayores resistencias en Latinoamérica, salvo en coyunturas muy delirantes del poder, puesto que se reduce a una especulaci6n extrafia, que no alcanza a molestar al poder, por su incapacidad para llegar a protago- nizar ninguna concientizacion. Se trata de un ‘‘progresismo”’ tedrico que el poder puede darse el lujo de permitir, como forma de mostrar su tolerancia pluralista. Algo andlogo tiene lugar con otros sectores intelectuales de las burgue- sias latinoamericanas, que pregonan un “progresismo” ideolégico fundado casi exclusivamente sobre el rechazo del clericalismo, pero que deploran constantemente una supuesta pasividad y alienacién de las clases mas despo- seidas, con lo cual terminan denostando, al mismo tiempo, a las precarias democracias politicas latinoamericanas y a los sectores mas vulnerables de las sociedades de nuestro margen, en una evidente actitud de despotismo ilustrado que no hace sino proporcionar argumentos a la élites mas autorita- rias y reaccionarias. Este ‘‘progresismo”’ es el heredero del sector del socialis- mo europeo de tiempos de la primera guerra mundial que, con el argumento de que el colonizado no esta preparado para la vida independiente, pretende que debe ser tutelado y dignificado mediante un colonialismo ‘‘humanitario”’ (asi lo manifest en la IT* Internacional un holandés, siendo apoyado por BERNSTEIN y buena parte de los socialistas alemanes; el criterio no se impuso en esa ocasién, por muy pocos votos}7. El voto argentino contrario a la tesis colonialista en la II* Internacional lo dio MANUEL Ucarte, pero algu- nos autores afirman que no reflejaba la opini6n dominante entre los sociali tas argentinos de ese tiempo3’. 5. COMENCEMOS A ENTENDERNOS: PONGAMOS A HEGEL DE CABEZA Hemos empezado preguntandonos si América Latina como tal es un concepto suficientemente asible como para resultar “‘operativo”’ en el campo de la criminologia, es decir, si podemos hablar con alguna certeza de una tentativa de aproximacién latinoamericana a la criminologia. Hasta ahora hemos visto que los paises latinoamericanos fueron mayoritariamente objeto 3 SIERRA y BARREDA, en México; SARMIENTO y AGUSTIN ALVAREZ, en la Argentina. 85 Por ejemplo, INGENIEROS, en la Argentina; MARIATEGUL, en el Peri. % Cfr. CHIARAMONTE, 7 Véase COLE, IM, 80 38 Asi, J. A. RAMOS, It, 208. 72 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER de una colonizacin primaria por parte de Espaiia y Portugal, que impuso un control represivo interno funcional a su colonialismo y basado o justifica- do mediante una ideologia segun la cual la poblacién india y el africano importado eran inferiores. Hemos visto que cuando estas potencias pierden la hegemonia, que pasa a los europeos del centro-norte de Europa, el poder central produce un cambio cualitativo y nos margina del poder, estableciendo su control social por medio de minorias criollas proconsulares que ideologica- mente seguian afirmando nuestra inferioridad, aunque a esta ya no solo la hacia depender de la de los indios y negros, sino también de nuestros mismos colonizadores primarios (latinos). También vimos que Espafia y Portugal emprendieron la conquista primaria inmediatamente después de reconquistar su propio territorio del poder de los arabes, guerra que tuvo un caracter ‘‘santo’’ que culmind en una absoluta intolerancia religiosa que ‘obligé a convertirse o a marcharse a los judios y, con mucha mayor raz6n, a los arabes, por supuesto. A su vez, HEGEL, que fue el mas autorizado y fino tedrico del dominio universal europeo, asignaba a América un futuro —al tiempo que le negaba historia— como receptaculo de la poblacién so- brante de Europa, lo cual, medio siglo mas tarde, tuvo lugar masivamente en el sur de América. La propia masa trasportada de europeos, ya sea en la primera colonizacién o en el siglo XIX al Sur, estaba configurada por personas que en su inmensa mayoria pertenecian a las clases mas desprovis- tas. En la colonizacién espafiola hubo un predominio de desplazados, con gran afluencia del sur de la Peninsula, de clara marca cultural musulmana. También vinieron muchos ‘‘cristianos nuevos’’, es decir, judios, que para nada se sentian seguros en la Peninsula. Los portugueses, debido a su menor poblacién, debieron colonizar con cuanto europeo perseguido se plegaba a la empresa, siendo suficiente que estu- viese bautizado. La inmigracién del Sur en el siglo XIX se integro, en su mayor parte, con latinos y espafioles, que eran el producto de la insuficiente acumula- cion de capital en esos paises, 0 sea, los marginados europeos del siglo pasado. En la costa del Pacifico fueron asentandose minorias asiaticas, y luego, ya en este siglo, algunos paises, como al sur del Brasil, recibieron también importantes contingentes de asiaticos. Esta rapidisima vision de nuestra configuracién poblacional a lo largo de poco mas de cuatro siglos, que son justamente los del brote capitalista y la consagracién del centralismo del Norte, adquiere un sentido muy claro si tomamos en nuestras manos la obra del mas prestigioso idedlogo del centralismo nérdico europeo, HEGEL, pues nos percatamos rapidamente de que nuestra poblacién se ha integrado con una acumulacion histérica de indios inferiores en todo y sin historia}, de negros en estado de naturale- za y, por ende, sin moral40, de arabes, mestizos 0 aculturados musulmanes, fandticos, decadentes y sensuales sin limite‘!, de judios cuya religion les 2 HEGEL, pag. 169. “© HEGEL, pag. 177. “| HEGEL, pag. 596. DEL PODER EN NUESTRO MARGEN Y “NUESTRO” SABER 2B impide alcanzar su auténtica libertad, ya que estan sumergidos en el pensa- miento del ‘servicio riguroso’’42, de latinos que nunca alcanzaron el *‘pe- riodo del mundo germanico”’, ese ‘estadio del espiritu que se sabe libre, queriendo Jo verdadero, eterno y universal en si y por si’”43, y de algunos asidticos, que apenas estan un poco mas avanzados que los negros“4. Creemos que es necesario sefialar que HEGEL ha sido, sin duda, ef mas genial de los embrollones, al punto de que su ideologia es referencia indispen- sable para cualquier planteamiento histérico que pretenda cierta coherencia. Su “‘elevacién’”? del “‘espiritu’”’ en la historia parece olvidar los millones de cadaveres que dejé en el camino, y lo que es mas, parece que casi son una consecuencia necesaria. La libertad “‘verdadera”’, la de los europeos, se va logrando con toda naturalidad por medio de los crimenes mas atroces cometidos contra los no europeos y contra los europeos inferiores, no libres. Cuando Marx, con visién también europea, percibid el curso brutal del capitalismo en Europa y la forma en que el capital originario se va acumulan- do y la industria se va desarrollando a costa de la vida de miles de hombres y mujeres y nifios, siente auténticamente ese genocidio europeo, al igual que su enemigo BAKUNIN y los otros anarquistas y FOURIER y los socialistas utdpicos y otros; pero advierte que debe proporcionar una ideologia coheren- te, que no pueden imaginarse paraisos fuera de la historia, que es la unica manera de comprender cualquier fenémeno humano, y entonces comete el pecado que jamas le pudo perdonar el capitalismo de las razas superiores nérdicas: puso a HEGEL de cabeza, se valié de la estructura finamente ela- borada por el mayor de sus embrollones para demostrar justamente lo contra- rio. De este modo brindé a las clases obreras y campesinas de Europa del siglo XIX, la ideologia mas coherente que pudieron oponerles a las fuerzas genocidas que las explotaban en condiciones que solo fueron peores en los campos de concentracién nacionalsocialistas. Marx mismo era uno de los marginados por HEGEL, un judio, que para HEGEL no habria podido alcanzar la libertad, como por ser judio no la habia alcanzado Spinoza‘, y el dolor que sentia y la auténtica urgencia por una ideologia que sirviese de escudo a los marginados y explotados, los extremaba frente al fenémeno que vivia, o sea, frente al genocidio euro- peo del siglo pasado, especialmente de su primera mitad. Esos eran los hom- bres, mujeres y nifios que vela enfermar, morir o ser asesinados delante de sus ojos. Se hallé en la necesidad de oponer una ideologia a la que legalizaba ese fenémeno pretendiendo que era la ciispide del “espiritu’”. No pudo menos que percatarse de que se necesita ser lo suficientemente embrollén o plumifero de excepcionales dotes para hacer una construccién de singular calidad técnica, es decir, de filésofo de ‘“catedra””, pero lo sufi- cientemente original y creativa para mostrar ese genocidio como la supe- 2 HEGEL, pag. 354, © HeceL, pag. 657. + HEGEL, pag. 215. “© Hecet, pag. 354. 74 EL MARCO REFERENCIAL DEL PODER racién del latino “‘reino del Hijo” para alcanzar el “reino del Espititu’”, esto es, para concluir que el genocidio es producto del “amor” (la sintesis entre el ‘‘Padre”’ judio y el ‘‘Cristiano’’, propio de la Reforma). Semejante escandalo de la raz6n requeria una respuesta, una ideologia —sistema de ideas— que permitiese comprender la realidad desfigurada de modo tan brutal por el mas inteligente de los embrollones. Marx, al hacer la critica ideologica de HEGEL, cae en la cuenta de un cierto contenido de verdad en la ideologia hegeliana que es irrefutable: todo fendmeno humano debe ser ubicado en un proceso histrico, y la historia no es una mera acumulacion de datos, sino que tiene un sentido. El curso posterior de la ideologia central confirmara la importancia de esta clave, porque cuando el Volksgeist (espiri- tu nacional o espiritu del pueblo) se volvid, con el nazismo, bandera de genocidio nérdico contra otras potencias nérdicas en la lucha por la hegemo- nia central, los idedlogos ya no pudieron seguir sosteniendo la ideologia hegeliana, y entonces se desprendieron de tan molesta carga, esforzindose por probar que la historia no tiene sentido. Ese componente de verdad lo tomé MaRx e invirtié el protagonismo histérico: de las élites pasé a las masas, del idealismo al realismo, y con ello metié definitivamente en la historia una dimension de todo fendémeno humano, que HEGEL habia ocultado cuidadosamente: la dimension econd- mica. Si MARX exager6, si fueron sus intérpretes los que Ilevaron la cuestién a un reduccionismo simplista, es una discusién que no nos incumbe aqui y que, en ultimo andlisis, pertenece al campo de la metafisica. Lo que es incuestionable es que desde HEGEL ningiin fendmeno humano puede expli- carse fucra de su contexto histérico ni dentro de un cicrto “sentido” de la historia —a la cual puede negarse sentido cuando se quiere ocultar ese sentido—, y que desde Marx nunca puede prescindirse de la dimensién eco- némica del fendmeno, como no puede prescindirse de la fisica, psicolégica, social, etc. El reduccionismo econémico “‘marxista”’, es decir, el simplismo del automatismo causal reduccionista, no parece haber provenido del propio Marx, y, de cualquier manera, solo las versiones mas dogmaticas del marxismo actual lo plantean, sin poder fundarlo seriamente. Pero MARX formuld un planteamiento que reconoce las limitaciones de la ideologia cen- tral de su tiempo, que, por otra parte, no podia superar. Se nutre de la imponente informacién reunida en el corazon de la potencia central dominante del poder mundial en su tiempo, trabaja en la biblioteca de Londres, estudia alos antropélogos victorianos, y a las limitaciones que le imponja el “‘saber” de su tiempo, une las que le imponia la urgencia de proveer de un siste- ma de ideas a ‘‘sus”” marginados, que eran las masas europeas. Cumplid, pues, la tarea de invertir la interpretacion historica hegeliana, que era un acomodamiento de datos —no muchos por cierto— y embrollos para explicar a la historia como historia de la libertad de las élites, y opuso —con mucha mayor riqueza de datos— la historia como historia de la libertad de los marginados de las masas, pero de Jas masas europeas. + Véanse los esfuerzos realizados por Popper.

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