Etnicidad
doble identidad, tradicionalmente han sido
vistos como seres desleales por naturale:
precisamente a causa de ese doble origen. El
hibrido es, pues, monstruoso, ya que su iden-
tidad es conflictiva y se aleja de aquello que es
futéntico y completo. Y, como ya sefialé Mary
Douglas én su famoso libro Pureza y peligro.
Un anélisis de los conceptos de contaniinacién y
tabti (2000), en muchos sistemas simbélicos,
sélo lo que ¢s completo es puro y santo. El es-
tigma, ya sea fisico, moral o tribal, es siempre
tuna marca de imperfecci6n y de falta de com-
plitud, lo que confiere a su portador, el estig-
matizado, su cardcter triplemente impuro,
contaminante y peligroso.
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. Diferencias naturales y diferencias
RIMINACION Y XC LU.
POS Y ESENCIALIZACION, Etnicidad
Extranjero, Global y local, HIBRIDACION
IDENTIDAD, INTEGRACION, Integra
cin religiosa, MULTICULTURALIS
Pluralismo sincrénico, SABER Y SABERES,
gregacién, TERRITORIOS, VIOLE}
IA POLITICA, Xenofobia y xenofilia
Etnicidad
Un modo de constatar el surgimiento de
las etnias en los procesos de *modernizacién y
* desarrollo lo constituyen las definiciones que
de ellas se han dado a partir del s. x1X. Los an-
tropélogos de este siglo XIX y otros estudiosos
describen los orfgenes colectivos y el desarrollo
de los seres humanos hasta nuestros dias como
sisc tratara de una manera primitiva y atada al
suelo y a la sangre. Frente a este procedimien
to de constituir los grupos étnicos se encontra
ria el *moderno y/o civilizado: las etnias s
una forma especifica de juntarse que tienen los
individuos pertenecientes a una determinada
colectividad. Esta forma de agruparse se co
deraba no solamente diferente, sino inferior.
Se trata del niicleo duro en que descansan la
mayor parte de las definiciones de la ctnia
practicamente hasta la actualidad,
En este sentido es més que ilustrativa la
definicién de etnia que proporciona Topi
nard a finales del siglo xIx. “Los caracteres
€tnicos comprenden todos los hechos que re
sultan de la asociacién de hombres entre sf,
sea cual fuere el mévil que los guia, la necesi
dad de vivir en sociedad, el capricho o las
pasiones bélicas. La unidad nacional y la fede-
racién de las provincias auténomas son las
formas més elevadas de esa ilustrada asocia-
ci6n. Las pequeias tribus de los todas, cuyos
miembros estén unidos por los lazos de pa129
rentesco y donde la asociacién es sindnimo de
familia, son el ejemplo del més intimo grado
inverso” (1878: 447).
‘Aunque de forma mas matizada y con
una mayor complejidad de los muchos y va-
riados elementos que entran en juego, “en el
actuar comunitario”, en expresin de Weber,
también subyacen formas de asoclacién dife-
rentes a la modernidad y al desarrollo, Para
Weber, la comunidad étnica se asemeja a la
nacional, pero son otros los elementos en que
ésta tiltima se funda. Para Weber, lo étnico y
laetnia se encuentran unidosa la herencia ge-
nética, al parentesco, ala tradici6n y a las cos-
tumbres, a antiguas ereencias, “en la afinidad
oextrafieza de sangre”, y a formas ancestrales
comunitarias con sus rasgos lingiifsticos, polf-
ticos y religiosos. La nacién, en cambio, se
halla constituida por una “unién politica par-
ticular” y por la “¥cultura”, entendida esta til-
tima como memoria politica y forma de
comportamiento, de “cultura sensual”, inclu-
so, como ocurre con los miembros de la Gran-
de Nation, Francia. Es lo que produce el
“sentimiento nacional”, esa especie de “leal-
tad politica” capaz de herrumbrar las *di-
ferencias estamentales, de clase y los
particularismos. “Los sentimientos colectivos
que se designan con el nombre genérico de
‘nacionales’ no son unfvocos, pero siempre el
concepto de ‘nacién’ nos refiere a su ‘poder’
politico y lo ‘nacional’ -si en general es algo
Uunitario~ constituye un tipo especial de pathos
que, en un grupo humano unido por una co-
munidad de lenguaje, religion, costumbres 0
destino, se vineula a la idea de una organi
cién politica propia, ya existente o a la que se
aspira, y cuanto més se carga el acento sobre el.
‘poder’, tanto més espectfico resulta ese senti-
miento patético” (1964: 326 y 327).
Las naciones constituyen para Weber for-
mas de asociacién superior a las etnias, aun-
que posean semejanzas, de igual forma a
como la civilizacién lo es de la nacién, segin
la propuesta de Huntington. Para él las na-
ciones constituyen la forma tradicional que
Poseen los humanos de definirse por lo
Particular y lo *local. “La gente se define des-
de el punto de vista de la genealogia, la re-
ligién, la lengua, la historia, los valores,
costumbres ¢ instituciones. Se identifican con
‘grupos culturales:tribus, grupos étnicos, co-
munidades religiosas, naciones y, en el nivel
més alto, civilizaciones” (Huntington, 1997:
2). La civilizaci6n angloamericana, por el
contrario, lo hace por lo universal y, por tanto,
Se encuentra en el nivel més alto.
Etnicidad
Si bien Huntington sittia las diferencias
en lo cultural, en lo universal frente a lo par-
ticular, y Weber pone el acento del origen de
las naciones en el “ansia de poder”, alo que se
refiere el primero esa “los modelos predomi
nantes de desarrollo politico y econémico”
subyacentes entre la civilizacién angloameri-
cana y el resto del mundo. Es de estos mode-
Jos de donde dimanan “los presupuestos
filoséficos, valores subyacentes, relaciones so-
ciales, costumbres y puntos globales sobre la
vida” (1997: 30 y 23); no a la inversa. Son estos
modelos los que diferencian a unos grupos de
otros, a unas asociaciones de otras, antes y
ahora. Huntington no desarrolla sino lo que
se hallaba in nuce en la construccién de las na-
ciones, aunque en ambos casos resulte algo
tautolégico, ya que el concepto de *identidad.
es, ala vez, explanans y explanandum.
‘Para Huntington y Weber, se trata de los
principales ejes que vertebran la modernidad
"La especificidad del proceso de moderniza-
cién, en comparacién con otras situaciones y
movimientos de cambio en la historia de la
humanidad ~escribe Fisenstadt-, radica en el
hecho de que se hallaba basado en las presu-
posiciones de la posibilidad de la creacién ac-
tiva por el hombre de un orden sociopolitico
nuevo, un orden basado en las premisas del
universalismo y de la igualdad. ¥ la propaga-
ci6n de estos presupuestos se combiné con el
desarrollo de largo alcance, especialmente en
Jos campos econémico y politico. A través de
esta propagacién se desarroll6 una tendencia
hacia una civilizacién universal, mundial, en la
cual diferentes sociedades ~comenzando por
las europeas—servian de puntos de referencia a
partir de los cuales se juzgaba su propio lugar y
el delos “otros de acuerdo con esas premisas de
universalismo e igualdad” (1973: 209).
Que para fundamentar el proceso de mo-
dernizacién se recurra a las diferencias cultu-
rales puede tener varias explicaciones, que
pueden fluctuar desde la visibilidad y tan-
gibilidad con que se manifiestan, hasta la
invisibilidad e inmaterialidad en que se
fundamentan. La explicacién también podria
venir de poseer ambas caracteristicas inextri-
cablemente relacionadas. Esta parece la mas
convincente, ya que tales procesos implican la
creencia de que su implantacién no solamen-
tees deseable para todos, sino beneficiosa ein
cluso salvifica, La modernidad libera a todos
de cualquier tipo de ataduras, especialmente
deaquellas que igan alos individuos a lasan-
gre y a la naturaleza, sobre todo. La cultura
justifica tal empresa por partida doble: por laEticidad
clara distinci6n que establece entre los grupos
y por la naturalizacién que opera en la vida
social al tener su fundamento en las diferen-
cias culturales, pensadas como una forma de
ser esencial.
Pese a la universalizacién y aceptacién de
este discurso, la etnia como sustantivo ~referi-
do a un grupo que posee existencia real inde-
pendientemente delos individuos~ noes expli-
cable en sf misma. Tampoco lo es la etnicidad,
entendida como cualidad diferenciadora que
distingue alos individuos pertenecientes a uno
u otro colectivo, En consecuencia, no es ade-
cuado analizar tinicamente los rasgos que dife-
rencian a los individuos y deducir a partir de
ellos la existencia de distintos grupos étnicos,
suponiendo al mismo tiempo que esas diferen=
cas dimanan de la forma de ser.
La etnia es, en primera instancia, Io
opuesto alo que podria deducirse del concep-
to de modernidad: aquello con Io que éste
cree que ha roto y aquello que cree que puede
llegar a aleanzar. En este sentido se podria de-
cir que la etnia es una ideacién.
Eslo que se imagina que constituye la mo-
dernidad lo que la produce con la ayuda de
Jos antropélogos. Al resaltar muchos de ellos
Jo que la modernidad no es y ellos mismos no
son, la antropologfa lo que hace es volver ve-
rosimil lo ideado ¢ imaginado. La antropolo-
gia contribuye a hacer creible lo que sin ella
dificilmente hubiera sido posible presentar
como carente de falsedad. Es lo que queda co-
mo niicleo duro, como inalterable y fundado
en lo natural, en el origen de los tiempos.
‘Tampoco las etnias se constituyen s6lo por
cl acervo heredado de los antepasados. Se
tiende a pensar con excesiva ligereza que han
sido los antepasados de cada uno de los gru-
pos quienes habrian creado sus particulares
imaginarios sociales, sin reparar en que ~des-
de hace mucho tiempo- la mayoria de los co-
lectivos, que hoy designamos como etnias,
fueron conquistados y que los grupos domi-
nados acaban haciendo suyas las eategori
iones creadas por los dominadores, segén
sefiala Memmi que habria ocurrido con los
*colonizados. “La caracterizacién y el rol del
colonizado ocupan un lugar privilegiado en
la ideologfa colonizadora; caracteristica infiel
a lo real, incoherente en si misma, pero
necesaria y coherente en el interior de esa
ideologfa: y a la cual el colonizado da su con-
sentimiento, turbado, parcial, pero innega-
ble” (1973: 118). Y agrega, resaltando que la
creacién del colonizado constituye el contra-
modelo del colonizador, “el colonizado no
130
posce casi nunca la experiencia de la racion:
lidad y de la *ciudadanfa, sino de forma pr
vativa: nacionalmente, civicamente, él no
¢s sino aquello que no es el colonizador”
(1973:125).
Es esta situacién la que aboca al coloniza-
do a refugiarse en los considerados “valores
tradicionales” como la familia o la religién,
no el querer 0 los deseos de los individuos de
pegarse a la tradicién. En ambos casos, “no se
trata de una psicologia original que explica la
importancia de la familia, ni la intensidad de
a vida familiar, el estado de las estructuras so-
iales. Al contrario, esa imposibilidad de una
vida social completa, de un libre juego de la
dinémica social, Ja que mantiene en vigor a
Ja familia, la que repliega al individuo sobre
esta célula restringida que le salva y le sofoca”
(1973: 130).
Bauman se expresa de forma similar, pero
es més contundente y explicito al referirse a
las *minorias étnicas. Las minorfas étnicas se
construyen desde el exterior, desde el poder, y
sus diferencias les son otorgadas. Aunque lar-
ga, esta cita de Bauman es sumamente escla-
recedora: “Las minorias étnicas son en primer
lugar y ante todo productos de un confina-
miento desde el exterior”, y s6lo en segundo
término, si acaso, resultado del autoconfina-
miento. La de “minorfa étnica” es una rdbrica
bajo la que se esconden u ocultan entidades
sociales de tipos diferentes, y rara vez se hace
explicito qué es lo que les hace diferentes.
Esas diferencias no se derivan de los atributos
dela minorfa en cuestién, y mucho menos de
cualquier estrategia que pueda seguir la con-
ducta de los miembros de las minorfas. Las
diferencias se derivan del contexto social en
que fueron convertidas en lo que son: de la
naturaleza de esa adscripcién impuesta que
condujo al confinamiento. La naturaleza de
la “sociedad en sentido amplio” deja su sello
en cada una desus partes A quienes se les nie~
ga sumariamente el derecho a la asimilacién,
Tes adviene con la mayor naturalidad el “*co-
munitarismo”. Se les ha negado la eleccién:
buscar un refugio en la supuesta “fraterni-
dad” del grupo nativo es su tinica opcién. Los
miembros de las minorias étnicas no son “co-
munitaristas” naturales. Su “comunitarismo
realmente existente” est impulsado desde el
poder, es el resultado de la expropiacién. La.
propiedad de la que no se les permite dispo-
ner o que se les retira es el derecho a elegir”
(2003:118 y 114).
Las etnias de la modernidad y del desa-
rrollo nada tienen que ver, sin embargo, con7
BL
las surgidas en Occidente a fines del siglo x1x
y comienzos del siglo Xx. Su surgimiento esta
relacionado con los procesos de moderniza-
cién, pero se trata de reacciones ala moderni-
dad que socavan las bases de “un especifico
aspecto de tradicionalidad, la legitimacion
del orden social, politico y cultural en térmi-
nos de una combinacién de patterns 0 sacrali-
dad con sus derivados en lo simbélico y en lo
estructural” (Eisenstadt, 1973: 208-209). Se
trata de un proceso que provoca la recons-
truccidn de la tradicién para dar respuesta a
los problemasjsurgidos del socavamiento de
Ia legitimaciéxl tradicional, El modelo segui-
does el mismo que el de la modernidad (An-
derson, 1993), aunque basado y legitimado en
tradiciones diferentes.
‘Ni estas etnias ni las anteriores tienen
que ver con las etnicidades surgidas a media-
dos de los afios setenta y promovidas, dentro
de los *Estados nacionales, por colectivida-
des de diversos origenes —raciales, profesio-
nales, de género, de nacionalidad, etc.-. Lo
expresa claramente Bennett en Ia introduc-
ciénal libro colectivo The new ethnicity. Pers-
pectives from etnology, resultado de los
‘proceedigns de la Sociedad Americana de Et-
nologia. Escribe que: “La nueva etnicidad
posee un doble significado. El primero, la
nueva etnicidad implica algo nuevo en el
mundo-o, en cualquier caso, algo nuevo re-
portado por los antropélogos: la proclividad
de la gente a definir su propia identidad en
base a signos culturales tradicionales—o para
reafirmar el propio yo, sobre y, con respecto
al estado impersonal o para obtener los re-
cursos que uno necesite para sobrevivir y
consumir. El segundo significado de la nue-
va etnicidad es interdisciplinario: se refiere
al corte del marco de referencia en la antro-
pologa; el paso de la consideracién cultura-
poblacién-grupo a un marco cognitivo y
estratégico-conductual que considera la et-
nicidad como un componente de la partici-
Pacién social” (1975: 3-4). Muchos de los
trabajos que se recogen en este libro se inspi-
ran en la pionera obra de Barth (1976).
Igualmente estas etnias son diferentes de
las nuevas etnias y etnicidades surgidas re-
cientemente en paises colonizados. El resur-
gir de estas nuevas etnicidades en la era de la
‘globalizacién econémica tiene que vet, se-
gin Samin Amis, bisicament con as estes,
-gias del capital y de las clases dominantes”
(iB de capital de las clases do
La hipétesis general de Samin Amir es
que, “en periodos de crisis estructural las
Etnicidad
fuerzas centrifugas pasan a primer plano. El
desarraigo, producto del estancamiento y de
la regresi6n de las condiciones sociales y eco-
némicas (y al mismo tiempo de una superes-
tructura caracterizada por la pérdida de la
ilusién, algo para que los pueblos no estaban
preparados), refuerza esas fuerzas centrifu-
gas: En ls siempre fragiles *periferias, las
fuerzas centrifugas rompieron la unidad de
las clases dirigentes y las pusieron en apu-
ros. De pronto parecan haber perdido toda
la legitimacién en que se basaba su poder”
(1998: 90),
Samin Amir ve el auge de la etnicidad li-
gado a este proceso, lo que recuerda al pro-
ducido en Occidente en el siglo XIX con la
modernidad y al que hemos aludido anterior-
mente, Las diferentes etnias y los dirigentes de
las mismas, apoydndose en las précticas politi-
casy econdinicas que crea ls diferencia en
tre las distintas etnias, compiten ahora entre sf
y dentro del mismo Estado-nacional “por al-
canzar el poder y el control del capital”.
Los tipos de etnias y de etnicidades sefala-
das no son, sin embargo, las tinicas posibles.
Existen otras que surgen en situaciones his-
téricas y existenciales, mas azarosas, mas
circunstanciales y més traumiticas, respectiva-
mente. Se trata de etnias y etnicidades que
rompen la légica relativamente lineal y causal
de los casos precedentes. Su construccién es
‘més compleja en el sentido de que intervienen
elementos de herencias y tradiciones al menos
aparentemente contradictorias, se fraguan los
clementos mas heteréclitos y dispares imagi-
nables y convergen en una multiplicidad de
factores que, en teoria, aparecen como irrecon-
ciliables. Es el caso de las etnias y etnicidad
surgidas en naciones otrora “sovietizadas”. Es
tas son producto de herencias culturales y de
précticas *hibridas, pero también de situacio-
nes y acontecimientos vividos recientemente
delos cuales toman aquello que les resulta més
importante y significativo para sus propésitos.
También es cl caso de las etnias y etnicidades
surgidas en la actualidad entre inmigrantes en
los patses de acogida. Como apunta Sami Nair:
“brad a as nis Leyes del meresdo y por
tanto privatizada s6lo las leyes dela oferta y la
demanda legitiman su valor-, la inmigraci6n
se ve sometida a una lucha salvaje y frontal en
cl pais de acogida; *expulsada de los margenes
dela sociedad, tefritoralizada, *guetizada los
efectos del paro,la precariedad, e fracaso esco-
lar, la competitividad en el mercado laboral y
la territorializacién en barrios relegados pro-
vocan el repliegue comunitario y la entregan aEtnocentrismo y relativismo cultural
los defensores de los identitarios étnicos, reli-
giosos o tribales” (2006: 197-198).
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relativismo cultural, Extranjero, Frontera
geogrifica y administrativa, “Pronteras
simbdlicas, GENOCIDIO, GLOBALIZA-
CION, HIBRIDACION, IDENTIDAD,
132
INDIGENISMO, INTEGRACION, Inte
gracidn educativa, Integracién religiosa, Mes
tizaje, Migraciones. Redes sociales, MI
NORIAS, Modernidad, Modernizacién,
MULTICULTURALISMO, Multicultura-
lismo en los estudios étnicos, Nacionalidad,
Nacionalismo, Naturalizacién, Nomadis
y turismo, NUEVOS MOVIMIENTOS SO-
PATRIMONIO, Pluralismo sin-
crénico, Poscolonialismo, Racismo y neorr
cismo, SABER Y SABERES, Segregacién,
Sujeto intercultural, TERRITORIOS, VIO-
NCIA POLITICA, Violencia politica. Ti-
Xenofobia y xenofilia,
Etnocentrismo
y relativismo cultural
Etnocentrismo es un concepto acuiiado
desde las ciencias sociales para dar cuenta de
la que ha sido considerada una de las actitu-
des frente a —o visiones deel *otro mAs co-
munes en la historia de la humanidad. Su
primera definicién data de 1906 y procede de
Ia pluma del sociélogo norteamericano W. G.
Sumner quien lo caracterizaba como “una vi-
sién de las cosas segtin la cual el propio grupo
es el centro de todo y todos los otros se miden,
por referencia a él... Cada grupo ~afiadia—
alimenta su propio orgullo y su vanidad, pro-
clama su superioridad, exalta a sus propias
divinidades y mira con desprecio a los profa-
nos” (Summer, 1953: 16). El apelativo de
“parbaros” con el que los griegos se referfan a
los *extranjeros que quedaban al margen del
ideal de la paideia, el de “paganos” con el que
designaban los cristianos a quienes no partici-
paban de su fe, el de “salvajes” con el que los
*colonizadores mentaban a los indigenas de
las tierras americanas, el de “primitivos” con
el que se refirié la antropologia durante més
de cien afios a los miembros de las sociedades
no occidentales: todos ellos son términos que
expresan prejuicios etnocéntricos frente
al otro.
Para la antropologia el etnocentrismo ¢s el
convencimiento de que las normas por las,
que se rige el propio comportamiei
Jas pautas culturales adquiridas por el indivi
duo durante el proceso de enculturacién, son
Jas tnicas posibles, las naturales, las mejores,
Jas més bellas, y que todos cuantos exhiban
otras apenas son dignos de ser Ilamados hu-
manos: sélo los que comparten aquellas nor-
mas gozan del privilegio dela humanidad; los,