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LA AUTENTICA REVISTA DE PASATIEMPOS CACUMEN ARO IIT = NUMERO 26 Revista Mensual editada por ZUGARTO EDICIONES, S.A. Pablo Aranda, 3. “Teléfono: *411 22 64 28006 MADRID. Eaitor: Rafact Tauler Fesser Gerencia: Gonzalo Gonziler Velo Direceiéa Editorial: Begota Garcia Bilbao. Director: José Manuel Gémez Paris Diseho: Manuel Abia Quijano Maguetaion: Suan Lera Pastor Cotaboradores: Javier Ayesa * Miguel [Angel Barderas © Bréccoli # Rafael Castle tan © Ceo * Dose * Duel * J. A. de Echagoe + Agustin Fonseca * R. Fortin * M, Gala + Gamal» G. P. TO * V. Gress * Miguel Angel Herranz » Thies © Lawry ="Lathecio * Maleas « Ma-Jo + Marin « Luis Martner Villa» Melj ‘in © Daniel Paz » Peril nlachik ¢ D. Reynoso * Héctor Saavedra * Daniel Samollovich * Santingo *"Tacho * Carmen Teran Mario Tobelem * Roman Toran * Die- Y¥ In colaboraciom especial de Suegos & Co. Distribucton: COEDIS - Valencia, 245 - 08007 Barcelona Depésito Lega: M. 1.067 - 1983, Printed in Spain. Lo gue le espera Introduccion a la patafis «gPor qué se afirma que los relojes son redondos, lo cual es manifiesta- mente falso, ya que de perfil se ve una figura rectangular, eliptica en sus tres cuartas partes? {Por qué no se ha reparado en la forma de los re lojes mas que al mirar la hora?» Pa- gina 6. Inventemos_un juego: ;Con- frontacién B.S.Q.! Agustin Fonseca Garcia, arquitecto, ‘es un inventor y artesano espanol que idea y construye juegos desde hace diez afios. La madurez en las reglas de sus creaciones se puede apreciar fen esta nueva seccidn, con la que co: mienza a colaborar en nuestra revis ta, Pagina 24 Los tres chistes infernales Quien no conozea a Lord Dunsany, aquél que declaré «yo nunca escri- bo cosas que he visto sina séla de co- sas que he imaginado», no tiene me- jor oportunidad que ésta, pues la transaccién que se hace con el Dia- blo, tanto por lo que éste compra co- mo por lo que paga, es realmente sin- gular. P: Otelo EI Otelo es un juego de estrategia pa- ra dos personas, Otelo y Desdémo- nna, que tiene la particularidad de que aa priori no se sabe quién va.a ser Ote- lo y quien Desdémona. Depende de quien haya puesto al final boca arri- ba al otro mas veces. Pagina 48 El juego de la gente con CA- CUMEN Una carrera disparatada ¢ ingeniosa para 2 6 20 personas. {Qué sabe del mundo del espectaculo? {Del mun- do del deporte? {Del de las palabras? 2De la geografia? ;De etectera? Pa- Fa competir con sus amigos hay pre guntas variadas, razonables, aloc: das. Todo en una carrera dinamie: divertida y, sobre todo, eacuménica. Pagina $4, SECCIONES CASI HABITUALES 4. Lo raro, lo viejo, lo nuevo 0 Un, dos, test 12 Articulo de Martin Gard: ner: «Pi» 15. Cuatro enigmas policiales 18. Mesa de poker 20 Tournetete (Cap. III) 23 Lexicon 28 Historieta enigma: «Las hormigas de Sillicon Ba- Ney» 30 Enigma criminoldgico «Fausto» 34 Solitario 39 Cuestion de Logica 40. Los lectores al poder 44 Magia: «La oficina de lo oculto» | 45 | 46 | so Test psicolégico Qué falta? Convocatoria creativa: Cuadritos locos 52 Zerdeja, la otra cara del ajedrez 58 Cavilaciones... y zancadi- lias 60 Biribis 61 El acertijo mas viejo del mundo 62 Trucos, trueques y sorpre sas 64 Crucigrama jugueton 66 Hagan juego 67 Soluciones | 70 Las diez de ultimas 71 Proximamente Lo raro,lo viejo, lo nuevo calculo cientifico éCUANTO VIVIRA? El siguiente célculo relativo a la ex- pectativa de vida es uno de los muchos cuestionarios de salud usados habitual- mente por médicos, clinicas y compa fiias de seguros. A'pesar de que estos cclculos dificilmente pueden ser preci- sos, dan un panorama mas real de la probable longevidad que las tablas an- tiguas, basadas casi exclusivamente en Jas pauitas hereditarias del sujeto y en su historia clinica. Los célculos corrientes tratan de medir el riesgo en relacién al ambiente, la tensién, el esfuerzo y la conducta general. (Este servicio no ex- clusivo fue tomado del libro «Life gain» de R. F. Allen), COMIENCE CON EL N.° 72 Datos Personales Si usted es hombre, reste 3. Si es mujer, sume 4. Si vive en un area urbana de mas de 2 millones de habitantes, reste 2. Si vive en una poblacién de menos de 10,000 h., 0 en una granja, sume 2. Si alguno de sus abuelos’llegs a los 85 afios, sume 2. Si sus cuatro abuelos vivieron hasta los 80 anos, sume 6. Sialguno de sus padres murié repen- tinamente o de un atague al corazén an- tes de cumplir los 50, reste 4. ‘Si alguno de sus padres, hermano 0 hermana menores de 50 afios tiene (0 tu- vo) céncer 0 problemas coronarios, 0 ha tenido diabetes desde chico, reste 3. Gana usted arriba de 2.500.000 ptas. anuales? Reste 2. Si terminé el colegio, sume 1. Si ob- tuvo titulo profesional, sume 2 mis. Siusted tiene 65 afios, 0 més y conti- iia trabajando, sume 3. Si usted vive con su esposa 0 amigo, sume 5. Sino, reste I por cada diez anos que ha vivido solo desde los 25. PRIMER SUB-TOTAL © Estilo de vida (Comience con su primer sub-total) Si trabaja en una oficina, reste 3. 4 Si su trabajo requiere en forma habi- tual un esfuerzo fisico, sume 3. Siusted practica tenis, natacién o al- 10 similar cinco veces por semana, por Jo menos durante media hora, sume 4. Si lo hace dos o tres veces por semana, sume 3. Duerme usted mais de diez horas, ca- da noche? Reste 4. UES usted agresivo, de mal cardcter? Reste 3. Es usted dejado, muy tranquilo? Su- me 3. {Es usted feliz? Sume 1, :Es usted in- feliz? Reste 2. {Le han puesto una multa por exce- so de velocidad el afio pasado? Reste 1. iFuma mas de dos paquetes por dia? Reste 8. ;De uno a dos paquetes? Res- te6, {De medio a un paquete? Reste 3. ‘Bebe usted entre 300 y $00 cm’ de licor por dia? Reste 1. {gTiene usted 25 kg de sobrepeso, 0 imuis? Reste 8, ;Entre 13 y 25 kg de més? Reste 4, Entre 5 y 15 kg de mas? Res- te2. Si usted es un hombre de mas de 40 ailos, y se hace chequeos anuales, su- me 2. Si usted es una mujer y ve a su gine- célogo una vez por afio, sume 2. SEGUNDO SUB-TOTALLL ‘Ajustes de ‘edad (Comience con su segundo sub-total) Si usted tiene entre 30 y 40 afios, su- me 2. Siusted tiene entre 40 v 0 aftos, su- me 3. Si usted tiene entre 50 y 70 altos, su- me 4, ‘Si usted tiene mis de 70 fos, sume 5. SUME SU PUNTUACION PARA SABER SU EXPECTATIVA DE VIDA a LAS CUENTAS DEL IMPERIO Diego Uribe nos acercé la siguiente historia: La tarja fue una de las maneras més antiguas de llevar la contabilidad. So- bre una tablita de madera se practican incisiones: pequenas para representar unidades, mas grandes para decenas y centenas. La costumbre sobrevivira has- ta nuestros dias en el recuento de gana- do sobre un poste o de muertos en la cu- Tata del Colt Durante siglos las finanzas del Impe- rio Briténico se llevaron en tarjas de ol- ‘mo llamadas tallies. Agusanadas, podri- das ¢ inservibles, se amontonaban sin remedio en los s6tanos de la Tesoreria.. Al fin, casi cuatro siglos después del in- vento de la imprenta y dos después de inventada la maquina de calcular, se de- cidié modernizarse y las tallies fueron oficialmente declaradas obsoletas. Se ppens6 entonces qué hacer con ellas. Al- ‘guien propuso regalarlas a los pobres para lena, pero regalar nunca estuvo en- tte las tradiciones mas queridas del Im- perio. Se decidié quemarlas. Se las tras ad6 a Westminster para alimentar una cestufa de la Cimara de los Lores. La es- tufa, sobrecargada de combustible, prendié fuego a las vigas del techo y de allel incendio pasé a la Camara de los, ‘Comunes. Charles Dickens, en un dis- curso sobre la reforma tributaria, nos ‘cuenta el final de la historia: «... los dos palacios quedaron reducidos a cenizas, se convocd a los arquitectos para cons- truir otros y hasta ahora llevamos gas- tados dos millones.» LA PARADOJA DE TRISTAM SHANDY Bertrand Russell planted una vez la siguiente paradoja acerca del escritor in- alés Tristam Shandy: «Tristam Shandy, segiin se sabe, invirtié dos afos en es” cribir la historia de los dos primeros dias de su vida, y se lamenté de que, a ese ritmo, el material se acumularia dema- iado rapido como para dar cuenta de 41, de modo que jamas podria terminar su tarea aunque viviera infinitos afos.. ‘Sin embargo, yo pienso que si él hubie- ra vivido para siempre, y no hubiera desmayado jamés en su tarea, y aun cuando su vida hubiera continuado tan ena de acontecimientos como al prin- cipio, ninguna parte de su biografia hu- biera quedado sin escribir.» Ustedes {qué opinan? magico EL BILLETE ¥Y LA BOTELLA En un excelente libro de Bob Brown editado por Plaza & Janes y traducido con el titulo de «Cémo gastar bromas a vuestros amigos» encontramos este truco que Brown dice que es viejisimo Pero que no conoctamos. Sil fue mal en la ruleta, trate de des- quitarse asi: ponga un billete del valor due prefiera y encima una botella vacia boca abajo, de modo que quede en equ librio sobre el billete. Desafie a cual- uicra por el valor del billete— a sa- carlo de abajo de la botella sin tocarla yssin volcarla. Si el otro acepta, pronto perdera, sino acepta, apueste a que us- ted si es capaz de hacerlo. El truco es asi: coja un kipiz y enro- He sobre él la punta del billete. Siga en- rollando, asegurandose de que esté bien apretado. Cuando el piz legue a la bo- tella, siga haciendo lo mismo. Enrolle lentamente y con ambas manos, una en cada extremo del lapiz. De este modo sacard facilmente el billete. La razon es que cualquier contacto en la parte alta de fa botella le haria pe der el equilibrio; pero un empu- j6neen Ia parte de abajo no la de- sestabiliza en absoluto. Awvueltas con ell iclioma INTRODUCCION ALA PATAFISICA por Daniel Samoilovich Desde el dadaismo a lonesco, desde el surrealismo a Joyce, el arte modemo est en deuda con Alfred Jarry, un francés que inventé, a fines del siglo p: ido, la majestuosa y cémica figura del Padre Ubu y una nueva disciplina, mas alla de la fisica y la metafisica: la patafisica. n agente demasiado celoso de su deber le puso una multa al se- hor Vanderbilt por conducir su con exceso de velocidad. Ahora bien, dado que el sefior Vander- bilt probs que ese dia no se encontraba cen Paris, el tribunal de faltas le absol- vid, Grave error judicial: gpues qué me- jor prueba de velocidad excesiva que es- tary no estar al mismo tiempo en Pa- ris? gQué mayor velocidad puede haber que llegar sin haberse ido, o haber gresado ya mientras ain se estd de viaje?» Este pequeio texto publicado en 1902 por Alfred Jarry en el Mercure de Fran- ees una de las primeras humoradas con el automévil y, ala vez, un ejemplo per- fecto del modo de razonar de Jarry: en lugar de aceptar el razonamiento judi cial basado en el aristotélico principio de que nadie puede estar en dos sitios al mismo tiempo, —dado que Vander- Dill estaba en otra parte, no estaba en Paris— Jarry acepta alegremente la quiebra de ese principio, al tiempo que su explicacion: la velocidad. Es este mundo nuevo y patas arriba, mirado més allé de las 6pticas conven- cionales, con la feroz ingenuidad de un marciano recién Ilegado a la Tierra, el que Jarry va a perseguir en toda su obra; esa enorme obra de Jarry es un legado que no cesa de crecer con los afios y que parece ya incuestionable- ‘mente colocada en el punto de partida de todas las vanguardias de este siglo, desde el dadaismo al teatro del absur- do, desde el surrealismo a Joyce. En 1896, cuando en el Teatro de la Obra se estrené por primera vez el Ubi Rey de Jarry, con decorados y masca- ras de Toulouse-Lautrec, Bonnard y Sé- rusier, todavia el siglo XX no habia Ile- gado, y estaban lejos de suceder las ma- sates horribles de la primera y la segun- da guerras mundiales: pero en Ubi ese aventurero voraz, infantil, siempre dis- por el Mercure de France on 1896. puesto, pese a su avaricia, a lanzar al- gunas monedas de oro a la plebe, esta- ban prefigurados sin duda los absurdos capitanes del exterminio. También fal: taba mucho para que Freud descubric~ ra los comunes resortes del sueno, el ar- sor UbG, tal como lucia en la edicién original de Ubi Rey, publicada te y el humor: y sin embargo, también esto est prefigurado en Ubu, una obra donde la burla linda siempre con la poe. sia, la pesadilla con la risa. En su libro Le flaneur des deux rives, Apollinaire dice de Jarry: «Alguien coment6 un dia fen mi presencia que Jarry habia sido el Ultimo autor burlesco. Es un error. De esa suerte la mayoria de los autores del siglo XV y gran parte de los del XVI se- rian burlescos. Esta palabra no puede ser suticiente para designar los produc tos mas extraordinarios de la cultura hu- manista. No tenemos un término para designar esta jovialidad particular en la que el lirismo se vuelve satirico, en la que la sitira, ejercitandose sobre la rea: lidad, sobrepasa de tal modo su objeto que lo destruye y se eleva a tal altura que Ta poesia sdlo la aleanza a duras penas. Por un fenémeno inconeebible, la tr vialidad se asimila entonces al propio arte, Sélo el Renacimiento permitio la entrega a esas licencias de la inteligen- cia en las cuales los sentimientos no par- ticipan, y Jarry, por un milagro, ha si- do el tltimo de esos licenciosos subli~ COSAS DE LA MODERNIDAD Mas alld del ditirambo, y sies verdad que Jarry, admirado por Picasso y Mar- cel Schwobb, por Toulouse-Lautree y por el Aduanero Rousseau, por Breton y Tzara iba a afirmarse eada vez mas co- mo uno de los fundadores de la moder- nidad literaria, nos seri posible encon- trar en su obrét algunas claves escncia- Tes de esa modernidad. Yo marcaria tres puntos principales: — El rechazo del naturalismo y ta reivindicacidn del estilo: Consciente de que la mimesis naturalista es tambiér uuna marea de estilo, Jarry no juzga ne: ceesario atenerse a ella. En Ubi tenemos una reivindicacién del grand-guignol, del estilo Farsesco y violento de las re: presentaciones de fiteres; esta concep- cion iba a dominar al teatro de este si: slo, en autores tan diferentes como Brecht, con su admiracién por el teatro chino; lonesco, con su mundo de pesa dilla, 0 Ia reciente puesta de 1789 de la directora francesa Arianne Mouchkine, donde se combinan el circo, los mune 0s y las representaciones al modo de los. juglares medievales. — El rechazo det estilo «alton y ta reivindicacién de la unidad esencial de los modos «alto» y «bajo»: A la mane: 7 Avusitasconel idioma, ra de Rabelais, donde sélo lo solemne esté proscrito, la risa es pasaporte a la poesia, lo procaz es pasaporte a lo su- blimey también al reves. ‘Aqui tenemos, claramente, una se- gunda condicién de la modernidad: sin esta comunicacion «alto-bajo» no en- driamos ni el monélogo del Molly Bloom en el Ulysses de Joyce, ni el Ule timo tango en Paris de Bertolucci. — El rechazo a la tirania sentimen- tal, y la reivindicaciOn de la lbgica y la inteligencia, siquiera a través de sus per- versiones: Convendré dar un par de ejemplos de este rasgo «jarryanoy. En su articulo Paris, colonia negra, publi- cadio en el Mercure en 1902, Jarry re coge y comenta una denuncia acerca de un negro que, a la hora de pagar su cuenta, dio un cabezazo al camarero en elestomago y escapé. Jarry prontamen- te llega a la conclusion de que el negro ha aprendido esto en los parques de di- versiones donde el juego consiste en dar ‘un mufieco negro con una maza en el «stmago; si se le golpea suficientemen- te fuerte, se gana el premio. Luego, el eseritor se pregunta alarmado si estos nnegros no estardn aprendiendo demasia- do rapido: «El paso siguiente podria ser que aprendieran a poner banderas en Paris, y luego a llevarse unos cuantos esclavos.» Otro ejemplo: en un articu- lo donde intenta una definicién del va- tor, imagina en primer lugar que una aproximacion plausible seria decir que es «un estado de calma, de tranguilidad frente al peligro, tal como uno esta cuando no hay peligro». Concluye que tun modo de ser valeroso, entonces, se- ria la de aumentar la propia proteccién, para no tener miedo y conservarse tran” uilo frente a las amenazas. Nos preo- cupa mucho menos a Iluvia bajo un te- cho o un paraguas, y la tormenta elée- trica al abrigo de un pararrayos en cu- ya elicacia confiamos. Es muy raro que tun hombre vigoraso, armado hasta fos dicates, se sientaintimidado ante un ad- versario de notoria debilidad y carente de medios de defensa. Creemos que la representaciéon mas exacta del valor se- ria Hércules, con la maza alzada sobre tun pequefiuclo que diera sus primeros pasos yal que no pudiera ocurrirsle es- capar. La tendencia al logro de este ideal de valor se pone de manifiesto en los ejércitos permanemtes y en todo el aparato de sus armas. La operacién esté clara: una in gente vuelta de tuerca sobre las propias premisas cuestiona en dos palabras el racismo o la boberia de la admiracién por el heroico valor de los ejércitos. Sin 8 inteligencia, al tiempo que sin una mi- ada que se separa de los sentimientos primeros, de las convenciones estipula- das, no hay critica, y la critica es, evi- dentemente, el otro ingrediente ineludi- ble del arte moderno. uBU LA BUTTE ‘Réduction en deve ates SUB RO! Représentée ae Saige vee le concent "Ancroun es ChamporElysées + PARIS E, SANSOT © c* Eidieéurs 53, rue St André-de Arts PETE Portada de la edicién realizada en 1906 de la versién de Ubii para marionetas. EL DOCTOR FAUSTROLL Y LA PATAFISICA La mas extrait de las obras de Jarry cs sin duda la novela Gestos y opinio- nes del Dr. Faustroll, patatisico, publi- cada en 1911, cuatro afios después dela muerte de su autor, y de la que no co- nozeo versién castellana. En esa nove- la quedé subsumida, dicen, otra obra que iba a ser algo asi como una serie de ensayos patatisicos; de aquella obra que ho se concret6, Faustroll (un seudéni- mo que Jarry us6 frecuentemente), re~ Bye algunas partes: la célebre defini cidn de la Patatisica (ver recuadro), los céleulos sobre la superficie de Dios, un disparatado didlogo de reminiscencias pitagéricas entre Ibierates el geometra y su cdivino maestro» Sophrotatos de yun brevisimo didlogo entre Dios, el Hombre yl Ente, también de indole geométrica. De estos esbozos, el llamado a tener mas larga vida fue la Definicién: ella se convertiria con el tiempo en la base del Colegio de Patafisica parisino, al que Pertenecieron —y pertenecen— muchos escritores célebres, de Francia y otros paises. Tanto el intento de fundar una ciencia de las excepeiones como un ca- tlogo de soluciones imaginarias resul ta.un poderoso acicate a la creatividad. En el primer sentido, pensemos por ejemplo en una definicién patafisica del ajedrez; en lugar de edificar laboriosa- mente una coleccién de reglas lenas de excepciones, la Patafisica elegiria ale- sgremente un rasgo para montar su de- Finicién. Diria, por ejemplo: «En aje- drez, las piezas se mucven de a pares in- tercambiando sus lugares entre sir; in- dudablemente, esto es lo que sucede en elenroque; el resto, son excepciones. La ‘matemtica patafisica consagraria a t0- dardivision como imposible, desde que la divisién por cero fo es; las demas di- visiones —posibles— serian meras ex- cepeiones a esta regla de oro. La defi- nicién patafisica de la duracién del ato 5 casi mds clegante que la comiin, que se ve obligada a tomar en cuenta las ex- cepciones que constituyen los bisiestos «<1 afto tiene 366 dias, excepto cuando no €5 miltiplo de cuatro 0 cuando las dos tltimas cifras son eros»; dentro de ‘quince aftos esta excepcion tendra a su vez una excepeién, pues el aio 2000, cu- yas dos iiltimas cifras son ceros, tam- bién tienen 366 dias. Pero. ya se sabe, no hay definicion que dure mil aos. ‘Como ciencia de las soluciones ima- ginarias, la Patafisica también es de gran utilidad. Podemos usarla tanto pa- ra encontrar soluciones factibles a pro- bblemas que no existen como soluciones imaginarias a problemas que nadie se ha planteado jamas. Un buen ejemplo es Ja pregunta que el mismo Jarry se hace acerca de por qué esa extraia especie ‘marina que son los ahogados raramen- te se retine; la pregunta le da pie para vatiadas y graciosas elucubraciones so- bre las costumbres de estos animales so- litarios. También se pregunta Jarry por ‘qué esas bestias que recorren las ciuda- des —tranvias y autobuses— tienen tan diferentes habitos: mientras los segun- dos no dejan huellas, lo primeros las de- jan indelebles, pese a lo cual se preocu- pan de andar siempre sobre sus propios rastros, como si quisieran despistar so- bre su verdadera direccion. ;Por qué —se pregunta Jarry— los recién casa- dos, apenas reciben su bendicién, par- ten directamente al extranjero? A resul- tas de ello, la mayor parte de los fran- ceses son concebidos en el exterior. iHaré esto mella en su patriotismo? 20 debe ser visto como patridtico de parte de los padres traer a la Patria francesi- tas ain no nates importados de todas partes del mundo para agrandar la po- blacién? Una buena pregunta, como se ve, trae como consecuencia una cua tiosa serie de nuevos interrogantes, ap- tos para repensar cudntas cosas absur- das aceptamos como ciertas 0 I6gicas tuna vez que se han transformado en costumbre. Contra esas certidumbres y costumbres, trabaja la poderosa maqui- nna de la Patafisica, del humor, la poe sia. Cada cual tiene oportunidad de hia- ceria funcionar, con sus propios medio yssu propia, insobornable, inteligencia, UN RETRATO DEL ARTISTA En La flneur des deux rives Apolli- naire esboza varios pintorescos retratos de contemporineos. El que hace de Jarry es uno de los mas vividos: comien- za.con una visita a su casa, excepeional desde un comienzo, ya que el eseritor vi- en «el tercer piso y medion de una viejisima casa de altos ambientes divi- didos por entrepisos. Por todo mobilia rio, Apollinaire encuentra una cama y luna minima mesa para escribir acosta~ do boca abajo (?); el tinico cuadro es un. retrato del propio Jarry, quemado en su mayor parte, y en el cual el escritor ex- hibe un sorprendente parecido con Bal- zac; la biblioteca también esta reduei- da a lo esencial: una edicion popular de Gargantiia y Pantagruel, de Rabelais, dos tres novelitas romanticas. El uni- co adorno, por fin, es un enorme falo de piedra, curiosa escultura japonesa que Jarry conservaba semioculta tras ‘una vaporosa cortinita violeta, desde el dia en que una dama se escandalizo al verla: especialmente, al decirle Jarry que se trataba de una versin en escaia re- ducida det original El esciindalo era sin duda un entrete- nimiento para Jarry, pero tratandose de 41, no podia ser sino un entretenimien- to literario, pleno de deliciosa inven- cin, Una noche que cend con él en el c0s1080 restaurante Bostock, Apollinai- re cuenta que Jarry dio en espantar a sus vecinos de mesa con historias sobre leo- nes y panteras. Dijo que el olor de las fieras le daba placer, y que habia caza- do dos jovenes panteras escapadas de un circo en un parque piiblico; como los. animales asustaban a los vecinos, se vio obligado a demostrar su poder. Ponién- dose una armadura medieval, bajé al jardin llevando un vaso de vidio vacio cn el guantelete. Al verlo, ellas entraron prontamente en su jaula. «Al igual que los hombres —explicé Jarry— las bes tias earnivoras temen las vasos vacios. Cuando los ven les da tal pavor que se duermen, y uno puede hacer con elas Jo que quieray. «Mientras decia esto —relata Apollinaire—agitaba su rev6l- ver, de modo que las mujeres empeza- ron a asustarse y todo el mundo aban- dond el local. Jarry no podia ocultar su satisfaccién por haber espantado a aquellos filisteos, y todavia empufan- do el revolver salié a la calle y abordé el autobiis que debia Hlevarlo a Saint Germain des Prés. Desde la plataforma, mientras se despedia, atin agitaba el r volver», Jarry murid el 1.° de noviembre de 1906. Unas cincuenta personas acompa- ‘aaron su féretro hasta el cementerio de Bagneux. «Los rostros no reflejaban tristeza —dice Apollinaire—. Todos sentian muy vivamente la pérdida del es- critor ¥ del amigo, pero uno no se ima sina ldgrimas en el entierro de Folengo, de Rabelais o de Jonathan Swift. Tales muertos no tienen nada en comin con el dolor. Sus sufrimientos no han esta- do jamas mezclados con la tristeza. En furierales semejantes, uno sélo podia andar con el alegre orgullo de haber c nocido a un hombre ast. Portada de la evista La Ctque dediad 2 del libro Gestos y Opinio- nes del Dr. Fausstroll, Pata- fisico, publicado por prime- ra vez en 1911, cuatro afios después de la muerte de Jarry. Un epifendmeno es lo que se agrega a un fendmeno. La patafisica... euva ortografia ‘real es "pataphysica, precedida de tun, apéstrofo, a fut de evitar un ‘Facil juego de palabras, es lacien- ‘ia de lo que se agrega a la meta- Jisica, ea en si misma, sea fuera ‘deel, extendiéndose tan lejos de cella como ella se extiende mais alld de la fisica. Y siendo el epifen: ‘meno a menudo el accidente, la ‘patafisica serd sobre todo la cien- tia de lo particular, pese a que se dice por ahi que no hay mas cien- cia que la de fo general. La pata- Jfisica estudiar tas leyes que rigen las excepciones y explicard elu verso suplemeniario a éste: menos ambiciosamente, describiré tn tuniverso que se puede ver y que (quiz se deba ver en lugar del tra- dicional, siendo las leyes que se than cretto descubrir en el univer- so tradicional también correlacio- rnes de excepeiones, quizd mds fre~ ‘uentes, pero en todo caso acci- dentales que, limitdndose a ser ex- ‘cepciones poco excepcionales, no Definicion de Ia patafisica tienen ni siquiera el encanto de la ssingularidad. | DEFINICION: La patafisica es | Ia ciencia de las soluciones ima- | ginarias, cuyas reglas se consiru- ‘yen de acuerdo a las propiedades de los objetos descritos en su vir~ tualidad. La ciencia actual se funda so- bre ef principio de la induecion Habiendo la mayor parte de los hombres visto tal fendmeno pre- ceder o seguir a tal o1ro, Megan a Ta conclusion de que serd siempre ast. Sin embargo, lo «mds fre- ‘cuente» no es un concepto exac- {o; esta codificado como tal por mera comodidad. En lugar de ‘enunciar (a ley de la caida de los ‘cuerpos hacia un centro, , un niimero célebre en matematicas, que puede definirse como la base de los logaritmos naturales, aparecen 8 veces, sin contar una aparicion (comenzando cn ef decimal 1.526.800) de 2718281, que son los primeros 7 digitos de e. Mis, inesperada aiin es la aparicion (comen- zando en el decimal niimero 52.638) de 14142135, los primeros ocho digitos de la raiz. cuadrada de 2. Hay una leccion para aprender de es- {as extranas coincidencias. Considere~ mos el patron 876543210. La probabi- Tidad de encontrarlo entre los primeros 3 millones de digitos de pi es baja unas 6 posibilidades en 100, Pero la pro- babilidad de que algunos patrones im- probables aparezcan es extremadamente alta. Podemos ver todavia mas particula- tidades en pi. Siel nimero formado por os n primeros digitos de pi es primo (un niimero solamente divisible por si mis- mo y por 1), Io Tlamaremos un «primo pifor» (pifor proviene de «pi forward», {que quiere decir «pi hacia adelante»), Se conocen 4 de estos mimeros: 3, 31, 3 14159 y 3 14159 26535 89793 23846 26433 83279 $0288 41. En 1979, Robert Baillie y Marvi ch de la Uni- versidad de Illinois probaron que et mencionado en cuarto lugar es primo. GExiste un quinto pifor? Es probabl pero podria pasar un largo tiempo an- tes de que alguien lo encuentre. 3589793238 4Y qué hay sobre los «primos pi- back», 0 sea los formados por los pri- meros n digitos de pi, ordenados al re- vés ¢Podriamos esperar que éstos sean mas numerosos que los pifors porque todos los pibacks terminan en 3 (que es el primer digito de pi), y es uno de los ‘cuatro mimeros en los que puede termi- nar un niimero primo: los otros son 1, 7, y 9. Por contraste, los primos pifor pueden terminar en cualquier digito, lo que significa que s6lo el 40 por 100 de Jos niimeros tienen la posibilidad de ser primos. Fécilmente se pueden calcular 6 pibacks: 3, 13, 51413, 951413, 2951413 y el 53562951413. Ahora, gra- cias a los calculos de Joseph Madachy, editor del «Journal of Recreational Mathematics», — sabemos que {979853562951413 es primo también. EL informe de Baillie afirma que no hay ‘otros primos piback hasta el decimal de! lugar 432 de pi. Los lectores de mirada aguda habran notado que 3 de los pi- backs son, de hecho pifors invertidos, uExiste un primo mas grande que per- tenezca también a los dos conjuntos? Tal vez. Los verdaderos obsesos por los niime- +05 (uso el término carinosamente) pro- bablemente se plantearén todavia otra pregunta: ;Habré algin niimero forma do por digitos de pi que sea a su vez cua drado de algtin pifor? Los pibacks estan excluidos porque ningiin cuadrado puede terminar en 3. El matematico Wolfgang Haken duda de que existan tales cuadrados. Su ra- zonamiento es que cuanto més se avan- za en la expansion decimal de pi, me- nos probable parece que se encuentre un. ‘cuadrado de pifor. Haken estima que la probabilidad es tan baja como de I en un billén. Su conjetura puede ser cierta pero podria llegar a ser también imposi- ble de afirmar, porque un tal cuadrado —o cualquier prueba de que puede o no ‘existir» — podria no encontrarse nunca. Las comillas que encierran a cexistin» indican que estamos pisando nuevamen- teem las arenas movedizas de la metafi- sica. Es legitimo decir que 0123456789 dduerme ahora en pi, ono lo es? Un rea- lista responderia «Por supuesto!», pe- ro los no-realistas disentirian. Si algu- na vez se halla una tal secuencia, natu- ralmente resolveria la euestién. Pero hasta que no haya sido hallada, aigunos matematicos rehusan afirmar que esta ‘ono esté ali Sin embargo, supongamos que. alteramos la asercién asi «0123456789 esta (0 no esté) durmien- do entre el primer billén de decimales de pi». Todos los matematicos estarian de acuerdo que tal afirmacién es verda- dera. {Por qué? Porque ahora esto se puede establecer concluyentemente con tun nimero finito de cdleulos. Aun cuan- do pi haya sido dividido en un billon de partes. Traduccin de Silvia Lisnofsky Numeros que se vuelven mas y mas curiosos el siglo V a. C. el gran astrénomo chino Tsu Chung encontré una fraccién notable: 355/113. Esta da 6 decima- les correctos para pi. Los matematicos occidentales no des- cubrieron este valor sino unos mil afos después. Si se escri- be la fraccion al revés, alterando solo un digito, 353/312, se obtiene, 1,7724358 +, que es la raiz cuadrada de pi con 4 de- cimales correctos. La raiz cuadrada de 10 es pi con un decimal correcto. La raiz cuadrada de 2 mas la raiz cuadrada de 3 ¢s correcto has- ta 2 decimales. La raiz cuadrada de 9,87 (nétese el ordena- miento decreciente) es correcta hasta Cuatro decimales (con redondeo). La raiz cuadrada de 46 veces 13/50 es correcta hasta 6 decimales (con redondeo), Pruebe esto en su propia calculadora, Divida 2.143 (los cua to primeros niimeros naturales) por 22. Apriete ahora la te- cla de raiz cuadrada dos veces. Obtendré pi con 8 decimales correctos. Esta asombrosa formula, 22xpi'=2.143, fue descubierta en 1914 por el famoso matematico indio Srini- vasa Ramanujan. Es facil probar que pi es cuadrado (lo recuerda?: pix ra Ie formula para caleular el drea de un circulo de radio 1). Recuerde que pi es la décimosexta letra del alfabeto grie- 20, y 16 es el cuadrado de 4, En el alfabeto espafol, sin CH ni N, sca A= 1, B=2 y asi sucesivamente. La P tendra nue- vamente el nimero de orden 16, ¢ I tiene el de 9, que es el cuadrado de 3. La suma de 16 y 9 es el 25, cuadrado de 5, y el producto de es0s ntimeros, 16 y 9, ¢s 144, el cuadrado de 12. Divida 9 por 16 y obtendra una fraccién con el perio- do repetido 5625, que es el cuadrado de 75. Los primeros 144 decimales de pi suman 666, que es el no- torio mimero que en la Biblia corresponde a Ia Bestia, o el Anti-cristo (Apocalipsis 13; 18). Notese que 144 es igual a (6+6)x(6+6). Los tres decimales de pi que comienzan en el lugar mimero 666 son 343, que es igual a 7X77. Escritas en cireulo, en sentido horario, estan las letras del abecedario. Tache todas las letras que presenten simetria derecha-izquierda (o sea que sean iguales reflejadas en un es- pejo. Las letras restantes forman grupos cuya cantidad de letras, tomados también en sentido horario, da 31416, em Ordene los nueve digitos (sin el cero) para obtener la frac- ccién decimal 15,8346297 y multipliquela por 0,1984, el afio que pas6. Obtendra pi con 5 decimales correctos. 1626433832 esta completo, con su intriga y sus pistas. Algunos se resuelven usando la légica, y otros le exigiran ser un buen observador. Siga los pasos de Sherlock Holi cubra a los culpables. (Estos enigmas han 1s del libro “Minute Z co. —Serd mejor que caminemos por el costado, John —dijo Fordney cuando comenzaron a andar por el nico sen dero que iba hacia los bosques. Mientras iban caminando, John dijo: —Como le dije, profesor, Crane de- 6 el alojamiento para ir a cazar. Unos diez minutos después, of un disparo y un grito. Corsi por el sendero, y lo en coniré a unas 100 yardas de Ia casa, san- grando terriblemente de una herida en la cabeza. Me volvicorriendo para bus- car el botiquin de primeros auxilios, y lo vendé lo mejor que pude, pero mu: 16 antes de que yo terminara, Luego voli a alojamiento y etelefonée a Ud asicos dell ingenio Senalando la mancha en medio de la cual yacia Crane, explicé: —Ze di la vuelta para poder vendar- le la cabeza. —Debe haber sido una emboscada, ya que no hay otras huellas alrededor, mas que las del sendero, de las cuales tres recorridos son suyos, y el otro es de Crane —dijo el profesor, despues de un cuidadoso examen, ‘Caminando hacia la maleza, exclamé: El asesino debi6 haber estado de pie cerca de aqui. Ve esas marcas de polvo en las hojas de esa rama? Mientras trataba de cortar la rama, Fordney se hirié la mano. s JEMBOSCADA —Serd mejor que se la desinfecte — sugitié John, De vuelta en el apartamento, Ford: ney estaba a punto de tomar una bote- lla de desinfectante del botiquin que ha- bia usado John, cuando observ6 una ‘mancha marrén oscura en la etiqueta. Yendo hacia ellavabo, miré hacia atrés por el espejo y vio a John deslizar fur- tivamente unas tijeras dentro del boti- quin: Dando la vuelta lentamente, dijo Voy a detenerlo bajo sospecha de asesinato. «Por qué? DIA DE CLASE —Yo esperaba —dijo Fordney a su clase, hace algunos afios— tener aqui al gran fisico Alberto Einstein, quien for- ‘mul6 por primera vez la Teoria de la Re- latividad en 1905, para hablarles hoy a Uds. Pero infortunadamente, no pudo estar presente, y por eso voy a hablar- les de una hazana de otro famoso cien tifico, Sir Joshua Beckwith, profesor de Egiptologia en Londres, “EI habia descubierto una antiquisi- ‘ma tumba en Egipto y, gracias a su in discutible sabiduria y'habilidad para descifrar jeroglificos, habia establecido definitivamente la fecha de! nacimien to yel reinado de un gran Faradn, cuya momia habia descubierto. Como era hombre de temperamento enérgico y puntos de vista arraigados respecto de la ciencia, y no dudaba en descubrir a Jos charlatanes alli donde los encontra- ba, tenia muchos enemigos.» «El Museo Briténico pronto recibié el mensaje, firmado por Sir Joshua, que en parte decia asi: He descubierto la tumba de un importante faraén que rei- 6 desde 1410 hasta 1428 a. C. y murié 16 los 42 anos de edad. Dejé dos hijos y dos hijas. En el sarcéfago se encon traban grandes riquezas. Uno de sus hi- jos murié poco después que su reino co- menz6, etcétera.» Los oficiales del Museo, al princi- pio, quedaron asombrados —continud Fordney—, pero el examen de la comu- nicacién, rapidamente, les mostré que habia un error muy estipido, o un in- tento de estafa.» Ellos estaban en lo cierto en su creen cia de que el mensaje no provenia de Sir Joshua Beckwith. Era cierto que él ha- bia hecho un descubrimiento de la ma- xima importancia, pero zedmo hicieron las autoridades del Museo para saber que la comunicacién no era auténtica? La navaja cerrada oscilaba en el bor- de del lavabo. De alli la tomé el profe- sor Fordney. La abrié y observé las dos muescas en su filo. Se incliné sobre el cuerpo desnudo de Paul Loken, tendido en el piso del ba- ho, y reexamin6 cuidadosamente la ho- rrible cortadura en su cuello, que iba ca~ side oreja a oreja, Se veian en ella, cla ramente, las marcas de las muescas. El cadaver vestia slo una media. La mano izquierda estrujaba un trozo de partitura musical. El Dr. Graham olis. queé una colilla que habia recogido jun to al cuerpo. «Marihuana», dijo. Los dos fueron hnacia el living. —Despues del show, nuestra cantan. te Nan, aqui presente, que tiene un apartamento dos pisos mas arriba, se detuvo para saludarnos y tomar una ul- tima copa, con Paul y conmigo —expli- 6 Cedric Kendrick, el director de la banda—. Paul era nuestro trompetista, y compartiamos este apartamento. Paul 3 [AJLA BANDA! termind su trago, y se fue a su cuarto, Mas 0 menos quince minutos més tar- de, oimos un gran ruido que venia des: de el baflo. Abrimos la puerta y. {Dios!... ;qué vista espamtosa! No en tramos... ;No pudimos entrar! Cerré la puerta y telefonée al Dr. Graham ya la policia. —jObservs humo en el baio? Si, una densa humareda. Paul era adicto'a la marihuana. —;Sufrié mucho? —pregunt6 Nan. —Casi nada —replieé el Dr. Graham, pensando en la profunda herida—. En algunos casos, la victima vive lo sufi- ciente como para hacer cosas inereibles —miré a Fordney—, pero Loken mu- ri6 antes de llegar al piso. Es decir, ins- tantdneamente. Lo cual, entre otras cosas —aurego el profesor— hace de esto un asesina- to. Uds. dos estin bajo arresto. 2Qué dato probs que uno de ellos (Kendrick) habia asesinado a Loken? SIGNIFICATIVO El asesino repé hasta la ventana abierta del dormitorio de Lord Melford. directamente —insistié cl sargento de detectives Boland, dirigigndose al pro- fesor Fordney—. Hemos descubierto. como Ud. sabe, que todas las puertas de entrada estaba cerradas por dentro, ¥y que fodas las ventanas, menos la ven: tana en cuesti6n, estaban cerradas tam. bién. {Ve esas huellas en el marco? Los dos hombres estaban de pie di rectamente debajo de la ventana de su Sefioria, cuando el detective de Scotland Yard, Boland, tomé el brazo de Ford presa de gran excitacidn, y apunt6 hacia la pared, cubierta de hiedra, de la vieja mansién. A unos tres metros del suelo, y en direccién hacia fa ventana de Melford en el tercer piso, las hojas es taban arrancadas y rotas. fea, profesor, iyo tenia razon! iAsi es como el asesino entr6! Echemos otro vistazo en el interior. Lord Melford yacia en su cami el cuello cortado. La almohada y la col cha estaban cubiertas de sangre. Un bra- zo le colgaba fuera de la cama. La lam. parita estaba todavia encendida. Obs vando Ia ventana abierta, Boland des. cubrid rasgufios frescos en el alféizar ex- terior, Esto lo confirma, profesor. ;Cmo ‘me satisface pescarlo en un error, por una vez siquiera! Su teoria de que es un trabajo de adentro, y de que el asesino no entré por la ventana, esta desment da ahora. El nico que gana algo con Ia muerte de Melford es su sobrina, y yo no creo que él tuviera el coraje de h cer un trabajo como éste. —Las apariencias engahan, viejo amigo. Ud. debe saberlo. Estoy real- ‘mente muy sorprendido de que haya pa- sado por alto un hecho significativo —Fordney examiné cuidadosamente el alféizar de la ventana—. ;Ve lo que quiero decir? {Cul fue el hecho significa- tivo que Boland pas6 por alto? 7 Por Martin Gala Venga sin cuidado a esta partidita; le aseguramos que jugamos limpio, no tiene que dudarlo, aqui nadie se tira faroles. Lo que tendré que hacer es usar su razonamiento logico cartera intacta. . No ganar dinero, pero podra volver a su casa con la De un mazo de 28 cartas de péker con 10, J, Q, K, As) seleccionamos 25 x Seartas. in asi formadas doce «manos» de (S horizontals, 5 vertivw no» indicamos la eombinaeién que com tiene. son: As, 8, 9 10, 1 —8, 9, 10, J, Q—9, 10,4, K 10, 4,Q, KAS Escalera de color: todas las cartas del mismo palo. Cuando no se da ninguna de estas combinaciones, anotamos Nada. Ateneion: no es forzos tas estén ordenad: Por ejemplo, en I era puede estar primero un 9, 0 un 8 después J, ete nea que cont Iu DEDUZCA LOS VALORES DE TODAS LAS CARTAS (Solo le pedimos hallar Ios valores, ¥ no los palos.) — NUMERO ESPECIAL SOBRE EL INSOLITO MATCH OCH OROCHD, Ree ASPAROV nO Wie tt) Gd Rae NUMERO ESPECIAL —2s$ usa 15 de Marzo a la venta EI castillo de la princesa Capricho se ve envuelto en un delicado cont —iAh! —exclamé. Entre un capitulo y otro habia trona- do, habia llovido, habia amanecido, ha- bia escampado y ahora un arco iris re luciente surcaba el cielo claro. Sobre la terraza del castillo estébamos nosotros tres, la princesa Capricho, el doctor Norton Wine y yo. De pronto me senti perturbado. {Quin habia excla- Por Jaime Poniachik CAPITULO TRES mado «;Ah!»? Evidentemente el exela- ‘mador no habia sido yo, pues de serlo habria dicho wexclaméy y no «excla: md», Me quedaban dos posibilidades, la princesa o mi amigo Wine. Pero el verbo no especificaba si el exclamador habia sido hombre o mujer. BI proble- ma estaba en que la contemplacién del arco iris me habia distraido a tal grado to diplomatico, donde que mi memoria no habia llegado quiera a registrar el timbre de la voz. Tan embargado estaba por esta an- gustia de escritor que no percibi la lle~ gada de un nuevo personaje. —iSu majestad! —exclamé el nuevo personaje que, esta vez si puedo aseve- rar que era de sexo masculino—. ;Ma. las nuevas! Ni tiempo tuve para describir su in- dumentaria, pues la princesa tomé con, un brazo a Norton Wine, con un brazo (elotro) a mi, yasi nos condujo por una estrecha escalerilla hasta un gran salon. Alrededor de una mesa oval habia nueve caballeros de aspecto distinguido. La distincién se refiere a que no se pa- recian a ninguno de los otros persona- jes que habian aparecido hasta el mo- ‘mento, pero entre ellos eran todos igua- les e indistinguibles. Mas tarde —y no sé si corresponde decirlo ahora— se nos dijo que eran los consejeros de estado del castillo. —iSu majestad! —anuncié uno de los nueve—. jNuestro vecino, el princi- pe Igorrr, exige que tengamos una ban- deral ‘—{No tienen ustedes bandera? — pregunté sorprendido. —No —me respondié monosilébica- ‘mente un consejero. —No tienen bandera! —te anuncié ‘a Wine, que estaba a mi lado y no pa: recia sorprendido por la flagrante ausencia de tan esencial utensilio para enarbolar en mastiles, astas y palos. —{Para qué, diantres, necesita Igorrr que nosotros tengamos bandera? — pregunt6 la princesa Capricho, empe- zando a enardecerse. Alrededor de la mesa oval sonaron toses y carraspeos, aunque no necesa- riamente en este orden. —Ejem —dijo uno de los consejeros, elevando su earraspeo por encima de los demés. —iEso no ¢s un motivo! —replicé la princesa Capricho, continuando su vance por el camino del enardeci- miento. —Quiero decir —dijo el consejero que habia elevado un momento antes su carraspeo por encima de los demas— que es una situacién ejemplar e insélita.. ‘EI principe Igorrr —tomeé la pala- bra otro consejero— anuncié que guie- re deshonrar nuestra bandera para pro- vocar de este modo un conflicto, del cual, segin él, va a poder extraer un pin- ile beneficio. —Pero como ustedes no tienen ban- dera —no pude contenerme de enhebrar un feliz silogismo—, jlgorrr no podré deshonrarla! Mis palabras fueron sucedidas por un profundo silencio. Todos habian com- prendido la sutileza del razonamiento y ahora me estaban mirando, a la espera de un corolario, —iHay que hacer una bandera! — anuncié. —jHagamos una bandera! — procla- mé [a princesa Capricho, desvidndose del camino del enardecimiento para in- gresar a la ruta de la exaltacién patrié- tica, La transformaci6n dejé invarian- te, sin embargo, el rubor de sus mejillas. El revuelo que ocurtié a continuacién fue indescriptible, lo que me libera de describirlo, y concluyé con la entrada en la sala de un nuevo personaje. En Verdad no se sabia a ciencia cieta si era un personaje u otra cosa, por ejemplo, una canasta o un furgén, porque cara no se le veia, tampoco cuerpo, ni siquie- ra piernas. Estaba cubierto completa- ‘mente por retales de telas. —iQué sea una bandera decidié la princesa Capricho. Del montén de telas que habia entra- do en la sala emergié una voz, hacien- do pensar que se trataba de una canas- ta o furgén con un dispositivo sonoro, © bien un ser humano que no era mu do. Dijo: Usted puede elegir, majestad, en- ue siete colores: rojo, naranja, amari- llo, verde, azul, aail y violeta. El infra- rrojo y el ultravioleta me estan faltando. ‘Los nueve consejeros se pusieron a es- cribir Frenéticamente en unos cuaderni- Ilos que extrajeron de sus vestimentas. Pasaron dos minutos 0 cuatro en abso- luto silencio, —iYo, sefiorita majestad, yo, sefio- rita mejestad! —se puso de pronto a tar uno de los consejeros, agitando su cuadernillo. —Tiene la palabra el consejero Gali, Matias —invité la prineesa. ‘olor! — 22 El tal Gali, Matias, se aclaré la voz y discurseé del modo siguiente, a saber: ‘—Teniendo el venerable artesano sie- te colores disponibles, y deseando vue- sa majestad una bandera tricolor, ha podido calcular que hay 35 combinacio- nes posibles. —iAh! —exclamé la princesa Capri: cho—. Me gustaria poder elegir entre més posibilidades. ;Hagamos la bande- ra de cuatro colores! Los nueve consejeros volvieron a su- mergirse en sus cuadernillos. Pero fue initil, porque no habia terminado de hablar la princesa cuando Norton Wi- ne, que habia permanecido callado en todo el capitulo, le susurr6 algo al odo. —iNi un célculo més! —exclamé la princesa—. Nuestro genial visitante, el doctor Norton Wine, me acaba de de- cir cudntas banderas de cuatro colores son posibles. Su argumento es irreba- tible. Los consejeros abrieron sus bocas por unanimidad: estaban realmente sor- prendidos. Un susurro ominoso recorrié la sala: ‘6mo pudo averiguarlo tan rapi- do? {Tiene una férmula magica! Tal vez se equivoc6. jNo demos crédito a la tec- nologia fordnea! INTERVALO El lector sagaz puede aprovechar es- te momento de sorpresa y desconcierto para descubrir cudntas banderas de cua- tro colores pueden hacerse a partir de los siete colores que dispone el artesa- no. Se ruega no emplear cuadernillos, ni formulas. SEGUNDA PARTE —Ti también puedes llegar al resul- tado en un instante —me alentaba esa noche mi amigo Wine. —Pero es que no sé nada de matema- ticas —traté de excusarme. —No es matematicas —insistié Wine—. jEs pensamiento puro! —Veimos —dije sin mucho entusias- mo—. Una bandera puede ser roja- naranja-amarillo-verde. Otra puede ser roja-naranja-amarillo-azul. —Vas mal, Fornax. Piensa en las 35 que son tricolores, O mejor atin, pien- san una bandera tricolor. No sé cémo fue, pero de golpe tuve Ia solucién. —iLas de cuatro colores son también 35! Pues cada bandera tricolor deja exactamente otros cuatro colores para hacer una cuatricolor. Por cada trico- lor hay un cuatricolor, y viceversa! La alegria que sential resolver el pro- blema fue tan inenarrable que ahi mis- ‘mo cai dormido, LexicGn Este es un juego cultural para divertirse y aprender solo, en pareja o en dulce montén. Hay que elegir una referencia de cada palabra (la que uno crea correcta, pues hay dos inventadas) y poner la letrita de la izquierda en su nmero correspondiente en los casilleros de arriba. De hacerlo bien, se podra leer en esa linea horizontal el nombre y apellido de una escritora inglesa, extrafiamente menos famosa que el horrible personaje que ella cred. De hacerlo mal, probablemente le quede formado un ilegible esperpento, del cual, desde ya, declinamos toda responsabilidad. Eee og SG), ee Se eer Eh” Bh, rie el 2 4 1 3 Ss € 7 8 9 10 tt 1. EMETICO 1 Elquesabedisfrutardel 7.“ MARRASQUINO —_bisicamente en frutos de P Que no puede abrirse vino, bebiéndolo poco Cochinillo, Ss ticcrat facilidad poco ee Condesa italiana que vi- M. Vomitivo. Y- Relatvo al paladar, oF Licor hecho con oereras T° yig'en el siglo XVIy fae © Diewedelquercioeun Deal lao 1 Ae Marakaen, ‘OSA, por sts muchos tule honorific univer: amantes. aan are 5. POMPEAR 8 sitario A. Hacer burbujas y ruidos 10, MUJALATA abscenos con la boca, para burlarse de alguien, S_ Pavonearse. L_ Blogiar protongada_y exageradamente a algu- no en una ceremonia so- Teme en que los asisten- tes no pueden expresar V__Especie de hojalara que se usa para hacer tarros de leche. E En Marruecos, asocia- cidn agricola Dicese de la mujer friay aburrida, su disgusto 8 PEDILUVIO E _Dicese dela persona que 2. GNOMONICA pide que Ilueva. A. Ciencia que trata y ense- R__Brusco arreciar de latos fia el modo de hacer re- en una reunién, induc lojes solares. dos de una a otfa perso- E Arménica muy pequeai na por contagio. a L_ Baio de pies. 1 Disciplina que estudia Bai receark anes las costumbres de tos Parts gnomos en el folklore COMISARIO escandinavo. L_ Error o vicio leve. Y Persona a quien se desig K Lista de los platos de na ejecutor de un 3. MARISMA 6. BOCATIJERA tuna comida consistente —__testamento. R Terreno pantanoso ¢ W Revisor de cuentas que inundable, Ge horliad miaine 2ila decide el otorgamiento 0 M Terrible confusién. aes 2 fol al ea L_ Dicese de fa mujer habil z Comisario politico en la para cocinar marcos. (edn pate donde aes se afirma fa lanza. , 4. PALATINO © Persona que come sabes LL. Metal raro parecido ala abriendo mucho laboca. = \ =. 2 plata y al platino. y devorando la comida. 23 INVENTEMOS UN JUEGO: | iConfrontacion B.S.Q! El autor lleva varios afios dedicandose de forma ordenada y seria a la creacion ludic: Por Agustin Fonseca Ha presentado juegos en la Feria del Juguete de Valencia el afio 1984. Expuso una muestra de sus obras en el Colegio de Arquitectos de Segovia y recientemente en el de Madrid, del cual es col ido. Ahora esta preparando una nueva exposi ign monogratica en Segovia. El interés que despiertan sus juegos se debe a la bella artesania en la ejecucion y a lo meditado de sus reglas. En el presente articulo, con e! que inicia su colaboracion en CACUMEN, nos ofrece Seguro que a cualquiera de los lecto- res se les ha ocurrido alguna vez una idea, que consideraban interesante, pa- ra un juego. Esto le ocurre a todo ser humano porque sdlo el hombre, desde que es hombre, juega; y es necesario ha- ccer una precisidn, ya que también el mo- no juega, y los perros, y en general los. animales superiores. ;Cul es pues la di- ferencia? El hombre juega con algo que previamente ha inventado y se atiene a determinadas reglas que controlan su desarrollo; es capaz de disefiar, ampliar, simplificar, imitar situaciones, imagi nar, y algo realmente importante y di ficil: Idear juegos basados exclusiva mente en relaciones matematicas sin «traduceién» a la vida real. Una abs- traccién de este tipo es lo que eleva al hombre, incluso sobre otros hombres, porque no solo hay que comprender si- Ro que es preciso inventar. Para ello, podria decirse que el pro- cceso a seguir seria, aproximadamente, éte: una muestra de Io ultimo. 1.° Se concibe la idea. Esta surge en el momento mas inesperado y es curio- so destacar que, particularmente, con- sigo buenos resultados en los lentos via- Jes en tren. Se necesita hacer todo tipo ‘de anotaciones, hasta las mas insignifi- antes, asi como croquis, dibujos, es- ‘quemas, porque todo ello puede ser muy Util cuando se comienza a desarrollar una posibilidad concreta. 2.° Conocer muchos juegos es fun- damental para la siguiente fase pues es preciso materializar lo que se pensd. Existen multitud de maneras de compo- ner un tablero, dar forma a sus casillas, diseiar las piezas 0 fichas y definir sus movimientos. Hay que saber eémo in- ‘iden su capacidad, su fuerza, su des- plazamiento. Sélo conociendo lo que existe se puede evitar inventar lo inven- tado o tratar de resolver un conflicto del ‘que ya se conocia su solucién desde ha- <¢ siglos. A partir de lo que se conoce podemos investigar y lograr novedades en ese campo. i A B c D FIGURA 1.—TABLERO. El espacio: las cuenta. 24 \derecha queda reservado para un resumen de las re ‘De esta forma la idea se plasma en un tablero, unas fichas, unas reglas, y to- do ello se convierte en dibujos, anota- ciones de posibles reglas y puntos negros gue es preciso resolver. 3.° Jugar mentalmente es importan- te para no perder tiempo. Esta parte del desarrollo posibilita desbastar el con- junto ¢ ir resolviendo aspectos genera- les del juego. 4.° Se realiza un prototipo con cual- quier cosa, como madera, cartén, mo- nedas. Se pinta con colores o se dibu- jan signos, letras, nimeros o aquello {que permita relacionar de manera mas coherente las anotaciones con el juego. La colaboracién de un compaficro cs importante aunque no fundamental, Con el tiempo se consigue ser amigo y enemigo a la vez, jugar con blancas y con negras en un tablero, giréndolo y aportando una buena dosis de imagina- cidn. =e 5.° Aqui aparece uno de los puntos mis dificiles: Hay que escribir y dibu- jar todo lo anterior (tablero, fichas, mo- vimientos, reglas, estrategias...) de for- ‘ma que lo entienda alguien mas que uno mismo. No queda mas remedio para cello que solicitar ayuda, que sera de al- ‘guien mas o menos experto en juegos, segiin lo complicado o a quién vaya di- 6.° Ejecucién del juego. Se busca cual es el material mas adecuado den- tro de los posibles. No es necesario ha~ cer inversiones importantes, s6lo ima- ginacién. La madera es ideal y también ‘monedas o botones, tuercas, 0 aran- delas... La pintura permite distinguir bandos, zonas, calidades, fuerza, ... Se acompatia con una redaccién adecuada y pulida a partir de todo lo descrito en el apartado anterior. Sélo falta tener el juego presente y aprovechar cualquier oportunidad pa- ra lograr un oponente adecuado, mejor a en el tema. Esto per- funcionando bien, puede funcionar me- jor. 'b) Estudiar y descubrir variantes que le den vida al juego o le presten un nue- vo disefio o permitan niveles de dificul- tad que logren que el interés crezca in- cluso para el propio descubridor, pues aunque tedricamente esta en mejores condiciones que cualquiera para lograr- To, quizé «el bosque no le deje ver los arbolesn. De todo ello se habré conseguido em- plear un tiempo més o menos largo, més ‘0 menos iniitil, pero en todo caso, en- tretenido, de satisfacién personal y, quien sabe, podria colocarse usted en- te los grandes de los inventos. Voy a exponer a continuacién un jue- go cuya idea es sencilla y que lleg6 a mi ‘mente en un viaje en invierno a través de la Sierra de Guadarrama. Se trata de una batalla entre dos jugadores. Este es tuno de los primeros campos que se in- vestigan (Senet, Mancala, Ajedrez, Da- mas, Otello...), aunque profundizar en este asunto seria objeto de otro articu- lo. iCONFRONTACION B. S. Q. Se trata de una simulacién simplifi cada y abstracta de una batalla, con pie- zas de valores diferentes y méviles que, ellas mismas, conforman el tablero. ‘Niimero de jugadores: Dos, ambos en igualdad de condiciones. Material: DOS TABLEROS como el de la figura 1, uno para cada jugador, en reticula de 5x5 con sefalizacion de coordenadas y con bordes para evitar la salida de las piezas de la cuadricula. 48 PIEZAS, 24 para cada jugador (Fi- ‘gura 2), cuadradas, del tamafo de las casillas de Ta reticula con las siguientes distinciones: 2X 19 piezas blancas, por ambas caras, sin valor, 2X2 cafiones, numerados, con reverso blanco. 2x2 minas, también con reverso blan- 2x1 CASTILLO, pieza clave. Objetivo del juego: Destruir el castillo, del contraric. Comienzo de la partida: Cada jugador sitia sus 24 piezas en el tablero, cubrien- do la reticula, de forma que quede un espacio vacio, con lo que el tablero que- da formado. Las cinco piezas diferen- tes se situan en las casillas B2, B4, C3, D2 y D4 (figura 3) con la cara del dibu- jo hacia arriba y en el orden que le con- venga. Deberd situar su tablero fuera de la vista del contrario a lo largo de toda la partida. Cada jugador, al comienzo, realiza- 4 dos movimientos horizontales y otros dos verticales, libres y secretos, no mas, aungue si se pueden realizar menos si 1 1 q 2|_ KI 2 [Al 6 2M] is 3 = 3 = 3| 4 4 al 4 5| 5| a 2 &:-S. €£ A BcCODE A BcODE 1 N 2] IK 6 => 3| K o. E 4 4 5} I 5 s Awe ope AaeGcese ‘mover el Castillo, Uno mueve también el eafién mientras ol otro no. 25 or razones estratégicas el jugador asi Io desea. A partir de este momento no movera sus piezas més que en su turno y de acuerdo a las reglas. Movimiento (figura 4): Un movimien- to se realiza de la siguiente forma: sin levantar las piezas del tablero, mover sus fichas tocando solamente una de elias, empujandola en un solo sentido, y desplazando a las que se encuentran entre ella y el espacio vacio hacia éste, que al final del movimiento aparecera en el lugar que ocupaba la pieza que se t0c6. Tal movimiento es un movimiento de arrastre, ya que la pieza tocada «arras- tray a las otras hacia el espacio vacio, como en el juego del 15 de Sam Lloyd. Forma de jugar: El turno de un juga- dor consta de dos partes: a) MOVIMIENTO. En su turno po- dra realizar dos movimientos de arras- tre, uno vertical y otro horizontal, co- ‘mo maximo y en el orden que desee, pe- ro deberd declararlo al contrario dicien- do p.e.: «mis movimientos son Norte- Oeste» que indican desplazamiento ver- tical hacia arriba primero y horizontal hacia la izquierda después. Si el orden de los movimientos huubiese sido el in- verso, habria debido decir «mis movi mientos son Oeste-Norte». El realizar tun sdlo movimiento, o ninguno, es op- cional, pero deberd declararlo igual- mente. Aeste respecto, asi como en todas las situaciones de la partida, hay que hacer otar que el juego se supone es wentre caballeros» (0 «entre damas», 0 «entre dama-caballero», vale). Sino, es obvio que harfa falta la presencia de un arbi- to. b) ACCION. «Los cafones son las tinicas piezas que son capaces de efec- tuar una accién directa y a voluntad so- bre el contrario. Las minas tienen una accién pasiva, esto es, un impacto sobre una de ellas destruye todas las piezas de valor que el poseedor de la mina tenga situadas en ese momento en las 8 casillas que la ro- dean (figura 5).» La accion puede ser: DISPARO (figura 6); Se realizaré con los cafiones en cualquiera de los 8 sen- tidos que, como maximo parten de él (5 cn los bordes y 3 en las esquinas) indi- cando la casilia sobre la que se dispa- ra, nombrandola por sus coordenadas, pe.: «ami cafidn 2 dispara sobre la casi lla B2>. BARRIDO (figura 7): Se realizara por los cafiones en cualquiera de las 4 direcciones que cruzan la casilla que ocupa (3 en las esquinas). Sila direccién es la de los ejes del tablero se indicard, 26 2 3/@ 4 [| 5je|e A eS. GE. E Se een G asin Seals vey slenpl sarees dame respectivamente la direccién de la co- sce ae fame s ecee c) Finaliza el turno declarando al alcanzado por un disparo, un barrido. © una mina propia por primera vez, re- Tar su situacién exacta para el resto de f e (e ‘nuevo, en cuyo caso se destruye. Cuan- do esto ocurre se vuelve la pieza, pasan- do a ser blanca, sin valor. Siel disparo o barrido alcanza a una mina, ésta explota destruyendo todo lo que se halla en su tablero a su alrede- dor en los espacios colindantes. Si en tuno de estos espacios estuviese la otra mina, ésta explotaria a su vez repitien- do el proceso. Si el disparo, barrido o mina alcan- zara cl castillo, éste se destruiria per- diendo su duefio la partida. Por iiltimo, sel disparo hace impac- to directo sobre el espacio vacio del con- trario, éste no podrd realizar movimien- to en su turno y esta obligado a efec- tuar una accién (disparo 0 barrido), y el que hizo el disparo, en su turno si- guiente, slo podré mover, sin accién, yo tendrd que declarar la posicign fi- nal de su espacio vacio. Es fundamen- tal utilizar de forma correcta y habil esta regla para aprovechar su eficacia Fin del juego: Termina la partida cuan- do un jugador pierde su castillo. Estrategia: — El jugador debe tratar de recor- dar los datos que las respuestas del con- trario le aporta. En base a ello situara sus piezas de la manera mas eficaz, in- tentando a la vez que aquel le perjudi- que lo menos posible y dandole el mi- imo de datos. — Es importante tener en cuenta que Jas minas son aliadas del contrario ya que su explosién destruye lo que le ro- Pp z 1 felele 2 Tad ae, felele ol IW sj A jelele 4 cj J [el le q J CL]

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