You are on page 1of 111
SOFIA FAURE VALDIVIESO Diego abrio la puerta de Ia casa y entro. Caminé hasta su dormitorio y cerré la puerta Detrés venia su mama, caminando lento y con los ojos incendiades. Ella se senté en una silla del comedor y se apoyé en la mesa. Qué bueno seria que su hijo se sentara un rato con ella, pero al parecer preferia estar solo. Mird la puerta cerrada de la pieza del abuelo y sus ojos se llenaron de lagrimas otra vez. Buscé en la cattera, ya no le quedaba ningin pafiuelo desechable y tuvo que levantarse Mientras tanto Diego se habia tirado en la cama, boca abajo. Se acordé cuando era mas chico y su mama lo retaba. El se tiraba boca abajo y hacia como que lloraba para que ella se sintiera triste y lo perdonara. Esa dinamica curiosa la usaba desde los seis afios, cuando por opcién, dejé de llorar. Claro, Isabel no lo sabia, 0 hacia como que no sabia. Tener un hijo que no es capaz de llorar no es facil para una madre sola. Diego, estas bien? Quieres compafiia? La respuesta nunca llegd. Diego era un nifio hombre, como ella siempre le decia. Un hombre grande envuelto en el cuerpo de un nitio de 13 afios. Un nifio hombre serio, silencioso y responsable. Isabel no aguanté mas y después de dar tres golpes a la puerta, entré para ver como estaba su hijo, a quien, claro, encontré tirado en la cama boca abajo. Diego, gquieres comer algo? Puedo pedir una pizza, del sabor que tu quieras... ate gustaria? Ya -dijo el nifio hombre y se levant6 dejando sola a su mamé en la cama. Tomé el teléfono y pidié la pizza con tocino que le encantaba. A su mama no le gustaba mucho, pero en la situacién que estaban, seguro no se iba a dar ni cuenta del tocino y el extra queso, y la bebida cola que hacia dias se habia acabado. Comieron en silencio. Isabel se habia cambiado el vestido negro que usaba para las fiestas elegantes y para los funerales. Pero Diego no se puso una ropa especial, pese a que su madre se lo pidié tanto. Pensaba que a su abuelo no le importarian la ropa, ni las caras de pena, ni los discursos. El se iba a ir al cielo de todas maneras, porque habla sido un viejo bueno. Un viejo que no se merecia esa enfermedad dolorosa que se lo llevé de a poco, un pedacito cada dia del Ultimo afio. Maldito afio. Maldita enfermedad. Hijo -dijo Isabel muy seria, me gustaria que veamos las cosas del abuelo esta semana. Creo que si pasa el tiempo nos va a costar mas. El oxigeno lo van a venir a buscar mafiana en la mafiana. Tienen que darte un recibo. Te dejé la plata del arriendo arriba del refrigerador. 2No vas a quedarte conmigo mafiana? No, tengo que volver al trabajo. Falté tres dias y para mi jefe eso es motivo de despido. 2Y no te perdona la falta ni siquiera si se murié tu papa? Un silencio se apoderé de los dos. Se miraron a los ojos e Isabel lloré otra vez. Diego la abraz6 con carifio y le limpié los ojos con una servilleta de papel. Todo este tiempo preparandose para la muerte no fue suficiente para resistir el momento de la despedida. El nifio hombre la llev6 a su pieza, le abrié la cama y la mando a acostarse. Yo lavo los platos. Descansa, zya? Yo me encargo de las cosas del abuelo, entrego la maquina de oxigeno y veo la ropa que quieras regalar. Pero mafiana. Ahora ser mejor que te duermas y no llores mas. El abuelo est4 mejor ahora, tu misma lo dijiste. Si, pero lo vamos a extrafiar. Claro que lo iban a extrafiar. Alberto se habia ido a vivir con ellos cuando el marido de Isabel se fue y los dejé solos. Desde ese momento fue el papabuelo de Diego. Eran los tres para todas partes, en las buenas y en las malas, en las duras y en las maduras, como decia él. Para el dia del padre, él iba al colegio a recibir los ceniceros de greda pintada de todos los afios. No importa tener otro mas, decia, asi pongo uno en cada parte de la casa y tu mama no se da cuenta cudntos cigarrillos me fumé. Porque eso si, siempre eran muchos mas de los que ella creia. Y cuando Diego era chico le ayudaba a esconder las colillas, pero después de grande, y mas cuando le desoubrieron la enfermedad, era Diego quien escondia las cajetillas de cigarros, que el abuelo siempre encontraba lleno de risas: de algo hay que morirse, decia y encendia otro mas. Con el mayor silencio recogié las cosas de la mesa y lavé los platos. Tu eres el hombre de la casa, yo solo soy una visita, le decia siempre Alberto para estimularlo a ser responsable y cumplir con sus obligaciones. Pero no quiero ser un hombre todavia, quiero ser un nifio, le respondia Diego sonriendo. No se imaginé nunca que a los 13 affos tendria que cuidar a su mama que no dejaba de llorar por el nuevo abandono de su vida. La noche fue extrafia. Aunque se sentia cansado no podia dormir. Daba vueltas y vueltas en la cama, incluso conté ovejas y nada. Se levant6 y caminé por la casa. Abrié la puerta del abuelo y entré, La cama se encontraba deshecha y en el velador estaban los tesoros que siempre guardaba: Ia foto de la abuela; la lapicera grabada con su nombre, regalo de sus colegas profesores cuando jubilé; el autito metalico de su infancia, y la libreta de anotaciones. Cerré las cortinas y se acosté en la cama de su abuelo. Todavia estaba su olor y el colchén tenia marcado su cuerpo grande y fuerte. Después de unos minutos, Diego pudo dormir. a) La noche transcurrié tranquila hasta que Diego desperté con un ruido. Quiso encender la ldmpara, pero no la encontré. Entonces recordé que no estaba en su dormitorio. Miré a su alrededor y vio una tenue luz azul que venia del cléset. Se levant6, abrié la puerta y entre objetos que no podia reconocer, distinguié claramente una caja de madera. La luz vonia de adentro. La tomé con cuidado, la puso sobre la cama y la abrié, La luz azul llend todo el lugar y por un instante lo enceguecid, pestaned varias veces hasta recuperar la visibilidad. Entonces sintié frio, viento, humedad. Estaba on una playa desconocida, de noche. Las olas mojaron sus pies y lo obligaron a retroceder. Su primer instinto fue buscar la caja para cerrarla y volver a la habitacién, pero ya no estaba. En su lugar se abria un espacio sin limites, tan oscuro que no alcanzaba a ver sus manos si las alzaba al frente. Sintié un profundo miedo. 2Qué era esto, un suefio, una puerta desconocida a otra dimensién, como en las peliculas? Se pellizcé fuerte para despertar y nada. Segula abl y las olas mojaban sus pies nuevamente. Traté de correr en la direccién opuesta, pero la oscuridad lo envolvié. No parecia haber mas personas, ni rasgos de civilizacién alguna Cortié asustado, buscando una direccién que tomar, pero cada vez estaba mds perdido Grito. Nada. Miré al cielo, pero las constelaciones no se parecian a ninguna que hubiera visto, de modo que no pudo guiarse como Ie habian ensefiado alguna vez en el colegio. Entonces metié la mano en el bolsillo para ver si tenfa su celular, pero solo habia un trozo de papel algo arrugado que decia: “Quédate adonde ests. Yo voy por ti’. El mensaje, mas que tranquilizarlo le hizo sentir terror. ,Qué era todo esto, quién escribia el mensaje, qué playa era esta que no conocla y por qué llegé ahi? De pronto sintié una voz: iDiegol... ;Diegol.. Abrié los ojos y vio a Isabel sentada a su lado, ambos estaban en la habitacién del abuelo, Dormiste aqui, pobrecito... hijo me tengo que ir a la oficina. Voy a tratar de llegar mas temprano, pero no te prometo nada. Hay comida en el refrigerador, y sobré pizza. No estés viendo televisién todo el dia, gya?... Uf, me tengo que ir. Te llamo mas tarde, beso, chao. La mujer se levanté con la cartera al hombro y salié rapido de la habitacién. Todo estaba en orden. Ni playa ni noche ni caja de madera. 0 s!? Se levanté y abrié la puerta del cléset. No habia una caja como la de su suefio. Solo ropa y objetos que habia visto muchas veces antes. Decidid que era un buen momento para ordenar y clasificar las cosas del abuelo Alberto. ‘Sacé uno a uno pantalones, chaquetas y camisas, ropa de invierno en bolsas con cierre, sweaters, zapatos y puso todo en bolsas grandes para regalar. Poca ropa le quedaba bien ya que el abuelo era bastante alto. Ni siquiera los zapatos. Sin embargo, decidié dejarse un chaleco azul con cierre, que Alberto usaba siempre, su regalén, decia. Después de desocupar casi todo el armario , se sintié desilusionado al no encontrar nada extrafio que se pareciera a lo visto en su susfio. Solo algunas fotos antiguas, cartas y papeles que después revisaria Isabel. Entonces se dio cuenta de que en la parte alta del cléset, habia una bolsa plastica con algo dentro, Subié a un piso y la levanté. Estaba pesada, de modo que tuvo que hacer un esfuerzo para no desequilibrarse y caer. La puso sobre la cama, la abrié y para su sorpresa, encontré la caja de madera que buscaba. Dudé un momento si seria bueno abrirla. No solo por el reciente suefio que tanto lo asusté, sino porque si el abuelo tenia esa caja tan escondida, seria porque no queria que nadie la abriera. Pero su curiosidad pudo mas. La caja contenia varios objetos que Diego nunca habia visto mientras su abuelo vivid con ellos, ademas de dos sobres que observé detenidamente. Uno tenia el nombre de Isabel y el otro el suyo. Un escalofrio lo invadié. Volvié a poner los sobres en la caja y la llevé al comedor junto con las cosas que decidié guardar. 3 Los objetos de la caja contaban la historia de Alberto. Desde juguetes de infancia, como un equilibrista que hacia malabares increibles dentro de una rueda metalica, o un Pinocho tallado en una sola pieza de madera; hasta recuerdos extrafios que Diego no se animé a tocar, como el cordén umbilical de Isabel y sus primeros dientes. Habia también una graciosa lapicera que segiin su posicién vestia o desvestia a una joven bailarina; la marioneta de un despintado payaso estilo Pierrot con restos de la cruz que alguna vez le dio movimiento; un barbado espafiol metélico con casco y armadura, una foto del actor de comedias mudas Buster Keaton, quien, segiin la resena, jamas sonreia ni en las peliculas ni en la vida privada. El descubrimiento de los tesoros de Alberto fue magnifico. El nifio jugé mucho tiempo con al contenido de la caja, sintiondo que si su abuslo se lo hubiera querido encomendar a alguien, habria sido a él No abrié el sobre que, ademds de una carta, traia unos objetos pesados dentro. Queria que fuera Isabel quien lo acompafiara en ese momento, porque temia que la emocién no le dejara completar la lectura. Afortunadamente la tarde pasé rapido con el orden de las ropas y objetos del abuelo, que le ayudaron a conocerlo mas, aunque fuera demasiado tarde. Isabel llegd temprano, como habia prometido. Dio una mirada panoramica y agradecié con una sonrisa que su hijo hiciera el trabajo tan triste que ella hubiera evitado por semanas, 0 tal vez meses. Desmantelar la vida de un ser querido que ya no est, es una de las cosas mas tristes para los que quedan. Pero para el nifilo hombre fue sencillo (eso creyé Isabel). Diego le mostré rapidamente lo que se regalaba, lo que se guardaba, el recibo del balon de oxigeno que vinieron a buscar temprano y la caja de madera con los recuerdos y los dos sobres. gMe lees mi carta? ENo la has leido todavia? -pregunté Isabel mirando a su hijo mientras trataba de adivinar qué sentia el muchacho No. Quiero que té me la leas. ¢Puedes? Isabel tomé sus lentes y con gran cuidado abrié el sobre. Dentro, aparte de la carta, habla una llave antigua un tanto oxidada, una ldgrima de cristal sujeta con un cordén de cuero y un anillo oxidado con un escudo de armas de alguna casa espafiola de otro siglo. La carta decia lo siguiente: “Querido Diego. Si estds leyendo esta caria es porque yo ya no estoy en el mundo de los vivos. ¥ de todo corazén espero estar en el cielo 0 caminando hacia alld, pero por las dudas, por favor reza por mi para que el Setor me deje entrar en su casa, mira que no me gustaria quedarme en el camino por no haber sido to bastante bueno para subir, 0 lo bastante malo para bajar. Los objetos que hay en el sobre son especiales para mi. El anillo no vale nada por el metal con que estd hecho, sino por la antigiiedad. Cuando me lo pasé mi abuelo me dijo que habia sido de su abuelo y del abuelo de su abuelo y por eso ahora es tuyo. Dicen que le pertenecié a un espaiiol que ilegd a Chile en ta época de Pedro de Valdivia. Nunca supe de qué casa espanola serta, pero ahora con tantos adelantos, internet y todas esas cosas que tii conoces tan bien, tal vez puedas averiguar algo més. La ldgrima de cristal la conservo desde nino. Era de ta época en que en ios salones de las casas se usaban idmparas de lagrimas, no tubos fluorescentes redondos como ahora. No la pierdas. Ahora sé que no es magica, pero en mi época debo admitir que to crei La lave pertenece a una puerta de mt infancia que ya no existe, pero te la dejo para que abras tus propias puertas. Creo que eres demasiado joven para creer que las puertas de tu vida se han cerrado para ti. La puerta de tu talento como dibujante, y tal vez més adelante como pintor, la puerta de los amigos (no pretendas que todos tus compareros sean tus amigos, solo unos pocos lo serdn de verdad), y la puerta de la felicidad. Cuando tu papa se fue, vine a suplir ei vacio que dej6. Sé que por un tiempo dio resultado, pero la verdad es que solo fui un abuelo que reemplazé lo irreemplazable. Solo hay un padre y espero que algin dia ustedes se encuentren y 61 te explique por qué los abandons. Seguramente, gran parte de tu ona se va a quedar en el recuerdo para Itenarte de alegria de una vez por todas. Querido Diego, euida a tu mamd. Ella es mucho mds capaz de lo que piensa, pero no lo cree. Aytidale a crecer para que te ayude a crecer. ¥ recuérdale que no eres el nifto hombre que ella te ha hecho creer toda la vida. Porque solo eres un nifo, lo de hombre serd mucho después. Por iiitimo, perdéname por irme tan pronto, Tenias razén cuando decias que el cigarro me iba a matar, pero los adultos somos egoistas e irresponsables, y lo peor, creemos que nada ni nadie nos va a ganar. Cuando leas esta carta sabras que me fut volando con el humo de mis propios cigarrillos. Solo abre la ventana y déjame salir. Te quiero mucho, Tu abuelo Alberto.” Isabel terminé de leer y puso la carta hmeda de lagrimas en las manos de su hijo. 4Quieres que lea mi carta también? —pregunté mientras se limpiaba las Iégrimas. No. El abuelo la escribié para ti. Pero lo mismo hizo con tu carta y me pediste que la levera Isabel terminé de leer y puso la carta hmeda de lagrimas en las manos de su hijo. Quieres que lea mi carta también? -pregunté mientras se limpiaba las lagrimas. No. El abuelo la escribié para ti. Pero lo mismo hizo con tu carta y me pediste que la leyera Si-respondié el nino con seriedad-, pero seguramente él tendra cosas de adulto a adulta que quiera decirte y que no debe escuchar un nifto de 13 aftos. zMe puedo quedar con los objetos y con la caja de madera? Isabel miré dentro de la caja. El siempre me mostraba estas cosas cuando era chica. Si, quédate con todo, pero cuidalo como él lo cuidaba Claro que si, gracias. Diego toms la caja y se fue a su dormitorio cerrando la puerta tras él. mn Diego se sents en el escritorio y buscé una croquera y lépices. Tomé el anillo y dibujé con el mayor detalle el escudo de armas para poder buscarlo en internet. Se preocupé de darle las luces y sombras necesarias, porque por la antiguedad, no tenia colores. Era realmente hermoso Investigé largo rato en internet sobre la antigua herdldica de Espafia, hasta que encontrd lo que buscaba. Era un escudo de armas con un casco empenachado arriba y al centro lucia un castillo en llamas. Gracias a esos antecedentes, pudo pintar su dibujo. Te hubiera gustado verlo, abuelo ~dijo en voz alta-, y con gran elegancia tomé el anillo y se lo puso en el dedo anular de la mano izquierda.Soy el conde de Valdivielso, duefio del castillo y de a villa del mismo nombre. Debo notificaros que partiré de viaje hacia las Indias, a buscar nuevas tierras y riquezas para mi descendencia. Cuidad a mi madre y mis propiedades. Volveré a Espafia solo cuando Ilene un barco completo con oro, ya veréis.. Sonrié divertido y con mucha parsimonia se quité la camiseta y los pantalones y se metié ala cama. Buenas noches, obedientes subditos. Manlana os daré mas instrucciones, pero ahora dobo descansar... me espera un largo viaje. Apagé la luz. Desperté en un inmenso galeén, en medio del océano Atlantic. No se sentia mareado, pero si algo aletargado por la mezcla de olores provenientes de los hombres de mar que no conocian los beneficios del bafto diario, y los excrementos de los animales que llevaban para alimentar a la tripulacion. Conde, gse encuentra bien? Si, bien -respondié Diego que en ese momento se enteré de que era un conde y que estaba en el siglo XV 0 XVI Rapidamente miré su mano izquierda. Si, el anillo de la familia estaba en su lugar. Asimismo, llevaba un pesado traje de tela y cuero, sombrero con plumas, medias y zapatos de punta roma con hebillas. Dime -le hablé al hombre a su lado -, cuanto falta para llegar a nuestro destino? Llegaremos a Maracaibo dentro de dos 0 tres semanas, si el tiempo nos acompana, sefior. Ahi le esperara un grupo de soldados para conducirlo a Nueva Toledo. Varios dias y varias noches pasaron, mirando siempre el mismo horizonte, hasta que un dia, al atardecer, el vigia divisé un barco que, para mala suerte de todos, se trataba de un barco pirata, iA toda marchal -grité el capitan y toda la tripulacién dejé lo que estaba haciendo para alzar las velas y preparar los cafiones. Seftor, dijo dirigiéndose al conde de Valdivielso, preferiria que se cobijara en su cabina. Hemos evitado luchar con los piratas franceses en otras ocasiones, pero nunca se sabe. \Claro que no, soy un buen espadachin, y si es preciso defenderé a mis hombres y la navel -respondié Diego sintiendo una mezcla de valentia y miedo. El capitén estaba confiado porque llevaban un galeén moderno y dotado de cafiones muy poderosos y de gran distancia. Al contrario, los franceses tenian una antigua nao espafiola, seguramente robada a otros viajeros. El problema mayor estaba en que el galedn se dirigia hacia el oeste, donde se encontrarian de frente con los franceses. Retroceder solo retrasaria mas la llegada a la costa mas cercana, y no impediria que los piratas les dieran alcance. De modo que el capitén arriesgé todo y, en vez de huir, navegé en direccién a los franceses, pensando que ese acto heroico conseguiria ahuyentarlos. Avanzaron a toda vela mientras organizaban la batalla y preparaban los poderosos cafiones que apenas habian sido usados. Los hombres se veian nerviosos y asustados, pero sabian que la cobardia se pagaba con la muerte, de modo que continuamente daban alaridos de animo contra los franceses y a favor de la impresionante valentia y belicosidad de los ibéricos. La batalla comenzé con el estallido casi simultaneo de dos de los cafiones que miraban a estribor, pero como los galos habian tenido también tiempo de organizar su ofensiva, un bombazo pasé sobre sus cabezas, cayendo al mar, no sin antes destruir la vela mayor. Entonces, de inmediato, la mitad de los hombres corrieron a apagar el fuego, mientras los otros lanzaron un nuevo disparo a la nao, que casi quedé partida en dos. Gritos de triunfo y celebraciones sonaron en el galeén que aunque habia perdido la mayor fuerza de sus velas, ain tenia con qué seguir avanzando. Mientras tanto, Diego trataba de apagar ol fuego que caia como chorro sobre la cubierta quemando todo a su paso. Sus hermosas vestiduras sirvieron para apagar las llamas que envolvian a uno de los ayudantes de cocina que habla subido a luchar. Todo en el barco eran gritos, humo y bombazos. El capitan gritaba las érdenes que la tripulacién ofa casi de milagro, pero que ejecutaba al mismo tiempo que la adrenalina enardecia su animo. Varios cafhonazos habian caido sobre la nao que aunque casi sin mastiles y con una buena parte de la proa destrozada, se acercaba peligrosamente en un acto suicida. iNos quieren abordar, capitan! -se oyé una voz desesperada que logré asustarlos a todos. Y asi era. Los piratas estaban perdiendo su embarcacién y solo podian salvarse si tomaban el galeén y apresaban a sus tripulantes. iNo podran subir, no los dejaremos! -grité exaltado el capitén, quien no se dio cuenta de que ya habia subido una docena de piratas que luchaban con la fuerza y la determinacién que solo tienen los que nada pueden perder. La lucha fue encarnizada, porque, pese a que los espafioles eran mas en némero, los piratas estaban mas entrenados para la lucha cuerpo a cuerpo Diego estaba muy asustado. Pensaba que una batalla como esta no era apta para un nino de 13 afos, pero en su suefo él era un conde, un hombre mayor, de fuerza y valentia sin limites, al menos eso le habia expresado al capitén cuando le diera la alternative de refugiarse en la cabina. Sacé la espada con un solo mavimiento, descubriendo su gran peso. Si no puedo enterrérsela a un pirata, me va a servir para golpearlos con ella. Y este trozo de madera me servird de escudo. Estaba en esas divagaciones, cuando un pirata muy alto y delgado se lanzé sobre él. Un miedo agudo lo paralizé por un instante e intenté correr, pero el francés lo siguid déndole golpes de espada que pudo esquivar gracias al escudo. Entonces, en un movimiento rapido, hirié al pirata en el estémago, quien le respondié con su acero en la pierna izquierda, causandole una dolorosa herida aus lo hizo caer. Diego, Diego, qué pasa?, Luna pesadilla? La voz de Isabel salvé al valiente conde de una muerte segura. Estaba en un barco espafiol y un pirata me habia herido en la pierna. Me duele. Pobrecito, seguramente estabas en mala posicién -dijo Isabel entre risas y lo acaricié suavemente-. Mi amor, me tengo que ir a la oficina. Hoy voy a llegar mas tarde porque tengo una reunion de trabajo. Isabel se levanté apurada y de pronto se detuvo. Diego, ayer cuando voivia a la casa, vi a tus amigos en la esquina. Conversamos un rato y una nifia gordita me dijo que te iba a venir a ver. La Gabriela -dijo Diego. GES tu amiga, cierto? Supongo 4£Cémo “supongo”? Los amigos son o no son. Ella se veia muy amable y se preocupé por ti cuando le conté lo del abuelo. No debiste contarle. 4Por qué? -al ver que su hijo no respondia, insistio-. Diego, no puedes quedarte todas las vacaciones aqui encerrado, sal un poco, haz algo distinto. Me tengo que ir, te dejé arroz en ol refrigerador. Puedes ponerle una salchicha, un huevo, lo que quisras. Ah, y te hice unos panqueques. gPanqueques? gVienen visitas? Es por si viene Gabriela... 0 alguno de los otros chicos que estaban en la esquina. Atiéndelos bien para que vengan més seguido. Isabel miré a Diego oon tristeza. Su hijo no era muy popular y no tenia amigos. Tal vez solo tenia conocides. Por mucho tiempo su Unica compariia habia sido el abuelo Alberto, sus remedios, su balén de oxigeno y las largas esperas cuando tenia que estabilizarse en el hospital. Realmente su nifio hombre habia tenide que vivir momentos muy dificiles. El abuelo tenia razén en lo que le pidié en su carta de despedida ‘Diego necesita saber la verdad para reconciliarse con su pasado. El cree que es el culpable de que José Luis los abandonara. Eso no es justo y tii lo sabes. ¥ deja de tratarlo como un adulto. Es verdad que es un nifio especial, pero debes permitirle vivir su adolescencia, ya que la infamcia la pasé solo y encargado de cosas de grande. Hazte cargo hija, devuélvele a alegria que nunca debié perder.” Isabel tomé su cartera y sus papeles y salié rApide para que Diego no Ia viera llorar. Cuanta falta les haria el abuelo Alberto... Después de la salida de su madre, Diego intenté dormirse otra vez. No querfa dejar al conde herido en el barco, a expensas de los piratas franceses, pero no pudo. A decir verdad, estaba muy extrafiado con estas ultimas noches. El chico nunca sofaba, y si tenia suefios, no podia recordarlos. Pero estos dos suefios, ol descubrimiento de la caja de Alberto y la travesia del duefto del anillo espafol, habian sido tan reales que queria seguir sofando porque mientras dormia no pensaba en la pena de haberse quedado solo. ) Diego habia pasado un dia bastante trabajado, haciendo aseo, ordenando como siempre lo hacla, y a las 6 de la tarde soné el timbre. Hola! gPuedo pasar? Tu mama me dijo que podia venir ~dijo Gabriela, desde la puerta Bueno, si, entra -indiod Diego un poco timido. Gabriela entré y miré la casa con detencién. Para todos en el grupo de amigos del barrio su casa era un misterio porque Diego nunca habia invitado a nadie a su departamento. Es lindo tu departamento —dijo Gabriela para romper el hielo. Es como cualquiera, supongo. eTe molesta que haya venido? Diego miré por primera vez a su amiga. En realidad no le molestaba que viniera, al contrario, De todo el grupo de Ia calle, ella siempre le habia parecido diferente, de hecho ahora lo estaba demostrando con su visita. No me molesta, aunque me llama la atencién que vengas, porque no sabia que te interesaba lo que me podia pasar. LY por qué no me iba a interesar? -respondié ella un tanto ofendida-. Soy tu amiga. Gracias. Diego tenia serias dificultades para hacer amigos, debido a su timidez. En el colegio era un nifio solo, y con los amigos del barrio habia jugado a la pelota y se habian juntado en la plaza varias veces, pero desde que el abuelo se enfermé no habia vuelto a salir. eDe qué se murié tu abuelo? Cancer a los pulmones. Pobrecito. Mi abuela también se murié de cancer hace unos afios, pero no pudimos acompafiarla hasta su ultimo dia porque vivia en el sur. Tu tuviste mucha suerte de estar con él Si, era una suerte haber acompafiado a Alberto hasta el final. Era una suerte haber tenido un abuelo tan especial y habérselo hecho sentir hasta el dltimo momento. Me dejé una carta y una caja llena de cosas increibles, quieres verla? Claro, me encantaria —respondié Gabriela sintiendo que su amigo por fin estaba dejando el hielo. Le mostré los objetos de la caja, uno por uno. Y lo mejor fue el respeto y el cuidado con que ella tocaba las cosas, como si fueran verdaderos tesoros tan valiosos como los objetos do un museo. Diego le hablé de Alberto, de sus historias y aventuras juveniles y ella lo escuchd encantada. Luego prepararon juntos los panqueques que Isabel habia dejado en el refrigerador y se comieron varios “en nombre del abuelo Alberto". Pero el grato momento cambié cuando Gabriela le pregunté por su papé No tengo papa. Todas las personas tienen papa -respondi la chica inocentemente. Yo no. O sea, tenia papa y se murié hace tres dias. Gabriela se dio cuenta de inmediato de que su amigo no queria hablar del tema, pero del modo mas sutil, continud. Nosotras somos tres, mi mama, mi hermana chica y yo. Mi papa no viene hace afios. Al principio nos traia regalos de cumpleafos y para Navidad venia a buscarnos para salir a pasear, pero con el tiempo se olvidé de nosotras. Mi mama, menos mal que también lo olvid6, incluso tiene un pololo, pero se ve con él fuera de la casa porque dice que no corresponde traerlo. Tal vez solo sea eso, un pololo ~argumenté Diego haciéndose el grande. Si, puede ser. En realidad yo lo prefiero asi. ZY el pololo de tu mama entra a tu casa? No tiene pololol No? Gabriela no sabia qué decir, porque varias veces habia visto llegar a Isabel con un hombre alto y moreno que la dejaba en la entrada del edificio, la besaba y se iba. Estaba claro que era su pololo, pero no se habia atrevido a presentarselo a su hijo por temor a que su reaocién fuera negativa. Bueno, se me hace tarde. Le dije a mi mamé que llegaria antes de las nueve y le carga que me demore porque se preocupa. Me gusté venir. Oye Diego, cuando quieras conversar, casi siempre estamos en la plaza, 0 en la casa del colorin... Ramiro, ah, oreo que no lo conoces. Tiene mesa de ping pong y hacemos unos campeonatos buenisimos. No soy muy buena, porque no sé hacer remaches, pero hay unos mas malos que yo No sé si vaya. Te voy a venir a buscar y te voy a convencer. Al principio a mi no me gustaba ir porque me molestaban porque soy gorda. Bueno, siguen molesténdome, pero ya no me importa tanto. Mafiana vengo. jChao! Gabriela le dio un beso y un abrazo a Diego y salid. Su visita habia sido muy agradable, demasiado agradable, y el aire habia quedado Ileno de su aroma a flores y dulce. Fue un buen dia i La noche y los suefios no tardaron en llegar. El conde era bajado del galedn en una improvisada camilla por cuatro hombres que, aunque no estaban heridos, estaban tan cubiertos de sangre que impresionaban a cualquiera. Atrés venian mas heridos en camillas y otros caminando. Los muertos los habian lanzado por la borda, con la conviccién de que todo hombre de mar quiere descansar en el mar. Aunque la verdadera razén era que si llegaban a Maracaibo con los muertos, no serlan bien recibidos por los colons espafioles que estaban influidos por las supersticiones de los indigenas Muchos se abalanzaron sobre los recién llegados para averiguar mas sobre los piratas que desde hacia algun tiempo asolaban las costas del Nuevo Reino de Granada. Se sabia que en las Indias habia grandes riquezas en oro, piedras preciosas y varios productos muy bien cotizados en Europa, de modo que, segiin las ultimas noticias, se habia creado una flota de corsarios franceses con patente para asaltar las naves de los paises enemigos y despojarlos de sus bienes. Entonces se creia que solo los barcos que salian de Nueva Granada en direccién a Europa debian ser escoltados, pero no existia la misma preocupacién por aquellos que venian de alld El conde y los demas heridos fueron llevados a la iglesia donde se recibia a los enfermos y moribundos, porque no habia en este puerto, uno de los mas modemos y dotados de las Indias, ni hospital ni médico ni nada que se pareciera. Solo algunas mujeres indigenas sanaban con sus hierbas a los que no tenian riesgo de muerte, mientras los frailes hacian ingerir lavativas asquerosas a los enfermos, no se sabia si para sanarlos o para hacerles pagar sus pecados. Diego estaba asustado y adolorido. La pierna derecha no dejaba de sangrar a la altura del muslo, pero otros estaban en peores condiciones, de modo que insistié en esperar su turno. No, no, no, por favor, atiendan primero al capitén que viene muy mal. Lo mio es solo la pierna, casi no me duele. Mentia, claro, pero un caballero respetable como él jamas se quejaria delante de los sacerdotes y menos frente a esas llamativas mujeres morenas de ojos grandes, impuidicos escotes y anchas caderas que podrian dar a luz a cuantos hijos quisieran sus esposos Mujeronas como estas no hay en Espana, claro que no —Diego se sorprendié pensando como un hombre adulto, no como un nifio-. Bien, eso soy ahora, un hombre, y no terminé su reflexion porque perdié la conciencia. Al despertar, estaba en los brazos de una voluptuosa morena de largos cabellos azabache, que untaba su frente con agua fresca mientras un delgado fraile lavaba su piema que no dejaba de sangrar. {Qué pasé, me desmayé? -pregunté el conde muy confundido. Tendremos que amputar la pierna, conde, lo lamento mucho -respondié el hombrecito con una voz fria y sin inflexiones. {Qué?... ZAmputar mi pierna? {Claro que no, quién se creen que soy! Soy el conde de Valdivielso, del valle del mismo nombre! {No viajé tan lejos para perder una piernal La mujer le hizo un gesto al sacerdote y el cura se alejé molesto. Yo te sano, hombre. Pero debes estar tranquilo. Diego, asustado, esperé ver qué haria la mujer. De todas formas no podia caminar por el dolor. La mujer tomé la espada del conde y la dejé calentando en el fogén que estaba cerca. Se alejé y rasgé una rama de un arbol. Sacé, ademds, algunas flores que puso en una vasija de madera. Calenté agua y la vertié en la vasija, invadiendo el lugar con el aromatico contenido. Te dolera, hombre, pero tus dos piernas seguiran caminando. Le entregé la rama que habia sacado y le ordené que se la pusiera entre los dientes. Tomd la espada que estaba al rojo vivo, y con la otra mano sostuvo con fuerza la pierna del conde. Un dolor profunde y un solo grito fueron lo ultimo que Diego recordé antes de desmayarse. ..¥ de despertar. Dio vueltas en la cama, asustado. No queria despertar, pero el dolor fue inmenso, como ninguno en su vida. Se destapé y revisé su pierna en la oscuridad. Estaba todo normal, pero le dolia, no sabia por qué. Estaria en mala posicién, como decia siempre Isabel Intenté dormirse otra vez en la misma posicién que estaba antes, para volver al suefo, pero estaba tan ansioso que no lo conseguia. Dio varias vueltas mas en la cama, pero finalmente encendié la luz. Fue al bafio y de vuelta pasé por la habitacién de Isabel. Estaba durmiendo. ,Tendra un pololo como la mama de Gabriela? No lo creo, me lo hubiera dicho. Volvid a su cama un tanto molesto. Ahora si que le iba a costar dormirse. Se acostd y sin darse cuenta estaba durmiendo. Diego sintié el aroma de las flores, pero no podia abrir los ojos. Sintié su frente caliente y hameda. Abrié los ojos y creyé ver a la mujer, pero pronto los cerrd. Estuvo con mucha fiebre por varios dias, hasta que esta por fin bajé. Estaba en una habitacién fria y oscura, construida de piedra. No podia moverse, de modo que ignoraba qué habia pasado con su pierna. Traté de hablar, pero no le salia la voz. Movié sus brazos y se quité el grueso cobertor que tenia encima Cuidado, hombre, no te muevas. Era la voz de la mujer. Diego sintié un gran alivio. Se sentia seguro con ella, aunque todavia no sabia si su pierna estaba unida a su cuerpo o metida en un hoyo en la tierra, o la hablan lanzado a los perros para alimentarlos. Ya no tienes fiebre, pero no te muevas que tu pierna esta débil. ¢Todavia la tengo? —pregunté el conde, nervioso. Si, tienes dos piernas, pero quédate quieto. El conde se sintid aliviado. La mujer le habia salvado la vida y la pierna. zCuanto tiempo he estado aqui? Bastante. eCual es tu nombre? —la mujer lo miré extrafiada-. ¢Come te llaman? Me llaman Gabriela Entonces Diego se dio cuenta del parecido de la bella morena con su amiga. Se sintié emocionado al pensar que incluso en el suefio, su amiga venia en su ayuda. Pocos dias el conde se mantuvo en la cama tranquilo, como Gabriela le habia recomendado. Tenia que contactar a los soldados que lo llevarian a Nueva Toledo, pero estaba muy débil para cabalgar, incluso para caminar. Los frailes le traian la comida, pero era la mujer quien se la daba en la boca, como a un nino. A decir verdad, parecia que cuando le salvé la vida, Gabriela hizo un voto de fidelidad, porque no se separaba de éI ni un instante. Y cuando su herida estuvo mejor lo sacaba al exterior porque insistia que el sol terminaria de sanarlo. ETienes esposo, Gabriela? —le pregunté un dia que caminaba apoyado en ella y en un grueso madero que improvisé como bastén. Esposo? -lo mird extrafiada Quiero decir si le perteneces a algin hombre La mujer lo mird extrafiada. iT eres de alguien allé de dénde vienes? No, claro que no -respondié el conde con gracia Yo soy hija del sol Inti y de la Pacha. Los curas dicen que soy de ellos porque cuando nifia me trajeron a su casa, pero yo soy de Gabriela. ZY no tienes padre y madre? Ya te lo dijo, hombre ~dijo con fuerza-, yo soy de Gabriela. Mi nombre es Diego, Diego de Valdivielso, y me gustaria que vengas conmigo. ePara qué? Para que me cuides. Tu ya puedes cuidarte. Hiciste un bastén y tu herida cerré. Pronto podras seguir tu camino, El conde la miré emocionado. Pero quiero seguirlo contigo. LEstaba enamorado? Al parecer si. Esa mujer le habia demostrado gran devocién, casi como una madre, pero era tan hermosa que sentia que no podria separarse de ella ni de su olor a flores y dulce. Diogo, hijo, la Gabriela esté aqui. Si, ya sé -respondié el nifio ain metido en el suefio. Son las 11, mi amor, y tu amiga dice que te vino a buscar para salir. Diego se queds en silencio hasta que logré reaccionar. Era sébado, su amiga lo estaba esperando en el living y 6! seguia con su corazén en las Indias. Mama, gpuedo salir un rato? iPor supuesto que si! -respondié Isabel, contenta de ver el cambio de actitud de su hijo. Pero es dia de aseo y de lavado. No importa, hoy puedo hacerlo sola. A ti te ha tocado muy duro toda la semana. Dale, anda con tu amiga. Yo la entretengo para que te bafies, y ponte bonito. iAy, mama, si es una amiga no mas! —respondié incémodo. Ya lo sé, pero es linda... y te esta esperando, japtrate! Diego se fue a duchar mientras Isabel y Gabriela conversaban como viejas amigas. Hablaron del abuelo, de la caja con tesores y de lo solo que se quedaba Diego. Isabel le confidencié su preocupacién por su hijo y el error que habia cometido al convertirlo en un hombre antes de tiempo. Es lo que les pasa alos hijos solos, no creo que sea muy diferente de otros. glo crees? —pregunts Isabel, interesada Claro, por mucho tiempo fui sola hasta que nacié mi hermana. Ahora tiene cinco afios, y aunque al principio le tenia celos porque me quité a mi mama, ahora la adoro. Mi mama dice que soy como una hermana mamé, pero siempre le respondo que ella es la mama; yo solo soy la hermana que la quiere mucho. Tienes razén -reflexioné Isabel-, las mamas queremos hacer crecer a los hijos antes de tiempo. Las mamds con hijos solos. Mi mama dice que tiene tanto miedo de que me hagan cosas malas, que quiere que crezca rapido. Estoy de acuerdo con ella Pero si crezco rapido, o lento, las cosas malas, y las buenas, me van a pasar igual, gno cree? Isabel se quedé un rato pensativa. La nifa tenia tanta razon En ese momento aparecié Diego, con el plo himedo y tan impregnado en colonia que Isabel lo desconocié. Sécate el pelo antes de salir. No se preocupe, tia la detuvo Gabriela-, si hace calor afuera. Las dos se miraron y se largaron a reir. Tienes razon, Gabriela, hace calor afuera. Vayan no mas. Diego no entendié la broma y Gabriela no hizo nada por explicérsela. Son cosas de mujeres, le dijo para que no preguntara mas. Bajaron las escaleras rapido hasta llegar al sol de la mafiana. Diego no pudo evitar acordarse de la Gabriela de su suefio que lo sacaba al sol para sararle las heridas. Entonces acordé consigo mismo y con el conde de Valdivielso, que el secreto de su sueiio y de su amor por la bella indigena, quedarfa ahi, en la calurosa América Caminaron juntos al almacén, compraron dos bebidas en lata y varios chicles y se dirigieron a la casa de Ramiro. Estaban en medio de un partido de ping pong, pero igual pararon para saludar a Diego. Varios lo conocian de antes, y lo saludaron sontentos de verlo otra vez, pero otros, como el duefo de casa, no fueron tan amables. éY sabes jugar ping pong? —le pregunté el colorin con un dejo de ironia Un poco. No soy muy bueno, pero a lo mejor practicando mejoro mi saque, gno es cierto? Entonces eres del equipo de los recién llegados, td y la gordita. Les va a ir re bien —dijo con tono irénico. Comenzaron a jugar. Es verdad que Gabriela no era muy buena, pero era tan entusiasta que animaba a su equipo con gritos y canciones las pocas veces que lograba ganar un punto. La derrota fue de § a 21. Diego y Gabriela tuvieron que soportar las burlas del equipo ganador durante todo el juego y més al final cuando tuvieron que entregar los chicles que habian apostado. Te voy a dejar a tu casa -ofrecié Diego muy caballeroso. Buono, pero vivo cerca, aqui a la vuelta en los edificios azules frente a tu edificio. Igual. Diego no quiso subir porque le daba vergiienza conocer a la familia de su amiga. Podian pensar que eran pololos, 0 algo asi. Ademés, mintié diciendo que tenia que ir a almorzar porque su mamd lo iba a retar. Isabel nunca lo retaba, y menos los sAbados, cuando siempre almorzaban tarde. El dia se hizo etemo. Algunos familiares vinieron de visita 2 darles las condolencias y Diego no pudo moverse de la casa, aun sabiendo que lo esperaban en la plaza. Y cuando llegé el atardecer, se vio dividido entre salir a la calle 0 seguir sonando. El conde gané la partida Varios dias tardaron en preparar el largo viaje que iniciarian en Maracaibo y terminarian en las tierras del capitan Francisco Pizarro, varios meses después. Se decia que todavia quedaban algunos focos de violencia con los incas que no querian ser dominados, pero los soldados de la expedicién no les prestaban importancia. Son unos pocos salvajes que no quieren ser evangelizados, nada serio, le declan al conde para dejarlo tranquilo, pero aunque la aventura de enriquecerse en esta gran colonia de Espafia era una importante motivacién, Diego de Valdivielso no era hombre de armas y mucho menos de violencia contra los mas indefensos. Y por cierto, no se demoré mucho en darse cuenta de que los hombres que venian a escoltarlo no eran precisamente pacificos. Tendré que ponerse esta armadura si no quiere que una flecha envenenada, lanzada desde la espesura termine con su vida en un abrir y cerrar de ojos le indicé Hernandez, lider de la expedicion, mientras le entregaba un montén de pesadas corazas. No sé si podré cabalgar con todo este aparataje —indicé ol conde, complicado. Digale a su india que le ayude a ponérselas —le dijo Hernandez con sarcasmo. A propésito de eso, quiero que me dé una armadura también para ella Le dije que no es bueno cargar con mujeres en estos viajes, conde. Las mujeres son de mala suerte y solo traen problemas. No habra problemas si nadie le pone un ojo encima —anuncié el conde con una voz que nunca antes habia tenido que usar desde su llegada-. La mujer va conmigo y ustedes han sido contratados para llevarme a mf y también a ella, de modo que la tratardn con el mayor respeto, y aquel que no cumpla tendra que seguir su camino solo. Muy bien, le daré otra armadura, pero no olvide que le advert Estoy advertido. Usted se ocupa de llevaros sanos y salvos a nuestro destino y yo de financiar la expedicién, Cada uno con lo suyo y no habra problemas. Diego de Valdivielso sabia que no seria facil llevar a Gabriela con él, pero estaba seguro de que el amor que sentia por ella le impedia dejaria atras. Su nueva vida en busca de riquezas no tendria sentido si no era junto a esa mujer de ojos grandes y cabellos azabache. El dia de la partida llegd. El grupo entero contaba con 80 hombres armados, con sus respectivos caballos y, al menos, 100 indios cargadores a pie. El conde estaba seguro de que esta inversién se triplicaria con las ganancias extraidas de esta fecunda tierra. También debio entregar algunas monedas de oro a los sacerdotes para que dejaran ir a Gabriela. Ellos aludieron lo gastado en ella en los ultimos ocho afios en alimentacién, educacién y alojamiento, y que perdian una buena enfermera La joven estaba nerviosa y apenas hablaba. Le habia dicho al conde que iba con él para cuidarlo, pero la verdadera razén era que buscaba encontrarse con sus origenes incas. Ella y sus padres vivian en Tumbes, cuando el Capitan Pizarro desembarcé ahi. Por ese tiempo los hermanos Atahualpa y Hudscar peleaban el trono dejado por su padre Huayna Capac. Después de que Atahualpa se quedé con el trono, el espaiiol Pizarro lo engafio y asesiné quedéndose para siempre con el Imperio Inca. Los padres de Gabriela eran de alto linaje, descendientes directos de Atahualpa, y por temor a ser también asesinados, huyeron del lugar, provistos de esclavos y riquezas que fueron perdiendo en el camino tras sucesivas emboscadas de espafioles y de otros grupos de indigenas. Por eso, al llegar a Maracaibo quisieron esconder a su Unica hija en la iglesia, sin revelar su verdadera identidad, para protegerla de todos aquellos que quisieran terminar con su descendencia. Los padres de la muchacha murieran al poco tiempo, y encomendaron a la princesa volver algin dia y recuperar el imperio perdido Partieron al amanecer de un dia de inviemo para evitar las lluvias que por esos lares eran muy extremas. El conde y Gabriela ban montados en fuertes caballos blancos. Esta iltima se negé a usar casco y protectores para las piernas; solo se puso una gruesa pechera. A decir verdad no queria ponerse nada encima y solo acsedié porque el conde se lo pidid. Tampoco quiso llevar las armas que Heméndez le proporcioné, salvo una cémoda daga que llevaba en la cintura y de la que solo ella sabia su ubicacion y existencia. Cabalgaron todo el dia, solo con una pausa para comer y beber. De ese modo llegarian a la costa del Pacifico en pocas semanas. El plan de Hernandez era ir siempre por la costa, para no perderse ni entrar al cordén de montafias que se iniciaba al norte y segun decian, llegaba hasta los confines del continente. La primera noche acamparon en la playa. Los indios descubrieron una gran cueva en donde después de encender un fuego que ilumind todo, y verificar que no fuera habitado por ningun animal, armaron una espaciosa galeria para que pernoctara la mayor parte de los viajeros. Sin embargo, la humedad les impidié descansar. Gabriela estaba silenciosa y seria. cEstés arrepentida? -pregunté Diego muy preocupado. No, hombre. Yo quise venir, td no me obligaste. Este va a ser un largo viaje, gcrees poder hacerlo? Este viaje es duro, pero ahora estoy mds fuerte. tHabias viajado antes por este sendero? Gabriela no respondid. Solo se abrigé en un grueso manto de lana y cerré los ojos para que el conde no le hiciera més preguntas. La mafiana comenzé demasiado pronto para aquellos que no habian logrado descansar. Hemdndez y sus hombres despertaron a todos dando gritos para que no quedara dudas de quién mandaba. Apagaron el fuego y levantaron las vituallas lo més rapido posible para seguir caminando. El conde armé su equipaje y el de Gabriela, a quien no veia desde la noche anterior cuando se acurrucaron, uno al lado del otro, para sentir mas calor. Mird a todas partes, con e| mayor disimulo para evitar que Hernandez se diera cuenta de su ausencia. iVamos, rapido, los quiero ver a todos montados en sus caballos con todo listo antes de que salga el sol, vamos! ~gritaba Emilio Sanchez, la mano derecha de Hemdndez, quien por momentos resultaba mas agresivo y grosero. Diego pensé que si no buscaba a Gabriela ambos tendrian graves problemas. Se adentré en la cueva, pero no habia nadie ni siquiera vestigios de que alguien hubiera estado ahi. éPodré estar en el mar? -pensé mientras salia de la cueva, pero fue interceptado por Hernandez iVamos conde, nos retrasamos! 4Qué pasa? Estoy buscando a Gabriela. iva, ja, ja, se le perdid la india! gNo le dije que no habia que traer mujeres? Se estard revolcando con alguno de mis hombres, ja, ja, ja...! Diego miré enojado al hombre por su desagradable comentario, pero no quiso enfrascarse en una discusién. Solo atiné a correr hacia la playa para encontrar cuanto antes a la mujer que podria estar en manos de cualquiera de los soldados que desde el inicio del viaje la miraban con deseo y hacian apuestas y bromas sobre quign seria el primero en probar ese exquisito manjar. Mientras el conde corria de un lugar a otro buscando y esperando lo peor, los hombres se reian y bromeaban sobre el paradero de la indigena, pero ninguno se bajaba del caballo para ayudar a buscar. iDéjela aqui, conde y sigamos andando, que cuando la encuentre no le va a servir para nada! —grité uno de los mas préximos a Herndndez, quien fue aplaudido por su comentario. iGabriela, Gabriela! -gritaba Diego cada vez més asustado— jResponde! Uno de los indigenas que los acompanaba sefalé al conde que la mujer estaba en la playa. Diego corrié por la arena lo mas rapido que pudo, aguantando el dolor permanente de su pierna derecha. Por fin la vio. Estaba sola, saliendo del mar como Dios la habia traido al mundo. Habia dejado su tunica en la arena y se la puso con tanta facilidad que Diego no alcanzé a ver los detalles de su cuerpo moreno iGabrielal —grité el conde haciéndole senas-. iGabrielal, ,estds bien? La mujer até su cintura con una cuerda, recogié la incémoda armadura que le habian obligado a llevar y se la puso. Entonces avanzé por la arena y saludé al conde como si nada hubiera pasado iQué estabas haciendo, Gabriela, qué miedo senti, cre que te habian {Qué pasa hombre, por qué estas asi, por qué sientes miedo? {Gabriela est bien, aqui la tienes! Es quo... crei que alguno de los hombres... te habia lastimado. La mujer lo miré seria, dandole @ Diego la impresién de que nunca se le habia ocurrido algo tan disparatado. No pienses en eso, nadie va a tomar a Gabriela como tu dices. Y quien lo intente se encontrara con la muerte de frente. No es tan facil defenderse de estos hombres, Gabriela, son unos salvajes y haran lo que quieran y cuando quieran -dijo Diego tan angustiado que casi caian lagrimas de sus ojos. La mujer tomé el rostro del conde con sus des manos y lo acaricié con carifio. No te precoupes por mi, soy mucho més fiera de lo que ti y ellos creen. Y los dioses me cuidan porque soy su hija predilecta. Pero Gabriela, Gabriela, tu no comprendes. Si comprendo, esta es mitierra, esta es mi agua, mi cielo, mis arboles, mis riquezas. Aqui los extranjeros son ustedes. Cuidense, porque es mas facil que encuentren la muerte antes que yo Diego no pudo responder nada. Tenia razén, pero no logré sentirse mas tranquilo, a medida que avanzaran los dias los hombres de Heréndez intentarlan tomarla a como diera lugar. De modo que no podria perderla de vista 12 Diego desperté tan cansado como si él mismo hubiera dormido en el suelo de una cueva y hubiera tenido que corer para salvar a una amiga. Isabel ya se habia levantado y trajinaba an la cocina recogiendo la loza del dia anterior. Hola mama ~aparecié el chico aun con cara de dormido. jHola!, 2quieres desayuno? Tengo jamén y queso que sobraron de ayer, Qué rico, bueno -dijo Diego y puso sobre la mesa tazas, servilletas y utens tomar desayuno. Isabel estaba radiante ese dia, como nunca. En cambio Diego se sentia cansado y triste, un poco por el suefo y otro poco por sentir la casa tan vacia sin su abuelo. ¢Te acuerdas cuando murié tu mama? No mucho porque era muy chica, pero me acuerdo, claro. {Fue como ahora con el abuelo? No, no es lo mismo. Yo tenia ocho afios. Me acuerdo que lloré mucho, si, pero es una pena distinta. A medida que uno crece, |a forma de sentir |a pena cambia, eso creo. Yo la senti mucho porque me quedé sola con mi hermano grande que no me pescaba mucho, pero mi papa fue super carifioso y aunque él tenia tanta pena porque se murié su mujer, igual me acurrucé e hizo de papa y de mama. Fue muy lindo. Diego se quedé en silencio, lleno de pensamientos. {Por qué me lo estds preguntando? -dijo Isabel El abuelo era mi abuelo, mi papa y mi amigo. ¢Pensaste como reemplazar tantas pérdidas? Isabel miré a su hijo y las lagrimas cayeron de sus ojos. Creo que no lo he hecho bien, gcierto? 4Por qué lo dices? ~pregunté su hijo muy serio. Porque cuando me quedé sola mi papd me ayudé a salir adelante. Y ahora que ti te quedas solo, no estoy haciendo nada dijo Isabel y de golpe las lagrimas se volvieron llanto. Mamé, gpor qué se fue mi papa? Hemos hablado de eso, Diego. Si, pero quiero escucharlo de nuevo. Se fue porque ya no me queria. Esté bien, eso lo entiendo, pero entonces, ztampoco me queria a mi? iNo, nada que ver! Mami, si 6 me hubiera querido, no se hubiera separado también de mi. Y nunca volvié, nunca llamé ni un regalo de cumpleafos ni una visita... 1s para El tema terminé ahi. Isabel no tenia respuestas, pero si comprendia que su hijo le recriminaba muchas cosas, como no ser una mamé capaz de asumir varios roles, como en algun momento lo hizo Alberto con ella. El resto del domingo fue silencioso y triste. Lo tranquila y aliviada que Isabel habia

You might also like