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Posiciones® Viñas, aguafuertista

MONOS CON NAVAJA* Por David Viñas

“Política y teatro, dos recintos diferentes, pero Pero repetir, una y otra vez ese diagnóstico es lo
paralelos y complementarios”. que más se parece a una letanía inmovilizadora.
G. B. Shaw La repetición se hace rutina y lo rutinario
santifica los clishés ritualizados.
Tienen un ademán de piqueteros; también –D’ont cry for me, Argentina.
aparecen en lugares que no figuran en la “Monos con navaja”, “Rebatibles”, “Venecia” y
geografía canónica de Buenos Aires, sosteniendo “Rojos globos rojos”, desde su arrinconada
una obstinada agresividad que lleva a insinuar especificidad, no sólo trabajan mediatamente con
que “la cosa” no se ha clausurado sino, más esa “miseria nacional”, sino que apuntan a
bien, lo contrario. conjurar la obscena letanía que los compatriotas
–La historia, mis amables lectores, no ha llegado practicamos, cada vez más, y que ya nos define y
a su crucifixión. vamos pedaleando resignados, entre otros
Los que brotaron en Mosconi, en las afueras de “disfrutes”.
Neuquén, en las encrucijadas de La Matanza o –Disfrutar, de la talla de, divertido, de cara a, son
en los puentes sobre el Riachuelo –por muletitas que colaboran en semejante letanía.
marginados, episódicos y fragmentarios– Menos mal: piqueteros, Briski, Serrano Raúl, el
provocan las sentencias de “los cejas levantadas” jujeño Adccame y Tato Pavlovsky. Las gentes que
cuando afirman que ésos no representan la lucha los rodean, y otros más que se asoman en
de clases. Como si semejante dramaturgia jubilosos resquicios barriales: Thames, Zelaya,
histórica –otra desaparecida– sólo pudiera Balcarce la sombría, Sánchez de Bustamante.
concretarse en la Larga Marcha o, Confabulaciones que, al operar con el grotesco,
simbólicamente, en cierto cuadro académico actualizan de manera filosa, brusca y sin
donde la libertad aparece con gorro frigio, subida concesiones, la genealogía teatral que más
a una barricada y rodeada de pistolas y fusiles descifra al presunto “país del tango”: tango,
musculosos. danza grotesca; Argentina, país grotesco.
–Ça ira, ça ira, les aristos a la enterne, cantaban. Ejecutando canibalismos y ternuras franeleras.
Se trata, ahora, de una segunda cartografía que Sagaces teatristas de la política –entendida como
tampoco brota en los manuales del porteñismo teoría de la ciudad– desentrañan a un país
bien pensante: Sarandí al 700, por la vereda de anfibio que, equívocamente, participa de lo más
los impares; México al 1400, entre un zócalo cariado de América latina y de las vetustas
color mostaza y dos árboles carnosos; San Martín noches locas de la capital de los franceses.
frente a un convento mutilado; Humahuaca, una
escenografía borrosa del Negro Ferreyra.
Empecinados en decir no para empezar a pensar,
con una insolencia desenvuelta o mediante
sonrisas feroces, tajos y fogatas que brillan en
repliegues de la ciudad.
–Argentina potencia, doctor.
Sospecho que no estamos de acuerdo: el país se
ha convertido en una degradación abyecta y
polvorienta que, en plano inclinado, y pese a
malabares y ministros con ecuaciones de
repuesto, amaga con trocarse en una factoría
manipulada por algún código de Internet
impávidamente despiadado.
–Hasta aquí, descripción y pronóstico legítimos.

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