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C U R S O S D E F O R M A C I Ó N P E R M A N E N T E PA R A A R Q U E Ó L O G O S

Manual de cerámica romana II


Cerámicas romanas de época altoimperial en
Hispania. Importación y producción

Carmen Fernández Ochoa


Ángel Morillo
Mar Zarzalejos
(Eds.)
Manual de cerámica romana II
Cerámicas romanas de
época altoimperial en Hispania.
Importación y producción

E
ste libro pretende ser una contribución al conocimiento de la
dinámica productiva y comercial de Roma en la península
Ibérica durante el Alto Imperio. Su contenido no es sino la
continuidad cronológica de los temas tratados en el volumen an-
terior de esta misma colección que abordó las producciones de
época republicana.
La obra es fruto de un nuevo curso de formación impartido en
el Museo Arqueológico Regional en colaboración con la Sección
de Arqueología del CDL de Madrid y la Sociedad Española para el
estudio de la Cerámica Antigua Hispana (SECAH). En el curso par-
ticiparon expertos investigadores que conocen en profundidad
los temas tratados y que accedieron a plasmar sus intervencio-
nes en una obra de conjunto actualizada desde el punto de vista
científico y orientada a la praxis arqueológica cotidiana.
El libro presta atención a las producciones finas de mesa del
periodo altoimperial, es decir, la terra sigillata itálica, gálica e his-
pánica, todas ellas presentadas tanto desde sus orígenes, a par-
tir de los centros productivos, como desde la perspectiva de su
amplia comercialización. A esta trilogía tradicional se han agre-
gado tres series cerámicas cuya importancia en los contextos ar-
queológicos está fuera de toda duda como son las lucernas, la
cerámica pintada y una producción singular, muy abundante y
característica de la regiones interiores de Hispania, que se suele
denominar como terra sigillata hispánica brillante.
A través de los diferentes capítulos de esta obra, el lector in-
teresado encontrará una información ordenada y puesta al día
sobre la trayectoria histórica de cada producción, un análisis de
los contextos cerámicos más significativos, una aproximación a
las indispensables aportaciones de la Arqueometría, así como
una visión crítica de los problemas que afectan a las distintas se-
ries tratadas. Diversas ilustraciones, imprescindibles en los estu-
dios cerámicos, completan el panorama ofreciendo numerosas
imágenes, algunas inéditas, gracias a la generosidad de los in-
vestigadores participantes, de algunos colegas y de las institu-
ciones museísticas o de investigación que han colaborado para
hacer más atractiva la edición del libro.
Manual de cerámica romana II
Cerámicas romanas de época altoimperial en Hispania.
Importación y producción

Carmen Fernández Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos


(Eds.)

CURSOS DE FORMACIÓN PERMANENTE PARA ARQUEÓLOGOS


COMUNIDAD DE MADRID COLEGIO OFICIAL DE ARQUEÓLOGOS
PRESIDENTA DE MADRID (CArMa)
Cristina Cifuentes Cuencas COLEGIO DE DOCTORES Y LICENCIADOS EN
FILOSOFÍA Y LETRAS Y CIENCIAS
CONSEJERO DE PRESIDENCIA, JUSTICIA Y DE MADRID (CDL)
PORTAVOZ DEL GOBIERNO
Ángel Garrido García PRESIDENTE
César Heras Martínez (CArMa)
VICECONSEJERO DE PRESIDENCIA Y JUSTICIA
DECANO
Enrique Ruiz Escudero
Roberto Salmerón Sanz (CDL)
SECRETARIO GENERAL TÉCNICO
Pedro Guitart González-Valerio
Primera edición: julio 2015
DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO
© De los textos, fotografías e imágenes:
CULTURAL
Sus autores
Paloma Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz
© De la presente edición:
DIRECTOR GENERAL DE PROMOCIÓN Museo Arqueológico Regional
CULTURAL Plaza de las Bernardas s/n
Jaime Miguel de los Santos González 28801 Alcalá de Henares
DIRECTOR GENERAL DE UNIVERSIDADES E Colegio Oficial de Arqueólogos de Madrid
INVESTIGACIÓN (CArMa)
José Manuel Torralba Castelló Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados
ALCALDE DE ALCALÁ DE HENARES en Filosofía y Letras y en Ciencias de la
Javier Rodríguez Palacios Comunidad de Madrid (CDL)
Calle Fuencarral, 101
28004 Madrid
MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL
Editores científicos:
DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Carmén Fernández Ochoa
DIRECTOR Ángel Morillo
Enrique Baquedano Mar Zarzalejos
JEFA DEL ÁREA DE CONSERVACIÓN E Coordinación editorial:
INVESTIGACIÓN Luis Palop
Isabel Baquedano Beltrán Sección de Arqueología del CDL de Madrid
JEFA DEL ÁREA DE EXPOSICIONES
Inmaculada Escobar
Diseño, maquetación y preimpresión:
JEFA DEL ÁREA DE DIFUSIÓN Y Vicente Alberto Serrano
COMUNICACIÓN Esperanza Santos
Luis Palop

Impreso en España - Printed in Spain

Imprime: B.O.C.M.
Dep. Legal: M-20766-2015
I.S.B.N.: 978-84-451-3519-8

No se permitirá la reproducción total o parcial de este libro, incluido el diseño de la maqueta y la


cubierta, su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por
cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el
permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

Manual de cerámica romana II. Cerámicas romanas de época altoimperial en


Hispania. Importación y producción. Carmen Ferná ndez Ochoa, Ángel Morillo y
Mar Zarzalejos (Eds.). 1ª ed. Alcalá de Henares: Museo Arqueológico Regional;
Madrid: Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en
Ciencias, Sección de Arqueología, 2015. 536 p. Cursos de Formación Permanente
para Arqueólogos. ISBN 978-84-451-3519-8
Índice

Introducción
La cerámica romana, de fósil director a herramienta de investigación
Carmen Fernández Ochoa, Ángel Morillo y Mar Zarzalejos 9

1. La terra sigillata itálica: abriendo los caminos del Imperio Capita selecta
Rui Morais (Universidad de Porto) 15

2. La terra sigillata gálica: un indicador esencial en los registros estratigráficos


altoimperiales
Rui Morais (Universidad de Porto) 79

3. La terra sigillata hispanica: producciones del área septentrional


Mª Victoria Romero Carnicero (Universidad de Valladolid) 149

4. La terra sigillata de origen bético: un camino aún por recorrer


Mª Isabel Fernández García (Universidad de Granada) 231

5. Lucernas romanas en Hispania: entre lo utilitario y lo simbólico


Ángel Morillo Cerdán (Universidad Complutense de Madrid) 321

6. La cerámica pintada meseteña desde Augusto hasta Adriano


Juan Francisco Blanco García (Universidad Autónoma de Madrid) 429

7. La llamada “terra sigillata hispánica brillante” (TSHB). Algunas


reflexiones para una revisión terminológica y conceptual.
Mar Zarzalejos Prieto (Universidad Nacional de Educación a
Distancia) e Ivan Jaramillo Fernández (Arqueólogo) 493
1
La terra sigillata itálica:
abriendo los caminos del Imperio
Capita selecta

Rui Morais
Rui Morais
Universidad de Porto-FLUP/CECH
1. Prolegomena (o, de las cosas que se cuentan antes…)
n el mundo griego y en el romano se fabricaron cerámicas finas desti-

E nadas a cumplir con criterios de calidad y cubrir las necesidades de su-


ministro de vastos mercados. Éstas se produjeron de forma estandariza-
da y obedecieron a tradiciones muy arraigadas. Hubo momentos, sin
embargo, en que, como resultado de descubrimientos técnicos o de simples
cambios de gusto, se modificaron sus características formales y decorativas.
Éste fue el caso de la sustitución de la técnica de figuras negras por la de fi-
guras rojas en la cerámica ática, que ocurrió alrededor de 530 a.C.
Más tarde, después de la hegemonía de la cerámica campaniense, cuya su-
perficie negra se inspira directamente en las cerámicas griegas, alrededor de
mediados del siglo I a.C. se pasa a adoptar un nuevo método de cocción, de
tipo oxidante, que aporta a las piezas un color exterior de un marrón rojizo
muy brillante, de acuerdo con los requisitos del gusto de la época.
El origen de esta producción aun no está definitivamente establecido: al-
gunos autores, como A. Oxé y N. Lamboglia, han sugerido que esta se inspi-
ra o que es heredera de la llamada “sigillata oriental”, fabricada en Asia Me-
nor (Samos y Pérgamo) en la segunda mitad del siglo II a.C.; otros, como G.
F. Gamurrini, H. Dragendorff, A. Del Vita y C. Goudineau la vinculan a la
misma tradición etrusco-campana.
Según el actual estado de nuestros conocimientos, se cree que esta última
opinión es la más ajustada a la realidad. Así lo parece demostrar la existencia
de producciones fechables entre 50 y 30 a.C. (denominadas “prearetinas” por
17
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Fig. 1. Cáliz en terra sigillata itálica forma Consp. R 1. 2. fabricada en el taller de


Perennius de Arretium (Arezzo) y procedente de Novaesium (Neuss). Época
augustea (10 a. C.-cambio de Era) Clemens-Sels-Museum, Neuss (Hartmann
Linge (Own work) [Public domain], via Wikimedia Commons)

C. Goudineau), extremamente emparentadas con formas de barniz negro itá-


lico y fabricadas en los mismos centros productores. Estos vasos son técnica-
mente imperfectos y presentan formas y marcas (rosetas, C invertida y, me-
nos frecuentemente, iniciales) conocidas en la cerámica campaniense. Esta
producción duró poco más de veinte años (50/40 – 30/25 a. C.), pues, como
veremos, alrededor del 20 a.C. aparecen los vasos de mejor calidad.
Las cerámicas con estas características se denominan “terra sigillata” (Fig. 1),
término latino adoptado por los eruditos modernos y aplicado a los vasos de-
corados a molde con figuras en relieve (sigilla), y, como consecuencia, a toda
la cerámica fina de mesa con revestimiento rojizo fechada en las últimas dé-
cadas de la República y en todo el periodo imperial. Se debe resaltar, no obs-
tante, que la denominación de “terra sigillata” no figura en ninguna fuente
antigua. Este término lo ha usado por primera vez por el erudito aretino F.
Rossi a finales del siglo XVIII. En 1895, Dragendorff, en los Bonner Jahrbü-
18
RUI MORAIS

cher, consagró esta designación e intentó establecer una correlación formal


de estos recipientes, posteriormente ampliada y perfeccionada por Déchelet-
te, Loeschcke, Ritterling, Walters, Curle, Knipowitsch, Waagé, etc. A partir
de los trabajos de estos autores se multiplicaron las monografías y estudios
específicos sobre estas cerámicas.
El modo como los especialistas han denominado estos recipientes ha cam-
biado según varía el posicionamiento conceptual de las diferentes escuelas
que, desde finales del siglo XIX, se han dedicado a su estudio. Así, la deno-
minación de “terra sigillata aretina” fue, en su momento, adoptada por Gou-
dineau, bajo el argumento de que el término “aretino” se había utilizado de
forma genérica, desde la Antigüedad, para las producciones itálicas y, por
otro lado, de que la designación de “sigillata itálica” no era la más adecuada
pues no incluía las producciones provinciales. Posteriormente, esta opinión
fue contestada por G. Pucci, quien prefirió utilizar el término “sigillata itáli-
ca”, dado que sería más genérico, aunque admitiendo que podría ser objeto
de posterior precisión (Pucci, 1985: 367). Actualmente, después de la obra
colectiva firmada por los mayores especialistas con el título Conspectus Forma-
rum Terrae Sigillatae italico modo confectae (Ettlinger et alii, 1990), se ha adop-
tado la designación de “sigillatas realizadas a la manera itálica”, como modo
de distinguirlas de aquellas producidas en las provincias, para las que se re-
serva la designación de “terra sigillata local de tradición itálica” (v. tb. Fernán-
dez Ochoa et alii, 2014: 45).
Pero, cuando nos encontramos con la necesidad de realizar una breve sín-
tesis sobre esta cerámica, son variados los problemas que se nos plantean,
empezando por la vastísima literatura que se ha escrito, desde, por lo menos,
finales del siglo XIX. De hecho, esta producción es sin duda una de las cate-
gorías cerámicas mejor estudiadas. Como ha resaltado G. Pucci (1973: 258-
260), son varias las circunstancias que, por norma, no se encuentran en el es-
tudio de materiales afines, empezando por las fuentes literarias que aluden a
Arezzo, el principal centro productor de este tipo de cerámica, lugar donde
se encontraron numerosos materiales descartados de las hornadas en testares,
incluyendo moldes y un número ingente de fragmentos, contando con mar-
cas y decoraciones. Por otro lado, en parte debido a los materiales recogidos
en los asentamientos del limes germánico, las formas están bien tipificadas y
cronológicamente bien fechadas, en términos relativos y absolutos. Asimis-
mo, se trata de una cerámica fácilmente reconocible y ampliamente difundi-
da por todo el Imperio romano, por no hablar del interés artístico que han
despertado las formas decoradas. Todos estos hechos contribuyen definitiva-
mente a que en el estudio de estas producciones se tengan que considerar
19
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

múltiples aspectos relacionados con la organización interna de los talleres, su


difusión comercial, la ubicación de los centros productores, pero también
con su importancia en el ámbito de la historia del arte y de los estudios sobre
economía antigua.

2. Historiografía
En la Antigüedad, las principales referencias a la terra sigillata itálica se en-
cuentran en Plinio (Naturalis Historia XXXV, 46), cuando, a la par de la ce-
rámica samia (gálica), menciona la afición de los romanos a la cerámica de
Arezzo, en Marcial (apud. Pucci, 1985: 366) y en Isidoro de Sevilla, quien en
su enciclopedia Etymologiarum sive Originum, obra del siglo VII d.C., señala
que algunos escritores antiguos mencionan vasos aretinos (aretina vasa), ex-
plicando esta denominación de la siguiente forma: Arretro municipio Itlaliae
dicuntur, ubi fiunt; sunt enim rubra (XX, 4, 5).
Debemos esperar hasta 1282 para que de nuevo se haga alusión a estas ce-
rámicas. Esa referencia se debe a un gran cosmógrafo aretino, S. Restoro,
quien las menciona en la obra Della Composizione del Mondo colle sue cascioni,
dedicándoles un capítulo entero.
Más tarde, en el siglo XIV, encontramos nueva referencia a esta cerámica,
hecha por G. Villani, en su Storia di Firenze (Livro I, cap. 47), y por M. A.
Alessi, en una breve e importante obra titulada Libellus de antiquitate urbis
Arretii (cap. 24), donde ya se señalan 84 marcas (Paturzo, 1996: 30). Tras és-
te sigue un largo periodo de olvido hasta que encontramos, en pleno siglo
XVI, una breve referencia a la cerámica aretina en G. Vasari. Pero la preocu-
pación por el estudio de estas producciones acontece sólo en 1734, en la obra
de A. F. Gori, titulada Iscriptiones antiquae Graecae et romanae in Etruriae ur-
bes extantes.
El verdadero paso se da, sin embargo, un poco más tarde con el susodicho
anticuario y erudito F. De’ Rossi. Nacido en el seno de una familia noble de
Arezzo, a él se deben las primeras excavaciones arqueológicas realizadas en
1779. Otros nombres se le siguen, como Inghirami, Zannoni, Cavedoni, Ca-
pei, Braun y Jahn (id. 34-38).
Señalando una nueva fase en el estudio de estas producciones está la mo-
nografía de A. Fabroni, publicada en 1841, obra en la que se discuten las
fuentes antiguas y se realiza un análisis de las aportaciones de autores que
hasta esa época las habían mencionado, sin olvidar presentar algunas piezas
(incluyendo marcas) y referirse a las técnicas de producción y a la condición
jurídica de los alfareros.
20
RUI MORAIS

La primera gran referencia en el estudio de estas cerámicas la aporta 18 años


después G. F. Gamurrini (1859). Gamurrini analiza, por primera vez y de mo-
do sistemático, las marcas presentes en estas cerámicas y da a conocer en años
sucesivos en las Notizie degli Scavi, breves informaciones sobre los hallazgos en
S. María en Gradi, en Orciolaia y la zona de Badia (Pucci, 1985: 371). En la
misma revista se iban difundiendo nuevos hallazgos, como sucede con A. Pas-
qui, quien, a finales del siglo XIX publica las primeras planimetrías de las exca-
vaciones y los materiales salidos del taller de M. Perennius (Pucci, 1985: 371).
Durante la última década del siglo XIX se publican los estudios de H. Dres-
sel, quien reunió en el CIL I, en la parte de instrumentum, las marcas de sigilla-
ta itálica e intuyó la mayor antigüedad de las marcas radiales respecto a aque-
llas posicionadas en el centro interno de los vasos. En el ámbito de los estudios
epigráficos, cabe referir el importante acopio de marcas a cargo de M. Ihm en
el tomo XV del CIL, editado en 1901 (Pucci, 1985: 371).
A finales de esta centuria sobresale la figura de H. Dragendorff, cuyos es-
tudios van a revolucionar el modo de enfocar las cerámicas romanas. En
1894, con la publicación de su tesis De vasculis romanorum rubris. Capita selec-
ta, manifiesta la preocupación por explicar el comercio romano en las pro-
vincias. A él también se debe un estudio de síntesis de los motivos decorati-
vos, en una obra monumental (Dragendorf, 1895) y el primer intento de
sistematización tipológica, diferenciando entre 14 formas de sigillata itálica,
ocho lisas y seis decoradas.
A Dragendorff le siguen otros importantes estudios. Un trabajo decisivo
lo constituye la publicación por S. Loeschcke (1909) de las excavaciones de
Haltern (Westfalia), un lugar de especial valor por su ocupación muy concen-
trada en el tiempo, en total, sólo 21 años: desde la expedición de Drusus con-
tra los germanos en el 12 a.C. hasta la derrota de Varus en el año 9 d. C., es
decir, en fechas coincidentes con el auge de la producción itálica clásica. En
este estudio Loeschcke ordena 16 formas lisas, reagrupándolas en cuatro Ser-
vicios. Los dos primeros poseen las características originales, mientras que el
III y IV sólo son variantes más recientes de los precedentes (Goudineau,
1968: 18-19). Esta ordenación está hecha según criterios formales, de acuer-
do con los perfiles de los bordes de los platos y páteras y de los cuencos y co-
pas, a saber: Servicio I: borde pendiente y labio más o menos destacado de la
pared. La unión entre el borde y la pared puede ser redondeada o carenada.
El pie puede tener un perfil rectilíneo o oblicuo; Servicio II: borde con cara
interna subdividida; en la cara externa, el borde se encuentra a menudo de-
corado, superior e inferiormente, por una decoración de ruedecilla, que se
destaca, frecuentemente, de la pared. A veces se observan decoraciones en re-
21
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

lieve aplicadas; Servicio III: forman parte de este servicio platos, copas con
borde y pared formando una doble curvatura o con bordes destacados de la
pared por una gruesa moldura, copas hemisféricas y vasos ovalados, todos
con borde redondeado hacia el interior; Servicio IV: platos, cuencos y vasos
cilíndricos con borde vertical. Casi treinta años después de la publicación de
Haltern, Loeschcke da a conocer el material de Oberaden (Loeschcke, 1942),
individualizando 17 formas, 12 de las cuales lisas, y atribuye una numeración
distinta de la de Haltern. (Fig. 2)

Fig. 2. Formas lisas de terra sigillata itálica. Los cuatro “servicios” de Haltern (Lamboglia, 1952)
22
RUI MORAIS

De estas primeras décadas del siglo XX son también las obras de J. Deche-
lette y de K. Hänle. Dechelette publica un estudio que aborda, por primera
vez, el tema de las producciones tardoitálicas (Dechelette, 1904), y Hänle pu-
blica su obra (Hänle, 1915), donde pretende asignar un taller específico a frag-
mentos decorados, sin tener en cuenta la presencia de marcas de alfarero. De
este periodo es la aportación de H. B. Walters sobre las producciones decora-
das depositadas en el British Museum (Walters, 1908).
Dando continuidad a los estudios de la llamada “escuela germánica”, con-
tamos con la valiosa aportación de A. Oxé (1933). En su obra se valoran los
fragmentos decorados encontrados en el territorio renano, utilizándolos co-
mo instrumentos válidos para la resolución de numerosos problemas históri-
cos. Oxé clasifica la cerámica por antigüedad y por función, distinguiendo los
catini (fuentes), de los catilli (platos) (15-18 cm) y de los paropsides (copas pa-
ra beber). Entre los catini refiere varios tipos: sesquipedales (44 cm), palmipe-
dales (37 cm), pedales (29, 6 cm), bessales (20 cm) y trientales (10 cm). En 1943,
publicó el material aparecido en 1925, en las excavaciones de Haltern, mo-
mento en el que sugiere el origen sudgálico del aprovisionamiento cerámico
renano, ampliando el repertorio formal y de marcas a partir de los centros
productores de TSI instalados en el sur de la Galia (Oxé, 1943: 15-76).
Otro hito en el estudio de la sigillata itálica fue la publicación, en 1938, del
material de Oberaden por Chr. Albrecht, demostrando que en este lugar la
producción tuvo lugar un poco antes de la de Haltern, basada en el hecho de
que el asentamiento de Oberaden, fechado a inicios de la campaña de Druso
el 12 a.C. y abandonado a su muerte, el 9 o 8 a. C., fecha coincidente con la
fundación de Haltern. Pero no menos importante es la obra de Dragendorff
y Watzinger, editada tras la muerte del primer autor (Dragendorff, 1948) y
que, a día de hoy, sigue siendo una referencia fundamental para quienes se
ocupan del tema de las producciones decoradas.
Del otro lado del Atlántico tenemos dos obras de referencia, la de G. Chä-
se, quien publicó los moldes aretinos de la colección Loeb en Boston (1916),
y la de C. Alexander, quien dio a conocer en 1943 la colección de terra sigi-
llata itálica del Museo Metropolitano de Nueva York en una de las ediciones
del Corpus Vasorum Antiquorum.
Durante la primera década del siglo XX también revisten especial interés
los estudios del aretino A. Del Vita, especialmente dedicados a ahondar en
los métodos de producción de los talleres aretinos, creando en 1925, en aso-
ciación con su hermano Antonio, un taller artesano para la producción de ce-
rámica al estilo de Arezzo, denominada Arretina Ars (Paturzo, 1996: 50).
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LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

A partir de mediados del siglo XX se inicia una nueva fase en el estudio de


la terra sigillata itálica. Los primeros trabajos se deben a A. Stenico, tras su
investidura como director del museo de Arezzo que analizó más de 60000
fragmentos, lo que le permitió identificar nuevos talleres y ampliar los cono-
cimientos sobre Perennius, Rasinius y Cornelius (id. 53). Entre otros estudios
de este autor, cabe destacar la monografía (Stenico, 1955: 173-217), seguida
de otra dedicada a la producción de Rasinius y de la importante obra intitula-
da (Stenico, 1960).
Tras la significativa aportación de Stenico, le siguieron otros expertos
quienes han ahondado en el conocimiento de determinados talleres, como
es el caso de F. P. Porten Palange, con la publicación del Corpus vasorum an-
tiquorum (vol. 4) del Museo archeologico Giovio (Porten Palange, 1970), de
M. P. Lavizzari Pedrazzini (1972) y de C. Troso, autora de un importante
estudio sobre P. Cornelius (Troso, 1991). Se trata de estudios basados prin-
cipalmente en la sintaxis decorativa presente en los fragmentos anepígrafos
decorados, hecho que llevó a la creación de un verdadero “método de asig-
nación”, creando una especie de “koiné” formal. Debemos mencionar asi-
mismo aquí la publicación de materiales depositados en museos, como, por
ejemplo, de la colección Pisani Dossi en Milán (Stenico, 1956), del Museo
delle Terme (Porten Palange, 1966) y del Ashmolean Museum de Oxford
(Brow, 1968).
En 1968 se publica una de las obras más importantes sobre sigillata itálica,
la edición póstuma de A. Oxé y H. Comfort, titulada Corpus Vasorum Arreti-
norum (Oxe y Comfort, 1968), que reúne las marcas de alfareros conocidos
hasta la fecha, ordenados alfabéticamente por gentílicos e indicando la respec-
tiva proveniencia y formas en las que aparecen. En esta obra se presentan aun,
en forma de apéndices, listas de alfareros, por gentílicos y cognomina.
Otras aportaciones al estudio de la sigillata itálica se centran en el análisis
de en su presencia en lugares de consumo. En lo que respecta al análisis de
las formas lisas, son de especial valor los estudios de E. Vogt (1948), R. Fell-
mann (1955), G. Ulbert (1960) y E. Ettlinger (1967), sobre los materiales de
Zúrich, Basilea, Oberhausen y Novaesium-Neuss respectivamente. En este
punto, cabe también resaltar la obra conjunta de M. Schindler y S. Scheffe-
negger (1977), donde se registra la presencia de ejemplares aretinos y pada-
nos, utilizando como criterio la pertenencia de piezas de tipo A (aretinas) y B
(padanas), a través de un análisis macroscópico. En Italia, asume especial re-
levancia la obra de M. T. Marabini Moeus sobre la terra sigillata de Cosa
(Marabini Moeus, 1973), la cual representa una fuente valiosa de información
24
RUI MORAIS

sobre la presencia de estas cerámicas en aquel importante centro de consumo


de la costa tirrénica.
Un gran salto cualitativo en la sistematización cronotipológica de las for-
mas lisas supuso, en 1968, la publicación de C. Goudineau relativa a las cam-
pañas de 1962-1967 de la zona S-E en Poggio Moscini, cerca de la ciudad de
Bolsena. En esta obra, Goudineau distingue y ordena 43 formas (con posi-
bles variantes internas) intentando numerarlas según un criterio cronológico,
aunque respetando la división de las series evolutivas individualizadas por él:
formas arcaicas (nº 1-8), precoces (nº 9-22), clásicas (nº 23-35) y tardías (nº
36-43). Realiza también el estudio de los fondos y pies de los vasos. En la úl-
tima parte de esta obra, Goudineau enfoca el tema de los orígenes, la difu-
sión, la evolución y la extinción de esta cerámica, con recurso a explicaciones
de orden económico y social. Como precisó A. Alarcão (1975: 5-6) a propó-
sito de las sigillata itálicas de Conimbriga, Goudineau pretendió uniformizar
los criterios de clasificación, evitando multiplicar las tipologías y facilitar el
acceso y comprensión por parte de un público más amplio, aunque, según la
autora, pecaba por cierto exceso en el intento de explicar la evolución formal
de todos los tipos según un cuadro evolutivo riguroso.
Después de esta obra fundamental vino la de Pucci, quien en la obra
Atlante delle forme ceramiche II (Pucci, 1985) presenta una nueva propuesta ti-
pológica, aunque sin el éxito de la anterior. En esta obra, Pucci procura am-
pliar el número de formas y su variedad, especialmente en las formas más tar-
días, dando a conocer 49 formas distintas y respectivas variantes.
El gran avance en el estudio de la tipología de la sigillata itálica tiene lu-
gar en 1990, gracias a la publicación conjunta que reunió reputados expertos
encabezados por E. Ettlinger (Ettlinger et alii, 1990). Se trata del Conspectus
Formarum Terrae Sigillatae italico modo confectae, que, como hemos visto, se
preocupa por distinguir las “sigillatas realizadas a manera itálica” de las pro-
vinciales que las imitan y para las cuales se reserva la designación de “terra si-
gillata local de tradición itálica” (Fig. 3). Esta obra, usada por la gran mayo-
ría de los investigadores, pretendió crear un instrumento útil de trabajo para
los arqueólogos e investigadores no especializados en el estudio de la sigilla-
ta. La tipología delineada en el Conspectus es una tipología formal, indepen-
diente de los centros productivos de acuerdo con el principio de que formas
idénticas no tenían que, necesariamente, producirse en áreas cercanas, y, co-
mo tal, no serían indicativas de un lugar de producción específico. Tan solo
el análisis químico de los fragmentos podrá ayudar a conocer su posible pro-
veniencia. En esta obra se identifican 54 formas lisas, agrupadas con base en
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LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Fig. 3. Portada del Conspectus (Ettlinger et


alii, 1990)

criterios cronomorfológicos y de origen, entre las que se distinguen ocho


subgrupos: Consp. 1-9; Consp. 10-15; Consp. 16-17; Consp. 18-30; Consp. 31-
38; Consp. 39-46; Consp. 47-49; Consp. 50-54). El mismo criterio morfológico
se adopta para las producciones decoradas, con 13 formas distintas, Consp. R
1 a Consp. R 13. Por comodidad de estudio y por cuestiones tecnológicas, es-
tas producciones se dividen en formas lisas y decoradas, con el predominio
de platos y cuencos (los denominados “servicios”)1.

1
En el estudio de la sigillata itálica de Lyon-La Muette no se ha utilizado la tipología del
Conspectus pues se ha considerado que ésta ha adoptado un criterio tipológico monolítico y
lineal y que ha valorado excesivamente Arezzo y otras producciones fabricadas en la Península
Itálica en detrimento de otros centros productores provinciales (Genin et alii, 1996: 41-42).
Los autores consideran también que la exclusión de fragmentos sin el perfil completo en la
tipología del Conspectus no es igualmente aceptable. Para el estudio de los materiales de La
Muette, los autores optaron así por valerse de la antigua clasificación por “Servicios” (en par-
ticular I y II) de S. Loeschcke, en la perspectiva adoptada en 1982 por S. von Schnurbein a
partir de las marcas de Haltern, refiriéndose a los “Servicios” I y II, subdividiéndolos y crean-
do, cuando eran necesario, “tipos” con formas menos comunes pero a ellos asociados (id. 43).
26
RUI MORAIS

Como instrumento útil de clasificación, está el diccionario DICOCER 1,


Lattara 6, el cual, en la entrada relativa a la sigillata itálica, a cargo de M. Pas-
selac (1993: 555-568), adopta la propuesta tipológica del Conspectus, precisan-
do algunas cronologías y adaptándolas a los años del calendario. No contem-
pla, no obstante, las producciones padanas y tardoitálicas, con el argumento
de que son poco frecuentes en Galia.
Mientras tanto, otro tipo de estudios se han orientado hacia el análisis de
los constituyentes químicos de las pastas cerámicas. Se pueden referir, a títu-
lo de ejemplo, aquellos realizados sobre el alfarero P. Attius. Uno de los pri-
meros trabajos se debe a von Schnurbein (1982), quien, a propósito de pie-
zas con la marca de este alfarero encontradas en Haltern, constató que unas
provenían de Pisa y otras de talleres lioneses; por su parte, la existencia de fi-
liales padanas se ha confirmado por medio de análisis químicos en el estudio
de S. Zabehlicky-Scheffenegger (1991); por fin, la proveniencia aretina y pa-
dana ha vuelto a confirmarse en el estudio realizado por M. Maggeti, sobre
piezas recogidas en Magdalensberg, confirmando la opinión de M. Schindler,
ya referido anteriormente (Cantos Carnicer, 1995: 79-91).
Dando continuidad a las aportaciones de la escuela alemana, B. P. Martin
Rudnick publica la sigillata itálica de Oberaden y Haltern (1995), donde se
vuelve sobre las formas y decoraciones encontradas en dichos yacimientos.
En la misma década, C. Rossetti Tella publica una obra sobre las produccio-
nes tardías de sigillata del Museo Nazionale Romano (Rossetti Tella, 1996),
de gran valor para el estudio de estas producciones tardías de sigillata.
Entre otros estudios monográficos realizados a partir de materiales conser-
vados en museos, cabe referir el dedicado a la terra sigillata itálica y tardoitáli-
ca del Museo de Aquino (Bellardi, 2006).
Contamos igualmente con obras de síntesis sobre los centros productores
lioneses de sigillata itálica, situados en el valle medio del Ródano. En la revis-
ta Gallia de 1996 (nº 53), se publica una monografía a este respecto (Gallia
Dossier, 1996). Sobre esta misma temática, debemos añadir la obra publicada
en 2002, bajo la dirección de M. Genin y A. Vernhet, en Homenaje a Bettina
Hoffmann, donde se pueden encontrar referencias específicas a alfareros itá-
licos y un estudio detallado sobre las producciones tempranas de La Graufe-
senque que imitan la terra sigillata itálica (Genin y Vernhet, 2002).
Varias han sido también las obras publicadas como resultado de encuen-
tros de especialistas. Entre otras, podemos destacar las de Brogiolo y Olce-
se (1990), dedicada a la producción del área padana, la cual reúne un conjun-
to apreciable de aportaciones dedicadas al tema de las producciones
27
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

cerámicas en el área padana. Asimismo, cabe destacar la obra editada por Po-
blome, Talloen, Brulet y Waelkens, resultado de una conferencia internacio-
nal (ROCT) de la Universidad Católica de Lovaina (Poblome et alii, 2004).
El trabajo recoge varias aportaciones y plantea problemas metodológicos y
cronológicos relacionados con la importación de estas cerámicas.
En el 2000, en la línea de la ya conocida 2ª edición del Corpus Vasorum
Arretinorum. A Catalogue of the Signatures, Shapes and Chronology of Italian Si-
gillata, publicada por Oxé y Comfort, se aborda una nueva edición aumenta-
da, revisada por P. Kenrick (OCK, 2000). Esta nueva edición, acompañada
por un CD-ROM (en forma de base de datos), compila cerca de 36000 mar-
cas, permitiendo constatar su dispersión en el imperio y sugerir el periodo de
actividad de los alfareros (Fig. 4).
Los últimos años hemos tenido varias aportaciones sobre lugares de con-
sumo. Entre otras, podemos destacar las obras de Porten Palange, sobre los
punzones y respectivos talleres identificables a partir de las formas decoradas
(Porten Palange, 2004; 2009), y una nueva visión, publicada el 2006, sobre la
presencia y significado de la sigillata itálica en los asentamientos del limes ger-
mánico (Roth-Rubi et alii, 2006).

Fig. 4. Pantalla inicial del Corpus Vasorum Arretinorum (OCK 2000)

28
RUI MORAIS

Por lo que se refiere a la Península Ibérica, los estudios sobre la presencia


de la sigillata itálica no han sido demasiado abundantes. Esto no significa que
estas cerámicas no hayan sido analizadas en el ámbito de artículos específicos
o de estudios genéricos, la mayor parte de ellos compilados por M. Beltrán
en su trabajo de referencia. Beltrán destaca los trabajos de G. Martin, el pri-
mero en hacer un acopio considerable de marcas itálicas en territorio penin-
sular, así como de Balil y Pérez González, a propósito de la cerámica puteo-
lana (Beltrán, 1990: esp. 76-77). Para el territorio portugués debemos
mencionar las aportaciones de Comfort, sobre algunas piezas decoradas pre-
sentes en el Museu Nacional, los de F. N. Ribeiro, sobre las marcas de alfare-
ro de Represas (Alentejo), ambos publicados en 1959, y el de S. da Veiga Fe-
rreira (1969), que reúne algunas marcas de alfarero del territorio portugués.
Gran interés reviste el estudio pionero de A. Alarcão (1971), continuado años
más tarde en el volumen IV de Fouilles de Conimbriga (Alarcão, 1975).
En las últimas décadas se han publicado algunos estudios de especial relie-
ve sobre esta temática. Entre otros, cabe referir el de C. Pérez González sobre
la sigillata de Herrera de Pisuerga (Pérez González, 1989), donde se ha demos-
trado la existencia de una producción de terra sigillata local de tradición itálica
asociada a la Legión IIII Macedónica. Se deben igualmente resaltar los traba-
jos de A. Bourgeois y F. Mayet, sobre las sigillatas de Baelo Claudia (1991), y de
Jerez Linde y Rodríguez Martín, dedicados al estudio de las sigillatas itálicas re-
cogidas en las excavaciones de la villa romana de Torre Águila (1995). Uno de
estos autores retomó posteriormente el estudio de estas producciones, con la
publicación de las depositadas en el Museo Nacional de Arte Romano de Mé-
rida (Jerez Linde 1997 y 2005). Debemos mencionar asimismo los estudios de
Clariana i Roig, sobre Torre Llauder (1998) y el Museo de Mataró (2005), el
de Pérez Almoguera sobre La Paería de Lleida (1999), el de Cantos, sobre el
foro de Caesaraugusta (Zaragoza) (Cantos, 2000), el de Morillo y García Mar-
cos sobre los campamentos septentrionales (Morillo y García Marcos, 2003) y,
más recientemente, el de M. Bustamante Álvarez, sobre la región del Estrecho
(Bustamante, 2010: 43-86). Especialmente relevantes por las problemáticas
que presentan son las excavaciones llevadas a cabo en la ciudad de León. Los
niveles del campamento de la legio VI victrix han permitido dar a conocer otro
ambiente productivo de cerámicas asociado a contextos militares. Entre estas
producciones, cabe destacar la fabricación de terra sigillata local de tradición
itálica, fechada entre el cambio de Era y un momento indeterminado del rei-
nado de Tiberio, que acompaña a una elevada cantidad de terra sigillata itálica
importada (Morillo y García Marcos, 2001 y 2003; García Marcos, 2005; 2006;
Morillo, 2008: 171; Morillo, 2014).
29
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

En Portugal, salvo por algunos artículos dedicados principalmente a las


marcas de alfarero y publicados por distintos autores (p .e. De Sepúlveda,
1996; De Sepúlveda y Fernándes, 2009) el estudio de conjuntos significativos
sobre sigillata itálica sólo se retoma años más tarde, gracias a trabajos de in-
vestigación en el marco de tesis de máster y de doctorado, como es el caso de
Represas (Lopes 1994), Monte Mozinho (Carvalho 1998), Santarém (Viegas
2003), Lisboa (Silva, 2005; Bolila, 2011), Braga (Morais, 2005), Miróbriga
(Quaresma, 2009) y Algarve (Viegas 2011).

3. Modos de producción
La terra sigillata itálica posee, por regla general, una arcilla muy bien depura-
da, rica en óxidos de hierro, potasio y magnesio, cubierta por un engobe de co-
lor rojo/marrón brillante, resultado de un mayor grado de depuración de la ar-
cilla y de la añadidura de óxidos de hierro como coloides. A nivel formal, estas
cerámicas se agrupan en dos categorías distintas relacionadas con los procedi-
mientos de fabricación, y que se llaman, sin gran rigor, “lisas” y “decoradas”.
Las primeras se fabrican en el torno del alfarero, aunque puedan poseer dis-
tintos adornos. Se elaboran con la ayuda de modelos, lo que permite una mayor
estandarización formal y acelerar el tiempo de ejecución (Pucci, 1985: 367).

Fig. 5. Molde de terra sigillata itálica de la oficina de P. Cornelius en Arezzo. Época tardoaugustea-tibera-
na. British Museum, London. GR 1896.12-17.3 (AgTigress (Own work) [CC BY-SA 3.0 (http://creativecom-
mons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons)
30
RUI MORAIS

En cuanto a las formas “decoradas”, se caracterizan por su obtención a


partir de moldes que se ornamentan en su interior con la ayuda de punzones
de relieve con adornos y figuras muchas veces unidas entre sí por líneas eje-
cutadas a mano alzada.
Oxé describió, con claridad y precisión, las distintas fases de fabricación de
un vaso decorado obtenido a molde (Fig. 5): primeramente había que preparar
los punzones de las figuras o motivos decorativos; más tarde se recurría de las
matrices o negativos donde aparecían los relieves del vaso; la tercera operación
consistía en la obtención del positivo del cuerpo del vaso con sus relieves; el
cuarto momento, el único común a la sigillata “lisa” y a la “decorada”, era la fi-
nalización, en el torno, del cuerpo del vaso añadiéndole el borde y el pié, a ve-
ces aplicándoles asas o apéndices (Oxé, 1933: 7); finalmente se cocía en los hor-
nos adecuados a elevada temperatura (unos 1000˚C) (Fig. 6).
En los primeros tiempos, aparecen en la decoración las figuras humanas
de grandes dimensiones y escenas mitológicas o afines ricamente ejecutadas.
Otras figuras más pequeñas se usan de forma puramente decorativa: másca-
ras, pilares, guirnaldas, bucráneos, etc., que aparecen combinados con otras
decoraciones como las convencionales palmetas y rosetas.

Fig. 6. Desecho de alfar de terra sigillata itálica


31
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Según Gamurrini y Del Vita, y otros investigadores más recientes, como


es el caso de Lavizzari Pedrazzini, Richter, Alexander, Burr Thompson y Jo-
hansen, se podría observar, en algunos casos, una derivación directa, a través
del calco, de las decoraciones de las vajillas de plata (Paturzo, 1996: 83).
En este punto, dedicado a los modos de producción, conviene mencionar
que la sigillata itálica no es una mercancía anónima. Gracias a las marcas, po-
seemos una información preciosa para la reconstrucción de algunos aspectos
de su organización. Sabemos, así, la de la existencia de la costumbre de colo-
car, en el fondo interno de los vasos y en los moldes de piezas decoradas, la
marca, ya del alfarero (hombre libre o esclavo), ya del propietario del taller.
El nombre suele estar escrito desde la izquierda hacia la derecha, aunque
se admitan otras variantes. Por regla general, las letras son nítidas, con nexos
muy abundantes, aunque a veces no sean de lectura inmediata. Ponemos co-
mo ejemplo las marcas de Perennius, que, en los primeros momentos de pro-
ducción, empiezan con letras bien perceptibles y dibujadas que señalan los
primeros obreros (Tigranus) (Fig. 7)2, para, en una fase más avanzada, presen-

Fig. 7. Cubilete de terra sigillata itálica de la forma


Consp. R 12 fabricado por M. Perennius Tigranus en
Arretium (Arezzo). Procede del campamento de la
legio IIII Macedónica en Herrera de Pisuerga.
Época augustea (20 a. C.-10 d. C.) (Fotografía:
Museo de Palencia)

2
Agradecemos al Museo de Palencia las imágenes de las piezas bajo su custodia.
32
RUI MORAIS

tar formas más toscas con los nombres de los esclavos Bargathes, Crescens y
Saturninus.
En el repertorio liso, la presencia de marcas es más frecuente. Al inicio
aparecen marcas radiales múltiples en platos de gran diámetro, de tradición
etrusca/campana, aunque los vasos de menores dimensiones sólo presenten
una marca en el centro; a partir del 15/10 a.C. se abandonan las marcas ra-
diales y queda solamente la marca central, generalmente en cartela rectangu-
lar. Coincidiendo con la ascensión de Tiberio al poder, a partir del 15 d.C.,
desaparece la cartela rectangular, que cede lugar a la marca “in planta pedis”,
adoptada rápidamente por la mayoría de los centros productores.
De Arezzo se conoce un conjunto de marcas asociadas a cerca de 90 talle-
res. Es probable que la mayoría de ellos tuviese menos de 10 esclavos espe-
cializados (para algunos están documentados sólo 1 o 2 esclavos). Más nume-
rosos son los talleres en los que trabajaban entre 10 y 20 esclavos. Los que
tenían más de 20 y hasta 60 esclavos debían de ser muy escasos. De estos nú-
meros se excluyen, naturalmente, todos los trabajadores anónimos dedicados
a la cocción o a otras actividades, como la extracción y depuración de la arci-
lla, el secado de los vasos, la aplicación del engobe y el almacenamiento.
Las marcas nos permiten conocer mejor la constitución del personal es-
pecializado en la ejecución de las partes decorativas, en el modelado de los
vasos decorados, o, aun, en el simple alisado de los vasos lisos.
Los vasos aretinos decorados corresponden a uno de los ejemplos más ex-
quisitos de la artesanía artística de la época de Augusto. De hecho, de los cer-
ca de 500 alfareros conocidos en el conjunto de la producción de terra sigilla-
ta itálica, sólo 40 se habrían dedicado a la producción de vasos decorados. En
otras palabras, sólo cerca de una veintena de talleres, económicamente “fuer-
tes”, parece haber tenido la capacidad para poseer estos esclavos-artistas que
producían vasos decorados.
Algunas de estas marcas, inicialmente, se recogieron en los tomos XI y XV
del Corpus Vasorum Inscriptionum Latinarum, los cuales incluyen más de mil
recogidas en vasos provenientes de Arezzo, Roma y Ostia. Más tarde, Oxé y
Confort llegaron a documentar más de 2600 marcas en su Corpus Vasorum
Arretinorum (1968), información ampliamente aumentada en una nueva edi-
ción del Corpus, de 2000 (OCK, 2000).

33
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

4. Centros de producción
En el estado actual de nuestros conocimientos, se han documentado nume-
rosos centros de producción en la Península Itálica y en ambientes provincia-
les. Sin la pretensión de hacer una descripción exhaustiva, tan sólo nos refe-
riremos a los más significativos y se mencionarán otros, de menor dimensión,
para servir de ejemplo de la complejidad del tema (Fig. 8).

4.1. Arezzo
Es el centro de producción más antiguo y con el mayor volumen de producción
(Pucci, 1985; Ettlinger et alii, 1990). Algunos de los más importantes talleres de
Arezzo han sido ya objeto de excavación en el siglo XIX: el importante taller de
S. Maria in Gradi, el taller “dell’ Orciolaia” y del Teatro Petrarca. En el OCK se
realiza un análisis crítico de estos lugares y se refieren otros (OCK, 2000: 25-
29). El hallazgo de material descartado de hornadas del taller de Cn. Ateius re-
cuperado en excavaciones en Via Nardi en Arezzo y, posteriormente, en Pisa,
permitió constatar la existencia de sucursales (Stenico, 1972: 16-17).
Las producciones de la época clásica tienen normalmente una pasta muy fi-
na, de color rosado a marrón claro y un engobe rojo, brillante, ligeramente ana-
ranjado, con manchas más claras en la parte inferior (Goudineau, 1968: 238).
Los datos obtenidos hasta la fecha en Arezzo nos permiten constatar la
existencia de pocos talleres de grandes dimensiones y de una serie de peque-

Fig. 8. Centros de fabricación de terra sigillata itálica (según Corpus Vasorum Arretinorum 2000) (OCK 2000)
34
RUI MORAIS

ños talleres con un trabajo semiartesano. Se ha apuntado la hipótesis de que


estos últimos se encontrasen bajo alguna condición subalterna respecto a los
mayores. Se trata, no obstante, de conjeturas que sólo podrían verificarse si
poseyésemos una mejor documentación arqueológica. Es, sin embargo, posi-
ble que, para incrementar las ganancias, los gestores de los principales talle-
res, quienes podrían ser simultáneamente los propietarios de los barreros, su-
ministrasen a los talleres menores la arcilla ya depurada de los propios
tanques y, después, en la fase final del proceso productivo, les permitiesen
usar sus hornos. Si consideramos esta hipótesis, la aplicación de las marcas
podría haber correspondido a la exigencia de distinguir, en el marco de una
única hornada, los productos de los diversos talleres. En cuanto al régimen
interno de la gestión de los talleres de Arezzo, es significativo el hecho de que
el mayor productor, Ateius, tenía a su cargo cuatro libertos que serían, ellos
mismos, dueños de diversas filiales de ese taller. La sigillata de Arezzo, que, a
pesar de la estandarización de los pocos tipos de productos, había mantenido
durante decenios un alto y homogéneo nivel cualitativo, empezó a decaer a
partir del año 15 d.C. La época del definitivo declive de la producción es con-
trovertida, siendo, no obstante, seguro que después de mediados del siglo. I
d.C. algunos talleres se transfirieron a Pisa, próspero puerto fluvial en época
romana.

4.2. Pisa
En 1965 tuvo lugar el hallazgo en Pisa (via S. Zeno) del testar de un horno
de sigillata itálica, publicado en 1974, en el que se constata la existencia de
moldes, separadores y bloques de arcilla usados para acomodar y sujetar las
piezas en el interior del horno. Los fragmentos con marca rectangular indi-
caban el nombre de Ateius y de su relación con sus libertos (Mahes, Zoilos y
Hilarus), evidenciando, como ya hemos referido, la relación de este taller con
Arezzo y, en particular, con uno de sus más prolíficos alfareros, Ateius. Más
tarde, se han descubierto nuevos vestigios de producción en la via de Santo
Stefano, correspondientes a otros testares. Este hallazgo se ha ampliado con
el descubrimiento de otros dos centros productores en la región costera del
ager Pisanus, en la Isola di Migliarino y en Poggio Fiori (Pasquinucci, 1988;
Menchelli, 1995; Menchelli, 2004: 271). En OCK podemos encontrar un
análisis detallado sobre estos lugares de producción (OCK, 2000: 30-31). Las
pastas se distinguen por su color beige/rosado y engobe fino de color
rojo/marrón. Un aspecto que las caracteriza respecto a las restantes produc-
ciones itálicas es el hecho de que poseen una película blanquecina aplicada
previamente al engobe.
35
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

El inicio de la producción debe de situarse alrededor de la última década


del siglo I a.C., perdurando hasta el siglo II d.C. (Kenrick, 2004: 254).
La producción pisana, mayoritariamente representada por sigillatas tar-
doitálicas, deja adivinar los importantes cambios que se verifican en la orga-
nización de la producción. Las marcas conocidas en vasos tardoitálicos son
sólo seis. Parece que la constitución de numerosos talleres de pequeñas a me-
dianas dimensiones, que habían caracterizado el florecimiento aretino, habría
desaparecido a favor de una concentración “monopolizada” de la producción
(poco usual en la Antigüedad), en las manos de unos cuantos gestores de
grandes alfarerías. Tal hipótesis se refuerza si consideramos que tres de las
seis marcas conocidas pertenecen a personajes que tienen en común el pre-
nombre y el gentílico (Sesto Murrio) y se distinguen sólo por el sobrenombre.
Se trata, seguramente, de conliberti, libertos por una misma persona, tal vez
encargados de gestionar, por su cuenta, la filial de un gran centro productor
de cerámica.
El repertorio de las formas se reduce, la ejecución se vuelve menos cuida-
da y, en la producción decorada (cerca de 80 a 150 d.C.), se pasa a prescindir
de cualquier organización en la composición de sus motivos. Por otro lado,
no aparecen más marcas de los esclavos-ejecutores al lado de los libertos-ges-
tores. Nos encontramos ahora delante de una producción en masa más que
en serie, a cargo de trabajadores anónimos y no responsables, lo que, en el
contexto de una economía esclavista, explica bien la decadencia cualitativa de
las mercancías.

4.3. Puteolos/Cumas
Uno de los principales centros de la producción de sigillata itálica fue Puteo-
los, ciudad situada en la región centromeridional, cuyas condiciones de pro-
ducción se procesaron de un modo no muy diferente a las de los centros
etruscos. Este centro productor se conoce desde 1873, gracias al descubri-
miento ocasional de Di Criscio de un gran pozo con moldes y gran cantidad
de sigillata lisa y decorada (Comfort, 1963-64: 7-28), posteriormente publi-
cada por Bruza, en 1875 (Pucci, 1985: 366). Este material se dispersó por
Alemania y Francia; Dragendorff y Oxé publicaron las formas decoradas con-
servadas en los museos de Berlín y Dresde, y Comfort publicó las formas de-
positadas en el Louvre (id. ibídem).
La actividad de este centro se inicia en torno a 10 a.C. (tal vez incluso a
partir de 1 d.C.) y se prolonga hasta el tercer cuarto del siglo I d.C. (OCK,
2000, 32-33; Kenrick, 2004: 254).
36
RUI MORAIS

Se caracteriza por poseer pastas de tono rosado o beige, bien depuradas,


pero con calcitas visibles. El engobe, tenue y poco homogéneo, presenta un
color anaranjado, tendente al marrón. Además de las marcas en cartelas rec-
tangulares y en planta pedis, éstas pueden ser de forma circular, in corona (más
tarde igualmente adoptada en las primeras producciones de Montans).
El material de las excavaciones incluye moldes y gran número de marcas,
mayoritariamente asociadas a Numerius Naevius Hilarus (OCK 1231-1247,
1250), un alfarero que trabajó inicialmente en otro centro productor situado
en Cumas (Saracino 2000, 32), muy probablemente antes de 1 d.C. (Kenrick
2002, 13-15).

4.4. Italia septentrional


Hasta la fecha, se conocen cerca de 300 marcas atribuibles a diferentes alfa-
reros que laboraron en esta región (OCK, 2000: 32). Esta circunstancia supo-
ne que las actividades productivas eran muy diferentes de las de los otros cen-
tros productores itálicos de sigillata, especialmente en el ámbito de la
estructura social.
Para la producción de la cerámica lisa, las marcas muestran, de hecho, có-
mo en este ámbito geográfico era particularmente activa una pequeña artesa-
nía de condición libre, ya que parece que sólo en contadas ocasiones los alfa-
reros tuvieron ayudantes.
La sigillata decorada fue, aquí también, producida por alfarerías dotadas
de estructuras no muy diferentes de aquellas encontradas en los talleres de
Arezzo. Son, frecuentemente, productos oriundos de los grandes talleres au-
gusteos de Aco y de Sario.
Los centros principales se encuentran individualizados en barrios de arte-
sanos de algunas ciudades, como Ravena, Cremona, Faenza, Bolonia y, pro-
bablemente, Milán, Aquilea y Rímini, aunque, infelizmente, no se hayan en-
contrado los lugares de producción (Saracino, 2000: 32-33; OCK, 2000: 32).
El inicio de estas producciones tiene lugar alrededor del último cuarto del si-
glo I a.C. y perduran a lo largo del siglo II d.C., con un auge productivo en
el siglo I d.C.
A simple vista, las arcillas son tendencialmente más oscuras. Por norma es-
tán bien depuradas y bien cocidas con un engobe rojizo bastante compacto y
brillante, que recuerda las producciones de Arezzo. Pueden, sin embargo, pre-
sentar una arcilla más friable, de tonos claros y un engobe mate y tenue, poco
adherente. Las formas se pueden acercar a las de las producciones aretinas o

37
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

presentar perfiles más sencillos y paredes más gruesas. Una característica pecu-
liar de estas producciones es la presencia, en el repertorio de las formas lisas,
de la copa Drag. 35/36, sin presentar nunca marca, decorada en el borde pla-
no con racimos de uvas y palmetas estilizadas aplicadas a barbotina, en vez de
las características hojas de agua de las producciones gálicas (Fig. 9).

4.5. Otros centros


Al norte, en la región de la Etruria, tenemos el centro productor de Torrita
di Siena, del que se conocen dos hornos donde trabajó C. Umbricius Cordus
en la segunda mitad del siglo I d.C. (Pucci, 1992; OCK, 2000: 33; Kenrick,
2004: 254).
En la Campania se conocen centros de producción menores, como es el
caso de la designada producción de “Cales” (también designada por “Produc-
ción A del Golfo de Nápoles”), activa desde la 2ª mitad del siglo I a.C. has-
ta, por lo menos, los primeros decenios del siglo siguiente (Pedroni y Sori-
celli, 1996; Soricelli, 2004: 299). Asimismo, Ostia, en el Lacio, parece haber
tenido un pequeño centro productor y se conoce la descarga de una hornada
de Sex. Annius Afer (Pucci, 1985: 366), seguramente una sucursal de Arezzo.

Fig. 9. Copa en terra sigillata norditálica forma Consp. 38. 2. Procede de la necrópolis de Eras del
Bosque de Palencia. Época augustea (20 a. C.- cambio de Era) (Fotografía: Museo de Palencia)

38
RUI MORAIS

Es probable que otros centros productores se sitúen al sur de la Campa-


nia y en Sicilia (Kenrick, 2004: 254), como es el caso de Venosa, ciudad situa-
da en la actual provincia de Potenza (Basilicata), donde se ha encontrado un
número considerable de marcas atribuibles a Crepereius, y fechables en el pe-
riodo tiberiano (OCK, 2000: 35).
Se conocen otros centros productores que aprovechan la navegabilidad
del Tiber para suministrar la capital, como es el caso de Vasanello, fechable
entre 20 y 1 a.C. (OCK, 2000: 33-35) y Scoppieto, entre 25 y 75 d. C. (Ber-
gamini, 1993; OCK, 2000: 33; Kenrick, 2004: 254), el cual, además de las for-
mas clásicas, produjo formas inéditas que no figuran en el Conspectus, proba-
blemente fruto de experimentos (Nicoletta, en prensa).
En el área adriática se pueden mencionar dos posibles centros producto-
res situados en Corfinium y Herdonia, documentados por fragmentos de mol-
des y de vestigios de hornos (Martella, 1995; Saracino, 2000: 32).
Recientemente, se ha identificado otro pequeño centro productor en la vi-
lla pliniana de Colle Plinio en el alto valle del Tíber (en San Giustino, Peru-
gia). Además de cerámicas de barniz negro se ha recogido un pequeño lote
de piezas que poseen formas, pero, sobre todo, decoraciones inéditas, en las
cuales se destaca el motivo impreso de “pequeñas estampillas” (información
suministrada por A. Poveda Navarro).

4.6. Los talleres provinciales


El fenómeno de creación de talleres de TSI en las provincias permitió ampliar
el influjo comercial de los productos itálicos y el suministro de áreas geográfi-
camente más lejanas a los talleres itálicos originarios y con buenas perspecti-
vas de mercado. Se conocen, como hemos referido, vasos con nombres de ce-
ramistas aretinos trabajando fuera de Arezzo. Uno de los casos es el del ya
citado Ateius, quien, utilizando a sus libertos, había establecido sucursales en
Puteolos, Pisa, Galia Cisalpina (Valle de Po, i.e. Cremona, Faenza, Ravena)
y, fuera de la Península, en La Grausefenque, Vienne (Saint-Romain-en-Gal)
y Lyon-La Muette (Lasfargues y Vertet, 1976; Genin et alii, 1996: 41-217;
Desbat, 2000: 79-80).
Por su importancia, sobresale el centro productor de Lyon-La Muette, si-
tuado en el valle medio de Ródano y activo desde los años 20 a.C. al 20 d.C.
Este centro productor desempeñó un importante papel en el suministro de
los asentamientos del norte da Galia y del limes germánico y danubiano. De
entre las publicaciones, ya de por sí numerosas, hay que recordar la de A. Au-
din y M. Leglay (1966). Las campañas y descubrimientos realizados entre
39
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

1965 y 1967 permitieron identificar numerosos talleres cerámicos, entre los


cuales la referida sucursal de Arezzo, incluyendo moldes hechos localmente
y otros provenientes de Arezzo (Lasfargues, 1972 y 1973; Picon y Lasfargues,
1974). Otros centros productores en la región de Lyon (Loyasse y La Butte),
(Genin et alii, 1996: 19-38) y de La Graufesenque (Genin et alii, 2002: 45-
132) y Bram (Vicus Eburomagus), fabricaron imitaciones de sigillata.
El mismo fenómeno ocurre en el norte de la Península Ibérica, donde se
desarrollan talleres militares en los campamentos legionarios de Herrera de
Pisuerga y León (Pérez González, 1989; Morillo y García Marcos, 2001;
García Marcos, 2006; Morillo, 2008; Morillo, 2014) y en el sur de la Penín-
sula Ibérica, donde surgen las producciones “tipo Peñaflor” (una visión ac-
tualizada en Fernández Ochoa et alii, 2014). (Figs. 10-12) Debe, sin embar-
go, resaltarse que la experiencia de las filiales no tuvo el éxito duradero que
sería expectable, en parte debido a la dificultad en superar el modelo de pro-
ducción esclavista en una diferente área socioeconómica. De hecho, la sigilla-
ta gálica precede un poco en el tiempo la aparición de las primeras señales de
debilidad de la producción itálica. Aunque inicialmente fueron poco difundi-
das, las sigillatas gálicas muy rápidamente conquistaron los mercados partien-
do de centros de producción como La Graufesenque, Montans y Lezoux y
sus talleres y sucursales “satélites”.

Fig. 10. Fondo de recipiente de terra sigillata local de tradición itálica firmado por L. Terentius
procedente de las excavaciones de García y Bellido en Herrera de Pisuerga (Palencia), cam-
pamento de la legio IIII Macedónica. Época augustea plena-tardoaugustea (10 a. C.-15 d. C.)
Museo de Palencia (Fotografía: Museo de Palencia)
40
RUI MORAIS

Figura 11. Terra sigillata local de tradición itálica con marca de C. Licinius Maximus aparecida en León y rela-
cionada con los campamentos de la legio VI victrix. Época tardoaugustea-tiberiana (Fotografía: V. García
Marcos)

Figura 12. Copa de forma Consp.22 en terra sigillata local de tradición itálica. Procede de los niveles de los cam-
pamentos de la legio VI victrix en León. Época tardoaugustea-tiberiana (Fotografía: A. Morillo)
41
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

5. Fases de producción
Los materiales recogidos en los asentamientos establecidos para la conquis-
ta de Germania, como Dangstetten, Haltern y Oberaden, cuyo marco tem-
poral es bien conocido gracias a las fuentes literarias, permitieron afinar la
cronología de las diferentes fases de producción con 5 a 10 años de interva-
lo. Debemos, sin embargo, tener cierto cuidado, pues trabajamos, en estos
casos, con centros de consumo y no de producción, lo que puede significar
algún desfase temporal respecto al momento de producción.
Partiendo de los estudios de Goudineau y de otros autores, la fabricación
de sigillata itálica se ha venido enmarcando en diferentes fases de producción.
En lo que respecta a la cerámica lisa, podemos enmarcarla en los siguientes
momentos:
— Fase prearetina o aretina arcaica: periodo de experimentación, entre
50 a 30/25 a.C., con productos de inferior calidad, que se caracte-
rizan por poseer pastas finas y claras, de color ocre o anaranjado,
con desgrasantes fácilmente detectables a simple vista, y un engo-
be poco homogéneo. Estos productos tienen una escasa difusión.
— Fase precoz: periodo comprendido entre los años 30 y 15 a.C. Por
regla general, las producciones poseen pastas claras de color beige
y rosado, con abundantes granos de calcáreo y una superficie engo-
bada de color marrón/rojizo vivo. En esta fase, las producciones
presentan numerosas variantes respecto a los modelos tipo y las
marcas de taller se reparten radialmente, siguiendo la tradición
etrusco-campana.
— Fase clásica: corresponde al máximo auge de la producción, en un
periodo situado entre 15 a.C. y el cambio de Era. En lo que atañe
a las producciones de Arezzo, ésta es la fase de la llamada “buena
aretina”, resultado de un mejor dominio de la temperatura de coc-
ción y de evidentes mejoras técnicas que se traducen en un mayor
grado de depuración de las arcillas y de la homogeneidad y calidad
del engobe. Los productos de esta etapa poseen una pasta de color
asalmonado y una superficie engobada, de color rojo/anaranjado,
muy brillante. En este momento, las variantes formales son más re-
ducidas (en el repertorio liso no se utilizan más que diez formas dis-
tintas) y predominan las marcas en posición central, con el nombre
del alfarero (hombre libre o esclavo) o del propietario del taller, o
incluso ambos los casos.

42
RUI MORAIS

— Fase avanzada: se extiende desde el cambio de Era hasta, aproxima-


damente, 40 d.C. Los vasos presentan una buena calidad técnica y
poseen pastas más oscuras y una superficie engobada de un tono
más marcadamente marrón, aunque muy depuradas. A partir del 15
d.C. se hizo común la inclusión de la marca en forma de planta pe-
dis. A la par de la aparición de nuevos tipos, las formas lisas pueden
presentar relieves aplicados.
— Fase tardía: se sitúa en torno al área de Pisa y en la Campania (Pu-
teolos) y está datada entre el gobierno de Claudio-Nerón y la épo-
ca flavia, extendiéndose a época antonina. Por regla general, se ca-
racterizan por la disminución de la calidad de fabricación y de la
decoración, y hay una mayor estandarización y, en consecuencia,
un repertorio formal más reducido. Las pastas presentan un color
rosado o anaranjado, de aspecto más poroso. Las piezas poseen pa-
redes más gruesas y una superficie menos alisada y opaca de color
rosado anaranjado o marrón amarillento de menor calidad relativa-
mente a las producciones precedentes. También se constatan cam-
bios en las decoraciones, que pierden el estilo narrativo de las eta-
pas más antiguas, con predominio de las formas Drag. 29. En esta
fase, predominan las marcas de menor calidad in planta pedis, aun-
que sean también comunes in tabula ansata o en forma de crecien-
te lunar. No parece que se hayan exportado en cantidades idénticas
a las de las dos fases anteriores3. Estas fases han sido sistematizadas
por Beltrán Llorís (1990: 64), que presenta un esquema de las mis-
mas (Fig. 13).
Las producciones decoradas parecen haberse iniciado alrededor del 30
a.C. y perduran hasta cerca del 40 d.C. El periodo áureo de esta producción
tiene lugar en el último cuarto del siglo I a.C. y se extiende por todo el pe-
riodo augusteo. Según Goudineau, esta circunstancia se debe a un total do-
minio de las técnicas de producción y al uso de motivos en relieve por medio
de moldes que agilizan el proceso de producción según un procedimiento ya
utilizado en la cerámica de Megara (Goudineau, 1968: 125-126). Esta técni-
ca permite mejorar la calidad de las producciones y contribuye a una mayor
estandarización del repertorio de formas, en concreto, de copas, crateras,
cántaros y olpes. Las composiciones revelan un estilo muy cuidado en el tra-

3
Hoy se sabe que esta división no es la más adecuada y que corresponde a un enfoque
puramente conceptual, ya que, por ejemplo, existen producciones de sucursales itálicas, como
Scopietto, que siguen produciendo formas de las llamadas “época clásica” y “época avanzada”.
43
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Fig. 13. Fases de producción de la terra sigillata itálica (M. Beltrán Llorís)

tamiento de los temas figurados: escenas mitológicas, representaciones arqui-


tectónicas, representaciones de animales, máscaras o elementos vegetales, sin
olvidar las escenas eróticas. Hasta 15-10 a.C., se utilizan únicamente moldes
con el negativo en relieve, pero, a partir de ese momento, se empiezan a uti-
lizar los relieves aplicados.
En el OCK (2000), Kenrick presenta un cuadro evolutivo más simple, a
partir de las marcas de sigillata. De acuerdo con esta obra, se pueden consi-
derar cuatro periodos, a saber:
— Periodo A: 40-20/15 a.C. Formas antiguas no estandarizadas; varia-
bilidad de fabricación entre el rojo y el negro (predominio de las
marcas de Arezzo).
— Periodo B: 20 a.C.-15 d.C. Fabricación de formas estandarizadas con
labio vuelto o borde vertical; aún no existen marcas in planta pedis
(se incrementa el número de marcas, provenientes de más centros
productores, manteniéndose el predominio de Arezzo, seguido por
Pisa).
— Periodo C: 15-50 d.C. Uso mayoritario de marcas in planta pedis; fa-
bricación de formas con decoración aplicada (Consp. 4.6, 20.4, 21.3,
23.2, 34), pero no de la forma Consp. 3.2. (disminución del número
de marcas; predominio de las marcas del valle de Po respecto a
Arezzo).
— Periodo D: después del 50 d.C. Fabricación de formas con decoración
aplicada; la forma Consp. 3.2 sólo está documentada en contextos
tardíos (decrece aun más el número de marcas; predominan las
marcas de Italia Central).

44
RUI MORAIS

Tipología de las producciones itálicas a partir del Conspectus (con algunas


cronologías adaptadas a partir de Dicocer 1)

■ Formas lisas4 (Lám. I-IX)


Platos de pared recta:
Forma 1
Descripción: plato con pared exvasada
Producción: Arezzo y región padana, sur de Galia, Campania
Datación: variante 1.1: c. -40/-15; variante 1.2: c. -15/-1.
Forma 2
Descripción: plato con pared exvasada y borde saliente
Producción: Arezzo (2.1) y padana C (2.3). Platos semejantes en fabricación local en
Polenta, Nápoles y Pompeya.
Datación: var. 2.1 e 2.2: c. -20/-10; var. 2.3: c. -15/-10 (padana).
Forma 3
Descripción: plato con pared alta y exvasada y borde saliente
Producción: región padana, Etruria, Campania y, más tarde, tardo-padana
Datación: var. 3.1 y 3.2: c. -10/50; var. 3.3: c. -10/150 (padana).

Platos de pared curvada:


Forma 4
Descripción: plato con pared convexa
Producción: Etruria, región padana, Campania, Lyon
Datación: var. 4.1 y 4.2: c. -40/-10; var. 4.3 y 4.4: c. -15/15; var. 4.5: c. -10/15; var. 4.6:
c. 15/50; var. 4.7: c. 15/50.
Forma 5
Descripción: plato con pared convexa y borde saliente
Producción: Arezzo, región padana B y C
Datación: var. 5.1: c. -30/-15; 5.2: c. -20/-10; 5.3: c. -36/-28 (padana); 5.4: c. -36/-28.
Forma 6
Descripción: plato con pared convexa unida al fondo por media caña o resalte
Producción: aretina (Gellius) y padana. Tal vez del sur de Galia
Datación: var. 6.1: c. 1/40; var. 6.2 a 6.5: c. 15/50.

4
Las primeras formas son herederas de las cerámicas campanienses (formas 1.1, 2, 4, 5, 7,
8.1, 10, 13.1. 30, 36, 38) y se integran en las formas “arcaicas” de Goudineau, algunas de ellas
evolucionando hacia las formas dichas “precoces” (formas 11, 12.1, 12.2, 14.1 y, probablemen-
te, 18.1). Las formas 18.2 a 29 tienen en común el hecho de poseer un borde vertical e inte-
grarse en una fase de mayor productividad y estandarización. En torno a 15 d.C. empiezan a
aparecer decoraciones en relieve aplicadas (Passelac, 1993: 554).
45
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Lam. I. TSI. Formas lisas (1-6)

46
RUI MORAIS

Copas:
Forma 7
Descripción: copa con pared exvasada
Producción: Arezzo, Pisa, Lyon y región padana B y C. Variantes de esta forma en la
producción del sur de Galia
Datación: var. 7.1: c. -40/25; var. 7.2: c. -40/10.
Forma 8
Descripción: copa con parede exvasada y borde saliente
Producción: Arezzo, padana B y C. Producción local en Bram/Narbona
Datación: var. 8.1 y 8.2: c. -30/10; var. 8.3: c. -30/-1.
Forma 9
Descripción: copa de fondo plano, con pared ligeramente convexa
Producción: Etruria, Campania y región padana
Datación: var. 9.1: c. -10/20.

Servicio I de Haltern (bordes vueltos):


Forma 10
Descripción: plato con borde ancho y perfil diferente fuertemente unido a la pared
Producción: producción inicial de Arezzo. Padana B y C. Producciones de terra si-
gillata local de tradición itálica en alfarerías del sur de Galia y Península Ibérica
(Bram, Narbona y Ampurias)
Datación: c. -30/-10.
Forma 11
Descripción: plato con borde vertical pronunciado
Producción: Etruria (Arezzo) y región padana. Producción de terra sigillata local en
el sur de Francia
Datación: c. -15/-1.
Forma 12
Descripción: plato con borde vertical pronunciado
Producción: itálica y gálica. Rara en la región padana
Datación: var. 12.1: c. -15/15; var. 12.2 a 12.5: c. -15/20.
Forma 13
Descripción: copa con borde vuelto o vertical, muy pronunciado, cuya pared forma
un ángulo muy pronunciado con el fondo
Producción: Etruria y región padana
Datación: var. 13.1: c. -30/-10; var. 13.2 y 13.3: c. -20/-1.
Forma 14
Descripción: copa campaniforme con borde poco pronunciado
Producción: Etruria, Lyon y raramente región padana
Datación: var. 14.1: c. -15/1; var. 14.2 a 14.4: c. -15/15.

47
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Lám. II. TSI. Formas lisas (7-11)

48
RUI MORAIS

Lám. III. TSI. Formas lisas (12-17)

49
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Forma 15
Descripción: copa campaniforme con borde convexo
Producción: Etruria, Lyon y tal vez Campania
Datación: c. -15/15.

Formas raras híbridas:


Forma 16
Descripción: plato con pared exvasada con borde vertical cóncavo
Producción: Italia
Datación: c. -10/25.
Forma 17
Descripción: copa campaniforme con borde vertical
Producción: hasta ahora solamente testimoniada en Etruria
Datación: var. 17.1 y 17.2: c. -15/15; 17.3: c. 15/30.

Servicio II de Haltern (borde vertical):


Forma 18
Descripción: plato con borde vertical convexo-cóncavo
Producción: en todos los principales centros de producción de terra sigillata
Datación: c. -15/30.
Forma 19
Descripción: plato en fuente con un borde vertical cóncavo-convexo, unido al fon-
do por una moldura en media caña o resalte
Producción: Italia y probablemente otros lugares, a excepción, quizás, de Lyon
Datación: var. 19.1: c. -10/30; 19.2 y 19.3: c. 1/30.
Forma 20
Descripción: plato con paredes verticales o ligeramente exvasadas, lisas o fuerte-
mente molduradas
Producción: producción itálica, incluyendo la región padana, y tardoitálica
Datación: var. 20.1: c. -10/50; var. 20.2: c. 1/50; var. 20.3: c. 1/30; var. 20.4: c. 40/80; var.
20.5: c. 1/50.
Forma 21
Descripción: plato con paredes verticales o ligeramente exvasadas, lisas o fina-
mente molduradas, separada del fondo por una media caña o resalte
Producción: itálica, incluyendo la región padana
Datación: var. 21.1: c. 10/80; var. 21.2: c. 10/30; var. 21.3 a 21.8: c. 40-80.
Forma 22
Descripción: copa troncocónica con borde vertical, cóncavo, en general finamente
moldurado.
Producción: probablemente en todos los principales centros de producción de te-
rra sigillata, aunque algunos sean de Arezzo.
Datación: var. 22.1 a 22.3: c. -15/15; var. 22.4: c. 15/30; var. 22.5: c. 10/30.
50
RUI MORAIS

Lám. IV. TSI. Formas lisas (18-21)

51
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Forma 23
Descripción: copa troncocónica con borde vertical
Producción: la sub-forma 23.1 se ha probablemente producido en muchas zonas de
Italia; los ejemplos de producción padana no presentan decoración. La subforma
23.2 se ha producido en Italia pero, aparentemente, no en la región padana.
Datación: c. 25/75.
Forma 24
Descripción: copa con pared exvasada troncocónica y borde convexo reentrante
Producción: probablemente en el centro de Italia o más al sur; la sub-forma 24.3 es
específica de la región padana
Datación: var. 24.1: c. -10/30; var. 24.2: c. 25/75; var. 24.3: c. 25/75 (padana); var. 24.4:
c. 1/40.
Forma 25
Descripción: copa troncocónica o hemisférica, fuertemente moldurada en su parte
superior
Producción: Etruria y probablemente en otros lugares
Datación: c. -10/40.

Otras copas:
Forma 26
Descripción: copa carenada con borde alto vertical o ligeramente exvasado
Producción: centro y norte de Italia (?)
Datación: c. 1/50.
Forma 27
Descripción: copa carenada con pared alta vertical o ligeramente exvasada, con
borde saliente
Producción: centro y norte de Italia
Datación: c. 15/70.
Forma 28
Descripción: copa cilíndrica con pie en anillo, generalmente bajo
Producción: Etruria y Campania (?)
Datación: c. 1/50.
Forma 29
Descripción: copa cilíndrica de fondo plano presentando, de perfil, una moldura ex-
terna que sigue ligada al pie
Producción: norte y centro de Italia, incluyendo una producción tardoitálica y tar-
dopadana
Datación: c. 15/90.
Forma 30
Descripción: copa con pared exvasada y asa vertical en anillo
Producción: centro-itálica?
Datación: c. -40-25.
52
RUI MORAIS

Lám. V. TSI. Formas lisas (22-27)

53
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Copas (finales Augusto - inicios Tibério):


Forma 31
Descripción: copa con pared biconvexa
Producción: Pisa (alfarero Ateius) y Campania
Datación: tardoaugustea hasta inicios de Tiberio. No se encuentran marcas in plan-
ta pedis.
Paralelos: c. 1/30.
Forma 32
Descripción: copa con pared biconvexa, con borde más o menos saliente
Producción: Etruria, región padana y tardo-itálica
Datación: var. 32.1: c. 15/30; var. 32.2: c. 10/30; 15/50 (padana); c. 50-100 (tardoitáli-
ca); var. 32.3: c. 15/30; var. 32.4: c. 10/30; c. 15/50 (región padana); c. 50-100 (tardoi-
tálica)
Forma 33
Descripción: copa hemisférica con una ligera moldura externa en la pared
Producción: Etruria y Campania
Datación: var. 33.1 a 33.2: c. 1-50; var. 33.3: c. 70-120; var. 33.4 a 33.5: c. 1-50.
Forma 34
Descripción: copa hemisférica con orla vertical y moldura externa muy marcada en
la pared
Producción: Etruria, región padana (Tiberio-Claudio). Tardoitálica
Datación: c. 30-90.
Forma 35
Descripción: copa hemisférica con moldura externa en la pared y borde saliente
Producción: no conocida
Datación: c. 15/50.
Forma 36
Descripción: copa hemisférica
Producción: Etruria y valle del Pó
Datación: var. 36.1: c. -30/-1; 36.2 e 36.3: c. 10/30; 36.4: c. 15/90.
Forma 37
Descripción: copa hemisférica con borde más o menos saliente
Producción: Etruria, región padana y tardoitálica
Datación: c. 15/100.
Forma 38
Descripción: copa hemisférica con asas verticales en anillo y una pared en “guillo-
ché”
Producción: Etruria, región padana
Datación: Augusto a inicios de Tiberio
Paralelos: var. 38.1: c. -30/-10; 38.2: c. -20/-1; 38.3: c. -10/30.

54
RUI MORAIS

Lám. VI. TSI. Formas lisas (28-35)

55
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Formas con borde horizontal o inclinado hacía abajo:


Forma 39
Descripción: plato con pared convexa con un borde ancho y encorvado hacia abajo
Producción: tardopadana y tardoitálica
Datación: c. 50-150.
Forma 40
Descripción: plato con pared convexa, con un borde ancho y horizontal
Producción: tardopadana
Datación: c. 50-150.

Formas con borde marcado y labio levantado:


Forma 41
Descripción: plato con pared convexa y borde horizontal con el extremo en resalte
Producción: tardopadana
Datación: var. 41.1: c. 69/150; var. 41.2: c. 125-175.

Formas con borde horizontal o inclinado hacía abajo:


Forma 42
Descripción: plato con pared oblicua/rectilínea y borde ancho y horizontal
Producción: tardopadana
Datación: c. 70-150.
Forma 43
Descripción: copa hemisférica con borde ancho e inclinado hacia abajo
Producción: tardopadana, tardo-itálica
Datación: c. 50/150.
Forma 44
Descripción: copa hemisférica con borde ancho y horizontal
Producción: tardopadana y muy pocas veces tardoitálica
Datación: c. 70-150.

Formas con borde marcado y labio levantado o borde horizontal:


Forma 45
Descripción: copa hemisférica con borde horizontal con extremidad en resalte
Producción: tardopadana y tardoitálica
Datación: c. 70-150.
Forma 46
Descripción: copa troncocónica con borde horizontal y fondo plano
Producción: tardopadana
Datación: c. 70-150.

56
RUI MORAIS

Lám. VII. TSI. Formas lisas (36-43)

57
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Formas con pared cóncava y borde vertical:


Forma 47
Descripción: plato con pared cóncava y borde vertical
Producción: tardopadana
Datación: c. 70-150.
Forma 48
Descripción: plato con pared cóncava, borde vertical y fondo plano
Producción: tardopadana
Datación: c. 70-150.
Forma 49
Descripción: copa con pared cóncava, borde vertical y fondo plano
Producción: tardopadana
Datación: c. 70-150.

Vasos de formas cerradas:


Forma 50
Descripción: vaso
Producción: gálica y tardoitálica. El lugar de producción no se puede determinar,
pero la 50.3 tiene origen gálico y la 50.5 posiblemente sea de origen tardoitálico
Datación: c. -15/40.
Forma 51
Descripción: jarra y cenicero
Producción: Etruria y región padana
Datación: c. -20-90.

Cáliz, Pyxis y tapaderas:


Forma 52
Descripción: cáliz
Producción: Etruria, tardoitálica
Datación: por determinar.
Forma 53
Descripción: Pyxis
Producción: desconocida
Datación: c. -38/-20.
Forma 54
Descripción: tapadera
Producción: Etruria
Datación: por determinar.

58
RUI MORAIS

Lám. VIII. TSI. Formas lisas (44-50)

59
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Lám. IX. TSI. Formas lisas (51-54)

60
RUI MORAIS

■ Formas decoradas (Lám. X)5


Forma R1
Descripción: Cáliz de labio vuelto, fuertemente proyectado respecto a la pared.
Observaciones: Oxé sostiene que se trata de la forma de borde más precoz encon-
trada en el Rin (Oxé, 1933: 26).
Datación: c. -10/1.
Forma R2
Descripción: Cáliz de labio vuelto destacado de la pared.
Observaciones: Típico de los hallazgos de Haltern.
Datación: c. -10/15.
Forma R3
Descripción: Copa con cuerpo cilíndrico adelgazado, base plana, una única asa
vertical y borde vuelto y proyectado.
Observaciones: Posiblemente con cronología idéntica a los cálices R 2; R 3.1.1 y R
3.2.1.
Datación: c. -10/25.
Forma R4
Descripción: Cáliz con borde vuelto, ligeramente destacado de la pared, con una
zona superior lisa. Las variantes de bordes vueltos persisten claramente en vasos
decorados mucho después de que se hiciera menos usual la producción de formas
lisas, aunque sea evidente una pérdida progresiva de las acanaladuras iniciales.
Observaciones: La presencia de motivos aplicados, que encuentran un paralelo di-
recto en los vasos lisos, demuestra que estas versiones tardías perduran por lo me-
nos hasta el reinado de Tiberio, o incluso más tarde.
Datación: c. 15/40.
Forma R5
Descripción: Cáliz de borde convexo, moldurado.
Observaciones: Probablemente de mediados a finales del reinado de Augusto. La
evolución de los cálices con esta forma de borde está directamente relacionada
con la creación de la taza Drag. 29, adoptada en el sur de Galia por los alfareros de
La Graufesenque (vd. Novaesium, pl. 58).
Datación: c. -10/15.
Forma R6
Descripción: Cáliz de borde vertical, moldurado, separado de la decoración en re-
lieve por una moldura.
Data: c. -1/25.

5
Se pueden encontrar fragmentos lisos de borde o fondos que corresponden a formas
decoradas en sigillata itálica y que no constan del Conspectus (Goudineau, quien ha estudiado
la terra sigillata itálica de Bolsena, ha incluido por lo menos diez fragmentos de borde de vasos
decorados (Goudineau, 1968).
61
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Forma R7
Descripción: Cáliz con borde cóncavo, que se coloca inmediatamente encima de la
decoración en relieve.
Datación: c. -1/25.
Forma R8
Descripción: Descripción: Cáliz de borde ricamente moldado.
Datación: c. -10/40.
Forma R9
Descripción: Cáliz con borde vertical.
Observaciones: Los vasos aquí reunidos representan la última fase en la produc-
ción de vasos itálicos en relieve; la dimensión de la parte del vaso realizada a mol-
de disminuye progresivamente; la altura del borde aumenta para compensarlo, y la
banda que ocupa esta parte del vaso está decorada con relieves aplicados que se
sistematizan ahora en los vasos lisos R 9.1 e R 9.2. Comienzan, probablemente, en
el periodo de Tiberio y están asociados con el nombre de M. Perenius Barghates,
entre otros. R 9.3 procede de finales de Tiberio-periodo de Claudio. La existencia en
común de motivos aplicados con vasos lisos de la Forma 20 demuestra su contem-
poraneidad con ésta.
Datación: R 9.1 e R. 9.2: c. 15/40; R 9.3: c. 25/50.
Forma R10
Descripción: Cáliz de borde alto y vertical de perfil variado.
Observaciones: Relacionado con R 9 – ¿Tiberio?. Los ejemplos registrados sugieren
que puede existir una relación específica con el taller de Numerius Naevius Hila-
rus en Puteoli.
Datación: R 10.1: c. 15/40; R 10.2: c. 25/50.
Forma R11
Descripción: Vaso hemisférico con fondo en disco.
Datación: c. -10/15.
Forma R12
Descripción: Vaso “tipo Aco”.
Observaciones: Los vasos de esta forma en terra sigillata están relacionados con
vasos idénticos no engobados. Ambos parecen tener origen en el norte de Italia y
comparten un patrón de reparto predominantemente en dicha región y las provin-
cias más septentrionales. Los vasos no engobados se han producidos a partir de
mediados del siglo I a. C. y los ejemplares con barniz en los periodos tardoaugus-
teo y tiberiano.
Datación: c. -10/40.
Forma R13
Descripción: Vaso “tipo Sarius”.
Observaciones: A semejanza de los vasos “tipo Aco”, los vasos Sarius (nombre
asignado asimismo a partir de la marca de taller más conocida) tienen una produc-
ción predominantemente noritálica, difundiéndose en las provincias del Norte y Es-
62
RUI MORAIS

Lám. X. Formas decoradas (R1-V-13)

63
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

te del Imperio; la calidad de fabricación es idéntica a la de la sigillata padana, pe-


ro nunca llega a la de los buenos productos de Arezzo. A diferencia de los vasos
“tipo Aco” de la forma R 12, los vasos de Sarius son siempre engobados. La unidad
estilística de estos vasos sugiere que las factorías donde se han producido estaban
ubicadas en un área restringida: la distribución indica el Norte de Italia, en la zona
de la costa adriática. El periodo durante el cual los vasos de Sarius son más habi-
tuales en Magdalensberg corresponde a 10 a. C. y 15.
Datación: c. -10/15.
Forma Vindonissa 13
Forma incluida en DICOCER:
Descripción: Vaso de dos asas.
Observaciones: contemplada en Ettlinger 1965, “Vindonissa 13”.
Datación: c. 10/20.

■ Fondos de fuentes y copas 6 (Lám. XI)


Forma B1 (Fondos de fuentes)
B 1.1-5.
Datación: c. -30/-10
B 1.6-10.
Datación: c. -15/40
B 1.11-12.
Datación: c. 15/90
Forma B2 (Fondos de fuentes)
B 2.1: no se conoce un plato completo
B 2.2: asociado a las formas 1; 2; 4.1-4; 5; 11.
Datación: c. -40/-15
B 2.3-4: Pueden pertenecer a los platos augusteos de la forma 1; 2; 4.1-4, 5; 11-12;
18.
Datación: c. -40/25
B 2.5.
Datación: c. -1/40
B 2.6: asociado a la subforma 21.5-8.
Datación: c. 40/80
B 2.7-8.
Datación: c. 25/90
B 2.9-10.
Datación: c. 50/117

6
Existen algunos ejemplos de vasos fabricados tal vez en Italia Central con decoración en
barbotina en la pared (44.1.4, 45.3.1, 50.4.2, 52.2.1), pero se conocen pocas formas como para
que se clarifique claramente su procedencia.
64
RUI MORAIS

Lám. XI. Fondos de fuentes y copas


65
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

Forma B3 (Fondos de copas con arranque de pared angular o curvilínea redondeada)


B 3.1-3: asociados a las subformas 7.1, 8.3 y también en la forma 13, 14 y muy pocas
veces en la forma 22
Datación: c. -40/-1; c. -15/30 (Consp. 22)
B 3.4-6: asociado a las formas B. 3.1-3 y a las subformas 7.1 y 8.1-2
Datación: c. -40/-1
B 3.7-11: asociado a las formas 14-15; 17
Datación: c. -15/30
B 3.12-19: 31-33; 36-37
Datación: c. 1/100
B 3.13-15: 7.1; 8, 31-33; 36, 43-45
Datación: c. -40/150
B 3.16-17: 33; 36-38; 43-45; 31-32; 43-45
Datación: c. -30/150
B 3.18-19: 34, 33; 36; 32; 37; 44
Datación: c. -30/150
Forma B4 (Fondos de copas con arranque de pared oblicua)
B 4.1-11: variante de las formas 22-25; B 4.4 es típico de la sub-forma 24.3
Datación: c. -15/75; c. 25/75 (padana)
B 4.12-13: típico de la forma 23
Datación: c. 25/75
B 4.14-17: variante de los fondos de las formas 26-27
Datación: c. 1/70.

66
RUI MORAIS

7. Difusión
La dispersión de terra sigillata itálica es notable, particularmente la prove-
niente de Arezzo. Estas cerámicas llegaron prácticamente a todo el mundo
romano (e incluso fuera de sus fronteras) a través del comercio marítimo-flu-
vial. Son particularmente abundantes en la cuenca del Mediterráneo, pero al-
canzan también los campamentos militares establecidos en las fronteras re-
nanas.
También se encuentran en cantidades apreciables en Britania y en el
Oriente, en los establecimientos civiles provinciales. En la Península Ibérica,
esta cerámica está asimismo ampliamente difundida, en especial en áreas cos-
teras y valles del Guadalquivir y Ebro, pero también se encuentra en áreas in-
teriores del interior de la Meseta Norte, en concreto en los campamentos mi-
litares de Herrera de Pisuerga, Astorga y León (Pérez González, 1989;
Morillo y García Marcos, 2003; García Marcos, 2005) (Fig. 14).
Como ha referido Pucci, en la monografía sobre L’instrumentum domesti-
cum de Pompeya y Herculano, dirigida en 1977 por A. Carandini, la produc-
ción de Puteolos tuvo también una amplia difusión: además de la evidente

Fig. 14. Cáliz de terra sigillata itálica decorada de forma Consp. R 1. 1. fabricado por M. Perennius Tigranus en
Arretium (Arezzo). Procede del campamento de la legio IIII Macedónica en Herrera de Pisuerga. Época augus-
tea (20 a. C.-10 d. C.) (Fotografía: Museo de Palencia)
67
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

concentración en la región de la Campania, encontramos esta cerámica en la


Italia septentrional y en los campamentos del limes germánico (Xanten, Hal-
tern, Oberaden, Neuss, Vindonissa) (Fig. 15), en la Galia meridional, en la Pe-
nínsula Ibérica, en Cerdeña, África septentrional, norte de Egipto, Grecia,
Asia Menor, alcanzando incluso el Mar Negro (Pucci, 1977: 12-13). En una
simple consulta del OCK, se constata, efectivamente, que los productos de
Puteolos fueron esencialmente comercializados por vía marítima, extendién-
dose a toda la cuenca del Mediterráneo.
Incluso las producciones del Valle de Po, con una difusión menos vasta
que las designadas “producciones clásicas”, fueron exportadas en grandes
cantidades a algunas regiones del imperio, como es el caso de Raetia, de Ger-
mania Superior, y, por Aquilea, al Noricum y Panonia.

Fig. 15. Modiolo. Terra Sigilata itálica. Forma Consp. R.3. Fabricado por Perennius Tigranus
en el taller de Arretium. 10-40 d. C. Procede de la Colonia Celsa (Velilla del Ebro, Zaragoza)
(Fotografía: José Garrido Lapeña. Museo de Zaragoza)
68
RUI MORAIS

Grosso modo, tenemos dos flujos comerciales importantes: de Italia al suro-


este de la Galia, y desde las sucursales de Lyon, para el suministro de la re-
gión del limes germánico, a través del “pasillo” de circulación del Ródano y
Sena. Podemos tener una idea de esta dispersión a partir de las marcas regis-
tradas en el OCK (2000: 39-40, figs. 3-4).
Por regla general, la dispersión de la terra sigillata itálica en el Imperio,
aunque presente en el periodo preaugusteo, aumentando excepcionalmente
durante el gobierno de Augusto. A partir de finales de este periodo y el ini-
cio del reinado de Tiberio, esta difusión es menor, aunque perdure en canti-
dades considerables hasta época de Nerón. A partir de entonces, su importa-
ción disminuye considerablemente, y llega a ser esporádica durante el
periodo flavio, a pesar de que está presente aún a lo largo de la primera mi-
tad del siglo II d.C.
Como hemos visto, las posibilidades comerciales de la terra sigillata itáli-
ca impulsaron la creación de sucursales como la de Ateius en La Muette
(Lyon, Francia), e incluso la creación de imitaciones regionales en ámbitos
militares (como es el caso de L. Terentius, en Herrera de Pisuerga, o C. Lici-
nius Maximus, en León) o civiles (en especial la cerámica bética de “tipo Pe-
ñaflor”), que deben ser conceptualmente designadas como terra sigillata local
de tradición itálica.
Por lo que se refiere a la Península Ibérica, la sigillata itálica se ha difun-
dido por la zona del Levante, como es el caso de Ampurias, Tarragona, Cel-
sa, Pollentia, entre otros. Beltrán llama igualmente la atención sobre una es-
pecial concentración de estas cerámicas (especialmente las de origen aretino)
en las zonas costeras peninsulares, como es el caso del territorio costero me-
diterráneo, el litoral portugués y a lo largo de los ríos Ebro y Guadalquivir
(Beltrán Lloris, 1990: 74). Caso excepcional es el de los campamentos legio-
narios estables del norte de la Península (León, Astorga, Herrera de Pisuer-
ga), donde se ha recogido una gran cantidad de terra sigillata itálica importa-
da, destinada al abastecimiento militar.
Como ya hemos tenido oportunidad de comentar en otra ocasión, a pro-
pósito del estudio de estas producciones en Bracara Augusta y de su estudio
comparativo con otras regiones peninsulares (Morais 2005), el auge de las
importaciones de sigillata itálica en la Península se dio a partir del cambio de
Era, con predominio de las producciones de Arezzo, si bien no faltan Pisa y
Puteolos. En estas producciones, la hegemonía está en los productos fabrica-
dos en las oficinas de Rasinius y de Perennius, aunque la panoplia de alfareros
sea muy diversificada.
69
LA TERRA SIGILLATA ITÁLICA: ABRIENDO LOS CAMINOS DEL IMPERIO

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