You are on page 1of 3

ALEXANDRA CONOCE A PATRICK

Alexandra

No encuentro a la gata de mi novia. He revisado todos los cestos y no hay señal alguna del
animal, bajo al sótano del edificio, vuelvo a subir, pero nada.
—¡Bellota! —la llamo— Mami te está buscando y está enojada.

Vuelvo al apartamento con la esperanza de verla en el sofá, esperanza que muere en segundos
porque no hay ni un pelo de la bola de pelos. Me llevo las manos a la cintura maldiciéndole al
techo. Este animal se la pasa jugando a las escondidas y Anna va a armar un escándalo si no
la ve.
La oigo maullar y agudizo el oído, ¿Dónde estás? El sonido vuelve y me voy al balcón, asomo
la cabeza y veo que sagazmente se pasea por las barandas del apartamento de al lado.

—ven con mami, bebé —la llamo y la infeliz aterriza en el balcón— ¡Bellota!
Se pone aruñar las cortinas y me quito el zapato con intenciones de lanzárselo. Es mi segundo
día aquí y no quiero problema con el vecino. Viaje de Chicago a Escocia a vivir con mi novia
quien antes era mi mejor amiga.
Ella ya está en el comando militar de la FEMF y yo me incorporo mañana. Soy la única mujer
de un grupo de siete y tuve que mudarme a Europa porque mi papá me comprometió con un
general que puede ser mi abuelo. No lo soporte, tuve que revelarme besando a mi mejor amiga
en mi fiesta de cumpleaños.
He tenido una vida de porquería cohibida, frustrada y oprimida por 8 hombres, entre ellos mi
papá. No me dejaban salir, todo se resumía del comando a casa, sin amigos, cómplices, ni
libertades. Anna me confeso sus sentimientos ofreciéndome lo posibilidad de venirme con ella,
está aquí hace 9 meses, fue a mi fiesta de cumpleaños y como le dije que sí, me trajo con ella.

Bellota enreda las uñas en los cordones rasgando la tela.


—¡Esta gata infeliz! —paso el pie por la baranda vigilando que no haya nadie— Ven aquí.

Me arrojo sobre ella, pero se escabulle metiéndose en el apartamento.


—Te voy a quitar el atún —maulla encaramándose en la mesita que sostiene un jarrón y temo a
—Te voy a quitar el atún —maúlla encaramándose en la mesita que sostiene un jarrón y temo a
que lo tropiece— Gatita ven aquí —susurro y vuelve a dar otro salto el cual me obliga a correr
la puerta con cuidado.

La decoración no se ve barata, los detalles son pequeños, sin embargo aparentan tener valor.
Me muevo rápido antes de que llegue alguien y crea que estoy robando, la bola de pelos salta a
la cocina, trato de tomarla y caigo sujetándole una pata.
—Te tengo.
Un par de piernas desnudas aparecen frente a mis ojos y alzo el rostro contemplando los
músculos que se le dibujan «No puede ser» Hay una verga, una verga grande y desnuda que
me obliga arrastrarme en el piso soltando el animal.
—Hola —me saludan sonriente.
Logro levantarme a la velocidad de la luz y el hombre desnudo se seca el cabello con la toalla
en vez de taparse las bolas.
—Disculpa —me tapo los ojos y termino haciéndolo mal— La gata de Anna se metió aquí y...
Me acaloro ¿Qué pasa? No me gustan los hombres.

—Descuida —se encoje de hombros— Todas las noches me viene a visitar—¿Tu nombre es?
El estómago se me comprime cuando mis ojos vuelven a recorrerlo...El pene, el pene...Se le
está parando...
—Disculpa —lo toma entre sus manos— No te sientas acosada...
Bajo los ojos y no puedo... Los únicos penes que he visto son los de mis hermanos de
pequeños.

—¿Cómo te llamas?
—Vergaxandra.
—¿Qué?
—Alexandra —carraspeo— En verdad lamento las molestias, voy a llevarme a la gata le diré a
Anna que...
Intento voltear y tropiezo con un torso que parece de acero.

—Oh, perdón...
¿Pero qué es esto? ¿La sub sede del olimpo?
—Christopher te presento a la nueva vecina, Alexandra.

Se miran con complicidad y me pregunto si también son pareja como Anna y yo.
—¿Quieres tomar algo? —el hombre desnudo se pone la toalla en el hombro— ¿O comer?
—Gracias, pero no.

Recojo a la gata buscando el balcón, me apresuro a la baranda subiendo la pierna y...


—Alexandra —me llama el chico de la verga desnuda— Puedes usar la puerta, normalmente la
utilizamos para salir...

Se ríen y vuelven acalorarme, no estoy acostumbrada a interactuar con extraños ya que en el


comando de Chicago solo me limitaba a hablar con mis colegas cercanos.
— Si, tienes razón —me encamino a la puerta con la gata en los brazos.

—Alexandra —volteo cuando me llama el hombre desnudo— Soy Patrick, gusto en conocerte.
Asiento aferrándome a la perilla.
—Oye... —vuelve a decir— Me baño todos los días a la misma hora.

Me guiña un ojo y salgo despavorida.

You might also like