You are on page 1of 1

Julieta guardó el carnet, aunque sabía que no era necesario, y con dos vueltas de llave

salió a la calle. Le había enviado un audio a su mamá, confesándole que iba a encontrarse con

él. Alguien que de verdad la quería. O, que por lo menos, siempre se lo decía para hacerla

sentirse mejor. Por el perfume de los tilos, el deslizamiento de los autos, junto con la campana

de la barrera, reconoció de nuevo a la estación de Adrogué.

Una presencia se aproximó desde la hojarasca. La suavidad de su voz le dio

tranquilidad.

Julieta no aguantó. Quiero , aunque sea una vez, poder conocerte de verdad. ¿Estas

segura? Si. ¿Y cómo pensas hacerlo? Así, le dijo, estirando las manos hacia el vacio.

Revolviendo en el aire, con la punta de sus dedos, hasta acariciar el costado de una nariz, las

huellas de la piel afeitada, las líneas de un par de cejas y del borde de los labios.

Había una vez un lugar donde se repitió tanto una frase hasta que cobró el sentido de

una formula mágica, como en un cuento de hadas (pero al revés), cuando este finalmente se

convirtió en un verdadero país de mierda.

You might also like