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3 RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) El mundo que salié de la Primera guerra mundial era muy distinto al de antes del conflicto. Desaparecieron entidades seculares, como el Imperio otomano 0 Jos de Austria-Hungrfa, Rusia y China, Nacieron en contrapar- tida nuevas nagiones y se reestructuraron las fronteras de otras, Pero el cambio tal vez mas importante fue el inicio de Ia decadencia de Europa y el ascenso de Estados Unidos al lugar de potencia dominante. En todo el mundo la herencia inmediata de la guerra fue una crisis econdémica que frend los proyectos de reconstruccién y provocé un grave aumento de! paro. En todas partes, en Europa como en las Américas del Norte y del Sur, la inquietud social, espoleada por el triunfo-de la revolu- cién rusa, reflejaba el malestar de los trabajadores, a quienes se pretendia hacer pagar el coste de la crisis, y el de los campesinos, que suftieron el hundimiento de los precios de sus productos. LA DECADENCIA DB EUROPA De la guerra salfan arruinados tanto los yencedores, salvo Estados Uni- i jos. Francia, Gran Bretaiia e Italia né'sélo se-habian empe omo > consecuencia, de la guerra, sino que tenfan:grandes deudas con Estados Unidos que, con sus ventas de armas y:suministros a los beligerantes, habfa acumulado 1a mayor parte de Jas reservas mundia- les de oro, lo que convirtié al délar en I futuro, reemplazant tes, que ‘aungue aumentaron considerablemente los jmpuestos (el tipo 100 RL SIGLO DB LA REVOLUCION medio del impuesto sobre los ingresos pasé del 5% en 1913 al. 38% en 1921), no pudieron atender los costes del conflicto con los recursos dis- ponibles y se endeudaron, comprometiendo de este modo su futuro, Acabada la guerra, los ve dores se hicieron inicialmente Ja ilusion de que podrian rec recuperarse con Jas reparaciones que bligarfa a pagar los alem ado, los politicos hablaban de : sacarles cifras elevadfsimas, que hubieran debido saber que Jos alemanes no podrfan pagar. Los franceses eran quienes pedfan una suma mayor y la exigian con més urgencia, puesto que necesitaban co- mMenzar a reconstruir de inmediato las zonas devastadas. De momento se exigié a Alemania un pago anticipado de veinte mil millones de marcos oro antes de mayo de 1921, que era la fecha en que la Comisién de repa- raciones habia de fijar las sumas definitivas que se iban a exigir (pero en aquellos momentos las reservas totales del Reichsbank ascendfan tan s6lo ados mil cuatrocientos millones). La Dublicacién 1 en diciembre de 1919 que se presentaban a Alemania siones, pero 10 qué Keynes proponia no era tan sélo que se fijasen las weparaciones de acuerdo con las posibilidades alemanas de pagar, sino {gue se negociase un acuerdo global acerca de Jas deudas entre los alia~ dos, a lo que habrfa que afiadir un préstamo internacional para la re- iconstruccién de Europa y una politica de cooperacién tanto con Alema- nia como con la Rusia soviética. Unas propuestas sensatas que ni nadie iba a escuchar. HY attierdo de pagos de Londres de 1921 fij6 la suma total que habfan de pagar 68 alemanes en freinta y tres mil millones de délares, a mucha distancia de las peticiones iniciales. Una cantidad engafiosa, puesto que la distincién entre tres tipos diferentes de bonos reducfa considerable- mente Ja suma real. Hubo que llegar a nuevos arreglos con el Plan Dawes de.1924 y el P ung de 1929 pero Jo que finalmente pagaron los déiares, no sirvié para resolver los problemas de sus acreedores, que, tras haber experimentado en 1919 una recuperacién que duré poco més de un :affo;,vieron como en 1921 se iniciaba una tremenda crisis que paralizé la ‘produccién, extendis el paro y alimenté el malestar social. :Mientras tanto algunos gobernantes, como los de Gran Bretafia y ‘Francia, pretendian volver a los buenos tiempos del pasado revalorizando RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 101 sus monedas a los niveles de antes de 1914, en la época del patron oro, cuando tenfan valores estables —una libra esterlina equivalfa a cinco d6- Jares y un délar a cinco francos, pesetas o liras— fo cual facilitaba un comercio internacional sin barreras. Era un disparate. Paises empobrecidos como Francia, Gran Bretafia o Italia no podfan esperar que sus monedas conservasen la misma relacién con el délar americano, respaldado por unas enormes teservas de oro. Pero esto servfa, cuando menos, para tranquilizar a los cindadanos que habfan comprado bonos de guerra para sostener a sus gobiernos durante el conflicto, y esperaban que se mantuviese el valor de los ahorros que les, habfan confiado. La ilusién duré muy poco. Gran Bretafia Los briténicos gplieron de la guerra creyéndose vericedores, citando ha- 2c .En los primeros tiempos: sde Ja paz todo parecfa marchar favorablemente. Duraba atin Ia euforia. del triunfo y y Lloyd George, «el hombre que habia ganado la guerra», obtuvo ictori i un gobierno de co is, con la promesa de que jarfan de Gran Bretafia «un pats apto para que vivan en él los héroes», para lo cual emprendié un programa de mejoras sociales que comprendia Ja construcci6n de doscientas mil viviendas en cuatro afios. Se esperaba que los alemanes pagarfan la factura y se sostenfa que, si era necesario, «des buscaremos bien en los bolsillos», sin advertir que podfan estar va- cios. Todo parecfa marchar bien, con Ja economfa en plena fiebre de re- construccién; pero la ilusi6n duré tan s6lo un afio, La realidad era que se habfan perdido viejos mercados que ya no se recuperarfan, y que la nec \d de hacer frente a las deudas de guerra empezaba a afectar al valor de-Ja libra esterlina, que antes de 1914 se cotizaba a 4,86 délares y que. cay6 ahora a 3,75. E) gobiemo aplicé las ‘viejas formulas de la época del patrén oro —cortar el gasto-y anmentar los tipos de interés— pero esto sélo sirvié para desencadenar la crisis. BL paro alcanzé la cifra de dos millones en 1921 (3,5 millones segin los sindicatos) y se mantuvo estable hasta 1930. 102 EL SIGLO DE LA REVOLUCION Mientras tanto Lloyd George, preocupado ante todo por los asuntos inter- nacionales, fracasaba en su intento de poner orden en {a economfa euro- pea de posguerra en la conférencia de Génova de abril-mayo de 1922, a Jo cual se vino a sumar poco después el riesgo de una guerra con Turquia, como consecuencia del apoyo britdnico a Ja intervencién de los griegos en Asia Menor. Los conseryadores abandonaron el gobierno y 1a coali- cidn se desintegra. Lloyd George, que no tenfa un partido propio (sofiaba con crear un gxan partido de centro) fue derrotado y desaparecié de la escena politica. ae Ya prolongada inestabilidad condujo a que en enero de 1924 se encat- gase de formar gobierno a los laboristas, con Ramsay MacDonald a su frente, Como no tenfan mayorfa cn las cdrnaras, emprendieron una politi- ca moderada, planteando medidas razonables, puesto que necesitaban de Jos votos de [os liberales para subsistir. Pero 1a propuesta. do. de comercio con la Unién Soviética provocd su derrota ‘étubre de 1924, cuando sélo levaban diez, meses en el poder. MacDo- nald bubo de convocar nuevas elecciones, durante cuya tramitacién los Jaboristas fueron victimas de todo tipo de abusos, como la divulgacién de ‘una falsa «catta de Zinéviev» en que se exponfan unos supuestos planes para subvertir Gran Bretafa. ‘Los conservadores, que obtuvieron una.mayoria aplastante en estas clecciones, creyeron que habia llegado el momento de realizar su proyec- to de recuperar la vieja valoraci6n de 1a libra a 4,86 délares, volviend6 al patron cto —esto es, comprometiéndose a responder con sus reservas de lacotizaci6n de lamoneda—, una medida gue adoptason en abril de 1925, con Winston, Churchill como minisiro de Hacienda. Era un disparate, aunque no era un disparate inocente, puesto que res- pondfa a los intereses financieros de a City, pero representaba un desastre para los tres sectores més importantes de Ja industria briténica tradicional —hierro, tejidos de algodén y carbén— que dependian de fas exportacio- nes, puesto que la revaluacién de 1a libra encarecerfa los precios de sus productos. isd Keynes, aumentar el valor de Ja libra en un 10% significaba exportadores briténicos habrian de rebajar sus precios en un 10%, si pretendfan seguir vendiendo fuera de su pats, Jo cual les obligarfa a reducir sus costes, y habfa pocos que fuesen tan susceptibles de una rebaja inmediata como los salarios. Fso se iba a ver de, inmediato en el caso del catbén. Los duefios de las ijeron que habria que revisar urgentemente los acuerdos sobre RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 103 salarios y aumentar las jornadas de trabajo para compensar el descenso de sus precios de venta al exterior, Era una prueba de fuego para i tos, que no estaban preparados para ira una huelga general, algo que no ‘s¢ habja producido nunca en Gran Bretafia. El 1 de mayo de 1926 se de- cidié finalmente que los mineros iniciasen una huelga, en la que colabo- raron otros sectores, y en especial el transporte. E) gobierno estaba divi- dido entre quienes querfan un enfrentamtiento con los sindicatos, coma Churchill, y los partidarios de una negociacién. EL3 de mayo habia dos millones y medio de \rabajadores¢ @ ‘huciginte apoyo a los minexos, contra los cuales se movilizaron los estudiantes uni- versitarios, que conducfan trenes y autobuses, y las sefioritas de la buena sociedad, que les asistfan como cantineras, La huelga general duré nueve dfas, hasta que los sindicatos se dieron cuenta de que una medida seme- jante no tenfa sentido si no iba seguida por otrg tipo de actuaciones:pos- teriores, més radicales, que ni podfan ni deseaban emprender: Cuando el primer ministro Baldwin ununcié por radio que no habria represalias;:la huelga acab6. Sélo los mineros, abandonados por todos, siguicron:seis meses més, hasta que en diciembre no les quedé otro remedio que regie- sar al trabajo en las condiciones fijadas por los patronos. . Este fue también un tiempo de dificultades para los campesinos; los precios | productos.en descenso, y para los trabajadores de las lustrias que comenzaban su. decadencia. Las condiciones de vida de unos y otros eran infrahumanas, micntras los ricos parecfan ahora més ticos que nunca. Las divisiones sociales aumentaron, de modo que cuesta entender qué e produjesen mas explosiones sociales en el pais. Una de lag causa: puede haber sido precisamente la tradicién y la fuerza de un movimiento sindical como el brit4nico, que tenfa mds de un siglo de his- toria y que habfa creado una cultura propia, con una red de sociabilidad —cooperativas que podfan dar crédito en los momentos dificiles, centros y bibliotecas obreros, coros y bandas de los mineros, grupos deportivos en afios de ascenso del fitbol, ete. — que en algtin modo integraban a esta poblaci6n en apuros y Je daban una perspectiva de lucha en ¢] terreno po- Iitico, fo que la alejaba del estallido social, Eran muchas las cosas que. habfati cambiado-en la vida y en la socic- dad britdinicas desde 1914, Las mujeres, quié ganaron cl voto parcialmente en 1918, y por completo en 1928, adoptaban formas de vida més libres. La nueva cultura de élite la estaba creando el lamado «grup de Blooms- bury», con Virginia Woolf, Keynes, Forster y ese personaje singular-que 104 EL SIGLO DE LA REVOLUCION fue Lytton Strachey, que en 1918 escribié un libro disolvente, Victoria- nos eminentes, y en 1921 una biografia irreverente de Ja reina Victo- tia. Otros escritores mds avanzados no podian ni siquiera publicar on Inglaterra, como Jame: Joyce, que tuvo que editar Ulises en Paris en 1922, o D, H. Lawrence, que en 1928 imprimié en Florencia E! amante de lady Chatterley, una obra que no pudo editarse fntegramente en Ingla- terra hasta 1960. La década de posguerra fue dura; pero tal vez esto ayude a entender. que, cuando Ilegé la crisis de Jos aifos treinta, los politicos briténicos ha- bfan aprendido de sus errores y estaban en situacién de rectificar, lo que les permitié hacer frente a las nuevas dificultades en mejores condiciones, Francia Al igual que habfa sucedido en Gran Bretafa, los gobernantes que habfan «ganado la guerra» salfan de ella con un prestigio eforzado que les per- mitié continuar en el poder. Pero también aqui, como en Gran Bretafia, fueron incapaces de percatarse de cuanto y cémo habfan cambiado las cosas. ‘Lo que hacfa diferente,:y mas diffcil aun, el caso de Francia, era que k jo 1.400.000 muertos yun millén de invalidos y sus pérdidas materiales habfan sido terribles: 350.000 casas destrnidas, 6,000 fabricas vaciadas de maquina- tia por los alemanes, la industria textil de Lille y de Sed4n aplastada; en las minas de carb6n habfan volado 112 pozos e inundado y obstruido unos 1.600 km de galerfas. Mientras se retiraban, los alemanes i ban todo: destrozaron unos 1-300 km de via férrea y volaron un millar de puentes, ademés de casas e iglesias. En cuatro afios de ocupacién se lle- varon a Alemania medio millén de vacas, medio millén de ovejas y 300.000 caballerfas, Al acabar la guerra los franceses tuvieron que retirar de sus campos 300.000 km de alambre de espino y rellenar trincheras con 250 millones de metros ctibicos de tierra. Pese a ello, mucho suelo agri- cola queds inutilizable. Los franceses lo tenfan claro: «Le boche paiera», lo. pagara el aleman, Pero el aleman no pagé y la euforia del t agoté n muy pronto, do segufa igual en el terreno politico, Bn 1919 el Bloc. ‘tional, sostenido por los propietarios agrarios pequeiios y medios y por RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 105 ja _burguesia urbana, que contaba con el prestigi ceau, y_qué explotaba el miedo al bolchevismo, g ciones. El hombre escogido para suceder a Clem ww al frente del g0- bierno, Alexandre Miillerand, cra un antiguo sociali sconvertido al centrismo, ¢ que se vio obligado a enfrentarse a la oleada de huelgas con que que los trabajadores reclamaban lo que crefan haber gi ganado en la guerra, obligados ademas por Ja inflacién a mantener una lucha Constante para no perder el poder adquisitivo de sus salarios. Los trabajad ores: entonces la jornada de, ocho horas y una ley de con ivos; pero Millerand no se mostr6 dispuesto a hacer mds concesiones, y el choque se produjo en una actividad en que los patronos estaban decididos a resistir y en que los trabajadores tenfan una larga tradicién de lucha: Tos ferro- cartiles, huelga de los ferrocarriles de. mayo.de,1920 significé el.punto maximo de unos afios de lucha que habian reforzado a Jos sindicatos y consolidado un geinturén rojo» en las localidades del entorno. de, Paris. Pero el gobierno estaba preparado: las tropas. ocuparon las estaciones y el ejército, con la colaboracién de voluntarios burgueses, como los, ¢ diantes de ias, grandes escuelas técnicas, los veteranos de guerra y s miem- bros de grupos de derechas, pudieron, tener los servicios esenciales, de modo que, pese a las huelgas de solidaridad que Hegaron a paratizar la econom(a, la falta de apoyo popular a los sindicatos Jes obligé a deseo vocarla. Habfan sufrido un duro golpe: el to ferroviario perdié én fonces un 80% de su afiliagién. “Entre tanto Francia estaba financiando su reconstruccién con deuda interior, contando siempre con pagarlo todo a costa de las reparaciones alemanas. De 1914 a 1920 el franco perdié un 65% de su valor en rela- cién al délar. Pero los gobiernos conservadores no querian crear nuevos impuestos para repartir el sacrificio, sino que segufan esperando las com- pensaciones alemanas. Esto sticédia mientras una Alemania que no habfa visto sus fébricas destruidas, como habia ocurrido en Francia, reconstrufa su industria, Exas- perados, franceses y belgas invadieron en enero de 1923 la cuenca alemana del Ruhr con sus grandes centros industriales, y ocuparon fabricas y minas para obtener directamente Io que los alemanes no pagaban, en especial para remediar sus problemas de escasez de carb6n. Pero aunque consiguieron que las cosas funcionasen por un tiempo, las perspectivas a largo plazo eran negativas, Al final, el tema de las reparaciones {ue objeto de reconsidera- de Georges Clemen- etamente | las el 106 BL SIGLO DE LA REVOLUCION ci6n enel. , que exigfa el abandono previo de la ocupacién, de modo que aceptaron marchar entre julio y agosto de 1925. ~ "Un mes despiés dé esta retirada ganaba fag clecciones en Francia un llamado «Cartel des Gauches», integrado por una ali socialists éneabezada por Edouard Herriot, pero la derecha seguia contro Jandg tanto el Seriado como, a través de los medios de negocios, ¢l Banc di que era ala vez el banco nacional y un negocio privado. a \cién financiera era delicada, Llegé un momento en que el gobierno se vio obligado a pedir anticipos al Banco de Francia, que Jos atendfa imprimiendo billetes por encima de los ifmites que fijaba Ja ley. Esto ponta al gobierno en manos del banco que, si revelaba que se habia traspasado el limite legal, desencadenarfa el pénico a la inflacién. A co- micnzos de 1925, en efecto, el director del Banco de Francia reclam6 al gobierno la devolucién de lo que le habfa anticipado, amenazando con sevelar al piiblico que se habia aumentado el limite de la circulacién. Atrapado en esta trampa, Herriot se vio obligado a dimitir. En los 19 meses-que van de enero de 1925 a julio de 1926 hubo.en Francia siete gobiernos, con un total de nueve ministros de Hacienda, Guie fieron incapaces de emprender una politica de saneamiento a causa de ta oposicién del «mur d’argent», Ja muralla del dinero que controlaba el Banco de Francia. En julio de 1926 se formé un gobiemo de unidad ional con Poincaré al frente, que tenfa como primera misién Ja de axel franco, ‘volviendo al patron oro. Poincaré y sus amigos Snancieros querfan una revalorizaci6n que les permitiera obtener grandes ganancias, mientras que los industriales, de quienes dependia la creaci6n de puestos de trabajo, querfan una estabilizacin moderada que les permitiese se- guir exportando. El gobernador det Banco de Francia, Bimile Moreau, y sus asesores eran partidarios de estabilizar a un tipo de 125 francos la libra; pero aguardaron un afio y medio, hasta junio de 1928, para proclamarlo oficial- mente, evitando enfrentarse a los consejeros del banco que habjan espe-, rado hacer un gran negocio con una revaluacion mayor. Se consiguié asi Las granules fortunas que dominaban el banco no cedieron sin obtener ung contrapartida: obligaron al gobierno a liberar 1a exportacién de capitales, lo. aie teptesentaba daries un arma que podrfan emplear en el futuro si la izquierda ‘yolvfa al poder, ya que con la fuga de capitales podfan provocar ffcilmente un {pitii6b financiero. RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 107 fa segunda productora ‘mundial ‘de autos da s6lida y respetable. Pero toda esta ft 1929.-- ~ stos fueron los afios del ascenso del modo de vida pequefioburgu de tina burguesfa de hogares con una criada, donde las sefioras lleva- ban siempre sombrero, para distinguirse de las mujeres de las capas po- pulares, que iban con la cabeza al descubierto, Mujeres delgadas que Coco Chanel vestfa con ropa deportiva y que comenzaban a-vivir la emancipacién femenina con escdndalos como el de la novela de Victor Marguerite, La Garconne, que tenfa por protagonista a una joven, Moni- que, que, al saber que su prometido la engafiaba, decidié ir de amante en. amante, tanto masculinos como femeninos, tomar drogas y tener un hijo al margen del matrimonio. El arte de esta burguesfa no era el de la van- guardia, sino ¢l «art déco» que recibe su nombre de la Bxposicion 4 de. Artes Decoratiyas ‘aris en 1925, que lo puso de moda. fistos fueron también los afios locos del jazz y del tango, del mievo rn d i p de una cultura de masas.'que reemplazaba a la Vieja culiura popular de rafces autdctonas y campesinas. Fue entonces cuando aparecieron periddicos destinados al consumo po- pular, que se alimentaban de los crfmenes de Landry o de los éxitos del deporte, que convirtieron en héroes nacionales al boxeador Carpentier 0 al tenista Lacoste. Volvian los folletines policfacos —Fantomas, Arséne Lupin— que se difundfan por Ja prensa, y la radio dio un enorme impulso ala cancién popular, con figuras como Mistinguett ° Maurice Chevalier, Fue, sobre to vio progresar su industria —era ‘iles— y cot muna mnone- idad se desvanecid después de Alemania: colapso y recuperacién La repiblica de Weimar, que, recibe su nombre del lugar en que se vot6 “su Constitacién, nacid ¢ col nto de evitar el proceso 1 zevoluci _actuacién por el trabajo sucio que realizaba su ministro del Interior, Nos- ke, y por la acci6n de Jos cucrpos francos paramilitares que aplastaron los, movimientos revolucionarios. 108 BL SIGLO DE LA REVOLUCION Las elecciones que se celebraron el 19 de enero de 1919 dieron un resuitado que equilibraba a los socialistas del SPD y a los partidos de centro (Zentrum y Deutsche Demokratische Partei {DDP]), de forma que pudieron formar un gobierno de coalicién, y dejaron en minorfa al USPD, que no habia conseguido establecer una organizacién a escala nacional, y al recién creado DVP (Deutsche Volkspartei) de Gustay Stresemann, des- tinado a conyertirse en el érgano representativo de la burguesfa protestan- te moderada. En febrero se reunié en Weimar la asamblea que redacté una singular constituci6 | Reich alemén era una repiiblica con la bandera ne negro- inj 0-010 dé la revoluci6n e | iL Te daba un cardcter | peculiar. Bl presi- dente del Reich, mandato que duraba sicte afios, podia someter a referéndum las leyes aprobadas por el parlamento con las que no estuvie- ra de-acnerdo y tenia Ia facutted de dictar ordenanzas en caso de necesi- presidente nombraba,un.canciller que 4 actuaba como jefe del go- bierno-y-que era responsable ante el piarlaimento. Tenfa ademis ia potestad ‘dF disolver.el Reichstag y convocar elecciones tantas veces como quisie- kas Esto: ‘Aizo tan importante-este.cargo que desempefiaron Ebert hasta en: 1925, y el mariscal Hindenburg desde 1925 hasta su fale; citiienito en 1934. Los primeros affos de Ja. \iblica fueron s de abril a Ménich (una reptiblica que fue primero gobernada por el USPD y los anarquistas, y m4s adelante por los comunistas); en junio se formé una «Reptiblica re- nana» de corta duracién, alentada por los franceses, Habfa por otra parte la presi6n de la derecha, que podia contar con 1a considerable fuerza de “Jos Preikkorps y con el apoyo mas o menos oculto del ejército. En la noche del 12.al.13 de marzo de 1920 se produjo un putsch dit in funcionario prusiano, con el apoyo del ge= en protesta por las limitaciones al tamafio de las fuerzas armadas que-imponfa el tratado de Versalles, Kapp, al frente de una bri- gada de marina entid:de noche en Berlin y se apoderé de los ministerios, mientras el &jército:se hégaba a obedecer las Srdenes de intervencién que. Ie habfa dado el ministro‘de Defensa, argumentando que «la Reichswehr no, dispara sobre la Reichswehr». Bl gobierno huy6 a Stuttgart, pero mientras RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 109 Kapp negociaba con los dirigentes de los partidos de centro y de derecha, una huelga general y la resistencia popular y obrera que paralizaron la capital dieron lugar a que el golpe se viniera abajo en cuatro dias. BL éntico, vencedor ¢ de esta i sen para aplastar Ievantamientos obreros, El SPD prefirié renovar su pacto con el ejército antes que aliarse con los trabajadores que lo habfan salvado. ‘Las elecciones que s se celebraron el 6 de junio de 1920, tras la disolu- cin de la asamblea, splazamiento hac coalicién burguesa (Zentrum, DDP y DVP) que gobernaba con Ja tolerancia del SPD, Fracasé en marzo de 1921 un nuevo intento revolucionario en la zona minera e industrial del centro de Alemania, protagonizado por el Partido comunista (KPD), mientras continuaba un terrorismo de extrema gerecha que asesiné a po- Ifticos como el catélico Matthias Erzberger (26 de agosto de 1921) yel ministro de Asutos exteriores, Walter Rathenan (24 de j junio de 1922) tras haber firmado con la URSS el tratado de Rapallo. El de 1923 1923 fue el afio terrible de Weimar, con Ja ocupacién del Ruhr por franceses y b y belgas, el fracasado putsch de Adolf Hitler en Baviera y la hiperinflacién. La inflacién habfa comenzado en realidad durante la guerra, debido a que los alemanes decidieron pagatla con la creacién de deuda, lo que signi- ficaba aumentar los billetes en circulacién, una tactica que siguieron usan- do después para pagar las primeras reparaciones. En 1923, con la ocupa- cién del Rubr, el proceso se aceleré y lev6 ala practica la destruccién, del Wilor de la moneda, En jolio de 1914 un délar valia 4,21 marcos; en enero de'1919, al final de la guerra, 8,20 marcos; en enero de 1922, 192 marcos; pero en noviernbre de 1923 su cotizacién era de 4.200.000.000.000 mar- cos. Por entonces hab{a 1.783 méquinas imprimiendo billetes dia y no- che, Era un proceso de hiperinflacién como no se habia conocido antes en la historia, » El gobierno sacé provecho de ello en un doble sentido: demostraba a idad de su economfa y, por tant cones, y reducia practicamente a cero toda ala secuencias que tuvo en la sociedad, donde los “especuladores hicieron grandes fortunas a costa del empobrecimiento d de ‘quienes perdian sus ahorros, fueron terribles. 110 EL SIGLO DE LA REVOLUCION Aunque Ja guerra fue la caysa inicial del proceso inflacionista, su agravamiento se debi6 ala insuficiencia de los ingresos dol estado, que D0 bastaban més que para pagar de 3an'34 a un 44% de los gastos de desmo- vilizaci6n, de reconstruccién, del mantenimiento de {as tropas estaciona- das en Renania... Otto de los motivos de su rapida progresi6n fue Ja faci- lidad con que se concedfan créditos al sector privado; en el verano de 1922 el Reichsbank dal tos a tipos de interés inferiores a la tasa de in- flaci6n, 1o que significaba que estaba pagando parte de las inversiones jndustriales con esta «huida del marco hacia la maquina». En 1924 las fabricas alemanas estaban equipadas con nueva maquinaria y 1a flota mercante, que habfa quedado practicamente anulada por las entregas de parcos a los vencedores, se habia xecuperado por completo. El miedo a guardar el dinero daba lugar a que se comprasen més pro- ductos y animaba el mercado interior. }in medio del desastre monetario la tasa de paro era en Alemania del 1,4.%, cuando en Gran Bretafia era del 14%, en Holanda del 10% y en Suecia del 15%. iperinflacién afectaba gravemente a los que tenfan cuentas actec~ rexsiones en deuda o saiarios fijos, asf como a fos comerciantes niedianos y a los pequefios propietarios rurales. Por otra parte, Ja pérdida de Confianza en la estabilidad del dinero se extendié ala confianza en la sociedad y se convirtié en un estimulo para Ja delincuencia, que aument6 considerablemente en estos afios, © Bl gobiemo se vio obligado al propio tiempo a hacer frente al golpe i ‘era Adolf Hitler, al frente del partido nazi (Nationalsozia~ ische Arbeiterpartei, NSDAP), que contaba con escuadras armadas, las SA o Destacamentos de asalto (Sturmabteilung), en que se integraban miembros de los disucltos Freikorps junto a jévenes sin traba- jo, dirigidos por Emst Robm, un militar que habfa sido gravemente herido en la campafia de Francia. La movilizaci6n nacionalista provocada por la ocupacién del Ruhr animé aHlitler a dar un golpe, iniciado en una cerve- ceria de Minich el 8 de noviembre de 1923, con el apoyo del general Lu- dendorff. El golpe fall6 y Hitler pasé unos ena cércel, donde escri- bié la prifiera paité dé Mein Ke Ur ja de autobiografia adorada y de programa de una politica nacionalista y racista, donde se sostenfa Ja nevesidad de la expansién de Alemania hacia el este para «asegurar a la, ‘Yaza que abarca este estado los medios de subsistencia sobre este planet. ="Por entonces, las medidas que habia pucsto en marcha Gustav Strese= afin contribuyeron a que hubiera un cambio radical en Ta situaciéy 660% RESTABLECBR EL ORDEN (1919-1929) I aémica, Se consiguié acabar con la inflacién creando una moneda provi- sional, cl Rentenmar! ‘k, Somo paso previo a ‘a ula nueva moneda estable, el Reichsmark, que reemplazaria al viejo marco. A lo que hay que agregat Ja reformulacién en abril de 1924 del programa de reparaciones por me- dio del Plan Dawes, al que acompafiaba un empréstito internacional des- tinado @ ayudar a Alemania, que inclufa el compromiso de retirada de los ocupantes del Ruhr. La negociacion del Plan Dawes fue el primer éxito de. Stresemann como ministro de Asuntos exteriores, un cargo que conservarfa hasta su muerte en octubre de 1929, en una gestién que contribuyé a la acepta- cién de Ja nueva Alemania en la politica internacional, y a sw entrada en Ja Sociedad de Naciones con un lugar permanente en el conseja (lo que no implic6 que se le dejase tomar parte en [a administracién de sus an- tiguas colonias, pese a las reivindicaciones de la Asociacién Colonial Alemana). En febrero de 1 ala muerte de Ebert, habja que elegir un nuevo pre- sidente. Las elecciones de diciembre de 1924 habfan dejado el parlamen- to sin posibilidad de crear una mayorfa estable, como consecuencia de la fragmentacién de los partidos. En esta situacién la derecha. crey6 que, tras Jos fracasos de las intentonas de Kapp y de Hitler, 1a batalla para reformar el estado en un sentido conservador habfa que darla en las elecciones a la presidencia. En Ja primera vuelta todos los partidos presentaron candidatos distin- tos, con lo que el voto se dispers6. En la segunda, los partidos de derecha s¢ pusieron de acuerdo para. sentar. un tnico candidato, que no habia tomado parte en la primera vuclta, el mariscal Hindenburg. El SPD apo- yaba a un politico dei Zentrum, Wilhelm Marx, pero el Partido comunis- ta, desoyendo el consejo de la Tercera Internacional, se obstind en pre- .sentar su propio candidato, Emst Thaelman, que obtuyo dos millones de ‘votos, insuficientes para ser elegido, pero que hubieran bastado tal vez para asegurar el triunfo de Wilhelm Marx y para evitar el acceso al poder de Hindenburg. Mientras la obstinacién en mantener estable su moneda habfa empujado ala crisis a Gran Bretaiia y a Francia, {a ruina de la moneda alemana 112 EL SIGLO DE LA REVOLUCION de exporta i6n sé vefan favorecidas ‘por el poder ‘porque iba que era necesario exportar para reunir los recursos que per- mitieran hacer frente a las reparaciones, mientras la industria pesada, y muy en especial la siderurgia, se beneficiaba de unos aranceles protec- cionistas que se compensaban proporcionando a los exportadores una indemnizacién econémica por los productos metdlicos que vendian al exterior. En estas condiciones los pre entendimiento con los sindicato: verberg, decfa ante'ld Liga de la industria alemana que gobernar sin Ja clase obrera era indeseable e imposible (en 1930, en cambio, atacaba al estado por seguir «politicas econémicas socialistas y colectivistas»). Aunque esta prosperidad tuviese unas-bases débiles, que. cieron con Ia ) con el fi at la geiite'la vivié como un progreso x cra cit 1929 la segunda del i munda,. Unidos. iso explica fa armonfa: yenitre los industriales y tos trabajadores, que pudieron conseguir ahora algunas de sus viejas reivindicaciones. No sucedia lo mismo en la aj i de produccién de antes de la guerra y se vera \ parjudicada « en sus térm: nos de inteicambio con los productos industriales, Eta Sittacién explica que al coste de la vida subiese menos que los salarios, lo que implicaba una mejora de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, que se tradu- ofa en m4s consumo y, en consecuencia, en mis produceién para el mer _ ado intemo. Los trabajadores colaboraban en este proceso, estimulados por las mejoras obtenidas, que les hacfan sentirse fuertes y aceptados por el es- tado. Pensaban que se estaba avanzando arménicamente hacia férmulas de transformacién social y que, después de la democracia polftica, ven- dria una democracia econémica que daria rasgos de igualitarismo ala sociedad. El SPD se habfa convertido en un partido popular: el 25% de sus.militantes y el 40 % de sus votantes no.eran obreros. Los industriales ‘cumplian, su parte del trato aceptando el sistema de mediacién en las disputas: y pagando salarios-clevados, seguros sociales y medidas de nestarse-- RESTABLECER BL ORDEN (1919-1929) 113 Por todo ello la victoria de los socialistas en las elecciones de mayo de 1928, acompariada de un considerable aumento de diputados comunis- tas y de un descenso global de Jos partidos burgueses, no fue entendida por [os socialistas, como wn estfmulo para avanzar més en Ia transforma- cién social, sino como una confirmacién de que la linea politica seguida era acertada, y que no era necesario acelerar el ritmo de los cambios. sindicatos, mientras tanto, se habfan despolitizado, entregados a tareas gestion. | : Cuando se dejaron sentir las primeras dificultades de Ja crisis mundial se pudo ver | sistema de partidos alemAn, en que los grupos de centro y -recha no habfan acertado a representar satisfactoriamen- te los intereses de la burguesfa y de las capas medias, mientras los agri- cultores y la pequefia burguesfa, perjudicados por la evolucién econdmi- ca, daban apoyo a partidos sectoriales, que erap o bien regionales o bien «partidos de intereses», que expresaban los de grupos y fracciones con- crotas: en las elegciones de 1928, por ejemplo, se presentaron dos:nuievos partidos campesinos que consiguieron 22 diputados, y un partido «de la clase media alemana», Los militante: L te S seg, exigieron entonces que sc acabase la convivencia cor s I ha, mientras los trabajadores, que no se habfan preocupado por cambiar Las reglas, se encontraron con que no controlaban las estructuras y organis- mos oficiales, porque en medio de su euforia no se habian preocupado de prepararse para cuando acabase Ja colaboraciér “ees Cuandé éitel otofio de 1928 comenzaron fos fockouts en el Rube y se | endurecié Ja actitud patronal, el SPD y los sindicatos no sabfan qué hacer, porque no tenfan otra politica que Ja de la gestién de los intereses cotidia- nos de Ja clase obrera. La orisis de Wall Street de, 1929 acabé con los cxéditos norteamericanos y la economfa alemana cay6, en una depresién que fue I de las que suftieron. los paises europeos (en 1932 su produccién industrial era tain s6io un 61 % de la de 1929). El ayance electoral que lograron,los nazis en 1930 no tenfa que ver Yt con los efectos de la crisis mundial, sino con problemas de la so- ciedad alemana que venfan de lejos y que los partidos burgueses no habfan sabido resolver, Mientras la derecha apoyaba a fos empresarios industriales, Y la izquierda a los obreros, amplias capas de las clases medias (pequefios productores, artesanos, tenderos, campesinos) no sentfan representados Por los partidos tradicionales. La repiblica de Weimar no habia conseguido 114 BL SIGLO DE LA REVOLUCION establecer un sistema parlamentario que representase efectivamente a la sociedad alemana, Italia y el nacimiento, del fascismo Ttalia salié de la guerra sin obtener las anexiones territoriales que se le habfan prometido, ni las reparaciones que hubieran debido servit para saldar sus deudas. Se encontraba, ademds, con graves problemas sociales, como las seivindicaciones de los campesinos del sur, mientras que el Par- tido Socialista Italiano (PSD) y su sindicato, la CGL (Confederazione Ge- nerale del Lavoro), dieron nueva fuerza a las luchas obreras, estimuladas por el ejemplo soviético®) ‘Acello se sumaba el malestar de los soldados clesmovilizados, de cuyas filas salieron tanto los trescientos hombres que acompafiaron en. septiembre de 1918 al poeta Gabriele D’Annunzio en Ja aventura de la ocupacién de Ja ciudad croata de Flume (Rijeka), una de las promesas incumplidas de fa guerra, como los que se convirtier i gpolare [aliana (PPI, el origen de la Democracia Cristiana) dirigido por dom Luigi Sturzo, un cura siciliano. Su aparici6n representaba la vuelta de los ci licas a la vida politica, de Ja que Ievaban largo tiempo ausentes. Nacfa con e] apoyo de ja fuerza organizativa de la Iglesia: 22 diarios, 93 semanarios, bancos y cooperati- vas locales, reforzada con la cr del socialista, en el que se insoribfan $ cam elecciones de 1919 el viejo sistema polft Jo que explica que de 1919 a 1920 se sucedieran cinco gobiernos distintos, inestables & im- potentes. Logs enfrentamientos sociales mas graves: comenzaron_en_el campo, col aciones de fincas que, iniciadas en Ta provincia de Roma en agosto de 1919, se extendieron hacia el sur, Mas al norte, en el valle del Po, en Ja Emilia-Romagna y en la Lombardfa, que eran las zonas de agri- cultura capitalista’ més avanzada, el conflicto tomé un cardcter agudo. Fueron los propietarios agrarios los que pagaron Jos primeros subsidios a *59-Una de Jas vélvulas de seguridad de Ia sociedad italiana, la emigracién & Estados Unidos, se corraba en estos momentos: hacia 1913 salfan anvalmenté ep i {América 873.000 emigrantes, en 1921-1922 se redujeron a 280.000. RESTABLECER EL, ORDEN (1919-1929) M5 las bandas de egcuadristas que se encargaban de luchar contra socialistas, somunistas y ‘sindicalistas. "Bn septiembre de 1920, en respuesta a un cierre patronal, medio mi- lidn de trabajadores ocuparon las fabricas, izando banderas rojas y tratan- do de gestionar las empresas por su cuenta, Vista la situacién desde el miedo de los propietarios, Ia revolucién parecia inminente; pero el go- bierno dejé hacer a los obreros para que se convenciesen de que no po- dfan seguir mucho tiempo con la gestidn de las fAbricas, en especial a partir del momento en que tanto ¢l PSI como el sindicato CGL votaron contra la participacién en actos revolucionarios encaminados a la toma del poder. El j gobierno, Giovanni Giolitti, pudo arrancar conce- siones a los propietarios y liquidé la ocupacion. “ ~Tlos socialistas Walianos babfan cometido el error de actuar con una ret6rica maximalista, sin ningtin propésito de transformarla en accién re- volucionaria. Con ello dieron tiempo a terratenientes y empresarios a pre- pararse para hacgr imposible la revolucién, Habfa llegado Ia hora de Mus- solini y de los fascistas. ito Mussolini era hijo de un herrero socialista. De limitada cultura, se Convirtié en 1908 en un periodista socialista de izquierda, opuesto a la entrada de Italia en fa guerra. Incapaz de arrebatar el control a los dirigen- tes reformistas, acab6 expulsado del partido y acepté dinero de los indus- triales para transformar su periédico, 1 Popolo @italia, en el «periédico de Jos combatientes y de los productores», en que expresaba sus nuevas ideas sobre la concordancia de intereses entre los productores burgueses y los productores obreros. Para dar una base politica a su movimiento funds el 23 de marzo de 1919 los Fasoi italiani di Combattimento, una organizacién que agrupaba a veterunos de guerra, viejos izquierdistas decepcionados, futuristas, sin- dicalistas revolucionarios y personajes del ms diverso pelaje. Se presen- t6-a las elecciones de noviembre de 1919 con una candidatura en que -participaban el poeta futurista Marinetti y el director de orquesta Tosca- “nini, con resultados desastrosos, A fines de 1919 los fascistas no contaban con més de cuatro mil afiliados en toda Italia. El movimiento se manten{a vivo por las acciones violentas de sus ‘escuadras en las zonas rurales del norte, en un clima de huelgas y ocupa~ ‘ciones de tierra, De 1920 a 1922 el fascism crecié en la zona agraria 116 EL SIGLO DE LA REVOLUCION central en que se daban los confiictos mis violentos, atacando tanto a los sindicatos socialistas como a Jas ligas campesinas catélicas. Las huelgas aumentaban y el escuadrismo, financiado por los terratenientes, crecia paralelamente, dirigido por jefes como Ttalo Balbo, Roberto Farinacci o Dino Grandi, que actuaban con frecuencia de modo independiente, y em- pleaban Jenguajes politicos distintos. En menos de dos afios Hegaron a tener més de doscientos cincuenta mil afiliados: veteranos de guerra, j6- venes de clase media, propietarios, campesinos acomodados... En los seis primeros meses de 1921 destruyeron 85 cooperativas agrarias, 59 céma- ras de trabajo, 53 sindicatos agricolas, 25 casas del pueblo, centros y diarios, Farinacci disolvié 64 ayuntamientos forzando las dimisiones con palizas, incendios e ingestiones forzadas de aceite de ricino. Pero esto no era lo que querfa Mussolini, que tenfa claro que el camino hacia el poder pasaba por el pacto con las fuerzas dominantes en la socie- dad italiana: la monarquia, el ejército, la Iglesia y 1a Confindustria (la pa- tronal de los grandes industriales). Para ello se alié a las fuerzas liberales conservadoras en las elecciones de 1921, en las que obtuvo 35 diputados. Su primer discurso en el parlamento mostré gestos favorables a la Iglesia y ala Confindustria: al estado, sostenia, le correspondian la poliefa, la jus- ticia, la politica exterior y el ejército; todo lo demas habfa de privatizarse. Bs dificil interpretar lo que hay realmente detrés de la doctrina del fascis- mo, objeto de una inmensa literatura interpretativa. En el caso de Talia parece haber més escenograffa (saludo romano, camisas negras, arquitec- tura monumental, la propia figura del Duce como caudillo carismatico) que contenido politico, puesto que el estado corporativo, que se presentaba co- mo wna tercera via entre capitalismo y socialismo, no Heg6 a implantarse nunca. En una dimensién europea esta claro que su mn principal era a hicha contra el comunismo en nombre de una r on nacionalista, casi siempre con un componente racial, que pretendfa encaminar las fuerzas de ta confrontacién social hacia la conquista de unos imperios que ascgu- rarfan ¢l progreso colectivo. En todos los casos suele baber una primera fase en que se proponen objetivos revolucionatios, seguida de una aco- modacién al orden establecido, que deja pendiente la promesa de una «se- gunda revolucién». Parece més util juzgar al fascismo por su praxis sue porist:retérica, no siempre coherente, RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 117 Para pactar con Jos otros partidos Mussolini necesitaba controlar las fuer- zas que le seguian, para lo cual fundé el Partito Nazionale Fascisia en noviembre de 1921, con la intencién de crear una organizacién j jerarqui- zada, Entre tanto, en enero de 1921, los comunistas se separaron del PST y fundaron el Partito Comunista Italiano (PCD), lo que contribuy6 a debi- litar la izquierda como fuerza parlamentaria. EL afio 1922 fue el del triunfo definitiyo del fascismo, En enero se celebré la reunién sindical de Bolonia en que se decidié la creaci6n de la Confederazione nazionale delle Corporazioni sindacali, que partfa de una concepcidn de superacién de la lucha de clases a favor de la colabo- racion, aunque conservaba una retérica heredada del viejo sindicalismo revélucionario, como base para la creacidn de un futuro «estado coe tivon. “Ein la primavera de £922 los fascistas iniciaron una nueva campaffa de violencia en las provincias de Ferrara y Ravenna, en que los escuadristas ocuparon las ciudgdes de Ferrara y Bolonia, con columnas que Megarona sumar hasta cuarenta mil fascistas. A fines de julio, la convocatoria:por Jos socialistas de una huelga general dio paso a una respuesta fascista que culmin6 en una secuencia de incendios (incluyendo el de la redaceién del periddico socialista Avanti en Milén), de, destruccién de cooperativas y ocupacién de ciudades. Todo ello ante La tolerancia de 1os dirigentes del estado, que temfan mis alos rojos que a los fascistas. Tras su triunfo en agosto, cuando los fascistas neutralizaron la huelga socialista, se comenz6 a hablar de culminar el movimiento con una «mar- cha sobre Roma». Mussolini, por su parte, era consciente de que debia aprovechar el momento, sin dar tiempo al estado liberal a reaccionar, La «marcha sobre Roun no fue una farsa, como suele decirse, sino, segiin Emilio Gentile, un movimiento bien organizado, destinado a sacar prove- cho afia de terror realizada hasta entonces, con lo que consi- guid: ‘asustar al re" ic octubre se iniciaba una marcha de veinte mil a treinta mil hombres que hubiera podido’ ser detenida fécilmente Por los veintiacho mil hombres con que el gobieiiné contaba para defender la capital, Todo dependfa de la voluntad de resistir que tuviese. El jefe del gobierno, Lui- gi Facta, se entrevisté con el rey Victor Manuel Il en la madrugada del dia 28 para pedirle que firmara la dectaracién de estado de sitio, lo que hubiera obligado al ejército a detener a los fascistas. El rey accedié ini- cialmente, a las cinco de la mafiana, pero cuando, cuatro horas més tarde, 118 BL SIGLO DB LA REVOLUCION Ie llevaron el decreto para que lo firmara se snegé a hacerlo, No confiaba en la capacidad de Facta para hacer frente a la situaci6n y habfa recibido noticias alarmantes acerca de fa importancia de las fuerzas fascistas —le habfan asegurado que contaban con més de cien mil jhombres— y de po- sibles complicidades en la ‘propia guarnicién de Roma. Liamado al poder por el rey, Mussolini formé un gobierno de coali- ciGn en que los fascistas eran minoria y el conjunto de las fuerzas politi- cas, incluyende tos socialistas, $o aceptaron sin yesistencia. Dado que contaba con un mimero reducido de diputados, presenté a la aprobacién del parlamento una nueva, ley electoral, que determinaba que el partido que obtuviese mds votos, CoD ja condicién de que hubiese alcanzado més del 25% del voto total, tendria dos tercios de los diputados y, por tanto, smayorfa absoluta. ‘Mussolini pudo sacar adelante esta propuesta el 2ide julio de 1923 gracias a la traicién de los catdlicos (dom Sturzo propuso que votasen en contra, pero fe derrotado en él congreso del PPI), que permitié que Ja teforma se aprobase por 223 votos a favor y 123 en con- tra} De haherse opuesto los populares, no se hubiese conseguido aprobar- la, pero unos setenta diputados se abstuvieron y otros treinta votaron & favor. BL 19 de noviembre Mussolini recibid un voto de confianza y, cinco dfas después, le otorgaron plenos poderes por 306 votos favorables, 116 negativos y 7 abstenciones. Una victoria que obiuvo gracias a que so- cialistas, comunistas y otras fuerzas antifascistas, que samaban unos ciento cincuenta diputados, no acudieron a la yotacién como gesto de protesta. Yin las elecciones de 1924, a las que Jos fascistas se presentaron en alianza con independientes moderados, liberales, catélicos y hasta social- demécratas, y en que Mussolini fingié repudiar a sus extremistas, el fas- cismo consiguid el 65% de Jos votos y 375 escafios. Los vicjos partidos fiberales pasaron de 210 diputados a 45; los populares de 106 a 39; los socialistas, de 122 a 46; sdlo Jos comunistas aumentaron. algo, de 13.4 19. [Bstas elecciones se habfan ensuciado con todo tipo de violencias. Lo denuncid on el parlamento el 30 de mayo de 1924 el diputado socialista Giacomo Matteotti, con el propésito de demostrar que no habjan sido * 3, Bp estos momentos el muevo papa, P{o XI, habfa iniciado ya una aproxic SSRI a Mussolini, y los 6rganos del Vaticano elogiaban abjertamente la pole idl Paenionne RESTABLECER BL ORDEN (1919-1929) 119 vAlidas: e] 10 de junio una banda fascista lo secuestré en el centro de Roma y lo asesiné. Que Mussolini haya dado o no la orden del asesina- to no importa, ya que tenfa a su servicio una banda de asesinos a quie- nes les bastaba haberle ofdo decir en péblico que «a los provocadores como Matteotti s6lo se les puede contestar a tiros». Y esta claro, por otra parte, que se ocupé de que se ocultaran las pruebas de) crimen y protegié al asesino. La indignacién pot «il delitto Matteottiv dio lugar a que los diputados de la oposicién se retirasen del parlamento, pero no aceptaron la propues- ta comunista de convertirse en n contrapariament Esto preocupaba poco q lamento, que sélg opinaba cuando Mussolini lo consultaba, lo que-¢x posibilidad de un voto de censura, Utiliz6 ademés los atentados contra su persona, auténticos o simulados, para avanzar_en el control de-la situa- cién. Un atentado en Bolonia on octubre de'1926 Ie dio la oportunidad de promulgar una ley de defensa del estado que le permitfa suprimir Jos par tidos politicos, suspender los periddicos independientes y crear «tribuna- Jes revolucionarios», destinados a promover el terror. Pero la accién del fascismo no iba a limitarse @ la conquista del poder. Mussolini habfa comenzado practicando una politica, ultraliberal, abo- jiendo Jas leyes con Las que los gobiernos anteriores habfan tratado de yepartir socialmente los costes de la guerra, Hsta etapa dur6 de.1923 a 1925, mientras realizaba su aproximacién a los grandes empresarios agrupados | en la Confindustria, que en diciembre de 1923 firmaron con la -Confederacién de fas corporaciones el pacto del palacio Chigi, por el cual se ofrecfan a colaborar, a cambio de que el estado impidiese la formacién de una asociacién de las pequeiias y medianas empresas, lo que la conver- {fa en el tinico interlocutor por parte de Ja patronal. =, By’1925, pal propio tiempo que evolucionaba hacia.la dictadura, el = gobierito: Tascista abandonaba el liberalismo econémico para practicar ii qué comenz6 con la «defensa de la lira», es- tabilizada en Ja llamada «quota 90», esto es, con su tevaluacién a la coti- 120 EL SIGLO DE LA REVOLUCION zacion de 90 liras por una libra esterlina, Jo cual favorecfa a las grandes dusttias, La medida contribuy6 ala da de Capitales norte: nos ¥ favorecié los procesos de concentracién empresarial, que tendrfan como beneficiarios a los grandes capitanes de industria’ Como Gino Oli-, yettio Alberto Pi 5 La estabilizacién de Ja lira estuvo ademas acompafiada por un arreglo favorable de la deuda de guerra con Estad 18, que reflejaba la sim- patia con que los medios politicos y ‘fina ros de Washington vefan al nuevo gobierno italiano. Para consolidar el pacto del fagcismo con la gran burguesfa conventa, sin embargo, frenar Ia deriva revolucionaria del sindicalismo fascista. EI 2 de octubre de 1925 se firmaba el pacto del palacio Vidoni, por el cual. la Confindustria yTa Confederacién de las corpotaciones se reconocfan mu- tuamente como tnicos representantes de los trabajadores y de los «dado- res de trabajo». Para reforzar este acuerdo se dicté una ley que declaraba que se podian rescindir las cl4usulas de los contratos de trabajo sobre re- presentacién obrera acordados con anterioridad, lo que dejaba a los de- més sindicatos sin capacidad de reclamar sobre la base de los acuerdos- existentes, Simulténeamente se asaltaba,la sede de la CGL en Milan y el 4 de enero de 1927 se ponfa fin.a.su existencia. Para evitar que los «revolucionarios» fascistas sacasen partido de esta nueva situaci6n, la Confindustria arrancé en 1926 al gobierno la ley Roc- _£0, que probibfa la huelga y determinaba que cualquier reclamacién que tuviesen los trabajadores debfa pasar en primer lugar por la magistratura del trabajo, La consolidacién de este pacto global vendria dada por Ja publicaci6n en 1927 de fa «Carta del Lavoro», que ofrecfa plenas garantfas ala empresa privada. Fn 1929 acababa el término del parlamento elegido en 1924. Musso- lini podfa haberlo suprimido, pero lo conservé por él efecto que podfa producir en el exterior. Se ordend que las clecciones se hiciesen sobre la base de una lista nica de cuatrocientos nombres, (antos como diputados, que los electores habian de aceptar o rechazar en bloque. Y decidié que no habfa que discutir esta ley en la cémara, porque la discusién no era el estilo fascista —en efecto, durante los cinco afios anteriores, de las 5.553 leyes promulgadas, tan s6lo 45 habfan sida discutidas en el parlamento. Aparte de que cl «Duce», coma se conocia a Mussolini desde su ascenso akpodet, ya habfa advertido previamente que, si el resultado de la consul- tale era desfavorable, no pensaba ceder el poder. RESTABLECER EL ORDEN (1919-1929) 121 También fue en 1929 cuando el gobiemo tlegé a un acuerdo con la tr4in, que ponfa fin al contencioso que el estado italiano y cl Vaticano mantenian desde la anexién de Roma en 1870. Mussolini rechazaba la actuacién politica auténoma de las entida- des catélicas, pero le daba al Vaticano una indemnizacién sustancial. EL papa Pio X17 acepté el desmantelamiento del Partito, Popolare, y cor poder de Mussolini, a quien proclamé como un hombre enviado por la providencia para liberar Italia de la herejfa del liberalismo.4 La fragilidad de la nueva Europa Los nuevos estados europeos surgidos de los tratados de paz nacfan-en organizar una egonomfa estable, migntras condiciones que hacfan difici que la aes de sus cot ma pi jara cohesionar, wean inorias,lo que, combinado con su f fracaso en el terreno econémico, ayuda a entender fas contaban con el apoyo de las masas ee EL primer choque se produjo en julio de 1927, durante el llamado

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