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BARROCO E HISPANID. PERFILES JURIDICO-POLITICOS MIGUEL AYUSO (Editor) Dasinen 84 1) noceso Prem libro + ebook Powered by (9 CamScanner BARROCO Y BARROCO ESPANOL JUAN FeRNANDo SEcovia Universidad de Mendoza y CONICET «Se sentfa, como yo me siento ahora -yo, intelectual jornalero— dominicalmente enamorado del Barroco» (Eugenio d’Ors, Lo barroco, 1935) 1. ACERCA DEL BARROCO Dificultades Tener un concepto del Barroco es una labor problematica!. Tener, luego, una visién del Barroco en las Espaiias es facna todavia mas ajetreada. Lo primero, porque hay muchas preguntas que hacerse en torno a la naturaleza del Barroco; lo segundo, porque hay que remar contracorriente, yendo en el sentido opuesto al que lleva la historiografia triunfante. Si hasta es dificil la cronologia del Barroco, Maravall dice va de Felipe II (1598-1621) a las dos primeras décadas de Carlos II, teniendo como tiempo historico pleno el reinado de Felipe IV (1621-1665); précticamente el siglo XVII2, Otros fijan una cronologia que empieza en 1580 y culmina en 174, esto es, desde la fundacién de Buenos Aires por Juan de Garay hasta el estreno de El Mesias de Georg Friedrich Handel, Mas vagamente, se sitia el Barroco en os siglos XVI y XVIII (convencionalismo recordado por Eugenio d’Ors). Una historia del concepto (una Babel conceptual), en Walter Moser, «The concept of baroque», Revista Canadiense de Estudios Hispénicos (Edmonton), vol. 33, n. 1 (2008), pp. 11-37, 2” José Antonio MaRAVALL, La cultura del Barroco. Anélisis de una estructura historia, Barce- ona, Ariel, 1975, p. 24. En sentido similar, José Luis ABELLAN, Historia critica del pensamiento espaiiol,t. IH: Del Barroco a la Ilustracién (siglos XVII y XVIII), Madrid, Espasa-Calpe, 1981, pp. 19 Y5s., bica el periodo del Barroco entre 1598 y 1680, practicamente el siglo XVII espaol, que comprende los reinados de Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos I (1665- 1680), aunque cree encontrar antecedentes en Felipe II (1556-1598). Powered by CamScanner 38 ‘Juan Fernando Segovia Preguntas y dudas 2Es el Barroco una cultura, una estética, una época, un estilo, un espiring Se agota el Barroco en la representacién escénica, en una cultura de i nes, en la teatralizacién de Ia vida moderna, en los simbolismos y emblemas, en la estetizacién de la sociedad? ¢Qué relaci6n guarda el Barroco con la Mo. dernidad, entendida ésta no como periodo historico sino como un conjunto de valores, tna visién del mundo?, ges su expresi6n critica o un momento de su consumaci6n? El tiempo o el perfodo que sigue al Renacimiento, jes ¢| del Barroco?, y si es asi, zes el Barroco una ruptura 0 una evolucién de las tendencias renacentistas? O, como ingeniosamente pretendié Eugenio d'Or, gserd el Barroco una forma de expresion del espiritu humano (el movimiento, el dinamismo, lo extralimitado frente a lo reglado, la mesura, la armonia, el equilibrio de lo clasico) que puede hallarse en todas las épocas de la historia, no un tiempo sino una «categorfa», un Barroco eterno? Mas circunscrito, ges el Barroco la expresi6n de la cultura catélica, como sostuvo W. Weisbach, de sus valores particulares, sus contradicciones y su vehemencia general?" Sera el Barroco la expresi6n artistica de la Contra rreforma, de la Iglesia tridentina, segiin los estudios de Emile Male, con su culto magnificente, triunfal, y su espiritualidad de juibilo?® El jesuitismo ges a expresi6n de este Barroco catélico? ¢Hay una santidad barroca distintiva? * Eugenio D'Oxs, Lo bane (1985), Madrid, Tecnos, 1993. El Barroco es un ein, que se Presenta como «espiritu y estilo de la dispersién, arquetipo de esas manifestaciones polimor: fas, en las cuales creemos distinguir, cada dfa més claramente, la presencia de un denomina seit, la revelaci6n del secreto de una cierta constante histérican. * Werner Weisnacns, Der Barok als Kunst der Gegenreformation (1921), traduccién al espaiiok: F1Barweo, are de la Contrarrforma, Madrid, Espasa-Calpe, 1942. t Mesoolcion TaPté, Le baroque (1961), edicién castellana: El Barroco, 2 ed., Buenos Ai- 7 Pasha, 1965, pp. L4y 15, Sobre lainfluencia de la Contrarreforma, pp. 42 ys. Solo de Abell, sin que quede claro si habla de Espatia 0 Europa, de la Iglesia Catolica 0 oy Le cogdesuitas, la contrarreforma jesuitica es tipicamente barrec por un rasgo: el activie ry. 54: «E] hoes D i «El Barroco tna ge Heologi (i: a susiiudon del opined Fieeendente; a bsqueda de un Beas Mt ’Jesuftico eman, sin a it rit ‘horales frente al misticisnye Poe 'umanismo antropolégico renacentista Po" espacio intermedio entre Tierra y Cielo ipafifa de Jestis; la concepcién absolutista tu critico; la primacia del ascetismo apes 'co de los altos yuelos... Asi, Contrarreform™™ Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 29 el Barroco esta conectado Bi con la Contrarrefo1 también un barroco protestant te? El Barroco ges lo desmesurado, y torpe? En cambio, gno se encuen fuerza, la dicha, la liberta licidamente aceptado?»’ rma, ges posible que haya lo extravagante y fantasioso, lo bizarro tra en el Barroco el canto a «la gloria, la d, 1a conquista de Dios mediante la fe y el sacrificio eHay un neo-barroco, una suerte de resurreccién del Barroco en la pos- modernidad? El retorno del Barrocot, sera la alternativa a la Moderniled 0 una Modemnidad alternativa? O, por el contrario, el neo-barroco ses una resucitacién del capitalismo moderno?® Salvo que creamos que el arte (Ia punta visible del iceberg que es el Barro- Co) goza de una autonomia frente a todas las otras actividades humanas (se €s barroco en pintura o escultura, pero renacentista en politica o libertino en moral), podemos aducir una fragmentacién de las expresiones barrocas y no barrocas. Si, al contrario, aceptamos que el arte es una de las expresiones del espiritu en un determinado tiempo, el arte barroco sera manifestacion del espiritu peculiar del Barroco, :Se puede alcanzar ese barroco espiritual que informa e impregna sus diversas revelaciones? Cuestiones previas En estas preguntas estén encerradas dos cuestiones diversas, Una tiene que ver con el habito de periodizar la historia y la validez de las distinciones de €pocas histéricas, todavia més inquietante en la medida que las periodizacio- nes tienden a generalizarse pasando por encima de las distinciones geograti- cas y espirituales, En cuanto a esto, la periodizacién de la historia de Europa, vale igualmente para Espafia? Para Espaiia, en estos tiempos, del siglo XV al final del XVI, no cuadran las convenciones historiograficas europeas, no se aplican autométicamente, Para el campo de la literatura se ha sefialado lo instil que resultan estas periodizaciones por problematicas yarbitrarias"”. Y lo mismo cabria decir para la teologia y Ia filosofia juridico-politica. constituyen una unidad conceptual indiscernible [si]». No se pueden sears ent barber ides juntas, amparedoen el dogioal VaanoTe hacer hier ala medida de Erasmo y Ortega y Gasset, rectus, una contra historia, id Barroco, Cit», p. 19. Le + partie vet aieeasatihn, ba tule hasoree 000), olilta ingles Sirepanroin The aesthetics of Modernity, Londres-Thousand Oaks-Nueva Delhi, Sage, ee ialay ro a :: La era neobarroca, 4 ed., Madrid, Citedra, . se, Leta -ca (1989), versi6n castellana: ‘ i ms pliatepnadlanel La modernidad de lo barroco (1998), 2 ed., Méjico, Ed. Era, 2000, 15: «Bl ethasbarroco, como los otros ee modernos, consisteen wna estrategia para hacer \ivible” algo que bésicamente no loes: a actualzaci6n capitalist de las posbilidades abiertas oe acon “Historia de la literatura espaviola,t. I: Epoca Barreca, Madtid, Gredos, 1967, p. 12 Powered by CamScanner Juan Fernando Segovia esti referida a la naturaleza del Barroco, a su esen, cia, pues de lo contrario seria nada més que una convencién n y al pregu, {amos por esto timo, advertimos que muchos estuciosos se defan ganar por la subjetividad: gran parte de las eriticas al Barroco vienen de la mang Fe un eatolicismo liberal, cuando no un liberalismo no catélico, enemigg dle Trento y amigo de Erasmo; de una ideologia republicana democratic, que rechaza la monarquia y las aristocracias; de un marxismo més 0 menos larvado que pone el corazdn en el conflicto y repudia el orden, buscando siempre formas oscuras de dominio para recalcar las injusticias. La segunda cuestion 2. LA HISTORIOGRAF{A REINANTE, Hay una construccién historiografica del Barroco y del Barroco espaiiol que se ha divulgado y repetido acriticamente al punto que se puede decir paradigmatica. Me refiero a José Antonio Maravall, La cultura del Barro, Andlisis de una estructura histérica, que publicara en Barcelona la editorial Ariel el afio de 1975. Me propongo revisarla sumariamente”. Barroco: caracterizaci6n y actitud vital Para Maravall lo tipico del Barroco es la crisis, la conciencia de la crisis y la.actitud de remediar las cosas, que denota «la confianza en la capacidad 1 reformadora de la obra humana», esto es, la elevada estima hacia «el hom- : bre operativo, capaz de enmendar o de crear una nueva realidad natural 0 "Gir. Emilio Canta, El Baroco liteario hispdnico, Buenos Aires, Ed. Nova; 1969, cap. Helmut Hatzrei, Estudios sobre el Barroco (1964), 3* ed., Madrid, Gredos, 1978, cap. I; y Emi lio ORozco Diaz, Manierismo y Barroco (1970), 2 ed., Madrid, Catedra, 1975, cap. I. Por st Puesto que preguntarse por la naturaleza del Barroco no es tiempo perdido. Un autor de mis Pagos, recientemente ha dicho que es un error, porque, antes que por el ser, hay que presu™ tarse la eficacia, como sila eficacia (lo que puede hacer el Barroco) dependiera de otra cost que no sea el Barroco mismo. Escribe Facundo Rutz, «Barroco: esta obra, aquel concept0s perfodo», Anclajes (Santa Rosa), vol. XVII, n. 1 (2013), p. 75: «No hay una respuesta adecuada 2 aqué es el Barroco? porque la nocién de “ser” reduce las singularidades ¢ individuos #1 ‘inico género, abstracto o “generalisimo”, que -aqui llamariamos “Barroco” y al que Pet necerfan los “barrocos” (especies), sin dar razn de dicho cambio. Vale decir: el Barroc? es una esencia 0 una cualidad esencial (de una obra, un periodo 0 un continente) ae Potencia y una cantidad potencial (un poder-obrar, poderperiodizar 0 poderconten."", por eso, es mds pertinente pero no més simple preguntar zde qué es capaz el BarrOCo trata de mala filosoffa y apuntar una falacia tipicamente moderna, hablar de una poten: sujeto. _* A fin de no recargar el texto con notas, entre corchetes se indica la pagina ° ‘esta la afirmacion de Maravall. Un resumen de su tesis en José Antonio MARAVAL 1 ggjut8 el Barroco: una estructura hist6rica», en Francisco RICO (ed.), Historia otiea 6 Cogs ‘spanola, vol. III: Siglos de Oro: Barroco, al cuidado de W. WarDRorPEr, Barcelon’ "°° 1983, pp. 49-53. ia Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 31 econén a» [59]. De aqui nace una literatura, muy frecuente, que busca proponer reformas que mejoren la condici6n. Dada esta nota (activismo re- formista) el Barroco es la «primera fase, critica, insuficiente, confusa, en el proceso de formacién de la mentalidad moderna» [371]. Abellén, que sigue a Maravall, se vale de otro término, la decadencia, es decir: el pesimismo, la contraccién, el estancamiento politico y cultural, el sentimiento de inferioridad, una estructura social antieconémica, una re- ligién vieja, Hay una decadencia econémica, una politica, otra cultural (la paralizaci6n y el atraso que produce la Inquisicién) 8. Nada avanza, todo se detiene y luego retrocede: «la miseria del XVI» es la sintesis del Barroco", El absolutismo mondrquico El reformismo de esta literatura, opera en un ambiente que tiende a con- servar el orden tradicional bajo la monarquia absolutaaliada de los intereses sefioriales [71], es decir, una sociedad feudal de predominio nobiliario, los terratenientes, pero que tiene en la soberanfa de la institucién monarquica su vértice [72]. Para Maravall se trata de un retroceso ante «la etapa rena- centista, democratica y comunal» [72]. Entonces, serfa mejor decir que el reformismo qued6 detenido por el absolutismo monérquico, desde que la monarquia absoluta «y su régimen opresivo de la libertad popular» constitu- ye «una reaccién arcaizante» [73-75]. No obstante, es una cultura decadente en la que ya se advierte el avance de la moral burguesa en una sociedad es- clerotizada, inmovilista. Quisiera intercalar una observacién. :No es paradéjico que Maravall afir- me la crisis de la monarquia cuando intenta demostrar que en el XVII fue mucho més fuerte o absoluta? No es una paradoja. Es una contradicci6n. Al menos debié probar que lo de absoluta es signo de la debilidad de la realeza. Las luchas sociales recrudecen, auimenta la oposicién y la represién se en- durece, porque el conflicto es la esencia de la monarquia barroca. En cuan- to se hacen manifiestas las eriticas a la monarquia, se responde con injustas prisiones (Pellicer, Quevedo) y hasta ejecuciones (Hernando Vazquez) [99]. La literatura recoge esas quijas y los castigos. Todos se ocupan de la politica, se ha democratizado, la opinién se hace en publico [102]. Interpreta Ma- ravall: «El universal enfrentamiento de todos, de unos contra otros, que en estas frases se enuncia, constituye la base de esa actitud de lucha y violencia ® ABELLAN, Del Barroco a la llustracién, cit., p. 25, dice que el «triunfo de la pureza de la fe» se aseguré al precio de la inevitable «decadencia econémica». ¥ citando a Pierre Vilar anota que el triunfo del «cristianismo viejo» significé el desprecio del «espiritu de lucro». Por supuesto que ese cristianismo viejo es el de Trento (ibid, pp. 31 y sigs.) que sofrené la primavera del cristianismo nuevo erasmiano (tesis de Marcel Bataillon que se reproduce copiosamente). 1 Tid. p. 32. Powered by CamScanner ‘Juan Fernando Segovia 32 || Barroco observa por todas partes y entre todos los hombres, inspira, queel iota pesimismo» [341]. Barroco y religion «La mente barroca conoce formas irracionales y exaltadas de creencias religiosas, politicas, fisicas incluso, yla cultura barroca, en cierta medida, se desenvuelve para apoyar estos sentimientos» [44]. Los factores irraciona. les hacen del misticismo algo poco expresivo del Barroco, lo mismo acus, de la racionalizacién escoladstica. Por eso, «mas que cuestidn de reli Barroco es cuestidn de Iglesia, y en especial de la cat6lica, por su condicién de poder mondrquico absoluto» [47]. La Contrarreforma es solamente un eslab6n en una larga cadena de factores explicativos del Barroco. La moral cartesiana provisional, de acomodacién, es la moral barroca [822], una suerte de armonja de contrarios, de conciliacién de opuestos, de desconcierto. De aquf se sigue una concepcion agénica del hombre, como la de la expresién: homo homini lupus, que Luque Fajardo, Hernando de Villarreal o Baltasar Gracin recogieron [326], entre otros que también se valieron del concepto del hombre enemigo del hombre, denunciando su viciosa naturaleza [327 y ss.]. Una digresién. Como en muchos otros casos, la mirada rastrera de Mare ‘all s6lo le permite observar el hecho criminal, negativo, sin siquiera preoc- Parse por inquirir cual fuera el remedio al mal. La maldad humana, zqueda duleg? Meio: gsolamente debe buscarse el control en el dirigismo monde quico? No ve mas dimensién en los hechos que esa, es incapaz de elevarse ders Perspectiva espiritual y religiosa, porque para él ellas forman parte del aparato represivo monérquicosefiorial, Eco de Maguiavale nul wis, A esto llamo «la historia unilateral», ‘ i soon aToE® Pode ung Cultura irredenta e irredimible, completamente ae 28 Sulina desgarrada interior y exteriormente, sin cura, sit to de 1628, que el autor trace [aoe eng 105 Descalzos del Viernes Sa™ plo parecer uci, (383-334), es interpretada como un een Barroco, como un recon Poa 0BKa de los sentimientos de violencia en ¢! elas Peso y de sujecién», pues Maravall es incapa2 de comprender |; la finalidad expiatori toria de ii 161 ete Puede tomar como expresion dearest mortficacién, que solam © El Caballero de la Triste Fi «Por buen agiero he tenido, he ae panera i vat ap @ Maravall sobre la vida sin esperat™ Profesaron lo que yo profeso, que cee visto lo que he visto, estos santos y caballeros 10 que la diferencia que MY no, y yo soy pecador y pelee * Porque el cielo padece fuerza ¥¥ mn el cielo a fuc hasta agora no sé lo que conquis eae oe brazos, s t0 a fuerza de mi i mi ae : le mis trabajos; pero i dal Te) sales de los que padece, meoréndose mi venues ada earoteg tre ekg pein sen is p&60s por mejor cami del gu sneres, Quota 188 He llevo» (Cervantes, Quijote, 1, 58)- Powered by CamScanner Barroco y Barroco espafiol 33 En pocas ocasiones, quizé solamente una, Maravall advierte que, bajo la mudanza, «... la mente barroca cree en un mundo regido por leyes genera. les, uniformes, mantenido por Dios en su orden perenne...» [371]. Pero es una excepcion: el principio del antropocentrismo barroco le impide des- tacar el principio teol6gico constitutivo del orden y del movimiento en el universo. A lo sumo, lo atribuye al «objetivismo intelectualista, propio del socratismo medieval», lo que es otra pavada maytiscula [391]. Ha optado por una vision horizontal olvidando casi por completo la dimensién vertical que informa la cultura barroca!®, _ Cercenada la perspectiva trascendente de la vida, a la mente barroca la vida se le presenta como sueiio, es decir, como otra dimensién clara y dis- tinta, en palabras de Calderén, que pertenece a la misma experiencia [408 yss.]. ¥, en lugar del desengaiio, en el Barroco los hombres se lanzan a la btisqueda del interés 0 del «bien propio a costa del ajeno», individualismo © egoismo que constituye el «principio inspirador formulado como tal por los moralistas barrocos». En otros términos, «en el mundo barroco los in- dividuos aparecen como ménadas en el plano moral» [411]. En definitiva, «soledad y yuxtaposicién, insolidaridad egoista y aproximacién tactica», asi viven las gentes del Barroco [413]. Es ya el colmo del absurdo'”. Un mundo que festejé el teatro, que vivié de la literatura, que tuvo manifestaciones de arte colectivo, se entienda como juego o-como fiesta, que celebraba el culto majestuosamente, es para Ma- ravall el mundo mis egoista, el mas burgués, el momento més radical de la Modernidad. El dirigismo barroco Se trata de un programa, escribe Maravall, que, desde el vértice politico de la monarquia absoluta, busca controlar la conducta humana al servicio de 8 “Tratando el t6pico de Ia teatralidad de la experiencia barroca del mundo, insiste MaRA- : «La herencia, mas helénica que cristiana, de inquebrantable creencia en una sustancia- lidad ltima de las cosas, da por sentado que en el momento final en el que la representacién se corte, lo que se revela no ¢s tanto un mundo nuevo de ultratumba, como el ser esencial y definitivo de las cosas y de los hombres, ese ser esencial que la apariencia mantenfa oculto y que en el més alla quedara desvelado» [404]. Es decir: para el hombre del Barroco no hay nada més alld de esta vida de apariencias. En el mejor de los casos habri que esperar qué sucede después de la muerte, Afectada coincidencia con Benjamin quien veia en la tragedi del Barroco alemén una época de crisis que tenfa del mundo una imagen pesimista y sin Tedencién, esto es la secularizacién. Cfr. Walter BENJAMIN, «El origen del Trauerspietaleman» (1927), en Obras, Madrid, Abada, 2006, libro I, vol. 1, pp. 217-459. i 17 Como ha notado Hatzre.D, Estudios sobre et Barroco, cit., p. 163, en la leccién moral y religiosa del Barroco, el engafio del mundo lleva a comprender que solamente hay deeenge fio en el reino espiritual, que ¢s reino de la verdad y del ser, no de la mentira y el parecer. Cf. Carma, El Barroco literario hispdnico, cit., cap. VIlLy IX. Powered by CamScanner Juan Fernando Segovia cry sta conocer al ser humano dinmico y agresivo con ivos, y servirse de los resortes asf descubiertos frente a ese hom, BET EarS te cirlo o gobernarlo por la ley, la religion, las costumbres, la Orofanea, ete [131 yss_} Es una ciencia politica nueva que se define come poder Bacon) que busca hacemnos duefios y sefiores de la naturaleza (Dey artes), «entrar en posesiOn de la historia y de la sociedad (185). Concer al hombre no tiene un fin ulterior (como podria ser el moral o el religioso) sino manipulador [138], se trata de «reglas tacticas» para conocimiento de mismo y de los demas [136]. tun orden, lo que compo! Lo que esté definiendo Maraval, sin citar, ¢s el nuevo saber politico que est ya en Maquiavelo y que se vuelve habitual desde Hobbes: el mecanismo psicol6gico individual y social al servicio del poder estatal. Pero no advierte (mejor, niega) que esta ciencia nueva tenga un fin superior a la manipula. Gin de los hombres; asi es en Maquiavelo y Hobbes, pero no Io parece en los moralistas y escritores espafioles (como los preceptistas o Gracin), guia. dos por un fin moral, religioso y politico (ensefiar a vivir, saber vivir) que excede el mero poder y hace al buen gobierno personal o colectivo. Para Maravall se trata de un pragmatismo mecanizador de la conducta he mana que Carballo en Cisne de Apolo dice busca «reformar, enmendar y co egir las costumbres de los hombres», palabras que Maravall entiende que persiguen nada més que «adaptar la moral a la situacin» para «utilizar en paneficio de la sitiacion todas las posibilidades de la moraby [138], ¥ ante la frecuencia con que los escritores conducen el arte de la vida bajo la direccién de Ia prudencia, Maravall no penetra en el asunto y lo reduce, otra vez, a mero No hay un esac estudiada y tactica adecuacién de medios a fines» [149], No hay un critrio moral (la prudencia se reduce ale ¢ficacia maquiaveliana) Tas mania alistica mecanicista, como en los ejercicios de Sen Ignacio 0 en [13) ets de Gracidn: el hombre es un artificte a éeni idencial {142}. Por eso el Barroco es un racionali oininoea eae 1 sa nalismo, y por I burgués, sen- tencia contra Tapié [143-144], Aq AN ee Sélo de modo parcial; no hubo una pena ose Dlenamente racionalista, sine ; ‘4 plena matematizacién del mundo pero si tuna cierta tecnificacién de las lean s ie lecciones morales y polit dl Pulacion de las conduetas, uina «ingeni orales y politicas en orden a la mani Otra cara de este dirigi rfa de lo humano» [146-147]. i nd resa en las técnicas de persuasion, de ‘ado 0 dirigido o espectador, de conse Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 35 guir el apoyo o la aquiescencia de la opinién, que hace de la cultura un cam- po sujeto a la técnica retorica, El Barroco deviene asi un régimen persuasivo y autoritario [166]. El Barroco ya no busca la serenidad del Renacimiento sino conmover e impresionar al hacer intervenir las pasiones, los afectos: «La eficacia en afectar, esto es, en despertar y mover los afectos, es la gran raz6n del Barroco» [168]. Lo cual importa poner a la voluntad en el primer plano: «una voluntad capaz de manejar factores ciegos, perturbadores, ¢x- trarracionales, para Iegar a un resultado programado, en fin de cuentas, para imponer de todos modos su dominio» [172]. Asi, el jesuitismo se intro- duce en el coraz6n del Barroco, aunque no se identifiquen. ¢Una cultura masiva? Asi lo cree Maravall [174,y ss.], quien dice aparece precisamente cuando en Espafia hay un descenso de la poblacion a la vez que una insistencia en que las muchas gentes son la riqueza de una naci6n. Se trata de una cultura «kitsch» (C. Greenberg), de consumo, vulgar, abierta a la nueva sociedad conmovida por la migraci6n del campo a las ciudades y la consiguiente con- centracién poblacional que deriva en el hacinamiento”. No es una contracultura popular sino una cultura de baja calidad para consumo masivo [186]. La clave esté en que los grupos dirigentes se sirven de estos productos culturales manufacturados para manipular las masas, el piblico, dandoles una opinién que recibieron masivamente [194]. Estamos frente a una cultura dirigida, que manipula las opiniones, que impone el gusto, al servicio de determinados intereses, esto es, «individuos extrarra- cionalmente fundidos en sus opiniones, al servicio de la organizacién social, politica y econémica de la época; esto es, de los intereses de la monarquia y del grupo de los sefiores» [195]. «Porque todo lo propio del Barroco surge de las necesidades de la manipulacién de opiniones y sentimientos sobre amplios piiblicos» [198]. Por es0 mismo, «al dejar a la masa sin instancia objetiva a la cual atenerse y entregada a ese mas aparente que efectivo subje- tivismo del llamado gusto libre, lo que en realidad se hacfa era dejarla sin de- fensas frente al dominio de la accion configuradora que sobre ella pudieran ejercer los recursos manejados por el poder» [291]. Esta apelaci6n al ptiblico no es para resaltar su buen juicio moral, como en la Edad Media, afirma Maravall, sino mas bien al «vulgo como masa ané- nima cuyo parecer no traduce precisamente un orden natural de razona- © Hay que advertir que se trata de un anacronismo, porque Greenberg habla de fines del XIX y el XX; pero Maravall dice que se pueden rastrear elementos del kitsch en el XVIL ® La poca profundidad de Maravall no permite ir més alla, por caso, para indagar si esta lea sobre la opinién constituye una nueva legitimidad (causa formal), si dice de orden aun fin 0 destinatario (causa final) o si, en cambio es mera referencia al agente (causa eficiente). Puede incluso pensarse que es la materia del gobierno (causa material). Powered by CamScanner ‘Juan Fernando Segovia 36 inién no es lo opuesto a la raz6n 0 cien ue la opinion no es. ss bilidad», De modo seca) sino «la fuerza incontrastable de los parecent (como decian Ve “pe peligrosa, hay que encauzarla para contar con ei de I eats pec justicia 0 veracidad, porque se trata del guy independic popular. El culto de lo extra racional Elrecurso ala extremosidad, tomada como Seer aan ai ee rcién antes que la exuberancia, da lugar a una cultura de la exa. ero arghe presenta costs que CONMUCYEN, Provocan ag srcion, generan una tension en To que pone a la vista: torments tel, destruccién, dolor y ternura, por su expresién dramatica, por la apuesta a lo terrible; todo para operar sobre el Animo del destinatario en un juego de sensibilidad (cap. 8, pp. 417 y ss.) Extremosidad de la grandeza, del héroe, de la majestad del monarca, en un estado de excitacién y turbulencia que rechaza la satisfacci6n 0 compla- cencia, que aspira a lo sublime (Wélfflin). Extremosidad que busca mara- villar y sorprender. La doctrina de furor (que definirfa el estado poético) como alienaci6n de la raz6n (L6pez Pinciano), eso es la extremosidad del Barroco [429], que se define como una cultura de la alienacién, porque el alienado (el que ha salido de sf) queda en un estado de suspenso y puede ser dirigido: «apoderamiento y direccién de las masas», tal el nticleo de la politica barroca [430]. La utilizacién de lo oscuro (lo ausente o lo incom Prensible, lo espantoso) y lo dificil (Io extraordinario 0 lo enigmatico, lo Scorérico), como sucede en la emblematica, el recurso a lo simbélico y muy especialmente la anamorfosis (las deformaciones y distorsiones del objeto), sirven al mismo fin [446-448]. i el Pee pales, esta accién psicol6gica del control se vincula ala We alae age ieee imperi: del tacitismo y los absolutistas, con de ia potsias através depen eet atMinatios y a la accién sobrecogedora magia natural ~algo asf cnc 805 MABicos, aunque, claro est, se trata de esa 80 asi como posesion de ciertos conocimientos psicol6gi- entretenia a los mismos cartesianos Cos que se dan raramente i enel XVII» [437]. ae que atrae el gusto, pasa un enérg* Cer agar, endulzadamente, delet wajicionales, [...] Es una manera de hit na Preceptiva horaciana-, todg ie osamente ~segrin Ja norma de la sempite? monarquico-sefiorial» [453], "Sistema de reforzamiento de la tradicio? Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 37 Da la impresién de que en el Barroco todo fuera artificial, que los arti- ficios absorbieran la realidad, que en el teatro todo fuera «tramoya» [475 y ss-], y que todas estas ficciones se emplearan para fines extrarraciona- les, dirigidos a la emocién, como dice Maravall, usando de un concepto equivoco, pues la admiracién, la sorpresa, el asombro 0 el maravillarse son racionales, Como si el artificio humano se justificase en si mismo y por sf, como si no se dirigiese la mayor parte de las veces a algo que lo trasciende ya que apunta, El Barroco de Maravall Llegamos de este modo a la concepcién del Barroco como una cultura que se vale de una multitud de elementos con el fin de manipular los hom- bres, dirigir las masas, que es lo mismo que privarlas de la libertad sujetando- las asus redes de dominacién: «... una sociedad que, en vista de su situacién, se encuentra con que sus clases dominantes necesitan atraer una masa de opinién, y atraerla por los cauces extrarracionales con que se acttia sobre una masa»... [507]. Se trata, dice mas adelante estudiando la pintura barro- ca, de una «lirica ingenieria de lo humano», cuyo propésito es «... saber pe- netrar en los dnimos y en las voluntades, y, en consecuencia, respecto a saber dirigir y mover a las gentes, multitudinarias y anénimas»... [519]. Una critica Me detendré en algunos puntos. Primero, es una historia unilateral, como dije, a la que bien cabe el juicio de E. d’Ors: «Tal partidario del verso libre fruncird el entrecejo ante la piedra libre»®!, Segundo, hay un larvado enfoque te6rico marxista que colorea toda la obra. O, si se quiere, el vicio de los historiadores modernos de juzgar con critevios solamente modernos, en especial, con los ojos de la economia y el progreso material; y también la libertad espiritual al estilo de Erasmo, con Su religién minima y reformada. Lo que lamentan estos historiadores es «la desviacién espafiola de Europa»™. O, si se quiere, esta el lamento de Tierno Galvan: cuando el destino de Europa estaba en Maquiavelo, Espafia se em- peciné en ignorarlo. {Mal sino el de Espatia, querer vivir conformea la religién catdlica, a con- trapelo de un mundo que ansfa vivir segtin los valores econdmicos y prefiere laherejia protestantel jPobre Espafia que ha decidido recordar la naturaleza caida del hombre y «vivir de espaldas a lo sereno y confortable»! Lo que no 2 p’Ors, Lo barre cit, p. 23. ; ® ApeLLAN, Del Barroco a la Mustracién, cit., p. 72. 8 Enrique LAFUENTE Ferrans, «Introduccion» a Wersnacit, ElBaroc, arte de a Contrarnor- ‘ma, cit, p. 31. ADELLAN, Del Barroco ala lustacién... cit. p. 56, contrapone la dorada medianta Powered by CamScanner Juan Fernando Segovia 38 ce perdona a Espaiia es la intransigencia pecans lot reformadas i ido estandarte en Ia lucha contra el moro”, e ‘aber abierto ny tema 1a evangelizacion: América, Africa y Asia. El Nlad desviviéndose dg los espaiioles, que Garcia Morente subrayO del espano| |, como servicio aal i i sino la salvacion del alma®, es para estos sejion, gue no es la vida misma, sino | ae par s abandonar el tren de la historia, renunciar a la burguesia y al progreso ey libertad. Tercero, en texto tan voluminoso, que define al Barroco por el mona. quismo absolutista y un afinado sistema de control ¢ intervencién cultural que va de lo religioso a lo econémico, es un verdadero fallo no estudiar nila monarquia, ni las estructuras sociales de poder, ni la Iglesia y la religién, y sise dijera que remite a otras obras suyas, cabe entonces redargiiir que este libro que pretende de teorfa del Barroco, es incompleto, parcial, trunco. Cuarto, hay un olvido de la teologia y casi nada de filosofia, como no sean vagas impresiones. Tampoco es valido el recurso a las remisiones, porque desautoriza una obra sobre la cultura barroca que se asienta en exclusiones de aspectos centrales de esa cultura. Quinto, muchas cosas dice Maravall son rasgo fundamental del Barroco: el movimiento y el inmovilismo, la cultura masiva y la crisis en la base socio- econémica, el dirigismo represor y la libertad burguesa o el individualismo moral, el pesimismo y el egoismo, el racionalismo no tan racionalista pues explota los factores extrarracionales, el tradicionalismo y el énfasis en la no vedad 0 la «pasion transformadora» [482], etc, Pocas veces mostr6 su col Patibilidad; menos veces not6 la contradiccién; jamds hall6 una solucién ala paradoja, como no sea la manipulacién. Parece creer Maravall en la identi dad de los contrarios, que, en su pobre filosofia, es impotente para avanzat més alld de lo sensible”, Fenacentista (aurea mediocrtas), representada en la niet la renuncia y entrega absoluta del Barroe: Como quien enfrenta raz6n a pasién, + Seme ocurre un ejemplo que suelen repetr estos historadores la expulsin eos Tos ¢s una de las causas de la decadencia espaol, Alaluzde Tivespeticncks actuales con sarTacenos ano sera que se evité acertadamente una infeccién que hubiera desdibujado la na" fleas spas Y Producido un atraso mis grave del que se imputa? El erasmism hubie® sin duda, conducido a tal final, Esto sin entrar en el detallc histériee de esa expulsi6t Manuel Gancfa Monee, cldeas para una filosofa de le Flisroria de Expano>, 0 08 dela hispanidad (1947), Madrid, Espasa-Calpe 1961, pp, 129-999, ¥ Ramiro DE MAtz10, Dd dela Hispanidad, Madtid, s/¢, 1934, p.72, lodice ah, i ‘ocupado demasiado de los demas taférica philosophia Christi de Brasmo,? -0, ejemplificada en la devoci6n a la Sagrada Host (Madrid), n. 70 (1968), pp. 767-805. Bs hie «La historia de la Hispanidad a la luz det pp.881-896. a No pueds evtar transcribira Eugenio d'Ons, op, ci, p. 8: «Siempre qe enema reunidas en un solo gesto varias intenciones contradictorias, el resultado estilistico Pe "n comtin, en los té Powered by CamScanner Barroco y Barroco espatiol Sexo, América hispana no existe en su obra. La obra magna de Espaii el descubrimiento y la conquista de América, y lego su gobierno misional, estan ausentes, como si el Barroco hispanoamericano fuera de poca monta. Enorme ignorancia. 3. EL ETHOSBARROCO La construccién del Barroco de Maravall es, por completo, una tergiver- sacién: por lo que olvida, por lo que desconoce, por lo que calla, por st método histérico, por sus falacias y contradicciones. Hay que preguntarse, entonces, qué es el Barroco. _ El argentino Angel Faretta, especialista en el arte cinematografico, en- tiende que si etimolgicamente barroco es lo imperfecto (en referencia a la perla inacabada, que se decia barrueca), en lo artistico y espiritual refiere la conciencia de la imperfecta naturaleza humana, «del cardcter irremediable- mente bajo, caido, insuficiente, que tiene la labor humana», algo asi como la toma de conciencia, en el plano de lo material, «del cardcter imperecedero de nuestro estado de caida». Por ello define al Barroco como «la conciencia en el hacer, el pensar y el poetizar, de su caracter irreductible de cosa hecha, de artificio, de “ser a la mano”, de ficcién, de eslabén y no de cadena, de es- calén y no de escalera, de sombra de verdad y no de verdad»*”. La naturaleza cafda impide toda autonom{a®. El Barroco artistico sera una reaccién contra la autonomia del arte (y, mas en general, del espiritu) ala categorfa del Barroco. El espiritu barroco, parece decirlo vulgarmente y de una vez, no ‘sabe lo que quiere. Quiere, al mismo tiempo, el pro y el contra, [..] Se rie de las exigencias del principio de contradiccién». 2 Angel Faretta, El concepto de cine, Buenos Aires, Djaen, 2005, pp. 65 y 64, respectiva- mente, Enconsonancia, el escribe P, Juan DE MARIANA, Del re y de (a institucén rel (1599), en Obras, Madrid, Atlas, 1950, tI, p- 529: «Nos recuerda la religién el antiguo crimen por el cual hemos sido precipitados a ese abismo de males y tormentosy los suftimos con mayor resig- naciSn, pensando, por otra parte, en que Ia divina Providencia nas lo da para bien nuestro, afin de que, tomados sin tasa los dems placeres de la vida, no degraden nuestra naturaleza nuestra tagén ni nuestro entendimiento. Afiddase a esto la idea de una vida futura mucho mas feliz que la actual, y sobre todo lade los diversos castigos con que son expiadas las faltas de los hombres, consuelo increfble para los que sufren». Volviendo a d’Ons, Lo barrco cit, pp. 3536, airma que la esencia del Barroco «esti secretamente animado por la nostalgia del Paraiso Perdidos. Por ello, «cualquier arte de reminiscencia o de profecta es siempre mis o menos barroco., ¥ paginas después, en la 77, escribe: «La lucha entre Agustin y Pelagio es aun episodio de la lucha entre lo clésico y lo barroco», mas en el sentido que el Barroco es Pelagio por su reivindicacin de la naturaleza frente a la gracia o, mejor, la naturalidad ce lo sobrenatural, que atribuye a la Contrarreforma (p. 79). Un disparate, : % Escribe Enrique LAFUENTE FERRARI: «Engendrada en un momento de peligro para la unidad religiosa de Europa, esta nueva sensblidad deja de lado el artificial mundo plaénico de los humanistas para plantearse de nuevo los eternos y angustiosos problemas del hombre y, en primer lugar, los de su liber primer lugar, iad salacién, su responsabilidad y su miseria, El hombre ya no Powered by CamScanner ‘Juan Fernando Segovia 40 i \e indiferencia (separacién o 4: propia del Renacimiento ena ave ee de SAR mo amiento) entre lo religioso y lo lo el. caicns mae jesuitas del denominado poilatch 5 dlesgaste ritalin a exceso sacrificial, el exceso como forma ritualizada del 1p ss aue todoe pueblos han desplegado en su historia. El concepto, rma Fare a, es cen tral al Barroco, desde que los jesuitas a este elemento primi Wo agregaron otto tipicamente cristiano: inscribieron el hacer humano en la naturale, caida del hombre y su expresién elemental, la muerte; ms general ing it i6 ari ‘i bieron el exceso ritual en la Revelacion, para remarear el carécter gig del mundo cristiano, como una «sobredimensién mimética»”, «Sila meta, la ambicién del hombre renacentista era una plena ~y ya clan y distinta- homologacién de la creacién humana como imitatio Det lose Suitas, mediante el descubrimiento del concepto de potlatch, limitaron ta ilusoria perfectibilidad, recurriendo a una paradjica practica sacrificial en 1a cual el exceso, lo inacabado, 1o mévil, lo indeterminado y lo turbulento servian para confesar la imposibilidad de tal perfecta y humanamente al. canzable imitatio Deisofiada en ese periodo. Excediéndose tanto en el tema, en la diégesis, como también en la forma, el proceder barroco reintrodi. Jo la idea, el concepto de limitacién humana, mediante el tornar excesivos los medios empleados para tamafia y paraddjica re-ritualizacin de la esfera estéticar™, s aquel ideal sefior del mundo, bello y sereno, que domina fécilmente, como en un eército Hatural, sus pasiones y sus contradicciones interiores, [..], sino la criatura teiiida originalmente de pecado que sélo podra emanciparse de él mediante la entrega de esperanza a su Creador, valorada Por unaascética severa» (Apud ABELLAN, Del Barroco a la Mustracién, cit., p.52). coe pet a fet del cine cit, p. 71, define al potlatch como el Procedimiento «por 80 formal, la imposible imitatc definitiva, id es, miticas», Es lo que siempre do, la acumulacién exag erada, Io grotesco, or HATZPEI incluso lo monstruoso (0, en palabras de Kat » P. 19, la «liberacién de las fobad 5 no simplemente como > ORME creadora relacionada con el Crea. irl eae P60. ¢Se aproxima este concepto al de p'Oxs? Et Barrocs cit ~ due el clasico es un espirit imit rit tanto 1 Barroco es un espiritu que imita la naturaleza. Sin cee al ee zo cit, p. 71, apunta {a inquietud, emplazéndola en un torbellin ¢s decir: lo eterno (sobren, (Preternatural). En este aparente inn mundo humano esta marcada por lo mévil, por © en el que se hacen presentes el cielo, la tietf@Y ent), 10 pasajero (natural) y lo ajeno al mundo enel cual: lo terreno y lo extramundano se expan una firm; esta escision rai sta, en com humana». Hayaqui una exicadin a verticalment ade sitada dimensi6™ trohed toe. cit, p. 398, que catPretacién de Benjaan, «El origen del Traua™ ‘acton igual que la sagrada», el arte barroco, u ae especialmente en Ia alegor’a, Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 41 : Baltasar Gracian, escribié en el mismo sentido que «el buen arte com- pl ene la imperfecta naturaleza», porque «es el arte complemento de la naturaleza y otro segundo ser, que por extremo la hermosea y aun pretende excederla en sus obras», Ese arte, el artficio, «es gala de lo natural, realce de su Ianeza»®!, La acci6n humana que calificariamos de barroca es sin duda transetinte, contingente, pero apuntando més alld de ella misma, a ese «més alla del mundo» subrayado por d’Ors®, Se sublima lo cotidiano en un trabajo de exuberante abundancia 0 de desnuda sencillez, segiin el caso, que se pre- senta como servicio humano ofrecido de miiltiples maneras a la fe y a la autoridad, como expresién de una mentalidad predominante catélica, reli- giosa que, sin duda, ha cambiado desde el XIV al XVII y se expresa ahora en forma novedosa®, Asi como la politica apunta a un fin humano que est4 mas alld de ella, el arte barroco también presenta una finalidad que lo excede, que lo supera en su grandeza y que se representa majestuosamente™. Si bien hay que reconocer que en este Barroco se mezclan, también, la sensualidad, la fealdad y la mundanidad, «las heroicas violencias de la pasién» mentadas 3 Baltasar GraciAn, EI Critic, I, crisi 8, en Obras completas, Madrid, Biblioteca Castro- ‘Turner Libros, 1993. Carita, El Barvoco literario hispénico, cit, cap. V y V1, acierta al precisar que en el Barroco no se trata de la belleza natural (Io bello) sino artificial, que lama «lo em- bellecido». Lo que podrfa traducirse en las palabras de Hazret, Estudios sobre el Barroco, cit, p. 63: el realismo barroco, en contraste con el convencionalismo humanista, «habfa por fuer- za de adoptar una sublime y estilizada, més bien que naturalista propensién a lo grandioso». fi. OROZCO Diaz, Manierismo y Barroco, cit, pp. 44y s. % p'Ors, Lo barroca, cit, p. 18. Con las palabras de Harzrei, Estudios sobre el Barroco, cit., p. 522: «Los humanistas evitan toda especulacién metafisica; los autores barrocos cultivan y fomentan la meditacién religiosa. El humanismo implica observacién clara y sagaz de los he- chos reales; e] Barroco significa predominio del sentimiento, que desfigura y colora las cosas vistas, elevindolas a lo sobrehumano y trascendental>. 33 «A nuestro modo de ver el espiritu y arte espafioles tienen afinidad con lo barroco desde los primeros tiempos y se oponen al clasicismo, italianismo, espiritu de armonia, de geometria, de belleza amable; con otras palabras: al equilibrio grecorromano. ¥ lo que se pone a esos rasgos es el gran ademan del heroismo desmesurado, el paradéjico entrelaza- miento y asociacidn de ideas y palabras, el lenguaje intensamente figurativo, la constante mezcla de religin y sensualidad y los extremos de crueldad y de intolerancia ortodoxa». Helmut Hatzrep, El predominio del espiritu espaiiol en la literatura europea del siglo XVII, Ma- drid, Instituto de Filologfa, 1941, apud CantL1.a, El Barroco literariohispénico,cit., p. 18. Véase Harzrenp, Estudios sobre el Barroco,cit., cap. XIII: «Misién europea de la Espafia barroca», y el «Epflogo». a F : 3 Algo percibi6é Maravall cuando escribié: «La obra barroca parece seialar hacia algo colocado mas alld de ella misma, como si ella misma no fuera més que una preparaciény. Maravatt, La cultura del Barroco, cit., p. 441. Pero naufraga en el intento por haber cer- cenado la dimensién vertical de! Barroco (s6lo ve intereses pedestres) y diluir toda la experiencia barroca (artistica, econémica, politica) en una cultura de manipulacién de las masas. Powered by CamScanner a i Juan Fernando Segovia por d’Ors®®, que pueden alterar la alteza de sus miras**. Contrastes tipigg mente humanos. Porque en el Barroco se hacen presentes la grandeza y la miseria hung nas; no como en los humanistas, para quienes la grandeza equiparaba 4 hombre a Dios (Pico de la Mirdndola) y las pasiones eran exaltadas come norma de vida a la altura de la raz6n (Lorenzo Valla). No. En el Barroco miseria humana se muestra en las mil servidumbres de la vida, y la grander en la misericordia de Dios, en los dones recibidos, en el deber cumplido®, Asiste la razon a Abellan cuando seiiala, a propésito de Calderén de la Ba ca, que se trata de «la meditacién de lo que dura la gloria de los imperiosy las naciones, la vanidad de la fama, asi como lo préximo que estén en la vida, la victoria y la derrota, la cima y el abismo, la plenitud y la nada, la vida yl muerte», Por lo mismo, no puede asociarse simplemente lo barroco a lo irracional © lo visceral o lo no sujeto a norma, como por momentos quiere d’Ors*, como si el vitalismo naturalista fuese lo contrario del racionalismo, o lo irre gular fuera informe. A fuerza de tensar la oposicion, d’Ors acaba exageran- do ciertos elementos del Barroco. Es posible que el Barroco busque, como quiere d’Ors, «Ja humillacién de la raz6n»"!, pero en todo caso es de la razén ® p'Ors, Lo barreco, cit., p. 24. * Es la vieja tesis de Arthur HOnscuer, que recuerda Carita, El Barroco literari his Panico, cit, cap. IV. Como escribe ALBorG, Epoca Barroca, cit., p. 13: «Cultivo del contrast, claroscuro (en las artes plisticas), ‘que se manifiesta en lo literario con el enfrentamiento de contrarios, el placer de la antitesis, la contraposicién de lo hermoso y lo feo, lo religiosoy lo sensual, lo refinado y lo vulgar, lo tragico y lo cémico, lo estilizado y lo grosero». Y agregae” Pp. 14 que la caracteristica central del Barroco es «la existencia siempre amenazante desu antipoda». Bruce W. WaRpRoPPER, «Introduccién», en Rico, Historia y critica de ta literatura espariola, vol. Ik: Sigios de Oro: Barroco, cit, pp. 16 y 17, afirma que caracteriza al Barroco coincidencia de los opuestos, «que a su vez fomenta su propensién a la yuxtaposicién y 2 brit peace any att «una profunda necesidad de reconciliacién». Sin embare i, ‘un elemento cl Fl - tar contates gue searant® lave que Harzrut, Estudios sobre el Barc, ci, pp. 47-48, 9P4 * Warpropper, «Introduccién», loc, cit, p. 11: «Esta lit én profundame™ te religiosa, incluso en sus manifestaciones ERcinaceer ts acdc por medio df la sensualidad, y hasta de la carnalidad». Cft el excelente libro de HatzrEb, Estudios 0b Parra, cit pasin y el de Onozco Diaz, Manirimey Barren cit: passin. “ tambien ce game a tc Sit pp. 196-107, Sin embargo, como Maravall, ADE amb una vertical de la creaci6n barroca. es sein cua ion ee cit, pp. 79-80: «Siendo, por esencia, todo clasicismo intelectual sis tiers nanan age eames or abe no, tina veneracién ante la fuerza». © Ex oe de daaennbién emparentar Barroco y pantetsmo por aquello de fundies on tre la virtud y el pecado (dbid., PP. 78 yss.). tre lo bueno y lo malo, entre lo bello y 10 fe Powered by CamScanner Barroco y Barroco espafiol 43 soberbia que, de imitadora de Dios o la naturaleza, se vuelve su sustituto". Es cierto que en el Barroco el espiritu imita a la naturaleza, mas no que en el clasicismo el espiritu se imite a si mismo, al espiritu*’, porque todo arte, obra del ingenio humano, imita la naturaleza, y hay en ello siempre una unidad espiritual no carente de vital dinamismo expresivo. E] problema del Barro- co, aun tratando de exponerlo desde la filosofia, no puede ser tan compli- cado que sea siempre un eterno estar contra“: contra la unidad, contra el orden, contra lo racional, contra la regla, contra la indistincién, etc.; como si la oposicion definiera los caracteres barrocos: la pluralidad, la libertad, la vida, lo desarreglado, lo distinto, etc.". Asi como Maravall no contempla en su reconstrucci6n de la cultura ba- rroca el espiritu que la preside, Ia dimensién vertical de la vida; asi podria decirse sin temor que d’Ors, en la persecuci6n de categorias universales, ol- vida los momentos de la ruptura histérica que advienen con la Modernidad. E] Barroco no es una revuelta contra lo clasico simpliciter, es si una revuelta contra lo clésico entendido por la Modernidad, es decir, contra lo moderno. Y ssi lo cldsico moderno quiere ser una imitaci6n de la antigiiedad, no por ello debe admitirse que la prehistoria es la fuente de inspiracién del Barro- co", Sobre todo, no parece cuaje con el Barroco de las Espaiias"”. Volviendo a la conceptualizacién de Faretta, se debe entender que el Ba- rroco expresa fuertemente la singularidad de la vida humana, individual 0 colectiva, como la representacién de las existencias en lo que tienen de te- rrenas pero en tensién hacia lo sobrenatural", «Bajo este prisma -escribe Bravo Lira- se mira al mundo como un teatro, a la vida como un especticulo y a los hombres como actores. Entre el nacer “@ W, Tatarkiewicz, lo dice a propésito de Baltasar Gracin: «El arte era para él un com- plemento de la naturaleza, un segundo Creador que embellece a la naturaleza y a veces la supera...» (Wladyslaw TATARKIEWICZ, Historia de la estética, I: La estetica moderna 1400-1700, Madrid, Akal, 1991, p. 497). ® p'Ors, Lo barre, cit, p. 86. 4 Eslaimpresién que se tiene de la lectura de d’Ors, no obstante que diga que el Barroco ano sabe lo que quiere» porque lo quiere todo, el pro y el contra a la misma vez. ‘5 Si as{ fuera, se reducirfa el Barroco a la anarquia, seria la expresién peculiar de todo Acrata, de los ingenieros de caos. © ‘D'Ors, Lo barroo, cit, p. 89. Contra la pretensién de d’Ors, habria que sefialar que su exposicion es, a pesar de sus declaradas intenciones, mayormente del arte barroco; que pocas veces ha cruzado esa fron- tera para adentrarse en terrenos filos6ficos, juridicos y politicos; y que cuando lo ha hecho ¢s para atribuir al Barroco el pantefsmo y el romanticismo. Ademés, el espiritu del Barroco evocado por el Paraiso Perdido —que podria decirse su columna religiosa- se evapora y pierde a medida que avanzan las paginas. ¥lo que aparece para reemplazarlo es el paganismo prehis- t6tico. Lo que harfa de su teorfa de Barroco una versién de lo que él mismo apel6 Barecchus officinalis, a 8 Es lo que CALDERON pone en boca de Rosaura en La vida es sweria: «¢Quién por vanaglo- ria humana / pierde una divina gloria?» Powered by CamScanner Juan Fernando Segovia ¥ el morir, cada cual representa, ante Dios y ante los dems, un papel como él mismo, es inico e imepetible. 0 sea, lo que cuenta son los hong concretos, las personas, mas aun, el personaje que es cada uno y el m como cumple su papel ~grande o pequefio~ en este gran teatro dela he ria. De ahi el sentido barroco de la temporalidad de la vida, de la dignigey de las personas, y de la fiesta, como hito que jalona el diario vivir», Tal vez el Barroco exprese una prolongacion de ciertas actitudes reng centistas®; sea, pero enderezadas no al elogio del hombre sino a reponerlg en un mundo que es tensién de lo cotidiano y lo eterno, de lo natural y |g sobrenatural, de lo secular y lo eclesial®'. ¥ esto sin que se pueda creer puro jesuitismo u oscurantismo inquisitorial, pues, como sefialara Elias de Tejada, «al doblar el 1600 era nuestra peninsula tierra libérrima més que ninguna otra, y desde luego infinitamente més que la Inglaterra de los tristes purita nos o que la Suecia del gentil Messenius»**, 4. Et BaRROco HISPANICO Concentrémonos en el mundo espafiol del Barroco. ¢Es el Barroco la esencia de lo hispanico, de las Espaiias? Cabe preguntarse, con Elias de Te- jada, el Barroco hispanico ;es la puesta en marcha de la Contrarreforma en ¢l suelo peninsular? Elias de Tejada lo cree asf y ve en ello una expresion ge- nuinamente hispana; Abellan, en cambio, diciendo que lo troncal del Barro- co es la ideologfa contrarreformista, le asigna un cardcter negativo, indice de la decadencia®. © Bernardino Bravo Lina, «América y la Modernidad: de la Modernidad barroca eit tradaa la Postmodernidad», Jahrbuch fir Geschichte Lateinamerikas-Anuario de Historia de América Latina (Berlin), n. 30 (1993), p. 415. % Orozco Diaz, Manierismo y Barrwo, cit., pp. 33-34, entiende que el Barroco trabaja con las formas renacentistas como ajenas, en lucha con ellas, «acabando con el equilibria, 4 armonfa, la claridad racional del clasicismo, haciéndole decir asia esas formas lo contrario d¢ Jo que por si mismas representaban». % Especialmente si el Renacimiento espatiol esta definido por la monarquia hispénicaY Ja ampliaci6n de las Espaiias en América, segtin la interpretacién de Federico de Onis, bajo el santo manto de la religion catélica renovada en la Contrarreforma, agrego. ft: ABE LLAN, La edad de oro, cit. pp. 21-23. El catolicismo que figura en mi agregado, Abellan (pp. 287 32) lo califica de nefasto por la utilizacién de la religion para fines politicos. ee % Francisco EL{as DE TryaDA, «Bases filos6ficas del pensamiento politico de Miguel © Cervantes», en AAW, XIII Congrsso Luso-Espanhol para o progresso das ciéncias, tomo Vlb boa, Associacdo portuguesa para o progresso das Ciéncias, 1950, p. 48. yen 8 ADELLAN, Del Barvoc la Ilustracién cit.,cap. H, pp. 51 y ss. En cambio, eseribe CAR EL Barroco literario hispénico, cit., p. $4: «Es indudable que el Barroco nos convence COM? stacién de perfil cristiano. Mejor dicho, catélico, Y, con mas exactitud atin, aS de ideales de la Contrarreforma», Powered by CamScanner Barroco y Barroco espaiiol 45 He aqui cl gran tema. El Barroco, de la oscuridad y lo tragico, la ruin a.una crisis econémico-social? tura del Barroco? versa? ¢Qué difere gesun tiempo de decadencia, el tiempo 1a de Espaiia*? ¢Es el Barroco la respuesta ¢Coinciden absolutismo monarquico y cul- éFue la religién més decisiva que la monarqufa, o a la in- ncia al Barroco espaiiol del europeo? La hipoteca En un libro que se publicé aftos después de su muerte, José Ortega y Gas- set pinto a brochazos el bastidor sobre el que trabajarén los historiadores: Espafia en el Barroco se habfa encerrado como el Tibet. Escuchemos al ensayista: «Esta enfermedad fue la hermetizaci6n de nuestro pueblo hacia y frente al resto del mundo, fenémeno que no se refiere especialmente a ia religion ni a la teologfa ni a las ideas, sino a la totalidad de la vida, que tiene, por lo mismo, un origen ajeno por completo a las cuestiones eclesiasticas y que fue la verdadera causa de que perdiésemos nuestro Imperio. Yo le llamo la “tibetanizacién” de Espaiia. El proceso agudo de ésta acontece entre 1600 y 1650. El efecto fue desastroso, fatal. Espaiia era el tinico pais que no s6lo no necesitaba Contrarreforma, sino que esta le sobraba. En Espafia no habia habido de verdad Renacimiento ni, por tanto, subversién»®. Esta tesis, que se repetiré por otros de mil maneras y con millares de ad- jetivos, tiene, a mi ver, un trasfondo intelectual definido: acusar a la religion cat6lica, ratificada y fortalecida en Trento, del atraso y la cerrazén espaiio- les*?. {La vieja tesis ilustrada del XVIII que condené ai Barroco por el oscu- 4 Sigmund MENbeZ, «Del Barroco como el ocaso de la concepeién alegérica del mun- do», Andamios (Ciudad de México), vol. 2, n. 4 (2006), pp. 147-180, a p. 151, nota 4, cita la tesis de Fernando RopriGuez De LA FLor, Barroco, Representacién e ideologia en el mundo hispani- co (1580-1680), Madrid, Catedra, 2002, p. 41, para quien es en los dominios simbélicos en los que se opera una cierta «destruccién espiritual de Espafia, asistiéndose entonces a la quiebra definitiva del proyecto humanista»; concepto que acompaiia Méndez, redoblando la apuesta ya que la tal destruccién espiritual de Espafia, dice, «es la escenificacién nacional de una des- truccién mayor: Ia de la Wellanschauung grecolatina-cristiana en el Barroco». No muy Iejana est4 de la lectura de Abelldn que define al Barroco, al igual que Maravall, como la decadencia espafiola, . 5 Esla tesis de MARAVALL, La cultura del Barroco,cit., para quien el Barroco es la respues- taa las fluctuaciones econ6micas y las alteraciones sociales del siglo XVII, un choque entre fuerzas de cambio (dice en pp. 68-69) y otras conservadoras, como si el Barroco paralizara las innovaciones renacentistas. ; % José OrTEGA Y GASSET, La idea de principio en Leibniz, en Obras completas, 2* ed., Madrid, Revista de Occidente, 1965, t. VIII, p. 356. Es la reiteraci6n de ideas que estaban ya en La v- luntad del Barroco (1915) y Goethe desde dentro (1988), entre otros. : 37 El propio Ortega escribi6 que la més perjudicada por la Contrarreforma fue Espafia, quien la condujo y realiz6, suftiendo un «dafio definitivo> (La idea de principio en Leibniz, cit. p-355). Powered by CamScanner

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