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EzeEQuUIEL ADAMOVSKY Va Rec AY Historia de la clase media argentina Apogeo y decadencia de una ilusion, 1919-2003 SPlaneta ‘Adamowsty. exequiel Titers dn clase media argentina ad. — Buenos Aires: Plants 2008 Seip 2set5 em 4. Historia Argentina Tao Diseio de cubierta: Departamento de Arte de Editorial Planeta ‘isto de interior Orestes Panteides (© 2009, Ezequiel Adamowsky Derechos exclusvos de edison en castellano reservados para todo ol mundo- (© 2007, Grupo Baitortal Planets SAIC ‘ablicda bao el elo Planets® Independencia 1668, 1100 ABO, Buenos Aires, Argentina wera edtoriaplanets comm at 1 edie julio de 2009 ‘000 eeplares SBN 978-950-49-2106-6 Irmptev en Primera Clase tnpresores, ‘California 1231, Capital Federal, ‘enel mes de junio de 2009 Hecho ldepasto que prev ey Timprec cals Argentina cc gratcin a beacon! ei perm eto del eta Dedicado a Carolina, Santiago, Pablo y Jimena, por la alegria de vivir en un mundo en el que también viven ellos < ie oh, : : SEGUNDA PARTE La bebida de los : hogares distinguido: Hacia la formacion de una identidad de “clase media” Los primeros pasos, 1919-1943 Fhe Roc Captruto cinco Las condiciones de vida de los nuevos sectores Elmito de la “modernizaci6n” social de la Argentina, que hoy forma par te del sentido comin, afirma que a medida que los sectores medios se fueron haciendo mas numerosos por obra del desarrollo del capitalis. ‘mo, fueron tomando conciencia de sus intereses y de lo que tenian en comiin los unos con los otros. Hacia principios del siglo XX —se nos dice—una verdadera “clase media” habria adquirido tal solidez que poco después, con la eleccién de Yrigoyen en 1916, conseguiria instalar un gobierno que representaba sus intereses. ;Pero habia realmente algo en comtin entre todos estos nuevos sectores cuyo ntimero crecia sin cesar? glenia raz6n Germani en creer que s6lo porque no eran obreros ni for maban parte del punado de hombres mas ricos del pais conformaban una “clase media” que pudiera reconocerse como tal? Para afirmar que todos esos sectores constitufan una clase, habria que demostrar no solo ‘que su situacién era diferente tanto de aquella de la clase “baja” como de aguella de la “alta’ sino también que existia algiin elemento que los unificaba, Suelen tomarse en cuenta dos criterios para establecer si exis teuun minimo de homogeneidad entre determinado grupo de personas como para considerarlas una “clase”, Para algunos, se trata de determinar sisus condiciones objetivas de vida son similares. Por ejemplo, si com > parten un nivel de ingreso o un tipo de trabajo parecido, o si sus intere ses econémicos las enfrentan a problemas semejantes. Se supone que si 6c es el caso, tenderén a desarrollar una identidad que las unifique y a adoptar formas de conducta politica mas 0 menos parecidas. Otros afir- ‘man, en cambio, que lo que importa a la hora de definir clases sociales son los aspectos subjetivos, es decir, si determinado grupo de personas “se siente” @ acttia como parte de un mismo grupo social (independiente- mente de cuales sean sus condiciones objetivas de vida). En este capitu lo describiremos cémo era la vida de cada sector para ver si existia una minima homogeneidad entre ellos 0 algiin otro elemento objetivo que los unificara como clase. En el capitulo seis indagaremos en las formas de organizacion gremial y los reclamos especificos de cada grupo, para ver si se fueron tejiendo entre ellos formas de asociacién amplias, 0 sila reivindicacion de sus intereses dio lugar a una identidad de“clase media” Vipas pisiies Comencemos por la vida de los profesionales universitarios. A dife- rencia de otros gremios de lo que hoy consideramos “sectores medios”, los abogados, ingenieros, médicos, ete., poseian una credencial univer. sitaria que por sisola les otorgaba un prestigio social considerable. Hacia fines del siglo XIX y principios del XX formaban claramente parte dela cupula “decente” de la sociedad y no necesitaban mas prueba de ello que su propio diploma. El escritor Eugenio Cambaceres notaba en 1881 que el titulo de “doctor” abria las puertas tanto de los altos cargos puiblicos como del Parlamento, las academias y los clubes sociales de prestigio, mientras que no poseerlo relegaba “al olvido” a personas igual 0 mas talentosas.' Por otra parte, todavia en este momento la mayor parte de quienes accedian a las universidades solian ser hijos de la élite, de modo ‘que habia bastante coincidencia entre tener un titulo y pertenecer a la clase alta. En general los “doctores” se desempefaban como profesiona- les “liberates”, es decir, en sus propios estudios 0 consultorios, aunque también los habia ejerciendo a cuenta del Estado 0 de empresas. Algu- nos podian combinar el ejercicio profesional con actividades producti- vas 0 comerciales independientes, como los farmacéuticos duefios de farmacias 0 los ingenieros constructores. La relativa escasez de diplo- mados les aseguraba un nivel de vida respetable, aunque no siempre fue- ra holgado. Desde al menos 1870 pueden hallarse quejas por los niveles de ingresos que percibian, por ejemplo, algunos profesionales de la salud, Pero sélo hacia la década de 1930 comienza a notarse una inquietud intensa entre médicos, ingenieros, abogados, etc., respecto de su situa- cién econdmica, Por entonces la oferta de servicios de profesionales habia crecido notablemente, principalmente a causa de la mayor apertura del ingreso a las universidades para sectores sociales mas amplios, que se da principalmente en Buenos Aires, Cordoba, Santa Fe y Entre Rios hacia principios del siglo XX y més claramente luego de la Reforma Universi- * Bugenio Cambaceres: Pot-Pourri. Misica sentimencal, Madcid, Hyspamerica, 1985, pp. 24-25. taria de 1918.? Por otro lado, ya para entonces habia un niimero impor tante de profesionales bajo relacin de dependencia, trabajando como asalariados en hospitales o reparticiones estatales, o en empresas priva- das, percibiendo en muchos casos sueldos que no cubrian sus expecta- tivas. Roberto Arlt notaba en 1933: Hay farmacéuticos que ganan ciento ochenta pesos y trabajan ocho horas iarias, hay abogados que son escribientes de procuradores, procuradores que les pagan doscientos pesos mensuales, ingenieros que no saben qué cosa hacer con el titulo, doctores en quimica que envasan muestras de importantes droguerias. Parece mentira y es cierto. Pero,en general, la posesion de un titulo universitario todavia garan- tizaba en estos afios, tanto alos que estaban bajo relacién de dependen. cia como a los independientes, un estatus y un nivel de ingresos clara- mente superior al de otro tipo de actividades. Aunque también “diplomados’, los docentes solian tener condiciones de trabajo ¢ ingresos bastante peores a los de un profesional universitario. En estos afios la gran mayoria trabajaba en relacién de dependencia, en general en el Estado, aunque también los habia en establecimientos priva~ dos. En 1905 habfa en todo el pafs 14.111 maestros y en 1932 el numero habia ascendido ya a 53.858, la enorme mayoria de los cuales (84,7%) eran mujeres. Sus sueldos eran magros y el Estado los pagaba muchas veces con grandes demoras.* Con frecuencia el acceso y permanencia en un cargo docente estaban sujetos a las vicisitudes politicas: no era inusual que una maestra fuera nombrada y removida varias veces segtin la voluntad de gober- nadores, inspectores o directores de escuela. Las condiciones de trabajo y Jos sueldos para los profesores del secundario eran algo mejores y no castal- ‘mente eso se vio reflejado en la menor proporcién de mujeres que accedia esos cargos (para no hablar de la situacién en las universidades, donde todavia en los afios treinta la presencia de profesoras era infima). Sin embar- g0, independientemente de sus sueldos y condiciones laborales, los docen- tes tampoco tuvieron necesidad de hacer grandes esfuerzos para demostrar ? Sexgio Baga: Evolucidn historica de la estatificacion social en la Argentina, Caracas, UCY, 1969, p67 » Roberto Arlt: “La tragedia del hombre que busca empleo" en Aguafuertes portenas, Buenos Aires, 1933, * Vease Werfield A. Salinas: El magisterio argentino y su organtizacién, La Plata, Asocia «in de Maestros de la Provincia, 1910, pp. 75-85. 3 i t ' especie de “apéstoles laicos” del progreso.° Por otra parte, la rapida expan. sin de la escolarizacién por obra de las pol te macho tiempo un exceso de oferta de puestos de trabajo para los maes. tros con titulo habilitante. En la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, 57% de los maestros en funciones en 1882 no tenfa titulo, Pero las Escue! las Normales irian formando a los docentes requeridas, de modo que el porcentaje se reduciria a s6lo 1,3% en 1922. Por entonces se hacia ya sen- tir la preocupacién por el “proletariado docente” formado por los maestros © profesores recibidos, que no encontraban puestos en las escuelas.* El prestigio asociado a la labor docente variaba segiin la regiOn. Una cosa era ser educador en una ciudad pujante y anénima como Buenos Aires yotra muy diferente era serlo en una somnolienta capital provincial como, por ejemplo, La Rioja. Alli, como notaba Manuel Galvez en su novela La ‘maestra normal (1914), el Colegio y la Escuela “sostienen, con sus sesenta cdtedras en conjunto, a muchas familias de la alta clase”. En ausencia de grandes oportunidades para el comercio o incluso para el ejercicio de las profesiones liberales, los afortunados poseedores de una cétedra solfan superar “en ganancia y categoria” a las mas lucrativas tareas disponibles. Un profesor con tres cétedras puede hasta compadecerse de un ministre provincial, y el portero de la escuela tiene razones para no creerse inferior un secretario de juzgado. ELrector del Colegio, por su sueldo, por su posic cién intelectual, por laclase y ntimero de las personas sometidas a su auto- Fidad, tiene més volumen, y atin més poder, que el propio gobernador. Es un seftor feudal” Saliendo del mundo de los diplomados también encontramos bas- tante heterogeneidad. Dentro del universo de los asalariados de “cue- 5 Vease Ricardo Gonzalez Leandri: “La dite profesional docente como fracci6n inte lectual subordinada, Argentina: 1852-1900", Anuario de Estudios Americanos (Sevilla) vol. 38, n° 2, 2001, pp. 913-35, © Vease Adriana Puiggrds (ed.): Historia de la exucacion en Argentina, 8 vols, Buenos Aires, Galerna, 1993, 1V, pp. 42 y 47: Mitta Z. Lobato: Historia de las trabujadoras en lt “Argentina (1869-1960), Buenos Aires, Edhass, 2007, pp. 64-65 y 98, ‘Manuel Galvez: La maestra normal, Buenos Aites, Losada, 196, pp. 66-67. a4 jJo blanco” podia haber situaciones muy disfmiles en lo que respecta asus ingresos y a su prestigio social. Bajo la categoria de empleados de cuello blanco se engloba una cantidad de grupos ocupacionales que tienen en comin una cierta situacion de mayor estatus respecto de los trabajadores manuales (“de cuello azul”). Como en el caso de Jos profesionales y de los docentes, dedicarse a funciones “intelectua- Jes” otorgaba una cierta jerarquia frente al resto de los trabajadores. Como notaba un agudo observador de principios de la década de 1930, para trabajar “decentemente” habia que hacerlo “sin ensuciarse las manos’, en un lugar “donde se use cuello”®* Pero las diferencias de fun- _calificacién 0 nivel salarial podian crear entre este tipo de asa- dos grandes brechas. Un funcionario estatal se sentia por encima de cualquier otro tipo de asalariado; el empleado bancario gozaba de mayor estima social que uno de una tienda; a su vez éste se conside- raba superior a otros de funciones muy similares, como los depen- dientes de almacén. Estas diferencias, aunque a veces puramente sim- bolicas, podian tener gran incidencia en las formas de organizacién gremial, en las identidades, y en los lazos de solidaridad con otros tra- bajadores. Laliteratura de época, por ejemplo, ha dejado testimonio del prestigio social que traia aparejada la adquisicién de un empleo como funcionario. enalguna reparticién publica. Un texto satirico de 1922 se refa de ello Por lo general se considera mas distinguido, mas decente, el ser escribiente de un ministerio de Estado, ganando ciento cincuenta pesos mensuales, que ¢l ser empleado de una casa de comercio 0 establecimiento industrial, ganando * Roberto Ault: “La tragedia del hombre que busca empleo’, en Aguafuertes portenas, Buenos Aires, 1933, + En algunos pafses las leyes pueden también contribuir a dificultar los vinculos entre los asalariados: en Pera, por ejemplo, la legislacion inicial sobre derechos laborales fue completamente diferente segin se tratara de “obreros" o de “empleados" expresiones {que quedaban asi convertidas en categoria legales. En Argentina, por el contrario, la tadicin doctrinaria del derecho laboral es més “universaista": aunque hay legisla- «on puntual para diversos tipos de trabajo, a ley no acepta distinciones penerales entre asalariados dedicados a trabajo manual e “intelectual” Elart. 3 del Codigo del Traba- Jo de Saavedra Lamas rechazaba explicitamente las distinciones entre “abreras” y ‘empleados’; Jo mismo que los debates parlamentarios ydocteinarios dela épaca. Vea se Carlos Saavedra Lamas: Cdigo Nacional dl Trabajo, Buetos Aires, La Facultad, 1933, P18; Francisco Garcia Martiner: Empleados y obrerosdelcomerco y dela industria fexpo- ‘iin y comentarios de la nueva Ley 11729), Buenos Aites, Araujo, 1935, p.27, 5 tres veces mas. Mientras el“empleadillo de comercio” vive modesta y honra. damente,el“sefior empleado de gobierno” vive con desfachatada ostentacién, ““decentemente’ pero gracias a la bondad del usurero confiado.(...) La razén, primera y universal de la abundancia de postulantes administe la categoria de clase cecente que se adquiere al ser empleado puiblico. Asi, los “postulantes” hacian cualquier cosa para encontrar un con, tacto que pudiera hacerlos entrar, para conseguir las indispensables “car- tas de recomendacion’, para fingir lealtad con el partido gobernante, para “aparentar holgura” en el vestir y generosidad a la hora de agasajar alos posibles benefactores. Si el dinero les faltaba, acudian al juego, a los prestamistas, a las casas de empefio, lo que sea para aparentar la digni dad del cargo al que aspiraban.'° Naturalmente, esto refiere solo a un tipo de empleado piblico: el fun- cionario en posiciones altas, intermedias o relativamente prestigiosas, Pero entre los estatales existian situaciones muy variadas, que incluian las de los oficinistas de poca monta y las de obreros manuales con esca~ sao nul calificacion y prestigio, como los de la recoleccion de residuos © los jornaleros de talleres viales. Otras situaciones también contribuian a hacer la condicin social de los estatales muy heterogenea. Por ejem- plo, la pertenencia a la administracién municipal, provincial o nacional (y dentro de cada una a diferentes reparticiones) podia significar gran- des diferencias de sueldos, de condiciones laborales y de prestigio. Todo esto, como veremos, contribuyé a fragmentar bastante el sindicalismo de los empleados piiblicos, a lo que deberia agregarse el hecho de que la mayor incidencia del clientelismo politico en los nombramientos hacia al gremio particularmente vulnerable al divisionismo partidario. En el sector privado la heterogencidad de los empleados de cuello blan- co no era menor. El escritor Roberto Mariani nos ha dejado un triste pano- rama de la vida de los oficinistas. Por ejemplo Santana, uno de los perso- najes de sus Cuentos de la oficina (1925), vivia una vida gris con su familia alquilando dos piezas en un conventillo. Tiranizado por sus jefes, siempre con temor de ser despedido o de enfermarse, se obsesionaba con ahorrar algo de su pobre sueldo por si sus pesadillas se hacian realidad."! Otros levaban una vida algo mejor. De todos los empleados en actividades comerciales, los bancarios eran probablemente los de mayor prestigio social. Este estatus no siempre estaba en relacién con los sueldos que obte- nian —que podian ser muy variables— sino mas bien con la posibilidad Alberto M. Candioti: Los postulantes. Buenos Aires, Edit. Internacional, "Roberto Mariani: Cuentos de la oficina, Buenos Aires, EUDEBA, 1972. 136 vos (...)e5, de ascenso y “progreso” dentro de las firmas. En efecto, hacia principios ela década de 1930 la mayoria de los bancarios cobraba sueldes meno- res $250 mensuales (muchos cobraban menos de $150, que por enton cesera un salario comtin entre obreros manuales). Pero una porcion nada despreciable de ellos, dependiendo de su jerarqufa y antigitedad, llegaba acobrar entre $500 y $750, con casos menos frecuentes de sueldos geren- ciales que podian trepar hasta $1000, $2000 o incluso $5000. Los ingre- 0s de los bancarios que superaban los montos salariales iniciales les per- mitian, segtin testimonios de la época, alcanzar niveles de consumo que Jos distingufan claramente dentro de la masa asalariada (incluso si muchas veces abusaban de los préstamos y las cuotas): vestian al tiltimo grito de Ia moda y no era infrecuente que tuvieran servicio domestico con cama adentro.!? Los empleados de comercio los envidiaban, los padres de chi- ‘5 casaderas los consideraban un “buen partido” y el “mito dorado del empleado de banco” hacia que incluso “familias ricas” sonaran para sus hijos el destino de bancario con la esperanza de que llegaran a gerentes.'4 Por supuesto, una gran parte de los empleados jamas alcanzaba posicio- nes jerarquicas y quienes tenian los sueldos mas bajos con frecuencia se sometian a toda clase de esfuerzos para estar a la altura del “mito”: La literatura de los anos treinta nos ha dejado una descripcién de la vida de “Perfecto Barbeito”, un empleado de banco. Bondadoso pero carente de ideas propias, Perfecto vivia en una barrio “humilde” en el que predominaban los trabajadores. Decepcionando a sus padres, que deseaban que se convirtiera en un “profesional”, el joven opt6 por bus- car suerte como bancario. Tal colocacion, pensaba, seria un “baluarte” de estabilidad econémica en esos tiempos tan fluctuantes. Estudié con- tabilidad en un curso por correspondencia y, luego de conseguir una recomendacién, ingres6 a un establecimiento bancario como “pinche” ycon el sueldo més bajo (cosa que no le impedia sofiar con ser algiin dia gerente). En su primer dia de trabajo sus companieros se burlaron de su vestimenta de mala calidad y por el mismo motivo en una salida domin- guera con ellos le espetaron: “Oiga, sefior Barbeito, zusted ha creido que " Boletin de la Asociacidn Bancaria Nacional (en adelante BABN, desde 1935 redeno. sminado Acei6n Boncaria), 30/4/1933, p. 7. BABN, ne 52, 30/11/1932, pp. 9-10. Véase la serie de planos de carios publicados en Aecién Rancaria, n° 136, dic. 1939, p.27 ne 141, mayo 1940, p. 20; n 144, agosto 1940, p. 20, n° 145, sept. 1940, p. 16; n° 148, dic, 1940, p. 28; etc. Accion Bancaria, n° 100, 3071111936, pp. 10-11 27 | t aqui se realiza algun picnic de dependientes de almacén?” Para evitar tales golpes a su dignidad, Perfecto fue puliendo sus modales: después de “muchos esfuerzos” logr6 eliminar “anacrénicas costumbres familia. res”, como “atarse la servilleta al cucllo cual si fuera un babero, suavizay la tonalidad estruendosa de los sorbos cuando entablaba batalla con un plato de sopa, hablar con la boca Ilena’ Pero fuera del ambito de traba. joel nuevo empleo de Barbeito “causé gran impresin”: sus padres esta. ban orgullosos, los comerciantes del barrio se sentian halagados de ven. derle a crédito y las chicas se crefan favorecidas con sus “solicitaciones Los padres comenzaron a esforzarse por vestir mejor y Perfecto les anun ci6 que pronto deberian mudarse a tina casa de mayor categoria. Com Pro muebles m pesos semanales”. Ya en stu nueva casa —aunque sin cambiar de barrio— el joven creyé necesario adoptar una “cierta arrogancia” para estar a la altura de su condici6n social. Pero a pesar de todos sus esfuerzos y de tanta vanidad, el ascenso sofiado nunca se materializé y Barbeito ter- min6 tan endeudado que cuando se jubil6, luego de 20 afios, debié tra- bajar de vendedor callejero para poder sobrevivir.!5 Auin con tales posibilidades de infortunio, los bancarios solian llevar tuna vida mucho mejor que la de un empleado de comercio. Respecto de tos, los testimonios de la vida cotidiana en el lugar de trabajo nos hablan por esa misma época de condiciones laborales muchas veces deplorables y humillantes. No era raro que los dependientes de comercio vivieran y comieran en las propias tiendas 0 almacenes, sufrieran malos tratos cons- tantes y cobraran sueldos menores que los de un obrero (a pesar de lo cual su ocupacién gozaba de mayor prestigio). Por estas condiciones solia lla~ marselos “los esclavos blancos”. La prensa gremial relataba en 1936 que en un importante comercio de la Capital, por ejemplo, obligaron a cuatro empleadas a pagar un reloj faltante; como se negaran, fueron echadas: Se trata al personal en forma despética. No se puede hablar ni con los jefe. No se puede sonreir sino con los clientes; la indumentaria es objeto de gran control: los vestidos, ropa interior, color de cabello y peinado. En la casa hay dos pesquisas que vigilan todo eso. Las observaciones se hacen en vor.altaen presencia del pablico. Elcomedoresté leno de lauchas yubieado en un s61a- no antihigiénico en medio de mercaderias. Durante el tiempo que almuer zan no pueden conversar,y hay una celadora encargada de impedirl. °S Pedro D.llescas: Perfecto Barbet, empleado de bance: glosario humoristico de la vida de un emplendo de banco, Buenos Aires, Busnelli, 1934. Véase tb. “Tito, empleado de Banco’, BABN, n° 48, 31/7/1932, pp. 16-17. 128 "vos en cuotas para “mentir opulencia a razén de dos ~ empleados, solfan estar sometidos a un ritmo agotador: Poco antes un dependiente de fiambrerfa que dormia en el mismo ‘comercio testimonié trabajar una jornada de 7.30 de la manana a 11 de la noche, con media hora de almuerzo y s6lo medio franco los domin gos. todo esto por un paupérrimo salario de $75 mensuales."® Fueran vendedoras de comercio o empleadas administrativas, el tra bajo en estas ramas tenia para las mujeres caracteristicas diferenciales igadas a su género. En general ganaban hasta 40% menos que los varo_ nes en empleos comparables. Pero eso no era todo. Por ejemplo, las tele fonistas de la Unién Telefonica, principal compafia del pais en su rabro, no slo trabajaban por un sueldo menor al de los varones, encerradas en ambientes poco ventilados y bajo estricta supervision, sinw que ade mis se les exigia permanecer solteras. Hasta aproximadamente 1935 la empresa no tomaba mujeres casadas o con hijos y despedia a sus emple- adas cuando se proponian formar familia. En 1921 esta injusticia llego ala prensa con motivo del caso de una telefonista que acuchillé al admi- nistrador general de la empresa tras haber sido despedida, luego de 14 afios de servicio, por el solo hecho de haberse casado. Por otra parte, tan to para las telefonistas como para las secretarias, dactilografas, vende doras y cualquier otra clase de trabajadora, el acoso sexual de patrones, jefes y companeros de trabajo era un riesgo constante.!” En las industrias del entretenimiento las cosas tampoco eran color de rosa. Por ejemplo, el gran éxito de la actividad teatral de las primeras déca_ das del siglo no se reflej6 en las condiciones de vida de la mayoria de los actores que nutrian los numerosos elencos. Los sueldos eran en general magros, salvo para las estrellas. Muchos de ellos debian soportar perio- dos de inactividad entre contratacién y contratacién. Cuando estaban snsayos hasta la media tarde y luego dos funciones (tarde y noche), todos los dias sin des- canso. Y esto sin mencionar las extensas giras por las provincias, que dura. ban meses, en las que los actores debian hospedarse en hoteles y pensio. es que pocas veces eran confortables. Como si esto fuera poco, eran los actores los que solian pagar los platos rotos de una obra que no aleanza- % El Empleado de Comercioyn almacen ylajornada de trabajo, marzo 1936, p 4: Miguel Navas: Los dependents de tno Aes, fey 1930p. 8 ? Lobato: Historia dels trabajaderes. pp. 100-101 y 137; Daca Barrancos: “Vida inna, escindalo publico as teefonisas em ls decadas 1980 1040" cn Meson (1998), Santa Rosa, Uni Nace La Pampa 200, pp.487-493. El acows cnca noe Simpl en sguiemte pera teatrat Enrique Cara Veloso: La daca Buenos Aires, 1918. ve 129 ba ningtin éxito de publico; cuando eso sucedia con frecuencia los empre. sarios les reducian los sueldos o directamente incumplian los contratos.4 Naturalmente, los sectores medios “independientes” no estaban some. tidos a ninguna de estas arbitrariedades patronales (por el contrario, veces podian ser ellos mismos quienes las infligian a sus empleados).§ embargo, sus condiciones de vida también podian ser muy variables. Entre los comerciantes, los habia présperos y respetables dueitos de estableci- mientos céntricos de renombre con numerosos empleados, tanto como pequetios almaceneros o verduleros de respetabilidad dudosa e ingresos. cercanos a los de un asalariado. En 1895 habia en todo el pafs 44.170 casas | de comercio, en las que trabajaban entre empleados, duefios y familiares i 170.000 personas (de las cuales un 25% eran mujeres). Para 1947 habia, s6lo del rubro minorista, 170.333 negocios que ocupaban a mis de 288,000 personas (un tercio de las cuales trabajaba en establecimien- tos de la ciuidad de Buenos Aires). El promedio de empleados por comer- jo era de entre una y cuatro personas (las grandes tiendas —que por entonces eran ya 172 en todo el pais— podian tener entre 100 y 400 empleados a cargo).!? Roberto Arlt ha inmortalizado en sus Aguafuertes e505 ltigubres bares y carnicerias de barrio, hediondos y lenos de mos- cas, manejados por “padres negreros” que explotaban a sus hijos de sola sol Del total de personas ocupadas en el comercio minorista a media- dos de la década de 1940, mas del 40% eran sus propios duefios, acomi- pafiados por un 17% que eran sus familiares; un dueno de almacén reci- bia un ingreso que era, en promedio, apenas 35% mas que lo que ganaba ‘un empleado del ramo.! Todavia por entonces un periddico defensor de los intereses de los minoristas hacia campafia de concientizacién sobre los riesgos para la salud del trabajo sin descanso e instaba a los almace- neros a adoptar la costumbre de tomar paseos los domingos, asistir a eventos culturales o incluso salir de vacaciones.” En general, a menos "8 Véase Carolina Gonzalez Velasco: "Gremios, asociaciones y partidos politicos: el aso- ciacionismo en el mundo teatral porteno 1919-1926, ponencia inédita, 2004, disp. en wwnsunsam.eduar/escuelas/politicalcetro_historia_politica/material/gonzalez_l.pa Face. 18/12/2006 ° Lobato: Historia de las trabajadoras... pp. 67- 69. 2 Roberto Arlt: “Padres negreros’,en Aguafuertes portenas Nuevas Aguafuertes, 3ra.ed., Buenos Aites, Losada, 1999, + kdem: “Carnicertas ef Susana Torrado: Estructura socal dela Argentina 1945-1983, Buenos Aites, Ediciones de a Flos, 1992, pp. 228,233, Véase tb. Elsa Cimillo: Terearieactn del empleo en la Arsen tina’ el sector del consercto minarsta, Buenos Aires, Min. de Trabajo y Seg. Social, 1985. © La Defensa, 2712/1943; 6/3/1943; 29/5/1943, p.7, et 130 que fueran muy présperos, los comerciantes minoristas no podian ima- ginarse de ninguna manera que formaban parte de la élite, como af lo hacian los profesionales universitarios de principios de siglo. No solo no contaban con un recurso de prestigio incuestionable como la educacion superior, sino que algunos, como los almaceneros, eran objeto de burlas por sus pocas luces y su falta de urbanidad. De ello se quejé en 1942 en ian programa de radio, el escritor Juan José de Soiza Reilly. Critics enton. ces a los jovenes “orgullosos” que “miran con desprecio” al almacenero dela esquina porque “no es‘doctor’”: os comerciantes del rubro—incre. 6a su audiencia— “merecen nuestro mas profundo respeto”2 ‘Tampoco un pequeno productor rural podia ni remotamente ima- ginarse parte de la Case alta, ni por sus credenciales educativas, ni por sus ingresos. EI proceso de privatizacién de la tierra del sigho XIX dejo un paisaje de enormes propiedades ganaderas en manos de unos pacos, de modo que quienes desarrollaron la agricultura en la region pampe. ana en general no tuvieron acceso a la propiedad. Aunque en la década de 1920 comenz6 un proceso de adquisicién de tierras mediante prés- tamos hipotecarios que de a poco iria convirtiendo a los chacareros en propietarios, todavia en 1937 mas del 58% de las explotaciones rurales eran arrendadas 0 en aparceria, muchas veces con contratos precarios ¢ inestables, mientras que el 41% de la tierra se concentraba en un por- centaje infimo de propiedades —2,6% del total— de gran extension. En general predominaba, en todo el pais, un paisaje de grandes latifundios allado de una enorme cantidad de minifundios.”* Fueran arrendatarios inmigrantes de humildes origenes en la regién pampeana, o pequehos propietarios criollos en otras zonas del pais, sus condiciones de vida en ssta época eran habitualmente duras y bastante modestas. Fl pago del + arriendo y/o la manipulacién de los precios por las empresas comercia- lizadoras dejaban habitualmente poco dinero en sus bolsillos. Aunque muchos empleaban peones para las faenas rurales, especialmente en épo- «as de cosecha, solian trabajar la tierra con sus propias manos y las de su familia ysu capacidad de acumular capital o acceder a niveles de con. sumo superiores con frecuencia eran limitadas (aunque ya en los anos treinta se percibia un proceso de diferenciacién social en la region pam. Peana, con chacareros que habian desarrollado una capacidad de acu. mulacién bastante mayor que otros y habian avanzado en la mecaniza. cion de us labores). Habia enormes variaciones regionales en este grupo social: en el Noroeste del pais, por ejemplo, el empleo de peones asale » Repr. en La Defensa, n° 427, 17/12/1942, p. 8. *“Torrado: Estructura social... p. 165, 172 a3 riados era bastante mas bajo que en otras regiones, lo que indica el pre- dominio del minifundio, el trabajo familiar y en general una menor pros. peridad que en el caso de los pequefios o medianos productores pam- peanos. Pero incluso en las zonas cerealeras mas prosperas de la camparia bonaerense ya bien entrado el siglo XX las condiciones de alimentacién y de vivienda de los chacareros dejaban mucho que desear.”® {UNA cLase “opyertva"? Fn sintesis, existia una enorme heterogencidad en las condiciones “objetivas” de vida de los grupos que habitualmente consideramos de“cla- se media’, no solo comparando unos con otros, sino incluso internamen- tedentro de cada ocupacién. Algunos tenian ingresos muy altos, mientras {que otros cobraban salarios incluso més bajos que los de un obrero. Para un profesional, el prestigio de su diploma lo acercaba al mundo de la éli- te mas que al ambiente sérdido del duefio de un copetin de barrio. Muchos trabajaban en relacién de dependencia, mientras que otros lo hacian en forma auténoma. Los habia empleados y empleadores: teniendo en cuen- ta sus intereses econémicos, dificilmente podrian considerarse similares las posiciones “objetivas” de un dependiente y de su patron, el dueno del almacén. Entre los empleados, algunos trabajaban para el Estado y otros en sector privado; los docentes tenian el prestigio que conferia st mision, mientras que un oficinista gris debia procurarse formas més “privadas” de adquirir respetabilidad. Los intereses “objetivos" de un chacareto dif cilmente tuvieran puntos de contacto obvios con los del dueno de una tienda de ropas 0 un empleado bancario. Para algunos el aumento de sus ingresos dependia de arrancar concesiones a un patrén, mientras que para otros la clave estaba en aumentar el rendimiento de sus negocios, reducir el pago de impuestos o evitar la competencia desleal. Por otro lado, las “operaciones de clasificacion” de las que hablamos en capitulos anterio- res, por ejemplo las relacionadas con los estilos de consumo —como que- dé claro en el ejemplo de Perfecto Barbeito— también dividian y jerar- quizaban internamente a todos estos sectores. Al menos a primera vista, entonces, pareceria que hay poca homogeneidad, insuficiente para consi- derar a todos estos grupos parte de una misma clase. 2 Véase Juan Manuel Palacio: La pate del trig, Buenos Aires, EDHASA, 2004, pp. 110: 124; Javier Balsa: Eldesvanecimiento del mundo chacarero, Bernal, UNQ, 2006, pp. 2 6; Beatriz | Moreyra: La producci6n agropecuaria cordobesa, 1880-1930, Cordoba, Ci dde Est, Historicos, 1992, pp. 170-75 y 241-42, 132 Sin embargo, al menos en lo que refiere a la formacién de una “cla- se media’, sabemos que tal heterogeneidad no necesariamente es un obs- téculo. En la Argentina actual muchos sectores de diverso nivel de ingre- sosy cultura, y de condiciones laborales de lo més disimiles, se consideran parte de la clase media. Por otra parte, sabemos que en otros paises, durante la primera mitad del siglo XX, grupos igualmente diversos con. formaron poderosos movimientos de clase media. En Francia, por ejem- plo, la defensa de los intereses gremiales de diversos sectores dio lugar, desde principios de ese siglo, a masivas asociaciones de tipo sindical que los unificaron en una “clase media” que se Hamaba a si misma de ese modo. Asi la Asociacién de Defensa de las Clases Medias, creada en 1908, inicié una larga serie de experiencias gremiales que incluy6 hacia 1938 la conformacién de una Confederacién General de sindicatos y asocia iones de “clase media” en la que participaron cientos de miles de afilia- dos de diversas ramas, desde granjeros y comerciantes minoristas, has taempleados y profesionales. Y también existieron partidos politicos que se presentaron explicitamente como defensores de esa “clase media’? Para el émbito latinoamericano, sabemos también que los empleados de comercio de Pert, por ejemplo, desarrollaron desde la década de 1910 una identidad de “clase media” como parte de sus luchas reivindicativas, identidad que lograron imprimir luego al partido APRA, cuyo lider, Haya de la Torte, se comprometié desde 1927 en su defensa” Pero también sabemos que en muchos otros paises no sucedi6 nada parecido: en muchos casos no existié un gremialismo de clase media y la misma iden: tidad result6 mas tardfa. o mucho mas débilmente instalada, 2Qué sucedié en la Argentina? ;Habré surgido, como en Francia, la necesidad de unificarse entre diversos sectores medios y de asumir, como parte de ese proceso, una identidad comin de “clase media”? {Habra existido, como en Perti, el caso de algin gremio que se haya presentado si mismo como la “clase media” y que haya logrado de ese modo influir en el émbito politico? Para responder estas preguntas tendremos que hacer un recorrido por el gremialismo de los sectores medios en Argen tina, justamente el tema del préximo capitulo, ® Vease Jean Ruhlman: Ni burgeois, mi prolétaires: La défense des classes moyen France au XXe Paris, Seuil, 2001 © David 8, Parker: The Idea of the Middle Class: White-Collar Workers and Peruvian Society, 1900-1950, Pennsylvania, Pennsylvania State University Press, 1998, 133 | | Fic. 4 Personal de limpieza y empleados ba evista Acion Bancaria en octubre de 1928 representaba en bt CAPrruLo sets Los reclamos, las formas de defensa gremial y las identidades de los nuevos sectores En el perfodo que va entre los ailtimos aftos del siglo XIX y las primeras dos décadas del XX los diversos sectores que mids tarde se Hlamarian “medios” comenzaron a agruparse ya formar asociaciones gremiales para Ia defensa de sus intereses. En este capitulo intentaremos ver si, como par te de sus reclamos y hichas, desarrollaron o utilizaron una identidad de “clase media’: Ya hemos adelantado en el capitulo uno que al menos has tala década de 1940 tal identidad o bien no existia, o al menos estaba toda via muy poco instalada. Nuestra tarea sera ahora la de analizar si en estos anos al menos se dieron algunos pasos hacia la formacién de una con. ciencia “de clase media” como parte de la vida gremial de cada sector. Para ello vamos a tomar como ejemplo una serie de gremios y sus asociaciones, buscando visualizar qué tipo de reclamos tenian, de qué manera los expre. saban y como se presentaban a si mismos ante la sociedad. Buscaremos especialmente comprobar si existe algun indicio de que los diferentes sec: tores tendieran a agruparse en coaliciones “intergremiales” amplias para defender mejor sus derechos. En otras palabras, intentaremos ver sise desa. rrollaron formas de solidaridad gremial o politica entre, digamos, médi cos y empleadios, maestros y comerciantes, etc., si esas vinculaciones pudieron haber estado acompanadas de alguna identidad que trascendic tala de cada sector en particular. sPodra ser el caso que,a pesar de sus cot diciones “objetivas” de vida tan diferentes, varios sectores desarrollaran tuna conciencia “subjetiva” de ser parte de una misma clase? Veamos.! nddleo de una laron seneras.o fueron aturalmente,existieron rmichas mas que no meno blo Vagliente: “La Nos ocuparemos slo de las entidades que res lacion de aleance nacions tamos. Cada provincia tuve st propia y rica historia: vease p. cj P “explosién’ asociativa en Cordoba entre 1830 y 1880: la conformacién de‘ esfera publi. 25 Cuadernos de Historia, Serie Econonsia y Sociedad (UNC), n® 6, 2004, pp. 255-94. 135, i LOS PROFESLONALES UNIVERSITARIOS, Los profesionales universitarios estuvieron entre los primeros en organizarse. A diferencia de otros sectores, los inicios de su gremialismo J tuvieron mas que ver con la necesidad de controlar la administracién y el reconocimiento estatal de cada “ciencia”, que con iniciativas mutua- les o reclamos de tipo propiamente econémicos, que sélo se abrirén camino desde la década de 1930. 3 ‘Tomemos por ejemplo e! caso de los médicos. A partir de mediados. del siglo XIX comenzaron a agruparse los de Buenos Aires para conse. guir el control del ejercicio de la medicina. Los representantes mas pro minentes de la corporacién médica tenfan en ese entonces un contacto personal y bastante intimo con la élite que gobernaba el pais ¥ no era extrafio que participaran ellos mismos en la alta politica, de modo que no tuvieron grandes dificultades para lograr atenci6n a sus reclamios. A través de una serie de iniciativas pronto consiguieron una victoria deci- siva, al lograr que el Estado les otorgara el monopolio del “arte de curar’, declarando ilegales las pricticas de medicina alternativas, como las de los curanderos populares o las de otros grupos profesionales, como los farmacéuticos. Varias entidades se fundaron por entonces, especialmente animadas por médicos y estudiantes de la Universidad de Buenos Aires. ‘Aunque no fueron del todo ajenas a las dificultades econémicas de sus asociados, sus intereses principales giraron en torno del control del ejer- cicio profesional y de cuestiones cientificas. Obtuvieron por entonces tun gran prestigio para la corporacién médica, al presentarse como acto- res indispensables en la construccién de la Nacién, que los requeria como, abanderados de la ciencia y garantes de la sanidad de la poblacién (y en docasiones también de su “normalidad” y su “moralidad”).? La primera organizaci6n con aspiraciones de nuclear a todo el gre- mio, la Asociacin Médica Argentina, fue fundada en Buenos Aires eh 1891. Pero todavia entonces los fundadores, luego de debatirlo, estable- cieron que sus objetivos serfan de promocién cientffica y no gremiales? 2 Entre lasentidades que se salvaron de una vida efimera estuvieron la Asociacién Médi- cca Bonacrense y el Circulo Medico Argentino, fundadas en 1860 y 1876 resp: vésse Ricardo Gonzdlez Leandris Curar, persuadir, gobernar: La construccin historia de la profesion médica en Bucnos Aires, 1852-1886, Madrid, CSIC, 1999. > Carlos Resi et al: Historia de a Asociacion Medica Argentina y de sus secciones, 1891. 1991, Buenos Aires, La Prensa Medica Argentina ./f.[¢. 1991] En realidad hasta 1913 sc denomind Sociedad Medica Argentina, Hacia 1923 contaban con unos 1000 as0- Ciados y secciones en diversas ciudades del interior. 136 Las organizaciones con propésitos mas claramente orientados a la defen- sade la condicién econ6mica de los galenos surgieron s6lo entre 1920 y 1940, en forma de Colegios, Asociaciones o Circulos locales que dieron jugar @ Federaciones provinciales en la década de 1930, para concluir en jncrcacién de la Federacién Médica de la Republica Argentina en 1941.4 Por la misma época, las asociaciones de otras profesiones siguieron un ecortido més menos similar: odontélogos,” ingenicros,® arquitectos,” ‘Dos décadas mis tarde se la redenominé Confederacién; véase Diego Armus y Sus na Belmartino: “Enfermedades, médicos y cultura higiénica’,en Nueva Historia Argen- fina, 10 vols., Buenos Aires, Sudamericana, 2000-2002, VII, pp. 283-329; Susana Bel- martino et al: Corporacién médica y poder en salud, Argentina: 1920-1945, Rosario, OMs/OPS, 1988, 5 En 1896 se establece la Sociedad Odontologica de! Rio de la Plata con fines cientifi- ‘cosy de defensa corporativa y mutual. En 1898 comienzan a publicar la Revista Den- falyen 1926 adquieren su nombre actual de Asociacion Odontologica Argentina (AOA). = Tenia por entonces 223 socios, para quienes poco después, en 1931, establecen una smutual para la asistencia social reciproca; la cifta de sus asociados habia ascendido a iis de 1000 para 1936, cuando realizan el Primer Congreso Gremial Odontolégico. La finalidad claramente gremial se hace prioritaria para la Federacién Argentina de Sociedades Odontologicas, creada en 1936-37. Vease Marta V. Schapira: “La odonto- logia en Argentina: historia de una profesion subordinada’ Historia, Ciencias, Saude = Manguinhos, vol. 10, n° 3, 2003, pp. 933-77; idem: "Constraceion de legitimidad en tuna profesion de asistencia", Hitérta, Ciéneias, Sande — Manguinhos, vol 8, 3, 1997 1998, pp. 461-74; Diego B. Bagus et al: Asociacion Odontoldgica Argentina: Libro del Centenario 1896-1996, Buenos Aires, Rolnai, s/f [c. 1996]. Tb. Marta V. Schapira: La cdontologia en Argentina: del curanderisma a la consolidacién profesional, Rosario, UNR, 2000, que no he podide consulta. En 1895 se funda en Buenos Aires cl aristocritico Centro Argentino de Ingenieros | (CAlinicialmente llamado Centro Nacional de Ingenieros). Desde poco despues publi- can la revista La Ingenieria; en 1916, contando con unos 600 socios, organizan el Pri ‘mer Congreso Nacional de Ingenieria, Durante los anos veinte aparecen asociaciones ‘enotras regiones yen 1935 todas confluyen en la Union Argentina de Asociaciones de Ingenieros. Entre las preocupaciones tempranas del CAI estaba la de conseguir que el Estado reglamentara el ejercicio de la profesidn, para lo cual presentan proyectos ye lisan diversas peticiones, Véase Alberto Plinio Lucchini: Historia dela ingeneria argen- ‘ina, Buenos Aires, Centco Arg. de Ingenietos, 1981, pp. 168-71, 214, 245, 329-30, 352. 7En 1886 se funda la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) en Buenos Aires ("refun dada” en 1901)sla Revista de Arquitectura se convierte desde 1915 en la principal publ ‘aci6n del gremio, Hacia 1927 cuentan con apenas 250 socios que, sin embargo, cons tituyen la gran mayaria de los diplomadas que existian por entonces en el pats: diez alos mas tarde el numero asciendle a 600, Come los otros gremios, ambien sus inte ‘ses iniciales se orientaban hacia la definicin y el control del campo profesional. Des 137 abogados,* escribanos,? y otros!® desarrollan una intensa vida gremial Las varias publicaciones gremiales de los médicos nos dan un buey indicio de sus preocupaciones profesionales. Cuando se fundé el Cole gio Médico de la Capital Federal en 1932, se discutié un programa dla, de finales de la década de 1917 los encontramos peticionando al Estado por cues. tiones que refieren al bienestar econdmico de los arquitectos y, poco despues, por la reglamentacién del ejercicio de la profesion. Véase Silvia Augusta Cirvini: Nosotros os arquitectos. campo dstiplinar y profesion en la Argentina moderna, Mendoza, Zeta 2004, pp. 301-309. Aunque hubo antecedentes en el siglo XIX, el gremialismo de los abogados despe. ‘36 en 1913 con la fundacidn del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aites, {entre cuyos promotores se reconocen nombres de la mas alta élite. Ya en 1921 se crea la Federacion Argentina de Colegios de Abogados, con representaciones en varias Ciudades del interior, que organiza en 1934 la primera Conterencia Nacional de Abo. gados. El impetu gremialista de los afios treinta produjo entre los abogados porte. fos una bifurcacién institucional: en 1934 un grtipo de 87 de ellos fund la Asocias ‘ign de Abogados de Buenos Aires (ABA), cuyos objetivos eran mas militantemente _gremiales y sociales que los del aristocratico Colegio, mas abocado a las cuestiones académicas. Véase Carlos 8. Fayt: La abogacta argentina y la colegiacidn legal, Buenos Aires, La Ley, 2003, pp. 25-37, En 1866 se crea en Buenos Aires el Colegio de Escribanos (desde 1934 Colegio de Escribanos de la Capital Federal). Su Revista del Notariado se convertiria desde 1897 en la voz mas importante del gremio. Entre 1899 y fines de la década de 1910 se cre- an Colegios en varias ciudades bonaerenses y del interior, los que en 1917, por deci- sion del Primer Congreso Notarial Argentino, confluyen en la Confederacion Nota Fial Argentina. La agremiacién de nivel nacional tendria, sin embargo, una existencia precaria: fue reorganizada como Federacion Argentina de Colegios de Escribanos en 1947 y finalmente como Consejo Federal del Notariado Argentino en 1957. Véase Eduardo B. Pondé: Origen e historia del notariado, Buenos Aires, Depalma, 1967, pp. 405-175 Jose A. Negri: Historia del notariado argentino, Buenos Aires, Ateneo, 1947; Alvaro Gutiérrez Zaldivar: "El notariado al servicio del pais: apuntes para una his. toria del notariado de la Capital Federal’, Revista del Notariado, ne 867, enero. 20 2002, pp. 295-312. °° Los contadores portehos fundaron su primer Colegio en 1891, en 1905 tuvieron su primer Congreso Nacional, confluyendo en 1926 en la Federacion de Colegios de Doctores en Ciencias Econémicas y Contadores Piblicos Nacionales. Véase Alberto Mario Caletti (ed.): Historia del Colegio de Graduados en Ciencias Econémicas 1891 1991, Buenos Aires, CGCE, s/f. [1991]. Véase tb, Jimena Caravaca y Mariano Plot kin: “Crisis, ciencias sociales y elites estatales: la constitucign del campo de nnomistas estatales en la Argentina, 1910-1935", Desarrollo Ecanémicoy n° Ii bp. 401-28. Los farmactuticos —primer gremio en fundar una organizacion profe sonal ya en 1856, la Asociacién Farmacéutica de Buenos Aires — se nucleain luego a8 ramente gremial que incluia, por ejemplo, la estabilidad de los cargos gsalariados, la derogaci6n de impuestos que gravaban el trabajo médi- “fo, exigir que los hospitales atendieran s6lo a los pobres, etc; la misma jpstituci6n convocaba hacia 1936 un congreso para debatir cuestiones {ales como la creacién de cooperativas y mutuales de médicos."! Hacia mediados de la década abundan también los llamados de alerta sobre Ja formacién de un “proletariado intelectual” por obra del exceso de cegresados universitarios que competian en un mercado de trabajo demasiado estrecho, Molestaba comprobar que un “obrero manual comienza a percibir sueldos superiores a los del intelectual”. Motivo de un intenso debate profesional, las salidas que los médicos proponian para esta situacién iban desde una mayor regulacion estatal de la eco- nomia y/o del ingreso a las universidades, hasta la “socializacién de la ‘medicina” (es decir, la transformacién del profesional “liberal” en ser- vidor puiblico con ingreso asegurado por el Estado) y el reforzamien- to del gremialismo médico. Algunas posturas del debate contenian incluso ribetes anticapitalistas, seguramente por influencia de los médi cos socialistas que participaban en él.!? Aunque sin tales ribetes, tam- bién en otros gremios se manifiestan preacupaciones similares por la {de 1935 en la Confederacién Farmacéutica Argentina, orientada alos problemas eco- nomicos de sus asociados. Vease Ricardo Gontilez Leandris"Autonomia y subord naci6n: los farmacéuticos diplomados y la constitucién de un campo médico en Bue nos Aires (1852-1880)", Lull: Revista de a Sociedad Espanola de Historia de las Ciencias de las Técnicas, vol. 21, n® 40, 1998, pp. 63-88; Confederaciin Farmacéutica Arg: Por el mejoramiento econdmico del farmaceutico, Buenos Aires, CFA, 1938. " La Semana Médica [en adclante LSM, 28/4/1932, p. 1360; 22/10/1936, p. 1176. En 1952 ya habian alcanzado los 1500 adherentes: LSM, 1/9/1932, p. 636. "2 Pedro V. Cernadas: “La plétora profesional y la leccidn de carrera’, LSM, 1/8/1935, p. 366-69; idem: “La socializacién de la medicina por ahora no es posible’, LSM, 28/11/1935, pp. 1644-46; Bartolomé Bosio: “La plétora de profesionales y la elecci6n de carrera’, LSM, 7/11/1935, pp. 1418-22: idem:"La crisis del ejercicio privaco de la ‘medicina’, LSM, 24/9/1942, pp. 750-52; José Luis Carrera:"La estatizacion de la profe- sion médica y sus resultados’, LSM, 12/5/1938, pp. 1074-76; idem: “Los problemas de |a profesion médica", LSM, 19/5/1938, pp, 1130-32; juan L. Abadie:“El problema gre ‘ial’, LSM, 8/911938, pp. 572-74, J. Weiss: “El problema gremial’, LSM, 31/10/1940, Pp. 1017-19, Gerininal Rodriguez: "Ideales del gremialismo’, CIMES (Revista del Cir ‘ilo Médico del Sud), n° 49, junio 1938, pp. 24-27. Mas detalles sobre este debate en Susana Belmartino: La atencion médica argentina en el siglo XX: instituciones y proce 405, Buenos Aires, Siglo Veintiano, 2003, pp. 103-108, 139 misma época, por ejemplo entre los ingenieros,"? los abogados," 0 los escribanos,!? En lo que refiere a las vinculaciones politicas, el activismo gremial en esta época era tal que incluso un “Sindicato de Médicos’, formado Por algunos cientos de miembros, se present a las elecciones munici- pales portefas en 1924 con la esperanza de promover los intereses de su profesion.'® Fundado unos afios antes, el Sindicato no logré convertir. se en una alternativa para el gremialismo médico, que siguié organi- zandose segiin el modelo de los Circulos 0 Colegios. Por otra parte, las actividades de las organizaciones de los médicos en los anos treinta inclui- an la realizacién de mitines publics en los que conseguian la presencia de parlamentarios nacionales.” Las identidades que se hacian explicitas como parte de estas expe- riencias de organizacién y defensa de los intereses profesionales rara ver trascendian el mundo estrictamente médico: “clase médica” es por lejos a manera més frecuente que utilizan para nombrarse a si mismos en los, "> Ya em la década de 1910 se percibe entre los ingenieros preacupacidn por los aran «eles profesionales; pero serd sélo desde 1930 que se harsn notar debates més amplios sobre la crisis econdmica y el “sentido social” que debian tener los ingenieros. Acti- 0 Hoyo: "Los contflicios sociales y econdmicos”, La Ingenieria [en adelante Ll], n° 698, dic. 1932, pp. 516-24: Ludovico Ivanissevich: “El ingeniero social’ Ll, n° 743, sept. 1936, pp. 602-609; “El profesional ante una nueva situacion econémics” [Editorial]. Lr, febr. 1938, p. 85; "Fl sentido social de la profesion de ingeniero” [Editorial], LI, abril 1938, p. 239; Julio R. Barros: "La funcién social del ingeniero’, LJ, n° 764, junio 1938, pp. 414-16. 5 La Atociacién de Abogados de Buenos Aires se quejaba por esa época de por qué “nuestra profesin se ha proletarizado” por la sobreabundancia de egresados de las uai versidades y por la competencia desleal de escribanos y de calegas inescrupulosos o sin titulo; véase Boletn de la Asociacion de Abogados de Buenos Aires [en adelante BABA, ‘n° 6, jul-agosto 1935, p.8: n° 9, febr. 1936, p. 1; 0s. 15-16, oct-nov. 1936; nos. 21~ injul. 1937, pp. 2 ¥ 5; n° 28, abril 1938, p. 2. Hacia 1930 encontramos entre los escribanos quejas por la “crisis del notariado” debida al exceso de egresados universitarios, que amenazaba con crear un verdadero ‘proletariado profesional”. Como parte de esta nueva preacupacién, se funda en 1938 Ja Mutual Notarial Argentina. Véase José A. Negri:"La crisis del notariado’, Revista del Notariado [en adelante RN}, n® 373, marzo-abril 1930, pp. 48-51; José Maria Musta pich:"Elexcese de profesionsles del Foro y del Notariado', RN, nos, 486-87, enero-febr. 1942, pp. 17-18; véase tb. RN, n° 762, nov.-cic, 1978, pp. 2482-97. El Sindicato de Médicos y las proximas eleeciones comunales", La Vin snis2s, 7 Véase pe) LSM, 6/5/1937, p. 1304, 140 afios treinta y en la década siguiente, En los pocos casos en que apare- cen otros apelativos més inclusivos, se trata de una “clase intelectual’ 0 de“trabajadores intelectuales’'® No hemos encontrado ningtin caso en que los médicos se identificaran como “clase media” a la hora de movi. lizarse como gremio.'° Tampoco entre los otros gremios de profesiona- les hemos encontrado formas de identidad més inclusivas, fuera de la que los agrupaba a todos como “profesionales liberales” 0 “universita- rios” 0, en contadas ocasiones, como “trabajadores intelectuales’.”” Fuera de la efimera experiencia del Sindicato de Médicos, ninguna otra asociacién de profesionales probé suerte en la arena electoral. Fl método principal para hacer valer sus reclamos fue durante estos afios el del “lobby” politico y las campafias de difusion para sensibilizar a la opini6n publica. Para ganar en eficacia, los médicos y otros profesiona les universitarios protagonizaron desde muy temprano experiencias de gremialismo “interdisciplinario’, es decir, vinculaciones mas © menos permanentes para peticionar a las autoridades la reglamentacion de las *profesiones liberales” y la represién del ejercicio “ilegal” de las mismas. Los primeros antecedentes registrados son de 1911, cuando el Circulo antecesor de la Asociacién Odontoldgica Argentina convocé a los gre- mios de médicos, farmacéuticos, quimicos y veterinarios para redactar tun proyecto de ley de reglamentacién de las profesiones liberales, del que no lograron la sancién."! Con idéntico propésito, y para combatir 8 Vease p.¢j. LSM, 2/6/1938, pp. 1254-5 junio 1944, pp. 386-89 y n° 177, agos 27, ' Excepcionalmente lo hizo en 1938 un articulista de la prensa gremial; véase“La ron. da catonga’, CIMES, n° 52, sept. 1938, pp. 14-16. 2 Esta identificacion con el ejercicio independiente era tan fuerte que podis incluso ser excluyente. Hacia 1915, por ejemplo, la Sociedad Central de Arquitectos opta por definir a sus asociados como miembros de una “profesién liberal y no comercial”: a diferencia de emptesarios constructores ycontratstas, su trabajo debia retribuirse bajo Ia forma de “honorarios", De este modo, la SCA dejaba fuera de su drbita de incum. bbencia los problemas de los arquitectos que trabajaban en relacién de dependencia 0 en intima vinculacion con empresas constructoras, paralos que en 1925 se crearia otra ‘entidad, el Centro de Arquitectos, Constructores de Obras y Anexos. Véase Cirvini: 61711933, p. 71; 1/8/1935, pp. 366-69; 19/5/1938, pp. 1130-32: 5/9/1940, p. 558; Revista del Cireulo Medico del Oeste, n° 146, 1947, pp. 10-14; CIMES, n° 49, junio 1938, pp. Nosotros os arquitectos,..; Sobre la reglamentacin de la profesion de arguitecto, Buenos Aires, CACOA, 1933, 2 Jan U, Cartea: Ley y conventos de las profesiones liberales(Separata de la Rew. Oral de Cs. Odontoligicas, n° 1, 1939), Buenos Aires, Aniceto Lopez, 8 a4 a los que pretendian ejercer en sus campos de incumbencia sin un titu. lo habilitante, en 1914 el Centro Argentino de Ingenieros promovié la creacién de una entidad llamada Vinculacién de Sociedades de Diplo- mados Universitarios, que llegé a agrupar a tna importante cantidad de asociaciones.”? Como esta entidad no logré su cometido siguié habien- do iniciativas en el mismo sentido, como el Comité Permanente de Socie- dades Universitarias creado en 1934 (¢ igualmente infructuoso).”* Tam- poco en estas experiencias “interdisciplinarias” encontramos referencia a la “clase media” ni otras formas de identidad mas amplias que la del “profesional universitario". Tampoco se percibe que hubiera vinculos de solidaridad con otro tipo de entidades gremiales por fuera del mundo de los profesionales.2* ® Su primer presidente fue Santiago E. Barabino, quien por entonces presidia también eL CAL y estaba estrechamente vinculado al Museo Social Argentino. Participaron de la entidad, ademas del gremio de ingenieros, la Asociacién Médica Arg, la Sociedad Quimica Arg., el Centro Nac. de Ingenieros AgrOnomos, la Sociedad Nac. de Fatma cia, la Sociedad de Medicina Veterinaria, el Centro Juridico y de Ciencias Sociales, el, Colegio de Contadores Pablicos,y el Cireulo Odontoldgico Arg. representado por Juan U. Carrea. Ese mismo afo el ingeniero Arturo Hoyo propicio la constitucion de tna Federacién Argentina de Gremios Intelectuales que lleg6 a recibir el apoyo de algunos sremios ademds del de ingenieros, pero que parece no haber prosperado; véase LI, ne (698, dic. 1952, p.516; Santiago F. Barabino:“Reglamentacion de la profesion de inge niero", LI, n® 481, 1/6/1918, pp. 525-29; Santiago E. Barabino, ingeniero civ. Biografia bibliografia del extinto (separata de Li, n® 588), Buenos Aires, 1923. ® Su presidente fue Juan U. Carrea, catedratico destacado internacionalmente y de Intenso desempeno en el gremialismo de los dentistas en las organizaciones argenti= nas y latinoamericanas. En el Comité participaban, ademas de la gremial de los den- tistas, la AsociaciGn de Abogados de Bs. As la Asociacion Farmacéutica y Bioquimica Arg. la Asociacién Quimica Arg, la Cémara Sindical Farmacéutica de Bs. As el Cen: tuo Arg, de Ingenieros, el Centro Arg. de Ingenieros Agronomos, el Centro de Ingenic~ 0s Quimicos, el Colegio de Abogados, el Colegio de Medicos de la Cap. Fed., el Cole gio de Escribanos, el Colegio de Doctores en Cs. Econémicas,el Colegio de Procuradoves dela Ciudad de Bs. As, la Sociedad Central de Arquitectos y la Sociedad de Medicina Veterinaria. El Comité consiguié que Carrea fuera designado presidente de una Corn si6n Honoraria nombrada ese afo por el Poder Ejecutivo para redactar un proyecto de Ley Organica Reglamentaria de las Profesiones Liberales, que el gobierno envio ue- goal Congreso pero éste nunca sancionaria, Vease Osvaldo G. Giovannangelo: “Juan Ubaldo Cartes" hntp:/fwww.cleber.com br/carread.html, s/f. (acceso 13/12/2006); Juan U. Carrea: Ley _y convenios.-: idem: Curriculum Vitae, Buenos Aites, Denuble, 1946; RN, 1941, pp. 603-604, % Una excepci6n a esta afirmacién es el apoyo puntwal que la Sociedad Cet Arquitectos brinds a la Union de Contribuyentes para las elecciones portenas de 1934; vase Revista Almacenera, n° 711, 1311934, P. 7 aaa Los DocENTES El gremialismo de los docentes tuvo caracteristicas muy particula~ res, La identificacion de los maestros y profesores con su empleador (casi siempre el Estado) y su sentimiento de estar realizando un “sacerdocio” antes que un trabajo, hicieron mas dificil la organizacion sindical. A esto deberian agregarse otros factores. Como la abrumadora mayoria de los educadores eran mujeres, muchas de las cuales no dependian de sus suel- dos para sobrevivir, la defensa de los intereses economicos tenia menos capacidad aglutinadora, Para sumar dificultades, diversas corrientes poli- ticas se interesaron por la agremiacién de los educadores para intentar convertirlos en canales para sus ideas. Por todas estas cuestiones, nv sor- prende que el panorama del gremialismo docente haya estado durante décadas caracterizado por la fragmentaci6n, la proliferacion de agrupa- ciones efimeras y con una capacidad relativamente débil de organizar acciones en defensa de sus intereses. A grandes rasgos hubo dos grandes orientaciones en el asociacio- nismo de este sector.” Por un lado, habia una que ponfa mas énfasis en laaccién gremial combativa y que trataba de asociar lo més posible a los docentes con las luchas obreras y con las ideas pedagégicas més de avan- zada en la época, en general promovidas por la izquierda. En efecto, los grupos izquierdistas y libertarios sostuvieron numerosas iniciativas y publicaciones dedicadas a los docentes y hacia 1910 tenian una cierta insercién en el gremio en varias ciudades.* Por otro lado, existia entre los educadores una tendencia mas“legalista” que no cuestionaba en gene- ral el estado de cosas existente y se ocupaba, en cambio, de promover los intereses puramente corporativos de los docentes. Aunque esta orienta ® Estos datos y muchos de los que siguen estdn tomados de Adriin Ascolani:",Ap6s- toles laicos, burocracia estatal 0 sindicalistas? Dilemas y practicas del gremialismo ddocente en Argentina (1916-1943)", Anuario Sociedad Argentina de Historia de la Edu ‘acidn, ne 2, 1998-1999, pp. 87-102 % Su esfuerzo de sindicalizacion mis exitoso fue el de la Liga Nacional de Maestros, impulsads en Buenos Aires por edlucadores de orientacidn libertaria y socalista. Con lun programa de reivindicaciones con fuerte énfasis en la defensa gremial,en la déce- dda de 1910 habia logrado uns cierta presencia en el interior, particularmente en San- 1a Fe y Mendora. Por su parte la FORA habia votado en su IX Congreso "propiciat la constitucion de un sindicato dle maestros" para quitarle al Estado y ala “clase capita lista” el control exclusive de la educacion por el que se ensena a los hijos de los prole- latios “a traicionar a su propia clase”; vease Sebastian Marotta: El movimiento sindical argentino: su genesis y desarrollo, wol., Buenos Aires, Laci, 1960-1970, Il, p. 191 v3 f ion imaginaba ser mas bien “apolitica’, la derecha intent6 operar sobre ella para convertirla en canal de ideas nacionalistas y antisocialistas.” Una de las primeras entidades de importancia de los docentes fue la ‘Asociacién de Maestros de la Provincia de Buenos Aires (AMPBA), fun- dada en 1900 con fines mutuales, educativos y también gremiales, aun. que su orientacién era ms bien “legalista”. Peticionaban respetuosa. mente a las autoridades medidas que aseguraran la estabilidad laboral, un “escalafén” (es decir, escalas de aumentos preestablecidas por cargo y antigtiedad), la participacién de los docentes en el diseto de las poli. ticas educativas y, ocasionalmente, por los bajos niveles salariales. La AMPBA patrociné un Congreso Nacional de Maestros en 1919 en La Plata e impulso la creacion de la Federacion de Maestros de la Prov. de Buenos Aires en 1924, En varias provincias se registraron hacia comien- zos del siglo XX movimientos similares. La organizacién de entidades de alcance verdaderamente nacional capaces de unificar al gremio resulté mas dificil. Entre los varios inten- tos que hubo, el esfuerzo mas consistente fue el de la Confederacién Nacio. nal de Maestros (CNM), constituida en Capital en 1916.2 Sus preocu- paciones de esa época incluian el problema del desempleo entre los maestros, los niveles salariales y la implantacién del escalatén, junto con cuestiones mas propiamente pedagogicas y de politicas educativas. Su método principal de reclamo era la peticién a las autoridades y la pre- sin sobre los legisladores; en 1929 consiguieron entrevistarse con el pre- sidente de la Nacién.”” También de orientaci6n “legalista’, la CNM se identificaba con los valores nacionalistas (se aline6 contra los trabajado- res en la Semana Tragica y mantuvo acercamientos con la organizacién » Bn 1920 la Liga Patridtica fund6 en Capital la Brigada del Magister, con Ia idea de cexpandirse luego a otros distritos. Buscaban agremiar a los docentes para “contrarres- tar la accién disolvente” de las ideas inquierdistas; pero no lograton un crecimiento como el previsto y pronto dejaron de tener impacto. En 1937 el derechista gobernador bonaerense Manuel Fresco promovié la creacién de la Corporacign Nacionalista de Macstros con la intencién de que fuera la nica representacign del gremio en la pro- vinciay se abocara a wna “campana de exaltacion del sentimiento nacional” La Iglesia catolica también tuvo iniciativasen este sentido; véase Segundo Congreso Nacional de a Confederacion Argentina de Maestros y Profesores Catélicas, Buenos Aires, FMPC, 1940; Criterio, n° 646, 18/7/1940, & principios dela década de 1920 declaraban 4000 afiliados; su publicacion Tribu ‘na del Magisterio, inicinda en 1917, habia adquirido ya gran importancia para la dif sidn de los asuntos gremiales » Juan Carlos Nigro: La fucha de los maestros, Buenos Aires, Contederacién de Mass: 105, 1984, 144 apolicial Liga Patridtica Argentina luego de 1919). Probablemente la __ Fntidad de mayor poder de negociacién con el Estado, fue también la que mis alcance logr6 en otras regiones, con presencia en las provincias de Buenos Aires, Catamarca, Santa Fe y, ya en los afios treinta, en Cordoba, San Juan y otras. Durante esa década hubo otros intents de unificar a todo el gremio, que sin embargo tuvieron alcances limitados.%® Hasta principios de la década de 1930 la orientacién mas radical entre Jos educadores mantuvo una presencia de peso, Inego de lo cual declino, _ qunque logré permanecer como una corriente de opinion visible" Las entidades de importancia que perduraron luego de 1930 fueron las de orientacién mas “legalista’, agrupadas en federaciones provinciales o en algunas de débil alcance nacional como la CNM, el Frente Unico del ‘Magisterio y la Federacion del Magisterio Argentino. Desarrollaron enton- ces en especial el costado mutualista, mediante la creacién de cooperati vas de crédito y servicios varios (hoteleria gremial, colonias de vacacio- nes, etc.). Los profesores de nivel secundario también desarrollaron entidades gremiales por la misma época que los maestros y también entre cellos se perciben divisiones relacionadas con posturas politicas.”® En 1931 la CNM, la Liga del Magisterio y otras entidades del interior confluyeron en el Frente Unico del Magisterio (FUM), La nueva asociacion, que representd el mayor {sfuerzo unificador aleanzado hasta entonces, se declaraba prescindente en materia poli- tica y se proponia federara la totalidad de las sociaciones del pais en pos de la estab liad y el escalafon de los docentes, la reglamentacién de los ascensos, la participacion de pedagogos en el gobierno de la ensefianza, la laicidad de la educacion y la actualiza- cin cultural y pedagogica de los maestros. Al afo siguiente de su creacién el FUM con- taba con 30 sociedades adheridas y poco después declaraba representa a 17.000 macs: t1os. La unidad del gremio, sin embargo, estaba lejos de haberse conseguido. Con ese propésito el segundo congreso del FUM (1937) constituyé la Federacion de Asociacio- nes del Magisterio Argentino. Pero a comienzos dela década siguiente la unidad toda via no cstaba asegurada, de modo que la CNM y la AMPBA convocaron un nuevo Con sres0 general del magisterio para intentar crear una federacién nacional. 2 En 1928 ae reunié en Buenos Aires la Convencidn Internacional de Maestros, moto: rinada por las organizaciones de tendencia mis radical: se expidi6 a favor de la “escue~ lade trabajo", una mejor distribucidn de la riqueza, el antiimperialismo y la defensa de los intereses materiales de los dacentes, adems de dejar constituida la combativa Internacional del Magisterio Americano (IMA), sin embargo de corta vida. Las activi dades de la [MA fueron perseguidas por las autoridades y atacadas por la prensa y por Ia Iglesia, En parte por ello, la IMA fracas6 en su intencidn de atracr a las entidades de ocentes ya existentesy desapareci6 de la escena luego de su segundo congreso en 1930. > Entre ellas, hubo dos que fueron las principales. La Asociacion Nacional del Profe- sorado (ANP) fue fundada en Buenos Aires en 1903 y conté como presidentes a inte 145 f t f | En cuanto alos modos del reclamo y las alianzas con otros sectores, el gremialismo docente fue mas bien austero. Predominaron casi excl. sivamente la peticién a las autoridades y los esfuerzos para crear con. ciencia publica sobre determinadas cuestiones; salvo los casos que ‘comentaremos enseguida, no hay experiencias importantes de solidari. dad con otros gremios. Sélo se registran dos movimientos huelguisticos locales de trascendencia en 1919 y 1921 y otros hechos menores en anos posteriores, desatados por causas extremas como atrasos de meses en el pago de los haberes 0 persecuciones de docentes por motivos politicos. El primero se produjo en Mendoza cuando las autoridades escolares de la provincia cesantearon a un grupo de docentes que habia comenzado tun esfuerzo de agremiacidn. FI gremio respondié entonces marchande ala huelga, que el gobierno enfrent6 con mas suspensiones. Los docen- tes, organizados como Asociacién Maestros Unidos (AMU), se lanzaron entonces a buscar solidaridad: sacaron a sus alumnosa la calle y los invo- lucraron en manifestaciones contra las autoridades; se adhirieron a la Federacién Obrera provincial y, tras hacer visitas a los trabajadores, con- siguieron que éstos participaran en marchas callejeras y declararan a su vez una huelga general que paraliz6 parcialmente la ciudad. La prensa nacional reaccioné horrorizada ante la escena de maestros que marcha. lectuales destacados. En su primera Asamblea gremial, en 1924, recibieron delegades de casi 30 ciudades de varias provincias; hub entonces propuestas infructuosas de cre- ar una “Federacin Nacional del Profesorado” unificada. Sus reclamos por entonces ‘eran de estabilidad y escalafon, aumentos progresivos de sueldo, percepcién regular de haberes y otras mejoras; se proponian ademas desarrollar servicios mutuales. A estos ‘objetivos agregaron, hacia fines de la década de 1920, el de fortalecer “el nacionalismo cen la ensefianza’: a comienzos de la década siguiente los encontramos preocupados por la “cuestién social” y organizando actos de contenido francamente derechista, La otra entidad de relevancia fue la Liga del Profesorad Diplomado (LPD). Fundada en 1921 como una federacién de unas pocas asociaciones de profesores, la encontramos ena década siguiente reclamando una Ley del Profesorado que creara la “carrera docen te" y concursos publicos para impedir asi el otorgamiento de eitedras a docentes sin titulo habilitante. De orientacién mas" progresista” que la ANP, compartia sin embar .g0 con ella los esfuerz0s por la unidad del gremio. Véase La Asociacién Nacional del Profesorudo en su XXV aniversario, Buenos Aires, ANP, 1928; Asamblea Nacional de Pro- fesores, Buenos Aires, Editorial Arg. de Ciencias Politicas, 1925; Asambleas Nacionales de Profesores, Buenos Aires, ANP, 1929: Tercera Asanblea Nacional de Profesores, ie 10s Aites, ANP, 1929, p, 261; Asamblen de renfirmaciin nacionalsta, Buenos Aires, ANP. 198%; Noticiario de a Instruccion Media (Organo de la LPD), n® 1, noviembre 1933; 0° 2, abril 1934, p. 60; n® 3, junio 1934; a” 8, septiembre 1935, Tambien es de utilidad la consulta de las revistas de la ANP Asociacion Nacional del Profesorada (que comenzo.a publicarse en 1903) y Revista del Profesorado, de 1937-1938. 146 ban cantando el himno socialista La Internacional: La Nacién declaré ‘que le parecia “indudablemente pernicioso que los maestros se agremien yconfederen como obreros industriales, porque no son eso, sino fun cionarios de carrera”; Caras y Caretas coincidia en preguntarse Por qué Jos maestros mendocinos se han federado con las sociedades obreras? Seria dificil encontrar razones atendibles para semejante actitud...” La alianza con los obreros, debe decirse, también generé tensiones dentro del propio gremio docente: segiin reportes de la época, cerca de la mitad de los maestros de la ciudad rechaz6 la afiliacion a la Federacion Obre- ray abandoné la AMU."* El segundo movimiento huelguistico de estos anos se registr6 en San- taFeen 1921, Un atraso de diez meses en el pago de los sueldos tres aitos, antes habia abierto las puertas para la constitucion de la Federacion Pro- vincial de Maestros, en cuya plataforma se identificaban con los obre- ros y el internacionalismo. De hecho, por entonces la entidad apoyé los movimientos huelguisticos de diversos gremios obreros de la provincia. En 1921 son ellos mismos los que deciden marchar a la huelga en recla- mo de aumento de sueldos y leyes de estabilidad y escalafon; los obre- ros retribuyeron entonces la solidaridad de los maestros y la medida ter~ min6 en una victoria para ellos. Estos dos ejemplos de huelgas docentes ysolidaridad con los trabajadores, sin embargo, fueron mas bien excep- ionales en el gremialismo de los educadores, que siguié siendo en afios siguientes poco afecto a las medidas “extremas” y a la identificacién con elsindicalismo obrero. Las identidades sociales puestas en juego por los docentes agremia- dos presentan elementos de distincién respecto de los asalariados en general, aunque no sin ambigtedades. Tomemos por ejemplo la Aso: ciacién de Maestros de la Provincia de Buenos Aires (AMPBA). Los esfuerzos por diferenciarse de los trabajadores reclamando para si una respetabilidad y un sueldo mayores son una constante en la prensa de la entidad (aunque también en ocasiones, hacia 1919 y después, se escu- charon algunas voces que insistian en la necesidad de acercarse al sindi- * Nuevamente en 1925 encontramosen La Revista una referencia peyorativa a ese sc tor, en un texto que la poeta chilena Gabriela Mistral dirigié a los dacentes de su pai ‘Mistral sefalaba alli la necesidad de que el maestro "se mezcle con el pueblo” y e iden tifique con sus sufrimientos, apartindose de ese modo de la “clase media’, sector por el que la poeta no tiene sino sentimientos de desprecio, Todas las afirmaciones sobre la AMPBA estin tomadas de Enrique Garguin:" Genero y clase en la canstruceién social del magisterio’, ponencia inédita, X Jornadas Interescuelas/Departamentos de Histo a, Rosario, septiembre de 2003, Bl texto de Mistral mencionado en la nota anterior aparece en la revista de la enti- dad docente “obrerista” Pueblo y Escuela; Verdad, n° 18, 12/6/1925, p. 1 148 Js EMPLEADOS mo en el caso de los docentes, también en el gremialismo de pleados la influencia de ideologias y grupos politicos de diferente sig “fo incidia tanto en los lazos de solidaridad concretos que cada gremio pudiera desarrollar, como en las identidades que asumian. Como vere- ros enseguida, las de izquierda y “pro obreras” fueron las mas podero- “gs. Pero vale Ia pena mencionar también algunas de derecha y “pro _patronales”. La Liga Patridtica y la Iglesia hicieron grandes esfuerzos para Jeremiar a los empleados, con el objetivo de alejarlos de la influencia de socialistas, anarquistas y comunistas. Si la primera tuvo escaso Exito, no fede dejar de notarse la labor gremial y propagandistica de la segunda através de la Federacion de Asociaciones Catdlicas de Empleadas (FACE), ereada en 1922 por iniciativa de monsenor Miguel de Andrea con las esperanza de transformar a las empleadas en un verdadero “ejército blan. co de pacificacion social” contrario al marxismo.* Hacia 1942 contaba con 25 gremios federados y declaraba 20.000 socias y filiales en varias ciudades del pais.” También los propios empresarios intentaban pro- mover identidades que alejaran a sus empleados del obrerismo y el izquierdismo, como vimos en el capitulo tres a propésito de la revista que editaba la Compania Unién ‘Telefonica. Las estrategias de la patro- nal también podian incluir formas de cooptacién de organizaciones sin- dicales, como la del pequeno Centro Argentino Dependientes de Alma- cén (CADA). La entidad, que recibia aportes financieros de empresas del, ramo, no se cansaba de promover hacia comienzos de los afios cuaren- tala idea de una “gran familia del gremio de la alimentaci6n” en la que dependientes y comerciantes marchaban de la mano.** Pero habia tendencias en contrario de estas operaciones patronales, ode la derecha. Seguramente por influencia de anarquistas y socialistas, la tradici6n sindical argentina desde muy temprano integré en organi. % Miguel de Andrea: Catolicismo social, Buenos Aires, Difusion, 1945, pp. 182,234 y 298. » Anales FACE, 1942, pp. 54-39. Ademis del mensaje antisocialista, su revista Agre niacin Femenina difundia entre las empleadas valores de respeto y amistad respecto delos patronos y fomentaba virtudes “femeninas” como la cocina, laelegancia, el orden familiar y la habilidad para las manualidades: Agremiacion Femnenina, abo XVI, nos. * Véase por ejemplo El Dependiente (Organo del CADA), n° 53, enero 1941; n° 61, sept. 1941, pp. 3 y 9-11: n° 75, nov. 1942, pp. 11-13; n° 79, marzo 1943. 49. zaciones tinicas a obreros y empleados de cada industria, como la Fede. racién de Obreros y Empleados Ferroviarios, la Federacién de Obreros y Empleados Telefénicos, etc. Ademés, las primeras centrales obreras, como la FOA (luego FORA) fundada en 1901, aceptaban afiliaciones de “toda persona asalariada” (con exclusion de los que ejercian profesiones libe- rales) ¢ incluian entre sus adherentes a algunos gremios exclusivamen. te de empleados.” ‘Tenemos entonces un escenario marcado por dos fuerzas contra: puestas. Por un lado, las lineas de diferenciacién laboral entre diferen- tes categorias de asalariados y las operaciones de la derecha y de la patro- nal contribuian a dificultar el surgimiento de solidaridades mas amplias entre trabajadores, abriendo de esa manera la posibilidad de que pudie. ran surgir, entre los de “cuello blanco’, identidades que los distinguie- ran y apartaran de los obreros. Por el otro, las practicas concretas del gremialismo de los trabajadores en Argentina prescntaban fuertes impul. sos en sentido contrario, hacia la unificacién de todos los asalariados en entidades unificadas o solidarias, cosa que podria abonar una posible identidad de “trabajadores” de la que participaran todas las categorias ocupacionales, incluyendo las de “cuello blanco”. Para ver la restiltante de esta tensién es necesario analizar caso por caso. UNA FIRME IDENTIDAD “TRABAJADORA”: LOS EMPLEADOS DE COMERCIO Los antecedentes del gremialismo de dependientes de comercio se remontan al siglo XIX. Ya en 1881 encontramos en Buenos Aires a una recién creada Sociedad Dependientes de Comercio reclamando por el derecho al franco dominical mediante petitorios y manifestaciones publi- as. En Rosario la organizacion gremial comienza tres afios més tarde y muy pronto adquiere gran protagonismo y radicalidad (en 1904, por ejemplo, realizan alli una gran huelga de dependientes que, tras una san: grienta represién policial, termina en una huelga general). En 1903 se registra un esfuerzo de sindicalizacién de mayor escala: en agosto, dele- gados de asociaciones de empleados de comercio de Capital y de las pro- vincias de Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe y Entre Rios (hay uno inelu- * Marotta: El movimiento sindical..., yp. 129; Carta organica dela Federacin de Emple ‘dos le Anibos Sexos de Hospitales, Asilos Nacionales y Facultad de Medicina, Buenos Altes, s/f [e. 1919} 150 | queimperaban entonces en el gre 4 del Paraguay) constituyen la Federacién Dependientes de Comercio. Sus reivindicaciones dan una idea de las pésimas condiciones laborales : pedian el descanso dominical, la jornada de ocho horas y la prohibicion del trabajo de menores de cat fe afios y de la practica de alojar a los dependientes dentro de los mis. mos negocios por ser “antihigiénico ¢ inmoral’. En 1919 se produjo un. muevo salto en la organizacion, Ese ano hubo prolongadas huelgas por Iajornada de ocho horas en grandes establecimientos comerciales de Capital; tras la derrota del movimiento en la enorme tienda Gath & Cha- "yes las dos entidades gremiales existentes entonces se fundieron en la nueva Federacion de Empleados de Comercio (FEC), desde entonces la incipal entidad gremial de los dependientes, pronto dirigida por los socialistas. La ola de despidos y recortes salariales que se produjo en el comercio a raiz de la crisis de 1930 aliment6 una mayor energia sindi- al y crecimiento de la agremiacion. En 1932 se fund6 la Confederacién General de Empleados de Comercio (CGEC), organizacion de verdade- ro alcance nacional que nucleaba a entidades de todo el pais, hegemo- nizada por la ya poderosa FEC; por entonces se hacia notar la figura del socialista Angel G. Borlenghi como referente gremial."° Desde muy temprano las entidades de empleados de comercio se hicieron parte del movimiento trabajador.*! La Federacién creada en 1903 proclamaba su orgullo de pertenecer “a la digna clase trabajadora’, raz6n por la que adhirieron a la UGT, la central obrera de orientacin socialista. Los sindicatos propiamente obreros tuvieron muestras impor- tantes de solidaridad cuando la Unién de Dependientes rosarina fue a la buelga en 1904 y cuando sus pares portefios lo hicieron en 1919. Los dependientes tuvieron igualmente participacién en los esfuerzos de uni dad del movimiento obrero: en el congreso de 1922 que decidié la cre- acion de la Union Sindical Argentina participaron varias entidades de empleados de comercio y la FEC fue adherente de la Confederacion © Marotta: El movimiento sindical...,1, pp. 32-34, 179-80; Joel Horowitz: Los sindica- tos, el Estado yl surgimiento de Peror. 1930-1946, Buenos Aires, Edunteef, 2004, pp. 65 69, 97-98, 121-26; Gloria Rodriguez:“Dinamica del movimiento gremial mercantil en Rosario", en Particularidades regionales en la tradicion sindical argentina, ed. por Arts- to Fernand? y G. Rodriguez, Rosario, Prohistoria, 2005, pp. 39-132 © Los reclamos de la Sociedad Dependientes de Comercio de 1881 recibieron el apo- yo de Ia Sociedad Tipografica Bonacrense, decana del sindicalismo obrero argentina Yen 1895 vemos a asoctaciones de dependientes de almacén entre los sindicatos obre ros en huelga por la jornada de ocho horas. Los rosarinos participan de la fundacion, de la Federacién Obrera Local en 1890, (Obrera Argentina (COA, la central creada en 1926 por socialistas y algu. nos sectores sindicalistas) y de la CGT que unificé a todo el movimien. to desde 1930." La CGEC también motorizé alianzas puntuales con otros gremios, como los de viajantes de comercio, empleados de farma, cia, bancarios, etc., algunos de los cuales no formaban parte hasta enton. ces del movimiento obrero.*® Seguramente por sus s6lidos vinculos con, los obreros y con el socialismo, las entidades gremiales de los mercanti. les manifestaron claros trazos de una identidad “trabajadora”’ y antago. nista. En los documentos de la FEC esto se vuelve particularmente cdla- ro: se definen oficialmente como parte de la “clase trabajadora” y como una organizacion que se agrupa en pos de la “la lucha de clases" Idén- ticas identificaciones con la “clase trabajadora” pueden hallarse en publi- caciones de otras entidades del interior.*° No encontramos signos de que se identificaran como “clase media’: UNA IDENTIDAD “TRABAJADORA” (AUNQUE CON SIGNOS DE TENSION): LOS TELEFONICOS El gremialismo de los telefSnicos tiene antecedentes en 1907, pero es s6lo en 1919 que se constituye la primera entidad sindical, la Federa- cién Argentina de Telefonistas, que debuta con una huelga prolongada que fuerza ala compania Unién Telefonica a otorgar mejoras salariales (incluyendo el escalafon), reduccién de la jornada laboral, supresion del trabajo a destajo y mensualizacin de los haberes. Pero una nueva huel- ga ese mismo afo termina en derrota y acaba con la incipiente organi zacion sindical. Otro intento de 1920 naufraga dos anos més tarde, de © Marotta: El movimiento sindical..., 1, pp. 32-34, 96, 179-80, 187-90; Il, pp. 253-55, MM pp. 52-37. © Por ejemplo el “Comité Gremial Pro Reforma del art. 157 del Cédigo de Comercio” creado en 1932; Horowitz: Les sindicatos..., pp. 124-26. + Federacién Empleados de Comercio: Asamblea General Ordinaria: Informe del Con sejo Administrativa. Buenos Aites, FEC, 1930, pp. 24-26. Entre elogios a Lenin, el perio- dico de la FEC-Sindicato Unico Mercantil, definia a los dependientes como “esclavos del mostrador"; Nuestra Palabra, n° 89, febr. 1925, * Vease por ejemplo El Empleado de Comercio, n° 5, marzo 1936; C.EC.A. (Vocero del Centro de Empleados de Comercio y Anexos de Gualeguaycha), n® 1, 1/1/1935: Sali daridad (Organo de la Sociedad de Empleados de Comercio y Anexos de Corrientes), fe 6, 1/9/1927. Los mercantiles rosarinos denominaron a sus publicaciones EI obrevo Intelectual y, més tarde, El proletario mercantil a2 modo que la agremiacién definitiva tiene que esperar hasta 1928, cuan- do se funda la Federacién Obreros y Empleados Telefénicos (FOyET), de orientacién “sindicalista” (es decir, independiente de fuerzas politi- cas). Ya por entonces se destacaba la figura de su dirigente Luis Gay. En 1930 la entidad, que hasta entonces no habia sido parte de centrales obreras, decide incorporarse a la recién creada CGT.” Si bien el sindicato se presentaba oficialmente como uno que agru paba tanto a obreros como a empleados, como parte de su experiencia de organizacion gremial desarrollé una identidad claramente obrerista. Yala Federacién Arg. de Telefonistas de 1919 se manifestaba a favor de la “lucha de clases’, encuadrandose dentro del bando “proletario’, identifi caci6n que se repite a menudo en las publicaciones sindicales de las déca- das siguientes.** Sin embargo, resulta interesante notar las tensiones y ambigiiedades respecto de los empleados telefonicos dedicados a tareas, no manuales. Para los de mayor jerarquia, como los inspectores, super- visores y “jefezuelos” de zona, que se “dan corte” y se conducen despot camente con sus subalternos, no hay sino hostilidad.° Respecto de los administrativos no jerarquicos, la actitud esta menos clara: en ocasiones, los consideran companeros como cualquiera, pero otras veces adoptan un aire de cierta desconfianza. Un delegado de la huelga telefonica de 1931 en Bahia Blanca decia que los “empleados administrativos” han contribuido a imprimirle al movimiento el verdadero caracter. Es sabi do que aqui en Buenos Aires, los empleados de Administracién no presta- ron a la organizacion el necesario apoyo, considerando quiza que la supe- rioridad de sus trajes de oficinistas sobre la blusa azul del obrero los excluia “ Inicialmente la entidad nacio bajo el amparo de la Federacion de Empleados de Comercio (FEC). Muy pronto, sin embargo, aparentemente por desacuerdos por la filiacién partidista de la FEC, la FOyET se independiza y desde entonces queda en manos de grupos “sindicalistae’ Luis Gay: Luchas y conquistas, Buenos Aires, FOYET, 1944, pp.6-7, 15-19, 24, 33-34, 41-52, 83, 120-73; Horowitz: Lezsindicatos.., pp-96-97. La prensa gremial refleja otros aspectos de la experiencia de los telefonicos de entonces, como la lucha contra la ter cerizacidn de los trabajos a manos de “contratistas’ el malestar por la"standarizacion del trabajo” mediante cuotas de produccidn por abajador o la contratacion de ta bajadores de medio tiempo para evitar pagar horas extra: Feleracion, n® 63, enero 193. pp. 1-2; n0 77, marzo 1936, pp. 9-10; n° 139, julio 1941, p. Irn? 14, dic. 1941-enero 1942, ps * Cit.en Gay: Luchas y conguistas..., p. 10. Véase por ejemplo Federacion, n° 63, ene 101935, p. 1 “ Federacién, n° 63, enero 1935, pp. 4 y 6: n° 65, marzo 1935, p.5. 153, de la gran masa de explotados. En Bahia Blanca no ha ocurrido lo mism, felizmente: los empleados administrativos ( gran entusiasmo.*® oe ) actuaron en la huelga con La animosidad entre trabajadores de cuello blanco y de cuello azul que esta cita manifiesta se presentaba a menudo en las relaciones con lag empleadas femeninas. La prensa gremial denunciaba que la patronal fomentaba “Ia fidelidad y la sumision” entre ellas mediante amenazas y extorsiones. Que la estrategia tenfa eficacia se hace evidente en una now de 1935 en la que critican amargamente “cierta tilingueria” que demues- tran algunas empleadas que “no se creen explotadas” como los demas tra- hajadores de la empresa y se disgustan si algui -n las llama “companicras’! Asi, la identidad puesta en movimiento ala hora de organizarse gre- mialmente se apoyaba prioritariamente en los obreros, aunque no por esto dejen de notarse sintomas de tensi6n interna respecto del lugar de los empleados. No s6lo no hay identificaciones de los telefénicos como “clase media’, sino que las pocas alusiones a ese sector social que apare- cen en la prensa son fuertemente negativas.”? Divipipos Por 1a “cATEGORIA”: LOS EMPLEADOS PUBLICOS La tensién que notamos entre los telefénicos se manifesté con mayor claridad entre los empleados publicos, gremio en el que se desarrollaron dos entidades diferentes para representar a los empleados de mayor y de menor jerarquia.” Los primeros en organizarse fueron los empleados jerarquicos. En 1910 hicieron un primer intento con un congreso nacio- nal de empleados publicos que, sin embargo, no tuvo continuidad. Hacia fines de esa década consiguieron dejar constituida en Buenos Aires la Liga de Empleados Civiles Nacionales (LECN), que pronto se hizo notar con 5° Cit. en Gays Lucha y conquistas... LS. *Y Federacién, n° 72, octubre 1935, p. 1:69, julio 1935, p. 3. Véase Federacim, n® 109, encro 1939, pp. 2-3 ne 132, nov-dic. 1940, p. 2. En ver dad se tata de referencias retomadas de una publicacion extranjera. * No nos ocuparemos aqui de aquellas entidades locales o de carécter inducablemen: te obrerista, como la Unign Obrera Municipal porteha, fundada en 1916 bajo hege ‘monia de los socialists, o su rival, la AsociaciOn Trabajadores de la Comuna, creada en 1927 por los radicalesTampoco de las organtzacioncs por "rama" come la Asacia aflstasy Empleados Postales que sostuvo una importante huelga en 1918 © ingreso lego ala FORA. Nos concentraremos en cambio en las dos organiaciones con vocacién nacional y de unificacién de todo el gremio. Sobre ellas véase Joe! Horo- ion de Tel manifestaciones callejeras por el aumento de sueldo y contra la carestia fela vida En 1927 convocaron con éxito un Congreso del Empleado nero, si no contamos ¢l antecedent pablico de alcance nacional (el pr "Ge 1910); por entonces declaraban tener 30.000 afiliados. Las resolucio- nes aprobadas por el congreso dan una buena idea de Jos reclamos del remio: pedian una “ley de estabilidad y reglamentacion de la carrera SUministrativa’, con “escalafon” y “condiciones para el ingreso que ase wn la eleccion de los mas aptos” (para evitar las manipulaciones “pol ficas” de los planteles de funcionarios); institutos de formacién para ‘empleados; concursos que determinen la competencia (y en segundo Iugar antigiiedad) como criterio tinico para otorgar ascensos; régimen de licencias y asistencia de salud; préstamos hipotecarios para acceder a la *easa propia” y que los sueldos se fijen “en forma que los servidores del Estado puedan vivir de acuerdo con su categoria social y la mision que desempenan’” Para los trabajacores manuales de més baja jerarquia recla- man el sabado inglés, una ley de accidentes de trabajo y la mensualiza- cion de los haberes (hasta entonces pagaderos por jornada). También expresan la voluntad de ocuparse de brindar servicios mutuales y hacen propias las ideas en favor de la “representacion funcional” o “corporati- 42" por entonces en boga como alternativaa la politica electoral y la demo- cracia liberal.>° Entre 1928 y 1929, en respuesta a una ola de cesantias en la administraci6n publica nacional, la LECN exige en mitines callejeros yen reuniones con funcionarios (incluyendo al presidente de la Nacién) la reincorporacién de los cesantes e insiste con su reclamo de sancién de una ley reglamentaria de la carrera administrativa que, pesar de los pro- yectos presentados, no llega a aprobarse.** Las ideas del gremio y sus recla- mos durante la década siguiente son similares. ‘witz:"“Bosses and Clients: Municipal Employment in the Buenos Aires of the Radicals, 1916-307 Journal of Latin American Studies, vol. 31, n® 3, 1999, pp. 617-44. La identi dad “obrera” no s6lo és manifiesta en estas entidades, sine que incluso alli donde men. ‘ionan a la “clase media” lo hacen con recelo. Véase por ejemplo El Trabuajador Muni~ tipal (Organo oficial de la ATC), n 125, dic. 1938, pp. 1y 3:tb. Marotta: El movimiento indica... I, pp- 225-27. 5 La Prensa, 30/1/1920, p. 7; Liga de Empleados Civiles Nacionales: Estatutas, Buenos Aires, LECN, 1922, * Asociacion Trabajadores del Estado (Organo de la ATE), n® 16, febr. 192, p.25 n° 18, abril 1927, pp. 1-3 icin 1890-1943, Tesis * Véase Ana Virginia Persello: El Partido Radical, gobierno y doctoral inédits, Universidad de Buenos Aires, 2004, cap. 4 2 La entidad que sucedié a le LECN, redenominada en la década de 1930 como Liga 155 ‘Aunque las referencias mencionadas a la “categoria social” de sus representados deja claro que se percibian como un grupo bien por enci. ma de otros asalariados (especialmente los manuales), no encontramos en los documentos que se identifiquen como “clase media”. Los tinicos vinculos de solidaridad gremial de que hemos hallado evidencias, coma veremos enseguida, los relacionaban con otros servidores del Estado de menor jerarqufa agremiados en entidades diferentes. Los empleados manuales 0 no jerarquicos del Estado tendieron a agruparse en otra entidad, la Asociacién Trabajadores del Estado (ATE), fundada en 1925 por un grupo de obreros de los talleres de la Direccion, Nacional de Navegacién y Puertos instalados en el Riachuelo. Reclama. ban inicialmente un escalafon, la mensualizacién de los salarios y el fin, de la practica de hacer “economias” suspendiendo el trabajo de los obre: ros un dia por semana para ahorrarse los jornales. Poco después de su fundacién ATE atrajo algunos grupos del interior hasta sumar més de 15.000 afiliados en 1931, especialmente reclutados entre herreros, car- pinteros, mecinicos, peones, pintores, foguistas, etc; habia solo unos pocos empleados o trabajadores de alta calificacion. En 1928 realizan su. Primer Congreso, en cuyo reglamento se acepta como miembros a obre- ros y empleados (con exclusion de los jefes superiores). Dos anos mas tarde los vemos movilizando a una multitud que consigue que el presi- dente Yrigoyen reciba a sus dirigentes en audiencia.>* Aunque ATE se presentaba como una entidad de “empleados y obre- 10s", su identidad fue desde el comienzo claramente obrerista y clasista; en su Segundo Congreso (1931) deciden ingresar a la CGT. Respecto de los empleados de cuello blanco tenian una actitud ambivalente. Se que- jaban con frecuencia del aumento de la cantidad de empleados contra- tados para realizar una “vigilancia odiosa” sobre la labor de los obreros manuales. Ello no fue obstéculo para que en 1927 aceptaran la invita- tc, y con idéntica actitud antipolitica: Su presidente de entonces, Emilio Blanco, ppartidario de climinar “Ia arbitrariedad, lairresponsabilidad y la inteomisién de la pol tica y de los politicos” mediante la “representacién corporativa”: Vease Manual de la Liga Argentina de Empleados Piiblicos, Buenos Aires, LADEP, 1938; Estatutos y regla ‘mento, Buenos Aires, LADEP, 1940; L.A.D.E.P. (Organo oficial de la LADEP), n® 26, enero 1937 * Daniel Parcero & Osvaldo Calello: Historia de los trabajadores del Estado: Los pione- 10s, sus lichas, sus esperanzas (1925-1932), Buenos Aires, ATE, 2004, pp. 30-33, 41, 65 98, 133-34, 156 on de la LECN para participar en su Congreso, donde confraterniza fon con los empleacios de mayor jerarqufa y consiguieron incluir en las = fesoluciones varias que se ocupaban especificamente de la suerte de los © gpreros. En los afios siguientes cooperaron con esa entidad en algunas | fampanas puntuales para reclamar la estabilidad y el escalafon.”” Sin Embargo no faltaron las tensiones, como se ve en su prensa gremial hacia 1928, cuando se presentan como “la unica institucidn que representa las sspiraciones de los trabajadores del Estado” y se distancian de la Liga, que para ellos “representa las aspiraciones de los altos empleados”, es decit, los que ganan “400, 800 y hasta 1200 pesos de sueldo mensuales que cobran puntualmente”” Segtin denuncia ATE, los puestos directivos de la Liga estan ocupados por “hombres de titulos, el Dr. tal, el senior falano de tal”, que s6lo se acuerdan de los obreros “cuando tienen que servirse de ellos”. UNA IDENTIDAD AMBIGUA: LOS BANCARIOS Incluso en un gremio tan poco “obrero” como el de los bancarios encontramos tensiones entre la conciencia de la propia “categoria” y la voluntad de sumarse al movimiento trabajador. Los primeros pasos del gremialismo bancario se remontan a 1912, cuando un grupo de emple- ados del Banco de la Provincia de Buenos Aires se organiza para recla mar la creacién de una caja de jubilaciones y pensiones. En 1919, reto. mando ese reclamo y agregandole el de la estabilidad laboral, marchan ala que seria la primera huelga bancaria del pais, continuada con otra en 1921; el reclamo serfa parcialmente recogido en una ley de 1923 por la que se constituyé la caja jubilatoria esperada. Este éxito contribuy6 a la creacién, al ano siguiente, de la Asociacién Bancaria (AB), la princi- pal entidad sindical del sector hasta nuestros dias. Los primeros anos de la década siguiente son de gran crecimiento para la entidad, que multi- plica asociados y filiales en varias ciudades del pais. La actividad gremial incluia por entonces la creacién de servicios mutuales para los socios (entre otros, consultorios médicos y capacitacién a través de cursos), actividades recreativas como bailes y picnics, planes para la creacion de una colonia de vacaciones y la lucha por la estabilidad y el escalafon, ¥ Asocincién Trabajadores del Estado (Organo de ATE, luego redenominado EI Traba jor del Estado), n° 1, 20/11/1925; n® 5, 28/3/1926, p. 2; 0° 18, abril 1927, pp. Ly 3:n 62, 1/3/1951, pp. 4-5: n° 93, 3/10/1933, p. 1:08 104, julio 1934; 0° 117,agos. 1939, p.4 BI Trabajador del Estado, n° 36, ic. 1928, p. 3. 137

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