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Evaluación crítica del análisis de

Estrella Gualda Caballero:

“Estrategias para la integración de la


segunda generación de inmigrantes en
Andalucía”

Realizada por:
Iratxe Ferreiro Sainz
Estela Martínez Membrilla
Mar Tro Cabrera

Universitat de València
Máster Internacional en Migraciones
Profesor: Luca Marin
Curso 2019/2020
Para entender este documento, es necesario analizar la noción de integración que en él se expone.
La autora hace algunas referencias a la variabilidad que existe entre autores acerca de éste. De esta
manera, en algunos casos, la integración hace referencia al conjunto de las estrategias y modelos que
expresan las relaciones de las personas inmigrantes con la sociedad receptora, así como sus instituciones,
acceso a los recursos, etc. y en otros casos se refiere a una de estas estrategias concretas, que cuenta con
sustanciales diferencias con las demás.
Un ejemplo de esta última manera de clasificación lo aporta el especialista en psicología J. W.
Berry, el cual hace una distinción entre cuatro tipos de aculturación, mecanismo que define el proceso por
el que la población inmigrante (y, en teoría, también la autóctona) transita a causa del contacto entre
culturas y la adaptación de ambas partes. En esta ocasión, la integración sería el modelo por el que las dos
partes implicadas tienen una mayor interacción con efectos positivos, al contrario que con la asimilación,
segregación o marginalización.
Sin embargo, Estrella Gualda habla de la integración como un concepto que engloba las diferentes
maneras de concebir esta relación entre inmigrantes y autóctonos/as, clasificándolas en tres modelos
teóricos de la llamada integración. Estos modelos son la asimilación, el ‘melting pot’ y el pluralismo
cultural (este último, en el caso anterior, identificado con la integración en sí). Una de las principales
diferencias entre las tres estrategias es la concepción que tienen sobre la población inmigrante, vista como
un grupo homogéneo o heterogéneo, y la aportación que hace a la sociedad de acogida a través de la
interacción entre ambos grupos.
En la asimilación, es la población inmigrante quien debe hacer el esfuerzo por integrarse y adoptar
los modos de vivir de la sociedad dominante, al menos en la esfera pública. En el ‘melting pot’, basado en
la fusión de todas las culturas existentes en un determinado territorio, se apuesta por la igualdad de
aportaciones culturales entre todas ellas, pero no tiene en cuenta otros factores estructurales desiguales
que dificultan o imposibilitan este hecho. Por último, el pluralismo cultural busca que todas las culturas
que están en contacto puedan aportar al enriquecimiento cultural, desde la reciprocidad, sin suprimir las
identidades culturales de cada una, sino fomentando su convivencia.
Por todo esto, la autora considera que la integración engloba todas las estrategias y modelos,
traducidos después en políticas de los gobiernos (centrales, autonómicos o municipales) y de las entidades
sociales, que abarcan la relación e interacción de grupos de inmigrantes con grupos de autóctonos/as,
puesto que el contacto entre ellos es inevitable. Además, como este contacto se da en diferentes ámbitos,
la integración tiene lugar en cada uno de ellos, diferenciando contextos interdependientes, que más
adelante se desarrollaran: integración funcional y cultural, estructural, social o identificativa, siempre
tomando las formas regidas por el modelo en el que se encuentran.
Otra cuestión será las diferencias que se pueden dar en cada uno de estos contextos, en relación al
país de origen, al nivel socioeconómico de la familia, etc. Es a lo que Portes llama la ‘integración
segmentada’, pues estos factores influyen, junto con muchos otros, al proceso de integración de una
persona o una familia. Esto muestra, una vez más, el carácter multidimensional del concepto y la práctica
de la integración.
Centrándonos en el modelo español de integración, que es sobre el que se justifican las estrategias
elaboradas en este documento, debemos referirnos a las distintas políticas generales que los distintos
gobiernos, ya sean el central, autonómicos o municipales, llevan a cabo en materia de integración de
inmigrantes y de sus familias. Esto es debido a que, a diferencia de otros países como Francia, Reino
Unido o Estados Unidos, que tienen establecido un modelo de integración en el que se basan sus políticas,

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como la asimilación, el multiculturalismo o el anglo-conformismo (respectivamente), España no cuenta
con un modelo referente.
Según explica Gualda, la causa de esta falta de un modelo característico de España en materia de
integración es la reciente concepción del país como receptor de inmigración. Esto afecta, entre otras
cosas, al hecho de que el concepto de ‘segunda generación’ no esté altamente arraigado, pues es
relativamente novedoso. Por lo tanto, aquello que se puede evaluar en esta materia son las distintas
medidas y acciones institucionales que se llevan a cabo, ya sea por los gobiernos o por entidades sociales,
que están sujetas a sus intereses y no responden a un marco o modelo de referencia.
Esto hace que haya una desigualdad en la manera en que se trabaja la integración, dependiendo de
la institución que la realice o el territorio donde se actúa. Por lo tanto, puede haber lugares donde se
practiquen unas estrategias de integración basadas en el pluralismo cultural, en el que se considera a las
personas inmigrantes un grupo heterogéneo que aporta riqueza y diversidad, pero no se puede generalizar
o extrapolar a todo el país, pues en otro lugar pueden estar llevando a cabo medidas asimilacionistas.
Es cierto que existen unos temas clásicos y genéricos que integran los Planes de Integración y
Ciudadanía, pero, como explica la autora, estas medidas afectan a grupos muy concretos de población
inmigrante que constituyen una minoría dentro de ésta, dejando a la mayoría de la población inmigrante
regularizada sin esta sujeción a ciertos programas. Todas estas medidas paliativas, sin ser realmente
integradoras, contribuyen, como bien se explica en el texto, a la segregación social y espacial de la
población y la ciudad en espacios y grupos marcados por las diferencias étnicas.
Mayoritariamente, no se promueve la interacción directa y continua entre la población migrante y
la autóctona, por lo que no se puede dar una integración social real, simplemente una coexistencia en el
lugar. Además, de esta manera se fomentan las relaciones intragrupales y familiares que restan interés a
las relaciones intergrupales. Todo esto hará que la participación social e institucional de la población
migrante y de las segundas generaciones se reproduzca siempre en unos mismos ámbitos y contextos,
como ocurre con la población autóctona.
Por último, Estrella Gualda apunta que los gobiernos deberían interesarse y ser capaces de
seleccionar aquella inmigración que le sea beneficiosa para su economía, es decir, valorar los trabajos que
pueden ser ocupados por personas inmigrantes y buscar a profesionales o trabajadores de este campo,
como ocurre con el modelo alemán. Esto, en nuestra opinión, ayuda a fomentar la visión utilitarista que se
tiene de los/las inmigrantes, pues se incrementa la idea del interés por el crecimiento económico propio,
valorando únicamente su fuerza de trabajo, sin tener en cuenta muchos otros aspectos que aporta la
inmigración, como la diversidad cultural, el crecimiento social, una visión diferente de la convivencia,
etc.
Por lo tanto, creemos necesario el desarrollo de un modelo a nivel nacional que establezca unas
pautas comunes a seguir en todo el territorio, pautas que deben estar enfocadas a seguir una estrategia
pluralista y que fomente la convivencia y el codesarrollo integrando todas los grupos y poblaciones
existentes en un cierto lugar. De esta manera, se pueden llegar a disminuir las desigualdades sociales y
territoriales relacionadas con la inmigración, ya sea a nivel local (guetización) como a nivel autonómico y
nacional.
Como decíamos, la integración tiene un carácter multidimensional y resulta necesario analizarla a
partir de esta premisa. Desde aquí, la autora presenta un estudio realizado en Andalucía para estudiar la
integración de los/as adolescentes y jóvenes inmigrantes a través de una encuesta semiestructurada a

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jóvenes entre 12 y 19 años realizada en 35 colegios de la provincia de Huelva. Por tanto, los datos
recogidos se estructuran a partir los cinco indicadores de integración, nombrados anteriormente, que
intentan cubrir este aspecto multidimensional, como son la integración funcional y cultural, que hace
referencia al conocimiento de la lengua y lenguas de preferencia; la integración estructural, sobre la
nacionalidad, participación política y oportunidades; la integración social, haciendo referencia a las
relaciones interculturales y la participación ciudadana; la integración identificativa, sobre el sentimiento
de pertenencia; y la integración global, que hace referencia al nivel de satisfacción y bienestar en el lugar
de residencia.
Otro aspecto de este estudio, además de tener en cuenta la edad de los/as encuestados/as, es el
acento que se pone en la temporalidad de la inmigración, desde un mayor tiempo en España como es el
caso de la “segunda generación“ de inmigrantes, pues han nacido en este país, hasta un menor tiempo de
estancia como es el caso de los/as recién llegados/as. Es interesante resaltar, en este aspecto, la
variabilidad de las experiencias de racismo y discriminación según estos dos ítems. Así, los datos
muestran que las personas con menos tiempo en el país la perciben en menor medida debido a la falta de
crítica, además de que las personas que llevan más tiempo tienen más probabilidades de experiencias
vividas. Y con respecto a la edad, se supone que el acercarse a la vida adulta supone mayores exigencias,
competitividad, como es el caso del mundo laboral, que lo que puede ser el contexto escolar.
En esta línea, se puede observar en los datos que hay una percepción optimista en lo que se refiere
a la integración puesto que el ámbito educativo se supone como un espacio universal e integrador. Sería
interesante profundizar en el análisis de los contextos sociales de estos jóvenes y conocer la experiencia
de sus familias en los diferentes ámbitos que ocupan, sobretodo el laboral, que está sujeto al estatus
jurídico, a hablar correctamente la lengua, etc. y las posibilidades de participación social.

Por otro lado, también se muestra un alto grado de satisfacción a la hora de residir en España, e
incluso afirman tener mejores condiciones de vida. Aún así, existe un grupo considerable a tener en
cuenta que demuestra datos más pesimistas, con lo cual sería necesario indagar si tiene que ver con el
tiempo en el país de destino, por las experiencias vividas o las que observa de su familia, las condiciones
socioeconómicas, o la distancia cultural entre el origen y el destino.

Por ello, un abordaje diferencial que tenga en cuenta los diferentes perfiles de inmigrantes y la
variabilidad de sus contextos puede ser esencial en el diseño de las estrategias. Además, sería necesario
incluir a la sociedad autóctona en estos análisis para conocer las percepciones y los aspectos que juegan
en una visión positiva o negativa, y crear espacios de interacción directa.

Sobre los resultados de este trabajo, y bajo el concepto de “ciudadanía plena“ de la Unión Europea
y sus políticas de inmigración, la autora propone una “integración cívica“ que supone la promoción, el
respeto y la igualdad plena de los derechos civiles, sociales, económicos y culturales, así como los
derechos políticos, y supone la garantía de medidas contra la discriminacion por razón de género,
nacionalidad, etnia, etc., el reconocimiento de la reagrupación familiar, la asistencia a menores no
acompañados/as, mejorar los canales de entrada para la seguridad de las personas inmigrantes y contra la
precariedad laboral, así como crear espacios comunes para el encuentro y programas que promuevan la
multiculturalidad y la mediación intercultural en las instituciones. A partir de estos supuestos, la autora
desgrana una serie de medidas para el II Plan de Integración de la Inmigración en Andalucía.

Antes de detenernos en estas medidas, consideramos que las estrategias o medidas que se elaboren
para mejorar la integración y promover la interculturalidad deben evitar la generalización atendiendo a las

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diferencias presentes en el colectivo inmigrante, en cuanto al género, la nacionalidad, la situación
administrativa, la clase social o la edad, y sobretodo la generación, que es lo que compete a este trabajo,
sea primera, primera y media, segunda, etc, Y esta idea sirve como criterio principal de diseño y
evaluación de cualquier estrategia o medida propuesta que trabaje la integración y, en concreto, las que en
este documento se proyectan, pues bajo estas diferencias se van a dar unas u otras experiencias, así como
unas dificultades u oportunidades en la integración, por lo que es necesario adaptarlas para que sean
oportunidades para todos/as.

Además de este criterio, consideramos importante tener en cuenta para evaluar estas u otras
propuestas la tendencia hacia medidas dirigidas solamente a inmigrantes o si la tendencia es a diseñar
propuestas bidireccionales sujetas a una idea de interacción y responsabilidad común, es decir, si son
propuestas más asimilacionistas o más integradoras de la diversidad. En esta línea, además, nos resulta
interesante apuntar si están dirigidas desde una visión asistencial o de beneficio único para el inmigrante,
que pueda hacer que se interpreten como un esfuerzo que sólo hace la sociedad autóctona, o más bien una
visión en el que el beneficio es mutuo y necesario para todos/as desde el punto de vista de la diversidad
cultural, el intercambio y el aprendizaje mutuo, así como la plena convivencia. Por último, otro criterio
posible es el nivel de participación del colectivo inmigrante o colectivos inmigrantes en las propuestas, es
decir, la creación o apertura de canales de participación y protagonismo.

Por áreas de intervención, las propuestas sobre la educación que la autora señala, están dirigidas a
toda la comunidad educativa, desde medidas orientadas hacia las prácticas de los/as profesionales y su
conocimiento de la lengua y la cultura, incluyendo la figura del/a mediador intercultural, medidas de
compensación y apoyo a los/as alumnos/as inmigrantes, formación profesional para los/as jóvenes, el
fomento de la participación de los padres y madres en los centros educativos y la realización de
actividades interculturales en la que se implique a toda la comunidad. De esta manera estas medidas, en el
ámbito escolar, suponen la inclusión de la diversidad cultural en la institución educativa, ya que se
promueve la formación de la lengua y la cultura en los/as profesionales, como en el alumnado, y se
propone la participación de todo el tejido educativo y la creación de actividades de convivencia
intercultural. Sería necesario que estas medidas se fueran ajustando a los perfiles determinados de
nacionalidad, etnia, género y generaciones que se incluyeran en estas instituciones, incluyendo, además,
su participación en la elaboración de los programas de formación para que se ajusten y representen de una
forma adecuada.

En el área sanitaria, las medidas también están orientadas hacia la introducción del conocimiento de
la diversidad y la multiculturalidad en la institución sanitaria, especialmente en el colectivo de
profesionales y la creación de protocolos de atención sanitaria. Además, se proponen espacios de
intercambio de experiencias y buenas prácticas, así como grupos de trabajo para la revisión de la práctica.
Con la misma perspectiva son las propuestas sobre la institución social o servicios sociales. Ambas
instituciones tienden a un carácter asistencialista y de protocolos rígidos, y resulta necesario que ambas
logren flexibilizar sus prácticas para poder atender las nuevas realidades. En este área también se hace
énfasis en la definición y creación de protocolos para la atención específica de menores inmigrantes no
acompañados/as, que es un colectivo de una gran vulnerabilidad. Se necesitan programas de atención y
acompañamiento que se ajusten a sus necesidades y complejidades, pues dentro de este mismo colectivo
las experiencias vividas en el trayecto y una vez en España, las situaciones socioeconómicas de origen, el
país de procedencia, etc. marcan diferencias y es necesario tenerlas en cuenta.

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En cuanto al ámbito sociolaboral la propuesta está reducida a la Formación Profesional
Educacional para jóvenes y mujeres. Nos resulta adecuado enfocarse en estos dos colectivos, que dentro
del colectivo de inmigrantes, y en general, son los que más dificultades encuentran en la inserción laboral.
Aún así, este aspecto queda limitado si no se presentan unas medidas relacionadas con la formación y la
atención a la diversidad en los sistemas de empleabilidad locales y estatales y las áreas de recursos
humanos públicas y privadas, además de añadirle la complejidad que suponen las situaciones
administrativas para el colectivo inmigrante y que condiciona la precariedad laboral.

Por último, en cuanto a los espacios de participación se aportan dos propuestas, una dirigida a la
invitación a espacios de participación juvenil a los jóvenes inmigrantes e incluso su creación y, por otra,
la sensibilización de las asociaciones juveniles existentes para que les faciliten el ingreso. Teniendo en
cuenta que los canales de participación juvenil en general son escasos, se torna importante fomentar la
iniciativa de crearlos para poder propiciar las redes de intercambio entre los jóvenes y de creación
colectiva, espacios tan necesarios para el aprendizaje, el apoyo y la integración, así como la defensa de
sus derechos.

Como apuntábamos, la carencia de un trabajo profundo en la creación y el compromiso de un


modelo integrador nacional de referencia hace que las iniciativas y medidas establecidas en los territorios
quede relegado a la voluntariedad y la visión propia de las administraciones locales o autonómicas y los
agentes sociales, pudiendo desarrollar iniciativas asimilacionistas. Por ello, consideramos necesario el
desarrollo de unas líneas estratégicas comunes proyectadas a la integración y al reconocimiento de la
diversidad como una realidad actual, y que estas líneas son las que deben servir como rumbo para los
diferentes territorios de España, que ya es diversa en sí misma, y desde lo local ajustarse a las diferentes
realidades pero con un compromiso y proyecto común.

Pero sin duda, lo esencial es el ajuste bajo esta perspectiva en las leyes migratorias y, en concreto,
en la apertura de canales de regulación de las situaciones administrativas de las personas inmigrantes, que
condicionan la desigualdad en el acceso de derechos y, por tanto, condiciona el nivel de integración. Es
necesario un compromiso político y social por incluir la diversidad y reconocer a todas las personas como
ciudadanos/as de pleno derecho.

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