You are on page 1of 227

RAGE

Resiliencia #4

Marcia DM
Este libro electrónico está disponible solo para su disfrute personal. Este libro no puede ser revendido o regalado a otras personas
a menos que se haya comprado una copia por separado. Gracias por respetar el arduo trabajo de este autor. Todos los derechos
reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida en cualquier forma sin el permiso escrito, excepto en el caso
de citas breves en artículos críticos y revisiones Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes
son producto de la imaginación del autor, son usados de manera ficticia y no debe ser interpretado como real. Cualquier parecido
con hechos reales, lugares, organizaciones o personas vivas o muertas, es pura coincidencia. Copyright © 2020

Marcia DM
Visita mi sitio Web https://authormarciadm.com/
DICCIONARIO

MC: Motorcycle club. (Club de moteros)


Soulless Basters: Bastardos sin alma, grupo de moteros donde Rage es el presidente.
Amazons: Amazonas.
Big Kahuna: Es el título que se da en Hawái a un sacerdote, maestro o consejero. Presidente
de Amazons.
Rage: Ira en inglés.
Hunter: Nombre original de Rage, significa Cazador.
INDICE

Rage
Diccionario
Indice
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Epilogo
Agradecimientos
Acerca de la autora
Proximo libro: Carter
Males extremos requieren antídotos extremos.
El pasado.
Hunter
Cinco años.

—¿Dónde está mamá? —le pregunto a papá mientras la busco por la casa, es hora de cenar,
mi pancita me duele.
Papá está mirando la televisión como todos los días a esta hora, el perfume que usa hoy,
nunca se lo sentí. Me acerco al sillón y apenas puedo apoyar mis brazos en donde papá deja el
brazo.
—¿Dónde está mamá? —vuelvo a preguntarle, papá parece que no me escucha.
—Mamá no está, ¿que necesitas? —papá habla raro, quizás volvió a tomar el agua esa que
mamá le dijo que no vuelva a tomar, lo voy a acusar con mamá cuando la vea.
—Tengo hambre.
Sin despegar los ojos de la televisión, llama a mi hermano mayor, cuando aparece se cruza de
brazos, esperando que papá le hable.
—Ve a hacerle algo de comer… —dice.
—¿Por qué?
Papá lo mira enojado.
—Porque yo lo digo, ahora ve y prepárale algo a tu hermano ¡maldición!
Mi hermano se va a la cocina diciendo malas palabras, papá no lo escucha sino le daría con el
cinto como hizo varias veces antes.
Yo persigo a mi hermano y me detengo a sus pies, viendo como me prepara un emparedado.
—¿Dónde está mamá?
—Muerta.
—Y ¿cuándo va a volver?
—No va a volver, nunca más. —me entrega el emparedado, no está bien hecho, le faltan cosas
porque es muy plano.
—¿Por qué no va a volver? —¿nunca más? Mi boca empieza moverse sola hacia abajo como
cuando estoy muy triste.
—Porque eres un hijo insoportable y ella prefirió tomar cocaína como si fuera Coca-cola a
tener que cuidarte. —mi hermano se agacha para ponerse a mi altura— así que más vale que te
portes bien si no quieres que nos vayamos nosotros también.
Tengo agua en los ojos.
—¡No quiero que se vayan! —grito llorando.
—¿Qué está pasando? —mi papá aparece y salgo corriendo a abrazarle la pierna.
—No te vayas papá, yo me voy a portar bien. —mi papá me alza entre sus brazos gigantes y
le da palmaditas a mi espalda.
—¿¡Que mierda le dijiste!? —grita.
—¡La verdad! Por su culpa mamá no está, ¡es hora que lo sepa de una maldita vez!
—Vete a tu cuarto y no salgas hasta que te lo ordene, ¡vete ya! —grita mi papá y lo empuja
con fuerza cuando pasa cerca de nosotros.
—¿E-es v-verdad? —le pregunto enterrado en su cuello.
—No Hunter, no es verdad. —dice, pero usa el mismo tono que usa cuando le miente a mi
mamá.
—Yo te prometo papá, que siempre voy a portarme bien.
—Lo sé hijo, lo sé.
CAPITULO 1

Hunter
Mi padre enviudó cuando mi hermano y yo éramos todavía unos niños. Yo tenía cinco, mi
hermano diez. Recuerdo ese día borroso y gris, mi padre intentó explicarme el concepto de la
muerte y de lo que provoca en el corazón de los que nos quedamos detrás. Habló de un viaje sin
retorno, un boleto de ida.
Lo único que podía pensar era en que había hecho mal para que mi madre quiera irse y no
verme nunca más.
La ausencia de mi madre se hacía extremadamente notoria, mi hermano ya no cenaba en la
mesa, mi padre miraba futbol en su televisor y yo me sentaba a su lado, ansioso por que mis
piernas toquen el suelo como hacían las de él.
Mi padre era el presidente de uno de los clubes de moteros más poderosos de los Estados
Unidos y ese poder conllevaba una parva de responsabilidades por parte de él. Fue muy difícil
para el “viejo John” liderar un club legal y dos niños perdidos, él, intentó alejarnos de la vida del
club todo lo que pudo. No quería esa vida para nosotros, sabía que este tipo de vida era solo para
aquellos que no encajaban en la sociedad y veteranos de guerra que no pueden convivir con su
propia mente, para eso era el club y por eso debía lograr que todos puedan vivir de esa
hermandad. Cuando se enfocaba en el club y sus hermanos, nos perdía de vista a mí y a
BadBlood. Cuando se enfocaba en nosotros, el club comenzaba a descarriarse. Parecía que nunca
podía ganar la batalla entre esos dos pilares de su vida.
Era un sinfín, un círculo vicioso.
Lo que sí hacia bien mi padre, era observar. El “Viejo John” era silencioso pero atento, su
silencio demostraba contemplación y un análisis constante, él era excepcionalmente bueno
descubriendo las personalidades y las necesidades de las personas, lo aplicaba con todos los que
lo rodeaban, sabía en quien me iba a convertir y quien iba a ser mi hermano en el futuro.
(Excepto con mi madre supongo.)
Vio en mi un hombre silencioso y calculador como él, me puso el apodo de “Rage” porque
decía que mi ira estaba muy escondida dentro de mí y que un día iba a explotar. No estaba
errado, no tener a mi madre hizo de mi un hombre reservado, despegado de mis sentimientos y
eso solo lleva a una cosa, al impulso, al descontrol de uno mismo, física y mentalmente. La vida
es más fácil si no esperas nada de nadie, nadie puede irse y defraudarte.
A mí me gustaba estar en contacto con la naturaleza, me fascinaba el concepto de poder crear
y reproducir comida, sustento, vivir en un lugar aislado, donde lo único que se escuche sean los
sonidos de la naturaleza, los pájaros, los grillos y la noche. Ver un cielo saturado de estrellas y
no tener que lidiar con la mierda del mundo.
Mi hermano por otro lado era ruidoso, siempre con música alta, fantaseando con vivir en una
mansión rodeado de gente frívola, fiesta y mujeres. Mi hermano quería dinero, chorreaba baba
por ese material verde, amaba ostentar poder, hablaba mucho y con un tono muy alto,
definitivamente estaba en una búsqueda constante de atención.
Por esas razones fue que mi padre insistía en que mi vocación era servir a mi país. Y yo con
tal de orgullecer al “viejo John”, lo hice, aunque no era lo que tenía pensado para mi futuro y
mucho menos lo que iba a ocurrir después.
Transité por el entrenamiento.
Pelee por mi país.
Puse mi vida en riesgo y lo hice con orgullo. Conocí personas importantes, personas fuertes,
miedosas, oscuras, alegres y tristes. Los años pasaron y yo estaba listo para finalmente retirarme
en un campo, lejos de todo, fantaseaba con ello, lo saboreaba, lo sentía en mis manos.
Pero, siempre hay un pero.
Los cambios son inevitables, aunque uno no quiera aceptarlo.
Mi padre se puso viejo y descuidado. Mi hermano se volvió agresivo y codicioso. Sucedió lo
que tenía que suceder, lo que cualquiera hubiese visto a la legua, por eso me pregunto ¿por qué
“El viejo John” no hizo algo al respecto? porque de todos los que estaban allí, él era el único
capaz de comprender las necesidades de mi hermano.
BadBlood, era su nombre de calle, su nombre real era Sam, suena a un buen samaritano, pero
en realidad, era un maldito despiadado y junto un grupo de seres de características similares
tomaron mando del Club y eliminaron a mi padre.
Lo quitó de su hombro, como una cucaracha entrometida y asquerosa.
El día que mi hermano me llamo para darme la notica, no escuché duelo, él no sentía hueco en
el alma como lo hacía yo. BadBlood relató la muerte de mi padre como si intentara contarme una
película que no le había gustado del todo.
—Fue un infarto, ya sabes cómo es eso, el viejo nunca se cuidó, una cerveza por aquí, coca
por allá… —la voz monótona y aburrida de mi hermano sale por los parlantes del celular
satelital que mi general me había prestado para hacer la llamada. Estaba sentado en mi catre,
rodeado de hombres que vivían su vida con normalidad (o con lo que uno podría llamar normal
en este lugar) mientras sentía que mi mundo colapsaba a mis pies. La carpa donde dormíamos
se movía por los vientos nocturnos de Afganistán, pero yo no oía nada, solo el tono monocorde
de mi hermano.
—¿Dónde fue? —fue todo lo que pude preguntarle.
—Mientras andaba en su Harley. Al menos murió haciendo lo que más le gustaba hacer. —mi
padre tenía una hermosa Harley roja, que cuidaba como a una hija.
Rápidamente repasé la vida de mi padre, él no solía ser un hombre de cerveza, él era Jack
Daniels, él era un hombre que odiaba las drogas con todo su corazón, ¿por qué? Porque las
drogas fueron las que le quitaron a mi madre de su vida. Por esa razón se negó a comercializar
ese producto, por esa razón quería un club limpio, legal. Porque sabía lo que las drogas le
hacían a la gente, lo vivió en carne propia.
¿Coca?
¿Cerveza?
Mi hermano estaba tan abstraído de la relación que yo tenía con mi padre, que ni se esforzó
en pensar excusas que suenen convincentes para alguien cercano a él.
—Claro. —contesto secamente, no creo una sola palabra que sale de su boca.
Badblood era ese tipo de niño que todos odian, ya sabes, irritado, engreído y chillón. A nadie
le gusta alguien así, en la mayoría de los casos, eventualmente esos pequeños demonios crecen y
se vuelven alguien un poco más tolerable y equilibrado, pero no mi hermano. Él no sabía
cuándo parar, él tomaba todo lo que quería sin preguntar.
—El velorio será en una semana, decidimos hacerlo así para darte tiempo a volver.
—Te lo agradezco. —susurro, apretando los dientes.
Mi voz suena tranquila, pero puedo sentir el tornado formándose dentro de mí. No necesito
preguntárselo, sé que fue él, quizás no por sus propias manos, pero sé que fue su orden.
Mi padre fue asesinado.
Corté la llamada porque no quiero cometer ningún error, no me conviene que se dé cuenta de
mi sospecha. Dejé el celular satelital lentamente sobre mi lado derecho, apoyé mis codos sobre
mis piernas y exhalé lentamente.
Voy a matarlo.
Voy a matarlo.
Voy a matarlo.
Repetía para mis adentros.
Voy a matarlo, voy a abrirlo al medio y alimentar a los perros con sus tripas.
Va a pagar por lo que hizo, arrebató al único ser humano que no me trató como una mierda.
Mi respiración se volvió espesa y alterada, las palpitaciones de mi corazón rabioso llegaron
a mis oídos y solo podía escuchar el ritmo alterado que tiene junto a un zumbido que me alerta
de mi estado mental.
Voy a explotar, voy a matarlos a todos, voy a …
—¡Rage! —alguien me llama con un tono imperativo y me saca de mi trance. Levanto la
mirada y encuentro mi compañero de escuadrón. Bruno D’amico mirándome con ojos
cautelosos— Sea cual sea la noticia que hayas recibido, no te enfrentes a esas emociones ahora.
Espera a volver.
Como si supiera que estaba a punto de explotar, el medido y cuidadoso profesor, me advirtió
que me calmara. Me levanté y caminé lejos de él. Pero antes de irme de la carpa, gruñí por
sobre mi hombro:
—Metete en tus propios asuntos, profesor.
Quien iba a decirlo que diez años después, él iba a ser quien me iba a entregar mi venganza en
bandeja.
CAPITULO 2

Rage.
Creo que la paciencia es amarga, pero trae frutos dulces y jugosos, por eso esperé y esperé,
para llegar a este momento.
Hace solo unas horas Bruno me trajo la venganza que aguardé por años, el momento perfecto,
la excusa exacta para eliminarlo de una maldita vez de la faz de la tierra.
La voz del profesor sonaba desesperada, temerosa y asquerosamente necesitada. Tomé su
llamada porque algo dijo que lo haga, después de todo, habían pasado muchos años desde la
última vez que lo había visto.
Había escuchado historias de lo que resultó del profesor, un sicario muy habilidoso, una
sombra en la ciudad. Probablemente él piense lo mismo de mí y eso es lo único que tenemos en
común.
El profesor dijo: “Necesito eliminarlo, él es mío, pero tengo un ejército de moteros
protegiéndolo, necesito que me ayudes con ellos, su líder se hace llamar BadBlood y…”
Eso fue todo lo que escuché de su boca, mi sangre se congeló cuando entendí lo que ocurría.
Mire hacia arriba buscando una señal de mi padre, algo, una muesca que diga “Feliz cumpleaños,
hijo.”
“Cuenta conmigo” respondí sin demostrar el huracán que tenía dentro de mí, la ira y el placer
juntos es una extraña combinación, pero fue absolutamente bienvenida por mí corazón negro.
Así que aquí estoy, viendo desde lejos como Bruno y la mujer que lo acompaña están siendo
palpados por los hijos de puta que arruinaron mi vida, escucho las risas sobradoras de los
integrantes de “Devils Head”, hartando al profesor, quien sospecho que tiene la misma furia
contenida dentro de su cuerpo.
Rían fuerte, porque esta es la última vez que lo hacen.
Bruno y la mujer desaparecen y solo me resta esperar, porque estos idiotas son tan básicos y
poco imaginativos que con Bruno predijimos todo lo que va a ocurrir.
Aquí va como lo predijimos:
-Comprobación de armas.
-Sedación.
-Tortura.
- Muerte.
Sabíamos que el primo de Bruno estaba cautivo en este lugar y como conozco el edificio de
memoria, sé exactamente donde está, una de las ultimas habitaciones al fondo, solo tengo que
deshacerme de los muñecos que están en la entrada, luego los que custodian dentro y finalmente
tenerlo entre mis manos, para poder romper su cráneo con mis manos.
Bruno y su chica desaparecen, y los cuatro moteros con ellos, con una simple granada debería
hacer el truco de sacarlos afuera.
Arranco el seguro con mis dientes y arrojo mi juguete preferido justo donde están sus
motocicletas, por supuesto, la de Badblood está en otro lugar, porque él tiene una corona de
cristal y necesita trato especial.
Idiota.
La granada cae sobre la moto de uno de ellos y explota haciendo que todas las motocicletas
comiencen a hacer combustión. Una por una, comienzan a explotar como un maldito cuatro de
julio. Preparo mi franco tirador y apunto directamente a la puerta, es cuestión de segundos hasta
que vengan a ver qué ocurre.
La puerta se abre precipitadamente.
Allí están, el primero sale a investigar, se toma la cabeza y comienza a gritar.
Cargo el rifle.
Disparo.
Muerto.
Segundo lo mismo, encuentra el cuerpo, intenta correr, imposible ganarle a una bala.
Muerto.
Tercero asoma solo su nariz.
Muerto.
El cuarto no sale.
Me levanto del suelo, abandonando el arma en mi puesto, ahora no la necesito, porque mis
próximos objetivos van a estar más cerca mío, un cuchillo sería lo mejor. Salgo corriendo por el
perímetro del hangar, rodeándolo. No tengo mucho tiempo, adentro del hangar la agitación y los
nervios deben ser reales y necesito eliminarlos cuando no estén listos para contraatacar.
Llego a la parte trasera del edificio donde mi padre solía hacer fiestas para recaudar dinero y
examino con cuidado donde está la habitación que necesito.
Aquí.
Una pared de hormigón, una posibilidad.
Coloco la dinamita, adhiero la bomba de forma rectangular a la pared de cemento y oprimo el
botón. De la manera que armé la bomba no debería dañar a nadie dentro de la habitación, a
menos que tenga el oído pegado a la pared.
Acordamos con Bruno que me llevaría a su primo lejos de aquí y que en el caso de que él no
sobreviva, también a la mujer, pero aún no se si está vivo o muerto, me enterare cuando la
bomba haga…
BOOM.
Explota en mil pedazos, dejando un agujero para que pueda entrar. Cuando ingreso a la
habitación, un hombre está atado a una silla, agua a sus pies y una cámara que lo apunta.
¿Qué mierda es este show?
Tomo la cámara con mi mano derecha y la hago añicos para impedir que sigua transmitiendo.
Dos idiotas más entran a la habitación, en un segundo estoy sobre ellos, penetrándolos con la
afilada hoja de mi cuchillo.
Van cinco.
—¡Que carajos! —grita el hombre atado, claramente pasó horas siendo torturado, su rostro
esta imposiblemente magullado, su cabello empapado y pegado a su cráneo.
Corro los cables a sus pies y comienzo a desatarlo.
—¿Sabes si Bruno sigue vivo? —pregunto calmadamente.
—Ah, ¿Bruno te envió? Wow, creí que iba a morir aquí, demonios.
—Responde la maldita pregunta.
—Sí, está vivo. —termino de romper las sogas, intenta ponerse de pie, pero esta tan molido
que no puede levantarse.
Escucho alguien acercarse.
Mi hermano entra a la habitación.
Nuestras miradas se cruzas y a pesar de que pasaron diez años desde que nos vimos por última
vez, nos reconocemos automáticamente y sabemos que está pensando el otro. En un segundo los
dos nos apuntamos con el arma.
—No quieres involucrarte en esto Rage, vete, no quiero matarte.
Sí, claro.
—Tarde, ya estoy aquí.
No tiene comparación alguien quien entrenó para matar, con un pandillero mediocre, por eso
en un segundo quito el arma de su agarre y lo apunto con las dos. Mi dedo esta sobre los gatillos,
la necesidad de matarlo me arrebata, pero no aquí, no así, necesito mi tiempo, por eso vacío las
dos armas delante de él, dejando que los cargadores caigan sobre el suelo.
Cree que no quiero matarlo.
Se me ríe el culo.
Me arrojo sobre él y una lucha de titanes comienza, mi puño impacta en su rostro y el de él en
mi estómago, yo necesito dejarlo preparado para después, para cuando realmente pueda poner
mis manos sobre él.
Lo empujo lejos de mí y cae en el marco de la puerta. Como una rata temerosa retrocede y
desaparece de mi vista.
Vete, vete, que luego voy por ti.
Levanto al hombre magullado y lo cargo en mis hombros, no hay tiempo para perder y él no
puede caminar.
Salgo por el mismo agujero que usé para entrar y corro hasta mi Jeep, estacionado lejos de
aquí.
—¿Qué pasa con Bruno? ¡Donde esta!
—Él viene detrás de nosotros. —respondo, no tengo mucho que agregar.
Desde lejos puedo ver a Bad y un hombre joven subirse a la motocicleta de mi padre y
dispararse lejos de aquí. El fuego en el lugar está esparciéndose, es cuestión de segundos para
que los dos restantes salgan.
Allí van, corren apagando sus ropas del fuego que los incendia.
—¿Puedes mantenerte de pie un segundo? —realmente quiero jugar hoy.
—¡Claro que puedo! ¡No soy una damisela en peligro! —dice sin abrir sus ojos. Lo siento en
el suelo con cuidado y vuelvo a mi francotirador colocando mi ojo en la mira, los veo correr
como dos presas desesperadas.
Disparo.
Un muerto.
Disparo.
Dos muertos.
Nadie se escapa de mí y de mi cólera.
Hecho.
Levanto al hombre y lo llevo a mi Jeep, lo deposito allí y me voy, dejando detrás la primera
etapa de mi venganza.
En el camino hacia el punto de encuentro, tengo que hacer callar a la encomienda de Bruno, el
hombre no para de gruñir y lamentarse por los dolores de su cuerpo. Mi mente corre a miles de
kilómetros por hora, no puedo lidiar con alguien quejoso como él.
Cuando Bruno aparece, se lo entrego y lo veo irse con la ayuda de su primo y esa mujer tan
curiosa que tiene a su lado.
¿Qué se sentirá tener una familia?
Me hago esa pregunta a horas de asesinar a mi propio hermano.
Supongo que nunca lo sabré.

✽ ✽ ✽

Cuando BadBlood despertó atado en su silla de su casa de verano, abrió sus ojos como los
abre un animal que corre con una chita pegada a sus tobillos, pero esta presa no puede correr y la
chita puede hacer lo que se le dé la maldita gana.
—¿¡Que mierda es esto Hunter!? —grita el nombre que no escuchaba hace años.
Ya nadie me llama así.
Esa persona ya no existe.
Decidí no cubrirle la boca, quería que se sienta libre de decir todo lo que quiera antes de
morir, era un regalo de mi para él.
—¿Estás loco? ¡No es el momento de tus juegos macabros!
Todos estos años, contemplé diferentes formas de asesinarlo, todas tenían una falla, o al
menos eso me decía para no seguir adelante. Después de todo, no estaba seguro de ser capaz de
matar a mi hermano, pero eso no me detenía, boicotee todo plan de su club, todo intento y
oportunidad de negocio, destruí sus depósitos de drogas y armas, llamé a la policía cuando sabía
que algo iba a ocurrir, mi único hobby era demoler a BadBlood.
Estos últimos meses sabía que había algo cocinándose, movimientos extraños y muy
cuidados, solo que nunca pensé que BadBlood iba a meterse con el terrorismo.
Ese era un nuevo nivel de maldad.
Los gritos de la victima de Bruno entran a la habitación y mi hermano mira hacia todos lados
sin saber que ocurre.
—¿Quién está en la otra habitación? ¿Es León? ¿¡Que le hacen!?
—Lo están torturando. —respondo analizando su reacción— Es un terrorista, ¿Qué mierda
esperabas que pase?
—Suéltame Hunter, ¡esto no es asunto tuyo!
—Es asunto mío, es asunto del país que tiene un anti-americano en su suelo, ¿creíste que ibas
a salirte con la tuya? ¿Qué te prometió? ¿Dinero? ¿Eso fue suficiente para venderte?
Un poco de sudor comienza a desparramarse por su frente, zamarrea sus manos intentando
deshacer un nudo hecho por un militar.
Yo ni lo intentaría.
—Lo juro Hunter, cuando esto pase voy a encargarme de…
—Asesinarme, —digo por lo bajo con una sonrisa— ¿planeas hacerlo como lo hiciste con
papá o te vas a planearlo mejor conmigo?
Bad nunca creyó que fuera capaz de asesinarlo, no entiendo por qué si él fue perfectamente
capaz de matar a nuestro padre.
Sus ojos se detienen sobre mí, Bad siempre fue horrible pretendiendo expresiones, ocultando
sentimientos, algo que en ejercito te enseñan desde el día cero, así que pude leer cada mico
expresión, cada movimiento involuntario.
Estaba sorprendido por mi conocimiento, él no sabía que yo poseía esa información.
Estaba asustado.
Comenzó a temblar y a maldecirme sin control mientras los gritos del terrorista se escuchaban
del otro lado de la puerta.
Cuando sus ojos se fijaron en mí en sus últimos momentos de vida, me dedique a que sea
traumático y horrible. Use palabras trágicas y dolorosas, hable de nuestro padre con amor y de él
con odio. No iba a dejarlo descansar hasta ver un gramo de culpa en su alma.
—Papá era lo único que nos quedaba, la última gota de bondad en nuestra vida.
—Para ti, ¡a mí siempre me trato como una plaga!
—¿¡Y que pretendes!? Siempre fuiste cruel, vanidoso y egoísta. Papa sabía que tu único
futuro era en las calles, pero no, tenías que joderlo todo, ser adicto al poder es lo que te trajo a
esta silla hoy y créeme hermano, vas a pagar por todo lo que nos hiciste pasar, por la muerte de
papa y por cómo me atormentaste toda la vida.
La ira nublo mis sentidos, de golpe ya no quería seguir jugando con mi presa, quería comerla
viva.
Me arrojé sobre él, apuñalando mi cuchillo como un maldito maniático. Bad gritaba pidiendo
ayuda, pero esto recién empezaba. Finalmente entendió que clase de ser era yo en este mundo, él
había creado un monstruo, lo asesiné por horas, maté su alma, silencié su lengua venenosa y lo
despojé de cualquier alegría, diciéndole como había asesinado a su vieja dama, por supuesto que
no lo había hecho, solo me di el lujo de verlo morir por dentro, porque a veces puedo ser un
sádico hijo de puta.

✽ ✽ ✽

Búfalo estrechó mi mano con fuerza cuando se enteró lo que había pasado, amigo de mi padre
desde pequeños, sus mundos se distanciaron por algo tan simple como por el barrio donde
nacieron. Pero eso no aplacó la amistad, eso los hizo trabajar juntos como hermanos, unidos por
sangre y alma. Búfalo sabía que Bad era una calaña dentro de nuestra sociedad, por eso me
felicitó cuando tomé cartas en el asunto.
“Lo único malo de todo esto, es que ahora tienes una responsabilidad terrible sobre tus
hombros.” me dijo, no le preste atención, creí que mi nuevo propósito en esta vida era continuar
con los planes de mi padre.
Tomé control con la ayuda y los consejos de Búfalo, sabía que era un proceso largo y tedioso,
también sabía que mis metas personales tenían a desaparecer de mi lista. Lo importante era el
club, ayudar a los que dependen de él, siempre intentando continuar por el camino legal, ético y
honesto.
No siempre fue así, no fue fácil, pero poco a poco estamos llegando a la meta de mi padre. No
hay tiempo para mí, para mis aspiraciones, ahora lo importante es seguir el mandato con mi
puño, mi justicia y mi ley.
Presente.
CAPITULO 3

Hunter
No es una gran semana para mí, aquí va el listado del por qué:
Sarah se casó, tomó la decisión y le dio el sí al profesor, dejándome tirado en un zanjón.
No encuentro al maldito líder de los Amazons, al que Búfalo le tiene tanto miedo “Big
Kahuna”, eso me hace sentir malditamente viejo e inservible.
Y finalmente pero no menos importante, no quiero estar aquí, sentado en mi Jeep.
Dentro de los movimientos que Búfalo compartió conmigo, dice que este ser tan misterioso,
suele frecuentar el gimnasio todos los días, pero ya pasé dos noches en el estacionamiento y no
logro localizarlo. Volver a entrar ya no es una opción, aquella mujer ya vio mi rostro, no puedo
arriesgarme a que me reconozcan o sospechen de mí.
Observo fijamente como un halcón la entrada de ese establecimiento. Quiero terminar con
esto de una vez por todas, quiero entender por qué Búfalo esta tan obsesivo con este motero.
Alguien toca con sus nudillos la ventana, giro lentamente hacia mi izquierda para ver quien
carajo me interrumpe.
Mierda.
Es Gal.
Ella me sonríe del otro lado de la ventana, esperando que le abra. Oprimo el botón y
automáticamente el vidrio baja.
—¡Hey Hunter! ¿Otra vez esperando a tu amigo? —pregunta. Su sonrisa es amplia y llega
hasta sus ojos. Sus rulos caen sobre los costados de su cara, dándole un marco perfecto a ese
rostro tan simétrico que tiene.
—Parece que su deporte favorito es dejarme plantado… —intento ser gracioso, aunque mi
rostro está rígido como una piedra.
—Bueno, ¿cómo se llama? Quizás pueda ayudarte a encontrarlo.
—Carter. —miento. No voy a decirle nada a esta mujer. No voy a ser tan descuidado.
Ella piensa unos segundos, rumiando por su cerebro ese nombre. Aprecio sus ganas de
cooperar, de hecho, es sumamente extraño que una mujer se acerque a mi sin miedo. Si no son
perras del club, ninguna mujer viene hacia mi tan livianamente, manos aún con una sonrisa.
Excepto la loca de Sarah.
Rio para mis adentros pensando cuanto le molestaría saber que la llamé “loca”
—Lo siento, no conozco a nadie con ese nombre, pero puedo preguntar en los alrededores. —
¿por qué esta mujer no se mantiene lejos de mí?
Aléjate, no soy alguien con quien quieras estar a solas en un estacionamiento desolado.
—Te lo agradezco, pero esta era la última oportunidad que tenia de encontrarse conmigo. —
digo mientras enciendo el motor. Ella retrocede unos pasos, lejos del vehículo, al alejarse, veo
que tiene un casco bajo su brazo.
—Entiendo, bueno, ¡nos vemos por ahí, Hunter! —antes de poder saludarla, gira sobre sus
talones y camina hasta una Harley estacionada dos espacios hacia la izquierda de mí. Se monta
sobre una “Street Bob”, un gran modelo, coloca su casco y sale arando del estacionamiento.
Algo en mi instinto dice que vaya por ella. Algo hace ruido, así que eso hago. Comienzo a
seguirla por las oscuras calles de mi ciudad. Debo admitirlo, usar el Jeep es exactamente lo que
necesito para este tipo de ocasiones. Estoy seguro que ella notaria mucho más rápido una
motocicleta siguiéndola, que un simple Jeep Sahara.
¿A dónde vas? me pregunto, cada vez se aleja más y más de la ciudad. Pero luego de quince
minutos de viaje, me doy cuenta que me está paseando.
Maldición.
No es tan despistada como creí.
Finalmente, un semáforo nos detiene y coloco mi Jeep a su lado, bajo la ventanilla y la
observo de reojo.
No puedo ver sus ojos, tiene un casco negro que le cubre el rostro por completo, lo que sí
puedo ver son sus rulos rebeldes desparramados sobre sus hombros. Tiene una chaqueta de cuero
negra al cuerpo y unos pantalones de jean que le marcan las curvas en los mejores lugares.
Su casco rota y me observa.
—Quien eres. —No es una pregunta, es una demanda, necesito saber.
Ella hace rugir su Harley, vuelve su mirada al frente y en cuanto el semáforo cambia su luz de
roja a verde, arranca rápidamente.
—Oh si, casería. —digo en voz alta.
Sonrío, siento la adrenalina tan familiar corriendo por mis venas.
Ella no se me va a escapar.
La Harley va a toda velocidad por la calle, intenta perderme a toda costa.
Izquierda, derecha, izquierda, izquierda.
Ya no sabe que patrón usar para confundirme. Pobre, piensa que tiene chances conmigo. Un
auto se atraviesa por mi camino, unos malditos adolescentes borrachos manejando por una calle
oscura. ¡Maldición!
Eso no logra que mis ojos la pierdan de vista, están fijos en ella y no pienso moverlos.
Dobla hacia la izquierda, haciendo que varios autos detengan su trayecto. Cualquiera pensaría
que es una conductora temeraria, pero no lo es, es solo una mujer intentando escaparse de mis
garras monstruosas.
Cuando finalmente logro doblar, ella ya está fuera de mi radar.
Manejo por la zona por una hora más.
Nada.
Claramente no estoy lidiando con un civil normal. Esta mujer sabe esquivar los problemas.
Esto de golpe, se volvió mucho más interesante y un cosquilleo en mi estómago despierta
cualquier instinto sepultado dentro de mí.
Gal me dijo que se llamaba, ¿sería ese su nombre verdadero?
¿O en realidad es Big Kahuna?
CAPITULO 4

Hunter.
Otro mes en mi vida desperdiciado.
Otra maldita fiesta en el club.
Otra botella que desaparece en mi estómago.
Me rodea la música alta, gente gritando, vasos estrellándose contra el suelo, me estallan los
oídos y el mal humor está a punto de salir dentro de mi como una bestia asesina.
Lo usual.
—Conozco esa cara Rage. —dice Carter mientras se sienta a mi lado en la barra del bar del
club.
—¿Ah sí? ¿Y cara de que es? —pregunto en un tono aburrido, mientras hago desaparecer
mágicamente el líquido dorado por mi garganta.
—Estas pensando en Sarah otra vez, esa cara de perro mojado solo la tienes cuando piensas en
ella. —desliza un vaso con cerveza frente a mí, aunque ya tengo uno lleno.
—Déjame decirte que tu análisis es erróneo, no estaba pensando en ella. —digo con los ojos
fijados en el vaso.
Eso es parcialmente verdad.
Había pensado en ella hoy, Sarah era como un fantasma en la habitación, aparece cuando
quiere, no tengo control alguno sobre eso, mi rutina post-Sarah suele ser pensar en ella,
emborracharme hasta dejar de sentir dolor y arrastrar alguna perra a mi cama.
Pero por alguna razón y en esta ocasión en particular, mis pensamientos navegan a mi nueva
presa. En el último mes intenté rastrearla, pero esa mujer desapareció, claramente anda con perfil
bajo, sabiendo que la estoy buscando.
—¿Y que es entonces? —lo observo irritado, sin decirle una palabra, me levanto de mi banco
y camino lejos de él.
—¡Vamos! ¡No seas así! —corre detrás de mí— ¡Hey! —camina a mi lado. Pero no puede
seguirme a donde me dirijo— ¿Esto es sobre ‘Big Kahuna’? —termina preguntando y me
detengo.
—Sí, tengo un trabajo que hacer Hollywood. Déjame en paz. —camino hasta la puerta de
salida del club y me subo a mi Jeep. Carter toca mi ventanilla. Pidiendo que la baje.
—Sabes que soy bueno rastreando gente, puedo ayudar.
—No. —gruño mientras enciendo la máquina y salgo de allí, por el espejo retrovisor lo veo
mostrando el dedo del medio, si no estuviera tan de mal humor me hubiese reído.
Son las nueve de la noche, nunca vine a esta hora antes y aparecer de improvisto fue algo que
estuve haciendo estas últimas semanas, tener un patrón impredecible es generalmente lo que
funciona con esta gente, pero presiento que hoy es una noche especial, me siento con suerte.
Detengo mi Jeep en el mismo estacionamiento, esta vez en un lugar diferente, uno más oscuro y
alejado de todo. La Harley de Gal no está a la vista, casi no hay vehículos aquí, solo el mío y dos
más.
Una maldita hora completa estoy detenido en la oscuridad, observando los movimientos del
terreno, tengo suficiente alcohol como para ser imprudente y violento.
Estoy harto de esperar una señal.
Bajo y camino con pasos pesados directamente hacia el gimnasio.
El viejo, (el cual Gal llamó George la última vez que estuve aquí), está detrás de un escritorio
revestido con diferentes carteles de viejas peleas de boxeo, algunas pegatinas desgastadas y fotos
de grandes competidores. El viejo está mirando un diario con mucha atención. Cuando atravieso
la puerta, levanta los ojos y me observa detrás de unos anteojos muy grandes y con mucha
graduación.
—¿Dónde está? —pregunto sin más vueltas, él sabe a quién estoy buscando. El viejo da un
paso atrás y de abajo del escritorio saca una escopeta.
Oh, perfecto, ahora tengo que lidiar con esta mierda.
—Regresa por donde viniste, no queremos a tu calaña en este lugar. —esto es un gran
recibimiento.
Mi templanza esta tan calma como mi cuerpo, no es la primera vez que tengo un arma
apuntándome y tampoco va a ser la última. En la vida del motero, esto es mundano, casi rutinario
diría yo. En la vida del militar, esto es simplemente tu maldito trabajo.
—No estoy buscando problemas, solo quiero hablar con ella. —digo pausadamente, no quiero
alterar al viejo, ni hacer un movimiento rápido, que tenga canas no lo hace un idiota.
—Eso dijo el ultimo y ella pasó una semana en el hospital, ¡vete! —¿hospital? ¿Quién
demonios es esta mujer?
—Oye, no se quien crees que soy, yo solo quiero contactarme con ella, aclarar algunas cosas.
—segunda media verdad que digo esta noche. Miro hacia abajo y veo sobre el escritorio una
pegatina que dice “Amazons” con el dibujo de un escudo que podría ser griego, lo señalo con el
dedo índice —Es ella, ¿no? —no abre su boca, pero sus ojos dicen que estoy llegando a la
conclusión que tengo en mi cabeza hace un tiempo. —¿Por qué estuvo en un hospital?, ¿quién
fue?
El viejo tiene cojones. Maldición, no puedo golpearlo, no soy tan psicópata.
De repente algo frio toca mi espalda, reconozco la sensación. Levanto mis brazos lentamente.
—Creo que George fue claro, no te quiere aquí Rage, vete.
—Ahí estas…, —digo por sobre mi hombro con un tono travieso. Gal está detrás de mí, con
un arma apuntando directamente a mi espalda— solo quiero hablar.
—Los hombres no saben hablar, solo quieren jugar a “los chicos malos” —dice con
resentimiento en su voz. George sigue apuntándome con la escopeta.
—¿Quién es el chico malo en esta ecuación? Porque por lo que veo, es a mí a quien tienen en
la mira ustedes dos, yo vine limpio. —por encima de mi hombro puedo ver como Gal le solicita a
George que me palpe. Cuando el viejo rodea el escritorio, retrocedo unos pasos para que le sea
más fácil hacerlo. Con una sola mano comienza a buscar armas en mí.
¿Por qué no tengo armas? Simple, porque sabía que esto iba a pasar. Búfalo no me dio
demasiada información, pero sé que la que me dio es la correcta.
—Está limpio. —dice George con un tono sorpresivo.
Gal camina rodeándome lentamente hasta quedar frente de mí, sin dejar de apuntarme.
Cuando se detiene frente a mí, puedo absorber toda la información que quería confirmar esta
noche.
—Hola, Big Kahuna. —digo sombríamente con una sonrisa maliciosa en mi rostro. Lleva
puesto un chaleco de cuero negro sobre su camiseta sin mangas. Sobre la derecha hay un parche
que reconozco muy bien.
“Presidente” dice.
—Hola Rage. —devuelve el saludo.
Sus ojos oscuros me observan como si fuera el mal personificado. Ya no es aquella mujer
simpática e inocente con la que traté las últimas veces que estuve aquí, ella es una leona
defendiendo este lugar, emana fuego y quiere eliminarme cuanto antes.
—Finalmente nos conocemos, voy a bajar mis brazos, —advierto, pero los dos siguen
apuntando sus armas, los cruzo sobre mi pecho de manera relajada, para que entiendan que sus
armas de juguete no me mueven ni un pelo— veo que sabes mi nombre. —me acodo sobre el
escritorio.
—Tienes una reputación que te respalda. No cualquier día puedo hablar con el mítico Rage.
—ella está llena de ira, de rencor, puedo escucharlo en su voz y verlo en sus ojos.
—No cualquier día alguien puede apuntarme con una 9Mm y vivir para contarlo. Así que
porque no bajas tus probabilidades de morir y dejas de jugar con tu vida. —la observo fijamente,
ya no estoy sonriendo.
Nadie me jode. Nadie, ni siquiera una criatura llamativa como ella.
Vacila unos segundos, no confía en mí y quien puede culparla, tengo mala fama y eso que la
gente no sabe ni la mitad de las cosas que hice. Finalmente coloca su brazo por sobre la escopeta
de George, obligándolo a hacer lo mismo.
—¿Qué quieres? —pregunta. Su cuerpo está rígido tanto como su voz.
La piel de Gal parece suave y tersa. Sus labios son gruesos y tienen una forma simétricamente
perfecta.
Apunto otra vez con mi dedo índice el logo de “Amazons”.
—Quienes son, que hacen en mi territorio y principalmente cuáles son sus negocios, —
camino hacia ella, colocándome muy cerca— quiero esta información y la quiero en ese orden.
Ella es alta, pero no tanto como yo, una cabeza y media más, tiene que elevar la mirada para
llegar a mis ojos. Estoy a centímetros de su rostro y es imperioso que contenga las ganas que
tengo de acariciar su piel dorada, me resulta totalmente hipnotizaste, pero no es el momento de
flirtear, es el momento de intimidar.
—¿Para qué quieres saberlo?
—Esa no es la respuesta que quiero escuchar Gal… —mi tono de advertencia hace que
reconsidere su respuesta. No quiero que esta mujer piense que puede manipularme.
—¿Quién te envió, Rage?
—Segundo Strike, esa tampoco es la respuesta. —ella rueda sus ojos, furiosa, puedo notar que
somos dos personas con poca paciencia. No quiere darme la información que busco, pero no sabe
cómo esquivar esta gran montana dentro de este pequeño lugar. Esa es la primera lección que
esta mujer va a aprender sobre mí hoy, soy inevitable. Ella me va a dar lo que quiero, es solo
cuestión de que se dé cuenta que no tiene alternativa.
—Claramente es un club, ¿tuviste problemas de aprendizaje de chico?
Pregunta mental: ¿Cómo colmar mi paciencia?
Respuesta: no hagas eso.
De golpe tomo su frágil cuello y la empujo violentamente sobre el escritorio, la tengo
agarrada pero no estoy apretando lo suficiente como para cortar la circulación del aire, George
levanta su arma y vuelve a apuntarme.
—¡Suéltala, bestia! —grita.
Ella no luce asustada, al contrario, en sus ojos hay una carga extraña, algo que la despierta.
¿Qué demonios? Esta no es la primera vez que un hombre es violento con ella. Su cuello se
siente suave y perfecto para rodearlo con mi gran mano. Cuando la suelto, en un movimiento
rápido y eficaz, le quito la escopeta al viejo y lo apunto directamente a su sien, ella toma su arma
y me apunta a mí.
Esto es una fiesta finalmente.
—¡Baja el arma, Rage! —grita agitada.
—No hasta que me digas lo que quiero saber, no es tan difícil. —ella duda y presiono el arma
aún más profunda sobre la nuca de George. El viejo no parece estar asustado, pero ella sí.
Finalmente.
—Esta bien, —suelta su arma dejándola en el suelo y espera que yo haga lo mismo, pero
niego con la cabeza— somos Amazons, estamos hace dos años en este lugar y no tenemos
negocios.
Exactamente el orden que le pedí. Me da mucha satisfacción cuando las cosas responden
como quiero.
—¿Por qué nunca escuché de ustedes?
—Porque somos mujeres Rage, si no andamos mostrando las tetas por allí nadie nos presta
atención y francamente así es como nos gusta.
—Créeme, si hubiera escuchado que existe un club nuevo en mi barrio, la información me
hubiera llegado al instante, tetas al aire o no.
—Nadie nos toma con seriedad, quizás ese sea el problema. Los hombres ven una mujer sobre
una Harley y piensan que es para decorarla, no para montarla.
Eso es verdad, no lo voy a negar.
—Bueno, ahora parece que si llamaron la atención. Quiero saber por qué.
—Porque le arruinamos la mercadería a más de un club.
—Expláyate.
—Honestamente te pregunto, ¿no ves las noticias?
Me detengo a pensar unos segundos y me doy cuenta que no tengo idea de lo que me dice.
Estos últimos meses fueron reveladores para mí, después de Sarah y todo eso. Aprendí más cosas
sobre mí de las que quiero admitir. Pero no es el momento ahora de repasarlas.
—Soy el presidente de “Soulless Bastards” no tengo tiempo para noticias. —miento.
—Bueno, déjame resumirte lo que ocurrió solo en el último mes, mujeres de diferentes puntos
del país comenzaron a desaparecer. Hay una organización detrás, una importante, que llegó hace
poco a este continente, están tratando con los clubes más corruptos.
—¿A cambio de qué?
—Armas, obviamente.
Bajo la escopeta lentamente. George retrocede lejos de mí con cautela, pretendo no notarlo
para que la autoestima del viajo no termine en el suelo esta noche.
—¿Trata de personas? —pregunto pasmado. ¿Cómo puede estar pasando esto en mi
territorio? ¿Dónde estuve que fui tan ciego? Y la pregunta del millón, ¿Por qué mierda nadie me
informó?
—Si, mujeres entre quince y veinticinco años, al principio fue discreto, pero ahora se volvió
masivo. Claramente el negocio prospera.
Sarah y Bruno aparecen en mi mente. Esto es algo con lo que lidiaron hace unos meses. Yo le
advertí a Carter que trajeron una ola de problemas, pero el maldito me trató de exagerado.
Eso no contesta nada igual, todavía tengo que atar los cabos que tengo sueltos delante de mí.
¿Por qué no me enteré de esto y por qué Bruno no hizo mención tampoco?
—¿Cómo conoces a Búfalo? —cuestiono, porque es ella quien lo está haciéndolo cabrear. Lo
cual significa que Búfalo está involucrado y todavía no estoy seguro de cómo me siento al
respecto.
—Dos veces intervenimos en sus negocios y eso lo hizo enojar, por eso te envió a asustarme.
No asustarte, matarte.
Nada de esto tiene sentido, ¿por qué me mandaría a mí, si es algo que quería dejar fuera de mi
radar?
Comienzo a caminar por el gimnasio, procesando todo lo que acabo de escuchar.
—¿Sabes quiénes son? Los forasteros.
Ella niega con la cabeza.
—No, pero sabemos que son poderosos. No muestran su rostro por ningún lado.
Carajo.
—Quiero que me muestres todo lo que sabes, —digo— cada detalle, quiero estar al tanto.
—¿Por qué no le preguntas a tus hermanos? Ellos tienen la información que deseas, a nosotras
déjanos hacer nuestro trabajo. —prácticamente escupe cólera, odio y desprecio hacia mi lado,
eso siente esta mujer ahora mismo y si todo esto es real, tiene todo el derecho a sentirse así.
—Te puedo asegurar que nadie de mi club sabe que esto está pasando, pero antes de llevar el
problema a la mesa tengo que tener toda la información y digo toda, necesito fechas, números,
nombres.
—¿Por qué quieres involucrarte? ¿Qué ganas tú con eso? —ella cruza sus brazos a la
defensiva, dudando de mí, pero sus pies siguen pegados al suelo desde que solté su lindo cuello.
Pregunta por qué quiero involucrarme, en otra circunstancia la hubiera ignorado, no tengo que
explicarle una mierda, pero quiero jugar este juego con inteligencia.
Camino hacia ella, dando pasos lentos y me coloco nariz contra nariz, ella huele a coco y
verano, inhalo con cuidado, no quiero que piense que puede usar su cuerpo para ganar esto.
—Porque nadie hace negocios en mi territorio sin mi autorización, ahí tienes el porqué, ahora
dame todo lo que necesito para terminar con esto de una maldita vez.
—Esta bien, sígueme entonces, tengo mucho que mostrarte.
CAPITULO 5

Hunter
—Súbete a mi Jeep. —ordeno mientras señalo el vehículo. Caminamos por el oscuro
estacionamiento, ella mantiene una distancia prudente.
Sabe quién soy entonces.
—Ni lo sueñes, yo voy por mi lado, sígueme, si es que puedes. —Gal ríe por lo bajo,
burlándose por nuestro último encuentro, se lo dejo pasar solo porque estar a la defensiva ahora
mismo no colabora.
Ella sube a su Harley y coloca su casco.
Yo bufo y chisteo mientras me subo a mi vehículo.
Esta mujer va a joderme la vida, lo sé.
Ella sale a la avenida y comienza su trayecto, yo voy detrás y esta vez ella sí permite que la
siga, no como la última vez, donde logró perderme solo porque los adolescentes no aprendieron
que no deben mezclar alcohol.
O al menos eso es lo que me digo a mi mismo para no admitir que alguien finalmente me
ganó.
Luego de cuarenta minutos de viaje, finalmente entra a una zona descampada, totalmente
fuera de la ciudad, hay un gran portón enrejado, con dos mujeres en la puerta, armadas y atentas.
Cuando atravieso la entrada, ella detiene su motocicleta para conversar con las guardias,
intercambian palabras rápidas que no escucho, ellas observan hacia donde estoy yo, con
sospecha, no les gusta que este aquí.
Gal hace señas para que avance junto con ella, las ruedas del Jeep se deslizan por un camino
de graba lentamente. Siento las miradas penetrantes y enojadas de las dos mujeres, con cuerpos
atléticos y fuertes, ambas vestidas de la misma manera, chalecos, AK47 y una actitud de guerrera
que sentaría de culo a cualquier hombre que se haga llamar “macho alfa”.
Hago una seña con mi mano, pero ninguna devuelve mi saludo.
Esto es como entrar a una maldita dystopia, la energía de este lugar es desafiante, el camino es
arbolado, pero puedo ver al final de la calle una gran mansión iluminada, que se vuelve más
grande por cada metro que avanzo. Cuando finalmente llegamos al frente observo dos pisos
lujosos y brillantes, ese tipo de casa que solo se ven en las películas, lo único que no encaja con
la ambientación son las mujeres armadas en cada punto estratégico de la casa, en el techo, en las
ventanas y en las puertas, todas apuntan hacia mí, esperando que diga algo errado para darles la
excusa suficiente y apretar el gatillo.
Sinceramente, ¿quién en su sano juicio querría bajar del Jeep ahora? Yo no.
Gal aparca su Harley junto a otra docena de motocicletas. Todas de diferentes tamaños,
marcas y colores. Quita su casco y camina hacia mí.
—¿Que estas esperando para bajar? —exclama.
¿Quién es esta mujer? Destila poder y esas mujeres claramente responden solo a ella.
Desciendo del vehículo porque yo quiero hacerlo— ¿Que es este lugar?
Dejo vagar mis ojos por el fuerte, la noche está cerrada, sin tanta contaminación visual el
cielo luce estrellado, lo único que escucho son nuestros pasos y los grillos cantando. Ella sube
tres escalones y se detiene en un amplio porche con sillas mecedoras y plantas por doquier, todo
está muy cuidado y limpio.
—Este es el club de las Amazonas, Rage. —dos mujeres en la puerta me detienen. —ellas te
van a revisar, ya sabes el protocolo.
—Hmm—levanto mis brazos y las dos mujeres comienzan a tocar mi cuerpo—No confías en
el viejo ¿no? —recuerdo que él ya lo había hecho antes.
—Nunca es suficiente precaución, algo en que los hombres son profesionales es en esconder.
—Gal se detiene frente a mí, esperando que sus hermanas terminen.
—Big, está limpio. —dice una de ellas de mala gana. Claramente la única que quiere que
entre es Gal.
—Gracias Tango.
En cuanto la puerta se abre, atravieso el marco y siento que mi corazón se detiene, hay un
gran living de techos altos, con un sillón inmenso en forma de “U”. Varias mujeres están
sentadas allí y ninguna parece estar en el lugar mentalmente, las miradas están perdidas, todas
tienen una imagen deteriorada, cansada o enferma, diferentes edades, pero todas jóvenes.
Muy jóvenes.
Mis pies de detienen, siento que mis ojos no dan abasto para absorber lo cagado que es todo
esto, todas ellas me observan con terror en sus ojos, todas se vuelven más pequeñas físicamente,
intentando protegerse del hombre en la habitación.
—Sigue caminando. —me empuja Gal.
¿Qué carajo está pasando aquí? ¿Qué es todo esto?
Mis pies la siguen como un perro adiestrado, pasamos por una gran cocina donde vapores y
olores saturan mis sentidos. Dos mujeres mayores están preparando algo, las dos me miran de
reojo, pero nunca directamente a mí. Gal sigue de largo, entramos por un corredor. La mansión
tiene una energía hogareña fuerte, me imagino que en situaciones como esta, sentirse en un lugar
cómodo y cuidado es lo más acertado.
—Ayer rescatamos el contenedor más grande que vimos desde que comenzamos con esto,
quince chicas, encerradas allí por cuarenta y ocho horas. Algunas siguen recuperándose. —las
puertas que pasamos de largo, tienen carteles con los nombres de los integrantes, tal como en las
de mi club. Los que puedo leer rápidamente son Tango, Coma, Kata, Tequila, Lotus y Pandora,
las últimas dos puertas dicen “Bloody Mary” e “Iglesia”
Sospecho que iglesia es a donde vamos, aunque me intriga saber que ocurre en la otra puerta,
no creo que sea una integrante, debe tener otro propósito, pero ¿cuál y por qué lleva ese nombre?
Gal abre la puerta que dice Iglesia dejándome pasar, encuentro una gran mesa rectangular y de
vidrio, al contrario de la nuestra, esta se ve cristalina y pura, la nuestra es de madera oscura y
vieja. Esto luce más como una sala de conferencias de una gran compañía que una iglesia de un
club de moteros, si me lo preguntas a mí.
Gal se sienta en la cabeza de la mesa y me indica la silla donde debo sentarme, sobre el lado
izquierdo. Una vez que apoyo mi culo, cuatro mujeres más entran y toman un lugar.
Todas llevan el chaleco oficial del club.
—Las demás están atrasadas —dice una. De facciones latinas y un acento increíblemente
sexy.
—Gracias Tequila, esto será breve de todas maneras.
—¿Por qué está él aquí, Big? —inquiere una rubia frente a mí, me observa como un un
animal a punto de atacarme. Sus brazos están absolutamente cubiertos por tatuajes. Me recuerda
a Sarah, pero su contextura física es mucho más fornida. Vestida de negro por completo, parece
que una atleta de las olimpiadas chocó contra una gótica y este es el resultado.
—Porque él no es parte de esto, de hecho, acaba de enterarse.
—¿Y qué mierda nos importa eso a nosotras? —ladra. Gal sitúa sus ojos oscuros sobre los de
ella y eso fue suficiente para que baje la mirada.
—Nos importa porque Rage quiere colaborar y a estas alturas toda ayuda es bienvenida.
—Pero... —una de apariencia asiática interrumpe.
—Kata, es una decisión que ya tomé. Llama al resto, quiero que todas escuchen esto. —la
pequeña mujer se levanta de mala gana y grita desde el marco de la puerta, a los pocos segundos
entran más miembros. Gal inclina su cuerpo hacia mí para comenzar. —¿Cuantos hombres
tienes?
—No dije nada de mis hombres, dije que vine por información y me gustaría recibirla cuando
terminen de llorisquear. —dejo caer mi espalda sobre la silla.
La tensión de la habitación parece a la de una cuerda de piano. Todas quieren matarme, lo sé,
lo veo en sus ojos, reconozco esa mierda penetrante.
Así es como miro a Bruno cada vez que lo tengo frente a mí.
Gal se inclina sobre el escritorio, apoyando sus codos con mucha precisión. Ese show quizás
asuste a sus chicas, pero a mí no me mueve un pelo.
—Dijiste que querías información, ¿cuanta más información necesitas? Acabas de ver niñas
traumadas y lastimadas en mi club. ¿Acaso eso no es suficiente? —pienso bien mi respuesta con
mucho cuidado antes de abrir mi boca.
—No es suficiente, quiero saber los puntos de transacción, los clubes que están involucrados,
ya sabes algo con lo que pueda trabajar.
—Empieza por el tuyo. —gruñe la rubia, sugiriendo que mis hombres están metidos en esta
mierda. No sabe lo grabe que es esta acusación, maldición, después todo mi trabajo con el club,
que me imputen así, saca el animal en mí.
Me levanto de la silla, absolutamente cabreado, todas se ponen de pie en el mismo segundo.
El sonido de las armas destrabándose retumba por la habitación.
Excepto Gal, ella es la única que se mantiene sentada.
—Di eso de vuelta, perra. —amenazo por lo bajo, no me importa tener mil armas
apuntándome, mi reputación va primero.
—¡Ay, por dios! Goldy, sienta tu culo, todas, vamos, bajen sus armas de una maldita vez. —
dejo que mis ojos la observen, desafiando que me dé una orden a mí también.
Claramente es una chica inteligente, porque no lo hace. Cuando todas se vuelven a sentar
decido hablar, pero me mantengo de pie y con mis nudillos manchando la mesa elegante de
vidrio.
—Mi club no está involucrado, tenemos nuestros propios negocios sucios, sí, pero nunca algo
como esto. Así que antes de apuntar el dedo sin saber de qué mierdas hablas “Barbie Gótica”, te
recomiendo que aprendas a cerrar la boca. —amenazo a la que Gal llamo Goldy, intenta
contestarme, pero hablo sobre ella dirigiéndome directamente a Gal.
De presidente a presidente.
—Quiero todo por escrito, tengo que llevar datos concretos a mis hermanos, —Gal chasquea
sus dedos, una mujer que todavía no habló hoy, se levanta y sale de la habitación— y quiero
conocer a tus contactos.
—No, —responde ella— están bajo mis alas, no los puedo implicar.
Prueba pasada.
Protege a su gente, eso era lo que más me interesaba saber y eso es digno de admirar, hoy en
día nadie sabe una mierda sobre lealtad y compromiso.
—Llévame a tu próxima intervención entonces, ¿ya tienes fecha?
—No, pero nunca se sabe con esta gente, siempre están encontrando rutas nuevas, nunca
repiten la misma. Es cuestión de recibir una llamada e intentar apagar el fuego.
Cuando dice fuego, hay una micro expresión en ella. Levantó el extremo derecho de su labio
superior con asco o repulsión, puede ser dos cosas, o es la emoción que le provoca todo esto o
simplemente tiene un problema con el fuego.
Eso es algo que tengo que seguir observando.
—Entiendo, en el mientras, voy a hacer preguntas por allí, algo tan grande como esto no
puede pasar desapercibido. —cuando dije que quería involucrarme no era un chiste, esto tiene
que detenerse ya.
—Te sorprendería lo ingeniosos que son para comercializar mujeres, de todas maneras,
aprecio tu colaboración, cuanto más seamos, mejor. —Gal aplaude y todas se levantan y se
retiran de la habitación, asumiendo que la sesión ha terminado.
Cuando la última sale de la habitación, vuelvo mi mirada a la gran Big Kahuna, que
claramente es más que un simple presidente.
En los clubes hay dos tipos de presidentes, el que se encarga de organizar al grupo y el que
lidera con autoridad sobre los demás, yo soy el segundo y por lo poco que veo ahora, Gal es
igual que yo, ella tiene poder dentro de la habitación, jurisdicción y respeto. Mis ojos están
posados en ella, intentando analizarla más profundamente, me resulta un tipo de criatura nueva e
interesante, ella debe creer por mi mirada que tengo más preguntas, porque irritada agrega:
—¿Que…?
—¿Hace cuánto dijiste que son un club? —pregunto verdaderamente intrigado. Conocí
mujeres moteras, pero nunca vi una alianza tan grande como esta.
—Ya te dije, hace dos años. —ella es medida con sus respuestas. No responde más de lo que
le solicito, ser medido es exactamente lo que necesitas en este tipo de ambiente.
—¿Y que es este lugar? —finalmente me siento, entrelazo mis brazos sobre la mesa, estoy
muy interesado en su respuesta.
—Esta es la mansión de la familia de Goldy, comenzamos a usarla de cuartel cuando su
hermana desapareció hace dos meses.
—¿Ella fue una de…?
—Si, una de las primeras. —Deja caer su cuerpo hacia el respaldo y suelta un suspiro, Big
Kahuna está comenzando a sentirse cómoda con mi presencia, finalmente. —Esa niña siempre le
gustó lo prohibido, fue a una de esas fiestas donde las probabilidades de volver a tu casa son casi
nulas y eso es exactamente lo que ocurrió. La seguimos buscando hasta hoy, pero sabemos que
está perdida. —mira hacia la puerta, como si todavía pudiera ver a Goldy salir por allí— Goldy
todavía tiene esperanzas.
Puedo ver el desamparo, lo veo enterrado en sus ojos, pero por solo un segundo, hasta que se
endereza y vuelve a formar una coraza frente a mí.
Asiento una vez con mi cabeza, no necesito decir más (por ahora), me levanto de mi silla
hacia la salida y ella camina detrás de mí. Cuando vuelvo a ver esa puerta que dice “Bloody
Mary” hago la maldita pregunta.
—¿Asumo que aquí es donde desaparece la gente? —investigo, mientras me detengo delante
de la puerta.
Ella deja salir una risa entre sus dientes, casi una risa completa, mi mirada se detiene en su
boca y en sus labios pulposos.
Tiene una gran sonrisa, no lo puedo negar.
—No, ese es el cuarto común donde vamos cuando estamos en “esos días”. —abre la puerta y
me enseña una habitación mediana con una gran pantalla, sillones de todos los tamaños y
colores, algunos se ven sumamente cómodos y mullidos, casi tentadores— Aquí tenemos todo lo
necesario para sobrevivir esos días sin querer matarnos entre nosotras.
No puedo creer que exista algo así.
—Entiendo. —puedo ver canastas con dulces, heladeras y mantas por todos lados. Libros y
películas en estanterías, medicina en otras, un templo para una mujer.
—No creo que lo entiendas, —dice ella con sinceridad, pero sin desmerecimiento— algunas
personas padecen el periodo como si fuera una enfermedad, no pueden ni pensar por el nivel de
dolor que tienen que soportar.
—No voy a hablar de tu periodo, Gal. —ladro, mientas salgo de la habitación asqueado.
Escucho su risa y volteo para verla, no pienso perdérmela.
Y si, es una de las sonrisas más bonitas que vi en mi vida, sus ojos se rasgan un poco y su
rostro se ilumina. Creo encontrar descendencia Hawaiana en sus facciones, pero aún no estoy
seguro.
—Cierto, nadie quiere pensar en la sangre de una mujer.
—Que asco.
Ella chista y rueda sus ojos, cuando volvemos al gran living puedo notar más cosas. Por
ejemplo, la gran escalera que lleva al segundo piso o el comedor hacia la izquierda donde la
mayoría de las chicas están comiendo y siendo atendidas por enfermeras, o eso es lo que parecen
ser. Una de ellas me mira y la tristeza en sus ojos es tan poderosa y aplastante, que no puedo
soportarlo y termino mi trayecto mirando al suelo como un cobarde.
¿Cómo hacen estas mujeres para ver esto todos los días?
Una vez dentro de mi jeep, bajo la ventanilla y Gal extiende su mano, con la palma abierta,
esperando algo de mí.
—¿Que…? —no entiendo que quiere.
—Dame tu celular Rage, es el 2020, ¿cómo piensas comunicarte conmigo? —busco mi
celular del bolsillo y espero a que me dicte su número, está loca si piensa que voy a entregarle mi
teléfono. Cuando termina de dictar su número, pongo en marcha el Jeep y me voy sin decir adiós,
necesito irme de este lugar cuanto antes, no puedo permitirles a estas mujeres verme vulnerable o
dolido, ese no es Rage.
Y Rage ahora no puede respirar.
CAPITULO 6

Carter
Tirado sobre mi cama, (una de las pocas noches donde no lo paso en el club), disfruto de mi
nueva televisión de 90 pulgadas ultra 4k, HD, JPG y vaya a saber uno que más. Mi brazo
derecho esta por detrás de mi cabeza y en el izquierdo sujeta el control remoto.
¿Puede ser que nunca me decida que mirar en Netflix?
Unos nudillos violentos golpean la puerta de entrada de mi casa. Tomo mi celular
rápidamente y abro la aplicación de la cámara de seguridad.
Rage.
¿Qué demonios?
Oprimo el icono del micrófono para hablarle.
—Caer de improvisto en una casa en el año 2020, es un delito penal, váyase hombre malo. —
Rage levanta la mirada hacia la cámara y con su peor expresión de criatura salvaje demanda:
—Abre la maldita puerta.
Bufando, me levanto de la cama y arrastro mis pies hasta la entrada. Son las doce y media de
un miércoles, ¿qué puede ser tan importante para que venga a romper mis pelotas a esta hora?
¡La respuesta le sorprenderá!
Del otro lado de la puerta, encuentro a un Rage absolutamente crispado.
—¿Qué demonios…? —ignora por completo mi objeción y camina directo hacia el sillón del
living, deja caer su cuerpo y toma su cabeza entre las manos.
Esto es serio.
—Rage… —cierro la puerta y camino hacia él dando pasos lentos. No responde, parece que
su mente corre a mil kilómetros por hora y su cuerpo se quedó atrás— ¡Rage! —grito, me paro
delante de él. —¿Qué demonios pasó ahora?
—No lo comprendo. —dice con ojos aguados y perdidos por la habitación— ¡Tenia todo
controlado, hice todo lo que tenía que hacer! ¿Y ahora esto? ¿Acaso no hay un ser humano
decente en esta tierra?
El Rage delante de mí no es el que conozco, puedo oler rastros de alcohol en él y creo que por
primera vez estoy viendo al hombre debajo de todas esas capas de hierro que lo protegen.
No sé cómo moverme por la habitación, estoy paralizado delante de él. Creo que la única
forma que tengo para hablarle es simplemente, tratándolo como si no fuera el malhumorado y
salvaje Rage.
—Rage, hermano, —lo llamo con una voz calma para que se focalice en mí, quiero que sepa
que está hablando conmigo, antes de que diga algo que luego deba matarme por saberlo—
explícame qué demonios te ocurre.
Sostiene sus ojos terroríficos en mi por unos segundos y como si despertara de una pesadilla
comienza a explicarme todo lo que ocurrió esta noche.
Amazons.
Big Kahuna.
Trata de personas.
Búfalo.
Me siento en el sillón frente a él, procesando todo lo que su boca derrama sobre mi cerebro.
Luego de enterarme que Dante fue víctima de toda esa mierda, de golpe, esto, me perfora el
pecho con algo mucho más puntiagudo que las frías palabras de mi amigo.
—Tenemos que llamar a Bruno. —digo mientras quito el celular de mi pantalón.
—No, no podemos arriesgarnos, pueden estar escuchando todo. Tenemos que ir ahora.
Niego con la cabeza.
—Si vamos a esta hora, va a matarnos a los dos, esperemos a primera hora de la mañana. —
Rage asiente y ahí confirmo que hay algo que no está bien con él, ¿desde cuándo permite recibir
ayuda de Bruno sin chistar? Lo veo perdido, confundido y, sobre todo, no está siendo el líder que
sé que es. —Rage, ¿crees que los demás lo sabían?
—No, —dice sin vueltas— sinceramente, creo que Búfalo nos mantuvo a oscuras
deliberadamente, especialmente luego de mi…proyecto con Sarah, abusó de mi ausencia.
Desbloqueo mi celular y comienzo a disparar mensajes para diferentes direcciones.
—¿Que mierda haces?
—Estoy preguntando por allí, quiero ver quien responde. —bloqueo mi celular otra vez,
levanto la mirada y Rage está esperando que diga algo, como si esperara que yo tome las riendas
de todo esto, así de perdido está. —Si Búfalo está involucrado ¿por qué te enviaría a matarla?
¿Por qué no lo hizo él?
—Me dijo que esto era algo que quería dejar bajo la mesa, sinceramente creí que me estaba
dando esta tarea para ayudarme…
—¿Ayudarte a qué? —contempla mi rostro, pensando si responderme con sinceridad o no—
vamos Rage, no es tiempo de ocultar información, necesito saber qué te pasa.
—Ayudarme con mi maldita depresión Hollywood, ¿de qué mierda crees que estoy hablando?
¿Depresión?
—¿Esto es por Sarah? —¿tan profunda es la herida? Si el amor derrotó a un titán como Rage,
¿entonces que les queda a mortales como yo? Por suerte no estoy metido en nada de eso.
—Sí y no, —pelea mentalmente, no quiere derribar muros, yo me mantengo en silencio,
dándole el tiempo que necesita para explicarme— son varias cosas.
—Entiendo, ¿cuál es la primera en la lista?
—Nunca quise ser el presidente del club.
¿Que?
—Qué demonios Rage… —me levanto del sillón y comienzo a caminar por mi casa, asustado
por lo que estoy a punto de escuchar.
Algo está por cambiar, ahora mismo, en este momento.
Si tan solo hubiera encontrado algo que ver en el puto Netflix, quizás no hubiera abierto la
maldita puerta.
—Es la verdad, odio esto, estoy harto, quiero un cambio en mi vida.
—¡Bueno, tendrías que haber pensado en eso, antes de tomar el mando creyendo que eres el
maldito salvador o algo!
—Lo único que quise fue seguir los pasos de mi padre Carter, pero no puedo, no es lo que
quiero, me niego a pensar que mi vida va a ser esta hasta que muera y si de algo es responsable
Sarah, es de mostrarme lo que quiero verdaderamente ¡ella me hizo desear cosas que nunca había
querido antes! mírame Carter— se señala a sí mismo— ya no estoy para esto, no puedo seguirle
el ritmo al club, quiero otras cosas, necesito otra vida, quedándome aquí solo voy a perjudicarlos
a ustedes.
Mi cerebro procesa todo rápidamente, buscando que decir, rastreando momentos donde creí
que Rage solo estaba siendo Rage, pero en realidad era él siendo infeliz. Maldición, me siento un
idiota. Yo sabía que Sarah era problemas, lo pude ver, pero creí que era algo pasajero, un
enamoramiento de adolecente cachondo, no algo que pueda llevarlo a la depresión.
—Sabes que Sarah no es una opción, ¿no? —advierto por lo bajo, solo para comprobar que
estamos en la misma página.
—¿¡Crees que no lo sé!? Y eso me vuelve loco, ¡maldición! —patea mi mesa de café, se lo
dejo pasar porque está fuera de si— siento que tengo una maldición sobre mí, parece que nunca
voy a ser capaz de nada de lo que verdaderamente quiero tener, el club cayó en mis manos
porque quería hacerle honor a mi padre. Y ahora, ¿de qué mierda me sirve? Nadie de mi familia
vive, de alguna manera los eliminé o por mano propia o indirectamente, mis hermanos son mis
hermanos y los voy a defender hasta la muerte, pero ya no me necesitan, me falta algo, lo siento
aquí, —señala su pecho— me falta…
—Una familia de verdad y no un grupo de hombres perdidos. —susurro observando el suelo.
—Sí, —exhala violentamente, como si se librara del peso al equivalente de tres caballos
cabalgando en su espalda masiva— odio admitirlo, pero sí, estoy harto de las fiestas, harto de las
perras gimiendo como si fueran actrices porno, ¡maldición! quiero algo real, algo que sea mío y
de nadie más.
Puedo decir que lo entiendo, aunque mentalmente todavía no estoy en esa etapa de mi vida,
mi familia es complicada también y el club me dio eso que me faltaba, por ahora estoy feliz con
lo que tengo.
Finalmente levanto mi mirada para enfrentarlo, sus cejas están juntas en el medio de su frente,
pero su expresión no es enojo, es pura tristeza.
—¿Y por qué esto te hizo explotar así?
—Porque le di mi vida a este club, me enfoqué todo lo que pude e igual es imposible
mantener todo bajo control, tal como le ocurrió a mi padre, ¿cuánto más tengo que esperar para
que alguien quiera matarme a mí también? —arrastra su largo cabello hacia atrás, exasperado,
parece que se ahoga en su mente— ¡Y estas mujeres! Carter, tú no sabes lo que vi allí. No tienes
idea del nivel de daño que vi en esa casa.
Quizás si tenga idea.
Recuerdo los ojos de Dante en el momento que lo vi después de tantos años, me acuerdo el
miedo, la intranquilidad que tenía por cada paso que daba siendo libre, parecía un animal
lastimado y asustadizo. Por eso creo que Rage esta así también, es la desesperación por encontrar
que había una infección bajo tus baldosas, es la sensación cuando te sientes un idiota por no abrir
los ojos a tiempo y de verdad mirar, absorber tu alrededor y ver todo lo que ocurre.
Me siento al lado de Rage, su respiración es agitada y fuera de control.
—Rage, vamos a solucionar esto, pero baja una revolución hermano, pero no podemos perder
al presidente ahora.
—Lo sé, lo sé. —su pierna derecha se mueve incontrolablemente. No sé cómo ayudarlo, más
que dándole un espacio donde pueda estar solo con sus pensamientos.
—Puedes quedarte en mi sillón por hoy, no estás listo para subirte a tu motocicleta mañana a
primera hora vamos a pegarle una visita Bruno.
Rage asiente como un nene cuando lo acaban de regañar.
Me levanto a buscarle unas mantas para que pase la noche, pero sabemos que ninguno de los
dos va a dormir en absoluto.
CAPITULO 7

Hunter
Cuando abro los ojos, lo primero que veo son los calzones de Carter delante de rostro. Me
siento rápido en el sillón, tapándome los ojos con la almohada.
—¡Qué demonios! —grito mientras pateo sus piernas lejos de mí.
—¡Despierta y brilla, solcito! Hoy tenemos un día largo. —Carter se aleja de mí, dirigiéndose
a la cocina. El maldito anda en cueros caminando por la casa.
—¿Puedes vestirte al menos? —refunfuño por lo bajo, mientras coloco mis botas, me siento
en el sillón refregándome los ojos con fuerza, mi cabello esta todo enmarañado, mi cabeza
palpita como el tambor de los cherokee y mi boca esta seca como si me hubiera tragado el
desierto del Sahara por completo.
Nota mental: Ya no puedo tomar como antes.
Recuerdo una noche larga, destellos de la conversación con Carter vienen a mí.
Oh demonios.
—Mi casa Rage. —grita desde la cocina. Cuando me detengo en el marco de la entrada,
Carter voltea con dos tazas de café, me entrega una y vuelve hasta apoyarse en la encimera.
No puedo mirarlo mucho a los ojos. No quiero que haga preguntas sobre las cosas que
salieron de mi boca ayer.
—Hollywood, con respecto a la conversación de anoche…
—¿Que conversación? —dice mientras termina el líquido que queda en su taza, de un solo
trago— vamos, tenemos que ir a hablar con Bruno.
Golpea mi hombro con el puño cerrado y sale de la cocina, asumo que va a ir a vestirse
porque no pienso salir con él por la calle sin ropa. Una media sonrisa aparece en mis comisuras,
Carter es un buen amigo, al menos sabe cuándo abrir o cerrar su boca.
Cuando salimos a la calle, Carter se detiene cuando ve mi Jeep, me observa confundido.
—Creí que estabas en dos ruedas, mejor no pregunto, ¿no? —niego con la cabeza, mientras
los dos nos subimos. Nadie entendía porque tenía un Jeep, vehículo que suele ser usado solo por
mujeres adolescentes, bueno ahí tienen la respuesta, nadie sospecharía que una bestia salvaje use
algo tan inocente.
Cuando llegamos a las puertas de Sarah, Carter baja la ventana para mostrar su rostro por la
cámara. La última vez que estuve aquí fue para el casamiento, me emborraché tanto ese día, que
desperté en el auto de Carter, sentado en el asiento del acompañante y dentro de su garaje.
Todavía recuerdo el dolor de cabeza y el agujero en corazón.
Las puertas se abren y avanzamos por la propiedad. Antes de llegar a la casa, Bruno ya está en
la puerta de brazos cruzados. La hostilidad que irradia de ese hombre se puede sentir a
kilómetros de distancia.
Carter es quien baja primero.
—Si no fuera importante no estaría aquí con él. —dice, explicando porque mierda estoy en su
propiedad.
Bruno me observa con ojos sospechosos. Cuando me bajo del vehículo, golpeo su hombro y
digo:
—No es el momento de ser un idiota.
Bruno hace señas para que ingresemos a la casa, pero lo hace a regañadientes, todavía no
puede aceptar que por mi culpa casi la pierde, soy el recuerdo constante que Sarah no estaba
asegurada en su vida. Su mirada es tan penetrante, que creo que lo único que ve es como la besé
hace un tiempo atrás.
La casa es la más imponente que vi en mi vida. Literalmente es una moderna caja de cristal,
donde guarda a Sarah para que nadie la vea, toque o respire.
—¿Que sucede? —pregunta de mala gana. Bruno viste con ropa deportiva, parece que está
por salir a correr.
—¿Y Sarah? —averiguo mientras miro a mis alrededores buscando rastros de ella, un sonido,
algo.
—No está. —responde secamente mientras me siento sin su permiso en su gran mesa del
comedor. —¿Que está pasando, Carter?
—Mejor siéntate, tenemos mucho de qué hablar. —Carter, quien considero que su lealtad se
apoya más en mí últimamente que en él, se sienta a mi lado y le hace señas a Bruno para que se
siente delante de nosotros. Cuando Bruno apoya el culo es cuando finalmente comienzo a hablar.
—Parece que tus amigos finalmente te encontraron, —es todo lo que tengo que decir para que
entienda lo importante que es esto. La mirada de Bruno se vuelve fuego. —hay nuevos chicos
malos en mi territorio y dicen que están haciendo desaparecer mujeres.
—Mierda. —Bruno se levanta bruscamente, toma su celular que estaba en una mesa de apoye
a unos metros nuestros, desliza su dedo por la pantalla y lo apoya en su oreja inmediatamente.
—Necesito que vuelvas, —manda— si ahora, no, no me discutas, pega la vuelta por favor. —
Corta la llamada, arrastra su mano derecha por su cabello y vuelve a gritar —¡mierda!
—Buena decisión, yo hubiera hecho lo mismo. —digo.
—Cállate, —me ladra de vuelta, sonrío para mis adentros porque sé que estoy jodiendo con su
mente, pero también sé que la protección de Sarah es importante para los dos (no que ella
necesite mucha) —no puede ser el mismo tipo, lo tengo bajo vigilancia desde que nos fuimos de
allí, pero no descarto que sea él, necesito más información. ¿Quién los están ayudando?, tiene
que haber gente comprada detrás.
—“Deamons from heaven”
—¿Quién mierda son? —inquiere Bruno mientas mira su celular obsesivamente, contando los
segundos que Sarah tarda en volver.
—Un club de la zona, un club aliado al mío o al menos eso creí.
Carter finalmente abre la boca.
—Rage dice que pueden ser ellos, todavía no estamos seguros podría ser cualquiera en
realidad. La trata es uno de los negocios más fructíferos del mercado, después de todo.
—Tengo que empezar a mover información por la calle. —vuelve a mirar su celular y luego
levanta la mirada hacia mí.
El sonido de la puerta llega hasta nosotros y puedo ver el alivio de Bruno al escucharla entrar.
Sinceramente yo también me siento aliviado.
Sarah entra a la habitación y mi estómago se tensa, hace mucho que no la veía, gracias a mi
estúpida nueva fobia de verla y retroceder cualquier avance que pudiera haber logrado, ella me
envía mensajes siempre, yo simplemente los ignoro.
Solo lleva un sujetador deportivo y unos cortos muy apretados, puedo ver que la epidemia de
tatuajes se está trasladando a sus piernas también, tengo que mirar rápidamente hacia otro lado,
porque Bruno me observa desafiante, esperando que me babosee sobre su lujosa mesa, así puede
arrancar mi cabeza de una puta vez.
—¿Que pasa acá? ¿Por qué esas caras…? —pregunta mientras se sienta al lado de Bruno, él la
toma de su cuello y la arrastra hacia su lado, besándola con intensidad, yo tengo que mirar para
otro lado, otra vez.
—Sospechan que Kaled está aquí. —el cuerpo de Sarah se vuelve de piedra. Bruno se levanta
de la silla y se va de la habitación sin explicación alguna, sospecho que va a mover información
para saber con certeza quien es el nuevo hijo de puta de la cuadra.
—¿Que? —se sienta frente a mí y cruza sus brazos por sobre la mesa.
—Si, —respondo irritado— gracias por traer al demonio a mi mundo.
Se hace un silencio incomodo, donde Carter saca su celular para pretender que no está aquí.
Sarah estira su mano sobre la mesa, intentando alcanzar la mía, pero es tan ancha que no llega.
—¿Cómo estás? —pregunta con voz calma, Carter levanta los ojos de la pantalla, atento a la
interacción entre los dos.
—Vivo, lamentablemente. —gruño, mientras me alejo de su mano, en ese momento Bruno
entra a la habitación y se sienta a su lado.
Sarah me observa cautelosa, cuando busco cruzar miradas con ella, la deposita en otra cosa
automáticamente. No le gusta mi hostilidad, pero ¿qué espera de mí? No quiero estar aquí, no
quiero ver lo bien que viven, ni lo felices que son el uno con el otro.
Me da asco.
Repugnancia.
—Mi contacto puede traerme información en unos días, sea cual sea, quiero estar involucrado
en esto.
—Ni lo sueñes, vine a descartar posibilidades, no a pedirte tu maldita ayuda, no soy una
damisela en peligro. —suelto recordando la frase que Carter había dicho el día que lo conocí.
—Rage, —Carter el neutral, interviene con un tono mucho más calmado que el mío,
intentando apaciguar la situación. —creo que Bruno tiene que estar involucrado.
—Si, —agrega Sarah entusiasmada— como dice Bruno, lo mínimo que podemos hacer es
ayudar. —mis ojos vuelven a ella y esta vez no escapa mi mirada, sino que me la devuelve con
calma y seguridad.
¿Quién le puede decir que no a Sarah? Nadie en esta habitación, claramente.
—Esta bien, en cuanto sepa algo más, los llamo, lo mismo espero de tu parte profesor. —le
digo a Bruno, mientras me levanto, todos me siguen en el movimiento— En el mientas,
manténganse ocultos, especialmente tu Sarah, mantente lejos de todo.
Bruno camina hacia mí y estrecha mi mano.
—Gracias.
—No me agradezcas todavía profesor, esto no terminó. —miro hacia Sarah y la saludo con un
movimiento rápido de cabeza.
¿Qué es lo que hace Sarah que cada vez que mis ojos se posan con los de ella, siento que una
grieta de mi pecho se hace más grande?
Ignorando el sonido de mi corazón desquebrajándose, salimos de su propiedad. Lo único que
quiero es no tener que volver.
Carter carraspea y me trae de vuelta al Jeep.
—Eso fue mejor de lo que esperé.
—Hmm—no quiero hablar, estoy de mal humor y malditamente preocupado por todo esto.
Gal viene a mi mente por alguna razón, miro mi celular y recuerdo que ella no tiene mi
teléfono.
Así que escribo un mensaje corto y preciso. Ella va a saber quién es el número desconocido.
“¿Algo para reportar?” dejo el celular cerca de mi mano y comienzo a manejar.
—¿Cómo estás? —pregunta Carter mirando por la ventanilla como si no le daría importancia
a la pregunta que acaba de hacerme.
—Carter, no me aplastes los cojones, ya tuve suficiente. —devuelvo mirando fijamente la
autopista.
Él se mantiene en silencio por el resto del viaje.
Cuando llegamos al club, miro de vuelta la pantalla aún no tengo respuesta. Deslizo el celular
en mi bolsillo trasero y abro las puertas de mi club.
Todos ya están ahí, aguardando por mí.
Mis hermanos me miran con preocupación, esperando ver cuál es mi estado de ánimo. Que
generalmente es peor de lo que imaginan.
—Iglesia. —digo imperativamente mientras sigo mi camino al lugar donde tomamos las
decisiones importantes. Escucho los pasos detrás de mí, todos me siguen, todos van a esperar
escuchar de mí una solución.
El problema es que no tengo una mierda que decir.
Viking es el que rompe el hielo una vez sentados todos.
—¿A quién tenemos que matar prez? —bromea con una sonrisa. Slider lo codea diciéndole
que no es tiempo para bromas.
Mi vicepresidente es un hombre muy observador y ubicado, es como que tiene un sexto
sentido, un olfato de otro mundo que detecta cuando algo puede complicar nuestras vidas. Aún
recuerdo la pregunta que Slider me hizo hace unos meses: “Lo que sea que te está distrayendo,
¿vale la pena?”
Él se refería a Sarah.
¿Valió la pena?
Es una pregunta difícil de responder. Sarah pasó a ser una mosca molesta, a aquel cachorro
que consideras parte de la familia en menos de un mes. Aún sostengo que Sarah era la mujer
perfecta para mí, pero claramente ella no piensa lo mismo. Por eso tengo que conformarme con
las sobras, con solo ser su amigo y aunque no hablamos desde el día de la boda, no se siente un
distanciamiento entre los dos, cuando la vi hoy fue como si el tiempo no hubiera pasado. Los
sentimientos son los mismos.
Y sé que ella también los tiene.
—Tenemos un problema mucho más grande que el club, —reflexiono— voy a hacer una
pregunta y la voy a hacer una sola vez. Solo dentro de estas cuatro paredes tienen la oportunidad
de ser sinceros conmigo, no hay lugar para segundas oportunidades. ¿Está claro?
Todos asienten.
Se tensan.
Se acomodan en la silla porque no saben con qué mierda voy a salir ahora.
—Te escuchamos. —dice Slider. Coloco mis codos sobre la mesa, entrelazo mis dedos y tomo
una gran bocanada.
—Hay un nuevo negocio ocurriendo por debajo de nuestras narices. Nuestro club amigo está
involucrado. —todos se miran entre ellos confundidos, Viking, Stone, Gypsy, Angus, todos,
excepto Carter y Texas. El texano mira fijamente a la mesa delante de él.
—¿Asumo que es un negocio sucio? —pregunta Slider.
Asiento.
—Trata de personas. —suelto las frías palabras y me detengo a observar.
Todos reaccionan con asco en sus rostros, inquietos y rabiosos. Interiormente me calmo
porque esa es exactamente la reacción que esperaba de ellos.
Pero Texas…
—La pregunta es, ¿quién sabía que esto estaba pasando en nuestro territorio? —no tengo que
observar a cada uno, solo tengo que mirarlo a él.
Varias voces murmuran “yo no”
—¿Cómo no vimos nada? —pregunta Viking.
—Comenzaron de a poco y ahora ya se están expandiendo. —responde Carter.
—Hijos de puta, —golpea la mesa Vik con rabia y me mira con ojos determinados —entonces
no estaba tan errado en preguntar a quién vamos a matar.
Todos tienen una reacción similar, la reacción que espero de estos hombres que viven bajo mi
ley.
Rechazo, ira, empatía.
—Texas… —lo llamo. Su verdadero nombre es Julián, es un hombre de pocas palabras. Su
cabello es negro como la noche y le llega hasta sus hombros. Su barba es igual de llamativa. El
hombre levanta la mirada, sus ojos son verdes y están llenos de arrepentimiento. —Te escucho.
No hace falta pretender, no hay lugar para esas cosas en mi club, aquí uno se hace cargo de las
consecuencias, sea cual sean.
—No estaba seguro, pero lo sospechaba, —confiesa. Se sienta erguido en su silla, todos se
silencian para escucharlo— hace unos meses, en la fiesta de fin de año de los “Deamons from
heaven” lo vi a Mac, uno de los nuevos prospectos irse con una chica, solo lo recuerdo porque
ella parecía no encajar con la fiesta, ella vestía como para la misa del domingo, ya sabes,
vestidos floreados, cabello rubio y una mirada infantil. —pausa unos minutos, refregando sus
dedos por sobre sus labios, puedo ver que está preocupado— Al día siguiente la chica apareció
como desaparecida en las noticias de la mañana, dijeron que venía de buena familia y asumí que
buscaban una recompensa.
—¿Por qué no dijiste nada? —cuestiono.
—Porque no era mi lugar, lo que hagan ellos es su problema, no quería traer más
complicaciones a nuestra puerta, así que decidí mirar para otro lado. —dice avergonzado.
Y debería estarlo.
—Lo que pase en nuestro territorio es nuestro problema. Nunca deben olvidarse eso y nunca
deben mirar para otro lado, —gruño hacia Texas. —¿Esta claro?
Todos asienten.
—¿Cómo quieres proceder? —pregunta Slider. La pregunta del millón.
—Vamos a colaborar con Amazons de ahora en más.
—¿Y quién carajo son? —pregunta Vik.
—Son un club de moteras, ellas se involucraron ayudando a las mujeres que fueron
rescatadas. Vamos a colaborar con ellas con lo que podamos, armas, lugar, protección, lo que nos
pidan. Esto es nuestro y lo vamos a resolver. ¿Están de acuerdo?
Todos contestan “Si” al unísono. Golpeo el martillo sobre la mesa. La decisión está tomada,
vamos a limpiar a estos hijos de puta de la faz de la tierra de una vez por todas.
—¿Ya las conociste? —pregunta Slider, yo asiento— ¿Que tan buenas están? —dice con una
sonrisa.
Todos ríen.
Yo no.
—¿Puedes guardar tu maldita polla por unos días? Esto es serio, acá hay mujeres siendo
arrancadas de sus familias para ser vendidas a algún enfermo en algún lugar recóndito del
mundo.
Slider se incomoda, primero por dejarlo como un idiota delante de sus hermanos, segundo,
porque un hombre más joven que él, le demanda que se comporte como un adulto.
—Tienes razón, lo siento. —se disculpa.
Lo observo amenazantemente, no quiero errores aquí.
En ese instante mi bolsillo vibra, cuando lo saco tengo la respuesta de Gal que estaba
esperando.
“No tengo que reportarte nada Rage, no eres mi superior, no te olvides.”
¡¿Esta es su respuesta?! ¡¿Esa es su maldita respuesta?! ¿No sabe quién soy?
Dios, ¡Que obstinada!
Esta mujer me va a volver loco, ya lo presiento.
Comienzo a teclear con furia.
“¿Quieres mi ayuda o no?”
Mis hermanos conversan entre ellos, pensando que vamos a hacer para quitarnos este parasito
de encima, pero mi mente por alguna razón desconocida está pendiente de mi celular.
“Si”
“Bueno, ¡comienza por déjame ayudarte entonces!” Tarda unos minutos en contestar.
“Aeropuerto Pike Place. 0300AM” responde. Levanto la mirada y todos esperan que hable.
—Vik, Hollywood, —los llamo— hoy tenemos una redada, estén listos para las tres, —los
dos asienten— el resto queda en espera, quiero ver de qué tamaño estamos hablando, cuantos
hombres y con qué mierda nos vamos a enfrentar.
Todos asienten y se levantan de sus asientos para cumplir con todo lo que les dictaminé.
CAPITULO 8

Gala
Todavía no entiendo porque el “Gran Rage” quiere estar de este lado de la guerra. No quiero
que se mal interprete, lo aprecio, pero, es raro ver un hombre involucrarse con algo así.
¿Por qué? Porque los hombres solo se interesan cuando ven un beneficio propio y si incluye
un lugar donde meter su polla mejor.
¿Sueno amarga? Es porque lo estoy.
Bueno amarga no es la palabra, es E.N.O.JA.D.A.
¿Se entiende?
Maldición, como detesto tener que decirlo, pero vamos, ¿Acaso todos los hombres son unos
malditos interesados?
Rage no. Escucho a mi inconsciente corregirme.
Ya lo sé, ya lo sé, sí, tengo que darle una oportunidad en estos tiempos de incertidumbre.
Pero di tantas oportunidades ya, que cuando un hombre realiza algo sin esperar nada a
cambio, yo solo…no confío. Años de experiencia con un desfile interminable de idiotas. Uno
tras otro, marchando, superando el record del anterior.
Maldición, sí me escucho amargada.
Estamos llegando al aeropuerto donde nos dijeron que hoy iba a haber un grupo de niñas.
Intervenir este tipo de negocios se hizo una rutina en nuestras vidas, un trabajo más y, sin
embargo, no puedo evitar sentir adrenalina cada vez que salimos a cazar, pero en esta locación
me siento particularmente nerviosa. ¿Por qué? Porque este aeropuerto es conocido por sus
ilegalidades en la madrugada, muchas cosas suceden aquí y es poco el espacio para ocultarse.
Tiene sentido: de pequeño tamaño, poco transitado, poca gente, poco control, poco todo.
O Perfecto, para otras personas.
Donde no pone el ojo las autoridades, allí está el hombre, haciendo de este mundo uno mucho
más cruel e inhumano.
Finalmente llegamos y aparco mi Harley, detrás mío se detienen Tequila y Goldy. Las dos
mejores que tengo en el club.
—¿Dónde está tu caballero con la brillante armadura, Big? —pregunta Goldy con un tono
rencoroso mientras quita su casco y deja que su cabello rubio se despliegue por sus hombros
como una maldita publicidad de Pantene. Mis ojos la observan duramente, advirtiéndole que no
me presione demasiado, pero tampoco puedo ser tan dura con ella, la desaparición de su hermana
la cambió radicalmente y ¿quién soy yo para ponerla en su lugar?
—Tiene que estar aquí en cualquier minuto. —digo por lo bajo ignorando su comentario,
hasta yo misma escucho la poca fe que tengo en Rage.
Tequila se apoya sobre su Harley con sus brazos cursados y suspira malhumorada. Su actitud
de mujer mejicana está a flor de piel. No se jode con las Latinas, ni de bromas. Ellas saben lo que
quieren y si te metes en su camino, bueno, allá tú. Yo no me atrevería.
—¿Que…? —pregunto tempestuosa luego de su suspiro.
—Estamos perdiendo tiempo Big, podría estar ocurriendo ahora mismo y tenemos que esperar
estos pendejos. —cuando estoy por contestar de la peor manera es cuando escucho las
motocicletas acercarse. Entonces sonrío hacia las dos y les muestro mi dedo del medio.
Aquí tienen, perras.
Rage aparece, con dos hombres más y aparcan cerca nuestro. Su Harley es una reliquia de
antaño que ya no se fabrica, roja e imponente, me muero por montarlo. ¡Montarla! Montarla,
montar a la motocicleta Gala, contrólate maldición.
Rage me saluda con la cabeza, los otros dos se acercan y estrechan las manos de las tres. Rage
carraspea y los presenta:
—Ellos son Hollywood y Viking. —no me hace falta preguntar quién es quién, son lo que sus
nombres describen. Viking es masivo, su altura debe pasar los dos metros y su cabello es largo y
rubio natural, tiene apariencia de guerrero y uno completamente loco, su chaleco dice presidente
de Armas. El otro hombre, Hollywood tiene una altura similar, pero con otra contextura física,
más del tipo modelo de revista, su chaleco no dice absolutamente nada.
Que extraño.
—Tequila y Goldy. —las presento a las dos mientras estrechan sus manos— Vamos, no
tenemos tiempo que perder.
Comienzo a caminar por el cemento y escucho unos pasos que se apuran para estar a la par
conmigo, detrás vienen los otros cuatro, en silencio.
—¿Algún movimiento ya? —pregunta. Lleva puesto su chaleco por primera vez desde que
nos encontramos. Conozco a Rage hace mucho, cualquiera que tenga una motocicleta en esta
ciudad sabe quién es.
Un dios enojado.
El rey de la selva.
El presidente de los “Souless Bastars”
Por eso cuando vino al gimnasio con esa actitud de “Soy un simple hombre buscando a mi
amigo”, supe que mi nombre había llegado a sus oídos, yo solo jugué a ser la mujer despistada,
sonriente y amigable. Aunque no funcionó por mucho tiempo, los dos reconocimos el verdadero
perfil del otro en poco tiempo.
Aunque a él le tomo más tiempo que a mí.
—No, pero no llegamos todavía, es un poco más adelante, pasando la cerca. —explico en un
susurro.
Una reja divide la pista del resto del terreno, como la mayoría de los aeropuertos de este
estilo, está alejando en el medio de un descampado, así que tenemos un largo trecho que caminar
en plena oscuridad.
—¿Ya sabes cuantas son? —pregunta, miro por sobre mi hombro, todos están expectantes por
mi respuesta.
—Dijeron que cinco, pero nunca es un número exacto, a veces alguien escapa antes o muere,
—explico mirándolo a sus eternos ojos negros— depende de la suerte que tengamos.
Si, la suerte es un factor fundamental en momentos como este, a veces todo puede salir suave
y correcto, y a veces todo se va a la mierda en menos de un segundo.
Rage sostiene la mirada por más tiempo del que debería, hasta que carraspea incómodo y
continua con su cuestionario.
—Asumo que están esperándote, ¿no? —asiento.
Entonces Rage voltea y les hace una seña para que preparen sus armas. Pocos segundos
después nosotras también nos preparamos.
Cuando llegamos al alambrado, Tequila me entrega una gran pinza, primero corto uno de los
alambres y luego sigo con el resto. Uno por uno, hasta que tenemos un agujero lo
suficientemente grande para caber todos. Soy la primera en pasar al otro lado, la pista esta
despejada y poco iluminada (casualmente siempre ocurre que los días donde algo ilegal ocurre,
algunas luces fallan), por suerte todos estamos vestidos de negro, lo cual hace que nos acoplemos
con las sombras y seamos uno solo.
Comienzo a caminar en cuclillas, pero Rage me toma del brazo, haciéndome señas para que
me detenga.
Una camioneta pasa a toda velocidad.
—Custodian la pista cada diez minutos, —susurra Hollywood— debemos apurarnos antes que
vuelvan.
¿Cómo sabe eso? Si apenas estamos aquí. Mi mirada de sospecha no se le escapa porque
enseguida me aclara
—No es mi primera vez aquí. —claro que no. ¿Qué otros negocios podrían tener que
involucren este aeropuerto?
Cruzamos miradas con mis hermanas, solo para afirmar algo que habíamos hablado con
anterioridad:
“Estén listas”
“No se duerman”
“Ojos en todos lados”
No confiamos en nadie, excepto en nosotras mismas.
Rage se coloca frente a mí y trota hasta la próxima sombra. Todos corremos detrás de él hacia
el primer hangar, donde mi fuente dijo que era donde iban a cargar el avión. Coloco mi mano
sobre el duro brazo izquierdo de Rage, para llamar su atención y señalo el lugar. Un avión
espera, pero no veo si las niñas están dentro o todavía no llegaron.
—¡Prez! —musita Viking, todos volteamos para escuchar también— Yo voy —saca un arma
detrás de su espalda, pero Rage niega con la cabeza y le indica que espere.
En ese momento, movimiento ocurre.
Una camioneta negra con vidrios tintados se detiene bruscamente, las puertas del conductor y
del asiento del acompañante se abren y de allí bajan dos hombres armados. Observan el área,
rastreando movimiento, buscando alguna sospecha que les confirme nuestra presencia.
Satisfechos al ver que nada ocurre, abren las puertas traseras sin dejar de observar los
alrededores. Un hombre mucho más robusto tiene una chica amarrada, ella luce lastimada y
aterrorizada.
Mi primer impulso es salir a su rescate, pero Rage me sienta sobre la tierra a la fuerza.
—¿¡Qué diablos te pasa!?
—Dijiste que suelen ser más. —dice entre sus dientes con mala cara.
—¿Necesitas más para que se justifique rescatarla? —pregunto a la defensiva. Su mirada
desprende fuego, frunce sus cejas y aprieta sus dientes.
Lo estoy haciendo enojar.
—No, Gal, —dice lentamente como si le costara no matarme ahora mismo— pero puede ser
una trampa, mira, —señala hacia allí, los tres hombres están detenidos delante del avión, no van
a ningún lado, mientras la chica llora desconsoladamente— están esperándote, ella es la carnada.
Cuando presto atención creo entender que me quiere decir. Ellos están detenidos allí. Dejando
el cebo para que yo pique.
—Big, —advierte Goldy, sus ojos están desorbitados y llenos de furia. Ella no soporta ver
chicas en ese estado— se van a escapar.
Rage me observa inquieto, advirtiéndome de la situación, mi instinto dice que siga su consejo.
—Quietas. —ordeno mirándolo fijamente.
Sabe que si todo sale mal voy a echarle la culpa, y, sin embargo, se ve más calmado que antes.
Debe ser que no está acostumbrado a no tener el control en situaciones como esta y menos aún
responder a la autoridad de una mujer.
—Las otras tienen que estar cerca, —murmura Viking. Rápidamente escanea la zona, mirando
hacia todas las direcciones— pero donde… —pregunta a sí mismo. Es Goldy quien le contesta.
—No pueden estar muy lejos, parece que están esperando que les den luz verde.
—Eso me da una idea. —expone Hollywood.
—Tus ideas apestan… —gruñe por lo bajo Rage sin despegar los ojos de esos hombres.
—Si, usualmente, pero escúchame aquí, demos aviso.
Todos lo miramos confundidos.
—¿De qué mierda hablas…? —Rage parece no tener paciencia con Hollywood.
—Somos cuatro contra tres, yo digo que los quememos y llamemos al resto.
—¿Y cómo pinches quieres hacer eso? —pregunta Tequila, yo tengo la misma pregunta.
—Fácil, míralos, ninguno de ellos tiene mucha experiencia. —los hombres se ven
desalineados y alertas.
Hollywood toma una piedra y la arroja al techo de chapa del hangar. Los tres hombres saltan
asustados, ninguno reacciona tomando un arma, ellos se ven como un niño después de ver una
película de terror.
Rage asiente una vez, no hay mucho más que aclarar.
Hollywood y Viking son los primeros en moverse. Con su cuerpo en cuclillas, se impulsan
hasta donde se ve una puerta al costado del hangar.
—Es raro que no esté custodiada, —digo por lo bajo hacia el resto— no me gusta esto.
La puerta se abre y los dos entran, parece que no es la primera vez que invaden un lugar así.
—Saben lo que están haciendo, ten un poco de fe. —Rage susurra mirándome de reojo.
Un sonido por detrás de ellos los distrae, voltean apuntando directamente a la cabeza de la
chica.
—¡¿Quién está ahí?! —grita uno.
Rage toma un caño oxidado a sus pies y lo arroja al techo de chapa, provocando que golpee
por todos lados, el sonido rebota dentro del lugar, parece que un espíritu los está volviendo locos,
porque no saben a qué dirección apuntar primero. Allí es cuando los dos moteros aparecen detrás
de ellos como dos felinos despiadados, deslizan un cuchillo de oreja a oreja.
El sonido del cuchillo deslizándose por la piel y la sangre que se desprende son impactantes y
por un segundo tengo que mirar hacia otro lado.
Por suerte nadie nota mi pequeño momento traumático.
Rage se levanta, junto con mis dos compañeras y salen corriendo hacia la escena del crimen.
Tequila apunta su arma al tercer hombre, quien suelta a la chica y levanta las manos.
Corro hacia ellas, las dos me observan extrañadas por mi lentitud y me poca eficacia.
Honestamente no sé qué me pasó allí atrás. Estoy acostumbrada a las heridas, solo que esta vez
algo me heló.
—Llama al resto, diles que las traigan. —ordeno, sintiéndome un poco más yo misma.
Rage palpa los pantalones del hombre en cuestión y encuentra su teléfono celular en su
bolsillo trasero y lo coloca en su mano bruscamente.
—Haz lo que te dijo la dama, —gruñe con un tono amenazante. El hombre comienza a marcar
un numero con manos temblorosas— diles que los esperas dentro del avión, y si dices algo que
me suene raro o usas algún código, decoraremos las paredes de este hangar con sus sesos, ¿está
claro?
El hombre asiente nerviosamente.
Alguien levanta la línea del otro lado. Todos estamos expectantes, esperando que el hombre
haga alguna maniobra que nos cueste la vida a todos.
—Oye, si, acá no pasa nada, —indica tranquilamente— sí, parece que fue falsa alarma,
puedes traerlas. —dice mirando directamente a Rage que sobrepasa al menos dos cabezas al
pobre hombre.
Lo curioso es que Tequila es la que tiene el arma apuntándolo, pero parece temerle más al
masivo individuo de cabello largo y oscuro, que a la pequeña latina con mala actitud.
En mi balanza mental los dos me provocan la misma cantidad de miedo.
Cuando corta la llamada se lo entrega de vuelta a Rage.
—Están por venir, —advierte. Rage asiente, diciéndole sin palabras que hizo un buen trabajo
— hice lo que me pidieron, déjenme irme. —suplica.
Rage busca de mi autorización primero, la cual es negativa, no podemos dejar testigos, Rage
sostiene la mirada unos segundos, cuando vuelve a él dice:
—Vete. —le seña al camino con su dedo índice, yo protesto por lo bajo frunciendo mis cejas
y levantando los brazos.
El hombre sale disparado, literalmente comienza a correr como una gacela en el medio de una
manada de hienas, pero no lo logra por mucho. Es Hollywood quien alza su arma y apunta hacia
el objeto en movimiento. Cuando llega a las sombras del descampado, aprieta el gatillo y el
cuerpo cae sin vida en la oscuridad.
¿Quiénes son estos tipos?
Cuando volteo Rage está colaborando con Viking moviendo los cuerpos lejos de la luz, como
si nada hubiese ocurrido. Estar en este rubro te hace de piedra, muchas veces terminas perdiendo
la conexión entre tu corazón y tu cerebro lógico, es por eso que hay cosas que no nos afectan ya.
Al menos yo pensé que había pasado la etapa de culpa, pero algo me dice que todavía no perdí
mi lado humano.
—¡Rápido!
Goldy y Tequila los ayudan, levantando los pies y arrastrándolos lejos. Mientras tanto,
camino hacia la chica quien rompe en un llanto muy angustiante en cuanto cae en cuenta de todo
lo que ocurrió en apenas unos segundos.
—Tranquila, —susurro sin tocarla— ya pasó, estás segura con nosotros.
Una vez que los cuerpos están escondidos, Rage me hace señas diciendo que el avión está
despejado para que suba con la chica, ella al principio se espanta, pero le prometo que ese avión
no va a despegar de este aeropuerto y esas palabras parecen calmarla lo suficiente como para
responder a lo que le solicito.
—Tequila, —susurro, por sobre mi hombro le hablo a Goldy— llama a la camioneta, que
tenemos más en camino.
—Ya mismo. —dice ella, mientras saca el celular y envía un mensaje de texto rápidamente.
Cuando entro al avión, lo primero que pienso es que parece ser uno de esos que solo vi en las
películas, lujoso, de tapizados de cuero y espacio para pocas personas, no creo que en mi vida
pueda viajar en un lujo como este.
Siento a la chica en el asiento más alejando de la puerta.
—Agáchate y mantente allí hasta que venga a buscarte. ¿Si? —ella asiente frenéticamente.
El resto sube al avión, Hollywood baja todas las persianas de las ventanillas, Rage
inspecciona el lugar por segunda vez y Viking se sienta en el asiento del capitán.
—¿Dónde está el piloto? —pregunta mientras toca todos los botones de la cabina.
—No lo sé —dice Rage con sospecha en su voz— ¡pero deja de tocar todo! ¿Quieres tus
huellas aquí?
—Ops… —dice el guerrero fingiendo estar preocupado. Tequila y Goldy lo observan con
confusión, francamente yo también, por eso Viking agrega:
—Es un chiste, borre mis huellas dactilares hace años. —sonríe.
Que.
Demonios.
—Veo luces, —alerta Goldy ignorando por completo el comentario de Viking, ella prepara su
arma. —es una camioneta de carga.
Todos se posicionan con armas en sus manos, yo inclusive. Rage se sienta en uno de los
primeros lujosos sillones y espía con mucho cuidado hacia afuera. Yo hago lo mismo.
Cuatro chicas bajan, sus ojos vendados, sus manos atadas por delante a la cintura conectada
con la chica que tienen frente a ellas. En fila caminan con mucho cuidado y lentitud, entre
quejidos y llantos silenciosos. Un hombre alto y pelado las guía para indicarles donde está la
escalera del avión. Este hombre que luce un poco más profesional, camina hacia atrás, subiendo
la escalera con cuidado.
Rage se levanta de su asiento y se acerca a la puerta, posicionándose justo para poder
disparar, levanta el arma al nivel de sus ojos solo por uno segundos, luego la baja a la altura de
su pecho.
El pelado entra caminando hacia atrás, el arma de Rage apunta directamente a su cráneo. El
maldito midió mentalmente donde debía posicionarse para tener un tiro limpio.
Aprieta el gatillo, su pistola esta silenciada y no se escucha nada más que un sonido ínfimo. El
cuerpo del pelado comienza a caer, pero Rage lo atrapa en el aire y lo arrastra lejos de las
miradas de los otros hombres. Las chicas saben que algo ocurrió y reaccionan con gritos y
llantos.
—Sigan caminando. —comanda Rage en un tono autoritario.
Yo me levanto y guio a la primera hasta el final de la cabina, cuando todas finalmente entran,
más hombres bajan de la camioneta.
Viking marca con sus dedos el número tres, para que todos sepamos cuantos vienen.
El primero camina con confianza hasta las escaleras del avión, todos estamos escondidos o lo
que se puede llamar escondidos en este estrecho lugar.
El primero apunta directo a la cabina del piloto y Viking lo detiene con una bala entre medio
de los ojos.
Los otros dos se detienen en la puerta, sospechando de algo, cuando Carter reacciona y los
elimina igual.
—Ahí está el piloto. —dice Viking con un tono jocoso.
Todos volvemos a respirar.
Tequila y yo comenzamos a ayudar a las chicas a salirse de las amarraduras. Explicando lo
que acaba de pasar y como seguimos a partir de ahora. Es sorprendente como uno pensaría que lo
primero que quiere hacer es correr a la familia y los seres queridos, pues, eso no ocurre siempre,
la mayoría piden pasar unos días recuperándose, otras ya venían de hogares violentos y no aptos
para niñas, por eso ruegan quedarse con nosotras.
Los hombres hablan bajo entre ellos. No me gusta y se lo hago notar a Rage carraspeando, él
responde con una mirada aburrida, como si le molestara explicarme que mierda están diciendo
sobre esta situación.
—Viking me está diciendo que esto fue demasiado fácil, o algo no está bien o realmente
hablamos de gente improvisada.
—Improvisados o no, no siempre podemos rescatarlas.
—No todas las veces estuvimos nosotros, —dice, el engreído— sin ofender, la mayoría de
nosotros tenemos entrenamiento.
—Si lo noté… —digo por lo bajo cuando recuerdo con qué facilidad degollaron esos cuellos.
Tengo que admitirlo, ellos lo hicieron ver muy fácil.
Cuando llegamos a la mansión de Goldy, el resto del club recibe a las chicas nuevas, dándoles
la contención que necesiten. Tenemos un total de veinticinco chicas contando las nuevas y solo
seis habitaciones. Algunas duermen en los sillones del living, otras comparten cuarto.
Sinceramente, debo agradecer a Goldy que destina su fortuna en ellas, en alimentarlas, darles una
cama y un techo hasta que puedan salir al mundo otra vez.
Rage y el resto de los “Soulless Bastards” caminan conmigo hasta la Iglesia, allí nos esperan
unas botellas de cerveza frías y algo para comer, cortesía de Daniela que es la encargada de la
cocina y madre de Coma, si, así es como le decimos, por su carácter inamovible y tranquilo, ella
siempre parece que acaba de salir de un coma.
Todos dejamos caer el cuerpo en los grandes sillones, tomo una cerveza y subo los pies sobre
la mesa, mis botas tienen un poco de barro, pero nada imposible de limpiar después.
Daniela entra al cuarto y me mira con ojos amenazadores.
—¡Perdón! —me disculpo mientras los bajo. Todos saben en esta mansión que la que
verdaderamente manda es Daniela. Los hombres se ríen menos Rage, obviamente, que nunca lo
vi reír y no sé si tiene la capacidad de hacerlo.
Lo dudo.
—Un presidente debería hacer lo que quiera en su territorio. —termina de decir eso y le da un
sorbo a la botella, provocándome.
—Esto no es un territorio, los humanos lo llamamos casa y todos sabemos aquí que la que
verdaderamente manda es Daniela. —lo observo con una sonrisa socarrona.
Goldy ríe mientras se levanta y le da unas palmaditas a Daniela en el hombro
—El problema es que Daniela no sabe relajarse, por ende, no puede permitir que nadie más lo
haga.
Todos reímos, inclusive Daniela, que debe tener entre cincuenta y sesenta años, de cabello
morocho y ojos negros profundamente delineados, más de una vez le pregunté si tenía alma
gitana, pero ella simplemente no quiere responder esa pregunta.
—Tenemos visitas Big, ¡no puedes poner los pies sobre la mesa! —me reta. Inspecciono a los
hombres, todos tienen una sonrisa y esta vez Rage también, pero la esconde detrás del pico de la
botella.
Que lastima no poder verla.
—Son hombres Dani, ellos no se fijan en esas cosas, no te preocupes. —comenta Tequila.
—Ay, ay, ustedes con eso de vuelta… —deja algunas cosas ricas sobre la mesa y se retira
cerrando la puerta detrás de ella.
Rage deja su botella sobre la mesa y apoya los codos para comenzar a hablar de lo que pasó
esta noche.
—¿Tienes lugar para esas chicas? —pregunta, cauteloso y serio.
—Si, todavía tenemos, pero ya no podemos albergar más, no hay más camas. —contesto.
Rage asiente una vez.
—Todavía no sabemos con certeza quien es, pero sabemos que queremos estar totalmente
involucrados, fue una decisión unánime del club. —limpia su boca con la manga de su camiseta
y continúa— Movimos algunos contactos, estamos esperando información. —mi rostro se
mantiene fijo sobre sus movimientos, Rage le hace señas a Hollywood para que comience a
hablar y lo hace, pero yo todavía no puedo avanzar mentalmente, ese simple gesto salvaje hizo
que mis partes más íntimas reaccionen.
Necesito acostarme con alguien urgente, no puede ser que eso solo me caliente.
Sacudo mis pensamientos y comienzo a prestarle atención a Hollywood, aunque la mirada de
Rage atraviese mi cráneo.
—Mi primo fue secuestrado hace diez años, su hermano fue el que lo rescató hace unos
meses, no puedo entrar en detalles, pero no podemos descartar la posibilidad de que sea el mismo
hijo de puta o la misma familia buscando venganza, estamos reduciendo posibilidades para ver
quién es y por qué esta aquí.
—Cuando sepamos algo, se los informamos, por ahora… —Rage levanta su cuerpo pesado y
macizo, los otros dos lo siguen automáticamente.
Estira su mano para estrecharla conmigo. Yo lo imito, levantándome.
—Gracias. —digo honestamente.
Cuando nuestras manos entran en contacto, un voltaje chispeante y agresivo hace que sujete
su mano con firmeza, es como sentir un imán fuerte y poderoso cumpliendo las leyes de la física.
Elevo mis ojos inquietos, su dura y penetrante mirada esta fija en mí y siento que me clava al
suelo.
No puedo moverme.
Mientras tanto nuestras manos se mueven arriba y abajo, en un acuerdo entre pares.
—Cuando digo involucrados, lo digo enserio, nada de esperar a que envíes un mensaje, vamos
a estar entrando y saliendo de este lugar seguido. —nuestras manos siguen en contacto, no puedo
soltarlo, no quiero hacerlo, la piel de la palma de su mano me brinda una sensación tibia y
agradable.
—Los detalles los podemos ver después. —termino diciendo para salir del trance.
Finalmente deja caer mi mano y a él parece no afectarle esa sensación intrusa o directamente
no le importa.
Debe ser la primera opción.
O las dos.
—Nos vemos. —camina hacia la puerta y los otros dos lo siguen, saludando generalmente al
resto de mi club.
Solo cuando la presencia avasallante de Rage deja la habitación, siento que puedo volver a
respirar. Ese hombre es intenso y de pocas palabras, por eso no necesita hablar demasiado, tan
solo con su energía pesada hace que todos nos pongamos de rodillas.
O queramos estar de rodillas.
CAPITULO 9

Hunter
Llevo una semana sin dormir.
Y como todos saben aquí, eso solo trae una ola de malas contestaciones y miradas que matan.
Por eso lo único que hice fue hacer lo que mejor me sale.
Obsesionarme a un nivel poco saludable sobre un tema en específico.
Lo único que me pregunté mil veces fue: ¿Qué demonios fue eso que sentí cuando estreché la
mano de Gal? Su mano se sentía muy chica a comparación con la mía, su piel era tersa, sus uñas
estaban pintadas de negro, pero un poco saltado el esmalte y tenía un anillo con una calavera
negra. Me gustaban, eran manos femeninas, pero a la vez rudas.
Que me guste o no, no contesta la maldita pregunta.
Seguramente fue la tensión del día y eso explotó cuando nos tocamos.
Si, energía residual.
Tiene que ser eso.
Si, si, seguro.
Basta, no tiene sentido seguir perdiendo tiempo en mi cama. Levantarme y empezar mi día, es
la mejor opción, necesito mantener mi cabeza ocupada o cansarme hasta que mi cuerpo se
apague y finalmente duerma.
—¡Hey! ¡Rage! —Carter corre detrás de mi mientras camino hacia mi oficina. Yo no me
detengo, sigo caminando hasta que me alcanza.
—¿Qué quieres? —me siento en mi escritorio y reviso mi celular.
Cero mensajes.
Demonios, creí que Gal había entendido cuando le dije que quería estar más involucrado.
—Bruno dice que tiene información.
—¿Y qué información es esa? —digo sin interés, aunque por dentro me muero por saber, dejo
mi celular sobre la mesa y finalmente pongo mis ojos sobre él. Está de pie frente a mí con su
celular en la mano.
—Dice que quiere que vayamos.
—Ni lo sueñes. —me prometí a mí mismo no volver a ese lugar y yo cumplo con mis
promesas, a menos que sea de vida o muerte.
No quiero volver a entrar a ese ecosistema amoroso. ¿Es tan difícil de entender?
—Por teléfono no es una opción. —me aclara como si ya no lo supiera— ¿Quieres que le diga
que venga aquí?
Hmm…
¿Traer al profesor a mi cuartel?
Podría ser, quizás sea mejor traerlo y que vea de lo que hablo cuando digo que tengo la polla
más grande.
—Dile que venga.
Carter teclea unos segundos y asiente con su cabeza una vez antes de salir de mi oficina.
—Dice que viene en camino.
Carter ya sabe que debe cerrar la puerta, necesito mis momentos de soledad antes de que
empiece a maltratar a todo el mundo.
Mi búsqueda en Google más frecuente en los últimos meses fue: Ataques de ansiedad.
Según la internet, los ataques de ansiedad se dan por acontecimientos traumáticos o
experiencias de mierda, las dos pueden estar en mi lista. Los ataques que comencé controlando
bastante bien y que ahora están ganando territorio. Llega un momento del día, que el silencio me
inquieta y la agitación sube. Respiración acelerada, cansancio, insomnio, lo que sea, nómbralo y
lo tengo. Por supuesto nadie sabe de esto y pienso enterrarlo conmigo.
Oh dios, aquí viene otra vez.
Respiro profundamente.
Exhalo.
Respiro.
Exhalo.
Sube y sube, la ansiedad, hace que mi corazón quiera salir disparado de mi pecho, mi garganta
se cierra y no puedo respirar.
Respiro.
Exhalo.
Vamos Hunter, que mierda te pasa.
Respiro.
Exhalo.
Bzzz.
Bzzz.
El teléfono vibra y miro de reojo hacia la pantalla que dice: “Gal”
Mis palpitaciones bajan tan rápido como subieron, mi respiración se regula y el dolor en el
estómago desaparece casi inmediatamente.
¿Qué demonios?
Abro el mensaje y leo: “Encuéntrame en el Álamo esta noche. 21:30”
¿El Álamo? ¿Qué mierda es eso? Antes de contestarle, busco rápidamente en mi celular que
lugar es ese. Cuando lo encuentro, veo que es un bar no muy lejos de aquí.
“¿Solo?” pregunto, parece ser algo entre presidentes solamente.
No porque quiera ir solo y pasar tiempo con ella.
No.
Yo no paso tiempo con mujeres, yo las follo y las descarto. Eso es simple y poco traumático,
no necesito más complicaciones en mi vida. Bueno, menos Sarah, pero ella fue la excepción a la
regla y una gran lección de vida, no vuelvas a involucrarte sentimentalmente con una mujer que
no te corresponde, aunque luzca como una de tus fantasías en carne y hueso.
¡Detente, Rage!
“Si” responde misteriosamente.
Bueno…vamos a ver que tiene para decir la “Big Kahuna”
CAPITULO 10

Carter
Esta guerra de machos me tiene harto.
Rage es un mal perdedor y Bruno se transforma en un hombre desalmado cuando trata de
recordarle a Rage constantemente que no consiguió la chica y eso me incomoda, porque Bruno
no sabe cómo Rage tuvo que atajar sus emociones cuando Sarah literalmente corría hacia la
dirección contraria de donde estaba él.
Y apenas pudo domar sus sentimientos.
Hoy se encuentra mejor y debo llevarme los laureles porque trabajé mucho para que no
termine de caer en un pozo depresivo.
Ahora estoy esperando a Bruno en la puerta del club, llevo mi chaleco puesto con orgullo,
porque este club no es uno cualquiera, este club se interesa, caminan por los buenos senderos
estos hombres y yo quiero ser parte de eso.
El Tesla se detiene en la entrada, desciende la ventanilla tintada para hablarme antes de
proseguir, lleva puestos unos anteojos negros, un traje que parece que lo usa hasta para dormir y
una sonrisa que solo significa problemas. Me acerco al auto y saludo a mi primo.
—¿Qué hay de nuevo viejo?
—¿Tengo que seguir algún ritual o protocolo? —pregunta en un tono socarrón, por eso tenía
esa sonrisa, se estaba preparando para burlarse de todo esto. Yo sonrío porque al menos no viene
a matarnos a todos.
—No, solo aparca el auto y camina conmigo. —él asiente y avanza por el estacionamiento
con una sonrisa maliciosa.
Cuando entramos al club, siento que el ambiente cambia por completo, no suele ser un lugar
tenso, pero ahora lo es.
Bruno entra alto y sin miedo a un lugar lleno de hombres con malas actitudes, el contraste de
su imagen con el resto es notorio y alarmante. Todos lo observan de reojo, nunca vi un hombre
como mi primo, en un lugar como este, pero Bruno parece no verlos, camina con cierta elegancia
que podría confundirse con arrogancia, los hombres del club detestan eso y por eso no lo pierden
de vista hasta que llegamos a la oficina de Rage.
—Espera que tengo que… —estoy por decir “ablandar a Rage”, pero Bruno chista por lo bajo,
tomando el picaporte y abriendo la puerta de golpe.
Oh, no…
Rage levanta la mirada de su celular y la posa enojado sobre quien entra a su oficina sin
avisar, pero cuando ve que es Bruno…bueno, solo digamos que los orificios de la nariz de Rage
nunca estuvieron más abiertos.
Aquí vamos.
—¿Nadie te enseñó a tocar la maldita puerta para entrar?
Ingreso rápidamente a la oficina para explicarle, pero no dejan que hable.
—No soy un lacayo tuyo, no vengo a doblegarme ante el gran Rage, vengo a resolver un
problema, —Bruno toma la silla de la derecha y se sienta— así que cuando dejes de comparar el
tamaño de tu polla con la mía, comenzamos a resolverlo.
Rage se ríe siniestramente y la verdad, da miedo. Se acomoda en su gran silla y abre la boca
para hablar, yo solo deseo no tener que elegir a quien salvar cuando los dos terminen sangrando
en el suelo.
—¿Cómo está mi amiga? —le pregunta solo para hacerlo enojar.
—Satisfecha. —responde Bruno mientras acomoda su saco. Su rostro es serio e impenetrable.
Oh, Dios.
—¿Que trajiste para mi profesor? —pregunta con un tono más duro y distante, la respuesta
que escuchó no era lo que tenía en mente. Bruno deja salir una risa entre sus dientes porque sabe
que Rage necesita sentirse grande en su territorio y se lo deja pasar.
—Hablé con mi contacto en Arabia Saudita, —dice mirándonos a los dos, yo estoy sentado a
su lado— Kaled está prófugo, parece que nuestra visita y la muerte de su padre desestabilizó su
negocio y tuvo que darse a la fuga.
Rage se acomoda y coloca su cuerpo en la forma que lo hace cuando está pensando, acaricia
su barba y levanta una ceja.
—¿Quién es entonces? —pregunta confundido.
Rage coloca sus codos sobre su escritorio para focalizarse en Bruno que sigue hablando.
—Aprovechando que Razzag ya no existe, dicen que los rusos tomaron el negocio,
eliminando a cualquiera que intentara involucrarse. Apuntan a que es un descontrol, no son
discretos con los negocios y no les importa. Se nota que algo ocurre en las calles, hasta algunos
medios están abarcando el tema.
Rage se levanta y camina hasta su estación de wiskey, sirve tres vasos pequeños.
Deja los vasos y los tres lo tomamos sin chistar.
—¿Sabes su nombre? —pregunta Rage.
—Alexei Ivanov.
El nombre retumba por la habitación. Los tres nos quedamos en silencio hasta que Rage
retoma la conversación.
—¿Esta aquí?
—Esta en todos lados, pero ahora está concentrando su negocio en Estados Unidos. —
responde Bruno— Sarah me dijo que cuando habló con tu contacto…
—El Beduino, —interrumpe Rage— murió salvándola, al menos apréndete el maldito
nombre.
Bruno suspira recolectando paciencia y aclara:
—Tienes razón, el Beduino, él le explicó que las americanas son más caras en el mercado.
Quizás sea la razón por la cual esté tan concentrado en este lugar.
—¿Y por qué esta ciudad?
—¿Por qué no? Es una ciudad grande, nadie le presta atención a nadie, es perfecta para estas
operaciones.
Todavía hay cosas que no encastran, hay información flotando en el aire.
—Dijiste que Búfalo fue quien te guio hasta “Big Kahuna” ¿no? —pregunto. Rage asiente—
bueno, quizás sea hora de tener una charla con él. Ya sabes, agitar un poco esto, mover algunas
piezas.
Rage asiente una vez y se detiene a pensar.
Me pregunto qué es lo que pasa por su cabeza, no lo conozco mucho a Búfalo, pero sé que es
como una figura paterna para Rage. Cuando levanta la mirada va dirigida a Bruno.
—¿Tienes algo que hacer? —le pregunta a mi primo.
Parece que las técnicas de Bruno son requeridas hoy.
CAPITULO 11

Hunter
Búfalo me vio crecer.
Golpeó mi espalda con orgullo cuando intentaba felicitarme por mi servicio sin usar palabras.
Ayudó a mi padre a no perder la cabeza en tiempos oscuros.
Y me guío cuando más perdido me encontraba, fue siempre familia para mí y ponerlo en esta
situación es lo que menos quiero. Pero a estas alturas, la evidencia ya es imposible de ignorar y
sé que tener una “linda conversación” con él no va a ser suficiente. Búfalo es un hombre
hermético y él sabe que tengo un lado débil cuando se trata de él, por esa razón no puedo
interrogarlo, es algo que no puedo hacer ni borracho, por eso traje al profesor, porque por más
que lo odie, no puedo negar que es la mejor herramienta que puedo utilizar y aunque el profesor
no se demuestra entusiasmado, puedo leer como esto lo sacude, lo estimula, vaya uno a saber
cuándo fue la última vez que utilizó sus habilidades y por qué no las volvió a usar.
Porque estar enamorado es más vigorizante idiota, acéptalo de una maldita vez.
Estamos esperando que Búfalo salga de su cuartel. Carter, Bruno, Slider y yo estamos
esperándolo desde el Tesla presuntuoso de Bruno.
Mi vicepresidente está aquí porque así es como debe ser. Él tiene que presenciar lo que va a
pasar porque necesito testigos en caso de que la mierda golpee el ventilador y vuele para todos
lados.
Bruno espera horríficamente calmado detrás del volante. Tiene puesto un traje a medida y la
quietud de una serpiente. Yo estoy en el asiento del acompañante, con mis jeans rotos, mis botas
sucias y mi pierna moviéndose frenéticamente.
El contraste es absoluto.
—Ahí está. —susurra Bruno con quietud, todos miramos a Búfalo subirse a su motocicleta
con dificultad, su barriga es muy grande ya para que él se pueda mover con agilidad. Cuando
arranca el motor es cuando Bruno enciende el Tesla y lo sigue. Lo único que se escucha es la luz
de giro cuando tiene que usarla.
Todos estamos en silencio.
Nadie quiere hacer esto, nadie quiere enfrenarse con lo que está por venir.
Excepto Bruno.
Búfalo se detiene en una casa vieja que no conozco, en un barrio no tan pintoresco. Bruno
estaciona a unos metros de él
—Pásame el bolso, ¿quieres? —dice y señala a mis pies, el bolso es pesado y cosas metálicas
chocan entre sí, señalando el nivel de dolor que pueden generarle a un ser humano.
Desciende del automóvil automáticamente, con el bolso colgado del hombro. El resto lo
sigue, yo me tomo unos segundos más, suspiro profundamente.
Cojones Rage, cojones.
Cuando Búfalo coloca las llaves en la puerta de la casa y abre la puerta, Bruno aparece detrás
de él y lo empuja dentro, cerrando de un golpe.
Maldición, preciso y voraz, típico del profesor.
Los tres nos quedamos afuera, observando nuestros alrededores, buscando miradas curiosas,
nadie parece importarle que Búfalo es increpado por cuatro hombres con mala actitud.
Veinte minutos después, Bruno abre la puerta y nos indica el camino.
Entro con confianza, pero por dentro detesto cada segundo que vivo esta situación. Pero tengo
que recordarme que Búfalo era un aliado en mi vida, era.
No te adelantes, aún no está confirmado.
Pero mi corazón ya lo había confirmado, esta noticia fue como una daga en mi pecho.
Un quiebre.
Un antes y un después.
Esta no es la casa de Búfalo, esto parece una casa en muy mal estado que se utiliza de
depósito o tranquilamente una casa de drogadictos, algo que se suele dar mucho en estos barrios,
ya sabes, casa abandonada, humedad, ratas, todo ese circo. Se ven cajas apiladas en los rincones,
colchones sucios amontonados contra la pared y lo que más me llama la atención, es la ropa
tirada en el suelo, ropa sucia, dañada con manchas de sangre vieja. La sangre comienza a
burbujear dentro de mis venas, de solo imaginarme lo que ocurre en este maldito lugar.
Bruno nos pide que lo sigamos hasta el sótano. Cuando bajamos por unas oscuras escaleras de
cemento, nos encontramos con dos niñas encadenadas a una columna de madera, no tendrían más
de doce o trece años. Las dos son muy parecidas, podría hasta pensar que son hermanas.
—Quería mostrarte esto primero. —las niñas llorisquean al vernos a nosotros, somos hombres
grandes y aterradores.
Cuando Carter intenta acercarse, ellas retroceden hasta donde la cadena les permite.
—Hijo de puta… —dice Slider por lo bajo. Estas niñas son de la edad de sus hijas. Camina
hacia ellas y se pone en cuclillas— Hola cariño, no somos los malos.
—¡No le creas! —dice la que parece más grande.
—Slider, déjalas, voy a llamar a Gal para que venga a recogerlas. —escribo la dirección
rápidamente en el celular y ella responde “Envío a Goldy ahora mismo.”
Les hago señas al resto para que vayamos a lo que vinimos a buscar.
Búfalo está atado a una silla de oficina, en el medio de una cocina vacía y abandonada. Sus
ojos cubiertos por una tela negra, dentro de su boca tiene un trapo sucio que le impide hablar. Se
agita cuando escucha gente acercarse, casi como si pudiera percibir mi ira pesando sobre sus
hombros, intenta decir algo, pero es imposible de entender con ese trapo encajado en su boca.
El profesor lo mantiene en las sombras para ocultar mi presencia.
Tengo que agradecerle luego al maldito.
—Búfalo, —dice Bruno con el tono que usaría un profesor al dar las consignas del examen—
lo que va a ocurrir a continuación es que vamos a conversar, yo voy a hacerte una serie de
preguntas y tú las vas a contestar con honestidad, en caso de que eso no ocurra, bueno, ya sabes
cómo es el procedimiento.
Búfalo grita, Bruno quita la mordaza bruscamente, dejándolo caer en el regazo de Búfalo.
—¡¿Quién carajo eres?! —chilla mirando hacia donde escucha la voz de Bruno.
—Me dicen el profesor… —desvela pausadamente y en ese momento puedo ver como Búfalo
sabe que esta cagado.
Extremadamente cagado, sabe quién es.
Sabe lo que hace.
Sabe lo que es capaz de hacer.
—¿Qué es lo que quieres?
—Lo que quiero saber primero es, por qué tienes dos niñas encadenadas en el sótano, creo
que sería la más natural que empiece con eso, ¿no? —pregunta con liviandad mirando hacia
Carter, mientras camina hacia el bolso y lo apoya sobre una mesada, su primo asiente como si
fuera una obviedad lo que acaba de decir y para nada bizarro.
Lenta y deliberadamente, comienza a sacar herramientas de allí.
Esto se va a poner feo.
—No es de tu maldita incumbencia, profesor. —Bruno bufa con irritación, mirando al techo,
cansado de lidiar con gente como Búfalo.
—Siempre tengo que tener este juego, ellos simplemente no entienden. —le dice a nadie.
Saca un cuchillo largo y afilado.
Ver esto es intenso, pero no puedo quitar mis ojos de allí, tampoco el resto, el ambiente es
chispeante e incómodo.
Bruno tiene varias máscaras y aunque ésta la he visto más de una vez, todavía me hipnotiza
con qué rapidez puede cambiar de personalidad. Me pregunto cómo hace Sarah para lidiar con
tantos tipos diferentes de Brunos.
—Una vez más, ¿por qué tienes niñas en el sótano? ¿Eres un pedófilo? —Búfalo respira con
rapidez, pero no contesta. En un solo movimiento Bruno toma la oreja de Búfalo y como si fuera
un pedazo de queso comienza a cortarla.
Búfalo grita desgarradamente.
Cuando Bruno termina, la arroja a mis pies, como si fuera la maldita ofrenda que un gato deja
en tu cama.
—Podríamos haber evitado esto Búfalo, era una simple respuesta lo que necesitaba. —dice
enojado y frustrado.
—¡No soy un pedófilo! —grita. Su piel está sudada y rojiza, un rio de sangre mengua desde
donde estaba su oreja izquierda— ¡No son para mí!
—¿Y para quien son?
—Alguien que las necesita. —lagrimas caen por debajo del trapo que cubre su vista, nunca
pensé que iba a quebrarse tan rápido.
—Dime su nombre. —exige Bruno.
Carter está apoyado sobre la pared, con sus brazos cruzados observándolo fijamente, Slider
por otro lado, observa petrificado.
Es la primera vez que presencia algo así.
—¡No sé su nombre! ¡Nunca lo vi en mi vida!
—¿Y por qué haces negocios con alguien que no conoces, Búfalo? —Bruno voltea y me mira
directamente a mí —¿No es básico conocer con quien haces negocios?
Asiento sin hablar, cruzo mis brazos y espero por la respuesta de alguien que solía ser mi
amigo.
—¡No hago negocios con él! —Bruno toma su bolso y lo apoya sobre las piernas de Búfalo,
el ruido de las herramientas de metal chocando entre ellas suena, mueve sus piernas para
entender de qué se trata. Cuando comprende que es lo que tiene en su regazo, pierde de cabeza.
—Eso que sientes ahí son mis herramientas, tengo toda la tarde para seguir jugando contigo,
así que, depende de ti como quieres continuar con esto, motero. —lo levanta y lo deja a los pies
de él.
—¡Son los rusos! ¿Está bien? Eso es todo lo que sé, yo les envío mujeres, eso es todo lo que
hago.
¡Maldito hijo de puta!
Bruno hecha una mirada hacia mi levemente, confirmando conmigo lo que hablamos más
temprano.
Rusos.
Siento tanta ira dentro de mí, que solo puedo imaginarme despegando la cabeza de su cuerpo.
Mis puños se cierran, las venas de mi cuello palpitan pidiendo por favor una liberación, mis
dientes rechinan como uñas arañando una pizarra. Doy un paso al frente, perdiendo el control de
mi cuerpo, pero Slider me detiene, presionando sus dos manos sobre mi pecho.
Búfalo escucha mis pasos.
—¿Quien está ahí? ¡¿Hay alguien más en la habitación?!
—Para tener una oreja sola, debo decirte que tu sentido auditivo está en impecable estado…
—dice Bruno sarcásticamente— ¿Vale la pena protegerlo? —insiste.
—¿A qué te refieres? —juega a ser estúpido y eso solo trae consecuencias dolorosas.
Bruno toma su quijada con violencia, obligándolo a sacar su lengua afuera, coloca una pinza
con un cable y un control del otro extremo. Mueve una perilla y un electrochoque golpea el
cuerpo.
Bruno voltea, sonríe hacia Carter y dice:
—Es nuevo, hace mucho lo quiero probar.
Carter responde con su pulgar hacia arriba, aprobado el juguete nuevo de su primo.
Todo esto parece una película dirigida por Tarantino.
Bruno suelta la lengua y le da unos minutos para recuperarse. Búfalo esta sacudido y con la
lengua dormida, intenta hablar, pero no se le entiende nada.
—¿Que? —repregunta, furioso.
—Son amas… —¿amas?
—¿Amas dijiste? ¿Qué mierda? ¡Habla bien!
—A-armas… —vuelve a decir.
—¡Ah! ¡Armas! Tú le envías mujeres y ellos te pagan con armas. Aha. ¿Para qué quieres
armas Búfalo?
—Se las vendemos a los carteles, ellos pagan mucho. —está cansado y apenas pueda hablar,
en otras circunstancias correría a ayudarlo, sentiría pena por el viejo, hoy las cosas cambian, hoy
siento que apenas puedo controlar mi rabia, después de todo, por algo me dicen Rage. Toco el
hombro de Bruno y le comunico con la mirada que quiero participar. Necesito que responda mis
preguntas. El profesor asiente y se hace a un lado.
—¿Por qué? —es todo lo que pregunto, Búfalo se tensa y por un segundo puedo ver cómo la
vergüenza lo arrebata, pero lo oculta rápidamente, endureciendo su rostro.
—¿Rage?
—¿Por qué se metieron con los rusos?
—Porque desde que cortaste lazos con los Yakuzas ya no tenemos de dónde comprar armas,
—dice en un tono suplicante— ellos ya no confían en los clubes, entiéndeme, no tenia de donde
sacar dinero, ¡nosotros no somos como ustedes! No tenemos dinero invertido en la bolsa, ni
negocios en blanco, ¡no tuvimos alternativa!
En el último año, logramos (gracias a Stone) invertir en las empresas más prometedoras de la
bolsa. Stone era un antiguo chico de Wall Street y su conocimiento hizo de este club, uno limpio.
Pero nada de eso es excusa suficiente para ser cómplice de algo tan sucio como la trata de
personas.
Mi puño se cierra hasta que mis nudillos están blancos.
—¿Por qué no me dijiste?
—¡Porque eres la misma desgracia que era tu padre! —escupe sangre sobre mis pies y mi
puño se incrusta en su quijada haciendo que dos dientes salgan volando y se pierdan por el suelo
de la habitación.
—Traidor. —es todo lo que tengo para decirle.
Camino lejos de él, dándole la espalda, necesito disminuir la furia, alejarme de él es crucial
para evitar el desmembramiento que visualizo en mi mente.
—Eres un perdedor, como tu padre.
El primer golpe lo arroja al suelo. Cuando me arrojo sobre él la silla se rompe, mi puño lo
destruye. Llega un momento donde dejo de sentir dolor sobre mis nudillos, mi cerebro solo pide
a gritos que lo mate y eso pienso hacer.
Bruno me toma de los brazos y me arroja lejos de él.
—Suficiente. —dice con un tono estoico.
La adrenalina no me deja parar, vuelvo hacia el hijo de puta, pero esta vez, los tres intentan
detenerme. Levanto mis brazos, diciéndoles que terminé (por ahora), entonces Bruno levanta a
un Búfalo inconsciente y lo vuelve a sentar, pero esta vez en el suelo y contra la pared. Dando
pasos lentos camina hacia el fregadero y carga un poco de agua en una taza vieja sin mango.
Cuando se detiene delante de Búfalo le arroja el líquido directo a su rostro.
Búfalo se despierta en un ataque de adrenalina.
—Bienvenido.
—¡¿Dónde está?! —grita buscándome por la habitación. Camino hacia el cuerpo magullado,
me pongo en cuclillas. Mi rostro esta delante de él.
—Aquí estoy, pedazo de mierda. —lo observo siniestramente—Escucha bien lo que te voy a
decir, vas a contestar cada pregunta que haga yo o cualquiera de nosotros, vas a darnos cada
maldito detalle, quiero saber hasta que temperatura hacia ese puto día, cada estupidez que
pienses que no es relevante, quiero escucharlo todo, ¿entendido? —estiro mi mano hacia donde
estaba su oreja hace unos momentos y penetro con mis dedos la herida.
Búfalo grita incontrolablemente.
—Para, ¡por favor, para! —suplica, quito mis dedos de allí y limpio la sangre en su chaleco.
Espero a que el dolor finalmente lo deje pensar, eleva su mirada para absorber lo que ocurre
en la habitación, sé que lo único que ve es al resto observándolo gritar como un bebe recién
nacido y mira hacia abajo, ocultando sus ojos de nosotros.
¿Avergonzado? Puede ser, pero hay algo más allí.
—Habla.
—¿Qué quieres saber?
—¿Por qué me enviaste a matar a Big Kahuna? —esa es una de las preguntas que no me deja
dormir hace días.
—Él fue quien orquestó todo.
—¡Nombres! —grito— ¡dame malditos nombres!
—Alexei Ivanov, él es el que está digitando todo, es nuevo, pero es imparable. —¿Por qué
quería que yo la mate? —quiere una guerra entre clubes, sabía que la muerte de esa puta iba a
desencadenar todo. —con el reverso de mi mano golpeo su rostro. Porque él sí es una puta, la de
los rusos y ya no se merece que lo golpee como un hombre.
—¡Di su nombre! —grito en su rostro.
—¡Big Kahuna! Ella se entrometió en sus negocios y él ahora la quiere muerta.
—¿Donde esta?
—¿Quien? —Bruno da un paso al frente y Búfalo intenta alejarse de él, pero no puede porque
la pared no se lo permite— ¡está bien! ¡está bien! No tiene una ubicación exacta, él deja todo
organizado y se va.
—¿A dónde se va? —pregunta Bruno.
—A donde exista el negocio, Latino américa, Europa, es un fantasma, se mueve en silencio.
—¿A dónde está ahora? —pregunta Slider.
—Todavía está aquí.
Slider camina hacia él y escupe su rostro.
—Tienes niñas en el sótano, mereces que te arranquemos la polla hijo de puta. Búfalo mira
hacia el suelo, no responde nada sobre esas acusaciones.
Mi celular vibra con un mensaje de Gal que dice “está en la puerta” le hago señas a Carter,
quien sale a buscar a Goldy sin chistar. Refriego las manos por mis ojos, intentando ponerle un
poco de lógica a todo esto, aún no puedo creer que mi amigo y amigo de mi padre este siendo
interrogado hasta la muerte por algo tan oscuro como la trata de personas.
Si, hasta la muerte, Búfalo no sale de aquí con vida.
—¿Dónde lo encuentro?
—No lo encuentras, él te encuentra a ti. —dice, intenta darme miedo, ¿a mí? ¿Acaso no me
conoce?
—¿De dónde sacaste a las mujeres que enviaste? —pregunta Slider, es una buena pregunta.
—De donde sea, las perras vienen voluntariamente a nosotros, hay mucha que quiere
compensar la falta de atención de los padres, piensan que un motero es la solución. —no parece
ser mi amigo, pero lo dejo hablar, lo dejo que sienta que puede decir cosas como esas— yo solo
tengo que entregarlas y las armas aparecen en mi deposito.
—¿Sabes a donde se dirigen cuando las envías?
—No, ni me importa. Yo las envío y ellos se encargan.
No me está diciendo la verdad, hay información oculta.
Camino por la habitación, puedo escuchar a Carter a lo lejos hablando con Goldy en el sótano,
pienso y pienso que mierda debo hacer con todo, con Búfalo, con Gal, con los rusos, tengo que
encontrar una solución.
—No puedes con él, —dice Búfalo como si supera lo que estoy pensando. Estoy de espaldas a
él, intentando ignorarlo— no puedes obstruir su plan Rage, él ya ganó.
Volteo y lo enfrento, todos esperan por mi respuesta.
—Todavía no se enfrentó conmigo, es fácil esconderse de mí, pero es temporal,
eventualmente va a terminar en mis garras.
—No lo entiendes, —agrega— tú me vas a matar. Ya moviste la primera pieza de este juego,
ya lograste una guerra entre clubes, ¿o crees que mis hermanos no van a vengar lo que vas a
hacer hoy?
Tiene razón.
Pero eso no quita que vaya a hacerlo de todas maneras.
—La primera pieza siempre es a favor del primer jugador, —digo secretamente, sus ojos están
confusos— tienes razón, yo voy a comenzar una guerra y de una vez por todas voy a limpiar la
escoria de esta ciudad, tu club incluido.
Búfalo se enfurece por primera vez, no le gusta lo que le digo, los orificios de su nariz se
agrandan, su boca se prensa. Yo disfruto de esto.
Carter vuelve y dice:
—Listo. Ya están con Goldy.
—¿Goldy? —pregunta Búfalo, todos volteamos para prestarle atención. —su hermana sí que
fue una buena transacción, no servía ni para limpiar.
Carter, que nada lo mueve, nada lo altera, se arroja sobre él y literalmente destruye el rostro
de Búfalo, me asombra la agresión, el descontrol con el que reacciona su cuerpo no lo presencié
nunca, no es más Carter el chistoso, Hollywood el chico bonito, no, Carter se vuelve el diablo
frente a todos nosotros y nadie lo vio venir.
Parece que Búfalo nos afecta a todos de una manera u otra.
Es Bruno quien lo toma de su chaleco y lo detiene. Carter esta agitado y con ojos
desorbitados.
—¡¿A dónde la mandaste hijo de puta?! —pregunta mientras Bruno lo sostiene contra la
pared con su mano presionándolo del pecho.
Búfalo ríe y Bruno saca el arma de su espalda y apunta directamente a la polla.
—Tienes tres segundos.
—No pien—
—Uno. —grita Bruno por sobre la voz de Búfalo.
—Ya les dije que no ten—
—Dos.
—¡No lo sé! ¡No sabemos a dónde van!
Bruno no dice tres, nunca dice tres, Bruno dispara sin advertencia y mis oídos se atoran con
los gritos de Búfalo.
—¡Me disparaste la polla, hijo de puta! —grita desgarrando sus cuerdas vocales, lagrimas
caen por su rostro. Todo el pantalón de Búfalo comienza a teñirse de rojo a medida que la sangre
empieza a esparcirse por sus piernas.
Definitivamente no querría estar en su lugar.
—¿No fui claro acaso? Ya no sé cómo explicarte cómo funciona esto. —Bruno suelta a Carter
y guarda el arma. —Respóndele.
—La mayoría van a México primero, ahí las preparan y las mandan directo a donde las
compran.
—¿Tienes alguna pregunta más? —Bruno se dirige a mí. Yo niego con la cabeza.
Saco mi arma y apunto directamente a su frente, esto es algo que tengo que hacer yo, acabo de
jurarle algo a Búfalo, voy a limpiarlos a todos, lamentablemente él es el primero.
—Mi padre estaría decepcionado de ti, pero yo sé que me diría, elimínalos a todos, quítalos de
este mundo, no tienen salvación.
—No me impo—
No le doy tiempo a contestar.
Disparo.
Los rastros de mi amigo mueren delante de mí, tal como el día que descubrí que él estaba
involucrado en esto, solo que ahora la muerte es física.
Adiós Búfalo.
CAPITULO 12

Hunter
Después de hacer desaparecer el cuerpo y los rastros de Búfalo, Bruno nos dejó en club y cada
uno partió a diferentes puntos de la ciudad.
Slider fue a pasar tiempo con sus hijas.
Carter se subió a su motocicleta y desapareció de mi vista sin ninguna explicación.
Bruno volvió a Sarah.
Y yo…bueno, yo me encuentro aquí, en la puerta del bar. Aún no me decido si voy a entrar o
no a este establecimiento, tengo mucho que procesar, entre ellas, un amigo que velar en mi alma,
tristeza que absorber y problemas que afrontar.
No tengo ganas de estar aquí, no tengo energía para tener una reunión con ella hoy, el tiempo
de pretender es otro.
Volteo para irme, camino hacia mi motocicleta y tomo mi casco, analizándolo como si fuera
una ecuación matemática compleja.
Maldición.
Protesto por lo bajo y vuelvo a la puerta.
El Álamo es un bar simple y rustico, nada a lo que me había imaginado. De paredes de
colores oscuros y mesas de madera, donde algunas parejas se susurran cosas al oído, en otras,
grupos de amigos charlan en un tono de voz bajo y tranquilo. La música que se escucha es rock,
pero no a un volumen tan alto como cuando no puedes escuchar al de al lado, es el volumen justo
y si estoy atendiendo bien, lo que suena es David Bowie.
Un hombre mayor está detrás de la barra, limpiándola con un trapo sucio hablando con ella,
sentada en un taburete, con una sonrisa en su rostro, escuchando con atención lo que el hombre
le relata. Parece que Gal sigue un patrón, sitios de barrio y hombres viejos cuando se trata de
gastar su tiempo personal.
Me tomo unos segundos para absolverla y examinarla antes de que me vea. El vaquero que
tiene puesto le queda hasta la cintura, resaltando ese trasero que tanto trabaja en el gimnasio. Una
camiseta negra de manga larga y cuello alto y unas botas de motera negras que le quedan de
muerte.
El casco esta sobre la barra cerca de ella.
Lo que me resulta curioso es que ella no suele ser mi tipo, pero al mismo tiempo cada
pequeña cosa que observo es algo que termina gustándome. En otros tiempos la hubiese follado
en el primer intento que tenga. Hoy ya no es así, hoy lo pienso dos veces cuando voy a estar con
una mujer.
Gracias Sarah, por el trauma.
Como si sintiera mi mirada áspera y cargada de libido sobre su cuerpo, ella voltea y me
encuentra rápidamente entre la gente, entiendo que soy un poco más alto que un hombre
promedio, pero me encuentra tan rápido que parece tener un sexto sentido para detectarme dentro
de una habitación. Levanta su mano y me saluda para que vaya hacia ella.
Y mi cuerpo se impulsa hacia adelante, sin protestar.
—¿Guinness? —pregunta antes de pedir, yo asiento y ella solo le señala dos con sus dedos al
camarero.
—Buena charla, Antonio, espero que ese plan funcione. —comenta.
Se baja del taburete y señala con su cabeza una mesa no muy lejos de donde estamos parados,
en un rincón oscuro y alejado del resto. Dejo caer mi cuerpo en una silla que es mucho más chica
que mi cuerpo, no sé si va a aguantar mi peso. Ella se sienta delante de mí con un movimiento
lleno de gracia, al contrario del mío. Estamos en una mesa redonda, para dos personas, una
pequeña vela dentro de un vaso mediano y de vidrio en el centro, que nos ilumina más que las
luces que tenemos sobre nuestras cabezas. Cuando ella termina de acomodar el casco entre sus
pies, sopla la vela rápidamente.
—¿Que mierda fue eso? —pregunto confundido. No es que sea un fanático de las velas
románticas (porque no lo soy) es que su reacción es inesperada.
—Odio el fuego, no lo quiero cerca de mí. —responde como si fuera una obviedad.
Interesante, mi teoría no estaba tan herrada entonces.
—¿Te picó el fuego cuando eras chica? —bromeo con un tono engreído, esperando una
broma de su parte.
—Si, mi casa se incendió estando nosotros adentro, —su declaración me deja mudo, no pensé
que era algo real y menos aún que me lo contara con tanta liviandad— en fin, gracias por las
niñas de hoy—
—Espera, espera, —interrumpo— no puedes contarme eso y seguir hablando de otra cosa…
—el camarero llega y deja las pintas delante nuestro.
Ella la toma rápidamente y le regala una sonrisa.
Por un segundo me gustaría que me mire así a mí también.
—No hay mucho más para contar, un cortocircuito comenzó el fuego, todos estábamos
durmiendo y mi padre logró sacarme de mi cuarto justo cuando llegaron los bomberos.
—¿Y tu madre? —ella niega con la cabeza, así que no pregunto más, porque, aunque quiere
mostrarse fuerte y misteriosa frente a mí, veo el dejo de duelo que todavía tiene.
Es fácil de detectarlo cuando tú también lo tienes.
—Lo siento, ¿dónde fue esto?
—Hawái, somos nativos de allí.
—Oh, ¿y cómo terminaste viviendo en una ciudad como esta? —me encuentro haciendo
preguntas sobre temas que no tengo idea que me interesan. Quiero saber quién es Big Kahuna,
quiero entender de donde salió esta creatura que aparentemente estuvo bajo mis narices todo este
tiempo y yo no lo noté.
Me pregunto dónde estaba mi cabeza metida para pasarme de largo a alguien tan especial
como ella.
—Mi padre dejó de creerle al gobierno que nos iban a dar las tierras que nos prometían,
tierras que originalmente nos pertenecen, pero bueno, no quiero explayarme porque voy a
ponerme política y las chicas siempre dicen que las aburro con el mismo tema. —descarta el
tema rápidamente.
—Quiero saber. —digo por lo bajo y no sueno como yo.
Ella suspira pesadamente como si le costara hablar del tema con libertad.
—Quizás en otra ocasión, fue un día largo y cuando hablo de esto termino enojada con la
vida. Lo importante es que cuando mi madre murió, mi padre decidió venir a probar suerte a la
zona continental. Me crie aquí básicamente, no recuerdo mucho de mi infancia en Hawái.
Ella tiene unos rasgos que ahora entiendo porque los tiene, pecas pardas se desparraman por
su nariz y pómulos, su piel bronce, sus ojos apenas rasgados y de color almendra, pero eso es
solo un rastro, no es la única herencia que tiene.
—¿Tu madre era nativa también?
—No, mi madre era de descendencia inglesa, se conocieron con mi padre en un viaje que ella
hizo. —sonríe como si recordaría el momento que sus padres se conocieron— ¿Y tú?
—Yo ¿qué? —pregunto mientras tomo mi cerveza, mis piernas están muy abiertas porque no
caben por debajo de la mesa, mi mano derecha descansa sobre mi pierna derecha y la izquierda
sostiene la pinta.
—Tú tienes rasgos salvajes, ¿de dónde vienes? —¿salvajes? ¿Eso es bueno o malo?
—Nací y me críe en este barrio, no hay nada extraordinario en mi vida. —respondo
secamente.
—¿Crees que mi vida es extraordinaria?
Maldición, sí.
—Digo que, si tuviésemos que escribir nuestra vida, tu libro sería más largo que el mío. —ella
asiente ya sin una sonrisa y ahora me pregunto porque mierda tengo que ser tan agresivo cuando
hablo. Cuando ella sonríe me siento más liviano, con menos peso sobre mis hombros, no sé por
qué, pero es una sensación que no pienso desperdiciar, al menos hasta que deje de necesitarlo.
—Como decía antes, gracias por dar aviso, esas dos niñas ya están con sus familias.
—Esas son buenas noticias. —algo positivo en este día nefasto.
—Me dijo Goldy que estaban cuestionando a Búfalo, —asiento sin decir nada, todavía no
estoy listo para hablar de él. —¿descubriste algo interesante?
—Si, pero no estoy listo para compartir esa información todavía.
—Dijiste que…
—Si lo sé, no te estoy ocultando información, solo, necesito tiempo, Búfalo era alguien
especial para mí. —no quiero decirle las palabras, no quiero que me vea vulnerable y sepa que
hoy mi corazón negro está apagado, pero de alguna manera siento que ella ya lo entendió— ¿Por
qué me citaste aquí?
—Bueno, la razón por la cual te llamé es porque quiero aclaraste algunas cosas, ya sabes, de
presidente a presidente.
—Te escucho. —me reclino tratando de acomodar mi espalda en el pequeño respaldo de la
silla.
—Entiendo que quieran están involucrados en esto y se los agradezco, como habrás notado,
no tenemos experiencia, solo buenas intenciones y hacemos lo que podemos, —asiento una vez
— no puedo dejarlos entrar a la mansión, hay mujeres que todavía no están listas para lidiar con
la presencia de un hombre dentro del mismo cuarto, espero que entiendas que no los estoy
dejando afuera, solo estoy protegiendo a mis chicas.
Maldición, ¿cómo no lo pensé antes?
Gal me observa con una mirada preocupada. Un mechón enrulado cae sobre su mejilla y solo
pienso en moverlo detrás de su oreja.
—Esta bien, entiendo, pero necesitamos estar en contacto, ya sabes, por razones de logística.
—aclaro y no entiendo por qué, no tengo que explicarle por qué tenemos que trabajar codo a
codo, ella ya sabe que no es una excusa. Probablemente ni siquiera le puso un tono extraño y no
profesional, como lo hice yo.
¡Ah! Soy tan idiota.
—Sí, estoy de acuerdo, pero no voy a poder dejarlos entrar, al menos no todos los días.
—¿Y por qué tenías que decirme esto a solas? —ella cambia de energía, como si la hubiera
atrapado robando.
—Porque las chicas del club no son tan receptivas cuando se trata de trabajar codo a codo con
hombres, ya sabes, no todas tuvieron buenas experiencias y las entiendo, pero en este momento
no me están queriendo mucho. —siento que esa no es la razón verdadera, este encuentro tiene
algo más, me va a tomar tiempo entender qué, pero ya voy a llegar.
—¿Por qué?
—Tuve que tomar una decisión ejecutiva, necesitamos ayuda, esto se nos está yendo de las
manos y creo que es sabio darse cuenta cuando uno no está a la altura del problema.
—Sabia decisión.
—¿Alguna vez tuviste que ir en contra del club? —pregunta con ojos angustiados.
Entiendo, no es fácil poder liderar un grupo, todos tienen diferentes historias, diferentes
experiencias y por eso, cada uno de ellos reacciona de manera diferente cuando se trata de
resolver ciertos problemas.
—Si, hace unos años cuando tomé el poder del club.
Ella frunce el ceño, confundida.
—¿Cuándo dices “tomar” te refieres a por la fuerza? —interroga inclinándose sobre la mesa,
se sienta con las dos piernas cruzadas sobre la silla.
Mi primera inclinación es bloquearla automáticamente de mi vida privada, la segunda es
comenzar a hablar. Y maldición, no puedo frenar mis palabras, salen de mi como un sumidero
destapándose, eliminando todo lo que tenía adentro, atorado.
—Mi padre fue el presidente fundador, pero lo que él pretendía para el club no fue siempre lo
que quería el resto. Cuando mi padre comenzó a romper lazos con ciertos negocios, comenzaron
los problemas. A raíz de esto mi hermano emprendió una campaña contra él, diciéndole a sus
hermanos que mi padre ya no estaba hecho para la presidencia. Finalmente lo logró, haciendo
que mi padre desaparezca de la faz de la tierra.
Ella de golpe se atraganta y tiene que golpearse el pecho para dejar de toser.
—¡¿Lo mató?! —susurra consternada.
—Sip, —revelo y es la primera vez en mi vida que digo que mi padre fue asesinado en voz
alta, nunca compartí esto con nadie, bueno excepto Búfalo. —no te preocupes, hice desaparecer a
mi hermano eventualmente también.
Ella coloca sus labios en forma de “Oh” entendiendo lo que quiero decirle.
—¿Y qué pasó con el resto del club?
—Se quedaron los que estaban de acuerdo con las políticas de mi padre, mi vicepresidente es
uno de ellos, algunos se fueron a otros clubes, otros comenzaron cuando se enteraron que yo
había tomado el mando de una vez por todas. Así que entiendo cuando a veces tienes que tomar
al toro por las astas y controlar la situación.
—Wow, te felicito.
Alzo la mirada, sacudido por sus palabras.
—¿Felicitarme? ¿Por qué? —lo que menos esperaba de ella era una felicitación, esperaba que
se asquee por escuchar que había matado a mi hermano o que veníamos de una familia de
dementes.
—Porque necesitas huevos de acero para hacer eso que hiciste. Romper lazos familiares es
una de las decisiones más difíciles de tomar, al menos yo lo veo así. —no voy a decirle que tiene
razón, ella ya lo descubrió sola.
—En fin, necesitan ayuda con esto y todos queremos ayudar, para algo sirven las
hermandades. —digo mirando al suelo.
¿Qué demonios tiene esta mujer? me siento un maldito novato todo el tiempo cuando hablo
con ella.
—Si. —ella levanta su pinta y quiere chocarla con la mía. Y como un idiota lo hago.
El vidrio termina de sonar y ella comienza a sonreír, y maldición, no puedo evitar observar su
sonrisa como un maldito demente.
Que mierda me pasa.
Cuando terminamos, levanto el brazo para pedir dos más.
Necesito más alcohol si voy a pasar más tiempo con ella.
—Fue un día largo. —me excuso, no sé por qué tengo que justificarme.
El hombre viene velozmente y deja dos más sobre la mesa, llevándose las vacías.
—Fue una vida larga. —dice ella, mitad chiste, mitad real.
Cuando lleva la botella a su boca, no pierdo de vista su fino cuello y como se mueve cuando
traga el líquido, el mismo cuello que hace unos días sujeté con violencia buscando respuestas
desesperadamente, todavía siento que tan frágil se sintió bajo mi agarre. No hay ninguna marca,
al menos no la veo con esta luz. Me siento un poco decepcionado, esperaba ver mi marca en su
piel, aunque si viese mis dedos marcados sobre ella, probablemente me ponga duro al instante.
Sí, soy un bastardo, pero marcarla seria extremadamente erótico para mí.
Imágenes de su cuello entre mis manos mientras la embisto duramente vienen a mi mente, mi
polla comienza a despertarse por mis pensamientos siniestros y busco rápidamente que decirle
para que no note mi cambio drástico.
—Son los rusos que están involucrados en esto, —suelto sin entender como de golpe quiero
hablar de tema. Ella frunce su entrecejo y se atora con el líquido que está tragando— Búfalo dijo
que son ellos los que están movilizando todo.
Gal se deja caer sobre el respaldo y recorre la habitación con sus ojos perdidos.
—No entiendo, ¿qué hacen los rusos aquí?
—Mi contacto dijo, que el antiguo mandamás que solía tener el monopolio del negocio
desapareció y ahora ellos tomaron su lugar, al menos aquí y son los “Devils from Heaven” los
que exportan a las niñas y los ayudan. —Gal sujeta el vaso con fuerza, quiere pretender que esto
no la disgusta, pero no puede engañarme, ella quiere explotar ahora mismo delante de mí.
Hoy en día, no hay mucha la gente que se interese por el prójimo sin esperar nada a cambio,
Gal es una de esas personas. Yo solía ser así, lo demostré con mi país, protegiéndolo de todo
enemigo, pero con los años me volví amargo y oscuro, ya nadie me importaba, por mí que todos
se vayan a la mierda.
Pero esta mujer acaba de demostrarme como debe ser una persona, como se supone que uno,
como humano y civil debe comportarse, me da envidia debo admitir, me gustaría ser como ella,
pero es tarde para este perro viejo.
—No fui sincero con algo y quiero sacarlo de mi mente.
—Te escucho.
—Búfalo fue el que me envió a buscarte, no para asustarte específicamente.
—Para matarme… —dice ella.
—Si.
—Lo imaginé. —frunzo mi ceño.
—¿Y no hiciste nada para detenerme?
—No, porque sabía que si te manifestaba lo que estaba pasando ibas a entrar en razón, aparte
no creo que seas unos de esos hombres que cumplen con lo que le ordenan sin analizar todo
primero. —eso es verdad, yo no ando matando gente por ahí sin cuestionar nada, solo que
necesitaba poner mi cabeza en algo que no sea Sarah.
—¿Que mas dijo Búfalo?
—¿Te suena Alexei Ivanov?
—¿Debería? —responde con una pregunta.
—Si, él es el que orquesta todo, él quería empezar una guerra entre nuestros clubes.
—Divide y reinarás… —enuncia.
—Exacto, —los dos tomamos de la botella al mismo tiempo, dejando que el silencio organice
nuestros pensamientos— él sabe quién eres, Búfalo reconoció el nombre de Goldy también, no
creo que sea seguro para ustedes allí afuera.
—No importa si es seguro o no, nosotras tenemos que seguir interviniendo, aunque nuestras
vidas estén en riesgo, ¿entiendes Rage lo que quiero decir? No me importa una mierda poner en
riesgo mi vida, yo solo quiero terminar con este show del horror.
—Entiendo, pero si tú no estás aquí para ayudarlas, va a ser mucho más difícil salvarlas. —su
vida vale poco para ella y está mal, necesitamos más personas así en este mundo, no puede irse
tan rápido. Sus ojos almendra me observan intensamente, siento que está esperando que diga
algo más, pero no va a ocurrir, por eso cambio de tema.
—George dijo que una vez te dejaron en el hospital. —quiero saber que ocurrió en esa
ocasión. Quiero armar el puzle que es la Big Kahuna.
—Si, fue en un intento de intervención, Búfalo me vio en los muelles de Helsin, no muy lejos
de aquí, disparó sin dudarlo, sabía quién era, pero no pudo conmigo, por eso quizás te envió.
—Donde.
Ella se pone de pie y levanta su remera mostrándome un estomago bronceado y muy
tonificado, la curva de su cintura parece dibujada por un profesional especializado en erotismo,
maldición.
Una herida color rosa en forma de estrella en su costado derecho roba mi atención y mi
cuerpo reacciona con una ola inesperada de calor.
No entiendo si es por mi erección o por la cólera que me genera verla afectada.
La lastimó, Búfalo tiro a matar y esperaba que yo haga lo mismo.
Oh no, las palpitaciones vuelven, no puedo escuchar otra cosa más que mi furia pulsando en
mis oídos. La voz de Gal se escucha a lo lejos, creo, yo solo puedo sentir la vibración en mis
brazos pidiendo por favor que asesine a todos por lastimarla.
Ellos la tocaron.
Pusieron su vida en riesgo, solo por querer hacer las cosas bien.
—¿Rage? —dice y me despierta. Ella está sentada en su silla preguntándose qué mierda me
pasa.
—Lo siento, ¿Qué decías?
—Nada importante. —responde mientras levanta su hombro derecho dándole poca relevancia
a lo que me relataba.
—No, dime, quiero saber, es importante para mí, —suelto y luego rápidamente agrego —
necesito saberlo todo, ya sabes, para entender y predecir movimientos. —Uf, eso estuvo cerca.
Gal me mira con sospecha, pero me lo deja pasar. ¿Por qué siempre siento que ella entiende
más de mí, de lo que realmente entiendo yo?
—Decía que la bala no toco ningún órgano vital, pero si perdí mucha sangre, por eso pasé una
semana en el hospital, por suerte Goldy fue la que tomó el mando y continuó con las
operaciones.
Goldy, cierto.
—Búfalo mencionó a la hermana de Goldy. —Gal se pone rígida.
—¿Que dijo? ¿Alguna pista? ¿Por qué la recordaba? —pregunta arrebatadamente, sus
nervios son visibles, se disparan y caen a mi alrededor como balas atolondradas.
—Lo único que dijo que fue ellos la vendieron, luego dijo que primero las envían a México y
de ahí directamente al comprador. —no pienso decirle lo que verdaderamente dijo Búfalo, no
quiero angustiarla aún más.
Voy a protegerla de cualquier cosa que la vuelva vulnerable.
¿Por qué? No lo sé todavía.
—¿México? Tengo que avisarle a Goldy. —su celular aparece en sus manos, pero yo se lo
quito ágilmente.
—Espera. No vayas a darle esperanzas, probablemente ella ya fue vendida y esa información
un callejón sin salida. —devuelvo su celular apoyándolo lentamente sobre la palma de su mano,
las puntas de mis dedos rozan su piel y lo único que quiero es tocarla un poco mas.
—Puede que tengas razón, —dice pensante —pero no es algo para pasar de largo, puede ser
una gran pista.
—Lo sé, pero una cosa por vez. —explico en un tono calmado.
Ella suspira, agobiada por todo lo que acabo de decirle. Cuando estira su brazo y toma mi
mano es cuando me quedo paralizado. Ahí está otra vez, ese cosquilleo, esa energía corriendo
entre los dos. ¿Qué mierda es esto? ¿Quién es esta mujer?
—Gracias, de verdad. —mis ojos están fijos en su mano, no puedo moverme, su piel es tibia y
embriagadora. No me había dado cuenta la necesidad imperiosa que tengo por sentir contacto, la
última vez que dejé que alguien me tocara fue con Megan y eso fue solo temporal, cuando Sarah
se casó, fue demasiado duro seguir follando a su doble.
Cuando Gal nota que no respondo, la quita, pero tomo su mano de vuelta con brusquedad, no
quiero perder su contacto. Finalmente, mis ojos encuentran los de ella. Su boca esta entreabierta,
su mirada confusa, sinceramente yo tampoco entiendo que está pasando.
Detén esto, no estás listo.
—No me agradezcas todavía, esto recién empieza. —suelto su mano y tomo mi botella
instantáneamente para ocuparla con algo que no sea mi vergüenza.
Gal se queda descolocada frente a mí.
Vulnerable.
Sus ojos brillan diferente y creo detectar un dejo de desconcierto, deseo y algo más que no
puedo descubrir del todo. ¿Quiero descubrirlo? Si...
No, no, no quiero.
Aclaro mi garganta y agrego:
—Tengo cosas que hacer. —saco mi billetera del bolsillo y arrojo unos billetes sobre la mesa.
Ella los arrastra otra vez hacia mí.
—Yo te llamé, yo pago. —determina.
Frunzo mi ceño y arrastro el dinero otra vez hacia ella.
—No voy a dejar que pagues.
Ella repite el movimiento.
—No me digas que el gran Rage se siente menos hombre si deja pagar a una mujer.
Gruño por lo bajo.
—No, no es eso.
—Entonces déjame invitarte, las próximas las pagas tú. —guiña un ojo y se levanta. A
regañadientes tomo el dinero y lo guardo otra vez.
Gal saluda al hombre detrás de la barra y sale a la calle.
Yo la sigo detrás como un lobo siguiendo a su presa.
—¿Tienes algo con los viejos? —pregunto intentando hacer un chiste. Siempre parece tener
amistades con ellos.
—Si, más aún si son moteros, —responde sonriendo, coloca su casco y se sube a su Harley —
Adiós gran Rage.
Como un idiota levanto mi mano y la saludo, absorto.
¿Qué me está haciendo esta mujer? Lo que sea, tiene que detenerse ya mismo, no pienso caer
de vuelta en esta trampa. Me dejé ir una vez y así terminé, con un corazón negro y
desquebrajado.

✽ ✽ ✽

Rage 14:45 “¿Alguna noticia?”


Gal 14:46 “Hay rumores de un nuevo envío, pero aún no está confirmado, te mantengo al
tanto.”
Rage 14:50 “Gracias.”
Rage 14:53 “¿Cómo están las niñas?”
Gal 14:56 “Bien, están en buenas manos, no te preocupes. ¡Gracias por preguntar!”
Rage 14:57 “Por nada.”
Rage 13:00 “¿Cómo estás tú?”
Gal 13:01 “Bien, recolocando una niña en este momento.”
Rage 13:01 “¿Necesitas ayuda?”
Gal 13:05 “Estamos bien, gracias, Tango está conmigo ayudándome en el proceso, a veces es
difícil de devolverlas, nos encariñamos rápido.”
Rage 13:06 “Lo entiendo, lo que hacen requiere mucha fuerza.”
Gal 13:10 “Si y mucha presión, no puede salir mal, la vida de alguien podría estar en juego.”
Rage 13:10 “Por eso quiero quitar un poco de peso de tus hombros, quiero ayudarlas.”
Rage 13:10 “Queremos.”
Gal 13:11 “Lo estás haciendo ahora mismo.”
Rage 13:12 “¿Haciendo qué?”
Gal 13:13 “Escribiéndome :)”

✽ ✽ ✽

Gal 13:30 “¿De qué año es tu Harley?”


Rage 13:31 “1958”
Gal 13:31 “Es un modelo difícil de encontrar hoy en día, me gusta mucho.”
Rage 13:32 “Lo bueno es difícil de encontrar.”
Gal 13:32 “A menos que uno busque bien, es hora de cambiar la mía, no está funcionando
como quisiera.”
Rage 13:33 “Cierto, si necesitas que le eche un ojo a tu motocicleta, puedo hacerlo con
gusto.”
Gal 13:33 “¿Cómo se si eres buen mecánico?”
Rage 13:34 “No tienes otra opción más que probarme.”
Gal 13:34 “Si no mejora, ¿Tengo algún reembolso?”
Rage 13:36 “Quieres decir compensación?”
Gal 13:36 “Si”
Rage 13:37 “No creo que te arrepientas, soy muy bueno con mi llave inglesa, pero si, podría
dedicarme varias horas compensándote.”
Gal 13:37 “Suena prometedor.”
Rage 13:38 “Eso es porque lo es, pruébame, no te vas a arrepentir.”

✽ ✽ ✽

Rage 15:00 “¿Alguna vez pensaste en volver a Hawái?”


Gal 15:05 “Si, fantaseo con retirarme allí, pero es más un sueño o una fantasía.”
Rage 15:06 “Entiendo, ¿tienes algún recuerdo?”
Gal 15:06 “Si, todavía puedo recordar algunas cosas, colores más que nada, diferentes tonos
de verde o diferentes tonos de azul del mar. También recuerdo la humedad y las tormentas, es un
lugar único.”
Rage 15:07 “Ciertamente.”

✽ ✽ ✽
CAPITULO 13

Hunter
—Slider… —llamo a mi vicepresidente.
Él se encuentra en el bar del club, discutiendo junto con Texas y Vik sobre cómo afrontar la
guerra que se nos viene encima, hablan de cámaras de seguridad, armas y guardias.
Es innegable que algo viene, la desaparición (o muerte, mejor dicho) de Búfalo fue hace más
de una semana ya y las calles comenzaron a hablar y ahora todo el mundo está quieto, las
operaciones que suelen darse en nuestro territorio se detuvieron, inclusive las nuestras. Todo está
silencioso, todo esta tan sensible como una bomba. Dicen que su vicepresidente, Zero, fue el que
tomó el mando por ahora, pero aún no anunciaron la muerte de su presidente, lo cual hace todo
aún más misterioso, porque lo normal y casi obligatorio es anunciar este tipo de cosas a los
clubes amigos. Y eso solo significa una cosa: saben que fuimos nosotros y es cuestión de
segundos que una represaría caiga en nuestra puerta.
Slider levanta la mirada esperando que haga mi pregunta, pero me distraigo buscando cuando
fue la última vez que Gal se conectó.
Ultima conexión 10:45. Miro la hora en mi celular 10:46
—Rage, —llama slider con un tono confundido— me llamaste.
—Si, —respondo volviendo a la realidad— ¿Has visto a Hollywood?
Slider niega con la cabeza, pero es Vik quien contesta.
—Dijo que tenía asuntos que resolver, que volvía mañana.
¿Mañana? ¿Qué demonios?
—¿Te dijo que asuntos?
—Nop, solo que era importante. —tomo mi celular e inmediatamente envío un mensaje.
“Donde mierda estas”
Es raro de él desaparecer sin avisar, la última vez que hable con él fue en ese arrebato que
tuvo con Búfalo y luego lo vi en el club algunas veces, pero siempre desde lejos y eso no es
típico de él, generalmente lo tengo en mi oído, zumbando como un insecto molesto. Carter fue el
hallazgo especial de este año, de hablar solo dos palabras cuando estaba en garras con los
terroristas, a ser enemigos y luego amigos.
Si, amigos, aunque nunca lo voy a confesar en voz alta, Carter resultó ser el más humano de
todos los hombres con los que me relacioné en mi vida, siempre estaba pendiente de mi estado de
ánimo, intentando alegrarme cuando juntaba los pedazos de mi corazón por el suelo y aunque
quizás no conozca mi vida o mi historia, lo siento tan cercano como un hermano, un hermano de
verdad.
Ya sabes, molesto, pero que lo necesitas en tu vida.
Camino de vuelta a mi oficina dando grandes zancadas, tengo cosas que resolver, números
que sacar y principalmente gente por la cual preocuparme, mi nivel de estrés sube por cada
minuto de silencio en este maldito lugar. Me dejo caer en mi sillón, dejando salir un suspiro
cansado. Cierro mis ojos unos segundos, conteniendo el intento de ansiedad que mi cuerpo
decide darme.
Yo no quería esto.
Yo no quería esto.
Yo no quería esto.
Eso es todo lo que repite mi mente, yo no quería ser presidente.
Visualizo una granja, animales, silencio, brisa…una familia.
Maldición, concéntrate Hunter.
Abro mi ordenador portátil para poner a mi mente a trabajar en otra cosa que no sea mi propia
miseria y comienzo a leer números y números, sí, soy bueno en ello, ¿me gusta? No, odio los
malditos números, pero a esta altura de mi vida ya no puedo elegir nada.
Mi celular vibra sobre la mesa. Ese debe ser Carter. Finalmente.
“En la mansión, ¿ocurre algo?”
¿Carter en la mansión? ¿Qué demonios? Repaso el nombre del contacto y quiero morir
enterrado en mi silla.
Envié el mensaje a Gal en vez de Carter.
Arrojo el celular sobre el escritorio como si fuese un virus y aprieto mis ojos con mis dedos,
por un segundo pienso en arrancármelos con una cuchara, pero luego me doy cuenta que los
necesito.
¡Mierda!
¡Mierda!
¡Mierda!
—Soy un idiota. —digo en voz alta, solo para mis oídos.
Con coraje tomo el maldito aparato entre mis manos y le contesto: “Numero equivocado, lo
siento.”
Una respuesta llega rápidamente.
“Necesitas anteojos :)”
Una muesca sale de mi boca, sintiéndome automáticamente más aliviado como me creyó y no
pensó que esto era solo una estrategia para hablarle como estuve haciendo toda la maldita
semana sin control. Me recuesto sobre el respaldo y me acomodo para contestarle.
“Necesito vacaciones”
Ahora que lo pienso, mi última vacación fue antes de enlistarme en el ejército, mi padre
decidió llevarnos a pescar a un lago, no muy lejos de aquí, para pasar un poco de tiempo de
calidad entre familia.
Esa fue la última vez que pasamos un momento los tres juntos.
Ahora soy el único vivo en esa imagen mental y eso me hace sentir solo y lúgubre.
“A dónde irías?” continúa la conversación con ese tono liviano y amable que usa siempre. Me
detengo a pensar la respuesta con cuidado. ¿A dónde iría? No lo sé, nunca salí de esta ciudad.
¿Qué tan patético soy? Nunca vi el mar desde una playa, siempre lo vi por encima del avión
militar o a lo lejos en algún puesto de combate, pero nunca frente a mí, nunca con intenciones de
conectar con su grandeza y enterrar mis pies en la arena. Me imagino el calor, la arena y por un
segundo dejo vagar mi mente en una imagen que crea por si sola.
“Hawái” escribo sin pensarlo y oprimo el botón verde para enviar el mensaje.
¡Demonios!
De todos los lugares del mundo ¡¿tenía que decir justo ese!? Siento calor en mi rostro.
“Algún día voy a llevarte, ya sabes, si los dos salimos vivos de esto ;)”
Una risa muestra mis dientes. Levanto la mirada para cerciorarme que nadie pueda verme.
“Espero lograrlo antes de ser aún más viejo de lo que soy”
“Recuerda que lo añejo es lo más caro del mercado ;)”
“Como lo exótico también…”
Detén esto Rage, ¿qué demonios haces?
Puedo sentir mis mejillas calientes y una sonrisa tensa en mi rostro, esta mujer saca de mí, un
lado que no conocía.
Qué raro que Carter no abra la puerta justo en este momento.
Un momento…
Carter.
Salgo del chat con Gal y esta vez sí apunto a Carter.
“Donde estas”
“Me necesitas?” contesta con una pregunta y ya no me gusta. Cualquier sonrisa que Gal haya
podido ocasionarme, cualquier embrujo que use para sacarme de mi malestar crónico, se borra
con esa maldita pregunta.
Escribo una respuesta “Donde. Estas.”
Ya no hay chiste aquí, si tu presidente pregunta donde estas, su maldita respuesta tiene que ser
inmediata y debe responder la maldita pregunta.
“Pasando tiempo con Dante”
Dante, el primo perdido de Carter. Solo lo vi una vez y no pude evitar sentirme incomodo
como la mierda por la oscuridad que lleva ese hombre en sus hombros, él no parece ser alguien
como yo, como Carter, él parece ser alguien débil, inseguro, su cuerpo era endeble, frágil, su
alma también. Me incomoda eso en un hombre, no sé cómo lidiar con hombres maltratados, pero
al mismo tiempo, entiendo que después de tantos años despojado de tu propia alma, bueno, no
creo que nadie sobreviva a semejante monstruosidad. Bueno, creo que lo único que me molesta
de él, es ver la realidad y esa realidad es que hay gente en este mundo que pasó por desgracias
mucho más grandes que las mías y, sin embargo, siguen de pie y vuelven a intentarlo, una y otra
vez.
Me da envidia.
“Que está pasando” escribo, hay algo fuera de lugar aquí.
Carter suele pasar mucho tiempo con Dante, dice que lo está ayudando a ser quien solía ser,
pero Carter cumple con los requerimientos del club, sabe que tiene que estar aquí con sus nuevos
hermanos, intentando contener una caja negra que está a punto de explotar.
“Voy en camino” otra vez evitando respuestas concretas.
Noc, noc, noc, noc, noc, noc.
Alguien golpea la puerta con urgencia, alguien está del otro lado y está a punto de darme
malas noticias.
Simplemente lo sé, me preparo para el impacto.
—¡Pasa! —gruño con un tono autoritario. Los tres hombres con los que dialogué hace
momentos entran. Ninguno se sienta, sus rasgos están tensos y asustados— ¿Qué es lo que pasa
ahora?
—La policía acaba de dar aviso, hay un incendio.
Texas había encontrado la forma de escuchar a la policía, era una simple radio de carretera,
pero eso nos mantenía a todos al tanto de lo que ocurría en la fuerza.
—¿Donde?
—En la mansión.
CAPITULO 14

Alexei Ivanov
“Aprendan mi oficio, así un día pueden ensenárselo a sus hijos y seguir con el legado
Ivanov.” dijo más de mil veces mi difunto padre, a mí y a mi hermano Yuri, por eso yo me
dedico a los negocios detrás de bambalinas, mientras mi hermano se encarga del show.
Mi padre me obligó a respirar negocios, a reconocer oportunidades y ser un despiadado como
le fue él toda su vida. Sé lo que tengo que hacer y lo hago mejor que mi padre, lo único que no
hice fue ensenárselo a mis hijos, porque no tengo ninguno y ¿quién demonios quiere un mocoso?
No, gracias.
También aprendí, gracias a mi padre, a no morir en manos de una prostituta como hizo él, el
viejo creía que las mujeres eran débiles, puras, ángeles incapaces de hacer ningún mal.
Así le fue.
No tengo una sola virtud, tengo muchas cosas, entre ellas, desalmado, controlador,
manipulador, sádico, adicto y la lista sigue y sigue, pero lo que mejor me describe es:
oportunista.
Por eso, estoy agradecido, gracias a esa mujer tomé control del imperio de mi padre y lo llevé
a otro nivel.
Mi hermano por otro lado, como dije antes, es la estrella del show, él es quien le gusta estar
delante de la cámara, sonreír y tomar champagne con los ricos y poderosos, yo no necesito eso,
yo solo necesito…hmm… ¿que necesito? Control.
Nada se escapa de mis ojos, los que trabajan cerca mío lo saben muy bien, quizás algún día
pretenda no entender algo o mire para otro lado, pero eso lo hago solo por diversión, para
burlarme de ellos y verlos intentando ocultar cosas de mi.
Ese es mi entretenimiento, disfruto ver a la gente transpirar fuego cuando entro a la
habitación, amo ver las miradas asustadas y apuntando al suelo, siempre hacia el suelo. No vaya
a ser que nuestros ojos conecten y decida tomar alguna acción.
Aunque eventualmente ocurre y es una de las pocas cosas que me genera una sonrisa.
Por esa razón estoy tan invertido en este nuevo y fructífero negocio, algunas cosas se están
saliendo fuera de mi control y eso es como tener un juguete nuevo.
Un juguete nuevo con rulos y mala actitud.
Escuché su nombre más veces que la frase “Si señor” esta semana y eso ya es mucho decir.
¿Quién demonios es? Y ¿Por qué está interfiriendo constantemente con mis negocios?
Un puzle brillante y atractivo para descifrar, un reto en puerta, eso es lo que es esta mujer.
No puedo esperar a tener mis manos sobre ella.
Iván entra a mi oficina, es mi mano derecha, el único hombre al que confío y considero
familia, su padre trabajaba para mi padre y crecimos juntos en este mundo violento y perverso,
estamos cortados por el mismo molde, excepto la parte donde el hombre no tiene gusto para
vestirse según su nivel social, si fuera por él andaría desnudo por la vida, gracias a dios, hoy
viste de traje negro, como se lo ordene mil veces
Cuando levanto la mirada puedo ver que no quiere darme malas noticias, pero aquí está,
afrontando la ira que estoy a punto de desatar sobre él.
—Lo hizo de vuelta.
Dejo de usar mi ordenador y pienso con mucho cuidado las palabras que estoy por decir.
“Big Kahuna y su pandilla” es como ese tipo de hormiga que si no la matas a tiempo se
vuelven mil. Pero yo voy a erradicarlas a tiempo, por algo me dicen “el exterminador”.
—Prende fuego el hormiguero. —ordeno mientras vuelvo a la respuesta que estaba dando por
E-Mail antes de que me interrumpiera.
Iván se retira sin chistar y yo me dejo caer en mi sillón, lamentándome.
Que lastima que nunca voy a poder conocerla.
Oh, bueno, en el infierno quizás nos conozcamos.

✽ ✽ ✽

Al día siguiente, Iván vuelve a entrar, esta vez no estoy solo, estoy probando la mercadería.
Es algo que suelo hacer de vez en cuando y es fantástico. Cuanto más fácil es ordenarle a una
mujer lo que quieres a punta de pistola, a tener que conversarla que chupármela es lo que más
quiere en este mundo.
Este negocio es simplemente fantástico.
Mientras ella está de rodillas entre mis piernas, Iván comienza a darme el informe como si
nadie estuviese chupándome la polla.
—Escapó.
¿Escapó? ¿Pero qué demonios?
En un arrebato de ira, tomo un puñado de cabello de la mercadería y la empujo lejos de mí,
ella cae el suelo y cubre su rostro esperando que lo destroce, como lo hice ayer, pero no tengo
tiempo para ella, lamentablemente.
—¿Qué quieres decir con escapó? —grito mientras me levanto de mi silla— ¿No querrás
decir que no cumpliste con tu trabajo? —Iván mira hacia abajo cuando me detengo delante de él,
para no ver mis ojos furiosos— Ve a terminar el trabajo, pon una recompensa sobre ella, no me
importa lo que cueste, ¡solo hazlo!
—Ya no está sola, los “Soulless Basterds” están con ella.
—Recuérdame, ¿por qué no están en nuestra nomina?
—Porque ellos son legales, —ah cierto, perdedores—el presidente fue quien mató a Búfalo.
—Bueno, si lo que quería era llamar mi atención, lo consiguió. —camino por la oficina, con
mis manos en mis caderas y la mirada perdida. La mercadería llorisquea de fondo e Iván respira
fuertemente intentando bajar sus nervios.
Solo necesito joderle la vida, piensa, piensa Alex, piensa como el masoquista que eres.
Detengo mi caminar.
—Cambio de planes, la quiero viva, tráela.
—¿Aquí?
—¡Y si Iván! ¿Dónde más? Es hora de que nos conozcamos. —escucho como sigue llorando
la mercancía en el suelo y me irrito de escucharla lamentar— Y llévatela, es pésima dando
mamadas.
—Si Alex. —responde Iván, mientras la levanta tomándola del antebrazo y se la lleva lejos de
mí.
Él ya sabe qué hacer con ella, si es mala calidad desaparece o se la comparten entre los
hombres de mi equipo.
Un atisbo de excitación aparece en mis venas, dándome una sonrisa en mi estoico rostro.
¿Así que quiere hacérmela difícil?, va a maldecir el día que hayan creído que podían conmigo,
lo único que lograron fue que el infierno cayera en su patio trasero y que el diablo toque su
puerta con una sonrisa y un látigo. Lo importante no es destruir a alguien para avanzar, lo
importante es destruirlo para verlo agonizar y si mi sexto sentido dice que esos dos presidentes
están de la mano, bueno, no tengo otra alternativa más que bajarlos al nivel de insecto que se
merecen estar y en él mientras pasar un buen rato.
Ya casi que puedo saborear mi nuevo juguete, solo espero no destruirlo tan rápido.
CAPITULO 15

Hunter
Me levanto de mi silla automáticamente y salgo de la habitación, el resto me sigue, salimos
corriendo hacia las motocicletas. Sobre mi hombro mando:
—Llama a todos, necesitamos varias manos en el lugar.
—Si prez. —dice Vik. Levanta el celular y se lo apoya en la oreja, escucho que da
direcciones.
—Y llama a el maldito Hollywood, dile lo que ocurre, que nos busque allí. —no se lo digo a
nadie particularmente, simplemente quiero que alguien lo haga.
Fuego.
Incendio.
Gal.
Es todo lo que puedo pensar.
Maldición, ¿por qué justo tiene que ser fuego?
Siento que la velocidad de la Harley en mi rostro, en mi cabello y en mi corazón, pero no es
suficiente, tengo que ir más rápido. Voy esquivando y salteando vehículos, civiles, semáforos,
bocinas marcándome mis infracciones, personas maldiciéndome por poner su vida en riesgo.
No me importa, voy a esquivar todo lo que se meta en mi camino, todo lo que me impida
llegar a ella.
Me necesita.
Puedo ver por sobre mi hombro derecho que mis hermanos vienen detrás de mí, pero no
pueden alcanzar mi velocidad, mi rabia, mi demencia.
Escucho Ambulancias detrás, yo voy más rápido.
Que este bien, que este bien, por dios, que este bien.
Necesito alcanzar a Gal. Tengo que verla, tocarla, saber que se encuentra bien y que las
mujeres que ella cuida están en el mismo estado.
Doblo en la curva de la esquina y la columna de humo negro y denso aparece a lo lejos, en el
horizonte, imponente y aterradora. Mis palpitaciones se descontrolan cuando la veo, porque lo
hace real, está allí, está pasando en este momento. Esfuerzo a la motocicleta a ir más rápido, pero
estoy yendo a la velocidad máxima.
Maldición.
Maldición.
Maldición.
—¡Rage! —la motocicleta de Carter se coloca a la par de la mía, dejándome saber que está
aquí y honestamente me hace sentir más tranquilo verlo. No sé cómo lidiar con todo esto que me
está pasando. Carter me hace una seña diciéndome que me sigue, asiento una vez, pero no quiero
quitar los ojos del camino.
Finalmente llego a la entrada del territorio de las Amazons, las rejas imponentes que las
protegían están arrolladas hacia los costados como si un camión las hubiera atropellado.
Camiones de bomberos, hay tres. Las ambulancias llegan detrás de nosotros.
Aparco desprolijamente y mis pies comienzan a correr, la velocidad de mis piernas no son lo
suficientemente rápidas para calmar mi mente agitada.
El fuego consume toda la casa, como garras demoniacas deglutiendo la mansión, sus
tentáculos salen por las ventanas, por las puertas y el techo.
Gritos desgarrados llaman mi atención hacia la izquierda, solo reconozco algunos rostros allí.
No el que estoy buscando.
Carter comienza a correr, cuando sigo su trayecto, la veo a Goldy de rodillas frente a las
llamas, sus manos están sobre su rostro, sus ojos lucen atormentados.
Yo corro detrás de él.
—¿Estas bien? —pregunta arrojándose sobre el suelo, sujeta los hombros de la mujer rubia,
para llamar su atención, cuando ella posa sus ojos sobre los de él, baja sus defensas y solo veo
afecto, hay una cercanía entre ellos que no había notado antes, pero no me concentro en ello
ahora. Goldy asiente, pero llora incontrolablemente.
—¡¿Dónde está Gal?! —ella me mira y llora con más fuerza.
Oh dios…
—Fue a buscar a las niñas que estaban en el último cuarto de arriba, pero ya pasó mucho
tiempo, ¡no sé qué está pasando! —la fortaleza que caracterizaba a Goldy ya no existe, ella se
encuentra aterrada, clavada en el suelo.
—¿Cuantas eran?
—Dos.
Vuelvo mi mirada hacia la mansión, la puerta está abierta, un bombero a punto de entrar.
—¡Hey!, ¡Hey! —llamo y corro hacia él, cuando voltea le digo— ¡hay tres mujeres atrapadas
en el segundo piso!
El bombero asiente y se sumerge en las llamas furiosas.
Camino de un lado a otro, inquieto, como una pantera famélica.
Quiero entrar, necesito ir por ella.
Vas a morir antes de encontrarla.
Si, lo sé, pero vale el intento.
—¡Rage! —me llama Vik con señas. Corro hacia él, rodeando la casa y veo a mis hermanos a
punto de atrapar a una niña que esta por arrojarse de la ventana más alta de la casa.
—¡Nosotros estamos aquí! No tengas miedo, ¡tírate! —grita Slider. Todos están allí, Vik,
Stone, Texas y Angus, para recibir a ese pequeño cuerpo temeroso.
—¡No puedo! —llorisquea y mira hacia atrás, puedo ver más personas intentando escapar las
llamas.
—¡Sí que puedes! —grito— ¡hazlo! Somos muchos y somos fuertes.
La niña duda, no sabe qué hacer, pero ya no tiene muchas opciones, el tiempo se acaba.
Cerrando los ojos, ella se deja caer y todos nos preparamos para el impacto.
La niña se desploma en nuestros brazos, ahora segura.
—¡Trae a los médicos!
La siguiente niña aparece en la ventana y esta vez puedo ver el rostro de Gal indicándole
como tirarse. En cuanto pongo mis ojos sobre ella siento que el alivio me rodea, mis brazos se
estiran pidiéndole por favor que se arroje, que venga hacia mí, a la seguridad de mis brazos, pero
sé que ella no está concentrada en eso, ella solo quiere salvar a esa otra niña.
—¿Lista? —grito. La niña asiente frenéticamente, su piel está sucia y las marcas de las
lágrimas dibujan surcos en sus mejillas. —Vamos, ¡rápido!
Segundo cuerpo cae.
El paramédico es el primero en llegar a ella para llevarla hasta la ambulancia.
—¡Gal! —grito— ¡Gal! —ella asoma su cabeza y finalmente conectamos las miradas. —¡Tu
turno!
Ella me observa, pero no es ella, su rostro está perdido en algún lugar, ausente del presente,
probablemente este atascada en su pasado. Dentro de su cabeza hay una prisión que no la deja
reaccionar.
—¿Qué hace? —pregunta Carter que aparece detrás de mí, no le contesto, porque él no sabe
lo que el fuego significa para ella.
—Sostenme. —le indico mientras comienzo a escalar la pared.
—¡¿Qué haces?!
—Solo ayúdame el primer paso. —Sujetándome de ventanas calientes y caños que no quieren
aguantar mi peso, intento llegar a ella.
No sé qué quiero lograr aquí, pero al menos hablarle desde más cerca, que pueda escucharme,
verme y reconocerme.
Estoy a dos metros lejos de ella.
—¡Gal!, ¡Gal! —la llamo, ella me mira y conectamos— Vamos.
—N-no, no puedo…
—Si puedes, vamos, ven, —estiro mi mano, pero no llego. —¡GAL! —grito con un tono
grave y alerta, que la despierta y hace que su atención se focalice en mí y no en el fuego detrás
de ella. —Ven conmigo, toma mi mano.
Ella intenta sacar su cuerpo por la ventana, pero no tiene un cuerpo de una niña de quince
años, ella es una mujer y no es tan fácil, la ventana es estrecha.
Miro hacia abajo y todos mis hermanos están esperándola, generando con sus brazos
enlazados, la forma de una estrella segura donde caer. Cuando termina de sacar su cuerpo me
mira esperando que le diga que hacer.
—¡Tírate! Vamos, estamos aquí. —ella mira hacia abajo— Confía en mis hombres, estamos
aquí para ayudarte.
Cuando saca su cuerpo por completo, una larga llama llega hacia ella y grita de dolor. No
puedo dejar que pase más tiempo. Estiro mis dedos para poder tocar su piel, solo necesito…
llegar a ella…su brazo llega a mi agarre y tiro hacia abajo rápidamente, arrojándola directo sobre
mis hermanos.
Ella grita y la veo caer sobre los brazos sujetadores. Desciendo y los últimos metros me tiro
para llegar a ella más rápido. Ella está en el suelo, con la mirada frenética y perdida.
Sujeto su rostro con las dos manos, fuertemente.
—Gal, ya está, ya estas a salvo, todas están a salvo. —ella respira entrecortado, su cuerpo
tirita como un terremoto. Asciende sus ojos negros y me encuentra.
Levanta los brazos y se sujeta de mi cuello como si fuera un koala.
—Hunter… —susurra mi nombre apretando fuertemente. Yo la sujeto contra mí cuerpo con
toda mi fuerza.
Ella ya está bien, a salvo, en mis brazos.
—Ya terminó. —susurro sobre su oído. Me siento a su lado y dejo que ella me escale para
entrar más en contacto, ella pide más de mí, de mi cuerpo, de mi resguardo.
Un paramédico se acerca e intenta sacarla de mi agarre.
—No.
—Necesito llevarla a la ambulancia, déjame llevarla —grita el hombre.
—No, la llevo yo. —me levanto del suelo y la cargo como si fuera una pluma. Camino con el
medico hasta la ambulancia y comienzan a revisarla.
Su piel esta rojiza y llena de hollín. Sus manos quemadas. El paramédico la prepara y cierra
las puertas haciendo que la pierda de vista.
—¡No!, ¡Espera! —grito intentando abrir las puertas, dos de mis hombres me sujetan y me
arrastran lejos de ella. —¡¿A dónde la llevan?! —grito.
—¡Hospital Santa María! —grita el médico y se sube a la ambulancia, la sirena comienza a
sonar y se pierden de mi vista.
Volteo hacia la mansión y solo veo un caos.
Bomberos con mangueras arrojando litros y litros de agua al esqueleto de la mansión.
Paramédicos atendiendo a las niñas que están más graves.
Mis hombres ayudando a cargarlas a las ambulancias.
Las mujeres del club socorriendo a las niñas que no paran de llorar.
— Rage, —Goldy aparece detrás de mí, Carter está a su lado, su rostro está intranquilo—
tengo un grupo de diez chicas que se encuentran bien, pero necesitan un techo.
Lo miro a Carter y asiento, él se pone en marcha llevándosela lejos de mí.
—¡Hospital Santa María! —grito para que sepan a donde van.
Y dejo el caos detrás de mí.
La fuerza gravitacional de Gal me arrastra hacia ella, tengo que ir.
TENGO que estar con ella.
CAPITULO 16

Gala
Dos horas antes

Fue mi estúpida sonrisa o mis tendencias suicidas que hicieron que continúe mi conversación
con Rage.
Quería conversar con él, me resultaba fácil y natural.
Y cuando dijo “Hawái”, simplemente no pude despegar los ojos de la pantalla de mi celular
Mi tierra, mi lugar de origen, que por más que solo tengo recuerdos aislados y borrosos como
un sueño, todavía la tenía en mi corazón.
Goldy intentaba llamar mi atención, llamándome, tirándome almohadones a la cara…
La ignoré.
La ignoré porque sabía que quería hablarme de cosas serias y oscuras, y estaba bien, era lo
que debíamos hacer, pero yo solo quería seguir sonriendo, aunque sea por unos segundos.
No sabía lo que estaba haciendo, Rage no era alguien para flirtear y debía recordármelo cada
vez que intercambiábamos mensajes, que fue seguido esta última semana, pero maldición, era
fácil perderse en él, era un entretenimiento nunca visto antes, escucharlo trastabillar con sus
palabas o verlo nervioso cuando su propio cuerpo lo traicionaba. El “gran Rage” era un fuerte
impenetrable, según algunas fuentes y, sin embargo, para mí era transparente y accesible. Rage
era un humano colosal, con un cuerpo esculpido por las manos de los mismos dioses, una voz
grave y ronca que podía ser la fantasía de cualquier mujer adulta, pestañas espesas, ojos tan
intensos que podían confundirse con una caverna sombría y el cabello negro como la noche.
Pero yo sabía que, si miras con cuidado y determinación, podías ver rayos de luz vulnerables
dentro de ese hombre masivo.
Rage (o Hunter) era polo negativo y positivo a la vez.
Celestial y diabólico.
Tierno y rígido.
Pero a no olvidar, Rage viene con una etiqueta de advertencia. Al final del día era un hombre
y no solo eso, era un motero y por dios si me conocía a los de su tipo de memoria. Puedo escribir
una guía completa de qué tipo de hombre es él.
Aquí va mi intento:
-Profesión: presidente de los “Soulless Basterds”
-Descripción física: Es un camión.
-Relación con las mujeres: Mujeriego, usa a las mujeres como trastes descartables, no conoce
la igualdad entre géneros, no comprende el concepto de fidelidad, no cree en el amor, no se
enamoró nunca (sin contar a su madre), no cree entre la amistad del hombre y la mujer y
probablemente nunca devuelva una llamada telefónica.
Bueno, puede que no lo conozca lo suficiente como para hacer toda esa guía mental, creo que
me basé en todos los hombres con los que intenté tener una relación alguna vez.
Algo duro golpeó mi brazo, levanté la mirada. Goldy estaba parada delante de mí, con sus
brazos abiertos de manera exasperada y una mirada que tiraba rayos.
—¡Qué demonios! —me gritó.
—¿¡Qué!? ¿¡Qué demonios pasa!? —tomé el vibrador fluorescente que me había revoleado y
lo proyecté sobre su pecho— Se te perdió Johnny.
(Así es como llama a su vibrador, ella está enamorada de Johnny Deep desde que tiene
memoria.)
—Me pasa que necesito definir la transferencia de algunas de las chicas y ¡tú solo estas
tecleando el celular! —sí que estaba irritada.
Goldy estaba enojada conmigo, pero principalmente con ella misma. ¿Por qué? Porque ella no
dejaba de mirar su celular tampoco y pensó que no me había dado cuenta. Más de una vez se
retiró de la cena solo para tomar una llamada, más de una vez le sonrió a un mensaje de texto. Y
ella odia eso, odia sucumbir ante un hombre, pero yo la dejé ser, no iba a decirle nada hasta que
no esté lista.
—Tienes razón, empecemos… —me levanté de los sillones de la sala “Bloody Mary” y
caminé por el corredor hacia la iglesia.
Goldy venía detrás de mí.
Un sonido me paró en seco.
—¿Qué ocurre?
—¿Escuchas eso? —un sonido a lo lejos, una aceleración.
Dejé a Goldy haciendo preguntas en el corredor y comencé a correr. Corrí porque no sabía
que era lo que se avecinaba, pero sabía que era grave, corrí hacia la entrada de la mansión, solo
para abrir la puerta de entrada y ver como un camión venía a toda velocidad hacia nosotras.
—¡Corran! ¡Corran! ¡Todas, aléjense de las ventanas!
Las niñas sin cuestionar mis gritos, salieron corriendo hacia el extremo contrario de la
mansión. Escuché tiros y gritos de mis amazónicas amigas que defendían con garras y dientes el
santuario.
De golpe un silencio amenazador y terrorífico nos rodeó.
Las ventanas del living estallaron, algo invadió nuestro hogar.
Bombas molotov.
En el minuto que caen y tocan el suelo, detonan y derraman fuego como si fuera liquido por
sobre los sillones, alfombras y cortinas.
Fuego.
Fuego.
Fuego.
—¡Fuego! —grita Tango y todas comienzan a correr.
Goldy estaba detrás de mí, guiando a las chicas por las diferentes salidas de emergencia que
teníamos.
—¡Big! ¡Las de arriba! —gritó Goldy con ojos alarmados.
Sin dudarlo subí los escalones de dos en dos, algunas niñas me pasaban de largo por las
escaleras, asustadas por la inmensidad de lo que ocurría a nuestro alrededor.
Reviso cada habitación.
Abro una puerta, vacía.
Segunda, vacía.
Tercera, va… —dos niñas en un rincón llorando desconsoladamente.
Martina y Agustina, gemelas de quince años.
El humo ya comenzaba a acumularse en la parte superior de la mansión, respirar pasó de ser
la tarea más natural, a la más difícil.
—¡Vamos! —las tomo a las dos de las manos, pero cuando quiero volver a la escalera ya no
existía.
La escalera estaba completamente derrumbada y siendo consumida por el fuego.
No hay escapatoria.
Mis nervios se disparan, mis recuerdos me golpean en el pecho, la sensación ardiente del
humo en mi garganta, los ojos aguados cerrándose involuntariamente, el ruido ensordecedor del
fuego tomando poder.
—¡Gala! ¡Levántate! —mi padre corre las sabanas que me resguardaban de los monstros de
la noche, cuando abro los ojos, mi habitación tenía una película de humo negro que arruinaba
toda la decoración que había hecho con mi madre, ella había pintado mi cuarto con imágenes
de una selva llena de animales que me protegían.
—¿Papá? —pregunto confundida. Mi padre me levanta de la cama, colocándome sobre su
hombro izquierdo y comienza a correr, esquivando vigas de manera que caían del techo. —
¡PAPA! —grito sin consuelo cuando entiendo lo que le ocurre a mi casa, tenía miedo, estaba
petrificada por el temor. Mi papá sale a la calle y me deja en la vereda donde la señora Losua
me abraza llorando sin consuelo, mientras mi padre vuelve a internarse en las furiosas llamas.
Pocos minutos después aparece con mi madre en sus brazos, mi padre lloraba desde el alma,
con furia y desconsuelo, su amor, su amiga, su compañera yacía muerta en sus brazos.
Grité tan fuerte que lastimé mis cuerdas vocales y no pude hablar por un año entero.
—¡Big! ¡Big! —grita Martina, me trae a la misma realidad, pero esta vez yo soy mi padre, los
demás me necesitan.
¡Las ventanas!
Las tres corremos hasta allí, Martina desaparece tras el marco, luego Agustina. Todo ocurre
demasiado rápido.
No puedo respirar.
No puedo…
Rage.
La voz de Rage.
Él está aquí,
Alguien me tomó del brazo y me arrojó al vacío.

✽ ✽ ✽

Abro los ojos.


Algo obstruye mi garganta, no puedo tragar.
Una maquina con un sonido agudo y constante suena de fondo. Abro los ojos, me arden y veo
borroso, pestañeo reiteradas veces, pero la molestia no se va.
¿Dónde estoy?
—Gala, ¿puedes escucharme? Pestañea dos veces si puedes hacerlo. —una voz calmada y
dulce me habla. Entro en conciencia y veo su uniforme.
Hospital.
Otra vez, maldición.
Pestañeo dos veces.
Quiero hablar, pero ella me lo impide.
—Estuviste en un incendio, estas en el hospital Santa María, estas bien, solo ingeriste grandes
cantidades de humo, estamos colocando oxígeno para que tus pulmones hagan su trabajo, —ella
prepara algo mientras dice todo esto— el doctor estará aquí en breve, no te preocupes por nada,
¿está bien?
Asiento, pero mi cabeza va a mil por hora.
¿Dónde están todas?
¿Están a salvo?
¿Dónde está Rage?
¿Estuvo en la mansión o lo imaginé?
La enfermera se retira dejándome sola en una cama ancha y robótica. Unas cortinas me
encierran por los costados, intentando darme privacidad, pero puedo escuchar absolutamente
todo lo que ocurre a mi alrededor y ver a las enfermeras correr de un lado a otro.
Un hombre de no más de cuarenta años se acerca a los pies de mi cama, leyendo una planilla
con una sonrisa en su rostro cansado por las mil horas que habrá trabajado ya.
—¡Hola Gala! Bienvenida al mundo de los vivos. Entiendo que ese tubo es sumamente
incomodo, estamos viendo si podemos quitártelo dentro de poco, solo te pido un poco de
paciencia, ¿sí? —pestañeo— perfecto, descansa todo lo que necesites. —levanto mis dedos,
pidiendo por favor que me explique qué pasa, donde está mi gente, pero el doctor descarta mi
ansiedad sujetando mi mano con fuerza— tranquila, tu marido está aquí, solo a unos metros,
¿quieres que lo llame?
¿Marido? ¿Qué carajos?
Frunzo mi ceño y el doctor interpreta eso como un sí, vaya uno a saber por qué. El doctor
retrocede y desaparece de mi vista.
Mi mente comienza a vagar por lo sucedido hace poco, los gritos, el fuego, ¿quien
sobrevivió? ¿Quien murió? ¿Dónde está Goldy?
Casi mueres en un incendio, otra vez.
Sí, pero no morí, porque “yerba mala nunca muere”, diría mi padre.
La cortina se abre de golpe y me asusto. Un cuerpo gigantesco se acerca, una mirada de acero
y unas manos masculinas, que toman la mía y la calientan.
—¿Cómo estás? —susurra— oh, lo lamento, no puedes hablar.
Sujeto su gran mano con fuerza, quiero que me diga que pasó, qué hace aquí.
Rage esta por hablar cuando entra una enfermera.
—Gala, buenas noticias, en pocos minutos va a venir el equipo a sacarte todos esos caños tan
molestos. —voltea cuando nota el hombre gigante dentro de la habitación y por un segundo jadea
nerviosa— oh, hola, no lo había visto allí, vamos a necesitar el cuarto.
—No me pienso ir. —gruñe Rage sin soltar mi mano. Mis ojos lo observan asombrados, Rage
se comporta como un animal territorial. La enfermera busca mi mirada, pidiéndome que colabore
con la situación, lo único que hago es apretar su mano para llamar su atención, cuando sus ojos
negros me miran, asiento con la cabeza, diciéndole que está bien.
Que estoy bien.
Dejando salir un sonido gutural de su garganta, suelta mi mano de mala gana y desaparece
tras las cortinas. La enfermera me sonríe incomoda.
¿Quién quiere hacer enojar al gigante hostil?
Dos enfermeras más entran, me explican lo que voy a sentir y como lo voy a aborrecer, pero
también lo bien que voy a sentirme después de tener este tubo presionando mi garganta.
La sensación de sentir un caño deslizarse por mi interior es lo más asqueroso y detestable que
sentí en mi vida, cuando termina de salir, arcadas toman control.
—Muy bien Gala, muy bien. —dice una de las enfermeras que sostiene una bolsa delante de
mi rostro, en caso de que lance cosas indeseables.
Comienzo a toser descontroladamente cuando mi cuerpo se detiene, me dejo caer sobre la
cama otra vez. Me arden los pulmones, la piel me duele como si hubiera pasado diez horas bajo
el sol de verano.
—Vamos a darte algo para que el dolor no sea tan incómodo, ¿está bien?
Asiento. Denme drogas, no lo soporto más.
Me siento agotada, la almohada parece ser el lugar donde quiero estar en estos momentos.
—Ya puede pasar. —escucho que dice la enfermera tras la cortina.
Rage aparece inmediatamente.
—Donde —una tos indomable interrumpe el chorro de preguntas que quiero hacerle.
—No hables, todos están bien, preocúpate por tu salud ahora. —parece enfadado, pero
¿conmigo o con lo que ocurrió?
Rage rodea mi cama con pasos pesados, sus botas hacen ruido contra el suelo, la cadena
colgando de su pierna choca entre sí, parece que la parca viene a buscarme. Se detiene en el
costado izquierdo y cruza los brazos, con un pesado suspiro pregunta:
—¿Sabes quién fue?
Niego con la cabeza.
Intento hablar, pero siento que mis cuerdas vocales se rehúsan a hacer su trabajo. Los ojos
infinitos de Rage se posan sobre los míos, firmemente. No puedo entender que es lo que pasa por
su mente en estos momentos, pero si puedo deducir la furia que se gesta dentro de él. Con mucho
esfuerzo tomo sus manos, son varoniles y algunas venas nacen en el dorso de su mano y se
desparraman por el brazo.
—Gr-gracias. —tartamudeo, mi voz suena ronca como cuando iba a los conciertos de chica.
—Esos hijos de puta van a pagar por lo que te hicieron, es una promesa. —sus palabras se
escuchan dolorosamente abrumadas y llenas de odio. El “Gran Rage” está en la habitación—
Carter está trabajando con Goldy, están transportando a las niñas a mi club.
Frunzo el ceño.
—¿Carter? —mi voz es apenas audible, Rage tiene que acercar su oreja a mi boca para
entender mi pregunta.
—Oh, Hollywood, —aclara. Asiento en entendimiento. —ellos dos parecen cercanos, ¿lo
sabias?
Apenas sonrío, porque sabía que había un hombre en la vida de Goldy
—Lo sospech-chaba.
Rage deja una pequeña sonrisa desparramarse por su rostro, naufrago en ese océano oscuro
que tiene en sus ojos unos segundos, él parece estudiarme a mí también. Nos quedamos en
silencio, mientras nuestras manos están fusionadas como una sola.
—No puedes quedarte aquí por mucho tiempo, —dice rompiendo la conexión— estas muy
vulnerable aquí y no tengo como protegerte.
Mi rostro se transforma en algo poco feliz, con mucho esfuerzo y dolor, le respondo:
—S-Sin ofender, se cuidarme sola Rage y te agr-agradezco por todo esto, pero estoy segura
que Goldy te necesita más que yo en estos momentos.
Rage me suelta la mano en un arrebato, retrocede unos pasos como si lo hubiera golpeado con
un cañón en el estómago. Merodea como un animal alterado y enjaulado, su cabello largo se
mueve sobre sus hombros con la misma furia que siente él.
—No lo entiendes, —su tono amenazante intenta camuflarse en una explicación serena y
pausada, Rage no sabe lidiar con la gente que le dice que no— alguien intentó matarte, otra vez,
saben que estas aquí, es solo cuestión de tiempo a que vengan a terminar el trabajo.
—Llamare a mis hermanas y…
—No, ¡maldición! me voy a quedar aquí, tu solo concéntrate en recuperarte lo más pronto
posible, así puedo sacarte de este maldito hospital. —su aprensión se mezcla con su hostilidad,
Rage está asustado y no me gusta, si él está asustado significa que la cosa esta mucho peor— No
es el momento de llevar tu bandera feminista Gal, ¡es el momento de tomar decisiones
inteligentes y ahora mismo estás haciendo un pésimo trabajo!
—¿Perdón?
—¡Si! ¡Lo que dije! —se detiene a los pies de la cama justo frente a mí, luce exasperado,
como un padre frustrado por su terca hija.
—Mira Rage, no sé si te criaron en los años veinte, pero aquí no es cuestión de feminismo,
¡no se ni por qué lo pones sobre la mesa! —mi voz vuelve a la normalidad, mis cuerdas vocales
están calentando tanto como yo— ¡esta era mi vida antes de que aparezcas! ¡No pienses que
porque ahora estas involucrado vas a tomar decisiones por mí!
—Ah, ¿quieres seguir tomando las decisiones importantes? ¡Mira donde te dejaron! —señala
la cama con ojos endemoniados.
Eso fue un golpe bajo.
Rage se arrepiente en el momento de sus palabras, lo presiento, lo veo en su lenguaje
corporal.
Una enfermera asoma su cabeza por las cortinas
—¿Está todo bien? —pregunta miedosa.
—Todo malditamente perfecto. —gruñe y muy groseramente cierra la cortina en su cara,
vuelve a mí, con diez niveles más calmados— lo siento, no es lo que quise decir.
—Ya sé que no es lo que quisiste decir Hunter, estamos todos nerviosos.
Ahora camina hacia mi lado derecho y se apoya en un borde para no tocarme, una pierna
sobre el colchón, la otra sosteniendo su gran peso contra el suelo.
—Recuerdas mi nombre.
—Así es como me dijiste que te llamabas la primera vez que nos vimos. —baja la mirada,
perdida en el suelo, me pregunto en que estará pensando.
—Nunca uso mi nombre, no sé por qué lo dije aquel día. —su pierna robusta comienza a
caerse, es demasiado grande y no hay lugar. Sus ojos negros tienen preocupación, pero no del
mismo tipo de antes, hay algo que no deja descansar a Rage y quiero saber que es— y tú me
dijiste que te llamabas Gal, la enfermera acaba de llamarte Gala.
—Si, —sonrío— hace años que no uso mi nombre, solo George me llama Gal, por eso le
seguí la corriente.
Inesperadamente, Rage estira su mano derecha para acariciar mi mejilla, (ahora colorada), su
tacto hace que cierre mis ojos un segundo emborrachándome de esta maravillosa sensación de
tener a alguien conmigo ahora, alguien preocupado por mí, acompañándome en este momento.
No significa que mi padre haya estado ausente cuando era niña, pero mi padre estaba velando
a mi madre mentalmente tanto como yo y no tenía tiempo para consolar a su hija que había
perdido a su madre de tan chica, entonces tener a alguien tan enfocado solo en mi es
reconfortante.
No solo alguien, Rage.
—Gala… —dice en una voz ronca y necesitada. Parece que está probando como suena mi
nombre en su lengua y debo decir que suena como la canción más fantástica del mundo.
—Hunter… —lo imito en el tono, los dos nos miramos fijamente, hasta que Rage observa mi
boca como si estuviera sediento de ella.
Pero este hombre lucha contra el mismo, no quiere ceder ante la necesidad que tenemos los
dos de entrar en el contacto más íntimo que el ser humano pueda experimentar. Porque la
realidad es que follar no es tan íntimo como besarse y eso lo aprendí de adulta.
Está a centímetros, siento su calor, su energía dominante, siento que mi corazón palpita con
urgencia, también lo puedo escuchar en la máquina que tengo a mi lado.
Algo vibra cerca de mi pierna y no es el centro de mi cuerpo precisamente.
El celular de Rage.
El momento se esfuma en el aire y él se ve malditamente aliviado por eso.
Eso me rompe en mil pedazos y no entiendo por qué.
CAPITULO 17

Hunter
Nunca estuve tan malditamente aliviado de que Carter interrumpa algo.
Eso estuvo demasiado cerca, fue demasiado real. Iba a besarla, quería hacerlo con cada célula
de mi cuerpo.
No ocurrió.
El destino sabe, sabe que no debo ceder, no debo caer en este embrujo que siento y así me
guía, para no sufrir como lo hice por Sarah.
Tengo que recordarme a mí mismo que no puedo darme ciertos lujos y Gal es uno de ellos.
—¿Qué ocurre?
— Ya están todas aquí, esto es un caos, —dice con un tono preocupado— algunas están en el
hospital, otras en mi casa, esto esta jodido.
Gal me mira con ojos alertados, está presionando sus labios con fuerza y mi primer impulso es
acariciarlos con mi pulgar para obligarlos a relajarse, por eso me levanto y salgo de la habitación
sin dar explicación.
—¿Alguna baja? —pregunto cuando llego al corredor, lejos de sus oídos y de esa mirada que
toma control de mí, como si fuera una maldita marioneta.
—No, pero una está muy herida, tres balas en su estómago, está siendo operada de
emergencia en estos momentos.
—Demonios.
—Si lo sé, este ruso no es un novato, estamos lidiado con alguien grande. —observo a mi
alrededor, el movimiento hospitalario, gente que camina con rapidez, otros con lentitud con sus
rostros angustiados y madres consolando niños, todo es horrible en este tipo de edificios.
—Si, voy a encargarme de que esto no dure mucho más. —prometo con mi voz ronca y
oscura, más oscura de lo que estoy acostumbrado, parece que la acumulación de ira está al borde
de la detonación, respiro profundamente, intentando controlar la rabia que burbujea bajo mi piel,
pero demonios, imágenes de Gal entre las llamas vienen a mi mente y solo pienso en cómo voy a
descuartizar este hijo de puta cuando lo tenga delante mío. Mi mano oprime el celular en mi
oído, su temperatura es caliente y enciende mi rostro, lo alejo unos centímetros para comprobar
que no esté realmente en llamas, Carter está hablándome de rumores y cosas que escuchó de los
rusos, pero algo roba mi atención.
Alzo la mirada y veo dos hombres que resaltan de este mar de gente, resaltan como yo.
Resaltan porque no pertenecen aquí, porque usualmente es por nosotros que la gente termina en
lugares como estos. No llaman mi atención por sus trajes, ni por su mirada inquisitiva. Hay algo
en su forma de caminar, algo me dicen que ellos vienen a recolectar algo que se les perdió.
A terminar una tarea no concluida.
Uno habla con una enfermera, mencionando el nombre completo de Gal, su acento es
inconfundible.
—Están aquí. —eso es todo lo que digo antes de cortar la llamada, Carter ya sabe a qué me
refiero. Doy grandes zancadas hacia Gal. Cuando nuestras miradas conectan, ella ya sabe que
hay algo que no está bien.
—No vamos.
Arranco los cables que la conecta a la máquina, las alarmas comienzan a sonar. Ella sin saber
que ocurre, colabora, quitándose todo con una expresión de dolor en sus ojos, sé que debería
quedarse aquí, pero no puedo ayudarla desde este lugar, tengo que arrastrarla bajo mi ala si
quiero que no la asesinen.
Porque sé que no van a parar hasta lograrlo.
—¿Hunter? —llama mi nombre, pero no hay tiempo para explicar.
No van a llegar a ella.
No van a terminar el trabajo.
Tomo a Gal por debajo de sus rodillas y salgo corriendo de la habitación con ella en mis
brazos. No gasto un segundo en mirar hacia atrás, sé que vienen por ella y si logro moverme lo
suficientemente rápido tengo de tiempo de ventaja.
—¡Un momento! ¡¿Qué hace?! —grita una enfermera por detrás mío.
—¡Lo siento! —grita Gal mientras corro por el corredor esquivando gente, camillas y
enfermeras, cuando llego a la puerta de emergencia, la abro de una patada y comienzo a bajar por
las escaleras, adivinando donde está el escalón siguiente. Gal obstruye mi mirada, pero tengo que
confiar en mis instintos. Escucho como la puerta se cierra detrás nuestro, pero se abre
automáticamente después con más pasos.
—Están cerca. —dice Gal con un tono aterrador, ella se sujeta de mi cuello como una persona
que entiende que su vida depende de que tan rápido nos vayamos de aquí.
—No, no lo están. —volteo y comienzo a disparar mi arma aleatoriamente para espantarlos.
Eso debería darme algunos pisos de ventaja para llegar a mi motocicleta.
Solo tengo que llegar allí y sacarla de aquí.
Un gran número tres pintado en la pared, me indica donde mierda estoy.
Falta menos.
Ellos devuelven los tiros, alertando todo el maldito edificio, alarmas comienzan a sonar, pero
nada los detiene, ellos la quieren, quieren acabar con ella.
No mientras este conmigo, idiota.
Gal de golpe grita y por su tono sé que le dieron y me detengo en seco.
—¡Sigue, sigue! ¡Estoy bien!
Primer piso, ya casi.
Cuando abro la puerta salgo a la recepción del hospital, todos se detienen cuando ven a una
mujer en ropa de hospital siendo raptada por un motero.
—¡Abajo! ¡Todos abajo! —grito sabiendo que los rusos vienen detrás nuestros listos para
tirar, nadie se mueve, todos nos observan sin entender que ocurre. Muestro mi arma para
asustarlos a todos y que reaccionen de una maldita vez.
Siempre funciona.
Abro las puertas con mi cadera hacia afuera y corro hacia la moto que estaba mal aparcada,
mi cabeza estaba concentrada en otra cosa cuando llegue. Por suerte las autoridades no se la
llevaron.
Coloco a Gal sobre mi Harley y me subo con rapidez detrás de ella.
—¡Sujétate!
Gal coloca sus manos en el tanque para sostenerse, pero mis piernas la rodean dándole un
poco de protección. Salgo arando, la motocicleta rechina sobre el cemento, alejándose de este
maldito lugar. Puedo ver por mi espejo retrovisor que la policía del edificio retiene a los dos
hombres, pero también que dan aviso de mis acciones. Me sumerjo en el tráfico a toda velocidad.
Algo húmedo se desparrama por mis pantalones, cuando miro hacia abajo encuentro un
lamparón de sangre. Presiono mi pierna rápidamente, esperando encontrar la herida, pero nada
duele. Ahí es cuando veo el hombro de Gal.
—¡Mierda!, ¡Te dieron!
—¡Estoy bien! —grita ella sobre el viento frenético que tenemos en nuestras caras.
Tengo que llevarla a algún lugar seguro y cercano, pero parece que ningún lugar está a la
altura de la circunstancia para esconderse de estos hijos de puta.
Hay un solo fuerte en la ciudad, el único lugar donde puedo dejarla en manos profesionales y
salir de caza.
CAPITULO 18

Sarah
Alguien solicita ingresar desde la entrada principal, miro la pantalla, una Harley roja espera
por mí.
No necesito pensarlo, abro sin perder un minuto.
Bruno aparece detrás de mí y observa la motocicleta avanzar por nuestra propiedad.
—¿Por qué le abriste? —reclama.
Bruno no puede superar los celos cuando se trata de Rage. Esta vez no le contesto, no intento
explicarle nada para calmar su mente, esta vez lo ignoro y directamente camino hacia la puerta.
Algo me dice que esto es importante.
Cuando salgo al jardín de entrada, veo que Rage no está solo, una mujer magullada y en muy
mal estado intenta bajar de su motocicleta con mucho dolor. Él la carga en sus brazos como si
fuera la cosa más frágil del mundo y con cuidado la manipula para ponerla en una posición
cómoda.
Se acerca a la puerta.
—Es hora de cobrar ese favor.
Yo me corro de la entrada y empujo la puerta para que puedan ingresar.
No hay mucho más que decir, Rage me necesita.
Bruno observa la situación detrás de mí y en un segundo ya sabe que debe ponerse en acción,
corre hasta los sillones del living para prepararlos y sale en búsqueda de lo que necesita para
asistirla.
Rage la coloca allí con mucho cuidado, ella gime de dolor. Su hombro parece estar en muy
mal estado, pero hay algo más, su piel, sus ojos, todo en ella está dañado.
—¿Qué pasó? —pregunta Bruno, mientras se coloca de rodillas al lado de la mujer, abre su
kit de primeros auxilios y comienza a hacer lo que sabe, curar. Cuando Rage no contesta volteo
para verlo caminando con sus brazos cruzados de un lado al otro.
Está asustado, nunca lo vi así.
Observa de reojo a la mujer sin querer mirar demasiado, como si le costara verla sufrir. Y ahí
lo entiendo, ahí comprendo que al fin Rage encontró a la persona adecuada.
Quiero sonreír, pero reprimo mi sonrisa porque no es el momento adecuado.
—Rage, —llamo su atención para que le conteste a Bruno la pregunta que acaba de hacerle.
Él parece despertarse de un letargo y se focaliza en mí. —¿qué ocurrió?
—Los rusos anoche atacaron su cuartel, incendiaron todo. Gal tuvo que ser llevada de
urgencia al hospital y esos hijos de puta vinieron a terminar el trabajo, tuvimos que salir pitando
de allí, no sabía dónde más ir. —refriega sus ojos como hace cada vez que está estresado.
Gal es su nombre, me gusta. Parece ser una mujer fuerte, de contextura atlética, su cabello es
oscuro con algunos rulos rebeldes, lleva puesto ropa de hospital y luce horriblemente cansada.
Finalmente se termina desmayando, así que salgo de la habitación para ir a buscar un paño
mojado. Cuando vuelvo me coloco al lado de Bruno quien sigue desinfectando la herida.
Comienzo a deslizar el paño con mucho cuidado por sobre su rostro, intentando limpiar la sangre
y las lágrimas.
—La bala salió limpia, eso es bueno, ¿qué le dieron en el hospital?
—No lo sé, escuché que tenía mucho humo en los pulmones y tenía que seguir un tratamiento.
—la voz de Rage esta extremadamente nerviosa, sus palabras salen atoradas y su adrenalina no
baja.
—Hiciste bien en traerla Rage, aquí va a estar segura. —digo con calma intentando apaciguar
los nervios de este hombre. Él toma su largo cabello y lo desliza hacia atrás cada tres segundos—
Rage, siéntate. —ordeno.
Se sienta delante de Gal sobre la mesa de café sin perderla de vista.
Bruno termina de colocar una gaza con mucha firmeza para detener la hemorragia y coloca un
parche sobre su hombro. Le acerca alcohol a su nariz y Gal se despierta de golpe. Mira a los dos
extraños delante de ella con terror. Rage aparece por sobre nosotros.
—Estás bien, estás segura aquí. —le dice rápidamente.
Bruno y yo nos corremos para darles un poco de privacidad.
—¿Me desmayé? —pregunta como si estuviera ofendida consigo misma.
—Solo unos minutos, ya estás aquí. —él toma su mano y la acaricia con su dedo pulgar muy
tiernamente. Con Bruno intercambiamos una mirada de entendimiento, conocemos ese interés
por otra persona, lo vivimos todos los días. Rage se levanta y estrecha la mano con Bruno. —
Gracias.
—Puede quedarse aquí, —dice Bruno y me sorprende, no pensé que iba a ser tan caritativo
cuando se trata de Rage, claramente empatiza con el miedo del único hombre que pensé que no
sabía lo que era el miedo— tenemos un cuarto donde puede recuperarse. —Bruno le indica el
camino a Rage, pero antes susurra algo sobre mi oído— activa el protocolo Uno.
Rage toma a Gal entre sus brazos y sigue a Bruno hasta el cuarto de invitados. Corro hasta la
oficina de Bruno, abro su ordenador portátil y comienzo a activar todo lo que nos mantiene
alejados del mundo.
CAPITULO 19

Hunter
Gal está batida, dolorida y tose a cada rato. Bruno le trajo algunos medicamentos que no
tengo idea para que mierda sirven, pero él dijo que iba a ayudarla con la respiración y con el
dolor en su piel.
Eventualmente pude ver la diferencia en su estado de ánimo, por la lluvia torrencial de
preguntas que comenzaron a salir de su boca.
—¿Me vas a decir donde estoy o tengo que adivinar? —pregunta con un tono sarcástico que
me hace sonreír.
—Esta gente me debe varios favores, era hora de que me los devuelvan. —respondo
enigmáticamente, no creo que sea un gran momento para explicarle mi relación con los dos que
están allí afuera, tampoco sé si quiero que sepa lo que Sarah fue para mí.
Gal tiene una mirada interrogante, una ceja levantada y una media sonrisa.
—Toda esta ciudad te debe un favor Rage, ¿por qué elegiste a ellos? —su cabeza esta sobre
una almohada mullida, las mantas la cubren hasta los hombros para no presionar la herida, se la
ve cómoda y relajada. Tengo que agradecerles a los D’amico por compartir sus lujos con ella.
—Bruno y Sarah tienen muchos enemigos, puedo asegurarte que esta mansión tiene más
seguridad que la casa blanca. —no solo por la tecnología, sino por lo letales que son los dos
juntos.
—Entiendo, agradéceles de mi parte, pienso irme en cuanto deje de sentir dolor de todas
maneras.
—¿Irte? Tú no te vas de aquí hasta que Alexei Ivanov este muerto. —su mirada se focaliza en
mí, asesinándome con sus ojos.
—¡¿Otra vez, Rage?! —dice irritada, se altera y yo solo me vuelvo loco, no sé cómo manejar
esta mujer, en menos de un minuto logra exasperarme hasta mis límites.
—Goldy tomó el mando, ¡que más quieres! —mi celular vibra con un mensaje de Slider, lo
miro rápidamente.
“Pusieron recompensa para quienes traigan información de Big Kahuna o su cabeza.”
¡Maldición!
“Cuanto?” respondo.
“Un millón”
Me levanto de la cama en un latido, frenético y por primera vez, con miedo real. Nunca tuve
tanto miedo de perder a alguien en mi vida, maldición, ¿qué mierda es todo esto?, no me gusta
sentirme así, no soy un hombre que ande perdido por la vida y esta vez, siento desamparo y un
nudo en mi estómago, carajo me… ¿me estoy enamorando?
No, no, no, no, no otra vez.
¡Detén esto ahora mismo Hunter!
—Tengo que irme. — Lejos de ti.
—¿A dónde? —lejos de aquí—¿qué ocurre? —tus ojos me vuelven loco.
Tengo que alejarme antes de que te tome sobre esta cama sin pensar en las consecuencias.
Tengo que apartarme de tu boca, que solo puedo imaginarla envolviendo mi polla.
Tengo que irme antes de que te haga mía en mi mente y que luego sea un espejismo.
Tengo que irme antes de que tomes mi corazón y lo hagas añicos.
Por supuesto eso no es la respuesta que le doy.
—A terminar con esto Gal.
Ella estira su mano, intentando acariciar a la bestia inquieta y yo respondo como un animal
asustadizo y no como el hombre que creí que era.
Gal me tiene comiendo de la mano y no quiero aceptarlo.
Maldición, no otra vez.
Voy a salir lastimado otra vez, voy a sangrar por dentro y a quedarme solo por la maldita
eternidad, otra vez.
—¿Puedes esperar a que me duerma? —dice mirándome con sus ojos llenos de ternura, su
voz es dulce y tímida.
Detente, por favor, detente.
Algo se desvela en ella, una puerta de hierro cae, el manto de protección que la cubría
desaparece delante mío y debajo encuentro cosas que me vuelven loco.
Vulnerabilidad.
Miedo.
Sensibilidad.
—Sí, si claro. —respondo sentándome a su lado de vuelta.
Coloco mi mano primero sobre su frente y luego acaricio su cabello alborotado hacia atrás,
siento que mis manos tienen vida propia, solo quieren consolarla, acariciarla, resguardarla.
Detente, quita tus manos de allí.
Los ojos de Gal comienzan a cerrarse.
—El calor de tu mano es muy relajante. —suspira, apenas audible.
—Que bueno que te guste, —respondo con el mismo tono— lo siento si mis manos son muy
rasposas.
Todas las mujeres con las que estuve resaltaban eso de mí.
—No son rasposas, son perfectas. —pocos segundos después la respiración de Gal se vuelve
pausada y un adorable sonido sale de su boca.
Me detengo a observarla, como un maldito psicópata. Deposito un beso sobre su frente y
salgo de la habitación.
El resto de la casa está en penumbra, miro la hora, son las 12:30 de la noche.
Maldición, que día eterno.
Camino hasta la puerta, listo para escaparme como el cobarde que soy, pero la veo a Sarah
sentada en el sillón del living, donde no hace mucho Gal colapsaba de dolor. Sarah representa lo
contrario, ella esta con una manta sobre sus piernas y leyendo un libro con mucha paz. Una
lámpara de pie al lado del sillón apenas la ilumina.
—¿Como esta? —pregunta sin levantar la mirada del libro, maldición pensé que no me había
visto.
—Mejor, —repaso rápidamente la habitación, Bruno no está a la vista— ¿Donde esta Bruno?
Sarah baja su libro y se focaliza en mí, me preparo para el impacto en mi corazón, pero
extrañamente no ocurre nada, no siento un agujero en mi estómago, me siento tranquilo,
equilibrado.
Es la primera maldita vez.
—Durmiendo. ¿Ya te vas?
—Sí, tengo que irme, no puedo quedarme aquí.
Sarah retrae sus piernas y me indica el espacio que hay en el sillón. A regañadientes camino
hasta allí y dejo desplomar mi cuerpo sobre la superficie suave y blanda. Mi cabeza cae hacia
atrás y un largo y pesado suspiro me desinfla hasta dejarme sin aire.
—Wow, ¿todo eso? —dice ella, odio que me conozca tan bien.
Miro el libro en su regazo y lo señalo.
—¿Que mierda estás leyendo? —ella lo toma y lo mira como si fuera la primera vez que ve
que tiene un libro en la mano, es de tapa dura y muy gordo.
—¿De verdad quieres saberlo y solo estas siendo cortes? —dejo caer mi cabeza hacia el
costado con una ceja arriba.
—¿Desde cuándo soy cortes?
—Cierto.
—Bien, ahora dime de que se trata. —digo mientras acomodo mi cuerpo en el sillón. Necesito
la distracción, no pensar en Gal y disfrutar de la compañía de Sarah sin sentirme perdido por
primera vez.
—Es un libro de Carl Jung, ¿lo conoces? —niego con la cabeza— él era un psicoterapeuta
suizo, una mente increíble, en este libro en particular trata un tema que me introdujo Bruno, “La
sombra” le dice Jung y básicamente explica que el ser humano tiene un lado oscuro que suprime
durante toda su vida.
—Un lado oscuro. Aja y que supone que se debe hacer con eso. —estoy verdaderamente
intrigado.
—Bueno, Jung explica que el hombre tiende a proyectar esta sombra con cosas que solo son
socialmente aceptadas por nuestros pares, entonces, al reprimir nuestro verdadero yo, solo
traemos problemas, como sentir ansiedad o culpa y eso eventualmente, te destruye.
¿Ansiedad? ¿Será posible que Sarah este diciéndome esto por alguna razón? ¿Qué sabe ella?
¿Con quién habló?
—¿Y por qué Bruno te habló del tema?
—Porque todos tenemos un villano y un héroe dentro, Rage, hasta el hombre más puro
esconde algo. Yo lo hacía y él lo comprendió antes de que yo me diera cuenta, por eso me abrió
esta puerta y me hizo entender que al aceptar mi verdadero yo iba a lograr cosas mucho más
extraordinarias.
—Entiendo. —quizás mi única oscuridad sea que quiero cosas para mí que no debería querer
o cosas que creo merecer.
Como una vida normal y aburrida.
Como una casa para mí o mi familia.
Como tener a alguien a mi lado y quizás hijos algún día.
Como Gal.
—Existe una palabra en alemán, “hintergedanken”, que sería algo como “el pensamiento en el
fondo de tu mente” y ese pensamiento si lo reprimes Rage, va a hacerte el hombre más infeliz del
planeta.
Deposito mis oscuros ojos sobre los ojos claros de ella, pensativo.
—¿Qué es lo que quieres decirme? se clara. —levanto mi cabeza para observarla con más
detenimiento.
Sarah luce igual de fuerte, sexy y decidida como lo hizo aquella vez cuando la vi en mi club,
pero esta vez algo está cambiando en mí, es como si tuviera diferentes gafas puestas y la imagen
que recibo es completamente diferente a la del pasado.
—Que finalmente has encontrado quien eres, no lo dejes pasar, no dejes que se te escape.
Mi primera intención es descartar lo que está diciendo, pero cuando me detengo a analizarlo
comprendí que solo con ella podría hablar de un tema como este y no sentirme un idiota.
Recuerdo el día que entró a mi oficina y dijo unas palabras que me dejaron descolocado:
—Un hombre como Bruno, si desaparece no va a ser encontrado niña, te recomiendo que
renuncies.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Es el amor de mi vida. Quizás no lo entiendas ahora, pero cuando conozcas a alguien que
te arranque el corazón del pecho, ese día vas a recordarme y vas a entender de donde sale la
fuerza para seguir buscándolo.
Cuando Sarah dijo esas palabras la creí exagerada, delirante, ¿pero hoy? Hoy tienen un
significado diferente, hoy casi que las entiendo.
Me dejo envolver por lo tibio sillón, acomodando mi cuerpo para hablar con honestidad cruda
y nueva. Sarah se ve tranquila, despreocupada en su propio hogar, para nada incomoda por mi
presencia o lo que Bruno podría interpretar de esta situación, los dos hablando en la penumbra de
su propia casa.
—No sé qué hacer…no quiero caer de vuelta en…en… —comienzo a balbucear.
—¿En qué?
—En pensar que tengo una chance con alguien que no piensa de la misma manera. —la
observo fijamente esperando que comprenda a quien me refiero.
—Yo no soy un ejemplo en tu vida Rage, tu confundiste calentura con amor.
Me rio.
—No, no solo calentura. —Sarah coloca su mano en mi hombro y me pregunta:
—¿Sientes algo por ella?
—Si. —no puedo creer que dije eso.
—¿Sientes lo mismo que sentías por mí? —me detengo a pensar, leyendo mis sentimientos.
Si soy sincero conmigo mismo solo tengo una respuesta. La respuesta que quita el velo de mis
ojos.
—No.
—Ahí lo tienes, —sonríe— no fue tan difícil, ¿no?
—Bueno, no te ilusiones, todavía tengo un millón de cosas que resolver.
—Lo sé, pero lo importante es que te des prioridad, tu vienes primero y si esa mujer es lo que
quieres en tu vida, ve por ella.
Asiento, escuchándola con cuidado, después de todo, Sarah sabe lo que es perseguir algo.
—No sé si ella está interesada. —Sarah me mira con una ceja arriba, me hace largar una
carcajada.
—Rage, soy una experta en leer a la gente y esa mujer te ve con los mismos ojos que tú a ella,
probablemente esté esperando que des el primer paso, pero eres tan hombre que no te das cuenta.
—¿“Tan hombre”? ¿Qué mierda significa eso? —pretendo estar ofendido mientras la empujo
juguetonamente.
—Significa que internamente sabes que necesitas una compañera, solo que no está aceptado
eso entre los machos. —devuelve con un golpe en mi hombro.
—Tú tienes la culpa, yo estaba bien antes de que aparezcas en mi vida, ahora tengo que lidiar
con sentimientos.
—Yo solo te hice prestar atención Rage, esos sentimientos siempre estuvieron allí, no te
engañes, tu deseabas compañía mucho antes de conocerme.
Asiento, confesando la realidad de mi mente.
—Es hora de aceptarlo de una maldita vez creo. —digo derrotado.
No estoy moldeado para esta vida de motero, no pertenezco.
—Aparte, sostengo que lo más atractivo que encontrabas en mí, era que en realidad le
pertenecía a Bruno.
Suelto una carcajada.
—Puede que tengas razón.
Los dos reímos cómodos con nuestra amistad, creo que por primera vez puedo disfrutar de la
presencia de Sarah sin pensamientos atormentados sobre como ella es feliz con alguien que no
soy yo. No puedo creer que solo hace unos meses me sentía así, ahora solo puedo apreciarla
como una amiga.
—Sé que tengo razón Rage, siempre tengo razón, —sonríe mientras se acomoda en el sillón
para estar más cómoda— ahora voy a hacerte la misma pregunta que te hice al principio, ¿ya te
vas?
Maldita pequeña mujer asusta.
—Supongo que no.
—Bien, no hay nada que hacer esta noche, ella está segura aquí, mañana comienzas a planear
tu casería, ve a cuidar a tu mujer.
Estiro mis brazos hacia ella para encerrarla en un abrazo, Sarah es muy pequeña para mi
tamaño, pero intenta devolverme el abrazo de todas maneras.
Es un abrazo fraternal, un abrazo que concluye con mis sentimientos confusos, cierra una
historia irresuelta y trae cariño real y puro por esta mujer que hizo mucho por mi sin saberlo.
—Gracias, —digo sinceramente— pero si le dices a alguien de esta conversación no tengo
otra opción más que matarte.
Sarah carcajea sobre mi hombro.
—De nada, Rage.
CAPITULO 20

Gala
Mi cerebro se despierta antes que el resto de mi cuerpo. La verdad, no creo poder moverme de
esta cama por el resto de mi vida, aún me siento cansada y dolorida. Sujeto las mantas y las llevo
cerca de mi cuello mientras me hundo en la almohada más mullida del universo y pretendo que
mi vida no está prendida fuego, (literalmente hablando)
El dolor en mi hombro comienza a despertar, pero no lo suficiente para que cambie de
posición. Puedo escuchar pájaros cantando furiosamente del otro lado de la gran ventana y el
perfume a café recién hecho.
¿Qué hora será?
Abro apenas mis ojos secos y los cierro, el color de la luz que entra por la ventana me dice
que todavía es de madrugada, es ese gris característico de la primera hora del día que pronto se
transformará en un dorado intenso.
En otro momento de mi vida, me levantaría lista para comenzar el día, ayudar a Daniela en la
cocina, hablar con las niñas nuevas en la mansión, pero hoy no es un día común, hoy siento que
mi cuerpo pesa mil kilos y que no hay forma de que pueda moverlo por el momento.
Pero algo se mueve sobre el colchón y no soy yo.
Abro los ojos inmediatamente.
Rage esta acostado a mi lado, con los ojos infinitos fijados en mí y no aparta la mirada. Está
completamente vestido, acostado sobre las mantas, con su cuerpo de costado y una mano debajo
de su almohada.
—E-estas aquí… —balbuceo, nerviosa. Puedo escuchar en mi tono lo contenta que estoy de
verlo y me castigo mentalmente por demostrárselo.
Rage no contesta, él solo observa detenidamente, su mirada irradia algo que me intimida, algo
posesivo y poderoso, algo que no creo poder tener control, ni creo poder detenerlo. Su barba está
un poco descontrolada, tal como su cabello. Se lo ve más agreste que nunca, indomesticable. Y
eso transmite también, Rage vibra como un animal a punto de cazar. Hacer de su presa algo
propio y adueñarse del alimento frente a él, parece algo innato.
En un movimiento fulminante, estrella su boca contra la mía con ferocidad. Al principio la
sacudida me deja aturdida, pero cuando su lengua invade mi boca es cuando devuelvo el beso
con la misma rudeza.
Oh, dios.
Rodeo su cuello con mi brazo bueno y él sujeta mi quijada fuertemente para no perderme de
su agarre.
El beso de Rage es bestial.
Posesivo.
Violento.
Gimo dentro de su boca y Rage suelta las riendas que lo mantenían humano.
Escala sobre mi cuerpo, encerrándome en su locura, gruñendo furiosamente.
Besa como si hirviera, besa como si mi boca fuera sagrada. Coloca sus dos manos a los
costados de mi rostro, para que su botín no pueda escapar y me mantiene firme allí.
No entiende que pretendo escapar, quiero perderme en este beso para siempre, quiero besarlo
hasta el fin de los tiempos, hasta que pierda la cabeza y me deshidrate.
Tócame.
Siénteme.
Mátame.
—¡Ay! —siseo. Rage se detiene y suelta mi agarre cuando se da cuenta que acaba de
presionar mi hombro malo.
—Demonios, ¡lo siento! —dice perplejo.
—¡Estoy bien! Estoy bien, fue solo un pinchazo. —abandona mi cuerpo y se sienta a mi lado
observándome con culpa. Siento la pérdida de su calor y la extraño como si hubiera pasado una
eternidad.
—¿Cómo te sientes? —pregunta como si ese beso no hubiera cambiado todo entre los dos.
Oh no señor.
No voy a dejarlo, voy a por lo mío.
Ignorando su pregunta respondo con otra.
—No te fuiste, ¿por qué? —me urge entender a Rage antes de que sea demasiado tarde.
Antes de que suelte los sentimientos que tengo adiestrados.
Él sostiene la mirada, buscando desesperadamente explicarme algo sin palabras.
—Me di cuenta que quería quedarme —suelta.
—¿Por qué…?
—Porque quería cerciorarme de que estés bien.
—¿Por qué? Hunter, la verdad.
Suspira largo y pensativo.
—Porque no puedo despegarme de tu lado, ni aunque me arrastren a la fuerza los hombres
más fuertes del mundo.
Silencio.
Mi corazón palpita con una velocidad inhumana.
—Rage. —jadeo necesitando de su cercanía, de su piel contra la mía.
Esta vez yo me arrojo sobre él. Rage desliza su mano sobre mi pómulo derecho muy
tiernamente, nuestras lenguas vuelven a encontrarse y siento electricidad viajando directo al
centro de mi cuerpo.
—Lo intenté, —dice entre besos y con una respiración cortada— intenté no caer, pero fuiste
la fuerza que lo derribo todo.
¿Por qué no quería caer? ¿Qué había ocurrido en su pasado para que tenga tanto pánico?
Subo mi brazo y lo envuelvo atrayéndolo contra mí.
—Te necesito. —jadeo.
Lo necesito dentro de mí.
Rage niega con la cabeza y siento lo que repara un niño cuando le niegan algo.
—No aquí, no ahora, —explica, pero su cuerpo reacciona contrariamente deslizando su mano
por cada rincón de mi cuerpo— tengo que acabar con él Gal, no voy a poder dormir hasta que lo
destruya.
—Lo destruiremos Rage, los dos, no me alejes de mi propia guerra.
Me observa como si fuera epifanía.
—No quiero alejarte, quiero resguardarte.
—¿Y qué te hace pensar que yo no quiero lo mismo para ti?
Él asiente una vez, volviendo a endurecerse.
Pero él ya no es Rage, es Hunter.
Y es mío.
CAPITULO 21

Hunter
Gal insiste en levantarse, no creo que sea una buena idea, pero ¿quién la puede detener a esta
mujer obstinada?
Con cuidado la ayudo a caminar, aunque dice que no hace falta y que lo que más le duele es la
piel.
Sonidos de platos y cacerolas vienen de la cocina, así que la llevo para que conozca a la pareja
que nos está ayudando. Cuando entramos Bruno está cocinando panceta en una sartén, el aceite
suena rabioso por lo caliente que esta.
Sarah está sentada en la mesa, leyendo el diario del día. Son la pareja más normal y ordinaria
que vi en mi vida y los envidio con toda mi alma. Cuando Sarah nos ve entrar, se levanta de su
silla con una sonrisa y camina hasta Gal dándole un abrazo con mucho cuidado.
—¿Cómo te sientes? —pregunta.
Bruno saca la comida del fuego y se acerca a nosotros, colocando una posesiva mano sobre el
hombro de Sarah.
—Mejor, muchas gracias por todo, de verdad. —responde Gal con su tono de chica alegre y
normal, el mismo tono que usó aquella vez cuando no sabía que era la presidente del club
“Amazons”
—Yo soy Sarah y el cocinero es Bruno, estas a punto de experimentar los desayunos más
ricos de tu vida. —Sarah está demasiado contenta, me pone nervioso.
Mientras nos indica las sillas, Bruno estira su mano para estrecharla con Gal.
—Por favor, baja tus expectativas y no escuches a mi esposa. —Bruno me mira un segundo y
no puedo leer su mirada, pero con Bruno puede significar muchas cosas, como: “Dije esposa” o
“Solo estoy siendo amable porque Sarah lo es” o “Siéntate”, nunca se sabe con él.
Cuando los dos nos sentamos, Bruno sirve un plato lleno de comida a cada uno. Me resulta
raro verlo tan cordial y hogareño, sabiendo que hace tan solo una semana usaba esas mismas
manos para destripar a Búfalo.
Cuando todos estamos sentados en la mesa, comenzamos a comer y es Sarah quien rompe el
silencio.
—Gal, recuérdame luego que tengo cremas para esas heridas, cuanto antes las comiences a
usar, mejor.
—Gracias, es difícil moverme con facilidad con tanto dolor.
—No puedo imaginarlo. —dice Sarah y sé que está mintiendo, Sarah conoce de dolor más que
nadie, pero supongo que lo hace para mantener apariencias.
Ellas dos comienzan a hablar sin parar sobre los tipos de cremas para estas ocasiones y yo
solo las observo, viendo a las dos mujeres más importantes de mi vida, hablarse como si fueran
amigas desde niñas.
Maldición, esto es extremadamente extraño.
Bruno acomoda su garganta para llamar mi atención, así que mis ojos se fijan en él.
—Carter está en camino, dice que tiene cosas que hablar contigo.
—Bien, iba a ir al club de todas maneras.
Sarah y Gal dejan de hablar para concentrarse en lo que digo.
¿Qué demonios?
—¿Nos vamos? —pregunta.
—Yo sí, tú te quedas aquí. —digo por lo bajo mientras meto un pedazo gigante de panceta
frita en mi boca.
—Y una mierda, yo voy contigo, mis chicas están allí. —ruedo los ojos irritado.
No otra vez con esto…
—¿Chicas? —pregunta Sarah.
—Tenemos un club donde nos encargamos de proteger a las niñas que fueron raptadas, les
damos un techo y comida hasta que pueden volver con sus familias o en algunos casos quedarse
con nosotras, hasta que tengan mayoría de edad.
Sarah la escucha con mucha atención.
—¿Están buscando voluntarios?
Bruno deja caer los cubiertos sobre los platos, haciendo un ruido infernal que hace que todos
lo miremos.
—Sarah, no es el mejor momento, están bajo ataque. —habla entre los dientes, esta
extremadamente tenso.
—Justamente, necesitan protección, yo podría ayudarlas. —responde ella con calma.
Me acerco al oído de Gal y susurro:
—Sarah sirvió en el ejército.
—¿De verdad? —pregunta Gal entusiasmada —¡Podríamos tener a alguien como tu entonces!
Siempre aceptamos nuevos miembros en nuestro club.
Bruno me observa con odio y yo le devuelvo una sonrisa socarrona, luego recuerdo el
verdadero peligro que están atravesando y me meto en la conversación, para sacarle la idea a
Sarah de la cabeza.
—El profesor tiene razón, no es el momento ahora, estamos bajo ataque y necesitamos
resguardarnos de todos los frentes, espera hasta que esto se calme al menos.
—¿Todavía no hay señales? —pregunta Bruno con hombros más relajados, no sé por qué me
lo pregunta, sé que está totalmente al tanto de la situación.
Oh, claro, para desviar el tema.
—No, están escondidos como ratas asquerosas.
—Quizás deberías sacarlos de allí a la fuerza.
—Ganas no me faltan. —gruño por lo bajo.
De golpe, un timbre silba, Bruno saca el celular de su bolsillo y dice:
—Carter está aquí.
Cuando Hollywood entra a la cocina, se detiene en seco al vernos a todos desayunando en paz
y armonía en esta lujosa cocina.
—¿Estoy en un universo paralelo? —Sarah se ríe mientras se levanta y sirve un plato para él.
—Siéntate.
—Si señora. —responde mientras se sienta delante nuestro y al lado de Bruno.
—¿Cómo estás? —le pregunta a Gal.
—Bien Hollywood, gracias. ¿Cómo están todas?
—Están bien, el club no será como la mansión, pero no les falta nada, todos estamos haciendo
lo posible para que estén cómodas. —comienza a hablarme a mi— Vik usa sudadera y perfume
ahora, así que es un gran esfuerzo. —dice mientras comienza a pinchar comida como un bárbaro.
Me rio, pero nadie más lo hace, solo Carter y yo conocemos a Vik lo suficiente para saber
cómo es.
Sarah va a sentarse en una silla libre de las seis, pero Bruno la detiene, arrastrándola hasta su
regazo y sentándola allí y comienza a alimentarla de su propio plato.
Ella no se queja.
En otra época mi estómago se hubiera hundido por ver esa imagen, pero hoy no puedo esperar
para hacer lo mismo con Gal.
Pisa el freno Rage, calma tus pensamientos.
—¿Y el resto?
—Las que están en el hospital siguen allí, solo Coma está en estado crítico, las demás piensan
que en un par de días van a estar afuera, todas tienen custodia. Ah, por cierto, Goldy me pidió
que la llames. —Carter le da su teléfono celular y Gal lo toma, se levanta de la mesa y sale de la
cocina para hablar con privacidad. En el momento que se va, Carter detiene lo que está haciendo
y nos observa a los tres.
—¿Qué es esto? ¿Cómo es la dinámica de esta situación? ¿Cuarteto? ¿Swinger?
—Cállate… —gruñe Bruno.
—Dime que sabes. —ordeno para desviar la tensión del ambiente, aunque Sarah sonríe
disimuladamente.
—¿Puedo terminar de comer al menos? Estoy sin dormir, ni co—
—No, —interrumpo— habla.
Carter suspira cansado y suelta la comida para comenzar a darme el parte. Bruno lo observa
con sorpresa, no está acostumbrado a verlo acatando órdenes de alguien que no sea él.
Me pregunto si eso lo recela.
—Las cámaras de seguridad confirman que eran rusos, los dos que fueron a buscarlos
terminaron pasando un lindo momento con la policía, pero solo por pocas horas, alguien pagó
una fianza muy gorda para sacarlos de allí. —corta un pedazo de pan que hay sobre la mesa y lo
mete en su boca.
—¿Está confirmado que son enviados por Ivanov?
—Si, —dice con la boca llena— mis contactos dicen que los Devils from heaven están bajo su
ala y que Ivanov es intocable, que solo aparece para sacar las papas del fuego, por cierto —le
indica a Bruno— tus papas están cada día mejor.
Bruno asiente, satisfecho.
—¡Concéntrate, Carter!
—Lo siento, ¡pero es verdad! —se justifica— bueno, el punto es que Ivanov puso un precio
por la cabeza de Big K. Varios contactos se comunicaron conmigo buscando información.
—¿Y qué les dijiste?
—Que ella y todas las Amazons están bajo la protección de los Soulless Basterds.
—Bien.
En ese momento Gal entra a la cocina y como un idiota me levanto para ayudarla a sentarse,
Carter y Sarah comparten una mirada cómplice, no están acostumbrados a verme comportarme
así y francamente, yo tampoco.
—Goldy dice que está todo en orden, pero no estoy cómoda estando lejos de ellas, es mejor
que vaya.
—Pusieron un precio en tu cabeza, por el momento debes estar escondida. —explica Bruno y
yo le agradezco porque ya no sé cómo mierda hacer para que esta mujer no se tire debajo de un
camión.
—¿Qué diferencia hay entre estar aquí o allá? —discute Gal, se focaliza en mi— Rage, ponte
en mi lugar, ¿dejarías a tus hermanos solos?
Bueno, maldición.
—No, —digo honestamente, nunca los dejaría solos, de todas maneras, no pienso dejar de
pelear esto hasta donde pueda. —pero la seguridad de este lugar es diez veces superior que el
club y no estoy dispuesto a…
—Yo estoy dispuesta a arriesgar mi vida Rage.
Sus ojos son terminantes, su voz firme, diciendo que no va a retroceder con esto. Su valentía
provoca en mi la misma cantidad de admiración que de ira.
Es en este momento, que comienzo a planear como mierda hacer para no perderla.
—Creo que lo mejor sería preparar el club, ¿no? Reforzar la seguridad y esas cosas de motero,
¿no Rage? —Sarah intenta ayudarme.
Asiento y deposito mis ojos en Gal.
—Dame veinticuatro horas.
Gal se mantiene pensativa y los segundos que pasan me ponen más nervioso que el anterior.
—Esta bien, solo accedo esto porque tus amigos intentan ayudarte y lo aprecio. —dice con
media sonrisa que le hace cosas a mi entrepierna.
Maldición, cada día entiendo más a Bruno, ¿que tienen estas mujeres que me dominan de esa
manera?
Cuando terminamos de desayunar, me voy de la caja de cristal junto con Carter, me voy
tranquilo, porque las posibilidades de que alguien entre a ese fuerte eran igual de probables de
que Sarah decida divorciarse de Bruno.
O sea, nulas.
Cero.
Imposibles.
Aparcamos las Harleys en la puerta y saludo a los prospectos que vigilan el lugar. Cuando
entro, todo el mundo está a los gritos. Mis hombres van y vienen, ayudando en lo que pueden,
me saludan y siguen camino, cargando cajas, camas, bebidas...
En donde solemos hacer fiestas hasta la madrugada, hay catres con todo lo necesario para que
puedan dormir.
En los pasillos hay suministros de cosas que van a ser necesarias, comida, agua,
medicamentos, etc.
Todas las habitaciones de mis hombres están ocupadas por mujeres que están en peor estado
del general.
Mi oficina está cerrada y cuando entro esta igual a la última vez que estuve aquí.
Detrás mío entran algunos hombres junto con algunas Amazons.
Texas, Slider, Viking y Carter.
Tequila, Goldy y Kata.
Todos trabajando a la par, unificados.
Me siento y dejo que comiencen a hablar de a uno.
Es Goldy quien empieza, su rostro luce agotado, tiene algunas vendas sobre su brazo:
—Rage, primero quiero agradecerte por esto, si no fuera por ustedes estaríamos en la calle, —
asiento sin más, odio que la gente me agradezca— segundo, estamos haciendo lo posible para
ubicar a las chicas que sabemos de dónde vienen, eso lleva tiempo y trabajo de inteligencia, pero
tengo la esperanza que pronto vamos a encontrar sus hogares.
—¿Tercero? —pregunto.
Carter es quien da un paso al frente.
—Tenemos que planear esto a fondo, no puede haber errores.
—Estoy de acuerdo.
Todos están muy comprometidos con esto, me hace sentir orgulloso y por fin no estoy tan en
desacuerdo con mi cargo de presidente.
CAPITULO 22

Gala
Lo que verdaderamente me intriga sobre la anatomía del ser humano, es como el cuerpo le da
prioridad a un dolor por vez, para hacer de toda la situación, algo más soportable.
Por ejemplo, ayer lo único que podía sentir eran en mis pulmones y como no veía la hora de
poder respirar con normalidad, luego vino la herida en mi hombro y eso paso a ser el segundo
dolor que podía focalizarme, hoy el dolor hizo una metamorfosis y se transformó en duelo y la
razón de ese duelo es el resultado de haber vivido una experiencia que no quería volver a repetir
en mi vida.
Entonces el dolor puede sentirse de la misma manera, tanto físico como mental, tienen el
mismo peso y la misma intensidad.
Por eso hace dos días no estaba lista para pensar en estas cosas, pero hoy sí, hoy mi cuerpo se
curó lo suficiente para que mi mente procese estas cosas, cuando antes no estaba listo.
Es solo cuestión de absorber, adaptarse y seguir caminando, por esa razón es que quiero
volver a mi club.
Tengo que obligarme a hacerlo, aunque mis fobias y miedos me susurren palabras
reconfortantes para que me quede quieta.
El fuego siempre fue un enemigo temible, todo lo que tenga llama y caliente frente a mí, pasó
a ser el monstro bajo la cama, el miedo que interrumpe o el causante del aislamiento social que
padecí toda mi vida. Uno no se da cuenta cuantos acontecimientos sociales están directamente
vinculados al fuego.
Campamentos. (la fogata puede salirse de control)
Barbacoas. (lo mismo)
Festivales. (no me hagan hablar de las antorchas que usan ahora)
Cocinar. (¿para qué encender el fuego si puedo usar microondas?)
O simplemente cenas románticas a la luz de la vela. (nunca)
Todas esas cosas son repelentes para mí y lo fueron durante toda mi infancia, adolescencia y
adultez. Por eso cuando vi la botella entrar por la ventana en lo único que podía pensar fue en
que mi contendiente más grande finalmente me alcanzó en la carrera imaginaria y ganó. El fuego
no tiene piedad, te destruye física y mentalmente. Cuando era niña no podía tolerar perder todos
mis peluches, mi ropa, mis dibujos, las zapatillas más cómodas que tenía, mi taza preferida.
Todo eso, evaporado en menos de media hora.
Cuando te recompones a través de los años, comienzas a reconstruir tu vida, tienes una taza
nueva que pasa a ser tu preferida, ropa que te queda mejor, unas zapatillas aún más cómodas que
las anteriores y nuevos dibujos mucho más creativos, claro que eso lleva tiempo y uno no se da
cuenta hasta que pasan los años y puede observar el pasado con conciencia.
Hace dos noches perdí todo otra vez y en esta oportunidad, no estoy tan preocupada. Sí, no
tengo ropa, mi motocicleta fue arrollada por un camión y probablemente sea irrecuperable, mi
anillo de calavera se perdió en algún momento de la noche y mi celular desapareció, pero ya
nada de eso me afecta demasiado, porque todas estamos bien, seguras y vivas. Vamos a resurgir,
lo sé, porque la voz de la experiencia me lo dice y porque hay males mucho peores que el fuego
y están sueltos, aterrorizando niñas, poniéndolas en manos de degenerados y pervertidos.
Siempre es sano poner todo en perspectiva, sino tu mundo se vuelve diminuto, tus problemas
gigantes y tu ego desmedido.
Mi compromiso con estas chicas es fuerte y prioritario, no me importa no tener ropa, solo
quiero que ellas estén seguras y sabiendo que están en manos de esos moteros, me da
tranquilidad mental.
Aunque la ansiedad me supera y no veo la hora de ir con ellas.
En mi día de recuperación me la pasé hablando con Sarah, es una mujer reservada pero
sumamente cordial, se la pasó haciéndome preguntas de cómo funciona un club, cual es la
dinámica y el propósito, le expliqué que a veces, hay personas en la sociedad que no encastran
con el resto, pero no significa necesariamente que no quieran tener un círculo social, ella
comprendió todo como si se sintiera identificada y está muy interesada en colaborar con la
iniciativa.
El club no solo brinda compañía, sino un propósito, muchas de las integrantes que componen
este club vienen de matrimonios violentos, hogares sin amor, surgen de historias de vida que te
pondrían de rodillas, pero, sin embargo, están de pie, intentando vivir su vida al máximo y
encima, ayudan a otras mujeres que pasan por lo mismo o algo similar.
Y no hay nada que dé más satisfacción que la solidaridad.
Ella me escuchó atentamente, asintiendo a todo lo que digo, Sarah se veía como una mujer
que encajaría en nuestro club sin pensarlo, su cuerpo esta tatuado hasta donde llegan mis ojos, su
contextura física es de revista de deporte y su aura dice que no le tiene miedo a nada.
No es que no aceptemos mujeres diferentes a nosotras, es solo que, al momento de tomar
decisiones y poner la espalda en riesgo, no todo el mundo está dispuesto.
Sarah me ayudó a embadurnar mi cuerpo con crema corporal, prometió dejarme sola al menos
por unas horas, dijo que no quería ser pesada, me explicó que lo que le pasaba era que no solía
tener compañía femenina que encastre con ella y que estaba emocionada por mi presencia en la
casa, le roge que no me deje sola, porque estar en soledad solo llevaba al pensamiento.
Y si tenía mucho en que pensar.
Hace años que investigué y analicé la razón por la cual los hombres y hasta a veces mujeres se
involucran con un negocio como la esclavitud y la respuesta siempre es la misma. Ellos
simplemente no tienen ese chip interno que les dice lo que está bien o mal, tal como un asesino
serial o una mujer con una porción de pastel delante de ella, ellos simplemente van a por ello sin
pensar en las consecuencias.
Por eso existen los Búfalos y los Ivanovs.
Hoy entendí que el fuego lleva ese nombre, el diablo en persona y sabe quién soy.
Y sé que es solo cuestión de tiempo, hasta que me encuentre y haga de mi un ejemplo, pero no
estoy sola, están todas estas mujeres y hombres a mi lado.
Está Rage.
Rage.
Hunter.
Mi estómago se contrae, como una adolecente caliente cuando pienso en él y debo confesar
algo, no es la primera vez que veo a Rage.
Nuestro encuentro en el gimnasio de George no es nuestro primer encuentro.
Rage es conocido en la ciudad, todo el mundo sabe quién es, que hace y que es capaz de
hacer, aunque él no conoce a nadie (al menos no socialmente), pero eso es lo que pasa cuando
eres poderoso.
Todos saben quién eres y de lo que eres capaz de hacer.
Hace un par de años, escuché como una nueva y renovada banda de moteros conquistaba la
ciudad, eran un mito, porque nunca los había cruzado por ningún lado, hasta que un día vi al
menos diez motocicletas aparcadas en un solo lugar, como buena fanática (gracias a mi padre),
las inspeccioné, admiré y continúe con mi camino.
Alguien me grita a lo lejos.
—Oye, hermosa, si quieres verla más de cerca puedo darte un paseo. —volteo para ver como
todo el club salía de un bar de mala reputación, todos ellos sonreían y se reían de lo osado que
fue ese hombre.
Hoy sé que se llama Viking y que es uno de los miembros más carismáticos del club, también
el más joven.
—No gracias, prefiero usar la mía. —giro sobre mis talones y sigo mi camino mientras todos
se burlan de él, por eso se volvió denso e insistente.
—¿Segura? —volteo irritada para ponerle fin a esto, los hombres no saben lo que es un
rechazo— La mía probablemente sea más ancha y larga que la tuya.
Entre cuerpos, Rage aparece, no sé cómo no lo vi antes, siendo que les pasaba a todos una
cabeza y media.
Golpea la nuca de Viking como correctivo.
—Dijo que no, súbete a tu maldita motocicleta y vete de aquí.
Quería agradecerle, quería recompensarlo por buen comportamiento, pero mis palabras se
quedaron atoradas en mi garganta, mientras veía a un semi-dios subirse a su motocicleta.
Él no me miró ni una vez.
Pero algo cambió, algo lo hizo mirar esta vez, más allá de que me tenía como objetivo, algo lo
hizo sucumbir y darme un beso que nunca experimente en mi vida.
Su aura bestial que me atrae como una mosca a la luz.
Maldición Gal, estas en problemas.
Mi padre me diría que corra hacia la dirección contraria, porque este tipo de hombre no traen
más que problemas y bien lo sé yo. Usualmente no miraría un hombre como Rage, no necesito
un hombre que me haga sentir protegida, nunca lo necesité, yo siempre anduve por la vida
poniéndole el pecho a las balas. Resolviendo mis problemas, afrontando mis miedos sola.
Yo era suficiente.
Pero hoy…
Un suspiro muy profundo se desprende de mis pulmones y me vacío por completo.
Hoy lo sí necesito, necesito su ayuda, saber que está allí en caso de que todo se vaya a la
mierda, como pasó hace unos días. Necesito sentirme contenida.
¿Es un pecado acaso?
Cuando lo vi entrar a mi habitación de hospital, (en ese momento me sentía tan dolorida y
sola), fue una sensación nunca antes explorada, sentí un alivio tan intenso que hizo que me
olvidara de todo por un instante. Verlo allí, pendiente, interesado.
Protector. Mío.
No pude resistirlo más y abracé la idea de que a veces voy a necesitar un compañero y
maldición, este es el indicado.
Por favor no te equivoques Gal.
No creo poder resistir otra grieta en mi corazón.
Hace muchos años, con apenas veinte años inexpertos, creí que había encontrado el amor de
mi vida. Él tenía todo lo que quería en un hombre y me prometió todo lo que mis oídos querían
escuchar. Estaba enamorada, lo amaba y él me amaba a mí.
Había un solo problema.
Amaba a su polla también.
Y el desgraciado la compartía con cualquier perra que se le cruzaba por el maldito camino.
Respira Gal…respira.
Cuando me enteré, llevábamos un año de casados y una persona anónima envió fotos de él,
con al menos diez mujeres diferentes, en diferentes ocasiones.
Diferentes posiciones.
Diferentes locaciones.
Junté mis cosas y me fui.
Porque como dije antes, yo soy suficiente. Él solo cometió el error de creer que yo iba a
arrastrarme toda mi vida para estar a su lado, perdonándole todas las cosas que me hacía.
¿De verdad?
No, querido, conmigo no.
Cargué lo que entraba en mi motocicleta y me escapé de ese lugar tan ponzoñoso.
Le había mentido a Rage cuando le dije que me había criado aquí. Me fui de esa ciudad por
una razón y esa razón debe quedarse donde está, en el pasado.
No porque sintiera vergüenza de mi misma.
No porque no quería volverlo a ver.
Me fui de allí porque sinceramente tenía miedo de matar a ese hijo de puta y no iba a ir a la
cárcel por un tipo que no supo valorarme.
¿Ir a la cárcel por un hombre?
¡Ni de coña!
Así que cuando llegué a esta ciudad vine con otra filosofía, lo tenía todo planeado en mi
cabeza.
Iba a tener mi propio club.
Iba a realizarme primero como persona, luego como mujer.
Iba a follar con quien se me dé la gana y sin ataduras.
Iba a evitar cualquier relación sentimental a menos que sea con una mujer.
Iba a ser libre.
Cumplí con todo, excepto…
Excepto la parte donde no contemplé que Rage iba a aparecer en mi vida y que iba a
deschavetar cualquier plan que tuviera en mente.
Pero también creo que mi parte más vulnerable finalmente se cicatrizó, sano heridas del
pasado y ahora está lista para alguien nuevo, sino ¿por qué otra razón estaría a los pies de este
hombre?
Maldición Gal, ¡fue solo un beso! ¡cálmate!
Si, lo sé, lo sé.
Pero, ¿por qué tengo la sensación de que Rage es algo mucho más grande que solo un beso?
“Solo un beso”, no besa así, no emana fuego, no consume tu alma solo usando los labios, “Solo
un beso” esta para quedarse, tragarte y (esperemos que no) escupirte viva.
CAPITULO 23

Hunter
Veinticuatro horas después, me encuentro en la puerta de la casa de los D’amico, listo para
transportar alguien que se volvió muy importante para mí en muy poco tiempo.
Sarah abre la puerta y me deja pasar, me señala con el dedo donde está y camino directamente
hacia el cuarto de invitados. Cuando entro a la lujosa habitación encuentro a Gal mirando la
televisión con cara de aburrimiento. Una sonrisa junto con una carcajada aparece
sorpresivamente en mí, ella luce adorable allí, en una cama, que parece que la abraza como lo
quisiera hacer yo.
—¿De qué te ríes? —pregunta indignada. Me detengo al lado de la cama, de brazos cruzados
para observarla con detenimiento.
—De ti, —respondo— intentando entretenerte y fallando estrepitosamente. —Gal apaga la
televisión y arroja el control remoto a los pies de la cama, como una niña encaprichada.
—¿Sabes cómo llamaba mi padre a la televisión? —niego con la cabeza lentamente, estoy
disfrutando esto. —“Caja boba” y ¿sabes qué? Tenía razón, hace horas que estoy mirando un
programa horrible de una familia que pretenden tener una vida interesante mientras pienso, “¿por
qué mierda estoy mirando esto?” —sigo sonriendo divertido por todo este berrinche.
—¿Y por qué no buscaste otra cosa que hacer?
—¿Cómo qué? —¿pensar en mí?
—Como ir con Sarah a hablar de cosas de chicas… —respondo levantando mis hombros. Gal
no parece contenta con mi respuesta.
—¿De verdad, Hunter? —amo que me llame por mi nombre, le hace cosas a mi cuerpo que no
puedo explicar— ¿Eso crees que hablamos las mujeres nada más? ¿“cosas de chicas”?
—¡No lo sé! ¡Dije lo primero que se me ocurrió! —mentira.
—Igual lo intenté hace un rato, pero cuando fui a buscarla la encontré muy íntima con su
marido en la cocina, así que me retiré lentamente y en silencio hasta aquí. —dice derrotada.
Dejo salir una carcajada y ella de queda mirándome con curiosidad. Me siento a su lado y
digo:
—Sí, son muy íntimos ellos. —cuando me doy cuenta mi mano está en su cabello, deslizando
un mechón por detrás de la oreja. Nuestros ojos conectan y los dos nos analizamos con
detenimiento.
¿Que ve cuando me ve? ¿ve a un monstruo desalmado como creo que soy? ¿ve a un hombre
que fue capaz de matar a su hermano? o ¿ve alguien digno para ella?
Alguien con quien…
¡Detente!
—Bueno, dime al menos que tienes algo que contarme. —dice rápidamente para cortar la
tensión. Pretende acomodar las sabanas que ya estaban en perfecto estado para poder mirar hacia
otro lado, pero los dos sabemos que la tensión sigue allí y no se va a ir a ningún lado.
—Todos están haciendo un maldito buen trabajo. Goldy consiguió catres para todas, mis
hombres están colaborando con todo lo que pueden, todo se ve organizado y funcionando.
—Me alegra mucho, —dice con honestidad— Coma ¿cómo está?
—Sigue en estado crítico, su madre esta con ella y mis hombres hacen guardias para
cerciorarnos que no les ocurra nada, el resto ya están bien, creen que les van a dar el alta hoy a
última hora.
—Gracias Hunter, ya sé que lo dije mil veces, pero no tengo palabras.
—Deja de agradecerme, este problema es tanto tuyo como mío ahora, así que para ya con el
llorisqueo. —me sale más brusco de lo que quiero expresar, pero ella parece comprender que me
incomoda todo esto del agradecimiento, no sé cómo reaccionar.
Pero Gal, la comprensiva, sonríe y asiente, porque puede leerme como un papel malditamente
translucido.
Y ahí está la tensión otra vez.
Maldición, lo único que puedo pensar es en presionar su cuerpo en esta cama y reclamarla.
Pero no puedo, algo me dice que no lo haga.
No todavía.
Tengo que ir con cuidado, lento. Tanteando bombas en el camino.
Pensé en ese maldito beso todo el maldito día y noche, no iba a hacerlo, no fue planeado con
cuidado como hago todo, ese beso fue un arrebato, un impulso inconsciente, un llamado de mi
cuerpo. ¿Qué tiene Gal que hace que pierda el control? ¿Su boca? ¿Su perfecto y redondo
trasero? Maldición, ¿es la falta de oxígeno cuando está cerca que hace que quiera respirar su
aire?, la deseo tanto ahora mismo que mis manos punzan por tenerla, besarla, lamerla, tomarla,
quiero arrastrarla sobre mí y follarla bestialmente.
Pero mi cuerpo esta rígido, inmóvil. Demasiado temeroso. El cuerpo tiene memoria dicen,
pues si, memorias de un pasado donde mi corazón terminó desmembrado y resentido.
¡Di algo!
—Mis hombres están fuera esperándonos.
—¡¿Que?! —me empuja lejos de la cama para poder levantarse. —¡Tengo que prepararme,
Rage!
Rage otra vez, maldita sea.
Sarah le había prestado algunas de sus ropas, obviamente no son del mismo tamaño, Gal es
mucho más alta que Sarah, maciza, de curvas muy pronunciadas, así que la ropa de Sarah, bueno,
le queda apretada y no me estoy quejando.
De hecho, no puedo quitar mis ojos de sus pechos apretados y sobresalientes.
Metería mi cabeza allí y me perdería en su piel.
Ella corre por la habitación, justando todas sus pertenencias, que no son muchas, agachándose
delante mío como si fuera un hombre de mente fuerte.
No sabe lo que me está haciendo.
Cruzo mis brazos y me apoyo sobre la pared para tener un mejor ángulo.
—¡Lista! ¡Oh! Espera… —comienza a desarmar la cama para juntar las sabanas.
Yo inclino mi cuello para ver mejor.
Oh, como estoy disfrutando esto.
—No tienes que quedar bien con Sarah, no hace falta que hagas estas cosas. —se detiene de
brazos cruzados para responderme.
—No lo hago por esa razón, lo hago porque es lo que corresponde. Ellos me ayudaron, lo
mínimo que puedo hacer es sacar las sabanas que yo usé, ¿no te parece?
Sonrío satisfecho por sus formas y yo nunca estoy satisfecho, eso solo significa una cosa y esa
cosa va a matarme.
Maldición, ¿es esto amor?
¡Puaj!
La pregunta de Sarah retumba en mi inconsciente, esto no es lo mismo que sentí con ella, esto
tiene otro condimento, otro sabor. Gal es un plato perfecto, uno cocinado para mí, solo para mí,
no tengo que compartirlo con nadie si no quiero. No tengo que esperar que decida qué camino
tomar, no estoy solo del otro lado de la vereda.
No tengo que esperar.
Cuando vuelvo de mi epifanía, Gal tiene una gran pila de sabanas en sus brazos e intenta abrir
la puerta con sus manos ocupadas, no va a poder abrirla y me abuso de ello, mirándola
rebuscarse para lograrlo. No pide ayuda, no protesta ni suelta la montaña que tiene en su mano,
está aquí encerrada conmigo hasta que yo decida abrir la maldita puerta o al menos eso creí,
porque esta obstinada mujer coloca sus manos casi de manera no humana y victoriosamente la
abre.
No, no estoy listo para que escape.
Cierro la puerta, empujándola bruscamente.
Hasta aquí llegué.
Mi brazo está por encima de su cabeza, mi cuerpo se eleva sobre ella como la presa pequeña
que es.
Por favor no me lastimes.
Cuando voltea para entender que mierda me pasa, me arrojo sobre su boca, empujándola
contra la puerta rudamente. El sonido es violento y temo que vengan a ver si ella se encuentra
bien.
Podrían intentarlo, pero no voy a parar, no puedo, no ahora.
Es demasiado tarde.
Tomo su quijada y fuerzo su boca, mientras mi duro miembro presiona sobre su estómago.
Ella deja caer las sabanas al suelo para rodearme con su brazo bueno, aceptándome, sin
reprimirse, sin dudar, sin pensar en que hay otro esperándola. Ella pide más y cuando mi cuerpo
deduce el deseo de esta mujer, es cuando libero todo de mí. Hinco mis manos sobre su trasero,
levantándola para tenerla más cerca. Sus piernas me rodean sobre la cintura y provoco su centro
con precisión.
Instinto.
Mia.
Nuestras manos no dan abasto, el tacto no es ni remotamente suficiente, los dos los sabemos.
Nuestros cuerpos están soldados, fusionados el uno con el otro. Mi lengua penetra su boca y la
de ella juega con la mía.
—Maldición, voy follarte aquí mismo. —gruño antes de enterrarme en su cuello, ella huele a
sol y verano.
Huele a libertad y paz.
Entierro mis manos en sus grandes nalgas y aprieto contra mí, enterrando mis dedos en su
piel, dejando mi marca probablemente, ella responde gimiendo dentro de mi boca y perdiéndose
en la sensación más animal y descontrolada que sentí en mi vida.
—Hazlo. —gime dentro de mi oreja, mordiéndola, lamiéndola.
Ella me anhela, no hay dudas.
La desuno de la puerta para arrojarla sobre la cama, su cuerpo cae sobre el colchón desnudo.
Sus mejillas tienen una película rosa, sus ojos cargan con el peso del apetito carnal,
instintivamente mi boca vuelve a la de ella, no creo poder parar de besar estos labios carnosos y
exuberantes
Mi celular vibra, lo tomo de mi bolsillo trasero y lo arrojo lejos de mí.
—Que esperen. —gruño y ella asiente frenéticamente mientras intenta sacarme el chaleco con
manos inquietas. La ayudo removiéndolo con prisa y cuando llega al suelo, quito su ropa,
deslizando mis manos sobre su pecho, apretando esos senos redondos y grandes.
Maldición, voy a follarla tan duro que se me va a caer la maldita polla.
Tocan la maldita puerta.
—Oye, no quiero ser el típico bloqueador de pollas, pero la mayoría de nosotros estamos aquí,
esperándolos y eso significa que hay menos gente custodiando en el club, así que, si pueden ir
cerrando el asunto, les estaría agradecido. —Carter del otro lado de la puerta con tono de voz
irritado.
Gal se detiene.
Sus labios ya no están sobre los míos.
—Tiene razón, —susurra apenada— dios, tiene razón, no pensé.
Me empuja lejos de ella para levantarse de la cama y volver a ponerse la poca ropa que logré
quitarle. Alza la montaña de sabanas y abre la puerta velozmente, desapareciendo dentro del
corredor.
Exhalo aire.
Allá va ella, corriendo lejos de mí y mis malditas garras.
Me siento en la cama, acomodando mi rígido y frustrado miembro, me pregunto cómo me
permití perder el control de esa manera y por qué no siento ni un poco de culpa al respecto.
Cuando salgo en búsqueda de Gal, la encuentro en el living despidiéndose de los D’amico.
Carter me mira con firmeza, esta de brazos cruzados apoyado sobre una pared, no está contento
conmigo. Lo ignoro, porque justamente lo que busca es demostrarme que está enojado y en este
momento lo único que me interesa es que esa mujer llegue a mi club sana y salva.
Gal se da un fuerte abrazo con Sarah y luego saluda a Bruno, estrechando su mano muy
cordialmente. El profesor tiene la misma capacidad social de una avispa y Gal definitivamente lo
nota, cuando es mi turno de saludarlo, estrecho mi mano firmemente, él asiente sabiendo que
estoy agradecido pero que nunca en mi puta vida lo voy a decir en voz alta. Sarah espera que la
salude con una sonrisa tímida en su rostro, como si supiera lo que acaba de pasar en esa
habitación. Camino hacia ella y la abrazo con fuerza, dándome el lujo de molestar al profesor y
demostrarle a ella como valoro su amistad.
— Gracias. —murmuro en su oído.
—De nada y comienza a contestar mis mensajes, quiero saber cómo se desarrolla esto. —
susurra, aunque el profesor puede escucharla.
—No te prometo nada. —ella se ríe y finalmente la suelto, guiñándole un ojo.
Tanto el profesor como Gal, nos observan con curiosidad, el único que nos ignora es Carter
que teclea su celular furiosamente.
Camino hasta la puerta de la mansión y puedo ver cómo se desarrolla mí plan: traje cinco
motocicletas, una camioneta y mi Jeep.
Distracción es todo lo que necesitamos. Vamos a movilizarnos juntos, las motos van a rodear
mi auto como barrera de protección y la camioneta va a tomar un camino alternativo.
Pero Gal no va a ir en ninguno de estos vehículos.
¿Exagerado? Puede ser
¿Prudente? Definitivamente.
Gal y yo vamos a ir en el auto de Bruno y Sarah, quien Bruno accedió a prestármelo
momentáneamente, con la condición de que Carter tiene que traerlo esta misma noche.
Todos nos subimos a los vehículos, ejecutamos las radios para mantenernos en contacto en
caso de un intento de secuestro.
Primero salen las motos rodeando mi Jeep, el portón se abre y desaparecen en el camino
agreste que protege esta mansión.
A los quince minutos exactos, arranca la camioneta del club con dos prospectos, cualquiera
que esté esperando interceptar el traslado, va a tener en cuenta que puede haber un vehículo
alternativo y ellos son la carnada.
Pero ¿un tercero? ¿Quién es tan obsesivo como para generar una tercera distracción?
Este tipo.
De todas maneras, estar en este vehículo y alejados de todo el movimiento no quita que los
dos estemos armados hasta los dientes.
Gal se sube al vehículo el cual aborrezco, un silencioso Tesla modelo S, uno de los autos más
caros que existen actualmente. Es un automóvil que connota jóvenes con dinero, empresarios con
juguetes nuevos y hombres que buscan impresionar a la sociedad con una maquina
revolucionaria. Por supuesto que Bruno lo tiene y claramente estos hombres no esperan verme en
una máquina de este calibre.
El auto se desliza casi sin sonido por la calle, el tráfico es normal, nadie parece estar apurado,
nadie hace nada imprudente. La gran pantalla en el medio muestra en el mapa el tráfico, predice
que va a continuar así por al menos media hora más. No me siento cómodo en este vehículo, es
demasiado moderno y lujoso para alguien como yo.
Alguien rustico y austero.
Cuando observo a Gal, siento que ella tiene la misma sensación, parece que no quiere ocupar
demasiado espacio en su asiento.
—¿Te gusta? —pregunto mirándola de reojo. Mi mirada varia entre los tres espejos,
constantemente.
—Oh, no, lo detesto. —susurra y luego se tapa la boca— ¿Puede escucharnos? —pregunta
nerviosa.
Dejo salir una risa por la nariz.
—No y si te escucha que se vaya a la mierda. —respondo.
—Es muy lujoso para mi ¿sabes? Siempre voy a preferir el viento en mi rostro, es mi estilo,
más…
—¿Salvaje? —completo su frase, usando la misma palabra que uso ella conmigo, me
devuelve la mirada con una tímida sonrisa.
Una sonrisa adorable.
Maldición.
—Si, me gusta más eso y no me mal intérpretes, todo esto del medio ambiente está muy bien,
pero somos almas viejas, ¿sabes? tenemos otros gustos, otras necesidades. —estiro mi mano para
sujetar la de ella, entrelazamos los dedos y conectamos otra vez.
¿Puede ser ella mi cable a tierra? ¿El silencio en un día ruidoso o quizás la paz que viene
después de una tormenta?, no lo sé aún, honestamente me da miedo investigar con profundidad y
sé que ahora no es el momento de pensar en el futuro, mi cabeza tiene que estar concentrada,
enfocada en una escoria rusa que atormenta mi ciudad.
La radio hace un sonido que llama mi atención, la voz de Carter aparece.
—Jeep en el club. —avisa.
Tomo la radio y pregunto:
—¿Prospectos? —los llamo— ¿En qué estado está la camioneta? —los dos nuevos prospectos
se ofrecieron voluntariamente, aunque les avisé que podían ser objeto de destrucción, ellos
dijeron que querían hacerlo de todas maneras, son muchachos de no más de veinte años,
prometedores y espero que tengan un futuro en el club.
Nadie responde.
Frunzo mi ceño.
—Hollywood, ¿tienes noticias?
—No, ellos no responden, el GPS indica que están en la autopista interestatal.
—No es el camino que acordamos, se alejaron de la ruta original. —reprocho.
—Lo sé. —dice Carter sin agregar nada más, ninguno quiere decirlo en voz alta, pero todos
sabemos que estas son muy malas noticias.
—Llegamos en diez minutos. —digo dejando la radio entre mis piernas.
—Enterado.
Gal toma mi mano de vuelta con cara de preocupación.
—No voy a perdonármelo nunca si algo les ocurre. —dice mirando hacia la ventana yo la
acaricio con mi pulgar para darle un poco de consuelo.
—Intenta no pensar en ello. —es lo único que me funciona en este tipo de situaciones.
Cuando llegamos al club, Carter sigue intentando comunicarse con los prospectos, está en mi
oficina, tocando botones en el ordenador y hablando por la radio repetitivamente. Cuando me ve
entrar hace un gesto negativo.
—Envía a alguien, ya. —digo, sin dudarlo—¿Quien está libre?
—Vik.
Abro la puerta y grito:
—¡Viking! —mi voz retumba por el club, todo el mundo parece detenerse, inclusive Gal que
está hablando con las niñas que la recibieron con entusiasmo. El vikingo entra a mi oficina con
su altura y gran contextura física en menos de un segundo, tal como lo dijo Carter, está
completamente vestido, hasta su cabello está recogido.
¿Eso es perfume lo que huelo?
—Escucho. —dice.
—Ve a ver que mierda pasó con los prospectos, llévate a alguien.
—¡Enterado! —sale del cuarto y desaparece.
Carter y yo estamos solos y por su mirada intensa, casi que ya puedo saborear la riña que
estamos por tener, esta tenso y esta es la primera vez que tiene que lidiar con una situación así.
—Entiendo que tengas juguete nuevo, pero la próxima vez, intenta no poner en riesgo la vida
de los demás. —usa un tono paternal conmigo y eso me saca de las casillas.
—¿Disculpa?
—Alguien lo tiene que decir y soy el único que tiene los cojones para hacerlo dentro de este
club, fuiste irresponsable y egoísta Rage, tu armaste todo este plan y fuiste el primero en romper
las instrucciones, teníamos un cronometro, todos lo seguimos al pie de la letra y si los prospectos
no aparecen, voy a culparte, sin mencionar que este lugar estuvo vulnerable, solo por una
persona. No es justo. Había al menos diez mujeres en este lugar que dependen de nosotros. —sus
ojos están encendidos, su voz es autoritaria y firme, nunca lo vi así.
Y casi que sonrío orgulloso, pero prefiero no hacerlo para no empeorar la situación.
—Tardamos diez minutos de más —camino hacia él, dando pasos pesados y me detengo a
centímetros de su rostro. Él no se mueve, ni un poco, demostrándome que no me tiene miedo—
¿O quizás todo este berrinche es porque querías volver rápidamente por alguien en particular?
Me empuja violentamente hacia atrás, sus ojos están iracundos.
Te tengo.
—No seas un idiota, —me señala con el dedo— me alegra que hayas dejado a Sarah atrás,
pero eso no te da el derecho de joder la vida de los demás. —camina hacia mí, golpeando mi
hombro derecho, abre la puerta y la cierra fuertemente.
Maldición, Hollywood tiene razón, fui imprudente y me dejé llevar por el punzante deseo que
esa mujer me despierta.
De ahora en más, tengo que mantener la cabeza en el juego y no perderme en ella.
Aunque sea la tarea más difícil.
CAPITULO 24

Hunter
Vik llamó para informar que los prospectos aparecieron muertos con el símbolo de un Búfalo
marcado en el pecho, los “Devils from Heaven” están resentidos y no van a parar hasta que la
balanza esté en perfecto equilibrio, por eso sé que esto no es suficiente para ellos y no van a
detenerse aquí.
Dentro de la iglesia, brindamos respeto a nuestros caídos, en otras épocas hubiéramos
montado una fiesta y recordaríamos los mejores momentos de aquellos prospectos con alcohol y
carcajadas, pero eso no ocurre hoy. El ambiente en el club no es igual, yo no estoy igual. Todos
mis hombres se mantienen en luto, no solo porque perdieron integrantes, sino porque no fueron
protegidos por el club y eso es algo que ningún motero puede masticar, por eso evito la mirada
de Carter cada vez que lo veo, no quiero que me recuerde que todo esto es por mí y mi nuevo
capricho.
—La seguridad tiene que ser mucho más estricta, nadie entra o sale sin nuestro permiso,
quiero rondas de vigilancia y gente montando guardia durante la noche. —digo de pie, en la
cabecera de la gran mesa— Algo que demostraron los rusos es que no conocen los códigos que
usamos dentro de este país, inclusive dentro de todo este caos, nadie, repito, nadie puede atacar
una sede de la manera que lo hicieron y seguir con vida, ¡¿soy claro?!
—¡Si! —gritan todos al unísono.

✽ ✽ ✽

Una semana transcurrió desde el incendio, Goldy pudo ubicar a la mayoría de las niñas,
inclusive las que estaban en el hospital. Por el momento solo quedan cinco, que se volvieron
miembros activos de esta nueva comunidad que creamos. Ellas ayudan con todo lo que pueden,
pero siempre desde la distancia, ninguna de ellas todavía ha hablado conmigo, ni mirado a los
ojos, entiendo que no soy el hombre más amistoso del planeta, apenas entiendo porque mis
hermanos me quieren de presidente.
El resto de las Amazons siguen buscando como derrotar a Ivanov, pero desde la muerte de
Búfalo que son mucho más reservados al momento de enviarlas a otros países y se redujo la
cantidad de mujeres desaparecidas.
Ellas trabajan muy duro y hacen todo, el trabajo de inteligencia, la organización, la
contención. A veces siento que los hombres somos solo herramientas inferiores aquí, cuando lo
único que sabemos hacer es apuntar a matar o asustar gente y alejarlos de nosotros.
Por ahora esto funciona, ninguno de mis hombres luce poco involucrado, todos quieren que
esto funcione y que las mujeres estén cómodas entre nosotros. Ellas duermen todas juntas en el
salón y nosotros nos acomodamos en los cuartos.
Esta última semana, lo único que hice fue investigar con profundidad a nuestro enemigo, con
la ayuda de las Amazons, intentamos predecir comportamientos y posibles nuevos ataques.
Mi mente está enfocada solamente en eso.
Por eso evito a Gal cada vez que nos cruzamos por los pasillos, no puedo perderme otra vez
en ella, claramente yo no funciono bien cuando ella está revoloteando a mi alrededor, por eso me
encierro en mi oficina todo el maldito día.
Cobarde.
Pero no soy el único, Gal se mantuvo lejos de mí también. A veces me pregunto si percibe mi
hostilidad o si simplemente está enfocándose enteramente en las niñas.
No voy a mentir y decir que nuestro distanciamiento no es algo más en la lista mental que no
me deja dormir durante la noche.
Yo sé porque me alejo, ¿pero ella?

✽ ✽ ✽

Hoy es el cumpleaños de una de las niñas, su nombre es Clara y las Amazons hicieron lo
imposible para conseguirle un pastel y algunos globos. Saben que ninguna puede salir de mi club
por el momento, no es seguro.
El salón del club está decorado y una gran mesa se despliega en el medio, un mantel
agujereado que encontraron en el deposito cubre la mesa, un cartel que dice “Feliz cumpleaños”
hecho a mano por las niñas cuelga en la habitación, nunca este salón se vio tan femenino y
adornado. Cuando entro a la habitación, la fiesta ya comenzó y esa niña sonríe por primera vez
desde que llegó a este lugar. Gal está encendiendo la vela del pastel, busca rápido a los
alrededores alguien que la ayude a generar un mejor ambiente y cuando me ve, grita:
—¡Rage! ¡Apaga las luces! —con una gran sonrisa.
Yo cumplo sus órdenes sin chistar. Cuando bajo la tecla, la habitación se oscurece, la vela
encendida es lo único que ilumina la sonrisa de Clara. Todos comienzan a cantarle el feliz
cumpleaños, la niña sopla la vela y sonríe con vergüenza. Todos aplauden, gritan y abrazan a la
niña, inclusive los hombres, que estamos sonriendo complacidos de poder ser parte de un
momento feliz en el medio de todo este caos. Cuando enciendo las luces, la niña viene hacia mí,
con una porción.
—Quiero que tengas la primera porción. —dice mirando al suelo con su brazo en el aire,
esperando que tome el plato de plástico con una porción de pastel. Sonrío para mis adentros por
lo tímida que es, casi adorable. Alzo la mirada hacia Gal, ella sonríe mientras se chupa el dedo
manchado con crema y sigue con su tarea de cortar porciones para el resto. Ese simple
movimiento me distrae de la vergonzosa niña que tengo delante mío.
—La primera porción siempre es para la cumpleañera. —indico, mientras me agacho para
hablar con ella, mi altura debe estar intimidándola.
—Si, pero quiero darte mi porción en forma de agradecimiento por recibirnos aquí. —esta
niña no debe tener más de trece años, usa ropas que le quedan inmensas y sé que lo hace a
propósito, Gal me dijo que los hijos de puta algo le hicieron antes de que ellas llegaran, solo que
Clara no quiere decir que.
Tomo el plato y le acaricio solo un poco su cabeza de manera juguetona.
—Gracias Clara, feliz cumpleaños. —ella sonríe tímidamente y corre lejos de mí.
La veo irse y sonrío mientras me levanto, comienzo mi camino de vuelta a mi oficina cuando
una mano toma mi brazo deteniéndome.
—¿A dónde vas? —Gal pregunta curiosa.
—A mi oficina, pensaba darles un poco de espacio, no quiero que estén incomodas el día del
cumpleaños. —ella mira a las niñas y dice:
—Mira bien, ellas están cómodas. —detengo mi atención en el ambiente.
Carter juega a las cartas con una niña que creo que se llama Mara y hace trampa
descaradamente, ella se da cuenta y se ríe a carcajadas.
Vik baila ridículamente para hacerlas reír.
Slider está ayudando a Clara a repartir las porciones, junto con sus hijas, que las trajo para que
compartan el momento, (o eso les dijo a ellas), en realidad lo hizo para mantenerlas seguras y
bajo vigilancia.
Angus, Stone y Gypsy están hablando con algunas Amazons mientras toman cerveza.
Texas está alejando, viendo la fiesta de lejos, como yo, pero creo que es normal.
—Tienes razón. —todos están conviviendo en armonía. Gal pasa su brazo por debajo del mío
y me sonríe.
—Deja de alejarte, ven, siéntate conmigo. —Gal me lleva a la larga mesa y se sienta a mi
lado, pocos segundos después Goldy se sienta frente a mí y así poco a poco, todos comenzamos a
llenar los espacios.
La música no está fuerte.
No hay chillidos, ni perras pidiendo atención a gritos. Solo risas, chistes y un maldito buen
momento, hace años que no vivo algo así.
¿Qué estoy diciendo? Nunca en mi puta vida tuve un momento como este, una mesa llena de
amigos y risas. Así que lo absorbo dentro de mí, lo respiro, porque no soy idiota y sé que estos
momentos son finitos en la vida y que cuando todo esto termine, el club va a ser el mismo lugar
que era antes.
También sé que yo no voy a ser el mismo, ni voy a estar aquí.
Carter es el último en sumarse, Goldy le hace un chiste de cómo le hacía trampa a la niña y
todos ríen, él la empuja cariñosamente y ya no necesito ninguna confirmación para saber que
algo ocurre entre ellos dos, cuando termina de sentarse, vuelvo a prestarle atención a Tango, que
contaba una anécdota.
—Ese boludo tendría que haberlo pensado mejor cuando decidió tocarme el culo como si
fuese un espacio público, por eso lo grabé y le envié el video a su papá, que era el almacenero
del barrio. —dice, se nota que el alcohol tomó control de su cuerpo, porque nunca la vi hablar
tan relajadamente.
—¿Y qué hizo cuando vio el video de él tocándote?
—Lo que haría todo padre argentino, lo cago a trompadas hasta que vino de rodillas a pedirme
perdón.
Todos se ríen sin parar.
—¡Bien hecho Tango! —dice Goldy —A ver si estos cerdos aprenden que las mujeres son
personas también.
—¡Hey! —se queja Carter— No todos somos cerdos, algunos somos leones —dice subiendo
sus cejas repetidamente, pretendiendo flirtear con ella.
—Oh, cariño, tú no eres un león en esta metáfora, tu eres el lince que tropezó intentando
escapar. —todos se ríen de Carter y él le regala una sonrisa a ella que es difícil de mirar sin
sentirse que estas invadiendo su intimidad.
Cuando miro la hora son las cuatro de la mañana, las niñas están dormidas en los catres detrás
nuestro, así que decidimos terminar la noche para dejarlas descansar. Todos levantamos la mesa
con cuidado y sin hacer demasiado ruido.
La mesa esta rebalsada de botellas de cerveza, parece que se reprodujeron como conejos de
alguna manera.
Cuando finalmente terminamos, cada uno se dirige a su rincón en el club. Algunos de mis
hombres comparten habitación ahora, Carter sigue yendo a su casa a pesar de que le dije mil
veces que puede dormir aquí y Slider ahora vive aquí con sus hijas, quiere traer a su ex mujer,
pero ella se niega a pisar este lugar, ella no avala el tipo de vida que lleva mi vicepresidente.
Mi habitación está un poco más alejada del resto. Me gusta la privacidad, eso no es nada
nuevo, me gusta que mi lugar no esté lleno de ruidos cuando contemplo el techo por largas horas
de noche. Entro a mi templo, cierro la puerta detrás de mí, quito mis botas, mi chaleco y mi
sudadera negra, dejándolos tirados en el suelo como hice toda mi puta vida. Ahora miro la ropa
en el suelo y pienso, que demonios diría Gal si viera el desorden que es mi habitación. Puede que
viendo esto se dé cuenta que soy un adolecente eterno y que no tiene futuro conmigo.
Para ya.
Aún con mis vaqueros puestos y pies descalzos, dejo caer mi cuerpo sobre mi cama para leer
algunos correos electrónicos desde mi teléfono celular, las noticias del día y respuestas que ya no
pueden esperar más, entre ellas un mensaje de Sarah diciendo que espera que la invite al
casamiento.
Solo ella puede burlarse de mí.
Mi respuesta es simple: “No conozco esa palabra.” Pero sé que es tarde y que no va a
contestarme hasta mañana temprano.
Unos segundos después, alguien golpea la puerta, frunzo mi ceño porque todos saben que está
prohibido venir a mis aposentos.
—¡Que! —grito exasperado, solo quiero un minuto de soledad. La puerta se abre lentamente y
sus rulos es lo primero que observo. Me siento en la cama en un micro segundo, esperando
recibir alguna noticia nefasta— ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien?
Gal entra a mi cuarto, casi sin hacer ruido. Aún tiene la misma ropa que hace unas horas, un
vaquero de tiro alto con una camiseta negra al cuerpo. Esta semana Goldy había hecho un pedido
gigante de ropa para todas ellas, ya que no sobrevivió nada del incendio.
—Estoy bien, estamos todas bien. —dice con calma.
—Bien. —me acomodo en la cama, dejo mi celular en la mesa de luz y cruzo mis brazos,
esperando pacientemente, no quiero asumir cosas solo porque soy hombre y ella es mujer y los
dos estamos convulsionando de deseo, no.
Ella se ve nerviosa, quiere preguntar algo, pero no sabe por dónde empezar.
—Vamos, si tuviste el coraje de llegar hasta aquí, no tienes otro remedio más que
preguntarme.
Asiente seriamente.
—Estuve intentando buscar la manera de hacerte una pregunta hace un tiempo ya y parece
que no encuentro el tiempo, ni el lugar, quiero hacerla ahora y en base a tu respuesta, tomar una
decisión.
—Te escucho. —nos separan al menos cinco metros, ella se mantiene pegada a la puerta, con
una mano sobre el picaporte, me pregunto si tiene intenciones de salir corriendo de aquí.
—¿Qué pasó con Sarah?
Adrenalina se dispara en mis venas, mientras mis ojos miran a cualquier lado menos a ella.
¿Cómo mierda lo supo?
—¿Hablaste con ella?
—No, yo…accidentalmente escuché una conversación que tuviste con Carter, donde te dijo
que…
—Ya se lo que dijo… —respondo a la defensiva.
¡Maldición, por qué demonios Carter tenía que decir su maldito nombre!
—Mira Rage, solo intento protegerme, si tú tienes algo con Sarah, yo…
—No tengo nada con ella. —ahora es ella quien se silencia, esperando que diga más, ella
quiere respuestas. Suspiro derrotado, no quiero hablarle de Sarah, pero siento que no tengo otra
opción más que empezar a hablar.
—¿Tienes tiempo?
—Si. —responde.
—¿Quieres sentarte?
—Prefiero quedarme aquí. —ella esta tan tensa que puedo cortar su sombra con una tijera.
—Como prefieras, —me acomodo en la cama, sentándome más erguido que nunca y hago lo
que más odio hacer, hablar— Sarah necesitaba que la ayude a encontrar a Bruno, yo era el único
con los recursos para hacerlo, así que eso hice, la ayudé a que viaje a los lugares más peligrosos
del mundo para encontrarlo. —sus ojos están posados en mí, noto cierta angustia en ella—
Tuvimos una relación muy cercana por un tiempo gracias a ello, en el proceso aparecieron
sentimientos para con ella y me di cuenta de eso cuando finalmente se reencontró con él, —sigue
rígida— yo sabía que no tenía oportunidad, ella estaba enamorada de Bruno y nada iba a cambiar
eso. —suspiro recordando el dolor— Si pensaste que habíamos estado juntos, bueno, déjame
decirte que no.
Un beso en su cama no significa nada, ahora me doy cuenta de eso, por eso prefiero no decirle
todo.
—¿Aún tienes esos sentimientos?
Sigo sentado en mi cama, sin mover un pelo, no sé si esta honestidad cruda va a ahuyentarla o
a atraerla, pero tomo aire y coraje, y le digo exactamente lo que siento hoy:
—Honestamente, dejé de sentirlos en el momento que te tuve delante de mí por primera vez,
pero ella hoy es una gran amiga y la aprecio mucho. —explico, mirándola fijamente a sus ojos
oscuros almendra.
No estoy mintiendo, es más, desearía no ser tan patético, pero si soy verdadero conmigo,
entonces puedo decir que Gal se metió en mi mente como un hechizo y desde ese día estoy
absolutamente cagado.
También sé que la conversación con Sarah fue algo que necesitaba tener, ella me ayudó a
cerrar un episodio que no estaba terminado y a sanar ciertas heridas que seguían frescas, si no
fuera por ella, no sé si me hubiera arriesgado a besar a esta mujer que está delante mío y que está
moviendo mi mundo.
Gal mantiene su mirada fija en mí, creo que la veo aliviada. Eso hace que me calme al menos
dos niveles, sin embargo, cuando advierto sus pies osados caminando hacia mí, mis palpitaciones
vuelven a subir.
Llega hasta el costado de mi cama, quita sus botas y levanta una de sus piernas para sentarse
sobre mi regazo. Lentamente se hinca sobre mí, mis manos se mueven sobre su cintura sin perder
sus ojos de vista, las de ella se apoyan sobre mis hombros. Me duele el cuerpo del apetito que
siento, mis ojos la observan fascinado, ella se mueve con una sensualidad que hace que mi
corazón galope.
No pienses.
No pienses.
Algo se rompe dentro mío y la beso tan brutalmente que un sabor metálico invade nuestras
bocas. Tomando su cabello con fuerza hacia atrás, dejo que mi lengua recorra su cuello,
sintiendo su sabor y dejando rastros sobre su delicada piel.
Soy un maldito cavernícola.
Abandona su cuerpo y lo pone en mis manos, entregándomelo como si fuera un sacrificio para
los dioses, es como un sueño, como algo prohibido que yo no debería tener, pero, sin embargo, lo
tengo aquí, en mi cama.
Cada vez que follé con alguien fue frio y rápido, solo una necesidad para satisfacer mis bajos
instintos, para encontrar un poco de alivio dentro de mi mundo oscuro, pero ahora me pregunto si
verdaderamente sentí alivio en algún momento de mi vida, Porque el fuego que me da Gal me
enciende tanto que me quema.
Y la pregunta que ronda en mi cabeza desde que la conocí vuelve a mi mente.
¿Te mereces alguien como ella?
No.
Pero eso no significa que voy a aprovechar cada minuto de su compañía hasta que se despierte
y se dé cuenta que este hombre no vale la pena.
Ella levanta su camiseta y quita su sostén, arrojándolos sobre su cabeza, sin pudor y sin
miedo. Sus ojos hermosos y cargados de pestañas me miran pesados, colmados de lujuria, su
cabello indomable cae sobre sus pechos y su belleza hace que me ponga mentalmente de rodillas
ante ella.
Mi boca y mi lengua la exploran con barbaridad, mientras presiono su cuerpo contra mi
pecho.
Cálmate Rage, la vas a espantar.
Ella se deja caer hacia atrás sobre mis piernas, dejándome su cuerpo, su ofrenda allí para mí,
para que haga lo que quiera con ella. Y eso es exactamente lo que pienso hacer, retribuir, porque
ella no es solo una mortal, es una deidad y que deje poner mis manos sobre ella es un regalo.
- Hunter… —implora.
Mi nombre en un gemido hace que me reviente la polla de deseo, nadie gimió mi nombre,
nunca.
Desabotono sus vaqueros y los deslizo por sus piernas con brusquedad y torpeza, los arrojo
lejos de nosotros. Ella se acomoda en la cama, abriendo sus piernas en mi rostro para darme
acceso completo, de solo verla ya estoy sediento.
Y ella es la fuente de donde quiero beber.
Con la punta de mi lengua recorro sus muslos, saboreando la anticipación, la tensión de que
pronto voy a poder degustarla, maldición, me siento como un adicto en recuperación y aún no
estoy dentro de ella.
Tomo sus bragas y las desgarro para quitarlas de su cuerpo. Cuando mi lengua finalmente
toca su parte más íntima, ella eleva su pelvis, rodando sus ojos hasta perder la compostura.
Entierro mi rostro como el hombre sediento que soy y saboreo su esencia.
Ambos nos dejamos ir por nuestros instintos.
Su mano sujeta un puñado mi cabello, empujando mi rostro hacia ella, pidiendo más, más
duro, más fuerte, más rápido, más de mí. Deslizo mis manos por sobre su cadera hasta su trasero,
arrestándola hacia mí como cuando tienes un plato de la comida más deliciosa frente tuyo y no
puedes esperar a meter tu cabeza allí.
Mi lengua es voraz, mis labios besan.
Ella grita y se retuerce.
—Sabes tan bien. —gruño por lo bajo, totalmente fuera de mí. Me siento extasiado en todo
este placer, quiero más, quiero que grite mi nombre mientras mi polla este dentro de ella y que
quede inconsciente.
Quiero que sea mía para siempre.
Mi lengua se arrastra por sobre su clítoris, mis manos recorren su estómago hasta llegar a sus
pechos y apretarlos. Gal comienza a sacudirse, su respiración se vuelve irregular, sus manos
sujetan mi cabello con más fuerza.
Mis ojos cazadores la observan fijamente y cuando ella conecta mirada conmigo, deja volar el
orgasmo más perfecto que vi en mi puta vida. Sus piernas se cierran sobre mí, haciéndome tragar
cada fluido que sale de su cuerpo.
Cuando su cuerpo se relaja, sé que sigo hambriento y que mi único objetivo en esta vida es
sepultar mi polla en ella.
No pierdo un solo segundo.
Estiro mi brazo y abro el cajón de la mesa de luz, sacando un condón y lo deslizo en mi duro
y ansioso miembro. Ella lo mira como si fuera la cosa más hermosa que haya visto en su vida.
—Si no dejas de mirarme la polla así, voy a perder el puto control Gala. —advierto con una
voz sombría.
—Eso es todo lo que quiero. —responde mientras desliza su lengua sobre su labio inferior.
Hiroshima y Nagasaki fueron una caricia comparado con la explosión que acabo de tener en
mi cerebro.
Aferro su quijada con fuerza y mi boca toma control, haciendo que mi lengua juegue con la
suya, obligándola a saborear su propia esencia.
Sin advertencia y como un bárbaro me entierro en ella mientras con movimientos frenéticos
la embisto.
Descontrol.
Demencia.
Todo por ella.
—¡Oh, dios! —grita y cubro su boca con mi mano mientras mi polla golpea duramente en su
coño.
Dios, esto…esto se siente demasiado bien.
—Grita mi nombre, Gala. —decreto mientras libero su boca.
—¡Hunter! —toma mis manos y las coloca sobre su cuello.
—Desde el día que hiciste eso en el gimnasio, no puedo parar de imaginarte follandome con
tus manos sujetando mi garganta. —confiesa.
Oh, es traviesa.
Dándole el gusto, presiono mis dedos en su delicado cuello, mientras mi polla la penetra sin
razón. Me siento un maldito loco, inhumano, pero su rostro no puede contener el placer, no
puede disimular como se siente al borde.
Ella se viene tan fuerte y tan largo que pienso que se va a desmayar.
—Mi turno chica traviesa. —tomo su cadera y volteo su cuerpo como si me perteneciera.
Cuando su trasero está expuesto para mí, deslizo mi dedo por su raja lentamente.
—Tienes el trasero más perfecto que vi en mi vida. —dejo mi mano caer, dándole una
nalgada que deja una marca rosa sobre su piel. Ella grita de placer— ¿Te gusta ser castigada
Gal? ¿Por eso gimes así bajo mi tacto? —susurro sobre su oído mientras dejo caer mi mano
como un látigo otra vez sobre su piel.
Ella asiente frenéticamente.
Dejo que mi polla vuelva a encontrar el camino dentro de ella, aferrándome en sus curvas,
embisto mientras atrapo su cabello en mi puño y jalo hacia atrás, montándola como el hombre
desquiciado que soy.
Ella gime como si no hubiera un mañana y yo aprieto mis dientes y muerdo mis labios,
perdido en el placer de la dominación.
—M-más duro, Hunter. —demanda agitadamente.
Dios, sí que gané la lotería.
Mis caderas arremeten, golpean, violan su cuerpo sin piedad. Ella mira sobre sus hombros,
intentando espiar nuestros cuerpos colapsar y la dejo, porque quiero que vea la polla de quien
está volviéndola loca.
La mía.
Lame sus labios dejando que sus instintos más primitivos salgan a la luz. Eso hace que me
venga como un maldito niño explorando su polla por primera vez. Mis dedos se entierran en su
cadera, dejando una marca, mientras libero todo el deseo que tengo acumulado por ella.
Segundos después, ella me sigue, sintiendo su tercer orgasmo de la noche.
—Gal… —gimo mientras empujo, desagotándome.
Ella se sujeta con fuerzas sobre las sabanas, para evitar caer.
Cuando noto que mis ojos están herméticamente cerrados, los abro y allí la veo, entregada a
mí, con mis manos sujetándola tan fuertemente que su piel se vuelve pálida, mis dedos impresos
en sus nalgas y en su cuello.
Dios, soy un animal.
Agitada, colapsa sobre la cama, me coloco a su lado, sujetándola desde su estómago
fuertemente contra mí.
Su calor, respiración y su mente, ahora son mías.
Esto no tiene retorno, es oficial, estoy de rodillas.
CAPITULO 25

Gala
Cuando abro mis ojos, lo primero que siento es su cuerpo masivo envolviéndome
posesivamente, su brazo rodea mi cintura y me mantiene firme a su lado.
No quiero, ni puedo moverme de este lugar.
Me siento dolorida, quebrada al medio, pero en una nube de satisfacción.
Anoche, mientras todos hablábamos como si tuviéramos una amistad de años, observaba a
Hunter relacionarse con la gente en la mesa, no hablaba mucho, pero cuando lo hacia todos
prestaban atención, él parecía estar cómodo y emocionado por el momento que vivíamos. Por eso
me propuse terminar con nuestro distanciamiento, una decisión que tomé hace una semana por
algo que escuché.
No hablo sobre lo que dijo Carter, sino algo que pasó en la casa de los D’amico, cuando
después de que Rage se vaya, fui en búsqueda de un baño y me topé con Bruno, de pie en un
corredor, silencioso y escondido.
Bruno coloca su dedo índice sobre su boca, para indicarme que sea silenciosa, detengo mis
sentidos para prestar atención a qué demonios pasaba, por supuesto lo primero que creí fue que
estábamos siendo invadidos otra vez, pero luego escucho la voz de Rage y la de Sarah reír.
Bruno toma mi brazo con cuidado y me lleva hasta mi habitación otra vez.
—Rage es un hombre complejo, espero que entiendas que solo los escuchaba porque tenía
que cerciorarme que Sarah este bien. —dice secretamente
—No entiendo… —susurro.
—Solo digamos que Rage tiene un lugar especial en su corazón, donde solo habita Sarah,
creo que los dos necesitaban esa conversación, —suspira de brazos cruzados con angustia en
sus ojos— espero que algún día él te cuente, yo todavía no lo logré. —acaricia mi brazo como si
necesitara consuelo y desaparece tras una puerta.
Qué demonios.
El día que llegamos escuché, a Carter decir lo que dijo, sentí que no podía respirar, ¿Hunter y
Sarah? Tenía sentido, luego de conversar con Sarah todo el día, encontré similitudes entre ellos,
los dos son de carácter similar, cortados con el mismo molde, y si, todos tenemos un pasado,
bien lo sé yo, pero debía saber y entender si eso estaba enterrado o seguía vivo porque las
palabras de Bruno D’amico retumbaron dentro mío por siete días y por más que sucumbí al tacto
de Hunter, aquí me escondí de él, algo me dijo que proteja mi corazón y eso hice.
Pero mirarlo en la fiesta de anoche, sonriendo y pasando un buen momento fue cuando me di
cuenta que Hunter no es alguien pasajero en mi vida, nunca podría serlo.
Sumergida en un mar de mariposas, arcoíris y unicornios, lo miro y si no le hacia la pregunta
rápidamente, sería muy tarde para frenar esto que siento.
Por eso anoche tomé coraje y fui de armas tomar. Pero dios mío, que difícil fue
concentrarme en su respuesta cuando lo vi tirado cómodamente en la cama, con nada más que un
par de vaqueros viejos y pies descalzos.
Ahora puedo decir que fue la mejor decisión que tomé en años.
Y si, quizás la decisión de venir fue mía, pero una vez que pasé el umbral de habitación, ese
poder ya no existía.
El poder residió enteramente en él y lo demostró tomando control de mi mente, alma y de mi
cuerpo, suministrándome con lo que necesitaba y tomando todo de mí.
Con solo recordarlo, tengo que calmar la temperatura de mi cuerpo.
El sonido de un celular vibrado me termina de despertar, Hunter estira su brazo sobre su mesa
de luz buscándolo a ciegas. Cuando lo tiene en su mano y lee el mensaje, se sienta rápidamente
en la cama.
—¿Qué es? ¿Qué pasó? —pregunto nerviosa mientras me siento en la cama dejando caer las
sabanas a mi cadera. Él me mira como si hubiera visto un fantasma. —Hunter, ¡háblame!
—Estas aquí… —dice atónito, como si no entendiera porque estoy en su cama.
—¿Si?, —pregunto con incertidumbre, no sé qué contestar— ¿se suponía que tenía que irme?
Deja el celular en su mesa de luz y cuando voltea, encuentro sus ojos negros cargados de algo
que no se bien que es.
—Ven aquí. —ordena.
Yo obedezco arrastrando mi cuerpo hasta estar sobre el suyo y dejo caer mis manos sobre sus
vastos hombros para sostenerme.
Muy tiernamente Hunter aleja mi cabello rebelde lejos de mi rostro y deposita un beso lento y
profundo sobre mis labios. Rodea con sus grandes brazos y me empuja contra su cuerpo de
acero, presionando su dura polla contra mi coño dolorido. Yo dejo que conecte nuestros centros,
porque eso es lo que quiere hacer, este beso es sediento y posesivo como para ignorarlo. Hunter
está intentando decirme algo con este beso, tengo miedo de estar interpretando todo mal, pero él
necesita esto creo, esta conexión.
Siento desesperación.
Siento miedo.
Esto es demasiado intenso, demasiado elevado y temo que la caída sea mortal.
Cuando despega nuestros labios, deja una media sonrisa aparecer en su rostro.
—¿Por qué sonríes? —murmuro sobre sus labios.
—Sabes que no tienes escapatoria, ¿no?
—¿Quién te dijo que quiero escapar? —Hunter vuelve a besarme, esta vez con voracidad, con
hambre.
Dejo mis manos explorar su largo cabello, enterrando las puntas de mis dedos entre los
mechones negros mientras meso mi cintura contra él. Cerrando los ojos, disfrutando de este
éxtasis. Cuando los abro, Hunter está buscando un condón.
—Follame Gala, follame como si fuera tu juguete sexual favorito. —ruega.
Su plegaria es autoritaria y estricta, pero debajo de eso puedo escuchar un pedido inquietante.
Siento que Hunter dice algo, pero en realidad busca decir otra cosa:
Deséame.
Cuídame.
Ámame.
Me dejo caer sobre él, dejando que me llene por completo y esta vez yo tomo control y lo
demuestro montándolo con pasión, ardor, con magia, mis ojos están fijos en los de él y él no
puede despegar su mirada.
Solo puedo verlo.
Solo puedo sentirlo.
—Di mi nombre. —gruñe mientras me toma por las caderas para empalar su polla, que, por
cierto, debería venir con un cartel de advertencia, es tan masiva como su cuerpo.
—Hunter…
—Otra vez.
—¡Hunter! —llorisqueo cuando siento que mi orgasmo comienza a formarse en mi estómago.
—Vente sobre mí polla, Gala. —manda entre dientes apretados, su voz grave y autoritaria es
suficiente para que mi orgasmo se abra y se desparrame dentro mío, inundando mi cuerpo y
cerebro, con calor y euforia. Segundos después, él me sigue, desprendiendo un pedazo de su
alma en mí.
—No creo ser capaz de salir de adentro tuyo, nunca. —dice con su frente apoyada sobre la
mía, sus ojos cerrados y su respiración agitada.
—No quiero que salgas. —digo agitadamente. Él sonríe complacido— Gracias por ser sincero
conmigo anoche, sé que hablar de cosas así no es tu estilo. —abre los ojos para prestarme
atención— Y ya que fuiste sincero conmigo, quiero serlo contigo.
—Te escucho. —dice y puedo ver temor en sus ojos, tiene miedo de escuchar algo que lo
aleje.
—Hace muchos años estuve casada con alguien, era joven y estúpida y creí que estaba
enamorado de mí, —Hunter se mantiene en un silencio alerta— resulta que también estaba
enamorado de todas las mujeres del barrio. —sus labios se prensan, sus orificios nasales se
expanden, pero controla su rabia— Solo me enteré porque alguien decidió enviarme pruebas de
ello, en cuanto el divorcio salió, lo primero que hice fue irme de esa ciudad, así que no fui del
todo sincera cuando te dije que me crie aquí.
—Lo sé. —responde con ojos comprensivos, frunzo mi ceño.
—¿Lo sabes? ¿Como?
—Mejor no preguntes, recuerda Gal, que nada se me escapa, solo estaba esperando que
quieras decírmelo a tus tiempos.
¿Debería darme miedo? Si, cualquier persona normal lo tendría, pero no soy normal. Hunter
está siendo simplemente el mismo, nada que no sepa de antemano. Respondo con un simple beso
sobre sus labios, sintiéndome automáticamente más liviana.
—Por más que odie dejar esta habitación, Hollywood está esperándome con noticias, vamos,
vístete. —dice dándome una nalgada.
Rage entra a una habitación llena de gente, los dos clubes están esperándolo.
El poder que emana dentro de la habitación es intenso, lo veo en su forma imponente de
caminar, su mirada aguda, su cabello salvaje y su espalda ancha y erguida, él posee la habitación,
es el dueño indiscutido. Rage te hace sentir que eres un mero mortal que tiene que dejar a los
dioses como él tomar control de la situación. Se coloca en la cabecera de la mesa, esperando que
todos se sienten. Yo camino hacia la pared sobre la derecha, con mis brazos cruzados, mis
hermanas dejaron un lugar para mí, en la otra cabecera, pero no siento que sea mi lugar.
Todos se silencian.
—Hollywood, te escuchamos. —dice mientras se sienta.
Hollywood o Carter, como sé que se llama, se acomoda en la silla para colocar sus codos
arriba de la mesa y comienza a hablar.
—La recompensa por la cabeza de BigK. se bajó. —todos nos mantenemos en silencio, hasta
que rompo con la tensión.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿de qué me perdí? —Hollywood me mira unos segundos,
buscando palabras que expliquen este cambio repentino.
—Aparentemente, Ivanov se fue del país. —ahora lo mira a Hunter, la noticia es buena, pero
su mirada acarrea preocupación.
—¿Se fue? ¿Así como así? —pregunta Hunter con escepticismo.
—Eso dicen, parece que había problemas en la tierra madre y se fue, los que buscaban a
BigK. no quieren arriesgarse sabiendo que él no está aquí para pagar.
Sonrío.
—Bueno eso es buenas noticias ¿no? —pregunto.
Goldy, que está sentada al lado de Carter, me sonríe con todos sus dientes.
Hasta que Hunter habla, con sus brazos cruzados y su entrecejo fruncido.
—No confío. —declara.
—Yo tampoco, —agrega Hollywood— lo más prudente es seguir aquí, al menos hasta que
pase un tiempo y ver como evoluciona este asunto.
—¡No podemos seguir encerradas y sin hacer nada! —grita Tequila muy enojada— Las
abducciones no terminaron, hay gente que cuenta con nosotras y no estamos haciendo nada al
respecto. —me mira con ojos furiosos, esperando que diga algo.
—Estas protegiendo sus vidas, no te olvides que no solo los rusos quieren matarlas, los Devils
from heaven también, están trabajando juntos ahora. —dice Viking, robando la atención e
Tequila dejos de mí.
—¿¡Y que!? ¡Nos quieren muertas desde toda la pinche vida! ¿Y sabes qué güey? Aquí
seguimos, así que yo digo que se vayan a la mierda y salgamos a cazar. —ella es una mujer
decidida y sabe lo que quiere, pero a veces se olvida que tiene que escuchar primero y hablar
después.
—Si nos matan en el intento, ¿quién va a continuar con la cacería? —pregunto con una calma
amenazante, la que suelo usar cuando tengo que recordarle quien es la presidenta de las
Amazons. ¿Ella cree que yo quiero estar aquí? ¿Haciendo nada? Esta tan malditamente
equivocada y tengo que controlar el impulso de golpearla frente de veinte testigos.
—Tiene que haber una manera Big, —ruega— las estamos defraudando.
—Defraudar sería dejarse matar, —gruñe Rage —deja de presionar a tu presidente y usa la
maldita cabeza. —Tequila me observa esperando que detenga a Rage, pero por alguna razón me
quedo en silencio, apreciando que alguien más le recuerde quien soy en esta habitación.
—¿Por qué no respiramos profundo todos? —dice Hollywood. —pensemos como resolver un
problema a la vez.
—¿Cual crees que es el primero? —pregunta Rage.
—Los Devils from Heaven, ellos presentan el problema más chico y más fácil de eliminar.
Rage asiente.
—Ellos saben demasiado, —dice pensativo Rage mientras se rasca los ojos con furia. —es
hora de tomar represalias por los prospectos, nadie mata un hermano sin lamentárselo luego.
“Bien dicho”
“Toralmente de acuerdo”
“Hagámoslo”
Se escuchan todas las voces, todos están de acuerdo que esos hombres deben desaparecer.
No importa quién los extrañe.
—¿Que tienes en mente prez? —pregunta Slider que se mantenía muy callado hasta ahora.
Rage nos observa a todas, dándose cuenta que están hablando temas de su club delante de
desconocidos.
—Puedes confiar en nosotras, —digo en voz alta, por un segundo reacciona extrañado como
si le hubiera leído la maldita mente, luego lo oculta— ya que no podemos hacer mucho más,
queremos colaborar, esos dos hombres murieron por mí, después de todo.
—No, —dice rotundamente— esto es algo que tenemos que solucionar nosotros.
Tengo que morder mi lengua para no responder. Goldy cruza mirada con la mía y sé que las
dos pensamos lo mismo.
No confían en el género.
—Rage… —lo llama Goldy— ¿Que necesitas para exterminarlos? —pregunta— ¿Dinero?
¿Más hombres? ¿Pólvora?
A Hunter se le iluminan los ojos de la nada.
—Oh, no… —susurra Hollywood por lo bajo.
—¿Por qué me ofreces pólvora? —le pregunta Hunter con sobriedad.
—Porque sé que es tu juguete favorito y se da que tengo fácil acceso, si lo pides lo tienes.
Silencio en la habitación.
—¿Con que condición? —retruca Hunter.
—¡¿Que?! No Rage, ¡piensa un segundo de lo que estamos hablando aquí! —Hollywood
intenta detener la negociación más fácil y rápida de la historia de la humanidad.
—Nosotras participamos, información completa, detalles, todo, nosotras estamos
completamente involucradas.
Hunter me observa con ojos contemplativos, esperando autorización mía. Asiento una vez.
—Yo digo que sí. —de golpe dice Slider con una sonrisa.
—Yo también. —Texas aprueba el plan de Goldy.
Los demás gritan palabras que aprobación, entusiasmados y golpeando la mesa de madera con
su puño cerrado. Goldy sonríe victoriosa hacia mí, Hollywood se toma la cabeza entre las manos,
preocupado por el resultado que esto pueda llegar a tener.
¿Son todos pirómanos en este lugar?
Hunter estira su mano y la estrecha con Goldy, luego toma su martillo y golpea la mesa
fuertemente.
El trato esta sellado y parece que voy a tener que lidiar con lunáticos de ahora en adelante.
CAPITULO 26

Hunter
Luego de la reunión en la iglesia, Gal desapareció de mi mirada inquisitiva y la dejé que se
tome su tiempo para volver a mí, sé que la idea de Goldy no le gusta en absoluto. La realidad es
que necesitamos tomar acción antes de continuar y rápido.
Tocan la puerta y cuando doy autorización, Goldy entra a mi oficina.
Esto es una buena señal, que se presente ante mí, significa que sabe que tengo preguntas para
ella. Preguntas que tienen que ser respondidas con honestidad, sino, no voy a seguir adelante.
Goldy es una mujer especial, lo percibí el día que la conocí, hacía su voz sonar en su mansión
con determinación y claramente es un soporte fundamental en la vida de Gala y ahora que
convivimos bajo el mismo techo, lo sostengo aún más. Ella destila la típica actitud que tiene
alguien de mucho dinero, ya sabes, son extremadamente seguros de sí mismos, es normal, fueron
criados para ser los mejores y ellos lo saben. Su cabello rubio ahora está recogido y de alguna
manera resalta más sus ojos celestes.
Cuando entra a mi oficina espera que la invite a sentarse, cuando lo hago, se desploma y cruza
los brazos, brazos que sé que están cubiertos de tatuajes, solo que ahora no los veo porque lleva
puesto una sudadera que le queda extremadamente grande.
Me pregunto si es de Carter.
—Sé que quieres hacerme preguntas. —expone mirándome fijamente.
Asiento lentamente.
—Tú ya sabes qué pregunta quiero hacerte. —cierro mi ordenador y espero a que comience a
hablar.
—Espero confidencialidad de tu parte, no es algo que me guste divulgar por allí.
—Tienes mi palabra. —respondo.
—Esta bien, —baja la mirada a sus rodillas, inspira aire y comienza— mi familia es dueña de
una corporación multinacional, que diseña y fabrica equipamientos.
—¿Qué tipo de equipamientos?
—Lo que quieras, aviones, satélites, cohetes…
—Entiendo, ¿y la pólvora? —la vergüenza que transmite se condice con la categoría que
menciona, aún estoy confundido.
—Bueno, también fabrican bombas, somos el proveedor oficial del gobierno, los misiles que
matan a millones de personas todos los años, tienen mi apellido inscripto en el costado derecho
—dice con resentimiento, sus ojos se encienden de odio propio. No es mi lugar preguntarle
porque usa ese dinero si tanto repudio le genera.
—¿En qué parte de todo esto consigues lo que necesito?
—Puedo sacar materiales, por supuesto tiene que ser disimuladamente, no hace falta que te
explique que es ilegal. No sé tú, pero yo a estas alturas prefiero reñirlos primero y lidiar con el
cargo de conciencia después.
—Coincido. —respondo refregando mi dedo incide sobre mi labio inferior.
Males extremos requieren remedios extremos.
No se puede resolver esto con la ley, los policías en esta ciudad son millonarios por las
recompensas que tienen todos los meses, solo por mirar hacia otro lado. Si quiero dejar las cosas
organizadas aquí, necesito tomar medidas absolutas, incluso si eso significa volar por los aires
todo un club.
—Dime, ¿cómo quieres hacer esto? —pregunta ella, ya más cómoda en mi presencia y
conocimiento del tema. Quizás ella esperaba ver una reacción adversa de mi parte por confesar
su secreto, pero Goldy debe entender, que, bajo este techo, nadie va a ir al cielo cuando esta vida
acabe. Todos tenemos nuestros demonios internos y juzgar es lo que menos debemos hacer.
Cuando digo que soy verdugo, juez y jurado, no miento.
—Antes de seguir adelante, hay información que deberías saber. —agrego.
En otras circunstancias nunca hubiera dando información porque sí, pero sería un necio si no
acepto que la presencia de Gala me está cambiando, haciéndome más humano que bestia.
—Te escucho.
—Búfalo habló de tu hermana, recordaba quien era, Hollywood intentó quitarle información,
lo único que escupió fue que la habían enviado a México, —ella asiente, sin reacción alguna,
esto es noticia vieja para ella— asumo por tu reacción o la falta de la misma, que Carter ya te
contó esto. —no vale la pena seguir usando su nombre de calle, claramente su relación es íntima
y el nombre es lo mínimo que conoce de él.
—Sí, estoy al tanto de ello, por eso envié un detective privado a buscar información, gracias
por compartirlo conmigo de todas maneras.
—¿Algún avance con su paradero?
—No, todavía no.
Asiento, mientras abro mi ordenador y hago una lista de las cosas que necesito, cuando
termino, la imprimo y se la entrego. Ella repasa rápidamente la lista.
—¿Sabes manipular estos materiales? —pregunta, ella sabe la respuesta, solo quiere estar
segura antes de ser responsable de la masacre que estamos por cometer.
Levanto una ceja.
—Una vez que tengas todo, quema ese papel. —ella se levanta y extiende su mano, sin decir
más, estrechamos el cuerdo por segunda vez en el día y se retira de mi oficina.
Para el final del día, puedo sentir el perfume de lo que sea que estén cocinando. Usualmente
todos se sientan a comer al mismo tiempo, a veces me uno, a veces no. Depende de cómo me
encuentre.
Cuanto fuego o cuanto hielo hay en mi ese día.
Hoy es uno de esos días donde mi mente necesita digerir cosas que rumiaron en mi cerebro
durante horas, necesito estar solo, más de lo de costumbre.
Mientras trago mi tercer vaso de Jack Daniels, con una mirada fija y vacía recuerdo el sueño
que tuve anoche. Una montaña con hojas de otoño rojizas, me sobrepasaba por muchos metros y
yo tenía que sacarlas de allí con solo una pequeña pala de mano. Era frustrante y agotador, tenía
sed y calor, pero seguía clavando mi pala una y otra vez, una y otra vez, dejando las hojas caer
en un pozo. Alguien jaló la parte trasera de mis pantalones, cuando voltee, un pequeño niño sin
rostro esperaba que tome un vaso lleno de un líquido amarillo, estiró su brazo y yo tomé el
líquido como si fuera la última gota del mundo, era delicioso y calmaba mi sed. Cuando lo
terminé le devolví el vaso y salió corriendo con sus cortas y rechonchas piernas, lo seguí con la
mirada para ver a donde se dirigía. Había una pequeña casa lejos de mí, muy lejos, pero de
alguna manera podía ver perfectamente a una mujer esperando al niño con más vasos para mí.
Gala.
Tomó al niño entre brazos y lo alzó con cariño materno, ella miró hacia mí y me sonrió. Ella
era mi esposa, internamente lo sabía, como que algo en mi ADN reconocía esa mujer como mi
compañera, como mi amante y amiga. Me sentía conectado con ella, aliviado de tenerla,
enamorado de ella.
Me gustaría poder ser un mejor asesino de mis sueños, para no soñar cosas tan dolorosas e
inalcanzables.
A las doce de la noche, tomo un largo trago del líquido ámbar, apoyo el vaso sobre la mesa
con fuerza y me levanto de mi silla, estoy un poco mareado, pero me recompongo caminando
erguido hasta la puerta, cuando estoy por abrirla, se abre de repente y golpea mi frente.
—¡Mierda! —grito.
—¡Oh! ¡Hunter! —grita Gal— ¡Lo siento tanto! Déjame verte. —me apoyo sobre el escritorio
mientras masajeo el dolor, ella intenta espiar entre mi cabello.
—¡¿Quién entra así a una oficina?! —exclamo enojado. Ella acaricia mi frente
delicadamente.
—Soy una bruta, mi padre siempre lo dijo, perdón, ¿ya está mejor? —pregunta deteniendo el
movimiento.
—¡No! ¡Me golpeaste en más lugares!
—¿Donde? Dime. —tomo su mano y la llevo directamente a mi polla con una sonrisa
maligna.
Ella golpea mi hombro con furia.
—¡Creí que estabas dolorido de verdad! Eres un…
—¿Un qué? —le pregunto mientras la arrastro entre mis piernas sujetándola de la cintura.
—Un…un… ¡un hombre!
—¡¿Eso es un insulto que está de moda?! —¡Sarah usó el mismo! ¡¿Qué significa?!
—¡Si! —vuelve a golpear mi hombro. Obviamente no mueve ni un centímetro de mi cuerpo,
ni la sonrisa me quita.
Lo que esta mujer le hace a mi cuerpo es insano, me vuelve loco su tacto, sus ojos almendra,
sus pecas amarronadas, sus labios carnosos, cada cosa de ella, no hay nada que no sea objeto de
admiración en mi sistema.
Maldición, me estoy enamorando.
Lo siento como una infección que intoxica mis venas y me hace devoto de esta diosa
hawaiana.
—¿Necesitabas algo? —pregunto seriamente, intento frenar mi mente antes de que ella lo
note.
Gal mira hacia abajo y sospecho que puede ver lo duro que estoy por tenerla cerca.
Esto es por ti.
—No, solo quería ver como estabas, ya sabes, con todas las decisiones que tomaron hoy.
Oh, aquí vamos…
—Lo lamento, —me escucho y no puedo creer que sea yo— sé que Goldy tomó una decisión
sin consultarlo contigo antes.
—¿Cómo sabes que no lo habló antes conmigo?
—Sencillo, no sabes disimular cuando estas enfadada, —sonrío— no me gustaría que mi vice
hable sin consultarme primero, pero también entiendo que esta situación necesita medidas
urgentes, hace una semana deberíamos haber tomado represiones y la única razón por la cual no
lo hago es porque…
—¿Por qué…?
Por ti…
—Porque tengo miedo de tomar la decisión errónea y perder más vidas. —digo sin mirarla a
los ojos. No es lo que quiero decir, quiero decirle que es porque tengo miedo de perderla, pero
me silencio.
Mantenerme callado es algo que ejerzo desde la infancia, aprendí que hablar complica las
cosas, exponerte hace todo mucho peor.
—Eres el presidente, sabes que a veces tienes que tomar decisiones difíciles.
Me levanto del escritorio, alejándome un poco de ella, porque lo que estoy por decirle
probablemente genere distancia entre nosotros de una manera u otra.
—No por mucho más… —susurro sirviéndome el quinto vaso de la noche, de cortesía sirvo
uno más y se lo entrego.
Ella frunce el ceño confundida por la confesión que acabo de hacer.
—¿Qué quieres decir? —pregunta con cuidado, ella ya sabe exactamente lo que quiero decir,
solo necesita estar segura y escucharlo de mí boca.
—Cuando todo esto termine, voy a claudicar mi puesto.
Su boca se abre como si fuera un maldito dibujo animado.
—¡¿Que?! —deja el vaso sin tomar sobre el escritorio y cruza sus brazos— ¿de qué
demonios estás hablando?
Más que sorprendida, ella luce como alguien aterrada, me pregunto por qué es.
—Lo que escuchas, estoy listo para dejar esto atrás, quiero tener la vida que siempre quise y
que me quitaron de mis manos. —algo que me ayudó a tomar esta decisión y no dejarla rumiar
en mi mente como una fantasía, fue la frase que dijo Sarah “Tu vienes primero.” y ahora que lo
pienso, no hubo un solo momento en mi vida donde no tomara una decisión en base a lo que otra
persona quiere para mí.
Gala se sienta lentamente sobre la misma silla donde Búfalo me enseñó a ser presidente,
donde Sarah me dijo que iba a casarse, la silla donde Goldy me ofreció misiles para destruir al
enemigo hace pocas horas y ahora es la silla donde ella va a escuchar quien soy realmente.
—Hunter, quiero entenderte.
—¿Por qué? —me siento pesadamente sobre mi sillón otra vez, mi actitud es reservada,
aunque sé que no por mucho tiempo, Gal deconstruye mi ser, me desarma y me encuentra.
Cuando presto atención a lo que digo o hago frente a ella, ya es demasiado tarde.
—Quiero saberlo todo, ¿por qué es tan difícil de entenderlo? Me gustas, me interesas, me
importas.
Sonrío triunfal para mis adentros, aunque mi rostro se mantiene estoico. Tomo su vaso lleno y
bajo el líquido en un solo movimiento, si voy a hacer esto, necesito ayuda y coraje.
No vengan con libros de autoayuda cuando tengo una botella de Jack Daniels frente a mí.
—Esta no es la vida que elegí para mí, ni la que mi padre quería para mi futuro, esto es algo
que tuve que hacer para vengar la muerte de mi padre. —arrastro mi trasero hasta el extremo de
la silla, deslizando mi cuerpo hacia abajo, mi mano derecha sostiene mi cabeza, estoy
comenzando a sentirme malditamente borracho— Como te dije, mi hermano fue quien lo asesinó
para tomar el poder, todo porque mi padre no hacia las cosas como él quería.
BadBlood arruinó todo, mi futuro, mi presente y mi pasado. Sé que el mundo es un mejor
lugar sin él, pero demonios, ¿por qué no pude tener una familia un poco menos disfuncional?
—¿Qué quería tu padre? —pregunta atentamente.
—Mi padre quería un club de moteros legal, sin mierda encima, un lugar donde los hombres
se puedan resguardar mientras hacen dinero suficiente como para vivir dignamente y sostener sus
familias. Su idea era brillante, pero algunos hombres decidieron que eso no era suficiente, por
eso tomaron al club y comenzaron a involucrarse en drogas, armas o en la mierda que se te
ocurra. —tomo aire profundamente— Cuando esto ocurrió yo estaba en Afganistán, mi ronda ya
estaba por terminar y tuve que irme antes para despedirme de mi padre.
—Oh, Hunter, cuanto lo lamento. —dice con ojos angustiados. No intento darle lastima, pero
aprecio su interés y su sentimiento.
—Gracias. —respondo sin saber que decir, ella se inclina sobre el escritorio, buscando
acercarse a mí. La habitación está llena de un silencio tenso e insoportable.
—¿Tomaste el club porque querías terminar el trabajo de tu padre? —pregunta, asiento
mirando al vaso vacío entre mis manos— ¿Y qué cambió ahora?
La pregunta que no quería que me haga, la que temo contestar.
Me levanto y vuelvo a llenar el vaso, comprando tiempo para pensar bien mi respuesta,
cuando me siento otra vez, froto mis ojos, buscando las palabras exactas que voy a usar sin
herirla, sin que mal interprete lo que siento por ella, lo importante que se convirtió para mí, en
solo unos meses.
Quiero conservar como me mira cuando me ve entrar a la habitación.
—El torbellino Sarah fue el cambio, ella me hizo dar cuenta que quería algo más de esta vida,
algo que no me está dando el club, por supuesto eso fue un callejón sin salida, Sarah no era para
mí, pero en algo que debo estar agradecido, es en sus palabras. —levanto la mirada para conectar
con sus ojos interrogantes— cuando estabas recuperándote en la casa de los D’amico, Sarah me
hizo dar cuenta que seguir reprimiendo quien verdaderamente soy, solo va a traerme infelicidad y
eso es algo que siento todos los malditos días, no pertenezco a este grupo, no quiero problemas,
no quiero fiestas, ni mujeres, yo solo quiero mi lugar, quiero silencio…quiero… —una
compañera, pienso, pero eso quedara encerrado bajo llave por el momento.
—Y aquí eso no está…
Sus ojos son comprensivos en vez de angustiados, su actitud calma en vez de arrebatada, creo
que ella realmente comprende lo que estoy pasando.
—No, —respondo con firmeza— es hora de que haga algo por mí, trabajé durante dos años
para que este lugar funcione y me escondí durante diez, sé que es muy rápido, pero si no lo hago
ahora voy a terminar enfermándome, esto es lo último que hago por el club.
Trago la sequedad de mi boca, bajando palabras que no quieren ser mencionadas. Nadie
quiere escuchar tristeza, nadie quiere ver alguien quien se cae a pedazos por un poco de cariño o
como un perro de la calle dando lastima por ahí, soy más fuerte que eso.
Gal absorbe todo lo que acabo de decir, es la segunda persona que conoce mi decisión.
—¿Cómo crees que los demás van a tomar esta noticia?
—No tienen otra opción más que tomarlo bien, no voy a retroceder. —ella asiente sin agregar
ninguna palabra.
La veo reflexiva, sus pensamientos corren a mil kilómetros por hora, me pregunto si todavía
me ve alguien digno, alguien quien puede estar en su futuro.
—¿Ya sabes a dónde vas a ir?
—No, tengo que terminar con esto primero, tengo que concentrar mi cabeza en este juego,
luego en mí.
—Entiendo… —su energía desciende, algo la afecta de todo esto, no sé si nosotros podemos
tener un futuro juntos, pero maldición, no pienso desperdiciar un momento mientras ella me lo
permita.
—Ven aquí, —ordeno, ella eleva sus ojos sorprendida por el cambio de actitud, pero creo que
era necesario para los dos. Se levanta, se sienta en mi regazo y rodea mi cuello con su brazo
derecho. La quiero cerca, en contacto físico conmigo, la preciso— no sé qué esperabas tú de…,
—señalo nuestros cuerpos— Entiendo si todo esto es algo que no tenías planeado, pero si en
algún rincón de tu mente te sientes atraída por la idea de escapar de todo esto conmigo, quiero
que sepas que mi puerta está abierta, voy a estar esperándote. —levanta su mirada, sorprendida,
¿es que no ve que me desvivo por ella? —Pero ten en cuenta algo, por el momento eres mía y yo
cuido mis cosas con garras y dientes, te guste o no. Especialmente si tu seguridad está en riesgo,
lo lamento, pero no estoy dándote una opción por el momento. —ella quiere devolver algún
comentario inteligente y descarado, pero muerde su lengua porque sabe lo que le conviene. —
¿Que? ¿Sin palabras Big Kahuna?
Gal sonríe vergonzosa y mira hacia abajo, sus mejillas se sonrojan, siento que está luchando
con pensamientos encontrados dentro de su cabeza.
Ahora entre mis brazos y sin huir de mí, me siento más calmado, Gal tiene algo mágico que
aquieta mi mente cuando está cerca, después de todo, no es casualidad que mis ataques de
ansiedad hayan desaparecido.
Arrastrando su cabello hacia atrás deposito mi boca en la suya, besándola intensamente.
Estoy perdido en ella.
Completamente cagado.
¿Por qué lo único que puedo pensar es en tomarla y hacerla mía? Todo el día de hoy, lo único
que podía pensar era en qué demonios estaba haciendo y porque no estaba entre mis piernas,
maldición es tan intenso que no puedo respirar.
Un inesperado deseo de abrazarla me arrebata, sin tapujos, la abrazo fuertemente, ella se deja,
encajamos a la perfección. Siento que ella fue hecha para mí, no es demasiado pequeña, ni muy
grande, ella es simplemente perfecta.
—¿En qué momento pasamos de que me quieras matar, a que me quieras abrazar? —pregunta
sobre mi hombro, rio entre mis dientes.
—En el momento que dijiste mi nombre, Gala.
CAPITULO 27

Gala
—¡Esto es muy difícil! —protesta Tequila mientras camina por el salón con su celular en la
mano— No puedo seguir encerrada aquí, ¡necesito salir!
Goldy y yo compartimos una mirada mordaz.
Tequila suele ser una mujer muy impulsiva, eso fue lo que la trajo al club en primera
instancia. Su nombre real es Alma, es una de las mujeres más jóvenes del club, tiene solamente
veintisiete años. Llegó a esta ciudad, escapándose de las garras del padre, quien la esclavizaba en
su hogar, maltratándola física y mentalmente. Ella me explicó que necesitaba asilo hace unos
años, porque su padre tenía contacto con muchas personas en su país y eventualmente la iba a
encontrar. Entre vasos de cerveza, me confesó que un día el padre estaba tan borracho que lo
encontró en su habitación masturbándose mientras ella dormía, ella esperó a que terminara y se
quedara dormido, para escapar. Sin tomar ni una prenda de ropa, se fue de la casa, en busca de la
libertad. Alguien le explicó que nosotras existíamos y nos buscó hasta que las suelas de sus
zapatillas terminaron desgastadas. La encontramos en las puertas de la mansión, deshidratada y
maltrecha.
Algo en esa experiencia marcó a Tequila, es de tomar decisiones rápidamente y sin
recapacitar mucho, me imagino que es una simple consecuencia ante semejante vida, ella es la
clase de persona que necesitamos para no detenernos a sobre-pensar demasiado las cosas.
—¿Quieres algo difícil? —murmura Goldy, mofándose de ella— difícil es hacer fuerza para
cagar y tener acidez, eso es malditamente difícil, siéntate ahí y deja de quejarte como una
millenial.
Goldy va al frente, ella es una muñeca Barbie por afuera, pero por dentro, bueno, por dentro
ella puede ser un camionero en el medio de una ruta un martes a la noche. A Goldy la conocí en
un club nocturno, una de las primeras noches que decidí salir de fiesta en una ciudad nueva. Esa
noche, un hombre me estaba presionando, insistiendo que debía bailar con él, amablemente
intenté rechazarlo, a la cuarta vez ya mi paciencia no existía, por eso lo empujé lejos de mí, el
tipo se enfureció y me empujó de vuelta, cayendo sobre ella, cuando Goldy volteó y vio la
situación, simplemente silbó y un guardia apareció a mi lado, tomando a ese hombre de los pelos
y haciéndolo desaparecer del club. Le ofrecí un trago en agradecimiento y desde ese día no
volvimos a separarnos, luego de muchos años descubrí que en realidad el club era de ella y por
eso el guardia accionó tan rápido. Goldy es mi amiga y confidente, por momentos puede que
nuestras personalidades choquen, por eso la quiero intensamente.
Tequila se detiene en seco ante la desconcertada respuesta y con mucha cara de repulsión,
dice:
—Que asco Goldy, de verdad, ¿de dónde sacas esas cosas?
—La vida misma, querida. —levanta sus hombros mientras sigue mirando su celular, ella
estaba dirigiendo el nuevo proyecto de reconstrucción la mansión, pero tuvo que abandonarlo
cuando se puso a la cabeza junto con Rage, con su pequeño proyecto “destrucción masiva”.
Ahora es Kata quien prosigue con todo.
—Kata, necesito que le devuelvas la llamada al arquitecto, me dejó un mensaje en mi casilla y
aún no tuve tiempo de responder.
Kata asiente y toma el ordenador portátil.
Kata es hija de inmigrantes japoneses, ella llegó al país cuando tenía apenas diez años. Su
abuelo la estaba obligando a casarse con un hombre de cuarenta años. Sus padres se opusieron a
ello, pero su abuelo es un político muy importante y debieron escapar para protegerla. Ella y
Goldy fueron a la misma universidad, por eso la conozco y eventualmente terminó con nosotras.
Kata es una de esas personas que mantienen un nivel de energía estable, hasta que explotan
como Hulk y desatan una tormenta en el lugar. Por eso nunca está fuera de su eje, siempre
presente y atenta con todos. Su hobby es tejer y bordar, lo usa para relajarse dice.
Yo creo que, si tengo una aguja de tejer en mis manos, termino clavándomela en el pecho,
solo para evitar ese tedioso hobby.
Hoy las niñas comenzaron la preparatoria, ninguna de ellas quiere volver a sus casas,
lamentablemente es normal cuando vienen de hogares violentos, por eso Goldy las enlistó en el
colegio para que sigan sus estudios, saliendo de tutora (y pagándole a muchas autoridades para
que no hagan tantas preguntas). Ellas estaban muy emocionadas esta mañana, ya que fueron
escoltadas por cuatro moteros, ¿Quién no quiere llegar así al colegio?
Vik les dijo específicamente, que si alguien las molesta que le informen a él. Eso las hace
sentir protegidas y valoradas, algo que ninguna de ellas sintió nunca.
—¿Alguna noticia de Daniela y Coma? —me pregunta Kata. Estamos las cuatro en el salón
del club (el cual nos adueñamos completamente)
—Están en camino. —respondo mientras configuro mi nuevo celular.
Luego de pensar que la perdíamos, pasamos a enterarnos que Coma está completamente
mejorada y lista para volver.
Las niñas armaron carteles de bienvenida antes de irse y Tango fue la encargada de decorar el
salón, si mal lo recuerdo sus palabras exactas fueron “Che, lo voy a poner onda a este lugar, sino
Coma va a terminar deseando darle honor a su nombre.” Y eso hizo, hay guirlandas de colores
por todos lados, globos, el cartel hecho por las niñas y uno hecho por ella que dice “Yerba mala
nunca muere.” a ella le gusta molestar a Coma, hay una amistad fuerte entre ellas.
—Tendrían que llegar en menos de una hora.
Cuatro hombres y Tango salieron a su búsqueda esta mañana, ya que el medico prometió
darle el alta para el medio día.
Estoy feliz de que tanto ella como Daniela puedan venir a la protección que nos da este lugar,
todas sentimos seguridad aquí, todas dormimos de noche y es algo que valoro mucho.
A la seguridad que nos da Hunter.
Rage.
Mi nueva obsesión.
¡Maldición! ¡No puede ser que siempre esté pensando en él!
Es que, ¿cómo no hacerlo? De verdad lo pregunto. Ese hombre detiene lo que está haciendo
cada vez que entro a una habitación, como si fuera lo único importante delante de sus ojos, está
al pendiente de la medicina que tengo que tomar o las cremas que tengo que ponerme.
Ni mis padres me prestaban tanta atención.
De día y delante de todos me trata como una igual, de presidente a presidente, pero de noche
demostró ser otro tipo de hombre.
Posesivo.
Hambriento.
Bestial.
En la oscuridad se vuelve el maestro y dueño de mi cuerpo, poseyendo cada centímetro de mí,
respirándome, consumiéndome como si hubiese sido suya desde el principio de los siglos.
Hunter no es un hombre regular.
Hunter es el alfa de este lugar, él reina con mano dura y justa sobre todos los que están bajo
este techo y por naturaleza me rendí a sus pies.
No puedo creerlo todavía.
Nunca creí que iba a permitirme sentir algo por un hombre otra vez, después de la dura
lección que la vida me dio, pero aquí estoy, de rodillas. De solo pensar lo que me hizo en su
cama, me sube calor y rompe el maldito termómetro.
—¡Tierra a Big!, ¡Te estoy hablando! —vuelvo a la realidad y Goldy esta ofendida. —
Enserio mujer, últimamente tienes unos viajes lejos de aquí ¡que me vuelven loca!
—Lo siento, ¿Qué decías? —todas se miran entre ellas, riendo. ¿Qué demonios?
—¿En qué pensabas? —me pregunta Tequila con una sonrisa maliciosa.
—En todo esto, la reunión de hoy, tu sabes, esas cosas. —miento.
—¡No nos mientas! —Goldy dice entre los dientes— sabemos que estabas pensando en la
polla de ese hombre, ¡no puedes negarlo!
Todas explotan en risa.
—¡Shh! ¡¿Puedes bajar el tono?! —susurro, con mis mejillas rojas como un tomate. Goldy se
apoya sobre la mesa y susurra:
—Queremos detalles, no, mejor dicho, necesitamos detalles para bajar el estrés que estamos
pasando aquí, así que no seas egoísta y dinos como fue. —todas se acercan a mí, ansiosas por
saber.
—Si piensan que voy a contar mi int—
Kata me interrumpe.
—¿Cómo es en la cama? ¿Delicado? ¿Bruto?
—No, ¡mejor dinos cuantos centímetros! —susurra Tequila en un estado indiscreto.
—Enserio, ¿¡qué demonios les pasa!? —pretendo estar ofendida— ¡No voy a hablar de su
intimidad! —las tres me miran con cara de pocos amigos— lo único que voy a decir es que
superó mis expectativas. —sonrío con arrogancia.
Todas se ponen a gritar, ¡Ahh!, golpean la mesa y reaccionan como orangutanes en celo.
Estos hombres nos hicieron algo, lo juro.
—¡Lo sabía! —dice Kata, mirando directamente a Tequila— ¡Me debes cien dólares querida!
¡¿Qué?!
—¡¿Apostaron, zorras?! —no lo puedo creer.
—Obviamente que apostamos, hace unos meses cuando lo trajiste a la mansión. —Kata busca
su billetera y le desliza cien dólares sobre la mesa con cara de derrota.
—¡¿Apostaron que Goldy iba a terminar enroscada con Hollywood?! —la acuso por primera
vez.
—¡¿Que?! —gritan las dos. Goldy me mira con odio.
—¿Creíste que eras buena ocultándolo? —cruzo mis brazos y sonrío con satisfacción.
—Somos buenos amigos, nada más. —responde evasivamente mirando su celular, pretende
no estar ofuscada, pero sus orejas están rojas fuego.
—Si y el infierno es solo un sauna, vamos… —respondo intentando desviar el tema de
Hunter.
Se escucha la puerta y todas nos silenciamos automáticamente, Coma y Daniela entran al
cuarto junto con algunos de los hombres que las custodiaron y Tango detrás. Coma camina con
dificultad y es Angus quien la trae del brazo. Angus es uno de los hombres que más tiempo pasó
en el hospital, se había ofrecido desde el incendio y pocas veces volvió al club.
—¡Ah! —gritamos todas al mismo tiempo— ¡Bienvenida! —nos levantamos y corremos
hacia ella, abrazándola con cuidado.
Estos momentos son los que necesitamos, más alegría, menos drama.
—Gracias chicas. —Coma se ve muy alegre y tiene buen semblante.
Ella es una mujer a la cual se le llama “Petite” (pequeña en francés) No debe superar el metro
cincuenta en altura, su cabello tiene el típico corte Pixie, debe tener un largo de no más de diez
centímetros, corto por detrás y a los costados, y un poco más largo en la cima, de color plateado.
Sus caderas son anchas y su cintura de avispa. Es la persona más pacifica que conozco. De
mirada serena, nunca reacciona negativamente, solitaria (ella se encargaba junto a su madre de la
huerta, actividad que solo ella podía realizar, ya que nadie tenía la paciencia necesaria) Una de
las mujeres que más admiro en esta vida.
Hunter entra al cuarto para recibirla y me sonrojo de recordar la conversación de hace unos
segundos con mis amigas.
¡¿Y si escuchó todo?! Trágame tierra.
Todos se silencian y se corren de su camino para dejarlo llegar a ellas, parece un gigante que
hace vibrar el suelo por cada paso que da. Cuando llega a su lado, las dos mujeres tienen que
trepar su mirada de lo alto que es para ellas.
Estira su mano y dice:
—Bienvenidas… —Coma estrecha su mano con cuidado. Cuando quiere estrecharla con
Daniela, ella inesperadamente lo abraza.
Hunter no sabe cómo reaccionar, su cuerpo se endurece como si ese abrazo fuese una
amenaza mortal.
—¡Gracias!, ¡Gracias! —solloza, sinceramente agradecida— Si no fuera por tu bondad no sé
dónde estaríamos.
Hunter me observa por arriba del hombro de Daniela, consternado.
Odia que lo agradezcan.
Le hago señas para que le devuelva el abrazo, él se obliga a envolverla entre sus brazos de
manera muy incómoda y poco natural.
Tengo que esconder mi risa, apretando mis labios.
—No me agradezcas, todavía la amenaza no fue eliminada. —responde seriamente usando su
lenguaje militar. Siempre lo usa cuando no está cómodo.
—Te equivocas muchacho, mostraste más bondad en estas semanas que muchas personas en
su vida entera, —sonrío por las palabras de Daniela, agradezco por ellas, Hunter tiene que
escuchar esto más seguido. Cuando lo libera de su agarre, agrega— ahora que estoy aquí vas a
comer de verdad, —pellizca sus mejillas y tengo que apretar mis labios con más fuerza para no
explotar— no sé con qué te estarán alimentando, pero eso ahora va a cambiar. —sonríe con sus
mofletes colorados y me busca entre la gente —Big, dime donde está la cocina, hoy hay que
festejar muchas cosas.
Daniela es nuestra madre, nos agasaja todo el tiempo y de la manera que sabe hacerlo es con
la comida, eso fue lo que le enseñó su abuela y su madre, disfruta de ello, es lo que le llena el
alma.
—Por aquí. —indico el camino.
Dejo atrás a la conmoción de preguntas hacia Coma. Escucho los pasos ligeros de Daniela
detrás de mí, pero también escucho otros pasos, pesados. Pretendo no saber que está aquí y
continúo mi caminar normal, aunque me resulta imposible con él tan cerca mío. Llegamos a la
estación de cocina que inventamos momentáneamente, por supuesto que los hombres tenían solo
lo básico y sin usar, por eso modernizamos todo por aquí.
—¡Gracias querida! ¿Cómo te sientes? —pregunta mientras comienza a abrir las lacenas y las
heladeras, murmurando palabras de desaliento.
Ella está acostumbrada a la cocina profesional que teníamos en la mansión.
—Bien, ya casi completamente recuperada. —siento su presencia detrás de mí, como una bola
de energía intensa que flota cerca, trago mis nervios, pero mi garganta esta tan tensa que no los
deja pasar a mi estómago.
Daniela voltea y sonríe con cariño cuando lo ve detrás de mí, yo pretendo no saber que mira y
giro sobre mis talones, con cara de sorpresa.
Hunter está parado allí, sin decir una palabra. Espero a que se decida, con paciencia.
—¿Podemos hablar un minuto? —finalmente dice.
—Sí, claro. —miro a Daniela— Volveré luego y otra vez, ¡bienvenida! —tomo sus manos
entre las mías y les doy un ligero apretón, estoy aliviada de tenerlas aquí.
Hunter retoma su camino hasta su oficina, yo voy silenciosamente detrás de él, no sé de qué
se trata esto y no estoy segura de querer saberlo. Abre la puerta y deja un pequeño espacio para
que pase, mientras mira al suelo.
No me gusta esto.
Cuando entro, volteo para preguntarle qué está pasando cuando cierra, me toma del cuello y
me empuja sobre la puerta que protege al resto de esta bestia. Sus labios atacan los míos
demandando atención, su agarre es fiero y me mantiene en mi lugar mientras toma posesión de
mi cuerpo otra vez.
—¿Así que superé tus expectativas? —pregunta sobre mis labios.
Maldición, ¡yo sabía que estaba escuchando! Voy a matarlas.
Asiento lentamente sin agregar más palabras, no tengo cómo justificarme.
Con su bota derecha, empuja mi pie a un lado, haciendo que mis piernas se abran para él. Sin
pedir permiso desabrocha mis pantalones y mete la mano directamente allí.
Donde siento fuego.
Donde siento palpitaciones.
Donde lo estaba esperando con ardor.
—Estuve pensando todo el día en este maldito coño, ¿qué tiene de especial?, dime. —
pregunta sobre mi oído, mientras sus dedos hacen magia.
Dejo caer mi cabeza hacia atrás, golpeando contra la puerta, mis ojos pierden foco, no puedo
concentrarme lo suficiente para responder mientras sus dedos penetran la parte más sensible de
mi cuerpo.
—N-no lo s-se—susurro entrecortadamente.
—Es una pregunta que me hago todos los malditos días. —un segundo dedo entra en mí y
gimo inesperadamente. Hunter cubre mi boca con su mano, su perfume masculino a cuero y
whiskey satura mi nariz.
—¿Quieres que te escuchen tus hermanas? —amenaza entre sus dientes— Porque puedo
lograrlo si quieres. —niego con la cabeza, pero él sabe que me muero por sentirlo dentro de mí—
Quizás deba mantener tu boca ocupada —sonríe siniestramente alejándose de mí. Se lo que
quiere de mí, me lo ruega con su mirada.
Tómame.
Me dejo caer sobre mis rodillas, desabrocho su cinturón de cuero y luego voy por los botones,
deslizando mi mano sobre su pelvis y su V que me indica el camino directo al paraíso, quiero
sentirlo, tocarlo, chuparlo.
Hunter se desliza duro y grueso dentro de mí boca, deja salir de su garganta un sonido salvaje,
su mirada pesada y clavada sobre mí, con una mano se sostiene contra la puerta para no perder el
equilibrio, la otra acaricia mi cabello.
Mi boca se llena se saliva de solo verlo así por mí.
Tan perdido en el placer.
Tan lejos de todo y concentrado en mi boca y en lo que le provoca.
Mi cerebro está friéndose, ¿cómo voy a sobrevivir a este deseo? Si con solo su mirada estoy
empapada.
—Maldición, Gal, tómala toda, no te detengas. —susurra, follando mi boca.
Más rápido.
Los sonidos que salen de él son salvajes y lunáticos.
Mis ojos miran a él, solo a él.
Toma un puñado de mi cabello con más agarre y se empuja más profundo, embistiendo dentro
de mí.
—Oh, dios, Gala, que boca más perfecta tienes. —dice abrumado.
Tomándome del cuello, me levanta y me arroja sobre el escritorio, con mi estómago sobre la
fría superficie y me preparo para la estampida que voy a recibir. Bajando mis pantalones,
abriendo mis piernas y exhibiendo mi trasero ante sus ojos, se desliza dentro de mí, embistiendo
más duro, más rápido y más profundo, sus manos me sostienen desde mis caderas.
No existe el control aquí.
No existe la elegancia.
No existe lo que nos hace humanos.
No hay prudencia, ni cautela, solo salvajismo y brutalidad.
Aquí se toma lo que se necesita y por dios, nos necesitamos, necesito a Hunter como necesito
respirar.
—¿Puedes sentir lo que me haces? —pregunta con una voz ronca y sin aliento, mientras
empuja sin mesura— Maldición, Gala.
Nuestros cuerpos jadean y suplican.
Sus dedos se entierran más profundo en mi piel, los míos se aferran a su escritorio, su tensión
sube y la mía detona, estoy tan excitada que tengo que aguantar la maldita respiración para no
gritar, hasta que no puedo aguantarlo más, mi cuerpo se rompe con un orgasmo abrumador.
Siento cosas duras y puntiagudas clavándose en mi estómago, no me importa, solo quiero
sentirlo, solo importa él. Quiero sentir a este salvaje perder el control a causa de mi cuerpo.
Sus embestidas siguen golpeando mi interior y en un micro segundo toma mi cuello y cierra
su agarre, dejándome con solo un poco de aire para respirar.
Oh, dios.
¡Si!
—Oh, como te gusta mi mano allí, ¿no? —dicen sus labios contra mi oído, su tono es pesado
y excitado— dime Big Kahuna, ¿te gusta como mi polla te llena?
¿Gustarme? Es lo más perfecto que he tenido en mi vida.
—La amo, —gimoteo— como a ti, —se escapa de mi boca y abro mis ojos llena de terror.
Hunter detiene sus embestidas— No, no es lo que…
—Cállate, —impone rápidamente, apretando mi garganta más fuerte y retomando las
embestidas contra mí otra vez. —dilo de vuelta, quiero oírte decirlo otra vez. —dice mordiendo
mi lóbulo derecho.
Oh, demonios.
—Te amo, maldición.
Gruñe y empuja con más brutalidad, su mano se desliza sobre mi estómago, hacia abajo,
encontrando mi coño y presionando sus dedos sobre mi clítoris. Cuando comienza a masajearlo,
golpeo la mesa con mi puño cerrado.
No puedo.
Su presencia me consume.
Mi corazón explota.
Hunter acerca sus labios a mi oído otra vez y dice palabras que me arrojan al abismo.
—Te amo, Big Kahuna.
Su cuerpo colapsa y se desagota, derrumbándose sobre mí, sus manos se sostienen de mi
trasero y lo sujeta como si fuera en ultimo salvavidas del Titanic.
Sus pulmones buscan aire desesperadamente.
Su frente está apoyada entre mis omoplatos
Y amo cada segundo.
Cuando decide despegarse de mí, volteo lentamente y acomodo mis ropas. Me siento sobre su
escritorio, mientras sube sus pantalones y abrocha el cinturón que yo había desabrochado
minutos antes con desesperación, pero se detiene a mitad de camino a mirarme como si fuera la
criatura más extraña que vio en su vida.
—¿De verdad? —pregunta. Su tono es vergonzoso y bajo, Hunter el maestro domador se
esfuma y un pequeño niño aparece frente a mí. —¿lo dices en serio?
—Si, es algo que tengo atravesado en la garganta hace mucho, perdón si arruiné todo. —
comienzo a jugar con un clip que estaba pegado en mi brazo, usándolo de excusa para esconder
mi vergüenza, me niego a mirarlo a los ojos.
¿Cómo pude ser tan idiota? Es muy rápido, no tendría que haber dicho nada.
—Hey… —me llama y lo ignoro— ¡hey! —protesta para llamar mi atención, toma mi quijada
entre sus dedos furiosos obligándome a mirarlo— No me pidas perdón por sentir, nunca, no
tienes idea lo que significa para mi escucharte decir eso.
Las mil capas de Rage, comienzan a derrumbarse y se mantiene una de pie, la más importante
de todas.
—No, no tengo idea, explícame. —es casi una súplica, una petición desesperada, necesito
saber quién es Hunter.
Apoya su trasero en el escritorio, a mi lado, cruza sus brazos y larga mucho aire de sus
pulmones, se está preparando para escarbar cosas del pasado.
—Tengo treinta y cinco años y nunca escuché a alguien decirme esas palabras, ni mis padres,
ni una amante, esta es la primera vez. —sus ojos negros profundos me observan con desamparo,
me acerco a él y tomo su brazo para tenerlo más cerca mío.
La bestia solo necesitaba un poco de amor.
—Estoy segura que todos lo sintieron, solo que algunas personas no saben expresarse con
facilidad.
Hunter se ríe dejando salir aire de su nariz, es una risa negativa y triste.
—Mi madre era adicta, —confiesa— cocaína y eso sí era amor, la amaba tanto que decidió
que era mejor morir, que vivir sin ella, a la mierda sus hijos y su marido, —rencor, pena y odio
salen de su voz. —mi padre era un hombre frio, puedo decir que, desde su fría forma, quizás
demostró su interés por mí, pero nunca fue bueno tratándome y mi hermano no era el soporte que
todos tienen, era un psicópata, ¿Quién puede salir bien de una familia así? —luce derrotado.
—Uno de los pocos hombres que me demostraron lo que es ser buen ser humano Hunter, —
sus ojos melancólicos me observan con interés— eres caritativo, generoso, valiente, tienes
integridad, nos proteges como nadie nunca lo hizo, puedo seguir por horas si quieres. —ríe,
negando con la cabeza— No sé cómo no lo ves, eres increíble y enamorarme de ti fue tan fácil y
rápido que tuve miedo.
Hunter sonríe plenamente, sonríe satisfecho, con el pecho lleno y el alma completa. Es solo
un niño, que fue ignorado por su familia, sin el amor de una madre y la protección de un padre,
rechazado por la única mujer que le provocó algo diferente (una necia si me lo preguntas) y
viviendo una vida que no es la que quería.
¿Cómo no amarlo aún más?
—Maldición Gala, soy muy afortunado en tenerte, —envuelve sus brazos en mí, dándome el
abrazo más intenso y sincero que viví— había tanto ruido dentro de mi cabeza antes de
conocerte… tu silenciaste todos mis problemas, aquietaste el dolor, lo hiciste desaparecer como
por arte de magia, maldición, no tienes idea cuanto te necesitaba. —estoy sin habla, nunca lo
escuché así, tan honesto, íntimo y vulnerable— Y tienes un cuerpo que raja la tierra.
Comenzamos a reírnos los dos, liberando un poco de toda esta explosión de hormonas, amor y
sentimientos que chorrean por las paredes de esta oficina.
CAPITULO 28

Hunter
Caminamos juntos hasta la iglesia, la llevo de la mano, sujetándola fuertemente, no puedo
soltarla, por una simple razón, no quiero. Gala finalmente rompió el escudo final y me puso de
rodillas ante ella, ¿qué más puedo hacer? ¿Cuánto más puedo soportar esta soledad sabiendo que
ella existe en el mundo?
Te ama. Repito para mis adentros, sus palabras todavía retumban en mis oídos.
Alguien me ama.
Mierda.
Que día.
Cuando entramos, todos gritan cuando ven nuestras manos unidas y Gal sonríe
vergonzosamente, yo la observo a ella como un idiota enamorado.
—¡Bueno!, ¡bueno! —grito para hacer silencio— No hay nada que ver aquí, empecemos con
esto de una maldita vez. —todos sonríen (por alguna razón desconocida para mí), mientras
terminan de acomodarse en sus sillas. Yo me siento en la cabecera, Slider está sentado como
siempre, a mi lado derecho, Gal esta vez sí se sienta sobre el izquierdo y a su lado esta Goldy.
Carter esta obviamente pegado a esa rubia, por más que intente disimularlo, no puede, esta tan
rendido como yo con Gal. El resto está sentado aleatoriamente en el resto de la mesa. Espero que
terminen de acomodarse.
Coma y Angus se unen a la reunión a último momento, él todavía la ayuda a caminar por el
lugar, los saludo a los dos, dándole las bienvenida a mi manera.
Solo moviendo mi cabeza hacia ellos.
—Oye, Rage, —me llama Carter— tengo información de último momento. —dice
pretendiendo ser un presentador de televisión.
Todos se están riendo.
—Te escuchamos. —me dejo caer hacia atrás, dándole espacio para que hable, de reojo
observo a Gal sonriendo, mientras mira a Carter haciendo sus payasadas.
Aparecen flashes en mi mente de como hace solo unos minutos estaba chupando mi polla y
me pongo duro automáticamente.
Maldición, ¡concéntrate!
—Finalmente me puse en contacto con alguien que trabaja para ellos, por protección no voy a
decir su nombre, pero doy por sentado que quiere escaparse de allí.
—¿A cambio de qué? —pregunta Gal.
—Protección, en caso de que la cosa no salga bien, quiere estar segura de que ella y su familia
van a estar lejos de aquí.
—¿Cuánto quiere? —pregunta Goldy.
—Medio millón de dólares, —todos reaccionan con rechazo— lo sé, lo sé, pero si me lo
preguntan, creo que vale la pena, puede darnos mucha información.
—¿Como sabemos que la información que nos va a dar es válida? Podría estar haciendo lo
mismo para los rusos. —pregunta Vik.
—No creo que este jodiendo con nosotros, la vi muy asustada. —responde mirándome solo a
mí, por ende, todos lo imitan esperando mi opinión.
—Tenemos que ponerla a prueba, verificar la información primero. —considero, no hay lugar
para equivocarse.
—Estoy de acuerdo, —se adjunta Slider— dile que tiene un trato y veamos que pasa a partir
de allí.
Golpeo el martillo sobre la mesa.
—¿Qué más…? —los observo esperando escucharlos.
Durante una hora completa abarcamos tantos temas, que siento que me duele la cabeza,
alguno de ellos son las niñas, la organización, el transporte de ellas y el seguimiento de sus vidas,
luego Goldy trajo a la mesa un nuevo rumor de un lugar donde están desapareciendo mujeres.
Acordamos un equipo para que vaya a investigar y asignamos tareas.
—Por ultimo me gustaría proponer algo, —dice Gal— cuando recolectemos la información
necesaria y estemos listos para atacar, vamos a necesitar todas las manos sobre los rusos y no
hablo de solo los que tenemos experiencia, hablo de todas, —dice mirando a cada uno de los
participantes— creo que es necesario tener algún tipo de entrenamiento. —coloca su mano sobre
mi brazo para detenerme, sabe que estoy por interrumpirla— Escúchame Rage, ustedes tienen
más experiencia que nosotras, eso no nos hace menos, pero si nos deja en desventaja ante una
situación inesperada, entonces, propongo que nos entrenen, con lo que consideren que sea
necesario saber para cuando llegue el día.
Silencio en la iglesia.
Refriego mis ojos, no tengo tiempo para entrenarlas, tengo que resolver esto.
—No lo sé… —respondo pensativo.
—Creo que es una buena idea, —señala Slider— no tenemos margen de error aquí, todos
tenemos que ser capaces de resolver cualquier problema y hasta que llegue la artillería, tenemos
tiempo se sobra.
—Yo digo que sí. —dice Vik
—Yo también, —dice Texas animadamente— podemos armar clases y toda esa mierda.
Wow, es la primera vez que lo veo entusiasmado por algo, ¿Cómo le voy a negar algo así al
hombre más introvertido del mundo?
—¿Todos de acuerdo entonces? —pregunto.
Todos gritan sí.
Vuelvo a golpear el martillo.
Comencemos con el entrenamiento entonces.
CAPITULO 29

Gala
El cuarto de Hunter es austero y militarmente ordenado, todo parece tener un lugar y
propósito en particular. No hay objetos de más, ni caos.
Una gran cama ocupa la mayoría del cuarto, para que pueda entrar cómodamente, (el cuerpo
de Hunter es tan grande que nunca entraría en una cama Queen). En sus paredes hay tres
fotografías de viejas motocicletas en blanco y negro. Un escritorio casi vacío, excepto por
algunas cosas tecnológicas como ordenadores, auriculares y cables colocados milimétricamente
uno del otro, debajo del escritorio hay un refrigerador pequeño con bebidas alcohólicas,
obviamente. Unas cortinas negras que no dejan entrar la luz, de la ventana que da a un pequeño
patio.
Honestamente, estaba esperando que este lugar apeste a hombre y basura, pero está en buenas
condiciones, mejores de lo que solía ser mi cuarto, donde usaba el suelo como guardarropa y la
cama como mesa.
Ahora mismo estoy en su cama, Hunter me arrastró aquí, gruñendo amenazas sobre que iba a
atarme a la cama si no me quedaba en su cuarto, está haciendo de este lugar, una prisión
deliciosa.
El agua de la ducha todavía corre, Hunter se baña después de otra sesión de sexo violento, me
encanta que asuma el papel de tirano entre los dos. Mis inclinaciones sumisas comenzaron poco
luego de mi divorcio, cuando el control de mi vida era absoluto, los compañeros sexuales que
tenía terminaron aburriéndome porque era más de lo mismo, no me excitaba el sexo vainilla, no
quería tener control en la cama también. Cuando lo hablé con Goldy ella fue la que me
recomendó probar algo más salvaje y hasta el día de hoy que estoy agradecida, porque encontré
lo que verdaderamente me satisface.
Hunter es el molde perfecto para mí, es dictatorial, sabe claramente lo que quiere y no para
hasta conseguirlo, marca el ritmo del acto y lo mejor de todo, es que busca darme placer en cada
momento.
Si cabía alguna duda, si encajábamos o no, acaba de esfumarse con este repaso mental.
—Sigues en la misma posición. —dice mientras sale del baño desnudo, algunas gotas todavía
permanecen en su pecho tonificado, su cabello cae mojado sobre sus hombros y tengo que
aguantar para no morderme los labios ante semejante imagen. Deja caer su cuerpo sobre la cama
y coloca un brazo debajo de su cabeza.
—Cuando pueda usar las piernas otra vez, las usaré, —respondo mientras me acurruco a su
lado— en el mientras, pienso aprovecharme de la comodidad de esta cama.
Hoy fue el tercer día de entrenamiento, Texas es el encargado junto con Viking y algunos más
a entrenarnos o como lo llamo yo, “perfeccionar un diamante”.
Hasta ahora, aprendimos la manipulación de ciertas armas a la cual no estamos
acostumbradas, estrategias y autodefensa. A último momento del día Hunter apareció detrás de
mí, abusando su autoridad y apoyando descaradamente su miembro en mi trasero para enseñarme
cómo usar una escopeta, nadie lo notó y fue extremadamente sensual.
Por esa razón terminamos aquí.
—No voy a hacerme responsable de tu pobre estado físico, tendrías que haberlo pensado
mejor cuando decidiste provocarme. —se burla de mí, mientras me arrastra más cerca con su
mano libre. Coloco mis brazos sobre su pecho para usarlo de apoyo mientras nos miramos
bobamente a los ojos.
Sus ojos negros son un pasadizo infinito, donde si miro bien, probablemente encuentre miles
de secretos y experiencias del pasado que lo hacen el hombre que es hoy, me muero por saber
todo sobre él, pero quiero que me lo diga cuando esté listo.
—¿Que ves? —me pregunta curioso.
—Un mundo dentro de tus ojos, no puedo esperar a explorarlo. —digo seriamente.
—No mires demasiado, puede que salgas corriendo de aquí. —su tono cambia y parece
preocupado.
—No voy a salir corriendo, no importa lo que vea. —respondo con la misma seriedad. El
amor propio de Hunter no existe, quizás deba generarlo de a poco.
—No estés tan segura. —revela crípticamente mirando hacia otro lado.
—Dímelo entonces, que es lo que no puedes perdonarte que crees que va a alejarme de ti.
Lo piensa unos segundos y mirando lejos de mí comienza a hablar.
—Soy responsable de la muerte de cada maldito miembro de mi familia, Gal, ¿sigues
queriendo quedarte aquí? —se levanta de la cama, dejando su lugar frio y comienza a caminar
nerviosamente, preso de su mente.
—¿A qué te refieres? —me siento en la cama, para darle mi completa atención— dijiste que a
tu padre lo asesinó tu hermano…
—Que es mi maldita culpa, yo debería haber estado allí, ¡protegiendo a mi padre!, sabía que
mi hermano no tenía salvación, ¿pero mi padre? Él podría seguir vivo y cumplir con su sueño, no
sé por qué lo escuché cuando me pidió que me enliste, no debería haberme ido, tendría que
haberlo apoyado como hace un hijo de verdad. —sus ojos están alterados, su voz parece firme,
pero tiembla angustiada, Hunter está extirpando absolutamente todo lo que tiene dentro.
—Hiciste lo que tenías que hacer, no es tu culpa.
—Si es mi culpa, tendría que haberme esforzado más, mi padre estaba muy solo, si tan solo
yo…si hubiera sido un mejor hijo, tanto para el como para mi madre, nuestra familia no se
hubiera ido a la mierda.
—Oh, no Hunter, —me levanto para ir hacia él— un niño no es responsable de eso, jamás.
—Sí que lo soy, mi hermano me lo dijo, dijo que era un dolor de cabeza y que mi madre no
podía controlarme, por eso necesitaba estar absolutamente drogada para poder lidiar conmigo y
mi padre nunca lo contradijo. Yo no era fácil y ellos… ¡maldición!
Sus ojos comienzan a aguarse y como una catarata incontrolable, comienza a llorar. Lo abrazo
con fuerza porque es lo único que puedo hacer, esta angustia vive allí hace años y la única
manera de eliminarla es extirpándola.
—Hunter escúchame bien, —susurro sobre su oído mientras llora incontrolablemente— tu
madre tenía un problema y la herramienta más usada por los adictos es la excusa, créeme, lo sé
de primera mano, no dejes que esos recuerdos te hagan sentir culpable, porque la única culpable
aquí, es ella.
Se me perfora el pecho de verlo y escucharlo así, nunca nadie tendría que pasar por algo como
eso, ningún niño debería escuchar a una madre o padre decir que son culpables de sus propios
problemas.
Hunter se aleja un poco de mí, pero no demasiado, no me suelta de su agarre, me necesita
físicamente cerca de él, y dice:
—¿Cómo lo sabes?
—Porque mi padre fue igual y esa maldita sustancia lo hizo oscuro y sacó sus demonios a la
luz, en sus últimos años no hubo un día donde no me dé a entender que prefería intercambiar a
mi madre por mi ¿y sabes qué? Sé que no lo decía de verdad, eso era la adicción, porque el día
del incendio, mi padre lo primero que hizo fue rescatarme a mí, no a mi madre, esas son cosas
que entendemos de adultos, cuando estamos listos para sanar.
—Siempre hablas de tu padre, creí que…
—¿Que estaba vivo? lo sé, a veces no me doy cuenta que hablo de él en presente, porque en
mi cabeza, mi padre sigue vivo, el que murió de sobredosis fue el otro ser que lo gobernó su
mente los últimos años, pero ¿sabes qué? Hay días que lo entiendo, porque sobrevivir la pérdida
de un ser querido, es un reto imposible para muchos, el dolor a veces es tan grande que consume
cada fibra, hueso y energía de nuestro cuerpo. —coloco mis dos manos sobre su rostro y con mis
pulgares acaricio su suave piel, él envuelve sus grandes brazos en mi cintura— No vuelvas a
decir que es tu culpa, nada de lo que ocurrió es tu culpa, ¿está bien? —asiente lentamente.
—No quiero perderte a ti también, Gal. —susurra desesperado, no puede mirarme a los ojos,
no permite que lo vea vulnerable.
—No me vas a perder —afirmo— y no pienso alejarme de ti, no ahora, cuando estoy
totalmente enamorada de un gigante aterrador y extremadamente apuesto. —sonrío intentando
alentarlo, pero veo en sus ojos el miedo, la falta de confianza, el odio a sí mismo y eso me
destruye.
Hunter me observa con hambre y así me besa, presionándome cerca de su cuerpo. Ahora lo
entiendo bien, al fin deduje el puzle de quien es.
Hunter fue abandonado por cada miembro de su familia, cada ser querido, cada mujer que
amó, todos se alejaron de él y hoy por más que se muestre fuerte, sigue siendo aquel niño
abandonado.
—Te amo, maldición, —susurra sobre mis labios— te prometo Gala, voy a ser el maldito
hombre de tus sueños, no pienso perderte de vista, voy a hac—
Lo silencio con mi boca.
—Deja de prometerme cosas que ya eres, Hunter.

✽ ✽ ✽

No puedo concentrarme en la clase de hoy, Viking está hablando de cómo reaccionar en


situaciones de presión, rehenes y no sé qué más, yo solo puedo pensar en Hunter y en como
finalmente se abrió conmigo anoche.
Después de nuestra intensa conversación, mostró su lado más suave y delicado en la cama y
por primera vez nos comunicamos con nuestros cuerpos en silencio y sin apuros. Se quedó
dormido a mi lado, aún con ojos mojados. Pocas horas después, me desperté con él dentro mío,
tomándome como si no lo hubiera hecho nunca y murmurando palabras de amor.
Todo fue intenso.
Sus palabras.
Sus ojos.
Sus manos.
Por eso no puedo concentrarme y escuchar lo que este hombre está diciendo, inclusive si
puede llegar a salvar mi vida después.
Las chicas están muy concentradas, hacen preguntas y anotan, tienen un interés real y eso me
hace sentir culpable.
¡Concéntrate Gala!
—No se puede humanizar al contrincante, no en nuestro caso, —escucho a Viking dar una
lección ya comenzada— ellos van a apuntar a matar, ustedes tienen que ser igual, pensar con
frialdad es lo único que las va a ayudar a sobrevivir un momento así. Deben ser rápidas, tomar
decisiones en el momento y al mismo tiempo pensar en el de al lado.
—¿Crees que no sabemos eso? Hace mucho que lo hacemos y cada una de nosotras aquí mató
al menos una persona, avanza con tu itinerario, cabrón. —dice violentamente Tequila, Viking se
ríe por su actitud.
—Lo sé, “dura de matar”, lo sé, solo se los recuerdo porque a donde vamos no seremos solo
algunos, vamos a ser muchos y no todos vamos a volver. Lo que intento decirles es que por más
que haya alguien en riesgo, no se detengan, a menos que explícitamente este acordado con
alguien.
—Bueno, eso es otra cosa. —dice ella cruzando sus brazos.
Viking se acerca a donde está sentada y se coloca de cuclillas frente a ella, intentando
intimidarla.
—¿Puedo continuar? —una media sonrisa en su rostro dice que está disfrutando de esto.
Goldy me observa de reojo y sé que piensa lo mismo que yo.
Hay mucha tensión sexual entre estos dos.
—Si. —responde Tequila rodando sus ojos, totalmente exasperada, él la observa fijamente y
se toma un minuto antes de ponerse de pie y continuar.
—Viking, —digo llamando su atención— creo que lo que Tequila quiere decir es que no hace
falta que nos expliques esto, nosotras no nacimos ayer, sabemos que implica esta misión.
Lo que le estoy diciendo de manera políticamente correcta a este hombre es que está
explicándonos algo que ya sabemos, algo que los hombres tienen a hacer constantemente.
—Estoy seguro, solo que no quiero que el impacto sea muy grande.
Coma levanta la mano, ella sabe que no tiene permitido participar en la redada, no está lista y
sus condiciones físicas no se lo permiten. Pero ella dijo que quería participar en las clases porque
era necesario saber algunas cosas.
—Tengo una pregunta. —dice.
—¡No tienes que levantar la mano! —dice Vik riéndose, él todavía no conoce lo educada que
es.
Ella le responde con una sonrisa avergonzada.
—¿Dejarías un hermano tuyo atrás en el medio de un combate?
Eso lo deja pensando un segundo.
—No, haría lo posible para ayudarlo.
—Entonces, ¿por qué pretendes que hagamos lo contrario? —Texas y Angus están detrás de
Viking y comparten una mirada entre ellos.
—Porque sé que van a hacer lo posible por salvar a quien sea, no importa lo que diga. —ríe
nervioso.
—¿Quieres que diga mi teoría? —dice ella
—Soy todo oídos.
—Creo que tú piensas que, porque somos mujeres, los sentimientos interfieren en todo lo que
hacemos y que eso va a matarnos eventualmente. —dice calmadamente y sin agredir.
—Bueno, yo…
—También creo que, el que tiene esos sentimientos en realidad eres tú y que solo te estás
dando un consejo para no olvidarlo. —sonríe tiernamente con su aura pacifica de siempre.
Los dos hombres terminan explotando en una risa, mientras Viking los mira con cara de pocos
amigos.
De golpe la charla pasó a ser mucho más interesante.
—Bueno, bueno, damas, se desvió el tema y por eso ahora tienen entrenamiento que hacer,
vamos. —dice Texas aplaudiendo como si fuéramos ganado.
Todas nos levantamos y hacemos espacio para comenzar con el ejercicio del día, si mal lo
recuerdo, hoy entrenamos piernas y es lo último que quiero usar luego de una noche con Hunter.
Cuando terminamos el entrenamiento, nos duchamos todas en el baño común que hay en el
club, junto con Goldy estamos saliendo de allí cuando su celular suena, lo atiende
inmediatamente.
—Te escucho, —dice sin mencionar su nombre— ¿no puede ser por aquí? Está bien, está
bien, ¿cuándo y dónde? —su semblante se ve preocupado y alerta— Estaré allí.
Cuando termina la llamada me observa inquieta.
—¿Quién era?
—El detective que estaba ayudando en México, ya está aquí y dice que tiene noticias
importantes, pero no puede dármelas por teléfono, —susurra— tengo que irme.
—No, Goldy espera, no es seguro, déjame llamar a alguien de… —
Me interrumpe.
—¿Desde cuándo necesitamos de ellos, Big? Voy a salir, esto puede ser definitorio, si no me
quiere dar la información que recolectó por teléfono significa que tiene malas noticias para
darme, así que no me jodas la vida Gala, me voy.
Dice mi nombre completamente fuera de sí, Goldy tiene un temperamento fuerte, pero cuando
se trata de nervios, no tiene control.
—Déjame tomar armas al menos.
Los hombres están en la iglesia, resolviendo temas financieros (o al menos eso me explicó
Hunter antes de ingresar) Por eso abro el gabinete de las armas, dos 9mm para defendernos en
caso de que algo ocurra. Cuando salgo a la calle, Goldy me espera en un Maserati que nunca
había visto.
—¿De dónde salió este? —pregunto mientras abrocho el cinturón de seguridad.
—Es el reemplazo de mi motocicleta, todavía no tuve tiempo de comprar una nueva. —
arranca el auto y sube la velocidad como si no hubiera un mañana.
Cuando se trata de su hermana, Goldy no tiene límites, perderla fue algo que la marcó y lo
puedo ver todos los días, la ira con la que se maneja, el odio a los hombres y la frustración de
perderla.
No puedo ponerme en su lugar, pero sé que estaría igual que ella.
No podría dormir, tal como ella.
No podría relacionarme con nadie.
No podría vivir, sabiendo que mi hermana está sola por allí, pasándole vaya a saber qué.
Así que, ¿cómo no voy a poner mi vida en riesgo por ella?
El auto ingresa a la autopista, esquivando estorbos por el camino, Goldy tiene sus nudillos
blancos de como aprieta el volante, esta silenciosa y contemplativa, letal diría, si no la conociera
como a una hermana. Cuando bajamos de la autopista, Goldy toma la avenida y comienza a
manejar más lento.
—Es esa cafetería de allí, voy a dar algunas vueltas antes de estacionar, ¿puedes mirar dentro
y ver?
Eso hago, una vidriera transparente deja que mire adentro, hay mucha gente, en su mayoría
estudiantes tomando café y estudiando.
—Creo que es seguro, hay mucha gente, si alguien quiere hacer algo, no lo va a hacer aquí.
Goldy asiente seriamente y busca donde aparcar el Maserati, por suerte hay lugar en la cuadre
frente al café. Antes de bajar, observamos el movimiento de la calle, gente que va y viene,
ocupada o paseando, nadie parece sentir que su vida está en peligro como nos sentimos nosotras.
—Ahí está… —dice, mirando por el espejo retrovisor.
Un hombre de unos cincuenta años, camina con un sobre de papel madera e ingresa a la
cafetería.
—Vamos. —digo enterrando el arma en la parte de atrás de mis pantalones, ella hace lo
mismo.
Cruzamos la calle, observando para los dos lados y entramos en la cafetería.
El bullicio y gritos aislados de estudiantes pasados de hormonas nos reciben. Caminamos
hasta el fondo, siguiendo los pasos del detective y nos sentamos en una pequeña mesa al fondo
del lugar.
—Goldy… —saluda estrechando su mano con ella.
—Ella es Big, mi presidenta. —responde introduciéndome al detective.
Si lo cruzaría por la calle, nunca pensaría que este hombre hace trabajos sucios para todos los
poderosos de este país.
Tiene el cabello rubio ceniza, su piel es arrugada como tienen todos los ricos después de mil
veranos bajo el sol del caribe y una vestimenta de padre de los suburbios.
—Encantada. —respondo mientras me siento, ellos hacen lo mismo.
—Bueno Goldy, las cosas no están luciendo muy bien, gente muy poderosa está detrás de esto
y van a hacer lo posible para que esto se mantenga en silencio.
—Lo sé, vamos, que tienes. —lo apura.
—Fue vendida y la razón por la cual no podía decírtelo por teléfono es porque están
escuchándome.
—¿Sabes a dónde? —pregunta Goldy sin mostrar ni una gota de emoción, yo por mi lado
siento una pelota en mi estómago.
—Italia fue lo último que recibí.
—¿Italia? ¿Sabes quién la compró?
El detective niega con la cabeza, obviamente no sabe, pero Goldy se aferra de lo que puede.
—Quiero ver esos papeles, ¿los tienes aquí?
—Si, en el auto, pero Goldy, no hay mucho más que hacer aquí, esa información es un
callejón sin salida.
—Yo voy a ser quien juzgue eso, necesito esos papeles.
—Esta bien. —el detective golpea sus nudillos sobre la mesa dos veces y se levanta.
Nosotras caminamos detrás de él, vigilando los rostros que nos observan con detenimiento,
todo el mundo te parece sospechoso cuando tu cabeza está programada para esperar peligro.
Salimos a la calle, el detective camina delante de nosotras por aproximadamente cinco pasos.
—Son solo unos minutos, no te preocupes, —murmura Goldy— en poco tiempo volvemos al
MC.
—Tranquila, esto vale la pena, un paso más cerca. —acaricio su espalda y ella aprecia el gesto
tomando mi mano por sobre su hombro.
En estos momentos tener una amistad como ella es impagable, ella estuvo conmigo paso a
paso desde que me mude aquí hace ya tantos años, adoptándome prácticamente, dándome un
propósito, un objetivo que en esta vida a veces es tan difícil de identificar.
¿Qué quiero lograr? ¿Qué me hace feliz?
Goldy tenía esas respuestas y me brindó un nuevo propósito.
El auto del detective es color plateado, en los asientos traseros hay cajas con papeles infinitos,
mucho desorden y suciedad.
—Están por aquí, dame un segundo. —dice mientras se agacha y busca rápidamente el legajo
con la información que necesitamos.
Las dos estamos de pie, con nuestros brazos cruzados, la mirada de Goldy esta fija en las
manos del detective, mientras que la mía mira a mis alrededores, atenta a todo lo que ocurre. Por
supuesto ninguna de las dos llevaba el chaleco, ni tampoco ropa que llame mucho la atención,
debemos pasar desapercibidas.
—Aquí, —dice desde adentro del auto, retrocediendo con cuidado de allí, hasta dárselo a
Goldy. Es una carpeta amarilla que dice Simone Du Pont escrito con un bolígrafo azul. —si algo
te resulta confuso, no dudes en llamarme.
Goldy revisa rápidamente las hojas.
—¿Por qué seria confuso? Está todo muy claro aquí. —oh no, conozco ese tono.
—Goldy, ¿estamos contra reloj, recuerdas? —digo por lo bajo. Goldy tiene la autoestima y
seguridad de un hombre blanco y exitoso, por eso se da el gusto de poner a los tipos en su lugar.
— No estoy tratándote de tonta, —aclara— solo que puede haber algunas abreviaciones o
códigos que quizás no me entiendas, nada más, tienes mi teléfono, ya sabes que puedes llamarme
cuando gustes.
El detective estira su mano para estrecharla con ella, Goldy responde dándole un apretón de
manos bien fuerte y firme.
—En cuanto tenga mi celular en la mano termino de enviarte el deposito, gracias Luther. —
termina de saludarlo y se aleja del auto, tengo que caminar detrás de ella para alcanzar los largos
pasos que da, cuando llego a su lado comienza a despotricar.
—Te juro Big, estos tipos son lo peor, no solo hace mal su trabajo, sino que me trata de idiota,
no veo la hora de que esta mierda machista acabe de una maldita vez.
—Es un hombre grande Goldy, no puedes esperar que cambien a partir de cierta edad. —el
auto está a solo metros nuestro.
—No es excusa suficiente Big, hablo más idiomas que él, tengo más dinero en mi cuenta y
uso un mejor auto, algo de autoridad sobre el debería sentir, —toca el botón de la llave del auto,
haciendo que se abra automáticamente, rodeo el auto para abrir la puerta y cuando nos sentamos
sigue hablándome— pero no, los hombres siempre se sienten superiores, siempre tienen alguna
excusa sobre nosotras. —las dos cerramos las puertas.
—Quizás si hablaran menos…, —una voz dice detrás de nosotras. En un segundo apunto mi
arma al asiento trasero, un hombre apunta una escopeta directamente en la nuca de Goldy. Está
vestido de traje, extremadamente corpulento, su cabello es rubio y corto. —pero no, ustedes
parecen no tener fin cuando se trata de hablar.
No suelto el arma, la mantengo arriba, apuntándolo con manos firmes, su dedo índice esta
sobre el gatillo, presionando al punto donde siento que tengo que cerrar los ojos para no ver la
cabeza de Goldy explotar sobre el vidrio delantero.
—Baja el arma. —digo apretando mis dientes.
—Chiquilla, con eso que tienes entre las manos, no puedes ni darme un arañazo, si
comparamos como le voy a volar los sesos a tu amiga, tu baja el arma, —agrega, sé que tiene
razón, no quiero poner la vida de ella en peligro, así que cumplo con su demanda— bien y tu
rubia, entrégame la tuya.
Goldy despega las manos del volante y quita el arma de sus pantalones para entregárselo.
—Enciende el auto, nos vamos de paseo.
Goldy enciende el auto sin chistar.
Maldición, el detective dijo que lo estaban escuchando, solo que nunca creí que eran ellos.
—¿A dónde, chico malo? —pregunta colocando las manos en el volante otra vez.
Goldy me mira un segundo de reojo, se lo que siente ahora mismo, puedo ver el
remordimiento en sus ojos celestes.
—Sigue por esta calle, yo te indico luego. —dejo una mano deslizarse por su pierna, quiero
calmarla de alguna manera, la necesito concentrada y no consternada. —Hey, quita la mano de
allí o te ato.
—No es necesario, me quedare quieta. —digo con voz irritada.
Sé que aquí se acabó mi juego.
La vida no te permite ningún error, no puedes tropezar.
¿Fue estúpido salir? Claro que lo fue, pero esta lucha comenzó por Simone y es natural que
termine por ella.
Por supuesto, que mi vida va a acabarse, en el momento que logro amar otra vez, maldición,
que decepcionado va a estar Hunter cuando escuche sobre mi muerte.
Una vez que logra confiar en alguien, no solo rompí la única orden que me dio, sino que
desaparezco de su vida para siempre.
Maldición.
Lo siento Hunter, lo siento tanto.
CAPITULO 30

Carter
Dante se despide de mi desde la puerta de su casa, con una mano arriba y una sonrisa forzada.
Maldición, siento que no está haciendo ningún avance, menos aún con esa mujer en su casa.
Amira no es mala persona, pero creo que es un disparador del pasado y la sumisión brota en él,
intentando complacerla en todo momento. Ya no sé qué hacer para ayudarlo.
Tengo que recordar sentarme con Bruno para hablar sobre esto, no puede ser que no lo note,
especialmente él, con su observación científica y precisa de todo lo que lo rodea.
Cuando dejo de ver al primo que volvió de los muertos, enciendo mi motocicleta en el mismo
momento mi celular vibra, miro rápidamente la pantalla, solo para verificar que nada urgente esté
ocurriendo en estos tiempos locos. El nombre Goldy brilla en mi pantalla.
Estoy por guardar el celular otra vez, pero…maldición, no puedo ignorarla, no a ella, no a sus
ojos, ni a su sonrisa, ni sus tetas, mierda.
Carter quien te ha visto y quién te ve.
<<Este es un mensaje de urgencia del usuario MARGOT DU PONT para escuchar el audio por
favor oprima aquí>>
mierdamierdamierda.
Con el corazón palpitando en mis oídos, oprimo las malditas letras azules, mis manos se
sienten extrañas y no puedo sostener el teléfono casi. Una voz masculina aparece en mi oído, se
escucha muy bajo y tengo que subir el volumen para escucharlo y entender lo que dice.
“Chiquilla, con eso que tienes entre las manos no puedes ni darme un arañazo si comparamos
como le voy a volar los sesos a tu amiga, tu baja el arma. bien y tu rubia, entrégame la tuya,
enciende el auto, nos vamos de paseo” Fin del mensaje.
El estómago se cae a mis pies.
—¡Me cago en la puta mierda! —grito. Acelero la motocicleta para ir a toda velocidad al
club.
¿Por qué tenía que ir? ¿Por qué no me llamó? ¡Por qué es tan malditamente terca! ¡Maldición!
El club parece una meta inalcanzable y mi velocidad es ilegal.
Concéntrate en el camino, ya casi estas allí.
Llego al club, dejo la motocicleta arrojada por ahí y entro corriendo.
—¡Rage! ¡Rage! ¡¿Dónde está Rage?! —grito al prospecto.
—Están en la iglesia, hace como dos horas que están allí. —responde aburrido.
Corro hasta allí y abro la puerta como un demente.
Todos detienen lo que están haciendo y me observan.
—Goldy… —digo sin aire en mis pulmones y Rage se levanta de su asiento inmediatamente,
los demás lo siguen.
—¿Qué ocurre? —escucho su pregunta a los lejos, ya que me dispongo a correr hacia el resto
de las Amazons o al menos donde pienso que puedan estar.
Y allí están, todas en la mesa, ayudando a las niñas con cosas del colegio.
—¡¿Dónde está Goldy?! —grito desesperado.
Todas se ponen en alerta.
—¿Que mierda quieres decir con dónde está? Debería estar aquí, ¿qué está pasando? —
pregunta Tequila sobresaltada.
Rage y el resto entra al salón, los ojos de Rage recorren el cuarto, moviéndolos
frenéticamente, buscando donde esta BigK.
Demonios.
—Me llegó un mensaje de urgencia, con un audio, toma. —le doy a Rage el teléfono él se lo
coloca en su oído y vuelve a escucharlo.
Saca la misma conclusión que saqué yo, Goldy no es la única allí.
—¿Dónde está Big? —grita Rage con urgencia, todos nos miramos, nadie se atreve a
responder. —¡¿Dónde mierda está?! —ruge endemoniado.
—Demonios, —dice Tequila caminando por el lugar— ahora que me doy cuanta, hace como
una hora y media que no las veo.
—No puede ser… —murmura Rage perdiendo el control segundo a segundo, sus manos
refrigeran sus ojos— Le pedí explícitamente que no salga, que demonios hace afuera… —dice
en voz alta, pero sé que está hablando consigo mismo.
—Rage, —lo llamo— tenemos que ir, tenemos que ir a buscarlas, sabemos dónde están. —no
me responde— ¡Rage!
—Te estoy escuchando ¡maldición! ¡Espera un segundo! —grita su respuesta mientras
camina sin sentido dentro del salón.
Tengo miedo que pierda la cabeza.
—No estamos listos, no tenemos las armas. —agrega Slider.
Allí es cuando decido poner a todos a tono con la situación entre Goldy y yo, no es momento
de ocultar información.
—Tengo acceso a las armas, Goldy me lo dio en caso de que esto suceda. —digo mirando
solo a Rage, él levanta la mirada y detiene su caminar.
—¡Y que mierda estas esperando para concedernos las armas Hollywood!
Me pongo en acción, sin hacer una sola pregunta más, siguiendo las indicaciones precisas que
Goldy me había dado aquel día…

Goldy está apoyada en el marco de mi cocina, con una botella de cerveza en su mano y su
sonrisa “sabelotodo” que tanto me enciende.
En pocos días, su presencia en mi casa después de las doce de la noche, se volvió una rutina
que me tiene completamente adicto.
Nunca la toqué.
Creo entender por qué nunca me atreví a tocarla, mírala, es malditamente perfecta, imposible
para mi llegar a ella, no estoy listo para arruinar esta extraña relación que tenemos solo por
una calentura.
—No puedes entrar a mi casa y decirme que Harry Potter es mejor que El señor de los
anillos, no te lo permito.
Ella suelta una sonrisa genuina y yo pretendo que no me afecta como lo hace, trato de no
prestarle atención como un baboso.
—Simone era la fanática del señor de los anillos, yo siempre fue más Harry, —su sonrisa
empieza a evaporarse, por ende, la mía también— ella piensa como tú, solía gritarme,
“¡Margot! ¡Quita ese plagio de allí!” Cuando miraba la película en el cine de casa.
¿Margot?
—¿Margot es tu nombre? —demonios, hasta su nombre es sexy.
Ella se focaliza en mi con completa seriedad.
—Margot Du Pont.
Presiento que ese nombre se acaba de tatuar en mi puto corazón.
Me levanto de mi silla y camino hacia ella, estirando mi mano.
—Carter D’Amico. —sus ojos me observan con cierto brillo, estira su mano y la estrecha.
—Un gusto.
—El gusto es todo mío. —digo seriamente, lo digo de verdad, sin chiste, sin doble sentido.
Nuestras manos se estrechan, pero no se sueltan, hasta que una alarma en su celular interrumpe
el único momento donde creí que podía apoyar mis labios sobre los de ella.
—Maldición… —dice mientras suelta mi mano y toma su celular— Tengo que terminar de
configurar esta aplicación que mi padre me pidió que instale.
Camina hasta la mesa de la cocina y se sienta allí, yo me siento a su lado.
—¿Qué es eso?
—Desde la desaparición de Simone, que mi padre esta doblemente obsesionado con mi
seguridad, entendible si me lo preguntas, —asiento— hace una semana, programaron una
aplicación que si yo presiono un botón graba lo que ocurre a mi alrededor por algunos
segundos y manda la locación.
—¿Y qué te falta configurar? —pregunto interesado, yo también quiero que tenga toda la
seguridad del mundo.
—Contacto de urgencia, —dice mirándome aburrida— no puedo poner a mi padre, él no sabe
todo lo que hago, no sabe la mayoría de las cosas que hago para el club, por eso tengo que
buscar a alguien con quien pueda contar y no puede ser ninguna de las chicas, porque
generalmente paso mucho tiempo con ellas y si algo me pasa, ellas van a estar en el lugar, así
que las posibilidades se acortaron.
—Puedes usarme si quieres. —en más de una forma.
Prácticamente vomito las palabras sobre ella con rapidez.
Quiero que me trague la tierra.
—¿De verdad? ¿No te molesta?
—Por supuesto que no. —tomo mi botella y escondo el calor de mis mejillas detrás de la falsa
acción de tomar una botella que ya no tiene líquido, gracias a dios el vidrio es marrón y ella no
lo nota.
—Gracias, no sabes cuánto tiempo vengo procastinando esta configuración. —sonríe y se
concentra en su teléfono.
¿Qué acabas de hacer Carter?
Asegurarme de que voy a ser su contacto en el futuro y que, si algún día nos alejamos, voy
tener la excusa perfecta para volverla a encontrar, ¡nada más!
Si claro.
✽ ✽ ✽

—Oye Carter… —escucho la voz de Goldy susurrarme dentro de mi teléfono.


—Te escucho…
—Tengo que usarte para algo más, espero que no te moleste.
—Puedes usarme todo lo que quieras. —sonrío, imaginándola con sus mejillas coloradas,
solo por teléfono puedo hacer estos comentarios, ¿por qué? Porque no tengo las agallas de
hacerlo frente a ella.
—Hey, ¡voy enserio! —está de un humor particular, seria.
Un desafío.
—Yo también, dime para que me necesitas.
—Quiero darte acceso a las armas que conseguí.
Me siento en la cama de un golpe.
—¿Qué?! No, ni lo sueñes.
—Por favor. —dice usando el timbre dulce que usa cuando quiere conseguir algo, Goldy sabe
que tanto me puede.
—No, ni loco, dáselas a Rage, él es el especialista.
—No puedo dárselas a él.
—¿Por qué no?
—Primero porque mi contacto aún está intentando sacarlas de la fábrica, segundo porque si
algo le pasa a Big, no estoy segura de que las use con responsabilidad, necesito a alguien que
piense en frio, por si algo me ocurre y no pueda dar acceso en el momento que tengamos que
usarla.
—¿Que te hace pensar que voy a ser responsable si algo te ocurre a ti? —demonios, ¿no es
obvio? Sería el primero en partir el planeta en dos.
Esto es una maldita declaración de amor, si ella no lo nota, es que es una necia.
Goldy suspira pesadamente.
—Tienes que prometerme, me costaron mucho esas armas, tuve que sobornar a medio
plantel, eres el único que puedo confiar.
—¿Qué pasa con Big? ¿No puedes confiar en ella?
—Lo más probable es que si a mí me pasa algo, signifique que a ella también, Carter, por
favor, te prometo que no vuelvo a molestarte.
Me mantengo en silencio y miro al techo, maldiciéndome por ser tan blando cuando se trata
de ella.
—¿Lo prometes? —digo con una sonrisa— ¿Prometes que no vas a volver a molestarme?
Ella ríe.
—Lo juro.
—Bien, entonces soy todo oídos.
—Bueno, voy a enviarte el contacto de un amigo, tu solo tienes que enviarle un mensaje, yo le
avisaré que eres mi contacto y él sabrá que hacer, ¿está bien?
—¿Solo un amigo? —pregunto.
—¡Si!
—¿Eso es todo?
—Sip, solo eso, no debes preocuparte por nada.
—No estaba preocupado…
—Pfff claro que si Hollywood. —ríe y solo por hacerla reír ya me siento flotando en el techo,
maldición.

✽ ✽ ✽

El contacto se llama Winston, me lleva menos de un minuto enviarle un mensaje su respuesta


es inmediata.
“Km 80, Ocean Park, 0200am.”
Es muy tarde, no puedo esperar tanto, por esa razón le respondo exactamente eso
“Goldy está en peligro, necesito tener acceso más rápido.”
“Ok. Ahora.”
Levanto la mirada y me doy cuenta que están todos en silencio, observándome, bueno todos
menos Rage, quien tiene la mirada perdida y un aura oscura.
—Tenemos luz verde, vámonos. —digo y Rage acciona primero.
Se sube al Jeep y yo me subo en el asiento del acompañante. Los demás nos siguen entre
vehículos y motocicletas.
Maldición Goldy, te llega a ocurrir algo y te prometo que voy a castigarte de por vida.
CAPITULO 31

Rage
Cuando Carter entró repentinamente a la iglesia y vi su mirada, lo supe.
Frio corrió por mi espina dorsal.
Fiebre nubló mi mente.
Furia.
Una violencia inquietante demandaba a gritos abrir mi pecho y salir de allí.
Adrenalina bullía dentro de mis venas.
Contenla, me dije, guarda la ira para cuando lo tengas delante de ti.
Ahora el silencio ensordecedor del Jeep encapsula la furia que siento dentro.
Quiero matar, a ella primero, por desobedecer la única puta orden que le di y poner en riesgo
su vida, poner en riesgo a…nosotros, a lo que alcanzamos en tan poco tiempo.
Este milagro impensado.
El amor después del amor.
¿Cómo pudo bastardear algo tan poderoso?
¡Mierda!
Segundo en mi lista, viene Ivanov, oh, ese hombre cometió el error gravísimo de meterse con
lo que es mío, ahora solo tiene un destino y es ser descuartizado por mis manos como si fuera un
maldito animal inservible.
Carter esta tan silencioso como yo, sé que está pasando por pensamientos similares a los míos,
pensamientos destructivos, llenos de odio, rabia y brutalidad. Todo lo que nos provoca esta
situación, lo que despierta dentro nuestro. Es quien somos, hombres rotos que solo saben
reaccionar de una sola manera.
Lo que yo llamo, las tres s.
Sádico.
Salvaje
Sanguinario.
Nunca dijo nada sobre Goldy y él, pero no hace falta, reconozco en él rastros de la misma
devoción insana que siento.
—Estamos cerca, ¿lo conoces? —hablo por primera vez.
—Solo sé que es alguien de confianza de Goldy, no tengo idea de quién es. —su voz es
oscura, ronca y medida.
Una camioneta blanca esta estacionada en el medio de la carretera, un hombre de traje y de
brazos cruzados está apoyado en el vehículo de carga.
—¡Allí! —grita casi arrojándose del Jeep.
Me detengo detrás, el resto de la caravana que nos sigue, estaciona un poco más lejos,
esperando que manejemos la situación nosotros dos.
Cuando nos acercamos al vehículo, percibo algunas cosas del hombre frente a nosotros, luce
como un “Wall Street” chupa-pollas si me lo preguntas, de prendas costosas, cabello rubio
prolijo y la típica actitud de ser superior al resto.
—¿Dónde está Goldy? —demanda, sospechoso de nosotros, me cruzo de brazos dejando a
Carter lidiar con él, no creo poder aguantar alguien como él en estos momentos.
—En aprietos, no nos hagas perder más tiempo. —responde Carter fríamente.
—¿Qué tipo de aprietos?, tengo que saberlo antes de entregarte más de doscientos kilos de
pólvora.
—Fue secuestrada, —doy un paso al frente, para ayudarlo a Carter a no explotar, no todavía
— y cada segundo que pasa hay más probabilidades de que no salga con vida, danos las cosas de
una maldita vez, antes de que pierda la última puta gota de paciencia que me queda por el día de
hoy.
Wall Street se toma un minuto, pero luego asiente una vez, abre las puertas dobles de la
camioneta y nos enseña lo que tiene allí.
Wow.
Dios mío, es una obra de arte.
Dos cajones de pólvora, un misil balístico, dos francotiradores, granadas, artillería pesada y
mis ojos siguen viendo cosas detrás.
Carter me mira perplejo.
—Lo sé, —digo por lo bajo— vamos, comencemos a cargar todo. —dejo que un silbido llame
al resto para comenzar a cargar las cosas.
Todos se acercan y toman una pieza de algo y se lo llevan.
—¿En que está metida Goldy? —pregunta Wall Street. Intercambiamos una mirada inquieta
con Carter, sin saber que responder— Necesito saberlo. —dice con urgencia, parece ser alguien
realmente cercano a ella.
—Tienes que preguntarle a ella cuando salga, si es que sale viva de allí. —explica Carter
entre los dientes, doblemente a la defensiva, parece que Carter es tan territorial como yo.
—Rage, todo cargado. —anuncia Viking.
Asiento una vez y sin decir una palabra vuelvo al Jeep, antes de subirme, Wall Street le grita
algo a Carter.
—Dile que lo siento, ¿sí? Solo dile eso.
Carter vacila unos segundos y luego asiente, cerrando la puerta fuertemente.
El viaje de vuelta vuelve a ser horrendamente silencioso, mi cuerpo vibra con energía oscura e
irascible, lo único que puedo enfocarme es en Gala. No paro de preguntarme qué demonios está
pasando ahora, si sigue viva, si aún no la quebraron, tocaron, violaron, torturaron.
Aguanta, ya voy.
Cuando llegamos al club, comenzamos las preparaciones, no hay mucho tiempo. Nos están
esperando y eso es lo mejor que me puede pasar. No hay nada mejor que una presa ansiosa por
predecir los movimientos del cazador. Especialmente si el cazador soy yo y la tempestad me
acompaña.
Sobre la mesa de la iglesia hay un mapa dibujado a mano por Carter, es parte de la
información que logró del contacto allí dentro, todos estamos sobre el papel, observándolo como
si fuera una película muda. Tengo que encontrar la manera, algún punto ciego, algún error
humano que me permita meterme como una célula cancerígena y matarlos a todos.
—¿Qué es esto? —señalo el ala oeste de la mansión —¿Qué hay aquí?
Carter da un paso al frente para ver qué demonios estoy hablando.
—Esa es su habitación, ella tiene acceso para hacer la limpieza diaria solo cuando él no está.
—dice seriamente, su mirada esta fija sobre el mapa.
Y soy el único que conoce la identidad del contacto de Carter, es la criada de la casa, una
mujer con desventajas que, por culpa de su marido y sus tendencias suicidas de deberle dinero a
Ivanov, se ve obligada a ser la mucama para pagar su deuda. Carter pudo dar con ella y
conseguimos que sus ganas de escapar de ese contrato esclavizaste, nos den información
suficiente.
De repente, unos pasos se escuchan por el corredor, la puerta está abierta y todos estamos en
esta habitación, por esa razón nos alertamos todos. Mis ojos se focalizan, afilados hacia la puerta,
quito el arma del estuche y la preparo, pero sin apuntar, solo para estar seguro.
Cuando mis ojos ven quien entra, mi corazón se detiene por un segundo, no entiendo que está
pasando.
Sarah entra a la habitación, vestida absolutamente de negro, tiene armas colgando de sus
hombros, cuchillos enfundados en sus muslos y su actitud de siempre, detrás de ella aparece
Bruno, quien solo lleva un francotirador apoyado sobre su pecho, sosteniéndolo con sus dos
manos y una postura rígida.
Observo a Carter.
Todos se mantienen en silencio, sin saber qué hacer, mis hombres los conocen, pero las
Amazons no tienen ni idea quienes son, ni que tan importante fueron en mi vida.
—¿Que hacen aquí? —pregunto con un tono duro a Carter.
Él devuelve una mirada desesperada intentando justificar porque los llamó.
—Necesitamos todas las armas y cabezas posibles. —niego con la cabeza, odiándolo por
traerlos a mis problemas.
—Rage. —Sarah me llama con un tono firme, mis ojos vuelan a ella— escuchamos que
necesitas ayuda, deja de ser un idiota y dinos a quien tenemos que eliminar.
Bruno asiente detrás de ella, declarando de alguna manera que piensa lo mismo.
—No quiero deberles ningún favor. —escucho la mentira que sale de mi boca, porque es más
fácil mostrarse así, que agradecido por verlos, casi diría que estoy más tranquilo por tenerlos
aquí.
No creo poder ser capaz de expresar lo que significa esto.
—Esto no es un favor, somos amigos y esto es lo que los amigos hacen. —responde ella.
Sentirme querido es externo para mí, nunca sentí una amistad tan fuerte con alguien que no
sea del club, me emociona y no puedo enmascarar lo que siento, hoy es un día lleno de temblores
y esto es como un respiro. Asiento firmemente hacia Sarah y le doy una mirada de
agradecimiento a Bruno.
Viking se acerca a Sarah y choca su puño con ella
—¿Qué onda, preciosa? Hace mucho que no nos vemos.
—Hola, princesa. —responde ella de mala gana, pero luego deja una sonrisa desparramarse
por su rostro, haciéndole saber que está jugando.
Bruno levanta una ceja, desafiando a Viking a llamarla así delante de él otra vez.
Aclaro mi garganta para distraerlos y poder organizar mi plan.
—Esto es lo que tenemos por ahora, —les enseño las paredes de la iglesia, empapeladas con
imágenes de Ivanov y algunos de los secuaces más cercanos que tiene, ellos dos se ponen al día,
inspeccionando al detalle la poca información que tenemos— no sabemos en qué habitación
están ellas, pero tiene que ser en esta finca. —Bruno camina hasta la mesa para analizar el mapa
con detenimiento, los demás se corren dejándole espacio, Sarah apoya sus manos sobre la mesa y
lo contempla.
—¿Cómo sabes que es una finca? —pregunta Bruno, su primo es quien le contesta.
—Tengo alguien allí, por como describe el lugar es una finca, aislada en el medio del campo,
tiene cosecha al frente, montañas que lo rodean por detrás y múltiples habitaciones, Ivanov
duerme en el ala oeste, aquí. —señala el mapa.
Un momento.
Algo se le ocurre a mi maldito cerebro.
—Tiene que tener un pasadizo, todo corrupto lo tiene para escapar en caso de un ataque o que
el FBI llegue a la casa.
—Tiene que estar en su habitación, —aclara Slider— es el lugar ideal en caso de que ocurra
de noche, como suelen ocurrir las redadas.
—Pero, si está allí, —agrega Bruno— tiene que tener algún código o estar oculta.
—Es verdad, —dice Sarah— Razzag tenía una escotilla en el cuarto del servicio, ¿recuerdas?
—mira sobre su hombro a su marido que mide al menos dos cabezas más que ella— estaba
escondida, ni las sirvientas sabían que existía, tenemos la posibilidad de entrar allí.
—Pero Ivanov vive en el tercer piso de la casa, debe tenerlo en otro lado. —aclaro— Y la
salida debe estar oculta en algún lado de la propiedad, lejos de la finca.
Carter vuelve a intervenir.
—Por lo que veo en las imágenes de google maps, las montañas le pertenecen a él, pero no
hay ningún tipo de edificación allí, quizás ese sea el lugar. —dice señalando la pared con la
imagen pixelada de la mansión.
Me cruzo de brazos, mi ceño esta fruncido, mis piernas ancladas al piso y mi mirada fija en
ese maldito mapa que parece dibujado por un niño de dos años. Me detengo a razonar todo los
componentes e información que tengo delante de mí, mis engranajes trabajan a la velocidad de la
luz, si fuera por mí ya estaría allí, haciendo explotar todo a la mierda, pero estando Gal y Goldy
allí dentro, ya no es una opción
—Operación escorpión del desierto. —escucho la voz de Bruno mencionar algo que tenía
bloqueado en mi cabeza.
Levanto los ojos y lo observo con detenimiento.
—No puedo, el tiempo es esencial.
—¿Qué es eso? Dejen de hablar en código, maldición. —dice Carter y muchos preguntan por
lo bajo lo mismo.
—Operación escorpión del desierto, es una misión que hicimos juntos en aquellos tiempos, —
explico— la mitad de nuestro equipo era rehén de un grupo Talibán en Kunar, Afganistán. —
todos están en silencio, esperando ansiosos que diga que mierda ocurrió y porque no quiero
hacerlo— Acampamos en la zona por tres noches, analizando los movimientos, buscando puntos
débiles, —vuelvo a Bruno— por eso no es una opción, no podemos rumiar por tres días allí, no
cuando están en manos de un psicópata.
Bruno da un paso más cerca, rodeando la mesa, su mirada es firme y su actitud es segura.
—No estas analizándolo fríamente esto y entiendo por qué, pero cuanto antes ataquemos, más
listos van a estar, eso significa más bajas de nuestro lado, esto ya lo sabes. Tenemos que ir allí,
explorar el territorio, analizar movimientos, no podemos ir ciegos, podría ser peor para ellas
inclusive, cuantos más días pasen, más relajados van a estar.
No.
Niego con la cabeza, no puedo esperar, no puedo abandonarla.
—Podemos usar el drone que nos dio Goldy, es un drone de alta complejidad, cámara
infrarroja, podemos adelantarnos a todo. —dice Carter.
—Estoy de acuerdo, si la finca está rodeada de montañas entonces lo mejor sería analizar todo
y actuar después. —Viking agrega.
—Yo voto que sí. —agrega Tequila, como la voz de las Amazons.
Respiro profundamente y entre dientes agrego:
—No puedo esperar tantos días. —no puedo dejarla allí, voy a morir primero de
desesperación si no la tengo conmigo en menos de veinticuatro horas.
—Rage, —llama Carter— no creo que tengamos opción, saben que vamos por ellos, nos están
esperando, —suspira pesadamente— estoy tan inquieto como tú, pero no podemos actuar sin
saber las consecuencias.
Tiene razón, maldición, sé que la tiene, pero de solo imaginar sus manos sobre ella, pierdo la
maldita cabeza y me pongo en modo predador. Sé que Gal es fuerte, pero no sé hasta qué punto
ella pueda aguantar, no sé qué tan rápido va a matarla.
Mi inconsciente recuerda la experiencia que vivió Sarah, mis ojos viajan hasta ella y la
observo preocupado, pensando si Gal podría ser capaz de resistir algo como lo que pasó ella.
Y maldición, Sarah siempre lee mis putos pensamientos.
—Sé puede sobrevivir a algo así, créeme, mientras estés con ella luego y la contengas, va a
salir adelante.
Bruno mira al suelo, avergonzado y culposo, no entiendo cómo fue capaz de hacerle algo así y
mirarla a los ojos. Si yo no puedo resistir mis pensamientos de Gal siendo torturada por Ivanov,
¿cómo puede vivir sabiendo que fue el responsable?
—Rage, hagámoslo. —Carter presiona—hay una sola manera de saber si esto va a funcionar o
no, yendo a ese maldito lugar.
Asiento.
—Esta bien, hagámoslo, a partir de esta madrugada, todos nos posicionamos allí.
CAPITULO 32

Gala.
Cuando salimos de la ciudad, el ruso con la pistola más grande, nos hizo bajar del auto y nos
obligó a caminar un largo trecho, con vendas en los ojos y las manos atadas. Un suelo de tierra,
nos hacía chocar contra raíces y otros obstáculos no identificables. Trastabillamos, caímos, nos
raspamos y lastimamos.
Cuando llegamos a un suelo pavimentado, caminamos unos metros más, hasta que una puerta
de metal se abrió y nos arrojaron aquí, a donde estamos ahora.
No vemos nada por las vendas, pero percibo que la habitación también está a oscuras, porque
no hay ni un rayo de luz filtrándose a través de la tela, pero al menos podemos escuchar
naturaleza a nuestro alrededor.
Pájaros.
Las copas de los arboles moviéndose por el viento.
Insectos cantando.
Claramente estamos a las afueras de la ciudad.
—Rage va a matarme. —susurro luego de estar en completo silencio, por lo que parecía más
de una hora.
—No si Ivanov te mata primero. —la voz de Goldy se escucha apagada y triste. Puedo sentir
su cuerpo tenso y derrotado, sentado a mi lado.
—Goldy —la llamo apuntando mi cabeza a donde creo que está.
—Qué…
—Detente, no puedes seguir gastando energía en tus pensamientos, tenemos que focalizarnos
en salir de aquí. —sé que no para de culparse y una Goldy culposa es una Goldy que no sirve
para afrontar esta situación— Sabíamos que esto iba a ocurrir, solo que lo postergamos todo lo
que pudimos.
—No, teníamos una oportunidad de derrotarlo, iba a ocurrir esta semana y gracias a mí y a mi
obsesión con perseguir un fantasma, terminamos aquí y vamos a morir, nos van a torturar Gala,
nos van a violar, ¿entiendes eso? Vamos a morir como muñecas de trapos en manos de niños
sádicos.
Me mantengo en silencio, porque está claro que no voy a poder cambiar el lugar donde está su
mente ahora y seamos sinceros, ¿quién puede sobrevivir a lo que se nos viene? Ella tiene razón,
este momento será el último y ser positiva es más difícil que aceptar mi propia muerte.
—Espero que no se les cruce por la cabeza venir por nosotras, —lamento, preocupada— esto
claramente es una carnada y ellos van a caer en la trampa como ciegos en una boca de tormenta.
—Si piensas que no van a venir, entonces no conoces a estos hombres Gal, ¿no sabes lo
impulsivos que son? Es un milagro que no estén aquí ya.
Sé que tiene razón, pero si Hunter pone en riesgo su vida por mi voy a estar doblemente
enojada conmigo por no seguir una maldita orden.
—Por cierto, ¿qué es lo que pasa entre Hollywood y tú? Creo que si no me lo cuentas ahora
no vamos a tener oportunidad. —Goldy ríe entre dientes, pero no comienza a hablar, comienza a
llorar.
Y ahí se fue por la borda mi plan de distraerla para que se sienta mejor.
Buen trabajo Gala.
—No puedo creer que haya arruinado la única oportunidad conocer un hombre decente, —
dice con una voz temblorosa— fue el único que robo mi atención, sabes como soy, sabes que me
resisto, pero él, no lo sé, fue algo instantáneo.
—Entiendo.
—¿Y sabes que es lo peor? Nunca permití que esto vaya a mayores y yo quería, disimulé todo
lo que pude, porque soy una idiota y ahora aquí encerrada, me doy cuenta que no estaba
haciéndome un bien, al contrario, solo estaba siendo cobarde, lo arruiné y todo por el miedo de
que me rompan el maldito corazón y ahora voy a morir sin saber lo que…lo que Carter iba a ser
en mi vida, como se sentirían sus labios o su tacto, nada.
Estiro mis manos amarradas hacia ella, intentando consolarla de alguna manera, nunca
escuché a Goildy así, la única vez que la vi llorar fue cuando nos enteramos que su hermana
había desaparecido, pero fue por solo unos minutos, hasta que se propuso buscarla, pero nunca la
vi llorar por amor, menos aún por un hombre.
—Estoy segura que disfrutaste de su compañía durante estos meses, aférrate a eso, que al
menos conociste a alguien que te hizo sonreír.
—Sí, lo sé, ese maldito me hace reír como nadie, —dice intentando alivianar la situación—
nunca digas que yo te dije eso. —agrega rápidamente y las dos reímos.
El silencio vuelve a aterrorizarnos porque las dos entendemos que no voy a tener oportunidad
de decirle nada, por una simple razón, no vamos a volver a verlos.
—¿Quién iba a decirlo? Las dos juramos olvidarnos del amor y aquí estamos, a punto de
morir y lo único que podemos pensar es en hombres. —digo riéndome.
—Oh, por dios, tienes razón, somos patéticas, —carcajea— pero la realidad es que nunca nos
vi así, tu parecías una colegiala contenta. —con su codo me empuja y comienzo a reír yo
también, esa risa se convierte en una carcajada y esa carcajada en una risa sin control. Las dos
estamos tentadas sin una razón verdadera.
Reímos y reímos.
Los nervios, seguramente, pero que bien nos hace.
Me duele la cara y el estómago, los músculos están tensos, pero no puedo detener la risa.
Poco a poco comienza a disminuir hasta que se hace un silencio.
—Lo amo, —confieso ante sus oídos por primera vez— lo amo tan intensamente que a veces
me quedo sin aire y de solo pensar lo que debe estar atravesando ahora, me hace odiarme con la
misma intensidad con la que lo amo.
Rage no se merece esto, él se merece alguien que lo haga feliz, no alguien que lo estrese cada
segundo, pero supongo que es demasiado tarde ahora para ahorrarle todo este dolor. Está claro
que Rage tiene problemas de abandono, ahora que conozco su historia es mucho más claro
porque es como es. Logré derribar todos sus muros y terminé haciéndole lo mismo que hicieron
todos los demás.
Como todos en su vida, yo elegí a alguien que no era él, como su madre eligió las drogas, su
padre eligió el club y Sarah eligió a otro hombre, maldición, eso debe estar matándole la mente,
debe estar pensando que elegí a Goldy sobre a él y si lo analizo bien, eso fue exactamente lo que
hice.
Maldición, que estúpida soy.
Goldy está por agregar algo cuando la puerta suena estrepitosamente, alguien se acerca.
—Antes de que pase lo peor Gal, —susurra Goldy con una voz nerviosa— quiero que sepas
que eres la mejor amiga que alguien pueda tener, gracias por llevar a cabo conmigo esta
iniciativa, —habla rápido porque no hay tiempo— al menos rescatamos miles de mujeres del
destino que sufre mi hermana, no sabes lo agradecida que estoy.
—Goldy, no tienes que—
—Te quiero con todo mi corazón, —interrumpe mis palabras para continuar— lamento
haberte llevado a la muerte, no tengo palabras para pedirte perdón.
La puerta comienza a chillar, sé que se está abriendo. Sujeto su cuerpo con fuerza.
—Fue un honor amiga, me diste un propósito, si no fuera por tu amistad quien sabe dónde
estaría, te quiero y ojalá salgamos vivas de aquí, así te follas por una vez por todas a Carter. —
las dos reímos, inclusive cuando escuchamos pasos frente a nosotras.
Las vendas se deslizan de nuestros ojos y finalmente nos encontramos con nuestro enemigo.
—Bienvenidas a mi hogar, Amazons.
CAPITULO 33

Gala
Alexei Ivanov lleva un traje color negro y una camisa blanca e impoluta, abierta en el cuello, de
allí se asoman tatuajes que brotan desde su pecho hasta su mandíbula. Creo que son dos alas
angelicales que se deslizan hacia los costados, casi hasta llegar a sus orejas. Su cabello es al ras,
sus ojos verdes.
Es el maldito ángel caído.
—El placer es todo nuestro. —responde Goldy.
Ivanov deposita los ojos en ella, observándola como el depredador que es. Goldy nunca pasa
desapercibida. Una vez que absorbe toda su imagen, se vuelve a mí. Dobla sus rodillas y se pone
a nuestra altura, quedándose en cuclillas con sus codos apoyados en sus piernas.
—La gran Big Kahuna y su secuaz Goldy en mi casa, debo decirles, esperaba algo menos…
¿qué palabra puedo usar? —explora el cuarto con sus ojos rápidamente, mientras chasquea sus
dedos— menos llamativo, eso, menos llamativo, pero ustedes dos sí que son un par. —su acento
ruso es grueso pero su castellano no tiene errores, se levanta y comienza a caminar por el cuarto,
con sus manos en los bolsillos— Soy un hombre de negocios y desperdiciar dos especímenes
como ustedes realmente me rompe el alma, siento que estoy derrochando dinero. —voltea para
enfrentarnos— pero cuando recuerdo el dinero que me hicieron perder con sus hazañas, se me
pasa. —su rostro pasa a ser furioso.
Las dos lo miramos fijamente, serias y con caras de aburridas.
—Cuando dices que eres un hombre de negocios, ¿te refieres a la parte donde secuestras niñas
indefensas y las vendes? —pregunto y no le gusta ni un poco.
—¿Intentas hacerme sentir mal Big Kahuna?, ¿Acaso no tienes idea quién soy? Porque si no
te queda claro con mis acciones, ya no sé qué más hacer.
—No espero remordimiento de un desalmado.
—Haces bien, cuando un hombre se siente más atraído por el dinero que por la moral, es
cuando debes correr hacia el sentido contrario. —su manera de hablar es ligera, sin tapujos ni
filtros, no parece un hombre despreciable, ni uno sin escrúpulos, pero aquí está, hablando de
cosas que no me animo ni a decir en voz alta— Ya que estamos entre amigos y no les queda
mucho tiempo de vida, debo confesar que tu hermana Goldy…por dios, sí que fue difícil de
vender, si soy honesto, era demasiado perfecta para que caiga en manos de ese bruto, pero bueno,
así son los negocios. —levanta sus hombros desmereciendo lo doloroso que es todo esto para
Goldy.
Goldy respira rabia, sus ojos están tan focalizados en él como una leona a su presa.
—Sabes que vas a morir, ¿no, Ivanov? —pregunto para desviar la conversación y darle a
Goldy unos minutos de descanso, así regula su furia.
La atención de Ivanov cae directamente sobre mí y sonríe como un psicópata.
—Explícame cómo.
Esta vez sonrío yo.
—¿No sientes el suelo vibrar? Puedo sentirlos acercándose, listos para cortar tu cabeza. —
Ivanov camina lentamente hacia mí y se detiene a centímetros de mis pies, su cuello está
completamente inclinado hacia abajo. Yo no suelto la mirada, ni mi sonrisa. Desde aquí abajo es
más terrorífico que desde lejos, su rostro esta vez es serio, no le da una gota de gracia.
Sin advertencia, Ivanov levanta su rodilla derecha y golpea directamente sobre mi nariz.
—¿Por qué crees que están aquí?
—¡Hijo de puta! —grita Goldy intentando ayudarme a detener el sangrado que es incesante.
Pero Ivanov la arrastra lejos, llamando a sus hombres.
—Llévensela, no las quiero juntas. —dicta, mientras dos hombres la arrastran lejos de mí,
Ivanov me observa con placer viéndome desesperarme por mi amiga.
—Esto recién empieza Big Kahuna, te prometo que vas a maldecir el día que te metiste en mis
negocios. —sale de la habitación cerrando la puerta fuertemente. Sobrevivir esto con Goldy a mi
lado es una cosa, pero tenerla lejos, sin saber que le ocurre hace que pierda la poca cabeza que
tenía.
¡Carajo!
Pocos minutos después, entra un hombre y amarra mis manos contra unos ganchos de la
pared, dejándome expuesta como el mismísimo Jesús, cuando se retira, unos focos de luz
inmensos colgados del techo se encienden, dejándome ciega al mismo tiempo una canción muy
fuerte e insoportable comienza a sonar dentro de la habitación. Parece ser Metal o algún género
muy ruidoso, la voz del cantante se asemeja a la de un monstruo haciendo gárgaras. Mis
tímpanos vibran, no puedo escuchar ni mis propios malditos pensamientos.
Solo sé que esto no va a ser solo un rato, esto va para toda la noche, así que me armo de
paciencia y dejo que Ivanov comience su tortura.
CAPITULO 34

RAGE.
Estamos posicionados.
Cada uno en diferentes puntos estratégicos que rodean la finca.
Carter y yo estamos posicionados en el frente sur, desde aquí podemos ver la parte trasera de
la casa, la puerta del servicio y el subsuelo.
Los dos estamos acostados boca abajo sobre la tierra fría de la mañana, observando los
movimientos con un binocular.
Bruno y Sarah vigilan el ala oeste, donde sabemos que se encuentra la habitación de Ivanov.
Están tan bien camuflados, que los pierdo cada vez que apunto con mis binoculares allí, pero sé
que los dos están con francotiradores, esperando mi autorización para dar el primer golpe.
Tequila, Viking y Angus se encuentran hacia el norte. El lugar más peligroso que detectamos,
allí no hay montaña, el suelo es llano y bajo, es donde más expuestos están y tienen pocas
opciones al momento de ocultarse, por eso los dos están vestidos acorde con el ambiente, con
vestimenta camuflada y su rostro cubierto.
En el este están Slider, Texas, Kata y Tango, también posicionados en una colina, desde ese
punto tienen acceso al garaje y al camino de entrada de la propiedad.
Todos estamos conectados por micrófonos y podemos dar reportes de todo lo que ocurre.
Todos y cada uno de los que están arriesgando sus vidas, están sin dormir, comiendo mal y con
una atención al 100%.
Nuestro único objetivo es sacarlas de allí de una puta vez. Pero estamos superados en
números, ellos son aproximadamente veinte hombres, con una rotación de ocho horas en todos
los puntos ciegos y no tan ciegos de las hectáreas, balcones, cuartos y entradas.
La recolección de información es fructífera, por el momento sabemos que están en
habitaciones separadas, pero en el mismo nivel, Gala se encuentran en el subsuelo Suroeste y
Goldy en el Sureste.
Ivanov le gusta torturarlas durante la noche con una técnica contemporánea que básicamente
busca la privación de los sentidos como tortura psicológica, el hijo de puta las tiene despiertas
hasta la madrugada con música muy fuerte y las luces encendidas. Totalmente efectivo, pero no
lo suficiente para lastimarlas. El problema es durante el día, cuando cierra la puerta detrás de él.
No lleva armas, ni elementos de tortura, eso es un alivio, pero al mismo tiempo puede ser que
esté usando su maldita polla para torturarlas. Pero es algo que tengo casi descartado, ya que su
costumbre es ir primero por Gal e inmediatamente después por Goldy, con quien suele pasar más
tiempo.
Algo que a Carter lo tiene rechinando los dientes.
Ningún hombre puede violar a dos mujeres una tras otra, es una cuestión física, así que
mantengo la esperanza.
Provisiones de comida entran, pero son escasas, un vaso de agua y pan en su mayoría.
Carter se levanta para estirar sus piernas, puedo escucharlo sin tener que usar mis ojos, están
ocupados observando la finca.
—¿Qué crees que está planeando? —pregunta detrás mío. Su voz no salió por el micrófono,
así que asumo que quiere tener una conversación privada— No las está lastimando, al menos no
físicamente, no las asesinó, ¿qué demonios está haciendo?
—Saboreando el momento. —respondo.
La voz de Tequila aparece en mi oído.
—Se aproxima un vehículo, Audi, negro.
Cambio el foco de mis ojos y me concentro en el camino de piedra blanca. Como dijo
Tequila, el Audi aparca en el lado Este, pero no llego a ver ya que estoy en el sur.
—¿Alguien ve algo más? —pregunto.
—Si, yo, —responde Tango— Son dos hombres adelante, una mujer atrás, la mujer no parece
feliz.
Uno de los hombres, desciende y abre la puerta trasera, devela una mujer, pero desaparece de
mi vista inmediatamente después.
—¿Alguien ve a donde se dirigen? —¿quién es esa mujer?
—Su oficina, —la voz de Sarah dicta— parece que es…sip, definitivamente una prostituta.
Suelto mis binoculares para mirar por sobre mi hombro a Carter quien escucha todo. Se lo ve
más tranquilo.
—Eso significa que ellas están bien —le digo.
Él asiente una vez, pero su preocupación no se borra.
—Esperemos que tengas razón, Rage, sino voy a volar su cabeza con mi rifle.
CAPITULO 35

Gala.
La música se detiene.
Se paraliza la batería incesante, la guitarra afilada y el ritmo maniático.
Mis oídos zumban y me duelen como si me hubieran arrancado un diente sin anestesia.
La puerta se abre de golpe.
Ivanov entra dando pasos lentos, uno de sus hombres entra detrás de él con una silla y la
coloca frente a mí. Su jefe se sienta cómodamente, desabrochando su traje y estirando los puños
debajo de sus mangas.
Está disfrutando esto de verdad.
—Buenos días. —dice con una media sonrisa que quiero borrar de un puñetazo. —¿dormiste
bien?
—Como un bebé. —respondo la mentira más grande dicha por una mujer.
Bueno no, quizás la mentira más grande es “Si mi amor, me vine, fue hermoso.”
¡Concéntrate!
Obviamente no dormí, es imposible cuando está haciendo todo lo posible para que no lo haga.
Las cadenas que cuelgan de mis manos comenzaron a lastimarme, la luz irritó mis ojos y mis
oídos no funcionan correctamente, ya que un pitido agudo y monótono no para de repiquetear.
—Me alegro, ¿te sirvió para recapacitar?
—¿Por qué no cortas con esta mierda y comienzas de una maldita vez Ivanov? —su sonrisa se
hace más grande.
—Nunca una mujer estuvo tan entusiasmada para que le ponga las manos encima.
—Eso es porque ninguna mujer quiere sobrevivir a un monstruo.
Primer golpe.
Con el reverso de su mano directo a mi mejilla.
Habré tocado algún nervio en particular, porque Alexei Ivanov pierde la sonrisa por completo,
sus orificios nasales están abiertos y su respiración es violenta.
¿Quién posee el poder ahora? Aunque sea mi cuerpo el que este a su disposición, soy yo quien
tiene el mando, mientras siga con una mente fuerte, nada puede tocarme.
—Las mujeres lloran a mis pies para que las deje chuparme la polla Big Kahuna, no
confundas tu lugar en toda esta situación, tu estas aquí, porque tú lo quieres así, ¿no querías mi
atención? Aquí la tienes.
—Que afortunada. —respondo con un tono sarcástico.
Miro lejos, para no darle lo que quiere, él necesita mi atención, quiere verme llorar y pedir por
favor, clemencia, bueno que se vaya a la mierda, prefiero morir torturada que pidiéndole algo a
este hijo de puta.
Hombres pequeños de mente como este, solo necesitan sentirse poderosos y para lograrlo
hacen lo imposible, el poder lo es todo, seguramente eso es lo único que lo hace venirse en sus
pantalones.
—¿Quieres jugar con fuego? —pregunta con un tono jocoso y mis ojos vuelan hacia él, mi
corazón comienza a latir sin control— Oh, ahí está, el miedo, —dice saboreando el momento—
¿Qué es? es el fuego, ¿no?
Del bolsillo izquierdo extrae un encendedor, desliza su pulgar sobre la rueda y cuando la
llama está lo suficientemente alta, la acerca a mi rostro.
Ahora soy yo quien respira violentamente, por diferentes razones, pero de la misma manera.
Retrocedo contra la pared, buscando esos centímetros de más, que pueden hacer la diferencia,
alejándome todo lo que puedo de esta maldita llama. Está en mi ojo derecho, puedo sentir su
calor, mi ojo se seca y lo cierro apretando con mucha fuerza.
—No tan valiente ahora ¿eh? —escucho su voz— abre los ojos, quiero que me veas
haciéndote esto. —gruñe por lo bajo.
No los abro, al contrario, aprieto con más fuerza.
Su mano se entromete, abriendo mi parpado a la fuerza, su rostro esta sobre el mío, sus
dientes brillan delante de mí.
Esto le encanta, lo excita.
Acerca el encendedor un centímetro más.
Dos más.
Tres más.
Comienzo a gritar desesperadamente.
—Eso es, grita para mí, Big Kahuna. —sé que cuando lo mueva otra vez voy a quedar ciega,
no sé cómo mi ojo sigue funcionando con todo ese fuego tan cerca.
Respira Gala, respira, esto va a pasar, solo haz las paces con ello.
Vale la pena, tu trabajo ayudó a miles de niñas y cuando ya no existas, las demás van a
continuar con el objetivo.
Respira.
Todo valió la pena.
Algo hace que cambie el curso de la llama, bajándola hacia la mejilla derecha. Allí apoya la
flama, haciendo que el dolor se dispare y mi piel comience a freírse.
Grito al contacto del fuego, mi peor miedo, el enemigo de toda mi vida, la fobia que me
domina, el temor sofocante, la incoherencia, todo está aquí, en este momento. Grito, grito hasta
que mi garganta se rehúsa a hacerlo.
Se aleja de mí, triunfante y vuelve a sentarse en la silla.
El dolor no me deja pensar, el calor sube y la transpiración moja la herida, haciendo que arda
aún más.
—Me pregunto ¿cuál será el miedo de Goldy…? —dice pensante— si me lo dices podemos
llegar a un acuerdo. —lo observo furiosa y escupo en su lustrado y lujoso zapato.
—¿Con quién crees que estás hablando? —digo agitadamente— Estas tan acostumbrado a ser
una mierda de persona, que crees que somos todos así, sal de tu burbuja monstruo, aquí afuera
los seres humanos tienen códigos, ética y moral. —mi cuerpo está comenzando a colapsar, solo
por esto, tiembla y estoy perdiendo el control del habla.
—Eres más aburrida de lo que pensé Big Kahuna, le estas quitando todo lo divertido a esto.
—se levanta bruscamente se la silla y toma mi cabello entre sus dedos, tirando fuertemente hacia
atrás, exponiendo mi herida. La observa con ojos endemoniados, complacido por su labor, su
mano libre toma mi quijada y entierra el dedo índice sobre la herida, haciendo que grite de vuelta
— No vuelvas a llamarme monstruo, no me conoces lo suficiente, llámame lucifer si quieres
estar a las alturas.
Me suelta bruscamente, haciendo que me golpee la cabeza contra la pared. Cuando la puerta
se cierra, la música comienza otra vez.
CAPITULO 36

Goldy.
Estoy encerrada en una habitación, no muy lejos de Big, escucho los mismos sonidos de antes
y aunque me trasladaron con los ojos cubiertos, pude espiar mis alrededores.
Subterráneo, oscuro, escalones de piedra.
Eso es todo lo que vi.
Quitaron mis ropas por completo y me dejaron sola. Pude escuchar como Big peleaba contra
un guardia, evitando que la esposen.
Esperé con ansiedad la llegada de lo mismo para mí, pero nunca vino.
Soy libre de caminar dentro de este diminuto cuarto, que es oscuro y húmedo, pero gracias a
un atisbo de luz que entra por debajo de la puerta, algo puedo observar.
Si tuviera mi teléfono celular en la mano, estaría enviándole mensajes a Carter, riéndome de
mi propia miseria.
Pondría algo como…
“Quizás esto es solo una intervención de mis padres para que deje de gastar su dinero.”
O también…
“Si todo lo que necesitaba era que me encierren en un cuarto para detenerme, le hubiera
pagado a alguien para simular todo esto.”
Maldición, Carter.
Recuerdo el primer mensaje que me envió hace unos meses atrás.
“A partir de este momento, usted está inscripta a la página web “abuelitas en tanga” pronto
comenzará a recibir ¡el mejor contenido en línea!”
¡Qué demonios!
Yo no…yo no sería capaz de….
Comienzo a revisar mi celular, con los nervios en la garganta, alguien tiene que haber
hackeado mi celular.
“Goldy, es un chiste, soy Carter, este es mi número.”
Una risa explosiva emerge de mi garganta.
“Ya estaba buscando mi historial de internet” Respondo tecleando rápido y con una sonrisa
de oreja a oreja.
“Jaja, puedo imaginar tu cara cuando viste ese mensaje, lástima que no estuve allí.”
Podrías venir a visitarme…pienso para mis adentros.
¿Qué fue eso?
Cuando conocí a Carter, tenía esa personalidad peligrosa que tienen algunos hombres, ya
sabes, graciosos, carismáticos, bonitos y con un cuerpo de muerte, para algunas mujeres ese tipo
de hombre son como una droga dura, mezclada con una margarita y unos pantalones de pijama.
O sea, algo difícil de rechazar.
Pero yo lo logré, ¡lo rechacé, poniendo mis convicciones primero!
Excepto la parte donde él nunca insinuó nada más que una amistad, ergo, nunca hubo una
propuesta que rechazar.
Maldición, que patética.
¿Por qué nunca intentó nada? Nuestra conexión era potente, fue rápida y…y caliente.
Es verdad lo que le dije a Big, estoy arrepentida por no haber intentado algo con él, al menos
haberle confesado lo que siento, pero él tampoco lo intentó conmigo, quizás ni siquiera esté
interesado en mí.
¡Deja de pensar en él! ¡Tienes cosas más importantes con que lidiar en este momento!
Cierto, Alexei.
Alexei Ivanov es el típico hombre que necesita denigrar a una mujer para sentir poder. Por eso
estoy desnuda, despojada de cualquier barrera que pueda cubrir mi privacidad. No tiene otra
manera de denigrarme, no puede ostentar su dinero, ni su poder, pero si puede imponer su fuerza
en mí.
Y eso es exactamente lo que hizo.
Lo que intentó.
Si, dije intentó.
Nunca logró una mantener una erección. Luego de luchar conmigo y doblegarme a su interés,
se bajó los pantalones y puf, nada, muerto. Por supuesto no lo noté, hasta que volteé para ver
porque demonios no estaba cumpliendo la promesa que me hizo desde que me trajo a esta
habitación, tomó mi cabello y me obligó a mirar hacia la pared, pero una vocecita me susurró
que algo no estaba funcionando.
Ya sabes, el cohete no despegaba.
El paraguas no se abría.
ET no llegaba a casa.
Por supuesto me reí y me reí, casi a punto de mearme encima. Fuerte y sin control, como si
fuera una neurótica, porque recuerda, los hombres tienen un solo temor y ese es el ridículo.
Alexei se retiró de la habitación y yo seguí riéndome, sintiéndome victoriosa.
CAPITULO 37

Gala
Mi cuerpo tiembla, siento que la herida es mucho peor de lo que pensé y eso será una
infección dentro de poco.
Tengo hambre, sed, no duermo hace vaya a saber uno cuando, no quiero más, pero sigo
resistiendo.
¿Quién fue el creador de la tortura psicológica? ¿Cómo algo tan bello y melódico como la
composición de sonidos puede ser tu peor tortura? No puedo pensar con claridad, no escucho mis
propios pensamientos y eso hace que tampoco pueda encontrar una solución a esto, no creas que
estoy dispuesta a morir, no si no sé cómo esta Goldy primero.
La música se apaga.
Mis oídos zumban otra vez y mi cerebro descansa.
Mis oídos zumban otra vez, mi cerebro descansa.
Zumban.
Descansan.
Duelen.
Sangran.
Ivanov entra y con cierta gracia se sienta en su silla. Mi mirada ya no es tan valiente, ni tan
precisa, apenas puedo mirarlo a los ojos, sin sentir un escalofrío por mi cuerpo y creo que es una
reacción normal, ante una situación como esta, yo podré ser fuerte, pero él tiene la capacidad de
arruinarme.
—¿Conoces la historia del toro de bronce? —pregunta livianamente.
—No. —¿a dónde va con esto? ¿Que busca?
—¿Quieres saber de qué se trata?
—Tengo la sensación que vas a decírmelo de todas maneras… —respondo. Él sonríe
abiertamente.
—La historia va así, Perillos inventa este toro de bronce, él era un artista, pero también un
esclavo, quería impresionar al tirano de su ciudad, así que inventa un dispositivo de tortura nunca
antes visto, —su forma de relatarlo es parecida a la de un profesor apasionado, podría decir que
casi tiene mi atención por completo, si no fuera que está por decirme de que manera voy a ser
torturada— como dice el título, era un toro de tamaño real, enteramente de bronce. En uno de sus
costados tenía una compuerta para que contenga un ser humano y una trompeta que salía por el
hocico del animal. Lo fascinante en esto, era que debajo del estómago del Toro, encendían una
fogata, para que la víctima muera rostizada lentamente.
Bum. Bum. Bum.
Mi corazón comienza a perder el control, mi estómago envía bilis a mi garganta, pero lo
reprimo tragando con fuerza, Ivanov escucha mi desesperación.
—Por supuesto el toro no funcionó, lo usaron unos años, pero eventualmente no lo utilizaron
más. —se levanta y comienza a caminar por el cuarto— pero…es una gran inspiración, por
supuesto no tengo un toro, ni tampoco tiempo para comprarlo, pero que original, ¿no lo crees?
¡Iván! —llama.
Uno de los hombres entra con una camilla de metal y comienza a armarla delante mío.
No.
No voy a pasar por eso.
No, no voy a morir así, voy a matarme primero, lo prefiero mil veces a tener que sentir eso.
Examino a mi alrededor atolondradamente, buscando algo, lo que sea para hacerme daño.
No hay nada.
¡Nada!
Oh dios, oh dios.
Las cadenas son demasiado cortas para colgarme, la habitación está vacía, la silla no me sirve
para nada. Lo único que puedo hacer es golpearme la nuca repetidas veces hasta partirme el
cráneo.
Goldy.
—¿Donde esta Goldy? ¿Que estas planeando para ella? —pregunto desesperadamente.
—Oh, tengo otros planes para Goldy, no te preocupes por ella, de hecho, ahora voy a visitarla,
¿le mando saludos? —se ríe malévolamente y se retira de la habitación, dejando el gigante armar
mi sentencia de muerte.
Piensa Gala, ¡piensa!
—Ivan… —llamo el gigante con cara de malo. Él no me mira, continua con su labor— Ivan,
mírame.
No lo hace.
—¿Vas a pedir clemencia? —pregunta en un tono bajo, nunca aparta los ojos de lo que está
haciendo.
—No, —respondo y eso lo hace detener— estas a tiempo de irte, sabes que no van a
sobrevivir a lo que está por venir, fúgate antes de que sea demasiado tarde.
Ese es todo el plan que tengo, asustarlo psicológicamente, plantar la semilla de la duda en su
cabeza y hacerla florecer.
En cambio, se ríe.
—¿Ah sí? ¿Crees que tienen alguna posibilidad contra nosotros? Los estamos esperando con
los brazos abiertos.
—No tienes idea lo que tienen preparado, escúchame, estas a tiempo de fugarte y vivir para
contarlo. —vuelve a reír y resume lo que está haciendo— Viene artillería pesada Iván, si tienes
algún ser querido, despídete, porque no creo que tengas oportunidad si no vas a irte.
Por un segundo puedo ver la duda implantada en su cerebro, pero la enmascara por completo,
ocultando su rostro de mí.
—No te preocupes por mí, mejor enfócate en prepararte.
Chisto frustrada, la desesperación está haciendo que sea impulsiva y eso es lo último que
tengo que ser ahora.
—¿Qué va a hacer tu jefe con Goldy? Al menos dime eso antes de morir.
El gigantón voltea y me responde.
—A ella le espera algo mucho peor, no quieres saberlo, créeme.
En cuanto termina de decir eso, comienzo a escuchar como ella grita, no logro identificar lo
que dice, pero parece que lucha contra algo o alguien, la están llevando a algún lugar, puedo oírla
resistiéndose, sus pies intentan detener a quien sea que la arrastra, su voz se escucha cada vez
más lejos, se la llevan lejos de aquí.
Dios, Goldy, no.
Una lagrima comienza a desparramarse por mi rostro, mi amiga, mi hermana, pidiendo ayuda
y yo no poder hacer nada para ella, esa es la peor tortura de todas.
—Listo. —dice Ivan.
Se va de la habitación y vuelve a los pocos minutos con una placa de metal y madera.
Termina la preparación, dejando todo para quemarme viva, como a una bruja, como una mujer.
Malditos sean estos hombres y ojalá que se les pudra la polla de una maldita vez.
CAPITULO 38

RAGE.
—Rage, ¿me copias? —se escucha la voz del profesor.
—Copio, ¿qué tienes?
—Hay movimiento en su habitación, algo está por ocurrir, cerraron las cortinas del cuarto
principal. —lo observo a Carter que entiende exactamente lo que estoy pensando y comienza a
prepararse.
Coloco mis binoculares y observo como se llevan a Goldy, completamente desnuda. Ella
patea e intenta escapar, pero dos hombres la arrastran como si no pasara nada.
—¡Rage! —escucho el arma sobre mi hombro derecho y lo veo a Carter listo para matar.
Coloco la mano sobre el cañón en menos de un segundo, desviándolo de tu objetivo.
—¡¿Que mierda haces?! ¡No es el momento! —le digo en un grito ahogado.
—¡La van a llevar a su cuarto! —dice como si no entendiera lo que está pasando.
—Espera, solo espera. —digo mientras coloco mis ojos en el aumento.
Como toda finca, este lugar es abierto y las habitaciones tienen grandes ventanales donde
puedo ver perfectamente los recovecos de la casa. La prostituta que habían traído, fue follada
ante la vista de todos, en su oficina, pero ahora cierran las cortinas, quiere privacidad.
—Rage —insiste Carter, apurándome a tomar una decisión.
—Espera… —tomo el francotirador y apunto hacia allí, intentando poder ver mejor. Los
guardias arrastran a Goldy por la escalera, sube el primer piso, se detienen un segundo y luego
suben al piso superior. Bruno vuelve a aparecer en mi oído.
—Rage. —su tono es de advertencia, él también sabe lo que está por ocurrir.
Este el momento, no puedo esperar más, Carter va a volverse malditamente loco si no hago
algo, si no doy la orden que lleve adelante este suicidio.
—Bruno, —respondo— ¿los tienen en la mira? —sé que Sarah está viendo lo mismo,
apuntando a uno de los guardias, Bruno al otro.
—Tenemos disparo certero. —responde ella.
—Disparen.
CAPITULO 39

Goldy
—¡¿A dónde me llevan?! —dos hombres me arrastran por la gran mansión, intento anclar mis
pies al suelo, pero no hay manera de que pueda contra estos dos. —¡suéltenme, especímenes
fallados! —en el intento de controlarme, los dos se aprovechan de mi cuerpo desnudo,
deslizando sus manos en mis lugares más sensibles— ¡Deja de tocarme!
Me llevan por una escalera, arrastrándome como si fuera peso muerto. Subimos el primer piso
y por lo que veo, este descanso es prácticamente un living, con ventanales que apuntan a las
montañas a nuestro alrededor.
Están esperando algo, una orden, para subir el segundo piso.
Allí es cuando escucho su voz.
—¡Tráiganla!
Los dos guardias avanzan, intento detenerlos, compro tiempo de alguna manera, quien sabe lo
que me espera allí arriba, seguro Ivanov hizo algo para vigorizarse y está listo para destrozarme.
De golpe, los dos guardias sacuden la cabeza hacia atrás y se desploman contra el suelo con
una bala entre los ojos.
Que.
Carajos.
La sangre se arrastra bajo los dedos de mis pies. Miro hacia la dirección donde la bala vino,
pero no veo a nadie, no hubo sonido, ni advertencia.
Comienzo a correr.
A medida que, bajo la escalera con pies nerviosos, comienza el caos.
¡Están aquí!
Algunos hombres me ignoran, mientras pasan corriendo por el corredor hacia donde recuerdo
que estaba Big.
Alguien grita.
Un tipo de grito que nunca escuché en mi maldita vida, uno desgarrador y sin esperanza.
Big.
Corro hacia la fuente del sonido, no me detengo por nada, las explosiones son ignoradas por
mí, los tiros, las balas perdidas, nada importa. Bajo unas escaleras y abro la pesada puerta con
todas mis fuerzas.
Me paralizo.
Gal está atada de pies y manos sobre una camilla de hierro.
Debajo de ella, fuego.
Se retuerce intentando alejar su piel de la placa, pero no lo logra.
Corro hacia ella, empujando la camilla lejos de la fogata. Big se cae el suelo y voy hacia ella
intentando desatar las amarraduras.
—Tranquila amiga, ya están aquí. —digo sin aliento, mientras lucho para desatar una soga
gruesa y fuerte.
Una explosión me detiene, parece que el sonido la despierta a Big, sus ojos están desorbitados
y su boca abierta.
—¿Estas bien? —me pregunta ayudándome con la soga de los pies.
—Si, no voy a hacerte la misma pregunta. —respondo ayudándola a levantarse.
Asomo la cabeza por la habitación y escucho a lo lejos lo que ocurre en esta zona de guerra,
pero como estamos en el subsuelo, corremos hacia el sonido, si ellos están aquí, quizás puedan
darnos armas y eliminarlo de una maldita vez.
Cuando salimos al nivel de la tierra, tenemos que agacharnos inmediatamente, esquivando las
balas que zumban en nuestros oídos.
—¡Cuidado! —grito.
Escucho unos pies que entran corriendo, un cuerpo se desliza por el suelo ágilmente y se
esconde. Detrás del sillón esta Tequila, disparando y resguardándose. Cuando abro la boca para
llamarla, alguien presiona su mano en mi boca y me arrastra lejos de allí.
De reojo puedo ver los pies de Big intentando zafarse, alguien la lleva a ella también.
Estuvimos cerca, demasiado casi, pero al final, perdimos.
CAPITULO 40

Gala.
—¡Prepara el helicóptero! ¡No me importa si el piloto no está disponible, no puede ser tan
difícil de utilizar, maldición! —Ivanov corta la llamada y camina por su habitación pensando
como escaparse de aquí.
Las cortinas están cerradas, la luz que puede entrar, ilumina el moderno cuarto. La habitación
de Ivanov es amplia, limpia y bonita. Una majestuosa cama para que entre su ego es lo que más
espacio ocupa, luego tiene una televisión en el centro de la pared y una puerta que esta
entreabierta, puedo ver que es un vestidor.
No sé qué es lo que ocurre afuera, pero sé que Ivanov está acorralado en su cuarto con su
mascota humana, o sea su asistente.
Y nosotras dos, las rehenes.
—Creí que los estaban esperando con los brazos abiertos… —digo con un tono de burla.
Ivanov se detiene frente a mí y me silencia con el reverso de su mano.
—Parece que no para de hacer promesas, —agrega Goldy ignorando el nerviosismo del
ambiente— a mí me amenazó con violarme, pero nunca se le paró.
Goldy está a mi lado, las dos sentadas en el suelo, frente a la puerta del vestidor, la miro
inmediatamente, asustada, pero aguantando la risa a la vez, solo ella puede bromear con una
violación.
Ivanov la escucha, aunque no la mira a los ojos, arrastra sus manos por su rostro, conteniendo
la furia que posee dentro, va a explotar en cualquier momento.
—Dame el arma. —termina diciendo exasperado a su secretario.
Mi estómago se contrae y la adrenalina se dispara por el resto de mi cuerpo. Ivanov toma el
arma y rápidamente apunta a la frente de Goldy.
—¿Sabes por qué no se me paro la maldita polla, Barbie? Porque no eres tu hermana, intenté
pensar que lo eras, pero no le llegas ni a los malditos talones.
Goldy lo mira fijo a los ojos, sin pestañar, ni mostrar un gramo de miedo por tener el cañón
pegado a su frente.
—¿Todavía crees que la peor tortura para una mujer es decirle que su hermana es más
atractiva? ¿En qué año vives? ¿Mil ochocientos? —Ivanov destraba el arma y la presiona con
más fuerza.
Tengo que hacer algo, distraerlo, sacarlo del estado de humillación que se encuentra antes de
que apriete el gatillo.
—Alex, —lo llamo, pero sus ojos están pegados a los de Goldy, una extraña guerra de
miradas ocurre entre ellos dos— Alex, estas a tiempo de escapar, ¿Qué haces aquí? ¡Vete!
Lentamente posa sus ojos sobre mí, aunque el arma sigue en la frente de Goldy.
—¿Crees que me voy a ir? Esta es mi casa, hasta que no los vea destruidos no voy a
detenerme. —su voz es baja y terrorífica, sus ojos totalmente endemoniados.
¿Por qué llamó el helicóptero entonces?
Una explosión hace vibrar la casa, sus ojos se trasladan a Iván e intercambian algo con su
mirada, una indicación, un comando, porque Iván sale de la habitación inmediatamente.
Alexei baja el arma y de detiene frente a mí, parándose muy erguido sobre nuestros cuerpos.
—¿Cómo están tus quemaduras, Big Kahuna? —pregunta mientras inspecciona mi cuerpo.
Fueron solo minutos de esa tortura, pero se sintieron horas y mi cuerpo no reaccionó bien. Mi
espalda probablemente tenga heridas de segundo grado, no puedo moverme mucho sin gemir del
dolor, pero ¿para qué voy a preocuparme ahora? Si todavía no sé si salgo viva de aquí. No voy a
responderle, él sabe cómo estoy, cualquiera a mil kilómetros de distancia puede ver cómo me
encuentro, sabe que no voy a sobrevivir mucho más, sin desmayarme.
Un movimiento ínfimo en la puerta entre abierta del vestidor se roba mi atención, algo se
movió allí dentro.
Cuando no consigue una respuesta mía, se pone de cuclillas frente a mí y me observa
desafiante.
—¿No vas a contestarme? ¿Finalmente te quedaste sin palabras “Gran Big Kahuna”? —
alguien aparece en la rendija, no puedo identificar quien es, tampoco sé si es amigo o enemigo,
pero no voy a arriesgarme de que Ivanov lo note también, por eso comienzo a hablar.
Distráelo.
—Nunca, nunca voy a quedarme sin palabras, Ivanov, siempre voy a tener algo que decir
cuando monstruos como tú aparezcan en el mundo, ¿me escuchas? —su sonrisa carroñera se
desvanece, el arma entre sus manos cambia de posición.
—Abre las piernas —oh, no. Me quedo petrificada y él me obliga a abrirlas con sus bruscas
manos— ahora, quítate las bragas. —cuando no acciono, coloca el arma en la cien de Goldy,
presionándome para que lo haga, rápidamente quito mi ropa, complaciendo cada orden.
Desciende el arma hasta mi pelvis y apoya el cañón entre los labios de mi coño. Mi mirada
alarmada lo no pierde de vista, mientras él me sonríe siniestramente, apuntando el arma en mí
interior.
Goldy abre los ojos con pánico, pero yo me quedo absolutamente quieta, el tiempo se detiene.
—Ivanov… —advierte Goldy— para con este juego, ya.
—No recibo ordenes de una mujer. —dice mientras presiona más profundo, entrando en mi
interior.
Duele.
No voy a mentir, duele como la mierda, el caño esta frio y áspero. Mi cuerpo no está listo para
esto, pero cuando veo de reojo que la puerta del vestidor se abre lentamente, vuelvo a respirar.
CAPITULO 41

Gala.
El cuerpo inmenso de Rage atraviesa el umbral de la puerta sin hacer un solo ruido, se desliza
por la habitación como una anaconda silenciosa y letal a punto de atacar.
Es extremadamente difícil mantener la mirada fija y asustada en el psicópata frente a mí, no
mostrar ninguna expresión de alivio es innatural cuando siento que el aire me vuelve a mis
pulmones.
Otro cuerpo se manifiesta, puedo detectarlo con el rabillo del ojo, el cuerpo de Hollywood,
tan silencioso como Rage.
Ninguna de las dos se mueve.
Ninguna dice una sola palabra.
Rage, se coloca detrás de Ivanov como una torre.
Mansamente Rage prepara el cuchillo.
Carter da un paso al costado izquierdo, haciendo que la madera bajo sus pies cruja.
Dejo de respirar.
Ivanov detiene el movimiento, frunce su ceño y cuando quiere voltear, se encuentra con la
hoja del cuchillo de Rage, presionando su garganta.
—Remueve el arma lentamente. —la voz ronca y gruesa hace eco por la habitación.
Al fin puedo posar mis ojos sobre su hermoso rostro, quiero gritarle “Gracias”, “Lo siento” y
un “Te amo”, pero mantengo mi boca cerrada. Su cabello está recogido, algunas hojas de árboles
están enredadas allí y lo hacen lucir aún más bestial. Su rostro severo está más tenso que lo de
costumbre, sus ojos hundidos y cansados.
Me pregunto por dónde entró, si salió caminando del vestidor como el maldito David
Copperfield.
—El arma esta destrabada, —advierte Ivanov— solo tengo que apretar el gatillo.
Carter se pone dentro del rango de visión de Ivanov, mostrando el arma inmensa que lo
apunta directo a su frente.
—Saca el arma de allí, con cuidado. —amenaza Carter, quien también luce cansado, pero
completamente conectado con su lado salvaje.
Ivanov responde retrocediendo el arma, quitándola de mi interior. Mi cuerpo protesta y gimo
de dolor, no le gusta tener el cañón de una pistola dentro.
A mí tampoco, amiguito.
Cuando Ivanov la extrae por completo, Rage presiona su garganta con más fuerza.
—Déjala en el suelo.
La presencia de Rage invade el cuarto por completo, su energía es tan imperial y abrumadora,
que hasta Ivanov cumple con su orden (como hacemos todos, sin chistar).
Cuando apoya el arma en el suelo, Rage la patea lejos de nosotras, arrastrándola hasta la
puerta del vestidor.
Sin dar aviso y en un arrebato frio y bárbaro, Rage introduce su mano gigante dentro de la
boca de Ivanov, usando su mandíbula superior de agarre y comienza a arrastrarlo lejos de
nosotras, hacia la pared contraria. Las piernas de Ivanov batallan violentamente, intentando
desprenderse de él, sus manos se sujetan del brazo de Rage, no hay escapatoria, no de este
depredador.
Tanto Goldy como yo, jadeamos sorpresivamente.
Mas animal que hombre, Rage emana cólera de sus ojos, completamente fuera de sí.
Ivanov lo muerde y sangre brota de su boca, pero Rage no se detiene, no siente dolor, la
adrenalina esta dominando cada fibra y musculo de su cuerpo. Cuando lo suelta, Ivanov golpea
fuertemente sobre la pared y cae al suelo, intenta levantarse, pero Rage lo golpea con su rodilla
rompiendo nariz. Ivanov queda confundido sentado en el suelo, sangre en su rostro y su cuello.
Carter aparece sobre nuestra izquierda, con dos camisas y las arroja hacia nosotras, Goldy las
atrapa en el aire, se cubre primero y luego me ayuda a hacer lo mismo, sabe que tengo los
movimientos limitados y no estoy tan ágil como ella.
Delante de mí encuentro la mano de Rage, esperando que la tome. Sus ojos eternos negros me
atraviesan como dos lanzas de fuego, no sé lo que está pensando, lo que sí sé, es que está en un
estado donde el dialogo no es algo que vaya a ocurrir.
Hunter no está aquí.
Pero Rage…
Rage el salvaje está aquí, el bestial, el sanguinario, la fiera que todos temen, espera que tome
su mano para levantarme de mi estado lastimoso.
Mi espalda pide clemencia, igual que mis piernas. Deslizo un brazo rodeando su cuello,
intentando lucir lo más erguida posible, no quiero que Ivanov vea lo que me hizo.
—¿Puedes mantenerte en pie? —susurra. Quiero decirle que no, pero asiento.
Cuando Rage se asegura que estoy bien por mi cuenta, voltea hacia Ivanov, que está siendo
custodiado a punta de pistola y comienza a caminar hacia él con los puños cerrados.
Temo por Ivanov, la muerte en manos de Rage debe ser la peor de todas.
Ivanov intenta demostrar que no tiene miedo, pero allí esta, flotando en la superficie de sus
ojos, la preocupación de que esta fiera salvaje esta por tomar el control de sus signos vitales.
—Elegiste la ciudad equivocada para hacer tus sucios negocios, Ivanov. —gruñe Rage dando
pasos lentos, rodeándolo, aplastándolo con su mirada.
Ivanov intenta levantarse, pero Rage rápidamente lo sienta, con su pie sobre el pecho, la suela
de la bota queda impregnada en la camisa blanca inmaculada.
—Rage ¿asumo?
—Asumes correctamente.
—Búfalo me advirtió sobre tu falsa ilusión de superioridad moral. —escupe sangre sobre los
pies de Rage, quien camina sin detenerse a su alrededor y con los brazos cruzados— Pero todos
tenemos un lado oscuro, hasta los más santos lo tienen.
—En algo coincidimos. —responde Rage con su ceño fruncido.
—¿Y? ¿Cuál es tu lado oscuro? —pregunta Ivanov mientras seca su boca con la manga de su
camisa. —¿dinero? ¿mujeres? Dime lo que quieres.
Rage me observa un segundo, serio y reflexivo.
No te vendas…
Note vendas…
—Los nombres de los compradores. —suelta y todos nos helamos.
Sonrío para mis adentros, orgullosa de tenerlo a mi lado.
Goldy me sostiene fuerte contra su cuerpo, creo que ella siente lo mismo.
—Ah…si, esa información es confidencial. —responde como si fuera una pena no poder
ayudarlo.
—Ya no lo es, dime donde está.
—Oculta. —dice con una sonrisa.
Rage cierra su puño y lo incrusta en la mandíbula de Ivanov, casi que puedo ver el
movimiento en cámara lenta. Una muela sale disparada y rueda por la lujosa superficie de
madera.
—Donde. —Rage gira su cuchillo entre sus dedos, mostrando el control que tiene sobre el
puntiagudo elemento. Todos observábamos sus movimientos, inclusive Ivanov, que parece poco
impresionado. —Sigo esperando.
—¡Vete a la mierda! —grita, irritado por la situación, Ivanov no quiere ceder.
Entre giros y movimientos rápidos, Rage arroja el cuchillo, haciendo de Ivanov un blanco
perfecto.
—¡Ahhh! —grita cuando observa el cuchillo clavado en su hombro derecho, intenta quitarlo,
pero no puede.
—Le llegó al hueso —susurra Goldy.
Mis ojos no pueden despegarse de esa escena.
Rage camina hacia él y coloca la bota sobre su hombro para hacer fuerza, lo quita, haciendo
que un rio de sangre se desparrame sobre Ivanov.

—¿Crees que pueden salir vivos de aquí? —Grita con sus dientes apretados. A Rage no se le
mueve un pelo por el arrebato de Ivanov y se lo demuestra caminando lejos de él, dándole la
espalda.
—Mientras sigas contratando hombres que no saben apuntarle ni a un objeto inmóvil, vamos a
estar bien. —responde con media sonrisa, mirando sobre su hombro.
Me inquieta su tranquilidad, sé que la explosión en Rage está por venir, solo que no sé
cuándo.
Un sonido estrepitoso se desparrama por la mansión, los vidrios vibran y el suelo se mueve lo
suficiente para que pierda el equilibrio. Goldy me sostiene, barriendo con sus ojos la habitación,
buscando objetos que puedan lastimarnos.
—Dame la información Ivanov. —dice Rage irritado mientras mira por la ventana, corriendo
apenas unos centímetros de la cortina.
Los gritos, tiros y explosiones continúan afuera como si nada.
Ivanov se levanta en un segundo, lanzándose sobre la espalda de Rage como King Kong
colgándose del Empire State.
—¡Cuidado! —grito, pero Rage lo da vuelta arrojándolo al suelo como una bolsa de papas.
¿Ese sonido fue un hueso rompiéndose?
Carter se coloca delante de nosotras, pero no interviene y eso que él es el que tiene el arma
más grande dentro de la habitación.
El puño cerrado de Rage embiste continuamente sobre el rostro de Ivanov, hasta que se
levanta y logra equilibrar la riña golpeando el estómago de Rage.
A partir de allí no puedo seguirles el ritmo, colapsan y se golpean contra toda superficie,
haciendo estallar vidrios, derribando repisas y sus contenidos.
—¡Los nombres, Ivanov! —gruñe Rage, mientras lo sostiene contra el suelo, los dos están
agitados y cuando pienso que Rage va a soltarlo, toma su cuchillo de no sé dónde y apunta
directo al ojo derecho, Ivanov reacciona rápido y atrapa su brazo en el aire, haciendo fuerza para
alejar la punta brillante de su pupila.
Karma.
El brazo de Rage hace tanta fuerza que comienza a temblar, cada vez más cerca y más cerca.
Quiero mirar hacia otro lado, pero no puedo.
—¡Detrás del cuadro! —grita escupiendo saliva.
Carter comienza a moverse, derribando un cuadro de un paisaje en blanco y negro a mi
derecha, pero detrás no hay nada, por eso Rage comienza a presionar otra vez.
—¡Mientes! —brama.
—¡No! ¡El otro, idiota!
—Carter, ¡allí! —grita Goldy hacia la pintura de una mujer semidesnuda con flores sobre su
cuerpo. Cuando derriba la imagen, detrás hay una caja fuerte.
—Los números… —grita sobre su hombro Carter. Ivanov comienza a dictar números con el
cuchillo de Rage a centímetros de su ojo.
La caja fuerte negra hace ruido, se destraba y Carter quita una carpeta de mediano tamaño.
Goldy corre hacia él, tomando los papeles y arrojándolo sobre la cama, buscando el papel que
busca hace mucho tiempo.
En el mientras, Rage no deja mover a Ivanov.
—Ya lo tienes, ¡ahora quítate de encima! —grita, pero Rage cambia su foco, mirándome
directamente y haciéndome una pregunta.
—¿Él te lo hizo eso? —dice mirando la herida que tengo en el rostro. Asiento una vez. Ivanov
comienza a respirar fuertemente, esforzando su fuerza para detener a Rage que comenzó a
presionar más fuerte.
—¡Aquí esta! —grita Goldy hacia mí— ¡Big! ¡Aquí la tengo! —dice con lágrimas en sus
ojos. Adrenalina corre por mis brazos y tengo que cubrir mi boca para callar el llanto abrupto que
me ataca.
Rage cambia el curso del cuchillo, enterrándolo sobre la mejilla de Ivanov, dibujando una
línea perfecta hasta la comisura de sus labios.
—¡Ahhh! —grita— ¡Te di lo que querías! ¡Detente, por favor! —llorisquea.
—¿Sabes qué? Tienes razón. —Rage estira su mano para levantar a Ivanov.
Cuando está completamente erguido, Rage clava el cuchillo en el muslo interno.
Automáticamente Ivanov pierde el control de la pierna y cae a los pies de Rage, confundido por
no poder controlar su pierna.
Sangre sale a borbotones, Ivanov presiona la herida, pero nunca vi tanta sangre en mi vida.
—¿Qué demonios? —Goldy está tan confundida como yo.
La puerta se abre de golpe, Iván entra completamente ensangrentado y maltrecho, cuando ve
la situación, desenfunda su arma, apuntándome directamente.
—¡Aléjate de él! —grita.
Rage retrocede inmediatamente.
—Llévatelo. —dice calmadamente— antes de que me lo coma vivo.
Sin dejar de apuntarme, Iván camina hacia Ivanov, pálido y sin fuerza, lo carga sobre su
hombro y caminando con pasos lentos sin darnos la espalda hacia la puerta por donde entró.
—¡No! —grita Goldy, frustrada por la situación. Rage levanta su mano, ordenándole que se
calle. Los dos desaparecen de nuestra vida, cerrando la puerta— ¿¡Que has hecho!?
—Goldy —Carter se acerca como si fuera un animal con rabia— No le queda mucho tiempo
de vida.
Rage camina hacia mí en dos zancadas. Su respiración es fuerte y aún no puedo descifrar qué
demonios piensa, toma mi mano y la estudia un segundo antes de colocarla sobre su hombro para
que pueda sostenerme. Carter voltea y mira a Rage con un semblante serio, esperando que
explique qué demonios acaba de pasar, ¿por qué lo dejó escapar?
El gigante a mi lado comienza a hablar.
—No va a sobrevivir, es más, —dice mirando su reloj— ya debe estar muerto en estos
momentos.
—No entiendo. —susurro con la poca energía que me queda.
—Abrí su arteria femoral, depende cuanta sangre pierda, puede tardar entre veinte y treinta
segundos.
—¿Qué? —pregunta Goldy abrumada, tal como me siento yo.
— Si, está hecho, no puede sobrevivir. —dice mientras intercambiamos una mirada intensa.
Debo que confesar que me hace sentir aliviada, aunque me hubiese gustado que Goldy y yo
seamos las manos que quiten la vida de ese ser tan despreciable, el hecho de que Rage y Carter
estén aquí y hayan puesto sus vidas y la del resto en riesgo hace que quiera llorar y volver a
respirar.
Y sé que Goldy se siente igual.
Recibir ayuda no te hace débil, debo recordar eso, todos los malditos días.
CAPITULO 42

Rage
En cuanto la puerta se cierra estoy a su lado.
Siento que Carter y yo necesitamos más de ellas, de lo que ellas de nosotros.
Sus ojos, tan vulnerables y agotados que me liquidan. Ella se ve indecisa, siento que quiere
venir a mí, pero no sabe cómo voy a reaccionar.
Ya esperé demasiado, necesito tocarla, sentirla, saber que está conmigo.
Mis manos se deslizan por su cuello, apretando suavemente su garganta y con mis dedos echo
su cabeza hacia atrás. Mi boca se estrella sobre sus labios gruesos con un gruñido feroz y la beso
profundamente mientras sus lágrimas mojan mis mejillas. Es en este preciso momento donde me
doy cuenta que no tenerla cerca estaba matándome lentamente, porque sentirla en mis brazos
significa poder respirar otra vez, significa que mi cuerpo encuentra armonía, silencio y paz. No
puedo perderla otra vez, no puedo vivir sin esto que aviva dentro de mí.
Esta mujer es una luz en el infierno y estoy malditamente feliz de saber que ella existe en este
mundo.
Gal responde a mi beso con la misma intensidad, sus manos toman mi camiseta negra y tira
hacia ella con fuerza.
Dios, esta mujer.
Cuando todos mis instintos piden a gritos que la tome aquí mismo, un carraspeo suena en la
habitación. Me despego de sus labios y me encuentro a Carter y Goldy mirándonos con una
sonrisa incomoda. El brazo de Carter está apoyado sobre los hombros de Goldy, pero ese es el
único contacto entre ellos dos.
¡Toma a tu mujer de una maldita vez, Hollywood!
Sin soltar el rostro de Gal, poso mis ojos sobre los de ella. La herida en su rostro está en muy
mal estado, quedará para siempre, para ella será recuerdo de este día nefasto, pero para mí solo la
embellece más, esa cicatriz significa lo valiente que es.
—¿Puedes caminar? —pregunto inspeccionando su cuerpo, no sé qué le hicieron, pero tiene
quemaduras que aparecen por su cuello y sé que continúan por debajo de la camisa.
—No, no puede. —responde Goldy antes de que Gal diga que sí.
Asiento una vez y me concentro en el escape de este lugar.
—¿Bruno? ¿Me copias? —antes de salir necesito que me indique como esta todo allí afuera.
Es a él a quien me dirijo, porque sé que está observando todo desde allí arriba, él tiene la mejor
vista de todos.
Camino hacia la ventana y corro las cortinas solo un poco para espiar el baño de sangre que
hay afuera.
Mis hombres y las Amazons hicieron un maldito buen trabajo.
Puedo ver hombres muertos por todos lados, colgados de los balcones, flotando en la piscina y
en diferentes puntos del bosque.
—Te copio. —responde rápidamente.
—Las tenemos a las dos aseguradas.
—Excelente, —contesta con un tono genuinamente contento, nunca escuché otro sentimiento
en Bruno más que enojo (excepto el día que se casó)— escapó hacia el bosque, dos de tus
hombres fueron por ellos, por eso recomiendo que uses el pasadizo, está asegurado por los
demás.
—¿Quién lo custodia? —hago la pregunta a todos, sé que me están escuchando
—Aquí, Viking prez, estamos Tequila, Gypsy, Angus y Stone, listos para recibirlos.
Encontramos la compuerta de salida en el segundo día, cuando Viking y Tequila exploraban
la zona, una compuerta redonda en el suelo, tapada por ramas y hojas.
—Tengan preparada la camioneta, Big está gravemente herida. —anuncio mientras me coloco
delante de ella, dándole la espalda, así puedo cargarla por el estrecho pasadizo por donde
entramos.
Carter comienza a prepararse, mientras Goldy busca ropa para poder usar, ya que estaban las
dos absolutamente desnudas cuando llegamos.
Todavía no me animo a preguntar, no sé si estoy listo para saberlo y por lo callado que está
Carter, creo que él está pasando por lo mismo, resulta que tenemos más cosas en común de las
que imaginé.
—¿Listas? —pregunto.
—Sí, me quiero ir a la mierda de este lugar, —dice Goldy sujetando la carpeta fuertemente
contra su pecho— por cierto, ¿por dónde entraron? Creí que eso era solo un vestidor…
—Lo es, pero también tiene una salida de escape. —explica Carter.
Las dos se miran confundidas.
—¿Qué? —pregunto inquieto.
—Nada tiene sentido, Ivanov dijo que no iba a escaparse, dijo que él iba a quedarse aquí. —
dice Gal con un tono alarmado.
—Y exigió un helicóptero, pero dijo que no era para él, no entiendo… —agrega Goldy
¿Qué es ese ruido?
El golpe de las aspas de un helicóptero.
¡Oh, demonios!
—¡Retirada! ¿¡Me copian!? —comienzo a exclamar mientras vuelvo hacia la ventana, abro
las cortinas y…
—¡Abajo! —grito corriendo hacia Gal, cubriéndola con mi cuerpo.
Balas incesantes atraviesan el gran ventanal, haciendo que el minuto de paz que tuvimos se
convierta en puro caos. Recubro a Gal con mi torso, alejándola lo más que puedo de la ventana.
Las balas golpean todo lo que nos rodea, haciendo que explote o se quiebre.
Cemento.
Madera.
Vidrio.
Todo vuela por los aires, todo es un arma letal.
—¡¿Alguien me copia?! —grito.
—¡Rage! —responde alguien, una voz femenina— ¡no podemos salir!
—¿Kata? ¡Manténganse ocultos! —grito.
—Rage, tienes un helicóptero esperándote, tuvimos que retirarnos más profundo en el bosque,
no podemos derribarlo desde aquí. —la voz de Sarah suena alarmada y agitada, claramente está
corriendo.
Cuando el helicóptero retrocede para comenzar otra vez, lo miro a Carter quien se oculta con
Goldy debajo de la cama. Asiento una vez, él sabe.
—Vamos, ¡rápido! —grito, levantando a Gal del brazo.
La empujo hasta el vestidor y hasta la compuerta. Detrás mío viene Carter con Goldy.
—Vayan derecho, no se pueden perder, —indico— antes de salir, comprueben que sea seguro
del otro lado.
—Espera, ¿a dónde vas tú? —pregunta.
—Yo tengo que terminar con esto, ¡ve! —la empujo a la compuerta escondida debajo de la
alfombra del vestidor.
—Están locos, ¡no nos vamos a ir! —grita Goldy, pero no me lo dice a mí, se lo dice a Carter.
—¡Goldy! —grito para llamar su atención— Gal está muy mal herida, no pueden quedarse
aquí, lo más seguro es que vayan por el pasadizo. No les estoy dando elección, vayan, cuida de
ella. —agrego firmemente.
Goldy asiente a regañadientes, pero toma la iniciativa y comienza a empujar a Gal por el
agujero. Ella me da una última mirada, llena de terror. Antes de perderla de vista me arrodillo y
beso sus labios fuertemente y con violencia.
Puede ser la última vez que la vea, me digo a mí mismo y eso despierta un sentimiento
inquietante.
Cuando las cabezas de las dos desaparecen, Carter cierra la tapa y se prepara para escuchar
mis órdenes.
—Terminemos con esto de una puta vez. Necesitamos poner nuestras manos sobre los dulces.
—gruño, haciendo alusión a las armas que escondimos en el bosque.
En el mientras busco la salida más segura.
—Por aquí, —dice Carter— rápido, ¡ahí vuelve!
Arrastrándonos por el suelo, los dos logramos llegar a la escalera que hay detrás de la puerta,
en el momento que el helicóptero comienza a tirarnos otra vez, corremos por los escalones,
esquivando balas, saltando objetos e intentando no morir.
Salimos expulsados por una ventana y los dos corremos agachados hacia el bosque. El
helicóptero nos pierde de vista y comienza a volar bajo, registrando la zona.
Corremos entre los árboles.
Corremos como si nuestras vidas dependieran de ello.
Lo cual es cierto.
Escucho algunos tiros a lo lejos, hacia el norte que me alarman.
—Somos nosotros, —la voz de Bruno aparece— intentamos distraerlos.
—Gracias. —es todo lo que puedo decir, si hablo ahora, mi respiración agitada puede irse a la
mierda haciendo que me case mucho más rápido. —¿Big?
—Todavía sin noticias.
Seguimos corriendo al sur, donde está nuestra reserva.
De golpe balas caen como proyectiles detrás de mis talones, haciendo que corra aún más
rápido.
No llego, no llego.
Miro por sobre mi hombro, Carter está bien, corre a mi lado.
—¡Tenemos que separarnos! —grito, mi amigo asiente y se desvía hacia la izquierda,
haciendo que el helicóptero no sepa donde mierda apuntar primero.
Mi respiración, mis pasos sobre hojas secas y las balas es lo único que escucho.
El helicóptero sobrevuela la mansión, escucho que comienza a tirar otra vez, lejos de mí.
—¡¿Quien?! —es todo lo que grito.
—¡Nosotros prez! —viking— le dieron a Tequila, estamos jodidos. —su voz nerviosa me
explica.
¡Maldición!
CAPITULO 43

Gala
Oscuridad.
Humedad.
Ruidos extraños.
Mientras caminamos por un túnel sumamente estrecho, me pregunto cómo demonios los
cuerpos de Hunter y Hollywood pasaron por aquí. Apenas entramos las dos, somos altas, sí, pero
no más altas que ellos.
No hay luz que indique el camino, pero honestamente no es necesario, ya que tiene una sola
salida.
—¿Cómo te encuentras? —escucho la voz de Goldy delante de mí, nuestras manos están
unidas fuertemente, lo único que me dice que ella está aquí conmigo es sentirla y escuchar sus
pasos sobre la tierra.
El suelo no es llano, algunas rocas y pequeños montículos hacen que me tropiece o que pierda
el equilibrio.
—Viva, si eso es lo que estas preguntándote. —respondo.
No puedo decir que esto no me duele, ni tampoco pretender que tuve heridas peores que esta.
Iván fue el encargado de despojarme de mis ropas y colocarme en esa plancha de acero. Mi
plan de herirme antes fue un completo fracaso, no había nada allí para que pueda hacerme daño.
Me da escalofríos pensar en cómo la temperatura de la placa fue elevándose lentamente te hasta
volverse insoportable.
Nunca grité tanto en mi vida.
—Con eso me conformo, —responde— ¿crees que falta mucho? No escucho nada, no sé qué
mierda está pasando allí afuera.
—Por el nivel de oscuridad, supongo que tenemos un largo trecho todavía Goldy. —un
silencio se apodera de las dos, nuestros sentimientos son raros, como esos sabores amargos que
finalmente te terminan gustando.
Las dos estamos vivas, sí, Ivanov está muerto, real, pero hay algo no puedo sacudirme esta
sensación de que algo no está bien.
—¿Lo sientes? —pregunto, esperando con ansias que Goldy entienda de que hablo.
—Sí, pero no podemos volver Big, no, así como estás, Rage tiene razón. Mejor deja de pensar
en eso y concéntrate en no tropezarte.
Nos toma al menos cuarenta minutos ver un haz de luz que entra por el techo, una pequeña
rendija donde apenas puede pasar, quizás en otro momento sea imperceptible, pero ahora, parece
que el sol mismo quiere entrar por allí.
—¿La ves? Ya casi, aguanta un poco más. —dice Goldy con un tono mucho más alentador
del que tenía minutos antes.
Cuando llegamos, Goldy sube por una escalera de hierro, murmurando palabras sobre cuanto
odia los insectos y con su puño cerrado golpea la escotilla.
Bum. Bum. Bum.
—¡Hey! ¡Estamos aquí! —grita mi amiga.
Una vibración comienza a sentirse bajo mis pies, algo fuerte y poderoso. Por la escotilla de
golpe se escucha el helicóptero volar demasiado cerca, algunas balas golpean contra el suelo
sobre nuestras cabezas.
—¡Mierda! —susurro— ¿estás bien?
—Si, voy a probar una vez más. —estira su brazo por sobre su cabeza y golpea tres veces.
Pasos rápidos se escuchan correr hacia nosotras, alguien toma la escotilla y levanta, haciendo
que llueva tierra y polvo directo sobre nuestros ojos.
La mano de Viking aparece, tomando la de Goldy ayudándola a salir de allí.
—¡BigK.! ¡vamos! ¡No hay mucho tiempo! —estiro mi mano, gruñendo del dolor que me
provoca mover mi piel y salgo a la superficie.
Angus me recibe y me cubre con una manta, mientras me aleja del túnel hacia un destino
desconocido. Escucho el helicóptero sobrevolar la mansión, parece que viene directo hacia
nosotros otra vez.
—Rápido! ¡Ahí viene! —grita Angus.
—¡Espera! ¡¿Dónde está Rage?! —grito, pero no responde mi pregunta, el helicóptero
sobrevuela sobre nuestras cabezas y esta tan cerca que puedo verlo a Iván manejar el aparato.
Tengo que correr, tengo que irme de aquí.
Estamos en un campo abierto con apenas algunas plantas para cubrirnos, es claro que viene
directo a nosotros.
Aguanta un poco más Gala, aguanta.
Mi cuerpo se apaga intermitentemente, no puede soportar más dolor. La visión se nubla, mis
pulmones no responden como necesito que lo hagan, mis piernas se vencen, haciendo que caiga,
pero los gritos de los hombres me piden que dé un poco más, que aguante.
No puedo.
Déjenme morir aquí, no puedo seguir.
Alguien me levanta, cargándome sobre su hombro y comienza a correr.
Una explosión hace eco por el campo, haciendo que abra los ojos y vuelva en vida. El hombre
que me carga se detiene pera ver qué demonios ocurre.
Algo golpeó contra el helicóptero, haciendo que una bola de fuego negro parta al medio la
cola, provocando que caiga como si fuera un mosquito molesto.
—¡Allí! —grita Viking apuntando hacia una montaña lindera.
La figura de Rage se destaca entre los árboles, apoyado sobre la rodilla izquierda. Sobre su
hombro derecho, descansa una bazuca, que sostiene con las dos manos.
Carter está a su lado con la boca abierta tal como nosotros, observando como bajó un
helicóptero.
—Maldito loco. —dice Viking con una sonrisa en su rostro.
Yo no puedo quitar mis ojos de Hunter.
Eliminó la amenaza, salvándonos a todos de una muerte segura y ahora sonrío yo como
Viking, porque no hay otro hombre en mi vida, así de loco que ame con el mismo nivel de
locura.
Y así es como entro en la realización, mis ojos se cierran y doy por finalizado mi día.
CAPITULO 44

Hunter
Camino por el hospital, sucio y agotado, el hombro todavía me duele después del impacto que
se llevó, al sostener una bazuca, pero estoy bien si me comparo con los demás.
Bruno y Sarah lograron escapar, me dijo Sarah que pudieron apreciar el espectáculo que fue
derribar a ese hijo de puta, dijo que hasta Bruno estaba impresionado y eso es mucho decir.
No significa que me importe su opinión.
El resto descansa en el club, menos Carter y Viking que están custodiando a las Amazons que
fueron lastimadas, entre ellas Tequila que recibió una bala en su pecho, a centímetros de su
corazón, por eso está en el quirófano ahora.
Todavía no sé cuál es el estado de Gal, pero voy directo a la fuente de información.
Goldy está en la puerta de la habitación, caminando con sus brazos cruzados de un lado a otro,
Carter a su lado, quieto, apoyado sobre la pared.
—¿Noticias? —pregunto. La puerta de la habitación está cerrada.
—Están revisándole las heridas, me pidieron que me vaya. —responde Goldy, quien ya viste
con sus ropas de siempre, góticas y apretadas— hay que esperar.
Asiento una vez y me coloco del lado contrario a Carter, luce tieso e incómodo, claramente
voy a tener que hablar con él luego.
—¿Tu cómo te encuentras? —le pregunto a la rubia.
—Bien, solo algunos rasguños, nada serio. —responde, pero Carter chista por lo bajo,
haciendo que los dos lo observemos.
—No se quiere hacer ver por un médico, —se queja— así que eso de que no tiene nada, es
relativo, ningún ojo profesional la inspeccionó todavía. —dice con un tono enfadado. Goldy
rueda sus ojos, exasperada.
—Una de nosotras terminó con una bala en el pecho y la otra con heridas de tercer grado,
¡¿realmente quieres que vaya al médico?! —grita, pero en silencio.
—¡Si! ¡No es tan difícil de entender! —devuelve Carter.
Los dos me observan cuando empiezo a reír por lo bajo.
—¿Qué es gracioso? —me gritan los dos al mismo tiempo.
—Follen de una maldita vez, ¡por el amor de dios! —grito y al mismo tiempo la puerta se
abre, una médica se asoma buscando a los parientes de la paciente.
—Ya pueden pasar…
Gal se encuentra en la cama, consiente y atenta. Cuando me ve enterar sus ojos se iluminan y
su sonrisa se expande por su rostro. Camino hacia ella y tomo su mano con cuidado, su estado es
muy delicado.
—Bueno, Gal tiene quemaduras de segundo, tercer y cuarto grado. —comienza a dar el parte
la médica— Vamos a comenzar el tratamiento ya mismo para las peores, por supuesto esto va a
tomar tiempo, ya que la quemadura llegó hasta el hueso, pero va a estar bien, ¿no señorita Hale?
—Gal asiente con una sonrisa cómplice con la doctora. —Bien, lo que ya hicimos fue
suministrarle los calmantes, pero lo siguiente es cambiarla de posición para que la quemadura no
tenga presión, —dice mirándome directamente, luego se enfoca en ella otra vez— ahora va a
venir el enfermero y comenzaremos.
—Perfecto. —dice ella con voz ronca.
La doctora saluda y sale de la habitación. Goldy corre hacia Gal y toma su otra mano entre las
de ella.
—¿Sientes mucho dolor? —pronuncia con congoja, la pregunta que estaba por formular yo
mismo.
—No tanto como parece, me explicó la doctora que las heridas de tercer y cuarto grado son
las que menos duelen, de hecho, la de la cara es la que más me molesta. —responde y sus ojos
me miran de costado, esperando algo de mí, yo solo me mantengo en silencio.
—Siempre puedes operarte más adelante si te molesta la herida, —dice Goldy— pero déjame
decirte que pareces muy ruda así, más de lo que ya eres.
Las dos se ríen, pero los hombres de la habitación nos mantenemos en un silencio tirante, los
dos estamos pensando lo mismo, esa herida solo va a recordarle ese día por siempre.
El silencio se extiende y Carter carraspea para darle la señal a Goldy.
—Vamos a dejarlos un rato a solas Goldy, en el mientras vamos a la guardia para que te
inspeccionen.
Goldy rueda sus ojos otra vez, pero asiente, besa la mano de Gal y se retira.
Cuando nos quedamos solos, Gal esquiva la mirada, frunzo mi ceño en respuesta.
—¿Por qué me evitas? —susurro confundido.
—Porque no quiero que me veas el rostro… —responde, mirando fijamente nuestras manos
enlazadas.
—¿Por qué no? Me gusta mirarlo… —arrastro una silla y me siento a su lado, para estar a su
altura, en ese momento ella levanta la mirada y me observa enojada.
—Vamos, Hunter, mírame.
—Te estoy viendo… —deslizo mi pulgar sobre su mejilla buena y ella cierra los ojos —y
amo lo que veo.
Los abre otra vez y antes de que diga una estupidez la silencio depositando mis labios con
cuidado sobre los de ella.
—Gracias, —suspira— por venir por nosotras, por venir por mí.
Tomo su mano otra vez y la sujeto con fuerza contra mi rostro, refregándome sobre su piel
como si fuera un perro buscando afecto.
Lo cual, es cierto.
—Cuando Carter me dijo…yo… —las palabras se atragantan, por dios, que patético soy.
—Lo siento tanto, Goldy dijo que el detective tenía una pista, iba a salir si o si y yo…
—Desobedeciste la única orden que te di. —digo más entero que antes.
—Si… —la ira comienza a hervir otra vez dentro de mis venas, cuando Gal acaricia mi brazo
— Lo único que podía pensar cuando estaba allí, era en lo decepcionado que ibas a estar de mí.
—tomo su mano y la beso.
—Decepcionado no, asustado. —confieso— pensé que no iba a volver a verte, si Goldy no
hubiese enviado la señal, no sé qué…
—Shh, tranquilo, estamos bien. ¿Puedes decirme cómo están los demás?
Rápidamente nos ponemos al día, le relato todo lo que ocurrió, quien ayudó y quien está en
mal estado ahora, ella escucha concentrada en mis palabras y algunas lágrimas se le escapan
cuando le digo que Tequila está siendo operada ahora mismo.
—Goldy tiene los nombres. —digo algo positivo para que se sienta mejor.
—Lo sé, lo recuerdo, me pregunto qué… —un enfermero entra y se detiene en seco a los pies
de la cama. Gal se manda al silencio.
—¿Lista? —pregunta.
—Si, ¿puedes darme un minuto más?
—¡Claro! Espero en la puerta.
Cuando el enfermero se va, Gal toma mi brazo para que me enfoque en ella.
—Ve al club, con tus hermanos, hiciste más que suficiente.
—Ni lo sueñes.
—No te lo estoy preguntando, ve, eres el presidente, tienes que estar ahí con ellos, vuelve
mañana, aquí te espero. —sonríe tristemente, quizás lo que necesite sea estar a solas y estoy
molestándola.
Sé que tiene razón, no puedo desaparecer luego de lo que ocurrió hoy, pero no quiero dejarla
sola, no después de estos últimos tres días.
—Enviaré un celular para que sigamos en contacto, mañana a primera hora estoy aquí, te
guste o no. —deposito un beso en su boca y llamo al enfermero, quien entra automáticamente y
comienza a preparar gasas y cremas.
Antes de salir de allí, volteo y ella me sonríe cansada, pero me sonríe.
—Te amo, que no se te olvide. —declaro sin vergüenza, eso hace que ella sonría un poco más
abierto.
—No me olvido, Hunter.

✽ ✽ ✽

En el club, todos están juntos en el salón, mujeres y hombres ayudándose mutuamente,


colocando vendas, curando heridas y hablando de lo sucedido. Daniela corre de aquí para allá
con agua y comida. El espíritu es liviano y alegre, pero puedo notar que todos están preocupados
por Tequila y Gal.
Cuando atravieso el umbral de la puerta, todos depositan sus ojos en mí y comienzan a
aplaudir.
Mi pecho se siente abrumado por este recibimiento y lo digo en el buen sentido.
—¡Aquí llego el jefe! —grita Slider mientras camina hacia mí con sus brazos abiertos. Su
abrazo es intenso y golpea mi espalda repetidas veces. —Tu padre está orgulloso, lo sé. —
susurra sobre mi hombro.
Mi garganta se comprime, consecuencia de sus palabras atravesando directamente mi puto
corazón.
—Gracias Slider, —respondo carraspeando el atoramiento que claramente puede escucharlo
cualquiera. —¿Cómo están todos? —pregunto mirando hacia donde está todo el grupo mientras
Slider me suelta.
—Todos bien, nada importante por estas costas, esperemos que cuando Tequila y Big
vuelvan, podamos festejar como corresponde. —dice, dejando su mano sobre mi hombro.
Una lluvia de preguntas cae sobre mí, todos quieren saber que ocurrió en esa habitación,
algunas cosas las dejé afuera, como el hecho de que Gal estaba siendo penetrada por un arma o
que las dos estaban desnudas cuando llegamos, así que me siento y me dejo atender por Daniela
mientras les relato lo sucedido.
Para el final del día, estoy en mi oficina sentado con Slider, sirvo dos vasos dobles de Jack
Daniels y me siento frente a él.
—Tengo que hablarte de algo. —digo saboreando el líquido ámbar.
—Lo sospechaba… —responde con media sonrisa. Frunzo mi ceño confundido.
—¿Qué quieres decir?
—Te vas. —revela rápidamente. Bajo la mirada al vaso entre mis manos y asiento— y te
aplaudo.
Eso hace que lo mire otra vez.
—¿Qué?
—Rage, —dice sentándose erguido— cuando viniste y pusiste todo en orden estuve más que
agradecido, ¿recuerdas? —asiento lentamente— pero los dos sabíamos que era temporal, esta
vida no es para ti.
—Estoy de acuerdo. —respondo reclinándome sobre el sillón, mi mano derecha sostiene mi
quijada mientras lo escucho con atención.
—Entierra a tu padre de una vez por todas, quita esa cara de velorio y sigue adelante con tu
vida, —asiento como un niño siendo regañado— has encontrado una mujer, una buena mujer, ve,
arma una familia, se feliz de una puta vez.
—Esa es mi intención, pero quiero dejar todo organi—
—Todo está organizado, —interrumpe— deja de poner excusas, has lo que tengas que hacer,
despídete de tus hermanos y ¡vive!
—Esta bien, ¡Esta bien! —golpeo la mesa con la mano abierta. Slider levanta el vaso y lo
imito, haciendo nuestros vasos chocar en el aire.
—¿Ya sabes a dónde vas a ir?
—Tengo todo planeado. —sonrío, listo para poner en marcha mi plan.

✽ ✽ ✽

Durante la noche no dormí, como siempre.


Tenía caos dando vueltas, preguntas, proyectos, miedos, maldición, miedos, sobre todo.
En ese tiempo, pude llevar a cabo cosas que quería hablar con Gal, proyectos a futuro, ideas,
nuevas emociones que tengo ganas de sentir, de vivir.
Por eso son las ocho de la mañana y ya estoy saliendo por la puerta, pero una pequeña mano
me detiene antes de tocar el picaporte.
—¿Vas a visitar a Big? —pregunta Daniela con cara de dormida.
—Si.
—¿Con las manos vacías? —me regaña, colocando sus brazos en su cadera.
—¿Se supone que tengo que ir con las manos llenas? —estoy genuinamente confundido y ella
se irrita conmigo rodando los ojos exageradamente.
—¡Si, hombre! Un ramo de flores, una planta, no sé, ¡algo! —grita crispada— pasa por una
florería antes de entrar, créeme me lo vas a agradecer luego. —gira sobre sus talones y vuelve a
la cocina.
Que carajos…
El hecho de que este confundido, no quita que siga su consejo, solo por si acaso, así que
cuando veo una florería de camino, detengo la motocicleta.
El lugar es pequeño, pero acogedor, olor a tierra y humedad llenan el ambiente. Un tipo de
flor llama mi atención en particular y creo que puede ser una gran pista para que Gal entienda mi
nuevo plan.
—¿Esa es tu motocicleta? —pregunta la chica detrás del escritorio. Asiento una vez— Bueno
déjame hacer algo para que lleguen vivas, sino van a estar peladas en menos de una cuadra.
—Oh, no se me hubiera ocurrido. —que idiota soy.
—¿Primera vez enamorado, entonces? —pregunta con una media sonrisa mientras coloca el
ramo dentro de una caja de tamaño similar.
¿Cómo demonios lo supo?
—¿Tan evidente es? —ella ríe tiernamente y mientras coloca un moño blanco en la caja.
—Trabajo de esto, puedo identificar este tipo de cosas con naturalidad, —me hace señas para
que me acerque y eso hago, ella comienza a susurrar— ese hombre de allí, —volteo para ver un
hombre de traje— viene al menos una vez por mes y compra el ramo más caro.
—¿Y?
—Culpa, —dice señalándose la nariz— engaña a su mujer hace años. —vuelvo a voltear y
ahora que lo miro mejor, puedo ver intranquilidad en su rostro.
—Eso es impresionante, nunca lo hubiese pensado así.
Ella vuelve a reír y me entrega la caja, la saludo y camino directo hacia la puerta. El de traje
sigue sin decidir que ramo comprar.
—Oye… —lo llamo y voltea— si no puedes ser un ser humano decente, entonces déjala libre.
—¿Qué demonios…? —pregunta, pero yo ya estoy en la calle, acomodando la caja para ir a
donde quiero estar.
Camino por los pasillos del hospital, tener un ramo en mi mano se siente poco natural y hasta
un poco vergonzoso, pero si a Gal le gustan, no tengo que pensarlo dos veces. Cuando llego a la
habitación, la puerta está abierta y algunas voces salen de allí.
—Su nombre es Adriano Bonelli, Big, ya tengo alguien allí investigándolo.
—Eso es genial Goldy, ¿pero no deberías entregárselo a la policía?
—No, esto lo resolvemos nosotras, solo tengo que esperar a que te recuperes, luego nos
subimos al avión y nos vamos de aquí. —dice Goldy entusiasmada— esto sería lo último para
cerrar el círculo Gal, nosotras dos en Italia, eliminando a hijos de puta como este.
Gal se ríe.
—¿Estás segura que puedes esperar? Según la doctora esto puede llevar de dos a tres
semanas.
—Si, no te preocupes, tengo todo pensado, no voy a reparar en gastos, nosotras nos vamos a
Italia, Kata puede seguir el proyecto de la mansión y las otras van a poder solas. ¡Ahh! No puedo
creerlo, ¡estamos tan cerca!
Observo el ramo mientras siento que el estómago se me cae a los pies.
¿Por qué pensé que Gal iba a elegirme?
¿Por qué creí que iba a cambiar el rumbo de su vida solo porque ahora estoy en ella?
Hunter, imbécil, ¿creíste que eras alguien importante?
Arrojo el ramo dentro del canasto de la basura y me voy de allí.
CAPITULO 45

Gala
Hunter no contesta mis mensajes.
Tampoco vino a visitarme y no es que es obligatorio, pero si estaba emocionada por verlo.
Presiento que algo pasó y no puedo hacer nada desde aquí.
La doctora entra para tener la revisión con una carpeta en su mano, mi nombre está allí.
—Buen día Gala, —dice con una sonrisa— ¿Cómo te encuentras hoy?
—Bien. —respondo con pocos ánimos.
—¿Y con esa cara me lo dices? Las flores no te gustaron veo…
¿Flores?
—¿Qué flores? —la doctora escanea rápidamente el cuarto en busca de esas flores y luego
frunce el ceño.
—Que raro…creí ver a tu pareja con un ramo por el hospital.
¿Hunter con flores? No lo creo.
—¿Esta segura que era él?
Me mira con una ceja arriba.
—Creo que ese tipo de hombre no pasa desapercibido, Gala. —dice con un poco de rubor en
sus mejillas.
—¿A qué hora?
—No hace mucho, dos horas quizás. —justo cuando estaba Goldy.
Y cuando me estaba relatando su plan.
Oh dios.
—Necesito mi celular. —estiro mi cuerpo para llegar a la mesa de noche, cuando la doctora
me detiene.
—¡Espera! ¡Espera! Vas a lastimarte. —ella me entrega el teléfono y con manos temblorosas
llamo a hunter inmediatamente, pero la línea va directo al correo de voz.
¡Maldición!
Hoy no quise ser ruda con Goldy, pero en mi lista de planes (para cuando salga de aquí), ir a
Italia no estaba contemplado. No quería abandonarla, por eso no negué nada de lo que me
propuso, pero Hunter seguramente escuchó todo y lo mal interpretó.
Vuelvo a llamar.
Nada.
Vuelvo a llamar.
—Hunter, llámame, mal interpretaste todo, por favor, llámame.
La doctora me observa con empatía, pero no creo que sienta la desesperación que siento en
este momento.
Ya elegí a Goldy una vez, esta vez necesito elegir mi corazón, Hunter es lo que quiero tener
en mi vida ahora, no puedo dejarlo escapar.
No quiero que sienta que no planeo mi futuro con él.
¡Maldición! ¿Por qué la vida siempre se mete donde no le corresponde?
CAPITULO 46

Hunter
Los soulless basterds están sentados en la mesa de la iglesia y esta es la última vez que voy a
ver esta imagen.
Presiento que la voy a extrañar.
Acabo de decir en voz alta que quiero renunciar a la presidencia y por ahora, nadie dice una
sola palabra.
Solo hay silencio inquietante.
—Voten. —digo para presionar, pero nadie se mueve, por eso bufo en desesperación, no me
gustan sus rostros.
—Prez, —me llama Viking— creo que hablo por todos cuando digo que no queremos que te
vayas, no cuando encontramos un presidente que no sea corrupto, podemos adaptarnos mejor a
tus reglas, no sé, algo, pero no eso.
Todos asienten y murmuran por lo bajo palabras sobre estar de acuerdo.
Carter mira hacia la mesa fijamente, está dolido, lo presiento, pero no hay nada que pueda
hacer para hacerlo sentir mejor.
—No, es una decisión que ya tomé, tengo todo listo para irme.
—¿No quieres pensarlo mejor? —desliza Texas sobre la mesa con cautela, como si su
conciencie ruega con probar un último intento. —Puedes tomarte unos meses.
—No, ya está decidido.
—Muchachos, a mí me duele de igual manera, pero es algo que necesita hacer, déjenlo ir. —
dice Slider, sonriéndome con sus labios apretados.
Maldición, esto es más difícil de lo que pensé.
Siempre me siento el padre de todos estos hombres, creí que al saber que me iba, iban a estar
conformes porque soy muy estricto con ellos, pero esta reacción nunca la pensé.
—Si es lo que quieres Rage, quien somos nosotros para detenerte, voto que si —dice Angus.
—Gracias. —respondo con mis hombros tensos, mi pierna se mueve frenéticamente bajo la
mesa.
Carter aún no me mira.
De a poco, todos comienzan a votar, sé que es solo protocolo, porque nadie puede obligarme a
quedarme aquí. Carter es el último, todos esperan por su respuesta, pero sé que el niño bonito
está por hacer algo estúpido.
—Si Rage ya no es el presidente, entonces renuncio a mi puesto. —declara.
Tomo aire profundamente.
Lo sabía.
—Hollywood, no seas idiota. —gruño por lo bajo.
—Ya lo decidí. —se levanta, arranca el parche de su chaleco de un tirón y lo arroja al medio
de la mesa— Caballeros, fue un gusto mientras duró.
Sale de la habitación y algo me dice que vaya tras él, pero me quedo quieto. Deposito mis
ojos en Slider buscando guía y me hace señas con su cabeza para que vaya tras Carter.
Mierda.
—Ya vengo.
Me levanto y corro detrás de los pasos apresurados de mi amigo.
—Carter… —lo llamo, pero no se detiene. Abre la puerta y sale bajo el sol, directo para su
motocicleta— maldición, ¡para ya! —grito.
—No eres mi presidente ¿recuerdas? Ya no puedes darme órdenes. —dice sobre su hombro
izquierdo.
—Nunca fuiste bueno obedeciéndolas en primera instancia. —devuelvo tomándolo del
hombro para obligarlo a mirarme, él quita mi mano de allí, violentamente, su mirada me reta a
que lo toque de vuelta, por eso retrocedo, no quiero golpearlo— Tengo que hacerlo, antes de
perder la cabeza.
—No me expliques nada Rage, no soy tu novia.
—¡No reacciones como una entonces! —grito furioso.
Una chispa de ira se despierta en Carter, haciendo que su brazo reaccione antes que su maldito
cerebro. Su puño golpea directamente en mi mejilla.
Que carajos…
Me arrojo sobre él y los dos caemos al suelo polvoriento, tomando su camiseta con fuerza
arrojo puñetazos sobre su cara.
Logra levantarse, tomando el control de la pelea.
—¡Vete de una maldita vez! —grita— ¡sigue con tu vida!
Lo empujo lejos de mí.
—¡Eso intento hacer! —siento los brazos de Goldy retenerme, pero Slider la aleja.
—¡Déjalos! ¡Necesitan esto! —dice el nuevo presidente.
—¡Pero lo va a matar! ¡Carter, para ya!
Carter vuelve a mi como una fiera rabiosa, pero lo arrojo sobre el suelo, reteniéndolo allí.
—Carter, no soy feliz aquí. —digo sobre su rostro, los dos estamos agitados, enojados y
dolidos, el sol está alto, partiéndonos al medio. Forcejea un poco más, pero lo retengo contra el
suelo. —Necesito vivir la vida que quiero.
—¡Podrías hacerlo aquí! ¡No tienes por qué irte! —niego con la cabeza.
—Si me quedo aquí, no voy a irme nunca. —puede ver mi determinación, por eso está tan
nervioso.
—Pero, ¡eres el único puto amigo que tengo, maldición! —confiesa cerrando sus ojos para
deshacerse del agua que se acumula allí— Bruno siguió, Dante siguió ¡y ahora tú!
—Nadie te deja atrás… —susurro. Miro hacia la puerta del club y le hago señas a todos para
que se vayan y nos den un poco de privacidad, sé que no quiere que Goldy lo vea llorar— Nadie
se olvida de ti, yo no me voy a olvidar.
Carter mira lejos, no queriendo sostener la mirada con la mía, ahora más calmado, lo levanto
y nos sacudimos la tierra de la ropa.
—Dices eso ahora, pero los dos sabemos que no vamos a volver a cruzar caminos. —él sabe
mi plan como el resto de los Souless, les pedí que no desparramen la información por ningún
lado, especialmente las Amazons.
No quiero que Gal sepa a donde voy a ir.
—Puedes venir conmigo, pero sé que esa no es la vida que quieres para ti.
—¡Por supuesto que no! ¡No soy un maldito ermitaño! —grita, intentando insultarme. Me
mantengo en silencio, esperando que se desahogue, pero calla sus palabras, en cambio, camina
hacia mí y me abraza bruscamente, yo le devuelvo el abrazo con fuerza, solo él sabe lo
importante que fue para mí este último año.
—Se feliz, —dice mientras me suelta y se sube a la motocicleta— avísame cuando estés
instalado.
Enciende el motor dando una patada y sale pitando del club.
Mis ojos lo observan irse con tristeza y con una extraña sensación en mi estómago.
CAPITULO 47

Gala
—¿Por qué demonios no contestas el maldito celular? —le grito a Goldy quien esquiva la
mirada, debe tener miedo que la convierta en piedra.
—¡Lo siento! Me dejé llevar por algunas cosas y….
—¡¿Se fue?! —interrumpo, ella sabe a quién me refiero.
Asiente una vez, mirando el suelo.
—Lo siento Big, no sé qué pasó.
—Déjame explicarte que pasó, no pensaste en mí, no pensaste en lo que yo quiero, ¡asumiste
que iba a desaparecer contigo cruzando el charco y ahora lo perdí! Porque él estaba aquí y
escuchó absolutamente todo lo que dijiste.
Goldy luce angustiada, camina por la fría e impersonal habitación de hospital, donde estoy
retenida hasta que pueda volver a moverme sin llorar, sus brazos están cruzados sobre el pecho y
me escucha reprenderla como si fuera su maldita madre.
—Voy a remediarlo, te lo prometo, nadie en el club me dice donde fue, pero te juro que voy a
solucionarlo. —responde casi en una súplica.
Estoy tan malditamente cabreada, que estoy lista para atravesar la pared con mi puño cerrado,
pero no lo hago, solo respiro.
No lo perdiste, no lo perdiste, no lo perdiste.
Cuando me calmo, vuelvo a hablar, usando dialogo un poco más civilizado.
—No es tu culpa, no espero que adivines que tengo planeado para mí, pero Goldy, esta vez no
puedo ir tras de ti, necesito formar mi propio camino.
—Lo entiendo, es solo que estoy tan acostumbrada a que seamos nosotras dos, que no pensé
en Rage, fui una egoísta, como siempre.
—No eres egoísta, estas enfocada en Simone, es normal. —ella asiente y se sienta en la cama,
tomando mi mano como si fuera de cristal.
—Voy a hablar con Carter, hacer lo posible de averiguar donde fue tu gigante antes de irme.
—¿Irte? No piensas irte sola a Italia, ¿no? —pregunto alterada. Obviamente piensa ir sola,
¿quién puede detener a Goldy? Nadie.
—Por supuesto que voy a ir, no puedo abandonarla ahora.
—No te pido que la abandones, pero no vayas sola, ve con alguien más, Tango es buena con
los cuchillos, llévala a ella.
Goldy niega con la cabeza, derrumbando mi idea descabellada.
—No, ella debe quedarse aquí, prefiero que sigan con el proyecto del refugio para mujeres.
—Goldy no estoy cómoda con esto, no sabes quién es, que es capaz de hacer.
—Tengo gente allí, preparándome todo, no te preocupes.
—Goldy…
—Tienes razón, es algo mío, arrastrarte a esto es una locura, no te preocupes, que, si presiento
que se me va de las manos, lo primero que hago es ir a la policía.
—¿Y Carter? —pregunto buscando excusas para detenerla.
—¿Carter?
—¿Qué pasa con lo que dijiste allí dentro? Dijiste que lo amabas, que te arrepentías de…
—Se lo que dije Gal, pero no voy a comenzar algo con alguien, cuando mi hermana me
precisa, no es justo para ninguno de los dos.
Tiene razón, demonios.
—Bueno, entonces espérame, en cuanto salgo de aquí…
—No, tú te quedas aquí, necesito que te recuperes, necesito que…armes tu vida, no sé qué es
lo que quieres, pero te lo mereces y Rage es el tipo que indicado para ti.
—Hacemos buena pareja, ¿no? —digo con media sonrisa.
—Si, espero que sea tu dama de honor en la boda. —la golpeo sobre su hombro y comienza a
reír— ¿Qué? Es cierto, ¡está claro que van a terminar casados!
—¡No si no lo encuentro primero!
—Tranquila, déjalo en mis manos. —dice con un rostro que pondría de rodillas a cualquier
demonio de por ahí.
CAPITULO 48

Carter
Estúpido e inservible Netflix.
¡Nada hacen bien! ¡Nada! Todo es pura basura o películas para adolescentes cachondos.
¡Pura mierda!
Mi pie patea una botella de vidrio que de alguna manera terminó en el suelo.
¿Cómo terminó en el suelo?
¿Cómo llegué aquí? Si aún tengo el control remoto en mi mano. Me agacho a ver la botella.
Vodka.
¿Vodka? Me pregunto mirando la botella como si fuera un prisma ¿Cuándo demonios tomé
Vodka?
Abro la boca y dejo la última gota caer sobre mi lengua, arrojo la botella por encima de mi
hombro, creo que golpea contra algo duro.
—¡Carajo! —escucho su voz.
Cuando volteo encuentro a Goldy en mi habitación, masajeando su cabeza.
—¿Te di? —pregunto desde mi lugar, bajo el marco de la puerta.
—¡Si! ¡¿Que mierda te pasa?! —grita.
Camino hacia ella, pisando elementos punzantes bajo mis pies descalzos y acaricio su cabeza.
—Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy, sanara mañana. —ella quita mi mano
violentamente, no le gusta mi cantito.
Subo mis hombros, importándome poco y retomo mi camino a la cocina, ella viene detrás de
mí, puedo escucharla murmurar por lo bajo algo sobre la suciedad de este lugar.
—Mañana ya no voy a estar. —dice fríamente.
Eso hace detenerme en seco, pero no volteo.
—¿Qué mierda quieres decir? —gruño, estoy harto de esta frustración, harto de pretender que
ella no me afecta. No contesta, por eso volteo lentamente para enfrentarla— Goldy… —mi tono
es amenazante, le estoy dando segundos de tregua antes de explotar.
Este día no puede ponerse peor, ¿no?
—Mañana salgo para Italia, voy a buscar a mi hermana. —el corazón se me cae hasta el culo,
pero mi rostro se mantiene duro como drogadicto en una esquina.
—¿Hablaste con la policía?
—No.
—¿Llevas seguridad entonces?
—No.
—¿Contrataste a Ironman?
—No.
—Entonces ¿qué mierda estas diciéndome? ¿Qué vas a ir sola a buscar a tu hermana a la casa
del hombre que la compró como una esclava sexual? ¿Eso estas diciéndome, Goldy? —
pronuncio su apodo como una burla.
—Puede ser… —¡qué demonios!
Refriego mi rostro, intentando ahuyentar el alcohol que nubla mis sentidos, necesito estar
sobrio para tener esta conversación.
Ella no puede irse sola.
No puede irse.
No.
—¡¿Tienes mierda en vez de cerebro?! —rujo.
Estoy perdiendo el maldito control, demasiado rápido.
—¡Hey! —responde con el mismo tono— Tengo que ir, no puedo confiar en nadie, las
autoridades de allí son comprables, si ese hombre es tan poderoso como dicen entonces tengo
que tener cuidado.
Camino sin sentido por la casa. Estoy en mis calzoncillos y con mi torso desnudo, sintiendo
como la bata abierta que tengo puesta, toca la parte de atrás de mis rodillas, pero Goldy ya me
vio así reiteradas veces, ¿por qué? Porque a ella le gusta aparecer de sorpresa y volverme
malditamente loco.
—No. —sale de mi sin agregar más nada.
¿Primero Rage y ahora ella? No, no lo voy a permitir.
—¿No? —pregunta confundida— No vine a pedirte permiso, vine a notificarte.
Me detengo frente a ella, con mis manos en la cadera.
—No, no vas a ir.
—Carter… —ruega con ojos cansados de este baile que tenemos los dos, maldición quiero
callarla con mi lengua metida en su boca.
—No, Margot, —respondo usando su nombre también— es suicidio, no. —repito “no” como
como un disco rayado.
No te vayas.
No quiero perderte de vista.
No quiero perderte.
—Lo siento, pero no hay otra alternativa.
—Entonces ¿te vas, así como así? ¿Dejando…dejando todo atrás? —dejándome a mí como si
fuera una prenda gastada y agujereada.
—Por el momento si, una vez que la tenga conmigo, voy a volver.
—¿Y cuándo es eso? ¿Dos años? ¿Tres? Si es que vuelves…
—Esperemos que no, Carter.
¿Esto es lo que sintió Sarah cuando Bruno se fue sin mirar atrás?
Refriego mi pecho con la mano, me duele intensamente ¿o es un taladro perforándome el
estómago? No puedo respirar.
MaldicionMaldiciónMaldición.
¿Y yo permití que ella sintiera este dolor por dos putos años? Que maldito hijo de puta.
—No, no vas a ir sola. —camino hasta el bar en la cocina y abro una nueva botella de Vodka.
Coloco el pico directamente sobre mi boca y comienzo a tragar como si fuera agua, cuando mi
estómago se siente lleno, me detengo y limpio mi boca con el reverso de mi mano— Voy a ir
contigo.
—¿Qué? ¡No! —de alguna manera llega a mi lado y baja la botella— ¡para ya de tomar como
un adolecente resentido!
—¡Déjame en paz! Dime qué aeropuerto.
—No. —se cruza de brazos.
Me desafía, dios, me desafía siempre y eso me pone tan duro que tengo que pensar en mi
abuela muerta para que se calme las palpitaciones de mi polla.
Avanzo por el breve espacio que nos separa, colocándome frente su nariz, invadiendo su
espacio personal y tomando control de algo, por primera vez en mi puta vida.
—Donde. —gruño sobre sus labios, nunca estuvimos tan cerca.
—No. —responde firme, la empujo bruscamente hasta que su espalda golpea con la heladera
— Carter… —musita.
—Donde, Goldy. —su respiración es agitada, está más nerviosa ahora que cuando la encontré
desnuda en la habitación de Ivanov.
—Te lo diré, a cambio de algo que necesito saber.
—¿Qué quieres saber? —observo sus labios fijamente, empujo mis caderas sobre ella,
presionando mi erección en su estómago, haciéndole saber que estoy al borde y no que debe
desafiarme.
—¿Donde fue Rage?
—No puedo decirlo.
—Dime donde fue y te espero en el aeropuerto, tienes mi palabra. —¿es un truco esto? ¿Va a
hacer que traicione a Rage solo porque temo por su vida?
Estudio su rostro, buscando algo que me diga que no confíe en esta mujer, pero no hay nada a
la vista.
—¿Para qué quieres saberlo?
—Me escuchó decir algunas cosas que mal interpretó, necesito remediar la situación cuanto
antes.
—No sabía que eras así de manipuladora. —rozo sus labios con los míos, tan cerca, tan cerca
de tenerla. —Sabias que iba a querer ir, por eso estas aquí, usándome para obtener esa
información.
—Todos somos manipuladores cuando lo necesitamos, ahora dime donde está. —no lo niega,
eso me hace sentir un idiota.
Por eso doy un paso hacia atrás, aunque mi cuerpo no quiera, si sigo respirando el mismo
oxigeno que ella voy a terminar follandola sobre los platos sucios.
—Hawái.
CAPITULO 49

Hunter
Dos meses después.

Tenía en vista un campo de piñas bajo mi radar hace un tiempo, el dueño se quería retirar y lo
estaba vendiendo a un precio módico, así que dije, ¿por qué demonios no?
La influencia de Gala penetró todo mi cuerpo, soy consciente de ello, me dio la idea cuando
me preguntó a donde me iría y mi cuerpo respondió solo.
Hawái.
Respiro profundamente, sintiendo como la humedad de este paraíso entra en mis pulmones.
Hawái es todo lo que visualicé en mis fantasías y más.
Puedo ver el mar color turquesa desde aquí, el sonido de las olas rompiendo, se escuchan
desde donde estoy arrodillado, revisando que las plantas no tengan bichos. El viento se embolsa
aquí, porque estoy rodeado de montañas verdes y fértiles, aquí llueve todos los días con sol y con
calor.
Es malditamente perfecto.
Bueno, casi.
Pasaron dos meses y todavía la extraño. Creo que nunca voy a parar de extrañarla.
Todavía escucho su voz, recuerdo las curvas de su cuerpo, su perfume a coco está en cada
maldito rincón de la isla, así que decir que no pienso en ella cada segundo sería una falacia. Creo
que Gal, como toda mujer en mi vida, dejó una marca profunda, imposible de borrar y ahora
sigue con su vida.
Pero esta marca es intensa y se me está haciendo difícil respirar.
Me despierto pensando en ella, disfruto del océano pensando en ella, ceno a solas pensando en
ella.
Preguntas como, ¿qué pensará de este lugar? ¿la veré alguna vez? ¿Estará viva?
No hay respuestas, solo una abertura profunda en mi pecho.
A veces pienso en volver y traerla de los pelos a mi caverna y encerrarla conmigo, o quizás
llamarla y pedirle de rodillas que venga.
No hago nada de eso, porque muy en el fondo, el dolor se mezcla con el rencor y eso es algo
que no quiero explorar.
Sarah me pidió que me enfoque solo en lo positivo, si, Sarah estuvo dándome consejos de
cómo sobrevivir a mi segunda ronda de “Destrocemos el corazón de Hunter”, por ahora no estoy
haciendo ningún avance.
No me arrepiento de haberme ido, ni de haber abandonado mi puesto de presidente, no
extraño esa vida, ni ese estrés.
Quizás ya no sea parte del club, pero Viking me mantiene al tanto de todo lo que ocurre, por
ejemplo, Tequila salió del quirófano y sobrevivió las primeras horas luego de una cirugía tan
compleja, él es quien la ayuda con el día a día, lo cual me hace sospechar que su interés va más
allá que solo ser buen amigo. Las Amazons están terminando el proyecto de tener un refugio
para mujeres que no tienen donde ir y Gal… sé que Gal salió del hospital y que está bien de
salud, pero no quiero saber que está haciendo, ni donde está.
Probablemente poniendo su vida en riesgo con Goldy, vaya a saber en qué parte de Italia.
Carter no atiende mis llamadas y por lo que me comenta Viking, tampoco a él. El niño bonito
es muy cabron, pero sé que eventualmente va a calmarse.
—Hunter —me llama Icarus, un hombre que conocí en un bar, con vomito desparramado en
su cuello y una botella en la mano. Le ofrecí trabajo y aceptó. Es un hombre muy corpulento,
más grande que yo inclusive, oriundo de la isla, sus grandes brazos tienen tatuajes exóticos. Se
los mostré a Sarah, sabiendo que ella iba a apreciarlo más que yo. Dijo que quiere venir a
visitarme, pero le dije que todavía no estoy listo.
No quiero que me vean así, no quiero que nadie me vea así.
Marchito.
Sangro a Gala y no puedo quitarla de mi sistema, por más que lo intente. Algunas noches la
pierdo en mi mente, pero vuelvo a encontrarla por la mañana. Los días que me siento mejor, son
los días que me concentro en el cultivo. Dejo de revivir momentos con ella en mi mente, dejo de
extrañar su cuerpo.
A veces lo logro, como por veinte segundos.
Me pregunto si la vida te da a probar de lo que te gustaría tener y luego te lo quita, solo para
ver como tu alma se descompone.
Maldición, sueno como un maldito idiota.
—¿Qué pasa? —pregunto buscándolo entre las plantas, no es que no sea fácil de encontrar,
mide más de dos metros.
—Alguien te busca. —señala sobre su hombro y se va. Probablemente sean los del municipio
que prometieron venir a inspeccionar ciertas cosas para comenzar a exportar.
Icarus es silencioso, reconozco piezas de un pasado tumultuoso enterrado, pero es la
compañía exacta que necesito aquí, junto con dos hombres más que vienen solo una vez por
semana.
Camino hasta mi casa, un lugar pequeño, pero lo estoy remodelando para que luzca un poco
más habitable y no tan selvático, me quito los guantes y limpio mis manos en mis vaqueros
polvorientos.
El sol está en lo alto, el verano está aquí oficialmente y hay días que inhalar se hace difícil,
pero puedo sobrevivir. Todavía estoy adaptándome al clima, cuando me siento muy sofocado,
camino unos kilómetros hasta llegar al mar color turquesa y me zambullo, mientras contemplo el
atardecer anaranjado.
Esto es siempre lo que quise, lo que soñé para mí, lejos de todo, en contacto con la naturaleza
y en paz, entonces ¿por qué demonios me siento como el hombre más infeliz del planeta?
Sigo caminando, mirando el suelo, escuchando mis botas crujir la tierra, el sonido de las
palmeras a mi alrededor moverse por el viento…
…y la voz más hermosa que escuché en mi vida.
—Hunter…
Me detengo en seco.
Levanto mis ojos y la veo, en el porche de mi casa, con una valija a sus pies.
Mis rodillas se vencen.
Me caigo al suelo, mirándola como si fuera una visión.
Esta aquí.
Esta aquí.
Gal corre hacia mí y se arrodilla a mi lado.
—¡¿Estas bien?! —pregunta estudiando mi cara, probablemente buscando signos de
descompensación.
Estiro mi mano y tomo su rostro, solo para verificar que no sea un sueño. La herida bajo su
ojo que estaba fresca el día que me fui, hoy es color rosa.
—Estas aquí… —logro modular, mis palabras se cortan, mis cuerdas vocales me fallan.
¿Por qué?
¿Cómo supo dónde encontrarme?
¿Qué significa que esté aquí?
—Si…
—Pero Goldy...Italia… —maldición no puedo hablar.
—No fui. —sus ojos comienzan a humedecerse. —No podría irme nunca, quiero estar aquí,
contigo.
—¿Por qué? —pregunto con miedo.
—Porque te amo, porque quiero que seas parte de mi vida y yo de la tuya, si me aceptas. —
dice valiente.
Miro sobre su hombro la valija en mi porche y vuelvo mis ojos en ella.
—Gala…es una decisión grande, no puedes venir aquí y luego arrepentirte, no voy a
sobrevivir a perderte, otra vez. —me siento temeroso como alguien que no quiere volver a sentir.
Pero es muy tentador.
—Hunter, —ella toma mi rostro con fuerza para conectar conmigo— no pienso irme a ningún
lado, aparte, yo llegué primero a esta tierra, ¿recuerdas? —ella sonríe, sus labios llaman mi
atención, pero mi rostro es de piedra— lo siento, siento tanto que hayas creído algo que no era.
—Gal… —gruño por lo bajo— creí que…creí que… —mis palabras se atoran y Gala me
silencia estrellando sus labios sobre los míos.
Como si fuera agua fría, mi cuerpo se despierta ante su tacto. Devuelvo el beso, fuertemente,
presionando sus labios. Mi respiración irregular y choca contra su mejilla, ella gime dentro de mi
boca y no necesito más.
—No vuelvas a caminar lejos de mí, —susurra sobre mis labios desesperados por tomarla—
no me pierdas de vista.
—Nunca más. —respondo. Me levanto, estiro mi brazo y jalo su mano enérgicamente para
levantarla del suelo, cuando se encuentra de pie, la tomo desde sus piernas y la cargo sobre mis
hombros, Gal protesta, pero cuando siente mi energía cambiando deja de moverse, sabe que algo
pesado viene directo a ella. De camino a mi casa…nuestra casa, Icarus aparece mirándome
confundido— Hazte cargo tú por un tiempo, tengo que ponerme al día. —ordeno mientras cargo
la presa a la cueva.
Es el momento de hacerle entender quién soy y porque no puede jugar con mi estúpido
corazón.
Cierro la puerta con el pie y camino sobre la madera recién puesta, mis botas hacen eco por la
casa vacía. Cuando llego al cuarto, arrojo a Gal sobre mi lecho y la observo desde los pies de la
cama con fuego en los ojos.
—Quítate la maldita ropa. —gruño, apretando mis puños para contenerme.
Gal, se levanta y se coloca sobre el costado derecho, cumple con mi requerimiento sin chistar,
quitando su ropa con cuidado. Cuando empieza por su camiseta comienzo a hacerle preguntas.
—¿Qué hiciste todo este tiempo? —mi voz se escucha pesada, estricta y oscura, Gal se
detiene a medio camino— Sigue sacándote esa maldita camiseta, Gala. —advierto con
frustración en mi tono, no tengo paciencia. Retoma el proceso sin entender a dónde voy con esto.
—Recuperándome, las heridas de la espalda requirieron un tratamiento más prolongado del
que pensé, no quería venir sin terminarlo. —su prenda termina en el suelo.
Señalo sus vaqueros.
—Continúa.
Primero quita el cinturón de cuero, luego desabrocha el botón y comienza a deslizarlo hacia
abajo, hasta que comienzo a ver sus tonificadas y largas piernas, mis ojos observan su piel con
sed. El ambiente se vuelve tenso, ella esta confundida por mi cambio de actitud.
—¿Qué pasó con tu presidencia?
Gal aprende rápido, antes de contestar quita sus vaqueros y los deja caer, ahora está en ropa
interior. El conjunto es negro y aunque esta frente a mí, sé que lo que tiene puesto es una tanga
que eligió deliberadamente para volverme loco.
Está funcionando.
—Las Amazons se disolvieron, ahora son una organización sin fines de lucro.
—¿Por qué?
—Porque Goldy fue en busca de su hermana y las dejó a cargo del tema, no hay mucho más
que hacer allí, ya está todo organizado y funciona como un refugio de mujeres.
La analizo detenidamente, peleando con la necesidad que tengo de castigarla por haberme
hecho sentir miserable por dos malditos meses.
—¿Follaste con alguien? —avanzo lentamente hacia ella.
—No. ¿Tu?
Coloco el dedo índice sobre su boca.
—Yo hago las preguntas aquí. —por supuesto que no había follado, pero ella no necesita
saber eso ahora.
Abre su boca y envuelve mi dedo con sus labios gruesos, haciendo que por un segundo deje
de pensar. Ella cierra los ojos y comienza a gemir, yo la observo con un apetito voraz. Mis ojos
están clavados en mi dedo y como su boca lo succiona. Una pequeña sonrisa se desliza por su
rostro y eso hace que vuelva a tomar el control.
—Quítate el sostén. —mi voz áspera comanda.
Ella desliza su brazo derecho y con un solo movimiento, lo desabrocha. Quito el dedo de su
boca y con el mismo empujo su sostén hacia abajo devalando sus senos pesados y listos para mí,
muerdo mis labios en respuesta.
—Hunter… —llorisquea, desesperada, quiere que la tome.
—Silencio. —gruño.
Como buen cazador, examino mi presa, leyendo sus reacciones, la mirada y su cuerpo. Mis
palabras y actitud la llevan hasta el borde, por eso tira su orgullo a la basura y me ruega como un
perro en celo.
En un solo movimiento, Gal termina con el estómago sobre la pared y mi mano aferrando su
perfecto trasero y mi polla presionándola.
Efectivamente, tanga.
Deslizo mis dedos por su cintura, entrando directamente sobre su lugar más íntimo y sensible.
—¿Vas a quedarte conmigo? —murmuro, mis labios pegados a su oído derecho. Dos dedos la
penetran de golpe y comienzo a moverme dentro de ella.
—Si. —llorisquea.
—Esta vez dejé que te escapes Gala, pero no habrá próxima vez, si lo intentas, vas a darme la
excusa perfecta para salir a cazarte, ¿entiendes? —tres dedos.
—¿Es una amenaza? —logra decir entre quejidos.
—Es una advertencia. —rujo en su oído, penetrándola más fuerte con mis dedos— ¿Está
entendido?
—Si, Hunter. —cierra los ojos, abrumada por la sensación.
Con mi otra mano, jalo fuertemente y arranco la tanga, su trasero se sacude, luciendo
extremadamente apetitoso, ella gimotea anticipándose a lo que va a ocurrirle.
—¿A quién le perteneces, Gala? —pregunto con mis dientes apretados, mi mano abandona el
interior de su cuerpo y ahuecan sus senos con fuerza, pensamientos posesivos y abrumadores
nublan mi mente.
—A ti. —presiona su trasero sobre mi erección.
Este es mi castigo, aunque el latido de mi corazón corra con excitación, ella tiene que
entender que mis sentimientos no son algo con que jugar.
Lo puedo permitir una vez.
La segunda no ocurre.
O no sobrevivo, mejor dicho.
Arranco mi cinturón y desabrocho mi pantalón.
Embisto fuerte y rápido dentro de ella, haciendo que grite por el golpe.
—Así es, solo a mí. —trueno en su oído. Lentamente salgo de ella y luego vuelvo a
embestirla. —No vuelvas a dejarme.
—N-no, no lo voy a volver a hacer. —su rostro está pegado a la pared, sonidos salen de ella,
salvajes y enloquecidos mientras la penetro bruscamente.
La follo sin sentido y le recuerdo a quien carajo pertenece.
A mí.
A Rage.
Mia.
Un orgasmo amenaza en la base de mi estómago, estoy tan malditamente excitado que no creo
poder contenerlo un segundo más. Por eso salgo de ella y la empujo hacia la cama, sin darle
tiempo a acomodarse, lo tomo de atrás como un animal dejándose llevar por sus instintos más
bajos. Su trasero rebota sobre mi cadera, mientras embisto con más salvajismo.
Esto es lo que me hace ella, hace que me desprenda de mi lado humano.
—¿Sientes como pierdo la cabeza cuando te tengo así, Gala? —pregunto mientras estimulo su
coño con mis dedos. —Acostúmbrate, porque esto va a ser así toda la vida, ahora vente para mí,
antes de que te llene.
Y así como comando esas palabras, Gala extirpa en forma de un grito, el orgasmo que la
domina, mientras como le prometí, la colmo de mí, dejándola agotada y chorreando mi semilla.
Nuestros cuerpos agitados se mantienen quietos y en silencio, hasta que salgo de ella y me
dejo caer sobre la cama.
—No usaste condón… —señala.
—No, cuanto antes llene ese vientre, mejor. —respondo duramente— Ahora, ven aquí.
Gal se arrastra hasta estar a mi lado, mis brazos la envuelven y la mantienen cerca.
Nos acurrucamos tiernamente en una cama que no es lo suficientemente grande para los dos,
voy a tener que agregar una cama más grande para el futuro inmediato.
—Te amo. —susurro sobre su oído, luego beso su frente. —espero hacerte feliz durante toda
tu vida, porque no pienso dejarte ir.
EPILOGO

Hoy es día de envíos, por eso Icarus trabaja a la par conmigo desde la madrugada hasta el
anochecer. Los dos somos hombres silenciosos, que hacen su trabajo sin chistar, mientras
cargamos las canastas repletas de piñas a la camioneta de carga.
—¡Despacio! —escucho la voz de Gal a la lejanía.
Volteo para inspeccionar que ocurre, cuando encuentro el pequeño cuerpo corriendo hacia mí.
—¡Papi! —grita Kaylon que viene corriendo con dos vasos de agua desparramándose por
todos lados, inclusive sobre él.
Mi pequeño tiene ya cuatro años, su nombre significa “Cielo” en hawaiano, elegimos ese
nombre porque el día que nació, abrió sus enormes ojos y descubrimos que eran celestes como el
cielo hawaiano. Recuerdo haberle hecho un chiste a Gal, preguntándole si me había engañado
con algún empleado, recuerdo también el golpe que me dio en el brazo después de preguntarle
eso. Ella me explicó que su abuelo tenia ojos claros y que su rostro era muy similar al de él.
—Gracias Kay. —respondo tomando los dos vasos casi vacíos, entregándole uno a Icarus.
—De nada. —responde— mamá dijo que no puede venir porque tiene los pies hinchados
como dos sandias.
Me rio, observando a Icarus de costado, el gigante deja una sonrisa escaparse de su rígido
rostro, ni él puede resistirse a Kaylon.
Cuando busco con la mirada de Gal, la veo apuntando su trasero a la silla mecedora que
tenemos en el porche, su barriga no la deja moverse demasiado.
—Hijo, toma. —le devuelvo los vasos— llévaselos a mamá, ¡sin correr!
—Si, papi. —responde.
Lo veo irse, intentando contener la necesidad imperiosa de correr y volteando cada dos pasos,
para ver si lo estoy vigilando o no.
Por supuesto que lo hago, él lo sabe.
Mi familia, mi mundo, nunca se me escapan de vista.
Nunca.
AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecerles a las chicas que me ayudaron a escribir el libro. Si ustedes no hubiesen
preguntado, enviado mails, mensajes por privado y todo eso, no estaría escrita la historia de este
hombre que me encanta.
Gracias Meli W., Meli S., Wendy, Nancy, Tzipora A. y Vivian A.

A quien este leyendo este libro ¡gracias! Me gusta poder escribir historias de gente resiliente
que encuentra un compañero o compañera para el camino que les toca caminar. Espero que
ustedes lo puedan disfrutarlo tanto como disfruté escribirlo.
ACERCA DE LA AUTORA

Marcia DM es de origen argentino nacida en Buenos Aires, se mudó a California en el año


2015 y comenzó a explorar más profundamente su faceta como escritora. Ella estaba
absolutamente aterrada por publicar su primer libro, pero tal como Sarah, saco fuerzas
indestructibles de su interior y aquí se encuentra, escribiendo la más corta autobiografía del
mundo.
Puedes encontrarla en:

Twitter @AuthorMarciaDM
Facebook.com/MarciaDM
Grupo de Facebook
Instagram Autora_Marciadm
Goodreads MarciaDM

Si están interesadas en leer otros libros míos, aquí les dejo la lista:

Romance oscuro
Saga Resiliente
Resiliencia
Stamina
Deber
Rage

Romance distopico
La Marca Del Silver Wolf

Romance Paranormal
Hendrix

Las Autoras vivimos en una caverna y nos alimentamos solo de reseñas. Si disfrutaste la
historia, estaría muy agradecida si puedes dejar una en Amazon.
¡Gracias por leer! :)
PROXIMO LIBRO:
CARTER

You might also like