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En una ciudad de la India, hace mucho tiempo, un chacal corría entre las calles

perseguido por una jauría de feroces perros; en su desesperación entró a la zona donde
se fabricaban los colores para teñir las telas, al verse casi alcanzado por los perros saltó
hacia uno de los estanques en donde se almacenaba el añil, y a pesar de mantenerse a
flote a un gran esfuerzo, logró escapar de sus perseguidores.

Cuando ya se sintió a salvo, salió del estanque y cautamente para no ser visto de nuevo
por los perros y emprendió el camino de regreso a la selva por las calles de la ciudad.

Era ese su propósito cuando al doblar por un callejón, se encontró con los perros que casi
acaban con él; pero extrañamente en esta ocasión los canes se quedaron mirándolo con
asombro y cierto reverencial temor… el chacal al no saber lo que ocurría pensó que sus
verdugos sólo estaban indecisos sobre la forma como lo despedazarían, y se preparó
para una última y desesperada batalla, en la que muy probablemente encontraría el fin de
su vida.

Pero contrariamente a lo que se temía el asustado chacal, los perros se le acercaron y


comenzaron a reverenciarlo… la confusión fue total para el chacal y no comprendió lo que
ocurría, hasta que vio su imagen reflejada en un charco del suelo; al salir del estanque del
añil, su pelaje estaba teñido de un color azul intenso y era esto lo que le había salvado.

-Sin duda eres un animal sagrado, o acaso la encarnación de Brahma- dijo con respeto el
líder de los perros, tras lo cual todos se dispusieron a escoltarlo hasta los límites de la
ciudad y llevarlo a salvo hasta sus dominios en la jungla.

El chacal se sintió muy aliviado por su buena fortuna, pero pensó en sacar un mayor
provecho de la situación que ahora se le presentaba.

-Efectivamente soy la encarnación de Brahma, y he sido enviado para guiaros y ser


vuestro rey- dijo el astuto chacal, olvidando del todo su temor anterior.

Y así pues, comenzó a darse la vida de un gran príncipe servido ya no sólo por los perros
que casi lo matan, sino además por todos los demás animales: perros y gatos de la
ciudad. Cuando se sintió seguro de su posición, pensó que sería bueno añadir a sus
seguidores a todos los animales de la jungla; y partió hacia su hogar con su séquito.

Al llegar allá, se reunieron todos los animales salvajes: tigres, elefantes, leones y demás,
a excepción de los chacales, quienes eran perseguidos y odiados por todos, para conocer
aquel animal extraordinario, al contemplarlo en medio de la pompa que le acompañaba
todos estuvieron de acuerdo, que era un enviado de los dioses y que por tanto era su
obligación rendirle homenaje y obediencia.

El chacal al ver a esos poderosos animales rendidos a su persona se sintió en la cumbre


de su poder; pero fue entonces que pasó algo inesperado: en lo profundo de la selva se
escuchó el aullido de los chacales, lo cual le provocó una gran nostalgia, porque hacía
tiempo, que no escuchaba a los de su propia especie, y olvidando en donde se
encontraba comenzó a aullar respondiendo a sus hermanos chacales; todos los presentes
al oírlo se enfurecieron y viendo que no era más un chacal disfrazado se lanzaron sobre
él y lo despedazaron en el mismo sitio.

La enseñanza que deja el relato, es que no importa si estás en un momento alto o bajo en
tu vida, nunca hay que olvidar quien se es; porque aquel que olvida lo que es y adopta a
extraños como propios, termina destrozado.

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