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Chacal Azul
Chacal Azul
perseguido por una jauría de feroces perros; en su desesperación entró a la zona donde
se fabricaban los colores para teñir las telas, al verse casi alcanzado por los perros saltó
hacia uno de los estanques en donde se almacenaba el añil, y a pesar de mantenerse a
flote a un gran esfuerzo, logró escapar de sus perseguidores.
Cuando ya se sintió a salvo, salió del estanque y cautamente para no ser visto de nuevo
por los perros y emprendió el camino de regreso a la selva por las calles de la ciudad.
Era ese su propósito cuando al doblar por un callejón, se encontró con los perros que casi
acaban con él; pero extrañamente en esta ocasión los canes se quedaron mirándolo con
asombro y cierto reverencial temor… el chacal al no saber lo que ocurría pensó que sus
verdugos sólo estaban indecisos sobre la forma como lo despedazarían, y se preparó
para una última y desesperada batalla, en la que muy probablemente encontraría el fin de
su vida.
-Sin duda eres un animal sagrado, o acaso la encarnación de Brahma- dijo con respeto el
líder de los perros, tras lo cual todos se dispusieron a escoltarlo hasta los límites de la
ciudad y llevarlo a salvo hasta sus dominios en la jungla.
El chacal se sintió muy aliviado por su buena fortuna, pero pensó en sacar un mayor
provecho de la situación que ahora se le presentaba.
Y así pues, comenzó a darse la vida de un gran príncipe servido ya no sólo por los perros
que casi lo matan, sino además por todos los demás animales: perros y gatos de la
ciudad. Cuando se sintió seguro de su posición, pensó que sería bueno añadir a sus
seguidores a todos los animales de la jungla; y partió hacia su hogar con su séquito.
Al llegar allá, se reunieron todos los animales salvajes: tigres, elefantes, leones y demás,
a excepción de los chacales, quienes eran perseguidos y odiados por todos, para conocer
aquel animal extraordinario, al contemplarlo en medio de la pompa que le acompañaba
todos estuvieron de acuerdo, que era un enviado de los dioses y que por tanto era su
obligación rendirle homenaje y obediencia.
La enseñanza que deja el relato, es que no importa si estás en un momento alto o bajo en
tu vida, nunca hay que olvidar quien se es; porque aquel que olvida lo que es y adopta a
extraños como propios, termina destrozado.