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Siegfried Kracauer De Caligari a Hitler Una historia psicolégica del cine aleman PAIDOS 5. CALIGARI El checo Hans Janowitz, uno de los dos autores de la pelicula Das Kabi- nett des Dr. Caligari (El gabinete del doctor Caligari), fue criado en Praga, la ciudad donde la realidad se funde con los suefios y los suefios devienen visiones de horror.! Cierto anochecer de octubre de 1913 este joven poeta caminaba por una feria en Hamburgo, tratando de encontrar una muchacha cuya belleza y ma- neras lo habian atraido, Las tiendas de Ja feria cubrian el Reeperbahn, conocido por cualquier marinero como uno de los mejores lugares de placer del mundo entero. En la vecindad, sobre el Holstenwall, se levantaba el gigantesco monu- mento a Bismarck, de Lederer, como un centinela de los barcos de la bahia. Buscando a la muchacha, Janowitz siguié hasta un oscuro parque que bordeaba el Holstenwall Ja fragil huella de una risa que él creyé Je pertenecia. Esa risa, que aparentemente era un sefiuelo para atraer al joven, se perdié en algin lugar de Ja foresta. Cuando, poco después, el joven partié, otra sombra, oculta hasta entonces en los arbustos, emergié repentinamente como si también siguiera el rastro de aquella risa. Al cruzarse con esa sombra misteriosa, Janowitz alcanzé a verla fugazmente: parecfa un burgués comin. La oscuridad sepulté al hombre, haciendo imposible su seguimiento. Al dfa siguiente, grandes titulares de los diatios anunciaban: «Horrible crimen sexual en el Holstenwall. La joven Ger- trude... asesinada». La oscura intuicién de que Gertrude podria haber sido la muchacha de Ia feria Ilevé a Janowitz al entierro de la victima. Durante la ce- remonia, tuvo la repentina sensacién de descubrir al asesino, que atin no habja sido apresado. El sospechoso también parecié reconocerlo. Era el burgués, la sombra entrevista en los arbustos. Carl Mayer, coautor con Janowitz de Caligari, nacié en Graz, capital de una provincia austriaca donde su padre —un rico comerciante— habrfa progre- sado si no lo hubiera obsesionado la idea de transformarse en un jugador «cien- tifico». En Io mejor de su vida vendié sus bienes y se fue, armado con un «siste- 1, El episodio siguiente, junto con otra informacién que aparece en mis péginas sobre Caligari, estén tomados de un interesante manuscrito de Hans Janowitz acerca de la génesis de la pelicula. Quedo muy agradecido a Janowitz por haber puesto ese material a mi dispo- sicién, De tal forma estoy en condiciones de basar mi interpretacién de Caligari sobre su verdadera historia intima, desconocida hasta hoy. 63 ma» infalible, a Montecarlo; pocos meses después reaparecié, sin un centavo, en Graz. Bajo el peso de esa catdstrofe, el padre monomaniaco eché a la calle al joven Carl, de diecisdis afios, y a sus tres hermanos menores, terminando por suicidarse. Apenas un muchacho, Carl se hizo cargo de los tres nifios, Mientras viajaba por Austria, vendiendo barémetros, cantando en coros y haciendo de extra en teatros de campafia, fue cobrando ptogresivo interés por el trabajo escé- nico, Durante esos afios de némada no hubo rama de la produccién teatral que no explorara; fueron afios plenos de experiencias, muy utiles para su futura carrera de poeta cinematogrdfico, A comienzos de la guerra, el joven Mayer se ganaba el sustento en cafés de Munich dibujando sobre postales retratos de Hin- denburg, Posteriormente, durante la guerra —nos dice Janowitz—, fue reite- radamente sometido a exdmenes mentales, Parece que Mayer habia desarrollado una particular aversién contra los psiquiatras militares de alta graduacién en- cargados de su caso. La guerra habia terminado. Janowitz, que desde la declaracién habla sido oficial de infanteria, volvié hecho un pacifista convencido, animado por el odio contra una autoridad que habia Ilevado a la muerte a millones de hombres. Sentia que la autoridad absoluta era mala de por sf. Se instalé en Berlin, donde conocid a Carl Mayer, y pronto descubrid que este joven excéntrico que jamds habfa escrito una linea participaba de sus puntos de vista revolucionarios. ¢Por qué no expresarlos en la pantalla? Intoxicado con las peliculas de Wegener, Jano- witz creyd fervientemente que este nuevo medio podria servir para poderosas revelaciones poéticas. Con juvenil ‘entusiasmo, los amigos se embarcaron en infinitas discusiones que gitaban en torno a la aventura de Janowitz en Holsten- wall, asi como alrededor del duelo mental de Mayer con los psiquiattas. Esas experiencias parecfan evocarse y complementarse tecfprocamente. Después de esas discusiones, la pareja solfa caminar por las noches irresistiblemente atraida por la feria ruidosa y deslumbrante de Kantstrasse. Era una jungla brillante, con més de infierno que de paraiso, pero un paraiso para quienes habian canjeado los horrores de Ja guerra por el terror de Ja necesidad. Un anochecer, Mayer arrastré a su compafiero a un especticulo que lo habia impresionado. Bajo el titulo de «Hombre o miquina» presentaba a un joven vigoroso que consumaba milagros de fuerza en un estado de aparente estupor. Actuaba como si estuviera hipnotizado, Lo mds extrafio era que acompafiaba sus hazafias con exclamaciones que impresionaban a los espectadores subyugados como premoniciones signifi- cativas. Todo proceso creador tiene un momento en que una sola experiencia mas basta para integrar todos los elementos en un todo. La misteriosa figura del hom- bre poderoso proporcioné esa experiencia. Una noche, presenciando el espectécu- Jo, los amigos visualizaron el argumento original de Caligari. Escribicron el libro en seis semanas. Al definir la parte que cada uno tomé en el trabajo, Janowitz dijo de sf que fue «el padre que planté la semilla y Mayer la madre que la concibié y 64 maduré». Al final se presenté un pequefio problema: los autores no sabfan cémo llamar al protagonista, un psiquiatra modelado sobre e] archienemigo de Mayer durante Ia guerra. La solucién Ja dio un libro taro, Cartas desconocidas de Sten- dbal. Mientras Janowitz hojeaba su hallazgo Ieyd que Stendhal, recién Megado del frente de batalla, habia conocido en La Scala de Milén a un oficial amado Caligari, El nombre agradé a ambos autores por igual. Su narracién esta ubicada en una ficticia ciudad del norte de Alemania, pré- xima a la frontera holandesa, significativamente Iamada Holstenwall. Un dia llega una feria a la ciudad, con calesitas y ntimeros de espectéculos, entre éstos el del Dr. Caligari, fantasmagérico hombre de anteojos que presentaba al sondm- bulo Cesare. A fin de conseguir un permiso Caligari va a la Municipalidad, donde es altaneramente tratado por un funcionario arrogante. Al dia siguiente, el fun- cionario aparece muerto en su habitacién, lo que no es ébice para que la gente disfrute de las diversiones de Ja feria, Junto con muchos curiosos, Francis y Alan —dos estudiantes enamorados de Jane, hija de un médico— entran en Ia tienda del Dr, Caligari y ven a Cesare salir Ientamente de una caja vertical en forma de atatid. Caligari anuncia al ptiblico impresionade que el sondmbulo contestar4 pre- guntas sobre el futuro. Alan, excitado, pregunta cudnto vivird. Cesare abre la boca, parece estar dominado por el terrible poder hipnético de su amo. «Hasta el amanecer», contesta. Al alba, Francis se enteta de que su amigo ha sido apu- fialado exactamente de la misma manera que el funcionario. El estudiante, sospe- chando de Caligari, persuade al padre de Jane para que colabore con él en una investigacién. Con una otden de allanamiento, ambos entran en el vagén de Caligari y le exigen que corte el trance de su médium. Pero en ese mismo mo- mento son reclamados por la policia para que, en la comisarfa, presencien el interrogatorio de un criminal sorprendido en el acto de asesinar a una mujer, y que niega frenéticamente ser el autor de los otros dos asesinatos. Francis continia espiando a Caligari y, al caer la noche, mira subrepticia- mente a través de Ja ventana del vagén. Pero mientras cree estar viendo a Cesare yaciendo en su caja, éste en realidad irrumpe en el dormitorio de Jane, levanta su puial para atravesar a la joven que duerme, la mira, tira el arma y huye por techos y caminos Ievdndose a la muchacha despavorida. Aleanzado pot el padre de Jane, Ja abandona. Mientras la muchacha es transportada a su casa, el raptor solitario mucre exhausto. Jane, en apatente contradiccién con lo que cree Fran- cis, insiste en haber reconocido a Cesare, mientras Francis se aptoxima otra vez al vagén de Caligari para esclatecer el torturante misterio. Los dos policias que lo acompafian toman la caja en forma de ataid, y Francis extrae un mufieco que fingfa ser el sondmbulo. Aprovechandose del descuido de los investigadores, Ca- Jigari logra escapar. Busca refugio en un manicomio, El estudiante lo sigue, re- quiere al director del establecimiento para averiguar por el fugitivo, y queda horrorizado; el director y Caligari son una y la misma persona. La noche siguiente —estando el director dormido—, Francis y tres médicos 65 del manicomio a quienes aqué! ha revelado el caso revisan su oficina y descubren matetial que prueba plenamente la culpabilidad de Caligari. En una pila de libros encuentran uno que trata de un empresario teatral llamado Caligati que, en el siglo dieciocho, viajaba por el Norte de Italia hipnotizando a su médium Cesare para matar gente; durante la ausencia de éste, Caligari lo sustitufa con un mufieco de cera para engafiar a la policifa. La prueba principal es el archivo clinico del director; demuestra que, al querer verificar las facultades hipnoticas de Caligari, su deseo crecié hasta hacerse obsesién y que, cuando le fue confiado un sondm- bulo, no pudo resistirse a la tentacién de repetir con éste aquellos juegos terribles. Habfa adoptado Ia identidad de Caligari. Para hacerle admitir sus crimenes, Fran- cis enfrenta al director con el cadaver de su instrumento, el sonémbulo, Tan pronto el monstruo se da cuenta de que Cesare estd muerto, comienza a desva- tiar. Personal de la casa lo reduce con una camisa de fuerza. Este cuento de horror, con el espiritu de E. T. A. Hoffmann, era una histo- tia abiertamente revolucionaria, En clla, como lo indica Janowitz, él y Carl Mayer estigmatizaron intencionalmente la omnipotencia de una autoridad estatal que se manifestaba en Ja generalizacién del servicio militar obligatorio y las declara- ciones de guerra. E] gobierno alemdn, durante la guerra, parecié a los autores el prototipo de tal voraz autoridad. Subditos del imperio austrohingaro, estaban en mejor situacién que muchos ciudadanos del Reich para penetrar las tendencias fata- Jes inherentes al sistema alemdn, El personaje de Caligari encarna esas tendencias; representa la autoridad ilimitada que deifica el poder por el poder mismo y que para satisfacer su ansia de dominacién viola cruelmente los valores y derechos humanos (Ilustr. 2). Actuando como un puro instrumento, Cesare es, més que un criminal culpable, una victima inocente de Caligari. Asi es como los autores Jo han enten- dido. Segiin el pacifista Janowitz, habian creado a Cesare con el oscuro designio de retratar al hombre comuin al que, bajo la presién del servicio militar obligato- tio, se le ensefia a matar y a ser muerto. El sentido revolucionario de la historia se revela inequivocamente al final, al presentar a Caligari como el psiquiatra: la raz6n maneja al poder irracional, la autoridad vesdnica es simbélicamente aboli- da. En el teatro contempordneo se expresaban ideas semejantes, pero los autores de Caligari las transfirieron a la pantalla, sin incluir ninguno de los panegiricos ‘en que incurrfan muchos dramas expresionistas respecto del «Hombre nuevo», liberado de la autoridad. Sucedié un milagro: Erich Pommer, alta autoridad de la Decla-Bioscop, acepté ese insélito, si no subversive, guién cinematogréfico, ¢Era un milagro? Toda vez que en aquellos tiempos, Ios primeros de la posguerra, prevalecia la conviccién de que sélo podfan conquistarse los mercados extranjeros con reali- zaciones artisticas, la industria cinematografica alemana estaba ansiosa de expe- timentar en el campo del espectaculo estéticamente calificado.* El arte logré con- 2, Vincent, Histoire de art cinématograpbique, pig. 140. 66 quistar la exportacién y la exportacién significé salvacién. Partidario ardiente de esa doctrina, Pommer tenia ademés una intuicién incomparable para los valores cinematogtéficos y Jas exigencias populares. Sin parar mientes en si Pommer habia captado el sentido de Ia extrafia historia, Janowitz y Mayer se asociaton con aquél, que, por cierto, habfa percibido Ja atmésfera preparada y las intere- santes posibilidades escénicas. Era un promotor nato que manejaba lo cinemato- grafico y lo comercial con igual aptitud y, por encima de todo, se especializaba en estimular las energias creadoras de directores e intérpretes. En 1923, Ufa lo nombra jefe de toda su produccién.? Sus actividades entre bambalinas habrian de dejar su marca en el cine prehitleriano. Pommer eligié a Fritz Lang para dirigir Caligari, pero en medio de las dis- cusiones preliminares Lang recibié la orden de terminar su serie Die Spinnen; los distribuidores de esta serie urgian su finalizacién.* El sucesor de Lang fue el doctor Robert Wiene. Dado que su padre, otrora famose actor de Dresde, habia enloquecido hacia fines de su vida, Wiene no estaba totalmente incapacitado para hacerse cargo del caso del Dr. Caligari. Sugirié, en completa armonia con lo planeado por Lang, un cambio esencial en Ja historia original, cambio contra el cual los autores protestaron viclentamente. Pero nadie los apoyd. * El cuento original era una suma de horrores; la versi6n de Wiene lo trans- forma en una quimera urdida y narrada por el trastornado Francis. Para consu- mar esa transformacidn, se altera el nudo de la historia original, presentando a Francis como un loco. La pelicula Caligari se inicia con el primero de los dos episodios que componen el esquema de la narracién, Se muestra a Francis sen+ tado en el banco del parque de un manicomio escuchando el confuso balbuceo de otro enfermo, Moviéndose lentamente, como una aparicién, pasa al lado de ambos una enferma asilada: es Jane. Francis le dice a su compaiiero: «Lo que me ha pasado con ella es atin més extrafio de lo que te ha ocurrido, Te lo con- taré>.* Se cierra luego esa imagen y aparece otra de Holstenwall, donde se desarrolla la historia original que, como hemos visto, termina con Ja identifica- cién de Caligari. Después de otro fundido, comienza el segundo y ultimo episodio de la historia. Francis, terminada su narracién, sigue a su compaiiero de vuelta al asilo donde se mezcla con un conjunto de figuras tristes; entre ellas Cesare, quien totalmente ausente acaticia una florecilla. El director del manicomio, per- sona de aspecto dulce y comprensivo, se reiine con los locos. Perdido en el 3. Jabrbuch der Filmindustrie, 1922-1923, pgs. 35, 46. Para estudiar a Pommer, véase Lejeune, Cinema, pigs. 125-131, 4, Informacién oftecida por Lang. Véase pig. 59. 5. Extractado del manuscrito de Janowitz, Véase también Vincent, Histoire de Vart cinématographique, pigs, 140, 143-144. 6. Autorizacién cinematogrifien expedida por Ia Junta de Censura, Berlin, 1921 y 1925 (Biblioteca del Museo de Arte Modetno, archivo de recortes); Film Society Programme, 14 de marzo de 1926. 67 torbellino de sus alucinaciones, Francis confunde al director con el personaje de pesadilla que ha creado y acusa a ese demonio imaginado de ser un demente pe- ligroso, Grita y lucha enfurecido con los enfermeros. La escena se traslada a una sala de enfermos donde se ve al director colocindose unas anteojos de carey, que inmediatamente le cambian el aspecto: pareciera ser Caligari quien examina al postrado Francis. Se quita los anteojos y, todo dulzura, dice a sus colaborado- res que Francis cree que él es Caligari. Ahora que entiende el caso de su pacien- te, termina diciendo el director, podrd curarlo. Y el piblico se retira con ese mensaje promisorio. Janowitz y Mayer tenian razones pata enfurecetse por el cambio de la histo- tia: pervertia, e inclusive invertia, sus intenciones intrinsecas, Mientras que la narracién original exponia la locura inherente a la autotidad, el Caligari de Wiene glorificaba a ésta y condenaba a su antagonista como loco. De tal manera, un film revolucionatio se transformdé en conformista, siguiendo el modelo usual de de- clarar demente a un individuo normal, aunque perturbado, y envidndolo a un manicomio. Indudablemente, este cambio resultaba no tanto de las predilecciones personales de Wiene como de su instintive sometimiento a las necesidades de la pantalla; las peliculas, al menos Jas comerciales, estén condenadas a satisfacer los deseos de las masas. En su nueva versién, Caligari ya no era una obra que expresaba de la mejor manera posible sentimientos caracteristicos de la intelli- gentsia, sino una pelicula con la que se pretendfa estar décilmente en armonfa con los sentimientos y deseos de Jas clases menos educadas. Si es cierto que en los afios de posguerra la mayorfa de los alemanes tendian ansiosamente a retirarse de un dspero mundo exterior al intangible reino del alma, la versién de Wiene era, ciertamente, mds consistente con su actitud que la historia original, porque, al guardar el original en una caja, esa versién refle- jaba fielmente el enclaustramiento general. En Caligari (y otras peliculas de Ja época), el recurso de una historia en partes no era sélo una forma estética, sino que tenia también un contenido simbdlico, Significativamente, Wiene evité mu- tilar Ia propia historia original, Aun cuando Caligari se habia convertido en un film conformista, conservaba y subrayaba ese argumento revolucionario, como Ja fantasia de un loco. La frustracién de Caligari aparecia como perteneciente a las experiencias psicoldgicas. De esa forma, la pelicula de Wiene sugiere que durante su replegamiento dentro de si mismos los alemanes fueron movidos a reconsi- derar su creencia tradicional en Ia autoridad. Hasta la masa de obreros social- demécratas refrené su accién revolucionaria; pero al mismo tiempo parecia ha- berse preparado una revolucién psicolégica en las profundidades del alma colec- tiva. La pelicula refleja este doble aspecto de la vida alemana, acoplando una realidad en la cual la autoridad de Caligari triunfa con uma alucinacién en que la misma autoridad es derrocada. No podria darse mejot configuracién de simbolos para aquel levantamiento contra las propensiones autoritarias que aparentemente tenia lugar bajo ¢] exterior de una conducta que repudiaba la rebeldia. 68 Janowitz sugirié que los escenarios para Caligari fueran disefiados por el pintor ¢ ilustrador Alfred Kubin, precursor de los surrealistas, que hacia invadir un escenario inocente con fantasmas imponentes y surgir del subconsciente visio- nes de torturas. Wiene apelé al recurso de telas pintadas; pero prefirié, en lugar de Kubin, a tres artistas expresionistas: Hermann Warm, Walter Rohrig y Walter Reimann, Eran adictos al grupo Sturm de Berlin que, pot vias de la revista Sturm, de Herwarth Walden, promovia ¢l expresionismo en todos los campos del arte.” Si bien Ia literatura y la pintura expresionistas se habfan desarrollado afios antes de la guerra sélo consiguieron un publico después de 1918. En este sen- tido, el caso de Alemania evoca en parte el de Ja Rusia Soviética, donde, durante el corto perfodo del comunismo de guerra, diversas corrientes de arte abstracto gozaron de un verdadero apogeo,* Para un publico revolucionalizade el expre- sionismo parecia combinar Ja negacién de Jas tradiciones burguesas con la fe en las fuerzas del hombre para modelar libremente Ja sociedad y la naturaleza, Por ello pudo el expresionismo haber significado un hechizo para tantos alemanes, perturbados por la quiebra de su universo.? «Las peliculas deben ser dibujos a los que se da vida»: ésta era la formula de Hermann Warm en la época en que él y sus dos compafieros disefiadores construfan el mundo del Dr. Caligari." De acuerdo con sus creencias, las telas 7. Manuscrito de Janowitz; Vincent, Histoire de l'art cinématograpbique, pag. 144; Rotha, Film Till Naw, pig. 43. 8. Kurtz, Expressiontsmens, pag. 61. 9. En Berlin, inmediatamente después de la guerra, Karl Heinz Martin puso en escena dos dramas cortos de Ernst Toller y Walter Hasenclever con decorados expresionistas, Véase Kurtz, ibid., pag, 43; Vincent, Histoire de art cinématograpbigue, pigs. 142-143; Schapiro, Nature of Abstract Art», Marxist Quarterly, encro.matzo de 1937, pag. 97. 10. Cita tomada de Kurtz, Expressionismus, pig. 66. Las opiniones de Warm, que im plicaban un juicio sobre jas peliculas como realidad fotografiada, atmonizaban con las de Viking Eggeling, pintor succo abstracto que vivia en Alemania. Habiendo eliminado todos los objetos de sus telas, Egaeling juzgaba [pico organizer las composiciones geométricas sobre- vivientes en movimientos ritmicos, El y Hans Richter, su amigo pintor, propusieron Ja idea a Ufa, y ésta, como siempre, guiada por cl principio de que cl arte es un buen negocio 0, por Jo menos, buena propaganda, permitié a los dos artistas llevar a cabo sus cxperimentos. Las primeras peliculas abstractas aparecicron en 1921, Mientras Eggeling —muerto en 1925— orquestaba lineas en espiral y figuras combadas en un corto que llamd Diagonal Symphonic, Ritehter compuso si Rhythrnas 21 con cuadrados en negro, gris y blanco. Un afio después, Wal- ter Ruttmann, también pintor, se sumé al movimiento con Opus I, que consistia en un desplic- gue dindmico de manchas que evocaban vagamente las placas de rayos X. Como revelan los ttulos, los propios autores considersron sus obras como una especie de musica dptica, Era una musica que, ademds de cualquier otra cosa que intentara decir, sefialaba un total aisla- miento del mundo exterior. Este esotérico movimiento de vanguardia pronto se difundié por otros paises. Hacia 1924, artistas franceses, vanguardistas como Fernand Léger y René Clair, hicieron peliculas que, menos abstractas que las alemanas, exhibian una afinidad con la be- Ueza formal de las piezas de las maquinas y modulaban todo tipo de objetos y movimientos 69 y decorados de Caligeri abundaban en complejos de formas dentadas y agudas, con fuertes reminiscencias de modelos géticos. Obras de un estilo que por en- tonces se habia tornado casi un amanetamiento, esos complejos sugerian casas, paredes, panoramas. Excepcién hecha de algunos deslices 0 concesiones —algunos backgrounds contradecian la convencién pictérica de una manera muy directa, mientras que otros apenas la respetaban—, los decorados lograron una perfecta transformacién de los objetos materiales en ornamentos emocionales. Con sus chimeneas oblicuas sobre un disloque de techos, sus ventanas con formas de flechas y cometas y sus arabescos en forma de arbol, que mds que drboles eran amenazas, Holstenwall evocaba aquellas visiones de ciudades extrafias que el pintor Lyonel Feininger recordaba en sus composiciones filosas y cristalinas." Por otra parte, el sistema ornamental se expandia, en Caligari, por el espacio, anulando su aspecto convencional por medio de sombras pintadas de manera inarménica respecto de los efectos luminosos y de lineamientos zigzagueantes con- cebidos para negar todas las reglas de la perspectiva. Ahora el espacio se resolvia en un plano chato, o bien aumentaba sus dimensiones para Hegar a ser lo que un esctitor denominé el «universo estereoscdpico», * Como elemento esencial de Jos decorados se introdujeron los letreros, que eran suficientemente adecuados si se tiene en cuenta la {intima relacién entre aquéllos y el dibujo. En una escena, el deseo del psiquiatra loco de imitar a Ca- ligari se materializa con caracteres nerviosos que dicen: «Debo transformarme en Caligari», palabras que aparecen ante sus ojos en el camino, en las nubes, en la en suefios surtealistas. Quedo agradecido a Hans Richter por haberme permitido utilizar su manuscrito inédito «Avantgarde, History and Dates of the Only Independent Artistic Film Movement, 1921-1931», Véanse también Fily: Society Programme, 16 de octubre de 1927; Kurt, Expresionismus, pags. 86, 94; Vincent, Histoire de Wart cinématograpbigue, pags. 159- 161; Man Ray, «Answer to a Questionnaires, Film Art, n° 7, 1936, pig. 9; Krasena-Krausz, «Exhibition in Stuttgart, June 1929, and Its Effects», Close Up, diciembre de 1929, pé- ginas 461-462. U1. EL 13 de septiembre de 1944, Feininger me escribié acerca de su vinculacién con Caligari; «Gracias por su carta del 8 de septiembre, Si de algo jamés he participado, como tampoco he tenido la minima noticia, en esa época, es de la pelicula Caligari. Jamis he visto el film como tampoco conoci ni of de los artistas que usted nombra [Warm, Rohrig y Reimann] que concibieron los decorados, Cerca de 1911 hice para mi propio deleite una serie de dibujos, que titulé: “Die Stade am Ende der Welt”, Algunos de ellos fucton im- presos, otros exhibidos. Posteriormente, después del nacimiento de Caligari, se me pregunté frecuentemente si habia tenido algo que ver en su concepcidn. Es todo cuanto puedo de- citle...», 12, Citado por Carter, The New Spirit, pig. 250, de H. G. Scheffauet, Tae New Spirit in the German Arts, Para los decorados de Caligari, véanse también Kurtz, Expressionismaus, pag. 66; Rotha, Film: Till Now, pag. 46; Jahier, «42 ans de cinéma», Le rdle intellectnel du cinéma, pigs. 60-41; «The Cabinet of Dr. Caligarie, Exceptional Photoplays, marzo de 1921, pég. 4; Amiguct, Cinéma! Cinéma!, pg. 50. Para los comienzos de Werner Krauss y Conrad Veidt, véanse Kalbus, Deutsche Filmkunst, 1, 28, 30, y Veidt, «Mein Leben», Uja-Magazin, 14-20 de enero de 1927. 70 copa de los drboles. La incorporacién de scres humanos y sus movimientos en la textura de esos ambientes era tremendamente dificil. De todos los actores, sélo Jos dos protagonistas parecian realmente ser creaciones de Ja imaginacién de un dibujante. Werner Krauss, en el papel de Caligari, tenfa el aspecto de un mago fantasmal, entrelazando él mismo Jas Iineas y sombras por las cuales andaba, y cuando el Cesare de Conrad Veidt se desplazaba a Jo largo de una pated, era como si ésta lo hubiera exudado ([lustr. 3). Un viejo enane y los anticuados ro- pajes de Ja multitud contribufan a arrancarla de la realidad y hacerla participar de Ja vida extrafia de las formas abstractas. Si Decla hubiera decidido mantener la historia original de Mayer y Janowitz tal como era, esos «dibujos a los que se dio vida» Ia hubieran expresado a la perfeccidn. Como abstracciones expresionistas estaban animados por el mismo espiritu revolucionario que movidé a los dos escritores a acusar a la autoridad —la clase de autoridad reverenciada en Alemania— por excesos inhumanos. No obstante, Ja versién de Wiene repudid ese significado revolucionario de la puesta en escena expresionista 0, al menos, lo puso, como la propia historia original, entre paréntesis. En la pelicula Caligari el expresionismo parece ser sélo Ja tra- duccién adecuada de Ia fantasia de un demente en términos visuales. Asi fue cémo muchos criticos alemanes contempotdéneos comprendieron y gustaron los gestos y decorados., Uno de los criticos decia con suficiente ignorancia: «La idea de exptesar las creaciones de los cerebros enfermos... por medio de pelfculas expresionistas no sélo esté bien concebida, sino también bien realizada. Aqui este estilo tiene derecho a existir y demuestra ser el resultado de una sélida légica»." En su triunfo, los filisteos olvidaron un hecho importante: si bien Caligari estigmatizaba las chimeneas oblicuas como locura, nunca restablecié las perpen- diculares como normales. Los ornamentos expresionistas también rebasan el epi- sodio final de la pelicula, en el cual, desde el punto de vista filisteo, las per- pendiculares tendrian que haber caracterizado el triunfo de la realidad conven- cional. En consecuencia, el estilo de Caligari estaba tan lejos de pintar la demen- cia como lo estaba de transmitir mensajes revolucionarios. ¢Qué funcién asumid realmente? Durante los afios de posguerra, el expresionismo fue frecuentemente consi- derado como la expresién de experiencias y sensaciones primitivas, El hermano de Gerhart Hauptmann, Carl, distinguido poeta y escritor con inclinaciones ex- presionistas, adopté esta definicién y se preguntaba cémo podian formularse mejor las manifestaciones espontdncas de un alma profundamente agitada. Sostenia que mientras el lenguaje moderno esté demasiado pervertido para cumplir ese co- metido, el film —o bioscopio, como él lo denominaba— brinda una oportunidad singular pata exteriorizar la fermentacién de Ja vida interior. Claro estd, decfa, 13. Critica en 8 Uhr Abendblait, citada cn Caligari Het, pig. 8. 7 el bioscopio sdlo debe considerar los gestos de cosas y seres humanos que son realmente animados. Las opiniones de Carl Hauptmann elucidan el estilo expresionista de Caligari. Este tenia por funcién caracterizar cl fendmeno en la pantalla como fenémeno del alma, funci6n que preanunciaba su sentido revolucionario. Haciendo de la pelicula una proyeccién externa de hechos psicolégicos, la concepcién expresio- nista simboliza —de una manera mucho més efectiva que por el recurso de la historia fragmentada— Ja mencionada retraccién general, el encerrarse en la pro- pia concha, que ocurrid en la Alemania de posguerra. No es accidental que, en cuanto ese proceso colectivo fue eficaz, se singularizara mds de una pelfcula no- table por el uso de actitudes y escenarios extrafios de estilo expresionista. Varieté, de 1925, mostraba sus ultimas huellas." A causa de su cardcter estereotipado, esas actitudes y decorados eran como unos letreros callejeros familiares, por ejemplo: «Hombres trabajando». Sélo que aqui las insctipciones eran diferentes. EI letrero decia: «Alma trabajandom. Después de una intensa campafia que culminéd en el desconcertante anuncio: «Usted debe transformarse en Caligaris, Decla presenté la pelicula en febrero de 1920 en el Marmorhaus de Berlfn."* Entre las crfticas periodisticas, que fue- ron undnimes en elogiar a Caligeri considerindola como Ja primera obra de arte de la pantalla, la del Vorwérts, drgano principal del partido socialdemécrata, se distingufa por ser totalmente absurda. Comentaba Ja escena final de Je pelfcula (en la cual el director del manicomio promete curar a Francis) en estos términos: «Este film es también moralmente invulnerable en cuanto despierta simpatfa por los enfermos mentales y comprensién por Ja sacrificada actividad de los psiquia- tras y enfermos».” En lugar de reconocer que el ataque de Francis contra una autoridad odiosa armonizaba con Ia propia doctrina antiautoritaria del partido, Vorwarts preferia legalizar la autoridad en si como un ejemplo de virtudes pro- gresistas, Se trataba, como siempre, del mismo mecanismo psicoldgico: las propen- siones racionalistas tipo clase media de los socialdemécratas interfiriendo con su concepcién racional socialista, Mientras que los alemanes estaban demasiado cerca de Caligari como para valorar su cardeter sintomitico, los franceses comprendie- ron que esta pelicula era algo mds que un film excepcional. Ellos acufiaron la Palabra «caligarismo» y la aplicaron a un mundo de posguerta similarmente sub- vertido; lo que, de cualquier forma, prueba que percibieron la fundamentacién de la pelfcula en Ja estructura de la sociedad. La premiére de Caligari en Nueva York (abril de 1921) consolidé decisivamente su fama mundial, Pero ademés 14, Carl Hauptmann, «Film und Theater», Der Fil: von Morgen, pig. 20, Véanse tam- bién Alten, «Die Kunst in Deutschland», Ganyzred, 1920, pdg. 146; Kutta, Expressionismus, "15. Véase pig. 122. 16, Jabrbuch der Filmindusirie, 1922-1923, pg. 31. 17. Citado de Caligari-Heft, pig. 23. 72 1. Madame Dubarry. La amenaza de la dominacién de las masas 2. Caligaré, La autoridad demente. 3. Caligaré, La imaginacion de un dibujante, 4. Calrgart. Los tres tramos de escalera en el manicomio simbolizan la posicion del Dr. Caligari en la cima de la jerarquia, 5. Nosferatu, ef vampire. El vampiro, derrotado por el amor, st volatiliza. 6. Ef doctor Mabuse, La interpenetracién de un estilo realista con otro expresionista revela la estrecha relacién entre Mabuse y Calipaci. 7. El bombre de fas figuras de cera, Una fantasmagoria: Jack el Destripador persiguiendo a los amantes. more de las figuras ra. lvan el Terrible, encarnacién de Ja lujuria aciable y de crueldades inimapinables. 9. Las tres duces, La inmensa pared que simboliza lo inaccesible del Destino. 10. Los nfbelungos. El triunfo de lo ornamental sobre lo humano. + 2a E FIR Tt > 70 F 1 7 11, Los nbetungos, Las pautas contenidas en Los aibelungos se sintetizan en la pompa nazi. 12. Ef triunfo de la voluntad. “syea fap oneidoid PPP OIPIPINS [y eéiaayg apg ap agsou BT “EL “HOP EIUINY EL ap O[OqUNS OMiyi IT “PL 15. E/ aitimo, La puerta giratoria, a medio camino entre un tiovive y la rueda de una ruleta. 16. El vase de agua. Con su énfasis sobre lo simétrico, el decorado trasluce la nostalgia del romanticismo,

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