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Anthologie Littérature Coloniale 2020 2021
Anthologie Littérature Coloniale 2020 2021
Lise Segas
ANTHOLOGIE
Littératures de l'Amérique coloniale
Année 2020/2021
Table des matières
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4/ Sor Juana Inés de la Cruz y las artes en la sociedad colonial
novohispana : una figura del Barroco
- "Hombres necios", Sor Juana Inés de la Cruz, p. 33
-Villancicos y ensaladillas, Sor Juana Inés de la Cruz, p. 34
- Respuesta a Sor Filotea, Sor Juana (1691), p. 37
-Primero sueño o El sueño, p. 39
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1/ Las literaturas y tradiciones literarias indígenas
en la literatura colonial
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Popol Vuh , anónimo (s. XVI-XVIII)
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Dioses y hombres de Huarochirí
Francisco de Ávila (comp.) (1598)
Capitulo 1
Dicen que en los tiempos muy antiguos había unos huacas llamados Yananamca y
Tutanamca.
A estos, en una época posterior, los venció otro huaca llamado Huallallo Carhuincho.
Después de haberlos vencido, era Huallallo quien animaba a los hombres a los cuales no
consentía que engendrasen más de dos hijos. Uno se lo comía. El otro --el preferido-- era
criado por los padres. En aquella época, los hombres resucitaban sólo cinco dias despues de
morir y los cultivos también maduraban solo cinco dias después de haber sido sembrados.
Todas estas comunidades estaban pobladas por yuncas.
Los hombres proliferaban tanto que, (faltándoles espacio para sus sembradíos), vivían en gran
estrechez. (Fue así como subieron a los cerros donde,) para hacer sus chacras, solo escarbaban
y raspaban las crestas y laderas.
Dicen que, aun hoy, se ven estas chacras, grandes y pequeñas, sobre todos los cerros.
En aquel tiempo, los pájaros eran todos muy hermosos, los loros y los caquis deslumbrantes
de amarillo y rojo. Cuando más tarde apareció otro huaca llamado Pariacaca, esos pájaros
fueron expulsados, junto con todas las demás obras de Huallallo Carhuincho hacia la region
de los antis.
Narraremos más adelante la lucha que hubo entre estos dos y el origen de Pariacaca.
Había también otro huaca que se llamaba Cuniraya.
No sabemos muy bien si este existía antes o después de Huallallo y de Pariacaca.
Sin embargo, /sabemos que/ su culto está estrechamente asociado con el de Huiracocha, ya
que los hombres, cuando adoraban a Cuniraya, le dirigían el rezo siguiente: "Cuniraya
Huiracocha, animador de la tierra y del hombre, todas las cosas son tuyas; tuyas son las
chacras, tuyos son los hombres".
En los tiempos muy antiguos, antes de empezar cualquier tarea difícil, los hombres de antaño
arrojaban su coca al suelo y, sin ver a Huiracocha, rezaban asi: "Haz que me acuerde de como
realizar esta tarea y que sea hábil en su ejecución, oh Cuniraya Huiracocha".
Especialmente los tejedores de ropa fina, cuando tenían que tejer algo muy dificil, lo adoraban
y lo invocaban. Por eso, primero vamos a escribir sobre Cuniraya y después sobre Pariacaca.
Capítulo 2
Dicen que en los tiempos muy antiguos, Cuniraya Huiracocha, convertido en hombre muy
pobre, andaba paseando con su capa y su cusma hechas harapos.
Sin reconocerlo, algunos hombres lo trataban de mendigo piojoso.
Ahora bien, este hombre animaba a todas las comunidades.
Con su sola palabra preparaba el terreno para las chacras y consolidaba los andenes.
Con nada más que arrojar una flor de cañaveral llamado pupuna abría una acequia desde su
fuente. Así realizando toda clase de hazañas andaba humillando a los demás huacas locales
con su saber. Había una vez una mujer llamada Cahuillaca que también era huaca. Esta
Cahuillaca era todavía doncella. Como era muy hermosa todos los huacas y huillcas deseaban
acostarse con ella. Pero ella siempre los rechazaba.
Sucedió que esta mujer, que nunca se había dejado tocar por un hombre, estaba tejiendo
debajo de un lucumo. Cuniraya, gracias a su astucia, se convirtió en pájaro y subió al árbol.
Como había allí una lucuma madura, introdujo su semen en ella y la hizo caer cerca de la
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mujer. Ella, muy contenta, se la trago. Así quedo preñada sin que ningún hombre hubiera
llegado hasta ella. Nueve meses más tarde, como suelen hacer las mujeres, Cahuillaca
también dio a luz, aunque fuese todavía doncella.
Durante un año más o menos, crio sola a su hijo, amamantándolo. Siempre se preguntaba de
quien podía ser hijo. Al cumplirse el ano –el niño ya andaba a gatas– hizo llamar a todos los
huacas y los huillcas a fin de saber quién era el padre. Cuando oyeron el mensaje, todos los
huacas se regocijaron mucho y acudieron vestidos con su ropa más fina, cada uno convencido
de ser el que Cahuillaca iba a amar. Esta reunión tuvo lugar en Anchicocha. Cuando llegaron
al lugar donde residía esa mujer, todas los huacas y los huillcas se sentaron; entonces ella les
hablo: "¡Miradlo! varones, señores, ¡reconoced a este niño! ¿Quién de vosotros es el padre?".
Y a cada uno le pregunto si había sido él. Pero ninguno dijo que era su hijo. Cuniraya
Huiracocha --como suelen hacer los muy pobres--se había sentado a un lado; despreciándolo,
Cahuillaca no le pregunto a él, pues le parecía imposible que su hijo hubiera podido ser
engendrado por aquel hombre pobre, habiendo tantos varones hermosos presentes…
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2/ Narrar y orgnizar el Nuevo Mundo:
los límites de la historia y la invención de nuevas modalidades
narrativas
Sábado, 13 de octubre
Luego que amaneció vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como
dicho tengo. Y todos de buena estatura, gente muy hermosa. Los cabellos no crespos, salvo
corredios y gruesos, como sedad de caballo. Y todos de la frente y cabeza muy ancha más que
otra generación que hasta aquí haya visto. Y los ojos muy hermosos y no pequeños. Y ellos
ninguno prieto, salvo del color de los canarios. Ni se debe esperar otra cosa, pues está
Lesteoueste con la Isla de Hierro, en Canarias, so una línea. Las piernas muy derechas, todos
a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadías, que son
hechas de pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a
maravilla según la tierra, y grandes en que en algunos venían 40 y 45 hombres. Y otras más
pequeñas, hasta haber de ellas en que venía un solo hombre.
Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla. Y si se le trastorna, luego se
echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de
algodón hilado y papagayos y azagayas y otras cositas que seria tedio de escribir, y todo
daban por cualquier cosa que se les diese.
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tres ceotis de Portugal, que es una blanca de Castilla. Y en ellos había más de una arroba de
algodón hilado.
Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo para Vuestras
Altezas si hubiera en cantidad. Aquí nace en esta Isla, más por el poco tiempo no pude dar así
del todo fe. Y también aquí nace el oro que traen colgado a la nariz; mas, por no perder
tiempo quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora como fue noche todos se
fueron a tierra con sus almadías.
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La historia verdadera de la Conquista de Nueva España
Bernal Díaz del Castillo (1632)
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La historia verdadera de la Conquista de Nueva España
Bernal Díaz del Castillo (1632)
CAPITULO XXXVII
Cómo doña Marina era cacica a hija de grandes señores, y señora de pueblos y
vasallos, y de la manera que fue traída a Tabasco
Antes que más meta la mano en lo del gran Montezuma y su gran México y
mexicanos, quiero decir lo de doña Marina, cómo desde su niñez fue gran señora de
pueblos y vasallos y esdesta manera: que su padre y su madre eran señores y
caciques de un pueblo que se dice Painala, y tenía otros pueblos sujetos a él, obra
de ocho leguas de la villa de Guazacualco, y murió el padre quedando muy niña, y
la madre se casó con otro cacique mancebo y hubieron un hijo, y segun pareció,
querían bien al hijo que habían habido; acordaron entre el padre y la madre de darle
el cargo después de sus días, y porque en ello no hubiese estorbo, dieron de noche
la niña a unos indios de Xicalango, porque no fuese vista, y echaron fama que se
había muerto, y en aquella sazón murió una hija de una india esclava suya, y
publicaron que era la heredera, por manera que los de Xicalango la dieron a los de
Tabasco, y los de Tabasco a Cortés, y conocí a su madre y a su hermano de madre,
hijo de la vieja, que era ya hombre y mandaba juntamente con la madre a su
pueblo, porque el marido postrero de la vieja ya era fallecido; y después de vueltos
cristianos, se llamó la vieja Marta y el hijo Lázaro y esto sélo muy bien, porque en
el año de 1523, después de ganado México y otras provincias, y se había alzado
Cristóbal de Olí en las Higüeras, fue Cortés allá y pasó por Guazacualco, fuimos
con él a aquel viaje toda la mayor parte de los vecinos de aquella villa, como diré
en su tiempo y lugar; y cómo doña Marina en todas las guerras de Nueva-
España, Tlascala y México fue tan excelente mujer y buena lengua,.como adelante
diré, a esta causa la traía siempre Cortés consigo. Y en aquella sazón y viaje se casó
con ella un hidalgo que se decía Juan Jaramillo, en un pueblo que se decía Orizava,
delante de ciertos testigos, que uno dellos se decía Aranda, vecino que fue de
Tabasco, y aquél contaba el casamiento, y no como lo dice el cronista Gómara; y la
doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la
Nueva-España. Y estando Cortés en la provincia de Guazacualco, envió a llamar a
todos los caciques de aquella provincia para hacerles un parlamento acerca de la
Santa doctrina y sobre su buen tratamiento, y entonces vino la madre de doña
Marina, y su hermano de madre Lázaro, con otros caciques. Días había que me
había dicho la doña Marina que era de aquella provincia y señora de vasallos, y
bien lo sabía el capitán Cortés, y Aguilar, la lengua; por manera que vino la madre
y su hijo, el hermano, y conocieron que claramente era su hija, porque se le parecía
mucho. Tuvieron miedo della, que creyeron que los enviaba a llamar para matarlos,
y lloraban; y como así los vio llorar la doña Marina, los consoló y dijo que no
hubiesen miedo, que cuando la traspusieron con los de Xicalango que no supieron
lo que se hacían, y se lo perdonaba, y les dio muchas joyas de oro y de ropa y que
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se volviesen a su pueblo, y que Dios le había hecho mucha merced en quitarla de
adorar ídolos ahora y ser cristiana, y tener un hijo de su amo y señor Cortés, y ser
casada con un caballero como era su marido Juan Jaramillo que aunque la hiciesen
cacica de todas cuantas provincias había en la Nueva-España no lo sería; que en
más tenía servir a su marido e a Cortés que cuanto en el mundo hay; y todo esto
que digo se lo oí muy certificadamente, y así lo juro, amén. Y esto me parece que
quiere remedar a lo que le acaeció con sus hermanos en Egipto a Josef, que
vinieron a su poder cuando lo del trigo. Esto es lo que pasó y no la relación que
dieron al Gómara, y también dice otras cosas que dejo por alto. E volviendo a
nuestra materia, doña Marina sabía la lengua de Guazacualco, que es la propia de
México, y sabía la de Tabasco; como Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y
Tabasco, que es toda una, entendíanse bien; y el Aguilar lo declaraba en castellano
a Cortés: fue gran principio para nuestra conquista; y así se nos hacían las cosas,
loado sea Dios, muy prósperamente. He querido declarar esto, porque sin doña
Marina no podíamos entender la lengua de Nueva-España y México. Donde lo
dejaré, e volveré a decir cómo nos desembarcamos en el puerto de San Juan
de Ulúa.
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Historia general de las Indias
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Naufragios
Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1555)
Ellos no querían sino ir con nosotros hasta dejarnos, como acostumbraban, con otros
indios; porque si se volviesen sin hacer esto, temían que se morirían; que para ir con
nosotros no temían a los cristianos ni a sus lanzas. A los cristianos les pesaba de esto, y
hacían que su lengua les dijese que nosotros éramos de ellos mismos, y nos habíamos
perdido mucho tiempo había, y que éramos gente de poca suerte y valor, y que ellos eran
los señores de aquella tierra, a quien habían de obedecer y servir. Mas todo esto los indios
tenían en muy poco o nada de lo que les decían; antes, unos con otros entre sí platicaban,
diciendo que los cristianos mentían, porque nosotros veníamos de donde salía el sol, y
ellos donde se pone; y que nosotros sanábamos los enfermos y ellos mataban los que
estaban sanos; y que nosotros veníamos desnudos y descalzos, y ellos vestidos y en
caballos y con lanzas; y que nosotros no teníamos codicia de ninguna cosa, antes todo
cuanto nos daban tornábamos luego a dar, y con nada nos quedábamos, y los otros no
tenían otro fin sino robar todo cuanto hallaban, y nunca daban nada a nadie. Y de esta
manera relataban todas nuestras cosas y las encarecían, por el contrario, de los otros; y así
les respondieron a la lengua de los cristianos, y lo mismo hicieron saber a los otros por
una lengua que entre ellos había, con quien nos entendíamos, y aquellos que la usan
llamamos propiamente primahaitu, que es como decir vascongados, la cual, más de
cuatrocientas leguas de las que anduvimos, hallamos usadas entre ellos, sin haber otra por
todas aquellas tierras. Finalmente, nunca pudo acabar con los indios creer que éramos de
los otros cristianos, y con mucho trabajo e importunación les hicimos volver a sus casas, y
les mandamos que se asegurasen, y asentasen sus pueblos, y sembrasen y labrasen la
tierra, que, de estar despoblada, estaba ya muy llena de monte; la cual sin duda es la mejor
de cuantas en estas Indias hay, y más fértil y abundosa de mantenimientos, y siembran tres
veces en el año. Tienen muchas frutas y muy hermosos ríos, y otras muchas aguas muy
buenas. Hay muestras grandes y señales de minas de oro y plata; la gente de ella es muy
bien acondicionada; sirven a los cristianos (los que son amigos) de muy buena voluntad.
Son muy dispuestos, mucho más que los de Méjico, y, finalmente, es tierra que ninguna
cosa le falta para ser muy buena. Despedidos los indios, nos dijeron que harían lo que
mandábamos, y asentarían sus pueblos si los cristianos los dejaban; y yo así lo digo y
afirmo por muy cierto, que si no lo hicieren será por culpa de los cristianos.
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Comentarios reales
Inca Garcilaso de la Vega (1609)
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acertaban
a
juntarse
en
las
cuevas
y
resquicios
de
peñas
y
cavernas
de
la
tierra.
Comían,
como
bestias,
yerbas
del
campo
y
raíces
de
árboles
y
la
fruta
inculta
que
ellos
daban
de
suyo
y
carne
humana.
Cubrían
sus
carnes
con
hojas
y
cortezas
de
árboles
y
pieles
de
animales;
otros
andaban
en
cueros.
En
suma,
vivían
como
venados
y
salvajinas,
y
aun
en
las
mujeres
se
habían
como
los
brutos,
porque
no
supieron
tenerlas
propias
y
conocidas.
Adviértase,
porque
no
enfade
el
repetir
tantas
veces
estas
palabras:
»Nuestro
Padre
el
Sol«,
que
era
lenguaje
de
los
Incas
y
manera
de
veneración
y
acatamiento
decirlas
siempre
que
nombraban
al
Sol,
porque
se
preciaban
descender
de
él,
y
al
que
no
era
Inca
no
le
era
lícito
tomarlas
en
la
boca,
que
fuera
blasfemia
y
lo
apedrearan.
Dijo
el
Inca:
Nuestro
Padre
el
Sol,
viendo
los
hombres
tales
como
te
he
dicho,
se
apiadó
y
hubo
lástima
de
ellos
y
envió
del
cielo
a
la
tierra
un
hijo
y
una
hija
de
los
suyos
para
que
los
doctrinasen
en
el
conocimiento
de
Nuestro
Padre
el
Sol,
para
que
lo
adorasen
y
tuviesen
por
su
Dios
y
para
que
les
diesen
preceptos
y
leyes
en
que
viviesen
como
hombres
en
razón
y
urbanidad,
para
que
habitasen
en
casas
y
pueblos
poblados,
supiesen
labrar
las
tierras,
cultivar
las
plantas
y
mieses,
criar
los
ganados
y
gozar
de
ellos
y
de
los
frutos
de
la
tierra
como
hombres
racionales
y
no
como
bestias.
Con
esta
orden
y
mandato
puso
Nuestro
Padre
el
Sol
estos
dos
hijos
suyos
en
la
laguna
Titicaca,
que
está
ochenta
leguas
de
aquí,
y
les
dijo
que
fuesen
por
do
quisiesen
y,
doquiera
que
parasen
a
comer
o
a
dormir,
procurasen
hincar
en
el
suelo
una
barrilla
de
oro
de
media
vara
en
largo
y
dos
dedos
en
grueso
que
les
dio
para
señal
y
muestra,
que,
donde
aquella
barra
se
les
hundiese
con
solo
un
golpe
que
con
ella
diesen
en
tierra,
allí
quería
el
Sol
Nuestro
Padre
que
parasen
e
hiciesen
su
asiento
y
corte.
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Nueva coronica y buen gobiern,
Guamán Poma de Ayala (texto e ilustración) (hacia 1615)
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"Conquista. Córtanle la cabeza a Atagualpa Inga, umanta cuchum [córtanle la cabeza].
Murió Atagualpa en la ciudad de Cajamarca."
Chap. XXIX
Como le prendieron, y estando preso Atagualpa Inga, estando preso le robaron toda su
hacienda don Francisco Pizarro y don Diego de Almagro y todos los demás soldados y
españoles, y lo tomaron toda la riqueza del templo del sol y de Curicancha y de Uanacauri,
muchos millones de oro y plata que no se puede contar porque solo Curicancha tenía todas las
paredes y la cobertura y suelo y las ventanas cuajado de oro, dicen que las personas que
entran dentro con el rayo de oro parece difunto en el color del oro, y del Inga Atagualpa y de
todos sus capitanes y de señores principales de este reino y las dichas andas de oro y plata que
pesaban más de veinte mil marcos de oro fino el tablón de las dichas andas y veinte mil
marcos de plata fina, un millón y trescientos y veinte y seis mil escudos de oro finísimo,
asimismo les quitó sus servicios hasta quitarle su mujer legítima, la Coya; y como se vido tan
mal tratamiento y daño y robo tuvo muy gran pena y tristeza en su corazón, y lloró y no
comió como vido llorar a la señora coya, lloró, y de su parte hubo grandes llantos en la ciudad
de los indios, cantaban de esta suerte: aray araui aray araui sapra aucacho coya atihuanchic
llazauanchicma coya suclla uanason amatac acuyraqueca cachundo paracinam ucqui
payllamanta urmancam coya hinataccha. [Un guerrero perverso nos ha aprisionado, oh Coya,
ha saqueádonos, oh Reina, ahora moriremos; que nuestro infortunio no sea como una lluvia de
lágrimas que pos sí sola cae, así tendrá que suceder]
[…]
De como los indios andaban perdidos de sus dioses y uacas y de sus reyes y sus
señores grandes y capitanes en este tiempo de la conquista ni había Dios de los cristianos ni
rey de España ni había justicia; así dieron a hurtar y robar los españoles como Challcochima,
Quisquis Auapanti Rumiñaui y otros muchos capitanes y los indios cañari y chachapoyas,
uancas andaban robando y saltando y perdidos, hechos yanaconas; desde allí comenzaron a
ser los yanaconas bellacos y ladrones y ansí hubo muy mucha hambre y alboroto y se murió
mucha gente y revuelta en todo el reino daca oro y toca oro.
De como había pronunciado un auto y sentencia don Francisco Pizarro a cortarle la
cabeza a Atagualpa Inga, no quiso firmar don Diego de Almagro ni los demás la dicha
sentencia, porque daba toda la riqueza de oro y plata y lo sentenció; todos dijeron que lo
despachase al emperador preso para que allá restituyese toda la riqueza de este reino.
Atagualpa fue degollado y sentenciado y le mandó cortar la cabeza don Franciso
Pizarro.
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3/ La evolución de las crónicas y las « fábulas » :
¿cómo escribir relatos de ficción en un contexto de
control y censura?
Armas antárticas
Juan de Miramontes (hacia 1607-1609)
Canto IV
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27
Los infortunios de Alonso Ramírez
Carlos de Sigüenza y Góngora (1690)
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29
El carnero
Juan Rodríguez Freyle (hacia 1636-1638)
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4/ Sor Juana Inés de la Cruz y las artes en la
sociedad colonial novohispana : una figura del
Barroco
33
Villancico
Sor Juana Inés de la Cruz
Traduction
des
passages
"Negrillos"
et
"Tocotín":
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Respuesta a Sor Filotea
Sor Juana Inés de la Cruz (1691)
Si éstos, Señora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en los
hombres), no lo hubieran sido en mí, porque obro necesariamente. Si son culpa, por
la misma razón creo que no la he tenido; mas, con todo, vivo siempre tan
desconfiada de mí, que ni en esto ni en otra cosa me fío de mi juicio; y así remito la
decisión a ese soberano talento, sometiéndome luego a lo que sentenciare, sin
contradición ni repugnancia, pues esto no ha sido más de una simple narración de
mi inclinación a las letras.
Confieso también que con ser esto verdad tal que, como he dicho, no
necesitaba de ejemplares, con todo no me han dejado de ayudar los muchos que he
leído, así en divinas como en humanas letras. Porque veo a una Débora dando
leyes, así en lo militar como en lo político, y gobernando el pueblo donde había
tantos varones doctos. Veo una sapientísima reina de Sabá, tan docta que se atreve
a tentar con enigmas la sabiduría del mayor de los sabios, sin ser por ello
reprendida, antes por ello será juez de los incrédulos. Veo tantas y tan insignes
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mujeres: unas adornadas del don de profecía, como una Abigaíl; otras de
persuasión, como Ester; otras, de piedad, como Rahab; otras de perseverancia,
como Ana, madre de Samuel; y otras infinitas, en otras especies de prendas y
virtudes.
Si revuelvo a los gentiles, lo primero que encuentro es con las Sibilas, elegidas de
Dios para profetizar los principales misterios de nuestra Fe; y en tan doctos y
elegantes versos que suspenden la admiración. Veo adorar por diosa de las ciencias
a una mujer como Minerva, hija del primer Júpiter y maestra de toda la sabiduría de
Atenas. Veo una Pola Argentaria, que ayudó a Lucano, su marido, a escribir la gran
Batalla Farsálica. Veo a la hija del divino Tiresias, más docta que su padre. Veo a
una Cenobia, reina de los Palmirenos, tan sabia como valerosa. A una Arete, hija de
Aristipo, doctísima. A una Nicostrata, inventora de las letras latinas y eruditísima
en las griegas. A una Aspasia Milesia que enseñó filosofía y retórica y fue maestra
del filósofo Pericles. A una Hipasia que enseñó astrología y leyó mucho tiempo en
Alejandría. A una Leoncia, griega, que escribió contra el filósofo Teofrasto y le
convenció. A una Jucia, a una Corina, a una Cornelia; y en fin a toda la gran turba
de las que merecieron nombres, ya de griegas, ya de musas, ya de pitonisas; pues
todas no fueron más que mujeres doctas, tenidas y celebradas y también veneradas
de la antigüedad por tales. Sin otras infinitas, de que están los libros llenos, pues
veo aquella egipcíaca Catarina, leyendo y convenciendo todas las sabidurías de los
sabios de Egipto. Veo una Gertrudis leer, escribir y enseñar. Y para no buscar
ejemplos fuera de casa, veo una santísima madre mía, Paula, docta en las lenguas
hebrea, griega y latina y aptísima para interpretar las Escrituras. ¿Y qué más que
siendo su cronista un Máximo Jerónimo, apenas se hallaba el Santo digno de serlo,
pues con aquella viva ponderación y enérgica eficacia con que sabe explicarse dice:
Si todos los miembros de mi cuerpo fuesen lenguas, no bastarían a publicar la
sabiduría y virtud de Paula. Las mismas alabanzas le mereció Blesila, viuda; y las
mismas la esclarecida virgen Eustoquio, hijas ambas de la misma Santa; y la
segunda, tal, que por su ciencia era llamada Prodigio del Mundo. Fabiola, romana,
fue también doctísima en la Sagrada Escritura. Proba Falconia, mujer romana,
escribió un elegante libro con centones de Virgilio, de los misterios de Nuestra
Santa Fe. Nuestra reina Doña Isabel, mujer del décimo Alfonso, es corriente que
escribió de astrología. Sin otras que omito por no trasladar lo que otros han dicho
(que es vicio que siempre he abominado), pues en nuestros tiempos está floreciendo
la gran Cristina Alejandra, Reina de Suecia, tan docta como valerosa y magnánima,
y las Excelentísimas señoras Duquesa de Aveyro y Condesa de Villaumbrosa.
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El sueño o Primero sueño
Sor Juana Inés de la Cruz
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